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A través de las Aguas

KairosACN/ Francisco Ramos

El 27 de Marzo del 2004, mi Pastor me dió una copia del libro “Salmo 91,

El paraguas de protección de Dios” versión en inglés. Esa noche comencé a leer

el libro, y me atrapó desde el principio el mensaje que de alguna forma me

estaba tocando.

Al día siguiente, el maestro de Escuela Dominical estuvo hablando sobre el

Salmo 91, y de pronto me di cuenta que no era una casualidad, así que continué

leyendo el libro con más atención aprendiendo acerca de la protección de Dios, y

cómo es que el Salmo 91 es más que solamente buenos deseos; es poder del

cielo para nuestra protección.

Comencé a leer cada noche el Salmo 91 con mi hijo Eduardo de 5 años y mi

esposa Mónica, y tratamos de memorizar un versículo cada día comenzando el

domingo por la noche. Nunca lo había hecho antes, regularmente trato de

memorizar versículos por mi cuenta pero nunca antes había tomado tiempo para

hacerlo con mi familia.

Explicarle el Salmo 91 a mi hijo fue algo muy especial, porque tiene una

descripción gráfica que es muy sencilla de entender en el verso 4, “con sus

plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”.

Él pudo comprender esa protección como la de la gallina cubriendo a sus pollitos

usando su propio cuerpo para protegerlos; y comenzamos a orar por protección

desde ese día.

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No pudimos memorizar todo el Salmo porque ocho días mas tarde, el 4 de abril,

una gran inundación llegó repentinamente a nuestra colonia, algo que nunca se

había visto antes.

Nuestra colonia se llama Villa de Fuente y es un lugar agradable con nogales

grandes, ubicado al sur de Piedras Negras, en Coahuila, México.

Hay un río que rodea en forma de semicírculo la colonia y que la hace genial

para el crecimiento de árboles en el terreno desértico. Esa mañana amaneció

lloviendo fuertemente al igual que los días anteriores, pero para el medio día, el

cielo estaba despejado.

En la noche, se fue la luz en toda la colonia, encendimos algunas velas y

esperamos dentro de casa; se escucharon algunos sonidos extraños y pasaron

algunos autos rugiendo el motor frente a mi casa, algo inusual por lo que estaba

ocurriendo

No teníamos radio ni televisión dentro de casa, así que salí a la cochera a

escuchar la radio del carro. Lo único que pude oír fue algo acerca del

desbordamiento del río Zaragoza debido a una presa rota.

Corrí dentro de casa para apresurar a mi esposa y mi hijo para dejar la casa.

Ellos se asustaron viéndome correr y hablar acerca del riesgo, pero no sabíamos

que teníamos tan poco tiempo para salir, se vistieron rápido y en ese momento,

escuchamos un ruido como de lluvia lejana que rápidamente aumentaba de

volumen hasta convertirse en un fuerte rugido que me asustó.

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Vi el agua corriendo por la calle y apuré a mi esposa, ella pensaba al igual que

yo que teníamos más tiempo y quería poner algunas cosas sobre la cama, por si

acaso algo de agua llegaba a entrar a la casa, aunque nunca esperamos que

ocurriera porque la casa estaba en un lugar elevado.

Ese día entendí lo que la Biblia quiere decir en Apocalipsis 4:15 cuando

menciona “estruendo de muchas aguas”.

Minutos después de que escuche el aviso por la radio, el agua corría por el

césped junto a la casa, en ese momento nos metimos en el auto y abrí el portón

para salir, no había nadie en las calles, no tuve tiempo para cerrar la puerta

frontal o el portón, el nivel del agua estaba subiendo increíblemente rápido y se

ahogó el motor.

De pronto, un muchacho apareció en el otro lado de la calle, en medio del agua,

diciéndonos que saliéramos del auto.

Abrimos las puertas del auto y el agua se metió al interior, así que dejamos el

auto, yo cargué a mi hijo mientras mi esposa cargaba dos portafolios con

nuestros papeles más importantes y las identificaciones.

El muchacho tenía unos 17 años y simplemente apareció en medio del agua, le

pregunté a donde ir; había agua por todos lados y yo no tenía idea de que hacer,

nos dijo que fuéramos hacia la plaza, a dos cuadras, porque es el lugar mas alto.

En ese momento el agua estaba a la altura de mi rodilla.

Esas dos cuadras fueron las mas largas que he caminado, el agua corría rápido

y arrastraba todo tipo de cosas, el muchacho ayudó a mi esposa a caminar por

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en medio de la calle; yo trataba de no caer con mi hijo en mis brazos cubierto

con una cobija.

El nivel de agua estaba ahora en mi cintura, y la presión de la corriente

dificultaba mucho nuestro avance, finalmente llegamos a la plaza y trepamos en

la banqueta que está a un metro sobre el nivel de la calle.

