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DOCTORADO EN EDUCACIÓN
ENSAYO
PRESENTAN:
México, 2010
Introducción
La educación mexicana es el medio fundamental para adquirir, transmitir y
acrecentar la cultura, además de fortalecer la conciencia de la nacionalidad y de la
soberanía, el aprecio por la historia, los símbolos patrios y las instituciones
nacionales, así como la valoración de las tradiciones y particularidades culturales
de las diversas regiones del país (Ley General de Educación, 2003) en este
sentido y a propósito de las celebraciones del bicentenario de la independencia y
el centenario de la revolución, es un buen momento para reflexionar sobre los
valores, identidad, nacionalismo de nuestro país y cómo la escuela fomenta esta
identidad y nacionalismo, recuperando nuestro pasado pero sobre todo
visualizando escenarios posibles para el futuro.
Porque los Símbolos Patrios -el escudo, la bandera y el himno nacionales-
son representación de identidad, carácter, singularidad y unidad del pueblo
mexicano, así como expresión de la condición soberana e independiente de la
nación; considerando que honrar estos Símbolos Patrios es refrendar nuestra
firme adhesión a la historia, al presente y al porvenir de nuestra patria; a la larga
trayectoria de luchas en favor de la soberanía, la libertad y la justicia que han dado
forma y sentido a México; al infatigable esfuerzo colectivo que cotidianamente se
realiza en todos los ámbitos para fortalecer a la nación y al horizonte de grandeza
hacia el que se orientan los anhelos y empeños del pueblo mexicano.
La escuela por su parte, a través de las ceremonias cívicas pretende formar
un sentido patrio nacionalista, pero ¿cuál es el marco legal que regula a las
ceremonias cívicas en la escuela?, ¿qué sentido de identidad se promueve en la
comunidad escolar al realizar y participar en las ceremonias cívicas?; ¿qué
implicaciones organizativas tiene la escuela para realizar estas actividades?; ¿qué
significa para los adolescentes de secundaria participar en las ceremonias
cívicas? Para dar respuesta a estas preguntas es necesario contextualizar el
marco legal, la cultura escolar, considerando a la escuela como marco
sociocultural en el que se promueven valores, hábitos y actitudes a partir de los
cuales el adolescente de secundaria irá conformando su personalidad.
Nación y nacionalismo: un cruce de ideas confusas.
El concepto de nacionalismo ha variado a lo largo de la historia, en la
revolución francesa la nación nacía por la voluntad de unión de los ciudadanos.
Luego el nexo fue la tierra, la lengua o la etnia comunes.
Este concepto aparece como un concepto comodín, utilizado por los
políticos y teóricos a conveniencia. Para comprenderlo, resulta útil repasar algunas
de las teorías sobre las que se han estructurado las confianzas y desconfianzas
en torno al término nación.
Se distinguen, fundamentalmente, dos ideas modernas de nación. Una
correspondía a la ilustración y se enclava en la ideología de la Revolución
Francesa. La otra surgida de la noción de Volksgeist (espíritu del pueblo) y
desarrollada por Johann Gottfried Herder- Filosofo teólogo y literato alemán –
constituiría el concepto de nación romana.
Desde la primera perspectiva, la nación designa al conjunto de los sujetos
contratantes que deciden entregar el poder a la voluntad general. La Revolución
francesa fue el primer paso y el más significativo del control del Estado desde la
vieja aristocracia a la nueva capa social de la burguesía. Además, marca el
cambio de los viejos Estados del Antiguo Régimen a los nuevos Estados-nación.
Según esta postura teórica la nación se nutria del conjunto de la población,
ya que esta detentaba la soberanía. Los súbditos-vasallos de la monarquía
absoluta quedaban convertidos en ciudadanos. Y para ser ciudadanos de ese
Estado-nación no era preciso haber nacido en él; bastaba con creer en los
principios de libertad, igualdad y fraternidad que hacían a todos los hombres
ciudadanos.
