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Teoría y producción de subjetividad: ¿qué es una

caja de herramientas?

Autor:

Eduardo Álvarez Pedrosian

I. Herramientas para pensar y conocer

“...Una teoría es exactamente como una caja de


herramientas. Ninguna relación con el significante... Es preciso
que sirva, que funcione... Es... que la teoría no expresa, no
traduce, no aplica una práctica; es una práctica. Pero local y
regional... no totalizadora... La práctica es un conjunto de
conexiones de un punto teórico con otro, y la teoría un empalme
de una práctica con otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin
encontrar una especie de muro, y es precisa la práctica para
agujerearla...”1
Ni siquiera el theorós olímpico estuvo alguna vez absolutamente fuera.
Si bien no se trataba de un atleta, sí era partícipe en la medida en que era un
ocupante más de las tribunas. Si bien la filosofía como doctrina se sustentará
hasta nuestros días en la necesaria ruptura con lo dado, al igual que las
ciencias y las artes, ésta ruptura siempre es relativa, aunque se trate de una
ruptura y por tanto conlleve en algunos sentidos, en ciertos niveles, una
apertura radical, una distancia infinita.
Pero esta apertura de lo dado, producto como sabemos del asombro y el
extrañamiento consecuente, si bien van más allá de lo dado, no deja de ser
siempre una experiencia. Romper para crear y descubrir desde lo dado es un
tipo de experiencia, y como tal, siempre produce -más que presupone- un
sujeto. Éste sujeto cognoscente, no solo epistémico, si explora lo que está más
allá de lo evidente en su propio aparecer, no puede dejar de preguntarse por su
sentido, cuestionamiento abierto y por tanto impulso de su devenir. Podemos
romper con lo dado pero hay algo que no se puede romper, hasta la muerte, lo
impensable de un instante eterno. Se trata de la experiencia como instancia
activa-pasiva de la subjetividad, como el devenir hecho carne.
Todo artefacto, entre ellos las teorías, son productos y como tales han
sido el resultado de un proceso. El hecho de que se trate de resultados, no
quiere decir que no sean procesos. Las teorías se construyen gracias a
prácticas que las hacen posibles: ejercicios intuitivos, operaciones de
conjunciones y disyunciones, de síntesis y análisis, de descripción de
horizontes de comprensión, en definitiva de creación de un pensar y un

1 Foucault, M. Deleuze. «Los intelectuales y el poder», en Foucault, M. Microfísica del


poder, Planeta-Agostini, Barcelona, 1994 [1971], pp., 78-79.
conocer que se sostenga en sí mismo. De allí la tradicional concepción
trascendental del pensar y el conocer, como un no-fenómeno, como algo fuera
de la experiencia. Pero negando la existencia de una instancia ajena a la
experiencia no resolvemos el problema de la forma de concebir la teoría; pues
permanece la insistencia de ése algo más, más allá o más acá del producto, el
artefacto ideacional que se desprende del proceso inmanente, del devenir. Una
concepción materialista, buscaba según los jóvenes Marx y Engels desbaratar
la deplorable nube de especulaciones vacías de la tradición que los antecedía,
de aquél espíritu identificado con la idea.
Las teorías no por ello pierden alcance, poder de generalización, sino
que se comprende que el alcance, la generalización, es a su vez relativa,
depende de las circunstancias de cada coyuntura, de cada acontecimiento en
que se ponen en uso. Esta constatación más que desacreditar a la teoría la
ubica en su lugar, trata de vigilar y cuidar al producto creado y en lo posible a
los efectos que se buscan suscitar con su utilización. Por ello las teorías están
hechas de restos de experiencias inscritas, pulidas, pulverizadas, en algunos
casos simplemente encadenadas inductivamente, en otros actualizaciones de
consecuencias deductivas derivadas de tomas de decisiones a priori. Estos
restos, que operan de materia prima, son tomados para construir el artefacto
según otras teorías compuestas a su vez de otros restos. La dimensión meta
no hace otra cosa que volver a hacer plegar al sujeto cognoscente una vez
más, en procesos de implicación recurrente, proyectar el reflejo de una
conciencia envuelta en el dos-en-uno, pero este mecanismo es fundamental
para poder crear artefactos cognoscentes, para poder volver una y otra vez
hasta la saturación, plegándose y cambiando de perspectiva, proyectando
planos y entretejiendo un objeto. Si bien existe una instancia de comprensión
antes y después de las prácticas, que envuelven y parecen totalizar los
posibles caminos, tal cual operan para el primer Kuhn los paradigmas, además
de ello el proceso de investigación está abierto al descubrimiento más allá de
un único a priori fundante, sea una experiencia emblemática o una matriz
disciplinaria compartida por una comunidad.
La teoría no deja de ser experiencia, proceso de producción, a la vez
que es un producto, se desprende de ella y puede ser puesta en uso,
interpelada en otros campos de experiencia. Se trata de una doble condición,
que es la de todo artefacto, incluso y en especial del sujeto como producto:
estar en devenir, ni activo ni pasivo, barco que se recicla en altamar. Una vez la
teoría es traída a un campo de experiencia, es llamada por la emergencia de la
ruptura inmanente con lo dado, es descongelada (se interpretan sus
contenidos, se opera con sus formas), y sus componentes recobran una vida
que habían dejado en pausa. Una suerte de re-creación anima a la teoría, lo
que no debe confundirse con la re-cognición. Una composición teórica nos
ofrece un tratamiento que se ha hecho de algo, según una forma, un como.
Las teorías son práctica entre las prácticas; en este entre se condensan
y parecen perder su vitalidad, su condición de experiencia, para pasar a ser
formas desprendidas que a veces se reiteran, se repiten, otras se pierden. Este
desprendimiento de lo experiencial ha sido pensado en términos de una
abstracción, es decir, de un vaciamiento de contenidos por parte de una
búsqueda de las formas, las cuales por supuesto se esperan y desean
encontrar en lo real. Y cuando el pensamiento y el conocimiento son
desvinculados de la vida, de las urgencias de lo emergente en lo dado, a lo que
arribamos es a productos que presumen un alto grado de generalización, pero
que son vacíos con respecto a la dilucidación del sentido del acontecer.
«Dado que ninguna ciencia puede probar directamente sus propios
principios (Aristóteles), puesto que ninguna operación matemática nos dice lo
que la matemática es (Gödel, Heidegger) y porque ningún hacer explica
“desde” el hacer mismo, es pertinente la teoría. La teoría es el saber del
extrañamiento... ».2 El hacer mismo al que ser refiere la reflexión precedente, lo
considero como la trama de significaciones del estar siendo cotidiano. Y
explicar creo que se orienta hacia la fundamentación, hacia la argumentación.
La cuestión consiste en la doble condición de ser y no ser al a vez, de una
actividad inmanente que incluye procesos de desterritorialización, de
distanciamientos más lejos o más cerca de los realizados, según herramientas
conceptuales de la filosofía, las funciones establecidas desde las ciencias, los
perceptos que habilita el arte para el afecto y la afectividad. Lo que se pretende
con esta acción, es pasar de la trama de significaciones a la dimensión de los
sentidos, sentidos a los que siempre se accede indirectamente, que se
encuentran inmersos en procesos de semiosis ilimitadas, de movimientos de
regresión infinita. El theorós insistimos, no era un atleta, pero estaba en el
estadio olímpico, vivía y trabajaba para una polis de la cual no era su hijo, era
un extranjero entre los locales, un interviniente desplazado, en fuga.
Me parece más que sugerente la constatación de que, en variados
registros, se enuncien los peligros intrínsecos, el esfuerzo y la vigilancia del
pensar y el conocer. Y es quizás por este mismo hecho, por reconocer la
existencia de la propia anulación en el interior del pensar y el conocer, que se
nieguen o se tengan reticencias a los saberes polifónicos provenientes de la
multiplicidad de campos de experiencia a veces alejadísimos de los filosóficos,
científicos o artísticos.
Desde el punto de vista del pensamiento del afuera, la re-cognición no
es más que la versión anulada del pensamiento sobre sí mismo, su
desconexión con la vida, siguiendo la crítica de los valores de lo que es pensar
y conocer elaborada por Nietzsche, y que se amplía más allá de los límites de
lo posible de la crítica kantiana a la crítica de los valores, crítica aplicada a las
prácticas de valorización de las que derivan los valores en tanto formas de
vida.
Desde otra deriva intelectual, Feyerabend busca conceptualizar los
horrores de la tradición analítica a partir de la noción de estandarización. Los
estándares del pensar y el conocer no hacen más que anularlos, cortar el flujo
de investigación el cual, en tanto proceso, no puede arribar a una totalidad que
lo inhiba. Por eso el anarquismo es ubicado como la mejor ideología de la que
sostenerse para la actividad del pensar y el conocer, actividad de ruptura con lo
dado y aventura hacia lo radicalmente desconocido. Ya esto venía planteado
por el falsacionismo, Sir Karl buscó la justificación del conocimiento de un
sociedad “abierta” (neoliberal) en el ensayo-y-error en tanto metodología de
avance, sostenida en un impulso desde atrás hacia delante. No resultara fácil

