Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
I
Fue Mao Zedong quien estudió con más detenimiento la contradicción entre lo universal
y lo particular, centrando su atención en este último aspecto del problema, es decir, en
la particularidad de la contradicción, lo que configura toda una concepción sobre el
mismo.
Esa concepción aparece expuesta en un discurso suyo pronunciado en abril de 1956 bajo
el título Sobre diez grandes relaciones, en el que se sientan las bases teóricas para la
línea general de edificación socialista en China. En este texto Mao plantea la necesidad
de continuar estudiando con ahínco lo que hay de correcto en Stalin, precisando: lo que
debemos estudiar es aquello que pertenece al dominio de las verdades universales, y
este estudio debe combinarse con la realidad china [...] Nuestra teoría -insiste un poco
más adelante- es la integración de la verdad universal del marxismo-leninismo con la
práctica concreta de la revolución china. En otro discurso pronunciado el 15 de
noviembre del mismo año, Mao volvió a hablar de este asunto, confrontando a China y
a la Unión Soviética para resaltar no lo que identificaba a los dos países socialistas, es
decir, lo que pertenece al dominio de las verdades universales, sino lo que los
diferenciaba en cuanto a su composición nacional.
Para Mao, un país y otro constituyen, igualmente, una unidad de contrarios. Tanto
China como la Unión Soviética llevan el nombre de países socialistas, pero ¿hay o no
diferencias entre ellos? Sí, son diferentes en cuanto a su composición nacional (1).
Aunque tanto en ése como en otros discursos y escritos, Mao hace referencia a los
rasgos comunes de la revolución china y la soviética, esto siempre lo hace,
precisamente, para destacar las diferencias en el proceso revolucionario de ambos
países. Por este motivo no debe extrañarnos que en ese pasaje que hemos citado, lo
universal, lo común en la revolución china y la revolución soviética, se reduzca al
nombre; todo lo demás pertenece al dominio de la composición nacional. De esta tesis
se desprende, como vamos a comprobar más adelante, que a Mao se le escapa la
conexión existente entre lo universal y lo particular. Además él no concibe lo universal
como el contenido esencial de lo particular, ni encuentra en lo particular la forma
concreta en que se manifiesta lo universal. Ciertamente, entre el contenido y la forma
siempre hay una contradicción. Pero, ¿es posible sostener la existencia de una forma,
cualquiera que sea ésta, sin su contenido correspondiente? ¿Cuál es el contenido del
socialismo? He ahí el problema fundamental que se nos plantea, más allá del empleo
que podamos hacer del nombre del socialismo, lo cual no deja de ser, efectivamente,
una forma. Ese contenido es lo universal, lo común a todos los países socialistas sin
excepción, y no tiene nada que ver con la composición nacional, sibien en cada nación o
país adopta una forma diferente y hasta puede tomar otro nombre sin que por ello deje
de ser socialismo. Así sucedió en China y en otros países.
Las referencias de Mao a los errores de Stalin llevan implícita una crítica al núcleo
fundamental de la concepción marxista-leninista que hace hincapié, no en lo particular,
sino en lo universal, no tanto en la separación que existe y se manifiesta continuamente
de diversas maneras, como en la unidad, supeditando en todo caso lo particular o
nacional a lo universal o internacional, la parte al todo. Esta concepción marxista-
leninista conduce, naturalmente, a buscar el apoyo del proletariado internacional para
poder desarrollar la lucha contra la burguesía dentro del propio país y a escala
internacional. Pues bien, los comunistas chinos, influenciados por Mao, no
comprendieron, no aceptaron ni aplicaron nunca esta concepción, esta línea, lo que en la
práctica les conducía a debilitar sus vínculos con el movimiento comunista internacional
y a mantener la alianza con su propia burguesía. A la larga, esta línea les ha conducido a
depender de su apoyo,a hacerle numerosas concesiones y a tener que claudicar
finalmente ante ella y el imperialismo.
Como esta línea política no entroncaba con la teoría marxista-leninista ni con la práctica
del movimiento comunista internacional, los chinos debieron crear una teoría o tesis
filosófica, supuestamente marxista, que justificase su posición. Esta teoría aparece
expuesta en el texto de Mao que trata Sobre la contradicción, obra escrita en 1937
dedicada a combatir el pensamiento dogmático.
Lo mismo sucede con todas las cosas y fenómenos del mundo y de la sociedad. Nada
existe de por sí, aislado o independientemente de todo lo demás. La unidad material del
mundo, la conexión e interrelación universal de todos los objetos y fenómenos, en su
desarrollo o automovimiento, es un principio del materialismo dialéctico, firmemente
establecido hace mucho tiempo por la ciencia. De este principio filosófico partimos los
marxistas en el momento de abordar el estudio de las cosas o los fenómenos concretos,
lo individual y particular, ya que de lo contrario nos perderíamos fácilmente en el mar
de las particularidades sin saber establecer los nexos existentes entre ellas y caeríamos
en el idealismo y la metafísica.
