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CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES EN EDUCACIÓN

DOCTORADO EN EDUCACIÓN

CULTURA ESCOLAR Y APRENDIZAJE ORGANIZATIVO

DR. MARCO EDUARDO MURUETA

ENSAYO

Las ceremonias cívicas en la cultura


escolar y organizativa de la escuela
secundaria

PRESENTAN:

JULIO CESAR BARRERA JUAREZ

México, 2010
Introducción
La educación mexicana es el medio fundamental para adquirir, transmitir y
acrecentar la cultura, además de fortalecer la conciencia de la nacionalidad y de la
soberanía, el aprecio por la historia, los símbolos patrios y las instituciones
nacionales, así como la valoración de las tradiciones y particularidades culturales
de las diversas regiones del país (Ley General de Educación, 2003) en este
sentido y a propósito de las celebraciones del bicentenario de la independencia y
el centenario de la revolución, es un buen momento para reflexionar sobre los
valores, identidad, nacionalismo de nuestro país y cómo la escuela fomenta esta
identidad y nacionalismo, recuperando nuestro pasado pero sobre todo
visualizando escenarios posibles para el futuro.
Porque los Símbolos Patrios -el escudo, la bandera y el himno nacionales-
son representación de identidad, carácter, singularidad y unidad del pueblo
mexicano, así como expresión de la condición soberana e independiente de la
nación; considerando que honrar estos Símbolos Patrios es refrendar nuestra
firme adhesión a la historia, al presente y al porvenir de nuestra patria; a la larga
trayectoria de luchas en favor de la soberanía, la libertad y la justicia que han dado
forma y sentido a México; al infatigable esfuerzo colectivo que cotidianamente se
realiza en todos los ámbitos para fortalecer a la nación y al horizonte de grandeza
hacia el que se orientan los anhelos y empeños del pueblo mexicano.
La escuela por su parte, a través de las ceremonias cívicas pretende formar
un sentido patrio nacionalista, pero ¿cuál es el marco legal que regula a las
ceremonias cívicas en la escuela?, ¿qué sentido de identidad se promueve en la
comunidad escolar al realizar y participar en las ceremonias cívicas?; ¿qué
implicaciones organizativas tiene la escuela para realizar estas actividades?; ¿qué
significa para los adolescentes de secundaria participar en las ceremonias
cívicas? Para dar respuesta a estas preguntas es necesario contextualizar el
marco legal, la cultura escolar, considerando a la escuela como marco
sociocultural en el que se promueven valores, hábitos y actitudes a partir de los
cuales el adolescente de secundaria irá conformando su personalidad.
Nación y nacionalismo: un cruce de ideas confusas.
El concepto de nacionalismo ha variado a lo largo de la historia, en la
revolución francesa la nación nacía por la voluntad de unión de los ciudadanos.
Luego el nexo fue la tierra, la lengua o la etnia comunes.
Este concepto aparece como un concepto comodín, utilizado por los
políticos y teóricos a conveniencia. Para comprenderlo, resulta útil repasar algunas
de las teorías sobre las que se han estructurado las confianzas y desconfianzas
en torno al término nación.
Se distinguen, fundamentalmente, dos ideas modernas de nación. Una
correspondía a la ilustración y se enclava en la ideología de la Revolución
Francesa. La otra surgida de la noción de Volksgeist (espíritu del pueblo) y
desarrollada por Johann Gottfried Herder- Filosofo teólogo y literato alemán –
constituiría el concepto de nación romana.
Desde la primera perspectiva, la nación designa al conjunto de los sujetos
contratantes que deciden entregar el poder a la voluntad general. La Revolución
francesa fue el primer paso y el más significativo del control del Estado desde la
vieja aristocracia a la nueva capa social de la burguesía. Además, marca el
cambio de los viejos Estados del Antiguo Régimen a los nuevos Estados-nación.
Según esta postura teórica la nación se nutria del conjunto de la población,
ya que esta detentaba la soberanía. Los súbditos-vasallos de la monarquía
absoluta quedaban convertidos en ciudadanos. Y para ser ciudadanos de ese
Estado-nación no era preciso haber nacido en él; bastaba con creer en los
principios de libertad, igualdad y fraternidad que hacían a todos los hombres
ciudadanos.
Por oposición, la nación romántica basada en el Volksgeist se caracterizaba
en 1795 a través de la noción “alma colectiva” es decir la nación estaba pensada
bajo la idea de la diferencia, no bajo la igualdad. Y tiene una fuerte carga afectiva.
Esta inscrita en el Ser, antes de que el ser razone o elija. La nación era un
conjunto de personas de un mismo origen étnico como una tradición común. La
sociedad política ideal era aquella que se asentaba sobre una comunidad
homogénea y sobre un núcleo concreto y distinto de los demás. De este modo,
todas las mitologías nacionalistas entroncarán el nacimiento de su país con un
origen épico y heroico e inevitablemente.

