Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Revista internacional
de Teología
Enero 1965
Comité de dirección:
L Alting von Geusau * R. Aubert
L. Baas * F. Bóckle
C. Colombo * Y. Congar, O. P.
Ch. Davis * G. Diekmann, O. S. B.
Ch. Duquoc, O. P. * N . Edelby
T. Jiménez Urresti * H. Küng
H. de Lubac, S. J. * J. Mejía
}. B. Metz * R. Murphy, O. Carm.
í. Cardoso Peres, O. P. * K. Rahner, S. J.
Schillebeeckx, O. P. * J. Wagner
Secretario general:
M. Vanhengel, O. P.
DOGMA
EDICIONES CRISTIANDAD
MADRID
1965
COMITÉ DE REDACCIÓN DE ESTE NUMERO
Director:
Prof. Dr. Edward Schillebeeckx
o. p. Nimega Holanda
Director-adjunto:
Prof. Dr. Boniface Willems o. p. Nimega Holanda
Miembros:
Prof. Dr. Juan Alfaro s. j . Roma Italia
Prof. Dr. Marie-Dominique Che-
nu o. p. París Francia
Mgr. Prof. Dr. Cario Colombo. Várese Italia
Prof. Dr. Yves Congar o. p. Estrasburgo Francia
Prof. Dr. Charles Davis Ware Inglaterra
Prof. Dr. Louis Dingemans o. p. Roma Italia
Jacques Dournes m. e. p. Phu-Bón Viet-Nam
Prof. Dr. Bernard-Dominique Du-
puy o. p. Le Saulchoir Francia
Etiolles
Prof.Dr. Cornelius Ernst o. p. Rugeley Inglaterra
Prof.Dr. Johannes Feiner. Chur Suiza
Prof.Dr. Donal Flanagan. Maynooth Irlanda
Prof.Dr. Piet Fransen s. j . Heverlee-Lovaina Bélgica
Prof. Dr. Bonaventura Kloppen-
burg o. f. m. Petropolis Brasil
Dr. Constantin Koser o. f. m. Roma Italia
Prof. Dr. Rene Laurentin. Evry-Petit-Bourg Francia
Prof. Dr. Bernulf van Leeuwen
o. f. m. Alverna Holanda
Prof. Dr. Magnus Lohrer o. s. b. Roma Italia
Prof. Dr. Henri de Lubac s. j . Lyon Francia
Prof. Dr. Kevin McNamara. Maynooth Irlanda
Prof. Dr. Joseph Neuner s. j . Poona India
Prof. Dr. Gerard Philips. Lovaina Bélgica
Prof. Dr. Joseph Ratzinger. Münster Alemania
Prof. Dr. Joaquín Salaverri s. j . Comillas España
Prof. Dr. Emilio Sauras o. p. Valencia España
Prof. Dr. Piet Schoonenberg s. j . Nimega Holanda
Prof. Dr. Pieter Smulders s. j . Maastricht Holanda
Prof. Dr. Jean-Maria Tillard o. p. Ottawa Canadá
Dr. Tharcisse Tshibangu. Elisabethville Rep. del Congo
Dr. Herbert-Martin Vorgrimler. Friburgo en Br. Alemania
¿PARA QUE U N A N U E V A REVISTA
I N T E R N A C I O N A L DE TEOLOGÍA?
K. RAHNER, S. J.
E. SCHILLEBEECKX, O. P.
LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS
12
Por ejemplo, el texto del Catecismo austríaco de 1894, que se
repite, en cuanto al contenido, en el Catecismo alemán de 1925 (¡las
cosas han cambiado después!):
—¿Para qué fundó Jesucristo la Iglesia?
—Jesucristo fundó la Iglesia para que llevara los hombres a la fe-
licidad eterna.
—¿Cómo lleva la Iglesia los hombres a la felicidad eterna?
—La Iglesia lleva los hombres a la felicidad eterna ejerciendo, con
el auxilio de Dios, la triple función de Cristo, es decir, su magisterio,
su sacerdocio y su función regia.
(Cf. M. Ramsauer, Die Kirche in den Katechismen, in "Zeitsch.
f. kath. Theol.", 73 (1951), págs. 129-169; 313-346; pág. 330.)
13
El sentido de la eclesiología patrística parece conservarse vivo en
el pensamiento ortodoxo. Durante la discusión del esquema De Ecclesia,
en la segunda sesión del Concilio, hablábamos un día con dos amigos,
observadores ortodoxos —el P. Nissiotis y el P. Alejandro Schmeeman—,
quienes nos decían: "Si nosotros tuviéramos que hacer un De Ecclesia,
escribiríamos un capítulo sobre el Espíritu Santo y otro sobre el hombre
cristiano. Tras ello no sería necesario proseguir: estaría dicho lo esencial...
Es exactamente lo contrario de una eclesiología tal como la hemos cono-
cido, prácticamente reducida a una teoría, bastante jurídica, de la institu-
ción, o a una "jerarquiología".
20 Y. Congar
14
Véase Ausdruckformen der lateinischen Liturgiesprache bis zum
Elften ]ahrbundert, ges. u. dargeb. v. V. Manz, Beuron, 1941; A. Schaut,
Die Kirche ais Volk Gottes. Selbstaussagen d. Kirche im rómischen
Messbuch, en "Benediktinische Monatschrift", 25 (1949), págs. 187-196:
populus se encuentra 90 veces en el Misal romano, ecclesia, 80 veces;
familia, 12 veces. Para el Leoniano, véase P. T. Garriga, La -palabra
Ekkles'ta. Estudio histórico-teológico, Barcelona, 1958, págs. 300 s.
15
Sobre este punto, véase K. Delahaye, Erneuerung der Seelsorgsfor-
men aus der Sicht der jriihen Patristik, Friburgo, 1958 (traducción fran-
cesa con un prefacio nuestro: Ecclesia Mater chez les Veres des trois pre-
miers siecles. Pour un renouvellement de la Pastorale d'aujourd 'htti, Pa-
rís, 1964).
La Iglesia como pueblo de Dios 21
16
Véase sobre esto G. B. Ladner, The Idea of Reform. Its Im-pact
on Christian Tkought and Action in the Age of the Fathers, Cam-
bridge (Mass.), 1959.
22 Y. Congar
23
Véase Bo Reicke, Die Bedeutung des Gottesvolksgedanken für
den neutestamentl. Kirchenbegriff, en "Kirchenblatt für die Reformierte
Schweiz", 1955, fase. 17; N . A. Dahl, The People of God, en "Ecu-
menical Review" 9 (enero, 1957), págs. 154-161; Die Kirche, Volk
Gottes, editado por H. Asmussen, Stuttgart, 1961 (diálogo entre teó-
logos protestantes y católicos). Sobre el papel de esta noción en el diá-
logo ecuménico, Th. Sartory, Die Oekumenische Beivegung und die
Einheit der Kirche. Ein Beitrag im Dienste einer bkumenischen Ekkle-
siologie, Maitingen, 1955, págs. 51, 57, 60, 61, 70, 71, 104, 105, 127,
La Iglesia como pueblo de Dios 25
cimos diálogo: hay tantas cosas entre nosotros que son a la vez
puntos de acuerdo y de enfrentamiento... Lo que agrada a los ,
protestantes en la categoría "Pueblo de Dios" es principalmente^ •••
la idea de elección y llamamiento: todo está colgado de la inicia-i ,T
tiva de Dios. Les agrada la historicidad con lo que ésta encierra
de sentido de inacabamiento y de movimiento hacia la escatolo-
gía. También el sentimiento de fronteras menos definidas, ya que
se trata de una muchedumbre que Dios mismo reúne para sí. Los
protestantes ven con agrado, en una abierta referencia a "Pueblos
de Dios", la posibilidad de evitar, por una parte, el institucio-
nalismo con el empleo intemperante de las ideas de "poder" e
infalibilidad, y, por otra, el romanticismo de una concepción bio-
lógica del Cuerpo místico, cuya expresión favorita es la de " E n -
carnación continuada": como si la Iglesia fuera, al pie de la le-
tra, "Jesucristo difundido y comunicado" 24 . La noción de Pueblo
de Dios, al decir de algunos autores protestantes, permitiría evi-
tar una concepción ontológica de la Iglesia, lo que el Prof. R.
