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PARTE 6

Lic. Carlos Rojano García


Psicólogo Educativo
Un niño es obediente si se somete sin bacilar a la autoridad de
sus padres o de otras personas mayores. El niño que no crea
problemas, que se adapta a las situaciones y personas, que jamás
se queja o revela….. Es un niño obediente y bueno; y cuando no
se somete a los dictámenes, órdenes y deseos
de los padres y las personas adultas se
le califica como desobediente.

REALIDAD……

En la mayoría de los casos, rechaza la autoridad por


que ésta se manifiesta arbitraria e impositiva, sin
razones y, por tanto, la considera inútil…
Un niño desobedece por que ha encontrado en la práctica de la desobediencia
un buen medio para afirmar su responsabilidad o para manejar al adulto, porque
no ha entendido bien lo que se le manda o porque no sabe como hacer lo que le
han mandado.
REALIDAD……

La mayoría de las veces la


desobediencia se presenta
porque:

- Las órdenes son poco razonables.


- Resultan incomprensibles para el niño.
- Superan claramente las posibilidades
de realización personal.
- Se ha seguido el camino más cómodo
de exigir el cumplimiento de unas
órdenes en lugar de molestarse por
encontrar otras alternativas.
•Los primeros años de vida el niño vive en un ambiente de sumisión, obediencia
y disciplina por que necesita aprender normas de conducta y convivencia social
de una forma gradual.
•En la pre-adolescencia se a de propiciar la autodeterminación, la capacidad de
decidir por si mismo, emitir juicios críticos, de equivocarse y corregirse tras sus
propios errores, etc.
•En el adolescente hay que infundir el sentido de libertad moral que
frecuentemente habrá de imponerse a sí mismo, soltando las amarras a medida
que el va creciendo.

REALIDAD……

La mayoría de los padres no reconocemos la


madurez de nuestros hijos y no sabemos como
tratarlos en cada etapa de su vida.
CASO:
Imaginemos que el papá o la mamá que interrumpen bruscamente el juego
de su hijo(a) y le obligan a dejar lo que esta haciendo (ya sea con los amigos, en
un partido, en el parque o con sus juguetes) diciendo “ ven, ahora mismo nos
vamos, por que te lo mando yo”. Sin advertirle antes que esto podría ocurrir. El
niño se ve sometido a lo que el considera un capricho de su madre y se siente
humillado por el abuso de poder. Él no tiene elección.

LO QUE DEBERIA SER LA REALIDAD……

Lo mejor es prevenir al niño de nuestras


intenciones siempre que sea posible, tratarle
con respeto y permitirle que vaya formando su
propio criterio. “El respeto y el afecto hacia tu
hijo dan paso; al respeto y al afecto de tu hijo
hacia la autoridad sin temores de ningún tipo.”
Los padres no pueden estar siempre detrás del niño o del
adolescente para hacerle cumplir las normas. Lo que se pretende
es que nuestros hijos lleguen a comportarse de una manera
responsable también cuando no estén los padres. En la medida
que el respeto y el afecto hacia nuestros hijos sea una realidad
palpable, ellos captarán y aceptarán las normas disciplinarias
tanto en casa, en la escuela o en cualquier parte.
Para lograr que el niño entienda comportamientos responsables, es
imprescindible establecer unos límites muy claros y razonables que le
den seguridad al mismo tiempo que le ofrezcan alguna libertad de
elección.

Es fundamental que nuestros hijos desde los primeros años y aún así a
lo largo de su vida, sepan exactamente lo que se espera de ellos, en su
forma de ser y de comportarse (esto es establecer límites).
REALIDAD……

La mayoría de los padres pasamos


por alto muchas conductas que
deberían de corregirse en su
momento, después ya es tarde…
Cuando estableces normas y límites éstas deben cumplir
algunos requisitos y por supuesto varían según la edad y
madurez de nuestros hijos, se deben establecer dando mayor
grado de dificultad y entendimiento gradualmente….
- Que sean sencillas y simples. “No les compliques la vida”.

- Que sean justas. “No seas juez y verdugo”.

