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Coleccida UIBERTAD Y CAMBIO AOU cara atop nr: de dacs BERLINGUER.G Pager pir omic Vide ds oman op cowrat§ a med fica de amp Connie BRIGGS. 8 nie fs DALTAYRAC.N a ge emaidsie GAP eid FRIEDEANDER. Bor gr dla? E0185 Carat 4 i adele Gti 8 , Merl al repro ui LEHRMAN ue Tastee sal de Mastery Jamon iOver Eh dare deo io deta diss aes MEAD Cale ompromio See His bea OLLENDORE De REICH. Win Ket ane ot roa RAGUEARIAS MY Pr somes eptle ROBINSON PAUL Legnaro ROCTEFONTC y ORas [Stiraon dn asa Risers Ravel reonde Jean-Pierre Dupuy Jean Robert La traicion dela opulencia “Thulo 6 oxiginal arcs: LA TRAISON DE LOPULENCE Presses Universitaire de France, 1976 “Traduccin: Huge Aceved Cube: Rotando-Memaledortt 1 elt, oetubre de 1978, Barcelona © by GEDISA. SA. Montane: €60, Ent 1 Ta. 21108 18 Barcolona/Espare DDepésto Lega: B33 077-1979 Immpreso por Grétcas Diamante Zamora, 83 -Bareslone- 18 Imareso on Espa Printed in Span INDICE Préloy Karoduccién PRIMERA PARTE Ta economia del contrasentido 1 Se puede talvar el mundo por dl valor? . fi precio del dafo, 17.— El medio circundante como ‘mercancia, 23. — Dafios irreparables, 27 2 Lat institucin contra lo insttwida . Ta medicina contra la salud, 36. — El wansporte cronéfago, 45 3 La victoria dela beteronoméa, la pérdida del sentido y la negacin del tiempo Cultura y sociedad de prétesis, 66. — La contrapro- ductividad estructural de la sociedad de proresis, 70. Lis paradojas de la heteronomia triunfante, 85.— La pérdida del sentido y a negacin del tiempo, 89. 4 El signe y la acumulacion ool desquite del sentido La aparente auronomia del dominio econémico, 111 1a contraproductividad por acumulaci6n de los siste~ ‘mas heterénomos, 116. n B 35 6 am SEGUNDA PARTE Elespacio-iempo dislocado ‘A: EL ESPACIO DISLOCADO VEL lugar de les bombresy el espacio vebiculario Elespacio humano, 135. — La percepcidn del mover hhumano, 137. — Del espacio percibido al espacio. concebdo, 139. — El espacio vehiculario, 141 2 Produccin del espacio destraccim del sentido Orientcién y legibilidad, 149. — Aspectos de la pérdida del sentido, 152, — La cancalizacin del es- acio, 158, 3 La produccién de os campos de fuerzas El juego de la heteronomia, 180. — Una realidad inestable, 185. B: EL TIEMPO DISLOCADO. 4 El tiempo contaminade . La escatez de tiempo-mercancia, 195, — El tiempo acumulado, 199. — El sentido contra el hombre, 0 el contrasentido, 204 5 El munde digerido Lo fil y to efimero, 214. ~ De los anilisis migicos, 224. — De la sociedad del siempre mas a la obsoles ccencia puicoldgica de los bienes, 228, ‘TERCERA PARTE EL bominculey la impotencia La produccién del hominculo, 243. — El miedo a la acci6n, 246. — Arbitaje y arbitratiedad, 258. — En busca det quién, 264. BI BS M9 19 193 195 23 243 A Maria Flisa ySylia PROLOGO Este ensayo esol fruto de la circunstancia de haber puesto en comin mdi de tres aes de insestigaciones reolizadas por les autores on d CEREBE (Centro de Investigacién sobre el Bienestar), de Pa- ris, y em ol CIDOC (Centro Intercultural de Dacamentaciin, de Cuernavaca, México ‘arias dels conceptoscntrales en torno de ls cuales se organiza cate Libro ya fueron presentades al puiblie francés enol capitalo TI dl libro de ivan Ich titulad Némésis médicale. Liexproptia- tion de la sancé (Le Seuil, 1975), El ultimo seminario que sleeb cabo en el CIDOC, em ener de 1976, y que conti, como todos ls anterors, con la excelente organizacién cargo de Valentine Borrt- ‘mans, permité, en particular gracias a la activa presencia de Alain Dunand, Freimat Duve, Heinz von Foerster, André Gort, Ingmar Granitedt, Ioan Which, Joachim y Ulla Lsradly Hermann Schwem- ber, un sentible avanct dela reflexén. Nuestro agradecimiento a odes eto amiges 'Y nuestro rcomscimiento a todot ls investigadores del CE- REBE, que han contribuide de manera decisin, con sus trabajt y us oervaconeserticas, ala relizacn de este Proyecto; nos referi~ mos especialmente a Prangoit Gerin, Christian Herraxls, Philippe a Tribarne y Serge Karsenty Incluimas entre las personas de quienes eames agradecides @ tadat aquellas que en las diversas erapas dela labora ded mana rita not agraciarom com ol beuficio de sus observacinesy su alent Henri Atlan, Tim Benjamin, Claude Brisson, Paul Damouchel Alfred Goerg, Michel Horps, Serge-Chritophe Kolm, René Paset, Jacques Robin, Joi de Resmay, René Teboul Jean Ullina 'Y expresames, por slime, nuestra gratitad a Christine Cam- bray y Reine Maman, que aieguraron ls preparacion material del smanuscriteen condiciones a see dificil n INTRODUCCION EI modo de produccién industrial altera violentamence el marco dentro del cual viven los hombres; el espacio fisico, los siempos de la vida daria, las relaciones entre personas y hasta ‘el propio lenguaje se ven profundamente alterados por Ia 1 gica de la mereancia Esa distersién general del medio humano es Jo que intenta- ‘mos describiry explicar en este libro. La primera parte es un andlisiste6rico de lot mecanismos destructores de nuestro marco de vida. La sociedad industrial hhace que sus miembros sobrevivan gratias a aquello mismo con Jo que los destruye: ls artefactos «descontaminantese, que les permiten a los «cuellos blancos» acopiados en las ofcinas cli ‘matizadas de las grandes urbes escapar a laasfixia, se cventan asimismo entre los principales responsables de la contamina: ‘ign urbana; los transportes, que hacen estallar a ciudad, en: sgendran distancias que Gnicamente ellos pueden salvar, al pre- Go de un constante aumento de los tiempos ¥.los costos de desplazamiento; la medicina, que desde su mas tierna edad ‘astra alos individuos de su capacidad autonoma para enfrencar los desafios del medio circundante, ofrece a aquellos, en cam- bio, una medicacién vialcia. Lamaremos conirapraducividad, ‘© produccién del contrasentido, a este proceso generador de ilimitadas demandas de hacerse cargo, que constituye el aicleo dela «crisis» de las sociedades industriales. ‘Un buen niimero de referencias de las teorias econémicas B ae ee eee en cnaeenaee ge rg np ese ee ete tre rs eee ware ae tae Se eee Sa eer eee accom eee Sees ee ee eee eee targets as Bieta nes ae See Agee soe ermine coe ee rr een oe aero aes ee eer eee ene ieee eee eee e aes fh rare cm cme 5 are cul mie eft meee bp tent ys Seen ee ee ee tee ae Pe inet sdumaenas meas resect eee ere oe ee ee ee nae a ae ceeconmna Pee i See ene eee cee Siete ee ap ae ae eee eee ei a area ae soebeag fs Geese eon carcass lo fii, ya n0 se hablo para deci actus Comprender que SS eee secronieracis tas coum un res ires. 1, Reha Sten, «Archtectre and ene. Forum, ai puso de 19° vol Lar 2 Hay cero nmewo de pase que recuren a acnes mis tence Je conan, snopelogseconmes ape series Reman ells 9S ‘Sate que unt pmerstevraos puede paar ora. 4 Primera parte La economia del contrasentido @SE PUEDE SALVAR ALMUNDO- POR EL VALOR? Ko Manu hai atu Ko Manu hai mai Ka ngobengobe. (Tanto Manu da, tanto Manu coma. Esto bien, bien) (Proverbio maori, ctado por Marcel Mauss (en Estat sur leden.) 1-El precio del dano ltteer und i ace ed tee Kit Sunt lett Pec ftis thct cena ance lie ae te pins one pt pope imatgar tina Sut. ester seh Fero entre esta dgica aparentemente liberal y lalogica tec ‘ocritica no hay més que un paso. Efectivamente, en la medida fen que pretende ocuparse solo en un problema técnico, 0 sea, el dela «eficaca socal», no es tanto el seudomercado lo que le importa al economista cuanto la reafectacin de los recursos ‘que va a provocar y, en particular el nivel «6ptimo> de conta rminscigeo de descontaminaciGn que resultari consecuente- mene”. Sies un aivel susceptible de calculrselo, coda medida reglamenearia que lo imponga puede ser tan xeficazs como Una ‘sinternalizacion», cuyo empleo sucle presencar algin blema. Asi es como hay economistas que pueden incerrogarse sobre el evalor monetario de Ie alegra que un visitante obtiene dde un paseo a través de Venecia 0 del bosque de Fontaine bbleaus, sin dejar de subrayar que no recomiendan, ni que de- Cirlo, que los valores que proponen atribur alos equipamien- tos y espacios de recreo en euesti6n en zu: edcules sean objeto de tn intercambin mercantl entre algien que we haya apeo- pido de los susodichos espacios y equipamientos y sus usua- ios. No, no se trata de establecer un pesie a la entrada del bosque de’Fontainebleau, ni, por lo demas, de pedicles a los promotores inmobiliarios que un buen dia habrin de destruir ste que indemnicen a todos cvantos sufririn con ello. El «seu- domercado» permanece aqui confinado a la hoja de papel del tecnécrata y a la memoria del ordenador. Es una conducta coberente, ya que descansa, una vez més, en la idea de que las 24 casas de equivalencia entre sbieneseexisten en la meate de ls personas antes de existiren la realidad del mercado, una ver {ansformados esos bienes en mercancas. El hecho mismo de {ue certos pos de intereambios extn scilmente prohibidos Tomo ocutte, sein lo hemos setalado, en un buen numero de sociedades acacasy eradicionaes, a mayora de cuyas Pru. dlencasconsileran, pot ejemplo, que, «se leptimo pedi una remuneracin por cl sudor¥ el trabajo de uno, ao es posible Crigir que se le pague por un don de Dios, ya que tno n0 podria apropidrtlo" —" no es, pues, de indole propia, bay {ue comprencerlo, para Jesanimar al economista en 0 afin de Aepabresalricagsen cei riqueats dade, encuentran, ego, anenadas por la logica del ‘aloe minerals sta, ago, ater expaci, tempo, califed del ‘medio cieundane: sa calma,su belles et. Un progreso cot SHlerble, slgark auesro . Se podria imaginar una distribucion més equitativa y cstimar sobre esta base los consentimientos en pagar. Bien, ontinuamos, pero es harto probable que eso signifique que nuestros indios quedarin entonces integrados a la economia mercantil nacional y tendrin «prioridades» distineas de la bis- ‘queda de un medio circundante de calidad. Pues entonces, concluye el experto, zen nombre de qué no se ha de respetar el gusto de la gente? Esta seudodemocracia, este falso liberalismo es lo que hay ‘que combatir urgentemente (pues encontramos su ideologia mucho mis alld del pequeto circulo de los economistas profe- sionales). Ese falso respeto por los presuntos gustosy preferen- ia de los individuos —a los que se finge creer independientes dle la trama de relaciones en la que se manifiestan— es una bbuera coartads para no ver la castracin de facultades y capaci ddades fundamentalmente humanas que da, justamente, funda- menco a tales preferencias. Sabido es que los hombres castra- dos ya no sienten guste por sla cosa 29 En resumen, la hipétess que se presentari aqui es la de que el spo de evolucién conocido por las sociedades industries, ‘ren perjuicios cuya indole misma prohibe que se los pueda compensar coa valores de cambio. Son, en efecto, perjuicios, fue afecan a facultades del hombre que ao pueden ser prod Gis al reproducidas gracias « una acividad mereanclY alas ‘Que ningin producto de una acivided como ésta puede fem lara Ess faculades tienen que ver con el modo de elacion {gue los hombres mantienen con su medio crcundante, es de- Sr con el mundo en que vive, y tienen que ver ambién, por 36 mismo, con las relaciones que los hombres mantienea en tue 3h porque los hombres slo se pueden comunicar 9 la medida en que’poseen un mundo comin qUe los une, pero también que los separa, as como la mesa que junta alos invita ds los reine en la medida en que se encuentra enre ellos. Es s6lo una metéfors; por ejemplo, Jane Jacobs ha mostrdo clars- mente, en Death and life of grat American Cite, que 10 Qbe ‘uelve ean iasoporable a laciudad norteamericana ela ct- ‘cunstancia de que ao hay ota altemativa que lade aisarse por ‘complet 0 vivir ea una intolerable promiscuidad'™. El pro- blema del mundo que los hombres tienen en coma y el pro- blema de lis relaciones que mantienen entre ellos estin, pues intmamente ligados. No es una casualidad que la sociedad capitalists, que igor y eprime las relacionesinterpersonales, ignore igualmente qué es un mundo al que los hombres en ‘cuenta al nacer, completan con su actvided de creadores y fabricantes y dejan a sus hijos al morir. Donde estin las cate drdes de a sociedad industrial? ‘Como en todos los tiempos y todos los lugares, excepci¢n hecha del tipo de sociedad en que vivimos, el hombre ha n- tealo en relacién con el mundo ¥ con sus semejantes esencial- ‘mente por el modo sinbdic, hablaremos de los «dais causa- ddoral medio circundane simbolicon La hipétesis que inaga- enos Tera que la alienaci6n del mundo que esos dafos ace- frean esti, por cierto, en el origen de una necesdad y una dlemanda enormes de’ produccioa y consumo de valores de ‘cambio, pero quc el mal cometdo no puede por ello —codo To contrario— sentire aliviado. "Nos veremos obligados a mezclar conceptos econémicos ¥ nociones de las que los economists nunca hablan, sean cules fueren sus tendencias y sus especialidades: a capacidad de los 30 hombres para anudar lazos simbélicos con su mundo, pero también, simplemente, su capacidad para seguir adelante, para hacerle rente al sufrimiento, etc. Estas nociones no son =eco- nomicas», porque las magnitudes en cuestién 20 resulan de la ictividad productiva del hombre. Pere pueden ser dstruidas por ‘ia, He aqui lo que explica ala vez por qué los economistas no hablan de elas y por qué no es posible eparar los asuntos. Esto nos llevard a poner en tela de juicio el estaruto de una econo- ‘mia . La parad6jica hipé- 36 esis que presentamos es, pues, la de que mis allé de determi- fnados umbrales todo desarrollo de la medicina insticucion ada entra necesariamente una disminucin de la salud de los hombres. ‘Observemos que si hubiéramos dicho que més alli de de- cerminados umbrales todo desarrollo de la medicina instcucio- hilizada da tertimonio de una disminucién de la salud de los hombres habria sido una verdad de muy buen seneido. La dif- ‘ultad reside aqui en la captacin de una nociéa que, lejos de Set, como hemos de verlo, una simple curiosidad logico-mate- mdtca, estd en el corzén mismo de los problemas de que fratamos: es la nociéa de catalidad circular, de determinacion Feciproca de dos o varias variables. Est muy claro que, cuales- ‘Guiera que sean las definiciones que demos de los dos concep- ts de Salud § y medios médicos m, una doble relacién vincula "tune eli gu epen ol fet de lot medion ede Cos empleados en la salud m_=S y una relacién que expresa que la demanda de medios médicos, o sea, la importancia final de Estos, depende del estado de salud S: S-om (Fig. 1) Cl 16 Figure Cada una de ambas relaciones depende, por supuesto, de ddivertos factores (estado de la técnica, variables sociol6gica, ttc), 10s hemos exquematizady como R~ reglas del jucwo. [Estas reglas se hallan a su ver influidas por ls flujos que circu- lan en ambas relaciones. El desconocimiento de esta estructura caracteriza a ls mayoria de las investigaciones que se bautizan ‘como economia de Ia salud» y explica el desconcierto de quie- nes, ubicados ante el ripido crecimiento de los gastos médicos, se preguntan si deben alegrarse por ello porque asi se va a mejorar la salud de la gente (mS), 0 si deben inquietarse, porque gastos tales atestiguan un mal estado de salud de la 3 jpoblacién (Som). A decie verdad, las dos determinaciones ac- lan simalhdneamente y arrastran wna evoluciGn conjunta de S y fm en el tiempo, en condiciones iniciales, y evolucién de los factores exdgenos fijados. A esta doble evolucidn se la puede representar con un grafico [S(), m)], que representa al ‘empo. Pitre. La evolucién representada en la figura 2 se adecus a las representaciones del sentido comin, semi las cuales la rela- ida w->5 es, por cierto, de tipo: cuantos ads cuidados médi- €or consume la gente, de mejor salud goza (igualdad de las “cous, y la relacion S->m: peor sla salud de la gente, mis va staal médico (igualdad de las cosas). La evolucion final es la {que prevela Lord Beveridge cuando creé el National Health Service: desde luego, la geate va a consumir més al comienzo (fae ABC), pero su salud va a mejorar en consecuencia (fase BCT), de manera, pues, que sus consumos médicos van a t ‘minat por bajar (ase CT). Mis de cuarenta atos después de sia profecia (y de todas cuantas, andlogas, han acompatado Sepuramente en Europa y otras regiones la creacién de los Sisternas de Seguridad Social), preciso es merer violin en bolss: fos gastos de salud crecen mis alegremente que nunca, pero eo ‘cuanto si salud de la gence." ‘Si la hipétesis que aqui caunciamos consulta la verdad de fos hechos mejor que lo que la consultan los puntos de vista ttadicionales, enconces quiere decir que, habiendo m superado ddererminados umbrales, la causalidad circular Sm" se vuelve Ln circu vicioso «divergente» (en el sentido en que de una reaccion en cadena se dice que diverge), con lo que cada rela- Clon refuerza el efecto de la otra (también se dice que hay feedback 0 stercoscciéa>— positiv): lo que se observa simul- 38 éneamente es, por tanto, un aumento de m y una disminacién de S. Lot medios médicos se incrementan paralelamente « la degradaciOn de la salud. ‘Quizd se nos diga: Todo depende de la manera en que defindis la salud. Tomaremos en consideracién, como hace {lich, tes dimensiones de la salud, si se prefiere, tres dimen- siones de ella: una dimensiGn técnica otra social y otra, por fin, paicolégica 0 estructural. En las tres es posible demostrar la Existeacia de la necesaria disminucion de la salud’ cuando el, ‘Sesarrollo de la medicina insecucional supera cierts umbrales. Illich propone denominar este fendmeno —por cierto que 90 sin gracia, como que Ia propia medicina parece haber inventado UTe€rmino pare este ernpleo— parrogénit, Para el médico, una enfermedad «yatrégena> es una enfermedad que aparece como Consecuencia de una intervencién médica, e incluso de uaa fncervencion médica efectuada de acuerdo con las reglas del arte. Para nosotros habei, pues, yatrogénesisrécnica (0 clinica), yatrogénesis social y yatrogénesis estructural. Consideremos por turno cada una de estas dimensiones. Dimensién tenia, Es el tera de la ineficaciay los peligros de la medicina cara. Se define a la salud por los indicadores tmismos tomados en cuenta por gestores del sistema médico, tmedicos y planifiadores, Se trata de indicadores globales y testadistcos, del tipo de esperanza de vida de una poblacion, {ases de mortalidad, indicadores globales de morbosidad, etc. Ya'es cosa bien probada, aunque la mencién de este punto continde provocando indignadas protestas por parte de las pro- fesiones sanitarias, que en los pases con alto desarrollo econs- mico los consumos médicos sélo afectan estadisticamente en uy escaso grado a indicadores globales de morealidad y mor- bosidad. Este asunto mereceria por sisolo extensos desarrollos. Por ahora nos contentaremos con unas cuantas observaciones © Inlitacignes de estudios recientes sobre el problema ‘Se sabe que uno de los elementos del malestar actualmente suscitados por los problemas dela salud en los paises industria- Tizados es la sensacién de un divorcio entre el ritmo de au ‘mento de los consumos médicos (del orden del diez por ciento Anual en precios constantes en Francia) y los progretos obceni- dos en materia de estiramiento de la esperanza de vida 0 de reduccin de las tasas de moralidad. Asi, as tablas de moreali- Gad muestran en Prancia la existencia de una ruptura de muy 39 clara tendencia, mis 0 menos entre 1955 y 1960, en la evolu- ‘ida de las tasas de mortlidad en todas las edades superiores Siator. Mientras que hasta 1955 la disminucién de la mortali- dad era rip, actualmente se observan tendencias a elevar el echo y hatta a aumentar las tasas de mortalidad. Es el caso de Toswarones cuya edad oscila entre 15 y 24 afos, para ls cuales la tasa de mortalidad aumenta en un dos por cento por afc Desde 1965, la esperanza de vida masculina anda mis 0 menos po! los 68 aos. El profesor René Dubos va mis lejos aun, pues extiende esos resultados a la morbosidad y considera que se puede dudar ampliamente de que nuestros contemporineos fengan una esperanza de vida en cabal salud mucho mayor que auestros ancepasados. Un alto mimero de estudios téenicos hacen algo més que corfirmar eta inquietudes; ceaniman la hipétesis seg la cual las variaciones en el tiempo o en el espacio de indicadores de cesndo de salud que incluyen mortalidad y morbosidad se en- ‘cuentran, al nivel medio en que se sitian la diferentes varia- bles en las sociedades industrales, mucho més influidss por ‘variables de modo de vida y medio circundante que por los ‘consumos médicos, cuyo efecto diferencial parece modesto “Aunque este punto de vista no consucuya més que una ‘etapa menor del anise, es quien més choca a las evideocias del sentido comin y quien mis conmueve las conciencias, La ‘continuidad permite comprender por qué: al desarrollario, uno ‘choca de frente y de manera nada inofensiva con los mitos que Constiruyen ia dnica ayuda del hombre moderno frente « los problemas de la vida y la muerte ‘Dimension social. La yatrogénesis socal es una ruprara de la armonia entre el hombre y su medio circundante. Corresponde ‘una definicion dela salud que el gran bidlogo René Dubos ha Incoducido en la discusi6n publica hace ya tiempo (véase, por jemplo, su lbry Le mirage de lu tant) y que consinte en deci: La salud de un individuo es su capacidad personal y autonoma pata hacer frente y adaptarse a su medio circundante y a las Imodificaciones de éste. La palabra importante dentro de esta definicion es axténma. Como bien lo ha mostrado Dubo: ‘adspeacign del hombre a un medio no es, por cierto, un criterio Ge la calidad de éste, dadas as posibilidades que tiene el hom- bre de adaprarse hasta a medios muy nocivos, pero entonces 80 puede ser de manera auténoma. Programade por la exuela, el 40 derecho, los nedios de comunicaciéa masiva el ambiente de trabajo, ia medicina, etcetera, el hombre puede adaprarse a Cualquier medio circundante que haya sido prgramade para é Noes de et aspracon de qu hablamos Par preci Ik efinciGn hay, pues, que abadir, ya que ese ra, ‘Gur eae es, 5m Gud, nico ser vivo dota det iste privie- ‘Bo de ser Capex de cearte un medio circundante en el que 20 Poeda vivir sin perder lo esencal de lo que es, que la saad es Eimbicn la capacad de redzer ambientes aturalesintle- ables EI doccor Charles Dayant ha podido decir que el papel social de la medicina consiste en servir de scoartada» a una Sociedad pacogena. Eso es mostrar, en una formula bastante indirecta, por qu la expansion del sistema médicotraduce y a la ver causa ona disminuciOn de la dimension socal de la salud Expansion tl muliplics las ocsiones en que se oye deci a las personas que, andan mal, es porque algo decompuest te- fen, pero no porgue n0 logrenadapiarse aun medi intolers- bie Su capacdad de rechazo se ha desgastao, yfacilado su simisign de a lucha socal. Ese fendmeno que hemos denomi- ttado «medicinlizacin de la vidas, medicinalizacin de los problemas de malestar, Por ello entendemos que se encuentra focialmente admicido que problemas de males, sex cual ere su naruraeza (malas rclaciones en el trabajo 0 en Is vila cooyugal, ataso escolar, etc) estin en el orgen de una de- anda de ayada presentada sa instiacin médica, con Ia coo ddicion de que se la emperifolle en trminos puramente sort Cos (oven rip, tratandose de pacientes dels cateporassoio- Culeurles superiores, en ezminos de catamiento material del terreno psiquco). Bajo este aspecto, el hecho social de Ia ex fermedallsdnite que se lo considere parcialmente como una stvelga de sole, de un roo papel socal cuya asuncién s© Shelve domaindo ars. Los medcos dria —Io dizea ya, con enorme «buen ju ions Todo esto es muy bonito, pero yo, médico, a0 voy 2 ‘Seines mis pacientes: del laboratorio ‘Toraude (para tomar solo un ejemplo enere mil), que tiene por indicaciones médicas: «Para tratar¢l mal de los grandes conju. os», estin participando en esa empresa de misuificacién colec tiva, Si existe efectivamente una terapéutica del mal de los _grandes conjuntos, no vale la pena trtar el problema en labase Y, por iltimo, dimensién structural. Esta dimensiGn es Io que diferencia de'manera fundamental a la salud de los hom- bres de la salud de un hato de vacas. Se puede hablar de la ‘esperanza de vida de un hato de vacas,y se puede hablar de sa adaptacién a su medio circundante. No se puede hablar, a su respecto, de esa capacidad puramente humana de hacer frente de manera auténoma, y conscentemeni, esta ver 90 a a las amenazas del medio, sino a una serie de amenazas profund ‘meote fatimas que todo hombre conoce y siempre conocerd,y que tienen nombre: el dolor, la mengua y la muerte, Una histo- fia del dolor, otra de la enfermedad y una tercera de Ia muerte revelan que el hombre siempre ha sabido enfrentar esas amena- 22s, y ello dindole un sends, interpretindolas dentro del ‘marco de lo que los antropélogos llaman una cultura. Si la expansiéa del sistema médico arrastra inevitablemente, mis alli de determinados umbrales, una dismiaucién de la ‘salud estructural, quiere, pues, decir que esa expansin va a la par con la de un mito, sein el cual la supresion del dolor y de la ‘mengua y la postergacioa indefinida de la muerze son objetivos deseables y realizables gracias al desarrollo indefinido del sis- tema médico. Ahora bien, mo ororgar un sentido a algo que s6lo se procura suprimir? ‘Si no se la ha formulado ya, la pregunta puede parecer eaccionaria. (No se confunde el progreso de la humanidad, al menos el progreso material, con un mayor dominio de los fend- ‘menos naturales? ¢Fs necesario, en nombre de un dolorismo ‘que algunos vinculan al crscanismo —cel emblema de ésre no 5 por ventura la cruz, instrumento de rortura?— hacer del suftimiento un bien y entregarle los hombres? No es de esto de Jo que se trata. Todo el esfuerzo que ponemos en el presente libro tiende a disipa la confusién cultvada por nuestra época entre las fronreras en las que el hombre se bate y mostrar que ddemasiados barallones en un frente puede legar a causar daios trdgicos en otro’. Nos contentaremos con una ilustracién ex- traida de la secci6n chechos diversos». B % Una chiquilla «vives desde hace seis meses como una le~ 4 gumbre (segtn el dece de sus padres); el electroencefalograma, asi liso. Ningin médico puede aceptar siquiera la idea de t sidesconectarlan. Un bebé acaba de nacer con una cerrible en- fermedad de los huesos que lo condena a una vida breve y, no t obstante, condenada a sufrimientos incolerables. Nadie va a permitirle mort. En una sociedad que se imagina que siempre ts posible hacer algo para adelancarse al dolor y a la muerte, todo suftimiento y toda muerte aparecen, enonces, como di- Imisiones, como fracatos, cuya responsabilidad se puede impu- tar a alguien: a aquel que no hizo lo que habia que hacer, al ‘arupo social que se ha reservado el acceso a los medios de ‘rolongar la vida y eliminas la enfermedad y el dolor, ete. Toda Iuerte past a ser una eutanasia, Tradicionalmente se distingue la euranasia eactivas (se ultima al moribundo o al enfermo incurable) de la curanasia «pasiva> (se edesconectar, se deja de hacer lo que se hacia para mantener con vida al’ paciente) Entonces cabe agregar la eutanasia clandestina, escondida, que resulta, por ejemplo de un deeb contol cualquiera, a «eutana- sia por el presupuesto» de que habla Ia sefiora Sarda: el planif- cador y ef grupo social dominance, del que el primero no es ‘mis que el lacayo, «habrian podido», de haber decidido distri- bur los crédivos de otra manera, salvar al accidentado, a incu- rable de hoy, pero que habria podido no serlo y que no lo seri ‘mafana. Toda muerte y todo sufrimienco tienen, luego, una explicacén dentro del orden de lo humano, del hacer y del n0 hacer, Pero lo irreductible que hay a este orden —lafnicud, los limites del hombre— ya n0 tiene, como consecuencia, sentido. Renate. 2- El transporte cronifago"™ Come el sistema médico, también el sistema de transportes puede ser objeto de un andlisis tridimensional. La dimension técnica y Ia social hemos de explorarlas por el ejemplo del sturomévil. No es mis que un ejemplo, y, asi como la critica del Antes de la terapéurica anticancerosa i fistema médico no podla reducirse a una critica de la prictica t médica, la crtica del sistema de transportes desborda ampli ‘mente iaclisca oposicin, muy mal apuntalada, entre las venca- i js de los transports colectivos y las del vehiculo individual. A | ropésito de la dimensién estructural extenderemos el debare. iA A nec “ 4s {ace el auromevil ganar tiempo? La pregunca puede s0%- preader cundo se sabe, como todos os extodios que procuren Explcar las referencias en materia de traasporte fo ues, Sur nu de ks pruners rzones por la que la gente declare ‘Raa el auomoui pare un trayetodeverminado es a ganan~ a de dempo que su wehiculo le permite. Desde luego. Pero fodemos sberdar cl problema bajo on anglo dfereoce. Para eters or etalon de “loin del oso de eat porten, se tbe que lo economists son mis exigentes que los ‘tomegvilsusy que la arable sdurcion dl trayecros tiene dur ells, consideraa asladamente, poco sentido. Les parece ecesario ssciar sella una variable decom y llevar a cabo, de Ser posbl, a siteis de ambas magnitudes, Lo Togran coo la IRteedueciba de ln noc de «como gencraizador. Fl cos rneraizao cla suma de los gaston monetarios vinclados al Toso de wansporte que se ues prasan crayecto dado y dela {Turion del ryecto convertia en unidades monctaras Por fmedio de ua evalor del vempor, Al valor del tempo se 10 ‘Suma, en generals gual aa rents horaria dl suetoextudiado, Drictica xt que ca principio se puede jusicar por considers Frones de carscterebico™ Ta iden que vamos investigar ex la siguiente, En lugar de convert lor empos en gatos, POF que no conver los g- ton en tempo? Asi cbtendremor an stiempo geaeraizator, shina del tempo efectivo de derpazamiento 5 le tsh de Conveniéa ex sempre la renta hora, de un emopo ave puede sot irerpretalo como el tiempo tanscrri en ta ojo para obtener lor recursos neceserios pare el despaza- Imicoto, El tempo generalzado ha de tener, est laf, el ‘ao ea dco seer, yas sucovente 1 a renta rar. En principio permit, por ant, compa Fala “ccenn de dveaon moon deena, contra ‘enrsj: enna ae ly expreta en hora, es mis cexpresivo> due ‘leone generaizado. Ast se lo confonta con el numero de fdGmevos recortos. se puede deducir una nocin de eyelet dad generazadas. ‘Bemos, pe, clclado la velocidad gencralzaa de ato moril con regio + ese principio. Como vamos « compro tro, lov renulados son, cuando menos, sorprendentes 9 €00- ocen a revsa de ariba abajo la respuesta la pregunta qoe formulamos al comenao. Lejos de ser un inerument de Ba 46 PE a a ah ee nancia de tiempo, el auromévil aparece bajo esta luz como un ‘monstruo crondfago. EI principio del célculo es simple. Se estiman todos los ‘gastos anuales vinculados ala posesiGn y el uso de un auromé- vil: amortizaci6n de los gastos de adquisicion del permiso de ‘conducir, amortizacin de los gastos de compra del coche, gas- tos fijos pagables anualmente: patente, seguro, garaje; gastos corrientes de utilzacin: carburance, aceite, neuméticos, en- ‘rase y limpieza, revisiones periédicas, reparaciones normales © debidas a accidentes, gastos de estaionamiento y peaies, compra de accesorios diversos. Estas erogaciones se convierten €en tiempo dividiéndolas por la renca horaria; el tiempo es ea el «aso, luego, el tiempo que hay que pasar trabajando para obte- ‘ner los recursos necesarios para la adquisici6n y utiizaci6n del coche. Se lo adiciona al tiempo gastado efectivamente en des- plazamiencos, y a este sitimo se lo estima a partic del kilome- traje anual medio, de la distribuci6n de éste en tipos de despla- zamientos —trayectos domicilio-tabajo, desplazamientos pro- fesionales, vacaciones, desplazamientos privados, recres- ciones— del incremento de esta dstribuciéa con una dstribu- ci6n segin los tipos de velocidad —velocidad en la carretera, velocidad urbana en las horas de mis intenso trinsito y en las horas de menor movimiento sega el tipo de aglomeraciéa— ¥, por timo, de una estimacion