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ACCIÓN CATÓLICA Y ACCIÓN SOCIAL

LA DOCTRINA PONTIFICIA
ESCUELA SOCIAL SACERDOTAL
MÁLAGA MCMXLIX

NIHIL OBSTAT:
Dr. Justo Novo De Vega,
Censor.
IMPRIMATUR:
+ ÁNGEL,
Obispo de Málaga.
Málaga, 20 junio 1949.
Aldus, S. A. - Castelló, 120. - Madrid.

ÍNDICE
Págs.
La Acción Católica es verdadera acción social 23
Razón de su intervención 25
Urgencia y obligatoriedad de esta acción 26
Fines de esta acción social 31
Actividades sociales de la Acción Católica como tal 36
Actividades sociales de los miembros de Acción Católica 48
Las armas para el apostolado social 57
La gran norma directiva 78

PROLOGO
Hace justamente un año salía a luz la primera publicación editada por la Escuela Social
Sacerdotal de Málaga. Tratábase de un pequeño folleto de veinte páginas, en el que,
bajo el título Un programa de acción social, se reunían cincuenta textos pontificios.
Sólo se pretendía con él ofrecer a los patronos, propietarios rurales y obreros
malagueños un sencillo vademécum de acción social, exclusivamente formado por
textos literales de las encíclicas, mensajes, cartas y discursos pontificios.
El folleto tuvo excelente acogida. La fuerza expresiva de las palabras pontificias, la
cuidada selección de las citas, e incluso su impresión clara y agradable, lo hicieron
acreedor a unánimes elogios. Mas la utilidad evidente que ha prestado, sirviendo como
pauta a numerosas conferencias de carácter social y despertando inquietudes en aquellos
a cuyas manos llegó, ha puesto de relieve la conveniencia de proseguir este género de
publicaciones.

Cuadernos sociales.
Con el opúsculo que ahora publicamos comienza una serie de trabajos, más amplios y
completos que el primero, en los que se irán dando a conocer los frutos de una de las
labores fundamentales de la Escuela: el estudio profundo y extenso de las enseñanzas
pontificias en materia social, fundamento básico de la formación social del sacerdote.
Cada uno de los que se vayan publicando contendrá, armónicamente recopilado, el
pensamiento de los Papas sobre un determinado aspecto del complejo problema social.
Con ellos, poco a poco, podrá formarse una copiosa antología, que puede muy bien
servir de base a un ensayo posterior de Sociología Pontificia donde se aborden, con
método y en conjunto, los múltiples temas de los que los Pontífices se han ocupado en
tantas y tan diversas ocasiones.

Cuadernos homiléticos.
Junto a estos opúsculos de doctrina social se irán publicando, Dios mediante, otros con
los materiales para homilías, tal como se vienen preparando en los coloquios
homiléticos de la Escuela, siguiendo el método iniciado en la Casa Sacerdotal de
Maliaño, del barrio pesquero de Santander.
Unos y otros podrán servir a cuantos tienen la misión de formar apóstoles. Serán de
gran utilidad a las distintas asociaciones de la Acción Católica; a los colegios y centros
de enseñanza en general; a todos los católicos que quieran adaptar su apostolado a las
directrices que emanan de la Cátedra de la Verdad.
A los sacerdotes consiliarios y directores de estas asociaciones se los ofrecemos con
particular afecto. Y al hacerlo, queremos rendir con ello homenaje de admiración y
devoción filial al Sumo Pontífice felizmente reinante, nuestro Padre Santo el Papa Pío
XII, en la feliz oportunidad de sus bodas de oro con el Sacerdocio.

Algunas advertencias.
Las palabras de los Papas, henchidas de contenido, se transcriben literalmente, sin glosa
ni comentario alguno. Cada texto va precedido de un número, que, ordenándolos todos
correlativamente, facilitará mucho su uso. Con los títulos y subtítulos que encabezan las
divisiones lógicas en que se han agrupado y con los epígrafes de que cada párrafo va
precedido, en los que se resume sintéticamente su idea dominante, se ha compuesto un
guión que puede ser muy útil en la preparación de círculos de estudios, conferencias o
trabajos escritos.
Importa, no obstante, advertir a quienes utilicen estos textos que es necesario estudiarlos
atentamente para llegar a alcanzar todo su profundo significado. Precisa volver a insistir
sobre ellos una y otra vez; en ocasiones, considerarlos insertos en su contexto propio y
explicar los pasajes que puedan ofrecer oscuridad con otros más luminosos, hasta llegar
a descubrir toda la hondura del pensamiento pontificio.

Misión social de la Acción Católica.


El cuaderno que hoy publicamos quiere contribuir a dar a conocer la mente de los Papas
sobre el apostolado social de la- Acción Católica.
Aun cuando las palabras pontificias pueden aplicarse a todos los católicos y aun a todos
los cristianos, y en no pocos casos incluso a los no cristianos, las referimos de modo
particular a las organizaciones de Acción Católica. Y ello por dos razones: ante todo,
porque los propios Romanos Pontífices a la Acción Católica las han dirigido en su
mayor parte. Pero, además, porque es misión propia y cometido glorioso de la Acción
Católica llevar a la práctica, en primera línea, las luminosas orientaciones de la Cátedra
de Pedro.
Hablar de Acción Católica es hablar del instrumento providencial creado por la Iglesia
en los últimos tiempos para hacer frente a los arduos y complejos problemas cuyo
conjunto se denomina “la cuestión social”. Tal es la idea que domina en los primeros
textos aquí recogidos. Es un ejército perfectamente disciplinado que, adaptándose a las
peculiaridades propias de cada país, obedece, no obstante, a unos principios y
directrices únicos. De ahí su enorme fuerza, que la constituye en uno de los más sólidos
resortes de actuación de que dispone la Iglesia.
Cuando se trata, pues, de dar ideas normativas para la acción de los católicos y, más
concretamente, de los apóstoles auxiliares de la jerarquía eclesiástica, nada mejor que
exponer en toda su amplitud el pensamiento pontificio con las mismas palabras de los
Papas. Su voz, la más autorizada del magisterio ordinario de la Iglesia, viene dando,
especialmente en los últimos decenios, recios aldabonazos sobre la conciencia de todos
los católicos, para despertar en ellos una seria preocupación: la de plasmar en la vida,
privada y pública, del cristiano y de la sociedad, el espíritu y hasta el estilo de los
principios evangélicos, únicos capaces de preservar al mundo de la corrupción que lo
amenaza y de poner los fundamentos de las nuevas formas de civilización que deben
sustituir a las que hoy perecen, víctimas de inevitable crisis.

La gran preocupación de los Papas.


La mirada de los Romanos Pontífices se extiende por encima de las organizaciones
estrictamente religiosas, para alcanzar a toda la sociedad temporal. No hay dominio de
la vida civil sobre el que no descienda su profunda preocupación por llevar hasta ella el
espíritu del Evangelio. Su apostólico celo no tiene otra meta que la de San Pablo,
adoptada por Pío XI como lema de su pontificado: “Instaurare omnia in Quisto” (Efes.
1, 10).
En los textos aquí recogidos descúbrese inmediatamente, en forma que impresiona, la
preocupación de avivar, en los individuos y en la sociedad, las brasas del espíritu
evangélico que el cristianismo supo encender un día en ellos, y la de arrojar torrentes de
luz sobre las mentes de todos los hombres de bien, para la solución de los grandes
problemas que el mundo presente tiene planteados. Sus grandes principios de verdad y
de vida fueron foco potente que iluminó a los hombres y a las colectividades en la
organización de la vida social y en el cumplimiento de sus deberes sociales; pero
también llama viva de caridad que hizo a la Iglesia dechado de amor maternal,
singularmente con sus hijos más necesitados.
Hoy, incluso en sociedades que se llaman cristianas, diríase que laten sepultadas bajo
capas de espesas cenizas, unas veces producto del individualismo liberal y otras
depositadas al abrigo de todos los totalitarismos socialistas.
La voz de los Papas suena como un eco de aquella voz de Pablo cuando escribía a su
discípulo Timoteo: “Te amonesto que reavives la gracia que está en ti por la imposición
de mis manos” (II Tim. 1, 6). Y cuando urgen a los católicos todos, y a los apóstoles
seglares de un modo especial, a difundir por todos los medios la doctrina social de la
Iglesia, al señalarles los fines y los medios concretos de actuación, al ensalzar la eficacia
apostólica y renovadora de una conducta coherente con los principios que se confiesan,
parecen querer soplar sobre aquellas cenizas que mantienen ocultos los resplandores del
Evangelio en el secreto de las conciencias, hasta conseguir “que así alumbre la luz de
los cristianos-individual y socialmente considerados-delante de los hombres, de suerte
que vean sus buenas obras y den gloria al Padre que está en los cielos” (Mat. 5, 16).

Un caso concreto.
Como ejemplo que ilustre cuanto venimos diciendo, permítaseme ponderar el contenido
de algunos textos que juzgo de especial interés, ya por el terreno en que se mueven,
difícil y espinoso en su aplicación práctica; ya por el singular vigor y relieve con que
destaca en ellos la luz providencial del magisterio pontificio.
Me refiero a aquellos textos que fijan la posición de las organizaciones de apostolado
profesional y su especial relación con las organizaciones profesionales de orden
temporal. Trátase tan sólo de una decena de textos -del 50 al 59- cuidadosamente
escogidos, en su mayor parte del Papa actual, donde, sin descender al detalle, pero con
meridiana claridad, se trazan de mano maestra las grandes líneas que han de regular la
coexistencia de las organizaciones profesionales temporales con los órganos de la
Acción Católica especializada.
Para quien estudie a fondo el pensamiento pontificio acerca de las asociaciones
profesionales-sindicatos y corporaciones-y de las organizaciones de apostolado entre las
clases profesionales, salta a la vista que ambos órdenes de asociaciones deben
beneficiarse mutuamente.

Organizaciones especializadas de Acción Católica.


La misión de las organizaciones especializadas de Acción Católica queda
suficientemente definida a lo largo de todos los textos pontificios recogidos en el
presente opúsculo. Mas ciñéndonos aquí concretamente al aspecto que dice relación con
las asociaciones profesionales temporales, misión suya es proporcionarles-como
afirman los Papas-sus mejores elementos; formar entre sus afiliados excelentes
apóstoles que no sólo infundan espíritu en sus ambientes respectivos de trabajo, sino
incluso sean los mejores dirigentes de las organizaciones puramente temporales.
Tratemos de explicarlo brevemente, teniendo sobre todo ante la vista las tendencias de
nuestra actual sociedad.
Nada nuevo descubrimos si afirmamos que no basta con que las organizaciones
temporales se basen en principios cristianos. Ni basta que las normas que encauzan su
vida estén inspiradas en la más acendrada ortodoxia. Es necesario que los hombres
ejecuten en la práctica esas normas y hagan buenos esos principios. De lo contrario, las
leyes más perfectas serán letra muerta, y la marcha de las organizaciones, por una
inevitable y natural inercia, declinará rápidamente y ofrecerá el peligroso espectáculo de
una flagrante contradicción entre la grandeza de sus principios y la mezquindad de sus
realizaciones. Espectáculo peligroso, porque el desprestigio, en último término, no sólo
recaerá sobre la propia organización temporal, sino, desgraciadamente, sobre los
mismos principios en que se inspiró.
Cuando una sociedad cristiana ha llegado a constituir tales organizaciones como fruto
sazonado de una maduración progresiva, de una ordenación inteligente y de un avance
tan rápido como se quiera, pero al fin y a la postre nacido de una sólida formación de la
conciencia ciudadana y de una coincidencia total entre gobernantes y gobernados, no se
presentarán tales peligros. La sociedad misma, con su claro instinto cristiano, habrá ido
limando asperezas, rectificando líneas, adaptándose a las exigencias impuestas por la
misma naturaleza de las cosas y realizando plenamente en cada caso el modelo de
estructura social cristiana que las condiciones históricas del momento hacen necesaria.
Tal sucedió en la Edad Media, cuando, al calor de la Iglesia, y gracias a su constante
acción formadora, fue surgiendo una organización social netamente cristiana, que supo
responder a maravilla a las necesidades de su época.
Mas cuando las antiguas formas sociales son insuficientes, por falta de adaptación a las
nuevas y superiores necesidades; cuando la vida social, como consecuencia de los
avances de la industria, y de la división del trabajo, y de los grandes fenómenos
financieros, se hace complejísima y en extremo delicada; cuando la organización social,
en una palabra, está en crisis y los hombres buscan ansiosamente formas nuevas que,
adaptándose a las actuales exigencias, le presten consistencia y estabilidad, un riesgo
acecha a aquellos sobre quienes pesa la ingente y gloriosa tarea de forjar la nueva
sociedad.
Si entonces los hombres de ello encargados tienen sólida formación cristiana, podrán
trazarse las líneas del nuevo armazón social, adaptándolo plenamente a los principios
cristianos. Mas lo que no se improvisa en una mesa de estudio, lo que no se transforma
en poco tiempo, es aquello de lo que, en última instancia, ha de depender el triunfo del
ideal que lo inspire todo: los hombres que lo lleven a la práctica.
Si esos hombres no existen, o no se forman rápidamente, la estructura social nueva, por
buena que sea, fracasará estrepitosamente. Y no por su misma ineficacia, sino por falta
de instrumentos que la lleven a efecto y hagan descender al terreno de las realidades
prácticas los grandes principios que le dieron ser. Poco a poco se irá alejando la realidad
de los hechos de las conquistas ideales que de la nueva organización se esperaba
alcanzar, no por error en los principios, sino por falta de coherencia en sus aplicaciones.
Y el resultado inevitable será aquel peligro de que antes hablábamos: el hundimiento del
sistema redundará en desprestigio de los principios que lo informaron, y, lo que es peor,
tales principios quedarán incapacitados para intentar con ellos nuevas aplicaciones y
ensayos.
Si, por el contrario, existen tales hombres o, aun no existiendo, se acomete con bríos la
tarea de escogerlos y formarlos profundamente, a medida que las nuevas necesidades
los van exigiendo, se obtendrá un doble beneficio: de una parte, la estabilidad de la
misma estructura social, gracias a estos hombres que han de realizarla; de otra parte,
serán factibles cuantas rectificaciones aconsejen la atenta observación de los hechos y la
experiencia de los éxitos y fracasos obtenidos. Así, los mismos errores que pudieran
haberse cometido al trazar los planos básicos podrán corregirse fácilmente, sin
violencias desagradables ni crisis peligrosas.