2
Morales, J. R. Arquitectónica. Fac. Arquitectura y Constr., Univ. Biobío, Stgo. De
Chile, 1984 [1966], p. 151.
resolver el problema de la fuerza de la creencia, cuando toda actividad
gnoseológica se fundamenta en lo negativo, en la crítica como mecanismo
primero y último. Hay que creer en la crítica para poder llevarla a cabo, y esta
creencia previa es afirmación, no negación. Desde posiciones radicalmente
diferenciadas en tradiciones clásicas, se arriba a una gnoseología que
consideramos valora y busca una aproximación agnóstica del pensar y el
conocer, pensamiento y conocimiento que se sabe actividad, práctica, vida en
acto, movido por creencias entramadas en sistemas ideológicos de los cuales
es necesario partir, alcanzar la distancia que más se pueda, para volver con
novedades, con materiales del afuera, en forma de conceptos, functores,
perceptos, o nociones e imágenes desde la multiplicidad de saberes prácticos.
El agnosticismo frente a las ciencias y la filosofía debe ser acompañado de una
similar frente a estos saberes de variadas procedencias, poco formalizados y
profundamente vitales. La cuestión es mantener en alerta la vigilancia frente a
la totalización de alguna ideología, la ilusión –como dice Sartre- de inmanencia
absoluta, donde no es posible ningún saber. No salimos de ideologías, pero en
este caso no estaremos siendo guiados por aquellas que creen en la crítica y la
creación, sino por alguna de aquellas para las cuales lo dado es eterno e
incuestionable. Toda ideología tiene sus mitos, por tanto sus dogmatismos,
pero no es lo mismo un dogma que se fundamenta en el cuestionamiento de sí
mismo por parte de los sujetos, y aquellos en los que está prohibido hacerlo.
Creer en la crítica, ejercerla, buscar hacerlo y desarrollar una metodología para
ello, es una valorización, una creación de valores. Las herramientas por tanto,
no dejan de ser valores, pero en el sentido siempre de valorizaciones, de
prácticas que al entramarse van implicitando, van sintetizándose entre las
mismas, alcanzando esa elevación a la potencia de las prácticas entre las
prácticas. Si la filosofía en general puede entenderse como la actividad de la
coordinación de los valores, como lo plantea Piaget, la gnoseología es la
actividad de coordinación de los valores del pensar y el conocer. Pero
nuevamente, se tata de las valorizaciones, es decir de las prácticas de
valorización. Si estas valorizaciones tienden a ser absolutas, si no respetan la
existencia de la ruptura radical y el abismo consecuente, no hacemos más que
caer en la re-cognición, en la repetición de lo ya dado.
Esta coordinación, puede comprenderse mejor como composición, como
artefacto. Lo que merece atención es la noción que subyace a las de
coordinación y composición, que es más general, y es la de consistencia, la de
endo y exo consistencia, la necesidad de que de las prácticas se desprenda un
producto, un artefacto que se sostenga en sí mismo. Lo importante aquí es
tener en claro que no hay que salvarle la vida a las teorías, como decía Sir
Karl, sino someterlas a la más dura puesta en práctica en otros campos de
experiencia o más específicamente para la ciencia, de instancias de
experimentación. Es decir, que la consistencia de estos artefactos debe de
ponerse a prueba, y más aún, que es desde este experimentar desde donde se
las puede valorar. El carácter de alcance medio al que se arriba hasta de una
posición defensora del racionalismo como es la de Sir Karl, trata de dar cuenta
del hecho de que las teorías son inestables y frágiles, y no por defecto, sino por
virtud, ya que es otra forma de constatar el carácter vital que poseen, el hecho
de que como producto no dejan de ser un eslabón de cadenas de producción
más vastas. Por tanto el producto es componente de la creación de otros
productos, es herramienta. Una herramienta es un artefacto para producir otros
artefactos, no se agota en sí mismo, en su consumo, como sucede con otros
tipos de productos que sí son sólo de consumo inmediato. Igualmente se
agotan, se disuelven, se transforman a tal punto que se hacen irreconocibles,
se abandonan sin más por largos períodos de tiempo para luego quizás ser
retomadas, etcétera. Dentro de una caja existen coordinaciones, pero también
saltos discontinuos, relaciones que no son sólo coordinaciones, sino
composiciones más complejas que incluyen ambigüedades y contradicciones,
herramientas para tal y cual uso, que en ciertos campos de experiencia nos
derivan a otras instancias para las cuales no contamos con herramientas, y allí
se renueva la actividad creativa de las mismas, o no somos capaces de ello y
paramos allí.
Pero si las teorías en general deben entenderse como herramientas,
como tecnologías aplicadas a estrategias de indagación, y más allá de la
diferencia clara de pretensiones y efectos deseados: ¿qué las diferencia de un
conjunto de normas, de una serie de procedimientos estándares? La propia
constitución del artefacto está determinada por su utilidad, en un encuentro del
que se desprende el producto. Pero si queremos hacer el esfuerzo por concebir
ese adentro que no deja de ser afuera, nos dejamos absorber dentro de una
teoría, tratando de ver a través de las perspectivas que habilita, utilizar las
herramientas que nos pone a disposición, la endo-consistencia no es del
mismo tipo que en los otros casos, el de normas o instrumentos en el sentido
neutralista.
Al anarquismo epistemológico se le puede acusar de grandes
imprecisiones y lagunas importantes, pero en otros aspectos ha constituido un
esclarecimiento de estas constataciones a las que hacemos referencia. Las
teorías en tanto cajas de herramientas, aparecen desde este registro como
recetas, pequeñas historias, anécdotas, pasos a seguir para casos específicos,
compuesto de experiencias articuladas y desarticuladas por inducciones y
contra-inducciones, rodeadas de una contextualización densa en términos de
descripción de una coyuntura. Por tanto ese adentro que constituye una teoría
científica no sería formalmente una lista de principios generales de aplicación,
ni un repertorio de experiencias abstraídas en normas de regularidades.
Estamos entre cuentos y anécdotas, entre experiencias articuladas por síntesis
que en vez de vaciar de coyuntura a la teoría utiliza estos materiales
inmanentes para levantar el artefacto cognoscente. La casuística, que sería el
carácter de este tipo de producto, no surge como imposibilidad, sino que
emerge como trama de la inmanencia de un campo de experiencias, para
trascender el caso, pero siempre desde el caso y hacia otros casos. Con los
estoicos, dice Deleuze, lo profundo está en la superficie; las causas y los
efectos conviven en dimensiones diferentes de intempestivas articulaciones. Y
si enfocamos la actividad intelectual en un sentido inverso a como se lo viene
haciendo desde la falsa oposición entre racionalismo e irracionalismo, Foucault
intenta pensar y conocer no buscando, sino fugando de lo universal. La
universalidad pasa de ser meta y objetivo del proceso investigativo a ser el a
priori, aquello con lo que se elabora en tanto materia prima y aquello que hay
que romper, transformar para elaborar, crear a partir de experiencias que no
son automáticamente esperables en los campos específicos pero que se dan
cita en ellos. Se trata de trabajar con el sentido del acontecimiento, que es el
hecho en sí de su acontecer. Herramientas para la práctica, tecnologías para
prácticas estratégicas de romper con lo dado, de movilizar el franqueamiento
posible hacia otros sentidos y valores.
En el lenguaje foucaultiano, esta caja de herramientas pasa también a
llamarse tecnologías, las cuales se aplican y se producen desde las
estrategias, en tanto emergencias de sentidos y valores, necesariamente desde
y contra lo que históricamente sea impuesto como presunta condición de im-
posibilidad.
Ahora bien, estos compuestos cognoscentes de conceptos y relaciones
científicas, así como de perceptos estéticos, si bien son herramientas, relatos y
consignas de uso, anécdotas, descripciones densas de profundos casos en
generalizaciones múltiples, no son solo forma, ya son algo más. Creo en este
sentido, que si bien no todo proceso cognoscente debe regirse por los mismos
ejercicios, ni buscar las mismas finalidades, para hacer de las teorías cajas de
herramientas es necesario desarrollar una relación de implicancia, en la forma
en que una función primera ya está inexorablemente compuesta de una función
derivada, y de una segunda.

