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TRABAJO MONOGRÁFICO DE INVESTIGACIÓN

TEMA: ACCIÓN REVOCATORIA

ALUMNO: BASSO, LUCAS SEBASTIÁN

MATERIA: ELEMENTOS DE DERECHO CIVIL – PARTE GENERAL

CÁTEDRA: PROF. DR. CARLOS A. GHERSI

COMISIÓN: 6835 (GHERSI- CUIÑAS RODRÍGUEZ)

1º CUATRIMESTRE - 2010
NOCIÓN DE FRAUDE

Para poder iniciar una definición y conceptualización de la Acción revocatoria o


pauliana ordinaria, es pertinente realizar una breve introducción al concepto de
fraude. La Real Academia Española indica que [en fraude de los acreedores] “se
dice del acto del deudor, generalmente simulado y rescindible, que deja al
acreedor sin medio de cobrar lo que se le debe.” El fraude implica una referencia al
engaño que se configura por medio de actos reales, serios y no aparentes, no
simulados. No discrepa de la voluntad de la realidad que se declara sino que,
justamente, es esa realidad amparada en una norma legal la que elude las
disposiciones de otra o perjudica a un tercero.
El fraude puede tornarse inválido y nulo o bien constituir un supuesto de ineficacia
parcial por medio de su inoponibilidad al acreedor legitimado que triunfa
ejerciendo la acción pauliana.
La noción del fraude a los acreedores hace referencia a los actos del deudor que
afectan su patrimonio, teniendo por efecto la provocación o agravamiento de su
insolvencia, impidiendo de esta manera la satisfacción de los créditos contraídos
por este último, de lo que deviene un claro perjuicio para los acreedores.

ACCIÓN REVOCATORIA. CONCEPTO

Dice el Código Civil Argentino: “ARTÍCULO 961.- Todo acreedor quirografario


puede demandar la revocación de los actos celebrados por el deudor en perjuicio
o en fraude de sus derechos.
ARTÍCULO 962.- Para ejercer esta acción es preciso:
1. Que el deudor se halle en estado de insolvencia. Este estado se presume
desde que se encuentra fallido;
2. Que el perjuicio de los acreedores resulte del acto mismo del deudor, o que
antes ya se hallase insolvente;
3. Que el crédito, en virtud del cual se intenta acción, sea de una fecha anterior
al acto del deudor.”
De esta manera, el Código Civil define, en principio, la acción revocatoria. Según lo
expuesto en ambos artículos, esta acción puede ser demandada por un acreedor
con la finalidad de revocar (aunque no necesariamente) el acto de enajenación de
un bien por parte del deudor, quien, como consecuencia de tal enajenación, pase a
estar en estado de insolvencia o agrave esta situación; este estado de insolvencia
lleva consigo la consecuencia lógica de la imposibilidad del deudor de saldar sus
cuentas, con lo que el acreedor se ve perjudicado y aquí estaría el motor de esta
acción iniciada por este último, como solución a ese perjuicio.
En el art. 962, inc. 1 in fine, se refiere a la calidad de fallido del deudor y allí se
hace referencia -no solamente- al comerciante declarado en quiebra –sino
también- a aquel deudor no comerciante que haya declarado el concurso civil. Esta
calidad de fallido, al igual que el estado de insolvencia del deudor (expuesto en el
inc. 2 del mismo art.), conforma un requisito fundamental para que se pueda
iniciar la demanda de la acción revocatoria, ya que, si el deudor no se encontrara
en ninguna de estas dos situaciones, los acreedores no podrían impugnar un acto
de enajenación por parte del deudor con el fundamento de ver perjudicada la
garantía del pago de sus deudas. Es decir que, si el deudor enajenara un bien de
su patrimonio pero con tal acción no cayera en estado de insolvencia ni lo
estuviera previo a la enajenación, sería improcedente la impugnación del acto por
parte de los acreedores, quienes no podrían argüir una incapacidad del deudor
para solventar el monto del crédito.
Luego, el inc. 3 del mismo art. 962 expone como requisito el hecho de que el
crédito cuyo pago se viera imposibilitado por el acto del deudor, debe ser anterior
a este último. Queda claro que los acreedores no pueden impugnar actos de
enajenación ejecutados por el deudor antes de que éste contrajera el crédito. Y
esto se justifica por el fundamento mismo de la acción revocatoria, esto es el
derecho de los acreedores a ejecutar los bienes del deudor integrantes de la
prenda de los acreedores, por lo que ningún bien enajenado antes de la concesión
del crédito estaría formando parte de dicha prenda ni podría ser ejecutado por los
demandantes con el fin de saldar la deuda.
El art. 963 del mismo cuerpo legal, enuncia las excepciones del inc. 3 del artículo
anterior. Dice el código: “ARTÍCULO 963.- Exceptúanse de la condición 3 del
artículo anterior, las enajenaciones hechas por el que ha cometido un
crimen, aunque consumadas antes del delito, si fuesen ejecutadas para salvar
la responsabilidad del acto, las cuales pueden ser revocadas por los que
tengan derecho a ser indemnizados de los daños y perjuicios que les irrogue el
crimen.”
Llambías nos dice que la doctrina general interpreta el art. 963 en un sentido
ejemplificativo, ya que “será viable la acción siempre que el deudor intente
defraudar a los futuros acreedores, y supuesto que el crédito a favor de éstos
resulte constituido sin intervención de su voluntad, pues en caso contrario obstaría
a la admisión de la acción el principio sentado en el número precedente.”1,
poniendo como ejemplo la enajenación de bienes del patrimonio propio efectuada
por el marido que ha de divorciarse próximamente, con la finalidad de
desafectarse de la responsabilidad posterior al divorcio, respecto a la obligación de
alimentos a favor de la esposa. Borda da el ejemplo de una persona que, inducida
por una actitud vengativa, planea el homicidio de otra, enajenando antes sus
bienes para evitar el futuro pago de daños y perjuicios. La víctima o sus
herederos, en caso de que la primera hubiere fallecido, cuentan con la acción
pauliana como recurso, siempre que se cumplan las demás exigencias legales.
Es pertinente aclarar el mal uso que se le adjudica, desde gran parte de la doctrina
general, al adjetivo revocatoria para referir a la acción pauliana2. El
cuestionamiento acerca del uso de este adjetivo surge desde la finalidad que tiene
la acción en sí misma, ya que en realidad no busca revocar los actos de
enajenación efectuados por el deudor sino que los transforma en inoponibles a los
acreedores del enajenante. Entonces la acción revocatoria no invalida los actos
sino que los descarta como argumento a la hora de justificar el incumplimiento del
pago de la deuda.
La acción pauliana no cuenta con el requisito de la fecha cierta. El fundamento de
la fecha cierta es el de evitar la antidata. La razón que resguarda la innecesariedad
de una fecha cierta para la demanda de revocación es entendible desde el hecho
de que los instrumentos privados carecen de dicha formalidad.3

