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El cólera es una enfermedad infecciosa intestinal aguda, de comienzo brusco, que se manifiesta por
diarrea acuosa y profusa, vómitos, deshidratación y colapso circulatorio.
El agua que consumimos no debe contener bacterias, ya que éstas son portadoras de diversas
enfermedades, como por ejemplo el cólera.
Para evitar enfermedades hay que limpiar y desinfectar los tanques de agua, cañerías y cisternas,
por lo menos dos veces al año.
ORIGEN DE LA ENFERMEDAD
Es una enfermedad producida por un bacilo gram negativo, el Vibrio Cholerae (bacteria).
El germen presente en el agua y alimentos contaminados, ingresa al organismo por vía oral (a través
de la boca). Una vez superada la barrera gástrica (jugos del estómago), ingresa al intestino delgado
y origina secreción de agua y electrolitos, produciendo diarrea de tipo secretoria.
El hábitat natural del vibrio (bacteria del cólera) son las aguas dulces y saladas. Son resistentes al
frío y sensibles al calor, desecación y acidez.
El único reservorio natural es el hombre que puede actuar como portador convaleciente o crónico
eliminando vibriones (bacterias) en forma intermitente con sus excretas (heces o materia fecal),
contaminado agua de consumo, alimentos y otros vehículos de transmisión como moscas y
cucarachas. La principal vía de transmisión es la ingestión de agua o alimentos contaminados con el
vibrio cholerae.
SÍNTESIS
El cólera se transmite a través del agua no potabilizada, frutos de mar, pescado, o por malos hábitos
de higiene. Los síntomas son diarreas muy abundantes que deshidratan rápidamente a la persona,
vómitos, fiebre, calambres y trastornos renales.
La persona comienza en forma brusca con diarrea acuosa, profusa (abundante), sin esfuerzo, al
inicio con partículas fecales y que pronto adquiere el aspecto de “agua de arroz”, con moco, pero
sin pus ni sangre y en número generalmente superior a 20 deposiciones por día. Pueden presentarse
vómitos copiosos pero no persistentes, calambres musculares en extremidades, pudiendo ser
generalizados, y presentar una marcada deshidratación, con hundimiento de los globos oculares,
lengua y mucosas secas. La piel de los dedos se arruga dando aspecto de manos de lavandera. Piel
fría y pegajosa, hipotensión (tensión arterial baja), taquicardia (latidos acelerados del corazón) y
con aumento de la frecuencia respiratoria.
Muchos casos presentan diarreas leves, generalmente indistinguibles de otros tipos de diarrea y solo
son reconocidas por el aislamiento del germen en la materia fecal, teniendo esto importancia
epidemiológica por la permanencia del bacilo en la comunidad.
DIAGNÓSTICO
Se analizan muestras de materia fecal y vómitos en los primeros estadios de la enfermedad y antes
de instaurar la terapia antibiótica.
TRATAMIENTO
Para desinfectar tanques de agua, hay que vaciarlo parcialmente dejando 10 a 20 cm de agua. Lavar
el fondo, paredes y tapa, y rasquetear y cepillar con lavandina. Con el remanente lavar nuevamente
todo.
Luego, vaciar completamente y enjuagar con agua limpia, eliminando los residuos por el desagüe
del fondo del tanque, de manera que no pasen por la red de distribución. En caso contrario, retirar
todo el agua del fondo con un balde y limpiar bien con trapo y esponja.
Limpieza de cañerías: llenar el tanque hasta la mitad con agua limpia y agregar un litro de lavandina
concentrada – el envase debe decir : 80 g de cloro activo p/litro- por cada 1000 litros de capacidad
total del tanque. Llenar completamente con agua tratando de que se produzca una buena mezcla.
Una vez realizada esta operación abrir todas las canillas hasta percibir olor a cloro y luego
cerrarlas. Mantener llenos tanques y cañerías con esta solución, por lo menos durante tres horas.
Posteriormente se elimina el agua clorada haciéndola salir por todas las canillas de la red interna,
así también se lava y desinfecta. Finalmente se cierran todas las canillas y se llena el tanque para su
utilización.
Se recuerda que el tanque debe estar provisto siempre de tapa o cierre hermético. Luego de una
semana de realizada la desinfección del tanque y cañerías, se puede solicitar al laboratorio
bromatológico la toma de muestras y análisis bacteriológico, para asegurar la eficacia del
tratamiento.
Cerrar las canillas cuando no se necesite el agua. Una canilla que gotea derrocha 46 litros de agua
potable cada 24 horas.
Revisar el estado del flotante y las válvulas del depósito de los inodoros, evitará pérdidas de agua.
Cuidar los sistemas cloacales. Evitar que sean arrojados en el hogar a través de ellos pañales, trapos,
envases, productos contaminantes, algodones, esponjas y tierra.