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CUADRO PRIMERO

Barrio de Nancimí. Es de mañana. Una casita de paja rodeada de cocoteros. En la única puerta de
entrada, está lo que apenas puede llamarse cocina por lo rudimentario: cuatro tiestos negros y fuego
bajo un comal. Las paredes son de varas de “tigüilote” verde. Dos asientos de patas de gallina.

ESCENA PRIMERA
La trigueña y la mamá

La trigueña, vestida en punto guinga, muele que muele una “payana” en la piedra de moler. Su mamá
echa tortillas en el comal. Es una vieja fea y desgreñada. Hay dos chocoyos y un racimo de bananas.

La trigueña: ¡Mama, va ir a mercarlo a Tola!


La mamá: ¡El qué!
La Trigueña: El istreno…
La mamá: Que ya te lo dije… Toito el barrio de Nancimí me asegura que vivís con el señorito en el
pueblo, con don Juan. ¿Pa qué negarlo? (Con cólera) ¡Qué te lo dé el istreno!
La Trig: (Dejando de moler) Se lo juro mama, que si lo acepto cuando viene es por no despreceyarlo.
Usté me lo ha dicho que su tata Ñor Román le fiaba las compras en la tienda…
La mamá: Pus no correrlo, pero si resestirse como mula… (De nuevo en cólera) Pero qué carajo, si
ñor Lencho me dijo que te vis con él en el barranco del piñuelar que da contra el río.
La Trig.: ¡Qué farso testimonio! ¿Lo dijo Ñor Lencho? ¡Qué el diablole juerceye la lengua! (Se
compone las trenzas y sigue moliendo) A pues, toito lo dice usté por el istreno… ¡Tan duncella lo
estoy como me tuvo!
La mamá: (Haciendo un gesto de impaciencia) Pa ser diotra que lo pague. L´honra cuesta plata. El
don Juan quiere cajeta, cuchillo y… por su linda cara.

(Una clueca entra del patio acompañada de sus pollitos. Los pollitos pían a la Trigueña por la payana.
Ella les echa un poco de lo molido sobre el suelo de tierra dura)

La mamá: (Echando la última tortilla) Yes tarde. Cuando vienen los pollos es que son las diez. En los
parasales el sol relumbrea de verdad.
La Trig.: ¿Va ir al pueblo?
La mamá: Lo voy. Treme el rebozo… En el camino pensaré lo del istreno.

(La Trigueña va y saca de un cajón de querosine un rebozo sucio y mugriento. La mamá se lava las
manos en un guacal, se pone el rebozo y dice antes de salir:)

La mamá: Vuelvo a la tarde. Andir poniendo la nisqueza, dale de comer al chancho y los chocoyos,
lavá el molendero y saca a enjuagar la ropa. (Sale)

ESCENA SEGUNDA
La Trigueña, luego la moza

La Trigueña corta una banana del racimo para los chocoyos. Al ponérsela en la vara, le da un sopapo
y ríe. Luego se queda seria, suspira, y canta mientras sopla el fuego y coloca la olla de la nisqueza

La Trig.: Quieren que no lo quiera, Vos me lo ha prometido


ay ¡mi don Juan! con jurar,
si ya hasta lo estoy inferma por el monte por el río
por mi casar. y el piñuelar, ¡ay!

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mi sangre al mar.
En las piñuelas verdes, Seriya las doce en punto,
mi corazón está, a decir por el llorar
como la pitaya ardiendo, del viento negro sin luna,
¡Ay mi don Juan! del agua sin relumbrar.
Cortála con cariño c El río daba la vuelta
ortala ya y nos decía sin cesar
¡Ay, Ay! unos dichos que no entiendo,
unas voces pa asustar.
Por los montes heridos ¡Ay, ay, ay!
mi honra se va,
naidie ya lo detiene, Mi don Juan llegó a caballo
¡Ay, mi don Juan! volando en la oscuridá,
Pues tuya lo he sido en veces y yo, temblando de miedo,
con dulce mal lo estaba isperando ya.
a la sombra del río Me abrazó y dijo mil cosas, q
y del piñuelar. ue íbamos a casar,
¡Ay, ay, ay! llevando yo zapatillas
y un vestido de olán.
Quieren que no lo quiera, Suya lo juí en esa noche
¡ay, mi don Juan! y otras más
Si el agua del río lleva, a la orilla del río y del piñuelar .
con dulce afán, ¡Ay, ay, ay!
tras la primera noche,

La Moza interrumpe el cantar de la Trigueña. Entra un poco cansada, con un rebozo de colores,
vestido con zaraza de pintas, descalza y con una peineta deteniéndole el pelo.

La Moza:¡Hola, Trigueña! Caramba, siempre alegre lo estás…


La Trig.: ¡Hooola, hermosa! El dicho dis: quien canta sus males ispanta. ¿Venís del pueblo?
La Moza: De allá vengo. Se dice que la fiesta va a estar de lo bueno. Vienen montados de Rivas, de
Belén y Potosí… Ya están haciendo la barrera de cañas bravas. Pasó mañana impieza, y tren buenos
toros… A mi, en saliendo ‘e la tienda de ñor Román me pasó cerquita uno que le dicen Cebú, colorado,
inorme, con el morro soplado.
La Trig.: (Dejando de soplar el fuego y poniéndose en jarras) ¿Asiii? ¿Y qué nuevas me tray?
(Fingiendo satisfacción) Mi mama anda en Tola mercándome el istreno. Una mudada de zaraza, con
cuadros rojos y verdes de onde ñor Román… Pero sentate niña… (Se sienta en unas “patas de
gallina”)
La Moza: (Quitandose el rebozo y doblándolo) Y agora que recuerdo… ¿Ya supiste que se
matrimoneya el hijo de ñor Román? Unque a mi no me la hace buena, en el pueblo no se habla de
otra cosa pal primer día de fiesta.
La Trig.: (Empalideciendo, inmóvil y como si un nudo le apretara la garganta) ¡Ay, linda…! ¿Qué es lo
que me estás murmurando?
La Moza: (Asustada) ¿Qué es lo que te pasa, lacito? ¿Qué hay con el particular?
La Trig.: (Reaccionando) ¡Nada, lacito! ¡Nada! Es que…
La Moza: No me lo mintás que algo te pasa… ¿Qué no soy tu pipe? Decímelo… ¿Qué tiene que ver
con vos ese tunante?
La Trig.: (Vencida y confidencial, con la cabeza baja) Perdoname lazo, que ya te lo voy a decir toito…
La verdá es que don Juan ha sido mi hombre… dende la última luna…

