200 UNA HISTORLA DELLA VIOLENCIA
bajar; son sometidos 2 una rigueasa disciplina religiosn y moral destina,
da a teansformarlos en siibditos obedientes y procluctivos. Los mismos,
principios se aplican en el Rasphuis y en el Spinhuis de Amsterdam,
fundados en 1596, Desde finales del siglo xvi y las primeras décadas del
siglo xvi, el modelo inglés de las correecionales se extiende a Leyden,
Bremen, Amberes, Estocolmo, Lyon y Bruselas. Luego Francia crea a su
vez, a comienzos del reinado de Luis XIV, un lugar de encierro para los,
pobres y los mendigos, el Hospital General. Algunos de estos estableci
mientos reciben ripidamente delincuentes. Cabe pensar que son una
alternativa a la pena suprema y alos eastigos corporales por la cronolo-
aia de su generalizacién, que corresponde precisamente al principio de
Ia fase de continuo declive de estos ultimos y de la tortura judicial
El Estado moderno de mediados del siglo xvi, fortalecido después
de las grandes crisis, ya no necesita demostraciones excesivas de poder y de
crueldad para establecer su dominio, Sobre todo porque las éltes se apar-
tan del gusto porla sangre yel espectéculo de la muerte. Por eso los libre
del demonio» pasan de moda desde principios del siglo xvu en Alemani
al igual que lis historias macabras o sanguinarias dejan de interesar al pai-
blico culto en Francia hacia 1640, El clasicisme noes mésqyie ma categoria
cémoda para definir un cambio profundo de sensibilidad en el pais de
Moliére. Tgualmente perceptible en otros muchos Estados, cortespon-
dea un rechazo del exceso de pasiones y tormentos que caracterizaba el
manierismo de finales del Renacimiento y Ja época barroca. Es posible
pensar, pues, que a fuerte disminucién del nimero de ¢jecuciones piblicas
una de las consecuencias del forcalecimiento del Estado, porque este
timo desarrolla una mayor s iad entre la poblacién."
El contrato social entre los ciudadanos y las autoridadles se consolida
en toda Europa a partir dela Paz de Westfalia en 1648, que pone fin a un
siglo de desérdenes generales. A continuacién, Jos excesos cruicles del ca-
dalso parecen cach vez menos necesarios para tranguilizar a los pueblos
acerca de la capacidad de los gobernantes para frenar la matea maléfics
criminal, En el siglo xvm, las principales preocupaciones de uinos y otros
yanoson el temor ala brutalidad feroz de los muchachos solteros y la furia
infanticida de las jSvenes madres indignas; aparecen otras angustias, Estas
Gltimas se condensan ahora esencialmente en torno al robo, mientras que
poco a pocose va difuminando la urgencia de salvar la vida amenazada, en
tuna sociedad ea vias de pacificacién, en la que las armas entre la poblacién
civil son mas escasas y el homicidio se vuelve menos cortiente.
99, ¥A.€. Gal, The Ranging Ts. on. tg 24
CAPITULO
6
El duelo nobiliario y las revueltas populares.
Las metamorfosis de la violencia
Fl duelo, encarnado en Ia memaria colectiva por los héroes de las
peliculas de eaoa y espada, no tiene nada de intemporul. Inventado du
rante el siglo xvi, alcanza su apogeo en Francia bajo los dos primeros
Borbones, en ¢! momento en que las grandes revucleas campesinas legan
asu paroxismo. La coincidencia no es fortuita. Aunque los historiadores
li han desdefiado porque ambos movimientos parecen situarse en esfe-
1s sociales racicalmente distintas, invita a buscar un denominador co-
icin, Especialmente porque el fendmeno afecta a toda Europa y en st
suelo corre mucha sangre desde la década de 1520 hasta mediaclos del
siglo xvit, El periodo se caracteriza por incesantes ediciones, inaugura-
das por el poderoso levantamiento armado de trescientos mil campesi
nos alemanes en 1525. Conoce incontables motines religiosos, especial:
mente en Inglaterra yen los Patses Bajos. Esos das Estados experimentan
una «revolucién», seguida en un caso por el rechazo de la tutela real es
paiiola y la constitucién de la repablica calvinista de las Provincias Uni-
das en 1579, y en el otro por la decapitacién del monarca Estuardo y la
instauracién del protectorado de Cromwell en 1649. Las confrontacio-
nes confesionales estan a Ja orden del cfa: guettas de religién en Francia
de 1562 1 1593 y Guerra de los Treinta Afios en el Sacro Imperio entre
1618 1648. Los tronos se tambalean. Hay reyes que mueren asesinados,
como Enrique IIL y Enrique IV en Francia, 0 en combate, como Gustavo
Adolfo de Suecia. Algunos pretendientes son climinados, como cl duque
de Guisa en Francia o Guillermo de Orange, jefe de la revuelta en los
Paises Bajos. Otros, demasiado ambiciosos, desaparecen oportunamen:
te, como don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II de Espaiia, asi
como el hijo de este tltimo, sein algunos por instigacién de su propio
padre202 bia tisron
era de furor y de violencia sanguinaria es la de
Sin embargo,
Jos grandes cambios politicos esteucturales. El minucioso estudio de los
contlictos religiosos ha ocultado muchas veces un tendmeno positive
importantiimio: la exteema desorganizacién del continente inducida
Iglesias enfrertadas y los principes
ppor una incesante rivalidad! entre 7
ambiciosos oculta el avance de los pracesos de unificacién de la civiliza-
‘én del Estado moder
cién occidental. El mis aparente es 1a gest
sonistas cuyos mecanismos evolueionan y se
‘no, Bajo dos formas antag
perfeccionan sin cesar a lo largo del enfrentamiento, el Estado necesita
controlar la agresividad de sus stibditos para eanalizar mejor la desus ej
el terreno fundamental de la eonfrontacién licita contra los
tralizado, a la francesa, sc basa en una atea :
eitos ha
enemigos. El modelo ce
hacia arciba de las fuerzas vivas de la sociedad, Segtin los andi
cos, se trata de captaren parte la violencia exacerbada de los aristéeratas
para ponetla al servicio del soberano en los campos de batalla." El otro
10 poder seb
| Media, Amberes a mediadas del
A siglo xvut
recientes que
arquetipo es el de la ciudad estado en una economia
floreciente: Venecia a finales de la
nawa amas décads mis tarde, Amsterdam
siglo xv, C
Pero este rltimo modelo debe adaptarse a las amenazas
hacen pesar sobre él las monarquias més poderosas, ateafdas por su ti-
ipesca, como la del gran duque de
ses Bajos, luego la tutela «im-
queza. A veces acepta una tutela prin
Occidente, Carlos el Temerario, en los P:
petial» mas bien flexible de Carlos V ismo espacio, particular.
menteen Amberes, y también en las ciudades libres del Sacre Imperio y
las prestigiosas metrSpolis italianas, Luego, al envejecer y hacerse mas
rigido el emperador y mis ain bajo ht férula de sus sucesores, las eiuda
des orgullosas se ven impulsadus a constituir amplias redes de resistencia
para conservar sus principios fundadores, a fa manera de las Provincias
Unidas, que se rebelan contra Felipe Hf, o de las ligas urbanas protestan
tes alemanas que preficren set vasallas de sefiores préximas, buscando al.
mismo tiempo el apoyo de reyes extranjeros, aunque sean catdlicos. Pro-
tegida por su instlaricad, Inglaterra constituye una excepeidn. Pasa len
indo el estilo absolutista
Tudor, para convertirse en
tamente del primer modela al segundo ree!
de los Estuardo tras haber tolerado el de lo
tuna especie de gran suburbio econémico de Londres. Inglaterra, domi-
nada por una capital en prodigiosa expansién a causa de la revolucién
industrial del siglo xvi, conserva la apariencia de una monarguta
A partir de la Gloriosa Revoluciin de 1688, es gobernada por una élite
1. Veans sao de Robert i, expeianant Ls Dyas Tbr cit
ELDVELONOBILLARIO Y LAS REVUELTAS POPULARES Lt 203
portadora de los valores urbanos, que desconfia de los excesos de la
centralizacién y cree en Ia separacién de los poderes. Lo demuestra una
fuerte crisis de la aristocracia, cuyos valores esenciales se basan cada vez
iis en el dinero y el espiritu de empresa y menos en fa cuna? La justicia
insular refleja estos particularismos. De 1550 a 1630, es la nica de Eu
ropa que castiga sin piedad a los autores de clelitos contra la propiedad.