Este pasaje es especialmente revelador del problema que tenemos planteado. Mao parte
de la consideración de que todo lo que habría que decir sobre la universalidad de la
contradicción, ya ha sido reconocido desde que los grandes creadores y continuadores
del marxismo, descubrieron la concepción dialéctica materialista del mundo y la
aplicaran con notable éxito. De manera que él no tiene a este respecto nada más que
decir. Lo asombroso resulta descubrir por nuestra parte que, a pesar de todo eso muchos
camaradas, especialmente los dogmáticos, todavía no comprenden claramente la
particularidad de la contradicción. Pero ¿por qué no la comprenden, sólo porque son
dogmáticos, o porque todavía no ha aparecido nadie para explicarles, como hace Mao,
que es precisamente en la particularidad de la contradicción donde reside la
universalidad de la contradicción? Nosotros nos inclinamos a creer que es esto último,
de tal manera que esa acusación de dogmatismo habrá que repartirla en partes más o
menos iguales entre aquellos camaradas que todavía no comprenden la particularidad
de la contradicción y los grandes maestros del marxismo que no se preocuparon
tampoco por investigarla y enseñarla a sus alumnos, no obstante haber aplicado con
notable éxito la dialéctica materialista al análisis de diversas cuestiones... ¿Cómo
explicar ese éxito,después de tanta dejadez por la teoría y la enseñanza de la misma?
Este es uno de los mayores enigmas que Mao no se detiene a investigar pero que para
nosotros reviste el mayor interés.
Efectivamente, nadie sería capaz de negar la labor realizada por Marx, Engels, Lenin y
Stalin, en el descubrimiento y la aplicación de la concepción dialéctica materialista del
mundo, así como los resultados que obtuvieron de ella en el análisis de numerosas
cuestiones de la historia humana, de la historia de la naturaleza y en la transformación
en todos los terrenos de la sociedad y la naturaleza, y eso sin que, al parecer, hubieran
comprendido claramente la particularidad de la contradicción. De Marx se sabe que
estudió una cosa tan poco particular como, por ejemplo, la mercancía y el sistema de
producción capitalista. Y sabemos que fue poco concreto porque puso todo su empeño
en demostrar que lo particular tenía un carácter universal y habría de imponerse en
todos los países. Engels, por su parte, también hizo un análisis muy poco concreto del
surgimiento y desarrollo de la familia, de la propiedad privada y del Estado y cometió el
mismo error de querer demostrar que esa forma de organización y relaciones sociales,
no tenían nada de particular, es decir, que son comunes a todos los pueblos desde los
tiempos más primitivos, pasando por las antiguas Grecia y Roma, hasta alcanzar a las
sociedades más modernas, señalando al mismo tiempo las leyes que las han modificado
según la época y las que habrán de hacerlas desaparecer en el futuro, leyes que son
igualmente comunes, universales. Engels, por lo que se ve, tampoco tuvo mucho interés
en demostrar la particularidad de la contradicción. Igualmente Lenin debió ocuparse en
hacer un análisis del desarrollo del capitalismo en Rusia. Y repárese en que Rusia
constituía por aquella época y aún después, una particularidad de lo más original; es
decir, un país sumamente atrasado, semifeudal, semibárbaro y a la vez imperialista.
Basados en estas particularidades nacionales los populistas rusos se habían puesto tan
pesados, que pretendían a todo trance marchar directamente hacia la revolución
socialista, evitando el paso por el capitalismo y la revolución democrático-burguesa. Por
este motivo Lenin debió trabajar duro y sudar tinta para demoler las ideas de los
populistas y demostrar que también en Rusia operaban las mismas leyes del desarrollo
económico y social capitalista comunes, universales, que ya por entonces se habían
implantado en los principales países occidentales y en Norteamérica. Lenin, ya se ve,
tampoco puso demasiado interés en hacer comprender la particularidad de la
contradicción.
Es claro que los grandes maestros del proletariado internacional tuvieron muy en cuenta
y partieron siempre en sus análisis de lo concreto o particular, pero que, a diferencia de
Mao (luego nos referiremos a Stalin), en lugar de elevar esa particularidad a la categoría
de ley fundamental, la situaron en un lugar secundario y subordinado para destacar,
precisamente, lo universal o común a todo el desarrollo histórico, ya que sólo de esta
manera podrían ser descubiertos en la aplicación o integración más o menos dogmática
de sus principios y leyes, los rasgos y características particulares no esenciales, o las
formas en que aquéllas se manifiestan en cada país.
Mao dirige sus dardos contra los dogmáticos que no entienden que es precisamente en
la particularidad de la contradicción donde reside la universalidad de la contradicción.
Más adelante explica en el mismo texto: La universalidad o carácter absoluto de la
contradicción significa, primero, que la contradicción existe en el proceso de
desarrollo de toda cosa, y, segundo, que el movimiento de los contrarios se presenta
desde el comienzo hasta el fin del proceso de desarrollo de cada cosa.
Que la contradicción es universal, existe en todas las cosas y recorre cada proceso de
desarrollo desde el comienzo hasta su fin, es una de las tesis filosóficas fundamentales
del materialismo dialéctico que el revisionismo ha tratado de ocultar y tergiversar. El
dogmatismo,verdaderamente, tiene poco o nada que ver en este asunto, de manera que si
Mao se refiere a los dogmáticos es porque necesita recurrir a su ayuda para desviar la
atención de su propio eclecticismo. Lenin, estudiando el problema de la dialéctica,
comentó: Comenzar con lo más sencillo, con lo más ordinario, común, etc., con
cualquier proposición:las hojas de un árbol son verdes; Juan es un hombre, Chucho es
un perro, etc. Aquí tenemos ya dialéctica [...] Lo individual es universal (4). En cada
una de estas sencillas proposiciones hay dialéctica porque al señalar que las hojas de un
árbol son verdes estamos aludiendo, quizás sin pretenderlo o sin que nos apercibamos
de ello, a una cualidad que es común a todos los árboles, cualidad que, por lo demás,
sólo se puede hallar en los árboles concretos, reales, ya que de otra manera no puede
existir. Del mismo modo, cuando decimos Juan es un hombre, no nos estamos
refiriendo a otra cualidad de Juan más que aquélla que lo identifica con los de su misma
especie: la de ser un hombre y nada más. 0 sea, ni alto ni bajo, ni rubio ni moreno, ni
obrero ni burgués, por no extendernos en otras cualidades más personales o
individuales. Chucho es un perro. Hay otros muchos perros a los que no se les llama
Chucho, sino Bobi, Trotski, etc., y que son, en su mayor parte, de distintas razas, de
pelo y color también distintos, etc., pero cuya cualidad esencial común es ser tan perro
como Chucho.
