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LA SOCIEDAD EUROPEA DEL SIGLO XVI

Introducción

El historiador C.F. Black realiza un análisis de la sociedad de la Europa del siglo XVI a través del estudio
de las formas que un individuo y su familia más próxima se relacionaba con su medio ambiente y
espacio físico, su economía y los marcos institucionales en los que se apoyaban estos individuos.

Los vínculos sociales

Los vínculos sociales que un individuo puede tener en la sociedad del siglo XVI son de familia (1), de
parentesco (2), de emplazamiento geográfico asociado a una vecindad rústica o urbana (3), de
parroquia, gremio o cofradía religiosa a la que perteneciera (4), vinculado a un amo o señor (5),
situación menos favorable, y de sentimiento de pertenencia a un estado, monarquía o zona geográfica
(6), vínculo menos habitual que el resto.

Existían muchas modalidades distintas de la familia y la casa, desde las nucleares (formadas por padres e
hijos) hasta familias donde podían estar viviendo juntas hasta tres generaciones diferentes. Estas
modalidades vienen marcadas tanto por la mortalidad y las necesidades económicas de productividad y
de supervivencia como por la cultura.

Los lazos de parentesco eran también utilizados en toda la sociedad del siglo XVI con distintos fines
como obtener puestos importantes en las cortes de Francia o Inglaterra, concertar matrimonios de
conveniencia o para impedir la disgregación de los bienes y recursos.

El emplazamiento geográfico es también un factor a destacar pues casi el 90% de la población del
centro, sur y oeste de Europa vivía en comunidades rurales, pueblos o aldeas, y no en ciudades más o
menos grandes. La mayoría de estas comunidades constituidas en aldeas solían mostrar un fuerte apego
a los derechos y privilegios concedidos por los monarcas o los señores feudales y lograban unir a
campesinos, artesanos y profesionales frente a cualquier amenaza que pudiera venirles del exterior.

La parroquia juega un papel importante en las comunidades de pequeño tamaño y constituyen el


principal foco de atracción no sólo para servicios religiosos sino también para reuniones públicas y actos
sociales diversos.

Las asociaciones religiosas seglares como cofradías y hermandades adquieren gran importancia para
congregaciones y reuniones públicas. Los gremios constituían un papel básico en la organización social
de las comunidades urbanas y tenían básicamente un carácter económico (control de condiciones
laborales, aprendizaje, etc.).

Jerarquías sociales

La sociedad del siglo XVI era jerárquica. Las estructuras jerárquicas más simples se podían encontrar en
zonas como Polonia, Prusia, Hungría, el sur de Italia y el centro de España donde la sociedad estaba
formada por una gran masa de campesinos, nobles con su servidumbre doméstica, hombres cultos
dedicados a la administración de las fincas y una clase media en algunas ciudades.

Bajo la denominación de “campesinos” se podían incluir numerosos tipos de estatus y de ocupaciones


como labradores sin tierras, siervos, pequeños propietarios y feudatarios de tierras dedicadas a cultivos,
pastores o profesiones tan diversas como herreros, zapateros, sastres o molineros. Estos “campesinos”
podían ser muy pobres o incluso ser ricos. En la sociedad “campesina” de Europa central y del este las

HISTORIA MODERNA – LA SOCIEDAD DEL SIGLO XVI Y DEL SIGLO XVII (1ª PARTE) 1
condiciones empeoraron para la mayor parte de la población en relación con sus señores. Por el
contrario, en la Europa meridional y occidental los cambios fueron más variados.

La sociedad rural podía estar llena de tensiones y empujó a algunos campesinos a emigrar a ciudades y a
otros a dedicarse al bandolerismo en las propias zonas rurales. El siglo XVI se convierte también en
testimonio de graves motines y sublevaciones rurales.

Villas y ciudades

Tanto villas como ciudades tienen una configuración física muy variada y se dan subdivisiones de todo
tipo a nivel de estatus (ricos-pobres, barrios selectos, etc.) como de agrupación por ocupaciones. Por
tanto, las relaciones en la sociedad urbana son más complejas.

En general y a modo simplificado, los habitantes de las comunidades urbanas se subdividían en


labradores, una clase media de pequeños comerciantes, artesanos y profesionales, y una élite de nobles
y grandes mercaderes.

La sociedad urbana durante el siglo XVI se volvió más profesional (en una ciudad se podían llegar a
contabilizar hasta 400 ocupaciones), más culta (la imprenta juega un papel importante) y más
consumista (muchas veces a modo de ostentaciones).

Élites y estatus

En el siglo XVI es posible distinguir una cierta variedad de élites sociales, desde las formadas por los
nobles con o sin título hasta otras de tipo más político (juristas y funcionarios) o por mercaderes. A
finales de siglo, la nobleza mostraría una acusada preferencia por vivir la mayor parte del año en la
ciudad fundamentalmente por razones de cultura o motivos relacionados con la política cortesana.

