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Correr Riesgos

Aunque parezca mentira “el riesgo” es uno de los más comunes aspectos de
nuestra vida nos acompaña permanentemente en el vaivén de nuestras
ocupaciones diarias.

Sucede que este concepto que determina fuertemente nuestro


comportamiento, a menudo se nos hace presente solo en sus formas
extremas, mientras que en otros casos lo asumimos sin darnos cuenta.

Por lo tanto, vale la pena descubrir su impacto e influencia dentro de nosotros


en toda su dimensión, justamente para integrarlo más concientemente y con
mayor naturalidad al desarrollo de nuestras vidas.

Para ello será necesario mirar más de cerca lo que significa “correr un riesgo”,
cuáles son en el fondo los elementos que lo conforman.

Como punto básico vale aclarar que nosotros, los seres humanos, no hacemos
nada sin tener una intención.

Podemos hablar también de “metas” u “objetivos” al relacionar la intención, con


un plazo determinado de tiempo, en el cual a nuestro juicio, se debería realizar.
Pero quedémonos por el momento con el término más general.

Son entonces nuestras intenciones las que hacen que actuemos. Este
mecanismo funciona hasta para nuestra “intención biológica” más elemental, o
sea, la sobrevivencia, y está asegurada a través de acciones motrices ya
programadas dentro de nuestro cuerpo en forma de instintos.

La acción misma (dirigida hacia la realización de la intención) consiste siempre


en una combinación entre un método y uno o varios medios, combinación que
nos exige siempre una decisión previa. La cual se basa. Por lo general, en
nuestra experiencia de vida.

Tomemos como ejemplo una acción muy común aparentemente insignificante


para aclararlo recién dicho.

Cuando yo me rasco la cabeza (acción), estoy buscando cumplir una intención


que puede ser:

- Aliviar la picazón.
- Dar un mensaje en un partido de truco.
- Disimular mi inseguridad en una conversación.
Así como pueden estar relacionadas varias intenciones a una acción, podemos
encontrar varias acciones que cumplan con cada una de las intenciones
mencionadas. Lo que nos interesa es en qué grado cumplen con la intención.

Ahora se van a preguntar, ¿pero dónde está el riesgo en todo eso? Entonces falta
hablar del tercer elemento, quizás el básico en relación al riesgo: el resultado.
Porque recién el resultado producido por la acción, nos mostrará hasta que punto
éste coincide con nuestra intención original (que es en cierta manera, nada más
que un “resultado imaginario”). Aquí entran en juego las dos claves que
caracterizan al riesgo: la probabilidad, el fracaso y las pérdidas causadas por
él. El término “pérdidas” se debe entender en un significado amplio más halla de
lo económico y material, puesto que hasta una disminución en el bienestar
anímico a de tomarse en consideración.

Estos dos componentes entonces, determinan la dimensión del riesgo al


emprender una acción.

La probabilidad de un fracaso depende en gran medida de la combinación entre


método y medio (s) elegidos en la acción, así de algunos factores subjetivos o
personales (sexo, edad, situación económica, familiar, etc.) que pueden tener un
menor o mayor peso, según el caso.

Un ejemplo concreto pero simplificado podría ser el siguiente:


Si yo quiero cruzar sano y salvo una avenida de cuatro vías a una hora de intenso
tránsito (intención) el riesgo involucrado dependerá de:

- Si lo hago corriendo, caminando, de rodillas o arrastrándome por el suelo


(métodos).
- Si uso lugares bien iluminados, con semáforo o si lo hago en grupo
(medios).
- Si soy un niño, una persona mayor, con o sin problemas físicos (factores
personales).

Aparte del riesgo (principal), el cual está estrechamente vinculado a la


realización o no de la intención, pueden existir resultados segundarios tanto
positivos, como negativos. Su particularidad es que aparecen posterior o
paralelamente a la toma de acción y su término. Cuando hablamos de riesgos
nos referimos muchas veces a ellos y no al riesgo principal.

He aquí un ejemplo:

Quiero ir a cenar de noche y probar una comida completamente nueva y


exótica: pescado crudo (intención). Estoy pensando en un restaurante japonés
en el centro. A una hora determinada voy a buscar a un amigo y vamos juntos
al restaurante.
El riesgo principal consiste en que no puedo realizar intención de sacarme las
ganas de comer un plato novedoso,

- Porque encuentro cerrado el restaurante.


- Porque se les terminó el pescado
- Porque mi amigo es alérgico al pescado y no podría comer junto
conmigo en la misma mesa.

Si nada de esto se presenta, puedo realizar mi intención. Como un pescado


crudo. Sin embargo, pueden surgir resultados segundarios, de distinta índole
con efectos inmediatos o en el tiempo.

- El sabor del pescado crudo no me puede gustar.


- El acompañamiento es quizás muy pesado y engorda mucho.
- El pescado no era fresco del todo y me puedo enfermar y otras
posibilidades mas.

Ya se dan cuenta que en toda la temática del riesgo se trata básicamente de un


problema de toma de decisiones, elecciones de opciones y por consiguiente de
buscar un equilibrio (subjetivo) entre posibles beneficios al concluirse la intención
los costos eventualmente involucrados en el proceso.

“Correr riesgos”, sí es un proceso complejo, pero no al nivel de mistificarlo o


temerle. Nosotros tenemos poder sobre prácticamente todos sus componentes,
con la posibilidad de hacer el riesgo más calculable y predecible. Para ello es
importante vivir el proceso en forma más conciente y entender en qué parte de la
cadena se encuentra nuestra debilidad que en el fondo, es responsable de buena
parte del riesgo.

Quizás nuestras intenciones necesitan una formulación más precisa y específica,


o no buscamos todas las alternativas de posibles acciones. Quizás no le damos
mucha importancia a los resultados segundarios en nuestro cálculo de eventuales
costos y beneficios o evaluamos mal (por debajo o por encima) nuestras
capacidades personales. O por último es nuestra comodidad la que nos impide
recopilar las informaciones correspondientes para elegir las opciones que implican
un riesgo menor. Con algo de práctica se pueden mejorar considerablemente
todos los aspectos mencionados.

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