Por oposición, la nación romántica basada en el Volksgeist se caracterizaba
en 1795 a través de la noción “alma colectiva” es decir la nación estaba pensada
bajo la idea de la diferencia, no bajo la igualdad. Y tiene una fuerte carga afectiva.
Esta inscrita en el Ser, antes de que el ser razone o elija. La nación era un
conjunto de personas de un mismo origen étnico como una tradición común. La
sociedad política ideal era aquella que se asentaba sobre una comunidad
homogénea y sobre un núcleo concreto y distinto de los demás. De este modo,
todas las mitologías nacionalistas entroncarán el nacimiento de su país con un
origen épico y heroico e inevitablemente.
1
Freire denomina cultura del silencio a la marginación y el analfabetismo, por lo que es preciso
'dar la palabra' para adquirir la condición cívica que superase el colonialismo. (En comunicación,
Sociedad y Cultura. Perfil biográfico y pensamiento. Infoamérica PNI+D+i SEJ06-14561.
Bruner (1997) considera que la cultura da forma a la mente, que nos aporta
la caja de herramientas a través de la cual construimos no solo nuestros mundos
sino nuestras propias concepciones de nosotros mismos y nuestros poderes.
Gramsci (1987), dice que la cultura es organización, disciplina, de yo
interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior
consciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su
función en la vida, sus derechos y deberes.
Con relación a cultura escolar Pérez Gómez2 la define como “el conjunto de
significados y comportamientos que genera la escuela como institución social. Las
tradiciones, costumbres, rutinas, rituales e inercias que la escuela estimula y se
esfuerza en conservar y reproducir, condicionan claramente el tipo de vida que en
ella se desarrolla y refuerzan la vigencia de valores, creencias y expectativas
ligadas a la vida social de los grupos que constituyen la institución escolar”.
Tagiuri, (1968) la define como sistemas de actitudes, valores, normas y
significados compartidos por los miembros de una escuela. En este sentido el
centro escolar es, donde se asienta las relaciones interpersonales entre el
docente y el alumno; entre estos y sus pares; entre las relaciones jerárquicas que
se establecen entre docentes directivos, docentes de aula, paradocentes y
auxiliares, y también, y en forma muy importante en la relación que la institución
escolar establece con los padres de familia.
Entonces la cultura escolar, es vista como una red compleja de mensajes
implícitos e interrelaciones sociales, donde se construye el “currículo real” desde el
que se interiorizan representaciones, creencias, gustos, ideologías, esto es, el
saber cultural.
Veamos ahora a la escuela secundaria como marco sociocultural en el que
se promueven valores, hábitos y actitudes a partir de los cuales el adolescente de
secundaria irá conformando su personalidad.
2
Citado por Hernández Solís (2009), La cultura y gestión escolar.
La escuela como marco sociocultural
La escuela tiene un papel fundamental como centro de formación de
individuos, para el desarrollo y la superación de los alumnos como personas y
como seres humanos, es también marco sociocultural en la que se manifiestan
relaciones, actitudes y significados entre los distintos miembros de la comunidad
educativa. En este sentido Berstein (1998) considera que la escuela transmite dos
órdenes culturales: el orden expresivo se transmite a través de la ritualización en
las escuelas en tanto que el orden instrumental da lugar a una escuela
diferenciada que funciona como instrumento de división del trabajo y por tanto de
control social, y en función de ellas, y del contexto familiar y de las relaciones con
sus iguales, el alumno organiza su propia acción.
Por ello Bruner (1997) concibe la escuela y la cultura como una comunidad
de intercambios y apoyos mutuos, desafortunadamente la escuela empieza a
presentar una visión del mundo tan ajena o tan remota que muchos educandos no
pueden encontrar en ella un lugar para ellos o para sus amigos; por tanto se
necesita un movimiento de reforma escolar con una idea más clara de hacia
dónde vamos con convicciones más profundas sobre el tipo de gente que
queremos formar.