M e h l llamaba una "Ecclesia quoad substantiam", y considerar
la Iglesia simplemente como aquello que Dios reúne con vistas a
su reino escatológico: no un cuerpo sustancial con una consis-
tencia definitivamente establecida, sino el resultado de una acción
de la Gracia, la cual, puesto que elige, puede siempre también
rechazar... E n tales condiciones —llegaba a preguntarse U . Va-
leske: ¿cabe hablar todavía de infalibilidad o incluso de irre-
formabilidad de la estructura? 25 .
A nuestro juicio, el pensamiento protestante no se fija en n
lo que ha aportado de nuevo y definitivo la Encarnación del
Hijo de Dios. Sin duda, esta insuficiencia comienza ya en el
plano de la cristología. Además, no se da todo su valor a la
noción de Cuerpo de Cristo. Se tiende a reducir la Iglesia del
128, 129, 130, 145, 156, 180. Véanse otras referencias en U. Valeskc,
Votum Ecclesiae, Munich, 1962, pág. 239, núm. 11.
24
Véase H. Asmussen, op. át., págs. 33 ss.; U. Valeske, of. ctt.,
páginas 202 s., 233 s., 248 s. La crítica de la "Encarnación continuada"
es constante por parte de los teólogos protestantes.
25 O-p. cit., pág. 249.
26 Y.
34
Además de la primera y última referencia de la nota 26, véase
Comment l'Église sainte doit se renouveler sans cesse, en "Irenikon", 34
(1961), págs. 322-345 (reproducido en Sainte Église, París, 1963, págs.
131-154).
35
"Ubicumque autem in his libris commemoravi Ecclesiam non
habentem maculam aut rugara, non sic accipiendum est quasi iam sit,
sed quae praeparatur ut sit, quando apparebit etiam gloriosa. Nunc
enim propter quasdam ignorantias et infirmitates membrorum suorum
habet unde quotidie tota dicat: Dimitte nobis debita nostra" {Retract.,
II, 18: P. L., 32, 637-638). Comp. Sto. Tomás, Summa Theol., III,
q. 8, a. 3, ad 2.
36
Para lo que sigue, véase A. Chavasse, Du Peufle de Dieu a
l'Église du Christ, en "La Maison-Dieu", mím. 32 (1952), págs. 40-52.
La Iglesia como pueblo de Dios 31
37
Esta fue una de las razones de la victoria del cristianismo frente
al judaismo éste acusaba un eficaz proselitismo, pero obligaba a pasar
por la Ley de Moisés
38
Testimonio en A Harnack Mission und Ausbreitung des Chn
stentums, 4, 1921, págs 259 s , P Batiffol L Église natsstnte 7 a ed
pág 92, M Simón, Verus Israel, Pans, 1948, pags 135 s , A Oepke,
op at (Cf sufra, nota 4)
39
Véase el Edicto de Licinio, en Lactincio, De mortibus persecu
torum, 48 (Kirch, Bnchir Fonttum Hist eccl ant, num 353) y los
estudios de M Robertí (// Corpas Mysttcum dt san Paolo nella stona della
persona gtundtca, en Studt di Stona e Dtritto m onore di Ennco Besta, IV,
Milán, 1939), y de A Ehrhardt (Das Corpus Chnstt und die Korpo-
rationen im spatromtschen Recht, en "Zeltsch d Savigny-St f Rechts-
gesch", Rom A b t , 70, 1953)
40
Ch Journet, L'Éghse du Verbe Incarné, II Sa structure mterní
et son untté cathohque, París, 1951, págs 8 s , 40, 44-49, etc
32 Y. Congar
48
Christ and His Church. Suggestions and Comments, en L'Église
et les Églises. Mélanges Dom L. Beauduin, Chevetogne, 1954, t. II, pá-
ginas 159-170: "The continuous existence of the "Church" throughout
the whole of the Biblical "Heílsgeschichte" shouíd be conceived and in-
terpreted in such a way as to include the unique "newness" of Christ,
the Incarnate Lord. And the notion of the "People of God" is obviously
inadequate for this purpose. Ñor does it provide a sufficient link with
the mistery of the Cross and Resurrection..." (pág. 166).
3
IMPLICACIONES PASTORALES DE LA DOCTRINA DE
LA COLEGIALIDAD DE LOS OBISPOS
I. FUNDAMENTOS DOGMÁTICOS
1
Véase el estudio de C. Klein, Die zwblf Apostel (1961), especial-
mente págs. 202 s., donde se expone esta visión, sólidamente fundada,
sobre el tema de los Doce, que resulta aprovechable, aunque sin admi-
tir las restantes especulaciones, demasiado especulativas para que puedan
convencer. En cuanto a la elección del grupo de los Doce por el Señor,
puede consultarse todavía con provecho K. H. Rengstorf, áitóotoXoc,,
T h W N T I 424-438. Cfr. también el resumen que ofrece K. H. Schel-
kle y H. Bacht en LThK I, págs. 734-738.
2
Cf. R. Schnackenburg, Die Kirche im Netten Testament (1961)
30; B. Rigaux, Die "Zwólf" in Geschichte und Kerygma, en: Der hi-
storische Jesús und der kerygmatische Christas (Berlín, 1960), páginas
468-486; K. H. Rengstorf, Scúfea, T h W N T II, págs. 325 ss.
36 J. Ratzinger
3
Sobre el concepto de apostolado en san Pablo, véase Rengstorf,
ThWNT I, págs. 438-444.
4
Sobre el significado de las acciones simbólicas en los profetas,
Cf. G. Fohrer, Die symbolischen Handlungen der Propheten (1953);
G. v. Rad. Tbeologie des Alten Testaments, II (1960), págs. 108-111;
K. H. Rengstorf, OY¡¡J.£ÍOV, ThWNT VII, págs. 215 s.
Pastoral y colegialidad de los obispos 37
7
4, I.
40 ]. Ratzinger
Obispo
Presbiterio + Diáconos
Comunidad
8
Véase la obra colectiva editada por Y. Congar-B. Dupuy, L'épis-
copat et l'église universelle (1962); Cf. también J. Colson, L'épiscopat
catholique. Collégialité et primante dans les trois premiers siecles de
l'église (1963); J. Hamer, L'église est une communion (1962); W. de
Vries, Der Episcopat auf den Synoden vor Nicda, en "Theol.-prakt.