II
La contradicción no es universal porque exista en todas las cosas y fenómenos desde el
comienzo hasta el fin, sino porque lo universal o común está contenido en cada una de
ellas como lo esencial, dado que lo individual existe sólo en la conexión que conduce a
lo universal. Por eso dice Lenin que todo individual entra en forma incompleta en lo
universal y no a la inversa, es decir, no lo universal en lo particular, ya que de ser así
tendríamos que considerar cada particular como un universal, como algo que se basta a
sí mismo para existir.
Esto es necesario destacarlo, por cuanto que, de la otra manera, si en lugar de destacar
lo universal y buscar en lo particular los rasgos comunes a un mismo objeto, fenómeno
o proceso revolucionario, lo situamos siempre en un segundo plano, pueden ocurrir dos
cosas: primero, que tendamos a olvidarnos de lo universal y, segundo, que después de
tanto olvidar lo universal y de profundizar en lo particular acabemos descubriendo otros
universales distintos y contrapuestos a los que decimos estar defendiendo, ya que,
verdaderamente, de las leyes y principios universales que determina el nacimiento,
desarrollo y caducidad de todas las cosas, no es posible escapar. En última instancia, la
cuestión consiste en si nos ponemos del lado de los universales progresivos, nuevos, que
van surgiendo a lo largo de la historia y los favorecemos con nuestra actividad práctica,
o nos ponemos del lado de los universales viejos o ya caducos y, lógicamente,
acabamos hundiéndonos inevitablemente con ellos.
Sobre esta cuestión, Mao escribe: Toda forma del movimiento contiene su propia
contradicción particular. Esta contradicción particular constituye la esencia particular
que diferencia a una cosa de las demás [...] Todas las formas sociales y todas las
formas del pensamiento tienen, cada una, su propia contradicción particular y su
esencia particular. De paso, al llegar a este punto, Mao aprovecha la ocasión para
emprenderla nuevamente contra los dogmáticos que son perezosos y rehúsan dedicar el
menor esfuerzo al estudio de las cosas concretas. Nada tenemos que objetar a esta
calificación de los dogmáticos, mas ¿de qué se trata realmente? Se trata, como explica el
mismo Mao poco más adelante, de que para descubrir la particularidad de las
contradicciones en el proceso de desarrollo de una cosa, consideradas en su conjunto,
en sus interconexiones, es decir, para descubrir la esencia del proceso de desarrollo de
una cosa, hay que descubrir la particularidad de cada uno de los aspectos de cada
contradicción de ese proceso; de otro modo, será imposible descubrir la esencia del
proceso (6).
Estamos, pues, ante dos proposiciones coherentes y emparentadas entre sí:
Primera proposición:
Todas las formas sociales y todas las formas de pensamiento tienen, cada una, su
propia contradicción particular y su esencia particular.
Segunda proposición:
¿De qué fenómenos de la sociedad y de qué pensamiento estamos hablando? Esas son
las primeras preguntas que habría que responder. En segundo lugar habría que
esclarecer también qué debemos entender por particularidad de la contradicción
cuando nos referimos a los fenómenos de la sociedad y del pensamiento. Marx, por
ejemplo, trató de todas las formas sociales y de todas las formas de pensamiento,
deteniéndose especialmente en el análisis concreto de una formación social y una forma
de pensamiento muy concreto: en la sociedad burguesa y el pensamiento burgués, y
extrajo de ese análisis las contradicciones particulares de este tipo de sociedad y de
pensamiento así como sus esencias particulares. Para Marx, no existían más
contradicciones ni más esencias particulares en la sociedad burguesa y el pensamiento
burgués, que las que él pudo reconocer y analizar. Es más, en su estudio de la historia,
de la economía, la política y la cultura de todos los países avanzados que fueron objeto
de su atención, es decir, en el análisis de cada país, Marx no encontró sino aquello que
los identificaba con los otros, de lo que pudo deducir que ésa era, precisamente, la
contradicción particular y la esencia particular de esa formación social; lo que la
distinguía de otras formaciones. En cuanto a la esencia y contradicciones de la forma
del pensamiento burgués, especialmente la filosofia y la economía política, Marx, como
se sabe, también hizo algunos descubrimientos importantes, destacando que se
correspondían o son el reflejo en la mente del hombre burgués, de su naturaleza
universal esencialmente burguesa.
