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Universidad de Buenos Aires Instituto de Estudios de

Facultad de Ciencias Sociales América Latina y el Caribe

OBSERVATORIO LATINOAMERICANO 3

DOSSIER GUATEMALA
Buenos Aires, agosto 2010
OBSERVATORIO LATINOAMERICANO

Observatorio Latinoamericano es una colección de trabajos que, bajo la forma de dossier,


publica el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC), de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Buenos Aires, con el objetivo de ofrecer a todos los interesados en
conocer más y mejor a América Latina, información y opiniones sobre la región y cada uno de
sus países, sea para fines docentes, de investigación o de mero deseo de ampliar la capacidad
de comprensión de realidades complejas, usualmente no tratadas o insuficientemente tratadas
por los medios de comunicación comerciales.
Observatorio Latinoamericano reproduce material generado por académicos y periodistas
latinoamericanistas de distintos países y orientaciones. Iniciamos la colección con textos
publicados en medios de comunicación alternativos, que cubren lo que la prensa comercial
suele ocultar, aunque aspiramos a ir incorporando crecientemente los trabajos de nuestros
propios investigadores e investigadoras. En todos los casos se consignan los créditos y
reconocimientos correspondientes. Crecientemente iremos incorporando producción propia, es
decir, de los investigadores del IEALC y de los tesistas y becarios que investigan sobre América
Latina con sede en él.
Observatorio Latinoamericano es una publicación electrónica, de acceso, distribución y
descarga gratuitos. Los textos pueden reproducirse libremente, pero en todos los casos se
indicará la fuente, particularmente la original en los casos en que así corresponda, es decir, en el
de textos publicados inicialmente en otra publicación, sea ella en soporte digital o papel.
El dossier Guatemala ha sido realizado bajo la coordinación de la Doctora Julieta Rostica.

Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe


Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
Marcelo T. de Alvear 2230, C1122AAJ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
www.iealc.fsoc.uba.ar - iealc@mail.fsoc.uba.ar

Director: Waldo Ansaldi


Comité Académico: Hugo Calello, Rubén Dri, Eduardo Grüner, Mario Toer (titulares),
Héctor Angélico, Atilio Borón (suplentes)
Secretaría: Lic. Silvia Demirdjian, Lic. Juan Diez

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JULIETA CARLA ROSTICA es Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos
Aires –UBA- (2002), Magíster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Autónoma de
Madrid y Doctora mención Ciencias Sociales y Humanas por la Universidad Nacional de
Quilmes. Fue becaria categoría estímulo de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la
Universidad de Buenos Aires (2000-2001), becaria de la Fundación Carolina –España- (2007-
2008) y becaria de postgrado tipo I (2005-2010) del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Actualmente es becaria Postdoctoral (2010-2012) del
mismo Consejo bajo la dirección de la Dra. Patricia Funes y Ayudante Primera de las materias
Historia Social Latinoamericana (desde 2003) y Taller de Sociología Histórica (desde 2009) de
la Carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. También coordina, junto a Esteban De Gori, el
Grupo de Estudios de Centroamérica del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe –IEALC- (Facultad de
Ciencias Sociales, UBA).
Fue auxiliar de investigación en los proyectos UBACyT Nación, ciudadanía y derechos humanos en los países
del Mercosur (2001-2004), Los sonidos del silencio. Dictaduras y resistencias en América Latina, 1964- 1989 (2004-
2007) y actualmente lo es en Las condiciones socio históricas de la democracia y la dictadura en América Latina
1954-2010 (2008-2010) dirigidos por el Dr. Waldo Ansaldi y co-dirigidos por la Dra. Patricia Funes. También
investiga en el marco del Proyecto de Investigación Plurianual financiado por CONICET Condiciones socio históricas
de la violencia política en América Latina 1954-1989 (2010-2012), dirigido por el Dr. Waldo Ansaldi con sede en el
IEALC.
Sus últimas publicaciones son: “Dictaduras y democracias en Guatemala. La cuestión étnica en los discursos
de la dominación y de la resistencia”, en Cecilia Macon y Laura Cucchi compiladoras, Mapas de la transición,
Buenos Aires, Editorial Ladosur, 2010; “Interpretaciones de la historia reciente y memoria colectiva. Guatemala y el
proceso de democratización”, en Daniel Feierstein coordinador, Terrorismo de Estado y Genocidio en América
Latina, Prometeo, Buenos Aires, 2009; “La Guatemala Revolucionaria”, e-l@tina (Revista electrónica de estudios
latinoamericanos) Volumen 5, Nº 17, octubre–diciembre de 2007; “Las organizaciones mayas de Guatemala y el
diálogo intercultural”, Revista Política y Cultura, Nº 27, Departamento de Política y Cultura, Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco, México D. F., primavera 2007; “Guatemala después del genocidio”, Revista
Puentes, Nº 21, Año 7, Centro de Estudios por la Memoria, La Plata, Agosto 2007. Es autora de “La dictadura militar
en Guatemala (1982-1985)”, en Waldo Ansaldi, coordinador, Los Sonidos del silencio: Resistencias y Dictaduras en
América Latina 1964 – 1989, (en prensa).

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CONTENIDO

Mapa político de Guatemala, por Comisión para el Esclarecimiento Histórico 5


Mapa de lenguas mayas de Guatemala, por Academia de Lenguas Mayas de Guatemala 6

Guatemala, Miguel Ángel Asturias 7

Introducción, Julieta Rostica 11

Del pasado reciente 15


El genocidio: la máxima expresión de racismo en Guatemala. Una interpretación
histórica y una reflexión, Marta Casaús Arzú 16
El pueblo Ixil y el genocidio, Rodrigo Salvadó 38
An approximation towards understanding violence perpetrated during de internal
armed conflict, Roddy Brett 44
Un futuro luminoso, Yolanda Aguilar Urízar 50
Del dolor profundo a la recuperación de la alegría: experiencias de sanación en
situaciones post-traumáticas, Yolanda Aguilar Urízar 53
Recuperando la alegría para hacer duelos: experiencias desde la terapia de reencuentro
en Guatemala, Yolanda Aguilar Urízar 56
Rompecabezas…Rompe Cabezas…, Marisa Alonso, Laura Davis y Marisa Protasowicky 59

De la estructura social y la acción colectiva 63


La finca: un modelo sobre el que se estructura el propio Estado de Guatemala, Gustavo
Palma Murga y Juan Pablo Gómez 64
Desafiando al patriarcado desde las luchas campesinas, Ana López Molina 70
Acción política indígena, neoliberalismo y democratización en Guatemala, Edgar Esquit 77

Problemas de la democracia 86
Claroscuros de la democracia en Guatemala, Julieta Rostica 87
Guatemala ¿es aún posible?, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –
Guatemala 93
La economía no observada: una aproximación al caso de Guatemala, Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo - Guatemala 101
Centroamérica: Estado, crimen y ciudadanía, Martín Rodríguez Pellecer 123
Resilente contra la impunidad, Martín Rodríguez Pellecer 131
El ornitorrinco de la CICIG, Martín Rodríguez Pellecer 133
Maras y medios. Una deconstrucción de discursos sobre las “maras” en Guatemala,
Laura Sala, Miguel Leone y Valeria Saponara Spinetta 136
Algunos argumentos en contra de la propuesta de reforma constitucional de la
Asociación Pro-reforma, presentada al Honorable Congreso de la República de
Guatemala, Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala 144

Recordatorio 152
“Levantar a los pobres… eso es comunismo”: María Vilanova de Arbenz (1915-2009),
Roberto García Ferreira 153

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MAPA POLITICO DE GUATEMALA

DE LA COMISIÓN PARA EL ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO


Superficie: 108.890 km2
Moneda: quetzal

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MAPA DE LENGUAS MAYAS DE GUATEMALA

K’ULB’IL YOL TWITZ PAXIL


El idioma oficial es el DE LA ACADEMIA DE LENGUAS MAYAS DE GUATEMALA
castellano.. Se hablan 23
lenguas no oficiales. Además
de las que hablan Garifunas y
Xincas, 21 son Mayas.

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GUATEMALA

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS *

La carreta llega al pueblo rodando un paso hoy y otro mañana. En el apeadero, donde se
encuentran la calle y el camino, está la primera tienda. Sus dueños son viejos, tienen güegüecho1, han
visto espantos, andarines y aparecidos, cuentan milagros y cierran la puerta cuando pasan los
húngaros: esos que roban niños, comen caballo, hablan con el diablo y huyen de Dios. La calle se
hunde como la hoja de una espada quebrada en el puño de la plaza. La plaza no es grande. La
estrecha el marco de sus portales viejos, muy nobles y muy viejos. Las familias principales viven en
ella y en las calles contiguas, tienen amistad con el obispo y el alcalde y no se relacionan con los
artesanos, salvo, el día del apóstol Santiago, cuando, por sabido se calla, las señoritas sirven el
chocolate de los pobres en el Palacio Episcopal.
En verano, la arboleda se borra entre las bojas amarillas, los paisajes aparecen desnudos, con
claridad de vino viejo, y en invierno, el río crece y se lleva el puente.
Como se cuenta en las historias que ahora nadie cree —ni las abuelas ni los niños—, esta
ciudad fue construida sobre ciudades enterradas en el centro de América. Para unir las piedras de sus
muros la mezcla se amasó con leche. Para señalar su primera huella se enterraron envoltorios de tres
dieces de plumas y tres dieces de cañutos de oro en polvo junto a la yerba-mala, atestigua un recio
cronicón de linajes; en un palo podrido, saben otros, o bien bajo rimeros de leña o en la montaña de
la que surgen fuentes.
Existe la creencia de que los árboles respiran el aliento de las personas que habitan las ciudades
enterradas, y por eso, costumbre legendaria y familiar, a su sombra se aconsejan los que tienen que
resolver casos de conciencia, los enamorados alivian su pena, se orientan los romeros perdidos del
camino y reciben inspiración los poetas.
Los árboles hechizan la ciudad entera. La tela delgadísima del sueño se puebla de sombras que
la hacen temblar. Ronda por Casa-Mata la Tatuana. El Sombrerón recorre los portales de un extremo
a otro; salta, rueda, es Satanás de hule. Y asoma por las vegas el Cadejo, que roba mozas de trenzas
largas y hace ñudos en las crines de los caballos. Empero, ni una pestaña se mueve en el fondo de la
ciudad dormida, ni nada pasa realmente en la carne de las cosas sensibles.
El aliento de los árboles aleja las montañas, donde el camino ondula como hilo de humo.
Oscurece, sobrenadan naranjas, se percibe el menor eco, tan honda repercusión tiene en el paisaje
dormido una hoja que cae o un pájaro que canta, y despierta en el alma el Cuco de los Sueños.
El Cuco de los Sueños hace ver una ciudad muy grande —pensamiento claro que todos
llevamos dentro—, cien veces más grande que esta ciudad de casas pintaditas en medio de la Rosca
de San Blas. Es una ciudad formada de ciudades enterradas, superpuestas, como los pisos de una casa
de altos. Piso sobre piso. Ciudad sobre ciudad. ¡Libro de estampas viejas, empastado en piedra con
páginas de oro de Indias, de pergaminos españoles y de papel republicano! ¡Cofre que encierra las
figuras heladas de una quimera muerta, el oro de las minas y el tesoro de los cabellos blancos de la
luna guardados en sortijas de plata! Dentro de esta ciudad de altos se conservan intactas las ciudades
antiguas. Por las escaleras suben imágenes de sueño sin dejar huella, sin hacer ruido. De puerta en
puerta van cambiando los siglos. En la luz de las ventanas parpadean las sombras. Los fantasmas son
las palabras de la eternidad. El Cuco de los Sueños va hilando los cuentos.
En la ciudad de Palenque, sobre el cielo juvenil, se recortan las terrazas bañadas por el sol,
simétricas, sólidas y simples, y sobre los bajorrelieves de los muros, poco cincelados a pesar de su

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talladura, los pinos delinean sus figuras ingenuas. Dos princesas juegan alrededor de una jaula de
burriones2, y un viejo de barba niquelada sigue la estrella tutelar diciendo augurios. Las princesas
juegan. Los burriones vuelan. El viejo predice. Y como en los cuentos, tres días duran los burriones,
tres días duran las princesas.
En la ciudad de Copán, el Rey pasea sus venados de piel de plata por los jardines de Palacio.
Adorna el real hombro la enjoyada pluma del nahual. Lleva en el pecho conchas de embrujar, tejidas
sobre hilos de oro. Guardan sus antebrazos brazaletes de caña tan pulida que puede competir con el
marfil más fino. Y en la frente lleva suelta, insigne pluma de garza. En el crepúsculo romántico, el
Rey fuma tabaco en una caña de bambú. Los árboles de madre-cacao dejan caer las hojas. Una lluvia
de corazones es bastante tributo para tan gran señor. El Rey está enamorado y malo de bubas, la
enfermedad del sol.
Es el tiempo viejo de las horas viejas. El Cuco de los Sueños va hilando los cuentos. La
arquitectura pesada y suntuosa de Quiriguá hace pensar en las ciudades orientales. El aire tropical
deshoja la felicidad indefinible de los besos de amor. Bálsamos que desmayan. Bocas húmedas,
anchas y calientes. Aguas tibias donde duermen los lagartos sobre las hembras vírgenes. ¡El trópico
es el sexo de la tierra!
En la ciudad de Quiriguá, a la puerta del templo, esperan mujeres que llevan en las orejas
perlas de ámbar. El tatuaje dejo libres sus pechos. Hombres pintados de rojo, cuya nariz adorna un
raro arete de obsidiana. Y doncellas teñidas con agua de barro sin quemar, que simboliza la virtud de
la gracia.
El Sacerdote llega; la multitud se aparta. El sacerdote llama a la puerta del templo con su dedo
de oro; la multitud se inclina. La multitud lame la tierra para bendecirla. El sacerdote sacrifica siete
palomas blancas. Por las pestañas de las vírgenes pasan vuelos de agonía, y la sangre que salpica el
cuchillo de chay3 del sacrificio, que tiene la forma del Árbol de la Vida, nimba la testa de los dioses,
indiferentes y sagrados. Algo vehemente trasciende de las manos de una reina muerta que en el
sarcófago parece estar dormida. Los braseros de piedra rasgan nubes de humo olorosas a anís
silvestre, y la música de las flautas hace pensar en Dios. El sol peina la llovizna de la mañana
primaveral afuera, sobre el verdor del bosque y el amarillo sazón de los maizales.
En la ciudad de Tikal, palacios, templos y mansiones están deshabitados. Trescientos guerreros
la abandonaron, seguidos de sus familias. Ayer mañana, a la puerta del laberinto, nanas e iluminados
contaban todavía las leyendas del pueblo. La ciudad alejóse por las calles cantando. Mujeres que
mecían el cántaro con la cadera llena. Mercaderes que contaban semillas de cacao sobre cueros de
puma. Favoritas que enhebraban en hilos de pita, más blanca que la luna, los chalchihuitls que sus
amantes tallaban para ellas a la caída del sol. Se clausuraron las puertas de un tesoro encantado. Se
extinguió la llama de los templos. Todo está como estaba. Por las calles desiertas vagan sombras
perdidas y fantasmas con los ojos vacíos.
¡Ciudades sonoras como mares abiertos!
A sus pies de piedra, bajo la vestidura ancha, ceñida de leyendas, juega un pueblo niño a la
política, al comercio, a la guerra, señalándose en las eras de paz el aparecimiento de maestros-magos
que por ciudades y campos enseñan la fabricación de las telas, el valor del cero y las sazones del
sustento.
La memoria gana la escalera que conduce a las ciudades españolas. Escalera arriba se abren a
cada cierto espacio, en lo más estrecho del caracol, ventanas borradas en la sombra o pasillos
formados con el grosor del muro, como los que comunican a los coros en las iglesias católicas. Los
pasillos dejan ver otras ciudades. La memoria es una ciega que en los bultos va encontrando el
camino. Vamos subiendo la escalera de una ciudad de altos: Xibalbá, Tuláin, ciudades mitológicas,

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lejanas, arropadas en la niebla. Iximché, en cuyo blasón el águila cautiva corona el galibal de los
señores cakchiqueles. Utatlán, ciudad de señoríos. Y Atitlán, mirador engastado en una roca sobre un
lago azul. ¡La flor del maíz no fue más bella que la última mañana de estos reinos! El Cuco de los
Sueños va hilando los cuentos.
En la primera ciudad de los Conquistadores —gemela de la ciudad del Señor Santiago—, una
ilustre dama se inclina ante el esposo, más temido que amado. Su sonrisa entristece al Gran Capitán,
quien, sin pérdida de tiempo, le da un beso en los labios y parte para las Islas de la Especiería.
Evocación de un tapiz antiguo. Trece navíos aparejados en el golfo azul, bajo la luna de plata. Siete
ciudades de Cíbola construidas en las nubes de un país de oro. Dos caciques indios dormidos en el
viaje. No se alejan de las puertas de Palacio los ecos de las caballerías, cuando la noble dama ve o
sueña, presa de aturdimientos, que un dragón hace rodar a su esposo al silo de la muerte, ahogándola
a ella en las aguas oscuras de un río sin fondo.
Pasos de ciudad colonial. Por las calles arenosas, voces de clérigos que mascullan Ave-Marías,
y de caballeros y capitanes que disputan poniendo a Dios por testigo. Duerme un sereno arrebozado
en la capa. Sombras de purgatorio. Pestañeo de lámparas que arden en las hornacinas. Ruido de
alguna espuela castellana, de algún pájaro agorero, de algún reloj despierto.
En Antigua, la segunda ciudad de los Conquistadores, de horizonte limpio y viejo vestido
colonial, el espíritu religioso entristece el paisaje. En esta ciudad de iglesias se siente una gran
necesidad de pecar. Alguna puerta se abre dando paso al señor obispo, que viene seguido del señor
alcalde. Se habla a media voz. Se ve con los párpados caídos. La visión de la vida a través de los ojos
entreabiertos es clásica en las ciudades conventuales. Calles de huertos. Arquerías. Patios solariegos
donde hacen labor las fuentes claras. Grave metal de las campanas. ¡Ojalá se conserve esta ciudad
antigua bajo la cruz católica y la guarda fiel de sus volcanes! Luego, fiestas reales celebradas en
geniales días, y festivas pompas. Las señoras, en sillas de altos espaldares, se dejan saludar por
caballeros de bigote petulante y traje de negro y plata. Ésta une al pie breve la mirada lánguida.
Aquélla tiene los cabellos de seda. Un perfume desmaya el aliento de la que ahora conversa con un
señor de la Audiencia. La noche penetra... penetra... El obispo se retira, seguido de los bedeles. El
tesorero, gentil hombre y caballero de la orden de Montesa, relata la historia de los linajes. De los
veladores de vidrio cae la luz de las candelas entumecida y eclesiástica. La música es suave, bullente, y
la danza triste a compás de tres por cuatro. A intervalos se oye la voz del tesorero que comenta el
tratamiento de “Muy ilustre Señor” concedido al conde de la Gomera, capitán general del Reino, y el
eco de dos relojes viejos que cuentan el tiempo sin equivocarse. La noche penetra... penetra... El
Cuco de los Sueños va hilando los cuentos.
Estamos en el templo de San Francisco. Se alcanzan a ver la reja que cierra el altar de la Virgen
de Loreto, los pavimentos de azulejos de Génova, las colgaduras de Damasco, los tafetanes de
Granada y los terciopelos carmesí y de brocado. ¡Silencio! Aquí se han podrido más de tres obispos y
las ratas arrastran malos pensamientos. Por las altas ventanas entra furtivamente el oro de la luna.
Media luz. Las candelas sin llamas y la Virgen sin ojos en la sombra.
Una mujer llora delante de la Virgen. Su sollozo en un hilo va cortando el silencio. El hermano
Pedro de Betancourt viene a orar después de medianoche: dio pan a los hambrientos, asilo a los
huérfanos y alivio a los enfermos. Su paso es imperceptible. Anda como vuela una paloma.
Imperceptiblemente se acerca a la mujer que llora, le pregunta qué penas la aquejan, sin reparar
en que es la sombra de una mujer inconsolable, y la oye decir:
¡Lloro porque perdí a un hombre que amaba mucho; no era mi esposo, pero lo amaba mucho!
... ¡Perdón, hermano, esto es pecado!

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El religioso levantó los ojos para buscar los ojos de la Virgen, y..., ¡qué raro!, había crecido y
estaba más fuerte. De improviso sintió caer sobre sus hombros la capa aventurera, la espada ceñida a
su cintura, la bota a su pierna, la espuela a su talón, la pluma a su sombrero. Y comprendiéndolo
todo, porque era santo, sin decir palabra inclinóse ante la dama que seguía llorando...
¿Don Rodrigo?
Con el tino del loco que se propone atrapar su propia sombra, ella se puso en pie, recogió la
cola de su traje, llegóse a él y le cubrió de besos. ¡Era el mismo Don, Rodrigo! ... ¡Era el mismo Don
Rodrigo! ...
Dos sombras felices salen de la iglesia —amada y amante— y se pierden en la noche por las
calles de la ciudad, torcidas como las costillas del infierno.
Y a la mañana que sigue cuéntase que el hermano Pedro estaba en la capilla profundamente
dormido, más cerca que nunca de los brazos de Nuestra Señora.
El Cuco de los Sueños va hilando los cuentos. De los telares asciende un siseo de moscas
presas. Un razraz de escarabajo escapa de los rincones venerables donde los cronistas del rey, nuestro
señor, escriben de las cosas de Indias. Un lerolero de ranas se oye en los coros donde la voz de los
canónigos salmodia al crepúsculo. Palpitación de yunques, de campanas, de corazones...
Pasa Fray Payo Enríquez de Rivera. Lleva oculta, en la oscuridad de su sotana, la luz. La tarde
sucumbe rápidamente. Fray Payo llama a la puerta de una casa pequeña e introduce una imprenta.
Las primeras voces me vienen a despertar; estoy llegando. ¡Guatemala de la Asunción, tercera
ciudad de los Conquistadores! Ya son verdad las casitas blancas sorprendidas desde la montaña como
juguetes de nacimiento. Me llena de orgullo el gesto humano de sus muros —clérigos o soldados
vestidos por el tiempo—, me entristecen los balcones cerrados y me aniñan los zaguanes abuelos. Ya
son verdad las carreras de los rapaces que se persiguen por las calles y las voces de las niñas que
juegan a Andares:
—”¡Andares! ¡Andares!”
—”¿Qué te dijo Andares?”
—”¡Que me dejaras pasar!”
—¡Mi pueblo! ¡Mi pueblo, repito, para creer que estoy llegando! Su llanura feliz. La cabellera
espesa de sus selvas. Sus montañas inacabables que al redor de la ciudad forman la Rosca de
San Blas. Sus lagos. La boca y la espalda de sus cuarenta volcanes. El patrón Santiago. Mi casa
y las casas. La plaza y la iglesia. El puente. Los ranchos escondidos en las encrucijadas de las
calles arenosas. Las calles enredadas entre los cercos de yerba-mala y chichicaste. El río que
arrastra continuamente la pena de los sauces. Las flores de izote. —¡Mi pueblo! ¡Mi pueblo!

* “Guatemala”, en Leyendas de Guatemala, 1930. Miguel Ángel Asturias es guatemalteco. Fue nombrado
agregado cultural en la Argentina en 1947. Editorial Losada le publicó en 1948 El Señor Presidente y en 1949
Hombres de maíz, sus obras más conocidas. En 1950 se casó en Montevideo con Blanca Mora y Araujo. Si bien
en 1952 fue nombrado Ministro Consejero en París y en 1954 delegado de la 10ª Conferencia Interamericana
(que condenó al régimen de Jacobo Arbenz de comunista), a razón del golpe de estado de 1954 renunció al
puesto diplomático y se exilió en nuestro país hasta 1966. Desde entonces se instaló nuevamente en París para
recibir el premio Lenin de la paz ese mismo año y el premio Nobel de Literatura en 1967.

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INTRODUCCION

JULIETA ROSTICA

No es exagerado afirmar que Guatemala es una realidad desconocida e ignorada por la mayoría
de los investigadores pertenecientes al campo de las ciencias sociales y humanas, sino del cono sur al
menos de nuestro país. Las razones son muchas. Cuentan, entre otras, razones locales y fácticas,
como la ausencia de material bibliográfico. Pero esta es indisociable de la coyuntura histórica política
que afectó a la región centroamericana y en especial a Guatemala durante varias décadas. La
revolución social, la guerra civil, la dictadura y el genocidio limitaron la formación de profesionales
en ciencias sociales, la investigación y la producción científica. Instituciones académicas de la talla de
AVANCSO (Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala), ASIES (Asociación
de Investigación y Estudios Sociales), FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) o el
Instituto de Estudios Interétnicos de la Universidad de San Carlos, de donde proviene la mayor
producción académica, se fundaron e instalaron en Guatemala durante la transición hacia la
democracia electoral: en 1986, 1982-1988, 1987 y 1992 respectivamente. Sin embargo, esa
democracia no fue condición para la libertad de expresión, investigación y pensamiento.
En Guatemala la democracia electoral convivió con campañas genocidas, como las
desplegadas por el ejército en 1989 sobre los desplazados internos de la región Ixil. Consecuencia de
éstas fue el asesinato de la antropóloga Myrna Mack fundadora e investigadora de AVANCSO. No
hay que dejar de recordar que ella fue apuñalada 27 veces por un miembro del servicio militar de
información del Estado Mayor Presidencial el 11 de septiembre de 1990. Era la única experta en el
tema de los desplazados internos –que entre 1981 y 1983 fue de más del 17% de la población total
del país- exclusivo del ejército y estratégico de acuerdo a los planes de campaña.
Siguieron los años del proceso de paz (1994-1996) los cuales requirieron de las energías de
estas instituciones y de sus profesionales. Los Centros de Investigación, por ejemplo, fueron
convocados a formar parte de la Asamblea de la Sociedad Civil, instancia civil no vinculante creada
para el aval de los acuerdos bilaterales negociados entre la guerrilla y el ejército.
Inmediatamente también se iniciaron las investigaciones del Proyecto Interdiocesano de
Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) de la Oficina de Derechos Humanos del
Arzobispado de Guatemala (ODHAG) y de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH)
bajo auspicio de Naciones Unidas. Por mencionar sólo acerca de esta última, contó con el apoyo de
273 profesionales, cuya mitad fueron guatemaltecos y la otra mitad de 131 nacionalidades diferentes.
Estas instancias también tuvieron que padecer los efectos del terror. El paradigmático fue el
asesinato de Juan Gerardi al otro día de la presentación del Informe Guatemala: Nunca Más a los
miembros de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico. El era el obispo del Quiché y el
presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala cuando tuvo que cerrar la diócesis y todas las
iglesias del departamento y retirarse porque sus párrocos y catequistas estaban siendo asesinados por
el ejército en 1980. Fueron esos años los que lo llevaron a encabezar posteriormente la coordinación
general de la ODHAG y del proyecto REMHI.
Podríamos arriesgar que hace tan sólo diez años, desde la publicación del informe Guatemala:
Memoria del Silencio de la comisión de verdad auspiciada por Naciones Unidas, que las ciencias sociales
respiran allí un relativo aire de libertad. Pese a que Internet es un canal óptimo que garantiza una
amplia difusión, aún es poco el tiempo transcurrido para la asimilación de las características básicas
de este país distante para una buena interpretación y puesta comparativa.

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El presente Dossier tiene la intención de comenzar a llenar los vacíos existentes. Busca ofrecer
una relativa diversidad temática de los diferentes asuntos que atañen a Guatemala. Pero no sólo eso.
También busca hacer llegar a los lectores interesados producciones de investigadores guatemaltecos
de los centros de investigación así como de las organizaciones de derechos humanos más destacables,
miradas sobre Guatemala de investigadores extranjeros y algunas primeras propuestas de nuestro
país, especialmente de estudiantes y graduados recientes de la carrera de Sociología que forman parte
del Grupo de Estudios sobre Centroamérica, México y el Caribe que junto a Esteban De Gori
procuramos estimular.
El primer apartado titulado Del pasado reciente comienza ofreciendo un trabajo de Marta
Casaús Arzú, investigadora guatemalteca especialista en redes familiares y racismo quien, en este caso,
argumenta a favor de la tesis que indica que el racismo contribuyó a la ejecución de los actos de
genocidio en Guatemala. Este extenso y profundo trabajo sobre el racismo estructural permite
introducir al lector a la Guatemala de los años ochenta. Rodrigo Salvadó especifica ese genocidio en la
región Ixil, una de las más afectadas de Guatemala y sobre la cual la CEH afirmó la comisión de
actos de genocidio. En base a sus investigaciones como antropólogo forense, Salvadó enfatiza las
implicancias de la destrucción cultural que el concepto de genocidio no llega a expresar. El artículo
de Roddy Brett aborda al igual que Casaús Arzú la relación entre el racismo y el genocidio, esgrimiendo
que el mismo facilitó el tipo de violencia perpetrada. Sin embargo, su análisis se restringe a la década
en que se expresó ese tipo de violencia y extiende el análisis de la región Ixil a la del Ixcán. En
concreto, argumenta su hipótesis en función de cuatro aspectos: la creencia en la inferioridad de la
raza indígena, la naturalización de las características de una identidad negativa, la marginalización
institucional e infraestructural y la continuidad de políticas de asimilación y segregación. Las tres
ponencias de Yolanda Aguilar Urízar forman un complejo que permite desestabilizar algunas ideas. En
primer lugar, su testimonio permite romper un gran tabú, la violencia sexual cometida contra las
mujeres, inclusive, no indígenas. En segundo lugar, re-valoriza los procesos individuales e internos de
reparación o sanación, varias veces soslayados en la tendencia a demandar formas de reparación
social. La visibilización de este aspecto a la luz de un testimonio llama a cuestionar nuestras
sensibilidades sociológicas en relación al sufrimiento. ¿Cómo impulsar el cambio social sin incluirnos
en el cambio?, se pregunta Yolanda. Por último, enfatiza la necesidad de evitar la re-victimización de
las víctimas y promover la movilización social y política de las víctimas como una forma y camino de
sanación también individual. La última ponencia corresponde a Marisa Alonso, Laura Davis y Marisa
Protasowicki. Las autoras analizan la forma en que recuerda su historia de vida uno de los pocos
sobrevivientes de la masacre de las Dos Erres, una de las pocas masacres realizadas por el ejército en
la región oriente de Guatemala. Ellas muestran cómo el relato se construye desde la fragmentación y
desde la ruptura y la continuidad, para enfatizar la necesidad de que el testimonio pueda
comprenderse y abordarse desde esa complejidad. A nuestro juicio, con esta estrategia, los hechos de
violencia se pueden reconstruir y analizar a partir de una interpretación sociológica de las emociones
que se expresan en las formas del recuerdo de los testigos.
A la segunda sección la titulamos De la estructura social y la acción colectiva. En ella
incorporamos tres estudios que si bien se tocan de una u otra manera con los artículos de los otros
apartados, los juntamos en este caso puesto que sintetizan las características básicas de la estructura
social guatemalteca y algunas formas de acción colectiva que, al cuestionarla, promueven el cambio
social. Uno de los más destacados historiadores guatemaltecos, Gustavo Palma Murga, junto a Juan
Pablo Gómez, explican en lenguaje sencillo las implicancias de la “finca” como un espacio que ordena
la vida, una forma de dominación integral que llega, incluso, a estructurar el pensamiento de la
población y al propio Estado de Guatemala. Ellos muestran, asimismo, la importancia de las
rebeliones campesinas y la necesidad de historizarlas a través de un enfoque crítico, como la historia
local, una forma alternativa al relato histórico construido desde arriba, desde el poder. Ana López
Molina aborda las luchas campesinas, aunque desde la participación femenina. Ella encuentra en ellas

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un dato sumamente interesante: las mujeres tienen que desafiar al patriarcado, otro aspecto
característico de la estructura social, al interior de las propias organizaciones colectivas de las cuales
ellas participan. Si bien, según la autora, las luchas femeninas en estas organizaciones no trastocan
seriamente el orden social, sí logran colocar en la luz pública esas luchas permitiendo la emergencia
de identidades políticas. El último trabajo corresponde a Edgar Esquit, quien aborda no las luchas
campesinas, sino las luchas de las comunidades locales indígenas contra las políticas neoliberales y el
multiculturalismo oficial que afectaron muy especialmente a los trabajadores de las fincas. Su tesis
sostiene que dichas protestas constituyen oportunidades para la construcción de una forma de
democratización radical, de democracia participativa en Guatemala. Como producto de una identidad
maya local que reclama control político, cultural y económico de la localidad de la que se es parte, en
otros términos, autodeterminación y democracia.
La parte Problemas de la democracia es abierta por un escrito de mi autoría el cual presenta
la variedad de asuntos coyunturales desde la apertura a la democracia electoral, que impiden que la
democracia pueda realizarse en toda su expresión. Persigo asimismo introducir al lector al presente
político guatemalteco y a sus conflictos, abordados por el resto de los trabajos compilados en la
sección. El primero de ellos es un documento institucional de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales – Guatemala de observación y evaluación del año 2009. El mismo analiza la región y la crisis
mundial, la agenda social del actual gobierno, la cuestión irresuelta de la seguridad y la justicia, la
agenda pendiente en materia agroambiental, la criminalización de la protesta social y finalmente el
gran problema de los recursos fiscales y todavía ausente reforma fiscal largamente demandada
durante el proceso de paz. El segundo documento corresponde al Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo. El mismo estudia especialmente a la economía no observada ilegal de Guatemala, la cual
produce en términos estrictamente económicos flujos de recursos financieros que afectan y
distorsionan las estadísticas formales de producción y empleo, la medición de los flujos monetarios y
el tipo de cambio, los precios domésticos y el mercado laboral formal. A nuestro juicio, esto impacta
seriamente en las estructuras sociales y económicas produciendo cambios negativos y restricciones al
ejercicio de las libertades democráticas y a la planificación de programas para la reducción de las
desigualdades sociales. El periodista Martín Rodríguez Pellecer presenta en su primer escrito algunas de
las consecuencias sociales de esta economía ilegal. Para ello sintetiza los debates y conclusiones
alcanzadas en un seminario organizado por FLACSO-Guatemala y FRIDE –think tank europeo
sobre la amenaza del narcotráfico, los factores para su asentamiento en el Estado y la sociedad, la
relación con las pandillas o “maras”, el lavado de dinero y las respuestas desde la ciudadanía.
Posteriormente, el mismo autor nos ofrece sus percepciones acerca del trabajo de la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). A la par que nos alcanzó su escrito, el
presidente de la CICIG, Carlos Castresana, renunció. Por tal motivo, decidió alcanzarnos otro breve
análisis que decidimos presentarlo junto al anterior. A este compacto le sigue una investigación sobre
la representación de las “maras” en los medios de comunicación guatemaltecos. Laura Sala, Miguel
Leone y Valeria Saponara Spinetta concluyen que existe una fuerte moralización en el discurso sobre las
causas y los efectos de las maras y una externalización de las maras respecto de la sociedad. Ambas
argumentaciones en conjunto hacen viable el planteamiento de soluciones como la reinserción moral
y educativa, la justicia en su papel punitivo de “persecución penal” y la conocida política de “mano
dura”, las cuales minan las concepciones universalistas de ciudadanía y derechos. Por último,
presentamos el documento que la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala presentó
al Congreso de la República para desglosar su cuestionamiento al proyecto de reformas
constitucionales presentado por el grupo Pro-reforma, el cual se vio fortalecido durante la crisis
política que abrió el asesinato de Rosenberg y el video del mismo que recorrió el mundo.
Culminamos el Dossier con una sección que hemos denominado Recordatorio. En ella, Roberto
García Ferreira recuerda el fallecimiento de María Vilanova de Arbenz, viuda del ex presidente de

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Guatemala Jacobo Arbenz. El relato, por cierto muy emotivo, reconstruye su historia de vida,
homenajeando las palabras que una y otra vez María Vilanova expresó para contarla.

