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Libertad Intransigente.

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Esta obra titulada “Libertad Intransigente” está registrada a nombre de Alejandro Aguilar Vargas por medio de Safe

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Introducción.

Hablar de libertad hoy en día es tratar de explicarle a un niño de 3 años

como fue que vino al mundo. Sería decirle “eres el amor que se ha manifestado a

través de la fusión de los cuerpos de tu mamá y yo.” Y aunque es verdad (con

menos palabras y sin mencionar alguna de las palabras “sexo”, “hacer el amor”,

“coito” ó ninguna de las palabras rebuscadas que utilizan los doctores) la mente

del niño no entiende la magnitud de lo que realmente es. Y así es precisamente

como nos encontramos los seres humanos hoy en día. Como niños de tres años.

Y me refiero al hecho de que nuestra mente no ha crecido, nuestros cuerpos no

han evolucionado. Hemos olvidado las enseñanzas de los pueblos de antaño, de

las grandes civilizaciones que crecieron gracias al esfuerzo de su gente y al

corazón de sus líderes. Olvidamos como creer en nosotros mismos y en tener fe

en nuestros actos. Perdimos la libertad el mismo día en que dejamos de ser los

constructores de nuestro destino. Y nos entregamos ciegamente al destino que

otras personas habían forjado para nosotros.

Y sin embargo, la libertad existe. Dentro de nosotros. Y solamente nosotros

somos capaces de sacarla a flote. No puedo hablar de libertad internacional o

independencia nacional cuando nuestros pensamientos están cerrados a lo que

nuestros ojos ven. Tenemos que cambiar nuestra perspectiva, ver con mil ojos

diferentes. Tenemos que dejarnos llevar por nuestros sueños, por mas ilógicos

que parezcan. Y solo así podremos empezar a ser libres. Y solo empezar a ser

libres porque, aunque nuestros sueños no den frutos, nunca debemos darnos por

vencidos. Debemos luchar por lo que es correcto. Pelear por salvar los valores
que se perdieron, por los buenos hábitos que se esfumaron. Y cuando creamos

que nuestras acciones no están dando resultados, hay que tener fe en que hemos

dejado, aunque sea, solo una semilla en el pensamiento de alguien más. Y esa

semilla, por más insignificante que sea, crecerá como un gran árbol, que dará mas

frutos y por lo tanto más semillas. Y después habrá tantos, que se convertirán en

un gran bosque, lleno de la sabiduría de los ancianos, la experiencia de los

adultos y del ímpetu y audacia de los jóvenes. Entonces la libertad habrá triunfado.

Y aunque habrá leñadores y manipuladores que querrán derribar lo creado,

estaremos preparados, listos para no dejar caer nuestra obra. Porque no es solo

mía, es un trabajo de todos.

Y si cambiamos nuestra forma de pensar, sin si quiera notarlo, crearemos

un mundo mejor.

Y así querido lector, dejo este texto para ti, esperando que mi semilla de

frutos, para que así puedan nacer bosques.


Prologo.

El cielo se abre lentamente ante mis ojos. No es algo irreal producido por un

"viaje" o un sueño loco. De hecho es la única cosa más real que me ha pasado en

toda mi vida. Mi aburrida vida.

Volteo a ver el cielo nuevamente. Los pocos recuerdos que aun tengo de mi

vida se han lanzado unos contra otros, como si de un terremoto se tratase y

quisieran salir a la luz. Salen y se escabullen en mi mente consciente. El cielo me

permite ver el paraíso y el infierno, lo que es blanco y lo que es negro. Veo

unicornios, dragones, nubes, hipopótamos voladores, un chango azul, dedos y una

daga. Me miran con expresión de sorpresa y lentamente se unen en torno a mí.

Me tocan y me observan fríamente. Parece que no pertenezco a este mundo lleno

de magia y...Libertad.

Y no puedo entrar, porque mis dudas me lo impiden, porque tengo miedo de

caminar dentro de un mundo desconocido, donde las cosas parecen irreales y

todo lo que creía verdadero se desploma ante la mano invisible de la

incertidumbre. Quiero pensar que es un sueño, donde volamos y podemos

creernos invencibles. Quiero ser libre de mis vicios y mis absurdos temores,

impuestos por una vida monótona y sin sentido, donde cada día es rutinario, el

paisaje siempre es el mismo. Quiero vivir…


El mito de la libertad.

Libertad. Una palabra que encierra todo y no abarca nada. Un regalo de la

madre naturaleza que poco a poco se ha ido perdiendo hasta convertirse en un

mito. El único sentimiento al cual se le han arrancado las piernas, los brazos, el

tronco y la cabeza. Y solo ha quedado el recuerdo y unos cuantos dedos a los

cuales nos aferramos lastimosamente, patéticamente, en un intento por mostrar

nuestra superioridad como raza pensante. Pero que en el inter hemos perdido

nuestra humanidad. Perdimos la capacidad de decir lo que sentimos y decimos lo

que es más conveniente para otros. De vestir como nos plazca y vivir donde

queramos. Nos hemos atado a un aparato que llaman televisor y a una red

llamada internet. No planeamos un día sin el celular o el automóvil. Hemos

olvidado como saludar a la gente y en vez de un apretón de manos les enviamos

un mail. Olvidamos sonreír y mandamos mensajes en vez de hablar, ya que esto

nos da la falsa seguridad de poder ocultar nuestros sentimientos. Creemos que

con toda esta tecnología insípida tenemos el mundo a nuestros pies. Pero la triste

verdad es que el mundo nos ha consumido tan imperceptiblemente, que no

podemos reconocernos al mirarnos al espejo, no vemos las cuerdas que nos

mueven, que al considerarlas parte de nuestra vida, han dejado de ser invisibles y

cada vez son mas y mas, nos atan al estrés, a un beso en la frente rutinario y que

ni siquiera sentimos o disfrutamos. A salir sin despedirnos, a tomar café casi

automáticamente, solo cuidando no manchar la camisa. Esas cadenas nos

mueven cuando queremos mojarnos con la maravillosa lluvia, pero lo pensamos al

ver que el traje puede arruinarse. Y no nos mojamos, y no disfrutamos el milagro


de estar vivos. Hemos dejado de ser seres humanos y nos hemos transformado

en seres sin alma. Pensamos en lo que piensa la demás gente tan a menudo, que

nuestros pensamientos ya no son propios. Pensamos por los demás, y los demás

piensan por nosotros. Y el detalle está en que no es lo mejor para nosotros.