II. Teoría / Método / Técnica

Los límites y las relaciones entre teoría, método y técnica, ámbitos


clásicos de la investigación, siguen siendo fuente de controversias entre
distintas posturas entre las cuales, no cabe dudas, ya no hay lugar para el
instrumentalismo. Cuando reflexionamos sobre las técnicas de investigación
que utilizamos para conocer, lo hacemos buscando un mayor desarrollo de las
mismas, pero sin caer en el mito de la técnica que, como todo mito, otorga
valores absolutos. Junto a esta concepción para la cual el conocimiento es sólo
cuestión de contar con los instrumentos adecuados, viene aparejada una visión
escolástica del mismo, la cual se plantea las dimensiones derivadas unas de
otras como si fueran diferentes dominios jerárquicamente organizados, desde
la teoría en las alturas hasta las técnicas en lo más bajo. Por el contrario, las
instancias teórica, metodológica, y técnica, se encuentran a nuestro entender
en una relación que podríamos visualizar gracias a los matemas del cálculo
diferencial. Como funciones, unas se encuentran implicadas en las otras y
conformando series de repliegues sucesivos, en relaciones de derivación
mutua. Una función compuesta por elementos variables y constantes, barre un
plano infinito, relaciona intrínsecamente posiciones infinitas pero dentro de una
variabilidad constante. A su vez, la derivada primera de dicha función nos dice
cuándo crece y decrece la función principal, mientras la derivada de la
derivada, la derivad segunda, nos marca el tipo de concavidad de la función
principal, con lo cual combinándolas podemos saber en qué puntos la función
crece, hacia qué dirección, dónde cambia de concavidad, hacia dónde tiende al
infinito, cuál es su dominio.
Claro está que no se trata de extrapolar este modelo a otro campo, sino
que se trata de pensar tomando como referencia al matema, es decir, a lo que
las matemáticas tienen para plantarle al pensamiento, en este caso, en la
vinculación entre teoría, método y técnica. Es evidente que la investigación de
la subjetividad orientada hacia las ciencias, no puede plantearse como
actuando en un plano isótopo, ni puede contar con la definición axiomática de
las variables y las constantes. Pero de cualquier forma, creo que las
investigaciones de Leibniz pueden ser de gran utilidad para concebir el
problema que aquí nos ocupa. Pues, ¿qué nos quieren decir más acá en el
tiempo Deleuze y Foucault cuando en diálogo afirman que la teoría es una
«caja de herramientas»? ¿Qué significa que la técnica es un instrumental
siempre condicionado por una teoría desde la cual se la concibe, valora y
utiliza? Las tres instancias no se disuelven en una misma dimensión, ni se
encuentran escindidas de tal modo que la naturaleza de cada una sea
independiente de la de las demás. En nuestro caso, la investigación e
intervención desde las ciencias humanas, el movimiento de implicación
sucesivo al que hacíamos referencia, los repliegues recurrentes, no se dan
sobre una misma materia, ni con elementos pertenecientes a un mismo
conjunto: la envoltura que constituye el contenido y la forma, el algo y el cómo,
está plagada de grietas, de agujeros, de la adición y sustracción de materiales
de diversa procedencia. Pero existe una tendencia en el movimiento
investigativo, la actividad exploratoria y productora de subjetividad: es de
derivación. No es el único movimiento y el único estilo, pero sí está presente en
tanto lo que tratemos de lograr sea una labor reflexiva entre las vivencias,
cuando nos planteamos una investigación sobre un caso particular y tratamos
de aplicar una metodología que nos permita construir conocimiento a partir del
mismo, y hacemos para ello uso de técnicas específicas de investigación. Esto
no ocurre siempre así y considero que muchas investigaciones caen en los
vicios del mito de la técnica, o por el contrario, adolecen de una abstracción en
relación al campo de experiencia que no posibilita la producción de
conocimiento, que debe ser a la vez teórico, metodológico y técnico.
Necesitamos de una teoría del método que nos permita calibrar, perfeccionar y
crear nuevos instrumentos en el momento mismo en que los aplicamos en una
investigación. Necesitamos vigilar crítica y creativamente nuestras propias
técnicas en tanto aparatos cognoscentes cristalizados en una serie de pautas
de referencia. Sería de una gran ingenuidad, y de un gran desperdicio de
trabajo, si en una investigación particular no pudiéramos desarrollar una
investigación metodológica derivada de la anterior, y otra técnica; pues
estamos aprendiendo tanto de los fenómenos que estudiamos como de la
manera en que aprendemos de los mismos, y así sucesivamente.
Aprender sobre las técnicas siempre es aprender sobre fenómenos
vitales de existencia, y éstos, que han sido afectados por tal o cual herramienta
conceptual, marcarán a su vez la aparición de una nueva técnica de
investigación, quizá de nuevos abordajes metodológicos. Como se sabe, uno
de los nudos problemáticos desde que la filosofía de la ciencia tiene existencia
ha sido la relación entre teoría y práctica. En otro lugar,3 he tratado de plantear
ciertas consideraciones al respecto, fundamentando una concepción de la
teoría como práctica entre las prácticas, que toma de referencia y desde la que
se expresa, o de campo de extracción y construcción de su objeto. Allí
intentaba superar, como tantos y tantas veces, las dicotomías que encierran el
empirismo y el racionalismo en sus concepciones tanto metafísicas como
metodológicas. En esta ocasión se trata de profundizar sobre un aspecto de