Se necesita una escuela que fortalezca en sus educandos “las facultades
de adaptación al entorno que les rodea y contribuya a la mejor convivencia
humana, el aprecio por la dignidad de las personas, la integridad de las familias y
sustente la igualdad de derechos de todos, evitando privilegios de razas, religión,
de grupos, de sexos o de individuos” (Ley General de Educación, 1993).
Asimismo se requiere un docente comprometido socialmente, que “logre
escuchar, las inquietudes y los intereses de sus educandos y vincularlos a
posibilidades trascendentes, es decir, valiosas socialmente” (Murueta 2005).
3
Lineamientos Generales para la Organización y Funcionamiento de los
Servicios de Educación Inicial, Básica, Especial y para Adultos en el Distrito
Federal 2009-2010.
vivido nuestro país, por lo cual es necesario analizar las implicaciones
organizativas que la escuela realiza para desarrollar estas actividades,
identificando el sentido histórico, cultural y social implícito en estas actividades que
pretenden cultivar el nacionalismo y amor a la patria, por otro lado es necesario
reconocer la cultura cívica e histórica que se promueve en la comunidad escolar al
realizar y participar en estas actividades, así como los distintos aprendizajes que
los alumnos adquieren.
Las ceremonias pueden no gustar a los adolescentes, pueden tener poca
disposición a realizar el sacrificio ritual que se les impone, pero en ningún caso
ello implica que deban desaparecer. El rito se reconoce como importante porque
así tiene que ser, porque es necesario hacerlo, porque todos lo hacen, y aunque
resulte molesto en algunos sentidos, su importancia está definida más allá de
ellos, desde lo instituido, lo que permanece, lo profundo, y para los adolescentes
es claro que son ellos quienes tienen que adherirse a ello, como una parte
fundamental de su pertenencia a esa comunidad.
1. El ambiente escolar
El ambiente escolar tendrá que aportar oportunidades para que los estudiantes
ejerciten el diálogo, tomen decisiones en conjunto, se pregunten por su
responsabilidad ante lo que pasa a su alrededor, tengan la posibilidad de
colaborar con otros y busquen el bien colectivo.
Los maestros requieren identificar sus posibilidades para promover en los alumnos
el pensamiento critico tendrán que reflexionar y poner en tela de juicio este falso
concepto de identidad basado en sentimientos patrioteros, asimismo el docente
tendrá que resignificar la historia nacional y cuestionar toda esta forma en que se
imparte la asignatura de historia donde hay héroes y villanos pero no se mira a
nuestros personajes históricos como gente de carne y hueso con debilidades y
fortalezas que participaron en un contexto social particular.
La construcción de un ambiente escolar con estas características requiere
que los docentes y directivos sean capaces de formar a los alumnos y formarse
ellos mismos en habilidades para el diálogo, la negociación y la escucha activa
dentro del aula y la escuela.
Para ello, es importante que en el salón de clase se destinen tiempos del trabajo
académico para que cada alumno hable de su identidad personal y comunitaria
mediante historias, narraciones y relatos, que pueden ser contados desde su
experiencia de vida. Asimismo, se pueden comentar las experiencias de niños
migrantes y pidiendo a los alumnos que imaginen qué habrían hecho en
situaciones similares.
2. La vida cotidiana del alumnado
Por otro lado, los medios de comunicación sobre todo los electrónicos generan
formas de mirar el mundo al introducir lenguajes, conceptos y modelos de vida que
influyen en las relaciones entre las personas. En muchas ocasiones, los ejemplos
que proporcionan entran en contradicción con experiencias de diálogo, la
convivencia respetuosa y solidaria.
