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ESTUDIOS INTERNACIONALES Industrias culturales y globalizacion: Procesos de desarrollo e integracién en América Latina Néstor Garefa Canclini Tres tendencias caracterizan la situacién latinoamericana respecto de este tema. En primer lugar indusirias culturales han pasado a ser los actores predo- minantes en la comunicacién y en la formacién de la esfera priblica. También ocupan, dentro de cada sociedad, un lugar mds significativo que las manifesta- ciones artisticas y culturales tradicionales en la actividad econémica para las altas inversiones que movilizan la generacién de empleos y el intercambio eco- ndmico y simbélico con otras naciones. Sin embargo, el tercer rasgo es contra- dictorio con los dos anteriores: en estos mismos afios en que las industrias cultu- rales ganan un lugar central se reduce la produceién editorial, y cinematogréft- ca de los paises latinoamericanos y se transnacionaliza la propiedad de los me- dios de produccién. En la publicacién de libros, Argentina y México han debili- tado sus industrias mientras empresas transnacionales con base en Espaiia se convierten en protagonistas del mercado regional en cine, televisin y nnisica, salvo Brasil y México, las importaciones prevalecen cada vezmds sobre la produc- cién endégena y sobre la capacidad exportadora de los patses latinoamericanos, Este trabajo interpreta que la privatteacién y transnacionalizacién de las industrias culturales, y la desresponsabilizacion de los Estados respecto de ellas, ha generado una declinacién de la vida piiblica y de la representacién de las sociedades nacionales en los medios de comuicacién. Propone replan- tear las poltticas culturales superando el horizonte de lo micropiblico local o nacional y buscando modos de accién en las esferas meso y macroptblicas (nacional y transnacional). Por una parte, es necesario reequilibrar la enorme asimetrfa entre el alto consumo de medios audiovisuales e informativos en América Latina y la baja produccién propia, Al mismo tiempo, es preciso reconsiderar lo que se conci- be coma cultura propia (nacional o latinoamericana) teniendo en cuenta su reconiposicién en tiempos globalizados y lo que hoy entienden los consumi= dores por interés piiblico y calidad de vida. (90) Néstor Garefa Canclini / Industrias culturales y globalizacié; Procesos de desarrollo e integracién en América Latina. La revalorizacién de la vida piiblica asociada a un resurgimiento de las industrias culturales latinoamericanas no ocurriré sin una revitalizacién del papel de Estado, no tanto como propietario de los medios sino como copartici- pante y regulador junto con la sociedad clvil. Dado que la esfera piblica y la ciudadana se desarrollan ahora con un horizonte transnacional, los organis- mos supranacionales (UNESCO, BLD, OEA, Convenio Andrés Bello, SELA, Mercosur) pueden cumplir un papel decisive para que las interacciones co- merciales se relacionen con otras interacciones sociales y culturales donde se gestiona la calidad de vida y que no son reductibles al mercado, como los derechos huumanos, la innovacién cientifica y estética, la participacién social, la preservacién de patrimonios naturales y sociales, las reivindicaciones de mayortas y minorias. El texto propone un conjunto de acciones para contribuir a crear cultu- ralmente el espacio piblico de la integracién latinoamericana; crear un Siste- ma Latinoamericano de Informacién Cultural que produzca y retina estadisti- cas confiables; promover dispositivos que articulen a los sectores estatal, pri- vado y asociativo para generar diagnésticos de las necesidades socio-cultu- rales de la poblacién y estudios que valoren el papel econdmico de las indus- trias culturales en relacién con las necesidades del consumo y de la ciudada- nia; realizar estudios comparativos de los mecanismos ptiblicos y mixtos de fi- nanciamiento de la cultura; propiciar la creacién de Consejos Nacionales de Industrias Culturales. El dilema decisivo hoy en las culturas latinoamericanas no es definir las identidades 0 globalizarnos, sino integrar sdlo capitales y dispositivos de segu- ridad 0 construir la unidad solidaria de ciudadanos y soctedaces que recono- cen sus diferencias. Este texto trata de caracterizar el papel de las industrias culturales en la globalizacién, con especial referencia al desarrollo sociocultural de América Latina en las dos tiltimas décadas. Voy a describir algunas tendencias genera- les, luego presentaré breves andlisis diferenciados en cada industria cultural. Por tiltimo, quiero sugerir cémo serfa necesario repensar la esfera ptiblica y la ciudadana en relacién con Ja integracién latinoamericana, (91) ESTUDIOS INTERNACIONALES a) La primera tendencia global es que las industrias culturales han pasado a ser los actores predominantes en la comunicacién social y en Ja constitucién de Jaesfera piblica. En la formacién de las naciones latinoamericanas Ja literatura, las artes visuales y la miisica proporcionaron los recursos culturales para las reflexiones fundacionales, la elaboracién discursiva sobre lo que se Hamaba «el. ser nacional» y las imagenes que emblematizaban la identidad de cada nacién: de Sarmiento y Arguedas hasta Neruda, Paz y Borges, desde el muralismo mexicano y boliviano hasta el tangoy el folclore andino. Sélo la radio comenzé a desempefiar este papel unificador de las sociedades nacionales antes de la mitad de siglo, y el cine en los paises que lo tenfan (Argentina y México). Pero Ta estructura del desarrollo cultural cambia a partir de los afios cincuenta con el surgimiento de la televisién, la expansién masiva de la radio en los mismos afios y luego el video y la informatica desde mediados de los 80. Un sector creciente de la produccién cultural se realiza en forma indus- trializada, circula en redes transnacionales de comunicaci6n y es recibida por consumidores masivos que aprenden a ser piblicos de mensajes desterrito- tializados: lo que un antropélogo brasilefio, Renato Ortiz, denomina «un folclo- re internacional-popular», Las comunidades internacionales de espectadores reducen la importancia de las diferencias nacionales. Sobre todo las generacio- nes j6venes gufan sus practicas culturales de acuerdo con informacién y esti- los homogeneizados, captables por los receptores de diversas sociedades con independencia de sus concepciones politicas, religiosas 0 nacionales. Los consumidores de diferentes clases sociales son capaces de leer las citas de un imaginario multilocalizado que Ja televisi6n y la publicidad agrupan: los fdo- Jos del cine hollywoodense y de la musica pop, los disefios de pintores famo- sos, los héroes deportivos y los politicos de varios pafses componen un reper- torio de signos en constante disponibilidad. Los cambios que estan ocurriendo en la cultura desde mediados de este si- glo, especialmente desde los afios sesenta a la actualidad, pueden condensar- se en la diferencia entre internacionalizacién y globalizacién. La internacio- nalizacién de Jas economias y las culturas, desarrollada alo largo de la moder- nidad, consistié en abrir las fronteras geogrdficas de cada sociedad para in- corporar bienes y mensajes