Quartalschrift", 1963, págs. 263-277; G. Dejaifve, Les douze Apotres
et leur unité dans la tradition catholique, en "Eph. théol. Lov.", 39
(1963), págs. 760-778. La "Colegialidad" fue también el tema de un
symposio teológico celebrado en Constanza en Pentecostés de 1964,
cuyas ponencias publicará Y. Congar en la colección Unam Sanctam.
42 ]. Ratzinger
9
Puede encontrarse una documentación abundante en la obra de
J. Guyot, Das apostolische Amt (1961); asimismo en L. Hertling, Com-
munio und Primat-Kirche und Papsttum in der christlichen Antike,
en: "Una Sancta", 17 (1962), págs. 91-125 (reedición completada de
este importante trabajo aparecido por primera vez en 1943, en "Mise.
Hist. Pont.").
10
Cf. el desarrollo que de este punto ofrece B. Botte en J. Guyot,
op. cit., pág. 81.
11
ln Isaiam. hom., 6, 1 GGS 8 (Baehrens), págs. 269, 18 s. Cf.
K. Baus, Handhach der Kirchengeschichte, I (1962), pág. 391.
12
A este respecto puede encontrarse amplia documentación en el
trabajo de W. de Vries en "Theol.-prakt. Quartalschrift", 1963, pá-
ginas 263-277, citado ya en la nota 8; Cf. también K. Baus, Handbuch
der Kirchengeschichte, I (1962), págs. 397 s.
13
Cf. Cipriano, Ep. 68, 3-4 CSEL III 2, págs. 746 s.: Copiosum
corpus est sacerdotum concordiae mutuae glutino... copulatum, ut si
quis ex collegio nostro haeresim faceré... temptaverit, subveniant cete-
Pastoral y colegiahdad de los obispos 43
i. El yo y el nosotros en la Iglesia
23
Un análisis de la antítesis entre la fe en un Dios trino y la teo-
logía de la monarquía divina, favorecida por motivos políticos, puede
verse en E. Peterson, Der Monotheismus ais-politischesProblem, en:
Theologische Traktate (1951), págs. 45-147.
24
G. Marón, "Credo in Ecclesiam"? Erw'dgungen zu den Arbeiten
des Zweiten Vatikanischen Konzils, en: "Materialdienst des konfessions-
kundlichen Institus Bensheim", 15 (1954), págs. 1-8. Este interesante
52 }. Ratzinger
33
A esto se refirió insistentemente H. Küng en las Conversaciones
de Constanza. V. también su obra Strukturen der Kirche, 1962.
Unidad en la pluralidad
34
H. Dombois en Begegnung der Christen (Karrer-Festschrift, Cf.
nota 19), pág. 395: "Unidad de la Iglesia e Iglesia de la unidad, según
la experiencia histórica, se contradicen de tal modo que el tipo de la
Iglesia de la unidad no puede ser el tipo de la unidad de la Iglesia.
Cf. también H. Dombois, Zur Revisión des Kirchengeschichtsbildes, en:
Die Katholiziüt der Kirche, editado por Stáhlin-Asmussen (1957).
35
Este es el esquema del razonamiento en las "Controversiae" de
Roberto Belarmino, II, 1, págs. 1 ss. La serie de encabezamientos de los
capítulos siguientes: 1) Cuál es la mejor forma de gobierno. 2) Prueba
de la primera parte: que la simple monarquía es preferible a la sim-
ple aristocracia o democracia... 4) Que, eliminadas todas las circunstan-
cias accidentales, la monarquía pura merece la preferencia absoluta.
60 } . Rdtzinger
36
;ty Según demuestra el material reunido por Lécuyer (Cf. nota 13),
en el siglo v aparece un uso más particular del término "collegium"
junto al uso universal. De los textos que presenta Lécuyer escojo dos:
Celestino I, Ep. 4 PL 50, 435 c - 436 a: "Massiliensis vero Ecclesiae
sacerdotem... et vestro eum audiendum collegio delegamus". Félix II,
Ep. 3, 2 (ed. E. Schwartz, Publizistiscbe Sammlungen zum Acaciani-
, schen Scbisma, Munich, 1934, pág. 75, lín. 23-25): "Ad quam rem de
collegio nostro fratres et coepiscopos nostros Vitalem et Misenum...
ordinatione direximus". Según Lécuyer, collegium designa aquí al sí-
nodo de Roma.
37
Véase el trabajo de W. de Vries citado en la nota 8.
62 / Ratzmger
JOSEPH RATZINGER
(Münster)
IGLESIA Y HUMANIDAD
1
Cf., por ejemplo, J. Scharbert: Heilsmittler im Alten Testarnent
und im Alten Orient (Qaaest. Disp. 23-24), Friburgo de Brisgovia, 1964.
Iglesia y Humanidad 69
la salvación (o perdición) por causa de un hombre llamado libre-
mente a ello por Dios. La función representativa de un hombre
determinado (o de una colectividad concreta) (Adán, Noé, Moi-
sés, Abrahán, los doce patriarcas, "Israel", el "rey", el "hijo
del hombre", el "siervo de Yahvé", Jesús), es esencial, en el
Antiguo y en el Nuevo Testamento, para la salvación o per-
dición.
Esta forma de constituirse la comunidad, gracias a una me-
diación, significa también que, en la Biblia, la elección y la mi-
sión universal se orienta la una hacia la otra. Israel fue cobrando
conciencia, aunque sólo lentamente y con titubeos, de que su
elección era ejemplar para todos los pueblos y estaba al servicio
de toda la humanidad. Según la concepción del Antiguo Testa-
mento, la totalidad de la humanidad histórica concreta debe su
existencia a la Alianza redentora de Yahvé con Noé después
del diluvio —precisamente con tal motivo se hace una enume-
ración de todos los pueblos existentes (según la concepción an-
tigua) (Gn 10)— 2. Además, en Abrahán "son bendecidos to-
dos los pueblos" (Gn 12, 3 ; 18, 18; 22, 18). La elección de
Abrahán es, por su parte, la confirmación divina de la salvación
universal.
La idea de mediación nos muestra que los hombres depen-
den unos de otros y que Dios, al conceder su salvación trascen-
dente, quiere conservar esa estructura de fraternidad; quiere
dar la salvación a los hombres por medio de hombres. La idea
del "primogénito entre muchos hermanos" (Rom 8, 29) (frater-
nidad religiosa prototípica) y del "hijo primogénito de Dios"
(Ex 4, 22), idea en la cual se aunan tanto la elección divina
como el servicio al prójimo, viene preparada, por así decirlo, por
todo el Antiguo Testamento y sugiere la idea fundamental de
que la salvación es dada mediante un servicio fraternal de hom-
bre a hombre, basado en la elección divina. El mismo Israel,
Pueblo de Dios, es en su elección "el hijo primogénito de Dios"
2
Cf. G. von Rad: Das erste Buch Mose (Das Alte Testament
Deutsch 2), Gotinga, 1949, págs. 119 ss.
70 E. Schillebeeckx
5
Cf., entre otros, K. Rahner: Kirche und Parusie Ckristi, en "Ca-
tholica", 17 (1963), págs. 113-128.