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“Las secretas minas de lo popular sepultadas bajo toneladas de incomprensión,
prejuicios, tabúes, afloran en nuestra narrativa a golpes de protesta, testimonio y
denuncia, entre fábulas y mitos, diques de letras que como arenas atajan la realidad para
dejar correr el sueño, o por el contrario, atajan el sueño para que la realidad escape.
Cataclismos que engendraron una geografía de locura, traumas tan espantosos, como el
de la Conquista, no son antecedentes para una literatura de componenda y por eso
nuestras novelas aparecen a los ojos de los europeos como ilógicas o desorbitadas. No es
el tremendismo por el tremendismo. Es que fue tremendo lo que nos pasó. Continentes
hundidos en el mar, razas castradas al surgir a la vida independiente y la fragmentación
del Nuevo Mundo. Como antecedentes de una literatura, ya son trágicos.
Y es de allí que hemos tenido que sacar no al hombre derrotado, sino al hombre
esperanzado, ese ser ciego que ambula por nuestros cantos. Somos gentes de mundos
que nada tienen que ver con el ordenado desenvolverse de las contiendas europeas a
dimensión humana, las nuestras fueron en los siglos pasados a dimensión de
catástrofes.”

Miguel Ángel Asturias


Extractos de su discurso en el día de la entrega del premio Nobel (1967)

DEL PASADO RECIENTE

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EL GENOCIDIO: LA MÁXIMA EXPRESIÓN DEL RACISMO EN
GUATEMALA. UNA INTERPRETACIÓN HISTÓRICA Y UNA
REFLEXIÓN
(Febrero de 2008)

MARTA CASAÚS ARZÚ*

Introducción y punto de partida del ensayo


La guerra que sufrió Guatemala durante 36 años causó, según el informe de la Comisión para el
Esclarecimiento Histórico, mas de 200.000 víctimas, de las cuales, sólo el 6% correspondió a
población implicada directamente en el conflicto armado. A ello hay que sumarle el hecho de que de
todos los casos registrados, el 83% eran mayas y el 17% ladinos. Por primera vez en la historia del
país, una comisión oficial confirma que el racismo constituyó un elemento fundamental para explicar
la saña y discriminación con la que se llevaron a cabo los operativos militares contra las comunidades
indígenas del Occidente. Por segunda vez en la historia, se confirma, según las normas del derecho
internacional, que se cometieron actos de genocidio por parte del ejército que identificó a grupos del
pueblo maya como el enemigo interno.1
Lo primero que nos preguntamos al respecto es ¿cómo pudo suceder?, ¿Qué pudo provocarlo?
¿Por qué tanta crueldad y tanto horror?
¿Cómo es posible que se estén produciendo estos genocidios en el siglo XXI?
Ante ello creo que es bueno retomar a los teóricos del holocausto que nos recuerdan que los
genocidios del siglo XX, están estrechamente vinculados con la modernidad. El holocausto judío y
los genocidios de los últimos años no son aberraciones, sino “posibilidades ocultas de la sociedad
moderna, forman parte del proceso civilizador”.2 Bauman Cohn y Kuper, destacan que el
crecimiento de la violencia militar y el uso ilimitado de la coacción son las características comunes de
las grandes civilizaciones, si bien la civilización moderna no fue la condición suficiente, si fue la
condición necesaria para que se produjera.
No es mi intención adentrarme por esta vía de razonamiento, pero si quiero que pensemos que
estos genocidios no son casuales, ni fruto de una aberración de unos pueblos salvajes. Forman parte de
la burocracia moderna y de la cultura de la racionalidad y que en cualquier momento pueden volver a
producirse, de ahí mi interés en abordarlo en ésta ocasión.
Quiero partir de la base de un supuesto debatido y polémico en Guatemala y en el resto de
América Latina, y es la relación entre racismo y genocidio.
Considero que, en aquellos estados pluriétnicos y pluriculturales, en donde existen minorías étnicas o mayorías
minorizadas, como es el caso de Guatemala, y en donde el racismo ocupa un lugar primordial en la estructura social, en
la ciencia y en la estructura de poder, éstas prácticas, actitudes manifestaciones contribuyen a la ejecución de actos de
genocidio.
Parto de la definición de racismo elaborada en su día como:
…la valoración generalizada y definitiva de unas diferencias, biológicas o culturales,
reales o imaginarias, en provecho de un grupo y en detrimento del Otro, con el fin de
justificar una agresión y un sistema de dominación. Estas actitudes pueden expresarse
como conductas, imaginarios, prácticas racistas o ideologías que como tales se expanden
a todo el campo social formando parte del imaginario colectivo. Pueden proceder de una

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clase social, de un grupo étnico o de un movimiento comunitario; o provenir
directamente de las instituciones o del Estado, en cuyo caso hablaremos de racismo de
Estado. Puede ocupar distintos espacios de la sociedad, dependiendo de que la relación
de dominación tenga su origen en una clase, un grupo étnico, un movimiento
comunitario o el Estado.
A modo de hipótesis podemos afirmar que la expansión o reducción de los espacios del
racismo en Guatemala va a estar en función de la composición étnica de la sociedad, de
los criterios de jerarquización social, del proyecto de construcción de la nación, de la
vertebración del tejido social y de la naturaleza del Estado. Por ello se hace
imprescindible conjugar todas estas variables en estudios específicos sobre regiones,
grupos, instituciones que nos permitan abordar el tema en todas sus dimensiones.3

En este artículo quiero partir de la base de que el racismo en sus diversas expresiones, prácticas,
manifestaciones y lógicas, es un factor histórico estructural que funciona y ha funcionado como uno
de los principales mecanismo de opresión, explotación y sobre todo como la mejor justificación de
un sistema de dominación y mantenimiento del status quo.
Consideramos básico analizar para el caso de Guatemala ese hilo conductor que es el racismo,
analizar como va mutando, se va metamorfoseando según las diferentes etapas históricas. Los
espacios en donde se recrea y se reproduce y según los diferentes actores que lo construyen y recrean
desde las élites de poder, la iglesia, pasando por el Estado, hasta llegar a naturalizarse de tal manera
que incluso las clases subalternas lo utilizan como elemento de recreación de su propia identidad.
Por ello vamos a centrarnos en esas prácticas segregacionistas de la Colonia. En la creación del
prejuicio y del estereotipo del indio como forma de construcción del Otro, como salvaje, idolatra e
inculto y que funciona como mecanismo de reconstrucción de las identidades étnicas. Pero también
nos interesa resaltar la construcción de ese discurso racialista, que apoyado en las teorías
seudocientíficas del siglo XIX y del positivismo, va a justificar un sistema de dominación mundial: el
colonialismo. En éste, el racismo discursivo va a proceder, no sólo de las élites de poder sino del
Estado quien va a justificar prácticas genocidas o políticas eugenésicas que justifiquen el exterminio
del otro o su blanqueamiento para la mejora de la raza.
En ese sentido, resulta indispensable utilizar la expresión de Foucault4 de racismo de Estado,
en la medida en que es el Estado, a partir del liberalismo, el que va a crear un modelo homogéneo,
monocultural, monoétnico y excluyente, a partir de mediados del siglo XIX. El Estado juega un
papel esencial en la reproducción del racismo y, por ello, nos parece más pertinente el enfoque
histórico-político. Este autor en Genealogía del racismo, hace un repaso histórico de la configuración del
Estado moderno a través de diversos filósofos y pensadores políticos del siglo XVIII y XIX.
Concluye afirmando que por influencia de las teorías darwinistas en las ciencias sociales, se produce
una estatalización de lo biológico y el Estado modifica el concepto de soberanía utilizado hasta el
siglo XVIII.
El racismo se inserta como nuevo mecanismo de poder del Estado, como una tecnología de
poder con la prerrogativa y el derecho a decidir quién ha de vivir y quien no, ejerciendo el derecho a
matar o eliminar al Otro en nombre de la soberanía. Partiendo de este desplazamiento del concepto
de soberanía y de la incorporación del racismo como elemento intrínseco de la estructura de poder
del Estado, afirma que los Estados más homicidas son a la vez los más racistas. Para Foucault, la
importancia del racismo en el ejercicio del poder radica en que:
El racismo representa la condición bajo la cual se puede ejercer el derecho a matar. Si el
poder de normalización quiere ejercer el viejo poder soberano de matar, debe pasar por

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el racismo. Pero también un poder soberano, es decir, un poder que tiene derecho de
vida y muerte, si quiere funcionar con los instrumentos, los mecanismos y la tecnología
de la normalización, debe pasar por el racismo.5
Al hilo de esta interpretación puede entenderse la experiencia de los últimos genocidios de
Ruanda, Bosnia, Irak, Guatemala, y explica, en parte por qué no ha desaparecido la polémica sobre
las razas. Es más, ésta se ha agudizado, ya que el racismo no ha muerto, simplemente cambia de
registro al de la guerra de las razas o racismo de Estado. El problema radica en la ontología misma
del Estado -no importa la naturaleza del mismo, socialista o capitalista. Es la base filosófica y política
de la constitución del Estado moderno la que posee un fuerte componente bío-racial, lo que Foucault
denomina, el bío-poder.
Estos supuestos de partida nos permiten situar el racismo desde el Estado y analizarlo, no sólo
como una ideología de la diferencia y de la desigualdad; no sólo como una forma de discriminación y
opresión entre clases o grupos étnicos, sino como una lógica del exterminio y de exclusión, como
una tecnología del poder. Es aquí en donde radican las bases histórico-políticas del genocidio, en la
forma como se construyeron los estados homogéneos en América latina.
Es en el Estado y sus Aparatos Represivos en donde el genocidio opera como la máxima
expresión del racismo, porque constituye un elemento intrínseco al mismo y forma parte de uno de
sus ejes vertebradores utilizados y manipulados por las élites de poder que se consideran blancas.
Leo Kuper, en la línea de Foucault, opina que la responsabilidad del Estado y la posibilidad de
la recurrencia del genocidio, radica en que las sociedades contemporáneas civilizadas son proclives a
recurrir a los holocaustos genocidas porque, “El Estado territorial soberano reclama, como parte
integrante de su soberanía el derecho a cometer genocidios o participar en matanzas genocidas que
estén bajo su dominio”,6 y si esto es así pasa en Europa como lo hemos visto para el caso de Bosnia,
Chechenia, cómo no lo va a ser para países como Ruanda, Guatemala en donde el componente del
racismo histórico estructural esta latente y no hay mas que activarlo y ponerlo en marcha?
El problema es más complejo en la medida en que afecta al conjunto de la sociedad porque, al
ser un elemento histórico estructural y al estar enraizado en la mente y en los corazones de todos los
actores que componen la estructura social, opera en cualquier momento como un detonante en
contra de la población maya, que siempre ha sido vista con recelo y temor. De modo que la
construcción de tópicos, prejuicios y estereotipos contra «el indio», se convierten en armas mortales
contra él para exterminarlo o volverlo a invisibilizar. De alguna manera los aparatos represivos del
Estado y los aparatos ideológicos, van a operar con mecanismos sutiles, utilizando los discursos
racialistas y las prácticas racistas cotidianas, para desencadenar, en la población no indígena odio,
violencia, cuando no silencio y complicidad por parte de los ciudadanos.
Los estudios realizados sobre genocidio y holocausto en otros países, demuestran la enorme
responsabilidad que tuvo no sólo el Estado fascista, sino la población civil en el holocausto y advierten
de los enormes peligros que se corren de no desactivar esas prácticas racistas que conducen al genocidio.7 Estos
enfoques de otras realidades como la alemana, la de Ruanda o Yugoslavia, poseen la limitación de
estar pensados y escritos para realidades diferentes a la nuestra, pero resulta necesario investigar para
el caso de Guatemala aquellas variables sociológicas, políticas y psicológicas, y sobre todo el
trasfondo histórico que ha dado origen a la pervivencia y naturalización del racismo y los actos de
genocidio. Si bien algunos elementos e instrumentos de análisis pueden sernos de gran valor y
sugerirnos nuevas vetas de investigación, sobre un tema tan poco estudiado e investigado en
Guatemala, como es, la génesis, ontología, lógicas y efectos del racismo y su vinculación con el
genocidio.8

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Los espacios del racismo en la sociedad colonial
Podríamos afirmar que el espacio del racismo durante la colonia abarca prácticamente todo el
ethos de la sociedad colonial y de la vida cotidiana y representa un pilar importante en los principios
que configuran la estructura social y la política de la Corona en Guatemala.
Consideramos que se entrecruzan dos lógicas del racismo: la segregación y la discriminación.
Para Wieviorka, la segregación se inscribe en el espacio geográfico y político y delimita las fronteras
de los diferentes grupos étnicos, haciendo que el principio de demarcación esté más vinculado a
factores culturales, sociales y económicos que a diferencias raciales; de donde la segregación étnica o
cultural supone una política de no integración. Mientras que la discriminación estaría más vinculada
al rechazo biológico o cultural de un grupo étnico por otro cuando se trata de ocupar espacios
comunes. A juicio de Wieviorka, esta discriminación puede ser institucional o étnico-racial y provenir
del Estado o de los grupos étnicos, aunque estas dos lógicas no necesariamente operen
conjuntamente y en algunos casos puedan ser excluyentes.
A nuestro juicio, en Guatemala son lógicas complementarias, se entrecruzan y yuxtaponen -
según el período histórico y la coyuntura política. Durante el período colonial se complementaron
para sentar las bases económicas, políticas y sociales de la sociedad colonial.
La política de la Corona de segregación residencial y la división del territorio en Repúblicas de
indios y Repúblicas de españoles marcó las fronteras y delimitó los espacios en los que los grupos
sociales podían y debían moverse. Se definió mediante numerosas reales cédulas y ordenanzas en las
que se establecían espacios para los criollos, los españoles y los indios. Esta segregación residencial
provocó fuertes cambios en la estructura económica, social y política de los indígenas, que se vieron
obligados a modificar sustancialmente su forma de vida y sus costumbres.
Esta política de no integración basada en principios de segregación tenía enormes desventajas:
creó una sociedad dual y de castas; pero también algunas ventajas: permitir cierto grado de
autonomía a las comunidades indígenas y en su interior, abrió espacios para la reconstitución de las
identidades étnicas a partir del siglo XVII.
Las justificaciones de esta segregación residencial geográfica, estamental y territorial tuvieron
un trasfondo racialista y diferencialista, que contribuyeron a configurar el estereotipo del indio como
un ser: inferior, haragán, bárbaro y salvaje. Son innumerables los epítetos con que las élites criollas
definían a los pueblos Mayas, para justificar el mantenimiento de los servicios personales y la
encomienda.
La construcción del prejuicio social y racial de la élite criolla data del siglo XVI, como una
forma de justificar su dominación y explotación. Severo Martínez en su análisis del indio colonial
afirma que lo tres prejuicios básicos del criollo para con el indio son: haragán, conformista y
borracho. Estos mismos epítetos aparecen en la encuesta que realizamos al núcleo oligárquico. Tal
vez, el estereotipo de haragán sea uno de los más utilizados a lo largo de la historia. Según Memmi, el
rasgo de la pereza es el que mejor legitima el privilegio de la clase dominante y es uno de los
prejuicios más comunes en todo proceso colonizador.
Tal vez el hecho más negativo de todo prejuicio sea que, partiendo de algunas características
inherentes a la personalidad de un grupo, las eleva a términos absolutos y las generaliza para toda la
población. Así, el «indio» es haragán por naturaleza y la suya es una raza indolente. Con esta
afirmación, la élite criolla no se refiere a un «indio» solamente o ciertos grupos de «indios», sino a todos
y cada uno de los «indios».
El prejuicio del «indio», que es además un prejuicio étnico y de clase, está directamente
relacionado con la posición de clase de la oligarquía y con la explotación y opresión que ejerce sobre
él. Este estereotipo del «indio» tiene hondas raíces históricas, se genera en la Colonia y pervive en la

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actualidad, como podemos observarlo en nuestra encuesta o en las declaraciones de connotados
intelectuales orgánicos de la élite con motivo del Convenio 169 o del Acuerdo sobre la Identidad y
Derechos de los Pueblos Indígenas. El prejuicio étnico y la identidad son factores que se encuentran
estrechamente relacionados. Muchas veces actúa como defensa contra la difusión de la identidad,
otras como proyección para afianzar un débil sentido de la identidad del otro grupo. En el caso del
núcleo oligárquico, consideramos que el prejuicio obedece más bien a la identidad difusa de este
grupo. La construcción del imaginario racista de la élite criolla colonial será uno de los mecanismos
fundamentales para valorar negativamente una diferencia y convertirla en desigualdad y en opresión,
de ahí la metamorfosis del racismo, que opera con lógicas complementarias en función de sus
necesidades.
La discriminación socio-racial será durante el período colonial el principal instrumento de
ordenación jerárquica de la sociedad. La pigmentocracia, la pureza de sangre, los certificados de
limpieza de sangre, el mayorazgo y las políticas matrimoniales endogámicas fueron los principales
mecanismos de concentración de la riqueza y de configuración de la estructura social colonial.
No obstante, la lógica de la discriminación racial fue acompañada de la discriminación socio-
cultural, que enfatizaba las diferencias culturales para justificar las desigualdades sociales, la opresión
y el sistema de dominación.
El desconocimiento y la negación de la cosmovisión y de las culturas indígenas. Criollos y
peninsulares, cronistas y órdenes religiosas insisten en negar las culturas de los Pueblos Indios y en
considerarlos salvajes e incultos.
El reconocimiento de que es un pueblo salvaje, bárbaro e idólatra. Esta argumentación la
encontramos en innumerables juicios de residencia de encomenderos, en oidores y visitadores, en
testimonios de curas doctrineros, en general en todos aquellos documentos coloniales que pretenden
menospreciar al indígena, despreciar y erradicar su religión y someterle ideológicamente,
imponiéndole una nueva cultura y religión
La lógica de la discriminación socio-racial y cultural la dirigen las instituciones coloniales -la
Corona, la Iglesia, la Audiencia y el Cabildo- y su objetivo principal es tratar de desidentificar a los
pueblos indígenas de sus referentes principales -religión, idioma, cosmogonía y costumbres-
mediante la destrucción gradual y sistemática de su pasado y de la implantación de los valores
cristianos occidentales. Así pues, la lengua y la religión se convertirán en los principales instrumentos
de penetración y de aculturación colonial y la introducción y dispersión del racismo tendrán un sesgo
más culturalista que biologista, aunque la pigmentocracia funcionará en las relaciones, en el roce
interétnico y en la configuración de la pirámide social.
El espacio del racismo en la construcción del Estado-nación (siglos XIX y XX)
A partir de la Independencia, con la llegada de los regímenes liberales, el espacio del racismo no
se redujo, como era de esperar por el cambio de dominación, el ingreso a la modernidad y por la
influencia del pensamiento ilustrado.
Con la irrupción de nuevos actores sociales, el cambio de dominación y sobre todo con la
modificación sustancial del agro guatemalteco y las reformas liberales, el racismo sufre una nueva
metamorfosis. El ejercicio del racismo provendrá directamente del Estado y se expresará en las
constituciones, ordenanzas laborales, en la reestructuración político-administrativa, en el imaginario
de las élites, etc.
En este proceso de recreación y adaptación de la patria y la nación se proyecta la imagen del
indio y el espacio que éste debe ocupar en la nueva organización política y social. El indio pasa a
constituir uno de los universos simbólicos claves, cuyo estereotipo se redefine de acuerdo con las
características del Estado liberal. A nuestro juicio, la inclusión o exclusión del «indio» en la nueva

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imagen de nación y el papel que debe jugar como ciudadano, súbdito o bárbaro con estatuto
restringido, continuará siendo una de las preocupaciones constantes de las élites criollas, como lo
había sido durante toda la época colonial. Este imaginario del «indio» se verá reflejado en el modelo
de nación cívica, nación civilizada y -en menor medida- en la nación homogénea a lo largo del siglo
XIX. Son innumerables los textos y documentos de la época que lo evidencian, así como las
opiniones de los intelectuales orgánicos de las élites criollas.
En varios artículos de La Gaceta de Guatemala se discute acaloradamente sobre lo inconveniente
que sería darles el mismo status a los indígenas que a los ladinos, ya que esta casta infeliz, nada puede por
sí y todo lo espera de la parte más aventajada de la población.
En 1879, Justo Rufino Barrios emite el Decreto 241, por el que se funda un colegio destinado a
la civilización de los indígenas. Las razones aducidas para ello son: “Que los aborígenes... se encuentran en
un estado de atrazo y abyección, que les incapacita para participar en los beneficios de todo jénero que proporciona la
civilización... Que los indígenas de Jocotenango poseen terrenos cuyo valor es oportuno se destine a la mejora de la
raza”.
La imagen reiterativa, de un «indio» con aspecto degradante y embrutecido... que permanece en la más crassa
ignorancia y su repetición mecánica, operó tanto para excluir al indígena de la naciente nación como al
mismo tiempo para culparle de la falta de progreso y engrandecimiento de la misma. Bajo la óptica
decimonónica la involución del indígena es histórica y progresiva, así ha ido de degradación en
degradación, de descenso en descenso, bajando hasta el último peldaño, llegó a ser un conjunto etnográfico formado por
parias.
El racismo va a ser un elemento clave en el nuevo Estado liberal oligárquico, en donde el
indígena -que durante la Colonia estaba reconocido jurídicamente como un grupo socio-racial y
gozaba de cierta autonomía para garantizar la buena marcha del Estado corporativo- pierde todos sus
derechos y pasa a ser invisibilizado. A nuestro juicio, la metamorfosis del racismo, a partir del siglo
XIX, está vinculada a las nuevas formas de dominación capitalista, en las que el racismo opera de
forma más virulenta y enérgica, pero a su vez, más sutil y difusa. Estas variables refuerzan el
imaginario racista de la élite, el espacio del racismo se difumina y dispersa por toda la sociedad y las
formas de dominación tradicional se consolidan gracias al sistema de patronaje clientelar que las élites
criollas reproducen, recrean y refuerzan desde el Estado.
Coincidimos con González Ponciano, la conversión de la blancura en autoritarismo político fue
la ruta que los liberales guatemaltecos adoptaron, incluso con criterios de inmigración selectiva de
alemanes, anglosajones y nórdicos para mantener el estado excluyente.9
El racismo de Estado y el reforzamiento de la dominación militar oligárquica
Con la consolidación del Estado autoritario y el reforzamiento de la dominación militar
oligárquica a partir de 1963, pero sobre todo de finales de la década de 1970 a mediados de la de
1980, podemos decir que el racismo de Estado alcanzó su máxima expresión porque la oligarquía no
fue capaz de legitimar su dominio a través de un Estado de derecho y recurrió al ejército, al fraude
electoral y a la militarización del Estado para mantenerse en el poder.
A nuestro juicio, la culminación del racismo de Estado coincidió con la crisis de dominación
militar oligárquica y con la irrupción del movimiento popular y revolucionario. De 1978 a 1984 se
produjo una crisis orgánica, un vacío de poder y una pugna inter-oligárquica por la hegemonía,
acompañado todo ello por la incorporación masiva de los Pueblos Mayas a distintas formas de lucha
política y de reivindicación social. A lo que se sumó una fuerte crisis económica por agotamiento del
modelo agro-exportador, que dio lugar a reacciones agresivas y virulentas de la élite, que se reflejaron
en las respuestas de la encuesta que pasamos en 1979.

21
Consideramos que fue entonces cuando el racismo operó como ideología de Estado, porque
proporcionó una estrategia política para la acción. Fue durante este período cuando la élite de poder
proyectó una estrategia de represión selectiva e indiscriminada, empleó la tortura, la guerra
psicológica y todo tipo de métodos represivos contra la población civil y especialmente contra la
población indígena que provocó un auténtico etnocidio, especialmente durante la época de Ríos
Montt. Ello explica el por qué de la alianza militar-oligárquica con la tendencia neo-pentecostal
basada en la doctrina calvinista del más rancio puritanismo, que justifica el exterminio de los «indios»
porque no son sujetos de gracia, porque son idólatras, pecadores y representan las fuerzas del mal. A
juicio de Cantón, a finales del siglo XX el etnocidio ya no se plantea desde el discurso político oficial,
sino desde un influyente neo-pentecostalismo estrechamente vinculado a los círculos del poder, cuya
cabeza visible es el Presidente de la República. En el excelente trabajo realizado por esta autora y por
los testimonio recogidos en su trabajo de campo sobre los neopentecostales, La prosperidad de
Guatemala pasa por la aniquilación de la tradición maya o por la exclusión de los mayas de esa prosperidad, lo cual es
legítimo ya que son los indígenas inconversos los responsables de que Guatemala no haya levantado nunca la cabeza.10
Resulta interesante analizar el fortalecimiento del racismo con la ideología neo-pentecostal y
podríamos preguntarnos por qué se produce una alianza militar-oligárquico-neopentecostal durante
dos mandatos presidenciales con el sector católico más tradicional de la élite, como sucedió durante
los gobiernos de Ríos Montt y de Serrano Elías. A nuestro juicio, esto se explica porque el concepto
de Estado coercitivo, represivo y discriminador es el mismo; porque el imaginario de la nación
civilizada, integrada o conversa es similar y porque el imaginario racista etnocéntrico y excluyente de los
militares, de la élite y de los neo-pentecostales, que formaron dichos gobiernos, mantiene enormes
coincidencias en el discurso y en la aplicación de prácticas racialistas.
En este período los espacios del racismo se amplían, se profundizan y se planifican desde el
Estado, que elabora una estrategia basada en la violencia racista contra el indígena. Podríamos
afirmar que durante este período el racismo racialista llega a su culminación, como ideología y como
tecnología de poder. Con características diferentes a las coloniales, vuelve a operar la lógica de la
segregación y de la discriminación racial con la creación de: aldeas estratégicas, patrullas de
autodefensa civil, programas contrainsurgentes de tierra arrasada y masacres colectivas contra la
población civil.
Sin embargo el genocidio como máxima expresión del racismo, no logró legitimar el sistema de
dominación oligárquico-militar, ni consiguió realinear los factores del poder y la crisis de dominación
se vio agudizada por un profundo cuestionamiento de la identidad de las élites de poder blanco-
ladinas, que se plasmó en una incapacidad de plantear un proyecto de Estado-nación plural en lo
cultural, incluyente en lo económico y democrático. Esta crisis de legitimidad y de incapacidad de
retornar al status quo anterior, forzó a una salida negociada entra la guerrilla y el ejército y a la firma de
los Acuerdo de Paz en 1996, abriendo una nueva vía para la resolución de los conflictos y planteando
nuevas formas de diálogo y negociación entre los grupos enfrentados y nuevas exigencias por parte
de los mayas hacia un estado mono étnico y mono cultural.
Queremos detenernos en tres momentos de la historia del siglo XX, para intentar explicar las
bases de donde parte el racismo y cómo y por qué pudo provocarse el genocidio entre 1981 y 1983 y
por último hacer una reflexión final acerca de la posibilidad de que vuelva a ocurrir:
1. La sombra del indio como ser agónico y en decadencia (1931-1944).
2. El imaginario racista de la élite de poder en Guatemala: interpretación de los datos de una
encuesta (1979-80).
3. El indio como amenaza pública: El racismo como tecnología del exterminio (1980- 1996).