Elnémero delos ahorcados habria aleanzado casi los
en cien afios, de 1530 a 1630, sobre un total de menos de cinco millones
de habicanies, Entre 1580 y 1619, el 87 % de los ajusticiaces lo son por
robo, bandolerismo o atraco, frente a un 13 % por crimenes de sangre.
Hay que esperar a la década de 1660-1669 para que esa relacidn se equi.
libre un poco mas, con un 55 % para los primeros y un 45% para los
segundos. La criminalizacién creciente del homicidio tiene higat, por
tanto, mas tnrdiamente que en otres paises.”
La guerra constituye en todos los casas el reldn de fondo de la evolu-
cidn, Europa 2 conoce casi sin interrupcidn entre sus monarcas rivales,
la sufre por parte de los turcos que avanzan en el sureste y la exporta al
mundo entero a partir de la época de los conquistadores, Cortés y Pi-
zatro. El estatuto del conilicto militar cambia entonces totalmente. No
sdlo porque se impone la nocién de guerra justa, sino mas atin porque
Jos numerosos militares se distinguen ahora claramente de los dems
stibditos, La tnica cultura legitima de la violencia es la de los soldados y
los oficiales que acriian alas drdenes del Estado. Los civiles, por su parte,
deben aceptardejarse desarmar para confiar enteramente su seguridad a
Ja justicia y a ‘as yentes encargadas por el soberano de mantener el or
den. Semejantes principios tardariin generaciones, y a veces varios
en imponerse al conjunto de los sdbditos, La adhesién es mis ficil y ei-
pida en las ciudades, ya preparaclas desde hace tiempo por unes mécados
bastante eficaces de pacificacidn interna.* Por otro lado, se va definiendo
tuna cultura militar pacticularmente brutal. Cada vez mas orientada hacia
lavoluotad dematar,ésta se prolonga tambien con frecuencia a través de
los peores tormentos infligidos a los vencidos, incluidas las poblaciones
corrientes, sin respetar ni mujeres ni nifios, como demuestran con r
imo los grabacos de Jacques Callot. Entre esos extremos se distinguen
uunas formas masivas de resistencia a abandonar la violencia tradicional,
2 Lawrence Stone. Th Cre te toy (178-HhOxfoe,Clasdn Paes 16
3 Steve Hind, Hy Sate and Sol Cluny Eary Madre Eland 1390-1
Pamela isi
"4 Véasemitulos204 UNA HISTOREA DE La VIOLENCIA
que constituyen otros tantos métodos de adaptacién a las prohibiciones
incroducidas pot la ley y la moral. No es de extrafar que las dos princi.
pales muaciones afecten a lus eapas sociales para las cuales la brutalidad
sunguinaria forma parte de las formas cortientes de relacionarse social-
mente y se encuentra codificada en antiguos rituales colectivos necesa-
rios para a definicién viril de los individuos, sobre todo la de los varones
jdvenes: la aristocracia y el campesinado,
El duelo nobiliario y la revuelta rural reflejan unas formas de adapta-
cidn colectivas o individuales a los nuevos e6digos impuestos. En cada
caso, los actores reivindiean un derecho eminente al conilieto frontal,
aunque desemboque cn la muerte del adversario. Chocan contra una
legislacién tepresiva que seo prohibe, y tatan de negociar con las anto-
ridades un compromiso que la legislacién les niega. Los aristécratas in-
ventan asi una nueva forma de expresién de su superioridad sobre los
plebeyos. Este ascendiente, relacionado con Ja espada, de la cual reclu-
‘man ahora el uso exclusivo, se supone que les confiere el privilegiotacito
de matar, a condicién de respetar las reglas estrictas del conflicto de ho-
nor. A regafadientes, porque la moral cristiana de la que son represen-
tantes se opone cada vez mas a una ética tan barbara, los monarcas ias-
tauran una legislacién muy represiva al respecto. Pero no insisten en
aplicarla realmente, sobre todo porque muchas veces comparten perso:
nalmente los ideales aristocriticos, como en el caso de Luis XIV, aunque
haya jurado abolir los duelos al inaugurar su reinado. Es cierto que per-
seguit sistemacicamente a los vencedores tendria el efecto de privar a los
reyes en la guerra de la flor y nata de sus oficiales. Ese enfrentamiento
mottifero requiere, en efecto, un largo aprendizaje técnico y la adquisi-
in de unos valores centrados en cl coraje que lo hacen indispensable
para el crecimiento del Estado militarizado. Lo cual explica por qué
flozece sobre todo en fa Francia conquistadora de las Borbones.
En cuanto a os campesinos, que con sus revueltas también reclaman
aque se respeten sus derechos seculares a expresar una violencia javenil
de catscterfestivo, son tratados con mucha menos indulgencia. Sus exi-
gencias no son titles para el progreso del poder monirquico. Al contra-
rio, aunque no Io pongan directamente en cuestién, pueden minar sus
bases al rechazat la evolucién pacificacara que se les quiere imponer,
afin de eransformarel pais en una ciudadela inexpugnable, sin enemigos
interiores peligeasos. Dealguna forma, sin embargo, su rechazo coincide
con el de los nobles, pero por razones distintas, La exteafa conjuncién,
por otra parte, es muchas veces visible sobre el terreno, pues los habitan-
tes rurales obligan a muchos sefiores a tomar las armas para encabezat,
EL DUELO RDILIARO Y LAS REVUELTAS POPULARES.) 205
Jo quieran 0 no, su levantamiento, como en el caso de los campesinos
alemanes que se sublevan en 1525. Los campesinos no slo no expresan
entonces ninguna preocupacién que se parezca ni poco ni mucho a la
Iucha de clases, sino que rechazan la divisién nueva y prsicticamente des:
conocida hasta entonces entre los privilegiados por su nacimiento y llos
mismos, es d
mortal y unos trabajadores de la tierra obligados a abandonar las atmas
y las pricticasbrutales. La sociedad que desean conservar se basa incon-
testablemente en una clara distincién entre los tres rdenes, clero, no-
bleza y tercersstado, pero ellos se niegan a que se instalen compartimen.
tos estancos cn la vida cotidiana. Mirando al pasado, cuando se les esta
instando a mizar al futuro, ratan de detener el tiempo. Desean preservar
Jaimagen mitica, celebrada por el escritor Nog du Fail, de una época en
ue sefiores y campesinos jugaban, Iuchaban y bebfan juntos compar-
tiendo una misma ética viel. Lina era en que la espada no era exclusiva
de los primers, sino simplemente el signo de una juventud vigorosa que
consideraba normal y hasta necesario derramar la sangre, herir 0 ser
herido, a fin de obtener autoestima y consideracién social
entre unos guerreras especializados en el combate
EL. DUELO, UNA EXCEPCION FRANCESA
A partir de 1500, la «revolucién militar» occidental transforma el
continente europeo en una miquina de guerra y de eonquista que prue
baa las innovaciones en su suelo antes de exportarlas al mundo entero.
La consecuencia menos visible —pero sin duda mas profunda— de di
cho movimiento general es impulsar a todos los Estudos, més « menos
deprisa segtin los casos, a tratar de desarmar y de pacificar a los ciuda
danas que no son ni soldados ni guardianes del orden. Si bien la acu-
imulacién de los horrores y las nuevas exigencias religiosas, catdlicas y
protestantes desempefiaron un papel en ese proceso, lo esencial de la
explicacién sc halla en otra parte. Alo largo de varias décadas se impone
alos reyes absolucos fa necesidad de apartar los excesos de violencia de
su eciudadela» estatal, para poder dedicar todos los esfuerzos contra las
sls de adel esto de
5. Al exude Grimm inna sis, pcblicin, $. Carll
al ae Vides Early oder Frac pe piv deunacoaspnsi complea dl enone
1. Cac en ranp deuns concep anscrtice mia dd pudano, « mene conta, si
‘mbar, por el saajbmo brutal de nucos dels enfeetaientos que deci
6 Goon rk Lr Retin iti: La gra of Ftd POs, 15001800, Pas, Gis
mie 198,‘enemigos exteriores. Luis XIV culmina el proceso en Francia, Vauban
transforma el pais en una fortaleza, se desmantelan las resistencias inte-
riores, como por ejemplo las murallas de Marsella, Instadas a dejar de
portar armas, as pobluciones eben confiar su seguridad a la mariscalia
realy ake justicia, al tiempo que se impone un ejército profesional acuar-
teludo y disigido por una nobleza experta en el juego de la muerte, El
otro modelo politico, el de la ciudad estado, también debe adaptarse, ser
habil en kt guerra, tanto para proteger su santuario territorial cuando
Luis XIV invade las Provineias Unidas— como para conquistar mer
caulos coloniales y europeos. El hecho de ser fruto del sistema urbano
prcificador hace que la ciudad estado se vea mas obligada atin por trac
cidn a reforzar la paz interma necesaria para su expansién econdmi
Pero ahora ademas debe desatrollar también una cultura belicosa
cifica, indispensable para sobrevivit, y no sélo contratar aventureros 0
condottier’extranjetos eneargados de hacerlo en su lugar.