Uso de símbolos: Himnos y banderas


Desde el comienzo del siglo XIX, el uso y construcción de mitos y símbolos
nacionales y desarrollo de una liturgia nacionalista harán que el pueblo participe
activamente en la mistificación nacional. La nacionalización de las masas se
conseguirá a través de ceremonias de deificación de la nación; el patriotismo se
convertirá así en una nueva religión secularizada. La bandera nacional, el himno
nacional y los monumentos a los héroes de la patria se convertirán en emblemas a
través de los cuales una nación expresa su identidad más profunda.
Porque el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales cuentan con
orígenes, evolución y significados cuyo conocimiento y valoración resultan
fundamentales, como parte de un deber cívico insoslayable dirigido al
fortalecimiento del sentido de comunidad y pertenencia nacional de todos los
mexicanos;
El Escudo Nacional alude a los augurios de grandeza y certidumbre bajo
los que fue fundada en 1325 la antigua nación mexicana, simbolizados por el
águila que representa la fuerza cósmica del sol y la serpiente que señala las
potencialidades de la tierra, significando la conjunción de dos de los principios
vitales de la cosmogonía de los viejos pueblos nahuas y con ello el carácter
optimo del territorio donde se edifico la ciudad de México- Tenochtitlán.
El Himno Nacional constituye un entrañable, vigoroso y perenne llamado a
la defensa de la nación y es también un testimonio fidedigno del heroísmo y el
sacrificio con los que se ha luchado por mantener su carácter soberano en las
circunstancias más difíciles de nuestra historia; la Bandera Nacional es el Símbolo
que, por excelencia, identifica a México en el concierto de las naciones del mundo
y que sus colores expresan la esperanza, la pureza y la voluntad de vivir y luchar,
en tanto ideales de la nacionalidad mexicana; y al venerar a nuestros Símbolos
Patrios rendimos tributo a los hombres y mujeres que a lo largo de la historia
consagraron su vida, su esfuerzo y talento a la construcción de una nación
soberana, libre y justa, así como a las gestas y causas bajo las que desplegaron
sus empeños patrióticos.

Mitos y realidades del nacionalismo mexicano


Guerra, guerra sin tregua al que intente/ De la patria manchar los
blasones!/!Guerra, guerra! Los patrios pendones,/ En las olas de sangre
empapad./En las olas de sangre empapad./ ¡Guerra, guerra! En el
monte, en el valle/ Los cañones horrísonos truenen./Y los ecos sonoros
truenen/Con las voces de ¡Unión!, ¡Libertad!

Con esta alusión poética, la estrofa II del Himno Nacional Mexicano


describe mediante una ferviente apología de los valores patrióticos, la importancia
que durante la época revestían principios como la independencia y unidad del
país.
Este valor simbólico se ha dado también a la bandera y el escudo, que en
las ceremonias cívicas, eventos oficiales, son dignamente enarboladas para
significar que, más allá de las diferencias, a los mexicanos nos une un sentimiento
de identidad y orgullo compartido por pertenecer a este suelo.
Pero, más allá del protocolo asociado con los símbolos patrios, el júbilo
desbordado en las plazas públicas al compás del mariachi y los gritos de ¡viva
México! durante las noches de 15 de septiembre o las ruidosas celebraciones por
los triunfos de la Selección Nacional Mexicana de Futbol vale la pena preguntar:
¿En realidad hay lazos comunes que unifiquen a todos que compartimos este
territorio? ¿Es posible hablar de una Identidad nacional mexicana? ó más
concretamente ¿bajo que formas se manifiesta el nacionalismo en México?

Un poco de historia: primeras manifestaciones e independentismo


El nacionalismo mexicano, entendido como un proyecto político formal
destinado a construir un Estado independiente del dominio español, aparece
incesantemente durante el movimiento a favor de la independencia. Ya uno de los
puntos presentados por el general José María Morelos y Pavón, en su documento
Sentimientos de la nación proclamaba en 1813 que “la América es libre e
independiente de España, y de toda otra nación, gobierno o monarquía”.
Dentro de este contexto, no puede dejar de mencionarse el importante
papel desempeñado por una imagen que, con toda seguridad ha llegado a
representar, más allá de los símbolos oficiales, independientemente de filiaciones
partidarias o creencias religiosas, la esencia de la verdadera mexicanidad: la
virgen de Guadalupe. Al menos así lo concibe José Guadalupe Martínez maestro
en Ciencias Históricas y catedrático de la UNAM para quién el guadalupanismo
constituyo el sello distintivo de los independistas ante los españoles quien
menciona que el momento en el cual los mexicanos pueden considerarse como
tales al enfrentarse a los extranjeros: “Creo que es un sentimiento nacional
primitivo, pero este se va a seguir desarrollando cuando nos enfrentamos contra
los franceses (1938) y particularmente la guerra contra los Estados Unidos
(1848)”
Desde luego, es preciso recordar que durante esta etapa, caracterizada por
las disputas entre la implantación de un régimen federal o centralista, la nación
mexicana, agrupando un territorio tan vasto como heterogéneo, tuvo que enfrentar
la expresión de los regionalismo (de los cuales Yucatán y Chiapas constituyeron
una buena maestra), la separación de Texas en 1830, y finalmente, tras el
enfrentamiento con los Estados Unidos, la perdida de la mitad de sus territorio
original.
Tal vez por eso, el historiador Juan José Escamilla, del Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Veracruzana, ubica el surgimiento de
la conciencia nacionalista entre los diversos sectores sociales mexicanos en una
etapa posterior a la intervención estadounidense “Yo creo que el nacionalismo
mexicano es tardío. Yo creo que la nación mexicana se da en la segunda mitad
del siglo XIX”.
Por su parte, el historiador Enrique Florescano es uno de esos
especialistas afiliados a esa idea en su libro La bandera mexicana (2000) ha
escrito: “Los escritos, símbolos, alegorías y discursos que festejaron la
consumación de la independencia muestran que la celebración de ese
acontecimiento fue uno de los momentos más intensos en la formación incipiente
conciencia histórica nacional”
“A la guerra de independencia la concibo el primer intento de crear un
Estado nacional, pero la guerra contra los Estados Unidos puso de manifiesto que
no existía ese nacionalismo, que la mayoría de los estados o las regiones
ignoraron o no se comprometieron; vieron esa guerra como algo ajeno. Y nadie o
muy pocos estados quisieron ayudar al gobierno federal”
Durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas, se dio un fuerte brote
nacionalista con la expropiación petrolera.
Mientras para unos el nacionalismo aflora, para el profesor Martínez en
nuestro país nunca hemos construido un proyecto nacional. En consecuencia, el
hecho de que gritemos “como México no hay dos” no significa que seamos
nacionalista. Eso es simplemente un desahogo ante lo que no tenemos “Al
carecer de una propuesta de nación”, porque ni siquiera constituimos un colectivo
nacional verdaderamente identificado e integrado, hemos sido siempre presas
fáciles de embates de la moda del mundo sin que las acciones que emprende la
escuela tengan significatividad y relevancia a pesar de su marco normativo.

