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El tratar de establecer una definición única para este término es sumamente difícil,
ya que es un término con una pluralidad de acepciones. Por lo que gran parte de
los significados que conocemos tienden a definir el término en cuestión mediante
su contraposición a otras nociones. Por ejemplo, se contrapone naturaleza a
sobrenaturaleza, donde natural es todo aquello en cuya producción no intervienen
factores extrahumanos; también tenemos naturaleza como opuesto a cultura que
representa un sentido de lo primario y espontáneo; naturaleza por oposición a
espíritu , lo natural está circunscrito al mundo de la materia; naturaleza como
oposición a libertad que refiere a la zona de la causalidad y necesidad, siendo libre
lo contingente y lo que es consecuencia de un obrar finalista, también tenemos lo
natural como contraposición a lo extraño, a lo artificial, y así podremos encontrar
muchos más; pero nuestro objetivo es hallar aquella o aquellas acepciones que
nos ayuden a clarificar y desarrollar el tema que es materia de estudio: El Derecho
Natural.

Es por ello que recurrimos a dos concepciones, que consideramos son las más
importantes: Que son su concepción teológica y su concepción filosófica.

 
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En líneas generales, esta acepción refiere a la naturaleza como el conjunto, orden


y disposición que compone todo el universo, y esta ha sido una de las acepciones
recogidas en el Diccionario de la Lengua Española1. Es decir, refiere al ³conjunto
de las cosas naturales´2. Algunos la llaman también cosmológica.

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1
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española.22° edición. Tomo XXIII. Q.W. Editores.
Lima. 2005. Pág.1063.
2
FERRATER MORA, José. Diccionario de Filosofía. 1°edición. Tomo III. Barcelona. Editorial Ariel. 1994. Pág.
2501.
Al respecto lo siguiente resulta muy pertinente para captar la idea de una manera
clara: ³Se habla de la naturaleza como el conjunto de seres que, en sí, pueblan el
universo, exceptuando, claro está, a ese conjunto tanto de cosas como elementos
propios producidos exclusivamente por el hombre´ 3

A su vez, de esta concepción se desprenden dos: Una de ellas que parte de los
griegos, específicamente de los pre-socráticos, quienes por medio de la
observación buscan descubrir los elementos constitutivos y las leyes
fundamentales de la naturaleza. La tendencia a reconducir la totalidad de los
fenómenos naturales a unos pocos principios inteligibles. En otras palabras,
concibe al cosmos como un gran ³organismo´ animado de un principio intrínseco al
que se debe la regularidad con que se producen los fenómenos naturales; si el
mundo es ordenado es porque el orden viene impuesto por ese principio que se
halla en las cosas mismas. Esto es lo que llamaron el ³logos´, que es el elemento
racional que actúa desde las cosas como una ley que hace que el mundo sea un
cosmos armónico y coherente4 .

Asimismo, en una etapa posterior, se desarrolló otra tendencia, que a diferencia


de la anterior, es mecanicista, es decir el orden que existía en las cosas ya no es
producto de un ³organismo´, que es ordenado y de él deriva toda la regularidad de
las cosas, sino más bien que este orden, esta regularidad, obedece a algo que
opera en el mundo desde el exterior: las leyes de que provienen de la razón
divina, y aquí la figura del Dios creador de todas las cosas del universo cobra
relevancia. Representantes de esto último lo hallamos en la etapa del
renacimiento como Copérnico, Galileo, Kepler, etc. y así podemos seguir citando
hasta llegar a los filósofos de la Enciclopedia y de la Ilustración, en especial el
Idealismo alemán, que lejos de formar un bloque compacto, tiene características

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3
Obtenido de: http://filosofia.laguia2000.com/filosofia-griega/la-naturaleza-physis
4
FERNANDEZ GALIANO, Antonio, DE CASTRO CI, Benito. Lecciones de Teoría del Derecho y Derecho
Natural. 3°edición. Editorial Universitas. Madrid.1999. Pág. 378.
muy contrastadas: en efecto, mientras Fichte ve en la naturaleza la proyección del
V     el Schelling tardío se esfuerza por afirmar la objetividad ' originaria
del cosmos'. No obstante, el elemento común en Fichte, Hegel y el primer
Schelling es la tendencia spinoziana a identificar lo    con la 
  
   


Otra concepción, aunque con poco arraigo fue la historicista, que ve en el cosmos
una realidad sujeta a evolución, trasladando el dinamismo propio de lo histórico a
la naturaleza.