Paracléjicamente, la multiplicacién de los conflictos leva poco a
poco a sepurat la cultura de los profesionales de la violencia ce lade las
poblaciones ordinarias, Los milizares son los tinicos que tienen derecho
a matar «otro ser humane durante unas guerras «justas». Y eada vez se
privan menos de hacerlo. Las costumbres cal “as medievales, la
economia de la sangre eshibida por los mercenatios deseosos de obtener
son sustituidas por choques
buenas rescates a cambio de los prisioner
cada vez mis a menudo mortales, con armas muy destructivas, cafiones,
fusiles pistolas, y mis tarde por los temibles sables de In época de Na-
poledn, Cada vez menos frecuente, incluso en el siglo xvi durante la
presunta guerra cortesana, el enfrentamiento de hombre a hombre, reg:
dlo por reglis estrictas y que no desemboca necesariamente en un desen
Jace fatal, se transforma en mito, Pretende encarnarse en el duelo, cuya
cocasidir no se halla tanto en las campos de batalla como en la vida ordi-
nnaria o entre los ejércitos en repaso. Este tipo de combate adguiere una
importancia creciente para marcar kt especificidad de los que lo practi-
can, par contraste con la prohibicién que sufre el resto de la poblacién y
0 each vez mis severo del homicidio
Hijo bastardo de la nueva eficacia moreifera de los nobles militares y
del desarme de los civiles, tanto mas prestigioso cuanto mas cruel y rato,
el duclo no es algo a considerar con buenos ojes. Constituye un asesina
suido en una época en que, sin embargo, cada
crores
to deliberado poco per
vez son mas los ajusticiados por homicidio, Sus partidarios y s
1 DUELO NOMILIARIO ¥ LAS REVUPLTAS NOPULARES 207
exigen el privilegio desorbitado de seguir eliminando a un ser humano
sin pagar por ello, Cada vez.con mayor desfachatez, se sitiian porencima
de las leyes divinas y de las del rey, en nombre del «pundonor», erigido
enun signo de superioridad de su casta, Mientras queen el pasado todos
los sitbditos, cualquiera que fuese su origen, obtenian ficilmente un in-
dulto real tras semejante acto, los duelistas reclaman ahora la exclusivi-
dad. Como una especie de captacién aristocritica del derecho soberano
sobre la vida yla muerte, el duelo forma parte de una amplia propaganda
destinada a ocultar sus origenes plebeyes y a imponer al principe una
indulgencia especial
Los historiadores se han dejado engafiar muchas veces por los dis:
cursos sobre estos temas elaborados por escritores partidarios de Ja san-
ze «azul», ocupados al mismo tiempo en reivindicar un origen racial
diferente, Esta ideologia, que ¢s una manera de construir una frontera
infranqueable con los plebeyos, emerge en Francia a partir de siglo Xv
Sus adepros afirman que los francos conquistadores, altos y rubios
pusieron su yugo a los degenerados galorromanos, bajitas y morenos."
En realidad, I codificacién del duclo sirve a ln vez para promover una
especificidad natural» de los nobles y para ocultar lu extrema violencia
de sus enfrentamientos. Son mis los easos de crueldad y locura desteuc-
tora que los de magnanimidad de que alardean las definiciones teéricas.
Asi, una confiontacién entre los sefiores de La Garde y de Lignerac em-
pieza con soncisas y abrazos, y se transforma en una reyerta furiosa en la
quel segundo apuiiala eatorce veces al primero. En cuanto Jacques de
Séran, caballero de Andrieus, uno de los pocos personajes de su range
que fue ejecutado por duelo a la edad de 30 aiios, el 14 de julio de 1638,
en la Place de Gréve en Paris, es de una ferocidad excepcional. Sin fe ni
ley, lo acusun de haber cometido tres violaciones, asi como varios asesi-
natos antes de cumplir los 23 afios y de haber matado a setenta y dos
adversarios en duelo, Cuando algunos le pedfan gracia, aceptaba a con-
dicidn de que renegasen de Dios, luego les cortaba el cuello por placer,
afin de destruir sv alma al mismo tiempo que su cuerpo, si damos crédi-
to.nlo que cuenta Tallement des Réaus.” La visién romantica heredoacla
del siglo xts oculta Ia cara oscura de In cuestién, La especializacion gue.
rrera de los aristéceatas franceses produce un verdadero arte de matar
8 Andaé Deve, Le Sng sp a pd ce ch es gemistonm ide Fc
170.172, nels, Palin eT Univer se ec,
8. Carl, lola deer Exel Moder Frac ot pas 0,472,179. La aa presen
‘a rumeroon jmp osc na lenin asset fre, Vea nbn pi 27
delarcjeucone de nobles dls208 LUNA HISTORIA DE LA VIOLENCIA
sin piedad que los aleja de las peicticas violentas corsientes de los demas
javenes, mais dacos a demostrar su valor causando una herida que a ma
tar. Su agresividad, magnifieada por el cédigo ético del duelo, fuerza a
Ja naturaleza para produecir una culcura de muerte adaptada a los apeti-
tos de conquista de los principes de la época. Se aleja de los rituales de
confrontacién viril ordinavios, destinados simplemente a probar la supe-
riotidad de un combatiente sobre otra, y de las practicas de numerosas
que [a emisién de signos de sumisién por parte
ca agresividad tife intensamente
de Italia
especies animales en la
del vencido detiene la escalada fatal. Es
Ja época de la irresistible expansién francesa, desde las guetta
hasta las conquistas de Luis XIV. :
El duelo constituye sin duda una excepcién francesa."! En ningtin
otro lugar de Europa alcanza la importancia que adguiere en el muy
cristiano reino de Francia, Las escuelas de esgrima nacen, sin embargo,
en Italia, y los maestros més famosos o los mejores manusales procecen
dela peninsula itilica. Pero la prietica del desafio de honor brilla all de
forma cfimera, en la primera mitad del siglo xvi, antes de registrar un
ipido descenso, La explicacién corriente lo atribuye a la influencia del
Concilio de Trento, que prohibe dicha pricctica en 1565. A ello se afiade
un desprestigio mis profundo, a través de la Hteratura y la isa, en una
sociedad donde los nobles son més cultos queen Francia y dondene hay
rninguna presi6n legal para criminalizar el fendmeno." Si pensamos en el
puntilloso sentido del honor de los italianos y en las costumbres asesinas
del Renacimiento, tanto en las ciudades como en las cortes principescas,
parece sorprendente constatar un descenso tan radical. En realidad, la
cultura belicosa subyacente al duelo no loge6 arraigar en una Italia do:
minada por los extranjeros y poco expansionista. Como en muchos pat
ses mediterrineos, el modelo tradicional de violencia ritualizada de la
juventud continué imponiéndose hasta una época tardia, La persisten-
cia de la lucha con navajas para causar una herida, en nombre de un
pundonor compartido por todas las capas sociales, que no exige la eli-
minacién del adversario, impidié que el duelo se impusiera de forma,
duradera.
10, Vea eapul
LE Billa Le Diet dns ite enue do vr wl: Ea de che bstovig
Pra EHESS, 1986 describe pefecaente ext apd races, pigs 31-82 Sobre el mimo
tsa wane tami Milne Canin, Le Dl ns vo Regie, ari, Pasa dela Renan
1882, y Vicor Geondon Kiernan, The De! ir Ene ator ono an he Reig of rato,
Osfon, Coed Unies Pres, 18.
ici, LD ans von dee et tle op
7980,
EL DUELO NOBILIAMIO ¥ LAS REVUEETAS POPULARES (1 209
La situacién es idéntica en la Espaia de Felipe U1, donde son pocos
los que infringen unas leyes de prohibicién precoces.” En los Paises
Bajos cutelados por Espafa, hay edictos relatives al duclo desde 1589. El
de 1610 prevé la degrudacidn dle nobleza o de ofcia y a confiscacién de
la mitad de los bienes en caso de desalio o de aceptacién del mismo, la
muerte y In confiscacidn total para los que se batan en duelo, asi como
para sus segundos, Ese mismo edicto se vuelve a publicar en 1626, En
1636 se afaden penas «contra cl cuerpo y la memoria de los fallecidos.
