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TRAMOS

de lluvia

COLECCIÓN POESÍA VENEZOLANA


BREVES

República Bolivariana de Venezuela, Gobierno Bolivariano


TRAMOS
de lluvia

Arnaldo Jiménez

República Bolivariana de Venezuela, Gobierno Bolivariano


© Arnaldo Jiménez
© Fundación Editorial el perro y la rana, 2007
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Edición al cuidado de: Dannybal Reyes


Diseño de portada: Emilio Gómez
Diagramación: Jenny Blanco
Corrección: Yanuva León
Fotografía: Carlos Duque

Hecho el Depósito de Ley


N° lf40220078003715
Tramos de lluvia
ISBN 978-980-396-671-3
a mi madre Milka Lucina.
y a mi hermana Magaly Jiménez
9

su ausencia se cocina
en el fuego manso
de las hornillas de la casa
y el sabor de los días
que pertenecen a las
migajas del pan
conjugan
este devenir de harina
en nuestros cuerpos

mi alma es atraída
por los restos de la convivencia
10

sobre el lomo del alma


se llevan los asuntos
que no se han perdido
una dolencia de luz
esta sala
un abrevadero de confesiones
poco a poco
la vida se va poniendo sola
pero da la impresión
de que siempre está
comenzando a llover
y la familia se queda adentro
espantando la repentina
oscuridad de la casa
11

el arroz se inflama
cuando su alma se acomoda
en los vacíos de la paila

adereza la ensalada
con el sabor de los gestos

ese cariño
también es blando
y no queda tapado en la mesa
12

abre el fondo de los ojos


y suelta allí los asuntos
que quedaron intactos
después que pasó
el mal tiempo

fríe las tajadas

y en el ánimo se le estira
una vieja carretera
por donde
regresan sus muertos
13

y pasa las manos


envueltas en el trapo
del presente
evitando que
se acumulen
más preguntas
en las ventanas
14

los padrenuestros suceden


las acacias
el monte de la lluvia
crece sobre
un nombre estropeado
pasos de ir pasos de llegar
muchas miradas de pájaros

mi abuela duerme
15

coloca las flores a los santos


y se disculpa
por el tiempo
que tiene sin ir a misa
luego prende
una velita
y pide por el bien
de nosotros
que así sea señor
que así sea
16

se está pendiente
de los niveles de silencio
en la sangre
y que en las manos
permanezcan
los sitios de las cosas
a veces el tiempo no pasa
se comprende que un
pedazo de infancia
aún naufrague
en la claridad de los gallos
17

su vejez ilumina
la ternura de los ojos
uno se acerca
y hay un río que suena
sobre el pecho
que lo sostiene
una familia lavando sus ropas
y un monte muy verde
donde se acuesta el sol
y no hay espacio
para la sombra
18

el corazón de tu voz
palpita en la cocina
donde ha pasado
gran parte de su vida
entre el llanto que provoca
tanta cebolla masticada
y el sabor del cilantro
sobre la nata
espesa de tu destino
19

ella estaba sentada


hacia un extremo del cuarto
la claridad durmiente
de la tarde
colada por los orificios
de los bloques
iluminaba su boca
20

la vida de las fotos


comenzó
en su memoria
con ese silencio

sentada bajo
el tamarindo

sin advertir el fulgor


del sol
en el plumaje de las gallinas
21

ella esperó
con eso partido
en los ojos

hasta que apareció


una distancia

y mi padre quedó oscuro


muy oscuro
en la humareda
de otro puerto
22

el asma
era un cangrejo
alumbrando
sobre la piedra
de la noche
23

sólo inquilinos de puertos


hemos sido

pasajeros de puertas
estirando las manos
hacia el vacío de las salas

el amor también posee


una terca
costumbre de barco
24

se lava la cara
y la casa no despierta
abre la ventana
para botar
los malos pensamientos
poco antes de amanecer
se acuesta
cierra los ojos
y yo dejo que me engañe
25

y el recuerdo que aún acumula


polillas de nostalgia
tendrá el mismo destino
de las cosas
que se han tragado
las mudanzas
26

hasta cuándo nos ensuciaremos


con oraciones
para tapar las desgracias
dentro de este techo
seamos francos
junto a las sillas
que reúnen las ofensas
para que el amor
regrese a la bendición
27

había un pueblo junto al mar


un padre echando las chalanas
por lo prohibido
no hay perdón ni final feliz
doblar las cartas los deseos
meterlos en la bolsa
ahí comenzaron las fotos
a juntar sus vidas
28

se bebió el hogar
como una hostia
y la disnea
que le había
desencantado la voz
se disolvió
en la cocina
picoteada
por el aire de los aliños
29

la claridad alcanza
el aspecto
de ese baúl
encerrado
en su quietud
las ropas se cansan
de nuestra
intemperie
dejamos de creer
y nos seguimos
llenando de sucio
30

entran a beber noches


donde los santos
no sienten las pisadas
suenan sus alientos
en los retratos
pesados en nuestros
recuerdos
como si aún cargáramos
las urnas
31

las escobas danzan


sobre el desgaste
y barren el daño
que ese oscuro
de nostalgia
va fermentando
dentro de las fechas
32

allí andas
mariposa plateada
interrumpiendo
la quietud de los objetos
solicitando el sosiego
a la bondad de los guarapos
tanto peligro
tanto asomo de voz
ya se sienten los cascos del día
alejar su galope
desde mi cuarto escucho
la búsqueda del ruido
la muerte ajena
en el movimiento oscuro
de tu miedo
33