de otras. En un perfodo de globalizacién, en cam- bio, se produce une interaccién funcional de actividades econémicas y cultu- rales dispersas, generadas por un sistema con muchos centros, en el que son mis decisivas la velocidad para recorrer el mundo y Jas estrategias para sedu- (92) Néstor Garcia Canclini / Industrias eulturales y globalizaciént Procesos de desarrollo e integracién en América Latina. ciralos piblicos que la inercia de las tradiciones hist6ricas locales (Appadurai, Arizpe, Castells, Hannerz, Ortiz). Sin duda, este proceso es més claramente perceptible en los circuitos de comunicaci6n electr6nica. Pero abarca, en cierta medida, casi todas las areas de desarrollo cultural, incluso las artes y artesanos tradicionales. Como con- secuencia, recoloca el sentido de los actores mencionados: los Estados nacio- nales, las iniciativas privadas y los organismos independientes. b) Una segunda tendencia, derivada de la anterior, fue que la cultura pasd a tener un lugar prominente y estratégico en el desarrollo socioeconémico. Cuando se pensaba que la cultura consistia en libros y cuadros se los podfa concebir como aspectos suntuarios de la vida social, ocupaciones de fin de semana, insignificantes en las cuentas econdmicas de la nacidn. En la actua- lidad los movimientos mundiales de Ja industria musical alcanzan los 40 mil millones de délares, 90 por ciento de los cuales se concentran en las seis me- jores: BMG, EMI, SONY, Warmer, Polygram y Universal (Yiidice). Las ex- portaciones de la industria audiovisual constituyen el segundo rubro en in- gresos por exportaciones de la economia norteamericana, luego de Ja indus- tria aerospacial. En Estados Unidos el sector cultural, sobre todo por la pro- duccién y exportacién audiovisual, representa el 6% del producto interno brato y emplea a 1,3 millones de personas, mas que la minerfa, la policfa o la forestacién. En Francia abarcaba en 1992 el 3.1 % del PIB. En los paises Jatinoamericanos mas desarrollados, como Argentina, Brasil, Colombia y Mé- xico, la produccién y ia venta de discos y libros, de equipamientos culturales y de entretenimiento, de telenovelas y videos, crecié en forma impresionante desde los afios 70, constituyendo un mercado de bienes simbélicos tan signifi- cativo como el de otros productos. Brasil, que ocupa el sexto lugar en el merca- do mundial de discos, factura més de 800 millones de délares por afio (Alvarez). Pese a Jos altibajos de algunas ramas, por ejemplo la industria editorial y la de cine, el conjunto de la produccién cultural constituye un importante campo de inversién, circulacién de capital y generacién de empleos. Durante la década de los noventa, los acuerdos de libre comercio (TLC, Mercosur, etc.) han vuelto més patente Ja importancia econémica de las co- municaciones masivas y su papel como instrumento de conocimiento recfpro- co, integracién y segregacién entre las naciones. Atin en los casos en que los tratados de liberalizacién comercial no incluyen a la cultura en la agenda de negociacién, como el firmado entre México, Estados Unidos y Canada, la (93) ESTUDIOS INTERNACIONALES intensificacién de los intercambios esté favoreciendo convenios entre empre- sas editoriales y de televisién de esos paises. Los cambios econémicos se acompafian con modificaciones de las ima- genes que unas sociedades tienen de otras, Estas representaciones culturales condicionan la disposicién y las dificultades de los intercambios econémicos. Alla se agrega Ja internacionalizacién de la producci6n cultural, que genera nuevos desafios: necesidad de disefiar politicas que promuevan y regulen la produccién y la comercializacién de la cultura mas alld de las fronteras nacio- nales, acuerdos sobre aranceles, propiedad intelectual, e inversiones extran- jeras y multinacionales, derechos de los consumidores y otras cuestiones en las que est casi todo por hacer en el continente latinoamericano. c) Una tercera caracteristica de este proceso es que, en los mismos afios en que Jas industrias culturales pasaron a ocupar este lugar central en el mun- do, se fue perdiendo en los paises latinoamericanos capacidad de produccién endégena. En parte, esto se debe a la estructura oligopolista y al alto nivel de concentracién de la produccién industrial de cultura, que da al mundo anglo- sajén, y sobre todo a Estados Unidos, los mayores beneficios. La asimetria también se acenttia por la reduccién de Jas inversiones estatales en América Latina, la transnacionalizacién de la propiedad de los medios y la expansi6n de consumo en una franja muy estrecha de Ja poblacién, Tres advertencias: a) esto no ocurrié sélo por Ja transnacionalizacién de Ia cultura y a economia; 'b) no sucedid del mismo modo en todas las industrias culturales; c) no ocu- mid de igual manera en todos los paises. Para comprender estas diferencias voy a describir Ja situacion en cada una de las principales dreas culturales. La cultura latinoamericana en la recomposicién. de los mercados transnacionales 1.- La industria editorial {Qué queda de la vasta produccién de libros y revistas que hubo en Argen- tina, México y algunos otros paises Jatincamericanos entre los afios 1940 y 19702. En parte por su propio liderazgo econdmico y cultural, en parte con el impulso de exiliados espafioles, estos pafses publicaron lo que escribian los principales autores de toda América Latina y muchos de Espafia. Ademés, (94) Néstor Garefa Canclini / Industrias culturales y globalizacién: Procesos de desarrollo e integracién en América Latina, tradujeron un alto nimero de libros europeos, norteamericanos y algunos asiaticos, Fue en este campo donde nuestro continente logré en términos eco- némicos, literarios y periodfsticos, una participacién més intensa en la circu- laci6n internacional de bienes culturales. Ademis, ese desarrollo editorial fue importante en la formacién de una ciudadanfa ilustrada. ‘La declinacién de las economias de esta regién en las tiltimas dos décadas y el avance espafiol en el mismo periodo modificaron esa situacién. Argenti- na y México producen menos de 10.000 titulos por afio, en tanto Espafia supera los 50,000. Se han cerrado editoriales y librerfas, muchos diarios y revistas quebraron o redujeron sus paginas. Unas 400 empresas editoriales mexicanos cerraron a partir de 1989, y entre las sobrevivientes no Ilegan a diez Jas de capital nacional que publican més de 50 titulos por afio (Citesa, Era, Esfinge Fernéndez, Fondo de Cultura Econémica, Limusa, Porrtia, Si- glo XXI.y Trillas). El aumento internacional del precio del papel, agravado por la deyaluacién de peso mexicano, es una de Jas causas de este retroceso. Otros motivos son la reduccién general de consumo por la pauperizacién de Jas clases medias y populares, y la conversién de los libros en simples mer~ cancfas, sin los beneficios arancelarios ni la exencién de impuestos que tu- vieron en otro tiempo. {Puede el desarrollo del libre comercio favorecer un relanzamiento de las editoriales latinoamericanas? En rigor, la liberalizaci6n comercial de este cam- po en México comenzé hace veinte afios. Fueron las editoriales espafiolas las que més aprovecharon la apertura econdmica para traer sus productos