6
A. Vógtle: Das óffentliche Wirken Jesu auf dem Hintergrund
der Qumranbevüegung (Freiburger Universit'dtsreden, N . F., 27), Fnbur-
go de Brisgovia, 1958, págs. 15 ss. (5-20); Ekklesiologische Auftrags-
worte des Auferstandenen, en Actes dii Congres international cathoh-
Iglesia y Humanidad 73
que des sciences bibliques a Bruxelles, 1959, págs. 892-906; Jesús und
die Kirche, en: Begegnung der Christen (ed. por Roesle-Cullmann),
Francfort, 1960, págs. 54-82; Der Etnzelne und die Gemeinschaft in
der Stufenfolge der Christusofjenbarung, en: Sentiré Ecclesiam (ed. por
Daniélou y Vorgrimmler), Friburgo de Brisgovía, 1961, págs. 50-91;
Cf. también Die Adam-Christus-T ypologie und der Menschensohn, en
"Trierer Theol. Zeitschrift" (1951), págs. 209-228 (véase también
nota 7).
7
Cf. A. Vógtle: Das bffentliche Wirken ]esu, l. c, pág. 15;
F. Braun: Nenes Licht auf die Kirche, Einsiedeln, 1946, pág. 71;
A. Fridrichsen: Messias und Kirche, en: Ein Buch von der Kirche,
Gotinga, 1951, pág. 33; Cf. K. Renstorf: dódeka, en Theol. Wórterb.
z. N. T., parte segunda, págs. 321-328.
8
Cf. A. Vogtle: Messiasbekenntnis und Petrusverheissung, en:
"Biblische Zeitschrift", N . F. 1 (1957), págs. 252-272, y 2 (1958), pá-
74 E. Schillebeeckx
9
Me 10, 35-40; y Mt 20, 20-23; Me 14, 25; Cf. Le 22, 16 y 18.
76 E. Schillebeeckx
10
P. Schoonenberg: Natuur en zonden-val, en: "Tijdschr. v.
Theol." 2 (1962), págs. 199-200; Cf. también E. Schillebeeckx: Cristo,
sacramento del encuentro con Dios, San Sebastián, 1964, págs. 52-58.
11
S. Th., III, q 8, a 5, ad 1.
4
DESVANECIMIENTO DE LAS FRONTERAS ENTRE
IGLESIA Y HUMANIDAD
12
Die Kirche nach dem Briefe an die Epheser, en: Die Zeit del
Kirche, Friburgo de Brisgovia, 1956, pág. 169.
13
Schlier comenta agudamente también aquí a san Pablo con las
siguientes palabras: "(La Iglesia) es el pleroma de Cristo, y esto sig-
nifica: el ámbito colmado (consumado) por Él. La Iglesia es la plenitud
colmada y por colmar de Aquel que ha colmado y colma el universo.
El universo es integrado en la plenitud de la Iglesia y en la de Cristo,
siendo trasformado así en plenitud, esto es, en Iglesia (o. c, pág. 170).
14
En otro lugar se desarrollan en esta revista las ideas de este ar-
tículo, extendiéndolas al problema de la incorporación a la Iglesia en
conexión con el pluralismo de las Iglesias cristianas.
84 E. Schillebeeckx
17
E. Schillebeeckx: Persónate Begegnung mit Gott. Eine Anwort
an John A. T. Robinson, Maguncia, 1964, págs. 78-79.
86 E, Schillebeeckx
18
Téngase en cuenta lo siguiente: No decimos que todos los hom-
bres no pertenecientes a la Iglesia sean -per se cristianos anónimos (como,
por lo demás, tampoco afirmamos que todos los miembros de la Iglesia
sean cristianos auténticos); decimos tan sólo que el cristianismo anóni-
mo es una posibilidad real y, teniendo en cuenta la fuerza superabun-
dante de la gracia, una realidad en "muchos" (sin que pretendamos ni
podamos decir nada sobre su número). Conocemos, desde luego, la
ambigüedad de hecho de la libertad humana, que es una posibilidad
para el bien y para el mal. Pero nuestra confianza en Dios es más
grande que la ambigüedad de nuestra libertad humana.
Iglesia y Humanidad 87
19
Cf. también A. Auer: Kirche und Welt, en: Mysterium Kir-
che, II, Salzburgo, 1962, págs. 492-493.
88 E. Schtllebeeckx
/
REALIZACIÓN SECULAR Y SACRAL DE LA
SANTIDAD DE LA IGLESIA
E. SCHILLEBEECKX, O. P.
(Nimega)
DIVERSIDAD DE ESTRUCTURAS
LIBERTAD DENTRO DE LAS ESTRUCTURAS
do, en los estilos nuevos que sea o con los nuevos medios que
sean, es un grave error. Ir en busca de comunidad es retroceder
a un valor inferior, a una etapa anterior de desarrollo cultural.
Tengo que aclarar lo que quiero decir con esto.
Defender que hay que dar cada vez más lugar a la diferen-
ciación no es defender un "individualismo furioso" económico,
personal, o espiritual. N o es defender que "el alma está sola ante
Dios", o que los hombres deben vivir "cada uno para sí". N o es
mantener el individualismo, el laissez-faire, o el utilitarismo an-
glosajón del siglo xix. N o es mantener un relativismo cultural o
individual. Es, en cambio, permitir un ambiente, en el que caben
esas aberraciones en aras a una libertad más profunda. Es, sobre
todo, permitir a la persona individual "hundirse o nadar"; es
animar a los individuos a que se hagan personas, enseñar a los
individuos a "nadar". Es, sobre todo, poner de relieve que cada
individuo debe hacerse persona; nadie puede forzarle a hacerlo;
ningún otro puede hacerlo por él. N o hay ninguna forma de
producir personas en serie. N o hay ninguna "estructura nueva"
que reforme y renueve las personas automáticamente. Las estruc-
turas sólo pueden "formar" individuos; las personas se desarrollan
principalmente desde dentro —a menudo contra las presiones de
las estructuras sociales.
Llegar a ser persona es llegar a ser fiel a la propia visión, y
ser fiel a todas las exigencias del impulso propio, sin restricciones,
a entender. Ser psicópata o neurótico es haber bloqueado las exi-
gencias del entendimiento, es haber quedado preso en esquemas
antirracionales que impiden actuar de acuerdo con las exigencias
de la situación en que uno se encuentra. Quizá análogamente,
pecar es "volverse contra la luz", el pecado es la elección deli-
berada de lo que no tiene sentido, pero que se desea de todos
modos. La raíz de la sed de Dios en un hombre es su fidelidad
al entendimiento: porque aunque no se corresponda enteramen-
te, la actividad de la inteligencia humana es una participación en
la vida del Dios invisible y desconocido. Seguir las exigencias
del entendimiento con integridad y fidelidad es estar en la senda
100 M. Novak
MlCHAEL NOVAK
Boletines
' Cf. J. Eger, Salas gentium. Eine patristische Studie zur Volkstheologie
des Ambrosius von Mailand (Diss., Munich, 1947); J. Ratzinger, Volk und
Haus Gottes in Augustins Lehre von der Kirche (Munich, 1954); M. Schraaus,
Katholische Dogmatik, I I I / l : Die Lehre von der Kirche (Munich "1958),
219-231.
