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La reproductibilidad técnica y la pérdida del aura de la

obra de arte

 La reproductibilidad técnica:

La reproductibilidad técnica es un proceso que consiste en hacer una reproducción

masiva de una obra de creación humana, como por ejemplo: pintura, escultura, música,

representaciones escénicas, imágenes, etc.

Basándonos en esto, podemos decir que la reproductibilidad técnica de una obra, tiene la

finalidad de difundir, de manera muy peculiar y extensa, la obra;

Toda imagen tiene la facultad de ser reproducida, no hay obra de arte que esté exenta de

esta reproductibilidad; siendo esto así cabe preguntarse: cómo y en qué sentido la obra

de arte se ve afectada por la reproductibilidad técnica, ¿existirá algún riesgo, o la obra

sufrirá alguna especie de pérdida al ser reproducida técnicamente?

Para responder estos cuestionamientos, debemos considerar que, por más que una copia

quiera permanecer lo más idéntica posible al original, siempre se da el caso que las

reproducciones alteran un poco, o mucho, ciertos aspectos de ésta, como por ejemplo: el

tamaño, los matices, destacar o aislar ciertos aspectos de la obra, la posición en la que

ésta se encuentra etc. Con esto, hay un claro quebrantamiento entre copia y original; sin

embargo no parece que estos detalles afecten de manera grave lo que la obra misma nos

quiere mostrar; sin embargo existe otro aspecto que, aunque en la reproducción técnica

sea la único que no se puede copiar de la obra de arte, esto es su aquí y su ahora, en el

que si se da un acto de violencia contra lo que la obra de arte representa.


 El aquí y ahora de una obra y su aura y la reproductibilidad técnica

El aquí y el ahora de una obra vendría a ser su lugar en la historia: el pasado que nos

muestra, y los acontecimientos a los que tuvo que verse sometida para llegar hasta

nuestros días. Walter Benjamín lo plantea de esta manera: “La historia a la que una

obra de arte ha estado sometida a lo largo de su permanencia es algo

que atañe exclusivamente a ésta, su existencia única”.1 Basándonos en este

razonamiento de Benjamín, podemos afirmar que la historia de una obra de arte, es parte

de la misma, no puede haber una separación entre lo que es la obra original y su historia

que la lleva a su aquí y ahora: esto es el aura de la obra, lo que le da su “título” de

originalidad, como diría Benjamín, su autenticidad: “El concepto de la autenticidad

del original está constituido por su aquí y ahora; sobre éstos descansa a

su vez la idea de una tradición que habría conducido a ese objeto como

idéntico a sí mismo hasta el día de hoy.,2

Este ámbito de la autenticidad de una obra, es el que la reproductibilidad técnica no

puede reproducir; y es en esta incapacidad de reproducirlo, en donde se da la violencia en

contra de la obra, pues, aunque no pueda ser imitada esta autenticidad, lo que hace la

reproducción técnica es darle un nuevo valor, o mejor dicho una desvalorización al aquí y

ahora de la obra, sacándola del lugar donde ésta se encuentra, y exhibiéndola en

espacios que, para la obra de arte pueden ser inalcanzables.

El resultado de esto es el de hacer dudosa la tradición de la obra de arte, tradición que se

expresa en dos sentidos, permanencia material y testimonio histórico, todas las obras

1
Benjamín Walter, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Ed.
ITACA, México, 2003, Pág.42
2
Ibíd. Pág.42
tienen estos dos rasgos característicos, la desvalorización que produce la reproducción

técnica de una obra es la pérdida del aura de la misma.

 Perdida del aura de la obra de arte por la reproductibilidad técnica

Una obra de arte en su calidad de reproducción técnica, como ya se ha dicho,

experimenta una desvalorización: la pérdida de su aura, de su aquí y ahora. Pero en

concreto por qué se da la pérdida del aura de una obra con la reproducción técnica de

ésta. En un sencillo para explicar este asunto, John Berger en su libro modos de ver nos

lo explica de la manera siguiente:

“La invención de la cámara cambió el modo en que los

hombres veían los cuadros pintados mucho antes de que la

cámara fuese inventada. Inicialmente, los cuadros eran

parte integrante del edificio al que iban destinados. En una

iglesia o capilla del Alto Renacimiento, uno tiene a veces la

sensación de que las imágenes que hay en sus muros son

como grabaciones de la vida interior del edificio, de tal modo

que constituyen en conjunto la memoria del edificio, hasta

tal punto forman parte de la singularidad de este.”3

Lo que Berger quiere que quede claro es el hecho de que existe, o mejor dicho existía,

una unicidad entre la obra de arte y el lugar en el que ésta era exhibida. Obra = Lugar,

éste es el aquí y ahora del que nos habla así mismo Benjamín, las obras son una parte

3
Berger John, Modos de ver, Ed. Gustavo Gill, 2da edición, Barcelona, 2007, Pág. 26
fundamental del lugar en el que son exhibidas, son parte de él, y el aura de éstas existe

gracias a esta unión, Berger también nos dice que en ocasiones una pintura podía ser

transportable pero que ésta jamás podría ser vista en dos lugares al mismo tiempo, la

autenticidad de la obra no se podría dar sin la carga histórica y presencial de la misma en

el lugar en el que se encuentra hoy en día.