Marx no consideraba las formas sociales y las formas de pensamiento de cada país por
separado, para establecer a partir de ese supuesto análisis concreto la contradicción
particular y la esencia particular de cada uno de esos países, como se deduce
claramente de las tesis de Mao, y eso por la sencilla razón de que tales contradicciones y
esencias particulares nunca han existido ni pueden existir. Esto no quiere decir que no
existan rasgos o características correspondientes a otras formas de organización social y
pensamiento que no sean burgueses. Por ejemplo, China, en la época que Mao escribió
la obra que estamos comentando, era un país semifeudal y semicolonial que se hallaba
en un proceso revolucionario abierto. Esto significaba entonces que su contradicción
particular y su esencia particular no estaban realmente definidas, que se hallaba en un
punto del proceso de desarrollo histórico en el que, se puede decir, había perdido ya
buena parte de su vieja contradicción particular y de su vieja esencia particular (que por
supuesto compartía con otros muchos países) y comenzaba a adoptar la contradicción
particular y la esencia particular del capitalismo. China no era entonces ni un país
puramente feudal ni tampoco capitalista. Se encontraba en un proceso de transición
desde una forma social ya caduca en todo el mundo a otra que ya había empezado
también a decaer sin haberse establecido en China, por lo que se le planteaba la
necesidad de liquidar cuanto antes los rasgos de la anterior formación social que aún
conservaba y cubrir rápidamente la etapa histórica correspondiente al desarrollo
capitalista a fin de poder adentrarse en la nueva era del socialismo que ya por entonces
había comenzado.
Pues bien, dichas excepciones, que existen en la realidad como eslabones intermedios
de transición de unas formas a otras de movimiento o de cualidades diferentes, no
pueden constituir, por su propia naturaleza, la contradicción particular ni la esencia
particular de ninguna formación social, si bien pueden ser una forma particular de
pensamiento. Con el pensamiento ya se sabe lo que sucede: que no sólo es capaz de
reflejar más o menos fielmente la realidad objetiva, sino que también puede volar y,
¡como no!, despeñarse. ¿Cómo puede una tal categoría detransición, si se la puede
llamar así, servir de fundamento, de premisa, para un análisis que se pretende marxista,
científico, dialéctico?
De ser cierta la tesis de Mao habría que considerar tantas formas sociales y de
pensamiento como países existen en el mundo. Lo que él considera una forma social o
una contradicción y esencia particular, no lo es en modo alguno. El marxismo sólo
reconoce la existencia de cinco grandes formaciones económicas y sociales a lo largo de
la historia: el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el
comunismo. También reconoce la existencia de ciertos eslabones intermedios o
regímenes de transición de una a otras formas sociales, tal que el colonato que se
estableció en Europa después de la caída del imperio romano (y que perduró durante
cuatro siglos, antes del establecimiento del sistema feudal), y lo que ha podido ser
recientemente el régimen semifeudal y colonial, en el que se mezclan varias formas
sociales correspondientes a los distintos sistemas sin que predomine ninguno de ellos.
Estas formas pueden permitir el paso al socialismo, pero también pueden dar lugar a un
retorno temporal a viejas formas sociales ya caducas (al capitalismo), que es lo que ha
sucedido en China y en otros países. En ningún caso, dependiendo de la época o del
grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas sociales, el período de
transición puede durar mucho tiempo ni puede permanecer estable por las fuertes
corrientes históricas y las fuerzas que confluyen en él, de manera que resulta imposible
establecer una contradicción particular y una esencia particular dentro de ellas; en
todo caso, esa inestabilidad y fluctuación entre un régimen social y otro distinto, podría
ser su contradicción particular y su esencia particular, mas esto no constituye una
formación social característica en el sentido que lo entiende el marxismo dogmático.
Otra acepción de lo particular, por oposición a lo universal (que como ya hemos visto
está contenido o forma un todo con lo particular o individual), es la que se refiere al
carácter específico, cualitativamente diferente de cada cosa o fenómeno, ya que,
efectivamente, cada objeto particular contiene su propia contradicción, distinta a todas
las demás. Aquí hay que distinguir claramente la contradicción o contradicciones
sociales, las cuales no tienen nada que ver con las que se dan en el mundo animal, en el
vegetal o mineral.
Mao se refiere a todas estas contradicciones de distinto carácter, subrayando que, por
ejemplo, de un huevo nace una gallina, pero que una piedra jamás podrá poner un
huevo. De una piedra sólo puede salir otra piedra más pequeña o polvo, con el que en
todo caso se podrá abonar la tierra que nutre el grano que alimenta a la gallina que pone
el huevo. Pero de este huevo jamás podrá salir una piedra, ya que ambas formas de
existencia o movimiento de la materia están regidas por leyes diferentes y tienen
también cualidades diferentes. Dentro de cada una de esas formas de movimiento
cualitativamente diferentes se da también una infinita variedad de formas particulares
que no lo modifican esencialmente o que lo hacen muy lentamente. No obstante, la
separación entre unas y otras cualidades o propiedades no es nunca absoluta ni tan
tajante, ya que en realidad unas se derivan de las otras y se transforman en su contrario
(el nacimiento de la vida, su origen en la materia inorgánica, es algo que la ciencia ha
demostrado hace ya tiempo). Del huevo, ciertamente, no puede salir una piedra, pero
¿quién puede negar la existencia de materia calcificada, petrificada,en la cáscara y aún
dentro del huevo? Por lo demás, ¿de dónde extrae la planta o el grano que alimenta a la
gallina sus elementos nutritivos, si no es de la tierra, de los minerales, del agua y la luz?
En todo caso, de lo que no podemos dudar -la experiencia histórica así nos lo ha
demostrado- es que del huevo semifeudal y semicolonial sí puede salir la gallina
capitalista o bien el pollo socialista, es decir, formas de organización social
esencialmente diferentes.
Notas
(1) Mao Zedong: Discurso pronunciado en la II sesión plenaria del VIII Comité
Central del Partido Comunista de China.