22
1. De la ciudadanía incluyente a la sombra del indio como ser agónico y en decadencia
(1920-1944)
Contexto histórico de emergencia del debate
Uno de los aspectos más novedosos de éstas dos décadas, fue la construcción del imaginario
racista en Guatemala, y cómo el pensamiento social de las redes intelectuales de 1910 y 1920, fueron
creando diversos imaginarios de nación y de percepción de su identidad y de la identidad del Otro.
Los intelectuales de las generaciones de 1910 y de 1920 hablaban de dos modelos
contrapuestos. Los partidarios del nacionalismos espiritualista o vitalista, encabezados por la figura de
Alberto Masferrer y otros autores de la Generación de 1910, como Fernando Juárez Muñoz, Carlos
Wyld Ospina, Flavio Guillén, Rafael Arévalo Martínez y Salvador Mendieta, basaban su imaginario
en un concepto político y social de nación, en el que los derechos cívico-políticos de todos los
ciudadanos estuvieran representados, pero también hubiera cabida para sus derechos culturales.
Plantearon un modelo más incluyente y participativo donde los derechos sociales y las bases de la
nación no sean determinadas únicamente por las leyes, la educación y los derechos de ciudadanía,
para lograr una homogeneización, sino por el respeto y la tolerancia de sus derechos específicos y
por la adquisición de derechos sociales, entre los que destaca el derecho a la tierra.
Los intelectuales de la “Generación del 20” estuvieron más influidos por el liberalismo
decimonónico y el positivismo spenceriano en su vertiente racialista. El triunfo de gobiernos
dictatoriales en todo Centroamérica en la década de 1930 y el asesinato de Augusto Sandino, en
Nicaragua, reforzaron los regímenes dictatoriales y produjeron como reacción un retorno de los
intelectuales al positivismo y a las corrientes eugenésicas. La influencia del nacional-socialismo se
dejó sentir en la cultura política de esta década y muchos de los intelectuales, que apoyaron las
dictaduras de 1930, estaban influidos por el fascismo italiano y el nazismo alemán. Incluso algunos de
ellos se manifestaron partidarios de las tesis del exterminio de judíos, chinos o indígenas. En cuanto
al modelo de nación y nacionalidad, eran partidarios de la homogeneización nacional y del
blanqueamiento racial por la vía de la eugenesia.
Para buena parte de esta generación del 20, heredera del positivismo racialista de corte
spenceriano, si el indígena del presente estaba en decadencia y no había forma de regenerarlo ni de
redimirlo ¿no era mejor dejarlo como estaba o intentar eliminarlo?
Resurgieron así las teorías eugenésicas, degeneracionistas e higienistas, las teorías integradoras o
asimiladoras, y otras interpretaciones históricas divergentes acerca de la historia colonial y
republicana, que trataron de dar nuevas respuestas a viejas incógnitas. Pero lo que desapareció, si se
compara éste con los debates anteriores a 1930, fue la relación entre “el problema del indio y el
problema de la nación”.
En este período la nación dejó de ser objeto de preocupación, ya no aparecía ligada a la inclusión
e incorporación del indígena, como en los debates de 1927-30 de los espiritualistas. La nación dejaba
de ser un problema, no era ya ni siquiera una preocupación, tal vez porque durante seis años de
férrea dictadura ubiquista se acabó por aceptar tácitamente su inexistencia o se intento nuevamente
invisibilizarlo.
Como en otros tantos momentos de la historia de Guatemala, de nuevo afloraba el debate
sobre «el indio y la nación» y se volvía a destapar la caja de Pandora que liberaba la heterogeneidad y
el pluralismo cultural existentes y situaba una vez más “a ese indio degenerado e irredento” en el centro de
la polémica; volvía a resurgir como eje de la opinión pública el debate acerca de la naturaleza del
«indio», sus diferencias culturales y su historia.11

23
En esta etapa de dictadura ubiquista ya no era necesario «regenerar al indio», la dictadura ya lo
había logrado a través del trabajo forzoso. Lo que se buscaba era justificar un sistema de dominación
basado en el racismo biológico.12
Frente a lo que sucedía en Perú o en México, en la década de los 30, en Guatemala, se hablaba
de «blanquear la nación», de exterminar al indígena o de establecer políticas eugenésicas que lo
sacasen de la decadencia.13 El indígena ya no era sujeto de regeneración, pasaba a ser sujeto pasivo,
en flagrante degradación e incapaz de salir de ella, porque, “su energía se ha agotado”, su vida había
dejado de tener sentido y sólo vegetaba.
El debate se inició en 1936 con un conjunto de voces, procedentes de los espiritualistas y
vitalistas, que se preguntaban acerca de la naturaleza y el destino del «indio», su cuestionada
degeneración y su incapacidad de integración y duró hasta 1944. Por razones de espacio sólo nos
referiremos a la voz más disonante que va a ser el que maneje el discurso oficial de un escritor,
político y periodista más racialista del momento y que va a ser el precursor de todas las corrientes
eugenésicas y de exterminio del indio, Carlos Samayoa Chinchilla.
Carlos Samayoa Chinchilla, retomaba los planteamientos positivistas y partía de un
determinismo burdo de corte biológico, psicológico y ambiental. Algunas de sus afirmaciones más
notables que contribuyeron a generar los tópicos actuales del indígena y las prácticas sociales de
discriminación y genocidio fueron las siguientes:
el indio será siempre indio, porque el alma de su raza ya murió, porque carece de energía a causa
de su mala alimentación, el maíz, y porque es irredimible por naturaleza ... dime lo que comes y
te diré lo que será tu descendencia… El indio de América ya colmó su misión. En mi concepto
nada sería capaz de sacarlo de su letargo espiritual y el primer obstáculo para obtener su íntegra
liberación será su propia idiosincrasia”.14
Aconsejaba en sus cartas abiertas en el diario El Imparcial, “el exterminio del indio” como en
Argentina o la reducción en reservas como en Estados Unidos y se ufanaba además de los resultados
en estos países, que “han sido excelentes”.
Influido por otros intelectuales positivistas racialistas en Europa y América, creía que
regenerarlos era inútil porque ya no le quedaban energías y era inútil, cuando no perjudicial, luchar
para devolverles a la vida porque, “su espíritu está agonizando y hay que ayudarlos a morir”.15
El discurso racialista de Samayoa Chinchilla llegaba a afirmar la naturalización del indio como
inferior con carácter inamovible y absoluto en la medida en que:
El indio de Guatemala, es un valioso elemento decorativo, forma parte de nuestros paisajes y en
lo que respecta a su condición merece nuestro respeto humano … Pero, el indio, cargado de
conocimientos y favorecido por todas las circunstancias imaginables será siempre indio, es decir un ser huraño ante
toda idea nueva, impenetrable y como sonámbulo entre el enjambre de inquietudes que acosan al hombre en su
marcha hacia la conquista del futuro … su verdadera redención no llegará sino cuando su vieja sangre tenga
oportunidad de mezclarse con representantes de raza blanca.16
En éstos párrafos aparecen todos los tópicos respecto del «indio», haragán, degenerado,
huraño, irredimible, un elemento decorativo, y lo que es mas grave en la construcción de un
estereotipo y de un prejuicio racista, su carácter absoluto e inamovible, las frases “indio será siempre
indio”, una sombra, un ser agónico, un sonámbulo, cuyas energías gastadas le impiden seguir viviendo, al
que habría que ayudarle a morir o eliminarle, porque “es un obstáculo para el desarrollo, muerto en
vida al que hay que ayudarle a morir”; y sólo si no se lograba eliminarle, que sería lo deseable, habría
que fusionar su sangre con “representantes de la raza blanca”. En este segundo fragmento, lo que
estaba argumentando era indudablemente un sistema de opresión y de dominación por la «raza
blanca». Estaba justificando la construcción de un racismo de estado, fundamentado en una

24
dictadura represiva de 13 años y en el trabajo forzado de los indígenas para paliar la crisis de
dominación oligárquica que se produjo con la caída de los precios del café.
La etiología de este racismo es puramente biológico y racial y pretende probar de formas
múltiples la inferioridad y degeneración del indígena, además de sentar las bases de un Estado racista
que frente a los indígenas puede decidir políticas de blanqueamiento de la raza o de exterminio.
Este proyecto de nación eugenésica durante esta etapa es generalizada y mantenida por muchas
otros intelectuales como Miguel Ángel Asturias, Federico Mora, Epaminondas Quintana, Víctor
Soto, etc., todo ellos partidarios de la eugenesia como estrategia asimilacionista y de blanqueamiento
de la nación.
En este debate, quedaban plasmados todos los estereotipos del indio que forman parte del
conjunto de tópicos de la sociedad actual y que se han seguido escuchando hasta la actualidad o que
se siguen leyendo en la prensa: el indio genética y psicológicamente inferior, la decadencia de las
civilizaciones prehispánicas, su agotamiento vital y degeneración actual, la incapacidad intrínseca del
indio para civilizarse y regenerarse, el indio como paisaje y como parte del folklore, el indio como
obstáculo para el desarrollo y, lo que me parece más humillante, “el indio como una sombra, el indio
que confunde la cosa con la sombra”, en otras palabras, lo que aquí se está expresado en términos
muy claros, es el «indio» como ficción, el «indio» como ser invisible como fantasma errante.
Considero que buena parte de las premisas sobre la invisibilidad de los indígenas como sujetos
históricos, portadores de cultura y como ciudadanos con derechos específicos, está delineada con
prístina claridad en estas cartas. No sólo estaba presente toda la gama de estereotipos y prejuicios,
sino también las estrategias que debía de tomar el Estado para redimirlo o exterminarlo, ya que –
según sus autores- no merecía la pena perder el tiempo en regenerarlo.
Resulta lógico pensar que buena parte de la configuración del pensamiento racista guatemalteco
y su incidencia en la opinión pública terminó por calar en el imaginario de la sociedad letrada e
ilustrada del país y no sólo en su imaginario racista, sino en la falsa percepción de sí mismos como
“blancos por oposición al indígena”; blancos por genética, blancos por cultura, blancos por
educación, en suma, blancos por definición.
Durante este periodo fue cuando se exacerbó el racismo y se conformó un Estado nacional
homogéneo y monoétnico; una buena parte de las élites guatemaltecas volvieron a creer que podían
construir un Estado sin nación y una nación sin «indios»; aquellos guatemaltecos que se consideraban
criollos o ladinos decidieron, al fin, convertirse en «blancos» y crearon una imagen distorsionada de
su identidad étnica, al negarse, una vez más, a construir un proyecto de identidad nacional.
2. El imaginario de blancura en la élite de poder y su percepción del «indio»:
interpretación de una encuesta
El contexto de emergencia (1978-1981)
El período en donde surge la idea de pasar una encuesta a las redes familiares que detentaban el
poder económico y político del país durante este período, parte de la necesidad de analizar la
naturaleza del racismo guatemalteco, sus formas de expresión, sus espacios, su génesis, la
construcción de los tópicos, etc., teniendo en cuenta que el período de realización de la encuesta era
de una importancia crucial porque se producía en unas circunstancias sociopolíticas en las cuales se
reactivaban los estereotipos y se reforzaban los prejuicios de una sociedad atravesada por el racismo
y la discriminación, a saber: la militarización del poder oligárquico que se inició con el golpe de
Estado de 1963, por la cual son los militares los que se suceden en el poder por medio de elecciones
fraudulentas, llegó a su fin con una crisis de hegemonía del sistema y una descomposición de las
alianzas entre militares y élites de poder. Esta crisis generalizada se expresó en un vacío de poder y
una falta de realineamiento de las élites dominantes.

25
La falta de alternativas democráticas, el escaso funcionamiento del sistema político y de
partidos, el sistemático fraude electoral y los altos niveles de represión selectiva, contribuyeron a la
emergencia de movimientos revolucionarias en todo el país que se expresaron en una lucha armada
liderada por cuatro organizaciones político-militares, que se unificaron en torno a la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG-, que reivindicó los anhelos mas sentidos de las
clases subalternas e incorporó, por primera vez de forma masiva a la población indígena a la lucha
armada.
La oligarquía terrateniente vinculada al sector agro-exportador se vio desplazada
progresivamente por los sectores más modernizantes, creando fricciones entre ellos y estableciéndose
pugnas por la hegemonía.
Las fuerzas armadas intentaron desplazar a esta oligarquía y constituirse en el pivote, principal
factor de poder del país, para ello desataron una lucha contrainsurgente de una magnitud
desconocida hasta el momento y se inició, a raíz de la primera masacre colectiva en Panzós (1979),
una represión sistemática, generalizada y masiva en contra de los pueblos indígenas.
La administración norteamericana pasó de una política de derechos humanos de la
administración Carter, a una ofensiva violenta, en contra del régimen sandinista. La administración
Reagan cambió su estrategia hacia una guerra de alta intensidad en toda Centroamérica para frenar «el
comunismo internacional».
Centroamérica pasó a ser considerada geo-estratégicamente un peligro para la seguridad
nacional e internacional y se le consideró parte de la lucha entre el Este y el Oeste, agudizándose con
ello la Doctrina de la Seguridad Nacional y la estrategia de Contrainsurgencia. Guatemala, se
convirtió en un nuevo laboratorio militar para los Estados Unidos como lo fue Vietnam.
En otras palabras, la crisis de dominación oligárquica tocó fondo y, por primera vez existió un
temor fundado, de cara a los acontecimientos de Nicaragua y de El Salvador de verse desplazados del
poder. Frente a todo ello se reactivaron todos los prejuicios y estereotipos del pasado que seguían
vigentes en la mente y en el imaginario de gran parte de los guatemaltecos, especialmente de las élites
blancas.17
La selección de la muestra,110 individuos sin distinción de género, edad y estudios,
pertenecientes a las principales redes familiares de poder que procedían, en su mayor parte de la
época colonial y que habían permanecido en el poder desde entonces, aseguraba la representatividad
del núcleo oligárquico de ese período.18
La encuesta constó de cuatro grandes temáticas, identidad y racismo, historia y racismo,
economía y racismo y estrategias de integración. Abordaremos aquellas preguntas que redundan en
los discursos de las élites en su afán de perpetuar la discriminación étnica y racial y en preservar su
hegemonía.19
El primer aspecto que nos llama la atención es su autoadscripción étnica, de los 110
entrevistados, 59 se consideran blancos, 23 criollos, 12 mestizos y 14 ladinos y las razones para
considerarse como «blanco-criollos» es su ascendencia española o europea y carecer de sangre india.
No parece existir una marcada diferencia en su consideración étnica por género, edad, ocupación o
educación.
Este porcentaje de élites blanco-criollas, perciben la diferencia entre indígenas y no indígenas
en función de aspectos de carácter biológico-racial. En sus respuestas son claras las alusiones a
dichos aspectos genéticos
Un hombre que se considera blanco, abogado, miembro de la Real Academia de España,
respondió: “La vida de un sujeto está programada por sus genes, los genes determinan su conducta y desarrollo. La

26
transmisión genética de los indios es de una raza inferior. Los genes de la raza blanca son superiores y esa raza
superior produjo grandes inventos y artistas, la otra no ha creado nada”.20
Una mujer de 45 años, que se considera blanca, ama de casa, esposa de industrial, responde:
“Existen diferencias claras, porque la mezcla del alemán con indio es más pura, más sana, porque la raza española no
era pura, por eso el indio mezclado es más perverso y haragán”.21
De nuevo la construcción del estereotipo está basada en la valorización de rasgos negativos e
imaginarios que se elevan a categoría de absoluto y el mestizaje vuelve a aparecer como algo perverso
y negativo.
En cuanto al roce interétnico con grupos indígenas son aun mas selectivos en mas de un 50%
no adoptarían a un niño indígena y jamás se casarían con una indígena y las principales razones
aducidas son: “No son de mi raza, tengo prejuicios hacia esa raza, son una raza inferior”. Algunas
respuestas fueron más viscerales llegando a afirmar “son una raza inferior, son feos y huelen mal”,
“no me gustaría por la inferioridad del indio”. “Va a ser indio toda la vida” o “no pertenece a mi
clase ni a mi raza”.22
Como se puede observar el racismo burdo y vulgar prevalece sobre el racismo cultural y se
manifiesta de una manera cruel y sin tapujos, en muchas de las respuestas. En la actualidad se ha
producido un cambio de percepción en dichas élites, pero éstos han sido mínimos por lo que hemos
podido observar en las últimas encuestas y apuntan hacia un racismo de corte más cultural que
biológico.23
De hecho el artículo de Opinión y del diario de mayor tirada en El Salvador, Altamirano,
refiriéndose a Evo Morales y a Rigoberta Menchú, afirma:
por allí anda Evo paseando por las cancillerías y los palacios de gobierno europeos, con disfraz
puesto como la Menchú, ataviada de india, aunque en su vida normal viste la ropa normal de
cualquier señora burguesa de Guatemala… El grave problema de un fanático político como
Evo, es su incapacidad medular de captar el papel que desempeñan las casi infinitas maneras del
pensar, el hacer y …no entiende de esas cosas, de lo que son las costumbres, normas sociales y
modos de comportarse … de lo que separa un hombre civilizado de un palurdo.
Y finaliza el artículo de forma despectiva y despreciativa:
Evo puede ser para Bolivia, el toro en la tienda de porcelana, pisoteando todo, sin construir
nada, la bestia que arrasa con todo a su paso.24
En cuanto a la construcción del estereotipo y al prejuicio étnico, siguen prevaleciendo rasgos
biológicos o raciales como el hecho de caracterizar a la población indígena como: sumisa,
conformista, morena, baja, haragana, tradicional, introvertida y sucia. Sin embargo, después de la
guerra de 36 años y ante la emergencia del movimiento maya y del acceso de algunas élites mayas a
ciertas cuotas de poder, pareciera que ha habido una modificación del prejuicio étnico hacia valores
positivos como que los indígenas son trabajadores, honrados, poseedores de una cultura e incluso
inteligentes, pero en encuestas recientes como la de González Ponciano o de Solares o en artículos
de Prensa como el del Diario de Hoy, se les sigue considerando como una raza y una cultura inferior.25
En el 2005, por primera vez en la historia de Guatemala, el diario de mayor tirada Prensa Libre26
publicó una encuesta realizada a un universo poblacional amplio en toda la república y llegó a la
conclusión de que Guatemala es un país racista. Algunos datos aportados por esta encuesta muestran
que el 94.3% de los encuestados afirmó que existe discriminación y que esta es padecida por los
indígenas.
El factor racial sigue pesando en la medida en que el 74.8% de los ladinos reconoció tener
“sangre española o extranjera”, mientras que solo el 58.7% reconoció tener “sangre indígena”. Esto

27
se ve reforzado por el 47.7% que aún considera al apellido de origen español como mejor condición
que el apellido indígena.
Continúa habiendo una percepción tanto entre indígenas como entre ladinos de que, un 74%
del conjunto de la muestra considera que ser rubio o «canche» provee mayores oportunidades para
participar en el mercado laboral, en comparación con ser moreno. Lo mismo sucedes con los
apellidos españoles
Los estereotipos relacionados con el trabajo y la etnicidad continúan reproduciéndose.
Muestran que los estereotipos son reproducidos y asumidos por los mismos grupos. Los indígenas se
consideran mejores para “las tareas del campo” (96.5%), mientras que los ladinos se desenvuelven
mejor en los trabajos de oficina (57.8%).
En general, las preguntas dirigidas a visibilizar la imagen que tanto ladinos como indígenas
tienen de sí mismos y del otro, muestran que ambos conglomerados reproducen los estereotipos. “El
estereotipo funciona: los mayas son trabajadores, honrados a medias, pero sucios. Por otra parte, los
ladinos son holgazanes, medio limpios de cuerpo, pero muy corruptos”.
De acuerdo a los encuestados, los esfuerzos por generar una sociedad intercultural, no han
tenido mayor impacto, dado que perciben que las condiciones han empeorado. El 49% considera en
aumento la discriminación hacia el indígena, dato que se agudiza al contar únicamente a los
encuestados indígenas (56.2%). La dimensión de las acciones que ha realizado el actual gobierno
respecto a este tema, es calificado principalmente como «muy poco» (49.5%). Esto mismo podría
estar relacionado con la apreciación del agravamiento de las tensiones en las relaciones interétnicas.27
En una investigación reciente realizada en Guatemala, “Diagnóstico del racismo” para la
formulación de políticas públicas contra el racismo y la discriminación étnica en Guatemala, uno de
los estudios del informe, de Wilson Romero, acerca de los Costos de la discriminación en la
población indígena, femenina y rural en Guatemala, llega a la conclusión de que los costos de la
discriminación no sólo afectan a las personas mas vulnerables, profundizando la pobreza y la
exclusión e incrementando la brecha de las desigualdades, sino que tiene un costo para el Estado y
para toda la sociedad en general, lo que él llama el costo de oportunidad y cree que ese costo, se
puede medir en una pérdida de crecimiento real del conjunto de la economía. A su juicio el costo
nacional de la discriminación, para el año 2003, fue de 6.000 millones de quetzales, el equivalente al
3.3 % del PIB. Con lo que demuestra que “con la discriminación perdemos todos… los mas
vulnerables, las empresas y el Estado. Lo cual nos conduce a pensar que el racismo no solo afecta
profundamente al discriminado sino que tiene un costo enorme para el conjunto de la población y
para el país en general. El racismo no solo tiene rostro de mujer, es que es nos impide crecer
económicamente”.28
En éste mismo informe de cinco volúmenes acerca de cómo opera el racismo en la población
guatemalteca, Alejandra Hurtado de Mendoza,29 hace un estudios comparado entre el estilo de
prejuicio manifiesto, igualitario y sutil en cuatro universidades guatemaltecas y llega a la conclusión
de que a pesar de que el racismo manifiesto ha disminuido, sigue siendo muy alto comparado con la
población universitaria europea y que éste tipo de racismo se manifiesta de forma mas clara en las
universidades de élite como la Marroquín y la Galileo. Los datos de la encuesta muestran que hay una
relación muy estrecha entre niveles de ingreso, educación y prejuicios, siendo los estudiantes de
mayores ingresos los que manifiestan un estilo de prejuicio mayor así como expresiones negativas
hacia los indígenas. Coincide con otras encuestas anteriores en la interrelación entre identidad y
prejuicio, aquellos estudiantes que se consideran blancos o criollos manifiestan un estilo de prejuicio
manifiesto mayor que aquellos que se consideran mestizos o ladinos. Una de las novedades más
relevantes de esta encuesta es la relación entre prejuicio y proximidad o contacto. Se muestra
claramente que en los estudiantes que no tienen contacto con población indígena, los prejuicios

28
étnicos y estereotipos, así como las emociones negativas se disparan. Por lo que una de sus
conclusiones es fomentar los espacios de sociabilidad y el contacto intergrupal fomentando la
interculturalidad entre ambos grupos.
3. El indio como amenaza pública, (1978-1985): El racismo como tecnología del
exterminio
La consolidación del estado oligárquico y la crisis de hegemonía que se produce ante la
incapacidad de las oligarquías y de los sucesivos gobiernos militares de llegar a una alianza
interelitaria e interclasista, la utilización de la represión selectiva como único mecanismo de
mantenimiento del poder y la falta de salidas democráticas tras múltiples fraudes electorales que,
mediante partidos comparsas, nombraban a candidatos militares a la presidencia para mantenerse
en el poder; el asesinato sistemático de los líderes sindicales y campesinos y de aquellos
candidatos presidenciales civiles que no se plegaban a las reglas del juego, generó un desgaste en
la estructura político-militar y provocó la emergencia de nuevos movimientos revolucionarios
desde 1970, que llegaron a su máxima culminación entre 1980 y 1983.
Por primera vez, en la historia de Guatemala varias de las organizaciones en armas,
especialmente ORPA y el EGP, incorporaron masivamente a la población indígena a sus filas y
asumieron el racismo como uno de los puntos clave de sus reivindicaciones políticas e ideológicas.30
A ello habría que sumarle el profundo desprecio de los militares hacia los indígenas fruto del racismo
histórico- estructural del país y de un intento de distanciamiento entre estas élites mestizo-ladinas que
trataban de alejarse del indio y de su pasado, para formar parte del aparato represivo de un Estado
oligárquico, racista y excluyente.
La encuesta citada anteriormente, ya reflejaban claramente este imaginario racista y era
perceptible una tendencia no mayoritaria, pero si significativa que abogaba por «el exterminio del
indio o por su eugenesia» como solución para la integración de éstos en la nación. No se debe
desestimar que un buen porcentaje de la población encuestada, que en su mayor parte se
consideraban blancos y descendientes de europeos, que abogaban por la mejora de la raza y que eran
partidarios de la eugenesia o del exterminio del indígena, son los que accedieron al poder entre 1980
a 1983, causando uno de los mayores genocidios en la historia del país.
No resulta casual que estas élites «blancas» ante las pregunta ¿cuál es la solución que Ud,
propone para integrar a los indígenas a la nación? la respuesta de un 10% de la muestra fuera,
«exterminarlos» o «mejorar la raza». Algunas de estas respuestas más indicativas en este sentido
fueron:
Un ingeniero industrial, de 55 años que se considera blanco expresó su opinión:
“Yo no encuentro otra solución más que exterminarlos o meterlos en reservaciones como en Estados Unidos. Es
imposible meterle cultura a alguien que no tiene nada en la cabeza, culturizar a esa gente es obra de titanes, son un
freno y un peso para el desarrollo, sería más barato y más rápido exterminarlos”.31
Un joven agricultor, de 26 años, que se considera blanco y con estudios superiores opina que:
” Integrarlos no sería una solución, tampoco repartirles tierra, ni darles dinero, ni siquiera educarlos merece la
pena. En el fondo yo soy un reaccionario, porque algunas veces me dan ganas de exterminar a todos los indígenas del
altiplano”.32
Un empresario de 49 años con estudios secundarios opina que:” La única solución para esa gente sería una
dictadura férrea, un Mussolini o un Hitler que les obligara a trabajar y a educarse, o los exterminara a todos”.33
Estas respuestas son lo suficientemente elocuentes para percibir el profundo desprecio, temor
y odio que un sector de la oligarquía sentía y expresaba en el momento de pasar la encuesta (1979-
1980). Dos años más tarde se empezaron a producir las masacres y el genocidio mayoritariamente en

29
contra la población indígena. Probablemente estos juicios de valor que formaban parte del
inconsciente colectivo del núcleo oligárquico, se convirtieron en una práctica política de la clase
dominante. De la misma manera que prueba Schrimer, la actitud racista de los altos mandos del
ejército, según las entrevistas citadas por la autora, contribuyó notablemente a la ejecución de actos
de genocidio, aunque ni el ejército ni el estado guatemalteco hayan reconocido este hecho.34
El hecho de que el indígena pasara de ser objeto a ser sujeto de su propia historia y se
incorporara a la vida política de forma masiva a través de organizaciones revolucionarias, desató y
desencadenó en este núcleo de poder. Todo este inconsciente colectivo de exterminio que llevaría a
la muerte a más de 200.000 personas entre muertos confirmados y desaparecidos, 626 aldeas
masacradas y más de un millón y medio de refugiados y desplazados entre 1978 y 1983. El temor a la
rebelión del «indio» y el deseo solapado de exterminarle se unían en una coyuntura histórico-política
que terminaría en un etnocidio.
CALDH en un informe elaborado por múltiples expertos de organismos internacionales,
nacionales y víctimas del genocidio consideran que el racismo institucional facilitó y dio pie al
genocidio en Guatemala, “el racismo histórico-socio-cultural fue un factor clave en determinar la naturaleza y
brutalidad de la violencia durante los gobiernos de Lucas García y de Ríos Montt, basada en la creencia generada por
el ejército entre su tropa de que la población indígena no merecía el respeto de...ello facilitó los actos de genocidio”.35
Este exterminio de la población indígena, sin duda fue obra del ejército y la élite de poder
durante la fase más álgida de la guerra y costó la vida, según la Comisión de Esclarecimiento
Histórico (CEH), a más de 200.000 personas, de las cuales más del 83% eran mayas, provocando
actos de genocidio contra la población indígena. Esta violencia tuvo un trasfondo racista en la medida en
que se trató de exterminar al pueblo Maya, declarándolo enemigo interno.36
El informe de la CEH, apoyado en la Convención de Prevención y Delito de Genocidio
firmada por todos los estados, entre ellos Guatemala, en 1950, tipifica de genocidio a:
cualquiera de los actos mencionado a continuación perpetrados con la intención de destruir total
o parcialmente a un grupo nacional, étnico o religioso en cuanto a tal, y que suponga: matanza
de los miembros del grupo; lesión grave a la integralidad física o mental de los miembros del
grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que puedan acarrear su
destrucción física total o parcial; medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del
grupo, Traslados por la fuerza de niños del grupo a otro
La Comisión, el REMHI, CALDH, La Fundación Rigoberta Menchú y otos organismos
internacionales, después de múltiples investigaciones in situ y con mas de.... testimonio de las víctimas
confirman, en los numerales 11,112,113 que “entre los años 1981 y 1983 el ejército identificó a
grupos del pueblo maya, como el enemigo interno, porque consideraba que constituían o podían
constituir la base del apoyo de la guerrilla... y considera que estos actos criminales y de violaciones de
los derechos humanos ... dirigidos de forma sistemática contra grupos de la población maya, entre los
que se cuenta la eliminación de líderes y actos criminales contra menores....evidencia que dichos
actos fueron cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a dichos grupos y que por
ende constituyen actos de genocidio”.37
A la misma conclusión llega Sanford, cuando afirma que el ejército de Guatemala cambio su
estrategia represiva de asesinatos selectivos a masacres, hacia una estrategia genocida de larga
duración contra la población maya. Considera que, “estas atrocidades deben de ser consideradas
como delito de genocidio”. A su juicio, hubo tres campañas de genocidio planeadas y ejecutas en
contra de la población maya: la estrategia de «tierra arrasada» en zonas mayas, liderada por los
hermanos Lucas García y Ríos Montt; la persecución implacable y matanza de los supervivientes y el
establecimiento de campos de reeducación y aldeas modelo, todo estos hechos están tipificados
como delitos de genocidio.38

30
Más contundente aún es el libro de Prudencio García quien considera que es el caso de mayor
impunidad militar y de mayor degeneración de los códigos militares de todo el continente americano
y posiblemente de todo el mundo porque se violaron todos los principios básicos ensañándose
contra la población civil, especialmente los pueblos indígenas. Las formas mas esperpénticas de
violación de los derechos humanos fueron, mutilaciones como formas atroces de tortura y ejecución,
empalamiento y crucifixiones, masacres colectivas y exterminio de comunidades, violencia sexual
contra las mujeres y violencia extremada contra los niños.39
No es mi intención relatar aquí los horrores cometidos durante este periodo en mi país, pero si
enfatizar aquellas formas de violencia, tortura, aniquilación en contra de las mujeres, niños e
indígenas. Porque efectivamente sí hubo una intencionalidad y una estrategia diseñada para
exterminar físicamente a un pueblo y a su descendencia y creo que es importante refrescar la
memoria y no olvidar estos hechos para que no vuelvan a producirse.
No es casual que del total de violaciones contra los derechos humanos que afectaron la vida y
la integridad física de las personas, el 70”% se cometieran contra mayas y solo el 10% contra ladinos
y en cuanto a víctimas registradas por la CEH, el 89% fueran maya hablantes y procedieran de
municipios mayoritariamente indígenas como Quiché, Kekchi y Kakchiquel.
Pasamos a recopilar algunos testimonios relacionados con estos hechos de una enorme saña y
brutalidad
“Los soldados nos gritaron que nosotros, los indígenas, no éramos nada, éramos animales, no
nos merecíamos el respeto de un ser humano”.
“[V]inieron los soldados y mataron a 15 personas y nosotros nos escondimos en la montaña.
Quebraron las cabezas de los niños y yo vi cuando violaban a las mujeres. Sacaron los fetos de las
mujeres embarazadas y les quebraron sus cabezas....Nos trataron peor por ser indígenas, no
solamente con armas y balas, pero por quemar los hogares y cultivos”.40
“[H]abía mucha discriminación con el indígena. A los indígenas nos golpeaban y nos insultaban
casi por gusto, porque no podían decir casi ni palabra”.41
Después de la masacre de San Pedro Sacatepéquez y de San Marcos, el ejército estuvo matando
a la población civil durante más de 4 o 5 días en enero de 1982. El testimonio de una de las víctimas
que observó la masacre dijo:
“Habían 10 verdugos... eran de Oriente. Hacían turno para matar a las gentes. Mientras cinco
mataban, los otros cinco se venían a descansar. Como parte de su descanso tenían turnos para matar
a dos señoritas de 15 y 17 años. Al darles muerte les dejaron sembradas estacas en los genitales”.
Lo mismo ocurrió en la masacre de Paqix, Sacapulas que en febrero de 1982 fueron violadas y
ejecutadas cinco mujeres indígenas a quienes violaron delante de sus hijos.
Casi todas las violaciones y posteriores asesinatos de mujeres indígenas se produjeron como
hechos testimoniales de sembrar el terror entre la población indígena, colgando posteriormente a las
mujeres y a los fetos con estacas clavadas en su vientre para causar el pánico.42
“El soldado... contaba que cuando estaban muertas las señoras les subía la falda y les metía un palo por la
vagina... a una anciana la ahorcaron y la mostraron desnuda con un banano en la vagina.....Abrieron la panza de
una mujer embarazada y sacaron el nene y al nene le pusieron un palo atrás hasta que le salio por la boca”.43
Todas estas brutalidades se dieron en áreas de población maya y la mayor parte de ellas iban
acompañados de insultos como «raza de coches» «indias de mierda». “Nos insultaban y nos pateaban
sólo porque éramos indios y nos trataban como animales”.

31
Que duda cabe que esta violencia sexista y etnicista no ha sido castigada y los verdugos y
ejecutores de dichos actos de etnocidio y feminicidio siguen en las calles impunemente y muchas
víctimas se cruzan con ellos en sus aldeas y pueblos, como lo expresan muchos testimonios.44
Todos estos datos nos hacen coincidir con los planteamientos de Sanford, Fundación
Rigoberta Menchú, CALDH, García, Payeras sobre la responsabilidad del Estado guatemalteco, del
ejército y de las élites de poder quienes diseñaron y ejecutaron una estrategia genocida de larga
duración contra la población maya a lo largo de la década de los 80.45
Mario Payeras, ex comandante del EGP, mucho antes, ya planteó que el etnocidio no tenía
exclusivamente el objetivo de quitarle la base popular a la guerrilla, sino que su objetivo mas
profundo “era romper la estructura comunal y la unidad étnica, destruyendo los factores de
reproducción de la cultura y afectando los valores de la organización social indígena”. Payeras
concluye en su libro escrito en el 85, pero publicado en 1991 que “borrar la memoria histórica de los
pueblos indígenas y cegar su perspectiva de liberación se convirtió en el objetivo de fondo de la contrainsurgencia”.46
Conclusiones y reflexiones:
Del análisis histórico estructural sobre la génesis, la etiología, la reproducción y vigencia del
racismo en Guatemala y de sus diferentes lógicas, prácticas y manifestaciones racistas, así como de la
presencia del racismo en los diferentes espacios públicos y privados, y de sus principales actores,
élites de poder, ejército, medios de comunicación, mayas, ladinos, etc., podemos deducir varios
aspectos que nos parecen preocupantes o al menos dignos de ser tenidos en cuenta, de reflexionar
sobre ellos, como intelectuales, políticos o personas que accionan e interaccionan en Guatemala
como son las Ongs, los gobiernos europeos y los organismos internacionales, especialmente el
PNUD.
1) Las bases y los espacios sobre las que se construyó y reprodujo el racismo en
Guatemala, desde la Colonia hasta nuestros días permanece incólume y no parece que haya habido
ningún indicio de que los estereotipos y prejuicios que lo sustentan se hayan desactivado, todo lo
contrario.
2) Las bases sobre las que se montó el genocidio tanto en su aspecto institucional, el
Estado racista, como en sus aparatos represivos e ideológicos, permanece intacta y no ha habido
ningún cambio en las estructuras de poder que permitan pensar que sean otros actores sociales y
políticos quienes detenten el poder. Por el contrario hay un cierto retorno de las oligarquías
tradicionales, especialmente de los sectores monopólicos y de los sectores más recalcitrantes del
ejército.
3) Los responsables del etnocidio no han sido castigados, ni siquiera nominados
individualmente como se hizo en otras comisiones de la Verdad, mucho menos enjuiciado y hasta el
momento gozan de total impunidad.
4) Resulta evidente que, cualquier iniciativa de transformación de la constitución o de la
legislación en materia de mejora de los derechos étnico-culturales, provoca una fuerte reacción en las
clases dominantes y en las élites simbólicas, que son las encargadas de legitimar la política general y
las decisiones sobre las minorías étnicas.
5) Si bien se han producido cambios importantes por un sector del gobierno actual, en
el sentido de brindar nuevos espacios a los pueblos indígenas y posibilitar una mayor participación
política de ciertas élites mayas, ello no se ha traducido en políticas públicas que contribuyan a paliar
la desigualdad económica ni la discriminación. El frágil equilibrio de la estructura y las pugnas
internas en el gobierno, han impedido una política coherente en este campo, aunque no dudamos de
que ha habido voluntad de enfrentar y dar solución a los problemas étnicos.

