Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Rosales
La luz interrumpida y
otros poemas
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Muestrario de
Biblioteca Digital Poesía 65
Coeditores:
MÉXICO
Fernando Ruiz Granados
2
José Solórzano
José Eugenio Sánchez
ARGENTINA
Mario Alberto Manuel Vásquez
Francisco A. Chiroleu
Patricia del Carmen Oroño
La luz interrumpida y
Ángel Balzarino
Fernando Sorrentino
Claudia Martin Trazar
otros poemas
ESTADOS UNIDOS
José Acosta
Aníbal Rosario
Luis Rosales, España
José Alejandro Peña
César Sánchez Beras
ESPAÑA
Henriette Wiese Edición Digital Gratuita
Giulia De Sarlo
María Caballero
Elena Guichot
Teresa Sánchez Carmona
distribuida por Internet
Losu Moracho
Rocío Parada
HONDURAS
Muestrario de Poesía 65
Dardo Justino Rodríguez
VENEZUELA
Milagros Hernández Chiliberti Editor:
Tony Rivera Chávez
URUGUAY Aquiles Julián, República Dominicana.
Marta de Arévalo
APLA Uruguay
COLOMBIA Primera edición: Octubre 2010
Ernesto Franco Gómez
Julio Cuervo Escobar Santo Domingo, República Dominicana
PERU
Luis Daniel Gutiérrez
Nicolás Hidrogo Navarro
Juan C. Paredes Azañero Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se envía por la
REPÚBLICA DOMINICANA Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores,
Ernesto Franco Gómez difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Los derechos de autor de
Eduardo Gautreau de Windt
Félix Villalona
cada libro pertenecen a quienes han escrito los textos publicados o sus
Ángela Yanet Ferreira herederos, así como a los traductores y quienes calzan con su firma los
Cándida Figuereo artículos. Agradecemos la benevolencia de permitirnos reproducir estos textos
Enrique Eusebio para promover e interesar a un mayor número de lectores en la riqueza de la
Julio Enrique Ledenborg
Vaugn González obra del autor al que homenajeamos en la edición.
Efraím Castillo
Oscar Holguín-Veras Tabar
Edgar Omar Ramírez
Carmen Rosa Estrada Este e-libro es cortesía de:
Roberto Adames
Valentín Amaro
Alexis Méndez
Libros de
Juan Freddy Armando
Sélvido Candelaria
NICARAGUA
Radhamés Reyes-Vásquez
Regalo
CHILE
Claudio Vidal
Eliana Segura Vega
Astrid Fugellie Gezan
SUIZA EDITORA DIGITAL GRATUITA
Ulises Varsovia
HOLANDA
Pablo Garrido Bravo
PUERTO RICO Escríbenos al e-mail libros.regalados@gmail.com
Mairym Cruz-Bernal
ECUADOR
Anace Blum
EL SALVADOR
Manuel Sigarán
COSTA RICA
Ramón Mena Moya
3
Contenido
Primavera morena 41
El andamio 42
Guardo luto por alguien a quien no he conocido 44
A mí me gusta tu tos 47
Las alas ciegas 49
Lo que tú llamas “Quiéreme” 52
Lo que no quieras oír no lo preguntes 53
Palabras para algo más que un dolor 56
Recordando un temblor en el bosque de los muertos 58
Nadie es profeta en su espejo 58
La espera forma parte de la alegría 59
La escarcha mutua 63
Bajo el limpio esplendor de la mañana 66
El pecado 67
Ola en calma es tu cuerpo 71
Un momento en el cielo 72
Algo queda en el aire 75
Representación en tres planos de una mujer 77
Para toda la vida no! 81
Verte, qué visión tan clara 81
Vivir para ver 82
Bastaba verle para que le hicieran ministro 83
Caja de música 83
Por mor 84
Porque todo es igual y tú lo sabes 85
Y acaba siendo unánime 86
El bosque se iba haciendo alarde 89
Pues el que toca lo cierto, muere 90
Un amor o un andamio 92
Ahora que están juntos 94
La carta entera 95
Nadie sabe hasta dónde puede llevarte la obediencia 96
Siempre mañana y nunca mañanamos 97
Es el miedo al dolor 98
Misericordia 98
Una nueva estrella 99
Sobre el oficio de escribir 99
Canción del resucitado 103
Amanecer en las alturas de Balsain 103
Canción de la sencillez 103
Hay una eternidad que es instantánea 104
5
Testamento 104
De cómo el tiempo hizo nacer la sonrisa sobre la carne 105
La vuelta del amor 106
La raíz 106
Larga es la ausencia 107
El naufragio interior 107
Tú si las llamarás 108
Miré los muros de la patria mía 109
Fin 110
Aquel conflicto en que la pasión irracional arropó a España, en que odios de siglos
emergieron y la ceguera sustituyó todo razonamiento, todo discernimiento, hoy sabemos
que fue instrumentalizado por Stalin para negociar con Hitler (a la vez que se lucraba y
saca provecho de las reservas de oro del país). Un libro fundamental: “El fin de la
inocencia: Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales” del
catedrático de la universidad de Columbia, Stephen Koch, desvela cómo la guerra civil
española fue aprovechada por Stalin para forzar a Hitler a pactar, acción que logró en
1939, el Pacto Hitler-Stalin, suscrito en Moscú por los cancilleres de Alemania y la
Unión Soviética, que despedazó a Polonia y animó a Hitler a iniciar su carrera de
expansión territorial.
7
Aquellas actitudes extremistas, las declaraciones amenazadoras, los egos inflados, las
acciones agresivas y aquel ultraizquierdismo galopante que caracterizó los primerso
años de la República, la matonería y las conductas levantistas, anticlericales, marxanas,
produjeron una reacción no menos atroz y despiadada. El asesinato de Calvo Sotelo a
mano de matones republicanos fue la gota que derramó el vaso. La sublevación o el
alzamiento, como se le llama, fue casi impuesto. De inmediato, España se escindió
trágicamente. Dos bandos que se odiaban a muerte esgrimieron sus armas y su furia. Y
muchos que no eran partidarios ni de unos ni de otros, quedaron pulverizados en el
medio, con ambos bandos acusándoles de estar con el contrario.