(2) Lenin: Cuadernos filosóficos.
(3) Mao Zedong: Sobre la contradicción.
(4) Lenin: «Sobre el problema de la dialéctica», Cuadernos filosóficos, Obras
Completas, tomo 29.
(5) Lenin: «Sobre el problema de la dialéctica», Cuadernos filosóficos, Obras
Completas, tomo 29.
(6) Mao Zedong: Sobre la contradicción.
(*) Toda la concepción de Mao gira en torno a esa visión unilateral de la contradicción
que conduce siempre a partir de la realidad inmediata y a perder de vista otros
importantes factores de desarrollo. Por eso hay que hacer notar que, si bien la ley de la
contradicción es la más importante de la dialéctica, ésta no puede ser, sin embargo,
reducida a sólo esa ley. Engels definió la dialéctica como la doctrina de las leyes que
rigen el movimiento y desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y el
pensamiento (Anti-Dühring). Lo que permite partir siempre de una visión general, que
abarque el desarrollo en su conjunto, en el momento de abordar cualquier contradicción
o análisis concreto. De lo contrario, lo más probable es que perdamos el norte o nos
equivoquemos. Es lo que explica Lenin cuando dice: El enfoque del espíritu (humano)
de una cosa particular, el sacar una copia (= su concepto) de ella no es un acto simple,
inmediato, un reflejo muerto en un espejo, sino un acto complejo, dividido en dos,
zigzagueante, que incluye la posibilidad de que la fantasía vuele apartándose de la
vida; es más: la posibilidad de la transformación (además, una transformación
imperceptible, de la cual el hombre no es consciente, del concepto abstracto, de la idea,
en una fantasía [...] Porque incluso en la generalización más sencilla, en la idea
general más elemental (‘mesa’ en general), hay cierta partícula de fantasía (Cuadernos
filosóficos).
III
Lo que nosotros hacemos en China, ¿convendrá a las leyes económicas que imperan en
el país? Este problema merece ser estudiado. Según mi parecer, basta con que el
modelo chino esté conforme en lo esencial a las leyes económicas de China. Este
comentario de Mao, que hemos recogido de sus Apuntes a los Problemas económicos
del socialismo en la URSS (*), obra de J. Stalin, resume la posición que ya hemos
estudiado, sólo que esta vez referida a la construcción económica del socialismo.
¿Significa esto, acaso, que las leyes de la construcción socialista deberán ser distintas en
cada país? Por lo que hemos leído poco más arriba, acerca de la coincidencia, en lo
esencial, del modelo chino con las leyes económicas chinas, parece que no debemos
albergar ninguna duda respecto a este problema. Mas ¿cuáles son esas leyes económicas
chinas? Mao alude a la necesidad de estudiar este problema, pero de momento sólo se
refiere en el mismo texto a algunas leyes económicas muy conocidas y bastante
comunes.
Mao critica que en la Unión Soviética no hubiera desarrollo simultáneo de las grandes,
medianas y pequeñas empresas, como tampoco desarrollo simultáneo de las regiones y
el poder central, o de la industria y de la agricultura. Ese sería el modelo chino de
desarrollo. Pero a poco que analicemos las condiciones reales, tanto económicas y
sociales como políticas e internacionales del país de los soviets tras la revolución, nos
daremos cuenta inmediatamente de la imposibilidad de simultanear el desarrollo de
todos esos sectores, por lo que el poder soviético se vio obligado a tener que elegir entre
el desarrollo de los sectores claves de la economía y el fortalecimiento del poder central,
o la muerte de la revolución. Para los trabajadores de la Unión Soviética no existía otro
modelo que no fuera ése, ya que no sólo debían tener en cuenta su atraso, sino que no
podían contar con la ayuda técnica y financiera que sólo la revolución proletaria
triunfante en los países más adelantados de occidente les podría haber proporcionado.
¿Cómo simultanear el desarrollo de las grandes, medianas y pequeñas empresas, sin
permitir al mismo tiempo el desarrollo de la burguesía y las inversiones de capital
extranjero? ¿Cómo simultanear el desarrollo de la industria y la agricultura sin contar
con los medios que sólo podía proporcionarles la agricultura colectiva de los
trabajadores del campo? ¿Cómo simultanear el desarrollo de las regiones y del poder
central ante la debilidad de dicho poder y en una época de guerra civil casi permanente,
de acoso y agresiones imperialistas? En este aspecto, China, ciertamente, se encontraba
ante una situación diferente, ya que, entre otras cosas, contaba con la ayuda y el apoyo
de la Unión Soviética. No obstante, el problema que se planteaba no era muy diferente,
hasta se puede asegurar que es un problema que habrá de presentársele a otros países y
para lo cual se hace indispensable tener las ideas medianamente claras.