ACTO A TÍTULO ONEROSO.

El art. 968 expresa la necesidad de que, si la acción se aplicara a una enajenación


hecha por el deudor a título oneroso, “es preciso para la revocación del acto, que
el deudor haya querido por ese medio defraudar a sus acreedores, y que el
tercero con el cual ha contratado, haya sido cómplice en el fraude.” La
complicidad del adquirente se presupone si, al momento de contratar, éste tuviera
conocimiento de la insolvencia del deudor (art.969). Esta es una presunción iuris
tantum, que admite prueba en contrario, pudiendo el adquirente acreditar su
buena fe y su falta de propósito de defraudar a los acreedores.
El adquirente debe conocer el hecho de que el pasivo del enajenante es mayor que
su activo, es decir que debe tener conocimiento claro de su insolvencia, o del
estado de quiebra o concurso. No alcanzaría para probar su mala fe con que
supiera acerca de dificultades financieras y/o déficits característicos de una
situación de crisis económica.
La acción es improcedente si el adquirente a título oneroso lo fuera de buena fe.
La consecuencia inmediata que trae consigo la acción pauliana ejecutada contra un
adquirente de mala fe es que éste estará obligado a restituir la cosa con todos sus
frutos.
También se puede dar que quien adquiriera la cosa la enajenara, a su vez, a otra
persona, y así sucesivamente. La acción revocatoria recaerá sobre el propietario
actual del bien, siempre y cuando concurriesen los requisitos de la misma tanto
para este subadquirente como para los adquirentes anteriores. Así lo deja en claro
el art. 970 del Código Civil: “si la persona a favor de la cual el deudor hubiese
otorgado un acto perjudicial a sus acreedores, hubiere transmitido a otro los
derechos que de él hubiese adquirido, la acción de los acreedores sólo será
admisible, cuando la transmisión de los derechos se haya verificado por un

1
Llambías, Jorge Joaquin, Tratado de Derecho Civil – Parte General Tomo II, párr. 4, p. 486.
2
Acción pauliana, llamada de esta forma en homenaje al pretor Paulus, quien la introdujera por
primera vez.
3
Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil – Parte General Tomo II, §1207, párr. 4, p. 372.
título gratuito. Si fuese por título oneroso, sólo en el caso que el adquirente
hubiese sido cómplice en el fraude.” Entonces, alcanzaría con que una persona,
en la seguidilla de sucesivas transmisiones de los bienes, obtuviese la cosa de
buena fe a título oneroso para que la acción sea inviable contra los posteriores
adquirentes.
El art. 966 del Código Civil expresa que “el tercero a quien hubiesen pasado los
bienes del deudor, puede hacer cesar la acción de los acreedores, satisfaciendo el
crédito de los que se hubiesen presentado, o dando fianzas suficientes sobre el
pago íntegro de sus créditos, si los bienes del deudor no alcanzaren a
satisfacerlos.” Esto quiere decir que no es necesaria la revocación del acto para
darle cese a la acción pauliana sino que bastaría con la satisfacción del crédito o
con la entrega de las suficientes garantías (mayormente reales) del pago íntegro
de los créditos, si los bienes del deudor no llegaran a cubrir el monto de los
mismos. El pago de la deuda por parte del adquirente (dueño del bien al momento
de la demanda) es una de las especies del pago por subrogación (art. 768, inc. 3,
Código Civil). En cuanto a las garantías ofrecidas, si no hubiere acuerdo,
corresponderá al juez tomar la decisión.

