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PRINCIPALES SISTEMAS ÉTICOS
Hemos visto que nuestras elecciones se basan en último término en unos valores
que aceptamos como tales. Los valores morales nos indican aquello que
consideramos bueno y, por ello, creemos que nuestros actos deben estar de
nosotros.
sobre estos temas: ¿qué es lo mejor que podemos hacer?, ¿qué es lo moralmente
bueno o malo?, ¿con qué criterios debemos dirigir nuestros actos?, ¿por qué
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cuestiones, los filósofos se plantean en primer lugar qué es el bien, para deducir
de ahí qué acciones o, mejor, qué manera de ser y de actuar pueden considerarse
actuación que dirigen nuestra vida. Veamos algunos de los sistemas éticos que se
bienes o de los fines. Estas éticas indican qué debe hacerse para alcanzar la
felicidad, pero este «deber» no hay que entenderlo como una obligación absoluta,
sino más bien como una recomendación: si quieres ser feliz debes seguir este
camino; si no, ¡allá tú! En este sentido se oponen a otras éticas, por ejemplo, las
sino que se fijan sólo en la forma que tiene el hombre de actuar, de hacer, y no
en lo que hace.
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EL HEDONISMO: SOY FELIZ CUANDO SIENTO PLACER
(del griego hedoné, placer, gozo, ) Concepción ética que considera que la
hedonismo identifica el bien con el placer, que pasa a ser considerado como el fin
Aristipo de Cirene, 435 a.C.) consideraron que el bien era el placer, y el mal, era
acción buena de la mala: si nos produce una sensación placentera, es que obramos
bien; si nos la produce dolorosa, es que obramos mal. Las sensaciones consisten
como una emoción): los suaves son agradables; los violentos, dolorosos. Muchas
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placeres sensibles (comida, bebida, sexo, etc.) son importantes, pero son los que
ocurre con los espirituales (el equilibrio mental, la amistad). Hay que gozar, sí,
placeres.
Para los epicúreos (nombre que proviene de su fundador Epicuro de Samos, que
distinguen el placer
estático, que es
justamente el estado de
consisten en un
éste, al ser forzado (ya no se come para aliviar el hambre, que es lo natural)
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Así pues, hay que perseguir el auténtico placer, el estático, que es el estado
Puesto que los primeros eliminan las molestias y el dolor, y producen, por tanto,
placer estático, hay que satisfacerlos. Sin embargo, éstos son muy pocos, de
modo que el sabio tiene pocas necesidades. Los segundos producen placeres
cinéticos, pero debido al riesgo de dolor que conllevan, deben evitarse, aunque no
siempre: de vez en cuando, una buena comida produce un gran placer. Los últimos
deben evitarse siempre, puesto que a la larga producen más dolor que placer. En
cambio, los placeres del alma, como la sabiduría y la auténtica amistad, son
placeres más tranquilos que los corporales y no producen dolores. Son, por tanto,
placer y rechazar siempre el dolor: debemos rechazar los placeres a los que les
mayores. Antes de obrar hay que pesar cuidadosamente el placer o el dolor que
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nuestra felicidad: nos permite alcanzar el estado de total sosiego(ataraxia), de
absoluta imperturbabilidad ante todo (Epicuro lo compara con el total reposo del
mar cuando ningún viento mueve su superficie) y nos da libertad ante las
pasiones, los afectos y los apetitos. El sabio alcanza la vida buena y feliz gracias
a esta autonomía frente al dolor y los bienes exteriores, a los amigos con los que
embargo, no fue hasta finales del siglo XVIII que adquirió una nueva forma en el
placer: una acción será buena si es útil para -si produce- la felicidad. La
formulado por Jeremy Bentham, el fundador de esta corriente, fue: «La mayor
felicidad para el mayor número». Una acción sera más buena cuanta mayor
felicidad produzca para el mayor número posible de personas. Los dos grandes
utilitaristas fueron J. Bentham y John Stuart MilI, pero entre ellos hay notables
diferencias.