al mer- cado mexicano, asociarse con editoriales nacionales o directamente comprar- Jas, Por la comunidad de lengua y tradiciones culturales, Espafia parece se- guir siendo el interlocutor comercial que mas puede beneficiarse en el futuro. Aunque la situacién se ha complicado por la «europeizacién» de la industria espafiola varias casas editoras de Madrid y Barcelona que habfan comprado editoriales mexicanas fueron a su vez absorbidas en Ja década del ochenta por empresas de otros paises europeos (Anaya adquirié a Alianza, Labor y Nueva ‘Imagen; Mondadori a Grijalbo; Planeta a Ariel y Seix Barral, el grupo Berstel- man a la Editorial Sudamericana), Se obseryan cambios también otiginados por el Tratado de Libre Comer- cio entre México, Estados Unidos y Canada, que comenz6 a aplicarse en 1994, Varias editoriales estadounidenses, por ejemplo Mc Graw Hill y Prentice Hall, han entrado al mercado mexicano con diccionarios, libros de texto de secun- (95) ESTUDIOS INTERNACIONALES daria, para universidades, y libros «de superacién personal». Algunos edito- res suponen que la incidencia futura de los empresarios estadounidenses no se produciré tanto en la generacién de nuevas casas editoras como en el pro- ceso de produccién: papel, maquinaria, y, como ya ocurre, ediciones de alta calidad (color, pasta dura), para Jo cual disponen de infraestructura y personal mas calificado (Alatriste; Garcfa Canclini, 1996). Hay datos indicativos de que el acercamiento actual entre México y EU puede suscitar tantos cambios en el mercado editorial estadounidense como en el mexicano. La novela de la mexicana Laura Esquivel, «Como agua para chocolate», super6 el millén de ejemplares en inglés. Y adems vendié 200.000 ejemplares en espafiol, en EU. Libros de Garcia Marquez, Carlos Fuentes y Julio Cortézar se yenden en tiendas de autoservicio de Nueva York, California y Texas. Por primera vez existe en EU un mercado de derechos de autor en Jengua espafiola. Asf como la seccién de «miisica latina» crecié en Tower Record y otras cadenas importantes, los tftulos de origen espafiol mas vendi- dos comparten sitios preferentes con los best seller en inglés. Los escritores chicanos contribuyen a este reconocimiento a «lo latino». La «americaniza- cién» de América Latina se compensa, en alguna medida, con la latinizacién de Estados Unidos. Pero salvo unas pocas transnacionales, ni las editoriales ni los gobiernos latinoamericanos han generado programas para aprovechar estas oportunidades. {C6mo se desarrolla la circulacién de libros mexicanos y argentinos en América Latina, mercado «natural» por Ja lengua, los intereses histéricos compartidos y los estilos de consumo de los lectores? Las ventas se han visto reducidas por las dificultades econémicas y politicas de toda la regién. El Gnico pafs donde el gobiemo impulsa con decisién la industria editorial es Colombia: la Ley de libro promulgada en 1993, que libera de impuestos por yeinte afios a los editores residentes en ese pafs y les garantiza la compra del 20 por ciento de todas sus ediciones para bibliotecas esté fomentando el desa- rrollo de una sélida industria editorial con capitales transnacionales y cre- ciente capacidad de exportacién. En los demés paises la legislacién es anaor6nica, y son més las trabas para Ja circulacién de libros y revistas que los programas de promocién de la produccién, la difusién y la lectura. En tales condiciones, siguen vigentes las propuestas de Cerlale, organis- mo dela UNESCO para el libro latinoamericano, acerca de las medidas nece- sarias para fortalecer el intercambio regional, algo asi como un «mercado (96) Néstor Garcfa Canclini / Industrias culturales y Procesos de desarrollo e integracién en América Latina, comtin latinoamericano del libro»: desgravacién de insumos para el sector editorial (y en particular libre transito de negativos con contenido editorial); facilitar la importacién de equipos para la industria gréfica; abatir costos con tirajes amplios y reforzar las coediciones intrarregionales; suprimir toda cla- se de aranceles y otras trabas no arancelarias para la circulacién de libros; mejorar y abaratar los medios de transporte (aéreo maritimo y postal); dar in- centivos a la exportaci6n y créditos a la importacién de libros; adherir plena- mente a los convenios internacionales de proteccidn a la propiedad intelec- tual; definir politicas nacionales del libro, unificar la legislacién correspon- diente y crear organismos rectores, en donde estén bien representados los in- tereses sociales y privados del sector editorial. 2.- Television, cine y video: hacia una cultura multimedia Partamos de lo que ha ocurrido con el medio audiovisual que record todo el siglo veinte: el cine. Sus transformaciones en los modos de producir y eriel acceso de los piblicos revelan el tipo de recomposicién multimedia que ha ocurrido en el campo audiovisual. Se ha hablado y publicado mucho sobre «la muerte del cine». Pero las cifras revelan que actualmente se ven mds peliculas que en cualquier época anterior. Lo que ocurre es que se ven en la casa: en television o en video. De los 16 millones de hogares mexicanos, mds de 13 millones cuentan con televisor y mas de 6 millones con videocasetera. Existen 9,500 videoclubes distribuidos en todo el pais, incluso en zonas po- pulares y en pequefios pueblos campesinos que amplian el acceso a la oferta cinematografica. Una expansién semejante de los entretenimientos audiovisuales a domicilio se observa en los demés pafses de América Latina, aunque en algunos casos -el mas notorio es Argentina- la televisién por cable se convierte en el negocio més préspero: actualmente, mds del 60 por ciento de los hogares de este pais cuenta con dicho servicio, En conjunto, América Latina est4 mal colocada en el aprovechamiento productivo de estos nuevos circuitos comunicacionales. La produccién de peliculas ha cafdo durante la década del noventa en Argentina, Brasil y Méxi- co; y es poco significativa en otros paises. Atin peor es lo que sucede en la exportacién. Los paises Jalinoamericanos transmiten en promedio més de 600 mil horas anuales de televisién: en Colombia, Panama, Pert y Venezuela hay mas de una videocasetera por cada tres hogares con televisin, propor- (97) ESTUDIOS INTERNACIONALES cién més alta que en Bélgica (26.3%) o Italia (16.9%) (Roncagliolo), Pero una pequefifsima parte de la produccién latinoamericana de cine se halla en video. Somos subdesarrollados en la produccién endégena para los medios electrénicos, pero no en el consumo audiovisual. Esta asimetria entre una produccién propia débil y un consumo elevado, se manifiesta como una baja representacién en las pantallas de Jas culturas nacionales o latinoamericanas y una enorme presencia de entretenimientos e informaci6n originados en EU. Pero este desnivel no es igual en todas las so- ciedades, Deben distinguirse, como lo hace Rafael Roncagliolo, los paises exportadores e importadores. En verdad, sdlo dos, Brasil y México, estén «incorporados a la economia global de bienes culturales, y son sedes de gi- gantes del audiovisual, Red Globo y Televisa respectivamente». «Globo es bdsicamente un exportador de audiovisuales, que condujo a