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La Moza: (Con las manos en la cabeza) ¡Trigueña! ¿Qué decís? ¿Ese hombre que deshonró a la
Moncha y se burló de la Nolberta y de toda tenta que le puso el oydo?
La Trig.: (Llorando y tapándose la cara) Sí, pipita linda… Yo tengo la culpa, yo le creyí todo lo que
decía, que nos iríamos a casar lueguito, iyendo yo vestida como niña de la ciudá.
La Moza: ¡Bandido! (La Trigueña llora inconsolable. La Moza se levanta y la abraza compungida)
Nues asá no más perder l’honra. ¡La tiene que pagar!... Y agora se casa el muy bandido con l’hija del
Arcalde, solo porque tiene también plata y es infatuada como una hija del Rey.
La Trig.: (Rastreando en sus sentimientos) L’honra cuesta plata, dice mi mama… Pero nues lo que me
duele… ¿Qué no la perdemos hoy u pasó mañana? Nues eso pipita: es que va a ser diotra mi don
Juan (Torna a llorar y taparse la cara con las manos)
La Moza: ¡Déjate de don Juan…! ¡Ya te lo alvertí que es un bandido, un perro, un reperro… Pensá en
el desquite.
La Trig.: ¿Desquitármelo?
La Moza: ¡Eso es, que es lo único que te queda!
La Trig.: (Interesada) ¿Y cómo? ¿Qué no es un señor don del pueblo y con un primo que es sargento
de la Guardia?
La Moza: (Dándose importancia) Lo veriemos. A mí me toca un poco del mais picado… El desquite
será por las dos, pues la Moncha es mi hermanita de leche… Ya lo verás que se arrepiente, te lo
juro… (Hace la señal de la Cruz)
La Trig.: (Sobresaltada, poniéndose un dedo sobre los labios) ¿A quíen viene? ¿No oyís ruido en las
hojas de allá tras, en el camino?
La Moza: (Saliendo hacia el patio) Vus a verlo… (Entrando rápida) ¡Es don Juan que viene de a
caballo!
La Trig.: (Azoradísima) ¿Don Juan?
La Moza: (Con rabia) ¡Don Juan en cuerpo y diablo!

(Por las hendijas del envarado, la Moza mira hacia fuera. La trigueña espera temblando)

La Moza: Se está apiando… Ay viene. (Precipitadamente agrega) Tené valor y hacete la que no
sabés nada arsolutamente que yo sé lo que te digo.
La Trig.: ¿Qué hago, pipita? ¿Qué hago?
La Moza: (Rabiosa) ¡Dejámelo a mí pa después! Agora me esconderé por adentro… (Se va por el
fondo y cierra la puerta)

ESCENA TERCERA Y ÚLTIMA


La Trigueña y don Juan, luego la Moza

(Don Juan aparece a este punto vestido de montas, con botas y espuelas. Lleva un latiguillo en su
derecha. Afecta sonreir y en mirando a la Trigueña, dice:)

Don Juan: ¿Estás sola, Trigueñita?


La Trig.: Sí, mi mama anda en Tola mercando las compras.
Don Juan: (Entrando y sentándose en la “pata de gallina” que ha dejado la Moza) He venido pa
hablarte de algo importante… Quiero decirte que yo siempre soy el mismo… Pero en la vida todo no le
sale a uno como lo espera… (Con supuesta emoción) Quiero decirte la verdad: Mi papá me exige
casarme… Es cuestión de intereses, de política y cosas que vos no entenderías… Es decir, que me
voy a casar con otra que no sos vos, naturalmente contra mi verdadera voluntad… Pero…
La Trig.: (Palpitante) ¡Don Juan!
Don Juan: Sí, es cuestión, como te dije, de fortuna. Yo no puedo negármele… Me repudiaría.
Trigueña, hablemos claro.

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La Trig.: (Levantándose y con sorna angustia) Ta bien, señor, ta bien… Hay que cumplir con el deber.
Cuestión de plata… (Reclamante) Pero… ¿y mi honra? ¿No vale a se mismo plata? ¿Mi querer es
nada pa usté, don Juan?
Don Juan: (incierto) Todo puede arreglarse. He venido con ese pensamiento. Deseo que me ayudés,
que pongás algo de tu parte y quedemos de amigos.
La Trig.: (Montando en cólera) ¡Arreglear! ¿Arreglear que?
Don Juan: (Cínicamente) Puesto que la honra cuesta plata, decís, voy a darte algún dinero. Pasado
mañana es la fiesta del pueblo y vas a poder comprarte lo que querrás. A ver, unas zapatillas, unas
medias y un vestido de olán. Muchas cosas más.

La Trigueña escucha a don Juan con soberbia calma, viéndole a la cara. Don Juan continúa

Don Juan: Lo que importa es que todo quede en el olvido. Yo debo ser otro yo después de la boda, y
vos otra vos a quien jamás he conocido. (Sacando de la bolsa unas monedas de plata y
brindándoselas a la Trigueña) Tomálas…
La Trig.: (Cubriendose la cara y llorando) ¡Don Juan, no seya ingrato!

Se abre la puerta del fondo y aparece la Moza echa un basilisco. Don Juan retrocede sorprendido.
Ella le grita:

La Moza: Si, bandido, lo he oydo toíto. Así ingañastes a la Nolberta has ingañado a la pobrecita
Trigueña. ¿Usté que se ha ceydo? ¿Qué va a burlarse con sus riales de su honra, pus l’honra no vale
nada, nada, pus vale todo?... Arretírese ya, perro, váyase onde esa puta hija del arcalde que yo la he
visto meterse, pa que lo sepa, con los más pintados de Rivas…
Don Juan: (Iracundo) ¿Qué dice usté, víbora, toboba? ¡Repitame lo último y ya verá…!
La Trig.: (Con ambas manos sobre el rostro) ¡Jesús, Mariya y José!
La Moza: (Fiera) Lo digo y lo güelvo a decir… Yo juí lavandera en la casa del Arcalde y en un paseo a
Las Salinas… en la costa ‘el mar… Chinta, su novia jué… jué…

Don Juan no la deja terminar. Enarbola el látigo y cruza la cara de la Moza, Sale rápido. La Moza
intenta seguirlo con un cuchillo de la cocina, pero la Trigueña la detiene alarmada.

La Moza: (A gritos) Andate, perro, reperro, chancho, barraco, cabrón…

Cae el telón.

CUADRO SEGUNDO
ESCENA PRIMERA
La Novia y dos Amigas

Jardincillo de casa de pueblo a la calle. Un jazminero y un palito tierno de limón. Serenos, jalacates,
algunos rosales y claveles. Hierba.

Al fondo de la escena, la puerta de la casa, a la cual se llega a través del jardín por una callecita
limpia. Casi en el borde del escenario, una baranda baja de madera pintada con cal. Junto a la
baranda habrá suficiente espacio para poder simular una calle junto a los bastidores, con acceso para
la salida de los artistas.

Chinta, la novia, es blanca, apenas delgada. Viste un sencillo traje blanco, con medias plomas y
zapatillas negras. Ella tiene casi cumplidos los veinte años. Lleva el pelo encolochado, corto hasta la
nuca, adornado con un lazo y unos jazmines.

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La novia está regando las rosas y los claveles que se yerguen sobre latas pintadas de verde, mientras
canta esta parodia con la música de la vieja canción popular “Paloma Azul”

La novia (regando) “A tus montañas, mi lindo palomo azul,


debes llevarme entre tus alas al partir,
o entre tu pico, como las flores,
que por tus amores voy a morir.

(A la última nota de este cantar, a parecen dos Amigas, un poco más jóvenes que la Novia, por la calle
que pasa ante la baranda. Viene la una de rosa y la otra de azul, con una misma hechura sencilla. En
cuanto ven a la Novia, preguntan sonrientes, a una voz)

Las Amigas: ¿Está la Chintaaaa?


La Novia: (Sorprendida, deja escapar la regadera y luego, sonriendo también contesta poniéndose en
jarras (los brazos en la cintura) No, la Chinta no está aquí.
La Amiga 1: (de rosa, entrado al juego) ¿Y dónde anda?
La Novia: Anda en su vergel.
La Amiga 2: ¿Haciendo qué cosa?
La Novia: (Canturreando y riendo a un mismo tiempo) Cerrando la rosa y abriendo el clavel.