ACTO A TÍTULO GRATUITO

En el caso de que el bien fuera adquirido a título gratuito, no se le da importancia


a la buena o mala fe del adquirente. Sólo se tendrán en cuenta los requisitos
generales expuestos en el art. 962. Aunque el adquirente probara su buena fe y la
ignorancia del estado de insolvencia del deudor, el acto puede ser revocado a
solicitud de los acreedores (art. 967). La revocación de este acto supone
simplemente la extinción de un beneficio y no la pérdida de un derecho adquirido,
como en el caso de los bienes adquiridos a título oneroso.

TITULAR DE LA ACCIÓN

La acción puede ser iniciada por cualquiera de los acreedores que se viera
perjudicado por la enajenación de bienes del deudor. Si bien, el Código Civil, en su
art. 961 sólo menciona a los acreedores quirografarios, distinguiéndolos así de los
privilegiados e hipotecarios o prendarios (basándose en el privilegio y las garantías
con que estos últimos cuentan), en la aplicación puede ser iniciada por cualquiera
de estos acreedores. Nos dice Borda: "En algún fallo se ha reconocido a los
acreedores hipotecarios el derecho a pedir la revocación de un contrato de locación
que disminuía considerablemente el precio del inmueble.". Bien podría darse que el
privilegio de los acreedores no alcanzara para cubrir el total de la obligación
porque el acreedor hubiere hecho desaparecer sus bienes por medio de actos
fraudulentos.
Los arts. 1297 y 1298 indican que la acción puede ser también intentada por la
mujer contra cualquier arrendamiento que hubiese hecho el marido después de la
demanda puesta por ella sobre la separación de bienes, si no fuese con su
consentimiento, o con autorización judicial. Hoy en día se entiende que cualquiera
de los dos cónyuges podría iniciarla, por estar estos en situación de igualdad en lo
atinente a la administración y disposición de sus bienes.