Los estalinistas, que aplicaban la falaz política del Frente Popular para arropar a
socialdemócratas y liberales a dejarse narigonear por ellos, acudieron a los partidarios
de la democracia, la libertad y el pluralismo, que hicieron causa común con la República
pese a una realidad cruenta e inmisericorde: los estalinistas eran iguales de asesinos. Y
no tenían empacho en criminalizar a sus propios aliados. Los asesinatos no se limitaron
a los que políticamente les eran adversos y actuaban en el bando contrario, también a
los del propio lado que políticamente no se ajustaban a Moscú y a Stalin, como aconteció
con los anarquistas, con los del POUM y los tildados de trotskistas.
Poetas de la Generación del 36 son Leopoldo Panero, Luis Rosales, Miguel Hernández,
Luis Felipe Vivanco, Gabriel Celaya, Juan Panero, German Bleiberg, Dionisio Ridruejo,
entre otros.
Es una generación que aporta prosistas y narradores como Camilo José Cela, Miguel
Delibes y Gonzalo Torrentes Ballester, María Zambrano, José Antonio Maravall, José
Luis Aranguren, José Ferrater Mora, Julián Marías y dramaturgos del nivel de Antonio
Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
El aparato cultural marxano se vengó en ellos una derrota que Stalin y los extravíos
chequistas produjeron sobre todo. Se les negó. Se les rebajaron méritos. Se les
desconoció. Eran la generación suprimida, como el mismo Rosales llegó a expresar en
una entrevista tras la concesión del premio Cervantes en 1982: “no hay una puerta
histórica que gire sino creando un vacío y nosotros hemos sido la generación
suprimida, el vacío que necesitaba la historia para seguir siendo historia”.
En España, muchos escritores que buscaban labrarse un espacio propio, fueron atraídos
por el aparato cultural estalinista. El PCE enmascaró su acción proselitista en
organismos y mecanismos aparentemente culturales, liberales, democráticos. Y una
buena parte de los escritores y artistas, que reaccionaban contra los envaramientos del
franquismo y sus engolamientos, se inclinaron hacia posiciones contestatarias y
cuestionadoras. Eran la progresía, vinculada emocionalmente al PSOE y entrampada en
la visión maniquea del PCE (y no olvidemos el embadurnamiento de sangre del PSOE en
la España republicana, su compromiso con los crímenes, las Checas y las “sacas”).
La reconstrucción de los hechos, motorizada por los más renombrados biógrafos del
inmortal poeta andaluz, indican que Lorca murió fruto no tanto de pasiones políticas
como de rencores, envidias y mezquindades familiares, que aprovecharon un momento
confuso y particularmente homicida, el alzamiento falangista, en que ambos bandos,
republicanos y nacionalistas, se dedican a matanzas incontroladas, a exterminar a todo
el que en apariencia les adversa en las zonas territoriales que controlan.
Así, sabemos que existían resquemores con Lorca por parte de las familias Roldán y
Alba por aquella tragedia: “La casa de Bernarda Alba”; que se le envidiaba a Lorca su
cosmopolitismo, su renombre; que se le criticaba su homosexualidad y su indefinición
política: Lorca prefería llevarse bien con todos y manifestaba posiciones contrapuestas
en una España que se cerraba a cal y canto en dos posiciones irreconciliables y
antagónicas.
10
Cuando le trasladan al edificio del gobierno civil, un guardia de asalto golpea a Federico
con la culata de su mosquetón. Miguel Rosales pide que no lleven al poeta a los
“interrogatorios”, la sala de tortura. Ruiz Alonso acusa a García Lorca de “espía de
Moscú”.
Cuando Luis y José Rosales se enteran del caso y van en ayuda, estos se encaran en
forma dura con Ruiz Alonso. José Rosales habla con José Valdés Guzmán, gobernador
civil, quien le transmite la gravedad de las acusaciones a Lorca: “socialista y agente de
Moscú”, ambas mentiras. Al día siguiente, José obtiene una orden de libertad para Lorca
de parte del Gobernador militar, Gonzales Espinosa. Cuando entra a la sede del
gobierno civil, Valdés Guzmán le dice que ha llegado tarde: “Ya lo habrán fusilado. ¡Y
ahora vamos a ver qué hacemos con tu hermano!”, amenazando a Luis por haber
acogido a Lorca en su casa. Valdés mentía, esperaba orden de Queipo del Llano para
actuar. Valdés telefonea a del Llano y le pregunta: “¿Qué hago con él? Lo he tenido aquí
por dos días” Y Queipo le responde: “Dale café, mucho café”. La orden está dada. En un
viejo Buick se llevan a Lorca y otros tres. Trescastro Medina alardea: “Yo le he pegado
dos tiros en el culo por maricón”.
Luis Rosales fue víctima de ambos bandos. Los falangistas le mataron a su maestro y
amigo, García Lorca, arrancado de su hogar por la fuerza y asesinado. Y los republicanos
le asesinaron a otro gran amigo, Joaquín Amigo, tirado por el Tajo de Ronda.
¿Tendrían, los que se refocilaron en la calumnia y arrojaron cieno sobre la reputación de
Luis Rosales la mitad de la hombría que él tuvo para arriesgar su vida por su amigo?
¿Qué acto de valor, de riesgo de la vida, asumieron? ¿Por quién se la jugaron? ¿Cómo
hubiesen actuado de haberse visto en iguales circunstancias?
La crueldad inútil de la guerra, ese “terrible horror” fue una conciencia que nunca le
abandonó y le hizo escribir versos como
Y por igual su amor por la bendición de la vida, las cosas triviales, la mansedumbre del
hogar, los aromas de la tierra y de la mesa, el paisaje que es milagro cotidiano, la
amistad y el cariño, el amor que provee consuelo y tibieza en los días en que se gasta el
tiempo humano.
Para Luis Rosales “Vivir es ver volver. El tiempo pasa: las cosas que quisimos son
caedizas, fugitivas se van. Y esto es morir: borrarse de sí mismo”.
Así vivió:
“…con humildad,
Buscando la palabra precisa”.
(Ascensión hacia el reposo)
Retomar las formas clásicas, devolver a la poesía sus maneras tradicionales, fueron los
principales aportes de esta generación. El soneto, el poema sometido al metro y la rima,
los temas tradicionales. Félix Grande destaca: “Aún no se ha visto por entero la
dimensión que tiene. Es un maestro del soneto, de la copla, del romance”, y no queda
ahí, también del verso libre y el poema en prosa.