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dolor. Éstos nos muestran lo que es bueno y lo que es malo para nosotros. Es el
repercuten en los demás, y tenemos que pensar que ellos también buscan el
provocará placer o dolor en los demás. De ahí que Bentham estuviera muy
preocupado por las cuestiones políticas y sociales: la bondad o maldad de una ley
para la mayoría. El criterio para juzgar esta utilidad eran sus consecuencias. Si
Para Bentham, lo que importaba era solo la cantidad de placer, no la clase del
mismo. Así para él, tanto placer podría proporcionar una partida de parchís o una
buena comida, como la contemplación de una obra de arte. De este modo, la vida
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animales, pero no es verdad: los humanos tienen otras facultades (como la
a un concierto de Mozart que a un banquete cuyo único objetivo sea hartarse. Por
También es cierto, y Mill lo reconoce, que cuanto más cultivada sea una persona,
si bien puede tener un disfrute mayor, sus sufrimientos también serán mayores,
educada, cultivada y desarrollada esté una persona, más nobles y elevados serán
sus intereses, de tal manera que llegará un momento en que su máximo placer lo
Por eso la máxima virtud del utilitarista será el altruismo, que consiste en
aquella que, mediante la educación, tienda a conseguir que «en todos los
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individuos el impulso directo de mejorar el bien general se convierta en uno de
de todo lo que hacemos es conseguir la felicidad. En las teorías que hemos visto
hasta ahora la felicidad se identificaba con el placer. Sin embargo hay otras
felicidad con la bondad. Es feliz el hombre bueno y el hombre bueno es aquel que
Todo lo que hacemos, dice Aristóteles (384-322 a.C.), lo hacemos para conseguir
aprobado, lo consideramos como un bien para nosotros. Son muchos los fines que
nos proponemos: para estar en forma hacemos gimnasia, para divertimos vamos a
etc... La mayoría de estos fines, sin embargo, no los buscamos por sí mismos, sino
más bien para conseguir otros fines. Así, no pretendemos aprobar el examen
pero tampoco éste es un fin último, pues lo que queremos es cursar estudios
superiores o encontrar trabajo, etc. Vemos así que la mayoría de fines están
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no son, pues, fines últimos, sino que son simplemente medios para alcanzar otros
fines.
Algunos parecen ser fines últimos. Voy a una fiesta para divertirme. Pero ¿para
qué quiero divertirme? Parece que no hay un para qué: simplemente divirtiéndome
preguntarse para qué quiere uno ser feliz. Sin embargo, la «felicidad» que me
La auténtica felicidad es, pues, el fin último y, por tanto, el sumo bien: quien es
primeros dice que, si bien el placer parece un fin último, a la larga esclaviza al
hombre, ya que se acaba pronto y le obliga a buscar nuevos placeres, hecho que le
que dependen de los demás, al igual que las riquezas, que sólo son un medio para
conseguir otras cosas. ¿En qué consiste, pues, la felicidad? Si el bien de una
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acción radica en que cumpla su fin, la felicidad para el ser humano consistirá en
que éste cumpla su finalidad: hacer, podríamos decir, «de humano» del modo más
excelente. ¿ y qué quiere decir «hacer de humano» ? Son muchas las funciones
que atañen a la persona humana: en primer lugar están las vitales (vivir y
reproducirse) y las sensitivas (ver, oír, apetecer, etc. ), pero ninguna de estas
son propias de los animales. Sólo las personas piensan y toman decisiones y
precisamente esto es lo que las de me como tales. Podemos decir, pues, que la
que comer poco ni demasiado, sino lo justo) hasta en las empresas más difíciles.
Así, hay personas cobardes (vicio por defecto) que no se atreven a nada porque
ven peligros que acechan por todas partes, y otras que actúan con temeridad
valentía que consiste en saber qué riesgo puede uno afrontar, y afrontarlo.
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Según Aristóteles, virtud y vicio son hábitos que se adquieren por repetición de
verdad, sino que decimos la verdad porque somos sinceros, porque hemos
adquirido este hábito. Por eso es tan importante habituar a los niños desde
Así pues, la persona virtuosa y, por tanto, feliz, es aquella que todo lo que hace lo
puede sentirse feliz de haber hecho bien un mueble, pero no hace muebles para
sentirse feliz, sino para ganarse la vida; es decir, hacer muebles no es el bien
supremo. La única actividad que, según Aristóteles, no se lleva a cabo como medio
hombre de ciencia investigaba por puro placer, no para la aplicación técnica, como
ahora.