de las velocidades. Se afaden, or fin, fuers de cuenta, los demés iempos vinculados la tutilizacién del coche: tiempo pasado personalmente conver sando, tiempo perdido en los embotellamientos, tempo gas- tado en Ia compra de combustible y accesorios diversos, tiempo transcurrido en el hospital, ciempo perdido en incidentes, etc El tiempo global asi obtenido permite obtener, relacionado con elkilometraje anual, la velocidad general buscada. Velocidades generalizadas en km/h “Modelo csp. Bicicleta Citroén. Simca Citroén 2HP 1301 Ds21 Cuadro superior Paris) 141d Empleado(ciudad media) 13 1210 Obreroespeciaizado (id) 13 10 8G ‘Asalariado agricola (comuna rural) 2 8 6 4 a Ess son Jos resultados, pas diferentes casos-tpos, carn terisados pot la categoria socoprofesional del automoviista, so Comuna de residenciay el modelo de su vehiculo. Respecto de ate tlo, se ha considerado un modelo deals, media y baja ategoria, gualmente se han calclado ls performances de Ia ficiclea seman el mismo principio, por supuesto. Ls datos se fefleren al ao 1967, 0 sea, mucho antes del aiza de los carbo antes y coo ausencia de toda limitacia de velocidad. ‘Por sorprendentes que resulten estas cifras, son ciertae eave optimists. Hay, en efecto, que adverts que as eroga- Cones tomadas en cuesta en nuestro clculo S00 las que sopor- {Gn direcaamence los automovilsta, De ezeer a Alfed Sauvy, ya vor ha sido, lamenuablemente con hart frecuencia, abo- ala, el costo soportado por la colecivdad y consiguiente- wrentes en resumidas cuentas, por los individuos es sin duda Glaramente superior (los gastos de infraesructua a cargo del Exedy de lus colecividades locales superan ls casas pagadas or los aurombviles ye] carburante; asimismo, el costo colec- Evo de los ucidentes de trdnsico excede largamence la pare (Que a respecto soportan los automoviists,y a0 hablemos del SNoator de bs innomerables perjuicioseausados por este me- dio de ranporte). No es, pues, improbable que un cilculo completo pueda conducie a Gras, en lo que al automévil roca, ‘his cercana ala velocidad del caminar que lade labciclea. ‘Se todos modos, lo que interes analiar son ls variaciones de la welocsdad gencralizada en funcin del tipo de coche y de la carcgoria socal. Se comprucba que, a modelo determinado, {uante mis te asciende en lajerarguia socal, mayor es la velo- idnd genenizada. Por dos razones: el aumento del klome- fraje anual, que disminuye ia importanca por kilometro de las Ts Tas) sobre todd la elevacion de la renta, que dismi tape el uempo de trabajo necesario para obtener determinados Fecirane, Por lo dems. sen cual faere la categoria socal, el Todcls de soche mas ipido cn terminos de velocidad gecta- Tada es siempre el de menor jerarquia, que a su vez resulta siowmaticarente aventajado por la biciclcea excepro en el caso, de las caregorias mis favoreedas, on el que hay equivalenca) ‘Kai se ha pelido sefialar que una limitacion de velocidad en 90, {Env soo reduce la velocidad generalizada del cuadro superior parisiense que se desplaza en ID 19 en 0 kf Ea cuaxo al cempo social que nos come el automévil, es 48 del orden de tes 0 mis de cuatro horas por dia. Por ejemplo, tun capataz de una ciudad media que hace 15.500 km por aio ‘con su Peugeot 404 dedica a su automévil 1.550 horas por afio, (sea més de cuatro horas por dia, cérmino medio, He aqui lo que en términos de eficacia, 0, mejor dicho, de ineficacia tinica, resulta suficientemente probatorio. Tiene, pues, uno la tentacién de deducir que ven muy claro quienes Consideran el automévil como un instramento superfiuo, una fengalifa con la que la sociedad de consumo erampea a sus ‘miembros més desfavorecidos al halagar sus inclinaciones a la ostentacién, ‘Seria ut error. Las precedentes cifras ya han sido objeto de -varias publcaciones y ban suscitado un alto nimero de reaccio- fe € interpretaciones por parte de los lectores. Las reacciones mis revelaioras han provenido de personas que decian, & Balto, esto (confirmando con su experiencia Io que nos ense- fian las estadsticas sobre los determinantes de las elecciones del modo de transporte}: «No comprendo. Vuestros cdlculos ddeben de ser falsos, pues a mi el auromévil me hace ganar ‘mucho tiempo por di, ¥ n0 podria prescindir de él». gComo resolver esta paradoja? Muy simplemente, si nos damos cuenta de que el cilculo de la velocidad generalizada s6lo tiene sentido sie satisface cierto numero de condiciones, lo que dentro del contexto actual esté lejos de ocurir. 'Elcileulo supone la sustiuibilidad entre tiempo de despla- zamiento y tiempo de trabajo. Por supuesto, a corto término ‘nose satisface esta condici6n, Tenemos que desplazarnos en un ‘espacio-tiempo social que es lo que es, con sus compulsiones, ‘que no cuestionamos por ahora. La existencia de ésas tora uy pesadis las ganancias de tempo posibilitadas a coro tér ‘mino por una alta velocidad gfetira de desplazamiento. Pese a si costo elevado, el desplazamiento en automévil puede ser, nego, prefeible'a corte érmino, sn que ello resulte en abso. lato incompatible con el hecho de que el automévil nos haria perder tiempo por comparacin coa tna situacin en la que nos viésemos Bberados de las susodichas compulsiones. Ahora bien, tas son a su ver el fruto del uso del auromévil, como lo ‘mostraremos en la segunda pare. ero acmitamos que la sustitucién sea legitima. En princi- pio, los resultados obtenidos indican que los miembros de una Sociedad que s6lo conocieran la biciclta y wvieran que efctuar 50 os mismosdesplazemiento: que nacatras dedicarian a éstos menos tiempo social que el que nosotros dedicamos con nuestros au- tombviles. La diferencia recaeri, claro esti, en la distibuci6a del tiempo social entre ciempo de trabajo y tiempo de desplaza- miento efectivo. Para tomar un ejemplo: si con el auroméuil fenemos cuatro horas por dia dé tiempo «consumido, disti- buidas entre 3,5 h de trabajo y 0,5 h de desplazamiento, con la biciclea el tiempo consumido podra ser s6lo de 3,5 h, pero dliscribuidas encre 3h de desplazamiento 0,5 de trabajo. En principio, a desplazamientos determinados, la bicicle deberia gozar, por tanto, de preferencia. Pensamos, sio em- ‘bargo, que la pareja formada por la estructuracin det espacio que conocemos y la utilizacién de la bicicleta corresponde & Una siruaci6n que no puede ser de equilibrio. Por qué? ‘Una hipétesis sobre la que se basa el cilculo de la velocidad sgeneralizada es que Lh de trabajo ~ 1h de desplazamiento, bora ‘que es vivida y contada como un costo. Ya hemos hecho obser- ‘Yar que esta hipGtess et la misma que formulan los economis- ‘as cuando calculan un «costo generilizado». Correspoade, por lo demas, alas represencaciones colectivas atinentes a la viven- ‘ia del empo en nuestra sociedad. A bulto, se puede decir que hay dos especies de tiempo: el tiempo-tributo y el iempo-es- plendor. El siempo-triburo es el que consagramos a actividades {otermediarias, 0, mejor dicho, vividas como tales y cuya tnica ‘ventaja consiste en proporcionar recursos materiales, 0 pro- veer de condiciones, que permitan «rentabilizar» el tiempo- tesplendor. Todos nuestros esfuerzos se vuelven, pues, hacia la bidsqueda de un tiempo-tributo que sea lo més breve y lo me- ‘hos spenoso» posible con respecto ala calidad y cancidad del tiempo-esplendor. Todo cileulo econ6mico descansa en este Principio fundamental (nto el cilculo econémico «neocls- Sico» como el edlculo econémico del tiempo ea una sociedad socialista como la bosquejada por Mars). ‘Resulta del todo eoherente con esta representaciOn consi- derar que 1 h de desplazamiento, asi como 1 h de trabajo, representa 1 h de tiempo-tributo. En tales condiciones, una ‘estructuraciGn del espacto-tiempo social que induce desplaza- Imientos que ocupsn de 3 a4 h de tiempo-tributo por dia sl para dl antombril™ aparece como un escindalo, como una ab- ‘surdidad. Una absurdidad que no varia, desde luego, as sea el tiempo-tributo de trabajo (sieuaci6n actual: trabsjamos buena 3 ‘parte de nuestro tiempo para pagarnos nuestros desplazamicn- tos domicilio-trabajo) 0 dempo de desplazamienco, cual seria el ‘caso si tuvieramos que hacer en biciclea los desplazamientos ‘que efectuamosactualmente en automévil. 'No obstanee, se puede pensar, tal y como lo anunciabamos, ‘que el carictersbsurdo de la suaci6n podria estallar can viva- mente, que sitwacin tal ya 0 podria ser colerada en la hipéte- fis de’ que tusigramos que desplazarnos en bicicleta en el ‘espacio-tiempo actual. En cambio, la siruaci6n presente, en la ‘que el tiempo generaliado de nuestros desplazamicntos es, Sobre todo, tiempo de trabajo, nos parece aceptable, si no ‘absolutamente mcional,:Por qué es ello asi? Aunque al tempo dde trabajo te Fe considere como un tiempo-tributo por los ‘mismos motivos que al tiempo de desplazamiento, hay en él tuna dimensidn de integracin social, de participaciéa en la ge ‘eral actividad de produeci6n, como no la hay en el tiempo de desplazamiento que no es més que un complemento forzado del otro. A los desplazamientos domicilio-trabajo se los vive, ‘en general, como tiempo perdido; lo arestigua esa reivindica- cidn de los «usuarios» de los transportes colectivos de superfi- Cie, que consideran, para mal de los economistas de los trans- portes —para quienes el tarifamiento al costo marginal es siem- pre un dogma, que pagar a prorraca de la distancia recorrida 8 pagar das ewes la suerte negra de vivir lejos del lugar de empleo. ¥ en cuanto al tiempo de trabajo, la ambigiedad que fencontramos aqui, de tiempo-tributo, pero no vivido como perdido, reflee la ambigiedad fundamental del trabajo en las Sociedades industrales, que gritan simaltdmeamente: Abajo el trabajo! y {Viva el trabajo!, y para las cuales el trabajo se ha convertido, pardéjicamence *, en la nica actividad en la que Jos hombres salen de su campo privado y encuentran a sus iguales, Hemos de insist con mayor detenimiento en este punto. ‘Otza razon que se puede invocar para explcar ls ausencia de percepcién de la siuacion que describimos es ésta: ganar 100'y gastar 40 en el transporte implicado por las condiciones eceserias para ganar 100 no es, sin duda, lo mismo que ganar £80 y gastar 20, ni lo mismo que ganar 60 y no gastar nada. El valor brate de la renta posee en si mismo, en efecto, una sigifi- ‘acidn social en toda sociedad jerarquizada como la auestra. 'En otros téeminos, es comprensible que la sastitucn del 32 tiempo de trabajo or tiempo de desplasamiente,reaizada por la texistencia de medios de desplazamiento costosos y répidos, ‘oculte la percepcién que la gente pueda tener de la absurdidad ¥la nocividad del espacio-tiempo Social en que vive. El sistema de wransportes desempeta en esto ua papel cabalmence compa- rable al de la medicina cuando se la considera como «coartada cde una sociedad patégena». Como ella, contribuye a disminur, en la fase de desarrollo que ha alcanzado, la autonomia de los hhombres, en el sentido de que disminuye su capacidad de re- chazo, es decir, en el sentido de que los «ayuda» a adapearse a ‘un medio circundante intolerable, contra el cul, si «supieran> Y equisieran», deberian luchar. En este estadio de nuestros desarrolos, y antes de examinar la dimensiGn «estructural» del problema, abrimos un parénte- sis, Imaginamos, en efecto, que el lector es duefio de un buen ‘niimero de preguntas y objeciones por formula. Intentaremos responder dentro del marco de un dalogo imaginario. C (contradict): Dice usted que, echando cuentas, ya.n0 se necesiaria més tiempo social para hacer los desplazamientos actuales en bicicleta que el que se necesita para hacerlos en auromévil.c¥ el cansancio,y la comodidad, etcérera? IR (respueita) Si habla usted del cansancio, entonces hay que hacer una comparacién de los dos modos en términos de fatiza n0 olvidar trazas el balance compet, lo cual quiere decir com- arar el aditamenco de fatiga en el desplazzmienie cuando la biciclet remplaza al auto con eladicamento de faciga debido al trabajo mis largo cuando el auromévil remplaza a la bicicleta. iY el resultado de esta comparacion es bien evidente! ‘C: Aun cuando usted muestre que los desplazamientos ac- tuales requieren menos «tiempo gencraizado» para hacerlos fen bicicleta que en automSvil, no por ello es menos cierto que teste atime permite velocidades ¢etinas mayores y que ello significa por st sol0 una ventaja: no se necesita programar por lanticipado lo que se va a hacer; por consiguiente, movilidad real incomparablemence mayor. 'R: Por mis que usted diga es a sociedad industrial quien ha jnventado la planificacén del tiempo y a ha llevado a extremos tales, que todo el mundo hace la misma cosa al mismo tiempo (festimonio cémicor las horas de consumo méximo de agua y clectricidad, que ritman las actividades diurnas y nocturnas: 3 arreglo personal, televisi, et.) lo cual provocalos estorbos y las insuficiencis que todos conocemos bien. CC: Aceptaco, pero podria ser de ocro modo. R: (Sin duc, gracias a los esfuerzos de los nuevos planifica- dores llamados adaptadores del tiempo! De cualquier manera, tal vez podria ser de otro modo, pero no lo es. Esto muestra a las claras que lo que la gente compra actualmente « eravés de los medios de desplazamiento répidos y costosos es, antes que tuna movilidad real, potencialidades de moviidad, en general no realizadas. Porlo demas, el principio del célculo dela velocidad Beneralzada del auromévil muestra que, sia éste se lo em- pleara en un nimero mayor de kil6metros por afo; la velocidad fieteralizada sumencaria y podria acercarse, as, a la de la CC: ;Pues erronces! Si ala gente le agrada tener la impresiGn de la movilidat, del problema 3 Debido a los mitos por él engendrado y que a su vex lo evan, el desarrollo desmesurado de la instiucién médica des- truye progresivamente las capacidades humanas para enfrentar l sufrimiento y la muerte. De manera similar, los mitos crea- ddos por la sceleracin de los transportes y la creciente impor- ‘ancia que éstos adquieren en nuestra vida —mitos dela acc. bilidad periect, de la homogeneizacién absoluta del espacio, de la ubicuidad— descruyen ocras facultades humanas funda” smenales. Se sta de lo que dafundamento a un esaciosien- po realmente humano, de la capacidad humana para anudar lazos simbdlicos con ei medio circundante. Esta capacidad su- pone condiciones materiales, sociales y cultural, y supone, en particular, el obrdcule —ya se crate de la distancia fisica 0 del fileco— de a barrera que toda culeura viva evanta alrededor de si para proteger los valores compartidos por sus miembros: st ‘manera de slimentarse, de desplazarse, de festejar, de lorar ‘cuando un sifo muere; los lugares y los tiempos sagrados de su historia colectiva 0 de sus historias individuales: todo aquelo que es pars todos ellos, y para cada uno de ellos, singular, Uinico,izremplazable, ala vex concteto y simblico, Ese obstd- culo, salvable, pero presente, permite [a generacién de lai ‘mensa divetsidad de las culcuras, cuya varedad es dificilmente concebible por el hombre de la sociedad de masas. Lo ates ‘gua, por ejemplo, Ia riqueza de matices de los vestidos y los tocados y del mobiliario que caracterizban y diferenciaban a microculturss que ocupaban unos veintcinco kilémetros cua ddrados de la Bretaia tradicional y que hoy podemos admirar, fen el museo de Quimper. Cuando en una sociedad los trans. pportes absorben ids de la cuarta parte del presupuesto ener- sétco'; cuando més de la mitad de la energia consumida para 1a produccign de alimentos es asunto del condicionamientoy el transporte” —hablamos de la sociedad norteamericana, pero los otros paises industralizados van alegremente tras sus pa sos, entonces podemos estar seguros de que la berrera de ppotencial he sido salvada, que el filtro se ha roto y que la ‘captaciGn simbética del medio circundance ha cedido su lugar @ la légica abucacta de la equivalencia de todas las mercancias centre elas Los mitos destructores se injertan en una estructuracién pareicular del espacio-ciempo, a la que contribuyen a mantener y desarrollas, En la sociedad industrial, el espacio