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Son los filósofos griegos, Platón y Aristóteles, quienes ahondarán en esta


concepción de naturaleza: como esencia y sustancia.

Platón cree que la verdadera naturaleza de cada cosa se encuentra en su esencia


ideal, inmutable y eterna, colocada fuera del mundo contingente e histórico, ya que
se halla en el nivel de las ideas eternas e incorruptibles. Junto a estos dos niveles
(eternidad y mundo) Platón evoca otro nivel más confuso y oscuro, más primigenio
e indefinible: es el ámbito profundo ¢ tenebroso de la 
 de donde brota el
mundo sensible.

Por otro lado, Aristóteles critica el dualismo platónico y que concibe la naturaleza
como el principio intrínseco del ser y de la acción que a este ser corresponde. La
verdadera naturaleza de las cosas viene dada por su esencia o forma intrínseca.
La naturaleza es la esencia en cuanto está determinada a alcanzar su finalidad
propia. Por eso, la naturaleza de un ser es su principio de acción que lo determina
a alcanzar el objetivo marcado intrínsecamente en su propia esenciaEn los seres

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5
ROVIRA BELLOSO, Josep M. Naturaleza. Obtenido de:
http://www.mercaba.org/DIOS%20CRISTIANO/N/naturaleza.htm
racionales, la  
inclinación de la naturaleza a un fin determinado aparece
superada por la 
según la cual es el sujeto mismo quien se autodetermina.

Esta es la definición que nos interesa a efectos de desarrollar el presente trabajo.


Cuando hablamos de derecho natural, la concepción que se emplea es la
planteada por Aristóteles, que se traslada después a la filosofía se Santo Tomas
de Aquino. Aquí el término naturaleza alude a al modo de ser de cada ente o
especie en particular, es decir, ³ un ser es lo que es y no otra cosa, porque posee
una determinada naturaleza, que es lo que le tipifica y constituye, en otras
palabras aquí hablamos de la  

Esta concepción también es recogida por la Real Academia Española cuando
define naturaleza como la ³esencia y propiedad característica de cada ser´6.

Pero la naturaleza del ser es, a la vez en esta concepción, lo que determina las
operaciones propias de ese ser, la fuente de su actividad específica, de modo tal
que cada ser realiza los actos propios de su especie porque participa de la
naturaleza de esa especie; esa es la razón, el hecho de que todos compartan una
común naturaleza.

Aquí podemos encontrar una especie de acercamiento entre ambas concepciones


planteadas. La palabra latina 
 equivalente al griego ¢   (ser
engendrado) deriva del verbo (nacer). Por el nacimiento adquiere realidad la
totalidad de los seres corpóreos, animados e inanimados ("naturaleza", en la
primera concepción). Pero ese mismo nacimiento origina y pone de manifiesto los
caracteres propios e inmanentes que han de permanecer en cada ser como su
esencia propia ("naturaleza" en la segunda concepción).

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6
Ibidem.

7
COROMINAS, Joan. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. 3° edición. Gredos.
Madrid. 1996. Pág. 410.
Así siguiendo a Santo Tomas de Aquino , podemos decir que la naturaleza tiene
un aspecto dinámico y estático. El primero de ellos es la naturaleza como esencia
de cada ser, el segundo aspecto es esa esencia, pero vista como la razón de las
operaciones del ser.

  


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La esencia de la naturaleza humana yace, principalmente, en la racionalidad y


socialidad propia del ser humano. Y esto es a su vez la fuente de su actividad.
En relación a esto decimos que, el derecho natural es una de las emanaciones de
la naturaleza humana, ahí se encuentra su fuente, y es esto lo que principalmente
lo diferencia del derecho positivo. Los preceptos del derecho natural no sólo están
de acuerdo con la naturaleza humana, sino que se encaminan al mejor desarrollo
de sus operaciones.

La génesis de esto lo hallamos en que los seres humanos emiten juicios acerca
de lo que debe hacerse y de lo que debe evitarse (juicios deónticos), y esto es
recogido por toda la sociedad, de modo que se crea un determinado orden.

En este sentido, si nuestra razón emite juicios deónticos (la ley natural) ello es
debido a que hay algo que, en relación a la naturaleza humana, debe hacerse y
algo que debe evitarse. La naturaleza humana proporciona la regla fundamental
del obrar humano porque, siendo lo que constituye al ser humano como tal, es
consciente de lo que al ser humano le corresponde como tal.

