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Cuadernillo de Evaluación
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La columna de opinión

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Taller de Lectura y Redacción II

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Nombre: _________________________________________
Grupo: _______ Fecha: _________________

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La Columna de Opinión
Ejercicio 1

Lee las siguientes columnas e identifica todas aquellas características propias de una
columna.

Opinión u
Presentación del
apreciación sobre Cierre
tema
el tema

Ya viene Patton

Definir infidelidad

Peor el remedio
que la enfermedad

Información

Ejercicio 2

Analiza las siguientes columnas e identifica sus diferencias y similitudes en cuanto al


estilo.

Titulo de la
Similitudes Diferencias
columna

Ya viene Patton

Definir infidelidad

Peor el remedio
que la enfermedad

Información
Ejercicio 3

Luego de leer las columnas, responde las siguientes preguntas:

Peor el remedio
Definir
Ya viene Patton que la Información
infidelidad
enfermedad

¿Cuál es el tema
de la columna?

¿Qué opina el
autor sobre ese
tema?

¿Por qué opina de


ese modo?

¿Cuál es la mirada
original del autor?

¿Cuál el
ingrediente
personal?
(anécdota)

¿Por qué es
interesante para
un lector?
Peor el remedio que la enfermedad
Por Eugenia Weinstein.

Ir a la farmacia en Chile se ha convertido en un problema para la salud mental. Porque no hace bien
pensar cotidianamente que a uno le mienten y le engañan, menos aún andar desconfiando de la
gente.
Entrar a una farmacia me pone de mal humor y paranoica. Basta que ponga un pie adentro para que
me sienta insegura, ansiosa, engañada. No hay quién me saque de la cabeza que me están asaltando
y que no puedo hacer nada para evitarlo. Consulto precios, me voy a la farmacia del frente, luego a
la de la otra esquina, reclamo, dudo, sospecho, discuto, me opongo, conjeturo, intento desistirme.
Finalmente, para no poner en riesgo mi salud y al igual que la mayoría de los chilenos, obligada,
rabiosa y desautorizada, compro. Aunque sienta impotencia y me den ganas de salir arrancando. Lo
peor es que estos síntomas se han agudizado después del affaire "colusión". Porque antes sólo tenía
la sensación de que era víctima de un atraco, mientras que ahora estoy convencida de que me están
desplumando.
No sé cuál es la experiencia de ustedes. Lo que es a mí, los medicamentos que habitualmente
necesito comprar suben de precio todos los meses. Si llegan a bajar, es sólo un veranito de San
Juan y, lo más raro, es que tanto antes como después de la colusión valen lo mismo en las distintas
cadenas de farmacias. Pesos más, pesos menos.
Pero la constante es el alza. Incluso uno, del cual no puedo prescindir y que ya había
experimentado un aumento del ciento por ciento, cuando estalló el caso colusión bajó cincuenta
por ciento, y ahora, otra vez, volvió a subir ciento por ciento. Conclusión: los medicamentos no
tienen precio o cobran lo que quieren y cuando quieren por ellos, independientemente de su valor.
El hecho es que no tengo idea cuánto valen ni cuánto me van a costar el próximo mes, ni el porqué
van a bajar o subir. Tampoco logro nada con organizar mis gastos, planificar mi presupuesto o
mantenerme bien informada, porque su precio no está ligado a ningún parámetro posible de
objetivar. Soy capaz de entender, aunque no me guste, que el precio de la bencina se relaciona con
el del petróleo y que el del pan se relaciona con el precio del trigo.
Lo que me irrita y no logro aceptar es que el precio de los remedios, asunto muchas veces de vida o
muerte, sea un enigma inexplicable que se relacione sólo con los vaivenes de la avidez y la
arbitrariedad, sin que nadie defienda realmente a quienes requerimos con urgencia de ellos.
En nuestro país, algunos temas de gran impacto social, cuando saltan al tapete saturan la
conversación, copan los medios y generan todo tipo de planes y propuestas, apasionando a
dirigentes y autoridades. El misterio es que después pasan de moda, se habla tarde, mal y nunca de
ellos y las personas verdaderamente afectadas quedan sin solución a sus problemas. O sea, mucho
ruido y pocas nueces.
Esto ha pasado con el asunto de las farmacias. Cuando estalló el caso colusión todo Chile vivió
intensamente aquellos días, purificando su alma de la rabia acumulada. Se hizo una catarsis
colectiva, no se habló de otra cosa por días y semanas, quien más, quien menos rasgó vestiduras con
vehemencia y se prometieron las penas del infierno.
Es verdad que la Fiscalía Nacional Económica actuó, que el Tribunal de la Libre Competencia aún
está viendo la situación y que varios ejecutivos enfrentan una querella ante la justicia; pero los
consumidores, que es lo que realmente importa, pasada ya la ofuscación, la exaltación y la
embriaguez de los Días F de Farmacia, seguimos pagando no sólo los mismos precios de antes, sino
que peor, en muchísimos casos, cada día más caros.
Debido a las denuncias, en el presente estamos al tanto de que nos defraudan; sin embargo, forzados
a seguir comprando y sin una solución real al problema, ahora somos cómplices pasivos y testigos
inermes de nuestra propia estafa. Como para enfermarse de los nervios.
Ir a la farmacia en Chile se ha convertido en un problema para la salud mental. Porque no hace bien
pensar cotidianamente que a uno le mienten y le engañan, menos aún andar desconfiando de la
gente. Además, recelar permanentemente de un sector que cumple una función tan relevante para la
salud es grave para la convivencia nacional. Nos hace sentir vulnerables, vejados e indefensos.
Nos vuelve suspicaces, rudos, mezquinos, descreídos, indiferentes y descomedidos. Aunque sea
duro, hay que reconocerlo: estar enfermo hoy en nuestro país ya no sólo duele e invalida, sino que
además enferma de estrés. Peor el remedio que la enfermedad.