ACTOS INIMPUGNABLES POR MEDIO DE LA ACCIÓN PAULIANA

La única garantía que tienen los acreedores recae sobre el patrimonio del deudor,
lo que trae como consecuencia el hecho de que los actos extrapatrimoniales, v.gr.,
reconocimiento de hijos naturales, acciones de estado, etc., no pueden ser
atacados por medio de este recurso.
Además, hay actos patrimoniales que también están excluidos de la acción de los
acreedores. Se trata de aquellos actos cuya realización, por su propia naturaleza,
depende sólo del criterio del deudor. Esto pasa con la renuncia a derechos
personalísimos, como puede ser intentar la revocación de una donación por
ingratitud del donatario. Existe una distinción entre aquellos actos que
empobrecen al deudor (a modo de ejemplo: rechazar una sucesión) y aquellos por
los cuales el deudor rechaza un beneficio para no enriquecerse (rehusar un
ofrecimiento de donación). La diferencia entre ambos es que, en el primer caso, la
sucesión genera un ingreso de bienes al patrimonio del deudor y, al ser rechazada
por éste, se da una salida de dichos bienes, disminuyendo el patrimonio; en
cambio, en el segundo caso, el ofrecimiento de la donación no había traspasado
ningún bien al patrimonio del deudor y si éste la rechazara sólo estaría evitando un
enriquecimiento pero no estaría disminuyendo su patrimonio. Además, este último
supuesto de la donación está expuesto en los arts. 1852 y 1864 del Código Civil,
siendo el último más clarificador al decir que “la revocación de una donación
por causa de ingratitud, no puede ser demandada sino por el donante o sus
herederos.”.
Hay otros tantos actos que presentan discusiones acerca de la posible o
improcedente aplicación de la acción pauliana sobre ellos.
1- Pago. Si bien, el art. 737 del Cód. Civil dice que “el pago hecho por el deudor
insolvente en fraude de otros acreedores es de ningún valor”, debe tenerse en
cuenta que eso se aplica en caso de pagos efectuados en condiciones anormales,
como pueden ser una deuda de plazo no vencido o bajo condición no cumplida,
pero no se aplicaría si se tratara del pago de una obligación vencida, ya que en tal
caso no se trata de un fraude hacia los demás acreedores sino sólo del ejercicio del
derecho.
También se debe aclarar que, respecto de la dación en pago, sólo es impugnable si
el valor de la cosa entregada en pago fuera sensiblemente superior a la deuda
pero, si se tratara de una deuda vencida y el precio fuera justo, el pago es
irrevocable.
En cuanto al pago de una obligación natural, en la que el acreedor no tiene
recursos legales para exigir el pago de la deuda, es decir que no se trata de una
obligación en el plano del derecho (sino sólo una en el plano moral), el pago de
dicha obligación sería en perjuicio de los demás acreedores, ya que estos serían en
realidad quienes soportarían esa disminución del patrimonio, o sea de la propia
garantía de sus créditos. Aquél que pague una obligación natural está renunciando
a la facultad legal de no pagarla y, por tanto, este acto es revocable. El art. 964
del Cód. Civil les otorga a los acreedores la facultad de revocar todos aquellos
actos por los cuales el deudor impidiese una mejora de su propia fortuna.
2 – Constitución de garantías (hipoteca, prenda): si se tratara de
obligaciones vencidas, al igual que en el caso del pago, la acción pauliana es
improcedente. Sólo son impugnables las constituciones de garantías en favor de
obligaciones no vencidas.
3 – Herencia. En principio, la renuncia a una herencia es un acto atacable por la
acción revocatoria (art. 3551 del Cód. Civil) porque por medio de ella el heredero
estaría dando salida a parte de su patrimonio; pero pueden darse también casos
excepcionales en los que, por la aceptación de una sucesión, el heredero
contrajera, en lugar de beneficios para su patrimonio, dificultades para evitar el
deterioro del mismo (deterioro que perjudicaría a los acreedores); en estos casos
excepcionales, el juez podría entender que tal renuncia no sería susceptible de ser
revocada. La renuncia a un legado también es un acto impugnable.
En cuanto a la aceptación de una herencia que trajera aparejada un deterioro del
patrimonio del heredero porque las cargas son mayores que los bienes que la
componen, el acto puede ser revocable si se probara una connivencia fraudulenta
entre el heredero y los acreedores hereditarios (art. 3340). Pero este último
requisito probatorio torna bastante ilusoria a la acción.
Por su lado, la partición de herencia puede revocarse si se demostrara que fue
realizada de alguna forma que termine por perjudicar a los acreedores de alguno
de los herederos.
4 – Obligaciones nuevas. Estos actos efectuados por un insolvente no podrían
ser revocables porque, si bien generaría el derecho de un nuevo acreedor a la
prorrata sobre los bienes, provocando el perjuicio de acreedores anteriores,
implican un ingreso de bienes al patrimonio. Entonces sólo podrían ser
impugnados aquellos actos en los que se probara la simulación y la intención de
defraudar por medio de la sustracción de una porción del activo.
5 – Renuncia a la indemnización de daños. Si se tratara de la indemnización
de daños sufridos por la comisión de un hecho ilícito, el acto puede ser revocable
porque generaría un perjuicio claro para los acreedores. Pero si se renunciara a la
indemnización de un daño moral, por tratarse este de un derecho personalísimo y
de un daño que sólo puede ser apreciado por la víctima, el acto no puede ser
interferido por los acreedores.
6 – Renuncia al usufructo paterno, tutela y curatela. En este apartado se
tiene en cuenta el hecho de que se trata de derechos personalísimos y que el
usufructo debe ser utilizado, principalmente, al mantenimiento, alimentación y
educación del menor. Pero sí puede ser procedente la acción sobre bienes
adquiridos con el producido del usufructo.
La renuncia a ejercer una tutela o curatela es impugnable, a pesar de que la
décima del tutor esté destinada a la retribución de tareas y no a la alimentación
y/o el mantenimiento. Lo que se tiene en cuenta es que se trata del ejercicio de
derechos de familia, en los que el aspecto patrimonial es secundario.
7 – Actos procesales y sentencias. Pueden ser revocados a través de la acción
pauliana si se probare que fueron producidos por el actor y el demandado en
colusión fraudulenta para perjudicar a los acreedores.