Se trata, como lo analiza Stalin y el mismo Mao recoge en sus apuntes, del problema de
la división en dos categorías de los medios de producción. Una parte de esos medios son
de propiedad estatal o de todo el pueblo; la otra parte pertenece a los colectivos de
trabajadores. Esto implica la producción y el intercambio de mercancías a un cierto
nivel así como la propiedad individual o privada de los objetos de consumo personal y
familiar, de manera que en el socialismo los medios deproducción no nueden ser
considerados como mercancías; es decir, no pueden pasar a ser propiedad privada
individual ni utilizados, por tanto, para la explotación del trabajo. Esto plantea el
problema de la actuación de la ley del valor y de la fijación de los precios en el
socialismo. No nos vamos a detener aquí a estudiar este problema, porque nos llevaría
muy lejos. Tan sólo nos vamos a limitar a exponer la concepción de Stalin:
Este es el mismo problema que se planteó también en Cuba en 1963, en la polémica que
enfrentó a Ernesto Che Guevara con los revisionistas en el ministerio de economía en
relación con los costos de producción como base del análisis económico de las
empresas sujetas a sistema presupuestario,polémica en la que el Che se muestra mucho
más stalinista que maoísta y,desde luego, nada fidelista: Nuestra concepción -escribe el
Che- que no está implantada sino en determinadas ramas de la economía, considera el
producto como un largo proceso de flujo interno durante el transcurso de todos los
pasos que debe dar en el sector socialista hasta su transformación en mercancía, lo que
ocurre solamente cuando hay traspaso de propiedad. Este traspaso se realiza en el
momento en que sale del sector estatal y pasa a ser propiedad de algún usuario (8).
El Che no está proponiendo aquí que los medios de producción pasen a ser propiedad
privada; se está refiriendo a los usuarios,no como a productores de mercancías, sino
como consumidores; se está refiriendo al valor de uso de las mercancías, y no a su valor
de cambio, ya que en el socialismo el sector de la economía de propiedad estatal,
dominante, no sólo no es regulado por la ley del valor, sino que como indica Stalin,
dicha ley resulta, a su vez regulada por la planificación. El error fundamental de los
camaradas Sanina y Venzher consiste en que no comprenden el papel y el significado
de la circulación mercantil en el socialismo, no comprenden que es incompatible con la
perspectiva del paso del socialismo al comunismo. Piensan, por lo visto sión del
marxismo es que la circulación mercantil no es óbice para pasar del socialismo al
comunismo, que la circulación mercantil no puede impedir esa transición. Es éste un
profundo error nacido de la incomprensión del marxismo (9).
Ese profundo error y esa incomprensión que muestra Mao en sus anotaciones críticas de
estas cartas de Stalin, lo que resulta doblemente significativo si se considera la defensa
que hace de ellos después de haber leído lo que había escrito Stalin. Claro que aquí se
podía objetar que en la situación de China que describe Mao, no se puede pretender
pasar inmediatamente al comunismo. Pero tampoco en la URSS de principios de los
años 50, ni posteriormente en Cuba, se está proponiendo un paso tan inmediato. Se
trata, evidentemente, de la línea a seguir en la etapa del socialismo, una línea que
persigue acabar con la propiedad privada sobre los medios de producción, con la
producción de mercancías, etc. y para lo cual se propone dar los primeros pasos de una
manera firme y consecuente. ¿Se puede dejar, en estas circunstancias, de defender la
concepción del marxismo cuando es objeto de ataques o tergiversaciones por los
revisionistas y adoptar una posición ecléctica, intermedia o pragmática, en nombre de
unas supuestas particularidades nacionales o contradicciones y esencias propias,
específicas?
Mao no está de acuerdo con esta ley económica del socialismo que defiende Stalin y
propone, por el contrario, que algunos medios de producción pasen a ser propiedad
privada. La existencia de dos sistemas de propiedad constituye, efectivamente, tal como
argumenta Mao, la principal premisa de la producción mercantil y, si bien es cierto
igualmente que a fin de cuentas, ésta última también tiene nexos con las fuerzas
productivas,no se puede perder de vista en ningún momento la ley de la planificación
socialista basada en la existencia de los nuevos tipos de propiedad, los cuales no tienen
nada que ver y entran en abierta contradicción con las viejas relaciones de producción
capitalistas. Esto hace que, contrariamente a lo que afirma Mao en sus Apuntes, los
intercambios no seguirán efectuándose a través de las mercancías sino, en todo caso, en
áreas restringidas y por poco tiempo. Lo que desde luego no se puede admitir es que
dichos intercambios puedan realizarse en las regiones o sectores donde el sistema
socialista de propiedad de todo el pueblo se haya realizado íntegramente ya que admitir
esta posibilidad equivaldría a dejar la puerta abierta para la restauración capitalista bajo
una supuesta economía socialista de mercado. Esta fue, como se sabe, la tesis que
defendiera Bujarin en los años 30 en la Unión Soviética y que aún hoy siguen
defendiendo los bordiguistas; tesis que puso en práctica Jruschov nada más usurpar el
poder en la URSS y que han hecho suyas los denguistas chinos bajo la misma consigna
bujarinista de ¡enriqueceos!
Para reforzar sus argumentos, los oportunistas siempre han recurrido a Lenin de una
manera fraudulenta, intentando convertir la Nueva Política Económica (NEP)
preconizada por él, así como la necesidad del comercio y el capitalismo de Estado, en
argumento a favor de la propiedad privada capitalista y el libre comercio en el
socialismo. De esta manera, lo que para Lenin venía a suponer un paso atrás obligado
que debía permitir mantener la alianza obrero-campesina, al mismo tiempo que un
mayor desarrollo de la producción y su concentración en manos del Estado proletario
(como paso previo al establecimiento de una verdadera economía socialista), para los
bujarinistas, jruschovistas y denguistas, de lo que se trata no es de otra cosa sino de un
retorno hacia la pequeña y mediana producción que sirva de base a la concentración y
restauración capitalista. Este es el modelo o la vía de desarrollo que nos ofrecen,
contrapuesto al modelo stalinista soviético ovía comunista de Marx, Engels y Lenin.