El método a seguir.
Buscar a esos hombres, formarlos íntegramente, llenarlos de espíritu y de luz y lanzarlos
luego a la vida pública para que también en ella sean sal de la tierra y luz del mundo, es
tarea propia de las organizaciones de Acción Católica, bajó la dirección de sacerdotes
sólidamente preparados. Ésta es la mente de los Papas, clarísimamente expresada por
Pío XI en la “Quadragesimo Anno” y hoy repetida con insistencia por su sucesor Pío
XII.
Cuando las organizaciones de Acción Católica hayan conseguido este fin y hayan
transformado a sus hombres en espíritus profundamente cristianos, cuando hayan hecho
de ellos hombres movidos por el ideal apostólico, llenos de caridad ardiente y fe
iluminada, incansables paladines de la justicia social, por fuerza habrán de sobresalir
entre sus compañeros, y éstos se sentirán movidos a colocarlos en los puestos directivos
y en los cargos de representación. Todas esas cualidades personales de que hablan los
textos comprendidos entre los números 89 al 127, características del apóstol formado en
la Acción Católica, les conquistarán el afecto de todos y un ascendiente indiscutible
entre sus compañeros de profesión, constituyéndolos en verdaderos adelantados en el
campo de la vida profesional. Su sacrificio por el bien de todos, su generosidad sin
exigencias, su entrega sin reservas, su nobleza de ideales sin mezquindades egoístas,
serán la mejor garantía de que su actividad social, profesional, técnica, económica y
hasta política no podía estar en mejores manos, y harán rápidamente de ellos piezas
indispensables de la organización temporal, que recibirá con su presencia vitalidad y
consistencia insospechadas.
Nada mejor pueden desear, por lo tanto, las organizaciones profesionales, dentro de un
Estado cristiano, que el robustecimiento de las organizaciones de Acción Católica; nada
mejor pueden hacer que favorecer por todos los medios unas actividades “de las que tan
grandes beneficios deben recibir.

Las asociaciones profesionales, como colaboradoras de la


Acción Católica.
Mas no es sólo la organización temporal la que puede beneficiarse de las organizaciones
de Acción Católica. También éstas pueden recibir provecho de aquéllas, cuando, en un
Estado católico, trabajan en perfecta colaboración.
Tal vez en otro opúsculo dedicado exclusivamente a reflejar el pensamiento de los
Papas sobre las asociaciones profesionales abordemos el tema con la extensión que
merece. Baste afirmar aquí que tales asociaciones son, sin duda alguna, campo
espléndido y abundoso donde podrán hallarse y seleccionarse los mejores apóstoles para
la organización de Acción Católica. En ellas se encontrarán, a poco que se observe,
hombres de temple generoso y corazón noble, capaces de sentir hondamente el ideal
cristiano y vivirlo con heroísmo; de ellas podrán salir los hombres que, más tarde,
sólidamente formados, habrán de conquistar los puestos de dirección, desde los cuales
ejerzan la profunda influencia del ejemplo que arrastra y mantengan en la organización
temporal un elevado tono de espíritu de sacrificio por los intereses comunes, llevando a
su actuación una eficacia creciente, bajo la guía de los principios eternos que la
informan.
Los sacerdotes puestos por la Iglesia para el cuidado espiritual de tales organizaciones
serán los más indicados para escoger los hombres, prepararlos con atento cuidado y, en
el momento oportuno, llevarlos sin apartarlos de aquéllas-a las organizaciones de
Acción Católica, donde deberán completar su formación. Nada mejor, por lo tanto,
pueden desear estas organizaciones de Acción Católica que la existencia de fuertes
organizaciones profesionales, en las que el sacerdote tenga un puesto de trabajo, pues de
ellas procederán sus mejores hombres y, más tarde, a través de las mismas, ejercerán el
más eficaz de los apostolados.

***

Quede aquí nuestro comentario. Muchos otros y más autorizados podrán hacerse, y se
harán sin duda, utilizando los materiales que en este opúsculo se han recogido. Mas en
todos ellos campeará siempre una constante aspiración que va encerrada en cada
enseñanza pontificia: la de contar con sacerdotes perfectamente preparados en las
materias sociales, formados intensamente en la doctrina social de la Iglesia,
impregnados de espíritu evangélico y dispuestos a llevar con su acción apostólica ese
espíritu a los hombres que después deberán informar todos los estamentos de la vida
social.
Quiera Dios que la Escuela Social Sacerdotal, con la gracia de Dios y la bendición del
Romano Pontífice -que tan de corazón quiso darle-, cumpla esta difícil misión que la
Providencia le ha señalado.
Málaga, a 10 de mayo de 1949, festividad del Beato Juan de Ávila.
RAFAEL GONZÁLEZ MORALEJO,
Subdirector y profesor de Sociología Pontificia.
GUIÓN
LA ACCIÓN CATÓLICA ES VERDADERA ACCIÓN SOCIAL
1. Porque difunde el Reino de Cristo en las familias y en la sociedad.
2. Soluciona los problemas sociales a la luz de los principios cristianos.
3. Y, como consecuencia, procura a la sociedad todos los bienes.
4. Estos fines le señaló León XIII al constituirla.
5. Así la definió Pío XI

RAZÓN DE SU INTERVENCIÓN
6. Es misión propia de la Iglesia y de sus fieles.
7. Por razón de su institución divina.
8. Ya que la cuestión social es principalmente religiosa.

URGENCIA Y OBLIGATORIEDAD DE ESTA ACCIÓN


9. La doctrina social de la Iglesia es clara y obligatoria.
10. Sería condenable un cómodo y egoísta aislacionismo, cuando la gravedad” de la situación
exige la colaboración de todos.
11. Y constituiría grave falta que la Acción Católica sólo se ocupara de la vida interior,
descuidando la vida social.
12. El grito que invoca justicia y caridad no puede ser desoído.
13. Ni reserva ni fría indiferencia, sino intervención decidida en los problemas de orden social e
internacional.
14. Precisa urgentemente que aumente la confianza del pueblo es la acción renovadora de la
Iglesia en el campo social.
15. No es hora de lamentos, sino de acción. Una nueva Cruzada llama a los mejores.
16. La gravedad del peligro debe espolear a la vigilancia constante y a la decidida defensa.
17. Este deber es particularmente grave para algunas clases sociales.
18. La misma ayuda de la gracia sobrenatural exige nuestra decidida cooperación.
19. Hoy más que nunca es necesario el trabajo es-forzado.
20. Ha sonado la hora definitiva: o estamos con Cristo, y conquistamos el mundo, o estamos
contra Cristo.

FINES DE ESTA ACCIÓN SOCIAL


a) Fines últimos.
21. Fin propio de la Acción Católica es hacer que, viviendo vida pura, se practique la
doctrina social católica.
22. Para hacer penetrar el pensamiento cristiano en la vida pública y privada, individual y
social.
23. Se trata de construir la verdadera ciudad cris-tiana, en sus tres dimensiones:
individual, familiar y social.
24. Ordenar cristianamente la sociedad.
25. Contribuir al avance de la justicia social.
b) Fines inmediatos.
26.Una más justa distribución de las riquezas.
27.La extensión de la propiedad privada.
28.Elevar el proletariado.
29.Solucionar las cuestiones candentes.
30.Cumplir el programa que trazó Pío X.
ACTIVIDADES SOCIALES DE LA ACCIÓN CATÓLICA COMO TAL
a) Difundir ampliamente la doctrina social de la Iglesia.
31. Por la denuncia decidida del error y la mentira.
32. Por la propaganda oral y escrita de las enseñan-zas pontificias.
33. Hasta llegar a formar socialmente a todas las clases sociales.
b) Formar especialmente en ella a sus propios miem bros.
34. Formación sólidamente basada en las enseñanzas de los Sumos Pontífices.
35. Que prepare las futuras clases dirigentes de la sociedad.
36. Mujeres apóstoles en el campo personal;, social y civil.
37. Todos los cuales lleven el Evangelio a los ambien-tes más difíciles.
c) Formarlos también en las virtudes sociales.
38. En las virtudes domésticas.
39. En el empleo ordenado del dinero y del tiempo libre.
40. En el estudio, la higiene y el ornato doméstico.
41. En el espíritu de parsimonia y en la preocupación por el bien común.
d) Crear organizaciones especializadas.
1) En todas las distintas actividades.
42. Formación especializada para cada clase de miembros.
43. Hay oficios especialmente apostólicos; pero todos, incluso los obreros, pueden ser
apóstoles.
44. Organizaciones de apostolado obrero.
45. Con centros especializados, incluso en cada Rama y Parroquia.
46. De campesinos y marineros.
47. De apostolado patronal.
48. De artistas, literatos y titulados.
49. Que creen apóstoles en su propio ambiente.
2) De un modo especial entre los obreros.
50. Pío X pide, junto a los sindicatos, asociaciones de apostolado obrero.
51. Pío XII lo confirma modernamente.
52. Incluso en países donde no parece haber enemigos de Cristo.
3) Como complemento de las organizaciones profesionales.
53. Ninguna institución humana es capaz de producir la concordia entre capital y
trabajo. Precisa impregnarlas de espíritu cristiano.
54. Esta es la tarea de las asociaciones especializadas de la Acción Católica.
55. Ellas tienden, con los sindicatos, a elevar las condiciones de vida del trabajador, e
infiltran en éstos el espíritu del Evangelio.
56. Y mediante este espíritu, promueven la unión entre las diversas categorías
económicas.
57. Les proporcionan además sus mejores miembros y dirigentes.
58. Dan también sus mejores elementos a las asociaciones económicas y políticas.
59.Su fin es formar trabajadores eminentemente cristianos.

ACTIVIDADES SOCIALES DE LOS MIEMBROS DE ACCIÓN CATÓLICA


a) Atraer y arrastrar con el ejemplo.
60. Con la fuerza expansiva de la dignidad profesio-nal del cristiano.
61. El ejemplo derriba las trabas del respeto humano.
62. Y tiene verdadera fuerza apologética.
63. El Papa invita a hacer examen de conciencia.
b) Intervenir en los organismos de la vida pública.
64. Por encima de dificultades, todo cristiano tiene el sagrado deber de cooperar al
ordenamiento de la sociedad, en especial de la vida económica.
65. Intervención en la vida política.
66. Y también en la vida administrativa.
67. En la vida técnica, profesional y social.
68. La Acción Católica forma los mejores ciudadanos y los magistrados más expertos.
69. Tampoco la mujer puede quedar hoy recluida en su hogar.
70. Ella debe actuar en la vida pública, promover sus derechos e influir sobre el Poder.
71. Formen todos grupos decididos, que sirvan de fermento a la masa.
72. Y grupos de cristianos probados que intervengan en las funciones legislativas.
73. Al defender el bien común en la vida pública, se defienden también los intereses de
la Iglesia.
74. Llevar el cristianismo de la vida privada a la pública es contribuir al avance de la
Iglesia.
c) Crear y dirigir obras de ayuda a los trabajadores.
75. Instituciones para la asistencia a las clases obreras.
76. Plenamente responsables en lo estrictamente técnico, financiero y económico.
77. Aunque sujetas a la Acción Católica, bajo la in-fluencia y apoyo de los Prelados.
78. Ellas preparan el camino para el apostolado de la Acción Católica.

LAS ARMAS PARA EL APOSTOLADO SOCIAL


79.El programa de Pío XII.
1) Los medios exteriores.
a) Todos los lícitos y posibles.
80.Usar todos los derechos y todas las libertades.
81.Cualquier posibilidad, por limitada que sea.
82.Aun cuando el Estado intervenga por su parte directamente.
83.Adaptación constante a las situaciones concretas.
84.Todas las formas del apostolado profesional.
b) Especialmente fas modernos instrumentos de propaganda.
85.Literatura, teatro y cinematógrafo, como educa-dores de la sociedad.
86.La prensa y la radio.
87.La prensa rectamente utilizada.
88.Círculos de estudio, semanas sociales y cursos
de conferencias.

2) Las cualidades personales.


a) Las virtudes en general.
89.Hombres de carácter íntegro.
90.Que vivan el cristianismo en su plenitud.
91.Llenos de espíritu constructivo, como las abejas.
b) Ciertas virtudes particulares.
92. Prudencia, vigilancia, firmeza y valor.
93. Serenidad, lealtad, energía y desinterés.
94. Simplicidad, pureza, austeridad, generosidad.
95. Fortaleza, prontitud, entrega total.
96. Probidad, lealtad y habilidad profesional.
97. Discreción y moderación.
98. Virtudes ciudadanas y patriotismo.
99. Patriotismo que no excluya la fraternidad común de todos los pueblos.
c) La oración.
100. La oración, arma infalible de apostolado.
d) Coherencia entre las creencias y la conducta.
101. Sin ella, la acción será ineficaz.
102. Exige fidelidad a los principios, especialmente a los preceptos de justicia y
caridad.
103. Que demuestre con hechos la fortaleza de los principios.
104. La fuerza apologética de los hechos.
105. Obrar la palabra, y no sólo escucharla.
e) Especialmente ánimo decidido y valeroso.
106. La Iglesia nada teme.
107. La lucha sólo sirve para fortalecerla a ella y a los cristianos.
108. Sería indigna de un cristiano la inacción por cansancio o la huida por temor.
109. No cabe la pereza ni la fuga, sino la lucha por la futura sociedad.
110. Sólo sirven los ánimos viriles, dispuestos a dar testimonio de su fe.
111. Hombres verdaderos, capaces de la mayor grandeza de ánimo.
112. Mujeres con ánimo íntegro, decidido y resuelto.
113. Más que en nadie, en quienes ocupan puestos eminentes en la sociedad.
114. La empresa que les aguarda exige corazones dis-puestos a triunfar por la Cruz.
115. Fortaleza, por la fe en el triunfo de Cristo, que sostenga a los pusilánimes.
f) Sobre todo, la caridad.
116. No basta la justicia. La caridad cristiana es nece-saria.
117. No basta la prosperidad, si no hay verdadera fraternidad.
118. Es preciso repetirlo por todos los medios.
119. Lleva consigo la abnegación propia.
120. Ella ha de apresurar la vuelta de los hijos pródigos.
121. Canto a la caridad, tomado de San Bernardo.
g) De modo particular, con los obreros y humildes.
122. La cuestión obrera constituye el punto neurál-gico de la cuestión social.
123. Es cometido propio de la Acción Católica.
124. Cuidado especialísimo de las clases humildes.
125. Entrega completa en favor de los obreros.
126. Que arranque los prejuicios contra la Iglesia.
127. Emocionada exhortación de Pío XII.
LA GRAN NORMA DIRECTIVA
128. Todos bajo la guía y magisterio de la Iglesia.
129. Estrecha concordia, unión con los Obispos y, sobre todo, con el Romano
Pontífice.
130. Incluso aquellas obras que no son propiamente
Acción Católica.
LA ACCIÓN CATÓLICA ES VERDADERA ACCIÓN
SOCIAL
Porque difunde el Reino de Cristo en las familias y en la sociedad.
1 La Acción Católica es también apostolado social, en cuanto tiende a difundir el Reino
de Jesucristo, no sólo en los individuos, sino también en las familias y en la sociedad.
(Pío XI, “Divini Redemptoris”, num. 64.)

Soluciona los problemas sociales a la luz de los principios cristianos.


2” Es también acción social, porque promueve el mayor bien de la sociedad: el Reino de
Jesucristo. Además, no se desinteresa de los grandes problemas que trabajan a la
sociedad y se reflejan en el orden moral y religioso, antes bien, los estudia y los dirige
hacia su verdadera solución, según los principios de la justicia y de la caridad cristiana.
(Pío XI, carta al Episcopado filipino, núm. 15.)

Y, como consecuencia, procura a la sociedad todos los bienes.


3” Con razón puede llamarse “social”, pues intenta dilatar el Reino de Cristo, y de este
modo, al paso que se consigue para la sociedad el mayor de los bienes, se procuran los
demás que de él proceden, cuales son los que pertenecen al Estado y se llaman políticos,
esto es, los bienes no privados y propios de los individuos, sino comunes a todos los
ciudadanos.
(Pío XI, carta al Cardenal Bertram, 13-11-1928.)