personal de 36 cada cual disfruca de una caracteristicaropolégica que diferen- cia radicalmente a aquélla tanto de las sociedades de némadas ‘cazadores-recolectores, en las que el espacio personal es un espacio ambulante, como de las sociedades sedentaras de base agricola, en las que el espacio personal se organiza en circulos concéntricos en torno del granero™. La «conexidad» que ca ‘acteriza a estos espacios e rompe en la sociedad industrial EL territorio de cada cual estalla en centros distintos,alejados unos de otros: la vivienda, el lugar de trabajo, los sitios de ‘acceso alos bienes y servicios y el mitico «en otra parte> de la recreaciGn y Ia evasién. Entre esos centtos, desietos, intelec- tusles, estétcos, simbélicos, espacios intermedios ain mas fun- cionales que el taller 0 el supermercado. Lo que ex valida para el espacio lo es también para el tempo: ya hemos recordado el sacrificio del tiempo-teibuto con la esperanza de que el tiempo ‘que quede seré tiempo-espleador. Injertado en esta estructura ‘in particular, el mito es el de la fusién, del retorna a la vecindad tradicional mediante el ideal de la enulecin de los ‘|spacios-tiempos intermedios. E punto omega ela ealdea glo- bal» al estilo de Mac Luhan: espacio homogéneo todos cuyos ‘bsticulos a la crculaciéa de las energias, de los bienes, de las informaciones y de las personas han sido suprimidos por el bulldozer de los adaptadores y por la miquina de ir de un unto a otro iastantineamente y sin consumo de energia’"; espacio vacio eucliiano del poder y la violencia, por oposiciéa al espacio einsteiniano encorvado alrededor de las cultras vi- vas, ereador de matices y de diversidad, ‘La triste verdad es que la distancia entre lo que el mito promete y la realidad se thonda cada vex mis, y elo porque ‘ctia un circulo vicioso andlogo al que hemos encontrado en él estudio de la medicina La existencia misma de espacios-tiempos intermedios, cuyo recortida n0 es un fin en si, sina el medio y el obsticulo pare alcanzar en Is orilla opuesta el fin buscado, da privlesio, o incluso hasta impone, a ciertos modos de desplazamiento sobre ‘otros. Hay que distinguir a los desplazamientos «vehicularese (auto, transportes colectvos, aviGn, etc.) de los que descansan esencialmente en la energia metabdlica de los individuos(cami- nar, bicicleta) y que se realizan, necesariamente, a velocidad reducida. Espacio de desplazamiento con balizas de puntos de referencia fijos que le permiten al que se mueve percibirse 7 como cuerpo movil en un espacio estab eiveigible,revers. aided delemorimiesto en to insane, fides del paso de un Tt oro, eneraro caracerizado por la libertad de eleccién Tbtatde chos tltanos actividades que se viven, © que s© pue~ Ae vi, comp nee i mam, aun mien van at itp xn lugar Bjado de antemano ". Estos desplazamien- ton abieros ala riquera simbélica dl espacio circndane, slo tienen sentido si existe tal riqueza”. Su importancia dentro del SSnjunto de fos desplazamientos es, pues, exeremadameste Seanble lala de di candace Se puede tenet Mea es al respecto « parc de las muy contadas extadistias (gue exe sebre este problema. El siguiente caadro,romado Jef cet ite de ce pun THY on seg ships orm en wn eco NCB, a vempere mento a ston “deporte Sos don (4 Go, sa lear ‘Ergocmges deen etfs anspor, Bale irminr part RB, Pesunde 73) 2 ee sec tps ite etme ee ee eee etm et seems bm are bere oso cr oe ee ew yore ee oars fren ere noel, SSeS ae cera een ire, aera eee rgt nie tet Sa ee ere as «pruebas estadisticas que podemos adelancar. ae Soe ee ee ieee ae sel ated re cena sribiceaicneneenacameneeeemne eee ea ree cemmeaigan arson ‘cio Rerea ele pars oo el unde atc teers par esr So srineoteemimesemi gs nmstrrom ae Baca le Eieosnntanreare ere perry per pip ce icone erie soto racic gemmcmere mre Beceem name ‘ational de os elecone:haclende dams sremsccuneat is gat coe neetere eer emereer Ses Sceee recency mcm ipereceenet eee ainetem mice Ser den pee irene ote Gini crnceeg em nner are eerste ge ie peerage tt Socercece setae Sorcerer ta eam comers Sieur meer = a pars iusrar exon puntos, Vense, sobre todo: Georges Caugane Jets 2a. ena ese. sai ee tae 68 3 LA VICTORIA DE LA HETERONOMIA, LA PERDIDA DEL SENTIDO Y LA NEGACION DEL TIEMPO. ‘Todos nuestros simbolos son shora matemiticos, Sabemos de qué esti hhecho el grito de la lechuza; todo lo sa- bemos de a lechuza, més que lalechuza tsa ya puede entones ular toe lanoche! ‘René-Victor Pihes, L'imprécateur El iempo es Kronos, productor de todo y devorador de sus productos. Hegel, Pnzyblopadie der hilesophiichen Wisienschaften El estudio de la institucin médica y del sistema de crans porces ha mostrado que su desarrollo desmesurado inhibe 0 estruye capacidades humanas muy «cotidianas», como lacapa- ‘idad de caminar o de cuidar por su salud, o como —funda- mentales— la de enfrencar coascientemeare el dolor y a muerte ola de anudar vinculos simbélics coo el medio circun- dante de uno y con sus semejantes. Las insticuciones se presen- tan asi, cuando se superan ciertos umbrales, como productoras cde lo contrario de lo que supuestamente producen. Esta para- doja tiene que ver, en parte, con el vocabulario, cuyo uso se ha deformado a medida que el medio circundante simbélico se sdistorsionabas, La misma palabra srve, en efecto, para desig- 6 ar una capicidad humane (ae €3 una variable de etd) y la Droduccion de uma nsiucin (que es una rari lao) Sila ‘ud de un indviduo es so cepacidad part enfentar las arena: Bade meio crcandantcesamete os idadg medics te pueden products la aid, como no vaclan en decirlo los Jewtres del sistema mético; io sumo pueden producic nd ie vores a cpien decs aid pron {Salud De igual modo, i espaciad pare eaproximarses a Get ioe tress ieros sitios, sprendiendo a smaros, ao es cies ‘Rene ago que el satema de transporte pueda produci, sal {oc les peseninopirados publican que intentan Gerd wla opmion publica Cuando mucho, puede crear Condiciones tale, que es capacidad ae ea infcaa 0, inclso, Posbiltada Asin, la capacidad pare estar Bede, 0 ser Tis no es un euypar accesible al sistema econdmico, contrat mente a lo que sogieren el lenguaje commence, que habla de “hlenestarnaterals,y los eeenderatas, qe pretcaden produit GPiienesary fo miden en semminos de proguecion de con- Sumo de valves de cambio. El desarrollo econdmico puede alo Sumo, levorecer dentro de ciertos limites una cpactad como or ‘Puesas asi en sa lugar las pretensiones de las inxcuciones ‘en el plano semintico no or elo es menos certo el parndo- fico resledo: mis alld de determinados umbraes de desaro- lv tas inseruciones pasan a ser los obstculos principales inter- pone en ine adage spa iguen pues paralzan el empleo de ls capacidades hum Pas arcuyo servicio pretenden estar. Esta paradoja es Ia que procunvesrossclarar de una madera genera 1 - Culture y sociedad de prsesis La noc de cultura es cena para nuestro propost. No se tata dene lego, dea noc vga e wulurt> ue, Pot Sposa tla recioaldad y la efiacan, valoriza Coan Seu secspnitvosantntlectualr y epreconia el represo 4 los ices Esc abode sono os pe ten dar ne deficiigacompleamente dan de cle ea gus opucta aa represen del seo comin 1a ‘urs en mmes que un conjunc de conductas coseetas, cos 66 umbres, uss, tradiciones y hibivos, un mecanismo de «con tole, un elenguajen, dicho en lenguae de i teoria dela infor- ‘macién, que le permite al hombre gobernar su compora ‘iento” Sin un programa ai el hombre, contariamente a los tinal que pen atneae ans ieaditon impose Sus genes—, sera incapas de dominar su comporeamiento, que Sélo consistiia en actos aisladosy sin sigficacion, en emocio- tes caicas, en experiencis informes. Alaventary someterse i prograra de indole para prodec an mundo, organiza lnvida social y expresa sus emociones, el hombre ha alanzado una fase crucial de su desarrollo bioiégic. Entre lo que si ‘cuerpo y s0s cinco sentidos, por una pare le dicen y, por la fotra, fo que tiene que conocer pars funciona y actuar en 50 Condicén de ser humano, hay Un vacio de informacion, un ‘information gop, y 6 mistoo debe llenaro con la informacign de ue lo provee la cultura. El programa constiuido por una culrura puede ser visto como tn sistema organizado de simbols lengua, are, tos, fituales) que les permite alos hombres esablecer relaciones feantes entre ellos y con su mundo, encontares wn sen- Gido a su medio circundantey a su vida y, con ello, esablecer cierto sentimiento de seguridad, siempre frégil y amenazado, ante la huida del eropoy la aniipacion de in uerte'- Gra- as aeste juego de simbolos, los hombres domestica su espa- ‘io y su tiempo, los modelan en funcién de un proyecto comin Y cfean, asi, un espacio y un tiempo verdaderamente hums fos", La cultura es lo que saisface la inmensa necesidad de sentido sufrida por el hombre; ella le permite penetra en la esencia de los seresy las cosas. Gracias ala cultura, sun érbo, tuna piedra, un animal o una puesta de sol remiten siempre 2 algo distino de ellos miamos, sin dejar dese ellos mismos en ‘un todo, Dela misma manera, lalimentaseo al hacer el amor, el hombre hace iafinitamente mis que cumplir actos fisiolog- ose higencos: intent inerarse eel universo cultural deo Simbolico eansformar la alimentacign y la sexualidad animales ‘en ceremonias humanas La vida dara (del hombre de cleus) ‘onsste en otorgar una densidad onroldgicae histérica a todo el univers, por e60, pues, es de una profusia y una rqueza pus para desconcertar a cualquier contempordnco nuestro de ‘Buen fes sea polvalocia de sentido earaceriza ala exencia del simbolo or Definiremos la sociedad industrial* como la sociedad que tha roto con este estado de cosas. Es una sociedad que vive con Ia idea de que lo que incumbe por esencia a la accén personal cuténoma desire del marc de wna cultura puede ser el resultado dde una producci6n ansloga a la produccin de cosas. Vietimas de ean pelignosailusién, cada cual busca la soluci6n a sus pro- blemas relaconales y de inseguridad en el acceso a las produc- ciones de insticuciones, de organizaciones, que pretenden po- der hacer ensu lugar lo que él, impotent, yano procura hacer, ya no puede hacer, ya no imagina siquiera poder hacer. EL espertar al mundo y 2 las cosas se efectia no tanto por la participacionen la vida diaria cuanto por el consumo del servi- ‘io de la educacién. La angustia ante la huida del tiempo, ante ‘el envejecimiento, ante la muerte, no esté ya incorporada a una ‘culeura que le dé un sentido: la combate el consumo de servi- ios médicos. La actividad productiva del hombre, de acciSa Sobre la naruraleza con miras a satisfacer necesidades cultural- ‘mente definidas —econ miras» implica un nexo iniigibe entre la actividad desplegada y sus medios y finalidades—, se ha con- ‘vertido en us simple input de energia vendido a organizaciones ‘extranjeras tanto por las metas que éstas buscan como por los ‘caminos que signen para aleanzarlas. La madiatizacién generali- 2ada de las elaciones interpersonaies por objetos materiales privatizados no es mds que Un caso particular y, sin duda, una Consecuencia de la transformacién de esas relaciones mismas fen cosas. La evoluci6n del espirita del don lo muestra con claridad: de don de algo que uno mismo hacia, con su propio tiempo, a su comunidad, se ha convertido cada vez mis en el don de une mercancia fecha por un tercer, desconoido, 2 alguien con quien uno ya 00 tiene tiempo de comunicarse di- rectamente. in dos palabras, se puede decir que el sexto sea ‘ido constitudo por una cultura ha sido remplazado por prov sis, producidss por organizaciones que estén «ahi para eto». La sociedad industrial ox tna sociedad de prota” Entendimonos bien. No se «rata de oponer la sociedad industrial asidefinida a una sociedad en la que nadie deba nada ‘nadie, en la que cada cual haga solo y aislado todo cuanco ordenen necesidades y deseos milagrosamente liberados de toda determinacién social e hist6cica. Esta oposici6n carece de sentido, pues el segundo término de ia alteroatva no lo tiene. ‘Toda activided humana, acaso con excepcién del acto de vivir 68 ~ no es mis, ‘que una de sus manifestaciones, es la siguiente: si se superan eterminados umbrales dimensionales, la expansién del modo de produccicn hererénoma produce inevitablemente un dete Foro de las capacidades de producci6a auténoma. A partir de ‘ese moment) se desarrolla un proceso en forma de circulo vicioso divergeate, sucediéndose todo como sel sistema hete- rénomo adquiriese una autorregulacién (mis bien habria que decir suto-edesrregulacién») independiente de la voluntad de las finalidades de quienes tienen ain la impresion de adi nistrarlo. El deterioro de las capacidades de produccién aut6- ‘noma de lo individuos provoca una demanda y, por tanto, una produccién cada ver mayores de los ousputs del sistema heterS- ‘homo, ¥ code incremento de la expansiGn de éste entrada una degradacién suplementaria de las mencionadas capacidades. ‘Asistimos, de abi, a dos evoluciones simuleineas y parad6jicas: ‘cuanto mis importantes son los medios empleados por el sis- tema heteréaomo, mayor es el sentido de obsticulo que ‘quiere para la realizaciéa de los objecivos a los que supuesta- ‘mente Sirve. Sensible 2 este fenémeno, Jay W. Forrester, el Célebre inspirador del estudio del MIT para el Club de Roma, habla de «comportamienro contraintuitivo de los sistemas so- ciales= , refiniéadose, sin duda, a una intuicibn ya degradada por el cult de la heteronomia. Nosotros preferimos hablar de (Contrapraductividad estructural”. Esta contraproductividad es la del sistema educativo, que operator, sino en el hecho de que también él oculta la regia de composicin; el modelo del observador exterior logra sdescribir» la sociedad como si ésta se encontrase sometida a fuereas» externas, 2 «gravedades» extras a la urdimbre de las relaciones humanas. La ocultaci6n de ls relaciones y reglas cde composici6n esti bien ilustrada por la «ausencia de puente> entre los modelos microeconémicos y macroeconémicos”. ‘Subsecuentemente podemos elucidar una paradoja El des- concierto de «individuoes que comprenden cada vex menos lo ‘que ocurre en su sociedad congenia con una produccién cada vex mis especiaizada de modelos que dan una representaci6n trivial de esa misma sociedad: para los «individuos», aslados en sus roles, «trvializadose, ef conjunto resulta cada ver menos trivial, pero al mismo tiempo el individuo ofrece —y él lo advierte— uns representacin trivial de la sociedad elaborada por expecalistas. Con todo, esta retrvilizacin secundaria plica para quien ia wincernaliza» una creciente pérdida de visibi- 3 lidad de las relaciones, que no es muy diferente del solipsismo tal, al menos, como el adulto se lo imagina— de los primeros ‘meses de a via humana. Y esa regresiéa conceptual, que puede ‘orrer parejas con una gran coherencia formal, es objeto de una de las mayores interrogaciones del presente libro: no podiamos. ‘agotarla en exte capitulo. Por el momento nos contentaremos Concidaect abndonos edoscemplon 1) La derrografia humana parece escapar a todo control en ‘el momento mismo en que es posible predecr su evolucién en petiodos breves con crecience precision; 2) la pens colectiva de los hombres produce «efectos» ‘cuya destructvidad se advierte cada ver mejor, y los ecblogos, ‘en particular, construyen modelos cada vex mas Operarorios de ‘spocalipsis loalizados: se «sabe», por ejemplo, que dentro de ‘inte afos el Mediterrineo estaré tan muerto como la laguna cde Berre, y es posible describir de antemano las fases de esa ‘agonia; al mismo tiempo, los individuos se sienten cada vex mis, impotentes para cambiar el curso de las cosas. Extd muy claro que las representaciones heterénomas que la sociedad industrial propone a sus miembros en forma de ‘modelos no ofrecen capacidad slguna de regulaci6n (de control social) de las «fuerzas> por ella descritas. Soa representacio- nes que ocultn el hecho hist6rico de que los hombres, por vias radicalmente diferentes en las que intervienen la comprensn ‘Guténoma y el lenguaje simbélico, han sabido domefar, al me- fos en las sociedades que han sobrevivido, los procesos que amenazan con destrutlos”. El interés del rodeo por el analisissistémico reside, a es- to parecer, en esto: muestra claramente de qué resulta la alie- ‘nacion manifestada por el fendmeno de contraproductividad, y de qué no resulta. a alienacién 90 resulta de una ausencia de transparencia absoluta de la sociedad, de la existencia de una dimension colectva y anonima con la que troplece la exigencia de una autosomia liberada de toda determinaciéa exterior. ‘Una transparencia y una autonomia como ésas pertenecen, una vez més, al campo de la utopia. El juego de variables como E, consideradas por todos como premisas, como compulsiones texteriores, y que nacen, sin embargo, de la composicién de las acciones de cada cual, ¢s inherente a toda vida en sociedad y dentro de la historia. Aunque el tabicamiento estricto de disc on plinas como ‘la sociologia y Ia psicologia y la ausencia de Spuences entre ellas atestigien un desconocimiento de este Fenomeno, eno e alienacion; pero on é) puede la sienacin resentarse, y esto se produce cuando variables tales, lejos de {que los individuos se reconozcan en ellas, parecen adquirir su ‘autonomia propia y determinar los comportamientos. La hete- onomia triunfante n0 es, pues, a simple gestion de los otros; ce la gestién por un anénimo otro, un oWo colectivo: es la ‘esti6a por «mecanismose, ya sean los del mercado, los del Blan o tos de cualquier ove cosa. Como dice Casto, IUadora de mano, una orden de movilizacién, una carta de pago {y mercancias cara, una decision de eribunal y una prision» Por nuesera parte ditemos: la beteronomia triunfante es la gstién ord incerface. 