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Bioenergético
DEFINICIÓN y SÍNTOMAS
• PREDISPOSICÓN AL PÁNICO
a) El continuum del miedo.
b) Desconexión cognitiva – somática.
• COMPRENSIÓN BIOENERGÉTICA Y
FENOMENOLOGÍA CORPORAL DEL PÁNICO:
a) La desorganización del segmento ocular.
b) El poco contacto emocional con la parte inferior del
cuerpo.
c) La contracción crónica del segmento diafragmático y
del segmento torácico.
POSTURA TERAPÉUTICA FACILITADORA
• TERAPÉUTICA:
*DIDE
*ANÁLISIS
*TRABAJO BIOFÍSICO (TRABAJO CORPORAL
BIOENERGÉTICO):
a) La movilización del segmento ocular;
b) La flexibilización y el desbloqueo de los segmentos
torácico y diafragmático,
c) El trabajo con la base (pelvis, pies y piernas).
• ACTITUDES DIARIAS FACILITADORAS
• PRONÓSTICO
• VIÑETAS CLÍNICAS
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PANIC ATTACK: EL EXTRAÑO INVISIBLE QUE NOS
HABITA*
**
LUIS GONÇALVEZ
DEFINICIÓN y SÍNTOMAS
*
Desgrabación del Ateneo Clínico presentado el 6/11/02 en el curso de Introducción
a las Técnicas Psicoterapéuticas (5° ciclo - Facultad de Psicología de la Universidad
de la República) y del Laboratorio Clínico desarrollado el 22 y 23 de junio del 2002
en la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano (TEAB –Taller de Estudios y
Análisis Bioenergético- Montevideo/Uruguay).
**
Psicólogo. Docente Universitario de Psicología Social (Psicología Grupal e
Institucional; Seminario “El Cuerpo en la Clínica Social”), de Corrientes Teórico-
Técnicas y de Introducción a las Técnicas Psicoterapéuticas (Seminario
“Bioenergética”). Ex docente de los Cursos de Clínica Bioenergética de la Unidad de
Formación Permanente para Graduados de la Facultad de Psicología de la
Universidad de la República. Docente invitado del Departamento Reichiano del
Instituto Sedes Sapientiae (SP/Brasil). Autor de los libros “Los Cuerpos Invisibles”
(Edcs. Multiplicidades), “Análisis Bioenergético” (Depto. Publicaciones del CEUP),
“Arqueología del cuerpo” (Edcs. TEAB), “El cuerpo en la psicoterapia” (Ed.
Psicolibros Universitario), entre otros textos clínicos. Especializado en Análisis
Bioenergético, en Vegetoterapia Caracteroanalítica, en EMDR, en TIR, en EFT, en
TFT y en TIC. Miembro Didacta del Taller de Estudios y Análisis Bioenergético
(TEAB).
1
Sigmund Freud en 1895 denominaba neurosis de angustia a un cuadro similar (“La
neurastenia y la neurosis de angustia”).
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Los ataques de pánico o crisis consisten en períodos de intensa
ansiedad acompañados de algunos síntomas específicos, por lo
general relacionados a desequilibrios del sistema nervioso vegetativo.
Los más comunes son:
• Palpitaciones, dolor en el pecho, opresión torácica, taquicardia,
alteraciones vasculares, alteraciones cardiorrespiratorias,
• sensación de falta de aire, de ahogo, dificultad de respirar, falta de
aliento,
• hormigueos, parestesias,
• sudoración, escalofríos, ondas de calor, sofocaciones,
• temblores o sacudidas,
• hipersensibilidad,
• vértigo, dificultades de orientación espacio-temporal,
atontamiento,
• boca seca,
• náuseas o molestias abdominales,
• pérdida del foco visual, alteraciones visuales,
• despersonalización (sensación de estar separado de uno mismo),
desrealización (sensación de irrealidad)
• miedo de desmayarse, de perder el control, de enloquecer, de
morir.
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La percepción se vuelca para las manifestaciones somáticas
que parecen caóticas y que producen un miedo intenso, llevando a la
persona a una experiencia de intensa ansiedad.
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Desde el punto de vista bioenergético el pánico es una de las
respuestas biológicas más viejas y antiguas que podemos desarrollar
frente al peligro. Cuando se ve amenazado, el cuerpo entra en un
estado de alerta o simpaticotonía. El ritmo cardíaco aumenta, la
sangre fluye a las extremidades para prepararnos para correr o
pelear.