Definir infidelidad
Por Paula Serrano, sicóloga.

La infidelidad sigue siendo la causa de mayor dolor en el amor y la más frecuente gatilladora de
separaciones en las parejas.
El matrimonio moderno descansa en el amor, no como antes en la protección de la institución
familiar. Habría sido impensable romper un matrimonio en el siglo XIX, porque un marido tuvo un
encuentro sexual con otra mujer. Era lo esperable.
Lo que importaba era que los maridos fueran discretos y leales, que fueran respetuosos, que
cuidaran a su familia y el nombre de su mujer. Incluso algunos hombres hacían la vista gorda a
ciertas conductas inadecuadas de sus mujeres si ello mantenía la estabilidad conyugal. Y un acto
básico de respeto era el silencio. Era más seguro no saber.
Hoy las mujeres buscan saber. Los hombres también. Es la pareja y el amor lo que más importa. El
resultado es que se resiente o se rompe el matrimonio.
¿Pero qué es ser infiel? Es romper el pacto de amor, es tener relaciones sexuales con otro, es
constatar que el otro/a es más feliz con algún otro/a del sexo opuesto (como pasa con los amores
virtuales por Internet). Las parejas se hacen sufrir en múltiples ocasiones y eso no es ser infiel. O
sea no es el dolor lo que determina una infidelidad, sino la pérdida de un sitial que fue nuestro y
ahora ocupa otro.
Planteo el tema porque creo que las exigencias sobre la pareja actual son imposibles de cumplir y
nacen más bien de la soledad y del miedo que del amor.

Primera persona
Cada vez es más frecuente que consulten mujeres cuyos maridos han sido "pillados" en una
aventura sin importancia afectiva alguna, pero seguro de fuerte contenido sexual, y se produce el
mismo dolor y la misma reacción y las mismas ganas de romper la relación que si el se hubiera
enamorado de otra. Una bola de nieve que va de acusaciones a confidencias, a persecuciones, que
terminan por quebrar la confianza básica y muy pronto el matrimonio.
Si lo que mantiene el matrimonio es el amor, ¿no debería la infidelidad ser la pérdida del
compromiso de amor? Tal vez habría que definir de nuevo esta palabra. Porque en algún sentido
todos somos infieles -en el sentido evangélico- de mil maneras y traicionamos nuestros
compromisos, pero no a nuestra pareja.
Dejo planteado el tema a mis lectores porque yo no tengo solución que proponer.
Ya viene Patton
Por Sergio Paz.

