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LOS VOTOS DEL CONVENTO

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Por: Fernando Augusto Ramírez Guerrero*

La santa iglesia católica apostólica y romana formó bando guerrerista en el siglo XIX
contra las ideas liberales que prohijó el partido que durante varias épocas compartió
campos de batalla frente a frente con los conservadores e incluso gabinetes ministeriales
durante gobiernos de coalición conformados con sus contendores históricos: los
liberales. Allí bajo el ala protectora de cardenales, arzobispos, vicarios, curas y
sacerdotes llegaron al solio presidencial buena parte de los presidentes de los casi dos
siglos de existencia de esta república andina.

Pero los tiempos cambian y ahora una nueva “santa iglesia apostólica y colombiana”
propende por repetir o emular los episodios aparentemente ya censurados y superados
del siglo XIX; el confesionalismo de nuevo cuño no tiene ni papas, ni cardenales, ni
vicarios y demás rangos, sólo cuenta con pastores, profetas, apóstoles y milagreros que
combaten a la “ramera de babilonia” pero rinden culto al nuevo baal; proclaman la
monarquía eterna y por causa de muerte sueñan con la monarquía hereditaria en cabeza
de Tom y Jerry; incienso baten y cual escuderos aprueban todo proyecto de ley o de
acto legislativo que emane de la “inteligencia superior” y su bigornio; aunque dispersos
forman una bancada: la de los lobos disfrazados de ovejas que exhalan azufre con el
cual rinden culto a su baal: Álvaro Uribe Vélez.

De dos delegados a la Asamblea Constitucional, que se troco en Constituyente, han


saltado en menos de 20 años (110.000 votos), en 1990 a una representación
desproporcionada a la población que se dice confesa del evangelismo, verdaderos
rebaños que se arrodillan y juran votar por su candidata a la alcaldía de Bogotá en
octubre de 2000, episodio que se repite en la mayoría de las mega-iglesias pasando por
las denominadas iglesias de garaje. Exigen el voto de sus incautas ovejas porque así lo
quiere Dios y de negarse a ello la maldición del Eterno caerá sobre sus vidas hasta la
cuarta generación. Practicaron la diáspora u operación avispa y antes que promover o
hacer la unidad se insertaron en una policromía de listas carentes de ideología cristiana,
pero el Altísimo los bendijo, y el Ángel de Colombia en virtud de la parapolítica les
endoso algo más de diez curules.

Sus rebaños o feudos ya se alistan a corroborar, en la próxima contienda electoral, el


premio de su “dios” ( vuestro padrecito el diablo), y esperan mantener el número de
curules o aumentarlas considerablemente; ya no esgrimen ideas liberales contra el
Concordato entre Colombia y el Vaticano, tienen su propio Convenio de Derecho
Público, que les permite jugar con la fe de sus ovejas, administrar buena parte del
ahorro privado que ellos denominan diezmos, ofrendas y primicias, y exigir igualdad
frente a la ley, pero privilegios ante la DIAN y otras instancias. Ayyy, si Francisco de
Asís y Martín Lutero hoy vivieran; y si el juicio de las naciones ya se iniciara, habría
llanto y crujir de dientes.

Ya la política no es del diablo, ya comen perros y gatos en el mismo plato; el milagro


del ubérrimo se está dando y la seguridad democrática entra por casa; la confianza
inversionista de la feligresía crece y la obra social se la dejan a Familias en Acción, a
Jóvenes Guardabosques, a los subsidios de vivienda y una que otra beca de mercaderes
de la educación, en síntesis defienden un Estado Asistencialista que perpetué su
dominio ideológico y les facilite vivir en la opulencia

*Abogado constitucionalista”

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