32
6) La emergencia del Pueblo Maya como movimiento etno nacionalista y sus diversas
estrategias para incorporarse plenamente y en igualdad de derechos sociales económicos y culturales,
ha reavivado y reactivado los mecanismos ancestrales generadores de prácticas racistas y
discriminatorias. Es más, no sólo las ha reactivado, sino las ha ampliado a otra parte de la población:
clases medias, maras e intelectuales que, antes simpatizaban más con los movimientos indígenas, pero
que a partir de los acuerdos de paz y de la emergencia del movimiento Maya, se ven preocupados,
cuando no amenazados, por la irrupción del «los mayas» al poder.
7) Las élites de poder que gobiernan y dirigen el país y las élites económicas, continúan
expresando permanentemente sus actitudes, prácticas y manifestaciones racistas y discriminatorias,
como se puede ver en algunos de los casos denunciados por personas indígenas que se han visto
impedidas de acceder a sitios públicos, trabajo o escuela con su propia indumentaria. Los recursos
judiciales instruidos para evitar estos hechos han sido infructuosos hasta el momento, a excepción de
la demanda de Rigoberta Menchú.
8) Con la candidatura a la presidencia de Rigoberta Menchú, el nivel de prejuicios y
descalificaciones hacia su personas y hacia los indígenas se ha incrementad notablemente, si bien es
verdad que ha habido una respuesta positiva por parte de la población, pero han contribuido a
incrementar los temores a que llegue a la presidencia una indígena.
A mi juicio, al interior del grupo que se considera «blanco» se ha exacerbado el racismo, con
expresiones y prácticas aún mas intolerantes, no expresadas en público, pero refrendadas por otras
encuestas, y que, en cualquier ocasión y frente al temor de la llegada de «una indígena al poder», se
han reactivado. Véase la prensa sobre la campaña de Rigoberto Menchú.
8) La comunidad internacional y cierto discurso paternalista y pro indianista o etnicista
de algunas agencias para el desarrollo, entre ellas el Informe del IDH y PNUD, asumen posiciones
dicotómicas y bipolares de carácter étnico que no corresponden a la realidad social del país y que
contribuyen a polarizar el discurso de unos y otros, colaborando a exacerbar las diferencias étnicas y
a profundizar ciertos esencialismos de todos los élites dominantes y subalternas, «blancos», «ladinos»
o «mayas». No parece haber una clara conciencia de los riesgos que implica esa polarización para el
conjunto de una sociedad y un Estado racista.
9) Si bien es verdad que ha habido un cierto avance en las percepciones de unos y otros
y una cierta autoestima y auto respeto por parte de la ciudadanía en general hacia los pueblos
indígenas, fruto de sus conquistas en los últimos años tras los acuerdos de Paz, que es perceptible en
la encuesta de Prensa Libre. Esa toma de conciencia por parte de los ladinos, lo que está
evidenciando es la existencia compartida por ambos grupos de que existe discriminación étnico-racial
por el color de la piel, el apellido o el grupo étnico. Lo que demuestra, una vez más, la existencia de
racismo y discriminación en la sociedad guatemalteca.
10) Algunas élites intelectuales, mayas y ladinas urbanas, que poseen un discurso étnico-
cultural muy esencialista y que son poco proclives a vincular los aspectos étnicos al desarrollo y a la
lucha contra la pobreza y la desigualdad, están contribuyendo notablemente a exacerbar las
dicotomías y a reactivar los prejuicios del sector dominante, sin contar con el poder económico y
político para acceder al poder y hacer frente a un enfrentamiento ideológico y político. Lo mismo
sucede con un grupo de intelectuales ladinos que están contribuyendo a generar dicha polarización, a
través de los medios de opinión pública.
Como conclusión final y sin ningún ánimo de generar profecías apocalípticas o pesimistas, sólo
ateniéndome a los epígrafes desarrollados, a la constatación de los hechos históricos y políticos,
podríamos pensar que, si no ha habido grandes cambios en la estructura del Estado, mucho menos
en la estructura económica que nos permitan pensar que se ha dado un cambio en el bloque de
poder; si los aparatos represivos e ideológicos continúan en las mismas manos y no se han

33
desactivado por medio de campañas de prensa, de educación o por medio de políticas públicas desde
el estado; si la enfermedad del racismo, sus causas, prácticas y mecanismos siguen vigentes y, en lo
único que hemos avanzado es en el diagnóstico de la enfermedad y en llegar a un cierto consenso de
su existencia como problema nacional; si a nivel económico y por parte de la distribución de los
servicios públicos en materia de salud y de educación del Estado hemos constatado que los costos de
la discriminación son un factor que incide notablemente en la desigualdad y en la pobreza de los
sectores mas vulnerables y desfavorecidos, especialmente mujeres, indígenas y rurales; si el estado
apenas ha podido aplicar medidas de igualdad compensatoria en materia de etnia y género y la brecha
de la pobreza cada vez crece más:
¿Que nos hace suponer que los mecanismos de racismo como sistema de dominación y de
explotación se han desactivado o han terminado de tener utilidad para las élites de poder?
¿Qué nos hace suponer que las prácticas racistas y los estereotipos han desaparecido o se han
difuminado de las estrategias discursivas, cognitivas y mentales de los ciudadanos y ciudadanas
guatemaltecas?
¿Qué nos hace pensar que ha habido un cambio en las representaciones sociales de los grupos
implicados?
Si la ciencia y la academia, con informes como el IDH y otros similares pronunciados en
diferentes foros y diversidades y Centros de documentación, continúan analizando la sociedad
guatemalteca de forma bipolar y dicotómica y continúan exacerbando contradicciones falsas o no
prioritarias, ¿qué nos hace suponer que no se están reproduciendo todos los modelos dicotómicos
que exacerban la relación ladinos indígena?
Y si todo esto es así, ¿por qué no deberíamos de considerar seriamente que la posibilidad de
una reactivación de los prejuicios racistas y genocidas que, se pueden provocar, en cualquier
momento, dando origen a nuevos actos de genocidio como los sucedidos hace menos de una década
y que se están produciendo en otros lugares del planeta con el silencio y complicidad de todo el
ámbito internacional?
¿Porque nosotros vamos a ser diferentes al resto de países como Francia, Alemania o Austria
en donde se están dando fuerte brotes xenófobos o Ruanda, Bosnia y Chechenia donde se han
provocado auténticos genocidios en estas últimas dos décadas?.
¿Por qué no ser conscientes de que continuamos teniendo en nuestras manos una bomba de
reloj sin desactivar? Creo que todos y todas tenemos en nuestras manos el deber y la responsabilidad
moral de pensarlo y tratar de impedirlo.
Quiero terminar con unas palabras de una de las innumerables víctimas de este holocausto que,
supone una actitud de vida que todos y todas deberíamos asumir ante el genocidio de los pueblos del
mundo. Un testigo que lleva envueltos un morral (una bolsa) los huesos de su familiar y que le dice al
jurado lo siguiente.
“me duele mucho cargarlos.... es como cargar la muerte....no voy a enterrarlos todavía. Si quiero
que descanse, descansar yo también, pero todavía no puedo.... Son la prueba de mi declaración… No
voy a enterrarlo todavía, quiero un papel en el que diga a mí: lo mataron ... no tenía delito, era
inocente...., entonces vamos a descansar” (testimonio de la CEH).
Esta terrible lección no puede quedar en el olvido, ni resulta sano para una sociedad que pretende
vivir en paz y en democracia tratar de borrar el pasado.
La única actitud ética es no olvidar y mantener viva la memoria del pasado para poder construir el
futuro y en el camino explorar los espacios comunes de la reconciliación. No podemos ni debemos de

34
perder la ocasión de desactivar los mecanismos de discriminación y racismo que dieron origen a estos
hechos y buscar fórmulas de consenso que impidan que hechos de ésta naturaleza vuelvan a suceder.
Debemos hacer un esfuerzo colectivo de renegociar nuestras memorias y consolidar los Acuerdos
de Paz para que todos los ciudadanos guatemaltecos y guatemaltecas, podamos vivir en paz, consolidar la
democracia y contribuir a la formación de una identidad colectiva, basada en la igualdad real, la tolerancia
y el respeto a la diversidad étnico-cultural.

* Reproducido con autorización de la autora. Marta Casaús, Arzú, El Genocidio: la máxima expresión del
racismo en Guatemala, Cuadernos del Presente Imperfecto, Nº 4, Guatemala: F&G Editores, 2008. El trabajo
fue elaborado gracias al proyecto de Investigación Algunos conceptos vertebradores de la Modernidad en América
Latina (MEC y Fondos Feder. HUM, 2005/2006 06556- CO4-02/HIS). En su día fue presentado como una
conferencia en la Casa de América en Madrid. Marta Casaús Arzú es guatemalteca. Doctora en Ciencias
Políticas y Sociología. Es profesora titular de Historia de América y directora del Master Europeo en Estudios
Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido investigadora principal en múltiples
proyectos relacionados con el desarrollo intelectual centroamericano. Entre sus publicaciones más recientes
están: Guatemala: linaje y racismo (F&G Editores, 2007), Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios
nacionales (1820-1920) (Guatemala: F&G Editores, 2005), La metamorfosis del racismo en Guatemala (Guatemala:
Cholsamaj, 2002), Historia intelectual de Guatemala (Guatemala: USAC-CEUR/UAM), Desarrollo y diversidad
cultural en Guatemala (Guatemala: Cholsamaj, 2000).

Notas:

1 Decimos segunda condena internacional de genocidio, porque la primera se produjo en 1973, en el Tribunal
Permanente de los Pueblos, sesión Guatemala, declarando al gobierno del general Ríos Montt como genocida y etnocida.
Véase, Memorias del Silencio, Tzínil Na ´Tab ´Al. Conclusiones y Recomendaciones del informe de la Comisión Para el Esclarecimiento
Histórico. Guatemala: Linoprint,1999 y el informe REMHI, Guatemala: Nunca Más, Guatemala: ODHAG, 1998. Así como
las conferencias de Hellen Mack, “Ni perdón ni olvido”, conferencia pronunciada en Madrid, Casa de América y
Universidad Autónoma de Madrid, mayo 1999.
2 Zygmunt Bauman, Modernidad y Holocausto, Toledo: Sequitur, 1989, p. 113. Norman Cohn, Warrants for Genocide, Londres:

Eyre & Spottinswoode, 1967.


3 Marta Casaús Arzú, La metamorfosis del racismo en Guatemala, Guatemala: Cholsamaj, 2003, pp. 28-29; así como Guatemala:

Linaje y Racismo, Guatemala: F & G Editores, 2007.


4 Michel Foucault, Genealogía del racismo, Madrid: La Picota, 1992.
5 Ibíd.
6 Leo Kuper, Genocide: It´s political Use in the twentieth Century, Yale: Yale University Press, 1981, p.137.
7 Este mismo fenómeno ocurrió en la Alemania Nazi en donde la población civil tuvo buena parte de la responsabilidad

del holocausto por su silencio, cuando no por su complicidad. Bauman considera que el holocausto no se puede tratar de
explicar como una monstruosidad del pasado o como algo incomprensible ajeno a nuestra civilización, porque el sistema
y la ideología que dieron origen a Auschwitz permanecen intactos. Ello significa que el propio Estado-nación está fuera
de control y que, en cualquier momento puede producirse de nuevo y desencadenar hechos de esa naturaleza. La
singularidad y normalidad del genocidio es lo que asegura su repetición. Zygmunt Bauman, Modernidad y Holocausto,
Toledo: Sequitur, 1989, p. 112.
8 El libro de CALDH, sobre el primer encuentro sobre racismo y Genocidio en Guatemala, en el que participaron mas de

700 personas para discutir las bases históricas del racismo y sus manifestaciones en actos de genocidio nos parece un
magnifico aporte a la reflexión y al análisis de un tema tan poco abordado como éste. CALDH, Genocidio, la Máxima
expresión del racismo, Guatemala: Maga, 2004.
9 Ramón González Ponciano, “La visible invisibilidad de la blancura y el ladino como no blanco en Guatemala”; en Darío

Euraque, Jefrey Gould y Charles Hale, Memorias del Mestizaje, cultura política en Centroamérica, Guatemala: CIRMA, 2004.
10 Manuela Cantón, Bautizados en Fuego: protestantes, discurso de conversión política en Guatemala (1989-1993), Guatemala:

CIRMA, 1998.
11 Las teorías degeneracionistas tuvieron un éxito enorme en Europa y América Latina, donde el impacto fue muy fuerte

en el ámbito de la medicina, la psiquiatría y en las ciencias sociales. El regeneracionismo, inspirado en el Tratado de las

35
degeneraciones (1857) de Morel, y modificado en 1895 por Magnan y Legrain, para incorporar la idea darwinista de la
lucha por la existencia, dieron a la teoría un carácter más científico. Robert Young, Colonial Desire, hibridity in theory, culture
and race, London: Routledge, 1995, pp. 100 y ss. R. Huertas García Alejo, Locura y degeneración. Psiquiatría y Sociedad en el
positivismo francés, Madrid: CSIC, 1987.
12 Marta Casaús, “El indio, la nación la opinión pública y el espiritualismo nacionalista: Los debates de 1929”; en Marta

Casaús y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920),
Guatemala: F & G editores, pp. 207-252. Marta Casaús Arzú, “La creación de nuevos espacios públicos en
Centroamérica a principios del siglo XX”; en Mónica Quijada y Jesús Bustamante (eds.), Élites intelectuales y modelos
colectivos, Mundo Ibérico, (siglos XVI- XIX), Madrid: CSIC, 2003, pp. 223-255.
13 En esa misma época en Perú se produjo un fuerte debate entre apristas y marxistas acerca de cómo incorporar al

indígena a la nación. Los autores, con matices entre ellos, hablan de «nacionalizar la nación», de «peruanizar» Perú,
buscando en el pasado Inca o en la cultura indígena en general el engrandecimiento de la nación y recuperando todos
aquellos referentes del Tihantinsuyu para la nación. Mientras Mariátegui, Valcárcel y Haya de la Torre discutían
acaloradamente en la revista Amauta y en otros semanarios, sobre la forma mejor de recuperar la nación en el marco del
Estado nacional, a través de un proceso de peruanización, los intelectuales orgánicos del ubiquismo querían suprimir la
nación y fortalecer el Estado, anulando el pasado indígena, desvalorizándolo o simplemente subsumiendo la nación en un
Estado fuerte, racista y autoritario, en donde la presencia del indígena iba a diluirse hasta convertirse en una sombra. Jussi
Pakasvirta ¿Un continente, Una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y revistas culturales en Costa Rica y en el Perú,
(1919-1930), Helsinki: Universidad de Helsinki, 1997. Ricardo Melgar Bao, Redes e imaginario del exilio en México y América
Latina, 1934-1940, Argentina: Libros en Red, 2003. Malgorzata Nalewajko, El debate nacional en el Perú (1920-1933),
Varsovia: Cátedra de Estudios Ibéricos, 1995.
14 Carlos Samayoa Chinchilla, “Algo mas acerca del Indio, Nuestros aborígenes a la llegada de los españoles.- Efectos de

la conquista.- errores y fantasías.- La alimentación deficiente-. Otros tópicos”. Carta de Carlos Samayoa Chinchilla al
Señor Don Ramón Aceña Durán, El Imparcial, 25 de enero de 1937.
15 Carlos Samayoa Chinchilla, escribe tres artículos, en respuesta a Ramón Aceña Durán, titulados: “Algo más acerca del

indio” (I, II y III), en el diario El Imparcial, 25, 26 y 28 de enero de 1937.


16 Samayoa Chinchilla, “ Algo mas acerca…”.
17 El término de élites blancas de Van Dijk, nos parece en nuestro caso de lo más apropiado ya que uno de los aspectos

que más nos llamó la atención es su percepción de blancura.


18 Sobre la selección de la muestra y los datos de la encuesta, Marta Casaús Arzú, Guatemala: Linaje y Racismo, 3ª edición,

corregida y ampliada; Guatemala: F & G editores, 2007.


19 Coincidimos con Van Dijk en la importancia de analizar el discurso racial de las élites porque son ellas a las que

corresponde la reproducción y pre formulación del racismo, ya que son éstas las que dispersan la ideología y establecen
las prácticas sociales al conjunto de la sociedad. Teun van Dijk, Racismo y discurso de las élites, Barcelona: Gedisa, 2003, p.29.
Teun van Dijk, (coord), Racismo y discurso en América Latina, Barcelona: Gedisa, 2007.
20 Entrevista No. 45, Casaús, Guatemala: Linaje y…, p. 198.
21 Entrevista No. 65, Ibíd.
22 Ibíd. p. 210.
23 Véase encuesta realizada por Vox Latina y publicada en Prensa Libre, 28 de agosto, 2005. Alejandra Hurtado de

Mendoza, “Estilos de prejuicio en la población universitaria guatemalteca: análisis comparado en cuatro universidades”;
en Marta Casaús y Amílcar Dávila (Coords.), Diagnóstico del racismo en Guatemala. Investigación interdisciplinaria y participativa
para una política integral por la convivencia y la eliminación del racismo, Vol. III, Guatemala: Vicepresidencia de la República, 2006.
24 “Con suéter y tontería paseando por Europa”; en Diario de Hoy, 10 de enero, 2006. El vocablo «medular» lo está

empleando como genético propio del pensar y del hacer de una civilización inferior que no entiende de costumbres y que
separa al hombre civilizado de la bestia. El contrapunto entre civilización y barbarie de Sarmiento vuelve a aparecer en el
siglo XXI.
25 Jorge Solares y Gilberto Morales, “«No soy racista pero....», relaciones interétnicas y racismo fragmentario en

Guatemala”; en Olmedo España, Discriminación y racismo, Guatemala: Copredeh, 2003.


26 Encuesta realizada por Vox Latina, Prensa Libre, 28 de agosto, 2005. 1421 adultos hombres y mujeres rurales y urbanos

encuestados.
27 Prensa Libre, 28 de agosto, 2005, Encuesta realizada por Voz Latina a 1421 adultos rurales y urbanos, hombres y

mujeres.
28 Wilson Romero, “Los Costos de la discriminación en Guatemala”; en Casaús y Dávila (coords.), Diagnóstico del

racismo…, Vol. I, pp. 69-95.


29 Hurtado de Mendoza, “Estilos de prejuicio…”, pp: 70-98.
30 Véase los documentos internos de ORPA, sobre, “La verdadera magnitud del racismo”, Guatemala, 1978, (mimeo) o

del EGP, sobre las nacionalidades indígenas, en los que se priorizaba como sujeto revolucionario a los indígenas y se
establecían las principales columnas guerrilleras en territorio indígena. Mario Payeras, Los fusiles de octubre, México: Juan
Pablos, 1991.

36
31 Casaús, Guatemala: linaje y…, p.249.
32 Ibíd.
33 Ibíd., p. 250.
34 Jennifer Schrimer, Las intimidades del proyecto político de los militares en Guatemala, Guatemala: FLACSO, 1999. CEH,

Conclusiones y recomendaciones, Guatemala memoria del silencio, Guatemala: F&G Editores, 2004.
35 CALDH, Genocidio la máxima expresión…, p. 22. Así como “La jurisdicción universal para el juzgamiento del genocidio

en Guatemala”, demanda presentada por la premio Nóbel de la paz, Rigoberta Menchú Tum, ante la Audiencia Nacional
de España, Fundación Rigoberta Menchú, 2001.
36 Comisión de Esclarecimiento Histórico, Guatemala, Memoria del Silencio, tomo V, Conclusiones y recomendaciones. En los

numerales 108-122. El informe concluye que el Estado guatemalteco, entre 1981 y 1983, ejecutó actos de genocidio en
contra de la población maya. Guatemala: UNOPS,1999.
37 Comisión de esclarecimiento Histórico, Conclusiones, Guatemala: CEH, 1999. Jurisdicción Universal para el juzgamiento

del Genocidio en Guatemala, Demanda presentada por la Premio Nóbel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum, ante la
Audiencia Nacional de España, México: Fundación Konrad Adenauer, 2001.
38 El excelente libro de Victoria Sanford prueba como el ejército de Guatemala planificó e informó de esta estrategia al

Departamento de Estado norteamericano, en informes desclasificados recientemente en enero de 1998. Afirma que en
estos documentos desclasificados de la CIA y del departamento de Estado hay evidencias de Genocidio. Victoria
Sanford, Violencia y genocidio en Guatemala, Guatemala: F & G editores, 2004, p. 32 y 33.
39 Prudencio García, El genocidio de Guatemala, a la luz de la sociología militar, Madrid: SEPHA, 2005.
40 Testimonios de sobrevivientes de la CEH, Guatemala, Memoria del silencio, Vols. III y IV; Guatemala: UNOPS, 1999.

Libros escritos por las víctimas al margen de las dos grandes recopilaciones de la REMHI y la CEH, aún no existe mucha
bibliografía contada por ellos mismos. El libro de Víctor Montejo, Testimonio en tiempos del Mayab, o el libro colectivo,
Tiempo de callar, tiempo de hablar... Estamos empezando, Guatemala: ILUGUA, 2004. Es un buen testimonio colectivo de lo
acontecido.
41 CEH, Guatemala, Memoria..., tomo III…, p. 199.
42 A juicio de la CEH, estas modalidades, crueles en extremo, de violencia sexual y de tortura tenían una finalidad directa

contra la población maya, sus familias, hijos y cosechas e iba encaminada a infringir un castigo ejemplar, sembrar el terror
contra la población indígena. CEH, Guatemala, Memoria..., tomo III…, p. 35.
43 Ibíd., p. 31; Ixcán, Quiché.
44 Esta violencia sadomasoquista se sigue expresando actualmente en el feminicidio llevado a cabo estos dos últimos años

en Guatemala donde mueren más de dos mujeres al día y ya han sido asesinadas impunemente más de 500 mujeres, esta
vez bajo la sospecha de que son prostitutas y mujeres de los miembros de las «maras», sin que haya pruebas sobre ello.
“Feminicidio en Guatemala”; en ABC dominical, Madrid, 11 al 17 de diciembre, 2005.
45 Esta connivencia aparece claramente expuesta en los libros de Carlos Figueroa Ibarra, El recurso del Miedo y en el de

Francisco Villagrán, Biografía Política de Guatemala, Vol. I y II, en el que pueden observarse con todo lujo de detalles y
nombres, los pactos secretos tripartitos entre el ejército, la oligarquía y la administración norteamericana.
46 Payeras, Los Fusiles de…, pp., 37 y ss.

37
EL PUEBLO IXIL Y EL GENOCIDIO
(Junio de 2010)

RODRIGO SALVADÓ *

La víctima y el contexto
Guatemala es una nación multiétnica, formada por 24 grupos culturales. Dentro de este
complejo marco podemos conceptualmente clasificar a los grupos culturales achi, akateco,
awakateko, chorti, chuj, itza, ixil, jakalteco, kanjobal, kaqchikel, kiche, mam, mopan, poqomam,
poqomchi, q'eqchi, sakapulteko, sikapakense, tectiteco, tz'utujil y uspanteco. Estos 21 grupos de
origen maya constituyen la mayoría de la población y junto al grupo garífuna, xinca, y mestizo
podrían denominarse como no occidentales, y como resultado del proceso histórico guatemalteco,
sufren formas específicas de explotación económica, dominación política y opresión sociocultural y
adquieren por eso el estatus sociológico de grupo minoritario, frente al resto de la sociedad nacional.
Cabría preguntarse ¿a qué me refiero como el resto de la sociedad nacional? El proceso histórico
produjo una sociedad inequitativa, basada en la explotación de los “no occidentales” por aquellos que
se auto visualizaban como descendientes directos de los occidentales y los intereses extranjeros que
estos representaban y han logrado a lo largo de la historia defender el satus quo de las maneras más
aberrantes a lo largo de la historia.
El Conflicto Armado Interno en Guatemala 19621-1996, dejó un saldo mayor a 200,000
víctimas y efectos trágicos de la violencia, tanto a nivel individual, como familiar, comunitario,
grupal, etc. En 1999 la Comisión para el Esclareciendo Histórico en Guatemala –CEH- estableció
que durante el periodo 1981 y 1983, fue cuando se registraron los mayores índices de violencia en el
Conflicto Armado Interno. El análisis de las violaciones de los derechos humanos registradas por la
CEH, permite afirmar que en este período ocurrió el 81% de las violaciones a los Derechos
Humanos y solamente en el año 1982 se registra el 48% de todos los casos.
El análisis de la CEH constató que la violencia de Estado se centró en determinadas regiones,
temporalidades y específicamente fue ejercida hacia ciertos grupos étnicos. Sobre la base de estos
hechos y criterios y con los medios disponibles, fue posible para la CEH realizar la investigación de
lo ocurrido con cuatro grupos étnicos seleccionados, ubicados en cuatro regiones geográficas:
1. Maya-q’anjob’al y maya-chuj, ubicados al norte de Huehuetenango en Barillas, Nentón y San
Mateo Ixtatán.
2. Maya-ixil ubicados en Nebaj, Cotzal y Chajul, departamento de Quiché
3. Maya-k’iche’ en Zacualpa, departamento de Quiché.
4. Maya-achi en Rabinal, Baja Verapaz.
Los ixiles
En el periodo histórico mencionado, 1981-1983, la CEH estableció que se cometió genocidio
contra el grupo ixil. Pero, para poder proseguir debo explicar ¿Quiénes son los ixiles? y ¿Qué es el
genocidio?
Según la Academia de Lenguas Mayas, el pueblo maya está formado por 21 comunidades
lingüísticas. La comunidad lingüística ixil representa el 2.2% del total. Respecto al grupo cultural ixil,
podemos decir, en primer lugar, que su idioma, según el lingüísta Otto Stoll, pertenece al grupo
lingüístico mam, “al cual corresponden tanto el mam como el aguacateco.”2 Sylvanus Morley agrupa

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el idioma ixil dentro del grupo mam, junto a los idiomas aguacateco, jacalteco, kanjobal y solomeco.
Stoll comenta que el ixil tiene algunas variantes, pero que las mismas no impiden la comunicación
entre distintas comunidades. Geográficamente, dentro de la región ixil están situados los municipios
Ixcán, Nebaj, Cotzal y Chajul, conocidos recientemente como El Triángulo Ixil3, todos situados en el
departamento de Quiché.
Se han llevado a cabo varias excavaciones arqueológicas en la región ixil y éstas demuestran la
ocupación del área por ixiles de manera continua desde el periodo Preclásico, del 1000 a. C. al
320 d. C. Se han encontrado construcciones pertenecientes al Clásico, entre los años 320 d.C. al
987 d. C. : “en la región ixil, las grandes pirámides funerarias del centro ceremonial mayor de Nebaj
evocan múltiples rasgos rituales de Kaminal Juyú y de La Lagunita. Es decir, hay muchos rasgos
fechados del Clásico Temprano-Medio en este centro, famoso por su cerámica negra fina y sus
vasijas policromadas con pestaña basal, importadas o imitadas de Petén.” 4
Con relación al período Postclásico, del 1000 d.C. al 1687 d.C., se han ubicado numerosos
templos y algunas construcciones sobre las que aún no existe acuerdo sobre su carácter defensivo o
ceremonial, así como cuantiosa “cerámica utilitaria”. En todo caso, se tiene la certeza de que la
región estaba habitada para la época de la llegada de los españoles. En efecto, para la segunda década
del siglo XVI los españoles ya habían llevado a cabo varias campañas militares sin éxito contra los
sitios ixiles de Nebaj y Chajul, y el sitio k’iche’ de Uspantán. No es sino hasta 1530 que logran tomar
Nebaj, al mando de Francisco de Castellanos, siendo los ixiles sobrevivientes marcados y llevados
como esclavos de guerra. Sin embargo, casi diez años después, para 1539, la región aún no había sido
totalmente conquistada, y eran frecuentes las rebeliones y motines.
El territorio de Quiché y Huehuetenango durante la época de las reducciones dominicas estaba
bajo control de la Iglesia católica, la cual poseía allí enormes haciendas. Muchos de los elementos
culturales y sistemas de organización política existentes en los territorios bajo dominio dominico se
conservaron. A fines del siglo XIX, varios mestizos de Huehuetenango y otros lugares introducen en
la región el “negocio del licor”, provocando serios daños de diversos tipos (a la salud, a la
organización comunal, a la economía, etc.) a los ixiles: “los ladinos de la región ixil admitían que
conocían a los responsables de aumentar la cantidad y la fuerza del licor con el propósito de
enriquecerse. (...) los indios se mantenían borrachos del amanecer al atardecer.”5 En cierto momento,
había 80 cantinas en Nebaj. El despojo de tierras por medio de la manipulación de la ley y las
irregularidades en los procesos de titulación son frecuentes hasta ya entrado el siglo XX. Para la
primera mitad del siglo, Lovell hace la siguiente observación: “El solicitante más frecuente de títulos
de propiedad era Lisandro Gordillo Galán, un mexicano que en 1895 fue secretario municipal de
Chajul”6 En la segunda mitad del siglo XX, dentro del marco del Conflicto Armado Interno, cabe
agregar que durante la colonización de la Franja Transversal del Norte, es decir el norte de Chajul, se
masacró a numerosas comunidades indígenas y se les despojó de sus tierras, las cuales fueron
otorgadas a oficiales de la élite contrainsurgente.
El genocidio
Ahora bien, hablemos de genocidio y para ir de una visión particular a una más general,
partiremos de su concepción jurídica, la cual lo tipifica criminológicamente como un tipo penal
sancionable. Según se establece en el Código Penal guatemalteco:
Artículo 376. (Genocidio). Comete delito de genocidio quien, con el propósito de destruir total o
parcialmente un grupo nacional, étnico o religioso, efectuare cualquiera de los siguientes hechos:
1. Muerte de miembros del grupo;
2. Lesión que afecte gravemente la integridad física o mental de miembros del grupo;
3. Sometimiento del grupo o de miembros del mismo, a condiciones de existencia que pueda
producir su destrucción física, total o parcial;

39
4. Desplazamiento compulsivo de niños o adultos del grupo, a otro grupo;
5. Medidas destinadas a esterilizar a miembros del grupo o de cualquiera otra manera impedir su
reproducción.
El responsable de genocidio será sancionado con prisión de 30 a 50 años.
Desde mi experiencia personal, he investigado algunos de los literales del artículo enunciado en
el párrafo anterior, en específico en la región ixil, desde la perspectiva penal, antropológica forense,
antropológica social y de esclarecimiento y he podido ver los efectos en la actualidad de lo ocurrido
allí hace más de 20 años. Después de mucho reflexionar sobre la intencionalidad de los actos
cometidos, ésta se evidencia en la secuencia, forma reiterada y características comunes de los hechos
ocurridos desde el Estado hacia los ixiles, evidenciando patrones de acción característicos de actos de
genocidio.
El genocidio en Guatemala y en específico en la región ixil durante los años indicados, fue una
política de Estado, que no hay que analizar aisladamente del contexto endógeno de dominación y al
contexto exógeno que fue fuertemente influido por la Doctrina de Seguridad Nacional que sustentó
las políticas contrainsurgentes del Estado de Guatemala. Las relaciones con los demás países de la
orbe son clave para la comprensión del contexto político y de poder en que se desarrolló el
genocidio, porque el Estado no puede adoptar decisiones contrarias a los intereses de ciertos países
con los que se han concertado pactos o tratados de diversa índole: militares, económicos, etc. Todo
lo sucedido se enmarca dentro de la guerra fría. De esta forma el Estado, por medio del Ejército,
ejerció sus funciones de acuerdo a la Doctrina de Seguridad Nacional.
Para comprender la violencia ejercida hacia los ixiles, se puede partir desde una perspectiva
psicológica, siguiendo a E.W. Walter, en la que el proceso de violencia está formado por tres
personajes: la fuente, la víctima y el blanco. El primero, también llamado equipo de terror: “se
descompone en el directorio, es decir las personas que diseñan, inician, definen y justifican el terror, y
los agentes de la violencia o ejecutores, que llevan a cabo las órdenes y efectúan los actos de
destrucción. El segundo, las víctimas, ésta constituido por todas aquellas personas que son el objeto
directo de las acciones de violencia y que son seleccionadas de acuerdo al esquema general de la
estrategia contrainsurgente. Finalmente el tercero, el blanco está conformado por todas las personas,
grupos y comunidades que son consideradas el objetivo indirecto del terror y sobre los cuales recaen
los efectos de las acciones sobre las víctimas.”7 Al hablar de objetivos indirectos del terror y de
efectos de las acciones sobre las víctimas, hablamos del fin que se perseguía tras el uso de la violencia
estatal.
Una vez despejada la conceptualización psicológica del proceso de violencia, haremos una
aproximación criminológica del mismo, y ésta resume el proceso en: sujeto activo, el que ejerce la
violencia; sujeto pasivo, la persona o grupo víctima de la violencia; y finalmente el móvil, es decir el
porqué de la violencia. Lo importante de esta operación mental es entender que cualquier política de
Estado, tiene un leit motiv. Al contrarrestar lo investigado en el campo (desde mi experiencia
personal), con fuentes gubernamentales, el leit motiv se pone de manifiesto, tanto en lo doctrinal,
como en lo operativo. Esta operación interpretativa de los hechos se fundamenta en establecer la
relación entre el genocidio y el contexto en que ocurrieron los hechos, para entender la intención con
la cual se realizaron éstos. Desde mi experiencia, ha sido muy esclarecedor para comprender el móvil,
tener acceso a Plan de Campaña del ejecito vigente en ese entonces, llamado Plan de Campaña
Victoria 82, el cual daba las directrices estratégicas para el funcionamiento del ejército y la guerra
contra subversiva, así mismo he podido analizar, reportes de operaciones militares en el área y en el
momento analizado. Este tipo de documentación corrobora las miles de declaraciones de víctimas de
la guerra y sobre todo constata la participación estatal en estos hechos.