No debe confundirse la Ley natural con el Derecho natural. El Derecho natural es


aquella parte de la ley natural que se refiere a las relaciones de justicia; esto es, la
Ley natural se llama Derecho natural en cuanto es regla de derecho y sólo bajo
este aspecto.
El Derecho natural es lo justo por naturaleza, es decir, aquella cosa corporal o
incorporal adecuada y proporcionada al hombre en virtud de su naturaleza o
estructura fundamental ontológica, con la nota de debitud y exigibilidad inherente a
la dignidad de la persona humana.

El Derecho natural, surge de la dignidad humana al entrar el hombre en cada rela-


ción social según las circunstancias y las situaciones. Los derechos naturales, son
un entramado de derechos que no son sino concreción y determinación de una
raíz común. En este sentido, podríamos hablar de un único y genérico derecho
natural fundamental, que se concreta y determina en una serie de derechos
naturales concretos y determinados.

El Derecho natural dimana de la persona humana, de su dignidad. No se deriva de


lo singular o peculiar de cada persona, sino de lo común o universal (esto es, de la
naturaleza humana). De ahí resulta un derecho común y universal de la
humanidad, capaz de ser reducido a enunciados racionales universales.

Una aceptación total de esta afirmación traería como consecuencia señalar que el
derecho positivo deberá atenerse en sus prescripciones a las prescripciones del
derecho natural, pues un ordenamiento jurídico que contravenga los mandatos y
prohibiciones del derecho natural violentaría las tendencias de la naturaleza
humana8.

Consideramos que lo citado en el párrafo anterior sería lo que correspondería y lo


correcto de acuerdo a la concepción de naturaleza, sin embargo, la realidad nos
demuestra lo difícil, y prácticamente imposible, de formular ideas que se apliquen
a la universalidad de situaciones. Muchas veces la creación del derecho positivo
no responde a la naturaleza humana, sino a determinados intereses, situaciones
excepcionales, etc. que no se condicen con lo que la mayoría de personas percibe
como correcto.
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8
FERNANDEZ GALIANO, Antonio, DE CASTRO CI, Benito. Op. Cit. Pág. 381.
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Es indiscutible que la presencia del derecho es indicativo de la reducción de las


opciones del comportamiento de los individuos9. Es decir, el Derecho es un orden
rector del comportamiento de los seres humanos, y de esto no hay discusión. La
discrepancia inicia cuando se trata de concretar el tipo de ordenamiento que
tiene a su cargo esa regulación de las relaciones sociales.

Así tenemos por un lado, el derecho positivo como la expresión del Estado que
detenta transitoriamente el poder. Este derecho es sancionado por el legislador y
modificable según la sociedad y las épocas, es decir que varía en el tiempo y en el
espacio.

En contraste con ello, el Derecho Natural es un ideal de las normas, una


legislación universal y atemporal que, por lo tanto, debería regir a todos los
pueblos, con absoluta independencia de las modificaciones de índole cultural que
en cada uno de ellos encontremos. Como ya se indicó es una emanación de la
esencia de la naturaleza humana.

Existen dos posturas al respecto:



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Quienes plantean que sólo existe el derecho positivo, que proviene del legislador,
nacido de la voluntad de éste en un tiempo histórico determinado, es decir,
defiende la existencia de un único ordenamiento jurídico.

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9
. TAMAYO Y SALMORÁN, Rolando. El Derecho y la Ciencia del Derecho. Instituto de Investigaciones
Jurídicas. Mexico 1986. Pag 25.
Sostiene que lo jurídico no se limita al derecho positivo, ya que, junto a éste, existe
otro ordenamiento cuyas prescripciones alcanzan también a los actos del hombre
en sus relaciones con los otros miembros de la sociedad , y este otro
ordenamiento al que se hace referencia es el derecho natural.

La tesis monista constituye una negación del derecho natural, pues señala que
admitir la dualidad de ordenamientos jurídicos es inútil. Lo cual sólo se podría
admitir si ambos derechos incidieran con el mismo contenido a la vez sobre la
actividad humana, pero no es el caso, pues el iusnaturalismo concibe que es
posible la coexistencia de ambos ordenamientos, y esto en base a que el derecho
natural contiene una regulación de carácter abstracto, generalizando, mientras
que las normas de derecho positivo se manifiestan modo más concreto.