La plaza estaba seca, y había mucha gente tratando de huir de la inundación,

quise agradecer al muchacho por su ayuda y cuando me di la vuelta, él se había

ido, simplemente desapareció tan repentinamente como apareció.

Mi esposa, mi hijo y yo subimos al quiosco que es el lugar más alto en medio de

la plaza, pero mi esposa insistió en movernos hacia la iglesia enfrente de la

plaza.

Junto a la iglesia, hay dos salones en un segundo piso con escaleras hacia la

banqueta. Alguien rompió la puerta, y junto con otra gente, mi familia y yo

subimos las escaleras y esperamos en el salón.

Después, el techo comenzó a crujir, salí por una puerta posterior para ver que

estaba pasando.

Había mucha gente sobre el techo del salón, por lo que tome a mi familia y

trepamos hacia el techo de la iglesia, trepando de un techo a otro hasta que

encontramos el lugar mas alto y seguro, en ese techo, pudimos escuchar las

voces de la gente atrapada en sus casas y carros gritando por ayuda.

Vimos el nivel del agua subir muy rápido, solo le tomó unos minutos para cubrir

autos, casas, árboles y el quiosco., conforme el agua cubría las casas, dejaban

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de escucharse los gritos de la gente que estaba allí, y escuchábamos gritos por

otra parte.

No puedo explicarme como es que mi esposa, mi hijo y yo estábamos calmados

y teníamos paz en ese momento, todos alrededor gritaban, lloraban y estaban

confundidos, pero nosotros sabíamos que Dios nos estaba protegiendo.

Eduardo me pregunto con su vocecita infantil ,”Papi, ¿qué nos va a pasar?”.

“Nada, le dije, ¿Recuerdas el Salmo 91?”.

“Sí”.

“¿Cómo nos va a cubrir Dios?”, él dijo, “con sus plumas te cubrirá y debajo de

sus alas estarás seguro”.

“¿Ya ves?, entonces nada malo nos va a pasar, Él nos esta protegiendo”.

Mi hijo pudo entenderlo, Mónica y yo pudimos ver y oír mucha gente cayendo a

nuestra diestra, abajo, en sus casas; gente que nadie pudo rescatar, vimos la

pestilencia que anda en la oscuridad corriendo sin misericordia, matando,

destruyendo y lastimando, pero no nos tocó a nosotros.

Algunas personas que estaban sobre el mismo techo nos vieron en calma y se

acercaron a nosotros como tratando de alcanzar la misma paz que teníamos,

estuvimos repitiendo el Salmo 91 vez tras vez, aunque sólo los 8 versículos que

habíamos memorizado.

Un par de horas más tarde, el cielo comenzó a nublarse y empezó a llover, mi

esposa oró en voz alta confiadamente pidiendo a Dios que detuviera el agua.

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Yo oré también y vi la lluvia detenerse, nunca vi nada igual, sé que fue por su

oración, no por la mía, porque yo estaba sorprendido de que Dios contestara de

esa manera pero ella estaba esperando eso.

Tomó 10 minutos en inundarse todo Villa de Fuente y 4 horas en que bajara el

nivel del agua.

Después de eso, pudimos bajar a la plaza nuevamente,todo estaba cubierto de

lodo y destruido, era un caos, muchos sobrevivientes estaban heridos, en shock

o llorando, algunos simplemente estaban callados.

Tratamos de entender la magnitud del desastre pero no pudimos hasta después

de algunos días,sin embargo, estábamos a salvo, vivos y sin un rasguño, Dios

nos protegió y nos preparó con el Salmo 91.

Sufrimos muchos daños materiales, todo lo que quedo debajo de 2 metros en la

casa estaba cubierto de lodo y agua.

Los días siguientes fueron difíciles, tuvimos que mudarnos de casa, pero

recibimos mucha ayuda y apoyo de gente de diferentes iglesias cristianas y de

mis compañeros de trabajo.

Un mes después, cuando todavía estábamos tristes por las perdidas, recibimos

la confirmación del embarazo de mi esposa., estuvimos orando por un segundo

bebé durante tres años y ahora la respuesta había llegado.

Hablando con mi esposa, ella se dió cuenta de la sabiduría de Dios y de cómo Él

responde a nuestras oraciones en el tiempo apropiado, si hubiera estado

embarazada durante la inundación, probablemente no hubiera sobrevivido.

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Así mismo, si hubiéramos tenido un bebe durante la inundación, probablemente

lo hubiéramos perdido, como muchos otros que perdieron a sus hijos, así que

entendimos que Dios no solamente nos protegió a nosotros tres, sino también a

la bebé que aun no había llegado.

No tengo palabras para agradecer al Señor por su amor y su protección, pero

ahora puedo decir junto con el salmista que Dios es “Esperanza mía, y castillo

mío; mi Dios, en quien confiaré”.

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