Un ataque de pánico provoca la reacción más rápida y compleja
que se conozca dentro del cuerpo humano. Altera inmediatamente el
funcionamiento de los ojos, muchas de las glándulas importantes,
cerebro, corazón, pulmones, estómago, intestinos, páncreas, riñones
y vejiga, y los grupos musculares más importantes. Dentro del
sistema cardiovascular el corazón aumenta su grado de contracción,
y la presión se eleva al bombear la sangre hacia las arterias. Los
vasos que canalizan la sangre hacia los órganos vitales y músculos
esqueléticos se expanden, aumentando el flujo sanguíneo, mientras
que los vasos de los brazos, piernas y otras partes menos vitales del
cuerpo comienzan a constreñirse, reduciendo el flujo en esas áreas.
Cuando un animal capta una amenaza, el cerebro reptiliano,
primitivo, construido para la supervivencia, toma la posta. La
supervivencia en la naturaleza demanda que los cuerpos respondan
como si el peligro es real y presente, preparándose para luchar o huir.
Las respuestas fisiológicas al peligro de las personas modernas se
mueven dentro del mismo estado energético, altamente cargado.
Cuando las respuestas de ataque o huida son exitosas y la persona
puede escapar o enfrentar a su atacante, el cuerpo vuelve a su
homeostasis. La energía es descargada al defenderse contra el
peligro activa y efectivamente, y el sistema nervioso vuelve al nivel
normal de funcionamiento.
Pero en el pánico la auto-regulación no está funcionando. Uno
de los factores que contribuye a sentirse sobrepasado durante un
ataque de pánico es la imposibilidad de identificar el evento
desencadenante. El cuerpo está en un estado de activación alto, listo
para atacar o huir, pero el peligro no es identificable. La persona no
puede encontrar el estímulo al que su cuerpo está reaccionando y los
síntomas (el estado de alerta) se vuelven atemorizantes. Ellos
mismos se convierten en fuente de ansiedad. El estado de alerta
corporal parece desproporcionado a la situación. Y si la situación es
psicológicamente amenazante para la persona, puede haber
importantes fuerzas intrapsíquicas que le impidan buscar el escape o
el soporte que necesita.
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marginalizadas de un territorio existencial dominante (Deleuze y
Guattari; 1980)3.
La persona se descubre activada en sus respuestas y padrones
de lucha, de fuga, etc., frente a algo desconocido (el extraño) dentro
de sí.
Lo visible es apenas la taquicardia, la falta de aire, etc.
PREDISPOSICÓN AL PÁNICO
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forma muy precoz (en los primeros días o meses de vida). En esos
momentos el mecanismo de desconexión es uno de los pocos
recursos de protección disponibles frente a las experiencias
excesivas.
Estas personas parecen tener más chances de desarrollar
pánico en algún momento de la vida, ya que mantienen organizado
un patrón de desconexión a lo largo de los años.
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Como veremos más adelante, el dislocamiento superior se caracteriza por el poco
contacto con la base (pies, piernas y pelvis) y por un predominio energético de la
zona supra-diafragmática. Para profundizar en los trazos de carácter visuales ver “O
labirinto humano: As causas do bloqueio da energia sexual”; Summus Ed. del Dr.
Elsworth Baker.
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produciendo movimientos involuntarios (temblores, sacudidas),
inseguridad y miedo a caerse.
El corazón “se dispara” (taquicardia), hay un estrechamiento de
la garganta (sofocamiento) y una inundación energética de la cabeza,
que puede derivar en confusión, rubor en el rostro, desorganización
de la percepción, despersonalización, etc.
La persona con pánico vive una inundación de la cabeza por
emociones y estímulos más allá de su capacidad de integración de la
conciencia.
El segmento ocular se encuentra siempre sobrecargado, en un
estado de inundación energética, lo cual produce la desorganización
perceptiva y las alteraciones del sistema nervioso vegetativo.
Esta desorganización perceptiva activa las ideas de morir o de
enloquecer, consecuencia de la desorganización del sistema
energético que sustenta la identidad yoica.
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inferior del cuerpo (abdomen, pelvis, piernas y pies) genera un sub-
enraizamiento (falta de grounding) 6.
Así como encontramos un déficit de enraizamiento también
ocurre lo mismo con el centramiento. Hay dificultad de centrar la
energía en su cuerpo. Como vimos anteriormente, su cuerpo es vivido
como una fuente de amenazas. Esa falta de confianza en su propio
cuerpo, se ve traducida en una profunda suspicacia hacia las
sensaciones orgánicas y hacia el funcionamiento natural del
organismo. Los peligros vienen de adentro, vienen del propio cuerpo.
Y en esa experiencia de peligro interno, el sujeto con predisposición al
pánico reacciona con ansiedad, con angustia y con miedo, lo que lo
lleva a los síntomas físicos, emocionales y cognitivos anteriormente
descritos.
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Para profundizar en el concepto de enraizamiento y su uso en la clínica
bioenergética contemporánea ver la ficha “El enraizamiento en el Análisis
Bioenergético Reichiano” (Luis Gonçalvez; Edcs. TEAB, Montevideo, 2000).
