Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
EL AMOR Y EL SEXO
EN
LA NUEVA ERA
El Maestro:
—...¿Deben volar los pájaros? Pues de la misma manera que las aves
deben volar porque está en su naturaleza cruzar el cielo, el ser humano
ha de unirse a su par o sus pares opuestos para conocerse más a sí mismo,
y para llegar a conocer más lo superior a él, El Todo...
El discípulo:
—¿Qué diferencia a un ser humano que renuncia al sexo para buscar lo
divino, de otro que no renuncia y quiere buscar lo mismo?
El Maestro:
—...El primero expresa su amor de una forma, y el segundo de otra. Lo
importante es buscar lo divino, no hacer el amor o no hacerlo... Pero hasta
en la unión entre una mujer y un hombre debería hallarse siempre lo
superior al ser humano, Lo Sagrado...
(Al Maestro).
INDICE
Epílogo
Se hace cada vez más necesaria una nueva sexualidad, decíamos, que no
sólo acercara más a los hombres y mujeres actuales de un modo mucho
más sensual y efectivo que hasta el momento y, sobre todo, en los últimos
tiempos; una sexualidad nueva que permitiese a la persona SER ella
misma; que les permitiese, a la mujer y al hombre, "dejarse ir" para saber
sentir verdaderamente y saber proporcionar realmente el gran placer de
amar, cuando se realiza sexo con una pareja a la que hemos conquistado o
seducido, o por la que nos hayamos dejado seducir o conquistar (aunque
sea nuestra pareja "de siempre", en un momento dado).
Actualmente, reconózcase, actuamos "como niños" permanentes en
materia sexual y amorosa. Esto, aunque nos creamos más o menos guapos,
atractivos o interesantes de cara al sexo contrario. Deseamos a una persona,
y la perseguimos, hasta la acosamos a veces, la admiramos tanto que la
queremos "para nosotros" con tal de situarla a nuestro lado y, sobre todo,
quizá en muchos casos, para poseerla y, así, amarla. Al realizar el acto
sexual, entonces, sudamos, jadeamos, nos desahogamos —en unos casos
más y en otros menos— "cabalgando" sobre nuestras parejas, amados o
amadas, seducidos o seducidas, deseadas o deseados en un momento dado.
Si nos ponemos de acuerdo ambos —en muchas parejas— hasta se
cumple el deseo, generalmente masculino, aunque a veces también
femenino, de penetrar ellos y ser penetradas ellas analmente con tal de que
la excitación íntima sea aún mayor que antes, esto es, máxima.
Todo lo anterior es, al fin y al cabo, lo que delata claramente que usamos
mal el sexo y que los actuales placeres en los que todos creemos, tales
como "el orgasmo" masculino, "el orgasmo múltiple" femenino, las
fantasías eróticas realizadas, no son nada en comparación con lo que debe
ser —y vendrá a ser en La Gran Nueva Era— el placer humano al unirse
íntimamente dos personas.
La excitación sexual más instintiva (lo expresamos sobre todo para las
lectoras de esta exposición) es aún necesaria, con tal de sostener hasta el
último momento nuestras sociedades y su organización interna. Porque no
se puede pasar de La Era Antigua a La Nueva Era espiritual de la noche a
la mañana, para expresarnos de nuevo en términos claros. Quizá haya
quien se haya acercado hasta esta obra esperando, ya, leer técnicas sexuales
"increíblemente modernas" con tal de reanimar su actual sexualidad.
Ciertamente, "reanimar" la actual sexualidad humana es una de los puntos
contenidos implícitamente en La Nueva Era, tiempo que anuncia y
proclama una mayor espiritualidad en todos los órdenes.
Pero decíamos que no se puede pasar "de súbito" de una sexualidad más
bien semianimal a una sexualidad espiritual.
A los más puristas religiosos podría "ofenderles" leer la palabra
"espiritualidad" al lado de la palabra "sexo". Constituye un error esta
actitud. La sexualidad, según suponemos, ya no debe ser ningún tema tabú,
por lo menos individualmente; ya no debería de serlo, desde hace algunas
décadas tal vez, en Europa y América. Sin embargo, aún lo es. No
hablamos de sexo en nuestras reuniones o hablamos del todo mal de él,
deformándolo, salvo los más jóvenes entre sí. Todo lo cual denota y delata
un claro "atraso" colectivo en lo concerniente a las relaciones del ser
humano con su propia sexualidad.