(Todas ríen a carcajadas, mientras las Amigas entran al jardín. Se abrazan)

La Amiga 1: (A la Novia) Venimos a saludarte y a decirte que te tenemos un regalo para tu boda.
¿Querés adivinar?
La Amiga 2: (A la otra amiga) Para que le decís lo del regalo? Eso luce mejor como sorpresa…
(Dirigiéndose a la Novia) Yo vengo para que me digas como es que se siente una en las vísperas de
casarse… ¿Alegre? ¿Triste? Dispénsame la curiosidad.
La Novia (con cierta extrañeza) Pues alegre, niña, ¿No ves que una va a ser toda una señora? … ¿No
es verdad?
La Amiga 1 (con intención, y dirigiéndose al publico también): Señora casada y muy honrada… y con
el hijo de Ñor Román.
La Novia (un poco picada): No me broméis tanto. Algún día te verás en el caso… ¿Querés casarte?
La Amiga 1: No lo deseo. Tampoco digo: de esta agua no beberé. Para mí todo es lo mismo, venga
lo que venga… ¿No da lo mismo Chana que Juana? … No hay peor cosa que estar haciéndose
castillos en el aire, como en aquel cuento de la lechera. Además, la que nació para casada, aunque
en convento esté encerrada.
La Amiga 2: Pues yo sí… Antes de quedarme cotorrita, prefiero casarme aunque sea con don Perico
de los Palotes. Por eso ya llevo tres novios, y creo que más de alguno caerá antes de la media
docena.
La Novia (sonriente): ¡Qué me divierten ustedes! ¿Y qué hay de la fiesta? ¿Cómo se espera? Yo no
he podido darme cuenta ocupada como estoy en mi alistamiento.
La Amiga 2 (Entusiasmada) Figúrate que me quieren hacer reina de las carreras de cinta. Ya me
fueron a pedir prestada… El pueblo está lo que se llama alegrísimo. Vienen los caballitos, las ruletas y
dicen que hasta la Ola Giratoria… (Gira sobre sí misma, imitando los movimientos de la Ola)
La Amiga 1 (A la otra, con cariño): ¡Caramba, que loca que estás! ¿Tendremos que amarrarte?
(Luego a la Novia) ¿Y dónde pasarán la luna de miel? ¡Váyanse a las Salinas! Precioso lugar, ¿no es
cierto?
La Novia (un tanto sorprendida) ¡A las Salinas! ¿Por qué? ¿Por qué si hay otros lugares?
La Amiga 1 (Haciéndose la romántica) Es que la luna en el mar es como una tortita de miel para los
novios. De casarme yo la pasaría en las playas de Briton.

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La Amiga 2 (Burlesca) ¡Ay, ay, aay! ¡Y te gusta hacerte la mosca muerta! O es que lo dices todo por
espíritu de contradicción… dime que te diré…

(Una voz sale de adentro, en la casa, llamando a la Novia)

La Voz: Chinta, Chintaaa … ¡Aquí está Juan!


La Novia (A las amigas): ¿Vamos, muchachas?
La Amiga 1: No, aquí te esperamos. ¿Qué vamos a hacer a estorbar? ¡Déjame cortar un clavel que
sea como la sangre!
La Amiga 2: Y a mí una rosa blanca sin espinas, para ponérmela en el pecho.
La Novia (con prisa) Hagan lo que quieran… Vuelvo dentro de un ratito… Juan debe haber entrado
por el solar… (Se va por la puerta del fondo)

ESCENA SEGUNDA
La Amiga 1 y la Amiga 2

La Amiga 2 (A la otra) Sos muy mal intencionada… ¿Para qué le distes esas indirectas? ¡Pobrecita la
Chinta de ser cierto eso que dicen! ¿Tal vez sean menchas lo de la lavandera de Nancimí! Hay gente
que tiene tan larga la lengua que hasta la arrastran ensuciándola.
La Amiga 1(Con convicción): Me juró por Cristo que era cierto. Ella estaba con su hombre arriba del
Peñón de Sardina, allá en el mar, cuando dice que vio a ese muchacho, no sabe si de Rivas o de
Nandaime, que la llevaba chineada a una parte sin luna. Dijo que la vio con sus propios ojos.
La Amiga 2: Pero bueno, ¿y a vos qué te importa? Aun suponiendo que fuera la verdad, no hay
derecho para dárselo a entender que lo sabemos… Acordate que Dios castiga al mal corazón…
Dejemos que las cosas se desenreden solas y no nos metamos a camisa de once varas.
La Amiga 1: Mejor doblemos la hoja.
La Amiga 2 Pues doblémosla…

(Del fondo, se oyen las voces de la Novia y don Juan que vienen hacia el jardín)

La Amiga 1 (A la otra) ¡Parece que vienen!... Escondámonos detrás de los serenos para que crean
que nos fuimos…
La Amiga 2 (Ingenua): Hagámoslo por divertirnos…

(Se esconden rápidamente)

ESCENA TERCERA
La Novia y Juan

(La Novia sale a escena acompañada de don Juan, quien lleva vestido de montar, con el latiguillo, y se
muestra un tanto agitado)

La Novia (con extrañeza): ¡Ydiay! ¿Qué se hicieron las muchachas? Aquí las acabo de dejar cortando
unas flores… Me apena que se hayan ido.
Don Juan (Tomándola de un brazo) Si se fueron, se fueron… ¿Qué vamos a hacer? ¡Así estaremos
solos!
La Novia (viéndole de arriba hacia abajo) ¿Y qué me había fijado? ¡Estás como si hubieras hecho una
jornada! Decime, ¿de dónde venís?
Don Juan (afectando verdad): Vengo de Palos Negros. Vengo de decirle al mandador, a la llavera, al
concierto, a los peones y colindantes vecinos que el sábado llegamos de luna de miel y que estaremos
de fiesta. ¿Qué te parece?

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La Novia (fugada) ¡La luna de miel en Palos Negros! El nombre me suena muy sombrío…
Don Juan: ¿Por qué? ¡Si habrá una luna espléndida! Es la mejor finca que tenemos, bonita casa, con
río, árboles, milpa ya de tapizca y guineal.
La Novia (Satisfecha): Nos iremos, pues, allá, y pasaremos todo el mes de marzo.
Don Juan: Veo que estás contenta, satisfecha, como siempre he querido verte… Ahora, déjame
hacerte una pregunta…
La Novia (inquieta): ¿Qué pregunta?
Don Juan (en tono de queja) Es que viniendo por el lado de Nancimí, ayer por la tardecita, una mujer
que dice fue lavandera de tu casa, me contó algo, que soy franco, me ha molestado mucho…
La Novia (sobresaltada): ¿Qué? ¿Pero qué es lo que te dijo?
Don Juan (Mirándola a los ojos): Me dijo que en un paseo a las Salinas cuando la gran marea del año
pasado, es decir, en el mar…
La Novia (interrumpiéndole): Sí, sí… un cuento que ha echado a rodar esa deslenguada que sacamos
del servicio porque nos estaba robando la ropa… ¡Qué escándalo!... Bueno, ¿y vos qué crees? ¿Se te
ha pasado por la cabeza un solo momento en semejante invento? ¡Vamos, vamos, decímelo!
Don Juan (dominado): Yo… Yo no creo nada… Pero ¿no es natural que te diga eso que andan
diciendo de Ceca a Meca? ¿No hay confianza, pues, entre nosotros para decirnos todo lo que oímos y
sentimos? ¡Así podemos convenir en callarla!
La Novia (con aplomo): Ahora mismo se lo diré a mi papá para que como Alcalde que es del pueblo y
sus alrededores la llame al Cabildo… ¡Qué mujer tan mala! ¡Ya me la pagará!... Y ahora me toca
preguntarte a vos que si insistís, no te casés conmigo. ¡Bastante afrenta es decírmelo!
Don Juan: ¡Chinta, cálmate por Dios! Ya veo que esa mujer es una víbora envenenada, o, como
decimos generalmente, un demonio con naguas. Olvidemos el caso, y asunto concluido. ¿Qué más
querés para decírtelo?