Al respecto, cabe señalar que ³El reconocimiento de la existencia del derecho


natural y la aspiración a realizarlo, no excluye la realidad de un derecho positivo,
sino, más bien, deriva de éste. La mutabilidad de las normas a través del tiempo ,
y sus cambios en las distintas áreas culturales, llevan a los hombres a investigar
sobre sus últimos fundamentos y sobre la razón de su obligatoriedad, y a
preguntarse por las mejores leyes y la mejor forma de Estado´10.

En relación a esto podemos señalar que el derecho natural es el fundamento


último de validez de toda ley humana positiva. Hay que observar esta relación
sustancial, como dos aspectos de una misma realidad, el derecho positivo es,
respecto del derecho natural, el garante más sólido de vigencia, ya que los
principios del derecho natural sólo rigen verdaderamente en un pueblo cuando son
contemplados, comprendidos y expresados por la ley positiva.

La postura iusnaturalista responde al siguiente esquema: Las relaciones humanas


se regulan por el derecho natural, pero el mismo se expresa en preceptos

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10
ALZAMORA VALDEZ, MARIO. Introducción a la Ciencia del Derecho. 9° edición. Lima. 1984. Pág. 319.
abstractos , difícilmente aplicables a los casos concretos , particulares y
específicos que a vida presenta, por lo que hace falta otro ordenamiento (el
derecho positivo), capaz de ajustarse a estos supuestos concretos y de adecuarse
a sus particularidades. Es por eso que la tesis dualista es la que seguimos, y la
que mejor se acopla al derecho natural.

Por eso, la postura dualista sostiene la coexistencia de ambos ordenamientos


afirmando que junto al derecho natural no solo hay un derecho positivo, sino que
este es necesario para remediar la evidente insuficiencia de aquel, dado el
carácter de sus preceptos, para regular los casos concretos que escapan a la
regulación que pueda ofrecer el derecho natural. Es decir, vemos que se busca
una eficaz actuación del Derecho de modo que logre funcionar como medio de
regulación social.

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Para desarrollar el presente apartado, nos avocaremos a la subordinación del
derecho positivo al derecho natural en la doctrina clásica, pues para sostener la
coexistencia de ambos ordenamientos uno debe estar subordinado al otro.

El derecho natural es el ordenamiento jurídico que nace y se funda en la


naturaleza humana, no debiendo su origen, por tanto a la voluntad normativa de
ninguna autoridad, como ocurre con el derecho positivo. Es un conjunto de
preceptos que se imponen al derecho positivo y que éste debe respetar. El
derecho positivo está establecido y sancionado, para cada tiempo y para cada
comunidad social, por la voluntad del legislador, que representa la voluntad social;
por tanto, se trata de un derecho variable, contingente, mientras que el derecho
natural es un orden jurídico objetivo, no procedente de legislador alguno, que se
impone a los hombres por su propia naturaleza; es objetivo e inmutable y conocido
por la razón11.

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11
ESPASA. Diccionario Jurídico. Espasa. Madrid. 2002. Pág. 552.
Hay una subordinación ontológica, pues las leyes humanas incorporan la justicia
de la ley natural para aplicarla a las concretas relaciones de convivencia social,
pero todo su fuerza la reciben, precisamente, de esa referencia a la ley natural, de
modo tal que un precepto positivo que la contradiga podrá tener apariencia
externa de ley, pero no lo será realmente por carecer de la esencia de ley. En
general, la ley humana debe inspirarse en la ley natural y deja de ser tal cuando se
aparta de ésta.

Con eso no queremos decir que, la sumisión de la ley humana a la ley natural
implica que aquélla sea una mera transcripción o repetición de ésta; ni podría
serlo, puesto que la ley natural se produce en términos abstractos, y es por eso
que requiere complementarse con la ley humana que apunta a concretizar la
regulación del Derecho.

Sin embargo, estas exigencias de que las leyes humanas reflejan de modo
absoluto la justicia de la ley natural no siempre se cumplen. Hay multitud de
normas que no realizan esa justicia de modo plenario sin que por ello deba
considerarse que pierden la sustancia de ley. Por eso debemos considerar que no
todo lo que dice una ley positiva es necesariamente justo. Y es primordial, para
comprender esto, la distinción entre el derecho positivo cuyo contenido es de
derecho natural pero que ha sido sancionado y promulgado por la autoridad
vigente, y el derecho positivo que es indiferente al derecho natural, pero que de
todos modos es obligatorio para la sociedad, como es obvio esto será a una de las
conclusiones a las que arribaremos al finalizar este trabajo.