La evolución sexual ha de sucederse en el ser humano paso a paso. Por
eso los ejercicios y técnicas, unidos a los modales del amor que
describiremos en páginas posteriores representan únicamente el primer
paso del hombre y la mujer hacia su serena, paulatina y voluntaria —así
será el proceso, a nuestro parecer— conversión espiritual. Esto, en La
Nueva Era que todos podemos comenzar a poner en práctica ya, aquí y
ahora, como dicta la sabia ciencia del Zen.
Una sexualidad desinhibida, una sexualidad "reparadora" para el ser
humano, una sexualidad que "llenase" interiormente a cada persona, sería,
digámoslo cuanto antes, algo ciertamente distinto a lo que ahora se suele
vivir en grandes y modernas ciudades, tales como París, Roma, Nueva
York, Madrid o Barcelona...
Lo que vivimos en las grandes urbes es una sexualidad a la que se puede
calificar de "material", ya que no nos eleva espiritualmente ni tampoco nos
sacia cuando la ponemos en práctica. La sexualidad actual, en comparación
—como pronto vamos a ver— a lo que podría ser la sexualidad ideal para
el hombre y la mujer, es un juego de niños caprichosos y, más que nada, un
poco perversos.
Todos nos divertimos en ocasiones, sí. Sobre todo, cuando vemos
cumplidas nuestras fantasías eróticas...: Ser seducidos, seducir, "ligar",
"tirarnos a", "atraer y hacerlo con dos a la vez", etc, etc (siendo múltiples y
variadas las fantasías eróticas de las personas en las actuales sociedades).
Pero, ¿nos divertimos de verdad, es el sexo una verdadera fiesta gozosa
para mujeres y hombres al formarse en parejas? Esta es una pregunta
crucial. ¿No hay miedo, recelo, entre muchas de las actuales mujeres frente
a los hombres que conquistan o seducen, así como frente a "sus" hombres
(sus parejas)? ¿No se produce una gran inseguridad entre los hombres
actuales, por su parte, frente a una mujer que el arquetipo impone como
liberada, joven, ejecutiva, buena profesional? ¿No hay, realmente,
enfrentamiento oculto entre ellas y ellos a causa de la falta de equilibrio
entre la libertad sexual femenina y el machismo masculino? Sólo cuando
cese ese enfrentamiento subrepticio (escondido, no apreciable a primera
vista), las parejas podrán amarse de verdad con el amor más ideal. Pero,
preparando ya ese momento, hemos de comenzar —ahora y aquí— a amar
de otra forma. Pero, sobre todo y ante todo, a la hora de nuestra sexualidad,
a la que nadie quiere ni queremos renunciar, por supuesto, ya que en
verdad resulta uno de los pocos placeres agradables de los que aún se
puede disfrutar en la actualidad del mundo (toquemos madera, por si
acaso) ... gratis.
La ley de la evolución humana, como se sabe en círculos esotéricos,
contiene armonía, como todas las leyes que rigen lo terreno y, también, lo
cósmico. Por tanto el ser humano, al pasar de una sexualidad instintiva —
la actual— a una sexualidad racional e intuitiva (emocional), lo hará con la
armonía más serena —la propugnada por la Nueva Era.
Lo ideal es que cada pareja o cada persona, individualmente, realizase,
ya, un esfuerzo cotidiano con tal de sentir y experimentar mejor sus
emociones, comprender más sus deseos y, ante todo, con tal de dominar
más sus instintos básicos —no decimos "instintos bajos"— como la
sexualidad, tan cosustancial a la raza humana como a los animales. Así, se
obtendrían otro tipo de placeres en la intimidad, aparte de los placeres
físicos. Desde el punto de vista esotérico/iniciático (el referido a las
Iniciaciones ocultas), un aspirante a crecer interiormente —mujer u
hombre— un aspirante acaso a crecer espiritualmente, puede hacer el amor,
con tal de que conciba el acto sexual desde tres ideas inalterables (ya
comprendido el respeto necesario que se deben entre sí, siempre, dos
amantes sea en la circunstancia que sea):
Hacer el amor debería ser un acto bello, hondo, profundo, atávico, del
que nadie debiera avergonzarse (ni aún los más fantasiosos), pero tampoco
del que nadie debiera jactarse.