4 - Las paradojas dela beteronomia triunfante La progresiva sustiruci6n del modo de produecién herer6- ‘noma en logat del modo de producciéa auténoma y el rempiaz0 de las formas tradicionales de la accién humana por la «cviliza- ‘ién industrial» son, en opiniéa del economist, de ia misma ‘naturaleza que todas las sustituciones: la manifestacion de tna prefereacia. En buena logics, si In susticuciéa se traduce en pérdidas —y habré excelente disposicin para reconocerlo—, ello se debe, cieramente, a que por otra parte presenta ventajas ‘que hacen més que compensar aquélls, se podria decir, por definiion. Este po de razosamiento, sino es tan viejo como el ‘mundo, por lo menos registra ancecedentes antiguosy prestigio- 08. Ya Leibniz decia que aueserp mundo es, en verdad, el mejor cde los mundos posibles; prueba de ello es que él, y no otro, ese! ‘gue es, raronamiento en contra del val Valeire hubo de suble- ‘arse violentamente,segtin es sabido, con la composicién de su Cindide ‘La logica «contrsincuitivas a que obedece la ley de composi- cién de fos modos de producciéa heterénomo y aut6nomo ‘cuando se superan determinados umbrales repone en su lugar a lal6gica de abvelito.Ficilmence puede mostrarlo una formaliza- cign sucintay sin preteasiones de rigor de lo que antecede. ‘Dentro de la zona de contraproductividad, que constituye el 85 objeto de nuestro andlisi, procuramos apreciar el nivel de «sa- ud culraral» de una colectvidad a partir del estado de las variables C y b, que representan el grado de autonomia de sus ‘miembros y el volumen de producci6n heterénomo. De confor: ‘midad con todo lo anterior, admitiremos que la clasificacion de las parejas (C, b) obedece a estos dos criterios: 12) Si dor parejas (C, 5) se caracterizan por niveles de C diferentes, el poseedor del C mis elevado es el clasficado en ‘ptimer término, con independencia de los valores de las, b) Si dos parejas (C, f) tienen el mismo nivel de C, el poseedor del volumen b mayor es el primer clasifcado. Estos crterios traducen la idea de que el modo heterénomo de producciin estd al servicio de las capacidades aurénomas de los individuos, y no a la inversa, y reconocen la realidad de la respuesta constituida por la hereronomia ala demanda de asun- ‘Gdn de individuos mas 0 menos frustrados en sus posbilidades de accién auénoma. ‘Diariamente empleamos una clasficacién andloga: es, en efecto, a delas palabras en un diccionario, en el que AU viene después de AS, pero antes que BE. De ahi, por lo demés, la Gesignacién de’ orden lexiceardfic que se da a este tipo de clasificacién, ‘La ventaia de una herramienta como ésa es importante para formalzar la noci6a, central en el caso de nuestco propésito, de pperjuicios no reparables por valores de cambio. Figere3 ‘Vemos, en efecto, que, dentro del marco de una lasifcacion de indole a, una disminucién de C no puede ser compensada [por ningun aumento limitado de b, sin que por ello neguemos Ios «beneficios» proporcionados por un volumen de produccion heterénoma més imporcante. “Asi, pues, el circulo vicioso que hemos descritoy represen- tado con C=, y que remara en un incremento de # paralelo a 6 tuna mengua de C, como lo muestra la figura 5, entra, con la ‘mayor «naturalidad> del mundo, una degradacign irreversible de la situaci6n, ‘Un regreso al caso de los transportes puede ilusearel tipode paradoja a que conduce todo esto. El papel de agente doble del Sistema heterénomo de los transportes que hemos intentado ‘sclarecer —medio de supervivenciaen un espacio-tiempo des- ‘uleurizado al que contribuye « modelar— no deja de provocar ‘lgin desconcierto entre quienes se asignan la isin de «racio- talizarloe. Una discusion particularmente interesante a este respecto es la que divide actualmente a los economistas del transporte a propésivo de las nuevas teorias sobre Ia «accesibi- lidad> . El método tradicional empleado por los planificadores para comparar la «eficacia» de dos sistemas de transporte con- Siste, como hemos visto, en sopesar los tiempos, 0 los «costos ‘generalizadoss, pot éstos implicados, dindose preferencia al ‘Que proporciona el méximo de «ganancia de tiempos (0 el Thinimo de «costo generalizado»), Peto ocurre que hay quienes, provistos de una hermosa l6gica, har advertido que ese e3 uo Fazonamienco muy parcial y que un sistema de transporte puede ‘erfectamente hacer aumentar el costo generalzado de los des- Dlazamientos sin dejar de aumentar la «utilidad colectiva», por- ‘gue las personas que se dsplazan con plena coluntad pueden encontrar mis lejos veneajas suplementarias que contrabalan- ‘ean el aumento del costo generalizado de transporte. De aquila Idea de construir indices de accesibilided mediante laconfeccién del balance de las ventajas 7 os costos de marras. Las divergencias entre estas dos categorias de economistas provienen de la citcunstancia de sufric la tentacin de suminis- {rar una tespuesta muy diferente ala siguiente preguata: dado. considerable desarrollo actual del sistema de transportes, hay ‘que inquietarse por el hecho de que llegari un momento en que i gence pasart mis tiempo desplazindose de un punto a aro ‘que residiendo en un lugar agradable? ¢O acaso hay que fel ‘arse, porque ello les abre horizontes nuevos y nuevas posibili- ades? (De igual modo, los economistas de la salud se preguncan si deben alegrarse por el alto consumo médico 0, al revés, inquietarse, como ya lo hemos mostrado.) Indl precisar que Ia fad justfica evoluciones de la eseructura- ‘ién del espacio que se orientan hacia fo que denominariamos «laaldea global» 87 ‘Tenemos que vérnoslas con un bonito ejemplo de situacién cen el que el buen seatido de expertos préximos a las realidades cotidianas conduce a éstos, aunque parezcan razonar sobre mo- ‘delos cojos, a juicios mas sanos que los de economistas que hhacen juegos malabares y abstraccos con modelos sofsticados. Elsenrido comin nos dice que, en la fase aque hemos legado, el aumento de tiempo empleado por la gente para desplazarse ttaduce, sobre todo, el hecho de que ésa no encuentra cerca de ella lo que busca, y que esa bisqueda incesante del «en otra parte» deseable no puede compensar la desgracia de vivir en Sitios inhabitables. Es el mismo fenémeno que se produce en el ‘campo médizo, donde el aumeaco de la medicinaizacion de la sociedad traduce, de seguro, una disminuciéa de la salud de la ‘gente, comprendida como capacidad aurénoma de adaptacién y Feaccién. Pero tal parece que en este sector al sano juicio le ‘cuesea sobremaners abrirse camino..." Volvemos a dar con lo ‘que nos dice el sucinto modelo que acabamos de exponer, en el ‘que vemos bien que, dentro de la zona de contraproduc: ‘ividad und ea aumento es el signo de un Cen disminucin y, ‘por tanto, de una degradacién dela situacion. YY en cuanto a la eldgicas de los nuevos campeones de la accesbilidad, es, en rigor, la légica del razonarniento liberal, que ‘consiste en decir: sila gente hace esto y por su propio gusto por ejemplo, si abandona la biciclea por el coche, o elcampo por laciudad—, es que lasituacién finales mejor para ella que la ‘Sieuaci6n inicial: Pero el juego de la heteronomia y la auronomia dende tanya «ete tpg lpia, 7 6 pueden esablecer ‘mecanismosdel siguiente tipo”: NO = I 1 \ 88 Se ha representado una poblacién N que se distribuye en dos subpoblaciones: N= N,+N,, en que #y 6 son dos sieuaciones de nivel de heteronomié diferente (la ciudad y el ‘campo, el automévil y la bicileta). EI mecanismo contrapro- ductive estd descrito en el espacio de tres dimensiones (N.. 4s, ©). En todas las fases del proceso tenemos ,>h, quiet determina el nivel general de C tanto en b comé en 2. Te- rnemos, pues, de todo punto, una aspiracién de aire de ben a que traduce’lo que el economista, con todo derecho, ob- Serva, pero que toma como premisa, en Io cual yerra: una necesidad de hereronomia, porque la satisfaccion de necesi- dad tal por el paso a ¢ de una poblacién suplementaria asienta mas el reino de la hereronomia y degrada més ain la situaci6n general. Aun desculeurado, el espacio sigue ofre- ciendo resistencia a ese movimiento asi sea por sus distan- ‘igs; pero ahi estin los planificadores, y éstos, x0 pretexto de las snecesidades» de las personas que estén en B de ira A, hharda salar los dkimos cerrojos, 5 - La pérdida del sentido y la negacién del tiempo El hombre es un «animal politico», segsin Ia férmula de Arist6teles. Esto significa que se caracteria, que se distingue por la capacidad de encontrarse con sus semejantes, con sus Iguales, y tejer relaciones con ellos, capacidad que es tam- bign la’de medisse y entrar en conflicto con los demis y de resolver los conflictos dentro de la trama de las telaciones de ‘cara a cara. Esta capacidad es, finalmente, a de actuar, la de ‘engendar historias humanas y encontrarles sentido. ‘Sin duda, ningun sintoma es mas signifcativo de la victoria de la heteronomia que lacastracion de la dimension politica del hombre. al hacer de esa castracion un ideal, al Bjar su eer, el pensamienco liberal y el pensamiento marxisea se dan una ‘vez mis la mano. Represénrense los méritos de wna institucicn el mercado— por su capacidad pars armonizar mips in tereses individuales en un «interés generals, o prevéase como Jin de la bisoria una sociedad en la que «la administracion de las cosas» habrd remplazado «al gobierno de los hombres» yen el que «el poder pablico (habri perdido su carkcter politico, ‘quedando toda la produccién concentrada en las manos de lot 89 individuos arociados»: en ambos casos nos fijamos como obje- tivo 0 como ideal una racionalizaciOn y una instirucionalizacion de los coaflitos, es decir, lo contrario de su resoluciénn cal y ‘4uténoma, 0 ea, fin de lo politico”. En nuestcos dias se habla Se stécnicas de Ia acciGn» para designar todos los métodos y todos los sivtemas de «ayuda a la decisién», que pretenden ‘edministrar los problemas de la sociedad como se administra un presupuesto 0 una cartera. Esta confusi6n encre Ia thé y la praxis, entre el hombre racional, fabricador, el homo faber — ‘que alecta midis a finer, y el hombre actuante, es caracteris- {ica de una sociedad en la que los hombres no se encuentran ya sino a través de los snierfaces y en la que el conflicto local, franco, sbierto, no puede expresarse y deja su lugar a mecanis- ‘mos subterrineos ¥ paradéjicos que, cuando ganan la superf- Ce, se manifesean como golpes del destino. ‘La oposiién entre laautonomia y la heteronomia se refleja quien la oposicién entre lo politico ¥ lo racional La pardiss de las capacidades aurSnomas por el sobredesarrollo defo sistemas heterSnomos es, asimismo, el hombre actuante sofocado por el ome Jaber. Pero esta oposiciGn no debe hacernos olvidar la recesaria complementareidad entre ambas dimensiones del hombre, asi como siempre hay que recordar que la auronomia necesita, pata ser vivificada y hasta posible, de la heteronomia. El hombre ectuante necesita del home faber, aunque slo sea, como lo hemos sealado, porque los hombres Gnicamente pue- Sen encontrarse gracias ala mediaci6n de un mundo comin que ‘s6lo el ultimo de los mencionados puede crear. “Ahora bie, paradéjicamente, también el hombre industrial ha perdido ‘a capacidad de crear un mundo dotado de cierta estabilidad en el que puedan deseavolverse ls hiscorias huma- ‘nas, Vamos ahora a tratar de delinear esta doble parilisis eo Cascada: el hombre actuante sofocado por el homo faber,y éste ‘educido al eearato de trabajador-consumidor. Partirems de una distincion encre dos pos de actividades hhumanas, muy claramence establecida por Hannah Arend«™: la ‘que opone la cbra, actividad del homo faber, al srabajo(0 alalaor) Se enna brs Elnora ilizan npts ders, lvoe ‘un martllo) para producir un objeto (la mesa), que consttuye el fin —en to¢os los sentidos del eérmino— del proceso. Justa- meate es un fin en la medida en que el objeto posee cierta estabilidad y sobrevive al proceso de fabricacion. El bome faber 90 construye el artfcio humano, el mundo duradero en el que puede desenvolverse It vida humana. Por oposicién, lo que produce el anima! aborant con si labor, y bajo el imperio dela necesidad, se reinyectainmediatamente en el proceso vital dela Fhumanidad, en el =metabolismo con la naturaleza» en que s¢ encuentra consumido. Comparada con la fabricacin, esta activi- dad es, por cierto, de una gran futiidad —Ia futildad de una actividad que «no se fija ni realiza en un sujeto permanente que dura tras haber transcurrido su labor», sean la expresin de ‘Adam Smith en La rigueza dels nacions-—, pero corresponde una necesidad fundamental: ade la vida La productvidad de la cobra nace de laciecunstancia de afadir suevos elementos esta bles al mundo humano; la productividad del trabajo reside en la propiedad de que es poseedora ls «fuerza de trabajo» de reque- Fie para su reproduction menos energia que la que ella puede desplegar, una propiedad situada por Marx en el centro de su teoria econémica. La fuerza de trabajo de un individeo puede, pues, asegurar la reproduccién de mis de una vids, pero 90 produces mis que vida, sein la expresion de Marx Las care- ‘gorias de lainstrumentalidad, de fin y los medios —que son las. del home faber—, tienen tan poco searido para el animal laborans como el que puede tenes el problema de saber sel huevo tiene ‘por fin ala gallina o la gallina al huevo. Tas categorias de la obra y el trabajo son, por supuesto, dimensiones abseractas con respecto alas cuales se puede sicuar uuna determinada actividad concreta, Pero todo parece indicar ‘que el hombre industrial a pasado a seren su actividad produc: {iva un puro animal laborans. La capacidad de hacer, lacapacidad dle construir un mundo, pertenece a esas faculrades humanas ‘cuya castracin ha ido a la par dela victoria de la heteronomia. ‘No sabemos hasta qué punto tenemos raz6n en llamar trabajo a Ia actividad productiva que desplegamos ‘Laanteror afirmacion puede resultar chocante, pues parece contradictoria con las representaciones mds difundidas, con los Aiscursos de los mis humildes, asi como con los de los més ‘ (de Senausia: trabajo servil al que se sometia a los esclavos en Ia ‘antigua Grecia) para oponerto a la nocida clisica de expropis- ‘ida de Ia plusvalia, esta pérdida de los fines, en resumen, afecta fen nuestra sociedades a todos los tipos de actividades llamadas (© no productivas: el estudiante indiferente a los programas de fensefianza