Otra forma de que la relación de subordinación señalada precedentemente se


manifiesta esta en el hecho de ser la ley natural un límite a la labor del legislador
humano y, correlativamente, una garantía para el súbdito (lo cual debe matizarse
con lo señalado en el párrafo anterior). El gobernante puede y debe ajustar sus
normas en todo momento a lo que las circunstancias aconsejen como más
conveniente a los intereses de la comunidad; pero su libertad tiene que
desenvolverse dentro de los márgenes que la impone el obligado sometimiento a
los preceptos de la ley natural. Y esta limitación constituye para los gobernados la
mejor garantía de que el Derecho no va a ser utilizado por el Poder como un
instrumento de despotismo y tiranía.

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Esto se encuentra muy relacionado con lo desarrollado en el apartado anterior. La


premisa es, que cuando el legislador dicta normas positivas debe inspirarse en la
ley natural, así la justicia de ésta se transferirá a aquéllas, que serán por tanto
leyes justas.

Siguiendo a Aristóteles, en la Ética Nicómaco, lo justo reviste dos formas: Lo


justo por naturaleza y lo justo según ley. La ley natural se origina en lo justo por
naturaleza, es universal e inmutable. La ley positiva nace de la voluntad del
legislador y debe ser la expresión de la ley natural12.

Sin embargo, puede suceder que los preceptos positivos se aparten e incluso
contradigan los postulados del derecho natural, con lo que aquéllos serían
considerados como leyes injustas por cuanto en ellos no se encontrara el valor de
la justicia. Pero desde el punto de vista de Santo Tomas de Aquino ³la ley
humana que en algo se separa de la natural no es ley, sino corrupción de ley´. De
acuerdo a esto, hablar de ley justa es redundar, pues una ley necesariamente
siempre será justa.

Esa es la postura de la doctrina clásica, pero no quiere decir que sea de


aceptación unánime. Una concepción como esa llevaría a negar la existencia de
todo el derecho positivo, pues siempre hallaremos algo de injusticia en el Derecho,
porque: Nunca se podrá incorporar en la norma jurídica de modo pleno el ideal de

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12
ALZAMORA VALDEZ, Mario. Op. Cit. Pag. 321.
justicia, y por tanto la norma será parcialmente injusta por no lograr la completa
incorporación de justicia, sumado a eso tenemos que, la aplicación de las normas
a los casos concretos jamás podrá ser perfecta, dada la generalidad de aquéllas y
particularidad de éstos.

Como ya señalamos, no es admisible una visión tan radical, pues una ley será
parte del derecho positivo en tanto emanación del legislador, y que apunte a
regular la vida en sociedad, tal vez afectos intereses particulares para satisfacer a
la colectividad, pero eso no le quitará el carácter de ley.

En relación al tema que venimos abordando, cobra relevancia otro, que refiere a la
obediencia de las leyes consideradas injustas. Un positivista radical, plantearía
que la ley por el hecho de ser tal debe ser obedecida, por el simple hecho de ser
emanación del legislador siguiendo el procedimiento establecido. Pero, si
seguimos la postura de Santo Tomas, quien sostiene que al no ser justas, estos
mandatos no serían leyes, y por lo tanto los seres humanos no se encuentran
obligados a obedecerla, de ahí nace los postulados que plantea en relación a la
desobediencia civil y el tiranicidio.

Se da paso al principio de resistencia al poder injusto, una resistencia legítima


ante la autoridad tiránica que pretende imponer leyes injustas. El problema es más
fácil de resolver en la teoría que en la práctica. Porque, en efecto, acentuar en un
sentido socrático el principio de sumisión a las leyes restringiendo paralelamente
el derecho de resistencia ensancha las posibilidades de actuación despótica del
poder; y, a la inversa, poner el énfasis en la proclamación del derecho a la
resistencia frente a las leyes injustas puede conducir a un paulatino debilitamiento
del poder del Estado e incluso desembocar en una anarquía.