Sin embargo, hacer el amor conlleva "manejar" una serie de secretos
ancestrales, cuyo sentido secreto o sagrado se ha perdido totalmente, y más
que nunca en estos albores de nuestro siglo XX (aunque, en realidad, en
materia sexual aún no hayamos experimentado nunca, como raza, el
verdadero placer, que es más interno que externo, tan mental como sensual,
tan físico como espiritual (en la sexualidad ideal). Queda aún mucho por
descubrir y experimentar, como va a quedar apuntado y desvelado en las
próximas páginas. Porque, ¿qué se une cuando una mujer y un hombre,
cuando una pareja que se quiera o desee de verdad, desnudos, se
contemplan y excitan mutuamente, con la finalidad de proporcionarse
mutuamente placer? ¿Son los dos sexos lo que se unen, siendo que por
fricción se desate el placer de ella y el placer de él, como el gran objetivo a
lograr? Esto ha sido así hasta hace poco tiempo. Sin embargo, los amantes
de la búsqueda, investigación y desarrollo de nuevas alternativas, disponen
ya en los mercados de libros especializados — sobre todo en los mercados
de libros esotérico/prácticos— textos que ponen en alza términos y
expresiones como ternura, saber amar, saber sentir, acariciar, dar masajes,
abrazar, dar al hacer el amor..., Todo lo cual es fundamental y prioritario a
la hora de afrontar una nueva actitud ante el sexo.
El amor no posesivo
Saber amar no posesivamente (de un modo sensible) en el trance de
hacer el amor es indispensable. Esto implica haber superado un proceso de
cierto crecimiento interior, ya que sin que se haya producido esa
transformación en el ser humano éste no podrá avanzar espiritualmente de
ningún modo. Pero hay que saber que el ser humano se relacionará con el
sexo contrario de otra manera cuando posea mayor autoconciencia de sí
mismo.
Y como se trata de ser lo más prácticos posibles para que el lector tenga
la mayor cantidad de información útil, con tal de efectuar por propia
voluntad el gran cambio en sí mismo hacia una sexualidad más
trascendente, más espiritual en último término, vamos a comenzar por
precisar una serie de diferencias básicas entre la sexualidad instintiva (la
que practicamos hoy los seres humanos) y la sexualidad emocional (la que
dota de su verdadero sentido —como veremos— a la intimidad entre un
hombre y una mujer).
Y sería ni más ni menos que así como se pasaría finalmente desde una
SATISFACCION SUPERFICIAL hasta una SATISFACCION
PROFUNDA, en la sexualidad humana.
La energía del amor sexual ha de servir para transmitir amor cierto desde
nosotros mismos, del mismo modo que la chispa enciende la piedra de
nuestros mecheros. ¿De dónde, si no, un hombre podría obtener la fuerza
necesaria para encender su espíritu y poderlo "usar"? La puede obtener de
su instinto sexual dominado, en efecto, lo que se traduce por una
sexualidad sincera y basada en el amor como energía manifestada, esto es,
palpable en todo momento, y más aún en las relaciones íntimas entre dos
personas que no quieran pasar por la vida sin verdadera consciencia de sí
mismos.
El error de la ciencia materialista consiste en no creer en el Espíritu —
como en tantas otras cosas— porque no lo "ve" y porque no lo puede
"medir" en sus laboratorios. Este empirismo ha de finalizarse poco a poco,
a medida que la intuición humana vaya adquiriendo más importancia. Pero
en lo concerniente al espíritu humano, hay una pregunta importante por
hacer: ¿Cómo se quiere una prueba tangible del Espíritu si, antes, no es
desarrollado a partir del alma, esto es, a partir de nuestros mejores
sentimientos? Del mismo modo que si queremos encender una hoguera
deberemos alimentarla, si queremos ser seres espirituales, deberemos
"alimentar" nuestro interior. Y entonces sí se será consciente de la
dimensión espiritual humana, pero no antes. No, no antes. La sexualidad,
en este sentido, es vital, ya que es a partir de ella como el hombre y la
mujer pueden (podemos) dignificarnos y comenzar a engrandecer nuestra
alma. El hombre que autocontrola su sexualidad —no de un modo represor,
sino racional y sensible— siente un permanente calor en sí mismo, una
fuerza que antes no poseía; está más dotado intelectualmente —el instinto
no socava su capacidad de razonar con su súbita imperiosidad— y, además,
es mucho más espiritual que los demás. Es un firme candidato a conocer lo
trascendente de la vida, aquello que le da total sentido al existir en este
mundo.