Con la reproductibilidad técnica la unicidad de la obra se rompe y se diversifica, John

Berger utiliza como ejemplo la cámara televisiva para mostrarnos como se da esta

pérdida del aura de una obra de arte:

En primer lugar Berger pone a hablar a la cámara, para mostrarnos la pérdida de

autonomía de lo que un individuo mira en una obra de arte:

“Soy un ojo. Un ojo mecánico. Yo la máquina, os muestro un

mundo del único modo que puedo verlo. Me libero hoy y

para siempre de la inmovilidad humana. Estoy en constante

movimiento. Me aproximo a los objetos y me alejo de ellos.

Repto bajo ellos. Me mantengo a la altura de la boca de un

caballo que corre. Caigo y me levanto con los cuerpos que

caen y se levantan. Esta soy yo, la máquina, que maniobra

con movimientos caóticos, que registra un movimiento tras

otro en las combinaciones más complejas.”4

Qué es lo que Berger nos quiere decir en estas líneas, que lo primero que hace la cámara

con la obra de arte, es mostrar al espectador televisivo, lo que la cámara capta, sólo eso y

ni un detalle más. Con esto la autonomía de la mirada de un individuo con respecto a una

4
Ibíd. Pág. 24
obra de arte, se rompe, pues ahora el observador no decide que parte de un cuadro

quiere observar, pues lo que la cámara graba, su campo visual, pasa a ser el campo

visual del telespectador.

Por otro lado el rompimiento de la unicidad lugar-obra que ocurre con la reproductibilidad

técnica de las imágenes televisivas, se da de la siguiente manera:

“La pintura entra en la casa de cada telespectador. Allí está,

rodeada por sus empapelados, sus muebles, sus recuerdos.

Entra en la atmósfera de su familia. Se convierte en su tema

de conversación. Presta su significación a la significación de

ellos. Y al mismo tiempo, entra en otro millón de casas y, en

cada una, es contemplada en un contexto diferente. Gracias

a la cámara la pintura viaja ahora al espectador en lugar de

ser al contrario. Y su significación se diversifica en estos

viajes.”5

El aura está rota; la unicidad que la obra tiene con el lugar en el que se encuentra, es

violentada de manera masiva por la cámara, la significación que la obra de arte adquiere

por su lugar de exhibición, se multiplica a la casa o lugar en donde las imágenes

televisivas pueden ser vistas, desvalorizando así su aura, perdiendo su verdadera

significación, pues recordemos que lugar y obra son uniformes, y ésta última adquiere su

validez y autoría por el espacio material que ocupa, por tanto, la reproducción técnica de

una pintura por medio de las imágenes televisivas diversifican la significación de la obra,

hacen que no sólo la pintura sea reproducida en miles de entornos distintos al mismo

5
Ibíd. Pág.26
tiempo, sino también que se multiplique su verdadero mensaje para adaptarse a cada

lugar en el que las imágenes son vistas.

Con esto la identidad de una obra, es decir su significación única, que es el tiempo y

espacio que habita y la historia a la que está apegada, queda fragmentada; la unicidad

tiempo-espacio de la obra auténtica, jamás podrá ser imitada por la reproductibilidad

técnica, sin embargo ésta tiene la facultad, sea buena o sea mala, de hacer que esa

significación única se diversifique a todos los espacios en donde la reproducción sea

presentada, y no sólo eso, también sucede que las imágenes que nos muestre el aparato

televisivo, jamás serán lo que nuestros ojos quieran ver, sino la decisión de un hombre

que pone su mirada a funcionar como la nuestra.

 ¿”Valor” de la obra reproducida técnicamente?

Si bien el valor original de la obra queda perdido con su reproductibilidad técnica, ésta

puede adquirir una nueva especie de “valor” o, para nombrarla con más pertinencia, una

especie de utilidad.

Benjamín nos habla de una polaridad entre la propia obra de arte: su valor de culto y su

valor de exhibición.

La obra con valor de culto, que es un término que utiliza Benjamín, se refiere al uso de la

obra con fines rituales, Walter Benjamín nos menciona en qué reside importancia de estas

imágenes:

“La producción artística comienza con imágenes que están al

servicio de la magia. Lo importante de estas imágenes está

en el hecho de que existan, y no en que sean vistas.”6

6
Benjamín Walter, op. cit. Págs. 52-53
El valor de culto es, por tanto, lo que le da a la obra su carácter “mágico”, y su importancia

reside, no en el hecho de ser vistas o exhibidas, sino únicamente en su existencia; el

valor ritual ofrecía siempre imágenes del ser humano y su entorno: “y lo hacían en

obediencia a los requerimientos de una sociedad cuya técnica sólo

existe si está confinada con el ritual”7;

Sin embargo este valor que por mucho tiempo tuvieron las creaciones artísticas, se pierde

ahora con la reproductibilidad técnica pues, si bien, el valor de culto de una obra dependía

de su dificultad para ser trasladada y ser vista en diversos lugares, también dependía de

la imposibilidad que había para reproducir la imagen de manera masiva, y con la

invención de la cámara, tanto fotográfica como cinematográfica, estas imposibilidades se

volvieron en realidades de las obras de arte, adquiero de esta manera un nuevo valor: el

valor de exhibición.