3
«Pensar las teorías entre las prácticas», en Hacer ciencias humanas. Ensayos
epistemológicos. Depto. de Publ. FHCE, UdelaR, Montevideo, 2005.
esta relación, para la cual creemos poder establecer ciertos principios útiles
concernientes a las vinculaciones entre las esferas cognoscentes de la técnica,
la metodología y la teoría, donde las prácticas no científicas ingresan tanto
desde las instancias de campo o intervención (en lo que es la aplicación de una
técnica en el marco de una metodología) y asciende potencialmente hasta la
transformación de una teoría en mayor o menor grado, y donde también están
presentes en cristalizaciones constitutivas por acontecimientos pasados que en
el proceso van convirtiéndose en ciertos principios tomados más o menos
como ciertos, veraces, confiables. Si en aquél ensayo partíamos de la idea de
una teoría como práctica entre las prácticas, práctica más pero a su vez de
segundo grado, que fundamenta en tanto articula, liga diferentes planos de
inmanencia, acontecimientos y campos de acontecimientos, aquí reconocemos
que es necesario dedicarse al movimiento de derivación y a lo que ello implica,
en definitiva, la concepción de la teoría como caja de herramientas.
Volviendo al matema del cálculo diferencial, si la derivada segunda de
una función manifiesta la concavidad de la curva en el plano en que varía
constantemente, las características de la puesta en uso de una técnica de
investigación en el campo corresponden a ese gesto de constitución de un área
infinita y a la vez determinada por ciertos límites a los que se tiende. La
implementación de la técnica producirá en la experiencia de campo y en la
intervención en general un entorno de existencia, un mundo de referencia,
determinado por tangentes que a veces cortan en un solo punto, otras
corresponden a la dirección hacia la cual infinitamente se tiende sin nunca
llegar. Los puntos de inflexión, los cambios de concavidad, las curvaturas,
están pautadas por la derivada segunda. De esta forma una teoría está
constituida por estos entornos de existencia, mundos de referencia, en modos
reales y posibles, que intrínsecamente constituyen su composición de nociones
y conceptos, marca sus inflexiones, todo lo cual podemos conocer si nos
acercamos desde este punto de vista a las técnicas.
Podremos profundizar en nuestro análisis sobre cómo es que
conocemos, sobre las potencialidades y alcances de nuestros saberes, gracias
a una reflexión más, derivada de la temática de estudio, que tiene por objeto la
temática del abordaje de la temática de estudio. Con ello, es posible afinar
hasta donde sea necesario y se pueda, la determinación del deslinde en el
análisis contratransferencial y comprender la situación objetiva-subjetiva que se
instala en cada acontecimiento; hacer conscientes los tres grados de vigilancia
epistemológica.4 Es claro que no es sencillo superar la dicotomía entre el
conocimiento puro y aplicado, el divorcio entre el pensamiento especulativo y la

4
«La vigilancia de primer grado, como espera de lo esperado o aun como atención a lo
inesperado, es una actitud del espíritu empirista. La vigilancia del segundo grado supone la
explicitación de los métodos y la vigilancia metódica indispensable para la aplicación metódica
de los métodos; en este nivel se implanta el control mutuo del racionalismo y el empirismo
mediante el ejercicio de un racionalismo aplicado que es la condición de la explicitación de las
relaciones adecuadas entre la teoría y la experiencia. Con la vigilancia del tercer grado aparece
la interrogación propiamente epistemológica, la única capaz de romper con el “absoluto del
método” como sistema de las “censuras de la Razón”, y con los falsos absolutos de la cultura
tradicional que puede seguir actuando en la vigilancia de segundo grado...». Bourdieu, P. et.
alt., prólogo al fragmento de El racionalismo aplicado de G. Bachelard reproducido en El oficio
del sociólogo. Presupuestos epistemológicos. Siglo XXI, México, 1991 [1973], pág. 121.
tecnología que ha estructurado la cultura tradicional en Occidente. Pero allí
radica el desafío: en los términos de Bachelard, en alcanzar una lógica del
descubrimiento gracias a un aprendizaje alimentado por el error; en los
términos de Feyerabend, en alcanzar una epistemología anarquista en tanto
lógica del error en la cual todo camino sirva a la investigación gracias a una
subversión permanente ante los estándares de la razón.
Agarremos una herramientas de nuestra caja. Tomaremos el caso de
una técnica de investigación, la conocida como árbol genealógico, inserta
dentro de una metodología de corte clínico, que comporta a su vez una teoría
de la subjetividad socio-histórica. Tomaremos el caso de esta técnica tomando
como base la experiencia de su aplicación en el campo, en el contexto de una
investigación en la que he participado, sobre la temática de los impactos en la
subjetividad provocados por el desempleo en el Uruguay del 2002.5 De lo que
trataremos aquí es de cómo se presenta, por parte del investigador, una
técnica en el campo, y más que nada, de cómo abordar el auto-análisis de
dicha presentación, puesta en práctica, aparición en escena y disposición en
juego, análisis necesario para calibrar los alcances del conocimiento allí y así,
coyunturalmente, generado. Tomamos el caso del árbol genealógico por la
combinación que comporta en su coherencia interna o endo-consistencia entre
las pautas duras que prescribe y la apertura de posibilidades que instaura; es
decir, por ser una técnica de investigación riquísima en sus utilizaciones, en lo
que nos permite conocer, dimensiones problemáticas y accesos a la
subjetividad, en tanto requiere de todo un tratamiento la forma en que se
dispone de sus pautas establecidas claramente por una serie de preceptos que
requieren una estricta vigilancia.
La actitud de campo en tanto situación inmanente vivida por las
subjetividades involucradas al objeto, sea el investigador, los sujetos
entrevistados, también ha sido tratada en otra ocasión.6 Allí se la trató de
abordar de la única manera que es posible, desde la reflexión a partir de la
experiencia de campo. Antes de la presentación, la puesta en uso de cualquier
técnica en una instancia de experimentación, que es a la vez de
descubrimiento y contrastación, se debe configurar un complejo emocional que
podemos denominar crítica comprensiva o comprensión crítica. En aquella
oportunidad se abordó un constructivismo del objeto a partir de una ética de
campo, para la cual todo supuesto emergido desde los saberes prácticos,
cotidianos, hechos presentes en la instancia de experimentación eran objeto de
un manejo crítico por parte del sujeto investigador para el cual, la necesidad de
efectuar una ruptura con el sentido común existente es trasladada a los otros
sujetos involucrados con y en el objeto de la investigación, determinados
modos y fenómenos de subjetivación. Pero el problema de la vinculación de
este entorno afectivo de diálogo permisivo e impertinente a la vez, con la
utilización de instrumentales metodológicos precisos y las repercusiones
teóricas que conlleva su puesta en práctica gracias a las modificaciones