4
La Teoría de la praxis es una propuesta científica en psicología, surgida en
México a finales del siglo XX, que se concibe como heredera de la tradición
dialéctica y producto de un diálogo respetuoso y crítico con algunos de los
autores más importantes de la psicología. La teoría de la praxis se pretende
como síntesis y superación, incorporando los ángulos valiosos de todos ellos,
tanto el docente como el alumno puedan reconocerse como agentes históricos,
sociales y culturales en el proceso educativo.
Cabe aclarar que en el centro escolar se cumplen ciertas expectativas
comunes, una regularidad en las conductas, un modelo común de valores, cierto
criterio de creencias y un código de lealtades, por tanto un modelo muy simple de
subculturas regularmente integradas. No obstante estas diferencias en los valores,
las creencias y las costumbres y sus expectativas culturales, representan
diferentes grados de interés entre los individuos, estos procesos crean conflictos y
producen tensiones de aculturación, entendida como el fenómeno de
transformación y adaptación de un grupo que entra en contacto con otro, en
nuestro caso sería la integración del docente bisoño con los docentes
experimentados y el contacto de los alumnos con sus docentes.
Desafortunadamente en las escuelas se desarrolla o reproduce una
contracultura que Murueta (2005) denomina “pseudocultura”, para evidenciar el
tipo de cultivo social y de los valores existentes en las mismas, así como la
manera de trascender formas de comportamiento que a través del tiempo se han
arraigado.
Murueta (2005) ejemplifica lo que es pseudocultura en la escuela cuando
nos dice “todos los lunes se hacen honores a la bandera, alumnos y maestros, la
saludan y cantan el Himno Nacional, recuerdan las efemérides, paradójicamente,
suelen desconocer la historia nacional y la historia mundial, dentro de las cuales la
bandera y el Himno cobran su real significado como símbolo de identidad con las
luchas históricas de un pueblo. La pseudocultura lleva al patrioterismo que se
celebra ruidosamente cada 15 de septiembre, con banderas, sombreros y
matracas”
Porque en el afán permanente del Estado de lograr, con la celebración de
las fechas patrias, afianzar la cohesión social, moldear una identidad imaginada o
deseada por la clase dirigente, generar el sentimiento de colectividad y neutralizar
la heterogeneidad social y es justamente la escuela señalada como la institución
encargada de velar por el cumplimiento de la formación patriótica en ceremonias o
reprocesando sus conceptos, dándoles nuevos significados dentro de una
totalidad coherente y actualizada (Murueta, 2000).
actos cívicos y “para la creación de adhesiones emocionales a la patria” (Bertoni,
L.,1992:108).
En realidad, la escuela y el docente se han convertido en instrumentos
privilegiados para el disciplinamiento y la homogeneización en la inculcación de
valores y principio morales, incapaz de oponérsele a la diversidad, -la cual era
vista como atentatoria contra la unidad y la identidad-, es por eso que adquirió
una significación ligada a la igualdad. Se pensó que se borraban desigualdades, a
partir de la uniformidad de programas, de textos, para todas las escuelas
nacionales. Disposiciones oficiales, unidas a leyes que las respaldaban, fueron
aceptadas por la sociedad, quien legitimó esos contenidos presentes en los
rituales patrios su necesaria realización grupal y en la carga de significación que
poseen los gestos practicados por cada uno y el conjunto de los participantes.
En este sentido la historia no es presentada como un proceso, sino como
una sucesión de momentos cruciales que cambiaron la realidad, es una historia de
acontecimientos y biografías cuya eficacia se da por acumulación. Los
acontecimientos del pasado “ofrecen una imagen armónica de una nación en
marcha decidida hacia el progreso. Más que rupturas, había que atender a las
continuidades como un proceso natural semejante a las sucesiones
generacionales” (Saab y Suárez. 2001: 160).