-Que tengan muy claro cuales van a ser las consecuencias


si no las cumplen.“ no establezcas límites sin dar a conocer
las consecuencias”

-Aplica las normas de forma coherente. “ No te contraríes a ti mismo”

- Mantén constancia y firmeza.


Cualquier niño aprende a comportarse, principalmente de sus
padres, hermanos y demás familiares, de sus maestros,
compañeros de clase, vecinos, etc. Es decir, que la conducta,
buena o mala, se aprende, no se adquiere de manera natural.

REALIDAD…
La palabra disciplina significa
aprendizaje y constituye el medio más
adecuado para que los padres consigan
que sus hijos aprendan a comportarse
de manera adecuada.
No tiene como objeto prolongar la ansiedad del niño tras
cometer una falta; la disciplina debe ser inmediata. El error
cometido y la disciplina deben estar unidos para que el niño
no pase demasiado tiempo abrumado por las consecuencias
de su comportamiento.
Además de inmediata, la buena disciplina ha de ser lógica.
La coherencia educativa es fundamental para propiciar al
niño y no desconcertarle constantemente; como es el caso
de esos padres que en ciertas ocasiones aprueban un
determinado comportamiento del niño o les es indiferente,
y en otros casos, reprenden severamente el mismo
comportamiento.
La buena disciplina debe ser aplicada de forma firme y con
seguridad, es decir, que inexorablemente tras una determinada
falta o error, con toda seguridad se producirá el correspondiente
castigo o acto de reflexión e invitación a corregir la mala acción.
Los niños que por experiencia saben que las amenazas constantes
de sus padres terminan por no cumplirse, no aprenden a ser
disciplinados.
Se debe poner en práctica en cualquier momento, situación o
lugar. Hay padres que se sienten como avergonzados si tienen
que corregir una mala acción de sus hijos y se limitan a decir
«en casa hablaremos». Es adecuado que se llame al hijo a un
rincón de la estancia o se le saque al pasillo mientras pedimos
disculpas a nuestros amigos o invitados y le hagamos las
correcciones necesarias en ese momento (in situ), sin dejarlo
para después.
Tiene que ser justa: Si de manera accidental mancha la
camisa no tiene que recibir la misma reprimenda que si
pega a un compañero en el colegio.
Ha de ser positiva, es decir, que ofrezca alternativas, soluciones, apoyos, de
manera que fortalezca el entendimiento, el diálogo y los vínculos afectivos
entre los padres y los hijos. En ningún caso es positivo humillar al hijo, hacerle
sentirse como un ser despreciable o que es incapaz de hacer nada bien,
porque las insultantes y despreciativas palabras del adulto se convertirán en
profecía que llegará a cumplirse, al reducir al mínimo su autoestima y el
sentimiento de valía y de competencia.
La forma y modo de aplicar la disciplina debe estar
regulada y adaptada al desarrollo evolutivo del niño, a su
personalidad y a su grado de sensibilidad.
No es posible la maduración psicológica sin la seguridad que
proporciona el amor sentido y vivido desde la misma concepción
en el seno materno y a lo largo de los primeros años de la
infancia e incluso de la adolescencia y juventud. El ser humano
madura si encuentra en el hogar y en su entorno más próximo un
clima adecuado de afecto, ternura, calor humano, aceptación y
equilibrio psicofísico.
Ser amados y queridos por sus padres y hermanos, y vivir en un ambiente
de aceptación y amor entre las personas que le rodean.

Ser aceptados como son, con sus posibles limitaciones y defectos y tener
la sensación de que importa a los demás, de que es alguien entre los suyos.

Sentir la seguridad de que aceptar unas normas y cumplirlas


proporciona tranquilidad porque lo fundamental no cambia. Sentir la
serenidad, el orden y el equilibrio internos.

En la medida en que el ser humano satisface adecuadamente estas


necesidades básicas desde la cuna, en esa medida desarrollará su
afectividad y ternura y se propiciará su maduración psicológica, afectiva e
integral en términos generales.
GRACIAS POR SU ATENCIÓN….

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