Marco normativo de las ceremonias cívicas.


En apego a la Ley sobre el Escudo, la Bandera e Himno Nacionales
compete a las autoridades educativas Federales, Estatales y Municipales, ordenar
que en las instituciones de enseñanza elemental, media y superior, se rindan
honores a la Bandera Nacional los lunes, al inicio de labores escolares o a una
hora determinada en ese día durante la mañana, así como al inicio y fin de cursos;
por tanto es obligatoria la enseñanza del Himno Nacional en todos los planteles de
educación preescolar, primaria y secundaria. Así mismo el canto, ejecución,
reproducción y circulación del Himno Nacional, se apegarán a la letra y música de
la versión establecida en la presente Ley. La interpretación del Himno se hará
siempre de manera respetuosa y en un ámbito que permita observar la debida
solemnidad. La demostración civil de respeto al Himno Nacional se hará en
posición de firme. Los varones, con la cabeza descubierta. En el caso de la
Bandera, el saludo civil se hará en posición de firme, colocando la mano derecha
extendida sobre el pecho, con la palma hacia abajo, a la altura del corazón. Los
varones saludarán, además con la cabeza descubierta. Así mismo es obligatorio
para todos los planteles educativos del país, oficiales o particulares, poseer una
Bandera Nacional, con objeto de utilizarla en actos cívicos y afirmar entre los
alumnos el culto y respeto que a ella se le debe profesar.
Adicionalmente cada año las autoridades educativas convocan a un
concurso de coros infantiles sobre la interpretación del Himno Nacional, donde
participen los alumnos de enseñanza elemental y secundaria del Sistema
Educativo Nacional el cual es de carácter obligatorio.
Cabe destacar que a partir del año 1993 se instituye por acuerdo la
semana nacional de los símbolos patrios.

Cultura, Cultura escolar en la escuela secundaria.


Cuando tratamos de explicar el concepto de cultura, encontramos autores
que la definen de diferente manera, y dada la amplitud del concepto, se abordarán
sólo algunos que seguramente nos ayudarán a comprender este noción.
Según el diccionario de filosofía Abbagnano tiene dos significados, el
primero indica la formación del hombre, su mejoramiento y perfeccionamiento, el
segundo indica el producto de esta formación, esto es, el conjunto de los modos
de vivir y de pensar cultivados, civilizados, pulimentados a los que se suela dar el
nombre de civilización.
Entiéndase también como la formación del hombre en su mundo, esto es,
como la formación que permite al hombre vivir del modo mejor y más perfecto en
el mundo, que es suyo.
En este sentido para Freire, existen medios que sirven de instrumentos
culturales de primera magnitud para romper el retardo de amplias capas sociales,
cuya consecuencia es la 'cultura del silencio1', devolviendo así la palabra al
ignorante.

1
Freire denomina cultura del silencio a la marginación y el analfabetismo, por lo que es preciso
'dar la palabra' para adquirir la condición cívica que superase el colonialismo. (En comunicación,
Sociedad y Cultura. Perfil biográfico y pensamiento. Infoamérica PNI+D+i SEJ06-14561.
Bruner (1997) considera que la cultura da forma a la mente, que nos aporta
la caja de herramientas a través de la cual construimos no solo nuestros mundos
sino nuestras propias concepciones de nosotros mismos y nuestros poderes.
Gramsci (1987), dice que la cultura es organización, disciplina, de yo
interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior
consciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su
función en la vida, sus derechos y deberes.
Con relación a cultura escolar Pérez Gómez2 la define como “el conjunto de
significados y comportamientos que genera la escuela como institución social. Las
tradiciones, costumbres, rutinas, rituales e inercias que la escuela estimula y se
esfuerza en conservar y reproducir, condicionan claramente el tipo de vida que en
ella se desarrolla y refuerzan la vigencia de valores, creencias y expectativas
ligadas a la vida social de los grupos que constituyen la institución escolar”.
Tagiuri, (1968) la define como sistemas de actitudes, valores, normas y
significados compartidos por los miembros de una escuela. En este sentido el
centro escolar es, donde se asienta las relaciones interpersonales entre el
docente y el alumno; entre estos y sus pares; entre las relaciones jerárquicas que
se establecen entre docentes directivos, docentes de aula, paradocentes y
auxiliares, y también, y en forma muy importante en la relación que la institución
escolar establece con los padres de familia.
Entonces la cultura escolar, es vista como una red compleja de mensajes
implícitos e interrelaciones sociales, donde se construye el “currículo real” desde el
que se interiorizan representaciones, creencias, gustos, ideologías, esto es, el
saber cultural.
Veamos ahora a la escuela secundaria como marco sociocultural en el que
se promueven valores, hábitos y actitudes a partir de los cuales el adolescente de
secundaria irá conformando su personalidad.

