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1.-CONCEPTO DE VICTIMOLOGÍA:
En cuanto al concepto de Victimología podemos anotar que puede ser abordado desde
varias perspectivas. Según el punto de vista etimológico procede de los vocablos
«víctima» de origen latino y «logos» de raigambre griega. Lo que significaría ciencia o
estudio de la víctima.
Jorge Sosa Chacin (1968), profesor venezolano, decía que la : victimología es una
rama de la criminología la cual tiene por objeto el estudio de la víctima resultante de la
infracción penal».
Entre otros especialistas, el profesor Ezzat Fattah (1971) afirma que «el objetivo de la
victimología es el desarrollo, a través del estucho profundizado de la víctima, de un
conjunto de reglas generales y de principios comunes y de otro tipo de conocimientos
que puedan contribuir al desarrollo, a la evolución y al progreso de las ciencias
criminológicas y jurídicas».
Rodrigo Ramírez (1983), considera que la victimología es «el estudio sicológico y físico
de la víctima, que con el auxilio de las disciplinas que le son afines, procura la
formación de un sistema efectivo para la prevención y control del delito».
Según Gunther Káiser (1985), la victimología se propone investigar las relaciones entre
el delincuente y la víctima del delito. En este caso se trata de un concepto más
restringido casi al ámbito criminológico, abarcando sólo el universo de las víctimas de
delitos.
Elías Neuman (1984) básicamente sigue el concepto adoptado por el Simposio de 1973,
pero enfatizando el estudio de la víctima del delito y concibiéndola además ligado a la
Criminología.
2.- ANTECEDENTES:
En términos latos podemos considerar que el problema de la víctima, sobre todo la que
es resultante del delito, ha originado especial preocupación con tendencias diversas a lo
largo de la evolución histórica.
A fines del siglo XIX surgió dentro del positivismo cierta preocupación por la
reparación del daño sufrido por las víctimas; al respecto Rafael Garófalo publicó en
1887 un pequeño trabajo: Indemnización a las víctimas del Delito, planteando que las
«víctimas de los delitos debían, seguramente, tener derecho a mayores simpatías que la
clase de los delincuentes, que parece ser la única de que los actuales legisladores se
preocupan» , planteando que los delincuentes que no eran de la categoría de temibles o
inidóneos para la vida social, deberían ser obligados a reparar el daño material o moral
que hubieran causado.
En los años 40 F. Wertham, es uno de los primeros estudiosos en plantear esta temática
con un nombre propio, en su obra The Show of Violence (l949), en la que consideró
necesaria una ciencia de la Victimología, al señalar que la persona que sufría el acto
criminal era un ser olvidado y que incluso para comprender la psicología del asesino era
importante entender la sociología de la víctima.
En la década de los años sesenta, el criminólogo egipcio Ezzat Abdel Fattah, entre otros
estudiosos de este tema, publicó una serie de trabajos: En 1966 «Quelques problemes
poses a la justice pénale par la victimologie» (Afínales Internacionales de Criminologie,
1966 Paris); en 1967 «La Victimologie: Que est-elle, et quel est son avenir» (Revue
International de Criminologie, 1967, No.2). Años después el libro La Victime Est-Elle
Conpable (1971).
Otros hechos importantes, respecto al desarrollo de la victimología, han sido los eventos
dedicados a esta nueva disciplina en las tres últimas décadas del siglo pasado,
destacando los siguientes: ler. Simposio I internacional de Victimología. Celebrado en
la ciudad de Jerusalén (Israel) en el año de 1973: 2do. Simposio Internacional de
Victimología que tuvo lugar en el año de 1976, en la ciudad de Boston (U.S.A.); 3er.
Simposio Internacional de Victimología, que se efectuó en Munster (Alemania Federal)
del 2 al 8 de setiembre de 1979; 4to. Simposio Internacional de Victimología
desarrollado en Tokio y Kioto (Japón) en 1982; 5to. Simposio en Zagreb (antigua
Yugoslavia), en 1985; el 6to. Simposio en Jerusalén en 1988; el 7mo. en Rio de Janeiro
en 1991; el 8vo. Simposio programado para 1994 en Adelaide (Australia). Son
igualmente destacables las conclusiones y recomendaciones del Convenio Internacional
de Estudios sobre Victimología. Celebrado en Bellagio (Italia), del 1 al 12 de julio de
1975. Asimismo el hecho de haberse incluido como parte del temario del Octavo
Congreso Internacional de Criminología (1978), el tema « Victimología.»
