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inminente, pero es cierto que su llegada me salvo de escoger entre la muerte y la locura.
La locura: no brota como una súbita infección en el cerebro.
La locura es aquella enfermedad que solo nos amenaza cuando ya sus uñas se han
alojado en la entrañas, de modo que pelear contra ella es también despedazarnos el
vientre, oprimirnos los pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierde la
inocencia y el amor.
El amor es un bien que no he perdido. Cuando entre las condiciones que se le ponen al
amor se halla la correspondencia de quien se ama, y en realidad tampoco puede hallarse
ninguna otra por que se ha decidido amar incondicionalmente, el amor, que por su
propia vehemencia vive mas allá de posesiones tan relevantes como el bienestar y la
cordura, solo puede perderse con la vida.
Tengo que admitir que quiero a una mujer a la que no conozco, y tal vez a ello se deba
que no puedo dejar de contemplarla cada vez que la ausencia del mundo me brinda el
anestésico de la soledad, se que esa mujer se encuentra en cierta parte de esta región,
puedo dibujar la fachada de la casa donde vive y pienso, por que si aun lo quiero, que
ocupo algún lugar en su memoria; pero a mi la memoria no me ha servido si no para
frenar mis pasos, atar mis ojos al interior de los parpados y proyectar en ellos la
película mas obsesiva de mundo. (…..)
(….) es un nombre que no tiene cuerpo, (…..) es la palabra que a diario me visita pero
jamás se queda a dormir. (…..) son 5 letras formadas por cuchillos. (…..) Es el principio
de la música y el fin de la plegaria. (…..) Es ese nombre que un día escribí en muros de
la casa de dios; desde entonces acaricio su textura, tal como otros recorren con sus
manos, boca y ojos a sus mujeres. (…..) Se pronuncia degollando la lengua, y luego
acariciándola, es el nombre que tuve que sustituir para ocultar otro: el inmemorable,
aquel que sepulte para ya no decirlo ni pensarlo ni escribirlo. Y si hoy abandono mi
juramento y escribo ese nombre en este mail donde habrá de viajar moribundas de
miedo estas palabras, lo hago solo con el propósito de que lleguen hasta usted, aunque
con la secreta esperanza de que jamás lo logren, quiero pedirle perdón por mi
atrevimiento, por mi cobardía y por cada una de las debilidades que con seguridad me
hacen indigno de habitar sus recuerdos. Pero antes de narrarle una historia que es más
suya que mía, debo también pedir perdón por ella, por (…..).
Por que debido a todo esto (…..). Es usted Nancy.
No se que tenga la vida para los dos sin embargo si hoy tuviera la oportunidad de pedir
algo, pediría que cada una de las estrellas de este firmamento alumbraran tu camino,
que cada momento de tristeza fura sea opacada por una de tus sonrisas que sabes dar, y
que cada una de las personas que hoy te acompañan se deleiten con el placer de tu
esencia, Nancy ojala que nuestros caminos se crucen en algún momento del tiempo y si
así sucede una sonrisa confortable saldrá mi boca para contemplar lo que es una mujer
tan capaz como tu.
Hasta pronto.