Estos fines le señaló León XIII al constituirla.


4” Nuestro Predecesor, de santa memoria, León XIII, señaló, mayormente en la
memorable encíclica “Rerum Novarum”, y en otros documentos posteriores, la materia
en que debía versar la Acción Católica, esto es, la solución práctica, conforme a los
principios cristianos, de la cuestión social.
(Pío X, “Il Fermo Proposito”, num. 12.1

Así la definió Pío XI.


5. La verdadera Acción Católica, tal como Nos la queremos y hemos definido muchas
veces: la participación de los seglares católicos en el apostolado de la Jerarquía para la
defensa de los principios religiosos y morales, para el desarrollo de una sana acción
social, bajo la dirección de la Jerarquía eclesiástica, fuera y por encima de los partidos
políticos, en la familia y en la sociedad.
(Pío XI, a la Presidenta de la Unión Internacional
de las Asociaciones Femeninas Católicas, 30-7-1928.)

RAZÓN DE SU INTERVENCIÓN
Es misión propia de la Iglesia y de sus fieles.
6 La misión de la Iglesia y de cada uno de sus fieles ha sido siempre la misma: llevar de
nuevo Cristo a la vida; a la vida propia, la privada y la pública; no darse tregua mientras
que su doctrina y su ley no la hayan renovado y plasmado enteramente.
(Pío XII, a la Federación Romana de la Juventud Católica, 8-12-1947.)
Por razón de su institución divina.
7 Son nuestros amados hijos inscritos en la Acción Católica, que comparten con Nos de
manera especial el cuidado de la cuestión social, en cuanto compete y toca “a la Iglesia
por su misma institución divina. A todos ellos exhortamos una y otra vez en el Señor a
que no perdonen trabajos ni se dejen vencer por dificultades algunas, sino que cada día
se hagan más esforzados y robustos.
(Pío XI, “Quadragesimo Anno”, núm. 57.)

Ya que la cuestión social es principalmente religiosa.


8 La cuestión social, queridos hijos, es sin duda también una cuestión económica; pero
mucho más una cuestión que se refiere a la regulación ordenada de la sociedad humana,
y, en su sentido más profundo, una cuestión moral y, por consiguiente, religiosa.
(Pío XII, a los Jóvenes de Acción Católica Italiana, 12-9-1948.)

URGENCIA Y OBLIGATORIEDAD DE ESTA ACCIÓN


La doctrina social de la Iglesia es clara y obligatoria.
9 La doctrina social de la Iglesia es clara en todos sus aspectos. Es obligatoria. Ninguno
se puede apartar de ella sin peligro para la fe y para el orden moral. No es, pues, lícito a
ningún católico, ni mucho menos a los que pertenecen a vuestras organizaciones, prestar
adhesión a teorías y sistemas sociales que la Iglesia ha repudiado o a propósito de los
cuales ha puesto en guardia a sus fieles.
(Pío XII, a la Acción Católica Italiana, 29-4-1945.)
Sería condenable un cómodo y egoísta aislacionismo, cuando la gravedad de la
situación exige la colaboración de todos.
10” Un cristiano convencido no puede encerrarse en un cómodo y egoísta
“aislacionismo”, cuando es testigo de las necesidades y miserias de sus hermanos;
cuando le llegan los gritos de socorro de los desheredados de la fortuna; cuando conoce
las aspiraciones de las clases trabajadoras hacia unas condiciones de vida más
razonables y justas; cuando se da cuenta de los abusos de una concepción económica
que pone el dinero por encima de los deberes sociales; cuando no ignora las
desviaciones de un intransigente nacionalismo, que niega o conculca la solidaridad que
impone a cada uno múltiples deberes para con la gran familia de las naciones.
(Pío XII, radiomensaje de Navidad, 1948.)
Y constituiría grave falta que la Acción Católica sólo
se ocupara de la vida interior, descuidando la vida social.
11” De hecho, dado el desenvolvimiento, cada vez más amplio y complejo, que la vida
social va adquiriendo y la madurez de la responsabilidad en los individuos y en los
pueblos, sería grave falta que la Acción Católica prestase su atención únicamente al
campo de la vida interior, sin dar seguras y claras orientaciones en el sector de la vida
social.
(Carta del Secretario de Estado al Consejo Nacional de
la Acción Católica Portuguesa, 22-5-1948.)
El grito que invoca justicia y caridad no puede ser desoído.
12” ¿Quién, sobre todo siendo sacerdote o cristiano, podría permanecer sordo al grito
que se eleva del profundo, y que en el mundo de un Dios justo invoca justicia y espíritu
de fraternidad?
(Pío XII, mensaje de Navidad, 1942.)
Ni reserva, ni fría indiferencia, sino intervención decidida
en los problemas de orden social e internacional.
13” La fidelidad del católico al divino patrimonio de verdad, legado por Jesucristo al
magisterio de la Iglesia, de ningún modo le condena a recelosa reserva o a una fría
indiferencia frente a los graves y urgentes deberes de la hora presente, como no pocos
creen o fingen creer.
Por el contrario, el espíritu y el ejemplo del Señor, que vino para buscar y salvar lo que
estaba perdido; el precepto del amor y, en general, el sentido social que irradia de la
Buena Nueva; la historia de la Iglesia, que demuestra cómo ella ha sido siempre el más
firme y constante sostén de todas las fuerzas del bien y de la paz; las enseñanzas y
exhortaciones de los Romanos Pontífices, especialmente en el decurso de los últimos
decenios, sobre la conducta de los cristianos para con el prójimo, con la sociedad y el
Estado, todo ello proclama la obligación del creyente de preocuparse, según su
condición y posibilidades, con desinterés y con valor, de las cuestiones que un mundo
atormentado y agitado debe resolver en el campo de la justicia social, no menos que en
el orden internacional del derecho y de la paz.
(Pío XII, radiomensaje de Navidad, 1948.)
Precisa urgentemente que aumente la confianza del pueblo en la acción
renovadora de la Iglesia en el campo social.
14. Es necesario que los católicos militantes se hallen presentes, con todos los medios
buenos que ofrece la vida moderna, en dondequiera que sea menester difundir la palabra
de Cristo, y especialmente en el campo social, en donde una gloriosa tradición y una
más urgente necesidad piden que se aumente la confianza del pueblo en la guía de la
Iglesia y le haga experimentar su doctrina no solamente como un freno contra las
injustas e inconvenientes luchas de clases, sino como vivo fermento de renovación
social y garantía indispensable de orden y de paz.
(Carta del Secretario de Estado a la Acción Católica Italiana* abril de 1945.)
No es hora de lamentos, sino de acción. Una nueva Cruzada llama a los mejores.
15. No lamentos, sino acción, es el precepto de la hora presente; no lamentos sobre lo
que es o lo que fue, sino reconstrucción de lo que surgirá y debe surgir para bien de la
sociedad. Toca a los mejores y más selectos miembros de la Cristiandad, penetrados de
un entusiasmo de cruzados, el reunirse en espíritu de verdad, de justicia y de amor, al
grito de “Dios lo quiere”, prestos a servir, a sacrificarse, como los antiguos cruzados.
(Pió XII, mensaje de Navidad, 1942. )
La gravedad del peligro debe espolear a la vigilancia
constante y a la decidida defensa.
16. Quien pertenece a la milicia de Cristo, sea eclesiástico o seglar, ¿no debería sentirse
espoleado e incitado a mayor vigilancia, a defensa más decidida, cuando ve crecer cada
vez más los escuadrones de los enemigos de Cristo, cuando se da cuenta que los
portavoces de tales tendencias, renegando o despreciando en la práctica las verdades
vivificadoras y los valores encerrados en la fe en Dios y en Cristo, rompen
sacrílegamente las tablas de los mandamientos de Dios, para sustituirlas con tablas y
normas de las que está desterrada la sustancia ética de la revelación del Sinaí, el espíritu
del Sermón de la Montaña y de la Cruz?
(Pío XII, “Sumi Pofitificatus", núm. 2.)
Este deber es particularmente grave para algunas clases sociales.
17. No hay duda ninguna que este deber se refiere a todos y en todos los tiempos; pero,
a pesar de eso, va graduándose y diferenciándose según los sucesos, siempre mudables,
y según las condiciones especiales de aquellos a quienes obliga. La Providencia divina
ha asignado una función especial a cada uno dentro de la sociedad humana.
Precisamente por eso ha dividido también y distribuido sus dones. Ahora bien, estos
dones y talentos deben dar su fruto, y vosotros sabéis que el Señor pedirá cuenta a cada
uno acerca del modo como los ha administrado, y, según la ganancia obtenida, juzgará y
separará a los buenos de los malos servidores. (Cf. Mat. 25, 14 ss.; Luc. 16, 2.)
(Pío XII, discurso al Patriciado y Nobleza Romanos en enero de de 1949)

La misma ayuda de la gracia sobrenatural exige nuestra decidida cooperación.


18. No os espanten, amados hijos, las dificultades extrínsecas, ni os desaniméis por los
obstáculos provenientes del creciente paganismo de la vida pública. No os dejéis
engañar por los fabricantes de errores o de teorías malsanas, tristes corrientes
enderezadas, no a intensificar, sino más bien a desvirtuar y corromper la vida religiosa;
corrientes que pretenden que, pues la redención pertenece al orden de la gracia
sobrenatural y es, por consiguiente, obra exclusiva de Dios, no necesita de nuestra
cooperación sobre la tierra.
(Pío XII, discurso de Pentecostés, 1941.)
Hoy más que nunca, es necesario el trabajo esforzado.
19, Y ciertamente hoy más que nunca, hacen falta valientes soldados de Cristo, que con
todas sus fuerzas trabajen para preservar la familia humana de la ruina espantosa en que
caería si el desprecio de las doctrinas del Evangelio dejara triunfar un estado de cosas
que pisotea las leyes de la naturaleza no menos que las de Dios.
(Pío XI, “Quadragesimo Anno”, núm. 58.)
Ha sonado la hora definitiva: o estamos con Cristo, y conquistamos el mundo, o
estamos contra Cristo.
20, La gran hora para la conciencia cristiana ha sonado. O esta conciencia despierta a la
plena y viril conciencia de su deber de ayuda y salvación para la humanidad, puesta en
peligro en su ser espiritual, y entonces habrá salvación y se verificará la fórmula
prometida por el Redentor: “Tened fe: he conquistado el mundo”, o, de lo contrario, y
Dios no lo permita, esta conciencia despertará sólo en parte, no se entregará valiente a
Cristo, y se cumplirá el veredicto-terrible veredicto-no menos solemne: “El que no está
conmigo, está contra Mí.”
(Pío XII, mensaje de Pascua, abril de 1948.)
FINES DE ESTA ACCIÓN SOCIAL
a) FINES ÜLTIMOS
Fin propio de la Acción Católica es hacer que, viviendo vida pura, se practique
la doctrina social católica.
21. El fin que debe proponerse primero la Acción Católica será, sin duda, el de que el
alma de todos los congregados en las asociaciones de los jóvenes y, si fuere necesario,
en las de los hombres y en las de las mujeres, se forme en la religión, en la pureza de
costumbres y en el cumplimiento de la verdadera doctrina social bajo la inspiración de
la piedad y de la virtud, unidas con una solícita devoción a la Iglesia y a su Jefe
Supremo, el Romano Pontífice.
(Pío XI, carta al Primado de Colombia, 14-2-1934.)
Para hacer penetrar el pensamiento cristiano en la vida
pública y privada, individual y social.
22. No os deis reposo hasta ver que el pensamiento y la práctica cristiana penetran en
los más recónditos rincones de vuestra vida pública y privada, individual y social; en el
hogar, en la oficina, en el taller y, sobre todo, en la escuela, crisol donde han de fundir
las almas de vuestros hijos, llamados a sostener y aun a elevar todavía más el peso de
gloria heredado de vuestros abuelos, y que nunca podrá llegar a su debido punto si el
fuego de este pensamiento y de esta práctica le faltaran.
(Pió XII, radiomensaje al VIII Congreso Eucarístico Nacional de Chile, 9-11-1941.)
Se trata de construir la verdadera ciudad cristiana,
en sus tres dimensiones: individual, familiar y social.
23. Tenéis ante los ojos el ejemplo de vuestros hermanos, ocupados sin tregua en la
reconstrucción de las ciudades materiales, destruidas por los bombardeos bélicos. ¿Y
qué es lo que ellos hacen? Una vez desembarazado el lugar, se ponen a recoger los
materiales, y entre las mismas ruinas hallan todavía algunos buenos y utilizables; los
adaptan, los distribuyen por clases, y, una hilada tras otra, van reconstruyendo paredes y
casas, cada una en su sitio, con la fisonomía propia de hogar doméstico. Y todas estas
casas, construidas según un plan regulador, se alinean por calles y paseos alrededor de
la Iglesia. Así se edifica también la ciudad espiritual: conversión, reforma, santificación,
instrucción de todos y de cada uno, reconstrucción de la familia, según las leyes y los
designios de Dios, en su dignidad, en su unión, en su actividad, bajo la autoridad del
padre, bajo la vigilancia de la madre, y, por fin, prudente y firme ordenación de la vida
social a la sombra benéfica de la Iglesia.
(Pío XII, discurso a las Ligas de Perseverancia Italianas, 23-5-1948.)
Ordenar cristianamente la sociedad.
24. La doctrina social de la Iglesia ha indicado claramente cuáles son las columnas
sobre las que debe descansar toda ordenación social y jurídica, si quiere ser efectiva, si
quiere ser duradera, si quiere ser justa y respetuosa con la dignidad humana de todos, si
quiere regularse en todas las cosas por el mandato divino.
Habéis comprendido perfectamente que hoy es un grave deber de todo hijo de la Iglesia
trabajar en la consecución de este orden para bien de toda la comunidad.
(Pío XII, discurso al Movimiento de la Vanguardia Católica Italiana, 4-1-1948.)
Contribuir al avance de la justicia social.
25. Nos confiamos que nuestros fieles hijos e hijas del mundo católico heraldos de la
idea social católica, contribuirán, aunque les cueste notables renuncias, al avance hacia
aquella justicia social de la que deben tener hambre y sed todos los verdaderos
discípulos de Jesucristo.
(Pío XII, cu el V Aniversario de la guerra, 1-10-11)44.)