Mao recoge un pasaje de la obra de Stalin donde este problema aparece expuesto de una
forma bastante clara: De aquí se desprende -escribe Stalin- que Engels se refiere a
países donde el capitalismo y la concentración de la producción están bastante
desarrollados, no sólo en la industria, sino también en la agricultura, para que se
puedan expropiar todos los medios de producción del país y hacer de ellos patrimonio
del pueblo entero. Por consiguiente, Engels considera que en esos países se debería,
paralelamente a la socialización de todos los medios de producción, suprimir la
producción mercantil. Y eso, naturalmente, es acertado (10). Stalin, en aplicación de los
principios marxistas-leninistas, aboga por la supresión de la propiedad privada
capitalista sobre los medios de producción en los países poco desarrollados, no así por
la supresión de la producción mercantil, que deberá permanecer en ellos, pero de una
producción mercantil sin propiedad privada sobre los medios de producción, sin
explotadores y sin mercaderes capitalistas. Es decir, que no se trata de la supresión de la
producción mercantil, sino de la producción mercantil capitalista a fin de que, entre
otras cosas, los intercambios no puedan continuar efectuándose a través de las
mercancías sino conforme a un plan dirigido a servir a las masas populares. Esta es la
ley del socialismo, lo que diferencia esencialmente al sistema socialista del sistema
capitalista basado en la propiedad privada, en la anarquía de la producción y en las
demás leyes de la explotación del trabajo por el capital.
Mao no entendió este problema e interpretó mal a Lenin y Stalin. Dice en sus
comentarios a la obra de Stalin: algunos no quieren la producción mercantil. Se
equivocan. En lo concerniente a este problema, aún debemos seguir remitiéndonos a
Stalin, quien, a su vez, se remite a Lenin. Este último dijo que habría que concentrar
todos los esfuerzos en el desarrollo del comercio. En cuanto a nosotros decimos que
hay que desarrollar con todas nuestras fuerzas la industria, la agricultura y el
comercio. ¿Porqué se limitan Lenin y Stalin a hablar sólo del comercio y no dicen ni
una palabra del desarrollo dela industria y la agricultura? (¿Es qué este desarrollo no es
el centro de toda la atención y el esfuerzo de la construcción económica del
socialismo?). Evidentemente, porque separan la producción y el comercio de
mercancías de la propiedad de los medios de producción, en tanto que Mao está
aludiendo al desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio como todo un
sistema de relaciones económicas que no excluye la propiedad privada y el intercambio
a través de las mercancías.
Esta aparente contradicción entre el texto de Stalin y la observación que hace Mao
(parece querer decir lo mismo), revela que éste no ha comprendido las tesis de Stalin y
de Lenin. La producción de mercancías es más vieja que la producción capitalista, y no
obstante, a pesar de preparar ciertas condiciones para la producción capitalista, no
condujo al capitalismo. Esto lo dice Stalin porque sabe positivamente que, para que se
pueda establecer el régimen capitalista de producción, se tienen que dar, junto a
determinadas condiciones técnicas de la producción, dos condiciones básicas: la
posesión de los medios de producción y de vida por parte de los propietarios capitalistas
(el capital pre-industrial) y la existencia de un proletariado numeroso que carezca de
ellos y se vea obligado a tener que vender su fuerza de trabajo a los poseedores de los
medios de producción. Bajo estas condiciones, y es de lo que aquí se trata, la
producción mercantil sí conduce al capitalismo; es decir, que la tesis de Stalin no resulta
nada forzada. Pero Stalin va mucho más lejos y pregunta: ¿porqué no puede también la
producción mercantil servir por cierto tiempo a nuestra sociedad socialista sin
conducir al capitalismo? Esta es la clave del asunto. Se trata, como ya hemos señalado,
de una producción mercantil sin propiedad privada de los medios de producción y sin
intervención de los capitalistas, para un cierto periodo de nuestra sociedad socialista. A
Mao esto le parece perfectamente justo,e incluso llega a afirmar que si se elimina a los
capitalistas se puede desarrollar enormemente la producción mercantil, lo que no casa
por ningún lado con su propuesta de convertir una parte de los medios de producción en
mercancías y que los cambios continúen efectuándose a través de las mercancías.
Pero Mao se muestra en desacuerdo con esta conclusión, y lleva la polémica al terreno
del problema de las transformaciones del sistema de la propiedad, con el que está
estrechamente relacionado, para decir que Stalin evita responder a este problema,
cuando, en realidad, ésa es la única respuesta socialista, marxista, que cabe darle: la del
desarrollo de la producción y su concentración en manos del Estado (de toda la
sociedad), a fin de que se pueda cumplir de forma efectiva la ley socialista de la
planificación económica, social, cultural, etc. Si, por el contrario, partimos de la
concepción de que la esfera de la producción mercantil no está circunscrita a los
objetos de consumo personal y que ciertos medios de producción también pertenecen a
la categoría de mercancías ¿no estaremos con ello fomentando un modelo de desarrollo
capitalista?