2
Citado por Hernández Solís (2009), La cultura y gestión escolar.
La escuela como marco sociocultural
La escuela tiene un papel fundamental como centro de formación de
individuos, para el desarrollo y la superación de los alumnos como personas y
como seres humanos, es también marco sociocultural en la que se manifiestan
relaciones, actitudes y significados entre los distintos miembros de la comunidad
educativa. En este sentido Berstein (1998) considera que la escuela transmite dos
órdenes culturales: el orden expresivo se transmite a través de la ritualización en
las escuelas en tanto que el orden instrumental da lugar a una escuela
diferenciada que funciona como instrumento de división del trabajo y por tanto de
control social, y en función de ellas, y del contexto familiar y de las relaciones con
sus iguales, el alumno organiza su propia acción.
Por ello Bruner (1997) concibe la escuela y la cultura como una comunidad
de intercambios y apoyos mutuos, desafortunadamente la escuela empieza a
presentar una visión del mundo tan ajena o tan remota que muchos educandos no
pueden encontrar en ella un lugar para ellos o para sus amigos; por tanto se
necesita un movimiento de reforma escolar con una idea más clara de hacia
dónde vamos con convicciones más profundas sobre el tipo de gente que
queremos formar.
Se necesita una escuela que fortalezca en sus educandos “las facultades
de adaptación al entorno que les rodea y contribuya a la mejor convivencia
humana, el aprecio por la dignidad de las personas, la integridad de las familias y
sustente la igualdad de derechos de todos, evitando privilegios de razas, religión,
de grupos, de sexos o de individuos” (Ley General de Educación, 1993).
Asimismo se requiere un docente comprometido socialmente, que “logre
escuchar, las inquietudes y los intereses de sus educandos y vincularlos a
posibilidades trascendentes, es decir, valiosas socialmente” (Murueta 2005).

La Escuela Secundaria y las ceremonias cívicas


La escuela se constituye en el escenario privilegiado para “construir la
nacionalidad” se torna necesario difundir un relato histórico desde el Estado, para
ello se importa la tradicional idea europea de celebrar las efemérides y
acontecimientos oficiales y de construir estatuas y monumentos dedicados a los
grandes hombres, o a los ideales que representaban. La historia nacional fue
adoptada por la clase política dirigente para imponer símbolos nacionales que
fueran respetados por todos los habitantes. Dichas celebraciones, con la
participación de adolescentes cantando el himno, saludando y jurando a la
bandera, venerando a la patria favorecieron la creación de un vínculo con el
pasado para la legitimación del presente.
En este sentido la escuela reproduce ritos entendiendo que los ritos o
rituales son prácticas que intentan reproducir la estructura social a través de la
reproducción de la ideología dominante; y su estudio nos proporcionó precisiones
respecto a cuál es la ideología que transmite la escuela; más allá de sus discursos
acerca de los valores democráticos ya que la escuela transmite una ideología
autoritaria la cual se expresa a través de los rituales escolares y los educadores
transmiten esa ideología de un modo, por lo general, inconsciente.
Los rituales tienen un peculiar distintivo que es la dramatización, entendida
como condensación de algún aspecto, elemento o relación que es focalizada o
destacada (<biblio>). Describimos entonces a los rituales como asociaciones de
símbolos que poseen un carácter inherentemente dramático y que comunican
clasificando la información en diferentes contextos. Aquello que el ritual remarca
es un elemento significativo de una cultura determinada. Como acción simbólica,
el ritual subraya, destaca, resalta y torna especial cualquier acción cotidiana. Esto
último implica que no hay acciones esencialmente rituales, todo puede ser
ritualizado si se lo convierte en condensación de algún rasgo significativo de una
cultura determinada. En consecuencia, aunque los rituales poseen una base
material (suponen un espacio, tiempo, objetos y acciones determinadas, tal como
el caso de los gestos) su esencia es predominantemente simbólica; en este
sentido su función es poner en acto un significado. Por ello, el ritual opera en el
campo de las representaciones sociales y resulta un mecanismo transmisor de
ideología.
Así los actos escolares son la puesta en escena, por excelencia, del
conjunto de actividades que la escuela organiza como modo de promover la
identidad nacional y los valores de la cultura. Valores que se definen desde los
sectores hegemónicos de una formación social dada. Las poesías, los himnos y
las dramatizaciones memorizadas, las redacciones estereotipadas, las
formaciones y saludos, son ejemplos de rituales que cabalgan velando más por los
procesos que por los resultados. Al igual que en la domesticación de los cuerpos,
en este caso se intenta vincular a los símbolos y fechas patrias con ciertas
respuestas condicionadas, la nacionalidad penetra en los cuerpos, lo social se
corporiza.