b) FINES INMEDIATOS
Una más justa distribución de las riquezas.
26. Lo que debéis y por lo que tenéis que luchar es por una distribución más justa de las
riquezas. Esto es y continúa siendo el punto central de la doctrina social de la Iglesia. El
desarrollo natural de las cosas lleva consigo, indudablemente, ciertos límites con una
desigual distribución de productos en el mundo. La Iglesia se opone a la acumulación de
riquezas en manos de unos reducidos grupos, mientras grandes masas están condenadas
al hambre y a unas condiciones económicas que no se merecen los seres humanos. Una
distribución más justa de las riquezas es, por lo tanto, una alta aspiración social digna de
vuestros esfuerzos. Su realización supone que, así sus individuos como grupos de ellos,
mostrarán la comprensión de los derechos y las necesidades de los otros como tienen
por los suyos propios.
(Pío XII, discurso a los Hombres de Acción Católica, 7-9-1947)
La extensión de la propiedad privada.
27. La dignidad de la persona humana exige, pues, normalmente, como fundamento
natural para vivir, el derecho al uso de los bienes de la tierra, al cual corresponde la
obligación fundamental de otorgar una propiedad privada, a ser. posible a todos. Las
normas jurídicas positivas que regulan la propiedad privada pueden cambiar y conceder
un uso más o menos limitado; pero si quieren contribuir a la pacificación de la
comunidad, deberán impedir que el obrero, que es o será padre de familia, se vea
condenado a una dependencia o esclavitud económica inconciliable con sus derechos de
persona.
(Pío XII, a los Hombres de Acción Católica, 20-9-1942.)
Elevar el proletariado.
28. En este campo, el pensamiento cristiano reconoce como elemento sustancial la
elevación del proletariado, idea cuya resuelta y generosa actuación se muestra a todo
verdadero seguidor de Jesucristo, no sólo como un progreso terreno, sino también como
el sentimiento de una obligación moral.
(Pío XII, en el V Aniversario de la guerra, 1-10-1944.)
Solucionar las cuestiones candentes.
29” ...para que la familia siga siendo cristiana, para que no se trabaje en oposición con
la Iglesia y con la familia, sino en armonía con ellas; para que el fundamento del nuevo
orden social sea la justicia y no se deje de hacer ningún esfuerzo, a fin de que todos los
ciudadanos, hasta el último, puedan vivir en condiciones por lo menos tolerables; para
que toda la vida pública mire a promover el bien general y no los intereses particulares
de un partido o de una clase. Estas son las cuestiones candentes de la hora presente, a
cuya solución vosotros, juventud católica viva, queréis cooperar aquí, en vuestra Italia,
que, como más próxima al Centro de la fe, debe sentir más su calor y su vida.
(Pío XII, discurso al Movimiento de la Vanguardia Católica Italiana, 4-1-1948.)
Cumplir el programa que trazó Pío X.
30. … juntar en uno todas sus fuerzas vivas, con el determinado intento de hacer guerra
por cualquier medio justo y legal a la civilización anticristiana; reparar de todas maneras
los gravísimos desórdenes que de ella provienen; introducir de nuevo a Jesucristo en la
familia, en la escuela, en la sociedad; restablecer el principio de la autoridad humana
como representante de la de Dios; tomar muy a pecho los intereses del pueblo, y
particularmente los de la clase obrera y agrícola, no sólo infundiendo en el corazón de
todos la verdad religiosa, único verdadero manantial de consuelo en los trances de la
vida, sino esforzándose en enjugar sus lágrimas, suavizar sus penas, mejorar su
condición económica con bien concertadas medidas; ingeniarse en conseguir que las
leyes públicas se acomoden a la justicia y se corrijan o se destierren las que le son
contrarias; defender, finalmente, y mantener con ánimo católico los fueros de Dios y los
no menos sacrosantos derechos de la Iglesia.
(Pío X, “Il Fermo Proposito”, núm. j.)

ACTIVIDADES SOCIALES DE LA ACCIÓN CATÓLICA


COMO TAL
a) DIFUNDIR AMPLIAMENTE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA
IGLESIA
Por la denuncia decidida del error y la mentira.
31. La Iglesia, siempre rebosante de caridad y de bondad para con los descarriados,
pero fiel a la palabra de su divino Fundador, que ha declarado: "El que no está
conmigo contra Mí está" (Mat. 12, 30), no puede faltar a su deber de denunciar el
error y de arrancar la máscara a los surtidores de mentiras (Job 13, 4), que se
presentan como lobos disfrazados con pieles de oveja (Mat. 7, 15), como precursores
e iniciadores de una nueva era feliz, y de advertir a los fieles que no se dejen
extraviar del recto camino ni engañar con falaces promesas.
(Pío XII, mensaje de Navidad, 1947.)
Por la propaganda oral y escrita de las enseñanzas pontificias.
32. Además de este apostolado individual, muchas veces oculto, pero utilísimo y
eficaz, es también propio de la Acción Católica difundir ampliamente por medio de
la propaganda oral y escrita los principios fundamentales que han de servir a la
construcción de un orden social cristiano, como se desprende de los documentos
pontificios.
(Pío XI, “Divini Redemptoris", núm. 66.)
Hasta llegar a formar socialmente a todas las clases sociales.
33. Por eso es sumamente necesario que en todas las clases de la sociedad se
promueva una más intensa formación social, correspondiente al diverso grado de
cultura intelectual, y se procure con toda solicitud e industria la más amplia difusión
de las enseñanzas de la Iglesia aun entre la clase obrera. Ilumínense las mentes con la
segura luz de la doctrina católica, muévanse las voluntades a seguirla y aplicarla
como norma de una vida recta, por el cumplimiento concienzudo de los múltiples
deberes sociales. Y así se evitará esa incoherencia y discontinuidad en la vida
cristiana, de la que varias veces nos hemos lamentado, y que hace que algunos,
mientras son aparentemente fieles al cumplimiento de sus deberes religiosos, luego,
en el campo del trabajo o de la industria, o de la profesión o en el comercio, o en el
empleo, por un deplorable desdoblamiento de conciencia, llevan una vida demasiado
disconforme con las claras normas de la justicia y de la caridad cristiana, dando así
grave escándalo a los débiles y ofreciendo a los malos fácil pretexto para desacreditar
a la Iglesia misma.
(Pío XI, "Divini Redemptorís", núm. 55.)

b) FORMAR ESPECIALMENTE EN ELLA A SUS PROPIOS


MIEMBROS
Formación sólidamente basada en las enseñanzas de los Sumos Pontífices.
34. Si el modo de proceder de algunos católicos ha dejado que desear en el campo
económico social, ello sé debe con frecuencia a que no han conocido suficientemente
ni meditado las enseñanzas de los. Sumos Pontífices en la materia.
(Pío XI, "Divini Redemptoris", núm. 55.)
Que prepare las futuras clases dirigentes de la sociedad.
35" También hacen concebir alegres esperanzas de que ha de dedicarse por completo
a la obra de restauración social esos numerosos jóvenes que, por su talento o sus
riquezas, tendrán puesto preeminente entre las clases superiores de la sociedad, y
estudian las cuestiones sociales con intenso fervor.
(Pío XI, "Quadragesimo Anno", núm. 57.)
Mujeres apóstoles en el campo personal, social y civil.
36* Las graves circunstancias de la hora presente exigen de todos nuevos esfuerzos.
De este modo vuestras dirigentes y vuestras inscritas sabrán fomentar no solamente
en sí mismas, sino a su alrededor, este espíritu de fe y esta vida religiosa, justamente
calificada de alma del apostolado, y sabrán dar, además, un paso hacia adelante en la
formación personal, social y civil que el Santo Padre ha recomendado tanto,
especialmente en su discurso de n de septiembre último.
(Carta de Monseñor Montini a la Presidenta de las Ligas Femeninas de Acción
Católica Francesa, diciembre de 1947.)
Todos los cuales lleven el Evangelio a los ambientes más difíciles.
37" Los soldados de la Acción Católica, tan bien preparados y adiestrados, serán los
primeros e inmediatos apóstoles de sus compañeros de trabajo y los preciosos
auxiliares del sacerdote para llevar la luz de la verdad y aliviar las graves miserias
materiales y espirituales en innumerables zonas refractarias a la acción del ministro
de Dios por inveterados prejuicios contra el clero o deplorable apatía religiosa.
(Pío XI, “Divini Redemptoris", núm. 65.)
c) FORMARLOS TAMBIÉN EN LAS VIRTUDES SOCIALES
En las virtudes domésticas.
38. Cada asociación debe contribuir a hacer apta la familia del trabajador cristiano,
no menos, sino más bien más, mucho más que las otras familias, para educar bien la
prole y gobernar la casa, con provecho espiritual y material de sus bienes. Si
corresponde a esta misión, la asociación verá surgir en su seno verdaderos apóstoles
trabajadores, que se hacen apóstoles de sus compañeros, para impregnar y animar de
espíritu cristiano a todo lo que rodea al obrero en su campo de trabajo, en su hogar
doméstico y hasta en sus honestos esparcimientos.
(Pío XII, discurso de 11 de marzo de 1945 a las Asociaciones Cristianas de
Trabajadores Italianos.)
En el empleo ordenado del dinero y del tiempo libre.
39. Es importante, sin duda alguna, la altura de los salarios y de los sueldos que el
padre de familia y acaso también los hijos mayores, cada mes o cada semana traen a
casa. Es todavía más importante el cuidado común de gastarlo prudentemente en las
verdaderas necesidades de la familia. Por eso es de gran importancia que la madre de
familia sepa llevar bien el manejo de los asuntos domésticos. Y nadie podrá negar
que a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos se les ofrece un nuevo
campo de múltiples actividades en este sector para ayuda de las clases trabajadoras,
instruyendo a sus miembros mediante oportunos institutos de enseñanza para las
madres y para las jóvenes, organizando distracciones para los' tiempos disponibles,
especialmente pera una distracción espiritual y corporal sana y apropiada de la
juventud.
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos, en junio
de 1948.)
En el estudio, la higiene y el ornato doméstico.
40. En realidad el sueldo o el salario no son las fuentes únicas de riqueza para el
hogar doméstico. Los conocimientos adquiridos en la escuela o los que se refieren al
propio oficio, arte o industria; la salud física, el bienestar de la madre y del niño, una
habitación sana y linda, son elementos que concurren también al embellecimiento y a
la alegría del hogar, con gran provecho de los miembros de la familia.
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores
Italianos A. C. L. I., en junio de 1948.)
En el espíritu de parsimonia y en la preocupación por el bien común.
41. De esto se sigue la misión tan difícil y tan importante de las Asociaciones
Cristianas de Trabajadores Italianos, que consiste en promover en cada uno el
espíritu de parsimonia cristiana, de cuidadosa delicadeza en todo lo que se refiere al
bien común, para que siempre prevalezcan aquellos que tienen plena conciencia de
su responsabilidad.
(Pió XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos,
A. C. L. I, en junio de 1948.)
d) CREAR ORGANIZACIONES ESPECIALIZADAS
1) EN TODAS LAS DISTINTAS ACTIVIDADES.
Formación especializada para cada clase de miembros.
42. Esta unidad de fuerzas e impulsos, que hay que urgir en grado extremo, no
impide que, pues la Acción Católica comprende en su seno a varias clases de
ciudadanos, se dé a cada una de ellas un cuidado e instrucción peculiar y que se
cultiven por separado los agricultores, obreros, estudiantes, personas, cultas y
profesionales.
(Pío XI, al Episcopado brasileño, 27-10-1935.)
Hay oficios especialmente apostólicos; pero todos, incluso los obreros, pueden
ser apóstoles.
43. Hay artes y oficios a los que parece inherente casi por instinto natural el ejercicio
del apostolado. Pensad en el maestro, el educador, el escritor, el médico, el
enfermero. ¿No son ellos acaso como los auxiliares natos del sacerdote? Mirad
también a los que en su carrera de empleados obtienen oficio de jefes: ¿quién podrá
dudar de que ésos pueden practicar el celo de las almas? Con razón asimismo se ha
hablado de la acción social, es decir, apostólica, del jurista, del oficial, del ingeniero.
Pero también en los oficios manuales del obrero, del artesano, del trabajador de los
campos, el ardor apostólico, por poco que encienda el corazón, sabe encontrar
fácilmente pábulo a su llama e inflamar a los otros.
(Pío XII, a los Hombres de Acción Católica de Italia, 20-9-1942.)
Organizaciones de apostolado obrero.
44. Por lo demás, señales llenas de esperanza y de una renovación social son esas
falanges obreras, entre las cuales, con increíble gozo de nuestra alma, vemos alistarse
aun nutridos grupos de jóvenes obreros, que reciben documente las inspiraciones de
la divina gracia y tratan de ganar para Cristo con admirable celo a sus compañeros.
(Pío XI, "Quadragesimo Anno", núm. 57.)-
Con Centros especiales, incluso en cada Rama y Parroquia.
45. Es altamente recomendable que, en cuanto sea posible y sin menoscabo de la
unidad de acción, sean principalmente obreros mismos quienes trabajen en la Acción
Católica en su propio ambiente, de manera que se logre la salvación del obrero por el
obrero. Por consiguiente, venerables hermanos, abrigamos la esperanza de que
cuidaréis de que en los grandes centros industriales y, a ser posible, en cada
parroquia y dentro de las cuatro ramas de Acción Católica, se formen núcleos de
buenos obreros que "han de ser los primeros e inmediatos apóstoles de sus
compañeros...".
(Pío XI, al Episcopado filipino, núm. 35.)
De campesinos y marineros.
46. Finalmente, Su Santidad hace votos por que la Acción Católica Portuguesa
desenvuelva cada vez más el apostolado especializado, cuidando sobre todo de
penetrar y elevar las clases más humildes de la sociedad (campesinos, trabajadores,
gentes del mar), más humildes en posición económica, pero, precisamente por eso,
más queridas del Divino Maestro; clases éstas que, absorbidas por la preocupación
del pan de cada díay tienen menos facilidad de secundar las iniciativas religiosas y
adquirir una conciencia cristiana sólidamente formada.
(Carta del Secretario de Estado al Consiliario Nacional de la Acción Católica
Portuguesa, mayo de 1948.) -
De apostolado patronal.
47. Si han de volver a Cristo esas clases de hombres que le han negado, es necesario
escoger de entre ellos mismos y formar los soldados auxiliares de la Iglesia que los
conozcan bien y entiendan sus pensamientos y deseos y puedan penetrar en sus
corazones sabiamente, con una caridad fraternal. Los primeros e inmediatos
apóstoles de los obreros han de ser obreros; los apóstoles del mundo industrial y
comercial, industriales y comerciantes. Buscar con afán estos apóstoles seglares,
tanto obreros como patronos; elegirlos prudentemente, educarlos e instruirlos
convenientemente, os toca principalmente a vosotros, venerables hermanos, y a
vuestro clero.
(Pío XI, "Quadragesimo Anno", núm. 58.)
De artistas, literatos y titulados.
48. Conforme a las peculiares condiciones de los obreros, de los patronos, de los que
se consagran al estudio de las artes o al cultivo de las letras, de los que han obtenido
ya un titulo, deben, para ser útiles, seguir distintos caminos y valerse de distintos
métodos.
(Pío XI, carta al Primado de Colombia, 14-2-1934.)
Que creen apóstoles en su propio ambiente.
49. Más aún; todo esto, como la experiencia nos enseña, es absolutamente
indispensable si se quiere que la Acción Católica alcance plenamente su finalidad,
que es hacer a cada uno apóstol de Cristo en el ambiente social en el cual el Señor le
ha colocado.
(Pío XI, al Episcopado brasileño, 27-10-1935.)

2) DE UN MODO ESPECIAL, ENTRE LOS OBREROS.