que él mismo ha elegido, el programador de ordena- dlores cuya tarea se limita a la programacion sin conocer el uso ‘que se hari de ésta ni con qué fin, y el oficinsta que cuenta las hhoras se allan tan atados'a la cadena como el trabajador®. Segin lo daa observar Dorfles, la afirmaciéntleolipica que sive de bate a lamayoria de los slogans publictaros, la insistencia en la finalidad de los productos, esa postiva pareja de esacarencia de finalidad que afecta «al trabajo y al estudio tanto como al esfuerz0 sociopolitco o estético». ‘Las investigaciones de los ergblogos «clisicos» confirman cesta calidad casi biol6gica del eabajo industrial. El ritmo me nico de la maquina 0 de la cadena de producciOn tayloriana violenta el iempo bioldgico del rabajador y causa cierto debil- ‘ante sufriniento; Simone Weil lo ha descrito muy bien*. De ahi la idea, surgida de los xingenieros del cabajo humano», de ‘considerar la pareja obrero-miquina como un organismo. En la medida en que 2 este organismo se lo coloca en estado de autorregulsci6n merced a la prudente dosificcién de los est- ‘mulos y las respuesta, el sufimiento puede quedareliminado, pretenden los ergéloges. A decir verdad, se rata de poner fuera de circuito,mediante un adecuado acondicionamiento, los nv les superiores de a conciencia y de instalar en el trabajador un sistema de reflejos cas instintivos. Son conocidas las proposicio- ‘nes que cocsisten en hacer funcionar al obrero,o, mejor dicho, a la pareja trabajador-mdquina, por el modo dei day dreaming, de pproveerlo ¢ventualmente de parlantes que difundan musica 0 dliscursos que ocupen su concienca, asi liberada» de la patic- ppacign activa en fa produccin. El tiempo de la vivencia de la pproducciénse emparenta, en tales condiciones, conel tiempo de la digestiOnes el intervalo entre una alimencacién y una evacua- cién, entre a pitada que anuncia el comienzo de Ia jornada de trabajo y ls que anuncia el fin de ésta. Con todo, este dempo scenestésin» el tiempo de lacadena de producciGa,es ambien 94 el del consumo. El tubsjador-consumidor aprende a consumit somo spreade a produc. Sus necesidaes wk praia tn ‘imperacivas como si fuesen fisiolgicas. Todo ocurre cual si al ‘abo de un largo rodeo, que lo ale}6 del animal laborant, el bomo aber recuperase determinaciones cas instingvas, Es sta una sieuaci6n que informa muy bien acercade unade las paradojas de las sociedades industriales. En momentos en ‘que la acciGn colectiva de los hombres sobre la phys (la natura- Jeza) adquiere proporciones tales que es de temer una ruptura del equilibrio biolbgico, los individuos se sienten impotentes, no s6lo para oponerse ala destruccién de su espacio vital, sino ‘ambién para dejar de ser sus agentes motores. Tienen laimpre- sion de que los quanta de energia gracias alos cuales participa en la praxis colectva les son arrancados por la fuerza, que 10 tienen oura eleccidn que la huida adelante o el estancamiento ‘marginal. Procuraremos mostrar que este cardcter de faralidad de laaccién resulta, en dltimo andiss, de una mistificacion de la El hombce industrial se represcita en situacién de home Jaber, de calcula racional que optimiza los medios con miras 8 ‘iertos fines; pero s6lo es, en rigor, un simple animal laborant Desajuste tal entre representacion y vivencia admite una des- cripcién en términos temporales. El tiempo de las representa ‘cones que la sociedad se da por si misma es el tiempo del home Jaber, el tiempo lineal del progreso, el tiempo vacio que acoge —pues es exterior a ellas— las actividades humanas que 10 lenan, Esel tiempo del proyecto: iene un comienzoy ua fin. Es cltiempo de la causalidad, sea Esta eficiente (la causa «impulsa» fuera de ella) final (el fin eatrae» hacia s) Es el vempo del corte, de los trozos que se pueden agregar, suprimir, perder, ‘ganar, es el caril «por el que los acontecimientos pueden llegar on atraso» o, por el contrario, verse acelerados. Es el tiempo de la fabricacién, del rodeo de produceién’ el tiempo de la ‘sracionalidad. Es el tiempo del sacrificio, del ahorro, de la inversién,delacopio. Bsel tiempo de la previsin, que se mofade la presuata imprevisin de los «primitivos», de su incapacidad para poner aun lado las demasias, hacrlas frcificary garantizar el porvenir. Es el tiempo en el que creemos vivir, el tiempo que _guia nuestros planes, que fundamenta nuestros cilculos. Tusiones. Es el tiempo del animal Jaborans que vivimos, como lo revela la intuici6n popular del emetro-faena-camitas, 95 el tiempo biolgico del siempre recomenzado, el tiempo de la production, y de a consumiciSn,y de la reproduce.” La Tision es reducible ala geometra: provine del hecho de que isimulamos un ciculo cayo radio cece (el dempo biol6ico, fon aumenc de ls productividad del abajo) 4 un segment Grientado (el vector del proyecto, que caracteriza al dempo del Some fer Anima laorane Homo faber Bl hombre que te tiene por homo aber que se transforma 0 animal labrans en elo reconocemos la voluntad de fabricar i alud a amis el aprendzajey la movilidad como 5 fue- ‘ran costs, ye rgico reves que vuelve al hombre prisionero de sas causllades circulares, de exoscieculos vicosos divergen- {es que reaver todas as condiciones de una prisin biolgiea ero volramos al abajo. Hemos mostrado que la ausencia de significacia que To carsceriza, su absurdidad, se vincula a $a falta de fnalidad, comprobacion parndojica a jungar por as fepreseatcones comunes del trabajo, que ven en éste un me- {id tendente a un fin, La pregunta que plateamos abora es Suponiendo que se lograve resaurar el Wobajo (en el sentido Corriente del término) en su dignidad de medio con miras «un fin, esto es, que se restableciers en él la dimensiOn obra, cs le volvera adit por ello un sentido? ‘Decir que el trabajo es medio con miras a un fines decir aque el seotdo del trabajo reside en su fin. Con mies a éxtc, Sin mira al objeo por produce, absjan los hombres, Pero el trabajo tos ein, 360 ex el medio de éxte, por los mismos fhouvos auc los clavos, le escuadra el mario 'y el cepllo ever para constuir ln mess. «Abora bien todo el sentido del eabayo esthenlaelacin con ese fn qu te no, preciso fs confesar que el trabajo s6lo tiene sentido por lo gue a0 es: Consiguentemente, que el abajo no es el sentidosn “Tanto como las categorias de la iostrumentaldad, el fin tos medios on extra i anima! laoran, consecuencemente cs extra al bom ber a categoria del seat, porque el bom 96 aber posee la capacidad de asignarse fines y organizar medios ‘fin de alcanaas los fines previamente planteados, que ela capa- ‘idad que hace del hombre un ser racional, pero no puede, ciertamente, produci el sentido Conque el problema es: cde dénde nace el sentido? Ast ‘como para ver la aparicién del fn hay que superar a dimension trabajo para entrar en la dimensiOn obra, asi también con la superacion de ena dltima se podrs eocontar Is génetis del Puede venir en auestra ayuda la historia de ls ideas. Han- nah Arendt describe de manera magistral en su libro lo que 08 llamar Ia irresistible ascensién del homo fabery, tan pronto llegado a la cumbre de la jerarquia de las actividades hhumanas, su brutal caida en beneficio del animal laborant. Lo ‘que aqui nos interesa es la circunstancia de a expensas de qué actividades ha podido realizarse a ascensiGn del hacer. Hannah ‘Arendt muestea cémo la contemplacén y la accén, que en un tiempo ocuparon el primer lugar dentro de Is jerarquia, han perdido su supremacia. Contemplacidn y accién: para los grie- 208, dos medios de alcanzas la inmortalidad: a contemplacién, al salir de la caverna de los atuntos humanos hacia el reino de las Ideas eternas, y en cuanto a la acci6n, cuando es grande, cextraogdinaria, interrumpe el movimiento cicico dela vida bio- logica*. Pero la contemplaciéa no era compatible con las filo- sofias de la duda, que con posterioridad a Descartes ensefiaron que el hombre no puede estar seguro de nada de lo que le ha sido dado y sf s6lo de lo que él mismo hace. ¥ en cuanto a la accién, siempre ha habido desconfianza, comenzando por los filésofos griegos, del hecho de su fragilidad fundamental (Qué es, en efecto, la accidn? Para devolverle su cabal sig- sifcacién, habria que decir accibn politica, como que es la orBa- nizacién de la poli griega lo que nos proporciona el més puro siemple de nna microsociedad cuyar cindadanos igiales bia ban en la cispide de la jerarquia de las actividades humanas cesta actividad particular y la que necesariamence la acompaha: cel habla. Pero el sentido que se da hoy 2 la expresion de accién politica es completamente diferente de lo que la pois entendia por accién, y el desliz de sentido que hace de la aciéa politica tuna simple técnica, una actividad de fabricacion reservada para tecndcrata, evidentemente es muy significativo por si mismo. ‘Actua y hablar son tradicionalmente las actividades en las que 7 el hombre tiene ia valeatia de presentarse ante los demas y de ‘medirie con ellos, la valentia de comenzar (es el primer sentido del griego archein y del latin agere, que significa actuar), de poner en marcha, dencro de ia red de las relaciones humanas, procesos de acciones y reacciones que a0 tienen fin y alos que Consiguientemente n0 se puede dominar como se domina la fctividad mis segura del hacer, que si tiene un fin: el objeto fabricado. Sila accion iene un comienzo, ef hecho de no tener fin la torna particularmente incierta, pues nadie que haya ac- tuado puede estar seguro de Io que se deducira de las conse- ‘cuencias ramificadas de su acto nical, Un autor puede recono- ‘er su obra, pero son raros quienes pueden esta seguros de a ppaternidad de un supuesto resultado de su accién. Por oposi- ida, la fabricacion es una actividad aseguradora, tranguili- ante, que tiene un comienzo y un fin, que se realiza de ‘acuerdo con una idea, con una forma preestablecida, a cual Sobrevive al proceso de fabricacion y hasta al objeto, que inevi= tablemence desaparecerd, sean cuales fueren su durabilidad y su resistencia, en el metabolismo con la naruraleza Los hombres, cuando actian, encran en relacin, se hablan, y esta comunicacion es la sede de lo aleztorio, del azar, de Ia orpresa, de lo imprevisto, de lo improbable. Es el lugar de la ‘reacin infinita e infinieamence rica de las historias humanas, dela invencién de auevas relaciones bumanas, de nuevos esti- los de vida de nuevas culturas, es decir, de diferencias y de diversidad. Milagro es que los hombres descubran en las histo- tas as{ engendradas un sentido, en la doble acepcién del voca- bo ntelgbildad y onentacén, Por supueio exe seni puede ser diferente para aquellos que las viven, para los que eeuerdan y para los que, varios siglos después, escrutan y reconstruyen un pasado del que sdlo conocen 1o que se ha cosificado, Pero el sentido existe. ¥ la fundamental capacidad humana de hallar sentido est, pues, ndisociablemente ligada a la capacidad de actuar. Por eso Ia fabricacion necesita de la accion para tener sentido: de Ia acciGn de quien obra y de la fccidn de aquellos ance quienes la obra se presenta. El sentido ‘de una obre—objeto de uso u obra de arte no es una propie= ddad intrinseca de €sta, como lo son el largo de una mesa o el ‘color dominante de us cuadro, El artista y el artesano no fabri- ‘ean el sentido al tiempo de fabricar la obra La obra adquiere un Sentido solo cuando extd inmersa en la red de la relaciones y 98 las historias humans. Se tbe por expericacia que el mismo claro, lamisma miscao in miso parse puetenimpresi- amos de muy diferente mane en momentos diferentes dc ‘esta vida y hasta dentro de una mama jornada. Reiproce. mente, por lo dems, ln acién cesta dela fabrication, ya Se, sin abieaci y ia obra no hay mundo donde el hombre pueda habs pero tampoco hay acign, porque ls scion efi tera slo puce dejar huell en cl mundo humane si ha sido Cosiicada por el hstoridgrafo que csribe su relao 0 pore poeta que cana sus perpeca. ’A pesar de est tan fundamental facta de a acién de engendrar el sei, el pensamicnro occidental ba descontado della cas sempre. Ya bemor recordado ls retcencis de los Flsofos greg’ una manifetcin de elias sla defiicion de socios, lego 0 romano (que nada ea comin tne, claro est on nuestro oso de consumidores), tical el vm, que orrespondia no s6lo a a exencion de ea cont vl Que rsh tages de naa plitcayde seus humaes on ene ral®, Al actuar siempre se lo ha asimilado, poco mis o menos, al acer lo que da testimonio de una fal de confiana en as postbdades de la aceidn, pero cambicn de i mala compen: Sién del misterio de hsroris humana de las que nadie es autor, que nic ha hecho, en el senido en qu ua carpatero hace una mesa. Ast, pes a contaminaca del stat pore hace debs cana inctablemente un impacto en as represen taciones dela historia Eto ocurr6 en ut momento en ue as Flovofaseasedaban,contaramene «los pomeros hare egos para quienes sentido ncumbia alas accones Particulars, con al que état fucten grander, que cl sentido {las aciones humanas slo se podia revelar si cxae eran uevamentejameras por el Kitorado, que vlva st mirada Iara el pasado, en el prac atico, del gue no eran as gue Ln clemento. Enconcey haciase posbic comprendcr fo que lor Hombres actuanes no pdian vero sem el sntdo oc de sus actos, ln meas que perseulan sin abelo. Con lagi in abeeacin snjertain en eva representacion, ert foeviele gusta coord mar de foci de isons, ea In que lar metas acuta pason set fines alcanzar. 2 ‘vex mis, 0 obstante, send mos produce come 99 ebrica una mesa. Asignasse el sentido como fin equivale a de- cretar la muerte del sentido; pero también, de rebote, la del fin, El home fabr slo puede seguir siendo él mismo si su actividad procede de una idea, de una forma, en el sentido plaronico del ‘érmino, forma que preexiste a su actividad. El viio fundamen- tal del principio de instrumentalidad erigido en principio tras- ‘cendente consiste en que ~cambia inmediatamence toda meta Alcanzada en medio de un nuevo fin y con ello destruye, por asi decir, su sentido, hasta que en medio mismo de la interroga- cin Uriliata, sparentemente sin fin —";Para qué sirve..2"—, ‘en medio dela progresién aparentemente sin fin en que la mera de hoy se convierte en el medio de un mafana mejor, aparece la Gnica pregunta a la que ningtin pensamiento wslitario puede jamés dar respuesta: “ZY cual es la ullidad de la uilidad?”..»® LE vicio fundamental de todas las filosofias de la historia que asimilan ésta a una sfabricacién», de todas las filosofias del progreso», que nos prometen una «nueva sociedad» en la que In felicidad de los hombres seri cabal y miximo su floreci- miento y quedard abolida la lucha de clases ¢ instaurado el reino de la libertad, etcétera, es, como ya bien lo habia visto Kant, que «siempre seguird siendo desconcertance (..) que las ‘generaciones anteriores parezcan consagrar siempre codo su tsfuerzo al provecho exclusivo de las generaciones posteriores dde manera al que tinicamente las ltimas generaciones tendrin la dicha de habitar el edifcio terminado» '- O bien Pascal, en tuna época en que el tiempo del Some faber comenzaba a tor- nase invasor. «EI mundo es tan inquiet, que casi qunca se piensa en la vida presente y en el instante en que se vive, sino en el que se vivird, de modo que siempre estamos en estado de vivir el porvens y jamés de vivir aboras "El dempo de la accin es el tiempo del presente, experien- cia difiil de imaginar, para nosotros, que vivimos —o, mejor dicho, que creemos vivie— el tempo del bome faber, canto més ‘cuanto que el presente s6lo es para nosotros ese «conmurador ‘que convierte directamente los istantes por venir en instantes pasados, sin que el sujeto consciente pueda retenerlos en una Zona intermedia» ?. El presente «no estd remporalmente mat- ‘ado, bien lo revela nuestra estructura lingistica. El tiempo igramatical preente sieve para expresar el pasado y el futuro tanto como el presente, lo que a0 es el caso de los deméis tiempos gramaccales™. Para representar el presente debemos 100 recuic a metiforas, como lade la mano que retene (rans, ‘maintenant del pie ue sve de punto de apoyo (alan, ‘ante ped) Bxcuimes la posibiidad de que et presence sea fuente de poesia: «Apenas hay poesia en el presente, porque el Dresente nos conmueve y catia, apenas hay deahog sno en Ia ausencia. Sélo hay retorno a uno o salida de sien el porvenir oenel pasos, dice}. Pocelle™ ero el empo del presence existe; lo viven en el mundo centenares de millones de hombres, que cleo es que extn, or termino medio, al borde del hambre, ya los que cierto e+ también que tatamos de convertir 8 nuestas concepcones femporaes, pero que be resiten.