Brasil al cuarto lugar como productor y tercero como exportador audiovisual, pero no ha transnacionalizado su produccién; Televisa, en cambio, actiia en la regién como una genuina corporacién transnacional, que compra canales e interna- cionaliza sus actividades productivas» (Roncagliolo). Luego, hay unos pocos pajses «incipientemente exportadores»: Argentina, Venezuela, y en menor medida Colombia, Chile y Pera. Como afirma el mismo autor, estos paises tienen una situacién ambigua, «pues por un lado estén bus- cando mercados para su producci6n cultural y, por el otro, tienen que defender- se frente a Ja penetracidn, ya no sdlo de las empresas extra-regionales, sino de Jas propias transnacionales latinoamericanas, como Televisa». En tercer lugar, se encuentra el resto de los paises, «netamente importa- dores», donde la casi totalidad de los mensajes proceden de Estados Unidos. Aunque atin donde se cuenta con mayor produceién propia, como en la televi- sion brasilefia, mexicana y argentina, mds del 70% de las peliculas y series son importadas de EU, y los programas de este pafs ocupan mas del 50% de prime time. La produccién nacional se dedica sobre todo a noticiarios, que por to tanto es la franja més cercana a los intereses cotidianos de la audiencia, en tanto los programas de entretenimiento tienen una composicién importada mayor. El desequilibrio entre la débil produccién endégena y el consumo cre- cientemente importado se acentia en la medida en que los medios masivos «clasicos» (radio, cine, televisién) se integran en autopistas de 1a comunica- ci6n. A este proceso de concentracién tecnolégica se agrega la reorganiza- cién monopélica de los mercados que subordina los circuitos nacionales a (98) Néstor Garcfa Canclini / Industrias culturales y globalizactn: Procesos de desarrollo e integracién en América Latina, sistemas transnacionalizados de produccién y comercializacién. Todo esto adquiere importancia no sélo por su significado cultural. Las industrias comunicacionales se colocan entre los agentes econédmicos mds dindmicos, principales generadores de inyersiones y empleos, 0 sea que ocu- pan un lugar clave como impulsoras de desarrollo y de los intercambios multi- culturales. Por eso, es crucial la pregunta de quienes van a manejar estas re- des en los préximos afios. La produccién audiovisual de informacién y entre- tenimiento estd mayoritariamente en manos estadounidenses mientras el 70% de las ventas mundiales de aparatos electrénicos para el gran ptiblico es con- trolado por firmas japonesas. Reencontrar al publico en Ja cultura globalizada A medida que las industrias culturales se apropiaron de la mayor parte de Ja vida piiblica, han experimentado un proceso de privatizacién, transnacio- nalizacién y desresponzabilizacién respecto de los intereses piiblicos en la vida social. ,Cémo elaborar politicas culturales que yinculen creativamente a Jas industrias culturales con la esfera ptiblica de acuerdo con Ia légica de la actual etapa de globalizacién e integraciones regionales? No nos sirven los esquemas conceptuales empleados en la época en que las relaciones internacio- nales se entendfan en términos de imperialismo, dependencia y culturas na- cionales con relativa autonomia. ‘Tenemos que preguntarnos c6mo se reformulan la esfera piblica y la ciu- dadanfa a escala transnacional. Un primer cambio es, justamente, que lo pi- blico se estd rehaciendo en relacién con las industrias culturales. Los andlisis histéricos dernuestran que esta nocién atraves6 la modernidad con diversos significados. En los siglos XVIII y XIX europeos, en América Latina durante el siglo pasado y buena parte del actual, la esfera piiblica fue concebida como un espacio desde el cual luchar contra los Estados desp6ticos, contra los abu- sos y arbitrariedades de los monarcas y dictadores que sometfan la vida social y econdémica a sus intereses privados. Luego, se erigid lo piblico como de- fensa de la social frente a la voracidad monopélica de las empresas capitalis- tas, las amenazas que esto representaba para la libre comunicacin entre ciu- dadanos y los riesgos de reducir la participacién social a précticas de consu- mo (Arendt, Habermas). En un tercer momento, desde mediados de este si- (99) ESTUDIOS INTERNACIONALES glo, laimportancia adquirida por Ja radiodifusién como servicio ptiblico llevé a pensar este tipo de comunicacién como modelo de una esfera publica de ciuda- danos que deliberan con independencia de poder estatal y del lucro de las em- presas (Garnham). Es innegable que estas maneras de defender lo piiblico ge- neraron espacios emancipatorios, donde crecieron Ja informacién independien- te y laconciencia ciudadana, se legitimaron las demandas de la gente comtin y se limité el poder de los grupos hegemsnicos en la politica y los negocios, Sin embargo, estas concepciones y sus aportes al proceso emancipatorio estén siendo problematizados por varias razones: a) la recomposicién de la esfera piiblica dentro de cada pafs y el cuestionamiento de las formas clasicas de representatividad (partidos, sindicatos, movimientos sociales, iglesias), tema sobre el cual no puedo extenderme aqui pero que sabemos afecta también la capacidad representativa de los medios comunicacionales ptiblicos; b) la re- duccién del papel de los Estados como proveedores de servicios ptiblicos y el estrechamiento de sus recursos financieros en un periodo en que las innova- ciones tecnolégicas y el encarecimiento de la produccién comunicacional exigen altas inversiones, que son més accesibles al sector privado: las inicia- tivas de renovacidn y expansién dejan de estar en manos de la British Broad- casting Company (BBC), dela RAI Italiana, y de los medios estatales o para- estatales semejantes en Europa y América Latina, que ceden ese papel a Mur- doch, Berlusconi, CNN, Globo y Televisa: c) aumento de la competencia transnacional por los mercados y la innovacién tecnolégica, que subordina a la rdpida acumulacién mercantil, las tareas culturales y 1a responsabilidad informativa, llevando incluso a la «autocomercializacion» a las radios y los canales de televisién ptiblicos; d) el reordenamiento de la esfera ptiblica a escala multinacional gracias a las redes tecnoldgicas (televisién por cable y via satélite, circuitos computacionales), cuya «geograffan trasciende los te- tritorios nacionales y la vigilancia de los Estados; e) la transferencia de fun- ciones clasicas de los aparatos comunicacionales y de politica cultural de los Estados nacionales a radios comunitarias y televisores regionales. Cuando la esfera ptiblica ya no se deja abarcar en el Ambito de cada na- cién, es necesario ampliar el anélisis de lo puiblico, mas que como un espacio, como circuitos y flujos que articulan, lo nacional y lo global, John Keane de- fine la esfera piiblica como «un tipo particular de relacién espacial entre dos © més personas, usualmente vinculadas por algtin medio de comunicacién (televisin, radio, satélite, fax, teléfono, etc.), en la cual se producen contro- (100) tén: Néstor Garefa Canelini /Industrias eulturates y globeliz Procesos de desarrollo e integraci6n en América Lath -versias no violentas, durante un tiempo breve