2
Véase el material en M. Schmaus, op. cit., 205-211; Cf. B. Schaut, Die
Kirche ais Volk Gottes, Selbstaussagen der Kirche im rómischen Messebuch:
"Benedikt. Monatschrift", 25 (1949), 187-196.
3
M. D. Koster, Ekklesiologie im Werden (Paderborn, 1940); para la cita,
véase la pág. 143.
* Cf. la exposición histórica de U. Valeske (prot.), Votum Ecclesiae
(Munich, 1962), 201-209; 237-250 (con abundante material y muy rica bi-
bliografía).
s
I. Backes, Die Kirche ist das Volk Gottes im Neuen Bund: "Trierer
Theol. Zeitschr.", 69 (1960), 111-117; el mismo, Gottesvolk im Neuen Bund:
ibid. 70 (1961), 80-93; Cf. también más adelante, nota 15.
106 R. Schnackenburg-]. Dufont
Así "pueblo de Dios" viene a ser una expresión más genérica que
encuentra en "cuerpo de Cristo" una mayor concretización, como la
fórmula M . Schmaus: "La Iglesia es el pueblo de Dios neotestamen-
| ¡ tario, fundado por Jesucristo, estructurado jerárquicamente, que sirve a
I ' las exigencias del dominio de Dios y a la salvación de los hombres,
y que existe como cuerpo místico de C r i s t o " 6 . E n cuanto a las bases
i exegéticas de esta concepción, las había establecido ya L. Cerfaux en
25
W. Gutbrod, Theol. Wórterbuch zum NT, III, 386-391; H. Strathmann:
IV, 53-57. Sobre la expresión "Israel de Dios" en Gal. 6, 16 tuvo lugar una
controversia; Cf. Schnackenburg, Die Kirche im NT, 73.
26
M. Carrez, Le nouvel Israel. Réflexions sur l'absence de cette designa-
ñon de l'Église dans le Nouveau Testament: "Foi et Vie", 6 (1959), 30-34.
27
Cf. F. W. Maiar, Israel in der Heilsgeschichte nach Rom 9-11 (Miin-
ster, 1929); E. Peterson, Die Kirche aus Juden und Heiden (Salzburgo, 1933);
K. L. Schmidt, Die Judenfrage im Lichte der Kapitel 9-11 des Romerbriefes
(Zollikon/Zurich, J1947); G. Schrenk, Die Weissagung über Israel im Neuen
Testament (Zurich, 1951); J. Munck, Christus und Israel. Eine Auslegung
von Rom 9-11 (Copenhage, 1956); tres artículos en "Studiorum Paulinorum
Congressus Internationalis Catholicus, 1961" ("Analecta Biblica", 17-18, Ro-
ma, 1963), tomo I, por X. Léon-Dufour (309-315), J. M. Oesterreicher (317-
327), y F. J. Caubet Iturbe (329-340).
La Iglesia como -pueblo de Dio¿ 111
34
Cf. J. Dupont, Arcoc I? I8v<üv (Act XV, 14); "New Testament Studies"
3 (1956/57), 47-50; N. A. Dahl, A People for his Ñame (Acts XV, 14): "New
Testament Studies", 4 (1957/58), 319-327.
35
Cf. R. Schnackenburg, Epislcopos und Hirtenamt, en: Episcopus
(Festschr. für M. Kard. v. Faulhaber. Regensburg, 1949), 66-88.
36
J. Dupont, Le discours de Milet, testament pastoral de saint Paul
(París, 1962), esp. 167-173; M. Schürmann, Das Testament des Paulus für die
Kirche Apg 20, 18 35, en: Unió christianorum (Festschr. für Erzbischoj L.
laeger, Paderborn, 1962), 108-146.
37
Cf. P. Ketter, Das allgemeine Priestertum der Glaubigen nach dem 1.
Petrusbrief: "Trierer Theol. 7eitschr.", 56 (1947), 43-51; J. BlinzW, Ii=p7t=uiia,
en: Episcopus (Cf. nota 35), 49-65; L. Cerfaux, Regale sacerdotium, en:
Recueil L. Cerfaux, II (Gembloux, 1954), 283-315; Y. Congar, Jalons pour
une théologie du laical (París, 1953).
La Iglesia como pueblo de Dios 113
!>
Cf. A. Oepke, l. c. 17-24; 57-74; F. J. Schi-rse, Verheissung und
Heilsvollendung. Zur theologischen Grundfrage des Hebraerbriefes (Munich,
1955); R. Schnackenburg, Die Kirche im NT, 81-86.
3
' Aparte los comentarios, cf. B. J. Le Frois, The Woman Clothed with
the Sun (Roma, 1954); A. Th. Kassing, Die Kirche un-i María. Ihr Verh'iltnis
im 12. Kap. der Apokalypse (Dusseldorf, 1958); J. Michl, Die Deutung der
apokahptischen Frau in der Gegenwart: "Bibl. Zeitschr.", NF 3 (1959), 301-
310 (Lit.).
40
.1. Comblin, Le rassemblement de TIsrael de Dieu (Apoc. 7, 2-12); Féte
de la Toussaint ("Assemblées du Seigneur", 89, Brujas, 1963), 15-33.
LA NECESIDAD DE LA IGLESIA PARA LA SALVACIÓN
RESUMEN BIBLIOGRÁFICO
1
E. Loffeld, Le probléme cardinal de la missiologie el des missions
catholiques, Rhenen, 1956; A. Santos Hernández, Salvarían y Paganismo.
El Problema teológico de la salvación de los infieles, Santander, 1960; H. R.
Schlette, Die Religionen ais Thema der Theologie, Friburgo en Br., 1963;
The Theology of the Christian Mission, Londres. 1961.
2
Véase J. Huxley, Religión ivithout Revelation, Mentor-Books, 1957;
K. Jaspers, Der philosophische Glaube angeúchts der Ojjenbarung, Munich,
1962; F. Jeanson, La foi d'un incroyant, París, 1963; G. Szozesny, Die Zxtr
kunft des Unglaubens, Munich, 1958.
Necesidad de la Iglesia fara la salvación 115
5
Señalamos dos estudios protestantes recientes sobre este tema: W.
Dietzfelbinger, Die Grenzen der Kirche nach romisch-katholischer Lehre, Got-
tingen, 1962; U. Valeske, Votum Ecclesiae, Munich, 1962. En ellos se en-
contrarán abundantes referencias bibliográficas.
4
P. Soullard, Les infideles peuvent-ils étre sauvés? Étapes historiques de
la question, en: "Lum. et Vie", núm. 18 (1954), págs. 51-72; L. Capéran,
L'Appel des non-chrétiens au salut, París, 1961.
5
A. Seitz, Die Heilsnotwendigkeit der Kirche nach der altchristlichen
Literatur bis zur Zeit des El. Augustins, Friburgo, 1903.
6
R. Hardowirjono, S. Cypriaan: Het heil in de kerk, en: "Bijdragen",
19 (1958), págs. 1-21 y 137-161; G. Kopf, Hors de l'église point de salut.
Origines d'une formule equivoque, en: "Cahiers univers. cath.", 6-7 (1953),
páginas 302-310; Dict. Catholicisme, V, 948-950; LThK III 2 , 1320-1321.