EFECTOS DE LA ACCIÓN

Aquellos acreedores que iniciasen la acción podrían ejecutar los bienes enajenados
por el deudor con el fin de obtener de su producto el beneficio para satisfacer sus
créditos. Si de la ejecución de dichos bienes se obtuviese un producto que supera
el monto de los créditos, la parte sobrante estaría destinada al adquirente y no al
deudor. Esto ocurre porque los actos de enajenación no pierden validez sino que
sólo son inoponibles al acreedor. De allí se entiende que el acreedor pueda
ejecutar los bienes enajenados y también que el adquirente obtenga lo que
sobrase, ya que él es el verdadero dueño del bien (y no quien los enajenara), a
pesar de que la finalidad de la enajenación haya sido fraudulenta (recordemos que
el acto no se anula para las partes ni para terceros no demandantes). También el
art. 965 agrega que la ejecución de los bienes del deudor sólo corresponde al
acreedor demandante, quien además es el único beneficiario de tal ejecución. En
este artículo también queda expuesto que la revocación de los actos será
pronunciada sólo hasta el importe de los créditos en favor de los cuales se iniciase
la demanda.
Los expuestos en el párrafo anterior son los efectos inmediatos que trae consigo la
acción pauliana. Pero además puede acarrear otras consecuencias en las
relaciones entre deudores y adquirentes, por el hecho de mantenerse la validez del
acto, como es el recurso en favor del adquirente de pedir la reparación del daño
por parte del deudor; aunque en este punto merece que se haga una distinción
entre los adquirentes a título oneroso y los adquirentes a título gratuito, ya que
éstos últimos carecerían de todo derecho a reclamar la indemnización. El art.
3352, referido a la renuncia de la herencia, sirve de apoyo a esta postura. Hay
otros autores que coinciden en que la indemnización cabe tanto para los actos a
título oneroso como a título gratuito.
El fundamento de esta indemnización a los adquirentes estaría en el derecho a
reembolso que tiene quien ha pagado una deuda ajena.
De todas maneras, esta cuestión de la indemnización a los adquirentes por parte
del deudor enajenante sólo tendría interés en el caso en que éste hubiere
adquirido bienes con posterioridad o si el adquirente probara que la insolvencia del
deudor era sólo aparente, demostrando que había ocultado bienes, de los que
luego se supiera la existencia.

PRESCRIPCIÓN

"ARTICULO 4.033.- La acción de los acreedores para pedir la revocación de los


actos celebrados por el deudor, en perjuicio o fraude de sus derechos, se prescribe
por un año, contado desde el día en que el acto tuvo lugar, o desde que los
acreedores tuvieron noticia del hecho."

SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS DE LA ACCIÓN REVOCATORIA CON LA


ACCIÓN SUBROGATORIA

Entre la acción revocatoria y la subrogatoria son más las diferencias que las
semejanzas. De todos modos, entre estas últimas se pueden señalar el hecho de
que ambas tienen carácter patrimonial porque se relacionan con la necesidad de
hacer efectivo al patrimonio del deudor como garantía del cobro de los créditos por
parte de los acreedores; ambas son acciones relacionadas con la insolvencia del
deudor, ya sea para prevenirla como para remediarla. Por medio de la acción
subrogatoria, “los acreedores pueden ejercer todos los derechos y acciones de su
deudor, con excepción de los que sean inherentes a su persona.” (art. 1196, Cód.
Civil); mientras que por el lado de la acción revocatoria, como hemos visto, es
requisito indispensable tal estado de insolvencia del deudor para poder iniciarla.
Entre las diferencias, una muy clara es el hecho de que la acción revocatoria
aprovecha sólo al acreedor demandante y, en cambio, la subrogatoria aprovecha a
todos los acreedores, como si el derecho adquirido sobre los bienes hubiese sido
transmitido por el mismo deudor.
Otra diferencia importante está en que la acción subrogatoria tiene una existencia
nominal, es una facultad de los acreedores para ejercer las acciones del deudor,
sean de la índole que fueren (reales o personales, posesorias o petitorias, etc) y
por lo tanto no constituye una acción autónoma ni tiene un propio régimen de
prescripción. La acción revocatoria, por el contrario, tiene un régimen propio,
requisitos particulares de admisión, lapso de prescripción, etc.

COMPARACIÓN ENTRE LA ACCIÓN PAULIANA Y LA ACCIÓN DE


SIMULACIÓN

La acción de simulación se refiere a la verificación de la inexistencia del acto


jurídico sólo aparente. La acción revocatoria busca la inoponibilidad de los efectos
de actos reales y efectivos.
Bien puede utilizarse la acción de simulación para justificar una acción revocatoria,
por ejemplo, si se da una apariencia inocente (simulación relativa) a un acto
fraudulento o perjudicial. En este caso, la acción de simulación deshace la
apariencia engañosa y la revocatoria se admite para alegar la inoponibilidad del
acto real.
Por tener naturaleza diversa, se entiende que ambas acciones también tengan una
diversidad en cuanto a sus regímenes. El beneficio de la acción de simulación
alcanza a todo interesado en el reconocimiento de la inexistencia del acto jurídico
ficticio y no es requisito para ejercer la titularidad de la acción una fecha anterior
al acto. Por su parte, la acción revocatoria sólo beneficia al demandante que,
además, debe comprobar que el crédito por el cual inicia la acción es anterior al
acto que se intenta impugnar. En cuanto a la prescripción, se entiende que la
acción de simulación es siempre imprescriptible, mientras que hemos visto que la
acción revocatoria prescribe en el lapso de un año. Vale aclarar que, si la acción de
revocación se conjugara con la de simulación, el plazo de admisión de la primera
se extiende a dos años.

