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de lluvia
Arnaldo Jiménez
su ausencia se cocina
en el fuego manso
de las hornillas de la casa
y el sabor de los días
que pertenecen a las
migajas del pan
conjugan
este devenir de harina
en nuestros cuerpos
mi alma es atraída
por los restos de la convivencia
10
el arroz se inflama
cuando su alma se acomoda
en los vacíos de la paila
adereza la ensalada
con el sabor de los gestos
ese cariño
también es blando
y no queda tapado en la mesa
12
y en el ánimo se le estira
una vieja carretera
por donde
regresan sus muertos
13
mi abuela duerme
15
se está pendiente
de los niveles de silencio
en la sangre
y que en las manos
permanezcan
los sitios de las cosas
a veces el tiempo no pasa
se comprende que un
pedazo de infancia
aún naufrague
en la claridad de los gallos
17
su vejez ilumina
la ternura de los ojos
uno se acerca
y hay un río que suena
sobre el pecho
que lo sostiene
una familia lavando sus ropas
y un monte muy verde
donde se acuesta el sol
y no hay espacio
para la sombra
18
el corazón de tu voz
palpita en la cocina
donde ha pasado
gran parte de su vida
entre el llanto que provoca
tanta cebolla masticada
y el sabor del cilantro
sobre la nata
espesa de tu destino
19
sentada bajo
el tamarindo
ella esperó
con eso partido
en los ojos
el asma
era un cangrejo
alumbrando
sobre la piedra
de la noche
23
pasajeros de puertas
estirando las manos
hacia el vacío de las salas
se lava la cara
y la casa no despierta
abre la ventana
para botar
los malos pensamientos
poco antes de amanecer
se acuesta
cierra los ojos
y yo dejo que me engañe
25
se bebió el hogar
como una hostia
y la disnea
que le había
desencantado la voz
se disolvió
en la cocina
picoteada
por el aire de los aliños
29
la claridad alcanza
el aspecto
de ese baúl
encerrado
en su quietud
las ropas se cansan
de nuestra
intemperie
dejamos de creer
y nos seguimos
llenando de sucio
30
allí andas
mariposa plateada
interrumpiendo
la quietud de los objetos
solicitando el sosiego
a la bondad de los guarapos
tanto peligro
tanto asomo de voz
ya se sienten los cascos del día
alejar su galope
desde mi cuarto escucho
la búsqueda del ruido
la muerte ajena
en el movimiento oscuro
de tu miedo
33
nuestras cosas
aún después
de la muerte
siguen empolvándose
como un amor
antes
no hay camino
ni descanso
en el agua de beber
34
duele la espalda
demasiada terquedad
duele la boca
resignada a botar
la música
de su ternura
36
la noche
sigue oscura
en el pasillo
sólo brilla
el alcoholado
que se consume
en su frente
47
recuerda el oleaje
que dejaba la lancha
cuando se iba
con los hombres
de la casa
y el mediodía era un pez
buscando el mar
en la sed de la familia
48
la espalda asimiló
la curva declinada
de los días
una colina verde
por donde
se van rodando
los juegos
de mi niñez
49
su ausencia se cocina 9
sobre el lomo del alma 10
el arroz se inflama 11
abre el fondo de los ojos 12
y pasa las manos 13
los padrenuestros suceden 14
coloca las flores a los santos 15
se está pendiente 16
su vejez ilumina 17
el corazón de tu voz 18
ella estaba sentada 19
la vida de las fotos 20
ella esperó 21
el asma 22
sólo inquilinos de puertos 23
se lava la cara 24
y el recuerdo que aún acumula 25
hasta cuándo nos ensuciaremos 26
había un pueblo junto al mar 27
se bebió el hogar 28
la claridad alcanza 29
entran a beber noches 30
las escobas danzan 31
allí andas 32
nuestras cosas 33
disfrazaba los días 34
duele la espalda 35
continúa el vaivén de la vida 36
los desagües del destino 37
los pisos purifican 38
la resaca del tiempo 39
los remedios no pueden 40
arruma las manchas 41
la mirada bondadosa del padre 42
está llena de mudanzas 43
pasa el jabón pleno de las manos 44
y un día llovió mucho 45
la noche 46
recuerda el oleaje 47
la espalda asimiló 48
ella vive en el fondo de la casa 49
cocinó con leñas alguna vez 50
algo siempre brilla 51
Este libro de la colección
Poesía venezolana
se terminó de imprimir en la
Fundación Imprenta Ministerio de la Cultura,
en Caracas durante el mes de octubre de 2007.
La edición consta de 3.000 ejemplares.