Si cultura es aquello que favorece al individuo en el carácter humano
entonces, pseudocultura es aquello que lo debilita, por ello es importante conocer
las interacciones significativas que se producen consciente o inconscientemente
entre los individuos en una determinada institución social, analizar como la
escuela determina modos de pensar, sentir y actuar ya que la organización
comportamental de los estudiantes, su agrupación, la jerarquía escolar, la
evaluación de los docentes, los ritos y costumbres de la vida social en la escuela ,
entre otros, son características de la cultura escolar que condicionan y presionan
el comportamiento de todos los integrantes en la vida escolar, por tanto
comprender la vida de la escuela supone especificar los factores organizativos que
determinan su funcionamiento.
Pero para promover el desarrollo de los alumnos en lo individual y lo social,
incentivar el aprendizaje permanente, implica abordar la “cooperanza”5 desde la
cual se busca actuar sobre el presente y con ello forjar el futuro, siendo
necesario realizar una crítica a la “cultura existente” -en palabras de Friedrich
Nietzsche-, es decir, una crítica de los valores prevalecientes y la cultura existente,
en los centros escolares, que favorecen la mediocridad, la debilidad y la
decadencia de la cultura de nuestros alumnos. Somos los docentes quienes
deberemos impulsar el aprendizaje con una capacidad creadora, el aprendizaje
humano en la teoría de la praxis el cual se define como: “La posibilidad de una
persona o una colectividad para combinar experiencias propias y ajenas al generar
una manera novedosa de actuar ante un determinado tipo de circunstancias”
(Murueta, 2007: 17).
La escuela necesita articular nuevas lógicas que le permitan pasar de una
cultura de la enseñanza a una cultura del aprendizaje, entendiendo por cultura “…
el hacer surgir o realizar acciones expresamente dirigidas a promover o
consolidar determinadas identidades colectivas, ciertos valores, algunos hábitos y
costumbres, capacidades elegidas” (Murueta, 2005:6). Es decir, la educación se
encuentra frente a un nuevo cambio de paradigma y la escuela de los jóvenes se
visualiza como más necesaria y al mismo tiempo más insuficiente.
La escuela de hoy ya no debe limitarse a inculcar un cuerpo de normas
fundamentales en la formación de los adolescentes, que aunque son
imprescindibles que los adolescentes las perciban como tales dentro del proceso
educativo, porque a partir de ellas se están formando también los valores éticos
que deben regir a la sociedad, ya que estas normas no pueden ser negociadas,
porque forman parte de principios instituidos fuera del ámbito escolar lo que
provoca que los alumnos únicamente sigan mecánicamente las normas escolares
y no deja espacio a la critica.
Sino la escuela y concretamente los docentes debemos promover la
formación de actitudes críticas y reflexivas ante la realidad, lo que incluye
inevitablemente las reglas que la rigen, en lugar de propiciar un conformismo
5
Concepción vertida por el Doctor Marco Eduardo Murueta en el seminario Cultura Escolar y
Aprendizaje Organizativo, impartido en el C.E.S.E. Centro de Estudios Superiores en Educación.
mecánico que busca la adhesión a la regla por el temor al castigo y la represión
directa que se ejerce sobre los niños. Esto permite construir una escuela activa,
viva, que pone en el centro al individuo, sus necesidades y posibilidades de
crecimiento y formación independiente. Pienso que una cultura escolar
favorecedora de la convivencia es constructora de sujeto, de un sujeto de
derechos y responsabilidades. Es una cultura reconocedora y promovedora de la
diversidad y moralmente pluralista.
Debemos fomentar una cultura cívica escolar constructora de sujeto en y
para la convivencia es una que promueve la capacidad y el poder de actuar, es
decir empodera al estudiante para que haga exigencias y haga vigente los
derechos propios y el de los otros , es una que atiende la pluralidad de los
estudiantes, sin descalificaciones y desvalorizaciones, es una que se fundamenta
en la presunción de la igualdad de las personas y en consecuencia nadie puede a
priori ser juzgado como no valioso, desarrollando una actitud de respeto mutuo, es
decir de aceptación del Otro como un legítimo.
BIBLIOGRAFIA
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