116 B. Willems
renda, bajo Eugenio IV, llega a hacer suya una vigorosa expresión de
Fulgencio de Ruespe: " Y ni los paganos, ni tampoco los judíos, herejes
y cismáticos podrán tener parte en la vida eterna, sino que irán al fuego
eterno 'que fue preparado para el diablo y sus ángeles', a no ser que
antes del final de la vida sean agregados a la Iglesia católica." La tradi-
ción daba gran importancia a este texto por atribuirlo, erróneamente, a
san Agustín 1 3 . Desde Pío IX se ha reaccionado contra la indiferencia
manifestada con relación a la necesidad de la Iglesia, pero se afirma al
mismo tiempo que aquéllos que viven en una ignorancia invencible de
la religión cristiana pueden, sin embargo, ser salvados por Dios (Denz
1647, 1677). Esta última afirmación ha sido reoetida por León XIII ( A A S
28 [1895-18961, 708) y Pío X ) A A S 36 [1903-1904], 136 y A A S 3
[1911], 564). El Concilio Vaticano I, en la preparación de la segunda
Constitución sobre la Iglesia (no publicada), reconoce a su vez, en la
introducción al axioma extra Ecclesiam nulla salus, la posibilidad de una
ignorancia invencible de la Iglesia (Mansi, 51, 541). En ella se pusieron
igualmente objeciones a propósito de las distinciones sobre la pertenen-
cia re o voto, o al cuerpo o al alma de la Iglesia (Mansi, 48, 624-625;
570-571) M .
La doctrina sobre los miembros de la Iglesia propuesta en la encí-
clica Mystici Corporis, y reforzada en la Humani Generis ( A A S 42
[1950], 571), dio lugar, aparte de las primeras reacciones m u y nume-
rosas, a diversos estudios 1S. Estos constatan, por una parte, que la de-
finición de la pertenencia a la Iglesia es formulada a partir de catego-
rías puramente jurídicas, contrariamente al uso de los grandes teólogos
de la tradición, particularmente santo T o m á s 1 6 . Por otra parte, estos
13
J. Beuraer, Zwischen Patristik und Scholastik, en: "Gregorianum", 23
(1942), 326-347.
14
,T. B°umer, Ekklesiologische Fragen auf dem Vatikanischen Konzil, en:
"Münch. Theol. Zeitschr.", 5 (1954\ 236-245; Id., Die Heilsnotwendigkeit der
Kirche nach den Akten des Vatikanischen Konzils, en: "Th. und Glaube", 38
(1947-1948), 76-86; L. Boisvert, Doctrina de membris Ecclesiae iuxta docu-
menta magisterii recentiora a Concilio Vaticano primo ad encyclicum Mystici
Corporis, Montreal, 1962; G. García Quintana, El Axioma "Extra Ecclesiam
nulla salus", según el esquema De Ecclesia Christi propuesto al Concilio
Vaticano, en: "Eccles. Xaveriana", 1 (1951), 71-90; P. van der Horst, Das
Schema iiber die Kirche auf dem ersten vatikanischen Konzil, Paderborn,
1963, 209 256; J. King, The Necessity of the Church for Salvation in Selected
Theological Writings of the Past Century, Washington, 1960, 30-33.
15
H. Algermissen, Aktuelle Mitgliedschaft in der Kirche und gnadenhafte
Zugehorigkeit zu ihr, en: "Th. und Glaube", 46 (1956), 260-275; C. García
Extremeño, La necesidad de la iglesia para salvarse, en: "Studium", 2
(1962), especialmente 21-29; D. M. Nothomb, L'Église et le Corps Mystique,
en: "Irenikon", 25 (1952), 226-248; K. Rahner, Schriften zur Theologie,
tom. 2, Einsi°deln, 1955, 40 75; E. Sauras, The Members of the Church, en:
"The Thomist", 27 (1963\ 78-87.
14
C. E. O'Neill, S. Thomas on the Membership of the Church, en: "The
118 B. Willems
23
K. Algermissen, Aktuelle Mitgliedschajt in der Kirche und gnadenhafte
Zugehorigkeit zu ihr, en: "Th. u. Gl.", 46 (1956), 260-275; R. Brunet, ¿es
dissidents de bonne foi sont-ils membres de l'Église?, en: "Anal. Greg.",
68 (1954), 199-218; J. King, The Necessity of the Church for Salvation in
Selected Theological Writings of the Past Century, Washington, 1960; K.
Rahner, Schriften tur Theologie, tom. 2, Einsiedeln, 1955, 29-40; S. Tromp.
De Spiritu Christi Anima, Roma, 1960; Id., De Ecclesiae Membris, en:
"Divinitas", 6 (1962) 481-492; J. Vodopivec, Membri in re ed appartenenza
in voto alia Chiesa, en: "Emites Docete", 10 (1957), 65-104; T. Zapelena,
De Ecclesia Christi, tom. 2, 19542; C. García Extremeño, La necesidad de la
Iglesia para salvarse, en: "Studium", 3 (1963), 31-86.
24
I. Bonetti, // battesimo e l'appartenenza olla Chiesa, en: "Stud. Pata-
vina", 1960, 95-111; J. C. Groot, Oecumenische rejlexie op de kerk en haar
zending in de wereld, en: "Oecumene", 2 (1963), 128-144; T. Jiménez
Urresti, ¿Son Miembros de la Iglesia los Protestantes?, en: "Rev. Esp. de
Der. Cañón.", 15 (1960), 153-166; K. Morsdorf, Lehrbuch des Kirchenrechts,
Paderborn, 19537; LThk VI2, 222-223; U. Mosiek, Die Zugehorigkeit zur
Kirche im Rahmen der Kanonistik, en: "Th. u. GL", 49 (1959), 256-268;
L. Richard, Une thése fondamentale de l'oecuménisme: le baptéme, incorpora-
tion visible á l'Église, en: "Nouv. Rev. théol.", 74 (1952), 485-492; E. Sáti-
ras, The Members of the Church, en: "The Thomist", 27 (1963), 86 y 87;
M. Schmaus, Katholische Dogmatik, III/l, Munich, 19583, 831. Referencias
a santo Tomás en: C. E. O'Neill, Sí. Thomas on the Members of the Church,
en: "The Thomist", 27 (1963), especialmente 125-128. Sobre el bautismo
en cuanto referencia a la Eucaristía: H. Volk, Das sakramentale Element in
der Kirchengliedschaft, en: Unió Christianorum, Festschrift für Erzbischof
L. Jager, Paderborn, 1962, 345-357.
25
Véase en la nota precedente K. Morsdorf, LThK VI2, y U. Mosiek.
26
Cf. K. Rahner, Schriften zur Theologie, vol. 2, Einsiedeln, 1955, 23-26.
Necesidad de la Iglesia para la salvación 121
\
>¡N te que se tomase m u y en seno la teología del bautismo como incorpo-
ración a Cristo, incluso para aquellos que son bautizados fuera de la
Iglesia católica. Incorporados a Cristo, son, al mismo tiempo, en cierta
I medida, incorporados a la Iglesia de Cristo. Este dato amplía la pers-
pectiva de la problemática relativa a los miembros de la Iglesia y la
salvación "fuera" de la Iglesia, porque hace plantearse la cuestión de la
significación positiva de las Iglesias cristianas no católicas.