Sentido y significado de las ceremonias cívicas para los estudiantes


La escuela secundaria realiza ceremonias cívicas las cuales se realizarán
todos los lunes al inicio de las labores escolares, así como en la apertura y cierre
de curso, en el interior del plantel, apegándose a lo que establece la Ley sobre el
Escudo, la Bandera y el Himno Nacional3.
En la cotidianidad de la escuela observamos primeramente los grupos se
forman, uno al lado de otro, alrededor del patio, dejando al centro un espacio
rectangular, por el cual desfilará la escolta. El micrófono y la maestro de
ceremonias se colocan frente a la entrada de la dirección de la escuela, y de ahí
sale la el directivo entregar la bandera a la escolta. La primera parte del ritual
centra la atención en uno de los símbolos de la nación, la bandera, exhibida por la
escolta a través de un recorrido frente al conjunto de grupos formados alrededor
del patio de la escuela, hasta colocarla en un lugar central para que todos los
asistentes le “rindan culto”; es decir, le manifiesten por medio de gestos y cantos
su respeto.
Para los adolescentes es claro que las ceremonias cívicas tienen un
objetivo específico, y en todos los casos lo relacionan con los significados
simbólicos que le otorgan a la bandera nacional y a los símbolos patrios.
Así, encontramos en todos el reconocimiento de la bandera como un
símbolo representativo de nacionalidad, pero ajeno al proceso histórico que ha

3
Lineamientos Generales para la Organización y Funcionamiento de los
Servicios de Educación Inicial, Básica, Especial y para Adultos en el Distrito
Federal 2009-2010.
vivido nuestro país, por lo cual es necesario analizar las implicaciones
organizativas que la escuela realiza para desarrollar estas actividades,
identificando el sentido histórico, cultural y social implícito en estas actividades que
pretenden cultivar el nacionalismo y amor a la patria, por otro lado es necesario
reconocer la cultura cívica e histórica que se promueve en la comunidad escolar al
realizar y participar en estas actividades, así como los distintos aprendizajes que
los alumnos adquieren.
Las ceremonias pueden no gustar a los adolescentes, pueden tener poca
disposición a realizar el sacrificio ritual que se les impone, pero en ningún caso
ello implica que deban desaparecer. El rito se reconoce como importante porque
así tiene que ser, porque es necesario hacerlo, porque todos lo hacen, y aunque
resulte molesto en algunos sentidos, su importancia está definida más allá de
ellos, desde lo instituido, lo que permanece, lo profundo, y para los adolescentes
es claro que son ellos quienes tienen que adherirse a ello, como una parte
fundamental de su pertenencia a esa comunidad.

Apropiación y acatamiento de las reglas rituales


A partir de la aproximación a un grupo de adolescentes a través de
entrevistas las voces de los adolescentes ponen al descubierto la forma en que
opera la imposición de la disciplina ritual, a partir del siguiente mecanismo:
El adolescente conoce las reglas rituales, ya que desde su ingreso a la
institución los profesores las han enseñado cuidadosamente, e inclusive desde la
educación preescolar ha realizar estas prácticas. De tal manera que todos los
adolecentes entrevistados conocen con claridad las reglas que exigen las
ceremonias cívicas.
Acepta la regla como legítima, porque hay un discurso escolar que coincide
en sus puntos básicos a través del acatamiento de reglas las cuales son
diferenciadas, ya que, aún cuando las consideran legítimas, no a todos les gustan
ni las acatan, esto es, no todos los adolescentes cumplen en sus prácticas rituales
con las reglas instituidas. Este variable nivel de acatamiento está relacionado al
menos con dos elementos: la predisposición del niño hacia la obediencia de las
reglas escolares, y la intensidad con que los profesores realicen la imposición y
vigilancia de la disciplina ritual. De esta manera, en cuanto al acatamiento de la
regla, podemos agrupar la conducta de los adolescentes en los siguientes tipos:
- Los que esperan las indicaciones de sus maestros, y las siguen
- Los que saben lo que tienen que hacer y lo hacen con entusiasmo
- Los que saben lo que tienen que hacer, y lo hacen con resignación
- Los que saben lo que tienen que hacer, pero no lo hacen, adoptando para
ello dos posibilidades:
- Disimulan y ocultan sus faltas de obediencia a la disciplina ritual,
aprovechando para ello la falta de vigilancia, o
- Faltan a la disciplina abiertamente, aceptando el posible castigo al que
saben que se harán acreedores.
Al conocer los adolecentes las reglas rituales, y aceptarlas como legítimas,
como manifestaron en las entrevistas, enfrentan un dilema ético en la realización
de las prácticas rituales, que puede ser claro para algunos, y pasar desapercibido
para otros: las reglas, gusten o no gusten, deben cumplirse, de tal manera que si
el adolecente no las acata, el problema no está en las reglas, sino en el niño;
dicho en términos llanos, el niño aprende que la regla está bien, y si no se cumple,
quien está mal es quien la desobedece. Este es un punto básico de la
socialización que realiza la escuela: la conformación de principios éticos conforme
a reglas y perspectivas (universos simbólico culturales) instituidos, lo que
constituye la apropiación del discurso del deber ser.
Existen además otros eventos en los cuales los adolescentes deben
participar y es el caso de los concursos de carácter obligatorio: Interpretación del
Himno Nacional, el Certamen Benito Juárez y el Concurso Literario de Símbolos
Patrios.