¥ que mucha raz veneD, ore el presence co ico gu es abe Al depo del presente a éte que vive, por ejemplo, la mayora de as pobla- Eioaes de ia Todia, en Occiente 10 llamamos, en general tiempo cicco, tempo circular, lo cual es-une faa mages seomerica~come lo son, pot lo dems, toda las represerar Clones espacaies del vempo que sigan Is especiicidad de éste~, ta cul To muesta Raimundo Pankkar en un estudio excelente. Por supuesto que para nosotros resulta mis ficil comprender lo que este empo no es antes que compreader Io aque es. No tiene ninguoa dels propiedaes que abuimos al Tiempo, comenzando pot la pritcipal ade ser un contineate dado de una ver por todas ques lena con nuestros cts. Las propia actividades engendran tiempos expecfico: el empo EcVeeabajo no es el sempo del descnao, el del pacer ao evel del tedoyy el de as relaconesincrpersonales 20 esc dela contemplation” 'No hay, por santo, cempo de In expert, pues =a historia no es una suceson de fechas, sno una conexén entre los acontec- faientos, no hay tiempo perdido, pues «para poder perder el tiempo seria meneser que el tiempo fese algo ens mismo, 9 oper de desliodaree dt los acontcimioncots or aoe 10 te teres, ys ese puede perder una sorta se puede deterorar tun aparato, se puede alterar un proyecto, no se puede perder el empo, de i misma manera que no se puede perder laluna 4 perder el mufimienton_ Al uempo oo se lo puede acelerar™ Panikkar narra de muy eotetenida manera que no pudo con. vencer # unos compatcrossuyos de viaje, indios, de que el brecio del aviéa era mas elevado que ef del wen porque el tion es mésripido. 101 ‘Aceste tiempo, que tan extra parece, Panikkar pro- pone designaro presente enpiterne. Es el tiempo del acto auten- Teo. nico por excelonciay no susceptible de repeuicion. Es el tleripo de. criado que, con motivo del easamieaeo de su hij, Controc una deuda para su dove de a que jamas se pod liberar que anwela exhortacion de su parton, en el sentido de ser mis Tronable, mis sracional, responde’ «Es un acto nico en la ‘is, Es ambi emp de ar acne conn ec Uns sia concencia de repetcin, con a percepcion de que en ada caso se tua de orasiones nica, de actos en realidad immposibles de epetit, yes conveniente, por fano, no desaten- detlos. Estamos ejos del tempo del bome fae, en el que To ‘gue se hace es siempre una especie de aprendisie, de seped- “iso, de reparacion de un tiempo mejor sempre susdo ene porvenie Pero nuestros poctas renen la fnuiion de ese pre Fonte capar de trascender el tempo, de abrrse ala eternidad, de esos momentos aptos pata exiarecer toda una vida, de sim iOh, tempo, sospende tu elo >. Cierto es que fosotrot granujasturbulentosy, sobre wo, aferados «aues- tru concepeion presuntamente siversal del emo, seatimos fans de repinat constituido por una cultura, 0, en su defecto, de ese feratz de cultura realizado por la asuncién dela sociedad indus- trial a cargo de los sistemas heterdnomos. Y bien sabemos que Ia aparente antonomia del dominio econémico no es mis que tun sefuelo, un sefivelo que no puede engatiar més que a quien relega entre lbs bastidores del teatro social alas variables «no econdmicas» por nosotros designadss C: capacidades, funda ‘meatalmente humanas, de acuar, encontrar sentido tejerlazos simbélicos con su medio cizcundante, etc. Todo aguél que es consciente del proceso de desculturacién Cth ve bien que el incremento de b representa el de los desechos téxicos de un proceso que conduce rectamente a «la perfeccibn en el horror, 17984, el reino del hombre unidimensional»", y ve, también, aque To que de fundamento a una ciencia econémica =pura>, la ‘rarea, lejos de ser un fenémeno natural, es, en el estadio en {Que ettamos, un fenémeno esencialmente cultura, 0, mejor dicho, el producto del proceso de desculruracin: aquél que tiene la suerte de que se le dé una cultura —sbiens cletivo por texcelencia— 20 necesita tanto como el hombre industrial tener Scceso al enaz prisative consttuido por los eutpuss producidos por los sistemas heterSnomos. El sentido que se adhiere alos Objetos, a los lugares, a los momentos del espacio-tiempo de cada cual y que hace que es0s objetos, esos lugares y esos momentos tengan menos importancia por sus caracteristicas propias que por los vinculos que los unen alos hombres y 2 sus bilsvorias personales impide que éstos deseen en su toulidad la ‘misma cosa, en el mismo sitio y al mismo tempo. Suele ocurrir, no obstante, que la nocién de C —mejor dicho, sus manifestaciones: los =valores de uso»— roce la con- Ciencia de los economistas. ;Ay, es para englobarlos mejor en sus cdlculos unidimensionales! De este modo, hay quienes sue- fan con una sociedad ideal, en la que lo que se lieve al miximo sea, no el vaor mercantl, sino el «valor de uso» Con todo, na qué quiere dece I expresin de evar al maximo el valor de 40? Ye nos reframos« Marx ~quien, aun cuando su nocin {eevalor de wor frten con el principio funcional de widad (Como opine Baud, ha eat, st embargo, qoe los valo- tesde soo von sincomparables» entre ellos ebidos su carktet oir ola defini que hemos dado, la coal hace hines igen ia captcionsirbélice, 0 vemos mo es posible deft. tn conglomerado, «volume global de los valores de uso, que reine elementos n0 reluctiies a una exala y son, de Coda Imameras, inconmentursbles.O, caso contaro, lo qe se tiene nel magin es una definicioa de valor de uo que viene a sr ‘ia especie de valor de cambio impio de wodas is daorsiones tanfistas conocidas por los precios de equivalenca on re ecto sls -ullidadesverdadcrase, Pero reeacmon el critica ‘Vulgar funconalta de la sociedad industri, acusuda de pro- {iucr més gadgets que cons realmente wes. ‘Ours economists querran hacer un clculo eslobal, e- aiendo en cuenta, «4 a vers, valores de 30 valores de cam Bho. Son sensbles, efecvamente #clerabstuaciones en as {Que un b clevado aparece manifiewamente como una scom Pensacéns —o lo que se considera como tl de la =debil- Soe svar devon No tomar en ei es pues, sobresimar ia aporacign deb, Pars extimarlo que apora Elvalor de uso, el mecodoclsco ex el de la erevelacgn de lt fase imaginal de sustnaciGne, Observamos stuacioes ea ah ‘due parece haber arbitraje entre valor de cambio valor de tho, 0 austin de sno por el otro, ¥ tomamos la asa de Ststitucon como coefciente de ponderscin en a uma de ‘aloe de cambio + valor de wo. A'veces el mercado se encatza del abajo como, verbigraca, por el preco que asigna alos terrenos ev corelacion versal conto genralizad de acceso fos lngares socalmentevalorzados, con lo cal eaprecia» lo fue scuestar nv lejos de donde uno querra vivir ®¥ otras Eves un esonamiento ansogso permite enablece in 2p9o- imclon srazonable». Colin Clark ha procurao ai areca el ‘alot monearo de Tos servcior domestics gratuits que fe Sula de in actividad del ama de casa, que no inervenea, Como cs sbido, en el calcula del PNB. Lo ha hecho tomando el Cone de erin por aznos sme gor press personas pagadssy ha so a busca ss elementos de compart Bln. a ailosyorfanaton Su conclusion asevers que, cuando ns Ja renta nacional se estima en més 0 menos 16 mil millones de libras por alo, el valor del trabajo realizado gratuitamente en el hogar se debe estimar en 7 mul millones de libeas. Esto tra ‘torna muchas ideas aprobadas en materia de renta nacionale Se comprende que todos estos cilculos slo guardan sen ‘ido porque sus autores suponen el valor de uso, asicomo el C ‘que lo engerdra,reductible al valor de cambio. Ea rigor, lo que Tevelan, olo que estiman, es, segin lo vemos en la Figura 5 del Capitulo anterior, una tasa intermedia entre las pendientes de lascurvas C-+b y b—+C, pero no una pretendida tasa de «com- pensacion» entre C y A, entre valor de uso y valor de cambio. Que nosotros sepamos, ningrin economista ha propuesto ain incluir en el PNB una extimacin de los «servicios» mucus aque se presan los esposos o los amances de pais alguno eva- Iudndolos al precio de la ocasiGn (y teniendo en cuenta, por supuesto, la categoria social por una modulacin de ese precio segiin el staading de la pareja)", Sin duda, el pudor impone limites al delirio 1dgico. Acaso haya también casos como éste, fen que aparece claramente ala vista de todos lo que intentamos ‘mostrar a o largo del presente libro: que una degradacidn dela capacidad de accidn sut6noma y la pérdida de sentido que detiva de ello n0 pueden ser compensadas por un valor de ‘cambio, por muy alto que éxte sea. 2 - La contraproductividad por acumulacién de los sistemas beterénomes Es hora de confesaro, El esquema de hombre complet: mente desculturso, iviizado, sobre el que hemos razonsdo fasta aqui no et ms que una carcarura. Stel send hubiera ‘tinder deparecio del ado, enone hombre Tabria pasa a ser el fume sroomius puesto en excena por la teoria ecoacenca, ¥, 00 obstante, a poco eat de rend correc- tamente cuenta dela realidad. Sera suficiene que éstafuese {un poco méshorrible, que probabilidades iene de legar a seco $0 detenemos el proceso de desculturaiGa, para que la per- feca sociedid de hormiga 0 polipos en que nos habriamos Converndo, en ia gue lr individvor slo exnirlan como cel {it especialaadas 9, funciona idealmente al cal lo prevé la tori Por dessracia par la teoria, pero felzmeote' para el 16 hombre, ia necesidad de sentido, que diferencia a éste cabal- mene del animal, iene al fin su desquite En el universo de la teoria econémica de mercado, indivi- duos replegados ea si mismos, sin més relaciones con ei medio ‘ircundante material que las de utlidad y gusto, s6lo conocen de sus semejantes los signos que les llegan en forma de «pre- ios» y que resultan de sus comporamieatos simulcincos ‘Ahora bien, como persiguen fines exclusivamente privados, se largan a actuar de manera aslads, cual si sus aciones estuvie- sen armoniosamente coordinadas, ya que lascuaciGn que surge de su conjuncién presenta caracteristicas muy particulares y rebuscadas: es una siruacin de «equilibrio» y es una siruaciSn ‘Optimas. Adam Smith, quien razonaba, pese a todo, guiado por un modelo mucho menos sofiticado, no pudo evitar, para rendir cuenta de tan extrafo fenémeno, feferise a una «a0 invisiblen, como si inicamente un actor conereto y wnico que ‘manejara los hilos entre battidores fuete capa de realizar a: ‘mafia proeza. A la par de esas lgicas hazafias, que hacen incer- venir la nocién de eeuaciones simalidneas, es deci, de determina- ion reciproca de las diversas variables, la insistencia de Marx eo reprochar la «produccién mercantil» parece dar testimonio de luna endeble capacidad de razonamiento l6gico. Lo que Marx reprocha a esta forma de produecin, tal cual él a define, es la ‘ircunstancia de hacer interven «trabajos privados ejecutados tndependientemente unos de los otros» y es que «la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir las mercancias 120 es establecida 2 prior por los productos asociados, sino tan s6lo a paeriori por as leyes del mercado» iPero justamente esto es lo que los liberals y los neoclisi- 0s consideran como la ventaja decisiva de su modelo y del funcionamieato del mercado al que supuestamente representa! ‘Que en una sociedad numerosa y compleja no haya més que echarse a detcansar —con la eventual mediariin de alpina lltimos toques menores— en ese maravilloso ordenador (al que ya nadie mis se toma el trabajo de fabricar) que es el mercado, para realizar el cilculo horriblemente dificil de las informaciones necesarias para la mejor afectacion de los recur- 08, de donde resulearin la prosperidad, el pleno empleo y la ‘felicidad para los mis»: jprodigioso! i¥ eso es lo que Marx ppone en tela de juicio! Bor supuesto, Marx no conocia a los Reoclisicos ¥ sus modelos, pero se puede suponer que en un nT didlogo imaginario entre ellos habria podido expresarse como lo hace Pilhes en la cita de L'smpréarexr que hemos puesto como eplgrife: Zde qué sirve el resultado, asi se trate de la prosperidad, del pleno empleo o de lo que se quiera, si n0 resulta de ls accién de nadie en concreto, sino del funciona- ‘miento abstracto de una méquina inmensa y perfect? «La ac- ‘ida que carece de nombre, que no lleva un quién adherido a ella, no tiene el menor sentido», escribe Hannah Arendt, y el hombre necesita no s6lo pan: necesita sentido. Con el «plan» de sus «productores asociados», Marx vuelve esta dificultad inberente a toda sociedad industrial, numerose, compleja y ‘anGnima, a identificar, como lo hace con la historia, la accion on la fabricacion, porque fabricar la prosperidad es, a este respecto, menos frigil que obtenerla mediante una red de acic- nes entrecruzadas, asi como Ia obra conserva un sentido aunque ignoremos ohayamos olvidado el nombre de su autor. Keynes escribié ua dia, en Economic pasibilites for our rand, quo sera de mercado blo, une me ‘quina tan perfecta, que ya no necesica que los hombres lo sean. ‘Avia mas rorundamente, es tanto mas eficaz cuanto mas bandi- dos son los actores. Veamos la cita: «No ha llegado atin el dia fen que pondremos los fines por sobre los medios y en que preferiremos el bien alo sti. Todavia durante cien afos, por lo ‘menos, deberemos persuadimos de que el bien es el mal, y el ‘mal es el bien, porque el males iil y el bien nolo es». Si existe luna termodindmica del bien y el mal de los sistemas sociales, [pensamos que con esta frase Keynes ha cometido un crimen de eso segundo principio. Ea efecto, es una propiedad fundamen tal de la ain que, inmersa en la comnpleja red de las relaciones ‘humanas,s6io con pérdidas de porencial ineencional relice sus ‘miras iniciales. Consiguientemente es posible que el mal salga del bien —ahi esti, para mostrienoslo, el ejemplo tndgice de las herramientar de la sociedad indostrial—, pero imposible qve el bien salga del mal ni aun de la glacial indtferencia de los gesto- tes «frit y despreciativos, enamorados s6lo de si mismos y de sus méguinas. No hacemos demagogia porque nos quejemos de la exce- siva complejidad y la desmesurada abstraccin de los sistemas sociales inventados por el hombre de la sociedad industrial para ‘mediatizar sus relaciones con sus semejances. No necesicamos hhacerla, pues abi esti la sanciGn de la realidad, sin apelacion 18 posible. ¥ es que el sentido, aun cuando se manifieste en esta sociedad con la forma degenerada del sinbolo que es el sign, viene a introducir palos en las redas de la méquina, pese a ser tan perfecta, que desde entonces no funciona ya comg deberis, ces decir, de acuerdo con los esquemas de los tebricos Es lo que vamos a ver ahora; mostraremos, para ello, de qué ‘modo los sistemas hererSnomos llegan a asfxiarse bajo sus ppropios productos: la contrapraducividad por acumulacién, hija de la contraproductivided estructural escudiada en el capirulo anterior, entra en sinergia consigo misma y acentia sus efectos paradéjicos. En una sociedad numerosa, compleja, anénima, unidimen- sionada por el reinado de la heteronomaay del valor de cambio —que asigna a toda cosa, a todo lugar, a toda época y a todo hhombre ua sitio en Ia escala del valor— y en la que nadie produce lo que consume ni consume lo que produce, la neces dad de reconocer un «quién» en la accién, de situarse con respecto a los otros, de encontrarles sentido a las relaciones interpersonales y a las relaciones con el medio circundante ‘material, deja el campo libre a la logica del signo. En la misma ‘medida en que el simbolo es equivoco, ambivalente, concreto (ya que pone en relacién con una cosa o con un set) y rico de tuna wracion suplemencaria de sentido» (Lévi-Strauss, el signo € trivial, univoco —o, en