Las técnicas sexuales precisas para afrontar una sexualidad más
poderosa y bella se desprenden del conocer que la unión sexual es más de
lo que parece en realidad. Se cumple un símbolo —o se debería cumplir si
se actuara del modo correcto— cuando una mujer y un hombre se unen
físicamente al hacer el amor. Y si lo hacen en nombre del amor, un amor
realmente sentido, ambos amantes "fundirán", desharán, la animalidad de
su cuerpo, transmutándose ellos mismos, diluyéndose cada cual en energía
vital manifestada. El sexo, así, se trascendentaliza y adquiere su verdadero
sentido en el ser evolucionado interiormente. El sexo, de esta manera, dota
de espíritu a la pareja: el espíritu de la energía del amor, que es logrado,
obtenido en el corazón, cuando el hombre y la mujer unen sus sentimientos
sinceros al unir sus cuerpos. Y, cuando esto sucede, la energía de la vida,
en forma de calor, se manifiesta a través de la columna —lo que conduce a
grandes placeres internos, cuando se han logrado abrir las vías o canales
que unen entre sí los siete centros energéticos vertebrales (los chakras)—.
Como se sabe, los siete chakras (que dan vida a la energía humana) están
situados sobre siete puntos determinados de nuestra columna: Lo alto de la
cabeza (la coronilla) y la parte posterior de la misma, la nuca, la garganta,
el pecho, el plexo solar y la zona última de la columna vertebral.
Quien despierta sus chakras, descubre en sí una energía antes
desconocida. Ha despertado su espíritu, su propio espíritu, en definitiva.
Pero para lograrlo, ha tenido que aprender a amar, tal como sugiere la
teoría de la Nueva Era. Cuando se hace el amor manteniendo bloqueos en
la columna —que determinan incapacidades tanto físicas como
emocionales—, la energía sexual que se manifiesta se concentra en la zona
sexual de ambos amantes. No fluye, no se eleva por los nadis (los canales
de la energía) humanos, hacia la cabeza. Es por eso por lo que se siente
tanto deseo de ser tocados y acariciados sexualmente, tanto manual como
oralmente, acaso, cuando se enciende el instinto sexual no dominado. Toda
la energía despertada a través de lo que llamamos excitación, se
reconcentra en la zona baja, siendo así como se "pone a funcionar" por sí
solo el movimiento de la columna que conduce a "los golpes de la pelvis"
hacia adelante, con tal de introducirse el pene (el lingam) en la vagina (el
yoni). Sin embargo, ha de saberse que el modo de trascender este estado de
cosas, más semianimal que perteneciente a hombres y mujeres superiores
interiormente, es ofreciendo paso, otorgando una salida a la energía
despertada mediante el sexo. ¿Cómo? Abriendo nuestros chakras,
flexibilizando cada vez más nuestra columna. Y esto se logra, como sabe
cualquier estudioso de la teoría yóguica o del arte de la meditación,
incidiendo sobre las emociones positivas y los pensamientos más nobles,
demostrándolos a nosotros mismos, demostrándonoslos... de tal modo que,
mágicamente, insistimos, se producirá entonces —cuando el esfuerzo por
mejorar así es sostenido en el tiempo— un cambio definitivo en la
alquimia interior. Del mismo modo que cuando una persona se vuelve
vegetariana se tranquiliza al poco tiempo porque introduce energía natural
en su cuerpo de un modo constante, de ese mismo modo, cuando una
persona vive y siente, ama, de un modo más natural, establece un nuevo
trato, un nuevo pacto con su entorno. Se elevará su autoconciencia
personal, así como su conciencia del mundo, alcanzando estados superiores
de visión global de la vida y del mundo. La condición, repitámoslo, es abrir
convenientemente los siete centros energéticos humanos, lo cual está
definido y aclarado en múltiples textos ya a la venta en los mercados, y que
versan sobre Yoga, Meditación, Kundalini, los chakras y la energía interior
(así como el Tao, el Zen, etc). Todo lo anterior, ciencias para la Nueva Era,
indudablemente, y aún otras muchas más, son manuales que enseñan al
hombre a conocer su interior.
Un día, se sabrá amar en el mundo, ya que las sociedades tenderán a
mantenerse en paz entre sí y a respetarse mutuamente en todos los sentidos,
en nombre de la justicia universal. Será cuando hayamos conseguido crear
sociedades ideales en nuestro mundo, al haber crecido interiormente
mediante procesos iniciáticos como los que se vivencian al abrir los
chakras humanos del modo adecuado.