nuestras cosas
aún después
de la muerte
siguen empolvándose
como un amor
antes
no hay camino
ni descanso
en el agua de beber
34

disfrazaba los días


con pastillas
de los brazos dorados en las calles
llegaba el pan
sobre la mesa
se iba temprano
apenas me daba cuenta
si había ruido de lluvia
de regreso
el muñeco inesperado
dentro del bolso
callaba el milagro
de los remedios
35

duele la espalda
demasiada terquedad
duele la boca
resignada a botar
la música
de su ternura
36

continúa el vaivén de la vida


la lámpara sabe qué hacer
con el ofrecimiento de ese rostro
el día se está gastando
repitiendo el dibujo de ayer
ella se queda viendo
algo perdido
más allá de las matas
37

los desagües del destino


bañan sus pies
se demarca
la impronta de la paciencia
los cayos que provocaron
las malas noticias
las chancletas resguardan
los rostros de un dios altivo
que suena por el presente
como una lagartija
entre las hojas secas
38

los pisos purifican


el desvelo
encendido
dentro de las venas
aún pasa de un tramo
a otro de la vida
con toda la sed
que produce
la cercanía del pasado
39

la resaca del tiempo


le devuelve
los rastros
que ha
dejado la enfermedad
ese pez
envejecido
en el terco
oleaje de los mecedores
40

los remedios no pueden


el hospital es un lamento
abrázala
ella te pone muchas isoras
ella te alumbra con los ojitos
arráncale la tos y haz
que regrese
con una melodía nueva
en su respiración
ayúdala a beber otra sed
a guardar en la voz
un perfume supremo
San Cipriano
que la salud
es un pájaro resplandeciente
que atraviesa
sus sueños
y se aleja
41

arruma las manchas


de luz
que va soltando
y da vueltas
ordenando las cortezas
más allá
se extienden
los bordes
de los desgastes vividos
42

la mirada bondadosa del padre


está detenida en la infancia
una traza amarilla
traspasó el cristal
y comienza a comerse el cabello
ya la menor es
más vieja que él
y tiene la misma enfermedad
fue que el mar
se le metió en el pecho
y le dejó ahí la música
de su indecisión
ella se sienta
y le habla con bendiciones
mientras quita el polvillo
que le opaca el silencio
43

está llena de mudanzas


la madurez atrapada
donde ella ha permanecido
una hoja se deshace
con los años
y la reconocemos
44

pasa el jabón pleno de las manos


por dentro de mi aspecto
restriega hacia abajo
los tonos amarillos
de este viejo silencio
y el agua de su consuelo
empieza a sonar
en la terquedad
de mis manchas
45

y un día llovió mucho


cayeron los listones
crecieron los matojos
en el fondo de las manos
se establecieron
otras huellas
46

la noche
sigue oscura
en el pasillo
sólo brilla
el alcoholado
que se consume
en su frente
47

recuerda el oleaje
que dejaba la lancha
cuando se iba
con los hombres
de la casa
y el mediodía era un pez
buscando el mar
en la sed de la familia
48

la espalda asimiló
la curva declinada
de los días
una colina verde
por donde
se van rodando
los juegos
de mi niñez
49

ella vive en el fondo de la casa


donde el lento cambio
de las paredes
y la impaciencia de las rejas
frente a la cabellera
del azahar
no han podido carcomer
el recuerdo
de su madre
otra manera de llorar
la lleva limpiando los corotos
50

cocinó con leñas alguna vez


y ahora se notan sus brazas
las cenizas
como caminos de venas
donde se extravía lo vivido
blanqueó ropas con almidón
y ahora se notan las arrugas
desenvueltas
en preguntas y ganancias
historias
que han botado los hospitales
batas raídas de sus pausas
51

algo siempre brilla


en la sombra
de la gaveta
un deseo
que no se cumple
una bolsita con rastros
de otro siglo
índice

su ausencia se cocina 9
sobre el lomo del alma 10
el arroz se inflama 11
abre el fondo de los ojos 12
y pasa las manos 13
los padrenuestros suceden 14
coloca las flores a los santos 15
se está pendiente 16
su vejez ilumina 17
el corazón de tu voz 18
ella estaba sentada 19
la vida de las fotos 20
ella esperó 21
el asma 22
sólo inquilinos de puertos 23
se lava la cara 24
y el recuerdo que aún acumula 25
hasta cuándo nos ensuciaremos 26
había un pueblo junto al mar 27
se bebió el hogar 28
la claridad alcanza 29
entran a beber noches 30
las escobas danzan 31
allí andas 32
nuestras cosas 33
disfrazaba los días 34
duele la espalda 35
continúa el vaivén de la vida 36
los desagües del destino 37
los pisos purifican 38
la resaca del tiempo 39
los remedios no pueden 40
arruma las manchas 41
la mirada bondadosa del padre 42
está llena de mudanzas 43
pasa el jabón pleno de las manos 44
y un día llovió mucho 45
la noche 46
recuerda el oleaje 47
la espalda asimiló 48
ella vive en el fondo de la casa 49
cocinó con leñas alguna vez 50
algo siempre brilla 51
Este libro de la colección
Poesía venezolana
se terminó de imprimir en la
Fundación Imprenta Ministerio de la Cultura,
en Caracas durante el mes de octubre de 2007.
La edición consta de 3.000 ejemplares.

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