Pío X pide, junto a los sindicatos, asociaciones de apostolado obrero.
50. La primera y más importante lección que debe proclamarse es que siempre, al
lado de estos sindicatos, existan también las asociaciones encargadas de dar a sus
miembros una sólida formación religiosa y moral, a fin de que éstas infundan a su
vez en las organizaciones sindicales el buen espíritu que debe animar toda su
actividad. Así acaecerá que estas asociaciones ejercerán una influencia que traspase
el estrecho círculo de sus miembros.
(Pío X, “Singulari Quadam".)
Pío XII lo confirma modernamente.
51....defensa de sus legítimos intereses en los contratos de trabajo, cosa que es oficio
propio de los sindicatos; otras, a las obras de asistencia mutua en el campo
económico, como las cooperativas de consumo, y otras, por fin, al cuidado religioso
y moral del trabajador, como son las Asociaciones Obreras Católicas.
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos,
29-6-1948.)
Incluso en países donde no parece haber enemigos de Cristo.
52. Un medio indispensable de apostolado, hasta en aquellos sitios en donde no
parece que los enemigos de Cristo hayan puesto el pie, ni den señales especiales de
movimiento y de acción, porque en todas partes las condiciones prácticas y las
condiciones de trabajo asalariado desconciertan las inteligencias hasta de los
hombres profundamente creyentes y suscitan problemas que, mientras tocan los
intereses políticos y morales, exigen el socorro y la asistencia de la Iglesia.
(Pío XII, discurso de n de marzo de 1945 a las Asociaciones Cristianas de
Trabajadores Italianos.)

3) COMO COMPLEMENTO DE LAS ORGANIZACIONES


PROFESIONALES.
Ninguna institución humana es capaz de producir la concordia entre capital y
trabajo. Precisa impregnarlas de espíritu cristiano.
53. Para obtener la concordia deseada entre el capital y el trabajo se ha recurrido a la
organización profesional y al sindicato, entendidos no como arma exclusivamente
destinada a la guerra ofensiva y defensiva, que provoca reacciones y represalias; no
coma un torrente que se desborda y se divide, sino como un puente de unión. Nos ya
hemos tenido ocasión de exponer que, por encima de las disensiones entre patronos,
y obreros, existe otra unidad más alta que une entre sí a todos los que colaboran en la
producción. Esta unidad debe ser el fundamento del futuro orden social. La
organización profesional y el sindicato son auxiliares provisionales, formas
transitorias. Su fin es procurar la unión y solidaridad de los patronos y de los obreros
para proveer juntos al bien común y a las necesidades de la entera comunidad. Sin
embargo, queridos hijos, ni la organización profesional, el sindicato, ni la"
organización mixta, ni el contrato colectivo, ni el arbitraje, ni todas las precauciones
de la más vigilante y adelantada legislación social podrán conseguir una plena y
duradera concordia y producir sus frutos si una acción previsora y constante no
interviene para infundir un soplo de vida espiritual y moral en la armazón misma de
las relaciones económicas.
(Pío XII, discurso a un grupo de patronos y obreros del ramo de Electricidad,
24-1-1946.)
Esta es la tarea de las asociaciones especializadas de la Acción Católica.
54. Porque no basta dar a la institución corporativa una estructura jurídica; porque le
es necesario un alma, es decir, un espíritu de justicia y de caridad social, os
proponéis muy justamente poner en luz el papel educador de la Acción Católica,
capaz, por sus grupos especializados, de hacer penetrar los principios del
cristianismo en los medios profesionales. La Acción Católica, en efecto, ¿no forma
esencialmente a sus miembros en la inteligencia y en la práctica de su deber de
estado, que incluye en primera línea sus-obligaciones profesionales?
(Carta del Cardenal Pacelli a la Semana Social de Angers, 1935.)
Ellas tienden, con los sindicatos, a elevar las condiciones de vida del trabajador,
e infiltran en estos el espíritu del Evangelio.
55.- Puestas estas premisas;-que los sindicatos se mantengan dentro de los límites de
su finalidad esencial, que es la de representar los intereses de los trabajadores en los
contratos de trabajo-, el Sindicato y las Asociaciones de Trabajadores Cristianos
tienden a un fin común, que es el de elevar las condiciones de vida del trabajador.
Quiera Dios qué el espíritu del Evangelio informe la base de la "acción sindical, ya
que, en realidad, ¿En qué consiste prácticamente este espíritu del Evangelio, sino en
hacer prevalecer los principios de la justicia, según el orden establecido por Dios en
el mundo, sobre la fuerza puramente mecánica de las organizaciones, del amor y la
caridad sobre el odio de clases? Así comprenderéis qué importante deber y
obligación de impulso, dé vigilancia, de preparación y de perfeccionamiento
corresponde a las Asociaciones de Trabajadores Cristianos por lo que toca al trabajo
sindical.
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos,
11-3-1945.)
Y mediante este espíritu, promueven la unión entre
las diversas categorías económicas.
56* En condiciones normales, saben las Asociaciones Cristianas que no se puede
erigir como principio estable del orden social la sencilla acomodación, los acuerdos
entre las partes dadoras o prestadoras del trabajo, más que si está dictada por el más
puro espíritu de equidad...
Ha llegado ya el tiempo de abandonar las frases vacías y de pensar con la
"Quadragesimo Anno" en una nueva ordenación de las fuerzas productivas del
pueblo; es decir, que por encima de la distinción entre dadores y prestadores de
trabajo sepan los hombres ver y reconocer aquella más alta unidad que une entre sí a
todos los que colaboran en la producción; esto es, su conexión, su solidaridad en el
deber que tienen de proveer juntos, establemente, al bien común y a las necesidades
de toda la comunidad; que esta solidaridad se extienda a todos los ramos de la
producción; que se convierta en el fundamento de un orden económico mejor, de una
sana y justa autonomía, y abra a las clases trabajadoras el camino para adquirir
honestamente su parte de responsabilidad en la conducción de la economía social.
Ojala se consiga, en estos tiempos de miseria, promover la unión y la solidaridad de
los hombres en toda la vida económica. Entonces, un nuevo espíritu hará que el
trabajo nacional consiga superar las dificultades que se derivan de la estrechez del
espacio y de la falta de medios. La levadura más eficaz-más aún, podríamos decir la
única verdaderamente eficaz-para crear este sentido de solidaridad, segura garantía
de rectitud y de paz social, reside en el espíritu del Evangelio y afluye hacia vosotros
del Corazón del Hombre Dios, Salvador del mundo.
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores
Italianos, 11-3-1945.)

Les proporcionan, además, sus mejores miembros y dirigentes.


57.- ¿Qué representan las Asociaciones de Trabajadores Cristianos para las otras
instituciones obreras? Las Asociaciones Cristianas procuran a las otras Sociedades y
Obras de asistencia de las clases trabajadoras una ayuda preciosa. Si efectivamente
llegan a ser el vivero de las virtudes sociales, de la rectitud, de la fidelidad, del hacer
las cosas a conciencia, procurarán a las otras instituciones sus mejores miembros, sus
más seguros dirigentes, hombres y mujeres que sabrán despertar y mantener vivo el
espíritu de responsabilidad y de solidaridad.
(Pió XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos,
11-3-1945.)
Dan también sus mejores elementos a las asociaciones económicas y políticas.
58. A estas asociaciones les será, no obstante, sumamente útil la Acción Católica:
ella les suministrará personas probas, formadas y educadas por ella; ella les
proporcionará y les explicará los principios que han de servir como norma para
procurar el bien de los asociados, y, finalmente, la Acción Católica hará que se
coadunen las fuerzas de todos siempre que se trate de defender o promover intereses
de la religión o de la moral, lo que, sin duda, es más que todo conducente para
inspirar la confianza, la paz y la prosperidad.
(Pío XI, carta al Primado de Colombia, 14-2-1934.)
Su fin es formar trabajadores eminentemente cristianos.
59. ... fin a que debe tender vuestro movimiento; es decir, a la formación de
trabajadores eminentemente cristianos, que, siendo igualmente excelentes por su
capacidad en el ejercicio de su arte y por su profundidad religiosa, sepan armonizar
la firme tutela de los intereses económicos con el más estricto sentido de la justicia y
con el. sincero propósito de colaborar con las demás clases de la sociedad en la
renovación cristiana de toda la vida social. (Cfr. Encíclica "Qua-dragesimo Anno".)
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos,
A. C. L. I., en junio de 1948.)

ACTIVIDADES SOCIALES DE LOS MIEMBROS DE


ACCIÓN CATÓLICA
a) ATRAER Y ARRASTRAR CON EL EJEMPLO
Con la fuerza expansiva de la dignidad profesional del cristiano.
60" No os asombréis, pues, de que todo lo que hemos dicho sobre la dignidad moral
cristiana, Nos lo apliquemos igualmente a la dignidad profesional; dondequiera que
vais, dondequiera que os detenéis, con cualquiera que tratáis, lleváis siempre con
vosotros la dignidad de cristiano, que, unida a la dignidad profesional, se revela y se
reviste de una fuerza muy influyente y eficaz para despertar en- otros la conciencia
del 'deber de estado, para hacer desaparecer vergonzosas tradiciones, de derroches,
de sabotaje, de ganancias deshonestas, obstáculos todos de incalculable
entorpecimiento en la obra de restauración social y cristiana.
(Pío.XII, discurso a los Hombres de Acción Católica, 20-9-1942.)
El ejemplo derriba las trabas del respeto humano.
61. ¡OH, el ejemplo, y, ante todo, el ejemplo de la dignidad cristiana! Aquí se
impone el deber. Apena el alma ver cómo de ordinario no es tanto el número de
elementos malos, que hacen muchas veces malsano y pernicioso el campo del trabajo
profesional, cuanto más bien el respeto humano.
(Pió XII, a los Hombres de Acción Católica, 20-12-1942.}
Y tiene verdadera fuerza apologética.
62. Demuestren los obreros católicos, con su ejemplo, con sus palabras, a estos
hermanos extraviados que la Iglesia es una tierna madre para todos aquellos que
trabajan y sufren, y que jamás ha faltado ni faltará a su sagrado deber materno de
defender a sus hijos. Si esta misión que ellos deben cumplir en las minas, en las
fábricas, en los talleres, dondequiera que se trabaja, requiere, a veces, grandes
sacrificios, recuerden que el Salvador del mundo ha dado no sólo el ejemplo del
trabajo, sino también el del sacrificio.
(Pió XI, “Divini Redemptorís", núm. 70.)
El Papa invita a hacer examen de conciencia.
63. ¿En qué punto, pues, se halla entre vosotros el progreso en la santificación de la
vida mediante una concepción verdaderamente cristiana del trabajo? ¿Qué actuación
tiene, por vuestro medio, aquel apostolado ardiente del ejemplo entre tantos que, aún
jóvenes, todos los días se arrastran al trabajo casi como a la fuerza, sin alegría, sin
ninguna elevada aspiración? ¿Cómo va vuestro apostolado, tan precioso, del ejemplo
en el uso cristiano del tiempo disponible en la santificación del domingo y de las
fiestas y en toda la vida de familia?
(Pío XII, discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos,
A. C. L. I., en junio de 1948.)