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El control de la hiperventilación, por medio de ejercicios respiratorios específicos
es un recurso importante en el control de las crisis de pánico. Para profundizar en el
trabajo clínico con la respiración y con la hiperventilación desde la perspectiva del
Análisis Bioenergético Reichiano ver la ficha “Funciones emocionales y
bioenergéticas de la respiración” / “Usos de la hiperventilación en la clínica
bioenergética” (Luis Gonçalvez; Edcs. TEAB, Montevideo, 2002)
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que la sobrecarga del segmento ocular genera en éste una
parasimpaticotonía superficial y una simpaticotonía del núcleo.
La contracción crónica del segmento diafragmático junto con la
desconexión y desorganización de la auto percepción (contracción del
segmento ocular) son bloqueos energéticos que mantienen a la
persona en estado de alerta frente a la posibilidad de entrar
nuevamente en crisis (estado de pre-crisis).
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ataque de pánico. Estas cartografías nos van a permitir recabar datos
de cuales pueden ser los disparadores del ataque, y reestructurar en
su mapa vital una reformulación positiva del síntoma (por ejemplo:
“cada vez que Ud. tiene un ataque de pánico, su cuerpo le está
indicando que está sobrecargado de estrés y que tiene que parar”).
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Hemos visto conveniente además, al reconocer la existencia del
síndrome de pánico en el paciente, adelantarnos haciendo preguntas
en relación a los síntomas esperados. Esta actitud favorece la relación
de confianza, permite que el paciente se sienta comprendido en sus
síntomas y ayuda a develarle el “misterio” en el que vive en relación
a su propio cuerpo.
TERAPÉUTICA
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Es muy importante para la persona que está paralizada por el
miedo y el terror tratar de entender el proceso general de lo que le
está sucediendo.
En el trabajo analítico y en la verbalización, el psicoterapeuta
debe ayudar al sujeto a realizar sus asociaciones con preguntas e
indagaciones contactantes, siempre evadiendo la intelectualización.
Es mucho más importante que el paciente llegue a sus propias
comprensiones, a sus propios insights, a que el psicoterapeuta se los
señale racionalmente.
Si el paciente comienza a asociar libremente y se dispersa en
una verbalización extensa y sin contacto, es importante que el
psicoterapeuta lo pueda ayudar a comenzar a organizar el material
discordante. Otras veces el psicoterapeuta debe parar el monólogo
frenético y focalizar en lo que paciente teme en el momento.
Por ejemplo, podemos pedirle que pase a posición supina, que
se recueste, que pare de hablar, que respire profundamente, al
mismo tiempo que tocamos suavemente su cabeza, su pecho, su
diafragma, o su abdomen. El contacto físico suave es a menudo, en
las situaciones de pánico, mucho más tranquilizador que cualquier
respuesta verbal.
Analíticamente cartografiamos:
a) Las transiciones, los cambios, las presiones presentes en los
momentos en que el pánico comenzó.
b) Las formas de las estrategias de vida que no alcanzaron para
enfrentar los acontecimientos.
c) Las formas actuales y los procesos emergentes, buscando
conectar a la persona con su proceso formativo, con su
realidad y con su organización somática (Stanley Keleman;
1987).
Esquizoanalíticamente buscamos:
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a) La creación continua de nuevas formas existenciales en el
proceso de formación y de construcción de territorios
existenciales.
b) Abrir los territorios existenciales a nuevos sentidos y afectos.
c) Reconocer las formas singulares y los regímenes afectivos
que surgen de los encuentros, tomando contacto con los
nuevos sentidos de vida que puedan derivar de dichas
afectaciones.
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sentido es muy importante que la persona pueda administrar lo que
le acontece en un ataque de pánico.
Si ayudamos al paciente a confiar en su cuerpo, luego de pocas
sesiones podremos hacer posible trabajar dinámicamente otros
puntos, dejar la medicación prescripta, mejorar su calidad de vida
(por ejemplo disminuyendo las pesadillas: los sueños van cambiando
las pautas corporales y de movimiento hacia otra organización. El
paciente que se soñaba atemorizado y congelado en una respuesta
de contracción, comienza a luchar, a escaparse, a calmarse y
encontrar lugares seguros, aproximándose poco a poco a otra
realidad psico-somática).
Para ello le damos seguridad a través de nuevas pautas de
pequeños movimientos que quizás, en un principio el paciente los
viva como “placenteramente peligrosos o peligrosamente
placenteros” (como me decía la primer paciente que atendí con
pánico en el año 92). Por ejemplo, a diferencia de un trabajo clásico
con masoquistas en donde la expresión biofísica y emocional es de
mucha descarga, rabia y vibraciones, al trabajar con un paciente con
pánico o en shock los niveles de soporte, contención, centramiento y
enraizamiento son claves.