Hacia una reconceptualización de la cultura cívica en la escuela


secundaria.
La escuela es un espacio de convivencia que debe ofrecer múltiples
oportunidades para el desarrollo de actitudes y valores cívicos a través de la
acción integral de todos los agentes educativos: estudiantes, docentes, directivos
y padres de familia.
Por tanto, se requiere promover en los educandos experiencias
significativas tales como el ambiente escolar, la vida cotidiana del alumnado, las
distintas asignaturas que conforman el plan de estudios y el trabajo transversal,
que analizaremos a continuación:

1. El ambiente escolar

El ambiente escolar es el ámbito de aprendizaje, formación y convivencia ubicado


en el espacio material y organizativo de la escuela. Está constituido por las
distintas maneras de interacción entre docentes, directivos, alumnos, padres de
familia y personal de la escuela. Se conforma por los valores, las normas, las
formas de convivencia y de trabajo que éstos practican cotidianamente, así como
en la forma en que se resuelven los conflictos, se comparten los espacios
comunes, y en el trato que se da a niñas, niños y a los adultos de la escuela.
El ambiente escolar tiene un impacto formativo que puede ser aprovechado para
promover prácticas y formas de convivencia donde se expresen y se vivan valores
y actitudes orientadas al respeto de la dignidad de las personas, la convivencia
democrática y el sentido de identidad y pertenencia.

El ambiente escolar tendrá que aportar oportunidades para que los estudiantes
ejerciten el diálogo, tomen decisiones en conjunto, se pregunten por su
responsabilidad ante lo que pasa a su alrededor, tengan la posibilidad de
colaborar con otros y busquen el bien colectivo.

Los maestros requieren identificar sus posibilidades para promover en los alumnos
el pensamiento critico tendrán que reflexionar y poner en tela de juicio este falso
concepto de identidad basado en sentimientos patrioteros, asimismo el docente
tendrá que resignificar la historia nacional y cuestionar toda esta forma en que se
imparte la asignatura de historia donde hay héroes y villanos pero no se mira a
nuestros personajes históricos como gente de carne y hueso con debilidades y
fortalezas que participaron en un contexto social particular.
La construcción de un ambiente escolar con estas características requiere
que los docentes y directivos sean capaces de formar a los alumnos y formarse
ellos mismos en habilidades para el diálogo, la negociación y la escucha activa
dentro del aula y la escuela.

Para ello, es importante que en el salón de clase se destinen tiempos del trabajo
académico para que cada alumno hable de su identidad personal y comunitaria
mediante historias, narraciones y relatos, que pueden ser contados desde su
experiencia de vida. Asimismo, se pueden comentar las experiencias de niños
migrantes y pidiendo a los alumnos que imaginen qué habrían hecho en
situaciones similares.
2. La vida cotidiana del alumnado

Con frecuencia, los acontecimientos de la comunidad cercana, la información que


los alumnos obtienen del país y del mundo a través de los medios, son los
principales insumos para la reflexión y la discusión. Lo anterior constituye parte de
las referencias que llevan al aula y la escuela, por lo que requieren considerarse
como recursos para el aprendizaje. En sentido inverso, el trabajo de la escuela
requiere articularse y cobrar sentido ante lo que sucede fuera de ella.
Las condiciones y experiencias particulares y cotidianas que se viven en una
familia y una comunidad son importantes para el docente desarrolle estrategias en
las que se recuperen situaciones y problemas de la comunidad y del país, la
vinculación de la escuela con organizaciones de la localidad en proyectos o
acciones para aportar soluciones a problemas específicos de la comunidad.

Las experiencias cotidianas de los alumnos sintetizan parte de su historia


individual y colectiva, sus costumbres y los valores en los que se han formado
como personas. Los alumnos han constituido una forma de ser, una identidad
individual y colectiva, a partir de la condición social y económica de su familia de
procedencia. Esta identidad es construida en una situación cultural en la cual el
entorno natural y social enmarca las posibilidades de trabajo, convivencia,
colaboración entre las personas, acceso a la cultura y a la actividad política.

Por otro lado, los medios de comunicación sobre todo los electrónicos generan
formas de mirar el mundo al introducir lenguajes, conceptos y modelos de vida que
influyen en las relaciones entre las personas. En muchas ocasiones, los ejemplos
que proporcionan entran en contradicción con experiencias de diálogo, la
convivencia respetuosa y solidaria.

El desafío de la escuela y del docente es educar para que los estudiantes se


acerquen críticamente a la información que los medios de comunicación les
presentan y aprendan a servirse de ellos para conocer otras perspectivas y
participar en asuntos de relevancia social.

3. Las asignaturas del plan de estudios 2006, secundaria.

Los programas de cada asignatura del plan de estudios 2006, secundaria,


representan un espacio organizado y sistemático para la recuperación de saberes,
conocimientos, habilidades y actitudes de los alumnos en torno al mundo social en
que viven y el lugar que ocupan en el mismo.