Elautor de una recopilacidn de jurisprudencia que nos da estas precisio-
nes en la década de 1630 no aporta ningiin ejemplo concreto a propésito
de lo que él llama una «cosa bestial», al tempo que sebala que el rey de
Francia no consigue erradicarla pese a sus esfuerzos. Con todo, precisa
ue un general puede autorizarla contra enemigos durante una guetra
y que ello constituye una prictica corriente en los ejércitos espaitoles."*
Sibien el Imperio territorial de Felipe II debe su cobesién a la fuetza mi
lita, el duelonno es en él un fenémeno corriente, ni en la Peninsula Ibé-
rica ni en otros lugares. La razén esencial es seguramente la fuerte pre-
sencia todavia del combate ritual entre los jévenes, El condado de Artois
es buena pruzba de ello, pues el niimero de los indultos por ese tipo de
homicidios no ha sido nunca tan elevado como durante el primer tercio
del siglo xvit. Los culpables y las victimas pertenecen a todas las capas de
lapoblacidn. Pero se ha podido observar una mayor propensiéa a matar
que antes durante esos enfrentamicntos. :Indica esto acaso una relativa
{ascinacin por la ética del desafio facal desatrollada en el poderoso rei-
no vecino? ¢No seria ésta la verdadera estocada secreta de los Borbones?
Mientcas ef vicjo rival Habsburgo continda tolerando las formas tradi
cionales de violencia en sus vastos dominios, Francia desarrolla una nue.
va y espeluzmante técnica de exterminio. Es cierto que en el siglo xvi los
ejercitos ibéricos exhibian un estado de énimo parecido, Acostumbra-
dos a la «guerra florida», que consiste en vencer sin matar pata obtener
el maximo de prisioneros con vistas sacrificios ulteriores, los aztecas de
México se encontraron inermes ante la téctica despiadada de Cortés en
1519. Igual que Pizarro en el Perti en 1532, éste no sélo disponia de me-
jotes armas, sino también de una superioridad mental en el arte de ven-
cer sin permitira los enemigos reconstruir sus fuerzas. El lento debilita-
miento de la monarqufa espaiiola en el siglo xv qui2a se deba a una
15. Tbid, pig. 62
1H. Diblotkigue Muniipale de Lille, ms. 510, copia de as «Remus de Piers Dsmasures
sxbrelacstumbve ke Arto «VI. 2 2210 Usa HISTORIA DELA WIOLENCIA
erosidn de esa agresividd conquistadora. Los contemporineos deplo:
ran que Ins elites aistocriticas parezcan haber perdido el gusto por el
Combate y se alejen del estilo belicoso encatnado por el duque de Alba
bajo Felipe II. Muy distinta es ta situacién al otro lado de Tos Pirineos,
donde el arte de masacrar se perfecciona en el transcurso de incontables
desafios de honor.
El duclo tampaco esti muy en boga en el Sacro Imperio. Pese a prohi
biciones precaces, especialmente en Sajonia a partir de 1572, y en todas
partes en 1623, las condenas efectivas son escasas, incluso dentro del ejér
tito, Se hacen un poco més frecuentes clespués de la terrible Guerea de
Jos Treinta Afos, durante la segunda mitad del siglo xvt, Sensibles a un
fendmeno exético de origen francés, los soldads y los estudiantes cons.
tituyen los dos grupos mis afectados." Antes de 1650, la fragmentacién
politica y religiosa del pais lo convierte en el enfermo de Europa, amena
zado y no conguistador, el campo de batalla donde se dirimen los apetitos
de las grandes potencias militares, incluidas Suecia y Francia, La ética del
uelo no halla entonces muy buenas condiciones de expansién, En cam-
bio se convierte en una virtud apreciada en el siglo xtx. Una élite burguesa
ecapera cso: valores, en especial dentrn cel ejéxcita prusiano, que cuenta
tambien con numerasos oficiales nobles, algunos de los cuales son de
origen francés y hugonote. En todas las universidades, los estudiantes
también se ven contagiados.'° Ese nuevo estado de dnimo es la base de un
revela en 1870 contra Francia, y luego
apogeo del poderio militar, que
no hace mais que acentuarse, Seria interesante saber si, al mismo tiempo,
fe criminaliza paralelamente el homicidio juvenil ordinario. Porque la
concentracién de los valores guerreros en aquellos que pueden convertir
co alcanza sequramente mejor sus objetives cuar
do el resto de la poblacién pierde el derecho a derramar sangre. Este es el
‘caso en él reino nérdico de Suecia-Finlandia. La aplicaci6n mucho mis
frecuente de la pena de muerte por asesinato a partir de 1620 coincide
con el principio de un siglo de conquistas militares y de constitucién
de un vasto imperio, inaugurado con las espectaculares intervenciones de
Gustavo Adolfo en la Guetta de los Treinta Aitos.” Falta saber cul era
centonces exactamente el estatuto del duelo en a sociedad succa
Tnalaterra, por su parte, imita a Francia de 1570 a 1640, sobre todo
porque la nobleza envia muchas veces a sus hijos a las academias de es-
se en mandos del ¢}
15. Fils Le De ane fi ie raged sae we op eB
1. Ute Faves Ds Dll mdr bile Geselic nich, Beck, 6
17, Heli Wikansis,- Wha happened evens?»
TL DUELO NOILIARIO JAS REVUFLTAS POPULARES Lal au
sgrima del otro lado del canal de la Mancho. El paroxismo de los duelos
se observa entre 1610 y 1620 en ambos reinos, peo los insulares pierden
népidamente esa aficién. Aparte del reinado de los Estuardos, que es
cacao al esilo mondrquico de los Borbones el fendmene parece sz
parcialmenteajeno al espirtu local, para el cual «la sangre es dinero.”
ee —_-__s—_
no es yu la gran potencia militar de fa época de la Guerra de los Cien
Afos. En pace ya ha erradicado la violencia, orientandola hacia espec-
rculos de combate dle animales y luchas a puvietazos codificadas entre
hombres, que son el antecedente del boxeo. El teatco isabelino tum
bién desempetia su papel en la formacién de una sensibilidad pacifica-
da, al menos para quienes van a ver las obras en Londees. Poco tratado
cen Francia en la misma época, el tema de la venganza es una verdadera
~absesién patalos autores ingleses. Heroico antes de 1607, el vengador se
vuelve antipatica de 1607 1 1620, luego hasta 1630 dominan las discusio:
nes morales", mientras, al mismo tiempo, se desarrolla en Paris la litera-
tura de las chistorias trigicas», que forma la sensibilidad dominance, la
de los lectores nobles y burgueses, acostumbrindola a ver coma una
‘gran banalidad el derramamiemto de sangre con la crucldad mas extre-
mma. Antes de desaparecer hacia la década de 1640, constituye en cierto
modo un aprendizaje subliminal que permite admitirfcilmente la nue:
valley del duclo mortal, cuya edad ce ora se sittia en Francia justamente
centre 1600 y 1640, Los rios de sangre literarios y la casuistica del pundo-
nor acostumbran a los hijos de buena familia a practicar el asesinato sin
‘complejos, a pesar dela legsh
: n y de la moral religiosa. La época tam:
bign es la de los camards sanglonts, antecedentes de las crénicas de suce-
sos, Sus relates hortipilantes acompafian la mucacién de las normas, ba-
nulizando la crueldad del duelo a los ojos de todo el mundo, Poco'a poco
sc va instalando una imagen muy positiva del héroe vir aristocratco.
Protector de la viuda y el huérfano, a la manera del caballera de antaito,
mata con cazén, para defender su honra, ignorando las muniobras tor.
tuosas de un Estado glactalmente represivo, peto partidario seereramen-
tede los valores profundos que él defiende, Alexandre Dumas no tendri
mas que bordar sobre esa trama ya tejida bajo Luis XT para inmortali
zat un puro mito aristocritico incitando habilmente a todo el mundo a
reconocerse un poco en él, Pues la captacién de la herencia violenta por
18. F Bills, Le Dnt dane bs oe nt des sve ee, ppl 58 lade
se 49.59 yp sec ning _—
19 Ib, pa 5212 LUNA HISTORIA DE La VIOLENCLA
Jos nobles y los soldados priva todavia mis al resto de los varones jévenes,
dela expresién tradicional de su virilidad competitiva, ahora ya estigma-
tizada como un crimen imperdonable en easo de desenlace fatal.