Poesía que esplende en las pequeñas minucias de la vida, en las vivencias cotidianas,
que canta la vida particular, las diminutas alegrías y esperanzas, el milagro sempiterno
del amor, la bendición de un cuerpo que comparte su tibieza, de un alimento que
destella en el paladar, de la conversación afable, los paisajes fraternos, la misericordia
de Dios que nos libra de nuestros desvaríos y perdona nuestra maldad.
Poesía íntima, recogida, que se aleja de la plaza, de las pasiones y controversias que
dividen, separan y enfrentan a los hombres, para encontrar la palabra que hermana, que
reúne, que convida.
13
Poesía labrada con paciencia, sin desvivirse por el aplauso y el encomio, macerándose en
el recogimiento de años de cuidadoso escardo, de orfebrería detallada. Nada de buscar la
claque, el ruido de elogios basados no en el disfrute de la obra, sino en la adscripción
política, al margen del valor propio del poema.
El poeta José Carlos Rosales, sobrino del granadino, destaca que su tío solía aconsejar
que los libros no debían publicarse antes de diez o doce años, que había que tenerlos
esperando. “Creía que uno de los peligros que debía de sortear siempre el escritor era
el de publicar demasiado pronto. Su idea era que cualquier publicación es prematura,
porque uno siempre se arrepiente de cómo lo ha hecho y luego trata de rectificarlo”.
Cuando alguien le preguntó qué era lo que más valoraba de su vida, larga y cargada de
experiencias, respondió: “Bueno, este pequeño título al que nadie le da valor que es ser
poeta. Yo nunca he dejado que me lo arrebaten”.
14
Otro gran mentor en su vida lo fue José Bergamín, quien fue su primer editor y le guió
en sus primeros momentos y de quien cuenta la siguiente anécdota: “Le dije un día:
tengo mucha dificultad para expresar con palabras lo que pienso. Y Bergamín me
respondió: Luis, no se escribe con ideas, se escribe con palabras”.
Su relación con la poesía es de cultivo paciente, a solas. Llega a decir, en una de tantas
entrevistas, que no escribe para los lectores, pese a agradecer que existan. “Escribo por
obligación ética, para cumplir un destino al cual estoy llamado; yo soy,
irremediablemente, un escritor. Me han preguntado en alguna ocasión: “tú por qué
tardas tanto en publicar tus libros?”. Yo a veces he tardado diez años o quince años en
publicar un libro, porque a mí lo que me interesa es escribirlos, no publicarlos. ¡Los
libros están ahí! Si yo no los publico, otros lo harán por mí; si alguien tiene que leerlos,
alguien los leerá; pero quiero separar por completo estas cosas. Primero, que para mí
el lector es muy distinto del público; me interesan los lectores, a los cuales debo
muchas de las alegrías que he tenido en la vida.
Y hay que hacer otra distinción. Yo escribo únicamente como un compromiso ético que
tengo conmigo mismo, con mi tiempo y, naturalmente, con Dios. En esa última
relación hay un Dios – para mí, Jesucristo – que es el Tú absoluto; ese Tú, para mí de
alguna manera, es siempre el horizonte, hasta en los poetas más blasfemos. De ahí
nace ese imperativo que yo siento al decir que escribo por una conformación interior
mía que, en definitiva, es un compromiso ético”.
Este es Luis Rosales, poeta, ensayista, hombre de bien, de cuyo nacimiento este 2010 se
cumplen 100 años y cuya poesía y prosa son grandes monumentos de la literatura
española en el siglo XX.
Autobiografía
Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.
Ayer vendrá
La tarde va a morir; en los caminos
se ciega triste o se detiene un aire
bajo y sin luz; entre las ramas altas,
mortal, casi vibrante,
queda el último sol; la tierra huele,
empieza a oler; las aves
van rompiendo un espejo con su vuelo;
la sombra es el silencio de la tarde.
Te he sentido llorar: no sé a quién lloras.
Hay un humo distante,
17
A Dámaso Alonso
Contigo
No hay noche, no hay luna, no
hay sol cuando estoy contigo,
tiemblo de quererte tanto,
tiemblo de sentirme vivo,
tiemblo de saber que un día
la espuma se lleva al río,
y en el corazón del hombre
se lleva al tiempo el olvido.
No hay luz, no hay jardín, no hay
noche de otoño contigo,
¡quisiera que se acortara
el tiempo cuando te miro!
contigo para perderme,
para salvarme contigo,
contigo, Abril, para siempre
por los siglos de los siglos.
***
21
***
(...)
Y quizás
ninguno estará de más
23
El espejo
La absolución
«Si tú me lo pidieras»,
si tú me lo pidieras cuando llegue esa hora
en que la vida empieza a hacer preguntas sin respuesta,
como se hace un raspado de matriz
o se pone en las venas una inyección de aire,
y después,
pero inmediatamente,
oyeses algo más terminante aún:
una respuesta sin pregunta;
y el viento caminara con muletas,
y el mar dejase a nuestras plantas
sus indefensas olas de puntos suspensivos,
y todo ese mañana que hemos vivido juntos
se hiciera sibilante y disimulador
como las ruedas de un tren chirrían cuando se pone en
movimiento,
y la rosa de un solo pétalo se convirtiera en una serpiente
coral,
que levantara su cabeza,
lela y bamboleante,
de tu cuerpo a mi cuerpo
como se cierra una interrogación.
Y sin embargo,
si tú me lo pidieras,
si tú me lo pidieras aunque ya fuese al despedirte,
si
yo
pudiese oírlo,
aunque fuera una sola vez,
tal vez sería posible que la carne agrietada se volviera a
juntar como se juntan en el labio unas palabras de
perdón,
y la vida ya no sería un gurruño,
y el cuerpo que aún me queda sonaría,
comenzaría a recuperarse como un río se evapora,
y se convierte en un temblor dialogado y concéntrico
sobre la piel tirante de tu vientre
cuando llega esa hora en que la absolución es algo más que
una palabra,
cuando llega esa hora
en que despierta al fin el jardín de los pájaros,
y siento que sus alas me golpean en el rostro
buscando la salida y hallando la alegría,
y el cuerpo se hace música,
música tiritante,
una vez
y otra vez,
con su empujón de lluvia y de violetas húmedas,
hasta sentirme tuyo,
hasta nacerme,
31
ya
que
si tú me lo pidieras,
no sé cómo,
pero si tú me lo pidieras,
en ese instante mismo nacería.
