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Jeison Alfonso Bohorquez Camacho

LA IDEA DE DIOS

Extraña es nuestra situación aquí en la Tierra.


Cada uno de nosotros viene por una corta visita, sin
saber porqué. Aún así, algunas veces pareciendo
descubrir un propósito. Desde el punto de vista de la
vida diaria; sin embargo, existe algo que nosotros sí
sabemos: el hombre está aquí por otros hombres—
sobre todo por aquellos de cuyas sonrisas y
bienestar depende nuestra propia felicidad.

—ALBERT EINSTEIN

Introducción

El objetivo del presente ensayo es clarificar las posibilidades reales de una


humanidad sin Dios, donde Dios ya no tenga cabida ni sea necesario para explicar
causas últimas. La idea que pretendo defender es el ateísmo como posibilidad de
una nueva imagen del hombre: una transvaloración de los valores cristianos de los
cuales creo surge el desprecio a la vida, el cuerpo, el goce, la mujer, etc.

Una imagen falsa

Ser supremo creador del universo y de las bellas obras. Supremo hacedor del
bien: bueno y bondadoso por definición. ¿Quién es Dios? ¿Qué sujeto es capaz
de asumir la identidad de Dios? Porque aparentemente Dios tiene unas
características que lo determinan: es justo y bondadoso pero también iracundo y
vengativo. Quizás por ello algunos resaltan sus condiciones irracionales, su
carácter numinoso, que se define por sus tres características esenciales que en
latín se designan como: Mysterium, Tremendum, Fascinans. Esta posibilidad de
experimentar a Dios, para ser más concretos sentirlo en la experiencia mística e
inefable que provoca el Mysterium, no va a ser el objeto de este ensayo; sino,
más bien, aquello que los hombres han hecho con Dios o con su idea.

La deconstrucción del discurso monoteísta actual ya está hecha por la obra de


Michel Onfray: Tratado de ateología. Porque en nombre de Dios se han cometido
los peores crimines de la humanidad, sustentado este discurso por los teóricos de
la muerte; que nos dejan en condición de ateos y como dice Onfray: “Difícil, por lo
tanto, reconocerse como ateo... Nos llaman así, y siempre ante la perspectiva
insultante de una autoridad dispuesta a condenar.”1 Aquí no solo nos referiremos a
los aspectos negativos del comercio de la religión monoteísta y de su imposición a
sangre y espada. También, como Onfray, vislumbraremos las posibilidades de una
humanidad sin Dios; la verdadera imagen del hombre, la posibilidad de una ética y
una política diferentes y de una nueva transvaloración que deje de lado el ideal
ascético y tormentoso de la religión por uno que rescate la voluntad de vivir.

Dios como no lo dice Onfray citando a Nietzsche, conceptualmente representa la


antítesis de la vida concentrando en si todo lo negativo y difamatoria frente a la
vida. Este desprecio por lo humano, por la vida, por la tierra, por este mundo en
busca de <<otro mundo>>, conduce irremediablemente a una falsa imagen del
hombre. El hombre se diviniza, es imagen y semejanza de Dios “Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
2
(Génesis, 1, 27). Su origen no es bastardo, tiene un propósito, Dios lo creo para
que Dominara la tierra, todo fue puesto a sus pies, toda planta y todo animal son
para el beneficio del hombre: “Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que
da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da
semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los
cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta
verde les será para comer.” (Génesis, 1, 29-30)

Lo que nos interesa resaltar es justamente que, a partir de esta historia, hay de
por sí una imagen del hombre, una idea de su naturaleza. Pero si Dios no existe
esta imagen no puede ser sino falsa. El hombre prefiere el engaño a tener que
enfrentarse con su propia naturaleza. Acepta la irracionalidad de Dios con tal de
no verse a sí mismo como es: un ser finito, limitado, contingente. El hombre le
tiene miedo a la muerte, no desea dejar de existir, le cuesta pensar que después
de esta vida no hay nada. Necesita pensar que hay un paraíso donde seguirá
existiendo junto a los que ama. Un prototipo de esta vida, pero sin los
inconvenientes de la misma: no hay que trabajar, no hay sufrimiento ni muerte.
Inmerso en estas ideas deja el mundo relegado a lo que no es, pura apariencia,
espacio profano: cotidiano y aparente. Y con el desprecio de esta vida profana la
sobrevaloración de aquella otra sagrada verdadera y consistente.