La Novia (recobrándose): Pues olvidémoslo y pensemos en ser felices.


Don Juan (mientras juega nerviosamente con su latiguillo) Chinta, ya me voy pa volver por la noche…
Tengo que ir donde el carpintero de los muebles…
La Novia (mojigata) ¿Te vas a ir así, con esa cara de palo, sin besarme siquiera?

(Don Juan besa fríamente la boca de la Novia)

ESCENA CUARTA
La Novia, Don Juan y las Amigas

(En este momento, salen las Amigas de sus respectivos escondites, y riendo y aplaudiendo, se van
hacia la pareja. Esta se muestra sorprendida)

La Amiga 1: ¡Ajaaa! ¿Y qué platicaban? Debe haber sido algo muy dulce porque acabaron dándose
un beso.
La Amiga 2 : ¿Besándose desde ahora? ¡Cómo va a ser después! Allí si que se puede decir, por la
víspera se saca el día.
La Novia (sin salir de la sorpresa): ¡Si estabas aquí! ¡Qué malditas! ¿A qué se escondieron?
Don Juan (Turbado) ¿Y qué oyeron?

La Amiga 1 (Mintiendo) ¡Hablaban ustedes tan bajito que ni tío Conejo los oyera!
La Amiga 2: ¿Por qué no repiten la plática y, sobre todo, el beso? Me parecían dos pichones
acurrucándose y haciendo cucú, cucúuuu… Ya sabés vos, Chinta, lo curiosa que soy… y
La Amiga 1 (Interrumpiéndola): Necia como una gallina…
La Amiga 2: ¡So! ¡Tonta!

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Don Juan (Impacinete, con forzada risa): Bueno, muchachas, y ustedes, ¿qué quieren? ¿Qué desean
pa atenderlas como se debe?
La Amiga 2 (Alegrísima): Queremos una promesa,
y la sabrá cumplir,
de darnos los alfileres
del vestido de dormir.
La Amiga 1 (Siguiendo el juego): También queremos las cintas
del velo y el azahar,
y que al salir de la Iglesia
también nos bese don Juan.

(Don Juan recupera su buen humor riendo a carcajadas, lo mismo hace la Novia)

La Novia (riendo): Todos será concedido, celosa no puedo ser, si Juan las besa en la frente, delante
de su mujer.
La Amiga 1: (Tomando del brazo a la otra) Adiós, don Juan…
La Amiga 2: Adiós, Chinta…
La Novia: ¿Cuándo van a volver?

(Se abrazan la Novia y las Amigas entre sí)

Don Juan (Galante): Que vuelvan para la boda


vestidas de merecer,
para que siendo madrinas
se alegre el anochecer.

La Amiga 1: Gracias, don Juan, vendremos.


La Amiga 2: Gracias, vamos a volver…

(Las amigas se van por la baranda. Antes que desaparezcan de la escena, la Novia les dice)

La Novia: Vengan por Dios, muchachas, a hacerle gracia al amor.


La Amiga 2: Adios, don Juan.
La Amiga 1: Adiós, Chinta.
Don Juan y la Novia: Adiós… adiós…

Cae el telón

CUADRO TERCERO

Escena y teatro a oscuras. La trigueña y la Moza salen de entre bastidores, al subirse el telón,
vestidas con trajes blancos humildes. Darán unos cuantos pasos bien marcados y se detendrán. Se
oyen silbos de aves nocturnas.

ESCENA PRIMERA
La Moza y la Trigueña

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La Moza: No tengas miedo, Trigueña. Yes tamos onde Ña Serapia. ¿No vís un rancho entre las
guelenoches y riseda? Esas jloores sirven pa brujeriya.
La Trig.: (Medrosa) Creme que me troteya el curazón y tengo un friyito en la nuca. Mejor
golvámonos…
La Moza : ¿Golverse? ¡Bonito está! ¿Questás creyendo vos? ¡Ni quiera Dios lo brava que se pondría
Ña Serapia!
La Trig.: (Insistente) ¿Qué nues mejor venir con el diya? ¡Es que nuay ni luna! ¡Con esta oscurana tan
negra, como un comal! Por más que quiero no me veyo ni la palma de la mano.
La Moza: Es que agora sale la luna hasta que canten los gallos.
La Trig.: Entonce aguardémolo pa mañana…
La Moza: ¿Pa mañana? ¡Qué ni loca! ¡Ña Serapia lo redijo que solo en viernes siace brujeriya…! ¡Uf!
¡Qué yede a zorro! ¡Cuidado con que te miya!

(Pausa) (Se oye cantar una cocoroca)

La Trig.: Ya cantó la cocoroca… ¡Qué oscurana!


La Moza: Gueno, ya es la medianoche… ¿No mirás un palencón al lado izquierdo?
La Trig.: Si que lo oigo, pus no lo veyo… Se me asemeja guásimo por el ruidaje que hace con el
viento.
La Moza: Pus ay que darle tres golpes en el tronco con la vara que nos dio Ña Serapia y ques la
manera como se le llama a las brujas.

(Se oyen tres golpes secos)

La Moza: ¡Ña Serapiaaa! ¡Ña Serapiaaa! ¡Ña Serapiaaa! Aquí lo estamos…

(Una voz cavernosa y fea contesta del fondo de la escena. Es Ña Serapia)

ESCENA SEGUNDA
Dichas y Ña Serapia

Ña Serapia: (Tosiendo, de adentro) ¡Ya vooooooy!

(Una silueta de vieja coja surge a la escena con un bordón. Su voz se oye junto a la Trigueña y a la
Moza a partir de este momento)

Ña Serapia: Asigun colijo, esta es l’hora del maleficio…A ver… ¿La oyeron cantar la cocoroca?
La Moza: La Trigueña asegura que la oyó.
Ña Serapia: Bueno, pus voir a traer el paniquín de los polvos, la cera, el alfiler y otras yerbas por si
faltan… Ajúntemen la basura del suelo pa hacer un jogón…

(Ruidos de hojas secas. La bruja regresa hacia el fondo tosiendo y sonando su bordón)

La Trig.: (Con voz trémula) Si lo estoy sudando de miedo, lacito. Me parece que manos envisibles me
agarran por la centura y como que me besa un gran murciégalo de la montaña.
La Moza: (Con decisión) Pus cogé valor y no te aflojés que eso lo echa de ver Ña Serapia y braveya
furiosa. Ayudame a recoger la basura pal jogón y dejate de ispaviento.
La Trig.: (Ayudándola a recoger la basura) ¡Es que me parece que hasta las hojas se arremolineyan…
Las agarro y se me van de la mano como pejes o cosa viva.