5
Impactos del desempleo. Transformaciones en la subjetividad. Financiada por CSIC –
Psicología, UdelaR, coordinada por A. M. Araújo, editada por Argos, Montevideo, 2003.
6
«La escucha activa en la comprensión crítica», en Hacer ciencias humanas. Ensayos
epistemológicos. Depto. de Publ. FHCE, UdelaR, Montevideo, 2005.
necesariamente surgidas de las subjetividades dispuestas en dicho marco de
exploración compartida, no habían sido planteadas.

III. El uso de una herramienta (el pensar como acontecimiento)

«La tarea más ardua necesita de la mano más ligera, o su


realización no conducirá a la libertad sino a una tiranía mucho
peor que la remplaza».7
Como decíamos antes con otras palabras, en el caso de las ciencias
humanas el conocimiento se encuentra siempre en la necesidad de auto-
fundamentarse a cada paso. En este sentido, siguiendo con el desarrollo del
matema del cálculo diferencial, no podemos tomar un plano neutro dentro del
tienen existencia los fenómenos, los acontecimientos, los seres que tomamos
de referencia para producir conocimiento. El propio universo existencial dentro
del cual se establecen las relaciones entre variables y constantes es producido
en el momento, coyunturalmente, y comporta distintos órdenes. Como
decíamos antes, esto no nos imposibilita a comprender que en cada universo
existencial instaurado por un investigador y los sujetos involucrados en los
modos y fenómenos de subjetivación en cuestión se instaure una maquinaria
cognoscente de implicancias mutuas o derivaciones entre teoría, método y
técnica, máquina que opera en la forma de tres registros sucesivamente
implícitos, y que la forma en que se dan estas implicaciones son tan
particulares como el fenómeno tomado como objeto en primer grado.
Consigna resultante, o pauta puesta en juego, es como podemos
conceptualizar a la acción inicial que encuadra al sujeto entrevistado según la
utilización de técnicas como las de construcción del árbol genealógico, donde
le ponemos a disposición las herramientas para que él las utilice. La consigna
es un a priori de la técnica, que es sin dudas un encuadre, una limitación. La
cuestión es que no es necesariamente -y no tendría que serlo- una imposición,
sino una invitación, una entrega de herramientas que le permiten al sujeto
realizar cosas que nunca ha realizado, hacerse cosas, mirarse a sí mismo con
la apertura y el desencadenamiento de procesos subjetivos que ello conlleva.
Pues ante todo es el propio sujeto el que crea, en la interacción con el
investigador sin lugar a dudas, las condiciones que le permiten decir y hacer lo
que dice y hace. El punto de deslinde está allí en donde el sujeto al que se le
presentan las técnicas comienza a hacer con ellas lo que quiere, es decir,
cuando comienza a variarlas, transformarlas, a inventar diferentes posibilidades
que se ajustan a sus requerimientos, cuando él mismo se convierte en
investigador de su propia subjetividad y por ende operador de las herramientas
que utiliza en dicha actividad. Como en la experiencia lúdica más tradicional de
la infancia en Occidente, cuando se da a conocer un juego, se describen sus
reglas, el otro pasa un umbral cuando adopta las consignas de tal forma que
las modifica sin modificarlas, hasta que se llega a inventar otro juego.

7
Feyerabend, P. «Cómo defender a la sociedad contra la ciencia»», en Hacking, I.
Revoluciones científicas, FCE, México, 1985 [para el artículo 1975], p. 314.
La consigna metodológica es un a priori, pero es un a priori inmanente,
esto es, situacional, contingente. Existe un componente previo, así como una
realización, una puesta en práctica. El resultado no es por tanto una norma, no
se trata de una condición invariante, todo lo contrario. Se trata de un modo de
operar, una forma de movimiento investigativo que contiene supuestos de
arranque –las pautas–, con la única finalidad de promover el movimiento en la
diferencia, en lo nuevo a conocer. La norma conlleva castigos y separa el
mundo en dos, una pauta metodológica de investigación es por el contrario una
apuesta hacia la transformación de lo conocido por la incorporación de lo
desconocido. Por tal motivo es inmanente, por tal motivo es la puesta en juego
de estrategias de apertura y no de justificación; la distinción entre el
descubrimiento y la justificación viene dada después, retrospectivamente, a
posteriori.
En este sentido en cada caso, en cada investigación, podemos analizar
por un lado la dinámica de transformación de los supuestos básicos de los que
partimos y las certezas que en determinados momentos del proceso se van
estableciendo, para volver a cambiarlas. Y eso es muy visible en el momento
de la presentación de las pautas de una técnica en el trabajo de campo, entre a
los sujetos, y es en definitiva esa interacción, lo que el investigador allí afirme,
con su discurso y con todo aquello que sirva de vehículo de transmisión, lo que
marcará la pauta efectiva, la real, que le otorga al sujeto herramientas
concretas así como una noción de los objetivos perseguidos, necesariamente
difusos al principio. Por eso es interesante contar con el discurso a primera
mano de lo que fue la presentación de determinada técnica de investigación
frente a los sujetos que intervienen en la misma, un punteo primordial de
pautas tan sólo representa la prehistoria de un trabajo de campo, mientras que
una transcripción de la negociación mutua de las pautas puestas en juego en la
interacción constituye un insumo invalorable para la producción de
conocimiento.

Única pauta gráfica de este caso, contra el borde inferior de la cartulina.