Sin embargo, el proceso del despertamiento de los Chakras es
habitualmente largo, y, si no existe anhelo de conocimiento, mucho más. El
Hatha Yoga, que cultiva la parte física del hombre, practicado
correctamente junto a un buen maestro, despierta poco a poco esos centros
de energía vital, descongestionando las tensiones del cuerpo y permitiendo
al hombre sentir más la vida dentro de sí. La flexibilidad física humana es
signo de la evolución interior de cada persona, cuando no habla sobre el
estado psíquico interior de las personas. A mayor flexibilidad física, más
flexibilidad y naturalidad en las ideas, más capacidad de amar desde una
perspectiva amplia y serena.
El tiro con arco para los príncipes orientales era sagrado. Cuando
soltaban la saeta, lo que lanzaban por los aires etéricos no era una flecha,
sino su espíritu hacia la diana (de un modo simbólico). Nos referimos a
aquellos tiempos tan lejanos en los que las Tradiciones sagradas orientales
crearon obras tan sublimes como los Yoga Sutras de Patanjali, los libros
vedánticos, o las primeras formulaciones de El Tantra.
Estos antiguos conocimientos sobre técnicas ancestrales son los que
están renaciendo de nuevo en nuestra época, en forma de temas sobre lo
oculto, ciertamente, pero también desde textos sobre la relajación en
pareja, sobre los masajes adecuados, reparadores de las energías
circulatorias y musculares, que dos personas que se aman pueden ofrecerse
mutuamente. Asimismo, esos conocimientos profundos también han
tomado forma de actividades de crecimiento interior o espiritual que
pueden realizar las personas "a dos", esto es, las parejas de amantes entre
sí, logrando alcanzar múltiples experiencias en la intimidad.
Cuando un hombre y una mujer se unen físicamente, sépase, es como si
dos fuentes de energía creativa se fusionaran entre sí, intermezclando sus
componentes. De esta forma, si hacemos el amor con una persona
interiormente tensa porque acaso nos miente o nos oculta algo, aunque sea
su propia infelicidad interior, su propio fracaso profesional quizá,
absorberemos su tensión y la haremos nuestra, "se nos contagiará", para
entendernos sin complicaciones. Por eso las técnicas del Tantra actualizado
para occidente, recomiendan una gran sensualidad en el seno de la pareja,
la mayor que cada cual pueda otorgar por su parte. El aprendizaje de la
sensualidad, que ha de hacerse de un modo natural —no imitando
permanentemente a los ideales más materiales sino a los más espirituales
—, es una fuente de satisfacciones para el ser humano. Pero, ¡cuidado!. No
hablamos de una sensualidad —en absoluto— confundida como
verdaderas disgresiones sexuales, sino como la capacidad de enamorar o
gustar más a quien nos desea y deseamos.
La verdadera sensualidad, finalmente, es aquella que ofrece imágenes
bellas. Una mujer que te mira a los ojos al irse a desnudar y que, aunque
supiera que ya empieza a ser menos bella que antes, ofreciera con ternura
su cuerpo a un hombre que lo tomase respetándolo —por ser el vehículo
físico de su amor— se constituirían en una pareja ideal. Una pareja que
entraría a la Nueva Era sin problemas, por mucho que sus relaciones
sexuales actuales estuvieran actualmente basadas en la nada absoluta —por
fatiga y falta de energías ya de ambos— o por fantasías sexuales cada vez
más sofisticadas.
Al sexo hay que llegar pensando y sintiendo, deseando los dos amantes
lo mismo, exactamente lo mismo. Por eso parejas de mucha energía acaban
unidas entre sí en edades adultas, después de alguna o algunas
separaciones. Son parejas perfectas candidatas a experimentar procesos de
crecimiento interior, ya que son inquietas y buscan verdades en la vida,
huyendo de lo que no les llena, sin conformarse, y permaneciendo siempre
interiormente independientes. Las energías similares se atraen entre sí,
siendo de esta manera que las mejores parejas suelen ser, al final, aquellas
en las que los dos miembros sean interiormente, en cuanto a sus energías
vitales, parecidos o iguales. También se dan parejas de dos personas muy
distintas internamente entre sí, y que han logrado uniones muy hondas y
permanentes. Los iguales o los contrarios son los que forman parejas
polares, ya que se complementan entre sí, produciéndose entonces un
verdadero encuentro mágico, desde el punto de vista esotérico.
Hay que saber que lo que se produce cuando dos seres humanos se
encuentran de esa forma es un choque en lo invisible entre dos energías.