JJOVENES NOBLES, HACIA DELANTE
El duelo, una pasi6n francesa, adguiere un prestigio inigualade a
partir de mediados del siglo xv1 porque concentra todas las virtucles
masculinas necesarias para conquistar Europa y el mundo. Para llevar la
el cristianismo a los pueblos, de acuerdo con Ja misién del monar-
s preciso disponer de gentes de guerra que sepan matar para vencer
« dejarse matar para salvar su honor: Las reglas que se exhiben s6lo cons.
tituyen una apariencia, un método de educacién para el homicidio, Per-
miten superar poderosos tabvies morales, leyales, tal vez también biolé
gicos, queimpiden a menudo que un vencedor aseste sin remordimientos
el golpe de gracia o se bata con la «furia francesa» que ya mencionan los
italianos contemporineos de Maquiavelo. Las realidades son mas bruta-
les, Los demonios liberados por ese pacto de muerte tacito entre el prin:
cipe y sus mejores guerreros desembocan en un frenesi sanguina-
rio, como revelun incontables fuentes. El golpe de Jarnac de 1547 —que
fue un «episodio heroico crapuloso acompafiado de un habil paso de
armas»™, en el cual el vencedor azoté de forma inesperada la pantorrilla
de su adversario— revela la voluntad de maar sin piedad disimulada
bajo un cédigo normativo. La sacudida teliriea que engendré ese dltimo
combate singular autorizado por el rey de Francia agita a toda la noble-
za, En adelante, a bisqueda febril de una maravillosa capacidad téeniea
coronada por una imparable estocada secreta refleja claramente la con-
tsadiecién de fondo: matar como sea a un semejante pero conservando
las formas, 0 fingiendo conservarlus, para asegurarse la indulgencia del
soberano.
E| homicidio cambia de sentido. Sigue engendrando el reproche y se
considera cada vez mas como un crimen si es cometido por un plebeyo,
pero todavia es perdonado a menudo por el monarea hasta la Revolu-
cién, Las cifras que dan algunos observadores de la época, dificles de
comprobatr, hablan de seis a diez mil gentilhombres muertos en duelo
durante el reinado de Enrique IV, de 1589 a 1610. Pierre de l'Estoile
EL DUELO NOBILIARIO Y LAS REVUELTAS POPULARES [1 23
habla de sicte mil indulcos concedidos alos vencedores.”' Esos dates se
refieren sin duda al conjuato de las cartas de indulto por homicidio, de
Jas cuales los nobles no reciben més que una porcién pequeda, aunque
ésta supere ampliamente su peso demogrifico, evaluado en un 2% de
| poblacién. Orro abservador habla de setecientas setenta y dos gen-
tilhombres climinados en duelo de 1550 a 1659, es decir, media docena
al afio* Pero las exageraciones indican una toma de coneiencia del pro:
blema por algunos contempovaneos absolutamente horrorizados. Conti
buyen a distanciarlos de la percepcidn de esa prictica como algo banal
Alinsistir en la idea de que ello puede llevar ala extincién de la nobleza,
los autores epayan los esfuerzos de Enrique IV por prohibir el duelo,
que denotan los edictos de 1599, 1602 y 1609. Sin embargo, por esa mis-
'ma época las pricticas clemenres del primer Borbén sefueerzan el diseur-
s0 atistocratico sobre la legitimidad del pundonos. Esas contradieciones
insolubles llevan a definir el duelo como un derecho excepeional que
deberfa ser poco frecuente, y s6lo un guerrero de sangre azul esté auto-
rizado a abreviar una existencia sin una decisién de la justicia adoptada
respetando todos los procedimientos.
La cuestién de la edad de los combatientes no ha interesado mucho
a los historiadores, sobre codo porque las fuentes son poco prolijas al
respecto. Y sin embargo es un dato fundamental. Si bien existen duelis-
tas mayores y hasta viejos, los testimonios concuerdan en relacionar el
fenémeno con Ja juventud. Desportes lo proclama:
tes Ulan
is bela
Riguroso pundonor que con tan aed
persigue los conazones jévenes y las
‘Ademiés, los periodos mas propicios pata la proliferacién de esos en:
‘cuentros no son los tiempos de guerra, sino las tiempos de paz.” Se puede
identificar un efecto generacional. La llegada a la edad adukta de adoles
centes cuyas alas no han sido diezmadas porlos conflictos, sino. al contra.
rio, engrosadas por varias décadas de relativa calma y prosperidad, expli
ca tanto la multiplicacién de fos enfrentamientos en los pueblos de Artois
en los aos 1600-1630 como la de los duelos en Inglaterra y Franeciu hacia
1620. Si se prestase mas atencién a esos datos probablemente se descu-
bririan unas pulsaciones de alrededor de treinta afios correspondientes
Ibid pie 15
Cartland Vien Early Made Fa
2S. Billo, Le Dac dan da stage de
Wer oi pis, 22, 30-1,24 UNA MISTORIA DELA WOLENCHA
wge de frustraciones y conflictos internos entrelos «mezos» demasia.
donumerosos, sobre todo entre los segundones nobles obligados a aban-
Gonat la tierra parerna para buscar fortuna y gloria con la espada Algu-
nos mutores contemporineos se dan perfecta cuenta y expresan el deseo
ide que algunos valientes que estorbn se vayan al ejército a luchas**
Justo antes de la entrada en guerra de Francia, tras més de veinte
aios de tranquilidad, la cada de 1620 resulta ser crucial. También lo
¢s en otros lugares de Europa, donde la Guerra de los Treinta Afios,
que ha comenzado en 1618, ha trastornado todos los equilibrios. EL
Guso Bonteville en 1627, absolutamente emblemitico, se sitia precisa
mente en ese contexto de exceso de energia juvenil y vela de armas.”* La
decisién de condenar a muerte al conde de Montmorency-Bouteville
‘asi como a st segundo y primo, el conde Des Chapelles, después de un
duelo, es extraordinaria y reveladora de profundos movimientos en la
sociedad y la cultura, Aunque en 1602 fue declarado crimen de lesa
iajestad, el duelo no fue reprimido durante el reinado de Enrique IV.
En 1626, un nuevo edicto real amenaza con la pena capital y la pérdida
de los privilegios de la nobleza para toda la familia a los transgresores
gue se batan en compafia de un segundo, ya que esos enfrentamientos
menudo se celebran entre dos parejas de gentilhombres. Bouteville
tiene 28 afios en 1627, cuando desafia la ley. Ha participado en veinti
dés duelos desde que cumplié los 15 afios. Tras huir lo mismo que otros
nietores de un encuentro en 1624, ya ha sido condenado en rebeldia a
ser ahorcado en efigie en Ia Place de Gréve. Una noche, unos descono-
tides han serrado las heteas que soportan las imigenes deshonrosas
para manifestar su reprobaci6n. Siendo amigo de Chalais, intime de
Gaston de Orléans, el hermano del rey, ef hombre cree gozar de protec:
cién, si no de impunidad. La opinién generalizada, por otra parte, no
es partidaria de un castigo severo, a diferencia de lo que piensan Riche
Tiew y sus colaboradores, la pequefia burguesia parisina y los jueces.
Tncluso algunos de estos ttimas, conmovidos por la elocuencia de Des
Chapelles, admirable en la facundia de sus 27 aiios, muestran una acti-
sud ambigua.
“La razon de Estado necesita un escarmiento espectacular ante un de
safio tan evidente de la autoridad real. La instraceién del caso se parece
sin embargo a centenares de otras, que no pediran la pena méxima. Los
dos imputados no pertenecen atin al mundo de los adultos estublecidos.