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El por qué del genocidio
El carácter represivo de las relaciones sociales en Guatemala a lo largo de la historia, y con toda
crudeza dentro del conflicto armado, queda demostrado mediante el análisis de las políticas de
Estado contrainsurgentes. Pero, no un análisis puramente estadístico sobre la innegable catástrofe
humana vivida. Hay que analizar el cómo se ejecuto ésta y sobre todo qué la motivo. Dentro del
Conflicto Armado Interno, el poder económico de la sociedad (que se veía bajo peligro tras una
victoria insurgente) apoyó, con los medios financieros necesarios al Ejército, el cual desplegó sus
funciones de acuerdo a las directrices del Estado.
Dichos actos, debido a su carácter estratégicamente diseñado, presentaron acciones con una
secuencia lógica y coherente desde el momento de las masacres hasta la toma del poder local por
parte del Ejército. Este control del terreno, significó el control sobre la vida y sobre la mente de la
población. Los ataques contemplaban, además del aniquilamiento masivo de los ixiles, la destrucción
sistemática de su cultura. De acuerdo a Darcy Ribeiro, la cultura está divida en tres órdenes de
componentes fundamentales: “el sistema adaptativo, que es el conjunto de formas de acción sobre la
naturaleza para la producción de las condiciones materiales de existencia de las sociedades. El sistema
asociativo, que es el conjunto de las formas de organización de las relaciones interpersonales para
efectos de la reproducción biológica, de la producción y de la distribución de bienes y de la
regulación de la convivencia social. Y el sistema ideológico, que comprende las ideas y los
sentimientos generados en el esfuerzo por comprender y por justificar o cuestionar el orden social.”8
El objetivo de la destrucción de la cultura en su acepción de cultura material, queda manifestado
en actos de arrasamiento de cientos de aldeas para desarticular un conjunto de condiciones materiales de
existencia de los ixiles, desplazar a la población9 y modificar las características socioeconómicas,
culturales, destruyendo así los mecanismos de reproducción de la cultura ixil. El Estado actuó de esta
manera al estar convencido de que dichos actos afectarían a la insurgencia armada, la cual tenía el apoyo
de un porcentaje de los ixiles.
Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico: “En 1981 la población del área era de
44784 personas” 10 Y según esta misma fuente, los resultados de la campaña militar estatal en el
periodo de genocidio” “incluyen el asesinato de por lo menos 6986 personas, entre ellas mujeres,
ancianos y niños”. De esto podemos inducir que se eliminó al 15.59% de los ixiles.
Los hechos genocidas en Guatemala en la región ixil, se caracterizaron por la persecución,
rastreo, bombardeo y matanza hacia la población desplazada en la montaña después de las masacres y
la ejecución o agresiones graves de quienes se entregaban al Ejército y/o pasaban a formar parte de la
PAC. El Ejército tenía la certeza de que grandes contingentes de la población ixil se encontraban en
las montañas fuera de su poder y control: esto hizo que el Ejército desarrollara una política hacia los
sobrevivientes del arrasamiento de aldeas, que se habían desplazado a zonas aisladas en las montañas.
La política de Destrucción Cultural del Estado no solamente contemplaba el aniquilamiento de la
población y la destrucción del sistema adaptativo de la cultura, en términos de Darcy Ribeiro, sino que
también atentó contra los otros dos sistemas, el asociativo y el ideológico, que son inseparables como
contrapartes de una totalidad. La interdependencia de sus partes se revela de múltiples formas. Mediante
la desintegración de las bases económicas de la comunidad y la desarticulación de las familias a través las
operaciones masivas de aniquilamiento, los habitantes quedaron a merced del control del Ejército. El
sistema asociativo, que es el conjunto de las formas de organización de las relaciones interpersonales, se vio
modificado a patrones militares. Esto se refleja en los cambios en el poder local con el surgimiento de
las Patrullas de Autodefensa Civil –PAC-, por medio de las cuales se utilizó a una población, en contra
de sí misma.
El sistema ideológico, que refleja objetivamente la realidad, es una recreación simbólica del mundo,
delimitada por las características históricas de la cultura. La estrategia hacia este sistema comprendió

41
mensajes a la población y el apoyo a los cambios religiosos, con el objetivo de generar
transformaciones culturales. Fueron acciones diseñadas específicamente para influenciar el
pensamiento de las personas y su conducta.
La Destrucción Cultural no sólo abarca la liquidación del humano como ente viviente, ya que
éste es también un ser cultural. La cultura es percibida por sus portadores como el modo de ser seres
humanos frente a los miembros de su propio grupo y frente a otros grupos humanos. Es así que la
Destrucción Cultural parcial en Guatemala contempló atentar contra la transmisión social de
elementos materiales de formas de existencia, formas de organización, del ejercicio del poder, y por
último, la ideología para justificar las relaciones de poder.
El concepto jurídico de genocidio es inoperante para la magnitud de todo lo sucedido en
Guatemala. Si trazáramos una línea horizontal del proceso de éste, podríamos contemplar como en
los inicios de este hecho social, el objetivo público fueron los líderes religiosos y comunitarios mayas
(estructura dual de poder, característica de lo maya), arrancándose del seno de estas comunidades las
bases de su organización social, política y religiosa. Posteriormente las matanzas masivas cometidas
contra aldeas enteras, además de torturas y violaciones sexuales, lo cual contribuyó a destruir
fundamentos de cohesión social entre los miembros del grupo sobreviviente.
Los párrafos anteriores intentaron resumir procesos complejos con profundas raíces históricas,
y probablemente muchas cuestiones, sin intención, fueron omitidas debido a lo complejo del tema
que se aborda. El genocidio ocurrido al pueblo ixil aún es un tema en fase de investigación judicial.
Desde mi punto de vista, como sujeto, no como juez ni acusador, puedo decir que sí hubo genocidio
en Guatemala. Para una sociedad tan desigual como la guatemalteca, hablar de este tema genera
silencios, incluso impuestos, pero como sociedad es necesario el juzgamiento de dichos actos, como
una garantía mínima para su no repetición y principalmente porque fueron crímenes contra la
humanidad. La negación de los hechos o la apatía hacia los mismos puede ser el peligroso reflejo de
que también se acabó con la humanidad de la sociedad en general durante el Conflicto Armado
Interno. La dinámica social ixil, continúa hoy día su marcha. Mientras se asimilan los cambios
traumáticos de la oleada contrainsurgente, se viven nuevos desafíos, especialmente de cara a la
globalización, al impacto ecológico y social de la actividad minera e hidroeléctrica y al debilitamiento
extremo del Estado.

* Rodrigo Salvadó es guatemalteco. Licenciado en antropología por la Universidad de San Carlos de


Guatemala, con estudios en criminología por la Universidad Mariano Gálvez de Guatemala. Trabajó en el
Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica –REMHI-, de la Oficina de Derechos
Humanos del Arzobispado –ODHAG-. Investigador de casos de violaciones a los Derechos Humanos, tanto
casos actuales como casos delimitados en el marco del conflicto armado interno, y responsable del Equipo de
Investigaciones Antropológico Forenses de la ODHAG. Actualmente es investigador del Centro para
la Acción Legal en Derechos Humanos –CALDH- para los casos de genocidio.

Notas:

1 Algunos autores establecen la periodización 1960-1996, pero desde este punto de vista, se visualiza como comienzo del

conflicto a la sublevación de militares que se alzaron en armas ante el régimen de Ydígoras Fuentes. Desde mi punto de

42
vista la periodización correcta puede ser 1962-1996 debido a que el leitmotiv del levantamiento de 1962 sí fue la toma del
poder.
2 Stoll, Otto y Goubaud Carrera, Antonio, Etnografía de Guatemala. Guatemala: Seminario de Integración Social

Guatemalteca, Ministerio de Educación Pública, trad; Arriola, Jorge Luis, 1958, p. 260.
3 Salvadó, Camilo, Análisis Histórico sobre la región Ixil documento inédito, Guatemala, 2002.
4 Colby, Benjamín N. y Van den Berghe, Pierre, Ixiles y Ladinos: Pluralismo Social en el Altiplano de Guatemala. Guatemala:

Seminario de Integración Social Guatemalteca, Editorial José de Pineda Ibarra, 1977, p. 10.
5 Ibíd
6 Ibíd
7 Equipo de Antropología Forense de Guatemala (EAFG), Las Masacres En Rabinal, Estudio Antropológico de las Masacres de

Plan de Sánchez, Chichupac y Río Negro. Guatemala, 1995, p. 108.


8 Ribeiro, Darcy, Cultura Y Enajenación. Cultura y Política En América Latina. México: Siglo XXI Editores, 1990, p. 25.
9 Se provocó el desplazamiento de más del 60% de la población, que se vio sometida a condiciones que podían acarrear la

muerte por hambre, frío y enfermedades.


10 http://shr.aaas.org/guatemala/ceh/mds/spanish/cap2/vol3/genocide.html

43
AN APPROXIMATION TOWARDS UNDERSTANDING VIOLENCE
PERPETRATED DURING THE INTERNAL ARMED CONFLICT
(Septiembre de 2007)

RODDY BRETT *

I would like to start with a quote from one of the survivors of the violence perpetrated in
Quiché in the first years of the 1980s, to which I shall later return.
En los primeros años de los ochentas, unas veces un helicóptero venía a la aldea y los soldados nos
dijeron que nos teníamos que entregar al Ejército y que así nada mal nos pasaría. Al final nos fuimos a la
Iglesia de Nebaj, donde se ubicaba el destacamento militar en este entonces para entregarnos y para que
el Ejército nos diera el carnet militar. Si no nos fuéramos, decía el Ejército que éramos guerrilleros. En
la puerta había un encapuchado. Cuando la gente pasaba para entrar en la iglesia, el mismo indicaría si
las personas según el habían estado colaborando con la guerrilla; si el te indicó al oficial, te matarían allí
mismo en la puerta de la iglesia. Después el Ejército cocinó una comida rica en una hoya muy grande
para la gente, y no hay que olvidar que era una época de mucha escasez. Durante la comida el
Comandante dijo a la gente quien se había entregado: ‘coma usted, tiene mucha hambre y aquí hay
mucha carne rica; sé que no han comido por mucho tiempo, entonces coman’. Después, cuando
habíamos terminado de comer, y nos habían felicitado por habernos entregado, el Comandante se puso
a pie de nuevo y nos dijo ‘que bien que ustedes no son guerrilleros y que quieren colaborar con
nosotros, porque saben que hacemos con estos malditos guerrilleros?’ y en ese momento el
Comandante abrió la misma hoya de la cena y sacó un brazo de una persona y nos dijo ‘eso es lo que
hacemos con los malditos guerrilleros’. Nos entró mucho miedo, mucha tristeza, mucha enfermedad.
Cuando volvimos a la aldea, algunas personas se fueron a la montaña para esconderse, pero otras
personas se fueron con la guerrilla. No aguantaron lo que nos hizo en Nebaj.
This paper presents elements of a recently published book entitled: Una Guerra Sin Batallas: del
odio, la violencia, y el miedo en el Ixil y el Ixcán, 1972-1983. The book itself is based partially upon post-
doctoral research, but principally upon two years of work as Special Researcher and Political
Coordinator for the trial for war crimes and crimes against humanity including genocide brought
domestically in Guatemala by CALDH and the Asociación de Justicia y Reconciliación against
former members of two of Guatemala’s military high commands of the 1970s and 1980s, specifically
those of Generals Romeo Lucas García (1978-1982) and Efraín Ríos Montt (1982-1983).1
The paper presented here today does not present a legal analysis of the violence perpetrated by
the military, nor seek to describe in a detailed fashion broader counterinsurgency plans and
operations during this time, these aspects are detailed at length in the book. Rather, I analyse patterns
of military and guerrilla engagement with civil society in these two regions of the northwestern
highland department of El Quiché, as the two military groups sought to “win the hearts and minds”
of the civilian population. I then suggest tentative conclusions concerning the relationship between
the violence and the racism suffered by indigenous people in Guatemala, in short I suggest that the
racism facilitated the crimes that occurred and shaped their particular brutality. The research is based
upon interviews with witnesses, surviving victims, members and ex-combatants of the guerrilla,
specifically the Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) and alleged perpetrators of the massacres
and violence (military, paramilitary and insurgent). It is also based upon existing literature and
military documents. Clearly, this remains one interpretation of the tragic and violent events of this
period in Guatemala, although serious effort has been made to achieve a balanced view of events, by
speaking to a broad range of interviewees.

44
It is important to clarify from the beginning the perhaps for some of us uneasy fact that, whilst
the military violence perpetrated against the civilian population vastly outweighed the insurgent
violence in its brutality, sheer numeric proportions and subsequent criminal dimensions,2 both armed
factions systematically implicated the civilian population in the internal armed conflict and
committed grave human rights violations. Moreover, collaboration by the civilian population with the
armed groups took place on both a voluntary and in some instances in the case of the guerrilla, on a
massive scale, and as a result also of extraordinary levels of extremely violent coercion by both
military and guerrilla forces, obliging civilians to take sides and take part in the hostilities, often on
threat of death of themselves or their families. The guerrilla’s contribution to the violations
perpetrated has often been overlooked, particularly within Guatemala.
The Socio-Military Dynamics of the Conflict
On the 19th January 1972, the guerrilla crossed over from Mexico into the Guatemalan
department of El Quiché, specifically into the jungle region of the Ixcán, where it sought to establish
a social base for a revolutionary movement in which the indigenous population, ultimately by hook
or by crook (like it or not), would be called upon to play a key role. This guerra popular prolongada
represented a shift away from the foquismo of Che Guevara, and of Guatemala’s first guerrilla
movement of the 1960s; the insurgents founded their prolonged popular war upon a strategy of
consolidating a social base from within indigenous and peasant communities, those communities that
it felt were most akin to its political goals and thus most likely to participate in the revolutionary
uprising.
Initially, the guerrilla chose the cooperatives of the Ixcán region under the premise that the
mixed indigenous and ladino members of the cooperatives would have a natural ideological affinity
to a revolutionary movement that sought to overthrow a corrupt and exclusionary racist and elitist
state. However, members of the cooperatives, colonized with the assistance of the Maryknoll Church
order in the 1960s by peasant farmers from the highland and southern coast regions, enjoyed a
comparatively high standard of living, had access to markets (through the Church’s cessna) and, due
to the geographic isolation of the Ixcán, were relatively independent from other regions, allowing
major decisions to be taken by the cooperative authorities themselves. Towards the middle of the
1970s then, the guerrilla began to visit the cooperatives, seeking to sow the seeds for a social base
and to construct a network of cuadros politicos.
However, initially, at least in the cooperatives of the Ixcán Grande, the guerrilla was met with
distrust, and hostility. Their discourse oriented towards improving the lives of poor peasants gained
little ground, given the relatively high standards of living enjoyed in the cooperatives. Consequently,
the guerrilla transformed their discourse, appealing to the cooperativistas by telling them that they could
participate in the insurgency in order to improve the lives of their relatives who still lived in other
regions of the country where landlessness and extreme poverty persisted. Whilst some individuals
from the cooperatives of the Ixcán demonstrated a growing tendency to support the insurgents
logistically (through providing food, refuge and information), the general pattern remained
disinterest, distrust, fear, and rejection of the guerrilla’s offers. In this context, the EGP began to
carry out public actions, with the dual logic of aiming to win the support of the population and send
clear messages of defiance to national authorities. Moreover, as it was increasingly met with rejection,
the guerrilla began to carry out selective acts of violence in the area.
At the same time, the guerrilla also began gradually to visit the Ixil, as well as other regions, the
Ixil a region of almost exclusively indigenous population, characterised by extreme poverty and
marginalisation from state services, and daily lived tension in ethnic relations. In the Ixil region, once
a confidence was established between the guerrilla and the indigenous population, the activities and
discourse of the guerrilla fell on more fertile ground, many interviewees immediately identifying with

45
the guerrilla and feeling that they had less to lose and more to gain from participation. Initially then,
repressive acts by the guerrilla in the Ixil area were less evident than in the Ixcán.
Military intelligence operations, combined with the growing visibility of the insurgents in the
north of Quiché brought increasing numbers of military units to the region and precipitated the
strengthening of military bases in Huehuetenango, Quiché and Alta Verapaz. Mirroring the socio-
political activities of the guerrilla, the military began to visit the cooperatives and the villages of the
Ixil, asking if people had seen the ‘guerrillas’, if they were collaborating with them. However, in
contrast to the initially respectful attitude of the guerrilla, the soldiers stole food from the
cooperativistas, treated them violently, and insulted them when information was not offered. In
general, however, prior to 1975, the military did not employ systematic brutality towards the civilian
population in these regions, but rather threatened and intimated them. However, in May 1975, the
EGP murdered Military Commissioner Guillermo Monzón in the community of Xalbal, and a month
later assassinated the Tigre del Ixcán, Luis Arenas Barrera, a landowner and leader of the Partido de
Unificación Anticomunista. With these two actions the internal armed conflict came swiftly and lethally
to the region, the military reacting severely against leaders in Xalbal and in Ixil hamlets and villages it
accused of involvement in the actions. The EGP simultaneously increased its own military actions
against state authorities, seeking public recognition and notoriety and seeking to incorporate more
villagers in its struggle. Moreover, individuals (and communities) that the EGP accused of not
collaborating with it, or of collaborating with the military, were subject to killings, disappearances and
torture.
From 1978, with the consolidation of the presence of both armed groups in these regions,
human rights violations became systematic and commonplace. Unable to defeat directly an irregular
guerrilla force, the military sought to overcome the guerrilla by destroying its social base in
indigenous communities and the cooperatives of the Ixcán, and the guerrilla sought ever more to
secure the logistical support and, in some cases, military participation of the civilian population in the
internal armed conflict, in a conflict that it believed it could not win without civilian support.3 In this
regard, the indigenous population in the Ixil and the Ixcán in general, whilst having supported the
insurgency on a sometimes massive scale, were not generally combatants; the majority was unarmed,
and did not participate directly in the hostilities, despite providing logistical support. Participation in
the guerrilla oscillated between voluntary collaboration, carried out consciously and on the premise
of taking part in and belonging to a struggle that provided political and military objectives with which
individuals identified and sought to further, and forced collaboration under threat and coercion. As
we have seen, patterns of participation varied in the Ixcán and the Ixil areas, due to broader socio-
economic, demographic and political conditions. However, whilst massive participation in the EGP
of indigenous peoples did take place, it is ill-advised to see the organisation as representing an armed
indigenous uprising, with a conscious indigenous-oriented politics.
By 1980, as the military institution began to fear a massification of the support for the guerrilla
within indigenous communities in Quiché, and as guerrilla military actions gradually accelerated,
although never with the capacity to threaten by themselves to overthrow the state, the military began
to look for forms other than selective repression to engage with what it had defined as a military
target, in other words, the civilian population. In the Ixcán area, it built hospitals (that it later burnt
down, blaming the guerrilla). However, due to the constant demonstrations of disrespect, the
previous intensification of selective repression and the increasing use of rape of indigenous women
by soldiers, and those acts of extraordinary cruelty and brutality such as the cannibalism described at
the beginning of my presentation, the military was never able to win the trust of the civilian
population in general in these areas. Consequently, after 1980, collective and mass repression became
an increasing tool of the military, culminating in the “scorched earth policy” which began in 1981,
during which time the genocide was carried out against the indigenous Maya. As a result of the

46
intensification of the repression, the civilian population moved ever closer to the guerrilla, fearful of
the military and seeking protection from them. However, the guerrilla was at best unable and at
worst unwilling to protect the indigenous population. The highland region gradually became a
devastated war zone, resulting, in the case of the Ixil, in a decrease of 24% of the population due to
massacres and internal displacement.
In the context of the previous ideas mapped out, I would like to spend the rest this paper
addressing one particular question that I believe is of central importance to our understanding of the
internal armed conflict, namely, the role of racism in the armed conflict and its accompanying
dynamics of violence. In this context, I would like to define racism as the definite and generalised
valorization of certain specific differences, whether biological or cultural, real or imagined, in the
interests of one group and to the detriment of the Other. The objective of this imposed value system
is to justify an aggression or system of domination.
The distinct manifestations of racism that have accompanied various mechanisms of
elimination, homogenization, segregation, assimilation and integration of Guatemala’s three distinct
indigenous peoples underwent a metamorphosis, in the words of Marta Casaús, to serve a particular
function during Guatemala’s internal armed conflict. As Casaús amongst others has suggested, the
characteristics and manifestations of racism operate and change according to the necessities of the
dominant class or group and are contingent upon the type or nature of aggression or domination.
During the armed conflict, state racism played an important role in facilitating the crimes perpetrated
against the indigenous population. However, such policies were not new, but rather represented the
extension of historical processes of extermination, marginalization, and assimilation suffered by the
indigenous population, during and since the Colonial era. The indigenous Maya population suffered
what can be defined as three different forms of racism: structural, institutional and socio-cultural
racism, which arguably facilitated the perpetration of genocide in four distinct though interrelated
ways.
The Belief in the Inferiority of the Indigenous Race.
Through its mobilisation of a racist discourse, the State was able to facilitate the stigmatization
of the Maya indigenous population within its troops, facilitating the subsequent perpetration of
systematic brutality against it through the intentional generation and operationalisation of the belief
in the natural and immutable inferiority of the indigenous Maya population and the creation of a
supposed ethnic hierarchy based on invented criteria of biological, cultural and moral differences.
This value system was played out in the following way:
indians are, and always have been, sub-human, untrustworthy, gullible and stupid – all of them are guerrillas,
all of them are the enemy, and, as a result, we have to annihilate all of them, men, women and children.
According to a witness of the massacres in El Quiché:
Los soldados nos gritaron que éramos solamente indios, que no nos merecíamos el respeto
de un ser humano; quebraron las cabezas de los niños y sacaron los fetos de las mujeres
embarazadas y les quebraron sus cabezas.
The belief generated by the Army within its troops that the indigenous population did not
deserve the respect to be treated as human beings partially facilitated the genocidal acts committed
by the Army. Significantly, the Gumarcaj Task Force, utilised during the scorched earth in Quiché
was initially composed principally of non-indigenous soldiers from the East of Guatemala, according
to interviewees to guarantee the maximum indifference of soldiers to the brutality they were called
upon to carry out and because of the lack of confidence of the military high command in indigenous
soldiers. Moreover, arming a significant proportion of the indigenous population was thought to be
risky. A further element here was the form in which indigenous culture was used intentionally to

47
empty it of its traditional content and meaning by using indigenous peoples’ own cosmological
concepts such as Xibalba (hell in Quiché and the name of one of the military operations in Quiché)
against them.
The Naturalization of Negative Identity Characteristics
The specific identification of the indigenous population as the internal enemy was a key aspect of
the violence of the conflict that was built upon and consolidated historical attitudes of racism and
ethnic discrimination. In particular, the historically propagated fear by the Creole and ladino elites of
the ‘indian uprising’, the ‘indian threat’, played a key role in generating in the non-indigenous elites at
best indifference to, and at worst ideological complicity in the massacres carried out against the
rebellious indigenous. The concept of the ‘indian threat’ (peligro indígena) has played a cyclical role
in Guatemalan history, a discourse that is mobilized in moments of crisis or possible transformation
as a means of consolidating a common enemy, justifying particular policies and impeding democratic
advance: the Indians will come down from the hills, take our jobs, and take our women and threaten Christian
civilization.
Significantly, the identification of indigenous people by the state as the internal enemy
impacted gravely upon indigenous culture. Many indigenous peoples who fled the violence internally
or as refugees to Mexico desisted in wearing their indigenous traje and speaking their languages for
fear of being recognised as such.
Institutional and Infrastructural Marginalisation.
During the conflict, the marginalisation of indigenous peoples from functioning institutions of
the state, as well as the impact of historical marginalisation resulting from lack of reception of public
policies facilitated the crimes that were perpetrated against indigenous peoples. Access to justice was
effectively non-existent for all Guatemalans during this time, including for indigenous people,
meaning that it was impossible to denounce the violence formally to state institutions – approaching
the state, according to interviewees actually heightened the risk of being subject to state violence.
Legal impunity was thus guaranteed for those carrying out the massacres and violence. Moreover,
indigenous people were subject to a socio-political and cultural invisibility (heightened by press
censorship) within broader Guatemalan society, such that even when events were denounced, for
example through the occupation of the Spanish Embassy in 1980, they were met not only by
brutality, but also by the indifference of a wider, racist, civil society, subject itself to the politics of
terror.
Consequently, the genocide could be perpetrated not only with the guarantee of legal impunity,
but also within a framework of social impunity, meaning a lack of widespread social opposition and
sanction.
The Continuation of the Politics of Assimilation and Segregation
A key element of the counterinsurgency that was operationalised once the guerrilla threat had
been effectively neutralized in 1984 was the extension of the politics of assimilation of the
indigenous population through the establishment of development poles and military-policed model
villages, created to ensure the control of the indigenous population in the aftermath of the scorched
earth operations. Model villages, effectively concentration camps, began gradually to destroy
indigenous culture, as different ethnic groups were forced to live alongside each other, submit to
military authority and thus to abandon the use of traditional authority structures and religious
practices, and to speak castellano. Populations, also subjected to workshops by the S-5 or Civilian
Affairs branch of the military, became incresingly dependent on the military, and, over time, began to
lose important aspects of their indigenous identity.

48
The military scorched earth strategy aimed at the destruction of the insurgents´ social base
through a series of military campaigns was subsequently extended through a range of civil and
political initiatives. The scorched earth policy implemented by the Guatemalan State between 1981
and 1983 brought with it the crime of genocide committed against the indigenous Maya population.
However, whilst the motive of the army’s campaign was pre-eminently military, “to drain the sea fish to
kill the fish”, it was facilitated by an historical, structural, social and institutional racism against the
indigenous population, and guaranteed by social and legal impunity. This racism shaped the particular
brutality of the crimes committed. However, and significantly, the pre-eminently militarily-motivated
genocide also represented the extension of the Guatemalan state’s failed nation-building initiative, an
initiative that has sought over centuries the modernisation of the Guatemalan nation-state through the
elimination of the Indian other, a policy that has failed rotundly, as indigenous peoples continue to
impact upon the national political agenda in Guatemala today.

* Reproducido con autorización del autor. Ponencia presentada en el XXVII Congreso Internacional
organizado por Latin American Studies Association en Montréal, Canadá, septiembre de 2007. Roddy Brett es
Doctor en Ciencia Política (Universidad de Londres); M.PHIL (Cantab), Antropología Social (Universidad de
Cambridge); M.PHIL (R), Estudios Culturales (Universidad de Kent). Profesor Principal de Relaciones
Internacionales y Ciencia Política y Director de la Revista Desafíos, Facultad de Ciencia Política y Gobierno y
Relaciones Internacionales, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia. Fue profesor en FLACSO y en la
Universidad de Arizona del Norte, de Londres, Kent y Cambridge en el Reino Unido. Fue asesor del Sistema
de las Naciones Unidas en Guatemala, sobre temas de democratización, derechos humanos y pueblos
indígenas, y litigio estratégico; asesor en la Embajada de Noruega en Guatemala en Asuntos Indígenas y
coordinador del Programa Responsable de traer los casos legales para genocidio y crímenes de guerra contra
los antiguos miembros del Alto Comando Militar de Guatemala durante los años 1970 y los años 1980. Autor
de Movimiento Social, Etnicidad y Democratización en Guatemala, 1985-1996 (F&G Editoriales, 2006); Una Guerra sin
Batallas: del odio, la violencia y miedo el Ixil y el Ixcán, 1972-1983 (F&G Editoriales, 2007); Política Indígena,
Movimientos Sociales y Democratización en Guatemala 1985-1996 (Brill, 2008); Democracia y Derechos Humanos: Voz
Ciudadana (Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas: Guatemala, 2008); Etnicidad y Ciudadanía
(Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas: Guatemala, 2009). roddy.brett@gmail.com

Notas:

1 During the government of General Romeo Lucas García, the high command was constituted by President Lucas

García, Minster of Defence Luis René Mendoza Palomo and General Manuel Benedicto Lucas García, Chief of the
Army. The high command during the Military junta of General Efraín Ríos Montt included President General Ríos
Montt, General Horacio Egberto Maldonado Schaad, and Colonel Francisco Luis Gordillo Martínez.
2 In this regard, the United-Nations sponsored Historical Clarification Commission concluded in its final report,

Guatemala: Memory of Silence, that 83 per cent of the victims of the conflict were indigenous, and that the State had
perpetrated acts of genocide in at least four regions of the country (CEH 1999). Moreover, between 1978 and 1982, 50% of
the 626 masacres attributed to the Security Forces were carried out. In the Ixil area, 72 documented massacres took
place during this time, four of which were carried out by the guerrilla.
3 The Military forces of the guerrilla have been documented at numbering between 4,000, and optimistically, 12,000

combattants, whilst the military was constituted by approximately 43,000 soldiers, with the support of over 800,000 civil
patrollers, or paramilitaries.

49
UN FUTURO LUMINOSO
(Diciembre de 2000)

YOLANDA AGUILAR URÍZAR*

Me llamo Yolanda Aguilar Urízar y soy de Guatemala. Al igual que muchas de las mujeres que
estamos hoy aquí, fui víctima de violencia sexual y de tortura, perdí a mi familia y soy ahora
sobreviviente de un conflicto armado que después de casi 40 años, nos destrozó la vida, nos arrebató
a los seres amados, nos quito el sentido de la estima y la razón de vivir.
No estoy segura de estar hoy al otro lado del océano, ni de haber recorrido tantos miles de
kilómetros para hablarles únicamente acerca de lo que ya sabemos: que las mujeres nos hemos
reconocido en la locura del dolor causada por la violencia, que ésta ya lleva demasiados milenios y
que los ejércitos y gobiernos de nuestros países han sido sus principales promotores, ejecutores y
toleradores durante los conflictos armados.
Más bien estoy aquí porque hace ya veintiún años, cuando todavía era muy joven para entender
lo que sucedía, empecé a preguntarme el sentido que tenía sobrevivir cada día en medio de un
cotidiano lleno de muerte, en medio de compañeros desaparecidos cada día, de familiares o amigos
secuestrados o asesinados. La violencia era tan fuerte, que en cualquier momento era posible perder
la vida. Desde entonces he pensado que el único sentido de haber sido víctima de violencia, es la
convicción de estar en este mundo para luchar contra ella no solo desde el dolor, sino desde la
esperanza.
Caí en manos de los esbirros cuando tenía 15 años cuando era estudiante de la secundaria y
apoyaba a sindicatos que se organizaban. La vida dejo de ser una aventura, y en ese momento
empecé a sentir la impotencia del miedo, un cuerpo que iba siendo desnudado y amordazado con las
propias cintas de mis zapatos y el peligro inminente ante el que no se puede hacer nada. Me
preguntaba entonces como adolescente, lo que implicaba tener cuerpo femenino en esas condiciones.
Ahora lo sé.
Intentando destruir la dignidad
Recuerdo que me violaron unos veinte hombres, entre ellos dos torturadores que tienen juicio
pendiente como violadores de derechos humanos uno de apellido Valiente Téllez y otro de apellido
Arredondo. Recuerdo que mientras uno tenía relaciones sexuales conmigo, algunos otros se
masturbaban, otros me sobaban, verdad, ponían las manos en los pechos y yo perdí varias veces el
conocimiento, allí me golpeaban, y otros me ponían cigarros en el pecho. Cada vez que yo lograba tener
algún sentido, yo veía a otro hombre encima mío y me daban golpes en la cara.
Recuerdo que cuando ya no tuve esa sensación de que estaba alguien conmigo, estaba en un
charco de orines, de semen y sangre. Fue sumamente humillante. Sentí como una mezcla de odio,
una mezcla de frustación, una mezcla de impotencia absoluta. Pase mucho tiempo así, con mucho
dolor en mi vagina, y en el abdomen. Cada vez que un hombre tenía relaciones conmigo, era como
bajarme más, más y más el deseo de seguir viviendo. Después de violarme me golpeaban, porque era
como decir ya te usé y además utilizaban todo tipo de insultos. Me pusieron la capucha de gamezán
(que es una bolsa que adentro tiene un insecticida) en la cabeza y me la amarraron por el lado de las
orejas y sobre los ojos, me golpearon duro, me asfixiaba, y luego me metían a una pila con agua pero
llena de excrementos. Sentí en cada ocasión me moría.