Así ha de concebirse para poder aplicar este asunto en la vida diaria de
quien quiera aventurarse en el crecimiento interior necesario que lo
conduzca a las puertas de su sentido trascendental o espiritual de la vida.
Cuando la pareja cumple con LOS MODALES DEL AMOR (véase el
epílogo final de esta obra), se trate de una aventura ocasional y pasional
acaso, de una relación sexual fija y a la misma hora con alguien o, al fin y
al cabo, de una relación marital (matrimonial), cuando sucede así, se
"desatan" potentes energías alrededor. Estas energías son generadoras de
vida física cuando la pareja decide concebir un hijo (y, si lo deciden por
amor, tendrán hijos muy bellos interiormente, como ya hemos afirmado en
alguna otra parte de esta obra). Estas energías son, también, generadoras de
crecimiento interior, ya que "limpian" los canales de los centros de energía
humanos. Sentir bien enaltece al hombre o a la mujer que siente bien, en el
sentido correcto, que es el de sentir serena y equilibradamente (no
fríamente, no apasionadamente).
En La Nueva Era se hará el amor más que nunca, sépase desde ya. Pero
se hará bien el amor y se hará, ante todo, entre las parejas que se sientan
complementarias, por ser opuestas o afines.
Pero aclaremos qué es eso en lo que ha de convertirse el acto sexual, eso
que ha de representar en un futuro que será mejor para el hombre?: Ni más
ni menos que un acto sublime —bello— cuando no en un acto sagrado —
un acto de amor—. En esto puede —y debe— convertirse el sexo, en
nuestra opinión, si se quiere conciliar el deseo sexual y el crecimiento
interior y/o espiritual.
Ejercicio en pareja
(Inspirado en la práctica tántrica)
Deseamos haber aclarado ideas al lector que se haya acercado hasta esta
obra, resultado de una larga experiencia personal en el mundo del crecer
interior y/o espiritual. Nadie tiene que hacer perder nunca el tiempo a
nadie, y menos nosotros, como autores que hemos pretendido ofrecer un
manual básico que ojalá le haya resultado ameno y ágil hasta aquí, ya a
punto de despedirnos, aunque no sin antes proponer aún algunas
consideraciones más sobre lo que la sexualidad humana es en realidad, y
sobre su enorme trascendencia sobre el crecer de los hombres y las
mujeres. Esta obra consideramos que deberá ser útil para el lector
interesado en iniciarse por sí mismo en los secretos del gran crecer interior,
o no habremos logrado nuestro objetivo. Al tratar aquí sobre la sexualidad
humana que es correcta desde el punto de vista de cualquier Iniciación
Mayor o Menor y a partir de la Tradición esotérica que sea —oriental u
occidental— nuestra intención ha sido poner un escalón de ayuda para
quien crea que "crecer internamente es muy difícil" o que, "en cuestión de
sexualidad, intentar conocer lo trascendente exige demasiado...". Porque
no; no es así. Se trata, sencillamente, de que cada persona desee disfrutar
de una mayor autoconciencia de sí mismo y de lo que es en realidad la
existencia. Entonces, a partir de aquí se llega a comprender la verdadera
dimensión energética que se encierra en la sexualidad humana.
OM
(Barcelona —España— 4/4/1994)
(A mi hija, Indra)
Epílogo
Ser sinceros en la relación sexual implica no exigir que el otro sea como
se desea que sea, sino que la persona "amada" sea quien ella es en realidad.
Y al unirse dos personas de este modo, auténticamente, entran en lo que en
términos esotéricos se conoce como LA VERDAD de sí mismos. Como el
secreto desvelado es que AMAR transmuta —amar de verdad— no hay
mejor ocasión para comprobarlo que cuando se "ama" a una pareja.
Fundirse físicamente por amor es, así, un acto de enaltecimiento personal,
que dota de una gran energía interior. Esto, del mismo modo que fundirse
"desordenadamente" con una pareja —ocasional o fija— debilita y apaga
el espíritu interior.
2. La serenidad
3. La sensualidad
4. La sensibilidad
Saber sentir, saber pensar, saber Ser... Saber amar. Son los cuatro
ingredientes esotéricos que conducen a la alquimia interior necesaria, con
tal de crecer interiormente. Y, al producirse este crecer, al ponernos de esta
manera en sintonía con La Nueva Era, el hombre y la mujer dan por sí
mismos el gran paso hacia adelante, por su libre albedrío, siendo así que
perciben entonces su propia trascendencia interior, su YO SUPERIOR, su
Ser o su ser esencial.