Para los distintos estratos de la élite la obtención de títulos, feudos y honores se convirtió en una
preocupación cada vez mayor a lo largo del siglo. Los príncipes concedían cada vez con más frecuencia
títulos como duque, conde o marqués que unas veces llevaban aparejados “feudos” territoriales y otras
no, con la esperanza de comprar así el favor de los beneficiados.

Las élites tenían también ciertos privilegios sociales. Algunos ejemplos son la exención en el pago de
determinados impuestos, el derecho a llevar armas en público o a ser juzgados por un tribunal especial.

La movilidad de la sociedad

La sociedad del siglo XVI se caracterizó por una notable movilidad tanto social como geográfica. Esto se
debe a varios factores, entre los que destacan: 1. Necesidad de afluencia de personas en las
comunidades urbanas para su mantenimiento (sirvientes, aprendices, jornaleros), incluido la necesidad
de mano de obra adicional en determinadas épocas del año. 2. La expansión ultramarina hacia América
y hacia las costas de África y el Lejano Oriente. 3. Guerras de la época.

La mujer y su papel en la sociedad

Algunas características que podemos afirmar respecto a la mujer del siglo XVI son que eran legal y
políticamente inferiores a los hombres, no eran miembros de las asambleas representativas ni de los
consejos municipales, necesitaban permisos de sus maridos para las compras y ventas en detalle y su
trabajo solía ser humilde y menos cualificado que el del hombre.

En los círculos de la alta cultura, el siglo XVI vio cómo unas cuantas mujeres se convertían en destacadas
poetisas, pintoras y músicas.

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Los pobres y el control social

Respecto a los estratos sociales que vivían en la pobreza en el siglo XVI se afirma que existía una
cantidad de “pobres” cada vez mayor, que cada vez eran más peligrosos, especialmente en áreas
urbanas, y que la beneficencia fomentaba la ociosidad y no socorría a los más necesitados.

La mendicidad fue prohibida o severamente controlada con la inclusión de licencias para poder
mendigar (caso de Londres, década de 1520). También se fomentó la fundación de nuevas instituciones
para albergar niños huérfanos y abandonados, las prostitutas arrepentidas o incluso casadas que
recibían malos tratos. Y existían “hospitales” para los mendigos en los que se reunía a los pobres
dedicados a la mendicidad con lo que se aumentaba su control.

Temores y tensiones

La sociedad europea del siglo XVI se vio afectada principalmente por la dislocación económica que
supuso la destrucción de las explotaciones agrícolas, que genera un aumento de campesinos sin tierras y
provoca un incremento de temores y tensiones durante este periodo.

La llamada caza de brujas ha sido considerada como un síntoma de las tensiones propias de la época.
También quedaría patente el miedo a los “otros”, a los diferentes, ya sea judíos, gitanos o la mujer
“peligrosa sin control del varón” que son perseguidos en la sociedad. En la Península Ibérica y en Italia,
los asuntos de brujería o magia quedaron bajo el control de la Inquisición.

La imprenta juega un papel importante para la propaganda de la información y se podían conocer


noticias de lugares muy lejanos. Algunas de estas noticias podían ser muy impactantes como la matanza
de la Noche de San Bartolomé o el asesinato de Enrique IV, con lo que podía contribuir al agravamiento
de los temores y las tensiones dentro de la sociedad.

A pesar de todas estas tensiones y temores, se considera que en el siglo XVI hay una elevación de los
niveles de vida de la sociedad que se verá favorecida por los avances de la medicina.

Conclusiones sobre la sociedad del siglo XVI

1. La sociedad vive inmersa en una serie de conflictos sociales, políticos y religiosos e intenta
buscar remedios o soluciones.
2. Es una sociedad jerárquica y en ella existen unos vínculos sociales bien establecidos.
3. Se caracteriza por una notable movilidad tanto social como geográfica.
4. Presencia de élites sociales muy variadas.
5. Hay control directo sobre la pobreza y del estrato social de pobres.
6. Existen claras desigualdades entre hombres y mujeres a nivel social.
7. La sociedad urbana se volvió más profesional, más culta y más consumista.
8. Hay un incremento de temores y tensiones sociales en este siglo que no impiden una elevación
de los niveles de vida de la sociedad.

París. Palacio del Louvre en el siglo XVI.

HISTORIA MODERNA – LA SOCIEDAD DEL SIGLO XVI Y DEL SIGLO XVII (1ª PARTE) 3
LA SOCIEDAD EUROPEA DEL SIGLO XVII (1ª parte)

Introducción

El historiador T. Munck describe los lentos cambios que se generan en la sociedad de la Europa del siglo
XVII y analiza sus complejas causas. La notable alteración del equilibrio económico que se presenta en
Europa y su coincidencia con cambios políticos importantes hacen de motor en la transformación de la
sociedad del siglo XVII.