50
Pero estando allí, faltaban peores cosas. Me llevaron a ver una crucificción para darme terror.
Y lo lograron, me lo dieron. Entré a un cuarto obscuro. Ví a un hombre desfigurado, un hombre que
ya tenía gusanos, no tenía dientes, no tenía pelo, no era posible identificar ninguna parte completa de
su cara, estaba colgando, crucificado. Después de un buen rato de estar allí, llegó uno de los
torturadores y con un instrumento de metal, como hoz pequeña, le tomo el pene a este hombre y se
lo cortó. Escuché un grito tan terrible, tan terrible que aún ahora lo recuerdo.
Por fin salí de esa pesadilla. Me llevaron a un centro para la detención de niñas, no sin antes
advertirme que si decía algo de lo visto o lo vivido, me matarían. Mas tarde entendí que las presiones
internacionales y las movilizaciones sociales para exigir mi liberación fueron tan importantes, que
contribuyeron a salvar mi vida. Unos meses más adelante, ya nada valió y las masacres
indiscriminadas y los asesinatos a líderes sindicales, estudiantiles o campesinos fueron en espiral hasta
llegar a las 200 mil víctimas. Yo tuve la suerte de vivir para contarlo.
Estuve como dos meses en Guatemala tratando de sobrevivir, mientras lograba salir al exilio.
Recibí gran amor y solidaridad, mi mamá y mi familia, mis amigos fueron mi principal red de apoyo.
Había quedado embarazada, pero de eso nadie se percató, yo misma lo supe mucho después. Era mi
conciencia la que necesitaba recuperarse. Mi vida solo la explicaba desde el dolor y la vergüenza. Mi
cuerpo después de ser violado sólo quería cariño, pero no sabía si era digna de recibirlo. Soñé noche
tras noche los gritos de mi recuerdo, el sueño repetía la tortura, los golpes, la impotencia. La
memoria y el dolor de lo sucedido comenzaron a golpearme. ¿Como seguir viviendo con el terror del
recuerdo?
Mi cerebro necesitaba recuperarse, necesitaba tomar distancia. Empecé a perder la vista.
Dormir era una pesadilla, pero al despertar ya no veía. Los golpes en los ojos, los inflamaron.
Los golpes en el alma, impidieron que viera. Dormía y al día siguiente amanecía sin vista. Decidí en
mi inconciencia, poco a poco, perderla. Era una manera de no recordar, de borrar lo pasado. Quede
ciega por tres meses. Era una manera de esconderme. Pensé que el dolor me acompañaría siempre.
La sanación del cuerpo y el alma
Salí del país el 31 de Enero de 1980 y a partir de entonces estuve en México, en Cuba, en
Nicaragua. En Cuba me termine de recuperar, por la medicina, la atención y el ambiente de paz,
seguridad y solidaridad que contribuyó mucho a mi recuperación.
Mi mamá había contribuido mucho a mi sanación fortaleza espiritual. Cuando estuve en las
torturas siempre me alimenté de ella, creí en su ejemplo, pensé en su esfuerzo y en su vida. Mi
modelo de ser humano, era ella. Ella me había enseñado por qué luchar. A luchar por la vida y que
vale la pena vivirla. Yo pensaba entonces: si yo pudiera ver por última vez a mi mamá, me sentiría
satisfecha. Esa era la idea fija: “No me voy a morir, yo voy a ver a mi mamá, quiero ver a mi mamá”,
eso me sostuvo.
Mi mamá desapareció en el año de 1983, cuando regresó a Guatemala. Mientras era Jefe de
Estado el genocida Ríos Montt. Perdimos toda información sobre ella y nunca supimos su paradero.
Mi núcleo familiar desapareció. Yo estuve en México hasta el año 92 y luego después de 12 años de
exilio, regresé a Guatemala.
En Guatemala existen más de 25 mil casos de mujeres que fueron violadas, torturadas,
desaparecidas o asesinadas durante el conflicto armado. Muchas de estas mujeres no han hablado ni
una sola vez de lo que les pasó. Yo he tenido muchas veces esta oportunidad, aunque siempre duele.
Una de las cosas que he aprendido es que nunca habrá tiempo suficiente para sacar todo el dolor que
las mujeres llevamos adentro.
Supongo que hay tiempos para todo. El periodo largo de callarse y llevar el duelo dentro, como
compañero de viaje es una parte; pero tomar conciencia del pasado, vivir la crisis y seguir adelante es

51
lo que ahora me ha tocado. Este testimonio que ahora cuento, costó un año para poder sacarlo. No
podía ser antes, solamente salió.
Hoy que les hablo, tengo un año de vivir en paz, sin culpas por el dolor sentido, ni por creer
que sufría el dolor ajeno, el de todos y el de todas. Hace un par de años que empecé a cerrar mis
duelos, a llevar mis dolores de compañía, pero sin que sean la vida misma.
Hoy que les hablo, enfrento a la vida sin temores. Lucho cada día para no vivir nunca más
violencia, ni un centímetro, ni un milímetro de violencia. No la tolero de nadie, no me parece justo
que las mujeres durante los conflictos o en épocas de paz, vivamos siempre tolerando la violencia.
Las mujeres no tenemos que ser valientes, aguantadoras y tolerantes si siempre es a costa
nuestra. No me parece justo, ni pacífico, ni equitativo que siempre tengamos que ser nosotras las que
suframos de violencia. Muchas veces en países en conflictos, pobres o con guerras, aún más, se nos
pide a las mujeres el sacrificio.
Mi vida como la de muchas, podría ser un grito de auxilio para ser víctima cada día. Pero
luchamos, vivimos y construimos nuestra vida, la de otras y otros. Formamos hijas e hijos, damos
amor por el mundo, construimos una ética de la vida a pesar de todo lo que ya vivimos. O
precisamente por eso.
Gracias por la oportunidad de estar aquí, junto a Ustedes. Gracias por compartir lo que ha sido
doloroso, pero también por lo que esta lleno de esperanza para seguir viviendo desde nosotras las
mujeres del mundo. Esta aquí, nos habla de que es posible creer y construir un futuro luminoso.

52
DEL DOLOR PROFUNDO A LA RECUPERACIÓN DE LA ALEGRÍA:
EXPERIENCIAS DE SANACIÓN EN SITUACIONES POST-
TRAUMÁTICAS
(7 de noviembre 2008)
YOLANDA AGUILAR URÍZAR*

Por muchos años me identifique como sobreviviente de un conflicto armado que por más de
casi 40 años nos destrozó la vida a muchos, nos arrebató a los seres queridos, el sentido de la estima
y la razón de vivir.1 Muchas muertes acompañaron la historia de mi vida, mi familia, mi país… poco
a poco se iba pegando a la piel la convicción de que el dolor era una extensión del cuerpo y que no
era posible vivir de otra manera sino con tristeza como principal acompañante.
Pero no se requiere haber sido victima de una guerra para sentir este dolor. Hace tanto que
vivimos en guerra con nosotras/os mismas/os que hemos olvidado que existen otras formas de vivir.
En nuestros cuerpos, de manera oculta, existe acumulado un dolor ancestral que se actualiza en
las formas de relacionarnos, en las prohibiciones culturales sobre el cuerpo, en nuestros fantasmas,
en la apropiación que hacemos de otros y en la que se hace sobre nuestros cuerpos, deseos,
emociones, pensamientos.
Sin embargo, durante todo este tiempo, siempre hubo una intuición, una voz interior o una
necesidad que al mismo tiempo le daba sentido a seguir viviendo: siempre sería posible salir del
dolor…
Tenía la convicción y la esperanza cotidiana que cada paso que diera en la vida, sólo tenía
sentido si era posible sanar, pero no sabia cómo. Sólo sabía que algo en mí rechazaba la posibilidad
permanente de vivir en el dolor. Es contradictorio, se aprende a vivir así, se quiere salir, pero muchas
veces no se sabe cómo.
Asumí que sanar podría ser una manera de resistencia. Empecé a estar en contacto con el
corazón de las mujeres. Sus historias, eran como la mía y la mía era como la de ellas. Por una
circunstancia u otra siempre estuve cerca de quienes sobrevivían a historias de dolor. En realidad,
sentía que tenía que estar allí. Me di cuenta que era legítimo tomar conciencia del propio trauma a
partir de las historias de otras o que otras/os tomaran conciencia de su propia fuerza a partir de mi
proceso. Sabía que no podría vivir sin acompañar a otras mujeres, pero desconocía la profundidad de
mi herida.
Sanar en realidad implicaba una rebelión constante hacia mi misma y un rechazo al lastimero
discurso que valida la permanente condición de víctima. Empecé a descubrir que sanar el cuerpo, es
sanar el alma. Pero ello implicaba un recorrido de largo alcance, cotidiano, de auto-observación, de
búsqueda, de nuevas preguntas. Sanar en cada momento de tu vida, cada día de tu semana, cada mes
de tu año, cada año de tu vida. Como un auténtico reto de transformación con nosotras/os
mismas/os, una actitud de paz, una actitud amorosa y de respeto con nuestras historias, nuestras
relaciones más cercanas y el entorno social.
Me sentí próxima a procesos de mujeres mayas que en Guatemala se atrevieron a reconocer
sus memorias corporales, nombrar sus opresiones, reconocer sus potencialidades, limitaciones y
responsabilidades2 al impulsar procesos de transformación personal. Como mujer mestiza, me
hubiera gustado formar parte de esos procesos, pero entendí que necesitaba ser parte de procesos
sanadores que incluyeran mis identidades.

53
Descubrí el significado profundo de “internalizar al opresor”3 cuando el grupo de Mujeres
Mayas Kaqla en Guatemala reflexionó sobre los procesos de interiorización del racismo de los
propios pueblos oprimidos. Es decir, la relación de poder no solo desde quienes ejercen el poder de
dominio, sino desde quienes en la actitud de sumisión establecen un vínculo de dolor interminable4
con el poder dominante. Reconocer esto no solo desde marcos conceptuales, sino desde procesos de
transformación personal, me pareció un acto ético que nos sitúa exactamente en la esencia de lo que
se requiere cambiar.
Así, desde mi condición de mujer mestiza de clase media guatemalteca, empecé a soltar las
culpas que me generaba el querer estar bien aún en contextos de extrema desigualdad, racismo y
violencia estructural. Esto es mucho decir cuando se ha vivido con el dolor a cuestas, pensando que
es la única manera de vivir.
El feminismo me había dado herramientas para quitarme capas de opresión y roles asignados
que había aprendido a desempeñar con habilidad. Pero no era suficiente. En la práctica personal y
política estaba convencida de lo importante que era transmitir el mensaje claro de que es posible
dejar de ser víctima para ser actora de cambio. Aún con esta convicción, me agoté al intentarlo.
Requería de una energía positiva que saliera de mis entrañas para continuar aportando a
procesos de transformación personal. La que tenía, se me había agotado en acompañar procesos que
partían del dolor -aún cuando se encaminaban a salir de él-, pero se alimentaban de si mismos, es
decir de su condición dolorosa para existir.
Necesitaba parar y paré para recolocarme desde un lugar interior. Cada quien escoge su lugar
interior, y es desde ese espacio personal en donde se aprende a negociar consigo misma (o) y/o con
el entorno. Hasta ese momento, yo había estado respondiendo a laberintos5 que me cuestionaban
desde el exterior mi propio recorrido interior, pero no tenía las herramientas necesarias para
desarrollar tal introspección.
En la distancia y como resultado de años de búsqueda, empecé a encontrarme con heridas
ocultas en mi cuerpo emocional6, empecé a reconocerme con un cuerpo que había seguido
funcionando desde la paralización de las emociones que dolían, entendí que no había cerrado duelos
y que tendría que aprender a vincularse a la alegría, permaneciendo en el bienestar.
Solo entonces comprendí cómo reproducimos mitos y construimos guiones7que aunque están
matizados por discursos de modernidad y pensamientos de compromiso social, en realidad requieren
ser cuestionados y transformados para proponerse vivir desde paradigmas culturales que no sean de
dolor, desconfianza, control o dominio8. Solo de esta manera llegó a mi conciencia corporal la
dimensión que implicaba sanar como una práctica de transformación personal y cultural.
Confirmé que al tener por delante tales desafíos, era necesario transitar por caminos de
espiritualidad y reconocimiento de mi cuerpo erótico, como práctica de paz. No hacemos mejor al
mundo si nos hemos llenado de odio. No construimos paz, si tenemos más luchas de poder que
prácticas coherentes con nuestras propuestas de transformación. Lo personal realmente es político.
El empoderamiento pasa por el cuerpo o no lo es9.
Pero muchas veces nuestras prácticas cotidianas de “transformación” se parecen más al sistema
violento, clasista, racista, sexista, patriarcal que impugnamos que al lugar a donde hemos querido
llegar. Las guerras empiezan así a correr por nuestras venas. Era vital desapegarse, hacer duelos,
reconocer la herida, escucharme, identificar mi vínculo con la muerte como un proceso de
transformación y renacimiento.
Así, salir del trauma, tocar el cuerpo y sanar el alma, fueron caminos para encontrarme con la
alegría. Ahora entiendo que sanar fue siempre un compromiso personal y parte de mi
responsabilidad colectiva. Una vía para la escucha, el reencuentro amoroso, el cambio desde

54
nosotras/os mismas/os y un aporte a la constitución de relaciones sociales solidarias10 y no de
control y dominación.
Este ha sido un proceso de largo aliento. A la pregunta de si es posible sanar, si realmente
¿es posible estar bien en el mundo, sin que pesen los dolores como grandes cargas que
oprimen el corazón?
Mi reflexión es que si es posible, como una realidad que esta en cada una de nosotras y como
parte de la transformación colectiva para permanecer en el bienestar y la alegría.
Quisiera terminar esta presentación, con comentarios de mujeres de Mujeres de Negro en
Serbia, después de recibir un taller de Terapia de Reencuentro en febrero de este año:
“…estamos acostumbradas a trabajar siempre hacia afuera. Nos centramos en el activismo
para cambiar esta sociedad. Los talleres nos han enseñado que es difícil cambiar el mundo que nos
rodea sino cambiamos por dentro, si no nos liberemos de las ansiedades que tenemos.”
“Esta es la mejor introspección política que he sentido o visto hasta el momento. Para mi ha
sido el taller mas revelador sobre el cuerpo. El drama feminista con el cuerpo se desarrolla quitando
una capa tras otra…he ganado un pedazo mas de mi cuerpo y lo agradezco.”
Todas y todos podemos salir del dolor…
Todas y todos podemos aliviar nuestro corazón11…
Todas y todos podemos recuperar la alegría…
Solo hay que estar dispuesta/o a hacerlo.

1 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala –ODHAG-, “Un futuro luminoso”, en Memorias de una

Luz, Reconstruyendo una verdad histórica. Guatemala: ODHAG, 2002. Ponencia presentada originalmente en el Tribunal
Internacional contra Crímenes de Guerra de Índole Sexual realizados por el Ejército Japonés contra mujeres durante la
Segunda Guerra Mundial”, Japón, 2000.
2 Grupo de Mujeres Mayas Kaqla, La palabra y el sentir de las Mujeres mayas de Kaqla. Guatemala: Editorial Cholsamaj, 2004.
3 Ibíd, pp. 25. Citando a Franz Fanon: “Los oprimidos interiorizamos la visión que el opresor tiene de nosotros.” Así,

unos más que otros, de una manera o de otra, hemos sido oprimidas porque somos parte de una relación de poder…Esa
relación de poder de años, de siglos, hace que introduzcamos en nuestro interior elementos de la visión del opresor y eso
se lo transmitimos a nuestros hijos, nietos y bisnietos (as).
4 Fina Sanz. “Las relaciones de poder son un vínculo de dolor interminable”. Marco Teórico de la Terapia de
Reencuentro. Master en Autoconocimieto, Sexualidad y Relaciones Humanas. Univ. Alcalá de Henares. Madrid, España.
2007.
5 Sanz, Fina, Los Laberintos de la Vida Cotidiana. La enfermedad como autonocimiento, cambio y transformación. Barcelona: Editorial

Kairos, 2002, pp.51.


6 Sanz, Fina, “Del maltrato al Buen trato”, en Consue Ruiz-Jarabo y Pilar Blanco, La violencia contra las Mujeres. Prevención y

detección, Madrid: Editorial Diaz Santos, 2005.


7 Sanz, Fina. La Fotobiografía. Imágenes e historias del pasado para vivir con plenitud el presente. Barcelona, Editorial Kairos, 2007.
8 Maturana, Humberto, Reflexiones sobre terapia y mis conversaciones con Ximena Dávila sobre la liberación del dolor cultural.

Disponible en Internet, 2004.


9 Mari Luz Esteban, Antropología del Cuerpo. Género e Itinerarios Corporales, identidad y cambio, Barcelona, Editorial Bellaterra,

2004.
10 Eisler, Riane, El Caliz y la Espada. Nuestra Historia, Nuestro Futuro. Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos, 2006. pp.

32
11 Consorcio Actoras de Cambio. Investigación Inédita. Guatemala, 2008.

55
RECUPERANDO LA ALEGRÍA PARA HACER DUELOS,
EXPERIENCIAS DESDE LA TERAPIA DE REENCUENTRO EN
GUATEMALA
(11 de marzo 2010)
YOLANDA AGUILAR URÍZAR*

Lo que me queda por vivir será en sonrisas porque el dolor de mi vida lo he


borrado, lo que me queda por vivir será entre dichas porque el sufrir que me tocaba
lo he agotado.
Alberto Vera Morua.

Hoy 11 de marzo según el Calendario sagrado Maya es Kat. Significa telaraña, fuego. Es el tejer
y entretejer de la vida. Cada uno entreteje su propia vida, día para profundizar conocimientos y por la
unidad de la vida personal, comunitaria, de nuestros pueblos y países.
Este día es para no caer en fanatismos, mejor día para deshacer enredos, para pedir por la
abundancia. Es el día para retirar malas energías e influencias, para desatar nudos que nos atan y
arreglar problemas emocionales y de amor. Es decir es un buen día para hablar de nuestras
experiencias con la Terapia de Reencuentro.
Es muy significativo para mí estar aquí en la III Jornada de TR que se realiza en México
durante este año 2010 - hace 18 exactamente salí de este país para retornar a Guatemala-, después de
unos años de exilio.
Muchas cosas han pasado desde entonces. Hace poco más de un año, en la I Jornada de
Terapia de Reencuentro en la Universidad Alcala de Henares, en Madrid presente la ponencia: “Del
dolor profundo a la recuperación de la alegría, experiencias de sanación en situaciones post-
traumáticas”.
En aquel momento, lo que sentía era un profundo agradecimiento con la vida por haber
llegado a un estado de salud física, emocional, mental, espiritual que me permitiera ver con distancia
los contextos dolorosos que había pasado por mi vida, mi historia familiar, mi país.
Me había convertido en una mujer que tenía nostalgia de sus heridas, pues éstas estaban
desapareciendo, y pasaba a ser un ser con sensibilidad para el disfrute, la espiritualidad y la sanación
que entonces iba descubriendo por el mundo.
Esto es lo que nuestra maestra Fina Sanz llama la capacidad de escucharse terapéuticamente y
de transformarse personalmente.
Un año y medio después, puedo asegurar que esta calmada sensación de bienestar es el
resultado indiscutible de haber vencido la mayoría de mis fantasmas, miedos y opresiones internas.
Con el transcurrir del tiempo, ya estando en Guatemala me preguntaba cómo empezar a
trabajar desde el cuerpo, el erotismo, las sensaciones placenteras y la recuperación del cuerpo en
positivo, en un país que ha vivido en duelo por lo menos los últimos 518 años de su historia. Mi
hipótesis entonces era que yo tendría que empezar a trabajar con duelos desde Terapia de
Reencuentro, pues no era posible iniciar procesos de otra manera.

56
Con gran sorpresa descubrí que al iniciar grupos conformados por luchadoras/es sociales,
defensoras de derechos humanos, mujeres y hombres del movimiento social, etc. e iniciar el trabajo
de autoconocimiento para el cambio, eran los ejercicios de relajación, sensibilización corporal y
contacto, lo que les permitía descubrir que podían empezar a resolver sus duelos pero de maneras
nuevas, desde el descubrimiento del propio aprender a estar bien en el mundo. Es decir, desapegarse
del victimismo que es propio en culturas sufrientes, aun siendo personas que han entregado su vida
para impulsar procesos de transformación social en nuestro país.
Ahora sé que en lugar de recorrer el duro camino por el que muchas hemos pasado para llegar
hasta donde hemos llegado, es posible, de todas maneras hacer nuestros duelos, - es decir,
despedirnos del dolor o del papel de victimas-, solo que según nos propone la TR, ahora desde la
recuperación del bienestar y la salud integral, desde los buenos tratos o los regalos afectivos hacia
nosotras mismas/os.
Para ello críe en Guatemala el Centro Q’anil (semilla) como un espacio de sanación que
pretende contribuir a la regeneración del tejido social guatemalteco desde procesos terapéuticos y
formativos que acompañen a mujeres y hombres que estén en disposición de sanar desde su
autoconocimiento personal para generar procesos de transformación personal-relacional-social a
través de la propuesta de Terapia de Reencuentro.
Como parte del impulso de estos procesos sanadores, son muchísimas las cosas aprehendidas:
a) La posibilidad real de aprender a escucharnos, desde la opción concreta de parar,
escuchar lo que dice nuestro cuerpo, reconocer que tenemos miedos al cambio, pero necesidad
profunda de soltar lo que ya no nos sirve, solo quedándonos con las enseñanzas que nos deja
haber pasado por el dolor, pero para salir de él.
b) Nuestra propia integración como seres universales que formamos parte del todo. La
autodestrucción del planeta es resultado de nuestra propia autodestrucción como especie. La
posibilidad de conectarnos con el arte de vivir es la posibilidad real de vincularnos a procesos de
sanación personal, social y del planeta que nos permita al mismo tiempo construir desde nuevos
paradigmas que nos incluyen desde el cambio.
c) La conexión con la propia espiritualidad. Nuestra propia trascendencia, fuera de la
religiosidad, pero conectándonos con la esperanza como un hecho cotidiano que parte de
nosotras y nosotros mismos, en cada momento de nuestras vidas.
d) Las sensaciones placenteras con la salud y el bienestar como una actitud de vida. De-
construyendo las formas cómo nos conectamos con el dolor y el sufrimiento histórico y cultural
de país, de tal manera que nos movamos hacia modelos de sanación personal, comunitaria y
social que requerimos tanto.
Solamente al trabajar desde procesos profundos de transformación
personal/relacional/social estaremos en el camino de la cicatrización de las heridas emocionales
que la memoria corporal traduce en miedo, violencia, angustia, competencia, frustración, etc.

Resultado: seres que nos hemos reencontrado


En Guatemala, país de la eterna primavera, haber empezado el trabajo con Terapia de
Reencuentro con mujeres y hombres que han permanecido por años como parte del movimiento
social, ha significado sentir – nombrar y resignificar:

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• La ubicación de la propia herida emocional en cada persona, sin necesidad de recurrir a la
necesidad que tienen las o los otros de mí, sino la necesidad que yo misma tengo de auto-conocerme
y cambiar.
• La importancia que tiene la reparación del daño a partir de trabajar desde la erótica del
cuerpo y el auto-cuidado.
• La reflexión acerca de la justicia como un proceso integrador de todo ello, lo que implica
niveles profundos de compasión, perdón y reconciliación con la propia historia personal.
Humberto Maturana y Ximena Dávila proponen que los seres humanos “Creamos los
lenguajes para expresar las emociones, como un proceso de ampliación de nuestra conciencia.”
Terapia de Reencuentro nos ha permitido eso, ampliar nuestra conciencia sobre lo que somos,
lo que nos rodea, lo que nos es cercano y distante. Hoy a través de estos lenguajes corporales hemos
aprendido no solo nuevas formas de comunicación sino que empezamos a situarnos de hecho en un
nuevo paradigma:
La esperanza no es algo que viene, mas bien, es un acto cotidiano.

* Las tres ponencias fueron ofrecidas por la autora, a quien agradecemos enormemente su confianza.
La primer ponencia fue presentada en el Tribunal Internacional Contra Crímenes de Guerra de índole sexual
realizados por el Ejército Japonés contra mujeres durante la Segunda Guerra Mundial, Japón. La segunda
ponencia fue presentada en la I Jornada Iberoamericana de Terapia de Reencuentro, Universidad Alcalá de
Henares, Madrid. La tercera ponencia en la III Jornada de Terapia de Reencuentro, Facultad de Psicología,
UNAM, México, DF. Yolanda Aguilar es guatemalteca. Antropóloga, Master en Autoconocimiento,
Sexualidad y Relaciones Humanas en Terapia de Reecuentro por al Universidad Alcalá de Henares y Experta
en Grupos Comunitarios para la Salud en Terapia de Reencuentro por la misma Universidad. Especialista en
Estudios de Género. Docente del Diplomado en Estudios de Género de FLACSO Guatemala. Por muchos
años militante política, activista de derechos humanos, feminista del movimiento de mujeres en Guatemala.
Co-autora del Informe Guatemala Nunca Más, del Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica en
Guatemala -REMHI-; Fundadora y Coordinadora del Consorcio Actoras de Cambio 2003-2006 (Proyecto que
visibilizó la violencia sexual contra mujeres mayas durante el conflicto armado en Guatemala). Actualmente
Fundadora del Centro de Sanación Q'anil. Terapeuta y académica en temas sobre cuerpo, sexualidad, procesos
de sanación y memoria histórica, el significado de ser sobreviviente, etc. Ha acompañado procesos de
sanación con mujeres sobrevivientes de sociedades post-conflicto en Guatemala, Serbia, España, Colombia,
Ecuador.

Notas:

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ROMPECABEZAS… ROMPE CABEZAS…
(Julio de 2010)
MARISA ALONSO, LAURA DAVIS y MARISA PROTASOWICKI *

Vivir en la Guatemala arrasada de 1982 y con Ríos Montt en el poder, no fue una situación fácil
de sobrellevar para un niño sobreviviente de apenas 6 años, que hoy a la edad de 37 sigue intentando
acomodar las piezas de la última imagen que guarda en su memoria. Esta imagen no es más que la de
un día como cualquiera en la aldea de las Dos Erres, junto a quienes compartía y desarrollaba la
cotidianidad de la escuela, los juegos y el sigiloso cuidado de su madre.
Esta persona es Mayron Jiménez quien, por cuestiones de azar o del destino, una de nosotras
tuvo la oportunidad de conocer en un viaje por Argentina. El relato en voz de un sobreviviente y de
su historia de vida fue el disparador para indagar sobre esta masacre, pero no desde las generalidades
de un trabajo de estudio, sino desde la historia de vida de alguien a quien lo habían despojado de lo
mas preciado, sus afectos, pero que de cualquier modo pudo renacer, construir nuevos lazos, y
como bien él lo expresó “ver vida donde no la había”.
Entrar en el interior de su vida no ha sido una tarea difícil, tanto es así que ni bien le
propusimos nuestra inquietud de indagar sobre su historia, sus infortunios, sus hallazgos, encuentros
y desencuentros con la verdad, depositó en nosotras la confianza y esperanza de encontrar algunas
otras piezas de ese rompecabezas que había resultado su vida.
A medida que fuimos tomando contacto con esa realidad por medio de su relato, necesitamos
olvidar por un momento todas nuestras técnicas o herramientas que la formación profesional nos
exige, para poder conectarnos desde las emociones. Mayron era un caudal de emociones que había
que descifrar y esa sí, no era una tarea fácil. Pero si hubo algo que nos llamó la atención de su relato,
no es tanto lo que Mayron recuerda de esos días de su vida en las Dos Erres, sino aquello que
desconoce, que no recuerda y que podríamos pensar que su inconsciente se niega a recordar. Sin
embargo, al indagar una y otra vez sobre esos espacios en blanco entendimos, desde un
razonamiento sociológico, que su historia estaba caracterizada por momentos de rupturas y
continuidades, y fue desde ahí que sentimos la necesidad de abordarla y comprenderla. Es decir,
desde la fragmentación que había dejado la puesta en escena de la política extrema de tierra arrasada
y que en ese torbellino de arrasar con cientos de vidas, resquebrajó en mil pedazos el entramado
social. Como suele suceder en situaciones de esta naturaleza, Mayron intento al modo de acertijo
encontrar las pistas que lo llevaran a resolver algunas incógnitas, pero ya poco había quedado para
descubrir.
Al igual que muchos hermanos latinoamericanos, sus padres, originarios de Jutiapa un
departamento del oriente del país frontera con El Salvador, llegaron a las Dos Erres a partir de una
necesidad económica y con la esperanza de encontrar ahí un lugar donde asentarse y echar sus raíces.
Ese lugar presentaba un atractivo diferente, nada menos que transformarse en propietarios de su
tierra y hacer suyo el producto de su trabajo. Esta posibilidad cargada de ilusiones fue lo que hizo de
la comunidad de las Dos Erres un lugar caracterizado por fuertes lazos de solidaridad, que podríamos
definir en términos durkhemianos como “solidaridad mecánica”, aquella vinculada a las formas más
primitivas y que se construye a través de las semejanzas, que garantizan la existencia de pocas
posibilidades de conflicto.
Serán esos sentimientos cargados de “sentido”, entre otros, los blancos a destruir por el ejército
y el modo más eficaz de traspasar todas las esferas, tanto la que corresponde al ámbito de lo público
como de lo privado. Será justamente en el ámbito de lo privado donde encontramos fuertemente esta
ruptura y que en el caso de Mayron, en particular, lo despojaron de los recuerdos de su niñez, ya que

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como bien él lo expreso, desconoce, entre otras cosas, qué edad tenían sus padres cuando llegaron al
lugar y qué edad tenía su madre al momento de la masacre, situación que nos comienza a dar indicios
del nivel de destrucción. Esto nos obliga a profundizar en la relación con sus familiares y vecinos,
pero más en profundidad la relación que tenía con su padre, que guardó hasta el último silencio.
El día que la aldea fue cercada por el ejército de Ríos Montt todo sucedía de forma natural a
cualquier otro, los niños en la modesta escuela, muchas de las mujeres en sus casas, otros realizando
los trabajos cotidianos y nada daba indicio que algo iba a ocurrir.
A diferencia de la “tierra arrasada” puesta en práctica en períodos anteriores, con Rios Montt
en el poder se convirtió en un plan político más ambicioso y salvaje, ya que no sólo arrasaba los
campos, cultivos y animales, sino que ahora eran hombres, mujeres y niños masacrados con la misma
crudeza.
Si bien los días previos a la masacre los pobladores comunes no tenían sospecha que algo de
estas características podía sucederles, es de saber que sin la ayuda o colaboración de algunos de sus
miembros esto no podría haberse llevado a cabo. Todo nos obliga a pensar que este modo de arrasar
desde la tierra hasta los cuerpos, fue posible gracias a un trabajo sistemático de quiebre del lazo social
que, al igual que un péndulo, traspasaba toda la comunidad desde el interior de las viviendas hasta el
mismo pozo en el que terminaron los cuerpos de los habitantes del pueblo.
Mayron, a diferencia de otros niños, el día de la masacre fue llevado por su padre al pueblo Las
Cruces a vender el maíz que habían recolectado en esos días. Como bien él nos contaba, esa había
sido una situación extraordinaria ya que él era muy pegado a su madre. Cuando llegaron las noticias
de lo sucedido en las Dos Erres, Mayron recuerda la necesidad de volver a su casa y de preguntar
insistentemente por su madre y sus primos, la sensación que nos transmitió es que los adultos, que
se encontraban con él, no pudieron contenerlo, darle una respuesta y pasó todo el día llorando.
Pasaron 13 años para que Mayron pudiera volver al sitio que alguna vez fue la aldea de su niñez.
Durante toda la entrevista nuestro amigo enfatiza abiertamente que de su familia sólo su padre
y su tío sobrevivieron a la masacre, porque ellos sabían lo que iba a suceder. Este es el momento
donde la pregunta no puede pasarse por alto y donde también se hace difícil indagar, ya que la tan
valorada “neutralidad valorativa” weberiana se nos presentaba como un imposible de superar. Ante
nuestra pregunta, casi en silencio, cae ante nosotras un caudal de dudas e interrogantes que pareciera
ser que nadie sabe responder. Como bien lo comentamos en líneas anteriores, esto no se hubiera
podido llevar a cabo sin la coacción y la participación activa de algunos de los miembros de la aldea.
Aquí podríamos rescatar un primer momento de ruptura del lazo social y donde el ejercito encuentra
el nicho donde, de forma camaleónica, escurrirse tras la vestiduras de otros. Tanto el padre de
Mayron como su tío participaban activamente en las PAC (Patrullas de Autodefensa Civil), y si bien
no esta confirmado factiblemente, todo nos lleva a interpretar que ambos eran conocedores de la
proyección de esta situación. Mayron desconoce las razones por las cuales su padre no salvó ni a su
madre ni a los demás familiares, lo que nos permite seguir pensando en términos de ruptura del lazo
social. Una ruptura que paradójicamente se infiltra y se apodera de los sentimientos que conforman
la unión entre los miembros de una propia familia. También creemos que esto, quizá, pueda
entenderse en términos de “negociación” entre asesinos y colaboradores, pero esta idea forma parte
de un análisis que al día en que se escriben estas líneas no ha concluido.
Lo significativo fue lo que sucedió con Mayron luego de todo lo acontecido, ya que su padre
no pudo hacerse cargo de él y como tantas niños víctimas de situaciones similares, tratados muchas
veces como sobrante de trigo, fue llevado por unas monjas a un hogar escuela llamado “Mi Casa”. En
este hogar se recibían a niños huérfanos y contaba con una particularidad, su fundador era un
sacerdote americano, John Wetterer, al que los niños llamaban Tío Juan. Aquellos que bajo el
contexto de Guerra Fría combatían contra el Comunismo para salvar al mundo, matando a las