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La Moza: (Colérica) ¡Ah carajo! ¡Ya no te aguanto, Trigueña! (pausa brevìsisma) ¡Shsssssst! ¡Callate
que hay viene la vieja…!

(La bruja vuelve siempre tosiendo y marcando el paso con el bastón. Trae además un tizón con el
cual hace círculos cabalísticos en el aire)

Ña Serapia: ¿Y diay? ¿Ya me tienen hecho el montón?


La Moza: Sí, Ña Serapia…
Ña Serapia: Ajá, pues vuá a prenderlo. Debe ser sin jójoros…

(Una llama ilumina de pronto la escena y se enciende una hoguera. Es hasta este momento que el
público mira a la vieja situada tras el fogón y a la Trigueña y la Moza a sus lados. La bruja saca de su
blusa un potecito que pone en el suelo y empiza a murmurar la siguiente jerigonza:)

Ña Serapia: (Extendiendo un brazo sobre el fuego)

Oy lo es viernes y reviernes, que ni lo quita el dinero


la medianoche así creyo. y ardor en los corazones
Ya cantó la cocoroca que ataca también al seso.
y anda que te anda el cadejo. Del polvo del mapachín
La Luna saldrá en la punta siete locas me trajieron
del cerrito ‘e las Maderas, y con las siete contras miyas
pa hacerse leche en las vacas mejoradas se golvieron.
y polvillo en la calera. Agora istoy apurada
El diablo monta una cegua con esta joven morena
con ojos en las orejas. burlada por su jalón
Yo lo llamo mi compadre después de la luna llena.
y viene todos los viernes. Yo le tirare mis polvos
Hasta los llanos de Olancho pa que ardan en este fuego
mi imbrujo corre derecho y tras hechizarlo a ese hombre
pa los amores torcidos hagan que güelva donde ella.
y los males sin remedio. Oy es viernes y reviernes,
Al tuerto le pego un ojo contra, recontra que siento
que mira mira más dende lejos, juntarse los malos aires
y pa la mujer sin criya que corren sobre la tierra.
yo tengo siempre una yerba. Si el diablo viene, que venga
¡Si supieran en el Sur pero en burro sin orejas,
lo que es la jlor de romero! que yo agarraré mi escoba
La bruja de Nancemí pa ir a salirle de encuentro.
lo que dice nues de mencha, Jogón, jogoncito tengo
como que sabe adormir pa vos dos cosas muy viejas,
los atajos con reseda. un guacalito de incienso
Un sapo dejo en la panza y una rama de romero.

(La bruja toma del suelo el inceso y lo echa sobre el fogón. Luego tira el romero)

Ña Serapia: (Dirigiéndose a la Trigueña) Agora tomá esta cera y escupila hasta que esté de punto. (Se
la entrega)
La Trig.: (Temblando al recibirla) ¿Qué eso e punto que no lo intiendo?
La Moza: Pus guanaca, de punto como el dulce de la melcocha…

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Ña Serapia: (Colérica) ¡Atajen la singueso que estoy por hacer el conjuro!... (Se tapa la cara con sus
sarmentosas manos)
La Trig.: (Pasándole la cera a la Moza, le dice al oído) Ponela vos a punto y me la golvés en lo que
reza, pus yo no puedo…
La Moza: (Realizando la maniobra, le dice a la Trigueña) ¡Babosa! (Al minuto se la devuelve) Tomá y
dala cuando te la pida…
Ña Serapia: (Saliendo de su concentración) A ver la cera… (Tomándola) Guen punto tiene. Vuá ser la
figura del imbrujado… (a la Trigueña) Decímelo, comues tu jalón, ¿pataconcito o campirano?
La Trig.: No lo es campirano ni pataco, es…
La Moza: (Interrumpiendola) Ni es camagua ni elote ese bandido… A decir verdá, nues feyo el hijo e
su mama.
Ña Serapia: (Cortante) Agueno… (Mientras forma un muñeco con la cera) y ¿tiene panza?
La Moza: (Rápida) Ni pa echarle un sapo milpero.
Ña Serapia: Agora deseyo una ebra e pelo e la morena.
La Trig.: (Extrañada) ¿Una eeeeebra?
La Moza: (Arrancándosela a la Trigueña) Sí, niña, una ebrita e pelo… ¡Paecés dunda!
La Trig.: ¡Aaaaay!
Ña Serapia: (Airada, a la Trigueña) Veya, si sigues asá me va a romper el malifisio… Coja juelgo y
arrempújele este alfiler onde se asemeja el corazón… (La Trigueña, temblando, hace lo que le dicen)
Arrempújele hasta la cabeza el alfiler… ¡Así se ace! Agora tenelo pa conjuralo con la Oración de Santa
Elena que tiene una gran virtú:
Aljilerito, aljiler,
por la virtú que vos tenés;
hacé que guelva otra vez

ORACIÓN

¡Oh gloriosa santa Elena! Madre del gran Contantino, emperador romano, Vos que siendo rey y reina
del Monte Olivet fuiste por tu entrañable amor al Señor Jesú; yo quiero vuestro poder pa conseguir lo
que agora deseyo, de los tres clavos de nuestro señor Jesucristo, imitación de los que vos perdistes: el
primero doy a vuestro padre el gran Contantino, por lo cual queda en vuestro poder; otro lo tiro al agua
como lo tirastes al mar para salvación de los navegantes y el último lo dedico a ese tal don Juan,
burlador de la Trigueña, para que lo claves en su corazón a fin de que no pueda comer, dormir ni
sentarse a hablar con mujer ni hombre, no teniendo reposo un momento, hasta que por vuestra voluntá
se rinda a sus plantas. Si esto que deseyo me es concedido por tu medio yo seré toda mi vida la
primera en venerarte hincandome en polvo, por los siglos de los siglos. Amén.

La Moza: ¿Y quiay que aser con ese imbrujo?


Ña Serapia: Que lo ande bien enguelto, metido en el buche o colgado como camándula por adentro y
que naide se lo sepa. No creya que el resultado lo va a tener al mismo momento, pus ni que juera por
el alambre del telégrafo.
La Moza: Ta bien, ña Serapia… ¿Y dónde lo será el imbrujo?
Ña Serapia: Como te lo dije ayer, pus en la mera iglesia cuando istén como llorando las candelas de
cebo virgen y repiqueteando las campanas, y el señó Cura los ajunte a los de la boda, la cual no se
eferturá, lo juro por mis justanes… (A la Trigueña) Gueno y vos? Embuchacate eso en la blusa… y no
me quedés mirando como si fuera aparecida (La Tigueña introduce en su corpiño el muñeco, no sin
cierta repugnancia)
La Moza: ¿Y en cuanto es que le adeudamos por todo esto?
Ña Serapia: (Balanceándose con un dedo sobre los labios) A ver… un centavo e cera… medio de
alfiler… va pues, cinco riales por toito el imbrujo… (Riendo con tos) ¿Cómo no vua a cobrarle barato a

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esta muchacha inamorada? Todo el tiempo los casos de amor me quen en gracis… Agora una,
mañana otra, y todas isperando ser felices.