En las dos últimas décadas del siglo XX podemos apreciar una variedad de reuniones y
eventos relativos a esta temática, así como estudios sobre esta materia. Al respecto
constituye un acontecimiento relevante, la creación de la Sociedad Mundial de
Victimología en el año de 1980. Año en que se celebró en Washington el ler. Congreso
Mundial de Victimología: el 2do Congreso Mundial tuvo efecto en Roma en 1985.
Asimismo hay que señalar como un hecho destacable, que el Séptimo Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente(1985),
dedicara el Tema 5 al rubro: Víctimas de Delitos.
3.-AUTONOMÍA DE LA VICTIMOLOGÍA:
También para Rodrigo Ramírez «la victimología es considerada desde cierto punto de
vista, como disciplina autónoma...», incluyendo en su estudio a las víctimas como
personas naturales y también jurídicas. En el embargo, la víctima que interesaría a esta
disciplina autónoma seria básicamente la que es consecuencia de un hecho delictivo. En
suma se puede diferenciar una perspectiva amplia de victimología y otra a la víctima
penal. Al respecto, como anota Marco Gonzales (44). Aparece certera la propuesta de
Brunon Holyst. Hecha en el tercer Symposium Internacional, para distinguir entre y la ,
abarcando esta segunda el estudio de las víctimas del delito.
Desde nuestro punto de vista observamos que dentro del ámbito de la victimología
penal, podemos delimitar los siguientes capítulos genéricos, que abarcan diversos temas
específicos:
E.A. Fattah decía algunos años atrás que las «predisposiciones no solamente
contribuyen a la escogencia de esta o aquella persona como objeto del crimen, sino que
desempeñan también el rol de agente provocador que incita a la acción o inspira al
criminal la idea del crimen ». Sin embargo debemos precisar que, cuando hacemos
alusión al papel propiciatorio de la víctima, nos referimos a su actuación favorecedora
para ser victimizada, debido a variadas manifestaciones de su conducía, desde el
descuido imprudente que facilita el delito hasta actos que pueden provocar o
desencadenar el hecho criminal, como lo veremos luego.
Desde una visión crítica, tales factores de vulnerabilidad son bastante genéricos, y
abarcan una variedad de situaciones, pero no delimitan las condiciones particulares que
propiciarían la Victimogénesis que es lo que interesa a la criminología.
4.1. Tipos de Víctima: Algunos estudiosos han pretendido encontrar también, siguiendo
diversos criterios no siempre precisos, una tipología de la victima que ayude a
comprender su rol en la Victimogénesis. En este sentido podemos recordar el trabajo de
Hans von Hentig (1948), quien describió trece tipos o categorías, en su obra The
Criminal and his victim, constituyendo una tipología muy amplia , en la que se aprecian
factores psicológicos ,sociales y biológicos .en términos generales enfatizo
determinadas condiciones o rasgos de la víctima ,que facilitarían la acción criminal
del agente o victimario . Más tarde T.Sellin y Marvin Wolfang (1964), elaboraron
también una tipología presentada en la obra the measurement of delincuency,
considerando cinco categorías.
de tal variedad de victimas ,si bien todas son de interés para la victimología como
disciplina autónoma ,en el caso de nuestra apreciación centrada en el proceso
criminogenetico ,nos parece más importante algunos tipos que juegan un rol facilitador
o instigador del evento delictivo .al respecto benigno Dj Tulio (1963) decía “que el
comportamiento de la victima puede tener particular importancia en las reacciones de la
criminogénesis ,por cuanto de ello pueden partir estímulos capaces de reforzar y
desencadenar el impulso y las fuerzas crimino impelentes “.(30).en tal sentido ,las
clasificaciones de Mendelsohn , Fattah, gulotta ,schafer y M . Joutsen, entre otros, son
los de mayor interés criminológico, y cuyos criterios clasificatorios, en forma
esquemática son los siguientes:
1. Víctima completamente inocente o víctima ideal: Aquella que nada ha hecho o nada
ha aportado para desencadenar el crimen.