«El interviniente está atrapado entre la ética por una lado y el fantasma
por el otro, pero de una manera paradójica. De un cierto modo quiere ayudar a
las personas y grupos a desarrollarse y a adquirir una cierta autonomía. Debe
situarse no en la plenitud sino al contrario, en una especie de lugar vacío, es
decir en un lugar que permite a los otros hablar y actuar y no un lugar donde se
colma al otro de su saber y de sus proyectos. Podemos decir que de una cierta
manera el interviniente puede adoptar un rol de padre protector. Precisemos
este término para que no sea ambiguo: el padre protector es aquél que accede
a ser desposeído del mínimo de poder que pueda tener, para que los otros
accedan a su lugar y a su situación de poder...».8
Una de las consignas a lo largo de todo el trabajo de campo de la
investigación que aquí hacemos referencia, fue la de que el sujeto se exprese
por sí mismo lo más posible. Para que esto se potenciara, y en el marco
siempre de la interacción cara a cara, hicimos uso de soportes gráficos
concretos. Cada sujeto pues se enfrentaba ante cartulinas de metro y medio
cuadrado de superficie, un fibrón, y lo que aquí tratamos, frente a ciertas
nociones y pautas planteadas desde el investigador, basado en supuestos
previos, pero emanadas en la propia situación. De allí en más, el rol del
investigador trató de ser lo menos coercitivo posible. En lo que denominamos
árbol genealógico, primera propuesta de trabajo concreta en cada estudio de
caso realizado, se nos plantearon los problemas de toda primera incursión, de
todo comienzo de investigación. En este sentido, hemos hecho uso de esta
herramienta como puntapié inicial por lo que connota en cualquier interacción
humana la puesta en evidencia de la historia efectiva y afectiva de los lazos
más internalizados de la subjetividad humana.
Después de dibujar y narrar, después de compartir conflictos y certezas
que hacen a los sustentos más íntimos, la relación con los sujetos está
encaminada. Quizás, en muchos casos, las relaciones de nuestros sujetos
investigados con sus amigos o compañeros cotidianos de todo tipo, jamás han
pasado por una explicitación de ésta índole, ni siquiera a veces han contado
con la oportunidad de intercambiar este tipo de información en torno a los
antepasados directos, a la descendencia, a las alianzas. En cada caso, luego
de realizada esta entrevista, el conocimiento que me liga a cada uno posee tal
cualidad, que sin lugar a dudas se abre un ámbito donde la sinceridad cobra su
carácter, donde lo más íntimo es movilizado, donde la contratransferencia
encuentra sus primeros cauces, donde la relación intersubjetiva, los
compromisos y aspiraciones mutuas pueden plantearse.
Pero inevitablemente todo esto es posible en tanto se trabaje
conscientemente la intromisión, inevitable, que representa el acceso, la
presentación, la aparición con demandas nuevas en la vida de alguien. El
poder cobra formas particulares que hay que atender minuciosamente. Como
siempre, cuando no se trata de una demanda directa, cuando somos quienes
investigamos los que nos presentamos ante los sujetos por primera vez, el
poder, y más aún, el deseo, viene dispuesto de una manera asimétrica que hay
que modificar para que sea posible el conocimiento.
El poder no es negativo en su naturaleza, eso lo ha dejado muy claro
Foucault, la cuestión es cómo se distribuye o no, cómo se concentra, qué se
hace con él, pues siempre se trata de poder hacer. Tocamos la puerta, nos
presentamos, y luego tratamos de ser considerados como huéspedes cuando a
la vez venimos a remover todo, hacer el mayor esfuerzo posible por no
imponernos en aquello que queremos que se nos entregue. Y aquello, es la
composición de un sujeto social, una forma de vida humana que necesitamos
explorar, tan solo posible poniendo un juego a la auto-exploración, lo que ya

8
Enriquez, E. «Fronteras Disciplinarias: Ruptura, interacción, multiplicidad», en AA. VV. 1er
Encuentro Nacional de Sociología Clínica, Montevideo,1996, p.19.
sabemos conlleva una re- composición, una alteración, en parte consciente, y
más que nada frente a novedades insospechadas emanadas de lo
inconsciente.
La consigna resultante es un discurso producido, que no se reduce a la
instancia del acceso, siempre estaremos accediendo sin cesar. Pero es en este
discurso donde sí se enuncia de una manera explícita y por vez primera cuál es
la propuesta a llevar a cabo y ya emprendida en tanto se la está planteando.
Por la fuerza elocucionaria que esto implica, es un hito en la interacción sui
géneris. La consigna resultante será entonces útil para conocer, pues marca la
clave —lo que supera la racionalidad y corresponde al clima emocional
comprensivo—, clave para sí interpretar el discurso de la entrevista, los tonos
que van variando de allí en más. En este sentido hemos tratado de plantear las
pautas haciendo uso de la intuición, dejándonos llevar por lo que en los
primeros instantes de una interacción nos mueve en el acto, en medio de las
tensiones ya presentes en el sujeto, ya presentes en nosotros y apostando a
las resultantes futuras.
Mientras Nacho, pintor y sindicalista de cincuenta y cuatro años de edad,
iba contándome sobre la situación de despido por la que había pasado y en
una charla abierta nos íbamos presentando, fui sacando la cartulina y
extendiéndola frente a él. Seguimos charlando unos minutos más, sobre su
situación actual, tanto laboral como familiar, tratando de tomar elementos para
lanzarme intuitivamente con la técnica del árbol genealógico. Emergen
contenidos por doquier, sentidos y sin-sentidos en asociaciones múltiples
(semejanzas, oposiciones, metáforas, y lo particular que se acentúa) van
componiendo la instancia mutua.
Nacho me contaba que en lo personal, estaba muy acostumbrado a
tener una dinámica de viaje entre Mercedes, su lugar natal, y Montevideo, que
siempre lo atrajo por las actividades, la sensación de movimiento y diversidad
de la ciudad. De grande volvió a Mercedes, pero era muy difícil para él vivir
nuevamente allí. Por fin decidieron, con su primer mujer, casarse y vivir en la
capital del país, muy jóvenes, con dieciséis años...

E: _ Va, si querés podemos arrancar con eso. Esto que estábamos charlando
ahora era medio general pa’ conocernos.
N: _ Cómo no.
E: _ Yo hoy te quería proponer una cosa que está muy buena, y se llama,
viste, el árbol genealógico (mirando la cartulina y lentamente plegándola y
colocándola a su disposición)...
N: _ El árbol genealógico (afirmativamente).
E: _ Yo te traje acá una cartulina...
N: _ Sí, como no...
E: _ Para que la uses toda viste... Y la idea es esta: si vos podés irme
contando, ahí va, todas las ramas de tu familia viste...
N: _ Claro.
E: _ ... partiendo de vos...
N: _ hacia arriba, hacia abajo...
E: _ hacia arriba y hacia abajo, hacia todos lados. Y marcando, más que
nada, de cada una de las personas —todo lo que vos quieras— pero, viste,
enfocado bien a lo laboral digamos. A qué se dedicaban...
N: _ Ahí va.
E: _ ... en qué oficio estaban viste, de dónde venían.
N: _ Bueno.
E: _ La nomenclatura mínima, viste, los signos con los que ... (dibujando) el
hombre es un triangulito... la mujer es un circulito; éstos si están casados están
así viste (dibujando), y después de acá salen los hijos viste (dibujando)... que
son todos los hermanos.
N: _ Ahí va.
E: _ Y empezás contigo, que sos... (rellenando) un triángulo eh (risa)...
N: _ Un triángulo.
E: _ Ta. En un lugar de acá (haciendo referencia a toda la superficie), en
donde quieras, y sacás flechas para donde se te antoje, y hacelo como te
parezca.