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Esto va muy ligado al derecho natural visto como una ideología revolucionaria, que
muestra una actitud inconformista frente a los abusos del poder, puesto que ha
prestado un punto de apoyo dialéctico para rechazar las leyes o los actos
arbitrarios de aquél; en nombre del derecho natural o de los derechos del hombre
se señalan al gobernante los límites de su actividad y se denuncian como injustas
las trasgresiones de los mismos.

Aquí es cuando cobran importancia los conceptos de legalidad y legitimidad. El


primero de ellos alude a la conformidad de un acto con la normativa vigente, por lo
que resulta ser un concepto puramente formal. Tal adecuación al derecho positivo,
por ser sólo formal, no hace referencia alguna a la posible justicia o injusticia del
acto en cuestión, es decir, carece de un carácter valorativo. La valoración aparece
una vez que se vincula al derecho natural, de la que se desprenderá la calificación
de justo o injusto, donde aparece la noción de legitimidad, que consiste en la
conformidad del comportamiento con las normas superiores del derecho natural.
Un acto del poder, por consiguiente, podrá ser legal en cuanto se acomode
formalmente a lo establecido en las normas positivas que regulen la actividad de
aquél, pero carece de legitimidad, cuando atente contra los preceptos naturales,
los cuales ya gozan de aceptación por la colectividad. Y, a la inversa, la
resistencia frente a ese repetido acto en nombre del derecho natural será, sin
duda, una conducta carente de legalidad, pero netamente legítima, por eso, toda
revolución, en tanto abierta resistencia al orden jurídico establecido, tiene que
colocarse necesariamente en la ilegalidad, aunque, si está justificada, poseerá
legitimidad.
³Aparte de lo justo natural existe también lo justo legal. Este tipo de cosas justas
puede revestir formas muy diferentes. A veces se trata de una ley, ya sea general
o particular, mientras otras se refieren a una sentencia dada por un juez para
resolver un caso´13. Como se observa en el párrafo citado, la legalidad siempre

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13
GARCIA HUIDOBRO, Joaquín. Filosofía y Retórica del Iusnaturalismo. Instituto de Investigaciones
Jurídicas. Mexico.2002. Pág. 96
responde al seguimiento de la formalidad, mas no al respaldo que la ley halle en la
sociedad.

En resumen, podemos decir que una ley goza de legalidad cuando ha cumplido el
iter legislativo para su creación, y será legítima, en tanto dicha ley responda a las
convicciones de lo justo por la sociedad, es decir, que la ley tenga un respaldo
social, partiendo de que el derecho natural es una emanación de la naturaleza
humana, que buscará el establecimiento de normas que ayuden a lograr la
convivencia pacífica de los seres humanos, podemos decir que las normas del
derecho natural, deben gozar de legitimidad.

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Planteamos, como se desprende del trabajo de investigación, que el derecho
natural y el derecho positivo no son incompatibles, pues coexisten, bajo la óptica
de la concepción dualista a la cual nos adherimos:
Esta unidad entre el Derecho natural y el Derecho positivo se puede justificar en
tres razones:

1. El Derecho natural es la base del derecho positivo, y entre ambos existe una
unidad de derivación. Esto es así porque la ley positiva se genera a partir de la ley
natural.
2. La potestad de dar normas positivas es de origen natural, pues del Derecho
natural derivan el poder social y la capacidad de compromiso y de pacto.
3. Las relaciones jurídicas básicas y fundamentales, de las que las demás son
derivación, complemento o forma histórica, son naturales.

Pero no bastan las tres razones esbozadas para sustentar la coexistencia de


ambos ordenamientos. El Derecho natural requiere ser conocido para que esté
integrado en el sistema jurídico aplicable en cada momento histórico. Si bien es
cierto que, al existir la persona humana, el derecho natural es un derecho válido,
también lo es que en la medida en la que unos factores de derecho natural no
sean conocidos, no podrán estar integrados en el sistema jurídico antes
mencionado. Por ello requiere del derecho positivo para su concreción y tenga una
vigencia en el ordenamiento jurídico. Para ello se precisa de ciertas formalidades
para dotarlos de eficacia, en sí mismos y en relación con los demás. Esto es, el
derecho natural, una vez positivizado, debe ser integrado por la formalización
mediante normas por las cuales se complete y se establezcan los mecanismos
que garanticen su aplicación. Sin esta formalización el derecho natural sólo está
imperfectamente integrado en el sistema jurídico, al quedar condicionada su
efectiva fuerza social a la buena voluntad y al sentido de justicia de quienes deben
cumplirlo y aplicarlo.

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