La cicatriz
su andamio agonizante,
su remanente de silencio
y su estertor,
como aquella mañana
en que al sentarme en el autobús
vi a mi lado a una antigua moneda romana,
una medalla
o una lápida
que hablaba masticando las palabras:
era una campesina ya embebida
por la intemperie de la noche a tientas
y de la vida a ciegas,
que me miraba con un poco de luto en las pupilas
como queriéndome abrigar,
y yo no supe contestarle,
y yo callaba junto a ella
porque mi lengua personal es inventada
literaria y enfática,
y como no me sirve para hablar con un obrero o con un niño,
y como no me puede dar la absolución,
a veces tengo que ocultarla como se oculta el dinero en la cartera,
a veces tengo que callar,
como hice entonces,
sintiendo de repente
la incomunicación
igual que el aletazo de un murciélago
con su golpe de trapo,
y su asco parcelado sobre el rostro
donde el labio que calla va convirtiéndose en cicatriz.
La luz interrumpida
La transfiguración
Siento tu cuerpo entero junto al mío;
tu carne
es
como un ascua,
fresca e imprescindible
que está fluyendo hacia
mi cuerpo, por un puente
de miel lenta y silábica.
Hay un solo momento en que se junta
el cuerpo con el alma,
y se sienten recíprocos,
y viven
su trasfiguración,
y se adelantan
el uno al otro en una misma entrega,
desde su mismo origen deseada.
Siento tus labios en mis labios, siento
tu piel desnuda y ávida,
y siento,
35
¡al fin!
esa frescura súbita
La última luz
Eres de cielo hacia la tarde, tienes
ya dorada la luz en las pupilas,
como un poco de nieve atardeciendo
que sabe que atardece.
Y yo querría
cegar del corazón, cegar de verte
cayendo hacia ti misma
como la tarde cae, como la noche
ciega la luz del bosque en que camina
de copa en copa cada vez más alta,
hasta la rama isleña, sonreída
por el último sol,
¡y sé que avanzas
porque avanza la noche! y que iluminas
tres hojas solas en el bosque,
y pienso
36
Larga es la ausencia
Memoria de tránsito
Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?;
mirando la nieve veo
memoria de tu hermosura,
y cuando vi en su blancura
tu inmediata eternidad,
¿fuiste si no claridad,
temblor, paciencia y dulzura?
Verte
La ola inmóvil
Es curioso saber que todo empieza en la transmigración de la saliva
y mis ojos dentro de poco van a cumplir dos años.
Lo cierto está tan cerca que el silencio me ha cortado los pies
y la sangre gotea sobre la alfombra
ya que no basta ver lo que se ve, es necesario adivinarlo.
Lo que se ve es un cuerpo en la penumbra,
un cuerpo que en la noche de amor tiene la plenitud de una
ola inmóvil,
que está siempre en su altura de dominio.
¿Nunca has pensado, amiga mía, que el cuerpo al desnudarse
está más junto?
y luego,
en el momento en que lo miras,
cobra su exactitud porque el mirar lo va configurando.
Todo consiste en la transmigración,
y hoy al verte he sabido
que el tacto es el recuerdo más antiguo que tiene el hombre,
y a veces puede aterrorizarnos
con su temblor de miel
lenta y originaria y envolvente.
El tacto es como el mar
y el cuerpo amado es de agua despacísima que no se mueve
sino hacia adentro,
desnaciéndose,
ya que la carne tiembla porque mira y al entregarse está
mirándonos.
Hay zonas de tu cuerpo que en la sombra relumbran
y tienen un calor reverberante
y un temblor desciñéndose que es la memoria de su origen,
41
Primavera morena
Tu abril siempre y ya logrado,
¡oh maravilla sin huella!
Trigo y agua de doncella
y aurora de sol mojado,
naranjo en su flor celado,
cristal de mimbre sin dueño
pulsador, ¿cuándo mi empeño
de luna al fin modelada,
primavera resbalada
desde el donaire hasta el sueño?
Circuncisión de mi celo,
madre en júbilo de río
tu desamparado brío
estremecido de anhelo.
Toda la presencia en vuelo
por el temblor obediente,
misericordiosamente
doy gracias a tu alegría;
¿de qué dolores María,
sierva de luz en mi frente?
El andamio
Te he dicho innumerables veces que nosotros no
somos únicos
ni mucho menos,
por diversas razones, entre otras
porque nunca quisimos disfrazarnos de amantes,
y además no tenemos esos ojos que se asemejan a una
pantalla,
en la cual
todos cuantos se miran sienten su conversión;
quiero decir,
que por el hecho de mirarnos
se convierten sin más ni más en televidentes,
y empiezan a vivir,
paralíticos y necrosándose,
en la televisión de la mirada.
No es eso, por supuesto,
y nadie va a pedirnos cuentas de nuestra alegre podredumbre,
ya que no nos ha sido necesario llevar un tren en el bolsillo,
ni queremos que todas las semanas llegue la primavera,
43
A mí me gusta tu tos
En la corriente alterna del jardín y el recuerdo
siempre que pienso en ti la ausencia me deslumbra,
es como un resplandor que se impone a mis ojos:
si los cierro me engañan, si los abro me angustian.
48
Morir es un aprendizaje
¿no recuerdas que los amigos que más queremos
se nos fueron haciendo indispensables,
poco a poco,
y hoy los vemos andar como sonámbulos en el sueño de Dios,
y su rostro al mirarlo se desdibuja,
nos parece movido
como
cayendo a bien morir?
El temblor es un muro que separa la sangre en dos orillas,
y ahora quiero decirte,
amiga mía,
que aquel diálogo primerizo no ha terminado aún,
no puede terminar
ya que «la muerte no interrumpe nada»
y esto no son palabras, son latidos
y distienden la sangre como se alargan las palabras cuando
haces el amor.
Y yo estoy a tu lado,
mi vida,
tal vez mi vida pequeñita,
y el corazón me pesa tanto que lo siento crujir como una
rama se desgaja,
y el beso que te doy se va haciendo cada vez más anónimo,
y en mis ojos ya ha empezado el deshielo
y siento la succión de esa memoria ciega,
esa memoria entablillada
que ata lo que ya nunca se ha de unir
como una ligadura que se afloja y deja el hueso en
tenguerengue.