Rango social y movilidad

La sociedad del siglo XVII está constituida por una jerarquía de estamentos. Excepto en unas pocas
repúblicas, todo el mundo estaba de acuerdo en que la autoridad última debía recaer en el monarca
cuyo titular representaba a Dios en la tierra. Esta autoridad tenía sus limitaciones a través de las leyes y
las costumbres.

Alrededor del rey estaban los príncipes de sangre real, los grandes magnates y la nobleza terrateniente,
que contaba con el respaldo de los altos dignatarios de la iglesia. Por debajo de éstos estaban los
titulares de cargos públicos y demás servidores de la corona, los promotores del estamento militar y el
personal judicial. Luego aparecían los “medianos”, es decir, comerciantes, manufactureros, tenderos,
artesanos y artistas, confinados sobretodo en comunidades urbanas.

Fuera de los perímetros urbanos, se hallaba el entorno habitual de la mayor parte de los europeos: un
mosaico de explotaciones campesinas de pequeños tamaño, controlado por los intereses de los
terratenientes. Por otra parte, los pobres que vivían tanto en ciudades como en pueblos no tenían
derechos de ninguna clase y por regla general no se consideraban pertenecientes a ningún estado.

Los individuos de la sociedad del siglo XVII reconocían la comunidad local y a la parroquia o aldea a que
pertenecían. Los individuos de la ciudad valoraban las corporaciones y los gremios que los protegían.

La movilidad en los estatus sociales es un hecho a considerar en el siglo XVII. Era habitual una movilidad
social ascendente por el dinero. El acceso a la nobleza conllevaba generalmente una combinación de
servicios personales y económicos prestados a la corona. Así, en Francia (década de 1630) los ingresos
procedentes de la venta de títulos y oficios ascendía a casi 1/4 de los ingresos totales del estado.

En Europa también existen casos de jerarquías sociales muy rígidas, como el caso de Rusia, en donde
además se presentan niveles de violencia y desigualdad social excepcionales.

Campesinos, siervos y subordinación

La condición de campesinos era mayoritaria en la Europa del siglo XVII y constituía entre 70-90% de los
habitantes europeos de la época. Aquí encontramos a un amplio abanico de estratos que van desde
ricos cultivadores propietarios de tierras hasta los aldeanos, peones rurales o la mano de obra
inmigrante.

La inestabilidad económica (crisis décadas de 1640, 1650 y 1690) y la excesiva imposición fiscal tuvieron
enormes repercusiones sobre las relaciones sociales en el campo. Un caso muy manifiesto es el dado en
Cataluña durante el invierno de 1639-40, ya que toda una provincia se unía para deshacerse de las
exigencias irrazonables del gobierno central.

Las fricciones entre terratenientes y campesinos de la Europa occidental y la erosión entre la


servidumbre y las imposiciones del gobierno en la Europa oriental precipitan en revueltas sociales de
gran magnitud, como las revueltas campesinas de 1680 en Bohemia.

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Urbanización y cambio social

La ciudad del siglo XVII era hedionda, ruidosa y superpoblada pero también era un lugar con
oportunidades y libertades y que tenía una función crucial como regulador económico y comercial.

Muchas ciudades de Europa central y occidental adquieren en alguna medida autogobierno y autonomía
corporativa que las exoneraba de las obligaciones feudales. Es especialmente significativo el motor
económico y de innovación estructural y de diversidad social que se presenta en algunas ciudades y
pueblos de las Provincias Unidas. Así, en 1675, la urbanización en la provincia de Holanda se sitúa sobre
el 60%, cifra altísima para el siglo XVII.

Otras ciudades importantes de la época y que tienen una gran urbanización y desarrollo son Venecia,
Hamburgo y Ámsterdam. Estas ciudades aprovecharon tanto las ventajas del comercio marítimo como
de su control político interno.

El extremo contrario del espectro de transformaciones urbanas lo representan los centros


administrativos de los principales estados-nación. Es el caso de Madrid, con un claro crecimiento urbano
basado exclusivamente en las necesidades de la corte real, con poca lógica económica. Y lo mismo
cabría decir para la creación de Versalles en Francia.

Londres es el mejor ejemplo de centro con funciones políticas a la vez que económicas de mayor
importancia. Londres duplicó su tamaño entre 1600 y 1650, con más de medio millón de habitantes en
la segunda mitad del siglo. Contenía todo el espectro social de la época y había una vida cultural
floreciente, con infinitas oportunidades para los individuos con unas ciertas aspiraciones.

Otro caso diferente son los ciudadanos de Moscovia que carecían de claros derechos de autonomía y
corporativos, y estaban muy limitados por la prestación de servicios. Estaban pues muy lejos de la
prosperidad de las ciudades occidentales. Y es que las ciudades siempre han sido un claro relejo de la
sociedad de que forman parte.

Puente de Londres, ca. 1650 Puerto de Amsterdam, ca. 1600

HISTORIA MODERNA – LA SOCIEDAD DEL SIGLO XVI Y DEL SIGLO XVII (1ª PARTE) 5

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