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Ejercicios de estilo
Notaciones
Relato
Vacilaciones
Propaganda editorial
Yo, no sé qué quieren de mí. Pues sí, he cogido el S hacia mediodía. ¿Que si
había gente? A esa hora, por supuesto. ¿Un joven con sombrero de fieltro? Es
muy posible. Aunque yo no miro descaradamente a la gente. Me importa un
pito ¿Una especie de galón trenzado? ¿Alrededor del sombrero? Comprendo,
una curiosidad como otra cualquiera, pero, desde luego, no me fijo en eso. Un
galón trenzado... ¿y se habría peleado con otro señor? Cosas que pasan.
Y, además, ¿tendría que haberlo vuelto a ver otra vez una o dos horas más
tarde?
¿Por qué no? Hay cosas aún más raras en la vida. Precisamente, recuerdo que
mi padre me contaba a menudo que...
Versos libres
El autobús
lleno
el corazón
vacío
el cuello
largo
el cordón
trenzado
los pies
planos y aplanados
el sitio
vacío
y el inesperado encuentro junto a la estación de mil luces apagadas
del corazón, del cuello, del cordón, de los pies,
del sitio vacío
y de un botón.
Amanerado
Eran los aledaños de un julio meridiano. El sol reinaba con todo su esplendor
sobre el horizonte de múltiples ubres. El asfalto palpitaba dulcemente,
exhalando ese tierno aroma de alquitrán que origina en los cancerosos ideas a
la par pueriles y corrosivas sobre el origen de sus dolencias. Un autobús, de
librea verde y blanca, blasonado con una enigmática S, vino a recoger, junto al
parque Monceau, un pequeño pero agraciado lote de viajeros candidatos a los
húmedos confines de la disolución sudorípara. En la plataforma trasera de esta
obra maestra de la industria automovilística francesa contemporánea, donde se
amontonaban los transbordados como sardinas en lata, un pillastre que frisaba
la treintena y que llevaba, entre un cuello de una longitud cuasi serpentina y un
sombrero cercado por un cordoncillo, una cabeza tan sin gracia como plúmbea,
alzó la voz para lamentarse, con amargura no fingida y que parecía emanar de
un frasco de genciana, o de cualquier otro líquido de propiedades semejantes,
de un fenómeno consistente en empujones reiterados que, según él, tenían
como causante a un cousuario presente hic et nunc de la S. T. C. R. P. y le dio
a su lamento el tono agrio de un viejo vicario que se hace pellizcar el trasero en
un mingitorio y que, por excepción, no le apetece en absoluto tal delicadeza y
no entra por uvas. Pero, al descubrir un sitio libre, se lanza en pos de él.
Más tarde, cuando el sol había bajado ya algunos peldaños de la monumental
escalera de su parada ce- leste, y cuando de nuevo me hacía vehicular por otro
autobús de la misma línea, observé al mismo personaje descrito anteriormente
moviéndose en la plaza de Roma de forma peripatética en compañía de un
individuo eiusdem estofae que le daba, en esta plaza consagrada a la
circulación automovilística, consejos de una elegancia tal que no iba más allá
de un botón.
Filosófico
Modern Style
Injurioso
Distingo
Lítote (atenuando)
Eramos unos cuantos que nos desplazábamos juntos. Un joven, que no tenía
pinta de inteligente, habló unos instantes con un señor que se encontraba a su
lado; después, fue a sentarse. Dos horas más tarde, me lo encontré de nuevo;
estaba en compañía de un amigo y hablaba de trapos.
Metafóricamente
Sorpresa
Veamos otro juego con la fantasía poética en “Tortugas y cronopios”, de Julio Cortázar
(1990).
Nótese de paso que utiliza palabras sin acento ortográfico.
Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural.
Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan.
Los cronopios lo saben; y cada vez que encuentran una tortuga, sacan de la caja de tizas
de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga, dibujan una golondrina.