b) INTERVENIR EN LOS ORGANISMOS DE LA VIDA PÚBLICA


Por encima de dificultades, todo cristiano tiene, el sagrado deber de cooperar al
ordenamiento, de la .sociedad, en especial de la vida económica.
64" Que no se apague o se debilite entre vosotros la voz insistente de los Pontífices
de las Encíclicas sociales, que magistralmente enseñan a los que creen en la
regeneración sobrenatural de la humanidad el deber moral de cooperar al
ordenamiento de la sociedad, y en modo especial ,de la vida económica, impulsando
la actividad de aquellos que participan de tal vida, no menos que el Estado mismo.
¿No es esto un sagrado deber de todo cristiano? No os espanten, amados hijos, las
dificultades extrínsecas, ni os desaniméis por los obstáculos provenientes del
creciente paganismo de la vida pública.
(Pío XII, discurso de Pentecostés del año 1941.)
Intervención en la vida política.
65. Se ha de cuidar que la Acción Católica no se entrometa en partidos políticos,
dado que, por su misma naturaleza, ha de mantenerse ella ajena del todo a las
disensiones que originan los partidos civiles... Pero si las cuestiones políticas tocaran
alguna vez asuntos referentes a la religión católica y doctrina moral, la Acción
Católica puede y debe interponer su actividad, y eso posponiendo todo bien
particular, dirigiendo el empeño de los católicos a la mayor utilidad de la Iglesia y de
las almas.
(Pío XI, al Episcopado argentino, 4-2-1931.)
Y también en la vida administrativa.
66. El Estado tiene necesidad de hombres competentes y expertos en materia política
y administrativa, enteramente entregados al mayor bien de la nación y guiados por
claros y sanos principios. La voz de la patria llama a colaborar" a todos los hombres
y mujeres honrados, en cuyas familias y en cuyas personas vive lo mejor del vigor
espiritual, de las energías morales y de las tradiciones vividas y siempre vivientes del
Estado, con todas las fuerzas de sus íntimas convicciones, y a trabajar por el bien del
pueblo. No actúa cristianamente el católico que, pudiendo o debiendo, por su
posición o cargo se sobrentiende, "no toma parte, en las actividades de su país y de
su tiempo, sino que se retira, como el pélida Aquiles a su tienda, junto a las naves de
rápida travesía, lejos de la batalla, mientras que está en juego la suerte de su patria".
Por el contrario, "el hombre justo y fuerte, cristiano, no se contentará con quedarse
en pie, impasible entre las ruinas; se sentirá obligado a resistir y a impedir el
cataclismo o, por lo menos, a limitar el efecto de sus daños".
(Pió XII3 discurso de 8-1-1947.)
En la vida técnica, profesional y social.
67. Creemos que ese mismo intento (un estado social mejor) se .alcanzaría tanto más
seguramente cuanto mayor sea la cooperación de las competencias técnicas,
profesionales y sociales, y más todavía de los principios católicos y de la práctica de
los mismos, no de parte de la Acción Católica (porque no pretende desarrollar
actividad estrictamente sindical o política), sino" de parte de aquellos de nuestros
hijos que la Acción Católica educa exquisitamente en los mismos principios y en el
apostolado bajo la guía y el magisterio de la Iglesia.
(Pío XI, "Quadragesimo Anno-n, núm. 37.)
La Acción Católica forma los mejores ciudadanos y
los magistrados más expertos.
68. La Acción Católica no cerrará a sus afiliados el paso a la vida pública en todas
sus manifestaciones, antes bien, los hará más aptos para los oficios públicos, puesto
que los formará severamente para la santidad de la vida y para el cumplimiento de
los deberes cristianos. ¡Como que parece nacida para deparar a la sociedad los
mejores ciudadanos, al Estado los magistrados más escrupulosos y expertos!
(Pío XI, carta al Cardenal Bertram, 13-11-1928, núm. 9.)
Tampoco la mujer puede quedar hoy recluida en su hogar.
69. Hubo un .tiempo quizá en que la actividad apostólica de la mujer podía limitarse
a salvaguardar y mantener la vida cristiana del hogar. No ocurre así en nuestros días,
en que toda la vida familiar sufre necesaria e inmediatamente la influencia del medio
social en que ella se desenvuelve.
De este ambiente social dependerá en una gran parte la temperatura espiritual de la
familia y, por lo tanto, su vida moral y religiosa. He aquí por qué la mujer católica de
hoy adquiere conciencia de sus deberes sociales.
(Pío XII, a las Delegaciones de la Unión Internacional de las Agrupaciones
Femeninas de Acción Católica, 14-4-1939)
Ella debe actuar en la vida pública, promover sus derechos é influir sobre el
poder
70. Ha de procurarse la salvaguardia y el cuidado de los sagrados intereses de la
mujer por medio de una legislación, de un régimen respetuoso de sus derechos, de su
dignidad y de su función social; la participación de las mujeres en la vida pública, en
interés del bienestar, la salvación y el progreso de todos. Vuestra misión específica
es, de una manera general, trabajar para hacer a la mujer más consciente de sus
derechos sagrados, de sus deberes, de su poder, tanto sobre la opinión pública en las
relaciones cotidianas como sobre los Poderes públicos y los legisladores, mediante el
buen uso de sus prerrogativas de ciudadana.
(Pío XII, discurso al Congreso Internacional de Ligas 'Católicas Femeninas,
11-9-1947.)
Formen todos grupos decididos, que sirvan de fermento a la masa.
71. Y puesto que el desorden no puede ser vencido sino con un orden que no sea
meramente forzado o ficticio (lo mismo que la oscuridad con sus deprimentes y
temibles efectos no puede ser disipada sino con la luz y no por fuegos fatuos), no se
puede esperar ni iniciar la salvación, la renovación y una progresiva mejora si
numerosas e influyentes agrupaciones no vuelven a la recta concepción social, vuelta
que requiere una extraordinaria gracia de Dios-y una voluntad inquebrantable, pronta
y decidida al sacrificio, de las almas buenas y de amplia visión. De estos grupos más
influyentes y dispuestos para comprender y ponderar la atrayente belleza de las justas
normas sociales, pasará y entrará después en las multitudes la convicción del origen
verdadero, divino y espiritual de la vida social, allanando, de esta manera el camino
al resurgimiento, incremento y consolidación de aquellas concepciones morales sin
las que las actuaciones más soberbias representarán una Babel, cuyos habitantes,
aunque tienen muros comunes, hablan lenguas diversas y encontradas.
(Pío XII, mensaje de Navidad, 1942.)
Y grupos de cristianos probados que intervengan en las funciones legislativas.
72. Para llevar a cabo una acción fecunda, para obtener la estima y confianza, todo
cuerpo legislativo, la experiencia lo demuestra indudablemente, debe recoger en su
seno una selección de hombres, espiritualmente eminentes y de carácter firme que sé
consideren como los representantes de todo el pueblo, y no ya corno los mandatarios
de una muchedumbre, a cuyos intereses particulares, por desgracia, se sacrifican las
reales necesidades y exigencias del bien común. Una selección de hombres no
limitada a una profesión o a una condición determinada, sino imagen de la múltiple
vida dé todo el pueblo. Una selección de hombres de sólidas convicciones cristianas,
de juicio justo y seguro, de sentido práctico y ecuánime, coherente consigo mismo de
todas las circunstancias; hombres de doctrina sana y clara, de designios firmes y
rectilíneos; hombres, sobre todo, capaces, en virtud de la autoridad que emana de, su
conciencia pura y ampliamente se irradia y se extiende en su derredor, de ser guías y
dirigentes, sobre todo en tiempos en que urgentes necesidades sobreexcitan la
impresionabilidad del pueblo y le hacen propenso a la desorientación y extravío;
hombres que en los períodos de transición, atormentados generalmente y lacerados
por las pasiones, por opiniones divergentes y por opuestos programas, se sientan
doblemente obligados, a hacer circular por las venas del pueblo y del Estado,
quemadas por mil fiebres, el antídoto espiritual de las visiones claras, de la bondad
solícita, dé la justicia que favorece a todos igualmente, y la tendencia de la voluntad
hacia la unión y la concordia nacional en un espíritu de sincera fraternidad. .
(Pío XII, mensaje de Navidad, 1944.)
Al defender el bien común en la vida pública, se defienden también
los intereses de la Iglesia.
73. Pero el verdadero católico ha de tener presente, ante todas las cosas y en
cualquier coyuntura, que ha de portarse como tal acercándose a los empleos públicos
y desempeñándolos con el firme y constante propósito de promover, según su
posibilidad, el bien social y económico de la patria, particularmente del pueblo,
conforme a las máximas de la civilización puramente cristiana, y de defender al
mismo tiempo los intereses de la Iglesia, que son los de la religión y de la justicia.
(Pío X, "II Fermo Proposito", núm. 18.)
Llevar el cristianismo de la vida privada a la pública es contribuir
al avance de la Iglesia.
74, Es una ilusión creer, como algunos, que podría desarmarse al anticlericalismo y a
la pasión anticatólica restringiendo los principios del catolicismo al dominio de la
vida privada. Por el contrario, esta actitud "minimista" no haría más que darles
nuevos pretextos a los adversarios de la Iglesia. Los católicos mantendrán y
mejorarán sus posiciones en la medida del valor que pongan en llevar a la realidad
sus íntimas convicciones en el íntegro dominio de la vida, tanto pública como
privada.
(Pío XII, 18-7-1947.)

c) CREAR Y DIRIGIR OBRAS DE AYUDA A LOS


TRABAJADORES
Instituciones para la asistencia a las clases obreras.
75. Ninguna actividad, en cuanto es posible y resulta útil a la vida cristiana, debe
excluirse de su programa. Entre todas, sin embargo, las hay particularmente urgentes
por corresponder a necesidades más extensas y más sentidas, entre las cuales Nos
incluimos hoy la asistencia a las clases obreras; y decimos asistencia, no solamente
espiritual, que debe ocupar siempre el primer lugar, sino también material, mediante
aquellas instituciones que tienen por fin específico llevar a la práctica los principios
de justicia social y de caridad evangélica.
Por lo tanto, la Acción Católica procurará promover estas instituciones donde no
existan, aunque debiendo dejar a ellas una bien definida responsabilidad y autonomía
en las cosas puramente técnicas y económicas. Su competencia principal será el
procurar diligentemente que aquéllas se inspiren siempre en los principios netamente
católicos y en las enseñanzas de esta Sede Apostólica.
(Pío XI, carta al Cardenal Goncalves, Patriarca de Lisboa 10-11-1933.)
Plenamente responsables en lo estrictamente técnico, financiero y económico.
76. No caen fuera de la actividad de la Acción Católica las llamadas obras sociales,
en cuanto miran a la actuación de los principios de justicia y de caridad y en cuanto
son medios para ganar a las muchedumbres; pues muchas veces no se llega a las
almas, sino a través del alivio de las miserias corporales y de las necesidades de
orden económico, por lo que Nos mismo, así como también nuestro Predecesor de
santa memoria, León XIII, las hemos recomendado muchas veces. Pero, aun cuando
la Acción Católica tiene el deber de preparar personas aptas para dirigir tales obras,
de señalar los principios que deben orientarlas y de dar normas directivas, sacándolas
de las genuinas enseñanzas de nuestras Encíclicas, sin embargo, no debe tomar la
responsabilidad en la parte puramente técnica, financiera y económica, que está fuera
de su incumbencia y finalidad.
(Pío XI, al Episcopado mejicano, 28-3-1937, núm. 16.)
Aunque sujetas a la Acción Católica, bajo la influencia
y apoyo de los Prelados.
77. Queremos aquí hacer constar y dejar bien entendido esto: las asociaciones que,
conformando sus propósitos y empresas con los preceptos de la religión y los
designios peculiares de la Acción Católica, se proponen ayudar a los ciudadanos, ya
en sus asuntos económicos, ya en el ejercicio de su profesión, conviene de todo
punto que en las materias concernientes a los fines de la Acción Católica se sujeten a
ella y sirvan a las obras de apostolado cristiano; pero que, en lo referente a las
empresas puramente económicas, obren por cuenta propia y bajo su exclusiva
responsabilidad. De ahí se sigue que los sagrados Pastores de la Iglesia, en razón de
su oficio, no pueden desentenderse de tales asociaciones, antes bien, conviene que,
con su hábil influencia y eficaz apoyo, las atiendan de tal modo que se formen con la
mayor diligencia posible, de acuerdo con las enseñanzas y preceptos de la religión
católica.
(Pió XI, al Cardenal Segura, núm. 5.)
Ellas preparan el camino para el apostolado de la Acción Católica.
78. Las instituciones económicosociales a que acabamos de referirnos no pertenecen
a la Acción Católica propiamente dicha, porque desenvuelven sus actividades
directamente en el campo económico y profesional. Por lo mismo, ellas solas tienen
la responsabilidad de sus iniciativas en las cuestiones puramente económicas. Mas,
como hemos dicho otras veces, debiendo ellas inspirarse en los principios de caridad
y justicia señalados por la Iglesia y seguir las directivas trazadas por la autoridad
eclesiástica en materia tan delicada, tales instituciones, además de ser
verdaderamente benéficas para la elevación material y moral de los obreros, preparan
el camino al apostolado de la Acción Católica.
(Pío XI, al Episcopado filipino, núm. 35.)

LAS ARMAS PARA EL APOSTOLADO SOCIAL


El programa de Pío XII.
79. Id al medio del mundo. Confiad en Cristo, que venció al mundo. Sean vuestras
armas el apostolado de la oración, del ejemplo, de la pluma y de la palabra; la
humildad y la benevolencia, la paciencia y la mansedumbre, la prudencia y la
discreción; la caridad sabia, condescendiente con los que yerran y no con el error,
porque el alma humana nada desea más y con mayor ardor que la verdad. Sean
vuestras reglas y artes en la palestra espiritual todas las múltiples iniciativas e
industrias que los Obispos y la Comisión Cardenalicia instituida por Nos aprueben,
coordinen y dirijan.
(Pío XII, .audiencia a los dirigentes de la Acción Católica Italiana, 4-9-1940.)

1) LOS MEDIOS EXTERIORES


a) TODOS LOS LÍCITOS Y POSIBLES.
Usad todos los derechos y todas las libertades.
80. Por consiguiente, amados hijos, siempre que estén en juego los intereses de Dios
y de la Religión, de la moral y del espíritu cristiano, estad presentes para afirmarlos y
defenderlos. Valeos de todos los derechos, lo que todas las libertades que las
presentes condiciones os reconozcan. En esto consiste no menos el leal servicio de
Dios que el verdadero, amor a la patria. Es ya hora de-obrar. Sed hombres fuertes y
estad dispuestos a la lucha. . (Pío XII, discurso a los Jóvenes de Acción Católica, 10-
6-1945.)

Cualquier posibilidad, por limitada que sea.


81. Si bien es cierto que "ningún entendimiento clarividente y juicioso" puede
"valorar más de lo justo" las posibilidades que la tribuna de la O. N. U. ofrece para
servir a la paz, "no es menos cierto que nadie que haya tomado a pecho, como una
sagrada obligación, el luchar por una paz digna, deberá renunciar a servirse de esta
posibilidad por muy limitada que ella sea".
(Pío XII, discurso al ministro de El Salvador en la presentación de credenciales,
noviembre de 1947.)
Aun cuando el Estado intervenga por su parte directamente,
82. Y si por haberse transformado las condiciones de la vida económica y social el
Estado se ha creído en el deber de intervenir hasta el punto de asistir y regular
directamente tales instituciones con particulares disposiciones legislativas, salvo el
respeto debido a la libertad y a las iniciativas privadas, ni en esas circunstancias
puede la Acción Católica apartarse de la realidad, sino que debe con prudencia
prestar su contribución intelectual, estudiando los nuevos problemas a la luz de la
doctrina católica, y demostrar su actividad con la participación leal y gustosa de sus
adherentes a las nuevas formas e instituciones, llevando a ellas el espíritu cristiano,
que es siempre principio de orden y de mutua y fraterna colaboración.
(Pío XI, “Divini Redemptoris”, núm. 69.)
Adaptación constante a las situaciones concretas.
83. La Acción Católica debe alabar y estimular principal:-mente esa virtud de
adaptarse a las necesidades. Fidelísima de la tradición y solícita, sobre todo, de la
ortodoxia de sus principios y de sus métodos, tiene a la vez, en este momento, el
deseo y la ocasión apta de estudiar, comprender y penetrar las situaciones tan
complejas y fluctuantes del mundo moderno; y considera con razón, como parte del
celo apostólico, el afán de renovar continuamente, sus métodos de trabajo, para
descubrir y emplear los medios más oportunos y eficaces y para buscar con continua
y generosa entrega dónde y cómo el rendimiento de su generosidad puede conseguir
el más valioso testimonio del espíritu cristiano y ganar más generosos y convencidos
secuaces.
(Pió XII, carta a la Primera Asamblea General de la Acción Católica Italiana,
agosto de 1948.)
Todas las formas del apostolado profesional.
84. Acordaos que el apostolado cristiano es multiforme: hay un apostolado de
silencio y un apostolado de palabra; un apostolado de afecto y estima y un
apostolado de obra y ayuda; un apostolado de acción y un apostolado de ejemplo.
(Pío XII, a los Hombres de Acción Católica de Italia, 20-9-1942.)
b) ESPECIALMENTE LOS MODERNOS INSTRUMENTOS DE
PROPAGANDA.
Literatura, teatro y cinematógrafo, como educadores de la sociedad.
85. Conviene que todos los que sean capaces de ello orienten todo su esfuerzo y
consagren todo su talento a crear, a promover una literatura, un teatro, un
cinematógrafo que sean educadores y sanos de ideología y de manera, y al mismo
tiempo interesantes y atrayentes, verdaderas obras de arte. Nos no podremos alabar y
alentar lo bastante a las beneméritas inteligencias que se dediquen a esta empresa
como apóstoles del bien. Pero es evidente que semejante peso de apostolado no es
para todos los hombros.
(Pío XII, a los Hombres de Acción Católica de Italia, 20-9-1942.)
La prensa y la radio.
86" Con mucho gozo hemos oído que la prensa propugnadora de los principios
católicos lucha valientemente por la causa católica y que la radio marconiana-
maravillosa invención, elocuente imagen de la fe apostólica que abraza a , todo el
género humano-se utiliza frecuente y útilmente para que los hechos1 y enseñanzas
eclesiásticas tengan la más amplia resonancia. Alabamos el bien realizado. Mas
aquellos que desempeñan tal ministerio, al proponer y promover la doctrina social,
tomen a pechó adherirse a las directrices del magisterio de la Iglesia; olvidados de la
propia utilidad, despreciadores de la vanagloria, no partidistas, hablen "como de
Dios, ante Dios, en Cristo".
(Pío XII, "Sertum Laetitiae", a los Obispos de los Estados Unidos, 1-11-1939.)
La prensa reciamente utilizada.
87. Grandemente puede contribuir a esta renovación la prensa católica. Ella puede y
debe, ante todo, procurar dar á conocer cada vez mejor la doctrina social de un modo
vario y atrayente, informar con exactitud, pero también con la debida extensión,
acerca de la actividad de los enemigos, y describir los medios de lucha que se han
mostrado ser los más eficaces en diversas regiones, proponer útiles sugerencias y
poner en guardia contra las astucias y engaños con que los comunistas procuran, y
con resultado, atraerse a sí a los hombres de buena fe.
(Pío XI, “Divini Redemptorís", núm. ,55.)
Círculos de estudio, semanas sociales y cursos de conferencias.
88. A este trabajo formativo, más urgente y necesario que nunca y que debe proceder
siempre a la acción directa y efectiva, servirán ciertamente los círculos de estudio, las
semanas sociales; los cursos orgánicos de conferencias y todas aquellas iniciativas
aptas para dar a conocer la solución de los problemas sociales en sentido cristiano.
(Pío XI, “Divini Redemptorís”, núm. 64.)

