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Felipe Ponce
Ernesto Abundis
Ruth Escamilla
Samuel Bernal
Isabel Hion
Raúl Bañuelos
julio-septiembre 2010
6
Índice
LAS LETRAS ESTÁN AQUÍ
Tres veces
Fe l i p e Po n c e / 3
Johana y Andrés
Jorge Ricardo
Editorial Hernández / 5
Centro Universitario
de Ciencias Sociales y
Humanidades
M t r o . Pa b l o A r r e d o n d o
Ramírez
Rector de Centro
Consejo Editorial N u m e n
Samuel Bernal
Joel Castillo
F ra n c i s c o E s t ra d a
Corrección
D a n i e l B a r ra g á n
Portada:
Seres mentales de
Luciano Rodríguez.
Óleo sobre tela.
90 x 120 cms.
N umen 6 / julio - septiembre 2010
Tres veces
Fe l i p e Po n c e
Despedida
Mientras cerrabas el cancel de la calle, abrí la ventana y vi en
tu mirada la última caricia, el adiós amoroso y triste. No tengo
dudas ahora de que sabías que era el último momento, porque
esa mañana habías hablado de la muerte y yo te respondí como
suelen hacerlo los patanes: dejé caer mi quijada al suelo y la
pateé debajo de la estufa. ¡Te dejé ir aun cuando me anunciaste
tu partida definitiva! Me niego a creerlo, pero lo supe en cuanto
te fuiste… por eso corté la corazonada con el filo de la botella,
rasgué mi lengua con corcholatas ardientes, cautericé las heri-
das con mis propios fermentos de impotencia. Fui a buscarte y
te encontré tendida en el hospital. Pedí tu perdón de hijo: con
una lágrima asentiste y con otra apagaste el magma a punto de
desbordar.
Felipe: poeta, y hacedor de libros;
editor, así nomás. Llegado a Gua-
dalajara (1973), tierra ensom-
El traidor
brecida por las noches, por las
Cruzo la calle y aún escucho tus pasos detrás de mí, siguiendo oscurencias desbordadas de las
noches de otros lados; noches
mi sombra encendida; doy vuelta y te pregunto ¿por qué no
polucionadas por los ronquidos
me avisaste? Tu cuadratura cristiana niega tres veces, pero tus lunares: nochura pura. Egresa-
do de Letras en el ombligo de
ojos tuercen una sola respuesta: «No quise». Mi sombra aviva su
los noventa; bajo el amparo del
rencor, se levanta y te deja hablando: de tu boca salen teas apa- breve rumor de la tinta al ser
embebida por el papel —la sutil
gadas, terrones de ceniza que caen en la cloaca donde posaste
coyunta de éstos dos—, el tufo
tus pies y donde nadie ha advertido tu presencia. resultado de su coito y las formas
tipográficas que j ug u et o n
a s in tent an e s ca bu llir se al
sEr impre sas.
Ernesto Abundis
La niña cae hecha palabra, o al revés… Cielo despejado, Tala, 1986: co-
—Niña que trata de marcar sus manos en el agua como el mienza su viaje en paracaídas.
Desde aquel momento, sólo le
marinero que talla el firmamento en cubierta— queda imaginar, no sin escalo-
fríos, la sensación del roce de sus
plantas descalzas con el suelo.
(el agua es un beso de densidad) En aquella envoltura etérea, las
palabras de Bandeira, Baudelaire,
Pessoa, han avivado sus ánimos
…llevar tulipanes en diciembre para la niña palabra de Mago; sus esperanzas en ex-
está en terapia intensiva tender su travesía aérea: hacer
de su artilugio compañero en
al rayo se le pasó la mano la caída, un «parasubidas mara-
cuando la empujó para villoso». Así, Ernesto, licenciado
en Letras hispánicas (2009), en
que se su disputa contra la levedad del
mirase llamado gravitacional, procura
que su pluma, hermanada al aire,
en el charco diga lo que su lengua (acuática
de noche niña palabra de por sí) prefiere callar.
Xel-ha López
Hablo de ti
Ruth Escamilla
Casi Caída
No se te ocurra terminar el trazo, Lo interminablemente dicho
suspende el vuelo de la pluma justo ahora que no tiene vías alternas
en esa curva, el ir y venir azaroso
que la costumbre milenaria un pie en el filo del vacío,
no interrumpa lo que aún ni se vislumbra la caída y su vuelo
No le nombres. ese momento en el aire
que se anuncia indestructible
y el choque contra el polvo,
Su primer destino fue Guadala-
Danza contra el propio espejo
jara. De entonces para acá no ha
parado de viajar, de ser seduci- Se repite el ritual ya desgastado con su cara ajena.
da por las franjas blanquísimas
la marca en la cara
—adorno, mera vanidad de las
carreteras— que le siguen muy el anuncio
monas el paso; no cesa de consu-
los círculos azules Después de todo
mir kilometrales de paisaje: cine-
máticas del segundo que incan- la llama Después de nada
sables despeinan. La palabra, el
la danza deconstrucción de rostros
sonido es su esencia, es también
un medio de transporte, y Ruth la angustia, luego, de ecos recuperados,
(licenciada en Letras hispánicas
la agonía de los rescoldos. imágenes anteriores
desde ‘00) lo sabe. De polizón o
con boleto de primera clase, no a la luz que hiere el ojo
deja de ir de un lado para otro:
y el puente en construcción
entre las voces de José Emilio Pa-
checo y Cerati; Garrido y Rubén abandonado.
Albarrán… Es su turno: con esta
Nada, después de todo.
página (como lo ha hecho ya
con tantas otras) busca enrolar
a otros viajantes. Lector, aquí hay
un texto-vehículo con las porte-
zuelas abiertas.
Samuel Bernal
Isabel Hion
Raúl Bañuelos