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s. XVII y XVIII
Siglo XVII
En el Chile del siglo XVII no solo hubo invasores y defensores como en el siglo
anterior, sino que además encontramos en él los primeros indicios de una
sociedad mestiza, racial y culturalmente, con un sello hispánico muchísimo más
marcado y una desafortunada tendencia a subvalorar el aporte autóctono.
• Religión
El saber tuvo una clara orientación religiosa, debía revelar la sabiduría humana
para conducir el entendimiento a la fuente originaria de donde emanaba. El
arte, en fin, encontró en esta temática su mejor medio de expresión y logró
permanecer casi invariable en un corto período de tiempo.
IGLESIA
Las fiestas religiosas se hacen familiares, el santoral cada vez se tiene más
presente, las festividades son cada vez más coloreadas, constituyendo un
símbolo de la fusión de lo hispánico y lo aborigen. Los milagros y poderes de
los santos se hacen ampliamente conocidos; cada familia, cada individuo tenía
uno o más de su devoción. Se les rendía un homenaje en las procesiones;
éstas eran numerosas y como toda institución, tenían un carácter mixto donde
sus finalidades abarcaban el ámbito civil y religioso.
La cultura y toda la vida misma de cada habitante de este país va a ser en este
siglo, en cierto modo, el fruto de la acción evangelizadora. La evangelización
tocó las raíces profundas de los chilenos, y podemos decir que a fines de siglo
la Iglesia Católica se había hecho presente hasta en las zonas más inhóspitas
del país. Logró entablar contacto con los mapuches más violentos y asumió el
papel de intermediaria entre los dos bandos en guerra.
• Educación
Las primeras se multiplicaron por todo el país y los maestros laicos continúan
teniendo importancia. Los permisos los otorgaba el respectivo cabildo y las
escuelas con más de 100 alumnos funcionaban en la casa del propio maestro.
El texto en el cual se enseñaba a leer era la cartilla, impresa en Lima por el
Hospital de Nuestra Señora de Atocha. Se usaban también planchas de metal
sostenidas por un mango, con las letras del alfabeto grabadas. La enseñanza
consistía en adiestrar para leer y escribir, contar y el catecismo. El Cabildo,
regulador de la vida ciudadana, había desarrollado un verdadero reglamento
para las escuelas de primeras letras (vigilando las escuelas, la idoneidad de los
maestros, la disciplina y el nivel de estudio). Mañana y tarde, concurrían los
niños a la escuela donde se les tomaba la lección, los días viernes debían
concurrir al convento de los jesuitas a escuchar la doctrina cristiana. Llegaban
hasta la Compañía en grandes procesiones y cantando letanías; por último, el
sábado, aprendían a ayudar en la misa. Ese era el programa semanal de los
estudiantes de primeras letras.
Los jesuitas tuvieron durante el siglo XVII en tal alto prestigio sus universidades
que el Obispo de Santiago les concedió la educación de los alumnos del
seminario eclesiástico. Lamentablemente, estas universidades carecían de
cátedras de cánones y leyes; matemáticas y medicina; los chilenos debían
continuar yendo a otros países a graduarse en derecho, ingeniería y medicina
(debían ir a la universidad de San Marcos de Lima), que desde 1551, fecha de
su fundación, era el centro indiscutido de la vida intelectual de la América
meridional).
EL OFICIO DE LAS LETRAS
Acá señalaremos a cuatro grandes escritores del siglo. Dos españoles, Alonso
González de Nájera y Diego de Rosales. Y dos criollos, Alonso de Ovalle y
Francisco Núñez de Pineda y Bascuñan.
Diego de Rosales fue un sacerdote jesuita que llegó muy joven a Chile.
Recorrió gran parte del territorio y se enamoró del paisaje y de su gente. El
fruto de sus observaciones fue la “Historia General del Reino de Chile”,
“Flandes Indiano”, en la que no sólo hizo un cuadro acabado de la vida chilena
de su tiempo, sino que describió también el mundo origen y natural, al que dio
particular realce.
Ovalle, fue destinado por su orden a Roma. Allí lejos de su medio y con una
gran nostalgia por la patria creó su “Histórica relación del reino de Chile”, que
tuvo como propósito dar a conocer al país. El libro fue publicado en 1646 en la
Ciudad Eterna y todo él es un elogio entusiasta a la vida del autor, que
pareciera ser un nievo paraíso destinado a la felicidad de los humanos. Fue
designado por la Real Academia Española en su diccionario de autoridades
maestro del idioma castellano.
• Arte
A las incipientes expresiones artísticas del siglo XVI siguió un desarrollo mucho
más significativo durante el siglo XVII. El espíritu de la nueva corriente artística
del barroco comenzó a hacerse presente desde fines de la centuria pasada.
Quito fue otro centro importante de actividad artística, que no sólo produjo
pintura, sino también una imaginería policromada de espléndida factura y gran
calidad.
REPRESENTACIÓN TEATRAL
La economía en la Colonia
La sociedad colonial