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evitando las situaciones sociales tales como reuniones, fiestas, etc.
En estos momentos es cuando puede comenzar a recibir críticas de
su entorno del tipo de “no tenés fuerza de voluntad”, “no querés
asumir responsabilidades”, “no querés madurar”, etc.
Al momento de entrar a trabajar con el carácter no debemos
descuidar ni las conductas, ni las configuraciones vinculares o
sistemas de relaciones que puedan estar manteniendo los síntomas.
Por ejemplo, ayudando a la familia a aprender a reconocer cómo
determinadas conductas del núcleo familiar alimentan el espiral de
ansiedad del paciente en lugar de frenarla. O connotando
positivamente ciertos comentarios familiares que podrían aumentar la
ansiedad del paciente, por ejemplo: “cuando su compañero le dice
que no le pasa nada, en realidad está expresando sus deseos de verla
bien, y no minimizando lo que Ud. siente. Claro que esto a Ud. no la
ayuda, pero quizás pueda escuchar la preocupación implícita que hay
en las palabras de su compañero”.
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El trabajo biofísico lo realizamos desde el inicio del proceso
terapéutico. Lo consideramos fundamental ya que:
a) permite un abordaje profundo sobre la dinámica basal del
pánico;
b) actúa sobre la cuestión central de la integración cognición-
soma;
c) desarrolla la funciones de enraizamiento corporal y de
centramiento emocional, contribuyendo a solucionar el
problema de la desorganización energética;
d) posibilita un manejo de los estados de ansiedad, de angustia y
de pánico con resultados favorables significativos, sin
desplazamientos sintomáticos posteriores.
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-Desarrollar la integración psique-soma a través del pasaje del
estado de contracción crónica del núcleo del segmento ocular a un
estado pulsátil y funcional.
-Aumentar la cohesión del campo energético.
-Ayudar a expandir el núcleo energético contraído.
-Desarrollar la visión binocular, convergente y focal, y la capacidad
de estar en contacto con las sensaciones del mirar.
-Acentuar las sensaciones corporales y la posibilidad de contenerlas
sin necesidad de desconectarse de ellas, disociarlas o escindirlas.
-Contribuir a una mayor identificación con el cuerpo.
-Permitir tomar contacto con los registros psíquicos precoces
relacionados a las vivencias traumáticas, para realizar
posteriormente un reprocesamiento y una desensibilización de los
mismos.
-Traer a la persona para el aquí y el ahora disminuyendo su
ansiedad y las emociones o sensaciones negativas.
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Las mismas se pueden hacer acostados, sentados, parados e
incluso en movimiento.
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Para profundizar en el trabajo con los actings del segmento ocular ver la ficha
“Actings y organizadores del segmento ocular” (Luis Gonçalvez; Edcs. TEAB,
Montevideo, 2001).
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-Una vez que se estableció una relación de confianza y hay un buen
rapport con el trabajo biofísico, se puede proponer al paciente un
trabajo de hipernea. La finalidad del mismo es producir una
experiencia similar a la que se genera en el ataque de pánico, pero
esta vez en un contexto seguro, confiable y tranquilizador, haciendo
participar al paciente en la producción de los síntomas y en su alivio.
Se debe alertar al paciente que este trabajo promoverá sensaciones
semejantes a las que vive en los momentos de crisis. Siendo
conveniente anticipar las sensaciones que puede sentir (hormigueos
en las manos, en la boca, mareo, sensación de desmayo, etc.),
pidiéndole al paciente que comunique las mismas antes de que
traspase su límite de tolerancia. Luego se pasa a respirar
profundamente pero sin ningún esfuerzo, para activar la función
parasimpática, que ayuda al reequilibrio del sistema vegetativo.
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Le sugerimos además:
-Tomar baños ligeramente fríos que descarguen la expansión
superficial y faciliten la contracción de la superficie hacia el centro.
Normalmente el paciente con pánico evita los baños pues el contacto
con el agua caliente y el vapor intensifican la expansión del campo
energético y las perturbaciones de la percepción.
-Beber mucha agua, que alivia la sobrecarga energética y elimina las
toxinas resultantes de la paralización energética (estasis).
-Atención focal en cualquier actividad lúdica como tirar dardos, por
ejemplo, o en cualquier actividad rutinaria como dibujar, hacer tricot,
crochet, etc. Con el mismo objetivo se le puede pedir al paciente que
realice durante 10 minutos diarios un ejercicio de focalización y
convergencia. Por ejemplo, estirando lentamente desde la nariz hacia
adelante en forma horizontal, una cuerda, cinta o cordón de
aproximadamente un metro de largo.
PRONÓSTICO
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