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familias de muchos de estos niños, se presentan ahora ante ellos con un ropaje nuevo casi
evangelizador. Cientos de familias de Long Island contribuían a la causa del Tío Juan con sus
donaciones, intentando mantener limpia su conciencia cristiana por unos pocos dólares.
Lamentablemente sus buenas intenciones sólo llegaban hasta allí, a un asistencialismo burgués que no
se preguntaba por la política internacional de su país, que es la que hoy sigue provocando en todo el
globo destrucción, hambre y muerte.
Mayron tiene los mejores recuerdos de ese lugar y lo notablemente paradójico es cuando nos
cuenta todo lo que ese lugar le dio: “allí estudie, me forme y lo que soy se lo debo a Él”. Es visible como ese
vínculo con su familia se ha quebrado, la familia como primer eslabón de la crianza, la educación y la
socialización, en la historia de Mayron, ha desaparecido, o mejor dicho ha sido desaparecida. Al
punto que lo llegó a decir: “no se si hubiera sido mejor con mis padres”.
Si uno analiza los recuerdos que Mayron guarda en su memoria de los años posteriores a la
masacre, se encuentra con que no hay páginas borrosas o en blanco, sino gratas y detalladas
evocaciones sobre cómo era su vida dentro del hogar, los horarios, los deberes y obligaciones que
debía cumplir, la rutina escolar, los momentos de ocio, los deportes que podían practicar. En ningún
momento de su relato dejó de acentuar lo que este lugar significó tanto en su vida como en la de
otros niños. Él lo describe como una especie de santuario donde encontró apoyo psicológico, moral,
económico, y una educación superior a la de las escuelas privadas, que le permitió superar su
orfandad y la masacre y, como bien lo afirma, tener una adolescencia normal y maravillosa. Dentro
de esta “normalidad” lo más llamativo sobre su instrucción allí es que Mayron nos cuenta que el
idioma inglés era obligatorio, lo cual podría simbolizar la hegemonía que Estados Unidos se proponía
afianzar en la región, dado que este tipo de capacitación de mano de obra generaba recursos
disponibles a los que recurrir en caso de necesitarlos y por supuesto a un precio mucho más barato,
de hecho hoy en día Mayron trabaja en el call center de un banco estadounidense donde atiende a sus
clientes, hablando exclusivamente en inglés.
Esto nos invita a pensar quién define el parámetro de lo normal, y una vez más encontramos la
respuesta a nivel político. Es esta esfera que se presenta mediante instrumentos que permiten la
disyunción y simultáneamente la jerarquización entre lo normal y patológico, instaurando categorías
de diferenciación, mediante lo que Foucault llamaría disciplinamiento de los cuerpos. Dicho
disciplinamiento logró infiltrarse profundamente en el habitus de nuestro amigo, a punto tal que este
ajustó su vida a esos cánones y códigos de conducta, casi de modo natural. Esta normalidad
normatizada nos la termina confirmando otra extracción de la entrevista donde al preguntarle si él se
sintió alguna vez diferente a sus pares sorprendentemente nos respondió que tenía mayores ventajas
que el resto, por la crianza y la educación que había tenido, “En lo académico fue más avanzado, en lo
moral, ético, social y cultural más sano. Me enseñaron desde pequeño el valor de la responsabilidad, el respeto a los
demás, a trabajar por todo lo que deseas a que des a valer y respetar.”
También no podemos dejar de destacar que la apreciación de Mayron al compararse con las
demás personas de su edad, tiene un sustento en la realidad ya que la represión estuvo también
dirigida al movimiento estudiantil y académico, dejando como consecuencia a este país con un
retraso mayor en el área educativa.
Al interior del hogar la vida de Mayron transcurrió como una realidad paralela y distante de
todo lo sucedido, lejos de ahí habrían quedado las torturas, asesinatos y masacres que se habían
apoderado de tantas vidas inocentes, entre ellas las de muchas de su propia familia. Él nos cuenta
que su país simplemente era una mansión de dos cuadras y media y su mundo se encontraba cercado
por cuatro paredes. Pero si hay un hecho que se convierte en la pieza clave para comenzar a armar el
rompecabezas de su vida y motivarlo a formar parte de la realidad guatemalteca, es cuando
FAMDEGUA1 al buscar sobrevivientes de la masacre, lo contactan en el Hogar. Esta organización le

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pide que participe de una investigación que estaban realizando sobre la masacre, y es así como luego
de trece años vuelve a la región del Petén a reencontrarse con sus raíces.
El encuentro de nuestro amigo con su padre luego de tanto tiempo, no fue el que se nos podría
pasar por la mente, lleno de emociones y con una gran felicidad, sino todo lo contrario. Mayron nos
cuenta que no se sentía feliz de verlo y que su padre, según él, se comportaba como si no quisiera
que su hijo esté allí. Lo más doloroso para él fue que los habitantes del lugar, que lo conocieron de
pequeño, estaban muy emocionados de verlo, y a su vez, tenían una historia diferente sobre él. Su
padre les había contado que tenía a su hijo estudiando en un colegio privado, y que lo iba a visitar
seguido. Es comprensible porque Mayron define tajantemente que la relación con su padre es muy
distante y que el recuerdo que guarda en su memoria de ese momento esta impregnado de una
mezcla de rabia y tristeza ya que nos revela algo que como hijas no nos deja de conmover cada vez
que releemos sus palabras: “todos los que conocieron a mi madre hablaban maravillas de ella, y mi padre no me
podía dar ni un sólo recuerdo de ella, y lo peor yo no recuerdo ni el color de cabello.”
El vínculo con FAMDEGUA lo llevó a alejarse más aún de su padre debido a que éste era uno
de los pocos que conocía datos específicos como la ubicación de determinados cuerpos en la aldea y
nombres de los responsables materiales, información que sólo ofreció brindar a cambio de dinero.
A pesar de que nuestro amigo ha crecido y se ha desarrollado en circunstancias tan adversas, lo
que consideramos positivo rescatar, es que logró seguir adelante con su vida, siendo una persona
llena de optimismo y esperanza, que apuesta día a día a construir una familia junto a su esposa, a
quien considera su gran sostén emocional, y su reciente hija a quien notablemente la han llamado
Esperanza. También es notable que no se siente arraigado a su país y que le encantaría establecerse
en otro si la situación laboral lo permitiese.
Cuando se le pregunta a Mayron cómo ve a Guatemala en la actualidad, él nos responde que
advierte nepotismo, oportunismo, y que si bien, luego de trabajar con FAMDEGUA, participó de
varios proyectos políticos, él nos cuenta que “tiré la toalla para no mancharme porquería, al menos aquí todos
los políticos son muy sucios”.
La política represiva implementada durante más de cuarenta años en Guatemala, convierte a
este país en uno de los casos mundiales más representativos de genocidio, dejando como
consecuencias buscadas el disciplinamiento de los cuerpos, una nueva representación de la
normalidad, miedo, violencia, una minúscula participación política y social, y comunidades y familias
fragmentadas, haciendo malabares para armar el rompecabezas de sus vidas. Es por ello que ante
tantas deudas sociales que le queda al Estado guatemalteco saldar hoy, nuestro amigo Mayron
culmina el relato de su historia de vida proponiendo como solución a todo lo sucedido: “Que toda las
recomendaciones hechas por MINUGUA2 se cumplan, más escuelas, salud pública en los departamentos,
saneamiento de aguas. En realidad no indemnizar a nadie en particular sino a la comunidad, para que se vean los
resultados.”
* Este trabajo es una elaboración sintética de otro realizado para la materia “Análisis de las Prácticas
Sociales Genocidas” correspondiente a la cátedra del Dr. Daniel Feierstein (UBA) y presentado como
ponencia en las I Jornadas "Estado, violencia y procesos políticos en Centroamérica, México y el Caribe",
Facultad de Ciencias Sociales (UBA), en los días 30 y 31 de Octubre de 2008. Marisa Alonso es estudiante de
Sociología (UBA). Laura Davis y Marisa Protasowicki son Licenciadas en Sociología (UBA).
Notas:

1 Asociación Familiares de Detenidos Desaparecidos en Guatemala


2 Misión de las Naciones Unidas para la Verificación de los derechos Humanos en Guatemala

62
DE LA ESTRUCTURA SOCIAL Y LA ACCIÓN COLECTIVA

63
LA FINCA: UN MODELO SOBRE EL QUE SE ESTRUCTURA EL
PROPIO ESTADO DE GUATEMALA
(19 de marzo de 2010)

ENTREVISTA A
GUSTAVO PALMA Y JUAN PABLO GÓMEZ*

La finca como unidad productiva e ideal de progreso y civilización, pero también como
espacio que estructura a la población y delimita las expectativas de vida; la finca como
imposición y como forma de negar el derecho a la tierra, a la cultura y el trabajo; la finca
incluso como modelo sobre el que se estructura el propio Estado de Guatemala, y la
resistencia en su contra. La finca es todo esto y mucho más, una estructura mental insertada
en la sociedad guatemalteca desde finales del siglo XIX, omnipresente y poderosa, pero al
mismo tiempo sometida a la constante amenaza de la rebelión. Sobre todo ello hablan en
esta conversación los investigadores Gustavo Palma Murga y Juan Pablo Gómez Lacayo.
Ambos forman parte del área de estudios de historia local de la Asociación para el Avance de
las Ciencias Sociales (AVANCSO).

¿Qué es la historia local exactamente?


GP. En la historia, tal y como se piensa y se enseña, lo que hay es siempre una visión desde
arriba, son los llamados procesos nacionales los que determinan la historia; se asume que lo que
ocurre a nivel local es una reproducción a escala de lo que ocurre a nivel del Estado centralizado.
Pero la historia local trata de estudiar la historia desde lo local. Por ejemplo, ¿Cómo son las
relaciones de poder en un determinado lugar? Porque las relaciones de poder a nivel local, no
necesariamente son una réplica de lo que se da a nivel nacional.
JPG: La historia a nivel local es un enfoque crítico que permite cambiar el relato histórico que
se ha ido construyendo desde el poder. El relato histórico ha invisibilizado a los sujetos que están
abajo, y el relato desde lo local permite superar ese enfoque. Se trata de demostrar que el presente
que hoy tenemos no se ha producido de manera natural ni sin resistencia. Para ello hay que
documentar la voz campesina, por ejemplo. Y en esa medida, los actores se convierten en sujetos de
la historia. Otros relatos invisibilizan la voz campesina, sólo se preocupan por los líderes políticos o
los caudillos. Es importante tener una memoria de lucha, conocer las luchas del pasado para poder
construir un futuro distinto. Uno de los componentes esenciales de la formación política es el tema
de la memoria. Memoria que recuerde, por ejemplo, las penurias que vivió una comunidad campesina
trabajando en una finca, pero que recuerde que hubo también una historia de lucha. El hecho de
recordar la lucha del pasado, estimula la del presente, se establece un compromiso con el camino que
emprendieron las generaciones pasadas, permite tener presente, en el caso de los campesinos, que la
posibilidad de romper con el sistema de la finca siempre estuvo ahí. La memoria es un asunto de
lucha y disputa, me atrevería a decir, para las organizaciones campesinas. El que no tiene memoria es
el Estado de Guatemala, que cada vez que entra un nuevo gobierno emprende nuevas negociaciones
olvidando lo que se ha hecho antes.
¿Existe una conciencia generalizada entre los campesinos de que las cosas no siempre
fueron como en el presente? ¿Hay un relato consensuado en las comunidades sobre el

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despojo de la tierra y la creación de las fincas o todo depende de la memoria personal de
cada uno?
GP: Yo creo que ninguna comunidad tiene consensuada su memoria, eso no ocurre en ningún
lugar. En Guatemala, quizás lo único que tenemos consensuado es que el 15 de septiembre hay que
subir la bandera y somatar tambores. Pero lo que es cierto es que cuando se analizan las memorias
individuales sí se pueden encontrar ciertas constantes. Pero el problema es que no todos recuerdan o
no todos quieren recordar. Porque muchas veces uno conscientemente borra recuerdos o porque son
muy dolorosos o porque no son importantes. La comunidad no se ha sentado a consensuar una
historia común, ese no es un proceso que se dé necesariamente, pero hay historias recurrentes sobre
la sobrevivencia como cuando las mujeres explican que ellas se levantaban a las tres de la mañana
para hacer la comida de los hombres para que a las seis de la mañana ellas también pudiesen irse a
trabajar.
JPG: Si en la construcción de la historia buscamos poner la voz del trabajador como voz
principal en la historia, eso nos permite la posibilidad de deconstruir el discurso hegemónico que se
ha construido en torno a la finca: la finca como espacio de producción de riqueza en el país, la finca
como espacio dónde desarrollar la agricultura; la finca como el espacio en el que iba a civilizar a la
población indígena; en definitiva, el espacio a través del cual Guatemala se iba a insertar en el
mercado mundial. La voz y la memoria del trabajador es una crítica a este discurso.
¿La finca surgió con la Revolución Liberal, ese fue el momento en el que más fincas se
crearon o la expansión de la finca es un proceso vivo?
GP. Antes de hablar de la finca, habría que hablar sobre los mecanismos históricos de
apropiación de la tierra, ya que la tierra es tanto origen de la riqueza como del poder. Es la propiedad
de la tierra la que define quién tiene el poder y quién organiza todo lo demás. Esta es una dinámica
que se origina con la invasión europea que introdujo las primeras pautas sobre cómo ordenar el
espacio y a la población. El sistema colonial estableció el pueblo de indios y estimuló que tuviese
tierras. Pero no fue un acto benevolente de la monarquía española, sino que fue la forma que se tenía
entonces de garantizar la reproducción de la mano de obra y por tanto, la pervivencia de la Colonia.
Esa lógica existió durante las primeras décadas de vida republicana pero se fue volviendo inoperante
porque Guatemala necesitaba vincularse de alguna manera con el mercado internacional. Y se intentó
con algunos productos, pero fue finalmente el café el que se constituyó en el elemento de unión con
el capitalismo mundial. Y el Estado entonces intervino reorganizando la población y el territorio. Así
nació la finca como un espacio para ordenar la vida. Y según algunos autores, también el propio
Estado se configuró como una finca, y Guatemala comenzó a funcionar como si fuese una finca. Y
eso va ayudar, entre otras cosas, a acumular la tierra en pocas manos, y a administrar la población,
que se convertirá de forma forzosa en mano de obra para la finca. Las leyes de vagancia y los
reglamentos de jornaleros fueron leyes que emitió el Estado para asegurarle a la finca mano de obra
gratuita. Pero esto no es solamente una estructura económica sino que se convierte en una estructura
mental que es asumida por el finquero como la forma natural en la que se debe organizar el país.
Pero por otro lado, se acabó produciendo una internalización de la condición de servidumbre, el
campesino acaba aceptando que su horizonte de vida es bajar del pueblo a la finca todos los años, y
solamente sobrevivir y no vivir. Pero eso no significa que regularmente no haya reacciones en contra
de ese sistema. La finca es también una construcción histórica que se ha ido adaptando. Ahora
seguimos viendo como se produce concentración de la propiedad de la tierra, siempre con la idea de
qué se puede vender afuera, ahora la palma africana y la caña de azúcar. La lógica dominante nos
sigue diciendo que es a través de las grandes propiedades que este país se va a desarrollar. Y la
consecuencia lógica de esto es que tiene que haber una masa de trabajadores que estén dispuestos a
trabajar para sobrevivir. El café ha sido en gran parte desplazado, pero no la lógica que introdujo en
el país.

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JPG: La finca se convirtió en una estructura del pensamiento, que modeló al Estado, creando al
Estado finquero, pero también modeló el pensamiento de la población. La finca es un modo de
ejercer y mantener el poder en el país, pero también estructuró las formas de resistencia de la
población campesina.
En Guatemala, como la otra cara del latifundio, existe el minifundio. ¿Este reducto de
la vida campesina, ha permitido que la lógica de la finca no se haya extendido más?
GP: Durante la Colonia, se permitió que el pueblo de indios tuviese su ejido y que pudiesen
tener un gran patrimonio. De hecho, los pueblos de indios eran latifundistas en el sentido que tenían
gran cantidad de tierra comunal y colectiva. Predominaba una visión paternalista: había que darles
tierra para que pudiesen subsistir. Pero la lógica que introdujo el Estado republicano fue la de la
ciudadanía y la propiedad privada; es decir, que cada quien es responsable individualmente ante el
Estado, y un ciudadano responsable es un propietario. Con la reforma liberal se obligó a los pueblos
a lotificar la tierra, bajo el argumento de que la propiedad en muchas manos no era productiva y que
eran los individuos los generadores de riqueza. Esos argumentos son los que hoy retoma el
neoliberalismo, al afirmar que es el individuo el que progresa y que con él hace progresar a toda la
sociedad. Entonces, se parcelaron las tierras del altiplano y los campesinos se convirtieron en
pequeños propietarios, que fueron a su vez, subdividiendo aún más la tierra a repartir entre sus hijos.
Así nace el minifundio que es un modelo que va de la mano de la finca cafetalera que sólo necesita
mano de obra durante tres o cuatro meses al año. El minifundio es lo que permitirá al campesino
sobrevivir el resto del año y por ello se convertirá en una especie de contención ante un total
empobrecimiento.
JPG: Pero aunque siga existiendo el minifundio es la finca la que estructura el tiempo de vida
de la población. La movilización de la población está en función del ritmo de la finca.
¿Por qué fue necesario crear leyes para obligar a los campesinos a trabajar en las fincas
y ya no lo es?
GP: En la actualidad el nivel de oferta laboral es enorme y las grandes plantaciones de café y
azúcar no pueden absorber toda esa fuente de trabajo. Entonces, ahora se trata de quién puede
conseguir una temporada de corte de caña en Pantaleón, ya no hay que traerlos a la fuerza, como
ocurrió hasta tiempos de Ubico. El incremento de la población ha determinado que hay una gran
cantidad de mano de obra que sale al mercado laboral. El minifundio ya no da para sostener a las
familias, como posiblemente sí lo hacía hasta los años 50, del siglo XX. De tres millones de
habitantes que había en 1950 ahora somos más de 12 millones. Vemos lo que ha ocurrido en el
Polochic, en donde han sido los campesinos que vivían cerca de las fincas de caña y palma los que se
han vinculado con el trabajo temporal en las fincas. No ha sido necesario ir a buscarlos y traerlos en
camión. La sobrevivencia fuerza a la gente a trabajar en las fincas. Si vemos el último Censo
Agropecuario, uno mira que desde 1978, el número de minifundios se ha duplicado, el espacio para
poder reproducirse se ha reducido enormemente para una buena parte de la población rural. Lo
único que les queda es buscar otras opciones. Y la finca siempre está ahí.
JPG: Hay que considerar también que la finca como estructura de pensamiento ha sido un
poder efectivo. Un miembro de la Sociedad de Amigos del País, alrededor de 1870, decía que el
objetivo del Estado debía ser que los campesinos viesen en la finca su horizonte de vida. Y vemos
cómo han tenido éxito, cómo las reclamaciones campesinas han pasado de ser de negarse al trabajo
en las fincas, a exigir unas condiciones de trabajo dignas. El discurso cambió en un siglo,
demostrando que el poder finquero ha sido efectivo. La finca es una estructura de pensamiento que
imposibilita al campesino imaginar una forma de vida más allá de ella. Y ya no es necesario ir a
buscarlos para trabajar porque han interiorizado su condición de jornaleros.
GP: La Revolución del 44 vino a modernizar las relaciones económicas, eliminando el trabajo
forzado, pero no a suprimirlas. El Código de Trabajo dice: ya no se puede explotar, ahora hay que

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pagar, pero nada más. Aún en la Constitución actual, en los apartados relacionados con los grupos
étnicos, hay un artículo que dice que se debe transportar a los trabajadores en condiciones humanas.
O sea el Estado, de manera más sutil y moderna, pero sigue reproduciendo esa concepción finquera.
JPG: A pesar de la modernización de las relaciones sociales, seguimos atrapados en la finca, en
buena medida. Es imposible imaginarnos una realidad más allá de la finca. La finca sigue siendo el
presente.
¿Pero la lucha es por tener más tierra o por recibir mejor salario en la finca?
GP: Casi todas las confederaciones como CNOC, CONIC o Plataforma Agraria, siguen
llevando la cuestión de la propiedad de la tierra como su demanda principal. Como campesinos hijos
de un régimen finquero, quieren tener tierra y la quieren no sólo para sobrevivir, sino para vivir
dignamente. Entonces, hay muchos campesinos que siguen agarrados en la tierra.
¿La idea que el campesino o trabajador agrícola sólo puede sobrevivir con su trabajo es
también una construcción del sistema finquero?
GP: La sobrevivencia es un derivado natural y perverso del sistema. Si uno analiza cómo ha
sido históricamente la cuestión salarial en las fincas, hasta 1944, cada finca tenía su propia moneda
que se utilizaba para cambiar por alimentos dentro de la propia finca. ¿Qué capacidad de
acumulación podía tener un jornalero bajo estas condiciones? Ninguna, lo único que podía hacer era
guardar un poco de fríjol o maíz para llevárselo al pueblo. La finca no permite acumular y por eso
impone la sobrevivencia. No es extraño que en Guatemala nunca se acabe de desarrollar un mercado
interno.
JPG: Se ha dicho que la cultura indígena campesina ha sido siempre de subsistencia. Ese era el
argumento que utilizaban los intelectuales orgánicos del sistema-finca a finales del siglo XIX: decían
que los indígenas no se interesan por la superación económica y material, que viven como nómadas
etc. Y la finca se legitimó con estos argumentos. Pero la finca nunca les dio a los campesinos un
horizonte de vida diferente. Ni a finales del siglo XIX ni la finca neoliberal actual, han mejorado los
niveles de vida de la población. Pero aún así vemos que todavía hoy se sigue diciendo que los
campesinos quieren tierra solo para prolongar su subsistencia y que no van a aportar a los intereses
generales de la nación. Y esa es la misma discusión que había a finales del siglo XIX. Y lo que no
entienden es que la demanda por la tierra es también una demanda por el territorio y eso implica una
idea, a la que siento que se le tiene mucho temor: la autonomía, la posibilidad de construir una vida
autogobernada, la posibilidad de construir otro sentido del trabajo, de no depender de la finca, de ser
culturalmente diferente. Y eso se ha visto siempre como una amenaza al Estado. No hay que ver la
reclamación de tierra desde una óptica simplemente económica, implica todo un modelo social y
cultural.
Juan Pablo, usted ha hablado en alguna ocasión sobre cómo los campesinos, como
consecuencia del sistema-finca, se han convertido en trabajadores agrícolas y cuando tienen
tierra reproducen las relaciones que se dan en la finca…
JPG: Es cierto, pensar la vida más allá de la finca es un reto para las propias organizaciones
campesinas. Estas deben construir un discurso y una forma de organización que supere a la finca y
supere las tensiones que se dan entre la mentalidad del campesino y la del trabajador agrícola. Por
ejemplo, en la investigación que estamos haciendo en La Finca Comunitaria La Florida, Colomba
(Quetzaltenango) vemos que la forma en que se organiza el trabajo, a pesar de que se intenta que no
haya un caporal que organice el trabajo, ni una campana sonando a las seis de la mañana o que a las
mujeres se les saque de su rol tradicional en la finca; hay fuertes contradicciones y muchos retos.
Porque se trata de que ya no se vea al que organiza el trabajo como al caporal, ya no ver a la directiva

67
de la finca, como al finquero, y que ésta no se vea a sí misma como tal. Es un juego de imágenes. Se
reproducen roles.

La propia idea de seguir dedicándose a la agroexportación…


JPG: Eso es algo que también se ve en La Florida. Nosotros decimos que la gente de esta
comunidad, son hijos de la finca. Y ser hijos de la finca implica ser también hijos del café. Un
discurso muy común que se encuentra allá es: “nosotros somos café”, te dicen. Y la forma en que
ellos quieren salir adelante, es también a través del café; café orgánico de comercio justo, pero café. Y
los ritmos de su vida siguen dependiendo del café. Su vida depende de que la cosecha al final del año,
salga bien y que el precio del café en los mercados internacionales esté alto. Incluso muchas familias,
en las pequeñas parcelas que tienen para sí mismas (en La Florida la tierra es comunitaria), que están
pensadas para la alimentación, también siembran café.
¿Entonces, la economía y la cultura campesina han desaparecido entre esa gente?
JPG: ¿Pero qué es la cultura campesina? Es todo menos algo homogéneo. La cultura que ha
producido la finca es la del trabajador agrícola, pero hay otra cultura que se preocupa mucho por
diversificar los cultivos que siembra, por asegurar en primer lugar su subsistencia y por practicar la
solidaridad como principio en la relación con la comunidad. El problema es ver la cultura campesina,
cómo la modernidad ve la cultura campesina. Y pensar que los campesinos deben adaptarse a los
patrones de prosperidad y consumo que la modernidad nos ha vendido.
¿Puede verse el conflicto armado, o ciertos períodos de él, como una gran rebelión
contra la finca?
GP: Si uno examina el período colonial, ve que fue un período de constante violencia en el que
se sucedieron los motines. Severo (Martínez Peláez) dice que fueron uno cada semana durante los
tres siglos coloniales. O sea que fue un período violento, porque cada motín tenía su correspondiente
castigo. Durante la colonia es importante entender que se instaló una cultura del miedo, que no
desapareció. En el siglo XIX, la constante se repite e incluso una rebelión campesina, la de Carrera,
toma el poder. Y cuando se produce la Reforma Liberal, las rebeliones se siguen dando pero siempre
se han silenciado en la historia oficial. La idea que se tiene del período liberal que duró hasta 1944 es
que hubo estabilidad. Y así fue, pero la estabilidad que permitía contar con una dictadura que
siempre estaba vigilante de reprimir cualquier intento de rebelión. La Revolución del 44 abrió
horizontes para pensar de otra manera y visibilizar colectivos. Después del 54 vino la exclusión y con
ella la rebelión y la guerra. La rebelión es por tanto una constante, porque el orden establecido ha
sido autoritario y excluyente y no ha permitido que la población mejore su vida. El conflicto armado
fue un pico muy alto dentro de esta constante de rebeliones. No fue un motín aislado como los de la
colonia, sino una sublevación coordinada por mucha gente. Y fue no sólo porque los comandantes
guerrilleros llegaron a arengar a la gente, como dice la historia oficial; a nivel local se generaron
espacios de discusión en los que se decidió participar, o no, en la guerra.
JPG: Durante la guerra, el poder sintió que estaba realmente amenazado y reaccionó de forma
salvaje. Fue la demostración de que cuando el poder no puede controlar a la población, simplemente,
la elimina.
GP: Fue una respuesta que fue en proporción a la magnitud de la rebelión. La
contrainsurgencia fue un castigo ejemplar para que a nadie se le volviese a ocurrir la posibilidad de
rebelarse.

68
* Gentileza de Danilo Rivera de AVANCSO, quien gestionó la autorización para su reproducción.
Publicado en Inforpress Centroamericana. Disponible en línea en
http://www.avancso.org.gt/index_actividades.php?id=239. Gustavo Palma Murga es guatemalteco.
Licenciado en Historia por la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala y Doctor en
Historia por la Escole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (París, Francia). Es profesor de Historia de
Guatemala en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos. Actualmente es coordinador del
Área de Estudios sobre Historia Local de AVANCSO. Ha trabajado en investigaciones sobre temas
relacionados con historia económica de Guatemala, así como en el ámbito del sistema educativo nacional y su
relación con los procesos de conformación de la identidad nacional. Juan Pablo Gómez Lacayo es abogado de
formación. Maestro en Ciencias Sociales por el Postgrado Centroamericano en Ciencias Sociales (FLACSO-
Guatemala). Ha investigado sobre el discurso político en torno a la idea de progreso, el proceso civilizatorio y
el modelo de trabajo agrícola vinculado a éste a finales del siglo XIX en Centroamérica, particularmente en
Guatemala y Nicaragua. Investigador del Área de Estudios de Historia Local de AVANCSO donde
actualmente se desarrolla una investigación sobre la construcción de alternativas políticas a los modelos de
vida campesina producidos por el orden finquero cafetalero. Consultor para el Instituto de Historia de
Nicaragua y Centroamérica (IHNCA-UCA) para la investigación sobre pueblos indígenas del pacífico
nicaragüense.

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DESAFIANDO AL PATRIARCADO DESDE LAS LUCHAS
CAMPESINAS
(Junio de 2010)

ANA LÓPEZ MOLINA *

Las mujeres del campo enfrentan muchas dificultades para organizarse y actuar en la esfera
política. Estas dificultades no son casuales ni naturales, pero sí históricas, políticas y sistémicas.
Todas las dificultades para la organización y participación política son manifestaciones de opresión
en la esfera pública y privada. Algunas organizaciones campesinas cuentan con políticas encaminadas
a lograr la equidad de género, pero no se puede pasar más allá de las medidas que buscan asegurar
cuotas de participación si primero no se piensa en las causas estructurales y sistémicas que sitúan la
esfera doméstica como único campo de acción femenino.
La participación femenina, a su vez, tiene variantes que van desde un mero involucramiento
indirecto hasta la autonomía y autodeterminación. Pero el recorrido es bastante complicado, porque
requiere ir contra el “orden social” que dicta el lugar de las mujeres y de los hombres. La lucha,
entonces, no es sólo contra un sistema que no permite una vida digna, sino contra prácticas y
creencias in-corporadas en los mismos compañeros de lucha y de vida.
Esta problematización se está dando al interior de las organizaciones de mujeres del campo y
en las mujeres dentro de las organizaciones mixtas. Para ellas la pregunta no es cómo incidir en las
políticas públicas (preocupación primordial de varias organizaciones campesinas guatemaltecas), sino
cómo sus demandas son asumidas o no por el movimiento campesino. Las estrategias, entonces,
sufren transformaciones que responden a nuevas interrogantes y a procesos identitarios vinculados a
reflexiones sobre la participación como sujetos políticos.
Los procesos identitarios femeninos en las organizaciones están imbricados en un entramado
organizativo y en prácticas políticas, que llevan al análisis de incoherencias entre el discurso, la lucha
y la práctica, tanto cotidiana como política; y de las autoafirmaciones, tanto masculinas como
femeninas. Una estrategia recurrente en las luchas femeninas es la de desplazar los roles asignados a
las mujeres a los espacios políticos, lo que logra el objetivo propuesto mientras no trastroca1
seriamente el “orden social”. Lo que sí logra es colocar en la luz pública las luchas femeninas,
permitiendo la emergencia de identidades políticas. Estas identidades emergentes crean nuevos
sentidos de lucha que van hilándose a otras formas de historia y experiencia compartida, interacción,
esperanza de futuro y otros referentes identitarios, permitiendo la transformación de las estrategias y
el desplazamiento de los referentes de lucha.
Estrategias femeninas en las luchas campesinas
Estos impedimentos para la actividad política de las mujeres del campo pueden desaparecer –o
al menos, aparentemente– dejando el camino libre para la participación real. Revisando los
momentos álgidos de luchas de distintos puntos del país y alrededor de reivindicaciones varias, no
cabe duda que es en esos momentos cuando a ellas se les permite estar en el espacio público y luchar
“igual que los hombres”. Pareciera que el patriarcado cede, o se afloja. Este paréntesis en el tiempo
permite varias libertades a las mujeres y hace posible soñar con la autonomía. En esta sección,
exploro tres experiencias distintas en contextos de lucha relacionados con las reivindicaciones
campesinas y étnicas. El común denominador de estas experiencias es la lucha contracorriente.
Disímil es la ubicación temporal y espacial de cada una. La idea es ubicar a las mujeres en la lucha
colectiva y hacer visibles las luchas específicamente femeninas, a través de sus propias palabras.

