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Adolescencia Normal

Identidad Sexual

La adolescencia es un proceso de desarrollo continuo, dentro de este, se dan


situaciones que alteran la estabilidad y equilibrio del individuo.

Arminda Aberastury y Mauricio Knobel tratan de explicar este proceso en su libro


“La Adolescencia Normal”, donde manejan que esta etapa del desarrollo humano,
se caracteriza por una similitud con la sintomatología del psicópata pero en el
adolescente esto es normal y necesita atravesarla para poder establecer su
identidad.

Establecer esta identidad lo lleva a enfrentarse a tres duelos distintos, necesarios


para encontrar su lugar en el mundo adulto al que pertenecerá más adelante,
donde se le exigen cosas diferentes de acuerdo a la sociedad en que vive. Estos
tres duelos son: duelo por el cuerpo infantil, duelo por el rol y la identidad infantil y
duelo por los padres de la infancia.

La resolución adecuada de estos duelos es fundamental para el desarrollo


presente y posterior del individuo, atravesar esos procesos de pérdida es difícil,
pues genera conflictos internos y externos, no solo para el adolescente, sino para
quien los rodea.

Además de estos tres duelos fundamentales, se encuentra un cuarto duelo, el de


la bisexualidad perdida, este último va de la mano especialmente con el duelo por
el cuerpo infantil, puesto que al final de este camino, el adolescente saldrá con
una identidad sexual, en la que tendrá claro el rol que representa y el pleno
desenvolvimiento de su sexualidad.

No es fácil para el adolescente obtener esta identidad, pues está en busca de ella,
por lo que en el camino se encuentra muchas cosas con las cuales identificarse,
adquiriendo diferentes posturas, roles e identidades falsas, y es este un gran
obstáculo para definir su identidad sexual. Dicha identidad entra en el campo de la
unión genital pero para que el adolescente logre esto, necesita pasar por una serie
de procesos.

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Se puede iniciar con la pérdida del cuerpo infantil, que implica dos cuestiones:
primero, que se han producido cambios tanto internos como externos del cuerpo,
que marca el final de la infancia y el inicio de la pubertad; y segundo, que los
cambios representan la entrada al mundo adulto, a nivel de la genitalidad
reproductiva.

Este nuevo estatus que el adolescente va adquiriendo, se ve en el resurgimiento


de las huellas edípicas, pues ahora considera que ya puede unirse a su
progenitor, sin embargo, estas se ven frenadas por “la barrera del incesto, que es
sobre todo una exigencia social” (Freud, 1985, p.62) cuya función es hacer que el
adolescente dirija su energía libidinal hacia otro objeto amoroso.

Dirigir esta energía hacia otro objeto, implica dejar atrás la idea de tener doble
sexo, creada por la bisexualidad que se tiene de niño, pero esta idea es difícil de
aceptar, en consecuencia aparece la “actividad masturbatoria intensa, que surge
(…) para negar omnipotentemente que se dispone de un solo sexo y que para la
unión se necesita la otra parte” (Aberastury, 2001, p.112).

Aunque la masturbación sea una negación a la pérdida del otro sexo, también
establece la necesidad de recuperarlo. Esto se da a través de la evolución del
onanismo hacia la heterosexualidad, en la que se inicia una aceptación de la
propia genitalidad y es entonces cuando el adolescente comienza a buscar una
pareja.

Esta búsqueda da como resultado el gran amor adolescente, el primero, este amor
tiene como característica ser un sustituto del progenitor, en el cual el individuo
vincula fantasías edípicas. El amor que el adolescente siente hacia este sustituto,
y a los posteriores amores, siempre van acompañados de una profunda
“ambivalencia, entre el deseo y el temor, la apetencia y el miedo del otro, querer
apresarlo y temor de perderlo” (Varela, 2004, p. 5).

La ambivalencia, es principalmente, el temor del adolescente hacia el fracaso de


este nuevo deseo y amor, que siente por otro, ya que en su mente tiene presente,
la frustración y el dolor que le causó el no poder ser la pareja amorosa de su

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progenitor, sin embargo, como se menciono anteriormente, el adolescente dirige


su energía libidinal hacia otro objeto, para que esto resulte, necesita dos
cuestiones.

Una es que el adolescente pueda prestar al objeto amado, una capacidad de


amar, susceptible de reemplazar el fantasma del amor objetal parental, y en
particular, del amor materno absoluto. Posibilidad que depende en gran parte
de lo que ha transcurrido en la infancia. La otra es, que el adolescente, bajo el
peso de nuevas aspiraciones libidinales, pueda prestar al objeto amado, una
capacidad de amar diferente de la suya, es decir, una capacidad susceptible
de reemplazar la fantasía del amor bisexual (Diatkine, como se cita en
Braconnier, 1991, p.16).

Cuando el adolescente logra prestar dichas capacidades, logra establecer una


relación amoroso-afectiva con el otro, entonces surgen las nuevas fantasías en las
que se establecen los vínculos genitales, donde aparece la idea de penetrar para
el hombre y de ser penetrada para la mujer, ideas que llevaran a lo largo de su
vida posterior, estableciendo lo masculino y lo femenino, es decir logran aceptar
por completo su cuerpo y su genitalidad.

Esto los conduce a encontrar su identidad sexual, donde logran sentirse hombre o
mujer, y saben que su sexualidad, no solo involucra una unión de placer sino
también de procreación.

El establecimiento de relaciones amorosas, es muy importante para terminar de


solucionar las tendencias y deseos edípicos, y así definir un nuevo objeto de
amor, con el cual, en un futuro se aspire a formar una familia y se convierta en su
amigo, confidente, amante y compañero de vida.

La resolución de los duelos en el adolescente son muy importantes, pues de ellos


depende como se desenvolverá en la sociedad y se relacionara con otros, ya sea
en sus relaciones pares o de pareja; además, de esta superación de los duelos

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también depende su indecencia y el establecimiento de su identidad adulta, en


todos sus ámbitos: laboral, sexual y social.

Saber donde se ubican ellos con ese cuerpo, ese nuevo rol e identidad y la nueva
postura de sus padres, los ayuda a sentirse mejor con ellos mismos y estar en
armonía con las personas que lo rodean, las cuales necesita, pues como bien se
sabe, no somos seres aislados, necesitamos de los demás para poder salir de
conflictos, realizar metas y compartir nuestras vivencias.

La adolescencia es una etapa llena intensidad, que trae consigo tristezas,


reproches, culpa, alegrías, entre otras cosas. Todo, provocado por lo que el
adolescente va resolviendo; lo más importante es vivirla de buena manera,
disfrutarla, pues no hay ninguna otra etapa en la que todo se sienta con más
fuerza y en la cual se esté más lleno de esperanzas y deseos de cambiar su
persona, así como el mundo que lo rodea.

Referencias

Aberastury, A., Knobel, M. (2001). La Adolescencia Normal, un enfoque


Psicoanalítico. México: Paidós.

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Braconnier, A. (1991). La depresión en la adolescencia, un avatar de la


transformación del objeto del amor. Recuperado desde:

http://www.apuruguay.org/revista_pdf/rup99/rup99-varela.pdf

Freud, S. (1985). Tres ensayos de teoría sexual y otras obras, versión. Paraguay:
Amorruto

Varela, G. (2004). El amor en la adolescencia, los adolescentes que no pueden


amar. Recuperado desde:

http://www.apuruguay.org/revista_pdf/rup99/rup99-varela.pdf

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