A diferencia del valor de culto de una obra, su lado antagónico, el valor de exhibición, es

explotado de manera enorme por la reproductibilidad técnica; el valor de este tipo de

obras, reside en la importancia, y facilidad, que una obra tiene ahora para ser exhibida,

cambiando así de manera radical la función artística de las obras, esto debido a que,

mientras que en el valor de culto lo que se quería era resaltar un valor ritual, tomando

como inspiración y creación al hombre y su entorno, el valor de exhibición el humano

participa lo menos posible en las obras;

Con la reproducción técnica y el valor de exhibición las imágenes adquieren unas nuevas

funciones y son utilizadas con numerosos fines distintos, pues la significación se vuelve

transmisible, convirtiéndose en información. Berger nos pone un claro ejemplo de esto:

7
Ibíd. Pág. 55
“Cuando una cámara de cine reproduce una pintura, ésta se

convierte inevitablemente en material para el argumento del

realizador (…) el modo en que una imagen sigue a otra en

un film, su sucesión, construye un argumento que resulta

irreversible”8

Este es uno de los ejemplos que nos da Berger de la transformación que sufre la obra de

arte, la pintura que nos pone de ejemplo en esta cita, se trasforma en material

cinematográfico, pero no sólo en eso, también es usada como argumentación; el cineasta

la usa para darnos un mensaje específico, por eso la secuencia de imágenes que nos

muestra de la obra se trasforma en material argumentativo. Y lo que pasa con esto es que

al observar la obra, el telespectador llegará a la conclusión que el camarógrafo o el

cineasta desee mostrarnos y no a la que llegaría al observarla presencialmente acudiendo

al aquí y ahora de la obra misma.

Este es el resultado del proceso de la reproducción técnica de las obras: la pérdida del

aura, es decir de su unicidad lugar=obra, así como de la diversificación de su significado

único.

La reproducción técnica es pues un proceso dualista que, por un lado destruye el aura de

la obra, y por el otro construye las múltiples significaciones y usos que las reproducciones

le otorgan como resultado de su creación masiva.

8
Berger John, op. cit. Pág. 33-34
Introducción

El análisis que este ensayo elaborará, se fundamenta en el libro de Walter Benjamín: la

obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.

El objetivo principal del tratado es el de saber cuál es el resultado del enfrentamiento

entre la obra de arte auténtica y la obra de arte como reproducción técnica.

Tomando en cuenta la facilidad con la que la reproducción técnica puede reproducir una

obra de manera masiva, se indagará en la cuestión del aura de la obra de arte, para

saber, en primer lugar, en qué consiste ésta, y posteriormente conocer las afectaciones

que recibe con la incursión de la reproductibilidad.

De esta manera, este ensayo será un intento por saber si la obra de arte perdura en su

significación original a pesar del papel que desempeña la reproducción técnica como

difusor masivo de la misma.


Conclusión

La obra de arte en su estado “puro”, vive una unicidad que se expresa en dos aspectos de

ésta: su presencia material en el lugar que se encuentra, y su carga histórica. El aura del

obra es esta unión, esto es lo que le da su “título” de autenticidad.

La reproducción técnica llega para romper la unicidad de la obra, pues, a pesar de que lo

único que estas reproducciones no pueden copiar es el aquí y ahora de la misma, si

pueden diversificarlo, pues lo que se logra con este tipo de reproducciones, es sacar la

obra de el lugar que le es propio, y trasladarla a otros espacios que, sin ayuda de la

reproducción técnica, serían inalcanzables para ella. Este acto de sacar la obra de su

lugar correspondiente, es lo que hace que el aura de la original se pierda, pues en cada

viaje que ésta realiza, ya sea en fotografías o en imágenes televisivas, va adquiriendo

nuevas maneras de ser vista, de ser utilizada, debilitando de esta manera la significación

única que sólo la obra original posee.


Bibliografía

• Berger John, Modos de ver, Ed. Gustavo Gill, 2da edición, Barcelona, 2007.

• Benjamín Walter, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Ed.

ITACA, México, 2003.

• Danto Arthur C. El abuso de la belleza, la estética y el concepto de arte, Ed.

Paidós, Barcelona, 2005

• Danto Arthur C. Después del Fin del Arte, Ed. Paidós, Barcelona, 1999
Universidad Nacional Autónoma
de México

Facultad de Filosofía y Letras

Alumno: García Martínez Alan


Israel

Materia: Estética II

Profesor: Gerardo de la Fuente


Lora
Trabajo final: La
reproductibilidad técnica y la
pérdida del aura de la obra de
arte

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