Frente a lo moral la idea que dice “que si Dios no existe, entonces todo está
permitido” no tiene fundamento histórico. ¿Qué ha hecho el cristianismo en un
poco más de dos mil años de existencia que permitan una conclusión como esta?
Nada, no ha hecho nada para justificar esto. Históricamente lo que ha habido es la

1
Michel Onfray, Tratado de ateología, Anagrama, Barcelona, 2006. P. 35
2
La biblia, Versión Casiodoro de Reina, revisada por Cipriano de Valera.
negación de esta afirmación en la práctica, aunque se mantiene en la idea. La idea
de Dios no ha hecho mejores a los hombres, así como tampoco la religión o la
iglesia. Tenemos una falsa imagen de nosotros mismos. Tanto la religión
organizada como los creyentes han sido responsables de actos de lesa
humanidad como han sido: destrucción de bibliotecas, matanzas y asesinatos por
conquistas de territorios considerados santos, asesinatos de filósofos y científicos
que negaban o contradecían dogmas morales con sus descubrimientos o teorías.
¿Dónde queda la bondad de Dios? Ciertamente no está en los creyentes ni en la
institución religiosa3.

Cuando inicio el discurso que iba a inaugurar la invasión de Irak, fueron varios los
pastores protestantes que alzaron su voz y dejaron oír el grito de Dios que
autorizaba atacar. A esto más que bondad debemos llamarlo obscenidad, como
dice Marcuse: “No es obscena en realidad la fotografía de una mujer desnuda que
muestra el vello de su pubis; sí lo es la de un general uniformado que ostenta las
medallas ganadas en una guerra de agresión; obsceno no es el ritual de los
hippies, sino la declaración de un alto dignatario de la Iglesia en el sentido de que
la guerra es necesaria para la paz.”4 (Marcuse, p 15) una muestra más de que el
cristianismo no practica la moral que predica. Y sin embargo, si niega la
posibilidad de una moral sin Dios.

Resumamos: de un lado estamos atravesados por la moral cristiana que nos


influencia y nos determina de cierto modo. Esta moral que se basa en la idea del
premio y el castigo por parte de Dios, no ha hecho que las personas sean mejores
e incluso en muchos casos a justificado e incentivado crímenes espantosos contra
la humanidad. Por ello como posibilidad negamos toda trascendencia que incluya
las ideas de Dios, más allá, alma, etc. Es decir aceptamos con Onfray, una
inmanencia absoluta materialista. Para la moral rescatamos los valores de la vida,
el reconocimiento del cuerpo propio y ajeno, la satisfacción en el goce de los
instintos, el reconocimiento de esta vida como la única vida posible y ante la cual
somos responsables, la fraternidad respetuosa de las ideas propias y ajenas, la
discusión argumentada antes que la imposición, el dialogo antes que la violencia.

Finalmente tenemos que decir que no tenemos pruebas contundentes ni


argumentativas que nieguen la existencia de Dios. De Dios se puede negar o

3
También podemos pensar como con el cambio de mentalidad de la edad media al renacimiento hubo un
relajamiento de la moral tanatica de la iglesia, cosa que no reconoce Onfray, quizás porque no es la
generalidad sino casos aislados. Pensemos en el caso del papa Alejandro VI, hombre displaciente de una
moral relajada, se cree que tiene relaciones sexuales con su hija, practica orgias dentro del vaticano,
autoriza muchos de los asesinatos realizados por su hijo Cesar Borgia que se gana por sus actos el aprecio de
Maquiavelo quien lo toma como modelo para el príncipe.
4
Herbert Marcuse, Un ensayo sobre la liberación, Joaquín Mortiz S. A., México, 1969. P. 15
afirmar su existencia. Hay argumentos muy bien elaborados de la existencia de
Dios pero estos tampoco son concluyentes. De este modo más que un ateísmo
tendríamos un agnosticismo de base frente a la reflexión, pero que se inclina por
la negación más que de Dios, de los absurdos y abusos cometidos en su nombre.
Nadie se esfuerza por negar ideas alegres como las sirenas o los caballos
voladores, pero la idea de Dios es diferente merece nuestra crítica en cuanto idea,
imaginario, tradición, religión, institución.

BIBLIOGRAFÍA

Michel Onfray, Tratado de ateología, Anagrama, Barcelona, 2006.

Herbert Marcuse, Un ensayo sobre la liberación, Joaquín Mortiz S. A., México,


1969

Richard Dawkins, El espejismo de Dios, Espasa Calpe, Barcelona, 2007

Bertrand Russell, Porque no soy cristiano, EDHASA, Tercera edición, Barcelona,


1979.

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