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Ojitos tiernos

( Un relato corto de Guillermo Aguilar )

Narina tiene una gata. Una gata bulliciosa. Una gata


bicolor. ¡Micifuz! le dice; y el felino salta de nuevo a su
ventana para regresar después, otra vez, al balcón de mi
casa. Ahora va a bañarse; me dice algunas veces cuando
llega. Al principio yo no sabía el significado de esos tres
maullidos pero poco a poco lo fui descubriendo cuando
desde mi balcón escuchaba, luego de esos tres maullidos, el
sonido de la regadera en su baño. Fue por eso que hice un
pequeño orificio en mi dormitorio. Un fino y discreto
agujero que va directamente, desde esa habitación, hasta la
ducha de su casa; en donde muchas veces la he visto
restregando la piel morena de su torneado, espigado y bien
formado cuerpo. ¡Parece una modelo! una de esas que otros
solo miran en las revistas, pero no lo es; porque pertenece a
una de esas religiones que obligan a la mujer a cubrirse el
cabello. Tendrá veinticuatro años, creo, pero la verdad no lo
sé; porque nunca ha siquiera respondido a mi saludo.
¡Buenos días! le digo todas las mañanas cuando estoy en el
balcón, leyendo el periódico, y ella sale a su trabajo;
¡Buenos días! le digo; pero solo el viento responde a veces
a mi saludo soplando aun más fuerte y moviéndole el chal
para dejar al descubierto sus bellos ojos tiernos; esos que
desde mi agujero nunca he logrado ver.
¡Ahora va a dormir! me dice la gata maullando cinco veces
y entonces me voy a mi otro agujero; ese lugar desde donde
veo cuando su marido, un hombre quizás tan viejo como
yo, la penetra.

Lo hacen siempre del mismo modo. Y del mismo modo


reacciona ella siempre. ¡Miau! dice ella, como si fuera una
gata, mientras él galopa sobre su trasero para después
secarse el sudor, relajarse y dormirse. ¡Mi hora de leer!
parece decir ella; y saca, entonces, de su mesita de noche el
mismo libro, siempre el mismo libro. Ese libro que muy
bien describe a Magdalena, mi vecina, aunque ella no lo
sepa; porque en el libro el personaje principal se llama
Narina y tiene una gata; no un perro. Soy yo quien lo
escribió, pero ella no lo sabe; porque ignora que soy
escritor. Un famoso escritor ya con muchos premios
internacionales ganados. Para ella, soy yo solo un triste
viejo pensionado al que no vale la pena siquiera saludar.
Pasa una página y luego otra; después retrocede y vuelve a
leer. “Cerraría todos los agujeros de mi casa si solo abrieras
tus ojos unos segundos; si solo me vieras una vez” está
escrito textualmente en el libro; en ese libro en donde
Adriano también le dice a Narina: soy yo el que en realidad
te hace gemir; no la verga de burro que todos los días te
penetra. Un verdadero gemido erótico de mujer (muy
diferente al cotidiano miau, miau que ella emite para no
lastimar el amor propio del marido) se escucha; y segundos
después ella se duerme. “Ojitos tiernos” está escrito en la
portada. En la cubierta de ese primer libro por el cual me
expulsaron de Irán y por el cual, ahora, soy únicamente el
viejo triste y pensionado al cual ella, con razón, desprecia.

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