o més extendido, referidas a las relaciones de poder que operan dentro de su medio de interaccién y/o dentro de los ambitos més amplios de estructuras sociales y politicas en las cuales los disputantes estén situados» (Keane, 8) 4Cémo interactiian, los contendientes de diferentes escalas geogrificas y comunicacionales? Hay que distinguir primero, segtin este autor, esferas microptblicas espacios locales en los que intervienen decenas, centenares 0 miles de patticipantes. Son ejemplos las reuniones de vecinos, una iglesia, cafeterias y por supuesto movimientos sociales que funcionan corno labora- torios locales de comunicacién ciudadana, Keane menciona también un caso menos conyencional: los grupos de nifios que se organizan en torno de los videojuegos para utilizarlos ¢ intercambiarlos, «crean una cultura cotidiana de historias que se narran en el sal6n de clases» y comparten un lenguaje que los diferencia de los adultos. Las polémicas acerca de si los videojuegos pro- yocan adiccién a una visualidad frivola y banalizan la violencia contra muje- res o minorfas 0, en cambio, ensefian Ja interactividad, afinan la coordinacién entre la vista y las manos, y habittian a codeterminar los resultados de un jue- go mediado electrénicamente, apuntan a algunos nuevos dilemas en que se debate la recomposicién tecnolégica y audiovisual de lo ptiblico (Sarl). En segundo término, las mesoesferas ptiblicas aluden a la dimensién del Estado-nacién, en que millones de personas debaten sobre el poder a través de diarios de circulacién nacional (New York Times, Le Monde, A Folha de Sao Paulo, Clartn, El Pats) y medios electrénicos con alcance semejante. En Jos tiltimos afios, 61 predominio de estos medios sobre la comunicacién local, y su administracién por empresas privadas, muestra el declinante papel de los «servicios ptiblicos» 0 paraestatales y la hegemonfa de actores privados en Jas controversias sobre el poder. La irrupcién en la vida politica de figuras como Silvio Berlusconi sefiala los extremos més inquietantes de esta tenden- cia. Pero su estrategia més frecuente no consiste en apoderarse directamente de la escena piiblica, sino en intervenir en ella mediante la publicitacién de escéindalos politicos y familiares. A veces, esta accién mediatica contribuye a transparentar el campo politico, pero su finalidad preponderante es aumentar la audiencia y el éxito comercial de estos medios. Primero en la televisién y ahora también en los diarios esta reorganizacién de los vinculos entre lo pti- blicoy lo privado ha cambiado el sentido de la vida ptiblica el desplazarla del debate argumentado a las narrativas espectacularizadas. (101) ESTUDIOS INTERNACIONALES Los procesos de globalizacién e integraci6n regionales llevan a reconocer también la existencia de lo macroptiblico. A las agencias de noticias que des- de hace décadas cubren todo el planeta, se agregan las transnacionales multi- media (Time-Warner, Bertelsman). Si bien éstas se expandieron, segtin Keane, como un fenémeno de la economia politica mas que con el fin de reorganizar el ambito piiblico, de hecho su modo de concentrar el talento periodistico y creativo, las innovaciones tecnolégicas y los canales de difusién, las convier- te en los grandes administradores de Ja informacién y el entretenimiento mundial. La fluida comunicacién global impulsada por este proceso estable- ce comparaciones constantes entre los «estdndares de vida» de regiones y paises alejados, propicia debates piiblicos transnacionales (aunque los he- chos ocurran en uno a dos paises) como se vio en las guerras de Jas Malvinas y del Golfo, las crisis financieras de México y del sureste asidtico. Pasamos de Ja cAmara de diputados y la televisién nacionales al mundo de la comuni- cacién por satélite como escena deliberativa. Los cambios se producen tanto en los macroagentes comunicacionales como en los emisores locales, y por supuesto en larecepcién: las cémaras que filman los acontecimientos globales encuentran que desde los estudiantes chinos en la Plaza de Tiananmen hasta Ios zapatistas en la selva de Chiapas Jos reciben con pancartas en inglés para ser comprendidos en todas partes. Al mismo tiempo que los referentes identitarios se citan en escenas nacio- nales ¢ internacionales, en las disputas ciudadanas y en las practicas de consu- mo, también lo piblico, entendido en parte como los lugares y circuitos en que se delibera sobre la vida social, trasciende el Estado-nacién. Keane tiene raz6n al decir que ni siquiera las primeras esferas ptiblicas modernas se limi- taban al ideal habermasiano de la discusién racional; también se desenvol- vfan en formas de comunicacin como la 6pera, los deportes y las artes visua- Jes. Los cambios recientes hacen atin més evidente que lo ptiblico se desarro- lla tanto en Jos diarios y la radiodifusién como en los entretenimientos, no sdlo €n Jos medios bajo control estatal o concebidos como servicio ptiblico sino también en los talk shows televisivos, los videojuegos, los concursos en que se premian éxitos personales y habilidades como si fueran desempefios pliblicos. En relacién con el propésito de este texto, diré que -asf como la antropologia demostré hace tiempo que todo esto es cultura- la nueva re~ flexién sobre lo ptiblico y la ciudadanfa lleva a reconocer que estos diversos cireuitos deben ser competencia de Ia politica cultural. (102) Néstor Garefa Canclini / Industrias culturales y globalfzaciGns ‘Procesos de desarrollo e integraciéa en América Latina. Es necesario avanzar més all4 de esta valiosa propuesta de Keane, La fascinaci6n con la globalizacién de las comunicaciones no puede hacernos descuidar la persistencia de viejas asimetrias y desigualdades, y la produc- cidn de otras nuevas, entre ciber-ricos y ciber-pobres, entre informados y entretenidos. Es cierto que mds que la radio y la televisidn, las comunicacio- nes electrénicas -especialmente Internet- estin volviendo mas horizontales y reciprocas las comunicaciones. En la esfera publica supranacional se pueden acentuar los aspectos electivos y contractuales de la participacién social y politica en la medida en que las tecnologfas recientes faciliten que las contro- versias, la defensa de los derechos humanos y la circulacién de la informa- cién que sirve para innovar y tomar decisiones se efecttien en redes de «netizens», ciudadanos que enlazan sus privacidades en Ja construccién de nuevos desempefios puiblicos. Pero ni siquiera en el manejo de las ONG me- jor organizadas est4 claro cudnto pueden modificar estas comunicaciones horizontales las inercias con que las macroempresas y los Estados reprodu- cen Ja hegemonfa y las desigualdades. La asimetrfa en el acceso a la cultura de paises centrales y periféricos se acenttia en las tecnologfas de avanzada. Las redes de internet en las que algunos yen una oportunidad de incrementar la participacién social, segtin datos de mediados de 1998, cuentan en Estados Unidos con mas de 20 millones de hosts (sitios desde los cuales se difunde la informacién), en tanto los dos paises latinoamericanos con mayor participa- cién son Brasil con 117, 200 y México con 41, 659, Mientras una quinta parte de los estadounidenses son