Así pasan las cosas en mis ojos diarios:
es como si la vida me hubiese hecho un empréstito,
nada más que un empréstito,
para asistir a tu desfile,
ya causa de ello vivo continuamente en el andén de una
estación
donde a veces te acercas preguntando por mí:
sustraendo,
una ligera operación mental,
y recordar los ruiseñores absolutos,
las sombras disponibles,
los membrillos,
las llagas,
y así he llegado hasta tu calle,
y ahora me encuentro ante tu puerta
para quedarme quieto, sin llamar, porque la dilación forma
parte de la alegría,
y sé que el corazón hay que reunirlo poco a poco,
hay que reunirlo prematuramente
para poder tenerlo junto en el momento necesario.
la acera
y tienden a acercarse como las letras de una sílaba,
y todas las ventanas comienzan a cerrarse,
espera un poco
La escarcha mutua
¿No piensas tú que todo ha sido un sueño,
pues no es posible que sea real esta ventura infinitiva
que nosotros tenemos,
y llena nuestras vidas igual que el aire llena una habitación,
sin dejar un vacío,
ni una sombra de nieve en nuestros labios?
¿No piensas tú que las imágenes del sueño son migajas de
ayer,
humo que se deslíe de unas sombras
que hemos vivido en otro tiempo,
y tal vez
con distintos amantes que van superponiéndose en nuestros
ojos
como el tronco de un árbol se hace con diferentes capas de
madera?
¿No piensas tú que los amores que tuvimos,
los amores que hemos ido enterrando al largo del vivir,
se interfieren entrelazándose
y a veces son lianas de apretura y verdor
64
gris,
y los colores se confunden en mi retina,
y el tiempo se convierte en un hotel con las habitaciones
incomunicadas,
pues recuerdo,
y nunca dejo de recordar ,
que nosotros hemos estado muy quietecitos y muchas veces
en una casa ajena y con jardines que era una prohibición,
una casa con discos en las sillas y cartas de navegar en las
paredes,
y en ella era imposible naufragar,
y nunca naufragamos,
ni podíamos hacerlo puesto que en el diván ligeramente
verde
siempre estábamos saludándonos como los barcos se saludan
en la lejanía,
y tú me hablabas a todas horas del mismo tema
pues el dolor es igual que el invierno,
y las palabras se iban quedando quietas en tu boca,
quietas y diluyéndose
como las flores en un vaso.
El pecado
a pedro lorenzo
Un momento en el cielo
El recuerdo camina en la vigilia y en el sueño,
camina noche y día
para hacerse transparente al andar,
y es un suelo de agua
o un espejo,
y ahora el espejo tiembla
y me encuentro ante ti como si me hubiera cortado los
párpados para verte mejor;
y el mirar es un no que nada puede detener,
pues no sé si te veo,
si puedo ver tu rostro como se lee un periódico,
ya que te quiero mucho,
¿sabes?
te quiero tanto que cuando sigo tu mirada puedo llegar hasta
tu niñez,
pero también hay veces, muchas veces, que al mirarte te
estoy profetizando.
Alguien viene cantando entre los árboles
alguien me viene a ver:
es la alegría,
que llegó de puntillas para no despertarnos
y ahora forma una linde con el cielo y la tierra.
73
Hay días en que las horas son lo mismo que las olas,
y todo lo que vives,
hasta lo más pequeño y lo más raudo,
deja su huella en nuestra sangre
como esa golondrina deja en los ojos que la ven la sombra
de su vuelo.
Así te llega el turno de vivir cuando menos lo esperas,
una imagen se ahínca y empiezas a sentir su clavazón,
y ahora te vuelvo a ver cuando acabas de llegar de un viaje
y estás con un pañuelo, campesino y doméstico, en la cabeza,
haciendo la limpieza de la casa,
tan concienzudamente
como si fuera necesario que tus manos lavaran los pecados
del mundo.
Pero no te preocupes,
no la cambio por nada,
para volver a darte la vida que me queda
me basta preguntar qué sería yo si no te hubiera conocido.
77
II
LA PALABRA SE CONVIERTE EN ESPANTO
III
MIENTRAS VUELAN LOS PÁJAROS
Caja de música
Brindis a Antonio Cañabate
Por mor
a miguel hernández
¿No recordáis, amigos, que el amor de los otros no nos parece razonable?,
pues lo consideramos casi siempre como un amor apresurado que no han tenido
tiempo de hacer a la medida,
y lo queremos enmendar para dejarlo a nuestro gusto,
y nunca comprendemos ese raro equilibrio que lo mantiene sin caer,
ese equilibrio de columpio descompuesto en la altura que deja a los amantes
encielados,
cuando todos sabemos que están en el vacío.
¿No recordáis, amigos, que por alguna pervertida inclinación del hombre el amor de
los otros nos parece un desahucio?,
la admiración que los amantes suelen manifestarse la juzgamos desprovista de
fundamento,
y nos reímos de esa lujosa encuadernación en pergamino que les hace pensar que no
hay amor mejor que el suyo,
88
podemos compartir ese lágrima que ellos siguen planchando cuatro veces al día.
Siempre que vemos juntos a dos amantes sonreímos con esa risa que es como un sello
seco en nuestros labios,
con esa risa estampillada
ya que lo más incompatible que encontramos nosotros en el amor ajeno es esa inercio
hacia la indignidad,
que constituye, como todos sabéis, el seguro de vida del amor,
su pago anticipado,
y, sin embargo, la vanidad que ponemos en nuestro amor es una forma de onanismo,
un retrato en el agua y nada más,
ya que todas las formas de la vida amorosa tiene al mismo tiempo su valor y su precio
que son inseparables.
Así pues ya lo sabes.
No los separes nunca. Nunca,
tienes que actualizar mañana y tarde el costo de tu amor,
quien lo deja de hacer lo pierde todo,
quien lo deja de hacer es porque ya ha empezado a andar con pies ajenos,
y entonces,
ay,
entonces,
nada puede salvarle,
nada puede salvarte porque empiezas a ver tu propio amor como si lo estuviera
envileciendo la mirada de otro.
tristemente naturales
Jorge Guillén
Un amor o un andamio
Te he dicho innumerables veces que nosotros no
somos únicos
ni mucho menos,
por diversas razones, entre otras
porque nunca quisimos disfrazarnos de amantes,
y además no tenemos esos ojos que se asemejan a una
pantalla,
en la cual
todos cuantos se miran sienten su conversión;
quiero decir,
que por el hecho de mirarnos
se convierten sin más ni más en televidentes,
y empiezan a vivir,
paralíticos y necrosándose,
en la televisión de la mirada.