(La Moza saca un pañuelito del buche, desamarra un nudo de una punta y entrega a la vieja unas
moneditas que allí guardaba)

La Moza: Le quedamos en deber un rial… Nuando lo completo, pero en una pasadita…


Ña Serapia: Nuimporta. Me lo pagás de gas en la venta e la Maclovia, pus se lo debo.
La Moza: Ta bien, ña Serapia. Mucha gracia por toito lo que nos hizo…

(La Moza se dispone a irse. La Trigueña la sigue)

La Trig.: Guena noche tenga usté…


Ña Serapia: Guena noche, hijas… Ay me lo dicen el resultado… Ya lo saben, en la mera iglesia…
Arretírense lo más que puedan en el camino hasta onde le dé lumbre este jogón.

Cae el telón

CUADRO CUARTO

Iglesia de pueblo. En su interior un altar un altar mayor con un Crucifijo en lo alto. Cirios encendidos.
Flores. Escaños. Se oye un primer repique anunciando la boda. Es de noche.

Al callar de las campanas, entran por donde se supone una puerta lateral, dos mujeres cubiertas con
negros rebozos. Ellas son la Trigueña y la Moza, vistiendo la primera un vestido de zaraza blanco y la
segunda un vestido de zaraza negra. Se santiguan en el último escaño que queda al borde la escena.

ESCENA PRIMERA
La moza y la trigueña

La moza: a güena hora llegamos. Yo creyí que el repiqueteyo de campanas sería del deje, como se
dice, al intrar por los chinamos de la plaza. Ni el siñor cura está tuavía (Santiguándose) Santiguate
vos, y cojamos juelgo en la banqueta de allá tras.
La Trig.: (Santiguándose con cierto desespero) Mejor quedémolo juera, que me istoy nervosiando…
No vuá resestir ver venirlo al lado de esa hija del Arcalde, entre gente y solemnidá…
La moza: (Halándola de un brazo) Vaya pues, dirnos ni me digás, que va a cumplirse el imbrujo e ña
Serapia… ¡Bonito istá! ¡Dirse sin desquitar! Eso estaría como andar una legua a pie pa noir a ninguna
parte. Lo istamos en lo que istamos, y nada más… Vámolo a sentar. (La obliga a sentarse en el último
banco, quedando, desde luego, ambas, de espaldas al público)
La Trig.: (Implorando) La verdá es que me corbadeya lo del imbrujo… Decime, pa qué quiero un
hombre que lo está con yo por juerza envesible y der demonio? ¿Qué otra cosa lo es querer sin
voluntá que un pájaro cogido en la trampa?
La Moza: Pus que demonio le indujo a ser matrero, dejándote sin l’honra y burlada, que seya el
demonio el que lo pague. ¡Ojalá que once mil diablos se lo arrastraran! ¡Y saberlo qué agua le dio de
beber esa hija del Alcalde!
La Trig.: ¡Santo Dios! ¡Si hasta me das miedo! Acordate que lo estamos en la misma iglesia…
(Azorada) ¿Oyís? Parece que ay vienen… Lacito, dejame correr pa irme, pus yo no aguanto… (Hace
el impulso de marcharse pero la Moza la obliga a sentarse) Vos la tendrás la culpa en todo lo que
pase… Tuavía es tiempo pa volvernos a Nancimí…

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La Moza: Tate quieta, te digo. Vos no la pondrás más que tu presiencia, pues el imbrujo lo hará todo,
todo… Quedate como que ni sabés, pero dirte no me digás ni palabra… ¿Oyte?
La Trig.: ¡Pus que se va hacer! Acordate que si pasa algo malo, vos sos la culpable…

ESCENA SEGUNDA
Dichas. La Novia, don Juan, las dos Amigas, el Alcalde, ñor Román, el Escribano, un muchacho
y comparsas.

Luego el cura y el sacristán.

Por la puerta mayor entran Chinta, la Novia y don Juan, ambos del brazo como se estila cuando se
van a casar. Ella lleva un traje largo de olán blanco, el velo de punto y la corona de azahares. Él viste
un casimir azul de corte pueblerino, camisa de cuello postizo y puntas redondas, corbata verde y
zapatos café, una flor roja en el ojal.

Tras los novios, siguen el Alcalde, ñor Román, ambos vestidos de negro; el uno, flaco, de chaleco y
bastón; y el otro, gordo, ventrudo, con leontina y paraguas, con el saco sin cerrar. Siguen la Amiga nº
1 y la Amiga nº 2, vestidas de color rosa; un viejo con cara de escribano, y luego un acompañamiento
compuesto de muchachos de camisa y gentes humildes.

Repique de campanas. En el momento en que los socios pasan frente a la banca en que está la
Trigueña, ésta se pone en pie, como electrizada, y se lleva la mano al corazón. Don Juan la reconoce
rápidamente y hay un segundo en que se detiene confuso para luego continuar su paso. Solo la Novia
nota este paro instantáneo, sin parar mientes en su causa. Los demás conversan en voz baja y por
eso no se dan cuenta.

La Novia: ¿Qué te pasa Juan? ¡Parece que te has nervioseado! ¿Sucede algo de particular?
Don Juan: (Controlándose) Nada, nada… Me parece que tropecé con algo.
La Novia: ¿Qué sería? ¡Y en lo más parejo…! En la calle no te pasó nada. Al contrario, venías
contento por las admiraciones del pueblo.
Don Juan: ¡Cállate que allí viene el señor Cura!... Ya te dije que no ha pasado nada… Absolutamente
nada.
La Novia: Bueno… Pues acerquémonos al altar pa que nos echen la bendición de los casados.

(Los Novios se acercan al altar en el momento en que el viejo y asmático cura del lugar entra por la
puerta del fondo, llevando roquete, estola y casula. Se arrodilla ante el altar orando breves segundos.
Luego, el sacristán, un muchacho que viste roquete, le presenta el libro matrimonial abierto en una
página determinada. El párroco lo toma y lee en latín. Después se acerca a la pareja que se ha
arrodillado y dice entre oportunos golpes de tos:)

El cura: Hijitos, sed bienvenidos


ante este altar, Marido y mujer serán
cogidos de la mano que comen en un mismo pan,
y ambos merecidos, que todo lo harán bien hecho
bien huele el azahar. con la virtud sobre el pecho.

Amor de bodas no yerra, El mundo, hijitos, es cosa


pues si los ato en la tierra muy peligrosa.
con bien andarán los dos
ya arriba atados por Dios. Si se vienen a casar

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estando de amor heridos, muy peligrosa.
prometed siempre velar
por vuestro hogar. Hijitos, pues han venido
Vos, por tu mujer y al par (señalando a don ante al altar
Juan) estando de amor heridos,
vos, mujer por tu marido (señala a la Novia). os voy a casar.