Primero nos percatamos de cómo emergió la consigna, los enlaces,


tanto como los cortes discursivos que la dinámica del diálogo engendró en
particular. En este caso, frente a la aparición de la retrospección, cuando
Nacho hizo referencia a su juventud por primera vez de una forma que evalué
sugestiva para sí mismo, cuando intuí que su discurso sobre su genealogía
comenzaba a andar, las riendas de su memoria ya estaban en sus manos,
puse en la mesa las pautas del juego, la serie de pautas que exige la aplicación
de la técnica del árbol genealógico. Luego, desde un primer vistazo, también
nos percatamos de que la consigna se trata también de un diálogo, producido
entre los involucrados, que no es una afirmación unilateral y de una vez por
todas, sino que la consigna desde el principio se teje en lo existente, con la
participación también (y ello abre el proceso de adaptación del artefacto
técnico) del sujeto que la va a utilizar para decir algo con ella. En este caso, las
intervenciones de Nacho fueron casi por completo afirmaciones sobre
afirmaciones, constataciones digamos, repeticiones en ciertos momentos.
También a simple vista nos percatamos de que existe un final, no de la puesta
en evidencia de pautas por parte del investigador, que como dijimos ocurre
hasta el final de todo el trabajo de campo, pero sí de la explicitación de las
consignas de arranque, el a priori puesto en juego en tanto conjunto de pautas
de aplicación. Luego, ya se juega, con reglas móviles, pero sin parar de jugar
hasta el final.
Hilando más fino, veamos cuáles fueron las pautas resultantes. Se trata
esencialmente de establecer el punto de vista de la técnica, el cómo particular
que da cuenta de determinada manera del algo9 que deseamos aprehender, en
este caso del árbol genealógico: relaciones, vínculos intersubjetivos, de filiación
y de alianza, es decir, relaciones de herencia y de afinidad, afectos que vienen
dados desde el nacimiento y afectos que poseen un momento de aparición, un
antes vivido por el propio sujeto, y a veces un después. La elección, la
disposición, la causalidad en las relaciones no es propiedad de una u otra
variante, se entrecruzan y cambian de naturaleza, aunque más allá de todo
devenir, lo que viene dado, “arriba” del sujeto, ha trascendido ya antes del
nacimiento, mientras que hacia “abajo”, se manifiesta la participación activa en
la propia vida del sí-mismo. Evidentemente, los ancestros y descendientes, así
como los vinculados horizontalmente, son concebidos subjetivamente, eso no
es lo que aquí está en juego. Lo que está en juego son las diferentes
presencias del sujeto en su propia historia de vida, y en este sentido, las
relaciones que le precedieron son distintas a las relaciones en las que él mismo
fue el actor, fue el decidor de su destino, de una manera u otra, sin escapatoria,
donde el sujeto ha tenido que hacerse cargo él mismo frente a las condiciones
objetivas, externas, que afectan necesariamente su vida; antes, no había
nacido.
Otra pauta clara, es la diferenciación de géneros, mujer y varón, pauta
genérica como todas, pero una de las más difíciles de modificar, pues articula
en la sexualidad lo biológico con lo cultural. Ni siquiera en el caso de un
subjetividad decididamente homosexual ésta consigna puede ser modificada,
tan sólo lo es en el caso en que la entidad biológica lo sea, mediante
intervenciones quirúrgicas, gestaciones unilaterales del estilo de la
inseminación artificial o de la alarmante clonación, y en ciertos casos naturales,
que también los hay, en los cuales se trascienda esta diferenciación dual;

9
«La situación del pensar culto y del pensar popular parecieran simétricamente
invertidas. Si en el pensar culto predomina lo técnico, en el pensar popular éste pasa a
segundo plano y en cambio predomina lo semántico. En suma, si en los sectores populares se
dice algo, en el sector culto se dice cómo. Esto no implica una división sino más bien una falsa
elección de dos elementos que se correlacionan. Es natural que haya correlativamente un algo
y un cómo en el decir, pero no es natural que ambos se distancien y se sobrevalore el cómo
sobre el algo. Volviendo al filosofar, el problema intrínseco de esta actividad no es de mera
técnica, o sea de cómo, sino también de un algo que se constituye...». Kush, R. Geocultura del
hombre americano, F. G. Cambeiro, Buenos Aires, 1976, Cap 1. El miedo de ser nosotros
mismos, p. 22.
casos de andróginos, de una forma humana que ha sido ocultada casi
universalmente por todas las culturas.10 La cuestión es que, en los términos de
las consignas resultantes en la utilización de una técnica de investigación
humana sobre lo humano, la dualidad genérica mujer—hombre es de las más
rígidas, apriorísticamente directrices casi sin excepción en este momento del
proceso de hominización, aunque hay que tener presente su posible
transformación, extrañarse de ella.
Ahora, yendo de lo duro a lo blando, veamos los ámbitos de apertura, las
pautas más abiertas, las más contingentes, las más posibles de ser
replanteadas por el caso. Es el margen frente a lo desconocido, o mejor aún,
las pistas, tanto en el sentido de despegue como de intuición, tanto en el
sentido de impulso hacia lo diferente, nuevo, y particular como de herramientas
o método para movilizarse junto y gracias al impulso. En este caso, vemos
claramente que las pautas se desdibujan necesariamente en lo que
concerniente al holograma, al cartografiado, a la composición de las relaciones
intersubjetivas. Pues allí el sujeto tiene necesariamente que tener toda la
libertad posible, para cruzar, ir y volver, sacar hijos como racimos, superponer
distintas parejas, enganchar donde le plazca, no seguir en lo más mínimo
ningún tipo de esquema. Y aunque la pauta del género y de los tipos de
relación de alianza y filiación son duras como hemos visto, la flexibilidad,
justamente la singularidad en cada historia de vida de la composición de las
redes relacionales, la urdimbre de una vida humana, es siempre plástica,
siempre posee una composición única, por lo cual, podemos estar
mínimamente tranquilos como investigadores de que dicha singularidad no se
pierde entre el género, la alianza y la filiación; por el contrario, se hace evidente
con ellos. En este caso podemos ver hasta curvaturas, ni que hablar de las
ausencias, como suele suceder con una de las ramas ancestrales cuando se
trata de sujetos como yo en los cuales ha sido la familia de uno de los
progenitores la que ha influido profundamente en el enraizamiento subjetivo.
Necesariamente en fin, no existe simetría de ningún tipo, ni central ni axial,
tampoco constantes de rotación, ni una unidad básica de traslación. También,
debemos tener en cuenta siempre que cuando se concibe a cada sujeto, sea
como en este caso en el dibujo de un árbol genealógico, o de cualquier otra
manera, además de ser un entrecruzamiento de redes, una terminal, es
también un agujero negro, no posee fondo, es una apertura al infinito, lo que le
otorga una cualidad que trasciende la mera resultante algebraica. En lo que
nos concierne de nuestro análisis de la técnica, esto se traduce como la
existencia en cada sujeto representado en una genealogía por otro, en algo
infinitamente más que un simple punto de entrecruzamiento, se trata de puertas

10
En «El sentido común como sistema cultural», Geertz toma como ejemplo el caso de
los andrógenos en distintas culturas. No es casual que sea un ejemplo del llamado “sentido
común”, justamente, la dualidad de género al ser dura, biológica en el sentido antropológico, se
instala en lo más profundo del imaginario cultural, y es entendible su presencia en la técnica del
árbol genealógico como pauta fuerte ante la subjetividad investigada, donde más que
coaccionar o velar conocimiento se establece un piso común, un plano compartido entre el
investigador y el sujeto en lo que concierne a lo común del sentido otorgado. Como decíamos,
esta pauta cultural, que se repite idénticamente en la pauta científica, se haya inserta en el
horizonte de nuestra especie, pero la posibilidad de lo otro a la dualidad de género siempre ha
existido, como lo testimonian los casos de bisexualidad congénita, por lo cual, hasta esta pauta
de investigación tampoco es absoluta ni definitiva.
abiertas a existencias que escapan no sólo al investigador por supuesto, sino
que escapan al propio sujeto que las concibe como sus componentes más
íntimos.
El análisis de las pautas resultantes es tan solo un componente más de
un análisis contratransferencial global. Y en el sentido en que venimos
pensando, la consigna resultante está inmersa en lo que es más general, la
instancia resultante, la experiencia de la entrevista en su totalidad.