24 ti i 38
29. thi pis 247-275 sabre et ay document
HL DELON
HILIARIO'Y LAS REYUEETAS POPULARES |. 215
Encraron en fa violencia hacia los 15 afos, siguiendo el ejempla de los
smozos de los reinos de javentuc han participado en varias expediciones
militares y luego se han convertido en veteranos de In brutalidad sin ha-
ber salido aiin de la juventud, Des Chapelles reivindica habilmente la
‘ante los jneces, pues sabe que constituye una circunstaneia atenuan-
te, Oxo primo de Boutevile defiende a este iltime diciendo que tiene «la
enfermedad de los de su edad». Los veintidés udversarios del espadachin
eran sus iguales, con una media de edad de 24 aiios. Los combates tenian
tun caticter ritual tradicional propio de los fils d marier, es decir, de los
mozos. En 1624, por ejemplo, Boureville seenfrenta a Pontgibault. Como
no tienen puial
empuiiard el ma
., cogen unos cuchillos y se juegan a cara o cruz quién
ande y puntiagude, El segundo de Pontgibaul afila
Juego el arma con una piedra, esperando la Hlegada del compaitero de
Bouteville,«y durante ese tiempo se divierten saltando». Esos personajes
inmaduros ne le dan mucha importancia a la vida, aunque sea la suya
Difieren esencialmente de los pecheras solicitantes de cartas de indulto
sdlo por el excesivo frenesi mortifero del duelo codificado. Incluso Boute
ville se jacta a veces de perdonar la vida a los vencidos, Tomando como,
pretexto el honor atistocritico, retoma ast las pricticas populares que
cconsisten en herit y vencer més queen matar. Por otra parte, los combates
se celebran siempre en domingo o dia festvo. Los enemigos del conde lo
aprovechan para acusarlo de impiedad, cuando se trata simplemente de
las circunstancias normales de las batallas entre miembros de los reinos
juveniles, como ya vimos a propésite de Artois. E dia de Pascua de 1624,
Bouteville provoca pues a Pontgibault en una iglesia durante el aficio. El
hecho de que no leven daga y tengan que sortear unos cuchillos para
lucha implica cuando menos una ausencia de premeditacién. El meca-
nismo recuerda al que preside las rifias entre campesinos en un Jugar yen
tun momento de gran sociabilidad. Lu costumbre de escoger a unos se-
gundos que tembign mangjen Ja espada el uno contra el otro nohace sino
abundar en ke tesis de la supervivencia de viejas tradiciones de solidari
dad entre muchachos piberes. Las caracteristicas inicinles de las con
frontaciones no han cambiado. Lo tinico realmente nuevo es el cédigo
del duelo, que opone exclusivamente a nobles, y el uso de la espada,
cuando esti atestiguado, hace mas probable el desenlace fatal. Pero el
combate no deja deser un gesto inickitico, un rito de paso a la edad adul-
ta para las nuzvas generaciones, aunque a veces se jueguen la vida en un
duelo paces de familia y hombres hechos y derechos.**
26th
65,249,278, 38018216 UNA HISTORIA DE La VIOLENCIA,
El tito ¢s temido por los poderes pablicos y las gentes establecidas,
Sobre tado porque expresa abiertamente la necesidad para los viejos de
ceder un dia su puesto a las yeneruciones siguientes. No hace falta evo.
cat al doctor Freud para comprender ni para describir ln desobedien.
cia de Bouteville como un desafio al propio rey, cuyo puesto habrain de
reivindiear los nobles rebeldes hasta los paroxismos de la Fronda.
impulso juvenil percibido por los contemporiineos basta como expli
caci6n. Invita a no exagerar las resistencias aristocraticas frente a las
mutaciones del Estado moderno.* Estas resistencias, que son muy apa.
rentes, ocultan una realidad profunda. Los adolescentes de sangre azul
no euestionan més que los jévenes campesinos los principios que Fun-
dan la autoridad de sus padres. Esperan simplemente ocupar su puesto
sin cambiar el orden de las cosas y suren por tener que esperar dema-
siado a que les llegue el rueno de entrar en fa carrera, Batirse es, por otra
pacte, también una forma de pasar el rato cuando oo se ha encontrado
tun lugar en el mundo, como proclama Bouteville. A los ojos de los adul-
tos de su casta, el duelo posce al menas la viriud de ocupar a los jévenes
guerreros aciosos y evitar que piensen en dirigir la punta de su espada
contra sus mayores. Fso es algo que evidentemente puede ocurrir, en
particular cuando se aleja la esperanza de acceder ripidamente a los t-
tulos y al patrimonio. Pero en la época barroca, la de las obras de Shake-
speate y las tragedias de Corneille, el duelo sirve en general sobre todo
para aprender las prescripciones fundumentales que rigen el univers
de los privilegiados por su cuna, Los actores tratan de demostrar que
pueden integrarse perfectamente en él, Las causas confesadus de los de-
safios se refieren a mujeres, a disputas financicras 0 a procesos, a rivali-
dades agravadas por cuestiones de preeminencia o de pertenencia a
clientelas enemigas. La mayoria revela dificultades de insercién 0 con.
flictos jerérquicos y afecta mucho mas a menudo a jovenes pujantes que
a adultos establecidos, La vision roméntica del acto desespetado, de la
resistencia condenada de antemano frente al avance del carro de] Esta-
do moderno es pura propaganda aristocritica. Quiz4 sieve incluso de
freno a las ambiciones mas turbulentas, al afirmar que la gananeia espe
rada es minima o inexistente. Corresponde a una sensacion de declive
y de impotencia entre algunos nobles quisquillosos, pero oculta cuids-
dosamente el hecho de que el segundo estado se esti preparando para
27 Sh, pigs 348,381, 386587, 389, 394-598, pr os interpreaciones dl ender
35, Alene Jounns, Le Devi de ole: Lr webs fae fe earn de PEt mere
1661, Pai Fayed, 989
{2 DUFLO NODILIAMO ¥ LAS REVUELTAS POPULARES od 217
a batalla detris del Borbén absolutista para ayudarlo a conquistar el
Lalucha contra el duelo, por lo demis, no fue nunca ni real ni eficaz
en Francia. Le ejecucién de Bouteville y Des Chapelles no cambia na
El propio Richelicu impide que se persiga a otro infractor en 1628. Re-
fugiado en Mantua, Beuvron, el adversario de Bouteville, es indultado
en 1629. A pesar de nuevos edictos, entre ellos el de 1679, que refuerzan
el rigor aparente de las sanciones, prevalece el laxismo, y el duelo sigue
estando rabiosamente de moda en el siglo xvi." Tiene en efecto un pa-
pel fundamental en la construceién de una nueva relacién entre el rey y
Jos que mueren por él ante el enemigo. Los jévenes oficiales nobles se
convierten en las puntas de lanza, o més exactamente en las puntas de
espada, del temible ejército de conquista francés,
Porque el duelo es una escuela de lite suerrera, Bjerce una seleccién
implacable, no dejando sobrevivir sino a los mas dotados para el arte de
matar, lo cual es un buen aug
en cuanto a sus capacidades de vencet
en el combate, Adem, asegura a fos nobles el monopolio del porte de
armas y el uso de la espada, porque las proibiciones que dictan los so:
heranas na Ine afectan. En el siglo xv1, todo el munde puede atin exhibir
su orgullo portando un acero a la cintura, En 1555, el eronista Claude
Haron exclama que no hay hijo de buena madre que no tenga espada y
daga, Los mismos sacerdotes, afiade, desenvainan tan deprisa como los
dems y figuran entre los primetos patticipantes en las rifas de las taber-
1s, los bales, los juegos de bolos o de esgrima, En 1610, en su Thaicté de
espée france, Jean Savaron, futuro diputado del rercer estado cuatro
ios mas tarde, desea que todo buen francés esté autorizado a portar la
espada, como se practica «en todas partes y en todas las épocas».*” Mas
tarde, Ja moral del pundonor desemboca en una monopolizacién de la
espada por los aristocratas, deseosos de exhibir de forma exclusiva su
Virilidad sin perangdn. Los dems se ven reducidos a conformarse con el
cuchillo, disimulado debajo de la ropa, o incluso despuntado por orden
de Felipe II ea los Paises Bajos, para reducir las ocasiones demasiado
numerosas de homicidio. Esta castracién simbélica de los plebeyos a
través de la lexislaci6n no impide en ubsoluto que perduren las trad
ciones de enfrentamiento armado entre los jévenes. Mienteas que el
«aacero» se ennoblece a lo largo de los duelos codificados, la lucha con
cuchillo, que se convierte en mayoritaria en el siglo xvii en las cartas de
F Bilas, Le Die drs loi
1M Ubi pie 125,321.32,
0 les.218, UN Histon DE LA WIOLENCIA
indulto artesianas, es ahora sinénimo de bajeza, traicién y crimen. Des-
prestigiada, caracteriza sueesivamente a las gentes humildes, a quienes
se insta vigorosamente a dejar de decramar sangre, luego a los bandlole-
ros mis erucles de las regiones remotas, y Finalmente a los apaches par
sinos de principios del siglo xx,
En Francia, el mito de la espada data del siglo xvn. En pocas genera-
ciones logra transformar totalmence Ia significacidn social de ese objeto,
Un maestro de armas extitico escribe en 1818 que «es el emblema del
mando, el arma del oficias,”! Ennoblecida en el momento de la expan-
sign territorial, durante el reinado de Luis XIE, sirve en realidad para
reorientar la extrema violencia intestina omnipresente en el reino hacia
tun cuerpo especializado de guerreros de élite que el soberano necesita
urgentemente para cumplir su sagrada misién. Cambia al mismo tiempo
de fancién técnica y de objetivo. Es una méquina de matar, sise dominan
Jas reglas sutiles de una esgrima puramente aristocritica, y ya no Gene
nada que ver con las pricticas del siglo xv o xvi. En la guerra y en los,
pueblos de Artois, se mangjaban entonces muchas veces los estoques,
éo llamados verdaus, por el nombre de la ciudad en la que se fabri
caban, Los mejores debian poder atravesar nna armadiura gracias a st
hoja ancha, de seccién cuadrads o triangulae. Se utlizaban mas de tajo
que de punta, como muestran los grabados que presentan choques de
infanteria, Segiin un documento de 1567, los costurones que lucen los
veteranos de las compaiiias de Montluc y de Brissac revelan que cuatro
de cada cinco cicatsices provocadas por heridas de espada se sitian en la
cabeza, la cara o las extremidades, mientras que las heridas en el tronco y
el vientre no superan el 6%. Ambroise Paré recuerda que la étima loca
icidn es normalmente mortal.” La esgrima militar busca la cabeza, en
todos os sentidos ela palabra, No esti expecialmente destinada a mata,
a causa del casco. Ademis, el vencido puede reportar un buen rescate,
sobre todo sies de aleurnis. La matrig militar sieve de base para la ense-
anza técnica de toda la poblacién. En Artois, la localizacién mayoritaria
elas heridas en la cabeza de los individuos muertos por los solicitant
Jas cartas de indulto, a menudo jévenes campesinos, parece apoyar late
sis de una demostracién de fuerza sin intencién deliberada de matar.* Lo
mismo vale globalmente para Picavdia, al otro lado de la frantera, bajo
51, Cia porPasa Bris, Here Dilly Pir, Cus? ef ene ata
dal Pane nde, SF S40" pe, See, Camp Valo, 202, p12, Se ania so mee
dea ane par rita es. 33 ah
52 Tid, pas 3697
35. Veneta 8.
FL DUELO NOBILIARIO Y LAS REVUELTAS POPULARES Eat 219
Francisco I. Miis de uno de cada dos homicidios perdonados es cometido
con una espeda. El créneo y Ja cara son las partes mis afectadas en el
97 % de los casos, seguidos de las extremidades, los hombros, la espalda
las costillas (un 32%), un 15 % el pecho y otro 15% el viene,"
‘Mas larga, mis fina, mas frig, la rapi2re, que es la espada de los mos:
queteros del rey inmortalizados por Alexandre Dumas, no puede utili-
zarse si no de punta, para atravesar un cuerpo. La guetta ha eambiado
totalmente una vez abandonada la pesada armaduta, que una bala puede
auravesar ficilmente, Pluma al viento, el jinete noble earga contra los
plebeyos armados con picas, tita y mata y luege eruza valientemente su
acero con uno de sus iguales. Para ello hace falta una bravuta distin
ta, mis destreza que fuerza, y eso lo aprende el caballero de tres maes-
tros indispensubles: el de danza, el de equitacién y el de esgrima. Las tres
cosas requieren las mismas cualidades de elegancia, habilidad, resisten-
ciay valentia para formar un tipo inédito de conquistador aristocritico.
Bajo una mascara de cortesia prestada por los manuales de wrbanidad y
luego por la etiqueta de la corte de Versalles, cl noble no se ha visto nun-
catan instigado a comportarse de una forma bestialmente salvaje duran-
te un duelo o en la guerra. Un médico del Rey Sol, Martin Crean de la
Chambre, lo dice sin ambages en Les Charactéres des passions, publicado
‘en 1658, donde habla del valor «que el nacimiento ha vertido en el cora-
26n y que ¢s propio del apetito sensitive porque es comtin a todos los
animales». Afiade la fuerza para caracterizar al segundo estado por el uso
deesas dos «cuslidades que la navuraleza ha hecho tan nobles, habiéndo:
Jas destinado a ser los Fundamentos del poder y de la superioridady*
El duelo es un himno frenético y salvaje a la muerte, entonado pot
millares de jévenes ambiciosos animados por un prejuicio de «taza» que
los incita a creerse de una esencia superior a los demas, No es extrario
que la Iglesia y el propio rey, asustados por la ferocidad inhumana de los
combatientes, intentaran limicar sus efectos, aunque estos jévencs fue-
ran os que conquistaran la gloria para el soberano en la guetva, Un mos
quetero lo escribe Iticidamente en una obra publicada en Londres en
1768 para refutar los argumentos de sus oponentes: «Pero no ven que es
el duelo el que alimenta ese coraje francés, fatal para los enemigos del
Estado». Hecfa falta en efecto una temeridad excepeional para atties-
1M lballe Paros, A rg dna Vion, ts fect on Pde sus Praga
Parks, Pablctons dea Soonne, 88,
25, Gido por PBs, H.Devillny Soa, Coverlet. pie 26
16, Cousard de Mas, Hise dom Franc, Lancs, Eloy, 788220 LUNN HISTOHGA DE LA VIOLENCIA,
zat a vida sin mas proteccién que la hoja fina de una espada. Un super-
Niviente describe un combate, Atraviesa el vientre y luego el pescuezo de
su rival, pero sit espada se queda clavada en la segunda herida, Eles a su
vex herido en un costado, retrocede, se prepara para lanzarse sobre el
individuo que viene a recoger el arma adversa que ha caido al suelo,
Contra toda esperanza este ltimo se la devuelve: «Me habéis pinchado,
pero soy hombre de honot», antes de fallecer alli mismo.” Este relato se
puede interpretar de forma admirativa, elogiando ef principio del pun.
Honor Llevado hasta ese extremo de elegancia, de brillantez y de respe
to por cl rival. Una lectura menos sensible a la propaganda nobiliaria
descifra un furioso bullet mortal por ambas partes, una absoluta deter.
minacién de eliminar a un ser humano, incluso en el combatiente con el
vientre perforado, que sigue atacando con furia, con una espada clava
da en el cuello, jIndomable valor, ciertamente, pero profundo despre-
cio por la vida!
{La historia rectficada de la pasién del duelo nos lleva a una cons
tacién preocupante. La civilizacién de las costumbres deserita por Nor
bert Elias no es sino apatiencia. La crueldad se oculta més que nunca
bajo unus reglas imperativas de urbanidad, pero también se welve mas
intensa y més radical en los especialistas del arte de matat. A diferencia
de los mozos campesinos, brutales al exhibir su virilidad, pero que no
bbuscan deliberadamente la eliminacién del adversario, que a veces imita
Bouteville, los nobles franceses del siglo xvut son incitados a matar vo-
Juntaria y frfamente amparindose en el pundonor para justificar lo injus
tiftcable, Ofrecen asi al Estado una violencia exacerbada que los con-
vierte en los protatipos de Rambo, el superhéroe militar del cine capaz
de exterminar alos enemigos por centenares. Mis tarde, el avance con-
tinuo de las atmas de destruccidn masiva se explica mejor si admitimos
‘que Europa perfeccion, a partir del modelo francés bajo Luis XIV, los
mézodos de eliminacién guesreros, hasta llegar a las tecribles contiendas
mundiales. Forzando la naturaleza y produciendo una cultura de la
muerte, ef duelo inauguré una terrible inflexién hacia la barbarie asumi-
dda en nombre de valores presuntamente trascendentes. Como sila agre
sividad reprimida por los c6digos de la civilizacién se concentrase pode-
rosamente en un sentimiento de superioridad destructor que da derecho
4 matar a una pequefia fraccién selecta de ln sociedad, antes de Hevar
ind tarde a los pueblos en armas a enfrentamientos militares de gran
amplitud, Desde ese punto de vista, el hombre cada vez ba sido 1
97 Ibi. pig. 2.
HL DUELO NOILIAKIO'Y LAS REVUEEFAS POPLILARES 221
Jobo para el hombr
mediados del siglo 20
1La «brutalizacién» de la sociedad francesa después de 1700 adquie:
re sentido dentro de esta dptica." «Sélo a la nobleza le est permitido
portar armas», afirman los manuiales de policia de lu época de las Luces.
