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LA SOMBRA DE BASURO

En singularidades es cuando realmente se ponen a


prueba las generalidades y es acaso en estos
momentos cuando los lazos se agrietan y quedan en
pie aquellos que son más fuertes que la sangre
misma.
Basuro era una singularidad, era más que eso,
acaso un perro chusco con manchas de hiena y
chúcaro en cada movimiento, su pelaje muy opaco
igual que sus ojos, arrastraba la cola y dejaba caer
las orejas cada vez que se sentía cohibido o con
hambre.
A Basuro lo encontré en unos suburbios a las
afueras de la ciudad, afligido por el aciago panorama
gris de aquella y del cielo que combinan
lujuriosamente para hacerte sentir peor cada día.
Manejaba por la defectuosa carretera que parecía
abandonada, buscando algo despejado, quizás el
cielo, quizás mi mente, cuando después de pasar
por aquellas precarias casas desniveladas e
improvisadas llenas de moho en sus techos,
después de escrutar cada una de ellas tan pobres
pero con un cielo tan lindo, pensé en algún momento
si priorizaría mi caliente departamento o aquel frío
cielo tan celeste y virgen, de repente estaba él
parado encima de aquel muladar, de aquel
montículo de desperdicios; de basura, apenas un
cachorro mirándome a lo lejos, sus orejas caídas y
aquella tierna lengua desproporcionada que colgaba
de sus mandíbulas, frene el carro y supe que era
eso lo que salí a buscar tan anormalmente esa
mañana, a pesar de mi figura delgada vestido todo
de negro y con unos lentes oscuros que debieron
parecerle ojos enormes a Basuro, él nunca huyó de
mi, fue como si él también estuviera esperándome,
el porqué del nombre Basuro creo que es evidente,
pero más que eso, Basuro era la sombra de aquel
lugar tan pobre y olvidado, no se me ocurrió mejor
nombre que uno que reflejase su procedencia y su
aspecto.

A Basuro le encantaba la comida pero sobre todo la


libertad, la primera semana que estuvo conmigo
arruinó totalmente la puerta de arañazos y
mordiscos, así que decidí darle libertad y esperar a
su retorno, en el fondo sabia que el siempre
regresaría, y así paso casi un año con sus salidas
repentinas, a veces regresaba a casa al día
siguiente, era como un humano bohemio pero
esencial, porque descubrí que viajaba largas
distancias solo para reencontrarse con sus
hermanos, algo muy extraño en un perro, así que
para mí las teorías de que los animales no tienen
sentimientos son un disparate, a veces pensé
también que presentía cuando tendría visita y quería
dejarme solo, fue así como de costumbre salió de un
zarpazo y a los pocos minutos llegó Raquel a mi
casa con una botella de vino y dispuesta a
cocinarme algo, casi no cenamos aquel día pero
tuvimos sexo como de costumbre y al día siguiente
nuevamente solo esperando la llegada de Basuro,
pasaron tres días y ni una pulga de Basuro, decidí
buscarlo y terminar con la incertidumbre. (Continua)

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