No es eso, por supuesto,
y nadie va a pedirnos cuentas de nuestra alegre podredumbre,
ya que no nos ha sido necesario llevar un tren en el bolsillo,
ni queremos que todas las semanas llegue la primavera,
ni hemos juzgado a nadie,
y cuando hablamos con amigos nunca estamos inquietos
como anguilas escurridizas
esperando la menor ocasión para hacer la del humo.
Muchas cosas nos hacen diferentes,
es cierto,
pero no somos únicos
ni nos hemos sentido culpables,
ni siquiera llevamos una escafandra sobre el sexo
para hacer el amor sin ahogos;
y por si todos estos razonamientos fueran inútiles,
que lo son,
puesto que hay que contar con la inutilidad de casi todo lo
que hacemos,
fuerza es reconocer
que no tenemos lepra ministerial,
ni hemos sido tan ordenados
que pudiéramos anunciar nuestra defunción en la tarjeta de
visita,
93
La carta entera
Vivimos arrojados en el mundo y nuestra piel
Se encuentra ardiendo;
Pon en orden tus llagas y disponte a escribir;
Ésta es tu rebeldía,
No tienes otra cosa que llevarte a la boca;
Desde hace muchos años nadie puede vivir y nadie vive,
Pero la vida continúa,
La noria sigue andando con el caballo muerto.
Esto es lo que nos pasa,
Hablar sinceramente es una forma de castración pero
Tienes que hablar,
Tienes que hablar sinceramente hasta la extenuación y
Has de hacerlo con humildad,
En rigor basta ser minucioso para ser objetivo
96
Es el miedo al dolor
Es el miedo al dolor y no el dolor quien suele hacernos pánicos y crueles,
quien socava las almas
como socavan la ribera las orillas del río,
y yo he sentido su calambre desde hace mucho
tiempo,
y yo he sentido, desde hace mucho tiempo, que el curso de sus aguas nos arrastra,
nos mueve las raíces sin dejarnos crecer,
y nos empuja, y nos sigue empujando hasta
juntarnos
en esta habitación que es ya un rescoldo mío,
en esta habitación en donde las baldosas se levantan un poco
y ya no vuelven a encajar en su sitio
como la tierra removida ya no cabe en su hoyo:
tal vez a nuestro cuerpo le ocurra igual...
Misericordia
(Fragmento)
sólo resucitarás
si el agua donde te miras
nunca deja de pasar.
Canción de la sencillez
Lo sencillo es misterioso,
y nadie sabe hasta ahora
dónde pasan el invierno
las mariposas.
104
Testamento
Las noches de Cercedilla
las llevo en mi soledad,
y son ya la última linde
que yo quisiera mirar.
El corazón ha reunido
los ángeles de la carne,
los ángeles que perdieron
la memoria al contemplarse.
La raíz
No lo puedes decir, pero lo vives
como vive la tierra el cuerpo de los muertos,
y los va transformando en trigo o en madera que devuelvan el calor que tuvieron,
y tu silencio te ilumina,
y te embellece mortalmente
igual que la sequía dora las hojas de los árboles en primavera aún,
y nadie sabe de qué raíz brota tu vida
en tanto que caminas como un río que se viste a diario el mismo cielo,
o se desnuda de las aguas durmientes y oficiales donde vas tramitándote,
mientras callas una palabra sola,
una sola palabra que persiste en tu cuerpo,
arremolinándolo todo interiormente como el viento en un pajar cerrado;
mientras callas una palabra sola
que no puedes decir,
que no puedes abrir como una puerta porque te quedarías deshabitada,
desamparadamente dicha y varonil,
porque te quedarías escrita para siempre igual que un nombre en una lápida.
107
Larga es la ausencia
Tu soledad, Abril, todo lo llena,
colma de luz la espuma y la corriente,
aurora niña con su sol reciente,
toro en golpe de mar como mi pena.
El naufragio interior
A Juan Pedro Quiñonero
A veces se separan
los pasos que hemos dado y ves que todo
pierde su juventud:
la vida entera
cabe dentro de un odio.
Tratas de unir de nuevo
la sombra con el cuerpo y el reposo
con el cansancio de vivir:
no vives,
lo recuerdas tan sólo.
No hay respuesta posible a una pregunta,
¿tuve un nudo en los ojos
que me impidió mirar?
108
o bien un ciego
temblor, un transitorio
temblor de nácar, dentro
de la mirada roto,
igual que en el naufragio
se empieza a abrir el agua y ves que todo
está hundiéndose en ella,
y sólo quieres
no tocar nunca la verdad del fondo
para seguir cayendo,
como un grito
que abandonado sigue ardiendo solo.
Tú sí los llamarás
A Primitivo de la Quintana
Fin
¿Cómo nace un recuerdo? ¿No era un junio?
El cielo abría su puerta
sobre el valle del Arga. Entre los montes
iba la luz con obediencia trémula.
Recuerdo que el silencio atardecía
toda la vida a su extensión sujeta:
los caminos sin gente, las murallas,
y el fresco olor que a los pinares lleva.
Oyendo unas campanas vi tus ojos,
pequeños y naciendo de la tierra
jugaban con un dejo campesino
en la mirada concentrada y lenta,
no suspicaz pero alertada y pronta,
no impositiva pero fija y cerca
de ser dura, tal vez, cuando nos mira
y nos puede ayudar con su dureza.
Los ojos sin pestañas, se diría
sin párpados también, sin brillo apenas,
con libertad no exenta de mesura,
con derramada y fácil negligencia.
¿Cómo nace un recuerdo? La luz última
arropaba tu cara entre la niebla,
descarnada, pequeña, fina y dulce,
cansado el gesto y sin cansar la fuerza.
El cabello castaño, cuando ríes
la risa te reclina la cabeza;
la piel áspera y pálida, la boca
desdibujada, exánime, risueña.
En testimonio de vivir tenías
hoyuelada la cara,
y había en ella
una gran paz convaleciente:
hoy
sigues dando esa paz que tú no encuentras.
Recuerdo que me hablabas descansando
todo el cuerpo en la voz, y tu voz era
la que llevaba al mundo de la mano,
amplia, segura, convencida, cierta.
111
La tarea de escribir no es la más apreciada entre nosotros. Sin embargo, esta labor
estabiliza la unidad de la lengua, la mantiene en estado naciente e influye en su proceso
de crecimiento. La lengua crece o degenera. Nunca se encuentra en el mismo punto y es
necesario defenderla. A quien tenga poder para hacerlo corresponde esta obligación. Es
necesario defenderla y es necesario hacerlo a tiempo. El lenguaje no es sólo un medio de
comunicación. La lengua es nuestra patria: hemos nacido a ella y hemos vivido en ella.