ANTECEDENTES, ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO

Este es un procedimiento que fue concebido en Roma cerca del fin de la República,
en época anterior a Cicerón. Su surgimiento se da juntamente con el desarrollo del
Derecho pretorio y su razón de ser es servir de utilidad a la hora de dar respuesta
a la iniquidad e ineficacia del “Ius Civile Quiritarium”.
La Acción Pauliana nace ante la necesidad de regular efectivamente las
enajenaciones fraudulentas contra el acreedor y, si bien ya existían otros
procedimientos para tal efecto, estos carecían de una regulación específica y de
soluciones equitativas.
Según algunos autores, la Actio Pauliana fue creada por un pretor llamado Paulus
entre 150 y 125 a.C., aproximadamente. Hay quienes se la adjudican al
jurisconsulto Paulo, el cual, junto con Ulpiano y Juliano, habría sido de los
principales jurisconsultos que dieran precisión acerca de este recurso, en el
período del Derecho Clásico. En este período, la Actio Pauliana tenía carácter y
valor marcadamente penal, ya que el fraus creditorum era considerado como
delita privata. Pero en el Derecho Justinianeo dejará de producir tales efectos.
En el período que se inicia en 527 d.C., con el advenimiento de Justiniano al trono,
se elabora la mayor compilación del Derecho Romano (el Corpus Iuris Civilis),
donde está contenido el Digesto, formado por recopilación e interpolación de las
más valiosas opiniones de los jurisconsultos del Derecho Clásico.
Según el profesor Alfredo Di Pietro, la restitutio in integrum y el interdictum
fraudatorium parecen haberse fusionado para conformar una Acción Pauliana o
revocatoria.
Esta era una acción por medio de la cual se podían revocar todos los actos que un
deudor hubiere realizado en perjuicio de sus acreedores. Tiene el interés de
proteger a toda persona que fuere víctima de un fraude por parte de su deudor y
se relaciona con la transmisión que el deudor hacía a veces de su patrimonio para
defraudar a sus acreedores. Con frecuencia, los deudores voluntariamente se
hacían pobres, enajenaban sus bienes, caían en estado de insolvencia y, por lo
tanto, los acreedores no contaban con la masa patrimonial de su deudor con la
cual poder satisfacer sus créditos. La revocación de los actos de venta de los
bienes debía ser solicitada en el plazo del año de su celebración y tenía la
característica de ser una acción in factum, arbitraria, temporal e intransmisible a
los herederos en ciertos casos. Esta acción también se le concedía a los acreedores
contra los adquirentes gratuitos o donatarios de buena fe sólo en la medida de su
enriquecimiento. Si el tercero adquiría el bien a título oneroso, sólo era procedente
la acción contra aquél que fuera cómplice en el fraude pero no para el que había
comprado de buena fe, que contaba con la ventaja de la posesión.
El efecto principal era la restitución de los bienes fraudulentamente cedidos o
enajenados, para volverlos al patrimonio del demandado (también se incluían los
frutos o productos que de la cosa enajenada se obtuvieran).

DERECHO COMPARADO.

Tomando la base del Derecho Romano Clásico, la Acción Revocatoria fue incluida
en los sistemas codificados modernos prácticamente con las mismas
características.
En el Derecho Francés aparece citada brevemente en el art. 1167, brevedad que
según algunos autores se explica por la necesidad de usar los principios
tradicionales para las soluciones de las dificultades que surgieran en la práctica.
En el Código Civil I de 1942 del Derecho italiano, la acción se encuentra regulada
en el ordenamiento jurídico a partir del art. 2901 hasta el 2904. Es decir que en
sólo cuatro artículos, la materia es legislada de forma breve pero efectiva. Se
requiere, en síntesis, que el deudor y los terceros adquirentes conocieren el
perjuicio que el acto genera al crédito, al momento de realizarlo; si se tratara de
actos anteriores al surgimiento del crédito, deben haber sido preordenados de
forma dolosa (y para el caso de terceros adquirentes a título oneroso, estos deben
ser cómplices de tal preordenación dolosa). No es revocable el cumplimiento de
una deuda vencida y, cuando la adquisición del bien precede a la demanda de
revocación, la ineficacia del acto no perjudica el derecho adquirido a título oneroso
por subadquirentes de buena fe; en materia de obligaciones nuevas, al igual que
parte de nuestra doctrina, la italiana opina que las asunciones de nuevas
obligaciones quedan excluidas de la acción de los acreedores porque no son actos
de disposición sino premisa de posibles enajenaciones que no implican disminución
del patrimonio hasta que no se cumplan (y sólo si se cumplen); esto se puede
entender también porque el deudor no tiene el deber de no disminuir la garantía
común de los acreedores sino que estos solamente tienen el derecho de
defenderse contra las disminuciones de la garantía, si sobrepasaran ciertos
límites.4 Los efectos que conlleva, por el lado del acreedor es la posibilidad de
promover contra los terceros adquirentes una acción de ejecución o conservación
de los bienes que formaron el objeto del acto impugnado; por el lado del tercero
adquirente que tuviere frente al deudor derechos de crédito dependientes del
ejercicio de la acción revocatoria, sólo puede contraer el producto que se obtuviese
de los bienes después de que el acreedor haya sido satisfecho. A diferencia de
nuestro Código Civil, el art. 2903 del ordenamiento legal italiano prevé un plazo de
cinco años contados a partir de la fecha en que el acto fue producido. Por último,
el art. 2904 indica que quedan a salvo las disposiciones de la acción revocatoria en
materia de quiebras y en materia penal.5
El Derecho español sólo hace una escueta referencia en la última parte del art.
1111 donde expresa que los acreedores pueden impugnar también los actos que el
deudor haya realizado en fraude de su derecho, por lo que es necesario remitirse a
los artículos del Código de Comercio para completar el desarrollo de este recurso.
El art. 2491 del Código Civil colombiano sintetiza la acción pauliana. Queda
expuesto que los acreedores tienen derecho para que se rescindan los actos que el
deudor haya efectuado en su perjuicio con dolo, listando desde contratos
onerosos, hipotecas, prendas y anticresis (teniendo estos también como requisito
la mala fe del adquirente), hasta remisiones y pactos de liberación a título
gratuito; el requisito primordial es la intención de defraudar. La prescripción que
se le da en el ordenamiento colombiano es de un año, contado desde la fecha del
acto.´