Faith No More regresa. Grandioso. ¿Alguien pensó que pasaría? Probablemente no. Pero ocurrió. Y
tras ¿cuánto? ¿11 años de ausencia? Esta poderosa banda, con no pocos hitos en la memoria pop del
país, finalmente aterriza again en Chile. Bien. Muy bien. Claro que, al menos personalmente, sí hay
una buena razón para estar feliz: viene con Patton a la cabeza.
La primera vez que vi a Patton de cerca fue en su pieza en el Marriot de Santiago. Fuguet, Alberto
Fuguet, lo conocía. Así es que lo llamó y fuimos a verlo -yo de colado- abriéndonos paso entre las
groupies que taponeaban la entrada hasta la Kennedy. Luego bastaba pronunciar el apellido mágico:
Richard Ramírez. Mike Patton, en los hoteles en los que se quedaba, lo hacía con el nombre de
algún asesino en serie.
Así es que supongo que le caí bien cuando le dije que, en Colombia, había conocido a un ex
presidiario que había compartido celda con Ramírez, el psicópata que intentaba redimir su alma
fabricando las cruces que él mismo regalaba.
Poco pasó ahí. Sí unos días después en Buenos Aires. El rito fue igual. Dar el nombre. Entrar a la
pieza. Saludar a Patton que, día y noche, andaba con una cámara de video que parecía de juguete.
Luego ir al concierto en Obras. Eran los años en que "Epic" arrasaba en el Billboard.
Concluido el show nos invitó a carretear en la van del grupo. La vez que más cerca he estado del
rock and roll. Fuimos al Bolivia. Luego a la disco Bajo Tierra: las pibas (minas) le pasaban
papelitos a Patton con sus números de teléfono. Le acercaban sus manos sin tocarlo.
Le decían: "Eres lindo". Patton, doy fe, no se aprovechaba de la fama. No pescaba. De ahí partimos
a Nave Jungla, una discoteca de enanos. Finalmente a un lugar, no recuerdo el nombre, donde
tocaba una banda que Patton encontró un asco.
-¿Cómo hay grupos que hacen música tan mala? Intentan hacer algo comercial y es un desastre
-dijo. Lo recuerdo perfecto.
Cuatro groupies terminaron en la pieza de Patton esa noche. Patton durmió solo. Lo sé porque un
amigo llegó hasta ahí, intentando agarrar algo. Pero no hubo fiesta.
Años después vi una foto de la chica con la que se había casado Patton: una mujer más bien feíta.
Menos que normal. No me sorprendió. En la aventura con el superstar, si una cosa me había
sorprendido, era la normalidad -dentro de la insanía- de esta estrella freak.
Supongo que, finalmente, la fuerza en la que se concentra todo su trabajo. Y la razón, no me cabe
duda, del fanatismo que hasta el día de hoy hay en torno a su figura. Patton, digámoslo así, tiene
algo de hermano menor: buen cabro, algo loquillo. Podría, perfectamente, haber sido el gallo que
trabajaba en la botillería de tu barrio y en las noches dedicarse al rock and roll. Sin pose. Pero sí con
genio y estilo.
Es lo que está en Faith No More, en Fantômas, en Tomahawk, Peeping Tom, en Mondo Cane y esa
música clásica italiana, jazzera, años 50.
-Si la música está muriendo, somos los músicos los que la estamos matando -dijo hace poco Patton.
El viernes 30 de octubre, en Santiago, las cosas no serán así.
Información
Por Adolfo Ibáñez

Los proyectos de acceso a cuentas bancarias para información tributaria y de consolidación de


información crediticia nos ponen, una vez más, de cara a la enorme capacidad del Ejecutivo chileno
para intervenir la vida de las personas. Desde 1924 este poder no ha cesado de incrementarla,
basado en la idea de que el Estado sabe mejor que nadie lo que conviene a cada uno y de que, a la
vez, éste constituye el agente más poderoso para procurar el engrandecimiento del país.
Fue así como surgieron numerosos ministerios y servicios públicos sectoriales para fomento o el
bienestar de sus respectivos grupos. La suma de todos ellos generó un Estado de muchas caras y
muchas voces, que interpretó una melodía disonante y equívoca, debido a las presiones para lograr
beneficios del sistema, aun a costa de consolidar privilegios aberrantes. El país pagó la cuenta,
soportando la inflación y el desgobierno, la dependencia y la miseria. En una palabra: el
subdesarrollo.
A partir de las reformas institucionales del gobierno militar han proliferado las superintendencias
como organismos reguladores de la actividad privada. En torno a ellas se ha desarrollado una
cultura de nueva generación para regular y controlar a las empresas y a las personas. Servicios
tradicionales pero dinámicos, como el SII, se han beneficiado del mismo camino.
No cabe duda de que esta intervención abrirá paso a nuevas presiones, ya que eso es propio de las
normas discrecionales. Se argüirá que es preciso propender al desarrollo del país, asunto sobre el
cual no costará mucho convencer, desde el momento en que el debilitamiento nacional es evidente
desde hace una década.
La intervención en las cuentas corrientes desencadenará movimientos negros y una evasión
ignorada hasta ahora, ensanchando un campo propicio para la actividad delictual. Con los créditos
se dificultará su acceso a los que tengan una situación débil, proliferando los usureros, los de barrio
y los otros, muy venidos a menos con las actuales formas de la vida económica.
Por sobre todo, será el país el que perderá, ya que, uno menos otro, se continuarán restando las
personas y factores que potencialmente puedan empujar el carro. El efecto de estas medidas se verá
en el largo plazo, cuando los chilenos anónimos sufran de languidez y postración por ausencia de
horizontes. Entonces estaremos todos acomodados y será casi imposible remover los obstáculos. La
zanahoria de la OCDE no debe llevarnos a tropezar con la misma piedra de siempre.
La intervención en las cuentas corrientes desencadenará movimientos negros y una evasión
ignorada hasta ahora.

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