Mas la lengua es también la frontera de cada hombre. Delimita la vida personal y perfila
nuestras virtudes y nuestros vicios, nuestros valores, nuestros saberes y nuestros
poderes. En la lengua que habla se ve el rostro de un pueblo. Guarda todos sus rasgos y
es igual que un espejo interno. Un espejo de adentro. Ahora bien, como la lengua no es
sólo un medio de expresión, sino un sistema de instalación vital, si no la hablamos
correctamente es porque no vivimos plenamente. Quien no habla bien su lengua no ha
113
aprendido a vivir. Quien la habla mal, vive a traspiés. Hay que tenerla a punto y, sin
embargo, desde hace ya bastante tiempo se habla en España de una manera descuidada
y defectuosa. Es un error muy grave: quiere decir que no vivimos a la altura de nuestro
tiempo.
Al escritor le atañe también otra tarea que considero capital. Desde hace más de un
siglo, en todas las naciones más o menos civilizadas se va perdiendo y degradando el
espíritu de comunidad. Sólo subsiste en aquellos lugares que no tienen contacto, ni
contagio, con la vida moderna. No voy a entrar en la cuestión: es ardua. Aquí y ahora
baste decir que la labor social más importante del escritor es el cuidado y
mantenimiento del espíritu de comunidad. Desde las tres grandes orillas de la lengua
escribimos uniéndonos, a veces sin saberlo. Los escritores verdaderamente importantes
son anteriores a sí mismos, pero también son anteriores a su pueblo. Son ellos los
creadores del espíritu popular. Creo suficiente recordaros que en la poesía de Federico
García Lorca se reconstruyen nuestras raíces.
Mas no estamos nosotros a esa altura, ni todo son merecimientos en la labor del
escritor. Desde hace varios días pienso en este discurso. No es fácil escribir. Cuanto más
te interesa lo que estás escribiendo, se escribe más difícilmente. En rigor, nadie sabe
escribir pues al hacerlo es, justamente, cuando nos damos cuenta de la indigencia de las
palabras. Entonces, y sólo entonces, advertimos que la escritura no es fiel al
pensamiento, pues al quitarle su fluidez expresa únicamente sus muy diversas
instantaneidades. En rigor, cuando escribes, sólo puedes fijar sobre el papel el
pensamiento mutilado. Ésta es la penitencia del escritor. Ésta es la penitencia que no se
acaba nunca. Para ordenar de nuevo el mundo y recrearlo hay que ordenar de nuevo esa
pared de las palabras, esa pared que cada día te estrecha y te limita más. El milagro de la
creación poética estriba, pues, en las limitaciones del lenguaje, tanto para expresar el
pensamiento como para expresar la realidad. Crear es ensanchar y engrandecer el
mundo conocido, mas la creación tiene su cruz: al fin y al cabo, para crear es preciso
escribir, y escribir es encerrarse en una cárcel. Ésta es la servidumbre y la grandeza del
escritor, y ésta es la ley de origen de la creación poética.
recuperación, pues te puedes pasar la vida entera sin levantarte de ella. Para salvar esta
dificultad conviene recordar que don Antonio Machado recomendaba a los poetas:
Esto precisamente es lo que ocurre con Cervantes. Hemos reído innumerables veces con
las aventuras y desventuras de don Quijote, pero después hemos sentido una comezón
muy parecida al remordimiento. Quien no la sienta, peor; le falta algo importante para
vivir. Así pues, mucho cuidado con la lectura del Quijote. No es tan sencilla como parece
y hay que hacerla con doble luz: la luz del comprender y la luz del compadecer. Cuando
la sociedad es injusta con don Quijote, y lo es continuamente, es indudable que no
podemos comprender al caballero sin compadecerlo, y es indudable, también, que no
podemos compadecerlo sin sentirnos culpables. Todos somos injustos. Todos hemos
alzado la mano, alguna vez, contra don Quijote.
Estoy hablando de Cervantes y sé, muy bien sabido, que es tema peligroso y zarandeado.
Sin embargo, no tengáis miedo. No voy a referirme al manco de Lepanto ni volveré a
decir, por millonésima vez, que nuestra lengua es la lengua de Cervantes. A pesar del
millón de citas, esta opinión es un dislate porque la lengua cambia constantemente, y
además, porque cada cual habla como puede, y a veces aún peor. También existen otros
riesgos que es necesario sortear. Por ejemplo, no creo gustosa la erudición histórica, y
así no haré apostillas al Renacimiento. Hay que dejar en paz ciertas palabras. Como dice
Azorín: "Entre caballeros, no es necesario hablar del Renacimiento". Finalmente,
tampoco voy a referirme al temple heroico de su carácter en tantas ocasiones
demostrado, sí a su heroísmo como escritor. Por experiencia propia lo sabéis: para ser
escritor, en muchas ocasiones, hace falta heroísmo. Cervantes representa, mejor que
nadie, ese raro heroísmo del que depende la cultura: el heroísmo de la libertad.
profética. Y algo más todavía; sigue teniendo una actualidad liberadora. Nos interesa
destacar este aspecto. Hoy vivimos la crisis más profunda que hemos vivido nunca. Pues
bien, siempre que la vida española se encuentra en crisis, vuelve la vista hacia Cervantes
para encontrar en su novela el código de salvación.
Esto me hace pensar que Cervantes no sólo tiene razón y tiene gloria: tiene poder sobre
nosotros. Es nuestro tribunal de última instancia. Su lectura nos alegra y nos hace vivir a
manos llenas, pero ante todo y, sobre todo, nos hace el aire respirable. ¿No habéis
pensado nunca que cualquier hombre que lee el Quijote recobra la esperanza, y, por así
decirlo, se confirma en sus manos sabiendo que puede realizar cuanto desea? Nada
importa entender el Quijote: lo que importa es leerlo. Lo que importa es vivirlo. El
Quijote es un libro tan insólitamente libre que en él no hay nada irrealizable. Es un libro
que nos hace vivir. Basta leerlo para crecer. Basta leerlo para crecer. En cada una de sus
páginas nos repite lo mismo. Si tienes puesto en hora el corazón, puedes cambiar el
mundo. Puedes hacerlo justo. Puedes hacerlo libre. Es cuestión de intentarlo y hay que
atreverse a ello. La libertad de Cervantes nos ayuda, nos desata las manos. Hay que estar
cerca de él. Mientras lees el Quijote eres hombre de manera distinta. Mientras sigas
viviendo lo leído, serás un hombre libre. Su lectura tiene una acción liberadora, y esta
liberación es la primera de las razones que han hecho de Cervantes nuestro
contemporáneo.