rigor, plurivoco— (liga un sigifi- ‘ante aun significado, 0 a algunos significados) y abseracto (ya ‘que pone en relacién entre si a signos). Los pobres rtuales tengendrados por el signo, cayo ejemplo tipo es el del progreso, 500 pilidosreflejos del simbolismo colectivo permisido por la culeura". La logica del signo es la lbgica del agu'y abora"®, que se burla de las interdependencias entre las aeciones humanas, tno obstante ser innumerables en esta compleja sociedad en la ‘que todo reacciona contra todo, ¥ es laldgica del siempre mas, ‘que es la logica del fybris: nunca se podria tener bastante de {igo bueno, y en tales condiciones lo que cuenta no es tanto 10 ‘que uno tiene o hace en si cuanto lo que uno tiene o hace con respecto a una norma que se aleja a medida que uno obtiene 0 hhace més. a logica del signo no naci6, desde luego, con la sociedad industrial. La riqueza como signo de estaruo, la envidia y ia competicisn que arrastra se encuentran, sin dada, en todas las, lades, inclusive las mas primitivas. Pero la sociedad capi- ng talista ha innovado en dos aspectos.Con su_advenimiento muere la politica como dominio donde se puede desplegat la auronomia de los hombres, y hace su aparici6n la nocién bur- aguesa de libertad, lisa y lanamenteasimilada ala riqueza. En la ‘Antigtiedad se sabia de incontables esclavos que eran ms ricos ‘que muchos hombres libres. Pero también se sabia diferenciar entre lo que puede aportar el dinero y lo que puede aporear la libertad. En auestros dias, el debate calificado de «politic» se resume on problems del desigualaceo de los diferees {Erupos sociales al mand prodigado por los sistemas heterén0- ‘mos, con lo que se ocultaradicalmente el problema dela ibera- ‘ida de las capacidades de acci6n autSnoma de los individuos. Esta polarizacin exclusiva en la riqueza y laimportancia que ha adquirido en todas las relaciones iterpersonales 09, por Glo, I recompens de una scidad profundamene: ales ‘Una segunda caracteristica distingue ala sociedad capitalist: el motor de su desarrollo explosivo es, justamente la logica del so, lagu oda ls soiedades anteriores mauvieron, por cl contrario, dentro de estrechos limites, gracias a dispositivos esencialmente simbélicos” ‘La concretacin del simbolo, que se adhiere a laetencia de tun ser 0 de una cosa mediante un vinculo que hace intervenir tuna historia personal o colectva, es, en efecto, la mejor muralla contra los mecanismos de sobrepuja en bola de nieve engen- una filial de una empresa de productos de bellera, que se felicita por haber reducido los efectivos en un 20 por ciento y sumentado las ventas en un 30 120 por ciento, sin preguncarse qué significa ello para la poblacién de un pais pobre en el que la desocupacion es tan importante; o como aquellos ferroviarios, erguidos detris de sus jefes en el ‘aso del «turbotrén» Pari-Lyon, que se enorgullecen de ha- berles ganado a sus competidores aéreos y camioneros unos ‘cuantos millones de kilometros-pasajeros, evidentemente sin {que los roce siquiera el problema de saber qué hay de bueno en lograr que cada vez mis gente se desplace™; 0 como aquellos altos y bajos funcionarios que, semejantes a camaleones, ‘quieren el color de la dependencia que ocupan dentro de la burocraca y aprecian sus Exitos por el miimero de egolpes> que than logrado en detrimento de la dependencia competidors, con la reserva de desplegar parejo brio para defender los colores de esta dltima cuando, al ocaso de su carrera, Ia ocupen a su vez ZY que pensar del politico que tanto en el papel como en sus ‘iscursos lucha en pro de millares y millaes de pobres y opri- rides, pero que a0 los rxenocr cuando por casuaidad, ea si vida cotidiana, acierea a cruzarse en el camino de alguno de cellos? <¥ del incremento del PNB, cuya significacia todo el ‘mundo parece comprender, cuando es una de las nociones mis abstractas que haya, como que de un afo al otro buena parce de los bienes que entran en su definiciSn son expulsados del mer- «ado y remplazados por otros?" En todo esto, os resultados obtenidos, apreciados en cifras, ‘en porcentajes, adguierea su sentido porque se los obtiene en ‘contra de otros. Abstraccién y competion van ala par, pero la sabstracci6n suprime ls diferencias y corna comparables as cosas V los seres. ‘La l6gica del signo invade rodas las relaciones que los hom- bres estblecen entre ellos ycon su medio circundante, elacio- nes dominadas, por lo dems, por ls heteronomia. Como los trabajos del CEREBE lo han mostrado de manera cabal, al ‘menos on algunos terreaos, de ello resulta una notoriaincape cidad de los sistemas heterOnomos para alcanaar los objetivos ‘que se fijan. Con mayor precision: 1: en todo instante la afectacion de los recursos se ve distorsio- nada con respecto a la que aparentemente lleva al méximo, dado el total de los recursos, los resultados obtenidos sobre los indicadores que los sistemas se asignan como indicadores ‘objetivos®; por supuesto, étos son heterénomos (del tipo: wa tasa de moralidad y de morbilidad, accesibilidad, eccécera) € jgnoran por completo aC; ben el dempo, inpuls permanentemence incrementados son ‘necesarios para obtener resultados coastantes, si no decrecien- ‘es, sobre los indicadores en cuestién La igica del aqui y shor ia ga del siempre més conti buyen ala obrencion de esos poco brilantes resultados, Lo Aut los sistemas beterGnomor supuestamente producen ce” eco: no ato lo. que sis gesores les dan como opal! Suando se cnt de hacer cuentss —aos de esperanza de vida, Lilomerrospesajeos, ec coan le ald ls movida... todas coves claro end, que son meapaces de fabricar. Pero 0 Sle importaesatenut la disonanca Cogniiva entre lo que dice Tee reid porn per dees Seas iguificerqoe prodacen clectvamente «30. Agu) abr Ex" sccones mas sgnfantes de efectos objedvos minimos {tedicina més solcttada, performances misimas de los autor movies, ec) s¢ valrzan en detrimento dela aciones mas eficaces, mas eficaces en cuanto al propdsito ostentado, pero ‘nds snnimesy desencarnadas. Stompre mel poder del ign0 {e vincula menos al valor sbsouto de las carateisticssgm- antes que # su valor relative, con Fespecto a las normas del Ta lgicadel siempre més esti ene origen de un fendmeno conocide po todos los economists con el nombre decimal Stim La defcicin que dan de la acumulacon de un sera por Su propio producto es la perdida de saldad» de te cuando i Caatidad global products se incrementa™. Asi como el do presto por una sitopisa ve reducine au calidad (apre- ‘Gade, por eemplo, por la velocidad de desplazamicnto pos Ble cdo senate mero de gees ian ata lo quo e pouble cbtencr grit sun pla. et punta + honores. poesfosintresancesy bien remunetados, et imi ‘nuye cuando mas personas logran alcanzarlo”, Al igual que en Ingle del sempre mis, lo que cuenta no ef tanto lo que tient cou lo que se tiene con fespecto fo que seria mor {ener cada vex que seve daminiida le wei de lo que tiene por habelse ete veto tvial debido 4 gue todo el ‘mundo lo ene ambien fis un feromeno que indudablemente se puede comprea- 122 der mejor gracias al esquema que utilizamos en el capitulo precedente para ilustrar las trigicas desvencuras del hombre frivilizado, Ca a) cs La variable que denomingbamos F esté aqui figurada por b, término medio de los consumos en bienes y servicios herer6- ‘nomos de los miembros de la colectvidad considerada (b" para el individuo 4); se supone que este término medio repre- senta «la normae; b se impone a cada uno de los individuos ‘como un dato, sin dejar de resultar de sus decisiones, puesto que: b = EE, 6 sihay m individuos Blefeco es, pues, dl ‘orden de 1. Por hip6ess, ls efectos buscados por ls decsio- 1s consideradas (por ejemplo, obtener la salud gracias al acceso) ‘los servicios médicos)crecen con los b* y dismiauyen con & ‘Se comprende, entonces, cémo cada cual, decidido a aumentar su consumo con la esperanza de obtener «mis», puede encon- trace asmisma todo el mand haprocedilo coma (ose que tiene cantas més prol les de producirse cuanto que ‘nos las habemos con hombres trivializados), porque b habri sumentado paralelamenre alos 5+ ‘La variable b desempetia aqui ol papel de inrerfce, ya que resume lo que cada cual ene interés en conocer de los dems lo ‘que conviene tener, consumi, adquirir. Una vez mis verifca- ‘mos que a heteronomia triunfante es la gestin por el intrfae La contraproductividad por acumulacin de los sistemas hete- ‘énomos es, por sobrados motivos, menos trgica que la conera- productividad estructural. Slo recae sobre los oufputs que e508 Sistemas se fijan,y no sobre las facultades humana, de las que no son mas que ersatz. Los dafios que provoca son compensables 123 con valoresde cambio, y eto inluso,e! motor del desarrollo xplosivo de los ssterns eterGnomos, mientras que los ns ‘Spleen compensa on nrg aso os ee ates pat y can otr08nUE¥OS Sinetbugo,njrtadacniaconraproductvidadestrucural, tn contaproducividad por acumlacionexacerba todos los as spose habiamos averido cn elpaso de lacalturasla sociedad fe presi 2) La aparicén de uns forma cultural de rareza no silo al bien colecavor cultura sel remplasa por acceso prvaivo a iosenpur de lossstemas heterdnomon,sino que ademas nica ‘mente se busca clo mejor que hays en la materia “hlafala de send de una contabiliad limita alahetero- omia: no ido alas b = Sb del conjunto de os inividuos Fevula absurdo, porge e incremento del conglomerado es el Signo de uns disminuon de C, ose, de una degradacion de a Situzidn, ano que el conglomerado mismo se ve privado de Sento, domo aue los no pueden agregse puesto que ite: vienen por nt valor relative; 3) Et mecansmo contraproductvo ligao al paso de una poblacin daa de un stuacionenlaquelaheteronomiaesdebl Ernustunconeniagu er fucryschangarad, Elpida Figura delcapitulo precedence enclplan(N, !),seconvericen lplan (N, 5b’ design la cealidads def habida cuenta del Sfeciode lino, vinculado alvalorrelavode eon respectoauna forme que también se deuarolla rpidamcnte, as como de fenomenosde acumlacion fic, e agar *)asttencas de sevelacidne del valor mpliciodeloquese tomacomoun salordeusos estén enlamediduenqueseaamite {Que denen un sentido y yabemor vino qu habia que pensar a respecto), de todos modos falseadas por la Idgica del signo”. 124 Esta contraproductividad insema de lo sistemas heteréno- ‘mos es el resultado trigico y paradéjico de los esfuerzos de una sociedad que a sacrificado, no obsante, oda riqueza simbélica, reduciendo las cosas y los seres a su pura funcionalidad, en benefco dela persecucion del sti y lo efcze. Pero ‘quizd también nuestra esperanza. Si: somos ciegos ala de otro ‘modo inquietante contraproductividad estructural, que puede transformarnosen sociedad de pélipos y que se manifest, l6gica echistéricamente, mucho antes de que los sistemas heterénomos omiencen aasfixiarse bajo sus propios productos. Lacreciente visibilidad de este dltimo fenémeno, al que lamamos «criss», es decir, en sentido eximolégico, «decsién», ex la probabilidad que no debemos dejar pasar de percbirelcontratentidoen el que estamos involucrados y de volver a inicar la marcha en el buen sentido. | en ct ng cpa pee il 1 em ins ism pn Someries cries Spee te inn re wen Sorbie. eigetiees iets ee cee, Shree then ecard cine Sooo eer imate Gaited erteae banda cil Fioboun cs tcctona tape cum pans Helier art sxeomsme eg tboesentasr Fate EMER Ee tnineniackanne srk Oe dhe nk ee Eni 8 iy ee tse ten te so ie sca a rt ek Sees cre ier eri tne acento epee ee re Ten ciate suttrenentat Se eee Sn area eaten ae Soares higea Sect Seren cee nae Sebstigtind g deve patacion arses sciinetan Suoe 125 6. Blsiempo gue, por oven pene, dediamosanuesosdeslamietos (erpauloa) Marl Sabo, Stone Age Boni, Alin, 1972. 1. Sami Ani ab sefinendowe +G- Orwel ya Marcuse 9. Nove tne nop exec de una arena saturn ya ced den dest sien des fcr prduciva “0. Tados lon modeeseeocior de formci de los valores de beset race inten, come element de testaccinn, Ia dic tel ‘oe gencaand de accev acento (ot os cers). Mediate una eine. Sanson det ccmpors etn mance informa bastote bey seen det ‘TstibocSe excl ober de los vars de ies aces, Chun ads {de let moll (arceoamene on de Alonso 7 Mayer) es: P. Meck, ‘Maddy quent spas erin Macon, 1973, 7 Moses dbase ones Cebu de IAURP ome de 1988s, em Alan Lips, Le ‘rhe fir aed Ti Caulopor Beand de Jouvenl, «Furless, Arai, SEDEIS, 1968 12, Quis mabe sci tl wee pod conserva i recapere Ferarquste ran poten 3 Sein umagen de Leos ouhan, egal pare cit HL En Bloptaleocosramon est dfiucin: Par dr cone aa «nti, dec fon la naan medi, no recta eon #8. {Sher sruaprmrva taco se nos nprceen el unbral de atoria de tolos los pul canoe. May cect ce poss tenemos un ejemplo de ‘lo enn aduna roma y petra de on fan de canpeinn, e ark Sa propa tecessadespeoducegacas, ig, el, io, rope Er ‘Teeter Sb roots ss fume com i rd dvs don bey m6 ‘te mera gut atenenten reprint) Representton, Pot ‘Tino a mrt bomb irr ue acon oad rie gue hate, on rege om lon tone es era fea nde Zae‘eha sl) mime fora tape Todo canto hemes ich seen dl {ta Se Rs ara per cae 0 Yn {Bente Todor lo prodacon de Rabson era perv years Shovy, gommtuirente, objeor de aldad ined prs € I rate ‘ald rman praia 15. Choe» que onions conorenienos mateméscos de Mark (com tayor cess que une preemie vais igi) noe permite, (fur deny consumalo arte dea daleeen damier covet i oct Fe cerdepcedenc, de Sewmminaci recproc Se arabes, Wala er ‘ero hgo Reyne que cou ata habia gton con et oc ne {Tespeco on crs tapetionda. Maazel, en 5 imdacon au Cobia de Sad Hibs, ec. no por de enacaoyen pura Car ea {alder dea ey el valor eo un dela exe que ay determin so Send lo preor ls ecoologian (pag 91) qe muestra inna de ‘Probleme aco a tecnologia etn dada prineranene, ey seg ot Bre, oe ug Say etal pee maria dey? ramerahent dante pron yon septa ov procedsmients tenon, de ‘manera ces de trabajo en proporconale sox pecion Se Sherpor b iemin que est mame sdebidads de Maer part mea as Inrsdopeadescas I eth» perder la anode demowracon de a anvorms. Ee ae oy lores en reco de product fen a ue cua ae Se 126 ‘racine paraded elas precio, ua ore que hay deter ‘lean sanaioe) Pero en el cas del rolema gee ox up pucee Fern feme dons de ftsal por pare del ecanar sence pet et ‘nt rlcenc les que eanu rn profnde 16. Ea ue erreno verao Michel rover ba mone cola mis cio- sa as inpersoa Se ns bocca funciona come ecb, Sebo ‘St racmient Se dafanconamicnoscngrdtacon por ares bo cl tao ‘ildandonen resign conn evince popes 17. Ct rangi Tapacine bc 16k pando conse en gu ea toceda 4 a er na aie de sent abt ne nr ann eS a Se ic noi, ua soiedal del nm fre) ef dpe eof qu canbe ta wid cones dea ee Gc cs ween es a aor [are desu tempo ce actvdaleystusque mo pone cncotrais seni. Ese ‘ina aed gue masque cages onc horay les. comer ‘Bete graeme as poise deeply yaa de npcrvenca det ‘Sodus comin que eibleeintercambosy de aqua ors gee masa Segui alco We’ Scag of Rhone Be 9 ae ere pae. gf Ses neni dee. nd mia de 21 Hay sso ana eventaas ete proces de recent sci y snayor intranet oan or ide pcm ot {mde una era econtrca forma oro menon aioe pecene Gérard ‘Stark en rmdir en saps Rar ars ob Se fap TE "2. Vee, pare ppl, ns drone cps Se tonya stew de a medic en -P Dupuy 8 Rare. ealoggus cache et ‘oman nealee,Prisvid reat de 197 se dos hos cpr de ‘Segunda pate oporcona ns buens kus deena proponconer 75. Haba que exci un io sobre lo opin de on oor de eon sige es bana ndeadoes aaden gcc) ge posta eases ‘nda dew demo Repecto den ecinn '-F. Dupuy 7 a Sarre reper de lr ron pbs ee genta Gre Baager eter public un baer cran pour den Senicescomaete, Rent Eeromiger esse de "Tos ecoomars habln también de sien de calidad ables con ‘ota, poe deco, 3S soe hemple cas hacen atresia exc f- spon rl tw dio eel perc “he Ac sl maienaines del conraprodcnad por acum act dn eS senator re ‘a ndutale eran cae ves ms Sietar pre rosso gu os. ‘in Enrondaca en enna muy Stee oper tapes Semen por desta pucaiment x performances Se pa ates (FP inneaba de bslecenca plete cca 5 de epunia pat) ne Sim pe kee Pl, es ao, ee a a 127

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