4
MESSINEO, F., Manual de Derecho Civil y Comercial, cit., § 108, párr. 4, p. 151.
5
Alterini, Atilio, Instituciones de Derecho Privado Moderno - Problemas y propuestas., párr. 2, p.
554.
REFERENCIA JURISPRUDENCIAL

CNCiv. Sala K -13/02/2008. "Capón, Carlos Antonio y otro c/ Rabuffetti, Alejandro


Luis Alberto y otro"
El día 13 de febrero de 2008, la Sala K de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil, en expediente “Capón, Carlos Antonio y otro c/ Rabuffetti, Alejandro Luis
Alberto y otro”, “decide: revocar la sentencia de la instancia anterior, haciendo
lugar a la acción pauliana y decretar la inoponibilidad de la donación en el 50%
que correspondía al deudor, respecto de los actores hasta la concurrencia de su
crédito, con costas en ambas instancias a los demandados vencidos.”
Carlos Antonio Capón y Pablo Santiago Capón demandaron la revocación de la
donación que Julio Horacio Rabuffetti efectuó a favor de sus hijos Alejandro Luis
Augusto Rabuffetti y Marcela Silvia Paula María Rabuffetti.
Los actores son acreedores de Julio Horacio Rabuffetti, en virtud de la regulación
de honorarios efectuada a su favor el 2 de marzo de 1993, en los autos "P., C. J.
c/ Federación del Personal de Vialidad Nacional s/ ordinario", que corren por
cuerda (conf. fs. 582/583 y 602). En las citadas actuaciones, en las que
intervinieron como letrados de la parte actora, se dictó sentencia haciendo lugar a
la demanda y condenando a Julio Horacio Rabuffetti al pago de una suma de
dinero, con más la actualización monetaria, intereses y costas (conf. fs. 443/448 y
su confirmación a fs. 505/508).
A su vez, la donación cuestionada se celebró el 8 de mayo de 1992, y fue
efectuada por Vilma Augusta Pía Crida, con el asentimiento de su cónyuge Julio
Luis Augusto Rabuffetti, a favor de sus hijos Alejandro Luis Augusto Rabuffetti y
Marcela Silvia Paula María Rabuffetti, respecto del inmueble sito en la calle Conesa
…, mediante escritura pública n° …, por intermedio del Escribano C. G. F., titular
del Registro …, de esta Ciudad (conf. fs. 158/161).
El sentenciante de la anterior instancia rechazó la demanda, imponiendo las costas
a los actores vencidos, con fundamento en dos cuestiones centrales: los actores no
acreditaron la insolvencia de su deudor Julio H. Rabuffetti y el perjuicio a los
acreedores no resultó del acto del deudor, ya que el inmueble donado era un bien
ganancial adquirido por la mujer, y ésta fue quien realizó la donación.
Los agravios de los actores consisten en lo siguiente: 1) Sostienen que se ha
demostrado que Julio Horacio Rabuffetti es insolvente; 2) que la sentencia resulta
contradictoria con los fallos que cita; 3) que no tuvo en cuenta la teoría de las
cargas probatorias dinámicas; 4) que ignoró las constancias del juicio de divorcio y
medidas precautorias y las del juicio "P., Carlos Jorge c. Federación del Personal de
Vialidad Nacional y otro sobre ordinario"; 5) que al momento de la donación el
inmueble de la calle C. pertenecía a los cónyuges Crida-Rabuffetti por partes
iguales, porque se encontraba disuelta la sociedad conyugal, conforme los efectos
previstos por el art. 1306 del Código Civil.
Respecto de la insolvencia del demandado Julio Horacio Rabuffetti, se presume a
partir de los actos de disposición efectuados por él y la consiguiente ocultación del
dinero obtenido, los bienes a nombre de terceros; la omisión de liquidación de
bienes gananciales en el juicio de divorcio y de su adjudicación, el desconocimiento
de su domicilio, el largo tiempo transcurrido sin cumplir sus obligaciones, el origen
de la deuda y sus características reflejadas en el juicio por cobro de los honorarios
del arquitecto P. , hechos que resultan suficientemente graves, precisos y
concordantes. Para la prueba de la insolvencia, resulta relevante, en cuanto la
conducta de los demandados, el principio de la carga probatoria dinámica -también
aplicable en esta materia- que impone la prueba a la parte que se encuentra en
mejores condiciones para producirla, pues ambos litigantes están obligados a
colaborar en el esclarecimiento de la verdad jurídica objetiva.
No cabe duda que los hijos del demandado que recibieron la donación estaban y
están en mejores condiciones que los actores para conocer el patrimonio de su
padre y el domicilio del mismo y ninguna prueba produjeron en autos.
Refiriendo a la donación como acto del deudor en perjuicio de los acreedores, vale
recordar que nuestro código hace prevalecer el interés de los acreedores antes que
el de los adquirentes.
El sentenciante funda su afirmación en que la donación fue efectuada por Vilma
A.P. Crida de Rabuffetti, con el asentimiento conyugal del demandado Julio Horacio
Rebuffetti. Los acreedores cuestionan esa afirmación invocando el efecto
retroactivo del art. 1306 del Código Civil.
No se discute que el bien donado era ganancial y se encontraba a nombre de la
mujer, de allí que como titular registral la donación fue celebrada por ella con el
asentimiento conyugal.
No debe olvidarse que en el peculiar caso de autos pesaba sobre el marido una
inhibición general de bienes. Teniendo presentes las características del deudor, las
circunstancias ya enunciadas y el período en que se efectuó, se considera que la
donación a los hijos fue parte de la operación de liquidación de bienes de la
sociedad conyugal sin ser adjudicados al deudor, al que correspondía el 50% de
ese bien ganancial, defraudando a los acreedores del marido. O sea que en
definitiva, aun cuando aparece donando la mujer con asentimiento, siguiendo las
normas de disposición de la sociedad conyugal, en realidad enajenaron ambos
cónyuges. Y utilizaron aquellas formas para cometer fraude. En este sentido ha
habido un acto del deudor, a quien correspondía la mitad del bien ganancial,
produciendo un empobrecimiento en su patrimonio en perjuicio de sus acreedores.
Debe recordarse que la sentencia de divorcio produjo de pleno derecho y
retroactivamente la disolución de la sociedad conyugal.