2. Víctima de culpabilidad menor o por ignorancia: En este caso el delito ocurre por
un acto poco reflexivo de la víctima que no prevé el riesgo.
3. Víctima voluntaria, tan culpable como el infractor: En este caso el autor distingue
las siguientes modalidades:
Mendelsohn elaboró también otro tipo de clasificación, desde lo que llama Punto de
vista represivo, considerando tres grandes grupos prácticamente incluye a los diversos
subtipos de su clasificación anterior.
▪ Víctima no consciente: Es aquella que no incita al acto pero la provoca con sus
acciones conscientes o inconscientes. Se pueden apreciar diversas modalidades:
1) Víctimas sin relación con el criminal: Las que no tienen ningún nexo con el
victimario.
2) Víctimas provocativas o provocadoras: Casos en que el acto delictivo se realiza
como efecto de la incitación que origina la potencial víctima sobre el futuro ofensor
haciendo algo en su contra.
3) Victimas precipitadas o precipitadoras: Son víctimas potenciales que sin efectuar
nada en contra del futuro criminal, lo incitan o inducen con su particular forma de
conducta.
4) Víctimas biológicamente débiles: Aquellas cuya constitución, o situación física o
estado mental induce en el potencial victimario la idea del acto criminal. Tales como
niños, ancianos, mujeres, enfermos mentales, entre otros.
5) Víctimas socialmente débiles: Aquellas no bien vistas por la sociedad
6) Victimas «auto-víctimas»: Aquellas que se victimizan así mismas. Caso del
drogadicto, el alcohólico.
7) Víctimas políticas: Víctimas resultantes a causa de sus ideas políticas.
1) Víctima provocadora por acto delictivo contra el potencial agresor: En este caso se
produce una reacción de venganza en el futuro agresor al ser agraviado por un hecho
criminal de la víctima potencial. Por ejemplo, puede haber ocurrido una violación
sexual previa contra el futuro criminal u otro tipo de conducta delictiva.
2) Víctima provocadora por acto amenazante contra el futuro agresor: El caso más
notorio se da en la agresión ilegítima que origina una legítima defensa. Asimismo se
pueden considerar las amenazas extorsivas o chantajes que provocan una respuesta
delictiva contra el amenazador.
3) Víctima provocadora por situación pasional: Los casos más típicos serían la
infidelidad en las relaciones afectivas. La ruptura de un compromiso matrimonial, etc.
Herrera (48) arguye también el caso de la emoción violenta excusable debido a la
provocación de la víctima. En nuestra legislación penal los casos de homicidio por
emoción violenta describen algunas de estas circunstancias.
4) Víctima provocadora por trato humillante, vejatorio o agresivo contra el potencial
agresor: incluye gran cantidad de situaciones provocadoras, debidas a la forma de trato
previo de la futura víctima que propicia una reacción delictiva en su contra. En este
caso, respecto del agraviado provocador, hay que considerar algunas situaciones
particulares vinculadas a una personalidad agresiva, mordaz o hiriente que ha estado
agraviando, humillando o perturbando constantemente a un potencial agresor.
El descuido de la potencial víctima que deja su vehículo sin llaves, entre otros tantos
casos de imprudencia o negligencia, facilitan el crimen.
1) Víctima simulada parcial: Son casos de supuestas víctimas que debido a ciertos
actos no delictivos las califica como delictivas, considerándose víctima de tales hechos.
Por ejemplo frente a ciertos tocamientos obscenos suponer o simular haber sido objeto
de violación sexual.
2) Víctima simulada absoluta: Se trata de supuestas víctimas, que sin que exista nada
en su agravio imaginan haber sido objeto de un acto criminal.
Por las consideraciones anteriores, algunos estudiosos de esta temática consideran la
especial importancia del papel que juega la víctima en la eclosión del delito, tratando de
valorar desde el punto de vista criminógeno el peso o contribución que tiene su
participación, lo que devendría en no cargar totalmente la culpabilidad del hecho
delictivo solo en el autor, sino también comprender en muchos casos la
corresponsabilidad del agraviado. Al respecto, según Dennis Chapman, «la víctima es
algunas veces la causa de la infracción, y en todos los casos, el delito no puede ser bien
comprendido sin tomarla en cuenta». De todo lo anterior no podemos dejar de anotar
que los diversos tipos de víctima son de interés general para la perspectiva político
criminal, la misma que debe tener a su vez un sustento criminológico.