Por supuesto, esta actividad sólo le estaba permitida a aquellas personas que
tenían cubiertas todas sus necesidades básicas. Por eso, según Aristóteles, no se
puede ser feliz sin un mínimo de medios económicos y otras circunstancias como
Como mencionamos más arriba, las éticas materiales tienen una serie de
inconvenientes.
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En primer lugar, no son autónomas, pues siempre se actúa para conseguir un
ÉTICAS FORMALES
Como ya apuntamos más arriba, las éticas formales no buscan un fin último o
Bien Supremo, no quieren lograr ningún objeto moral concreto. Por esto tampoco
señalan el modo en que debemos comportarnos, es decir, cuáles son los fines para
mismo. Para éstas, no es moral actuar para conseguir un premio o para evitar un
castigo. Es moral actuar por el puro respeto al deber, a la ley, a la razón. Las
universales.
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En sus obras Crítica de la Razón Práctica o Fundamentación de la Metafísica
último o un objeto moral concreto (un Bien Supremo). Tampoco hay normas que
señalen la forma correcta de actuar siempre. Por esto, debemos encontrar una
para conseguir esos fines. Kant defiende que el ser humano debe superar su
moral, propia de un ser racional y adulto. Actuar por ganar un premio o evitar un
pues, de la finalidad, y también del resultado: Por ejemplo, si colaboro con una
organización dando dinero para construir una escuela en Burundi, mi acción tiene
valor moral porque cumple con un deber, a saber, el de ayudar a los demás sin
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En el siguiente ejemplo se ve mejor cómo el valor de una acción reside en la
en casos en los que mi acción me perjudica. Por ejemplo, andando por la calle me
encuentro con una cartera llena de dinero y una orden de embargo que si no es
abonada ese mismo día, dejaría en la calle a una familia con cinco hijos. El dinero
alcanza para pagar la mensualidad y las deudas pendientes. ¿Qué debo hacer?
deber, que en este caso sería devolver el dinero a su dueño, pues tengo su
si coincide casual o
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un bien, entonces esa intención anula el valor moral de mi acción. Por ejemplo, un
a todos por igual, tanto a sus clientes habituales como a los no habituales. Pero el
le conviene ser honesto para no perder clientela. En ese caso, está actuando
conforme al deber, pero por el deber en sí mismo. Por tanto, su acción no tiene
valor moral. Lo mismo ocurre con las personas que son caritativas porque sienten
un gran placer en ayudar a los demás. Cuando, al cumplir un deber, tenemos una
interés egoísta. Sin embargo, en casos como el de antes, donde la acción conlleva
acción por deber, que goza de auténtico valor moral. Cuando un alumno confiesa
informa al camarero que le han cobrado de menos en la cuenta, por lo que debe
pagar más, entonces se ve claramente que se está actuando por respeto al deber,
Hemos visto que el valor moral está en actuar por deber. Ahora bien, ¿qué es
cumplir las leyes morales sólo porque son leyes morales, no por conseguir nada.
positivo”).
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El ser humano es el único ser capaz de actuar según el imperativo categórico,
porque posee razón. La razón es la única que me puede obligar a actuar siguiendo
el deber. Aquí entra en juego la libertad. El ser humano, por ser racional, es
libre. Y actúa por deber porque ese deber es racional, es una ley de la razón que
racional. Si actúo por deber es porque la razón así me lo propone: esto es la base
de la autonomía moral.
racionales, que han superado la etapa heterónoma, en la que se siguen las normas
norma concreta, a diferencia del hipotético. Indican, por tanto, la forma que
debe tener la acción para que la máxima que lo guía sea universal. Para
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El primero puede servir de criterio para saber si estoy actuando por deber. Si
puedo desear que mi acción la haga todo el mundo, entonces mi acción tiene valor
moral y respeta el deber. Por ejemplo, ¿puedo querer que todo el mundo mienta?
fiarnos de los demás? Por tanto, no puedo desear que todo el mundo mienta, por
lo que mentir no puede ser un imperativo categórico, una acción que respeta el
deber. Pero sí que lo es su contrario: decir la verdad. ¿Puedo desear que todo el
mundo diga la verdad? Parece que sí, que si todo el mundo se ve obligado a decir
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