2) LAS CUALIDADES PERSONALES


a) LAS VIRTUDES EN GENERAL.
Hombres de carácter integro.
89. De suerte que el verdadero cristiano, fruto de la educación cristiana, es el hombre
sobrenatural que piensa, juzga y obra constantemente y coherentemente según la
recta razón iluminada por la luz sobrenatural de los ejemplos" y de la doctrina de
Cristo, o, por decirlo con el lenguaje ahora en uso, el verdadero y cumplido hombre
de carácter. Pues no constituye cualquiera coherencia y tenacidad de conducta, según
principios subjetivos, el verdadero carácter, sino solamente la constancia en seguir
los principios eternos de la justicia, como lo reconoce hasta el poeta pagano, cuando
alaba inseparablemente "al hombre justo y constante en su propósito", y, por otra
parte, no puede existir completa justicia sino dando a Dios lo que se debe a Dios,
como lo hace el verdadero cristiano.
(Pío XI, "Divini Illius Magistrio”, núm. 59.)
Que vivan el cristianismo en su plenitud.
90. Hoy es necesaria la grandeza de un cristianismo vivido en su plenitud, con
constancia perseverante. Es necesaria la fuerte legión de aquellos hombres y mujeres
que, viviendo en medio del mundo, se hallan siempre dispuestos a combatir por la fe,
por la ley de Dios y por Jesucristo.
(Pió XII, Normas a los grupos italianos del Renacimiento Cristiano, en 1947)
Llenos de espíritu constructivo, como las abejas.
91. Si los hombres quisieran y supieran escuchar la lección de las abejas; si cada uno
supiese hacer con orden y con amor, en el puesto señalado por la Providencia, su
deber cotidiano; si cada uno supiera gustar, amar, valorizar, en la colaboración íntima
del hogar doméstico, los pequeños tesoros acumulados durante su jornada de trabajo
fuera de casa; si los hombres supieran sacar provecho con delicadeza, con elegancia
(hablando a la manera humana), con caridad (hablando cristianamente), en las
relaciones con sus semejantes, de todo lo que éstos han conseguido en su espíritu de
verdadero y hermoso, de todo lo bueno y honesto que ellos llevan en el fondo de sus
corazones, sin ofenderlos, y discreta y honestamente, sin alterarse, sin celo y sin
orgullo, las riquezas adquiridas en el contacto con sus hermanos y elaborarlas luego
por su cuenta; si, en una palabra, aprendiesen a hacer mediante su inteligencia y su
entendimiento lo que las abejas hacen instintivamente, ¡cuánto mejor estaría el
mundo!
Trabajando como las abejas, con orden y con paz, los hombres aprenderán a gustar, a
hacer gustar a los demás, el fruto de sus fatigas, la miel y la cera, la dulzura y la luz
de esta vida mortal. En cambio, cuántas veces, por desgracia, estropean lo mejor y lo
más hermoso con su aspereza, su violencia y malicia. ¡Cuántas veces no saben buscar
y hallar en todo sino la imperfección y el mal, desnaturalizando hasta las intenciones
más rectas; convertir en amargura hasta el bien!
Aprended, pues, a penetrar con respeto, con confianza y con caridad discreta, pero
profundamente, en la inteligencia y en el corazón de sus .semejantes, y entonces
sabrán descubrir, como las abejas, en las almas más humildes, el perfume de nobles
cualidades, de eminentes virtudes, ignoradas a veces hasta por los mismos que las
poseen. Sabrán discernir en el fondo de las inteligencias más obtusas, de los espíritus
más incultos, en el fondo mismo de los-pensamientos de sus adversarios, alguna
traza, por lo menos, de sano juicio, algún vislumbre de verdad y bondad.
(Pió XII, a 400 apicultores italianos que asistieron al Congreso Nacional de
Apicultura, 29-11-1947.)

b) CIERTAS VIRTUDES PARTICULARES.


Prudencia, vigilancia, firmeza y valor.
92. Sed, pues, prudentes y estad en guardia, que en la hora presente es esencial la
firmeza de las convicciones y el valor para llevarlas a la práctica sin debilidades ni
vacilaciones.
(Pío XII, discurso a la Acción Católica Italiana, diciembre de 1947.)
Serenidad, lealtad, energía y desinterés.
93. Pero la reconquista de tantos corazones errantes o exacerbados que han perdido
el verdadero concepto y la sana doctrina acerca del mundo, de Dios y de sí mismos,
dependerá esencialmente de la serenidad, lealtad, energía y desinterés que todos los
espíritus rectos pondrán en juego para la solución de los problemas fundamentales
nacidos de las desolaciones y de los trastornos bélicos y postbélicos.
En el centro de tales cuestiones, y, dominándolas todas, están, como bien se sabe, las
reformas sociales, justas y necesarias, y en especial la urgente necesidad de dar a las
clases menos pudientes casa, pan y trabajo.
(Pío XII, alocución al Sacro Colegio Cardenalicio, 2-6-1948.)
Simplicidad, pureza, austeridad, generosidad.
94. En el campo de la acción, igualmente, nunca será superfluo volver a inculcar
cómo la urgencia de documentar con el ejemplo de una integérrima vida personal la
propia profesión cristiana nace del decaimiento general de las costumbres y de cierto
rigor moral, parcial, pero impresionante, que algunas corrientes1 adversarias
profesan a veces: la simplicidad, la pureza, la austeridad, la generosidad de la propia
vida deben aparecer como el óptimo argumento del propagandista católico, que, libre
y fuerte por basarse en esta fiel adhesión a la inspiración evangélica, tendrá mayor
autoridad para proclamar y promover aquellos principios de justicia y de caridad
social de los que se espera un mejor ordenamiento de la vida moderna.
(Pío XII, carta a la Primera Asamblea General de la Acción Católica Italiana, en
agosto de 1948.)
Fortaleza, prontitud, entrega total.
95. Por eso, lo que de vosotros esperamos es, ante todo, fortaleza de espíritu, que
haga de vosotros no solamente

c) LA ORACIÓN.
La oración, arma infalible de apostolado.
100. En esta palestra del espíritu Nos recomendamos, más que toda otra cosa, la
oración, como ya dijimos a los alumnos del Santuario la primera vez que se
reunieron en torno a Nos. Orad, orad, orad: la oración es la llave de los tesoros de
Dios; es el arma del combate, y de la victoria en toda lucha en favor del bien y en
contra del mal. ¿Qué es lo que' no puede la oración adorando, propiciando,
suplicando, agradeciendo? La vida de oración que ardientemente enseñamos a las
filas de la Acción Católica, es la consciente participación en el santo sacrificio de la
Misa, la frecuencia de los Sacramentos, los Ejercicios Espirituales, y con las varias
formas de piedad, el ánimo y el ardor del sacrificio, gran ley y condición de la
fecundidad del apostolado. El pertenecer a la Acción Católica no coloca en posición
de privilegio o de superioridad, pero infunde a sus miembros un impulso del deber
para que se hagan, con espíritu de humildad, de abnegación y de caridad, todo a
todos para ganarlos a todos a Cristo, y se sientan, como el Apóstol, "deudores" para
con todos de los inefables tesoros que han recibido de la divina bondad.
(Pío XII, a los dirigentes de la Acción Católica Italiana, en audiencia del 4-9-1940.)

d) COHERENCIA ENTRE LAS CREENCIAS Y LA CONDUCTA.


Sin ella, la acción será ineficaz.
101. Estas dos actuaciones, religiosa y social, deben obrar de acuerdo; la una sin la
otra resulta a menudo ineficaz.
(Pío XI, carta al Episcopado filipino, núm. 34.)
Exige fidelidad a los principios, especialmente a los preceptos
de justicia y caridad.
102. Nos sabemos muy bien, como sucesor de aquel a quien se dirigió la divina
promesa "Yo he rogado por ti" (Luc. 22, 32), que cuando la lucha con los espíritus de
las tinieblas es más dura y entra en una fase decisiva, y humanamente hablando,
alarmante, entonces tanto más cerca está el Señor de su Iglesia y de sus fieles.
En la plena seguridad y conciencia de esta asistencia divina, recordemos a todos los
que se precian del nombre de cristianos y católicos un doble sagrado deber,
indispensable para el mejoramiento de la situación presente de la sociedad humana.
1) Inquebrantable fidelidad al patrimonio de verdades que el Redentor ha traído al
mundo.
2) Cumplimiento a conciencia del precepto de la justicia y del amor, premisa
necesaria para que triunfe en la tierra un orden social digno del divino Rey de la paz.
(Pío XII, radiomensaje en la víspera de Navidad de 1948.)
Que demuestre con hechos la fortaleza de los principios.
103. Pero lo que importa es que la comunidad de los fieles no dude en poner, resuelta
y animosamente, en práctica, en su amplia actividad, los principios de la doctrina
social de la Iglesia y sepa defenderlos y propagarlos de modo que no tenga que
verificarse aquí que las concepciones sociales de los católicos sean fuertes y su
acción social débil.
(Pío XII, discurso a los predicadores de la Cuaresma de 1944.)
La fuerza apologética de los hechos.
104. ….en el campo de las ideas prevalece la necesidad de dar a la doctrina católica
en todas sus expresiones una mayor difusión entre el pueblo, que se encuentra
terriblemente acechado por toda clase de perniciosos errores, y, consecuentemente, la
necesidad de ilustrar con una apología nueva, que felizmente la prueba de los hechos
hace fácil y convincente, el pensamiento y la obra del Sumo Pontífice por la defensa
de la paz; por el bien del pueblo, por una mayor justicia social, por una amplia y
benéfica asistencia caritativa.
(Pío XII, carta a la Primera Asamblea General de la Acción Católica. Italiana,
en agosto de 1948.)
Obrar la palabra, y no sólo escucharla.
105. Esta es, venerables hermanos, la doctrina de la Iglesia, la única que, como en
todos los demás campos, también en el terreno social puede traer verdadera luz y ser
la salvación frente a la ideología comunista. Pero es preciso que esta doctrina se
realice en la práctica de la vida, conforme al aviso del apóstol Santiago: "Sed...
obradores de la palabra, y no tan sólo oidores, engañándoos a vosotros mismos"; por
esto, lo que más urge al presente es aplicar con energía los oportunos remedios para
oponerse eficazmente a la amenazadora catástrofe que se va preparando".
(Pío XI, “Divinl Redemptoris", núm. 39)

e) ESPECIALMENTE, ANIMO DECIDIDO Y VALEROSO.


La Iglesia nada teme.
106. En un tiempo como el nuestro, agitado y agitador; en un tiempo en que la
verdad y el error, la fe en Dios y la negación de Dios, la supremacía del espíritu y el
predominio de la materia, la dignidad humana y la abdicación de esta dignidad, la
ordenación de la razón y el caos de la irracionalidad se enfrentan en toda la superficie
del globo en lucha definitiva, la misión de la Iglesia y de su cabeza visible no puede
desarrollarse ni cumplirse con la bendición del cielo, sino bajo el lema: "Terrena non
metuit." ¡Tener miedo! ¿Y de qué? Entonces, ¿es que no somos fuertes? ¿Es tal vez
imposible superar el choque entre los discípulos y los enemigos de Cristo? La Iglesia
sufre pensando en el daño que sus adversarios se hacen a sí mismos, el' daño que
hacen a tantas almas pequeñas, frágiles e ignorantes, a las que son causa de
escándalo y ruina.
(Pío XII, alocución al Sacro Colegio Cardenalicio, 2-6-1948.)
La lucha sólo sirve para fortalecerla a ella y a los cristianos.
107. Las duras pruebas que la Iglesia ha soportado como consecuencia de la guerra y
de la postguerra, las dolorosas pérdidas y los graves daños que la han afligido, sólo
han conseguido hacer más vigorosa y alentadora su energía y su firmeza; batida por
las tempestades y por el oleaje, ha conservado intacta, incólume, su sustancia vital, y
en todos los pueblos donde el profesar la fe católica equivale a sufrir persecución se
han encontrado y se encuentran siempre miles dé valientes que, impávidos en medio
de los sacrificios, de las prescripciones y de los tormentos, intrépidos ante las
cadenas y la muerte, no doblan su rodilla ante el ídolo Baal del poder y de la fuerza
bruta. (Cfr. 3 Reg. .19, 18.)
(Pío XII, radiomensaje en la víspera de Navidad de 1948.)
Sería indigna de un cristiano la inacción por cansancio o
la huida por temor.
108. Ningún cristiano tiene derecho a dar muestras de estar cansado en la lucha
contra la oleada antirreligiosa de la hora presente. Poco importa cuáles pueden ser las
formas, los métodos, las armas, las palabras ridículas o amenazadoras, el disfraz con
que se encubre el enemigo. A nadie se le podría perdonar que ante ella se quedase
con los brazos-cruzados, la cabeza baja y temblándole las piernas.
(Pío XII, mensaje en la víspera de Navidad de 1946.)
No cabe la pereza ni la fuga, sino la lucha por la futura sociedad.
109. Mas para un cristiano consciente de sus responsabilidad aun para el más
pequeño de sus hermanos, no hay -tranquilidad perezosa ni existe la fuga, sino la
lucha, el combate, contra toda inacción y deserción en la gran contienda espiritual, en
la que se propone como galardón la construcción, más aún, el alma misma de la
sociedad futura.
(Pío XII, radiomensaje en la víspera de' Navidad de 1942.)
Sólo- sirven los ánimos viriles, dispuestos a dar testimonio de su fe.
110. El tiempo presente exige católicos sin miedo, para los que resulte la cosa más
natural del mundo la abierta confesión de su fe, con las palabras, con las obras,
siempre que lo pidan la ley de Dios y el sentimiento del honor cristiano. Verdaderos
hombres, hombres íntegros, firmes e intrépidos. Hoy el mismo mundo desecha y
rechaza y pisotea a los que no lo son, a los que lo son solamente a medias.
(Pió XII discurso a las Congregaciones Marianas, 21-1-1945.)
Hombres verdaderos, capaces de la mayor grandeza de ánimo.
111. Porque, en realidad, ¿qué pide hoy la vida en su aspecto civil? Hombres,
verdaderos hombres, no de los que piensan solamente en divertirse y juguetear como
niños, sino firmemente templados y dispuestos a la acción, que sientan como un
deber sagrado el no descuidar nada que pueda ayudar a su perfección. Nos mismos
desearíamos ver sobre el rostro de la juventud de nuestros días un poco más de
aquella alegría de antaño; pero los tiempos hay que tomarlos como son, y los
nuestros son graves, amargos y duramente graves. Piden hombres que no teman
caminar por los ásperos senderos de la presente y misérrima condición económica y
que sean capaces de sostener aquello que la Providencia ha confiado a sus cuidados;
hombres, finalmente, que en el ejercicio de la profesión huyan de la mediocridad y
tiendan a aquella perfección que exige de todos la labor de reconstrucción después de
tantos desastres.
(Pió XII, discurso a las Congregaciones Marianas, 21-1-1945.)
Mujeres con ánimo íntegro, decidido y resuelto.
112. En un tiempo apocalíptico como el nuestro, solamente tienen autoridad los
ánimos íntegros, decididos y resueltos. Ellos únicamente consiguen superar todos los
obstáculos y arrastrar a los demás detrás de sí. Y vosotras tenéis en favor vuestro y
en vuestra ayuda a vuestro Dios, a la verdad y a la eternidad.
(Pío XII, discurso a 6.000 obreras italianas, 15-8-1945.)
Más que en nadie, en quienes ocupan puestos eminentes en la sociedad.
113 Todas necesitan fortaleza de alma, especialmente en nuestros días, para soportar
animosamente el sufrimiento, para superar victoriosamente las dificultades de la
vida, para cumplir constantemente el propio deber. ¿Quién no tiene "algo de qué
dolerse? ¿Quién no tiene que luchar? Solamente el que se rinde y huye. Pero vosotros
tenéis menos derecho que otros para rendiros o para huir. Hoy los sufrimientos, las
dificultades y las necesidades son ordinariamente comunes a todas las clases, a todas
las condiciones, a todas las familias, a todas las personas. Y si algunos están exentos,
si nadan en la sobreabundancia y en las satisfacciones de la vida, esto debería
estimularles a. tomar sobre sí las miserias y las estrecheces de los demás. ¿Quién
podrá encontrar contento y reposo, quién no sentirá más bien inquietud y vergüenza
de vivir en la ociosidad y frivolidad, en el lujo y los placeres, en medio de 1a casi
general tribulación?
(Pío XII, discurso al Patriciado y Nobleza Romanos en enero de 1949.)
La empresa que los aguarda exige corazones dispuestos a triunfar por la Cruz.
114. Si nos es .lícito penetrar en la visión de los designios de Dios, de los que el
pasado es luz, las arduas y cruentas condiciones de la hora presente no son tal vez
otra cosa que el preludio de una aurora de nuevos desarrollos, en los que la Iglesia,
enviada para todos los tiempos y para todos los pueblos, se encontrará frente a
deberes desconocidos en otras edades, que sólo podrán llevar a término ánimos
resueltos a todo: corazones que no teman asistir a la repetición y a la renovación del
misterio de la cruz del Redentor en el camino de la Iglesia sobre la tierra, sin pensar
en integrarse con los discípulos de Emaús a la fuga de la amarga realidad; corazones
conscientes de que las victorias de la Esposa de Cristo, sobre todo las definitivas, se
preparan y se obtienen "in signum cui contradicetur", es decir, en contraste con todo
aquello que la humana mediocridad y vanidad se ingenian en oponer a la penetración
y al triunfo de lo espiritual y lo divino.
(Pío XII, alocución al Sacro Colegio Cardenalicio en la víspera de
Navidad de 1943.)
Fortaleza, por la fe en el triunfo dé Cristo, que sostenga a los pusilánimes.
115. Consciente de la tenebrosa audacia del mal que cunde en la vida presente, el
verdadero discípulo de Cristo se siente, dispuesto a tener mayor vigilancia sobre sus
propios hermanos. Seguro como está de la promesa de Dios y del triunfo final de
Cristo sobre los enemigos., se siente interiormente robustecido contra las
desilusiones y fracasos, derrotas y humillaciones, y puede comunicar la misma
confianza a todos aquellos a quienes se acerca en su misión apostólica;
convirtiéndose de tal modo en baluarte espiritual, mientras da aliento y ejemplo a los
que se sienten tentados a ceder y a desanimarse frente al número y a la potencia de
los adversarios.
(Pío XII, alocución al Sacro Colegio Cardenalicio en la Vigilia de Navidad de 1940.)