4.3 Vinculaciones entre Víctima y Victimario: También se debe tener en cuenta que
una variable importante en el estudio víctima-autor, es el hecho de que ambos se
conocieran o no en la etapa previa al evento criminal. Hay que anotar que en muchos
casos existe alguna forma de contacto interpersonal de diversa temporalidad y
característica, antes del delito, entre el agente y el agraviado. Dentro de este contexto es
interesante la clasificación de la víctima que plantea Hilda Marchiori, y que ella
denomina Según Circunstancias del Encuentro:
En estos casos juega también un papel importante el tipo de percepción social que el
posible criminal tiene de la potencial víctima. Según los psicólogos sociales, en esta
interacción social las personas intervinientes se perciben una a otras de una forma
particular. Como dice Aroldo Rodríguez (123), para que «A» emita una respuesta a
determinado comportamiento de «B», es indispensable que perciba dicha conducta. En
este proceso intervienen también una serie de condiciones personales o situacionales. El
observador (potencial agresor), puede pasar por un estado de sed, hambre, ira,
frustración, excitación sexual, depresión, entre otras condiciones que influirán en su
proceso perceptivo, y que según el particular actuar del observado (víctima potencial),
estimulará determinada conducta, una de cuyas alternativas es la de ser un acto
delictivo.
López Rey (74), plantea la tesis de que las víctimas son más numerosas en la
criminalidad no convencional que en la delincuencia común.
Sobre todo en los delitos económicos y de abuso de poder político. Al respecto afirma
que la «victimización es extensa en los grandes fraudes fiscales y evasiones de capital a
menudo perpetrados por personas pertenecientes a grupos sociales dirigentes que suelen
presumir de patriotismo o de firme adhesión a la ley y el orden...». Asimismo hay una
alta tasa de victimización en los delitos contra la humanidad, genocidio, y en el abuso
de poder que se facilita sobre todo en los «estados de excepción», de «sitio» o de
«emergencia», en los que existe sobre todo una manifestación agresora de las fuerzas
policiales o armadas, e incluso de grupos paramilitares o de choque, cuando el poder
estatal no se ajusta a los preceptos constitucionales y al respeto de los derechos
humanos.
Desde otra perspectiva preocupa también, como las víctimas pueden llegar a ser
victimarios futuros, preocupación que incluso fue analizada por el VII Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del delito y Tratamiento del Delincuente (1985), por
la Espiral de la Victimización (93) que produciría. Al respecto Isidore Silver (135),
igualmente considera que el estudio victimológico, desde la óptica criminológica, se
interesa por la posible incidencia posterior que el hecho criminal tendría sobre el
agraviado, como la hipótesis de que los menores agredidos a posteriori pueden
convertirse, ya adultos, en agresores o cónyuges que maltratan a su pareja, o que la
víctima en general puede convertirse luego en victimario.
Káiser señala que según algunos estudios, en función de edades, si bien las personas
jóvenes están más representadas entre las víctimas, son menos propensos a denunciar
que los mayores. Sin embargo, el problema más significativo es que del alto volumen de
eventos criminales que producen víctimas, sólo un porcentaje que oscilaría entre un 33 a
49 por ciento de ellos serían objeto de denuncia ante la instancia policial, según
encuestas efectuadas en Estados Unidos entre 1967 y 1979. Esto significa que más de la
mitad de los delitos ocurridos no llegan a ser denunciados. Estos volúmenes varían
probablemente de acuerdo a cada realidad social y es posible que en nuestro medio, el
porcentaje de denuncias sea todavía más bajo, sobre todo en los llamados delitos de
«bagatela».
Del 20 por ciento de los que fueron habidos por la policía, sólo un 42 por ciento fue
ajuicio. Estos hechos desalentadores para la víctima, nos muestran friamente que menos
del 5 por ciento de los delitos probablemente cometidos llegarían ajuicio, en el mejor de
los casos, esto es considerando la mitad de los eventos criminales como denunciados.
Además, según el parecer de diversos estudiosos, el sistema jurídico-penal resulta
ineficiente.
