Para el arte existen muchas definiciones pero ninguna es acertada en su
totalidad, sería como querer definir a todos los seres humanos con una única definición. El arte es una acción intelectual. Aparece como producto de la interacción del hombre- como ser conciente por excelencia- con el universo que lo rodea; entendiendo como universo al conjunto de las cosas que existen tanto en los plano, material e inmaterial. O como gusta llamar a los filósofos de la New Age “sutil”. Pero la conciencia humana -que es capaz de elaborar objetos materiales o sutiles sin aparente utilidad practica, y si fueran útiles lo serían en si mismo como objeto sin la impronta de un artista- no es como una pared contra la cual lazamos una pelota y esta la “devuelve” sin operar ningún cambio. La conciencia humana cuando recibe un estímulo opera un complejo mecanismo de filtro no solo como intérprete del fenómeno sino como moderador de ese estímulo, por otra parte y al mismo tiempo nuestros planos inconscientes de pensamiento realizan su proceso de interpretación y análisis, en función de los instintos de conservación de nuestro cuerpo y nuestro cerebro, creando mecanismos de defensa si fuera preciso y devolviendo al plano conciente un estímulo. Mientras tanto el plano conciente del pensamiento elaboró también una respuesta que no siempre está en la dirección de la respuesta que ya viene desde el inconsciente. Este defasaje siempre es “corregido” por la conciencia y crea una “falsa respuesta” conciente al fenómeno; aún no se manifiesta al exterior. Cuando la respuesta está elaborada en la conciencia se filtra nuevamente y la capa más externa del pensamiento conciente crea una respuesta que será enviada nuevamente el universo, creando un patrón de respuesta que trata de ser coherente y llamamos personalidad. En el momento en que la respuesta que viene de los planos inconscientes del pensamiento no encuentra en el pensamiento conciente una respuesta en su mismo sentido, es suprimida y el esfuerzo por filtrarla se hace evidente manifestándose en el plano físico con patologías como la agorafobia u otras. Ahí el pensamiento conciente hace colapsar los procesos intelectuales bloqueándolos y haciendo que las respuesta de la capa externa intenten mantener una coherencia con la personalidad manifiesta del individuo y al no lograrlo, provocan que esta quede sin respuesta. El artista debe intentar destrabar estos mecanismos de repuesta incoherente y dejar que las respuestas lleguen a las capas concientes del pensamiento de la forma más pura posible; y ya en la capa externa manifestar esa respuesta por medio del lenguaje del cual dispone. Esto sin lugar a dudas lleva al arte a un estado de síntesis del mensaje tal que lo universaliza, provocando más que nada un “estímulo-virus” que burla la inmunidad de la conciencia y logra llegar a los planos inconscientes del pensamiento que inmediatamente responden para que el pensamiento conciente de una respuesta al estímulo invasor. Este proceso intelectual inconsciente va movilizar nuestro instinto como especie, y de allí su universalidad. Como verán no importa si es “lindo” para tener valor como manifestación artística sino lo que importa es la capacidad de llegar a movilizar nuestros planos inconscientes y hacernos reaccionar en los planos concientes externos del pensamiento.