usuarios de la red de redes, los pafses latinoame- ricanos que més la usan no alcanzan a incluir al 2 por ciento de la poblacién. Estos datos tienen que ver con diferencias de nivel educativo, el costo diez * veces menor del servicio en Estados Unidos y el hecho de que 70 por ciento de los textos esté en inglés y apenas 1.78 por ciento en espafiol (Trejo Delarbre). Medios, cultura y calidad de vida Para desarrollar un pensamiento critico sobre las transformaciones de lo publico suscitadas por las nuevas tecnologfas es necesario situarlas en sus condiciones sociales de produccién, circulacién y recepcién. O sea que debe- mos replantear ciertos modos maniqueos de pensar lo social en Jos que lo pt- blico se oponfa tajantemente a lo privado, y se acompafiaba con disyuntivas (103) ESTUDIOS INTERNACIONALES igualmente esquematicas entre Estado ¢ iniciativa privada, entre lo nacional y lo foraneo, Como un ejemplo de lo que es necesario reformular, voy a ocuparme de dos nociones bésicas del pensamiento modemo: el interés piblico y la cali- dad de vida, Ambas son redefinidas bajo la globalizacién, y como consecuen- cia los Estados encuentran dificultades para ocuparse de ellas. Una dificultad para encarar la nueva situacién reside en que el interés ptiblico y la calidad de vida suelen definirse por los contenidos, No quiero repetir la inconsistente di- visi6n entre contenido y forma, pero debo hablar de contenidos porque gran parte de las apologfas de la cultura nacional se asientan en una sobrevaloracién aislada de ese aspecto. Escuchamos todavia que las principales razones para proteger el cine y la televisién nacionales serfan que hablan de temas «pro- pios» y narran historias «nuestras». La conviccién de que los pueblos necesi- tan afirmar su identidad se vuelve el nticleo argumental en las defensas de la produccién audiovisual de cada pafs, y se supone que los medios masivos «nacionales» serfan los més capacitados para representar Ja propia cultura y las necesidades de los ciudadanos de cada nacién. No es este el modo en que aparecen interpretados el interés ptiblico y Ja cali- dad de vida por los espectadores. Al hacer estudios sobre consumo de cine, tele- visién y video, he visto que los puiblicos tienden a comprender el interés ptiblico ylacalidad de vida (en este Ambito del consumo) de un modo diferente al pensa- miento ilustrado modemo. Los espectadores estiman piblicamente valioso aque- jlo que mejora sus condiciones de acceso y disfrute de los bienes culturales, No son los contenidos lo que aparece en primer lugar en sus valoraciones. Tampoco son cuestiones formales, si las caracterizamos de acuerdo con Ja estética culta: por ejemplo, la innovacién del lenguaje o la experimentacién narrativa de las peliculas y los programas televisivos. El aprecio de Ja mayoria de los especta- dores se dirige mas bien a Ja calidad técnica de los medios de comunicacién, su espectacularidad audiovisual (que se apoya en esa competencia técnica), la confortabilidad del acto de consumo y el placer que una historia bien narrada, con ritmo y acci6n, proporcione a sus disposiciones estéticas rutinarias, Estas disposiciones estéticas no se arraigan exclusivamente en la cultura nacional. En un mundo donde predomina desde hace décadas Ja cultura estadounidense en Jas pantallas de cine y de televisién, el gusto mediético ha incorporado la icono- grafia y los modelos efectivos e intelectuales de ese pafs, tanto en las audiencias masivas como en las de mayor nivel educativo (Garcfa Canclini 1998). (104) Néstor Garcfa Canclini / Industrias culturales y globalizacién: Procesos de desarrollo e integracién en América Latina. {Qué consecuencias tiene esto para las politicas culturales? Nos conduce, por una parte, a dar mas importancia a lo que los sectores masivos entienden por interés piiblico en relacién con la calidad de vida, Sin embargo, este asun- to se vuelve problemético cuando registramos de qué manera los medios se yinculan con estas expectativas de las audiencias, Varios estudios de los afios noventa describen la reduccién de Ja cultura ptiblica a la biisqueda del lucro ptivado, del debate sobre los dramas sociales a su intensidad momenténea y a una obsolescencia programada (Martin Barbero, Sarlo}. Pero también lama la atencién que en Jas politicas estatales de todos los paises se practique, en sentido opuesto, la misma escisién entre cultura y me- dios. Al considerar que los poderes puiblicos deben ocuparse sélo del patri- monio histérico, el arte y Ja literatura son dejados la televisidn, la radio, los videos y la informatica bajo el dominio de empresas privadas. Salvo unas po- cas radios y estaciones de televisi6n culturales, y acciones cada vez més débi- les de estimulo al cine, las acciones piiblicas précticamente estén ausentes ante las audiencias masivas. Cuando sefialaba antes una asociaciGn entre privatizacién, transnaciona- lizacién y desresponsabilizacién respecto de los intereses piiblicos estaba pensando en esta dificultad de Jos empresarios privados, librados a Ja simple ldgica del mercado, para asumir las tareas ptiblicas de Ja comunicacidn y el desarrollo cultural, y, a 1a vez, la desresponsabilizacién, respecto de lo ptibli- co de parte de los Estados que antes se ocupaban mas de la cultura «cldsica», y no han desarrollado nuevas acciones respecto de Ja etapa de industrializa- cidn y transnacionalizacién de la cultura. {Qué podemos esperar en este proceso del Estado y de los organismos supranacionales (UNESCO, BID, OEA, Conyenio Andrés Bello, SELA, Mercosur)? Estas instancias en tanto representan intereses piiblicos, pueden contribuir a situar Jas interacciones comerciales en relacién con otras in- teracciones sociales y culturales donde se gestiona la calidad de vida y que no son reductibles al mercado, como los derechos humanos, la innovacién cien- tifica y estética, la participacién social, la preservacién de patrimonios natu- rales y sociales. Los 6rganos estatales y supranacionales pueden operarcomo un conjunto de actores que reconoce que el mercado es insuficiente para ga- rantizar los derechos sociales y culturales, Jas reinvindicaciones politicas de mayorfas y de minorfas. A diferencia de la oposicién realizada en otro tiem- po, entre el stado y los organismos intergubernamentales, y por otro lado las (105) ESTUDIOS INTERNACIONALES empresas, hoy concebimos al Estado como lugar de articulacién de los go- biernos con las iniciativas empresariales y con las de otros sectores de Ja so- ciedad civil. Una de las tareas de regulacién y arbitraje que debe ejercer el Es- tado es no permitir que la sociedad civil se reduzca a los intereses empresa- tiales, e incluso que los intereses empresariales se reduzcan a los de los inver- sores (como se propuso en el Acuerdo Multilateral de Inversiones). Hacer politicas culturales y de integracién en medio de las nuevas formas de privatizacién transnacional exige repensar tanto al Estado como al mercado, y la relaci6n de ambas con la creatividad cultural y la participacién social, Una de las inconsistencias del liberalismo moderno fue creer que la libre asociacién de los individuos en el mercado generarfa la creatividad y prosperidad de