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Lgrimas de reminiscencias*
Por: Oscar Alfonso Pabn Monroy/ Comunicador Social comunitario
Fotos: FAFO
Al entrar los aos novecientos Villavicencio era una pequea aldea asentada
al pie del cerro que cuarenta y ocho aos despus, por obra del padre Eliseo
Achury y de los feligreses, sera dominado por la estatua de Cristo Rey; no
se extenda ms all de tres o cuatro cuadras alrededor del parque central.
Por los contornos haba mucho monte y era comn mariscar cajuches en las
mismas calles. Buen cazador, con s y con z, result el bien recordado padre
Mauricio de quien junto con otras personas la ciudad est en deuda, como
forjadores de progreso y civismo en pocas pasadas.
La vida aldeana era tranquila y rutinaria, de cuando en vez llegaban familias
nuevas con intenciones de quedarse, o personajes importantes que hacan
escala de paso para el llano, como los congresistas confinados encabezados
por el despus presidente de la Repblica Miguel Abada Mndez- quienes
bajaron en destierro poltico para Orocu, puerto para el que tambin cruz
en la dcada del veinte, Jos Eustasio Rivera a ejercer su profesin de
abogado.
Las viviendas se construan con adobe y bahareque, cubiertas las de dueos
con holgura econmica- con astillas de madera sobrepuestas y las de los
pobres con hojas de bijao o palma de maraya.
Calle Real
Calle Real
Teatro Cndor
Eran esos sanos tiempos los mismos de los matins y empanadas bailables al
calor de Coca Cola con ron, de los paseos al cao El Buque a traer sarrapias,
al ro Guatiqua, a Pozo veinte, a la Tina, y a comer golosinas en las
panaderas La Granjita y el Noventa y Tres.
pocas de las grandes reuniones sociales y polticas en la Quinta Villa Julia y
en el grill del Hotel Meta. De los marciales desfiles estudiantiles en fechas
Patrias a los acordes de las marchas ejecutadas por la Banda Santa Cecilia o
Departamental, dirigida por el maestro Pedro Ladino.
Tiempos de las solemnes procesiones de Corpus Cristi, con altares vestidos
en las principales esquinas del centro, en los cruces de la calles de las
Funerarias, Notaras, Pualadas, Talabarteras y Resbaln.
Fuente oral: Sebastin Pabn H.
*Nota: este texto se public por vez primera en la Revista Trocha, edicin # 171,
mes de abril de 1990. Despus, en la publicacin Historias Arrebiatadas, de mi
autora y patrocinada por el Instituto de Cultura y Turismo del Meta, ao 1994.