[pic]
La víctima como parte del proceso penal: No obstante que la legislación Procesal Penal
considera a la víctima como parte del proceso, teniendo derecho además a una
reparación civil que se debe señalar en la sentencia, sin embargo, la víctima no tiene
ningún papel protagonice en el proceso, por ello ya los abolicionistas, entre otros
estudiosos, han venido señalando que en el proceso penal moderno, prácticamente la
víctima ha sido expropiada de su conflicto, quedando relegado en un papel secundario o
a veces olvidado por el sistema procesal que se halla centrado en el delincuente y el
Estado. No obstante que como anota Manuel López Rey, la «víctima de la criminalidad
y no el delincuente, requiere primaria atención por parte de la política criminal y de los
sistemas penales».
Asimismo, el desarrollo del Derecho procesal penal se ha centrado en afinar una serie
de garantías y protecciones al imputado, sin embargo la víctima, como señala Jaume
Solé Riera, «recibe de facto la peor parte del proceso penal», sin tener similares
garantías y derechos que los reconocidos al delincuente. Precisamente aludiendo a la
exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal español, dice que ésta
«destaca que «en materia penal hay siempre dos intereses rivales y contrapuestos: el de
la sociedad, que tiene el derecho de castigar, y el del acusado, que tiene derecho de
defenderse». La víctima no aparece aquí en escena; sin embargo, su tutela procesal
merece un estudio pormenorizado en igualdad de trato que las demás partes del proceso
penal»
Para García Pablos de Molina (citado por J. Solé) «La víctima del delito ha padecido un
secular abandono, tanto en el ámbito del Derecho penal (sustantivo y procesal) como en
la política criminal, la política social y la propia Criminología. Disfrutó del máximo
protagonismo, su «edad de oro», durante la justicia primitiva, privada, siendo después
dramáticamente «neutralizada» por el sistema legal moderno, en aras de una experiencia
universal: la aplicación serena y objetiva de la ley al caso concreto requiere una
intervención pública e institucional, desapasionada, ecuánime e imparcial. Dicha
«neutralización» de la víctima condujo, sin embargo, al dramático olvido de la misma y
de sus legítimas expectativas, habiendo contribuido decisivamente a tal resultado el
pensamiento abstracto y formal, categorial, de la dogmática penal que degrada a la
víctima a la mera condición de sujeto pasivo..»
En este rubro hay que anotar, como ya lo han dicho otros tantos estudiosos, que la
víctima también debe ser asistida y/o indemnizada o compensada en sus problemas o
necesidades que son secuela del hecho de haber sido victimizada. En otros términos
creemos que los derechos de la víctima, son más imperativos que los derechos del
recluso o interno que son los que han cobrado mayor auge y protección, y para los
cuales el Estado destina un presupuesto, mientras que la víctima, en forma paradójica,
queda en el abandono. Al respecto se debe tener en cuenta, que las necesidades de las
víctimas, resultantes de un acto criminal, son complejas. Desde las económicas,
emocionales, asistencia en su salud física y problemas de carácter social y laboral.
Asimismo existen víctimas indirectas, como los hijos huérfanos debido al homicidio en
agravio de su ascendiente, o también padres desamparados que dependían de la víctima,
entre otros casos, y que la sociedad no debería descuidar.
Los datos más antiguos respecto al interés por la víctima, se han centrado en primer
lugar en ofrecerle una compensación, aunque con el desarrollo del Estado esta
reparación dejó de ser garantizada suficientemente, y hubo periodos en que el poder
eclesiástico o estatal tomaba en su provecho las compensaciones, relegando a la víctima.
Es en el siglo XIX, y sobre todo en los Congresos Internacionales Penales y
Penitenciarios, en los que se planteó la necesidad de la reparación al agraviado del
delito, habiéndose generado algunas alternativas para este propósito. Al respecto se
debate quien debe prestar la ayuda o compensación a las víctimas de delitos. Sobre este
punto se han desarrollado las siguientes alternativas:
Estos procesos de compensación y conciliación han sido propiciados tanto por las
Naciones Unidas como el Consejo de Europa y supone incentivar al delincuente para
que repare el daño que ha causado. El criterio es que el delincuente tiene «la obligación
de indemnizar -en sentido muy amplio a su víctima. En 1973 se ha introducido en
Inglaterra la victim compensation arder como pena específica; también existe, con leves
matices diferenciales, en Gales y Escocia...». Sin embargo, sobre todo en sociedades
como la nuestra, mientras no haya cambios legales imaginativos, la compensación por
el victimario tendrá sus limitaciones, en muchos casos porque no existen mecanismos
eficientes que obliguen al autor del hecho a pagarla; en segundo término, porque
muchos de los obligados con la reparación, no tienen los recursos necesarios para
responder por el daño ocasionado, y no pueden cubrir la obligación.