En el ámbito de cada asignatura se comparten principios y orientaciones por lo


que apunta al desarrollo de la capacidad para formular juicios, reflexiones y
propuestas que estimulen la toma de decisiones, la formulación de juicios, el
análisis, la comprensión crítica y el diálogo.

Este es un espacio propicio para que el docente comprometido con la formación


nacional formule situaciones en donde explique y reflexione que es “amar a la
patria” en contraste con el patrioterismo ramplón que se promueve en los eventos
deportivos masivos, de tal forma que demande a los alumnos plantearse
preguntas, emplear información de diversos tipos, contrastar perspectivas,
formular explicaciones y juicios, proponer alternativas a problemas, asumir y
argumentar posturas, entre otras tareas que contribuyen al desarrollo de las
capacidades cívicas y éticas.

4. El trabajo transversal con el conjunto de asignaturas

Las asignaturas que integran el currículo de educación secundaria brindan


múltiples oportunidades para la formación cívica y favorecen la articulación de
proyectos y grupos de problemas que demandan la discusión, el diálogo, la
investigación, la toma de postura y la participación social de los alumnos.
En el presente trabajo se plantean transversalmente con lo que se busca estrechar
el contacto permanente entre el trabajo del aula y la vida cotidiana de los alumnos
dentro y fuera de la escuela.

El trabajo transversal es una oportunidad para que maestro aborde la temática de


los símbolos patrios donde los alumnos tengan que investigar, para que después
se formulen preguntas, recaben información, intercambien puntos de vista y
formular una perspectiva fundamentada sobre el los símbolos patrios, de tal forma
que los estudiantes adquieran un punto de vista mas crítico y realista del
significado de nuestros símbolos patrios y su importancia como un elemento de
identidad nacional.