f) SOBRE TODO, LA CARIDAD.


No basta la justicia: la caridad cristiana es necesaria.
116. Mas para asegurar estas reformas es menester que a la ley de la justicia se una la
ley de la caridad, "que es vínculo de perfección". Ciertamente, la caridad no debe
considerarse como una sustitución de los deberes de justicia que injustamente dejan
de cumplirse. Pero, aun suponiendo que cada uno de los hombres obtenga todo
aquello a que tiene derecho, siempre queda para la caridad, un campo dilatadísimo.
La justicia sólo, aun observada puntualmente, pues, es verdad, hace .desaparecer la
causa de las luchas sociales, pero nunca unir los corazones y enlazar los ánimos.
Ahora bien, todas las instituciones destinadas a consolidar la paz y promover la
colaboración social, por bien concebidas que parezcan, reciben su principal firmeza
del mutuo vínculo espiritual, que une a los miembros entre sí; cuando falta ese lazo
de unión, la experiencia demuestra que las fórmulas, más perfectas no tienen éxito
alguno. La verdadera unión de todos en aras del bien común sólo se alcanza cuando
todas las partes dé la sociedad sienten íntimamente "que son miembros los unos de
los otros"; por donde "si un miembro padece, todos los miembros se compadecen".
(Pío XI, “Quadragesimo Anno", núm. 56.)
No basta la prosperidad, si no hay verdadera fraternidad.
117 "Fraternitas via nostra atque prosperitas" (la fraternidad es nuestra fuerza y
nuestra prosperidad). La prosperidad es algo exterior, que puede perderse aun sin la
propia cooperación o culpa. Y de hecho, ¿acaso no hemos visto nosotros mismos
cómo ha sido cruelmente quebrantada y destruida en millones de hombres? La
fraternidad, en cambio, por su misma naturaleza, es algo interior y depende de
nuestra voluntad. ¿Qué significa y qué comprende? EL respeto a la dignidad y al
honor de los demás, el dar a cada uno de los otros su derecho; el, para todos, dar una
verdadera benevolencia, para cada uno la ayuda en sus necesidades.
Donde, esta fraternidad vive y se aumenta en la fe en Jesucristo y en su amor por
nosotros, nos da una fuerza más poderosa que la miseria y que la muerte; nos
conduce de nuevo, a pesar de los golpes exteriores de la adversa fortuna, al nuevo
bienestar o, por lo menos, a condiciones de vida más tolerables.
(Pío XII, a los empleados y obreros de la Fábrica de Moneda de Roma,
12-5-1948.)
Es preciso repetirlo por todos los medios"
118. Deseamos, pues, venerables hermanos, que sea más y más explicado, de palabra
y por escrito, este divino precepto, precioso distintivo dejado por Cristo a BUS;
verdaderos discípulos; este precepto que nos enseña a ver en los que sufren a Jesús
mismo y nos obliga a amar a nuestros hermanos como el Divino Salvador ños ha
amado, es decir, hasta el sacrificio de nosotros mismos, y, si.es necesario, aun de la
propia vida.
(Pío XI, "Divini Redemptorís",.núm. 47.)
Lleva consigo la abnegación propia.
119" Para aseguraros, pues, la vida eterna y poder socorrer eficazmente a los
necesitados, es necesario volver a una vida más modesta; renunciar a los placeres,
muchas veces hasta pecaminosos, que el mundo ofrece hoy en tanta abundancia;
olvidarse de sí mismo por amor del prójimo.
(Pío XI, "Divini Redemptoris", núm. 48.)
Ella ha de apresurar la vuelta de los hijos pródigos.
120" Cuando aquel gran ejemplar de la caridad cristiana, Federico Ozanam, inauguró
sus Conferencias, su propósito era demostrar que las enseñanzas dé Cristo son
todavía realizables en la actualidad. La Sociedad de San Vicente de Paúl fue un reto
de la juventud católica a una raza de hombres escépticos, de hombres que ya no eran
capaces de vivir sus vidas de acuerdo con el Evangelio. De los seis jóvenes que
formaron la primera Conferencia, ninguno pasaba de los veinte años. La raza de
hombres a la que retaron está todavía con vosotros,' amados hijos, como la
experiencia os ha enseñado. Como el viajero de que nos habla el Evangelio, ha caído
entre ladrones, que le roban su tesoro de fe y le dejan consumirse en desamparada
necesidad. Aun que sólo seáis los legos del mundo, acercaos a este gran inválido, y
mientras le dais pan para alimentar su cuerpo y os esforzáis personalmente para
proveer a sus muchas necesidades, inclinaos sobre él como buen samaritano e
intentad curar sus heridas y ungirlas con el óleo del mensaje con solador de Cristo.
Murmurad en sus oídos, quizá mucho tiempo sordos al consejo del sacerdote,
palabras de esperanza, de ánimo y de paz, y el ejemplos de vuestro amor, semejante
al de Cristo, apresurará el día en que una amargada víctima del dolor, del fracaso o
de la injusticia volverá a aquellos a quienes Dios instituyó como guardianes y
médicos del alma.
{Pío XII, rodio mensaje al Congreso de la National Conference of Catholic Charities,
en Nueva Orleans, 12-10-1947.)

Canto a la caridad, tomado de San Bernardo. ,


121. Id, pues, adelante, ejercitando la caridad fomentada internamente y manifestada
exteriormente; emprended con' las virtudes antiguas las nuevas empresas que
corresponden a vuestra profesión para remedio de este caótico siglo.
¿Qué cosa hay más preciosa que la caridad, con la cual,' siendo vosotros ricos, debéis
enriquecer a todos los demás? Por eso queremos proponer a vuestra consideración y
meditación aquellos hermosísimos pensamientos de San Bernardo: "¡Oh, qué buena
madre es la caridad, la cual, ya sea que aliente a los débiles, ya sea que pruebe a los
muertos, ya sea que reprenda a los inquietos usando diversas maneras., según las
diferentes circunstancias, a todos los ama como a hijos! Cuando te reprende, es
mansa; cuando te alaba, es sencilla; suele ser severa con clemencia y halagar sin
engaño. Sabe airarse con paciencia, indignarse con humildad. Cuando es seguida, no
reacciona mal; aunque sea despreciada, vuelve a insistir todavía. La caridad es madre
común de ángeles y hombres." (San Bernardo, Tractatus de Chántate, cap. V, núm.
27, edic. de Migne, P. L., t. 184, col. 597.)
(Pío XII, discurso a los Franciscanos Capuchinos, él 25-11-1948.}

g) DE MODO PARTICULAR, CON LOS OBREROS Y HUMILDES.

La cuestión obrera constituye el punto neurálgico de la cuestión social.


122. ¿Quién no ve que la cuestión obrera, por la dificultad y variedad de los
problemas que entraña y por el amplio número de miembros a que afecta, es tal y de
tal necesidad e importancia, que merece un cuidado más atento, avizor y atinado?
Cuestión delicada como ninguna; punto neurálgico, por decirlo así, del cuerpo social,
pero algunas veces también terreno "movedizo y traidor abierto a fáciles ilusiones y
vanas e inactuales esperanzas para quien no tenga ante los ojos de su inteligencia y a
los impulsos de su corazón la doctrina de justicia, de equidad, de amor, de recíproca
consideración y convivencia que inculcan la ley de Dios y la voz de la Iglesia.
(Pío XII, a los trabajadores italianos en él patio de Belvedere del - Vaticano,
13-7-1943.)

Es cometido propio déla Acción Católica.


123. La Acción Católica no puede dejar de preocuparse de las clases más humildes y
necesitadas, de los obreros, de los campesinos, de los emigrados.
(Pío XI, cana al Episcopado de Méjico, 28-3-1937, núm. 22.)
Cuidado especialísimo de las clases humildes.
124. Exhortamos, sobre todo, que se tenga especialísimo cuidado de las clases
humildes, de los trabajadores de la industria y de la tierra.
(Pío. XI, carta al Episcopado brasileño, 27-10-1935, núm. 5.)
Entrega completa en favor de los obreros.
125. Que la juventud obrera pueda encontrar en el clero, en las congregaciones
religiosas femeninas y en los miembros de la Acción Católica personas que, de
acuerdo con los dirigentes, se prodiguen con toda energía física y moral en su favor,
aun en la vida cotidiana de la fábrica,
(Pió XII, discurso a 20.000 obreros italianos, 13-6-1943.)'
Que arranque los prejuicios 'contra la Iglesia.
126" Cuanto más experimenten en sí mismos los obreros y los pobres lo que el
espíritu de amor, animado por la virtud de Cristo, hace por ellos, tanto más se
despojarán del prejuicio de que el Cristianismo ha perdido su, eficacia y que la
Iglesia está en parte de quienes explotan el trabajo.
(Pío XI, "Divini Redemptoris",'núm. 44.)

Emocionada exhortación de Pío XII.


127" Id, queridos hijos e hijas, id a los humildes, a los pobres, a los que sufren, a los
infelices, a los abandonados del mundo; id como sus aliviadores, sus alentadores, sus
consoladores, sus ayudas, sus animadores. En sus incomodidades, en sus afanes, en
sus dolores, en su soledad, sientan junto a sí al hermano que llora con ellos, que
comparte su desventura y miseria, que es su amigo en la adversidad, que tiene una
mano que les sostiene, una palabra que calma su desconsuelo y les muestra, más allá
de la fugaz apariencia del tiempo, los bienes inmutables de la eternidad.
(Pío XII, a los dirigentes de la Acción Católica Italiana, en audiencia del 4-9-1940.)

LA GRAN NORMA DIRECTIVA

Todos bajo la guía, y magisterio de la Iglesia.


128. Pero esta acción laboriosa y admirable es en no pocas ocasiones menos eficaz
porque las fuerzas se dispersan demasiado. Únanse, pues, todos los hombres de
buena voluntad, cuantos quieran combatir, bajo la dirección de los Pastores de la
Iglesia, la batalla del bien y de la paz de Cristo; todos bajo la guía y el magisterio de
la Iglesia, según el talento, fuerzas o condición de cada uno...
(Pío XI, (“Quadragesimo Anno", núm. 59.)
Estrecha concordia, unión con los Obispos y, sobre todo,
con el Romano Pontífice.
129. Sobre todo, esforzaos, como ya lo hacéis, con empeño cada vez mayor-por
mantener firme la concordia y la unión de las almas, sin la cual, como ya lo sabéis,
nada se puede conservar largamente ni ser fructuoso. Aumentad y reforzad una
estrecha unión con los Obispos y, sobre todo, con el Romano Pontífice, cosa
necesaria para vuestra solícita actividad y prenda segura del éxito feliz. "Os
conjuro..., que digáis lo mismo todos..., que seáis perfectos en el mismo sentir y
pensar."
(Pío XII, carta a Luigi Gedda en el LXXV Aniversario de la juventud Católica
Italiana, abril de 1943.)
Incluso aquellas obras que no son propiamente Acción Católica.
130. Todas las obras derechamente enderezadas al auxilio del ministerio espiritual y
pastoral de la Iglesia y encaminadas a un fin religioso en bien directo de las almas,
deben estar del todo subordinadas a la autoridad de los Obispos, puestos por el
Espíritu Santo para regir la Iglesia de Dios en las diócesis que les están diputadas.
Puesta su condición, han de proceder con la conveniente razonable libertad, pues
sobre ellos recae la responsabilidad di la acción, principalmente en materias
temporales y económicas, administrativas o políticas, extrañas al ministerio
meramente espiritual; mas como los católicos levantan la bandera de Cristo, levantan
por ello mismo la bandera de la Iglesia, y es conveniente que de manos de la Iglesia
la reciban, que la Iglesia vele mirando por su intachable honor, y que á esta maternal
vigilancia se sujeten los católicos a par de hijos dóciles y amorosos...
(Pío X, carta al Episcopado italiano, 11-6-1905, núm. 21.)

LA EDITORIAL CATOLICA, S. A.
Alfonso XI, 4. Madrid

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