CONCLUSIÓN

Luego de este primer trabajo de investigación acerca de la acción revocatoria


estaría en condiciones de afirmar que se trata en verdad de un recurso cuya
admisión es muy compleja, por necesitar de la consecución de varios requisitos en
simultáneo, algunos de estos de difícil viabilidad, como lo es, por ejemplo, la
prueba de la complicidad de los adquirentes a título oneroso.
También fue posible observar diversas discrepancias por parte de los doctrinarios a
la hora de definir el concepto y, mayormente, la naturaleza de la acción. Esta
cuestión se ve también reflejada en el punto de Derecho comparado, donde se
visualiza, a simples rasgos, la distinta importancia y enunciación que recibe la
acción en los diferentes ordenamientos legales referidos en este trabajo.
La acción pauliana presenta características y requisitos muy específicos. Esto
genera que su viabilidad sea pocas veces posible. También es por esto que se
tiene muy en cuenta el criterio del juez a la hora de producir una sentencia. En el
caso del fallo utilizado en la referencia jurisprudencial, se ve claramente que deben
ponerse en juego muchas cuestiones para poder llegar a una sentencia más
equitativa o acorde a un sentido más justo.
En cuanto a la Acción Revocatoria dentro de nuestro Código Civil, fue posible
observar que, si bien de los art. 961 al 972 se expone como tal, también aparece
referenciada en otros tantos artículos desparramados en diversos libros del
Código, lo que también se relaciona con la complejidad que la acción conlleva.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil – Parte General Tomo II, Editorial
Abeledo-Perrot, año 1999.
Llambías, Jorge Joaquin, Tratado de Derecho Civil – Parte General Tomo II,
Editorial Emilio Perrot, año 1997.
Alterini, Atilio, Instituciones de Derecho Privado Moderno - Problemas y
propuestas. Editorial: Abeledo-Perrot.
Cifuentes, Santos. Elementos de Derecho Civil. Parte general. Edición: 4. Editorial:
Astrea.

BIBLIOTECA CONSULTADA.

Biblioteca de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

FUENTES INFORMÁTICAS CONSULTADAS.

http://www.scribd.com
http://defenpo3.mpd.gov.ar
http://bibliotecajuridicaargentina.blogspot.com

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