E n una alocución del 9 de enero de 1927, sobre las Iglesias orien-
tales, Pío XI recordaba que "las partes separadas de una roca aurífera
contienen también oro" 27. A u n q u e sin referirse explícitamente a u n
pensamiento bastante firme en teología, esta fórmula evoca, sin embar-
go, los términos rehquiae o vestigia Ecdesiae, ya utilizadas en las con-
troversias antiprotestantes del sig.o xvi 28. La teología católica ha vuelto
V a utilizar recientemente la expresión vestigia Ecdesiae para designar los
elementos auténticamente eclesiales de las comunidades e Iglesias cris-
tianas no católicas. Fue con ocasión del Toronto-Statement, declaración
del Comité central del Consejo ecuménico de las Iglesias, aprobada en
la Asamblea de Toronto (Ontario), en julio de 1950 29. En esa declara-
ción, las Iglesias eran invitadas a reconocer en las demás los elementos
, o huellas (vestigia) de la verdadera Iglesia, para llegar así a u n diálogo
seno entre todas ellas. La declaración expresa la esperanza de que estos
elementos de verdad llevarán al reconocimiento de la verdad total y a
la unidad, fundada en la verdad. El P . D u m o n t fue uno de los primeros
en utilizar esta idea en el artículo ya citado en 1951. Por lo que se
refiere a las Iglesias Orientales, la validez de la sucesión apostólica siem-
pre ha sido admitida; poseen un episcopado y un sacerdocio auténticos
y, por consiguiente, los sacramentos que se derivan de ellos. D o n d e !a
sucesión apostólica no puede ser reconocida, como en las Iglesias salidas
de la Relorma, subsisten, sin embargo, elementos de la herencia cris-
tiana, como el bautismo y la proclamación de la Palabra de Dios, G.
Thils 30 mostró, en 1955, que los antiguos tratados apologéticos sobre la
27
*i "Osserv. Romano", 10-11, enero 1957.
28
Y. M.-J. Congar, A propos des "vestigia Ecdesiae", en: "Vers l'unité
chrét", 39 (1952), 3-5; J. C. Dumont, Vestigia Ecdesiae, en: "Vers l'unité
chrét.", 32 (1951), 6-7; C. García Extremeño, La necesidad de la Iglesia para
salvarse, en: "Studium", 3 (1963\ 75-76; J. Hamer, Le baptéme et l'Église, á
propos des "vestigia Ecdesiae", en: "Irenikon", 25 (1952), 142-164 y 263-
275; E. F. Hanahoe, Vestigia Ecdesiae, Their Meaning and Valué, en:
One Fold, Nueva York, 1959, 272-283; T. Sartory, Die ókumenische Bewe-
l gung und die Einheit der Kirche, Meitjngen, 1955, 147-194; G. Thils,
Histoire doctrínale du mouvemenl oecuménique, Lovaina, 1955, 142-147 y
183-197.
25
Minutes and Reports of the Third Meeting of the Central Committee:
Toronjo (Canadá), Ginebra, 1950.
31
Cf. supra, nota 28.
¡22 B Wtllems
31
Cf T Zapelena, De hcclesia Chnsti, Pars apologética, Roma, 19502
472
*2 Cf S Tromp, De Spiritu Chnsti Anima, Roma, 1960, 196 197
"Quodsi consideramus Spmtum Sanctum Animam, ut assimilantem Corpon
Mystici nova membra, vel quod ad ídem redit, ut proxime conducentem ad
Chnstum adesse dicendus e=t m ómnibus qui voto magis minu«ve axphcito ad
Ecclesiam ordimantur, sive agatur de persoms sive etiam de communitatibus"
Parece que el primer capitulo del esquema "De Oecumem=mo" del Vatj
cano II habla de "ecclesiae et communitates separatae" Añadiendo en nu
merosos documentos el comentario preciso "m traditione ecclesiastica nomen (
"Ecclesiae" communitatibus onentahbus dissidentibus saepe et con^tanter
attnbuitur"
Varios Padres conciliares han propuesto que el texto se modifique en
estos términos "ecclesiae et commumtates eccle»iales a nobis separatae"
33
P A Liégé, Le salía des "autres" en "Lum et Vie", 18 (1954)
741 769, Y M J Congar, Samle Éghse París, 1963, 438 440
34
H de Lubac, Catholicisme, París, 19525, O Semmelroth, Die Kirche
ah Ursakrament, Trankfurt, 1953 <-
35
K Rahner, Die Ghedschaft ni der Kirche nach der Lehre der Enzy
khka Plus XII "Mrstici Corporis Chnsl*", en - Schriften zur Theologie,
Einsiedeln, 1955, 7 94 Mantiene una posición semejante J Frisnue Hors
de VÉghse, ú ríy a pas de salut, en "Egl vivante", 7 (1955) 98 107, A
Gommengmger, Bedeutet die Exlcommunikation Verlast der Kirchenghed
Necesidad de la Iglesia -para la salvación ]2j
" J. Ratzinger, Die neuen Heiden und die Kirche, en: "Hochland", 51
(1958), 1-11; Id., Stellvertretung, en: Handb. theol. Grundbegr., vol. 2,
Munich, 1963, 566-575; Id., "Salus extra Ecclesiam nulla est", en: DO-C 28
oct. 1963; L. Scheffczyk, Die heilshafte Stellvertretung ais missionarischer
Impuls, en: "Geist u. Leb-n", 37 (1964), 104-125.
48
Véase también Y. M.-J. Congar, Ausser der Kirche kein Heil, Essen,
1961; B. A. Willems, De kerk en haar plaats in het heilsbestel, en: "Tijds. v.
Theol.", 3 (1963), 75-83.
49
J. Ratzinger, Stellvertretung, l. c. (nota 47), 574-575.
50
K. Rahn°r, Dogmatische Randbemerkungen zur "Kirchenfrommigkeit",
en: Sentiré Ecclesiam, Friburgo, 1961, 9-44 (Schriften zur Theologie, V, 379-
410).
51
K. Rahner, Das Christentum und die nichtchristüchen Religionen, en:
Plurrrl'smus, Toleranz und Christenheit, Nürnberg, 1961, 55-74 (=Schriften
zur Theolope, V, 136 158\ H. R. Srhlette, D:e ReVgionen ais Th»ma der
Theologie, Fribureo, 1964; Id., Thesen zum Selbstverst'ándnis der Theologie
angesichts der Religionen, en: G"tt in Welt, vol. 2, Fribureo, 1964, 306-
316; Id., Religionen, en: Handb. thtol. Grundbegrifje, vol. 2, München, 1963,
126 B. Willems
441-450. M. Vereno, Von der All-W irklichkeit der Kirche, en: "Theol. Quart-
alschr.", 138 (1958), 385-427.
52
J. Taschner, Die Notwendigkeit des ausdrücklichen Glaubens an Chri-
stus, Kaldenkirchen, 1960.
53
Summa theol., MI, q. 89, a. 6.
34
J. Maritain, Neuj lecons sur les notions premiers de la philosophie
inórale, Téqui, 1951; Id., La dialectique immanente du premier acte de liberté,
en: "Nova et vetera", 20 (1945), 218-235. Cf. D. Grasso, La nécessité de la
foi du Christ pour le salul. Foi implicite et arte de contrition, en: "Christ
au Monde", 5 (1959), 75-82; Dict. Catholicisme, IV, 1388. La crítica de
A. Santos Hernández, Salvación y Paganismo, Santander, 1960, 599-600, a
partir de la experiencia religiosa de los no creyentes no tiene, a nuestro modo
de ver, suficientemente en cuenta el carácter implícito del don de la gracia.