todos. En Jos tiltimos tiempos se tiende a trasladar al libre comercio intemacional en- tre empresas esa potencialidad virtuosa, Asi como se ha revelado infundada, y finalmente ineficaz, la pretensién del Estado de controlar la creatividad cultu- ral, también debemos cuestionar la afirmacién de que el libre mercado favorece la libertad de los creadores y el acceso de las mayorfas. Pero esta disyuncién modema entre Estado y mercado se muestra insostenible no sdlo en relacin con los productores de arte y comunicacién sino también con la manera en que hoy se concibe la creatividad saciocultural de los receptores. Sila creaci6n cultural se forma también en la circulacién y recepcidn de los productos simbélicos ,cudl es papel de las politicas culturales en esos momen- tos posteriores a la generacidn de bienes y mensajes? Después de las tempora- das en que el Estado intervino a través de Ja censura y el «libre» mercado lo hizo mediante la segregaci6n comercial de acceso, tal vez llegé el momento de averiguar cémo coordinar a ambos para que participen de modo més democré- tico en laseleccién deJo que vaa circular o no, de quiénes y con qué recursos se relacionardn con Ja cultura, La privatizacién creciente de la produccién y difu- sin de bienes simbélicos est ensanchando la grieta entre los consumos de las elites y de las masas: el 95 porciento de la poblacién esté adscripto alas tenden- cias més elementales de la comunicacién masiva transnacional a través de la radio y Ja televisi6n gratuita, mientras un 5 por ciento, conectado al desarrollo global a través de los satélites, las computadoras y otros recursos tecnolégicos avanzados, conoce las innovaciones en el trabajo y en el consumo, y obtiene la informacién necesaria para tomar decisiones. En tanto las tecnologias avanzadas facilitan la circulaci6n transnacional, el abandono de los Estados de su responsabilidad por el destino puiblico, y 1a (106) Néstor Garefa Canctini / Industrias culturales y globalizacton: Procesos de desarrollo e integracidn en América Latina. accesibilidad de los productos culturales, sobre todo de las innovaciones tec- nolégicas y artisticas, esté agravando la brecha. Lareestructuracién desregulada y transnacional de la producci6n y difusién de Ja cultura neutraliza mucho més que el papel del Estado: la misma pregunta por el sentido puiblico de la creatividad y la pluralidad cultural. Las politicas dedicadas a reequilibrar la distribucién de la informacién y el entretenimiento de calidad son decisivas para generar la participacién social de todos los sectores, bien informados de Jas nuevas condiciones nacionales y globales en las que su accién tiene senti- do y eficacia. Esta correccién de la dualizacidn cultural puede hacerse con politicas estatales que regulen la acci6n de los medios e impulsando acciones societales, como la formacién de organizaciones de televidentes a consumi- dores culturales, ombudsman de los medios masivos, etc. Si se aspira a «reem- plazar la democracia pasiva por una democracia inteligente donde el ciuda- dano est ampliamente informado» (Kliksberg), es necesario que las relacio- nes entre medios y audiencias contribuyan a hacer inteligible la vida social y no sélo a espectacularizarla para espectadores pasivos. Propuestas politicas para la ciudadania cultural y la participacién social Cuando nos preguntamos qué cine y qué televisién queremos, estamos decidiendo qué clase de espacio audiovisual y de integraci6n latinoamerica- na elegimos, y con qué otras regiones priorizamos la relacién. Si estamos conyencidos de que las industrias culturales son un instrumento clave para fomentar el conocimiento reciproco y masivo entre los paises latinoamerica- nos, y con otras areas, la renovaci6n de la legislacién, la profesionalizaci6n. de la gestién cultural de creadores y receptores en estas decisiones deben ser partes prioritarias de las politicas culturales. Esta participacién social, a tra- -vés de organizaciones de artistas y consumidores culturales, y con el apoyo de esa figura atin escasa en América Latina que es el ombudsman, puede lo- grar que las diferencias culturales sean reconocidas, que atin los sectores his- tdricamente menos equipados para intervenir en Ja industrializaci6n de la cultura, como los pafses periféricos, los indigenas y los pobres urbanos, co- muniquen sus voces y sus imégenes. Que no haya lugar en Jas politicas cultu- rales s6lo para Jo que al mercado le conviene sino también para la diferencia (107) ESTUDIOS INTERNACIONALES y la disidencia, para la innovacién y el riesgo, para elaborar imaginarios co- lectivos multinacionales y més democraticos, Puede la creatividad ser objeto de politicas? En parte si, pensando que los creadores no son, como suponfan las estéticas idealistas, dioses que emergen de Ja nada, sino de escuelas de cine y facultades de humanidades y de comunica- ciGn, que necesitan editoriales, museos, canales de televisin y salas cinemato- gtéficas para exponer sus obras. Pero también porque la creatividad sociocultural implica a los ptiblicos. Decir que los lectores y espectadores tienen la tltima palabra en la decisién de lo que merece circular y ser alentado resulta una afirmacién engafiosa en sociedades donde los Estados cada vez hacen menos por formar piiblicos culturales a través de la educacién, con bibliotecas enten- didas como depésitos de libros y casi nunca como clubes de lectura, sin accio- nes que faciliten un acceso més parejo a todos los bienes simbilicos. Los actuales procesos de integracién econémica estan ofreciendo mejo- res condiciones que en toda la historia anterior de América Latina para avan- zar en la coordinacién de politicas regionales y con otras regiones, Sin em- bargo, los acuerdos firmados y los que se estén gestionando no asignan a la integracién y el intercambio culturales el lugar que deben tener como contex- to y sentido de desarrollo conjunto. Los cambios econémicos y tecnolégicos que condicionan el mero desarrollo cultural van a una velocidad que no es se- guida por Jos cambios de las instituciones ptiblicas. Los pasos més ambicio- sos en esta direcciGn han sido dados por algunas empresas comunicacionales privadas, pero estas hacen muy poco para construir culturalmente el espacio ptiblico de Ja integracién. Una accién més decidida de los gobiernos, los or ganismos internacionales y los moyimientos socioculturales podria encarar, entre otras tareas, las siguientes, que sugerimos en la reunién sobre Industrias. culturales e integracién latinoamericana realizada en julio de 1998 en Buenos Aires con el auspicio del SELA, la UNESCO y el Convenio Andrés Bello. a) Crear un Sistema Latinoamericano de Informacién Cultural. Su princi- pal funci6n serfa reunir estadfsticas confiables de todos los paises de la re- gidn, que registren el desarrollo y las tendencias de las inversiones culturales (estatales y privadas) de los consumos (especialmente de industrias cultura- Jes) y de las percepciones interculturales (imagenes de los otros paises de la regién y del espacio euroamericano y norteamericano). Este Sistema docu- mentard, ademis de estadisticas informaci6n reciente sobre avances tecnold- gicos utilizables en actividades