Dejamos de tomar decisiones, dejamos de soñar, dejamos de actuar…y dejamos

de ser libres.
Puertas Falsas.

Y no conformes con esto la libertad tiene su hermano malvado. Aquel que

llaman "Libertinaje". Seductor de muchos, asesino de no menos. Oveja negra de la

familia, el que vive sin responsabilidades y sin respeto. El que dice, haz lo que

quieras sin importar lo que suceda. Y lo peor es que al final sí importa. Y el

libertinaje te abandona. Te deja solo. Sin amigos ni familiares. Porque el libertinaje

se ha encargado de apartarlos de ti. Y lo peor es que en realidad fuiste tú quien

los aparto. Con tus noches de sexo desenfrenado. Con los fines de semana que

no llegaste porque te fuiste de juerga. Los alejaste con todas aquellas veces que

casi matas a aquellos que iban contigo en el coche, solo porque piensas que

"tomado manejas mejor". Los ahuyentaste con tu enfermedad venérea y tus

pulmones carbonizados o tu hígado desecho…o ambos. Con todas las veces que

tuvieron que ir por ti a los separos judiciales, aquellas veces que golpeaste a los

que más te aman, cuando heriste a los inocentes, pateaste a los indefensos,

pisoteaste los derechos de tus subordinados, callaste la voz que pedía ser

escuchada, ahogaste los gritos de ayuda del suicida, mataste los sentimientos de

tu madre y tu familia… Así se comporta el libertinaje. Es quien tira la piedra y

esconde la mano. Lo malo es que esa piedra que tiro se trata de tu vida misma... Y

recuperarla es tan difícil como ver los colores de la música, encontrar zapatos a

nuestro gusto o ver la realidad de nuestro entorno.

El libertinaje es nuestra salida falsa. Es creer que somos dueños de la

tierra, aquella con la que estamos acabando. Y estamos cegados ante el

inminente cambio, producido porque la naturaleza, creadora de la libertad, esta


defendiéndose. Está sacrificando su más grande creación que somos nosotros y a

cambio de eso, preserva la vida. Y si no cambiamos, el sacrificio valdrá la pena.


Libertad Intransigente.

Y aun así, contra todo pronóstico, contra toda lógica y contra todas las

pruebas en contra, la libertad sigue allí. Tan efímera y delicada como el cristal.

Suave y fría, esperando que alguien la devuelva a los días de gloria. Esperando el

momento de resurgir de entre las cenizas. Esperando el lugar adecuado para

empezar su obra. Y el lugar no está más lejos que nuestra mente. Y nuestro

corazón. El momento es cuando nosotros decidimos crear algo. Esa es la libertad

que nos queda. La libertad de crear, de plasmar algo en la gente, de ser inmortal

por el simple hecho de dejar un recuerdo en nuestros predecesores. Dejar una

huella en los que se quedan. Trascender…y trascender porque creamos algo

propio, algo nuestro, inventar, dibujar, escribir, pintar, moldear, etc.

Aquello que salga de tu mente puede definir lo libre que eres. Eso puede

decidir si eres un simple mortal o un ser inmortal. La libertad está al alcance de

aquellos que se esfuerzan un poco en buscarla. En aquellos que se dejaron llevar

por sus sueños y sus metas. Que no pensaron en el “qué dirán”, sino en el “quien

quiero ser”. Es por eso que la libertad necesita una nueva palabra. Y yo por eso, la

rebautizo como Libertad Intransigente. Porque ya no es un derecho universal. Ya

no es un regalo de la madre naturaleza. Ya no es un titulo. La misma libertad se

ha liberado. Y ha cambiado. Y esta evolución nos deja una pequeña puerta hacia

nuestra salvación, antes de destruirnos por completo.

Porque la humanidad ya no es libre. Es libre quien quiere, quien lucha,

quien persiste y quien crea. Y sobre todo, es libre el que se creé libre.
Prefacio.

Y aun así, con todas mis dudas y mis miedos, entro al cielo rosado y

misterioso. Entro despacio, conociendo cada detalle, grabándome cada paso. Y

mis dudas se esfuman a cada segundo dentro de este mundo. Y mis miedos se

quedan atrás haciendo mi caminar más ligero. Siento algo que jamás había

sentido, algo que estaba dentro de mí y que al fin sale a la luz. Como si mi alma,

envenenada por años de odio y esclavitud por fin hallara el antídoto. Una gran

sensación que me permite ver lo que realmente soy y de lo que soy capaz de

hacer. Empiezo a creer en mí mismo. Y aunque los recuerdos vacios de mi vida

pasada salen, cada vez se hacen más difusos y uno a uno va perdiendo

significado. Y solo quedan aquellos que me abrieron los ojos y me permitieron

estar aquí.

Un nuevo mundo se abre ante mí. Un mundo donde los sueños son las

fronteras, donde el arte es la única pasión y la cultura la única regla...Un mundo

libre, dentro de mi cabeza y mi corazón.

Alejandro Aguilar.

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