E.: _ Mirá, esto es así (desplegando hoja grande). Escuchaste hablar, viste
el árbol genealógico, el famoso árbol genealógico que vos ponés padre,
madre...
R.: _ Sí, sí.
E.: _ Te voy a pedir que me dibujes, como vos quieras viste, tu árbol
genealógico. Te digo, hay unos signos viste para tener convencionales ¿no?:
ponele, el triángulo así (dibujando en la parte inferior derecha) es el hombre, el
círculo es mujer viste. Entonces, ponele, un hombre casado con una mujer es
(dibujando) así, yo igual estoy acá con vos (haciendo referencia a la posición
frente a la hoja), y después ponele que estos tuvieron hijos ¿no?, entonces
viste cang (dibujando) una mujer, un varón, una mujer viste... Y vos vas
haciendo así, arrancás contigo que sos un triángulo viste (rellenándolo), sos
vos, y ahí arrancás, para arriba y para abajo, o lo que vos quieras. Y... si me
ponés el nombre de la persona... y más que nada, que es lo que nos interesa,
viste, el tema de a qué se dedicaban, o a qué se fueron dedicando.
R.: _ Sí... cómo no. Bueno. Apuntalo así mirá, empiezo por mi abuelo.
E.: _ Empezá por vos, ponete vos, un triángulo que sos vos viste, y ahí vas
con las redes a tu padre, tu madre, la red a tus abuelos, ¿entendés?
R.: _ Así que, ¿tendría que ser así no?
E.: _ Si querés usa toda la hoja viste.
R.: _ Éste sería yo.
E.: _ Ahí va.
R.: _ No. Bueno. Escuchame una cosa, ahora este, por ejemplo para marcar
a... estoy yo (dibuja en el extremo superior izquierdo de la hoja), y después
vendría eh, mi padre.
E.: _ Claro, es lo que yo te digo, digamos tus padres y eso van para arriba.
Si querés vos ponete acá en el medio, o viste entonces tirás para arriba...
R.: _ Ah, vos decís... ta, ta.
E.: _ Y para abajo tus hijos, vos te ponés por el medio... (risas)
R.: _ Ta, ta, ahora sí. Acá voy yo. Bueno, mis padres... a ver como era, ahí
va así. Mi viejo, te pongo así, mi padre, Héctor; mi vieja, Margot. Mi viejo, toda
la vida trabajó en la carne, en el gremio de la carne, en el Frigorífico Artigas,
más precisamente. Después, en tiempo de Dictadura se fue, se tomo el (risa) el
buque, como la mayoría de los compañeros que luchaban en ese tiempo. Fue a
parar a México, después de allí a Estados Unidos, tuvo un tiempo lo deportaron
por lo agarraban sin documento, volvió, ta. Y después que volvió, separación,
mi viejo y mi vieja. Yo quedo con mis abuelos... este... Después, entró a
CUTCSA, al gremio del transporte, era guarda. Este, tuvo un ataque cerebral,
se recuperó de un ataque cerebral, siguió trabajando en CUTCSA, este, y
bueno, tenía en trámite la jubilación por enfermedad. Ta, pero falleció en el año
`85, tenía 49 años tenía cuando falleció. Este... Entonces la vida de él la,
estuvo en dos gremios: en la carne y en el transporte; no sé si te puedo poner
acá...
E.: _ Sí poné lo que, todo lo que...
R.: _ ¿Te pongo al costado?
E.: _ Como quieras, ahí va, sí, sí, usa toda la hoja, impecable.
R.: _ Te pongo así (dibujando) transporte, y carne. Lo entendés ¿no?, el
gremio.
E.: _ Total.

El despegue; el mecanismo está en marcha, se instala una máquina con


las pautas y consignas adaptadas al campo de inmanencia, lo que posibilita
poder utilizar las herramientas, las teorías como cajas de herramientas. Este
otro fragmento de entrevista es de la realizada a Raúl, en el marco de la misma
investigación antes mencionada. En el antiguo laboratorio de una curtiembre de
Nuevo París entonces ocupada y gestionada productivamente por los obreros
despedidos, se utiliza la misma herramienta que en el otro contexto con el
Nacho, las pautas previas pasan el proceso de puesta en juego y con ello de
adaptación lo más plásticamente posible al campo de experiencias, esto es, de
habilitar lo más y limitar lo menos posible el universo expresivo de las
subjetividades involucradas, y con ello de la dimensión de producción, de auto-
creación.
Pero no por esto mismo, -y aquí se resume lo que he querido poner en
práctica- ya no importa la herramienta y la reflexión sobre la herramienta.
Porque Raúl haya entrado a cartografiar-se y a narrar su historia de su vida,
hayan entrado en escena algunos personajes y se hallan establecido ciertos
acontecimientos en tanto mojones de su relato, aquellas pautas surgidas de
una negociación inicial desaparecen. Cuando esto se olvida es cuando parece
imposible acceder al punto de vista de la subjetividad involucrada, falta una
clave para calibrar la interpretación y la extracción de material para las
generalizaciones; por nuestra invasiva presencia, o por nuestra nula inmersión
y vinculación lo cual es evidente en los momentos de la presentación de las
herramientas. Lo que puede suceder, para mí en el mejor de los casos, es que
se genere un mecanismo de pensamiento y producción de conocimiento
intersubjetivo desde y por los sujetos involucrados en las experiencias en las
que se actúa, mecanismo que consta por lo menos de tres dimensiones cada
una implícita en la siguiente. El número de pliegues puede ser o no relevante,
habrá que discutirlo. Lo necesario es asumir y comprender el tipo de relaciones
entre dimensiones diferentes pero implicadas de esta forma, lo que podría
ayudar al necesario destierro de la fatal dicotomía, en el discurso y en otros
hechos, entre teoría y práctica, enriqueciendo la proliferación de herramientas
para la producción de subjetividad.
Bibliografía citada

- Álvarez Pedrosian, E. Hacer ciencias humanas. Ensayos


epistemológicos. Depto. de Publ. FHCE, UdelaR, Montevideo, 2005.
- Araújo, A. M. (coord.) Impactos del desempleo. Transformaciones en la
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- Morales, J. R. Arquitectónica. Fac. Arquitectura y Constr., Univ. Biobío,
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