La mujer cuando se casa Cogidos de la mano


ha de ser flor de su casa, y ambos merecidos,
en tanto trabaje el hombre bien huele el azahar,
honrando a Dios y a su nombre.
… y ya tendréis tantos hijos
Esposo, esposa, como arenas tiene la mar.
el mundo es una cosa

(Torna el señor cura a adoptar una actitud de oración)

La Amiga 1: (Sonriendo maliciosa al oído de su compañera) ¡Ya los remató el Señor Cura!... Por
cuenta cree que va a juntar un par de cuilos…
Amiga 2: (Conteniendo la risa) Ssssht… Callate, niña, que me voy a reir en pleno casorio. Acordate
que a este cura le gusta regañar hasta en misa.
Amiga 1: Como que a mi me sermonió el otro día porque andaba dijo muy descotada con aquel
vestido lila con encajes… Ya sabés que yo siempre ando a la moda… aunque incomode.
Amiga 2: Es que vos siempre has sido muy exagerada… Con tal de parecerte a la gente de la
ciudad, aunque escandalicés en el pueblo.
Amiga 1: ¡Con vos no se puede ni hablar! ¡Pareces que nacistes para ser ángel…! ¡Pero qué ángel
de mis tormentos!
Amiga 2: Bueno no nos peliemos más. Dispensá. Fijémonos en lo que dice el señor Cura…
El Cura: (Acercándose solemne a la pareja) Ahora le vamos a preguntar a uno por uno si se aceptan
mutuamente por esposos. Primero le toca al varón y después a la mujer, según la santa tradición de
la Iglesia. Así es que, vamos, don Juan… Acepta usted, en nombre de Dios, por esposa a la
señorita… (No logra el cura terminar su sacramental pregunta porque un hondo gemido se escucha
por toda la iglesia y luego una mujer sale precipitadamente y llorando por la puerta mayor)
La Trig.: ¡Aaaaaay!

(Todo el mundo vuelve la cara hacia la muchacha que escapa. En este instante don Juan dice al
Cura)

Don Juan: ¡Señor cura! ¡Señor cura!... ¡Espéreme un momento! ¡Es algo urgente…! (vase corriendo
en la misma dirección que la Trigueña)
El Cura: (Estupefacto) ¿Qué pasa, señores? ¿Hay algún impedimento?
La Novia: (Anhelante) ¡Dios mío! ¿Qué es esto? ¿Qué pasará con Juan?
El Alcalde: (Fuera de sí) ¿Qué es lo que sucede? ¡Explíquenlo! ¡Explíquenme!
Ñor Román: (Confuso) ¡No comprendo! ¡No comprendo! De pronto ha salido corriendo y diciendo
que ya viene… ¿Habrá olvidado algo? Tal vez los anillos de compromiso…
La Novia: (Con nervios) ¿El anillo? ¡No puede ser!… El anillo lo andaba en el dedo… ¿Qué habrá
sucedido?... Desde que entramos a la iglesia, lo noté algo nervioso y hasta se lo dije…
El Alcalde: Yo vi salir una mujer llorando apresurada… ¿La conoce usted, ñor Román?
Ñor Román: No sé quién sea… Me parece haberla visto alguna vez comprando en la tienda…
El Alcalde: Entonces se me supone que…

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Ñor Román: ¡Ni lo piense! Que aun suponiéndolo, mi hijo tiene que volver (Murmullo entre los
concurrentes)
La Novia: (Llorando con el pañuelo sobre los ojos) ¡Eso es una afrenta…! ¡Ya en la iglesia! ¿Qué
pensará la gente, papá?
El Alcalde: ¡Esto es un agravio! ¡Una gran zanganada!
Ñor Román: ¡Cálmese, amigo, cálmese! No dude que todo se explicará después.
El Alcalde: (Como un trueno) ¡Mandaré un enviado para ver lo que acontece! Vamos, a ver un
muchacho… ¡Qué vaya a hacer la comisión!

(Un muchacho, de entre la concurrencia, corre hacia fuera gritando)

El muchacho: ¡Señó Alcalde, voir a verlo!... (vase)

(Silencio breve)

La Amiga 2: (A parte a su compañera) ¿Será que don Juan se ha ido pa no volver?


La Amiga 1: (Idem) Mala espina me la ha dado esa mujer que se fue…
La Amiga 2: Y se iba como llorando…
La Amiga 1: ¿Será acaso esa mujer?
La Amiga 2: (Interrumpiéndola y señalando a la Moza inquieta) ¡Allá está la lavandera del cuento de
la otra vez!
La Amiga 1: (Rápida) Está nerviosa, se va…
La Amiga 2: Callá, que nos van a ver…

(La Moza, disimuladamente, sale por la próxima puerta)

El Alcalde: ¡Allí salió otra mujer como huyendo!... ¡No me diga, ñor Román, que aquí no hay gato
encerrado!...
La Novia: (Quitándose el pañuelo de los ojos) ¿Quién es, papá, quién es?
El Alcalde: Me pareció la lavandera del otro lado del río, que corrimos de la casa.
La Novia: (Nerviosísima) ¿La lavandera de Nancimí?
Amiga 1: ¡Sí! ¡La de Nancimí!
El Alcalde: ¿Y qué hay con eso, hija? ¿Sabes algo?
La Novia: (Cortadísima) No sé que ande haciendo por aquí.
Amiga 2: De seguro que viendo la boda…
El Alcalde: De buen agüero, no estaría… (Dirigiéndose al Cura, quien se persigna) ¿Qué cree usted
de todo esto, señor Cura?
El Cura: Esperemos hijos míos, pues confío en que don Juan volverá. ¡Es un compromiso de
caballero y Dios vela desde arriba!...
La Novia: (Con cierta rabia) Confío en que Juan no cometerá la canallada de que amanezca
esperándolo…
El Alcalde: ¡Ni lo digás, hija mía!
Ñor Román: ¡Doy mi palabra de ya vuelve!
El Alcalde: (Viendo su reloj) Ha pasado casi un cuarto de hora y ni el muchacho ha regresado.

(Silencio espeso. De repente, el muchacho entra corriendo y dice en voz alta al Alcalde)

El muchacho; ¡Han juido, señó Alcalde, han juido!... ¡Deben ir bien lejos!
El Alcalde: ¿Quiénes? ¿Quiénes?... ¿Quién es ella?
La Novia: ¡Dios mío! ¡Dios mío!

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El muchacho: (Entrecortado por el cansancio) Pué el señó Juan y esa se jué en carrera de la
Iglesia… Yo tuavía los alcancé cuando el señó Juan se montaba en un caballo que estaba amarrado
en la plaza ques del mandador de su hacienda… Él la llevaba a ella atrinqueada por adelante y
salieron pal lado del río… Yo le grité: “¡Señó Juan! ¡Señó Juan!... ¡Lo istá isperando el señó Cura!...”
Ni siquiera me contestó… Cogí otro caballo, en un chinamo, creyendo que no me oyís, y va de correr
sin poder alcanzarlo, pos pareciya que más bien iba volando. Pasando por las últimas casitas del
pueblo, se me perdió en la escuridá… Yo le gritaba: “¡Aguarde, señó Juan, aguarde!” ¡Y como si
nada!
El Cura: ¡Santo Dios! ¡Santo fuerte! ¡Santo inmortal!

(La Novia cae desmayada. Las Amigas corren a auxiliarla. El Alcalde, meséandose los cabellos,
grita a ñor Román)

El Alcalde: ¡Ñor Román! ¡Ve lo que ha hecho su hijo? ¡Una canallada! Vamos, digame… ¿Qué dice
usted de esto?
Ñor Román: (Temblándole el paraguas) ¡No sé nada, amigo! ¡No sé qué pensar! ¡No sé qué decir!...
¡Lo que sucede me deja confundido!
El Alcalde: (Iracundo) ¡Ya lo seguirá mi ira adonde se encuentre!... ¿Dejar así no más burlada a la
hija del Alcalde de Tola? ¡En mi vida no esperaré semejante afrenta! (Volviéndose hacia el escribano)
¿Qué me aconseja usted, señor Escribano?
El Escribano: (Impávido) Aristótilis, filósofo de la antiguedá, dice que las cosas se resuelven con un
poco de paciencia y un poco de tiempo… ¡Ya lo verá usté, señor Alcalde!
El Alcalde: (Vociferando) ¡Váyase al infierno, viejo idiota! (Señalando a ñor Román) ¡Y usté, viejo
zorro, saque su tienda del pueblo si no quiere que se la acabe a punto de alcabalas!...
El Cura: (Santiguándose) ¡En nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo que se acabe todo
esto!... ¡Señores, hay que respetar la Iglesia, que si no cae sal!... Recordemos las palabras de San
Pablo en las Sagradas Escrituras…
El Alcalde: ¡Lo que es a mi que me lleve el demonio, señor Cura!... ¡El mismo demonio!