55
G. de Brojdie, Possibilité el impossibilité de la "foi naturelle", en:
"Rech. Se. Reí.", 52 (1964). 5-41.
M. Seckler, Das Heil der Nichtevangelisierten in thomistischer Sicht,
en: "Tub. theol. Quartalschr.", 140 (1960), 39-69; Id., Instinkt und Glaubens-
Necesidad de la Iglesia para la salvación 127
B. A . WlLLEMS, O. P.
INTRODUCCIÓN
Desde mediados del siglo Xix se venía registrando en casi toda Euro-
pa —y especialmente en Francia— una sorprendente floración de obras
encamindas a promover el culto a la sagrada eucaristía. Esta renova-
ción de la pielad eucarística, reacción contra la severidad jansenista y
los ataques del ateísmo, tomaba diversas formas, pero insistiendo fre-
Congresos eucarísttcos de León XHI a Pablo VI 129
1
Sobre el comienzo de los congresos, véase J. Vaudon, L'Oeuvre des
Congrés euchanstiques ses origines, París, 1910 y L De Paladmi Die eucha-
nstischen Kongresse Ursprung und Geschickle, Paderborn, 1912, por !o que
se refiere al origen, véase especialmente ¡VI de Hedouville, Mgr de Segur, Pa-
rís. 1957, cap XIX, en cuanto al desarrollo ulterior, véase E Lesne, Du
congrés euchanstique mternalional de Ldle en 1881 au congrés national de
Lille en 1931, en. Cmquantenaire des Congrés eucharistiques inlernationaus,
Lille, 1931.
9
130 R. Aabert
dos meses. Pero la participación, por modesta que fuera —363 congre-
sistas, de ellos 200 de la región y 100 de París—, superaba las previsio-
nes y tenía un carácter simbólicamente internacional, puesto que, ade-
más de 36 belgas, figuraban once delegados extranjeros, llegados de
ocho países distintos. Y la procesión final, en el interior de la iglesia de
Nuestra Señora de la Parra, fue un éxito, pues a los congresistas se
sumaron espontáneamente 4.000 hombres de la ciudad. Durante tres
días se tuvieron diversas ponencias, divididas en tres secciones: adora-
ción y reparación, culto y homenajes externos, propaganda (es decir,
relación de las obras eucarísticas existentes en Francia y en el extran-
jero). Por la tarde se reunían sesiones plenarias, en las que el diputado
monárquico de Belcastel y el sacerdote Lemann, convertido del judais-
mo, proclamaron los derechos de Cristo en la vida pública. Era sólo un
ensayo, pero quedaba establecido el marco de los futuros congresos. Sa-
tisfechos de los primeros resultados, los promotores decidieron dar un
carácter periódico al movimiento y constituyeron acto seguido un co-
mité permanente. Mons. de Segur, en quien se había pensado para pre-
sidente del comité, había muerto tres semanas antes; de ahí que la elec-
ción recayera en Mons. de la Bouillerie, coadjutor de Burdeos, gran
animador, desde hacía más de treinta años, de las obras eucarísticas; le
secundaron como vicepresidente dos hombres de acción parisienses que
habían servido de intermediarios con los católicos de Lille, el Sr. de
Benque, quien había estado al lado de Mlle. Tamisier desde los comien-
zos, y el conde de Nicolay: lo cual, desde el punto de vista sociológico,
subrayaba la atmósfera muy "Vieille France" en cuyo seno había logra-
do el movimiento sus primeros adeptos.
Al año siguiente tuvo lugar un segundo congreso en Aviñón, don-
de Mlle. Tamisier ya había susticado en 1874 y 1876 pequeñas pere-
grinaciones eucarísticas y donde la Hermandad de los Penitentes Gri-
ses, muy activa, podía proporcionar un apoyo análogo al de los católicos
del Norte. Una vez que se había tomado impulso y Roma no escati-
maba sus frases de aliento, el obispo de Lieja, Mons. Doutreloux —que
no se había atrevido en 1881, a pesar de sus deseos, a ceder a la invi-
tación de Mlle. Tamisier— se declaró dispuesto a recibir a los congre-
sistas en 1883. Y en este país, paladín de las libertades públicas, donde
las manifestaciones, incluso de tipo religioso, estaban al abrigo de las
prohibiciones de municipalidades cicateras, se pudo organizar por fin la
procesión solemne que los promotores consideraban desde el principio
como el medio más excelente para llevar al plano social el culto de la
eucaristía y afirmar de manera espectacular la fe de los católicos en el
misterio de la presencia real, ridiculizada por toda la intelectualidad po-
sitivista de la época.
Para acentuar el carácter internacional de los congresos, se sustituyo
132 R. Atiben
3
Sobre la imnortancia del congreso ríe Jerusalén, desde el punto de vista
unionista, véase R. Espósito, Leone X11I e ¡'Oriente cristiano, Roma, 1960,
páginas 367-384.
Congresos eucarísticos de León XIII a Pablo VI Ijj
ROGER AUBERT
1
R. P. Délos, O. P., Valeur des Civilisations et apport chrétien, en:
Peuples d'Outre-Mer et Civilisation accidéntale, Semaines Sociales de France,
XXXV, 1948.
138 R, van Kets
2
Para una visión de conjunto, véase: Krech, Crutchfiel, Ballachey, Indi-
vidual in Societ-y, N. Y., London, 1962.
3
UÉglise et les Civilisations, Semaine des Intellectuels Catholiques
Francais, Ed. P. Horay, París, 1955. "Informations Catholiques Internationa-
les", 221-222, agosto de 1964, Approche des non-Chrétiens. Aquí se incluye
la principal bibliografía en francés correspondiente a los últimos años.
Les Grandes Religions face au Monde d'aujour'hui, Recherche et De-
báis, Cahier 37, diciembre, 1961.
5
Traducción libre del autor, a falta de una versión inglesa oficial.
ha Iglesia y las culturas contemporáneas 139
' P. Verhaegen, UU rbanisation de l'A frique noire: Son caire, ses causes
et ses conséquenres économiques, sociales et culturelles, Etiquetes bibliogra-
phiques, Cedesa, Bruselas, 1962.
142 R. van Kets
10
En plan de resumen puede verse: Weltgeschichte der Gegenwart, II,
Berna, 1963.
11
O. H. Simón, Qu'est-ce que l'Occident, en: Les Grandes Religions face
au Monde d'aujourd'hui, op. cit.
La Iglesia y las culturas contemporáneas ]4J
R. VAN KETS, O. P.
CRÓNICA VIVA DE LA IGLESIA
INTRODUCCIÓN
KARL RAHNER
YVES CONGAR
JOSEPH RATZINGER
EDWARD SCHILLEBEECKX
MICHAEL NOVAK
and Catbolic (1964); The open Church: Vatican II, Act II (1964);
The experience of Marriage (1964). Novak ha editado la revista católica
"The Current" y escrito varias colaboraciones para televisión sobre
Teilhard de Chardin y Romano Guardini.
RUDOLF SCHNACKENBURG
JACQUES DUPONT
BONIFACE WILLEMS
ROGER AUBERT