A manera de cierre y algunas consideraciones

Del anterior análisis pretendemos llegar, con apoyo de la Teoría de la


Praxis4, a una concepción con carácter emancipatorio, es decir, se requiere que

4
La Teoría de la praxis es una propuesta científica en psicología, surgida en
México a finales del siglo XX, que se concibe como heredera de la tradición
dialéctica y producto de un diálogo respetuoso y crítico con algunos de los
autores más importantes de la psicología. La teoría de la praxis se pretende
como síntesis y superación, incorporando los ángulos valiosos de todos ellos,
tanto el docente como el alumno puedan reconocerse como agentes históricos,
sociales y culturales en el proceso educativo.
Cabe aclarar que en el centro escolar se cumplen ciertas expectativas
comunes, una regularidad en las conductas, un modelo común de valores, cierto
criterio de creencias y un código de lealtades, por tanto un modelo muy simple de
subculturas regularmente integradas. No obstante estas diferencias en los valores,
las creencias y las costumbres y sus expectativas culturales, representan
diferentes grados de interés entre los individuos, estos procesos crean conflictos y
producen tensiones de aculturación, entendida como el fenómeno de
transformación y adaptación de un grupo que entra en contacto con otro, en
nuestro caso sería la integración del docente bisoño con los docentes
experimentados y el contacto de los alumnos con sus docentes.
Desafortunadamente en las escuelas se desarrolla o reproduce una
contracultura que Murueta (2005) denomina “pseudocultura”, para evidenciar el
tipo de cultivo social y de los valores existentes en las mismas, así como la
manera de trascender formas de comportamiento que a través del tiempo se han
arraigado.
Murueta (2005) ejemplifica lo que es pseudocultura en la escuela cuando
nos dice “todos los lunes se hacen honores a la bandera, alumnos y maestros, la
saludan y cantan el Himno Nacional, recuerdan las efemérides, paradójicamente,
suelen desconocer la historia nacional y la historia mundial, dentro de las cuales la
bandera y el Himno cobran su real significado como símbolo de identidad con las
luchas históricas de un pueblo. La pseudocultura lleva al patrioterismo que se
celebra ruidosamente cada 15 de septiembre, con banderas, sombreros y
matracas”
Porque en el afán permanente del Estado de lograr, con la celebración de
las fechas patrias, afianzar la cohesión social, moldear una identidad imaginada o
deseada por la clase dirigente, generar el sentimiento de colectividad y neutralizar
la heterogeneidad social y es justamente la escuela señalada como la institución
encargada de velar por el cumplimiento de la formación patriótica en ceremonias o
reprocesando sus conceptos, dándoles nuevos significados dentro de una
totalidad coherente y actualizada (Murueta, 2000).
actos cívicos y “para la creación de adhesiones emocionales a la patria” (Bertoni,
L.,1992:108).
En realidad, la escuela y el docente se han convertido en instrumentos
privilegiados para el disciplinamiento y la homogeneización en la inculcación de
valores y principio morales, incapaz de oponérsele a la diversidad, -la cual era
vista como atentatoria contra la unidad y la identidad-, es por eso que adquirió
una significación ligada a la igualdad. Se pensó que se borraban desigualdades, a
partir de la uniformidad de programas, de textos, para todas las escuelas
nacionales. Disposiciones oficiales, unidas a leyes que las respaldaban, fueron
aceptadas por la sociedad, quien legitimó esos contenidos presentes en los
rituales patrios su necesaria realización grupal y en la carga de significación que
poseen los gestos practicados por cada uno y el conjunto de los participantes.
En este sentido la historia no es presentada como un proceso, sino como
una sucesión de momentos cruciales que cambiaron la realidad, es una historia de
acontecimientos y biografías cuya eficacia se da por acumulación. Los
acontecimientos del pasado “ofrecen una imagen armónica de una nación en
marcha decidida hacia el progreso. Más que rupturas, había que atender a las
continuidades como un proceso natural semejante a las sucesiones
generacionales” (Saab y Suárez. 2001: 160).
Si cultura es aquello que favorece al individuo en el carácter humano
entonces, pseudocultura es aquello que lo debilita, por ello es importante conocer
las interacciones significativas que se producen consciente o inconscientemente
entre los individuos en una determinada institución social, analizar como la
escuela determina modos de pensar, sentir y actuar ya que la organización
comportamental de los estudiantes, su agrupación, la jerarquía escolar, la
evaluación de los docentes, los ritos y costumbres de la vida social en la escuela ,
entre otros, son características de la cultura escolar que condicionan y presionan
el comportamiento de todos los integrantes en la vida escolar, por tanto
comprender la vida de la escuela supone especificar los factores organizativos que
determinan su funcionamiento.
Pero para promover el desarrollo de los alumnos en lo individual y lo social,
incentivar el aprendizaje permanente, implica abordar la “cooperanza”5 desde la
cual se busca actuar sobre el presente y con ello forjar el futuro, siendo
necesario realizar una crítica a la “cultura existente” -en palabras de Friedrich
Nietzsche-, es decir, una crítica de los valores prevalecientes y la cultura existente,
en los centros escolares, que favorecen la mediocridad, la debilidad y la
decadencia de la cultura de nuestros alumnos. Somos los docentes quienes
deberemos impulsar el aprendizaje con una capacidad creadora, el aprendizaje
humano en la teoría de la praxis el cual se define como: “La posibilidad de una
persona o una colectividad para combinar experiencias propias y ajenas al generar
una manera novedosa de actuar ante un determinado tipo de circunstancias”
(Murueta, 2007: 17).
La escuela necesita articular nuevas lógicas que le permitan pasar de una
cultura de la enseñanza a una cultura del aprendizaje, entendiendo por cultura “…
el hacer surgir o realizar acciones expresamente dirigidas a promover o
consolidar determinadas identidades colectivas, ciertos valores, algunos hábitos y
costumbres, capacidades elegidas” (Murueta, 2005:6). Es decir, la educación se
encuentra frente a un nuevo cambio de paradigma y la escuela de los jóvenes se
visualiza como más necesaria y al mismo tiempo más insuficiente.
La escuela de hoy ya no debe limitarse a inculcar un cuerpo de normas
fundamentales en la formación de los adolescentes, que aunque son
imprescindibles que los adolescentes las perciban como tales dentro del proceso
educativo, porque a partir de ellas se están formando también los valores éticos
que deben regir a la sociedad, ya que estas normas no pueden ser negociadas,
porque forman parte de principios instituidos fuera del ámbito escolar lo que
provoca que los alumnos únicamente sigan mecánicamente las normas escolares
y no deja espacio a la critica.
Sino la escuela y concretamente los docentes debemos promover la
formación de actitudes críticas y reflexivas ante la realidad, lo que incluye
inevitablemente las reglas que la rigen, en lugar de propiciar un conformismo
5
Concepción vertida por el Doctor Marco Eduardo Murueta en el seminario Cultura Escolar y
Aprendizaje Organizativo, impartido en el C.E.S.E. Centro de Estudios Superiores en Educación.
mecánico que busca la adhesión a la regla por el temor al castigo y la represión
directa que se ejerce sobre los niños. Esto permite construir una escuela activa,
viva, que pone en el centro al individuo, sus necesidades y posibilidades de
crecimiento y formación independiente. Pienso que una cultura escolar
favorecedora de la convivencia es constructora de sujeto, de un sujeto de
derechos y responsabilidades. Es una cultura reconocedora y promovedora de la
diversidad y moralmente pluralista.
Debemos fomentar una cultura cívica escolar constructora de sujeto en y
para la convivencia es una que promueve la capacidad y el poder de actuar, es
decir empodera al estudiante para que haga exigencias y haga vigente los
derechos propios y el de los otros , es una que atiende la pluralidad de los
estudiantes, sin descalificaciones y desvalorizaciones, es una que se fundamenta
en la presunción de la igualdad de las personas y en consecuencia nadie puede a
priori ser juzgado como no valioso, desarrollando una actitud de respeto mutuo, es
decir de aceptación del Otro como un legítimo.

BIBLIOGRAFIA
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Bruner, G. (1997) La educación, puerta de la cultura.
Bertoni, Lilia Ana (2001): Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas, Fondo de Cultura
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año en: http://redie.uabc.mx/vol5no1/contenido-cervini2.html
Floresco, E. (2000). La Bandera Mexicana. México: Taurus
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Murueta, M. (coord.). (2009). Cultura y aprendizaje de tres enfoques educativos.
México: AMAPSI
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Saab, Jorge y Suárez, Carlos (2001): Entre la didáctica y la política: propuestas
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Stenhouse, l. (1997): “Cultura y educación”. Sevilla. Publicaciones. M.C.E.P. Kikiri,
Cooperación educativa

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