Reconocer la universalidad de esa vía no quiere decir que todos los países deban
transitarla de la misma e idéntica manera. Admitir la identidad de los rasgos principales
y fundamentales de la revolución proletaria en todos los países significa, para nosotros,
oponerse al revisionismo en todas sus formas nacionales. Sobre este particular, en sus
Notas de lectura del 'Manual de economía política de la Unión Soviética' Mao hace una
pregunta que nos parece muy oportuna: ¿Por qué el proletariado triunfó primero en
Rusia? y he aquí su respuesta: A comienzos del siglo XX, el centro de la revolución se
desplazó hacia Rusia y nacía el leninismo, desarrollo del marxismo. Sin el leninismo,
no habría habido victoria de la revolución rusa [...] Si no hubiera habido lucha entre
los bolcheviques y los mencheviques; si no hubiera habido lucha contra el revisionismo
de la II Internacional, le habría sido imposible triunfar a la revolución de Octubre. Esta
es una observación que nos parece absolutamente correcta. Lo es igualmente la opinión
que expresa poco más abajo Mao en el sentido de que la victoria de la revolución
proletaria no se obtiene forzosamente en los países de muy alto nivel de desarrollo
capitalista. Otra consideración merece lo que Mao dice a continuación: Es muy dificil
hacer la revolución y construir el socialismo en los países occidentales, porque en esos
países la influencia perniciosa de la burguesía es muy profunda y ya se infiltró por
doquier. En China la burguesía sólo existe desde hace tres generaciones, mientras que
en países como en Inglaterra y Francia existe desde hace decenas de generaciones [...]
por eso la clase obrera inglesa no sigue al Partido Comunista, sino al Partido
Laborista. Lenin dijo: 'cuanto más atrasado es un país, tanto más difícil es su paso del
capitalismo al socialismo'. Vista desde hoy, esta tesis no es correcta. En realidad,
cuanto más económicamente atrasado es un país, tanto más fácil -y no difícil- resulta
su paso del capitalismo al socialismo. En realidad, cuanto más pobre es un hombre,
tanto más quiere la revolución. Claro que esto no explica por qué países como la India,
o como la inmensa mayoría de los países dependientes, aún habiendo en ellos cientos de
millones de pobres que quieren la revolución, todavía no la han llevado a cabo, e
incluso en la misma China a pesar de la corta existencia de la burguesía, la revolución
socialista tampoco haya podido llegar muy lejos. La cuestión, pues, continúa siendo la
misma de antes: es más fácil comenzar la revolución socialista en los países atrasados,
pero más difícil terminarla, en tanto que en los países más desarrollados, debido a la
circunstancia a que se refiere Mao, la revolución socialista resulta más difícil
comenzarla, pero cuando se produzca, lo más probable es que no haya marcha atrás y
con ello puedan prestar una importante ayuda a los otros países.
Por otro lado, es bien conocida la crítica que realizara Mao a la concepción de Stalin
sobre el problema de la identidad o de la unidad y la lucha de los contrarios, la ley más
importante de la dialéctica, en la que aparecen desconectados ambos aspectos. Esta
crítica, que nosotros siempre hemos considerado justa, habrá de ser analizada de nuevo.
Igualmente son conocidas las referencias que hace Mao en distintos textos a la
desconfianza de Stalin respecto a la política del PCCH. Todo esto lo explica Mao como
una consecuencia de la rigidez del pensamiento de Stalin, y es verdad que hay mucho de
cierto en esa observación. Sin embargo, una cosa es la rigidez de pensamiento, que
puede conducir a cometer incluso graves errores, y otra muy distinta los errores de
principios que cometió Mao y que están en la base de la desconfianza de Stalin respecto
del proceso revolucionario chino. El mismo hecho de que, como reconoce Mao, esa
desconfianza de Stalin no desapareciera hasta que China se enfrentó directamente a la
agresión del imperialismo yanki en Corea en 1950, es un claro indicador del motivo
fundamental de aquella desconfianza, lo que, por demás, se ha visto posteriormente
confirmado por la política que está aplicando el revisionismo chino tanto con los EEUU
como en relación con el nuevo Estado de la burguesía rusa.
Por supuesto que no se le puede atribuir a Mao esta política y menos aún la que ha
conducido a la restauración capitalista en China, de la misma manera que no se le puede
atribuir a Stalin la política de traición al socialismo y al internacionalismo que
practicaron Jruschev, Breznev y compañía. El problema que nosotros planteamos es
otro muy distinto: se trata de la existencia de un desacuerdo en el seno del movimiento
comunista, desacuerdo debido, fundamentalmente, a la diversidad de condiciones y al
distinto grado de comprensión de la teoría marxista-leninista, aunque también es verdad
que, como casi siempre sucede, fueron sus enemigos revisionistas e imperialistas los
que, a fin de cuentas, lo utilizaron en su propio beneficio.
Notas:
(*) El texto de Mao Apuntes a los 'Problemas económicos del socialismo en la URSS',
nunca fue publicado oficialmente en China. Hay que tener en cuenta que el tomo V de
las obras escogidas de Mao, en el que se recogen sus escritos de 1949 a 1957, no
apareció hasta 1977. La Comisión del CC encargada de publicar la obra del dirigente
chino, anuncia en el prólogo a ese tomo que seguirían editando sucesivamente los tomos
siguientes, cosa que, naturalmente, no han hecho los denguistas. Todo lo que Mao
pudiera escribir desde 1957 hasta su muerte en 1976 ha sido ocultado por los
revisionistas chinos. Sin embargo, algunos de esos textos, particularmente aquellos que
tenían un carácter interno han podido escapar a la quema de los contrarrevolucionarios
por haber sido recopilados y publicados por los Guardias Rojos en 1967 y 1969 bajo el
título ¡Viva el pensamiento de Mao Tse-Tung!. El texto que comentamos está incluido
en una de esas recopilaciones de las que se han hecho numerosas traducciones; nuestras
citas provienen del libro titulado La construcción del socialismo en China, editado por
Siglo XXI Argentina Editores, enero de 1976.