2. Compensación a cargo del Estado: Sobre este particular hay que considerar que, si
bien el autor del hecho delictivo es el principal obligado a dar la compensación o la
restitución, esta la que tendría que asumir el Estado, por la carencia de posibilidades
económicas del victimario y también en los delitos de abuso de poder, tortura, entre
otros, cometidos por las agencias del control penal que son del Estado. Además se tiene
que considerar la existencia de delitos en que el autor no es habido o no es responsable
penalmente, o ha fallecido y obviamente no puede cumplir con la reparación. Sin
embargo hay que anotar que ya Bentham y posteriormente Ferri y Garófalo, en el siglo
XLX, abogaron por la indemnización de la víctima a cargo del Estado.
Actualmente se acepta la alternativa de compensar económicamente al agraviado por
parte del Estado, sobre todo en delitos violentos (homicidios, lesiones atentados
sexuales, etc.). En esta vertiente, probablemente Nueva Zelandia (1963), fue uno de los
primeros países en establecer un programa de asistencia y compensación a las víctimas,
particularmente de delitos violentos; asimismo en Inglaterra (1964), y diversos estados
de Norteamérica (1965, 1966). Años después en Austria desde 1972, mediante Ley
Federal de prestaciones asistenciales a víctimas de delitos. Finlandia"(1973), Irlanda
(1974), Holanda (1975), Noruega (1976). Alemania Federal (1976), mediante la Ley de
indemnización a víctimas, en casos de ser consecuencia de acciones violentas dolosas,
no otorgándose cuando se aprecia una culpa concurrente de la víctima o si ésta no ha
presentado denuncia inmediatamente (58); asimismo Francia (1977), Suecia (1978).
Luxemburgo (1984), Bélgica (1985), entre otros.
La Ley Penitenciaria Italiana de 1975, en su artículo 73, estatuyó una Caja para el
socorro y la asistencia de las víctimas del delito que se hallan en condiciones de
comprobada necesidad. En sus artículos 74 y 75 estipula, además, la creación del
«Consejo de Ayuda Social» a la víctima. Sin embargo esta norma ha sido criticada por
haberse incluido dentro del ámbito penitenciario, en el que no debería considerarse a las
víctimas.
En nuestro medio, el Código Penal de 1975 estipuló en su artículo 403 que: «El Consejo
Local de Patronato administrará en su Distrito Correccional la Caja de indemnizaciones
a las víctimas de delito...», que en los hechos sólo tuvo vigencia legal pero no real. En el
Código de Ejecución Penal de 1985, se crearon las Juntas de Asistencia Post-
Penitenciaria, y dentro de sus atribuciones se estableció en el artículo 144, inciso «b», la
de «Brindar asistencia social al liberado, a sus familiares, a la víctima del delito y a los
familiares de esta». Esta misma tónica se sigue en el vigente C.E.P. de 1991. En
resumen, según la ley penitenciaria peruana, corresponde a las Juntas de Asistencia
Postpenitenciaria, dar asistencia social a las víctimas del delito y sus familiares, pero
aun en los hechos, esta obligación, sólo sigue siendo un buen propósito legal.
Entre otras alternativas, Heinz ZIPF plantea que no obstante que la actual controversia
se centra en la posibilidad del resarcimiento a la víctima del delito como función
pública o sea estatal, una alternativa, básicamente en los delitos patrimoniales, sería
mediante el derecho de seguros que debería prever la potencial víctima en función de
sus bienes o patrimonio que tiene riesgo . En este caso estaríamos ante una especie de
«autoprotección». Esta alternativa, en nuestra realidad social actual no sería factible,
porque la mayoría de la población en riesgo de victimización no tiene los recursos
suficientes para contratar un seguro pina estos eventos.
Bibliografia:
- Manual de criminologia