Cae el telón

EPILOGO
ESCENA Y TEATRO A OSCURAS – RUMOR DE RÍO

ESCENA ÚNICA
Don Juan y la Trigueña

La voz de don Juan: ¿A qué querés que me pare La voz de la Trig.: Adeténgase le digo,
junto a este río sombroso que me tengo yo una cosa
cuando atrás viene el Alcalde por lo que me es emposible
y tras del Alcalde, Tola? poder seguirlo hasta agora…

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La voz de don Juan: y que pa yo venganza
¿Qué querés decirme, ingrata, de lo que cuesta l’honra…
después de dejarlo todo, ¡Pero yo lo quiero a usté
de salirme de la Iglesia y este imbrujo me sonroja!
por el llorar de tus ojos; De malas no quiero nada,
de correr hasta este río, por mala déjame sola…
guitarra en nuestros amores, La voz de D.J: Pero fuiste inducida,
y pasarlo hacia la tierra y la maldad nunca acosa
por donde el sol se asoma? al alma que con dolor
sorprendida fue en mala hora.
(Pausa breve) De tus labios tan sinceros,
sale la verdad hermosa
¡Solo me falta mirarte de un querer que es como el agua
que estás como está noche, y que a tu pena responde.
negra, negra de venganza La voz de la Trig.: Y como me está diciendo,
y con puñales de odio…! me indujo ir ella juriosa;
y la bruja me lo dio
(Pausa breve) este asemejo espantoso
con alfileres y pelos
Parado tengo el caballo y miles conjuraciones…
junto al agua rumorosa…
¡Decímelo de una vez (Pausa breve)
que en ansiedad me ahogo!
¡Agarrelo por favor,
La voz de la trigueña: que en mi blusa me es udioso,
Si nues eso, mi don Juan, pus ques usté sorprendido
lo que a mí pasa agora, por el arte del demonio!
lo que me punza en el alma La voz de D. J: (tomándolo en la oscuridad)
con espinas que me acosan… ¡Vaya, un muñeco de cera!
La voz de don Juan: Decime, ¿qué cosa es? La voz de la Trig.: (Angustiada)
La voz de la Trigueña: ¡Con siete espinas jilosas
Es que… es que… es una cosa prendidas allí onde naide
que dejaría jelado las puede arrancar agora…!
hasta el brisar de la noche. (Llora) ¡Ay, que diera por ser yo
La voz de don Juan: ¡Por nuestro Santo Patrón, ese curazón dolioso
Trigueña, vos estás loca!... que engüelto en fatalidá
La voz de la Trigueña: Loca lo istoy y ansiosa lo tiene un sino engañoso!
en que agora me perdone… Quiere sin querer
La voz de don Juan: lo que miró desdeñoso
¿Perdonarte?... ¿Pues por qué? cuando a mujer merecida
Estás llorando…¡y qué cosa daba sus prendas de amores…
temblando como una hoja!
La voz de la Trig.: ¡Juerza en el alma tendré (Pausa breve)
pa que no mienta mi boca!
La voz de D.J: Decímelo, pues… ¡Güelvase, don Juan, le pido,
La voz de la Trig.: que el hechizo no perdona!
Es que de malas juimos solas ¡Vayase al pueblo a casar
mi lazo y yo onde una bruja con un querer como el otro!
que lo ha imbrujado de amores. La voz de D.J: ¡Déjame decir verdades
“¡Desquite!”, dijo mi lazo, y callá, supersticiosa!
herida por su tajona, Déjame que yo te diga

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que no hay nada que se oponga que hay ispantos
a un corazón que sabe en los palos y bejucos en la sombra…
que sabe que sólo el amor lo toca, ¡Vámolo de aquí, don Juan!
que hay solamente un embrujo La voz de D.J: ¡Vámonos, vamos, mediosa!
con una flecha famosa: ¿Pues qué mal pueden hacernos
el puro hechizo de amor si el amor va con nosotros
que tiene labios por copa y con el amor la suerte,
y maleficio en el ser la felicidad y todo?
que al solo verlo enamora…
Y yo le bebí una vez (Pausa breve)
y otra vez sobre tu boca,
en tus brazos y en tus ojos Pero en fin, andar es bueno
y en toda vos amorosa, si nos aleja de Tola…
tendida junto a este río ¡Ya este caballo impaciente
al amparo de la noche. quiere volar por la noche!
La voz de la Trig.: ¿Y pa dónde es que lo
(Pausa breve) iremos?
La voz de D.J.:¡Vamos donde Dios disponga!
Olvidá todo, Trigueña, Del otro lado del lago
y sabé que quien te adora la tierra es ancha, es hermosa;
ya dejó la falsa luna y la casa de nosotros
y a la novia de una boda, será entre campos y montes,
pues nadie puede en el mundo más que nido de paloma,
poner o quitar amores; más merecida que rosa.
sólo el amor que lo puede (Pausa breve)
desde Tola al mismo Roma… Yo te llevaré hasta allá
La voz de la Triig.: ¿Ansí que este imbrujo nues porque este querer me agobia.
más que un muñeco asqueroso? Soy un hombre agradecido.
¿A qué Santo le diré Lo demás nada me importa.
que en dicha le soy deudora? Y aunque viniera detrás
¡Juego de felicidá persiguiéndome una tropa,
no me dejará en riposo! sé que en Chontales no manda
¡Tienteme el pecho, don Juan, ningún Alcalde de Tola…
que salta y salta de gozo! ¡Vamos, vamos y pasemos
el río que es medianoche
(Pausa breve) y pa que al andar nos guíe
la estrella madrugadora!
Y agora…¿qué hago con esto La voz de la Trig.: ¡Pásame, don Juan,
que era imbrujo mentiroso? cantando
¡Tizón se miace en la mano que ya la dicha me ahoga,
como pa quemar su inojo! que tánta felicidá
¡Déjeme tirarlo al río un sueño parece agora!
pa que se vaya a lo hondo La voz de D. J.: ¿Un sueño?... ¡Vamos, caballo!
y allí jalaste se quede ¡Vamos, corazón, galopa!
como cebo venenoso! Era Trigueña su nombre
La voz de D.J: ¡Tireselo a la corriente y su natural graciosa,
que lo arrastrará anhelosa y yo le cantaba en veces
hasta que amanezca el día lo que ahora canto a solas,
y los peces se lo coman! lo que siempre le ha cantado
La voz de la Trig.: ¡Ya lo tiré!... mi corazón amoroso!
¡Y me parece que se removió la posa,

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La voz de la Trig.: ¡Dele, mi don Juan, despacio
pa que naide más se lo oiga!

Fin.
Managua, Nicaragua, en junio de 1939.

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