tal seor, til honor! Aungue los transgresores plebeyos sean muches,
mbign es ls aristocracia la que tiene la principal responsabilidad de
una violencia sanguinaria mucho més intensa de lo que a menudo se
piensa. El Siglo de las Luces est marcado por fuertes brotes de cruel-
dad. Lejos de disminuir, el duelo se celebra con frecuencia en las calles
de Paris, donde representa por lo menos una décima parte de las violen-
cias fatales durante el primer cuarto del siglo y suma trescientos treinta y
tres casos judiciales registrados de 162 a 1792. En la curva de las sen
tencias apeladas ante el Parlamento, observamos dos picos, de 1722 a
1731 y de 1742 a 1751, seguidos cada tino de un declive y luego de un
iikimo repunte durante la tima década de observacién. Entre las victi-
‘mas depositadas en la morgue del Gran Chatelet, las que parecen haber
sucumbido en un duelo han sido heridas en un 70% de los casos en el
pecho, y casi en nin 10% en el vienrre.
en el continente europeo, desde el siglo xvi hasta
acestoca
ig Freewentes iban
dirigidas ala zona situada alrededor de los pezones, con una ligera pre.
ferencia por el lado derecho, La voluntad de traspasar el tzonco y el co-
razén es clara, Demuestra un deseo frio de matar. Casi trescientos cada
veres son debidos a ese tipo de enfrentamiento, aungue los documentos
presentan lagunas en lo que a una treintena de afios se refic
Las reyertas implican prioritariamente a militares, entre ellos un ni
mero importante de soldiados rasos, asi como a nobles, si hacemos caso
de las definiciones profesionales que sélo figuran para un fallecido de
cada tres. Una cuarta parte del total ideniificado se compone de ciuda
danos pechcros que ejercen diversos oficios. Ello no significa que el due.
lo se haya democratizado, sino que estos jiltimos siguen practicando la
brutalidad sanguinaria antigua que la ideologta del desafio de honor re-
serva ahora alos aristéeratas y alos solddos, Las informaciones sobste la
dad, de las que disponemos para un cadiver de cada dos, atestiguan
Ja juventud de los vencidos: casi la mitad tiene menos dle 30 ais y son
poquisimos las que tienen mas de 40, El pico sesitiia entre los 26 y ios 30
aiios, que es el segmento principal, tanto entre los acusados como entre
38. Billci, «Des em Lien Bly i) isos de FAs Re, Pais PUR 9%
59. Brin H. Delon y P Sema, Cer er, of pigs 308, 09,323, 343-349, Low aon
han yaserde tesco es pig 322), 9303
cess eine eas adidas ps. 35D,las victimas, en las estadisticas de homicidiosen Occidlente desde el siglo xin
hasta nuestros dias. Algunos de esos personajes tal vez estén casados y
estublecidos, peto no representan sin duda a la mayoria del grupo, en
en que los chicos se casan un poco antes de los 30 afios, en el
‘marco de unas bodas eada vez ms tardias alo largo del siglo. Son ado-
lescentes retardados, como Bouteville y Des Chapelles en 1627, y ello no.
hace mas que agravat su rabia. En segunda posicién se encuentran los
que tienen entre 20 y 25 afios, seguidos por un ndmero casi idéntico de
individuos entre 30 y 35. También aparece un efecto generacional en la
curva de los ochocientos diez duelos detectados entre 1700 y 1790. Hay
repuntes a principios de siglo, de 1732.a 1751, a partir de 1762 y denue-
‘vo en 1782." Cada veinte o treinta afios, una pulsacién colectiva de vio-
lencia mortal alecta prioritariamente a los varones jévenes. Parece que la
causa sea un exceso de ent y un incremento de la competencia entre
los solteros, a los que se aBaden probablemente algunos de los que acu
ban de casarse, pero adn siguen relacionados durante un tiempo con el
universo de los mozos. El retraso de la edad de matrimonio se interpreta
clisicamente en demografia como un medio de regular la natalidad en
tua mundo demasiada Mena También eontvibuye a retrasar el acceso de
los hijos a la sucesién de sus padres, a cambio de graves frustraciones
sexuales y sociales. E] aumento del niimero de parejas no oficiales y de
nnacimientos ilegitimos en las cindades es uno de los mecios para escapar
esa ley draconiana, El duelo es otro.
Un nuevo procedimiento de pacificacidn de las costumbres nobilia-
rias se intcoduce sin embargo en 1566 a través de la otdenanza real de
Moulins. Instituido bajo la cutela de los mariscales de Francia, el ribunal
del pundonor esti destinado a controlar la violencia de los interesaclos
ofreciéndoles una reparacién judicial que pueda evitae el enfrentamien-
to armado. El hecho de que, dos afios mxis tarde, en 1568, dlejen de ins-
cribirse las cartas de indulto en los registros cel Teésor des Chartes cons-
tituye otro signo de la voluntad de modificar las practicas en materia de
homicidio. Pero la legislaci6n no logra impedir que perduren las tradi-
ciones ni que el dueto aleance su punto culminantea mediados del siglo xv
La explicacién reside probablemente en la ambigiiedad de las reaecio
nes del aparato del Estado, y nus atin en los titubeos del soberano ante
ese fendmeno prohibido, pero que no se puede erradicar, que se revela
como formidabslemente til pata la militatizaci6n de la nobleza al serv
40. lh is 362368 Las inrpretacionss cota alos dul ves yas potas
va lor de ned as de os 3 0 ne mayen.
EL DUEL NOBILIARIO ¥ LAS REVUELTAS PoMULARES ta 2
clo de los objetivas de conquista de la monarquia, Los mariseales no tea-
tan finalmente mas que un pequ
imo nximero de casos. Sélo se dit
gen aellos unos individuos mas prudentes que los demas, deseosos de no
exponet la vida en un combate yaliviados de no perder Ia cara recurrien:
doa una instancia que también podea repatar su honor, Las sanciones de.
cretadas conta el agresor son las siguientes: el esclarecimiento —una
especie de excusas—; la obligacién de pedir perdén, a veces hincando
tuna rodilla en el suelo: la degradacién de las armas y de la nobleza per
sonal; el destierro y a multa, yfinalmente fa eircel, hasta un maximo de
veinte afios para quien «haya atacado por dettis, aunque lo haya hecho
solo», se haya aprovechado de una ventaja 0 haya sido secundado. Los
archivos, conservados tinicamente pars el periodo de 1720 a 1789, re
nen sciscientos cuarenta y tres expedientes. La distribucién eronoldgica
presenta un titmo parecido al de los duelos: muy bajo antes de 1730;
fuerte aumento desde esa fecha hasta 1759, con treseientas ochenta y dos
denuncias, de las cuales ciento sesena y una se producen entre 1730 y
1739; desplome a ciento dieciséis casos durante las dos décacas siguien-
tes, y claro repunte a ciento seis ejemplos de 1780 a 1789,
Las ciento sesenta querellas registradas de 177-44 1789 afertan en un
99% de los casos 2 acusadlos masculinos. Las mujeres, sin embargo, re
presentan un 10% de las victimas. La mitad de los protagonistas son
nobles, seguidas de cerca por los militares, entre los cuales slo hay un
4% de oficiales. Los burgueses y gentes de oficio que reclaman billets
dhonneurs, es decit, pagarés no satisfechos por atistéeratas y oficiales,
Fepresentan un 7%. Dos rercios de los casos cortesponden a las ciuda
des, y se dan sobre toclo en Paris y en Normandia. La Guyana y la Gas-
ula, por su carte, concentran la mayorfa de las querellas que afectan al
medio rural. El cenito y el este del reino estan poco representados. Los
problemas que dan origen al conflicto estin masivamente relacionados
con cuestiones de dinero: setenta de los cien ejemplos identificables se
relicren a devdas no abonadas a pesar del billet d’bonneur; veintidés
tafien al patiimonio; tres al juego y cinco a las mujeres. En todos los
casos se han proferido injurias y ello
ahecho quese acuda a os eribuna-
Jes en lugar de provocar un duelo, aunque los querellantes, como los
acusados, pertenecen casi todos al segundo estacl o al ejército. Las esto:
ceadas no son frecuentes. Las patadas y los purietazos, asi como los golpes
asestados con un palo o un bastén, son tres veces mas numerosos que las
seis estocadas registradas. La iltima informacidn importante se reliere a
Ja edad. Es un dato que se menciona pocas veces, veintités concreta
mente para los acusados y veintiséis para las victimas; ello confirma la