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Existe en una empresa de cuyo nombre no quiero acordarme, un vendedor que a base de mucho
esfuerzo logró transformarse en el que mayor volumen de ventas vendía. Con el correr del tiempo fue
solidificando su posición dentro de la empresa y al ver que esta crecía de año en año se atrevió a pedir
un reconocimiento que inmediatamente le fue otorgado.
Con el tiempo sus exigencias se fueron haciendo cada vez más intransigentes hasta que debió recurrir a
la amenaza para intentar lograr un "reconocimiento extra" como lo llamaba y que a estas alturas
consideraba un derecho.
Tanto fue el cántaro al agua, que al final se rompió; así nuestro vendedor de marras se encontró en la
oficina del gerente de la competencia ofreciendo sus servicios con " cartera de clientes ". Siempre
consideró que sus clientes eran su propiedad privada y su capital y por tanto era su arma poderosa en
esta negociación.
El gerente en cuestión accedió a revisar la cartera de clientes antes de decidirse a contratarlo, y aunque
tenía antecedentes de lo buen vendedor que era nuestro héroe, quería cerciorarse de algunos detalles.
- Como Ud., comprenderá, sería injusto quitarle a mis vendedores la atención de clientes que por años
han estado atendiendo para dárselos a Ud., que viene recién llegando. Entiendo que en su empresa
anterior tuviera derecho a atenderlos pero en esta empresa los derechos pertenecen a quienes por años
han trabajado con ellos.
Solo se le permitiría conservar los clientes que a la sazón no estaban siendo cubiertos por los
vendedores de la nueva empresa; nuestro vendedor comprendió que ello equivalía a empezar de nuevo:
su soberbia lo había enceguecido hasta el punto de haberlo perdido todo.
La razón por la cuál algunas cosas se repiten por generaciones es porque siempre hay alguien que cree
que se le ocurrió a él.
Si alguna de estas líneas le ha sacado una sonrisa, simplemente huelgan más palabras.