culturales, legislacién ¢ iniciativas que con- (108) Néstor Garefa Canclini / Indusirias culturales y globalizaciénz Procesos de desarrollo e integracién en América Latina. tribuyen a incrementar el financiamiento piblico y mixto de programas cul- turales (exencién de impuestos, creacién de fondos de desarrollo artistico, libre circulacién aduanal junto con control de tréfico y pirateo de bienes cul- turales). No habra un efectivo espacio cultural Latinoamericano mientras no dispongamos de mapas de los movimientos socioculturales que describan su estructura y sus flujos, que permitan entrever su potencialidad. b) Promover la creacién de dispositivos que articulen a los sectores esta- tales, privado y asociativo. Uno de sus objetivos ser facilitar la coordinacién de las inversiones de cada sector sobre Jas bases de diagnésticos de las nece- sidades socioculturales de Ja poblacién. Estos diagndsticos correlacionarén la informacién sobre los consumes, los equipamientos culturales y las inver- siones disponibles o potenciales para expandir la produccién cultura endégena. c) Promover estudios que permitan valorar el papel de las industrias cul- turales en el desarrollo a partir de una estimaci6n cuantitativa de su contribu- cién al empleo, a las exportaciones y a otras dreas del desarrollo socioeconé- mico, asi como una valoracién cualitativa de su aporte ala formacién de una ciudadanfa nacional y latinoamericana. d) Realizar estudios comparativos de los mecanismos de financiamiento de Ja cultura en los paises latinoamericanos, en Estados Unidos, Canadé y Europa conel fin de dar a conocer las modalidades més idéneas para fomentar Ja comple- mentacién de recursos ptblicos y privados. Este andlisis buscard tanto difundir e intercambiar experiencias entre naciones como explorar posibilidades de coope- racién y financiamientos internacionales de programas culturales: no s6lo com- pararexperiencias como las leyes mexicanas de pago con especie y la ley Rouanet, y otras brasilefias, sino expandirlas, para la cooperacién internacional. Como ya se ha propuesto (Garret6n, 1994), para que avance la integracién cultural la- tinoamericana, es necesario establecer un Fondo Internacional de Produccién y Difusién Cultural. Este Fondo podria constituirse con cuotas asignadas anual- mente por los pafses para realizar proyectos multinacionales o de artistas 0 acti- yidades que, no siendo s6lo del pats contribuyente, realicen aportes a su desa~ rrollo artistico o comunicacional. Un antecedente valioso en esta direccién es el Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos, creado con fondos priva- dos y piiblicos de los dos pafses, que otorga todos los afios, desde 1991, finan- ciamiento para proyectos en bibliotecas, publicaciones, miisica, danza, muse- os, artes visuales, arte en los medios, teatro, estudios culturales y trabajos inter- disciplinatios, con Ja condicién de que sean binacionales. (109) ESTUDIOS INTERNACIONALES e) Promover la creacién de Consejos Nacionales de Industrias Culturales, en los que participen especialistas de cada sector, de las empresas, de Jas uni- versidades, del sector piblico y de movimientos sociales, con Ja finalidad de regular el funcionamiento de tales industrias. Esta representacién diversifi- cada es la tinica que puede propiciar una consideracién adecuada del interés piblico y el reconocimiento de las formas particulares de expresién de la ciu- dadanfa (nacional, étnica, regional) contenidas en cada nacién. Un tiltimo comentario. No imagino ninguno de estos proyectos necesi- tando nuevas estructuras institucionales complejas o pesadas, No hay exce- dentes presupuestales ni el apremio de los asuntos lo permite. Las tareas indis- pensables para salir de] retardo de varias décadas en las politicas respecto de Jas industrias culturales requieren medidas urgentes y eficaces. Como cuando los gobiernos tienen que comunicarse rapido para enfrentar una catéstrofe, Hay que estar muy distrafdo para no darse cuenta de que el cierre de centena- res de editoriales y miles de librerfas en las dos tiltimas décadas, Ia cafda dela produccién nacional de peliculas y discos, el deterioro de! sistema escolar en todos sus niveles son sefiales de alarma de nuestra decadencia societal. Los nuevos signos de dinamismo econémico y cultural -el aumento del consumo en algunos bienes comunicacionales, el acceso multiplicado mes tras mes a Internet, el rapido predominio de la videoinformacién sobre la lectura- com- binan aspectos positivos y otros problemiticos. Es inquietante que no tenga- mos datos suficientes ni estudios globales en marcha para discernirlo, o sea para conocer qué cambios estén generando en el tejido de nuestras socieda- des y en la interaccién entre ellas. Los pocos avances logrados en este conoci- miento se deben a que el sistema de investigacién cientifica mejor en algunos paises de la regi6n durante los afios ochenta y noventa, y, dentro de las cienci- as sociales, hay un particular crecimiento de los estudios culturales. Pero esto no ha modificado las agendas piblicas de las politicas culturales, salvo excep- ciones, y parece no ser informaci6n atractiva en la gestidn de los acuerdos de libre comercio 0 integracién regional. El dilema decisivo hoy en Jas culturas latinoamericanas no es defender las identidades o globalizamos, sino integrar sdlo capitales y dispositivos de seguri- dad 0 construir la unidad solidaria de ciudadanos y sociedades que recono- cen sus diferencias, (110) Néstor Garefa Canclini / Tadusteias culturnles y globalizaci6n: Procesos de desarrollo e integracién en América Latina, Bibliografia: Néstor Garcia Canclini. Industrias culturales y globalizacién: Procesos de desarrollo e integracin en América Latina. Sealtiel Alatriste. Bl mercado edlorial en lengua espaitotas, documento elaborado para el seminatio IntegraciGn EeonGmica e Industrias Culturales en América Latina y el Caribe, auspi- lado porel SELA, la UNESCO, el Convenio Andrés Bello y el Gobiemo de la Ciudad de Buenos Aires, 30 y 31 de julio de 1998, Gabriel Omar Alvarez. «Pollticas regionales en el mundo de ta globalizacién» documento presentado en el seminatio antes citado, Arjun Appadurai. Modemity at large: cultu- ral dimensions of globalization, Minneapolis, ‘University of Minnesota Press, 1996. Lourdes Arizpe (ed), The Cultural dimensions of global change, An andhro- pological approach, Paris, UNESCO Publishing, 1996, Lluis Bonet y Libert de Gregorio. «La industria cultural espafiola en América Latina», documento presentado en el seminario citado. ‘Manuel Castells. La citidad informacional, Madtid, Alianza, 1995. ‘Manuel Antonio Garretén. «Pofittcas, Financiamiento ¢ industrtas culturates en América Latina y el Caribe», documento de la 3° reunién de la Comisién Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO, San José, Costa Rica, 22-26 de febrero de 1994. Néstor Garefa Canclini (coord.), Culteras en globatzacién, América Latina-Europa- Estados Unidos; libre comercio e integraci6n, Caracas, Nueva Sociedad, 1996, «Cultural policy options in the context of globalization», en World Culture Report, ‘UNESCO, 1998. 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