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Si comenzamos con el concepto, a principios del siglo XIX el término se empleaba para lo que no

atendía a las reglas clásicas. Pero el Romanticismo como movimiento surge con el grupo alemán
TEMPESTAD Y PASIÓN, que apuesta por el anhelo de libertad y el rechazo a la norma a fin de terminar con
el Neoclasicismo. Esta influencia alemana se va a ver extendida por Europa gracias a Fausto de Goether.

Sin embargo, ante todo hemos de repasar el marco histórico a fin de entender este movimiento; es
decir, los acontecimientos que suceden entre 1789 y 1815 resultan determinantes para el espíritu romántico. En
1789 surge la Revolución Francesa alzándose contra el Despotismo ilustrado. Entre 1800 y 1815 Napoleón se
presenta como dueño de Europa, lo que provoca la reacción nacionalista de los lugares ocupados. Tras
Napoleón se pretende la vuelta al Antiguo Régimen. Con todo, España evoluciona de forma diferente al resto de
Europa: primero sufre la Guerra de Independencia y luego la política persecutoria y conservadora de Femando
VII, que liquidaba a los liberales.

En cuanto a las características destacables, nos encontramos ante temas de historia nacional así como
la exaltación de sentimientos: el amor se considera un sentimiento incontrolable que puede conducir a la
muerte; la religión presenta dos vías: la conservadora (Zorrilla) y la insincera o satánica que coloca como
centro al diablo como ejemplo de libertad (Espronceda); por otro lado aparece la vida como mal, lo que
conduce al suicidio. También resulta sobresaliente la aparición de una nueva estética, caracterizada por empleo
de un lenguaje expresivo, por un espacio literario en el que destacan las noches, las ruinas, los cementerios o la
naturaleza abrupta; importancia de la fantasía y la imaginación sobre la razón y la realidad.

Respecto a los géneros, ha de tenerse presente que el Romanticismo lleva a cabo una revolución en
todos. Así, la poesía presenta dos etapas: la romántica y la posromántica. La romántica triunfa ya entrado el
siglo XIX con poetas que evolucionan desde el NEOCLASICISMO. Se caracteriza por la polimetría y el estilo
grandilocuente. A esto se suma que se distingue entre poesía lírica y poesía narrativa. Algunos autores
destacables son ESPRONCEDA, EL DUQUE DE RIVAS, ZORRILLA. Espronceda, que evoluciona del
Neoclasicismo, se presenta como prototipo de poeta romántico (HABLAR DE ALGUNOS DATOS
BIOGRÁFICOS). Desde 1833 nos encontramos ante su mejor etapa (Canción del pirata), aunque en 1840
aparecen Poesías, que incluyen el Estudiante de Salamanca y Diablo mundo. Por otro lado destaca el Duque de
Rivas en la poesía narrativa con El moro expósito. En este ámbito también puede citarse a Zorrilla con obras
de base histórica, como Leyendas del Cid, y fantástica, como Los encantos de Merlín. Si pasamos a la poesía
posromántica, ha de tenerse en cuenta que aparece ya pasada la mitad del siglo XIX, por lo que resulta
contemporánea al Realismo. Destaca Bécquer con Rimas (divididas en cuatro grupos: poesía, amor, desengaño
y soledad) (AMPLIAR). No debemos olvidar a ROSALÍA DE CASTRO, que participa en el Rexurdimiento de
la cultura gallega. Escribe tanto en gallego (Follas novas) como en castellano (En las orillas del Sar).
En cuanto al teatro, éste llega tarde y dura solo veinte años, caracterizándose por la ruptura de las
normas clásicas; la presencia del tema amoroso; el héroe es de origen oscuro y se encuentra perseguido
por la Fatalidad. Triunfa gracias al estreno de Don Álvaro y la fuerza del sino de duque de Rivas.
Destacables resultan también García Gutiérrez con El trovador y Zorrilla con Don Juan Tenorio.

Respecto a la novela, ha de advertirse que desde finales del XVIII se abusa de las traducciones. Existen
dos tipos: la histórica y social. La novela histórica pretende entretener por ello gira en torno a una acción
abundante basada en el medioevo. Es la más exitosa, destacando Enrique Gil y Carrasco con El señor de
Bembibre, de temática templaría. Respecto a la novela social, ésta propone reformas sociales, siendo literatura
de poca calidad y éxito.

Por último es debido citar la aparición de los ARTÍCULOS DE COSTUMBRES, cuyos antecedentes
se encuentran en el siglo XVIII y siendo importante desde 1830. Sobresalen Mesoneros Romanos y Larra. El
primero presenta un estilo con un sentido del humor amable para criticar por ejemplo El Romanticismo y los
románticos. Larra, en cambio, realiza una crítica despiadada, caricaturesca con empleo de hábiles juegos de
palabras. Se agrupan sus artículos en tres tipos: los de costumbres, los de crítica literaria y los políticos,
(ejemplificar con títulos de artículos).

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