Se diría que, en efecto, mientras lees el Quijote vives de otra manera. Ahora bien, ¿y
después? Pueden estar tranquilos. La pregunta no es válida porque en Cervantes no
hay después. Como escritor está continuamente recién naciendo, y en cada nueva
situación histórica cobra una nueva actualidad. Tengo que confesar que a mí todos los
años me enseña algo. Incluso me hace ver de manera distinta lo que me había enseñado
anteriormente. Así pues, sigamos preguntándonos en qué consiste esta singularísima
cualidad de que Cervantes siga siendo contemporáneo nuestro, y que el Quijote sea
siempre la novela más reciente que se escribe en España. Conseguir este resultado nos
parece un milagro, y un acierto técnico. La novela de Cervantes es tan reciente que al
leerla parece que está viva, parece que se está haciendo todavía en las manos de los
lectores. No nos da la impresión de que está terminada. Quien más, quien menos, todos
queremos interpretarla para hacerla de nuevo a nuestro gusto. Parece una novela en
libertad. La novela viviente. La novela viviendo. La novela en que nada acontece de
manera definitiva.
Por ejemplo, los personajes suelen cambiar de nombre y esto no tiene perdón de Dios.
¡Adónde vamos a llegar! Fijémonos en un personaje principalísimo, la mujer de Sancho.
En la novela de Cervantes se llama Mari-Teresa-Juana-Cascajo-Gutiérrez-Panza. El
lector puede elegir entre estos nombres y elegir a su gusto. En cambio, en el Quijote de
Avellaneda se llama, a todas horas, Mari Gutiérrez. Allí es tan formalista que tiene un
116
En homenaje a Octavio Paz voy a hacer mías sus hermosas palabras del año pasado: "El
Quijote es una obra animada por la ironía, que subraya con una sonrisa la grieta entre lo
real y lo ideal. Con Cervantes comienza la crítica de los absolutos, y comienza con una
sonrisa, no de placer sino de sabiduría. Cervantes sonríe. Aprender a ser libre es
aprender a sonreír".
Y ahora, para terminar este discurso, debo expresar mi último agradecimiento. De igual
modo que dije al principio que el escritor representa al espíritu de la comunidad, la
Corona es la reencarnación de la comunidad. En esto estriba su sentido. Las
instituciones nacionales la representan, la Corona la encarna. Con ello entiendo que en
la Corona está encarnado todo lo que nos une, todo lo que nos sigue uniendo a los
españoles, un poco más adentro, y más allá, de la diversidad de las ideas políticas. Pues
bien, este momento en que Su Majestad Juan Carlos I me concede la investidura del
Premio Cervantes es el más importante de mi vida. La justicia.
El llamado Grupo de Burgos. De izquierda a derecha, Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales, Rodrigo Uría,
Diniosio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo, Gonzalo Torrente Ballester y Antonio Tovar. Madrid, 1973.
118
En 1930 llega a Madrid para cursar estudios de Filosofía y Letras, que había
abandonado en Granada.
Dos años después publica sus primeros versos en la revista "Los cuatro vientos" y en
1935 aparece su primer libro de poemas; "Abril", inspirado en la relación amorosa que
mantuvo con una compañera de facultad.
En 1949 recibe el Premio Nacional de Poesía por "La casa encendida". Dos años después
se le otorga el Premio Nacional de Literatura por "Rimas".
En 1964 ingresa en la Real Academia de la Lengua. Desde ella luchará por launidad de la
lengua española y destacará su defensa de los clásicos. Toda esta labor se verá reflejada
en su antología sobre la "Poesía española del Siglo de Oro", que publica el año 1970.
119
Obras:
Abril (1935)
- La mejor reina de España (1939) en colaboración con Luis Vivanco.
- Retablo sacro del nacimiento del Señor (1940)
- La casa encendida (1949)
- Rimas (1951)
- Cervantes y la libertad (1960)
- El contenido del corazón (1969)
- Piensa mal y acertarás (1971)
- Segundo Abril (1972)
- Canciones (1973)
- Como el corte hace sangre (1974)
- Diario de un resurrección (1979)
- La carta entera. Compuesta por:
- La almadraba (1980)
- Un rostro en cada ola (1982)
- Oigo el silencio universal (1984)
- Esa angustia llamada Andalucía (1987)
- El desnudo en el arte y otros ensayos (1987)
120
Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw Milosz
2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav Seifert
3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo
Pasos Rojas
4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio
Carranza Gamoneda
5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo
Burgos 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez Rosa
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores
7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa
Delgado. Szymborska
8. Haikus / Matsuo Basho 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas /
9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Seamus Heaney
Darwish 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas /
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas Eugenio Montejo
11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela
12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño
Drummond de Andrade 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Brull
Enzersberger 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir
15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes Holan
contemporáneos 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas /
16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego Gastón Baquero
17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón
Raworth 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín
18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú Giannuzzi
19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados
Rawlings 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo
21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza Torres
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 53. Territorios Extraños /José Acosta
23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos 54. Cuadernos de Voronezh / Osip Mandelstam
Martínez Rivas 55. La traición de los sueños / Francisco de Asís
24. Antología esencial / Joseph Brodsky Fernández
25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 56. Quemaremos los días por venir / Radhamés Reyes-
26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova Vásquez
27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome 57. Sobre toda palabra / Rafael Guillén
Rothenberg 58. Días de Carne / César Sánchez Beras
28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio 59. Bajo la noche enemiga y otros poemas / Ulises
Pacheco Varsovia
29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot 60. La imperfección es la cima / Yves Bonnefoy
30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas 61. Voluntad de la luz / Luis Armenta Malpica
Elytis 62. Ciudad en llamas y otros poemas / Oscar Hahn
31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth 63. Iniciación final / José Alejandro Peña
Rexroth 64. Gente desarraigada y otros poemas / Cesare Pavese
65. La luz interrumpida y otros poemas / Luis Rosales
121
Colección
Muestrario de
Poesía
2010