70
La lucha de Aztlán2
“Enfrente del ranchito nos juntamos y pensamos ¿qué vamos a hacer? nuestros esposos
estaban afuera gestionando cómo íbamos a ganar. Entonces teníamos pena cuando iniciamos la
lucha, porque empezaron los falsos dueños a desalojarnos porque no queríamos salir. Pero pensamos
con nuestras compañeras ¿qué vamos a hacer si nos vienen a sacar, si vienen los policías? (…) Como
vinieron varias veces diciendo que van a venir de noche a quemar nuestros ranchos ¡esa era la pena
que teníamos! Pero nosotras dijimos ‘vamos a echar agua caliente en sus ojos o chile bien machucado
vamos a tirar en sus ojos para que no nos quemen nuestras casas.’ Ese era nuestro pensamiento,
porque si les pegábamos con palos o con machete no podíamos, porque ellos tienen sus armas y nos
dejan muertas.”3
Ocurrieron dos intentos de desalojo en abril de 1991. “En mam las mujeres ordenaron a sus
hijos qué hacer y hacia dónde moverse para que los camiones y el vehículo del juez encargado de la
orden (de desaojo) no pudieran circular. Las abuelas, madres y hermanas enviaron a los jóvenes y
niños a pinchar las llantas de los vehículos. Las aproximadamente 60 mujeres que se encontraban en
la comunidad cuando intentaron desalojarlos sólo hablaron castellano al momento de cantar el
Himno Nacional.”4
“En seguida los policías empezaron a agarrar a la gente y agarraron a cinco compañeros y los
tiraron en un camión. (…) Mis nueras y las nueras de otro señor nos metimos con nuestros hijos
debajo del camión. Una compañera que se llama Catarina Paz jaló a sus dos varones y los metió mero
debajo de las llantas, y la señora también se metió allí debajo de las llantas: ‘si me matan que me
maten, si ponen el camión encima de mí, déjenlo’ decía la compañera. (…) La meta de nosotras era
que no se lleven a ninguna persona porque los matan o los llevan presos a saber cuántos meses y no
hay dinero para sus multas. Al final logramos bajar a las cinco personas y se fueron los camiones. Ya
no hubo desaojo.”5
De Santa Teresa a Las Palmas6
“Ante las agresiones de las instituciones estatales a través de juzgados y la policía para
desalojarlos de las fincas, las comunidades organizadas desplegaron distintas formas y estrategias de
lucha. Se agruparon por sexo y edad para enfrentar la amenaza de las fuerzas armadas, sin
importarles las evidentes desventajas en las que se producían los enfrentamientos. Hubo momentos
fuertes y encuentros peligrosos: ‘Cuando estaban en esa lucha vinieron los antimotines, estaba
lloviendo, bajo de agua están los antimotines y los señores también aguantando hambre. Aguantaron
dos días sin comida. No comieron porque ellos andaban bajo el monte, entonces los hombres no se
dejaban [intimidar por la policía ni el finquero], sino que a nosotras las mujeres nos dejaron para
defendernos. Pero no nos defendimos ni tampoco nos dejamos, huimos y así fue que no nos
agarraron [los policías].’ ”7
“Cuando ocupamos aquí nos tomaron en cuenta (los hombres) a nosotras, y nosotras nos
íbamos a turnear (hacer turnos). Las mujeres de día y los hombres en la noche. Nos cambiamos,
nosotros nos quedamos viendo aquí para que no entre nadie de día. Ahora de noche son los
hombres.” “El protagonismo de las mujeres es importante en las ocupaciones. Para ellas esta lucha es
el principio de una vida libre, alejada del control patronal. Ellas asumen la lucha a la par de los
hombres, y quedan al frente cuando ellos deben salir a trabajar para sostener a la familia.
Pero más allá de sostener la ocupación mientras los hombres no están, ellas muchas veces son
pilares fundamentales, como lo relata doña Ana Catalina Chen: ‘Hay mujeres que sí participan,
opinan, por ejemplo, ellas van a la capital a un taller, ahí fueron y así fue como empezaron a ocupar
esa tierra de Santa Teresa, ellas son las que fueron a escuchar todo eso, cómo hay que hacer, cómo
tienen que hacer. Son las mujeres que fueron allá. Están contentas porque participan y cuando ellas
regresan de la capital vienen aquí a reunir a las mujeres, participan las mujeres cuando ellas regresan
de la capital de un taller, siempre vienen a compartir lo que han escuchado allá en esa reunión.’ ”8

71
Las rebeldes alzadas9
Isabel10 relata que los hombres les decían “no sólo los hombres tienen derecho a agarrar las
armas, las mujeres también”. “Ellos no nos obligaron, fue nuestra voluntad por el odio que sentimos
porque el ejército agarró a mi mamá y a mi papá. Por ese odio que me dio me alcé y estuve en la
guerrilla siete años.”11
Una rebeldía de las ixiles es contra el padre. Irma dice que “a los 15 años me fui a la guerrilla,
cuando estaba llegando el Ejército a mi comunidad, decidí no quedarme en mi casa. Analicé bien, no
tenía ropa ni zapatos, pensé en apoyar a nuestros compañeros que estaban combatiendo y me fui. Mi
papá estaba enfermo y se fue a llorar conmigo; me dijo ‘quién te va a dar comida, sos la mayor y
quién va a cuidar a tus hermanos y a tus abuelos, no te vayás mi’ja, no tenés capacidad de huir
y de ir a trabajar allá’, mi abuelo me dijo que no iba a poder cargar el arma. Y les respondí: sí
puedo. Mi abuelo también lloró por mí. Cuando me salí estaba triste, pero me fui.”12 Muchas se
fueron sin siquiera comunicar su decisión al padre. Para otras, la decisión estaba clara frente a la
muerte del padre o de ambos padres.
El segundo trastrocamiento del “orden” está constituido por todas las actividades masculinas
que ellas asumieron en la montaña. A diferencia del Ejército, la guerrilla aceptó a las mujeres en sus
filas, otorgándoles iguales funciones que a los hombres, dependiendo de las capacidades de cada
quien. Así, muchas fueron combatientes, otras fueron enlaces (encargadas de la comunicación entre
escuadras, entre batallones, entre mandos), se dedicaron a la formación política, y al servicio médico
o la cocina. Flora resume la experiencia de muchas de sus compañeras cuando relata que siendo
combatiente aprendió a hablar español y recibió capacitación médica con el libro Donde no hay
doctor. Aprendió a curar, escribir y ser promotora de salud. Al salir de las filas de combate,
permaneció en las Comunidades de Población en Resistencia (CPR13), donde participó en la
elaboración de un censo para el reasentamiento de la población desplazada. “Después me eligieron
para el comité de área y estuve dirigiendo 17 comunidades. (…) Coordinaba la ayuda y la entregamos
a toda la gente, así como el trabajo en grupos para sembrar milpa y otras producciones.”14
Lucía expresa lo crudo de la vida de combatiente, y dibuja a las mujeres en ese escenario: “En
la línea de combate no es rotativo porque los mandos ya saben que teníamos valentía, a las
compañeras y a mí nos ponían enfrente. Si el pelotón es de 33 personas, cinco son mujeres. Allí no
hay diferencia porque tú eres mujeres, media vez estás en la unidad militar hay que combatir (…).”15
En este paréntesis en el tiempo, las mujeres ocuparon los espacios que el “orden social”
reserva a los hombres, fueron rudas, incluso despiadadas. Fueron intrépidas y se probaron a sí
mismas y le mostraron a los hombres que cuando se trata de llevar el cuerpo y la mente al límite, lo
pueden hacer a la par de ellos, y algunas veces, mejor, como quiere dejar claro Amanda, cuando relata
lo que ocurrió en una emboscada llevada a cabo por mujeres: “Llegamos al destacamento y nos
dimos tiros con el Ejército. Los soldados ya tenían a persona que habían torturado. Chocamos con
ellos, nosotros disparamos primero, liberamos a ocho hombres y cinco niños. Los tenían amarrados
de pies y manos, ya los habían torturado, estaban en los puros huesos. (…) después de lanzar una
granada, los soldados nos dijeron ‘no nos maten, nosotros somos campesinos, nosotros somos
obligados para ir al cuartel’, entonces ellos se pasaron con nosotros, se incorporaron a la guerrilla,
pues.”16
Estas mujeres que ofrecieron su relato como combatientes, también mostraron la vida que
fueron a encontrar una vez dejaban la guerrilla por voluntad, por embarazo, o por matrimonio.
Algunas después de tener a sus hijos y de un período de lactancia, prefirieron regresar a combatir en
las montañas, en un claro desafío al papel de madre abnegada. Pero para otras, el retorno a la
“normalidad” no tuvo vuelta atrás. En las CPR corrieron mejor suerte, por constituirse también en
cotidianidades anormales, es decir, espacios donde la reproducción de la vida se regía por reglas

72
diferentes a la cotidianidad de las comunidades de donde estas personas habían tenido que huir, y en
donde confluían muchas veces gente de diferentes procedencias, y por lo tanto, diferente cultura.
Politizando la vida cotidiana
En estas tres experiencias de lucha puede verse una estrategia común, que es llevar los roles
tradicionalmente femeninos a la esfera política. Su papel de madres les permite actuar con libertad en
lo público, legitimando sus luchas. Esta estrategia, por supuesto, no es exclusiva de las mujeres del
campo. Por ejemplo, Madres Angustiadas, cuyo lema es “por nuestros hijos exigimos seguridad” o
las Abuelas de la Plaza de Mayo. Con esta estrategia, el “orden social” no se subvierte: las mujeres
siguen siendo madres, amas de casa que quieren educación para sus hijos, vivienda para la familia,
servicios públicos. Pero una vista más minuciosa encuentra que se van provocando rajaduras en el
patriarcado, que luego se convierten en grietas y aberturas.
Es por estos resquicios que va haciéndose posible politizar la vida cotidiana. En circunstancias
en que se desdibuja el límite que separa lo masculino y lo femenino, la autonomía y
autodeterminación de las mujeres es todavía una meta no alcanzada. Esos paréntesis temporales que
permiten actuar a las mujeres fuera del espacio doméstico, siendo visibles, tienen luego pequeñas
consecuencias en cuanto a las relaciones dentro de la esfera privada, pero no significan
transformaciones profundas y rápidas. Llegar a politizar la vida cotidiana, es decir, llevar a lo político
todo aquello que se considera ya establecido o natural en cuanto al reparto del trabajo y las relaciones
personales en el hogar, es quizá la afronta más fuerte que se hace al patriarcado a partir de luchas
campesinas que se gestan y dan fuera del espacio doméstico.
En contextos de lucha por la tierra donde las mujeres asumen un rol protagónico, echando
mano de todo recurso simbólico (la imagen de la madre volcada a sus hijos o la entonación del
Himno Nacional) y material (el chile, los palos y las piedras) y logrando su objetivo inmediato –lo
que encamina la lucha general hacia el objetivo ulterior–, el resultado que ellas obtienen es apropiado
por los hombres, igual que el trabajo femenino en el hogar. Cuando una comunidad obtiene tierra, ya
sea por la vía de endeudarse a través del Fondo de Tierras17, o como compensación por sueldos o
prestaciones adeudadas, son ellos los propietarios. Se conocen casos en que las mujeres que quedan
solas ya sea porque el marido abandona el hogar o porque muere, son expulsadas bajo el argumento
de que ellas no son capaces de cumplir con el jornal del hombre, sin importar que hayan luchado por
la tierra tanto como los demás.
De las experiencias aquí relatadas, las que fueron combatientes fueron quienes experimentaron
un rompimiento más extremo con el tiempo normal. Pero las que regresaron a sus comunidades de
origen después de la guerrilla, inexorablemente fueron alcanzadas nuevamente por las reglas del
patriarcado, esperando de ella que se comportaran como mujeres.
La pervivencia de las relaciones patriarcales después de momentos álgidos de lucha es clara.
Una vez cerrados los paréntesis en el tiempo e inmersas nuevamente en esta lógica que las restringe
al espacio privado, también ellas que lucharon armadas o no, que han pasado hambre y frío como
consecuencia de sus luchas, que no tuvieron miedo para enfrentarse a un enemigo más grande, ahora
tienen que seguir la estrategia de llevar su rol de madres como bandera para navegar en los espacios
públicos.
Pero al ser rebeldes incómodas18, interpelando a sus compañeros de lucha, sus comunidades y
sus familias, van generando procesos encaminados a trastrocar seriamente el “orden social”. Ser
visibles o no en el espacio público, en la memoria colectiva o para ellas mismas no es indispensable
para ir poco a poco politizando la vida cotidiana y cuestionando las reglas del patriarcado. Las
autoafirmaciones masculinas y femeninas se ven también cuestionadas, particularmente en cuanto al
uso y circulación del poder. Y sobre todo, las estrategias de lucha femeninas van transformándose,

73
permitiendo que emerjan como sujetos políticos, desplazando los referentes identitarios, tanto de
ellas como de los hombres.
Otras estrategias, otros horizontes
Las organizaciones campesinas en Guatemala, en mayor o menor medida, tienen como una de
sus estrategias la incidencia en las políticas públicas relativas al desarrollo rural y el acceso a tierra.
Para las mujeres, apoyar esta lucha es un interés común, pero sobre todo en los últimos años, ellas
más bien han puesto sobre la mesa la cuestión de sus propias demandas de género, y cómo son
asumidas por las organizaciones a las que pertenecen. Esto plantea una pregunta sobre su
participación como sujetos políticos.
Por mucho tiempo se ha entendido la participación femenina como el acto de involucrarse
directa o indirectamente en las luchas campesinas organizadas. Los hombres se congratulan de tener
a mujeres en sus organizaciones, o de contar con una Junta Directiva de Mujeres. Pero ellas cada vez
más les cuestionan sobre esos espacios que ellos han “otorgado” y que no permiten que ellas tengan
una propia voz, y que ésta tenga eco en ellos. Por eso, se hace necesario distinguir entre diferentes
formas de participación femenina, tanto en las organizaciones campesinas como en sus luchas. No es
lo mismo que una mujer participe en la lucha preparando la comida que el esposo llevará en su viaje a
la ciudad para hacer trámites en el Fondo de Tierras, a que se coloque en el paso de los vehículos de
las autoridades encargadas de un desalojo. Tampoco es lo mismo que exista una Junta Directiva de
Mujeres que funcione de manera paralela a la Junta Directiva de la organización, a que la
organización cuente con mujeres en espacios de discusión y decisión. Y de eso a que la organización
asuma las demandas de ellas como propias, hay otro gran paso.
Para comprender los procesos de generación y fortalecimiento de la participación femenina
dentro de las organizaciones campesinas hace falta, además, tomar en cuenta la influencia de los
organismos cooperantes que exigen un “enfoque de género” en los proyectos. Esto ha sido
fundamental para permitir que ellas sean visibles en las organizaciones, pero está lejos de resolver las
implicaciones de su participación como sujetos políticos en términos de las relaciones de género, el
uso del poder y las autoafirmaciones. Eso, en el contexto de lucha, pero también en la esfera
doméstica.

* Ana López es guatemalteca. Antropóloga, candidata al Doctorado en Sociología por la Universidad


Pontificia de Salamanca y docente universitaria. Miembro del Área de Estudios sobre el Campesinado de la
Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AEC – AVANCSO) y delegada por
AVANCSO en la Red de Mujeres de Plataforma Agraria desde 2008. investigaciones.aec@avancso.org.gt

Notas:

1 Preferí usar trastrocar, que significa “mudar el ser o estado de algo, dándole otro diferente del que tenía” a trastocar,
“trastornar, revolver” y por extensión, “invertir el orden regular de algo”.
2 La lucha de esta comunidad, ubicada en Retalhuleu, al sur de Guatemala, inicia como búsqueda de justicia laboral, y

luego, en el marco de la presión ejercida a través de la pugna entre la legalidad y la ilegalidad, concluyendo con la
obtención de tierra en 1996 a través de un préstamo del Estado. El dueño de la finca en disputa falleció, e
inmediatamente aparecieron otras personas que afirmaban ser los dueños y exigían el desalojo de los campesinos. El
abogado de estos supuestos dueños fue electo como diputado, y desde ahí presionó al mismo presidente para que se
hiciera esta venta. Los supuestos dueños recibiendo Q3 millones y medio (alrededor de US$437,500) del Estado por una
finca sobre la que nunca pudieron demostrar propiedad, mientras que los campesinos quedaron endeudados.
3 En Velásquez Nimatuj, Irma Alicia, Pueblos indígenas, Estado y lucha por tierra en Guatemala: Estrategia de sobrevivencia y

negociación ante la desigualdad globalizada. Guatemala: AVANCSO, 2008, p. 161.


4 Ibíd, p. 163.

74
5 Idem
6 Esta comunidad de Tucurú, Alta Verapaz, al norte de Guatemala, inició su lucha alrededor de sueldos adeudados.
Soportaron un desalojo mientras ocupaban la finca Santa Teresa. La lucha dio frutos y recibieron algunas partes de la
finca, sembradas de café y cardamomo. De las familias trabajadoras de la finca se crearon tres comunidades, siendo una
Las Palmas, compuesta por 106 hogares. Esta comunidad cuenta con infraestructura básica, escuela, radio comunitaria, y
tiene tierra para cultivar, aunque no suficiente. Doña Juana Cha Juc lo relata así: “(…) cuando comenzó a organizarse (la
comunidad) es porque ellos comenzaron a pedir más sueldo porque ahí pagaban centavos, a la quincena pagaban 50
centavos, entonces ahí poco a poco se fue integrando una organización (…) los hombres se juntaron y montaron palos
en el camino, y el patrón ya no pasaba. Comenzaron a dialogar con el patrón y así fue que nosotros nos salimos [del
control] del patrón en la finca.” En AVANCSO, Memoria de mujeres, lucha e identidad: Santiago Atitlán y Tucurú. Guatemala:
AVANCSO, 2009, p. 102.
7 Ibid, p. 103.
8 Ibíd, p. 104-105.
9 Se considera la lucha armada insurgente (1960-1996) entre las luchas campesinas porque, en palabras de Mario Payeras

(en Los Fusiles de Octubre, Guatemala: Ediciones el Pensativo, 2007), “Guatemala no cuenta con una clase obrera extensa y
con conciencia de clase. La fuerza motriz principal de la revolución era el campesinado pobre indígena.” Una estrategia
del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), según Gustavo Porras (en Las Huellas de Guatemala, Guatemala: Fundación
Propaz, 2008), fue conquistar los corazones de la gente del “altiplano densamente poblado”.
10 Estas mujeres, provenientes de familias ixiles campesinas, se unieron a la guerrilla bastante jóvenes. Telma lo explica así:

“Empezamos a organizarnos mujeres y hombres. Nuestro sueño cuando nos fuimos era tomar el poder, hacer un
cambio, empuñar las armas para hacer una revolución. Pensar en eso es muy bonito, pero en la práctica es muy difícil.
Unos sí son valientes y otros no pudieron aguantar. Nuestro sueño era hacer algo por el pueblo. Nos armamos porque
había mucha discriminación, no reconocían nuestro idioma, nos tratan como indios, no había igualdad y por esa razón
decidimos luchar con las armas.” (en Hernández, Rosalinda; Carrillo Samayoa, Andrea; Torres Urízar, Jacqueline; López
Molina, Ana; Peláez Aldana , Ligia Z., Memorias rebeldes contra el olvido: Paasantzila txumb’al ti’ sotzeb’al k’u’l. Guatemala:
laCuerda, Plataforma Agraria, AVANCSO, 2008, p. 80). En esta parte del libro citado, que contiene el relato de 28
excombatientes ixiles (ahora agrupadas junto a los hombres en una organización campesina), se utilizan sus pseudónimos,
que corresponden a su identidad de combatientes.
11 En Hernández, Rosalinda; Carrillo Samayoa, Andrea; Torres Urízar, Jacqueline; López Molina, Ana; Peláez Aldana ,

Ligia Z., Memorias rebeldes contra el olvido: Paasantzila txumb’al ti’ sotzeb’al k’u’l. Guatemala: laCuerda, Plataforma Agraria,
AVANCSO, 2008, p. 79.
12 Ibíd, p. 80.
13 Conformadas por familias que huyeron del genocidio y el control militar al principio de los ochenta. Estos desplazados

internos llegaron a ser un millón de personas, algunos luego “se entregaron” al Ejército, regresaron a sus poblados de
origen, o fueron capturados. Buscando refugio en las montañas y selvas del norte del departamento de El Quiché,
sobrevivieron en condiciones precarias, pero crearon una fuerte y profunda organización de la vida y el trabajo. Sin
embargo, siguieron sufriendo las ofensivas aéreas y terrestres del Ejército, incluso hasta 1993, tres años antes de la firma
de la paz. El Acuerdo de Reasentamiento de la Población Desplazada obligó al Estado a otorgar tierra a estas
comunidades, para lo que tuvieron que distribuirse. En el departamento de El Quiché residen 8000 personas. En
Retalhuleu, 3000; en Chimaltenango, 500; en Suchitepéquez, 600; en la ciudad de Guatemala algunas de estas personas
habitan en los asentamientos periféricos. Actualmente 65% de ellos viven en pobreza y casi todos carecen de servicios
básicos. (Ball, Patrick; Kobrak, Paul; Spirer, Herbert F., Violencia institucional en Guatemala, 1960-1996: Una reflexión
cualitativa. Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH). Disponible en:
http://shr.aaas.org/guatemala/ciidh/qr/spanish/contents.html; Comisión Interamericana de Derechos Humanos –
OEA. Informe especial sobre la situación de los derechos humanos de las llamadas "comunidades de población en
resistencia" de Guatemala. Disponible en: www.cidh.org/countryrep/CPR.94sp/Informe.htm#II)
14 Hernández, Rosalinda; et. al., Op. Cit., p. 84-85.
15 Ibíd, p. 89.
16 Ibíd, p. 93.
17 Entre los compromisos que se establecen en los Acuerdos de Paz, se encuentra solucionar la problemática agraria por

la vía de crear un entramado institucional que permita el acceso a tierra y el desarrollo rural. Desde 1997 se empezaron a
crear estas instituciones y la movilización de fondos para crear un mercado de tierras. En este proceso han participado las
organizaciones campesinas, aportando al proyecto de ley y teniendo representación en el Consejo Directivo. Este
mercado de tierras ha resultado de más beneficio para los terratenientes que obtienen por tierras desgastadas,
improductivas, escarpadas o deforestadas el mismo precio que por tierras productivas. Para los grupos campesinos que
han accedido a tierra por este medio, ha significado un endeudamiento impagable, debido a que el apoyo técnico y los
créditos productivos no son otorgados a pesar de ser parte del compromiso que el Estado adquiere a través de esta
institucionalidad, dejándoles la responsabilidad de hacer producir tierras no aptas para ello por sus propios medios.

75
18
“A las rebeldes incómodas [] que se han empecinado en subrayar que la historia, sin ellas, no es más que una historia
mal hecha.” (Sub comandante insurgente Marcos).

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ACCIÓN POLÍTICA INDÍGENA, NEOLIBERALISMO Y
DEMOCRATIZACIÓN EN GUATEMALA
(Noviembre de 2008)

EDGAR ESQUIT *

Introducción
Este artículo trata de explicar cómo las protestas de las comunidades locales indígenas tanto
frente a las empresas de minería de metales -establecidas en los espacios que ellos consideran sus
territorios- como ante las políticas neoliberales en términos generales, constituyen oportunidades
para la construcción de una forma democratización radical en Guatemala. Es decir, pretendo llamar la
atención, no solamente sobre la forma en que se da la lucha de los indígenas sino, también, sobre las
vías o rutas de transformación que nos muestran estas disputas. Podemos hablar sobre las
posibilidades de abrir con mayor fuerza los espacios de participación y representación de las mujeres,
los jóvenes, los campesinos, ya sea de manera individual o colectiva. En este sentido, se trata de
localizar algunos factores y fundamentos para sugerir nuevas formas de organizar las relaciones
políticas entre las comunidades y Estado.
Por otro lado, en este texto se entiende que el posicionamiento de muchos indígenas ante la
explotación minera, es parte de la formación de una identidad étnica a través de la cual se busca el
control político, cultural y económico de la localidad. Las preguntas que se plantean son: ¿cómo
responde el Estado ante estas perspectivas políticas de los indígena? y ¿cómo o de qué manera
deberían consolidarse las diversas formas de la ciudadanía propuesta desde este posicionamiento?
Algunos parámetros iniciales de lo que llamaremos democratización radical o democracia participativa,
podrían estar vinculados a la construcción de formas de representación y participación política,
basadas en la diferencia étnica y los proyectos políticos subalternos; es decir, de indígenas, mujeres,
pobres y demás. Desde ellos no se buscaría romper con los derechos de representación del individuo,
pero sí desmantelar las jerarquías entre personas y grupos. La democratización radical debe buscar la
emancipación, la participación social; evitando, por múltiples medios, tornarse en una nueva forma
de opresión.
Conceptos locales sobre territorio, procesos comunitarios y resistencia ante la minería
Las políticas neoliberales comenzaron a implementarse con mayor fuerza en Guatemala
durante el proceso de democratización, cuando el presidente Vinicio Cerezo (1986-1990) y otros
privatizaron algunas empresas estatales. En ese entonces la privatización no golpeó directamente a los
indígenas pues, la mayoría de ellos no tenían acceso a los servicios que estas empresas prestaban, por
ejemplo, la telefonía o el servicio de transporte aéreo. Si bien los precios de la canasta básica fue
aumentando, los indígenas buscaron paliativos para disminuir el impacto de este fenómeno en sus
familias y comunidades.
No obstante, a principios de la década 2000, muchos indígenas se vieron afectados
directamente por la lógica de la economía neoliberal, cuando se produjo la crisis del café. En aquel
momento, muchos de los cafetaleros guatemaltecos despidieron a sus trabajadores, otros quebraron,
algunos simplemente transfirieron su capital a nuevos sectores de la economía nacional. En ese
entonces, entre 2000 y 2003, la pobreza en Guatemala aumento del 23 al 31% afectando
principalmente a los indígenas. En este caso se observa que el neoliberalismo impactó sobre las
comunidades rurales que dependían del trabajo en las fincas.1

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Últimamente los proyectos neoliberales no están tocando solamente a los campesinos y su
trabajo, sino la base territorial misma de las comunidades. Desde la primera parte de la década dos
mil, se han incrementado las autorizaciones del gobierno de Guatemala, para la explotación minera
en las áreas rurales o los territorios municipales. Espacios que la mayoría de los indígenas habían
reclamado como propios desde el siglo XIX y a partir de múltiples procesos y perspectivas políticas y
sociales. En los siglos XIX y XX los indígenas casi siempre lucharon por conservar y cuidar las
tierras o el territorio que les pertenecía, es decir, como miembros o como autoridades de la
comunidad.
Con la fundación del Estado moderno guatemalteco, en el siglo XIX, los límites de los
municipios se conformaron únicamente con fines administrativos. Los mayas2 (y muchas otras
comunidades), no obstante, vincularon una fuerte identidad local y étnica a esta demarcación y desde
ella, asumieron posiciones políticas específicas. En este caso, muchas veces negociaron y en otras se
enfrentaron violentamente ante los ladinos, los finqueros, las autoridades y otras comunidades
indígenas, con el fin de defender sus tierras. Así pues, el espacio territorial del municipio también fue
reconocido por los mayas como el territorio de la autoridad indígena (un lugar desde donde podrían
definir sus propias vidas), muchas veces precisada desde el derecho indígena y otras normas y
argumentos que entremezclaban éste y el derecho estatal.
Tanto en el siglo XIX como en la actualidad, la determinación de los límites del territorio de un
municipio o aldea, especificaba en muchas ocasiones, la politización de la identidad a nivel local,
porque casi siempre estas delimitaciones son pensadas como fronteras sociales, políticas y culturales.
Estas nociones dominantes a nivel local, contrastan con la legislación, la centralidad del Estado y la
universalidad de la nación, reclamada por los grupos dominantes en el país (incluyendo intelectuales
progresistas capitalinos). Aunque los indígenas también reconocen la importancia de la ley como
rector de ciertas relaciones a nivel nacional y local, también se ven agredidos por mismo el sistema
legal, cuando reclaman derechos de autodeterminación o control sobre el espacio, el territorio o los
recursos que se encuentran en la frontera de la localidad o el municipio.
La puesta en vigencia de la Ley de Minería3 sería un hecho importante en este sentido porque, a
pesar de la autonomía municipal, la propiedad privada o comunal de la tierra reconocida por el
Estado,4 este último se reclama como el dueño del subsuelo guatemalteco, según la Constitución del
país. Con la minería, pues, los indígenas se ven enfrentados ante un Estado que hace caso omiso y
deslegitima las formas de organización, las prácticas y conceptos locales sobre territorio, derechos
políticos, control de recursos y bienestar de la comunidad.
Hasta julio del 2003 el Ministerio de Energía y Minas de Guatemala, había autorizado más de
240 licencias para la explotación minera y 255 exploraciones (dato que no ha variado mucho hasta la
actualidad 2008). Aunque estas referencias no detallan las explotaciones mineras de metales y
minerales; se sabe que en el 2005, la minería de metales produjo 138 millones de Quetzales y en el
siguiente año un mil 65 millones, un incremento importante. La mayoría de las concesiones por otra
parte, fueron otorgadas del año 2000 al 2004.5 En estos últimos años el Estado también está
reforzando y consolidando una legislación, discursos de legitimación y mecanismos de represión de
la población, en función de la explotación minera y el neoliberalismo en general.
Aunque las concesiones para la explotación minera han sido otorgadas en todo el territorio del
país. Hay regiones y comunidades específicas que, en los últimos años, han desarrollado mecanismos
de resistencia importantes. Estos se ubican principalmente en los departamentos de San Marcos,
Huehuetenango e Izabal. La mayoría de dichos departamentos y los municipios en donde se levantan
las protestas (por ejemplo en Sipacapa, San Miguel Ixtahucán, San Sebastián Huehuetenango, Santa
Eulalia, Ixchiguán Concepción Tutuapa y demás), están habitados por indígenas hablantes de
idiomas como el mam, sipakapense, q’eqchi’, q’anjob’al y otros.

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Como se ha dicho, estas poblaciones mantienen un fuerte vínculo comunitario basado en
sistemas de autoridad como el de los alcaldes auxiliares, los comités locales y el derecho maya. Los
ejemplos más importantes que se pueden destacar para mostrar la forma en que los mayas de estas
comunidades enfrentan al Estado en este proceso: son las protestas en los municipios de Sipacapa y
San Miguel Ixtahucán, en el departamento de San Marcos. En estos municipios se ha empezado,
desde mediados de la década dos mil, el proyecto de explotación minera Marlin Mine (de oro
principalmente) de la compañía Montana Exploradora de Guatemala (subsidiaría de la Goldcorp
Inc.). Ante ello, en Ixtahuacán se ha formado el Frente Comunal de Resistencia a la Explotación
Minera, y en ambos municipios, los alcaldes auxiliares y comités locales tienen un papel importante
en la conducción de las acciones comunitarias.
En las aldeas de estos municipios (y en la mayoría del país), los alcaldes auxiliares tienen un
papel fundamental para conducir la comunidad. Estos líderes recurren a sesiones de vecinos para
tomar decisiones sobre cualquier aspecto importante en la vida de las localidades: por ejemplo, al
hacer una fiesta, pedir una contribución, desarrollar un proyecto de introducción de agua o hacer una
solicitud al gobierno y otras entidades. En muchos casos los hombres son los representantes de las
familias en esta toma de decisiones, pero muchas mujeres también participan activamente en las
deliberaciones.
Para llegar a algún acuerdo, en la mayoría de las veces, se produce un fuerte debate sobre los
beneficios y desventajas de los proyectos y al final, se hace una votación. No obstante, dado el
consenso establecido en la discusión, la mayoría de las personas votan por un “sí” o un “no”
rotundo, para avalar o rechazar las propuestas. Generalmente, durante el proceso, se levanta y firma
un acta en donde se hace constar el fallo y si es necesario, dicho documento, es enviado a autoridades
superiores como un mecanismo para mostrar y legitimar los acuerdos y posicionamiento de la
comunidad. Esta es una práctica consuetudinaria que posiblemente data de la Revolución de 1944,
cuando se abrió la posibilidad de desarrollar experiencias más democráticas en el país,
entremezcladas con sistemas políticos indígenas del siglo XIX y anteriores.
Los habitantes de estas poblaciones usaron estos y otros mecanismos para rechazar la
explotación de metales en sus aldeas y municipios. Por otro lado, en muchas de las cabeceras
municipales, también reconocidas como casco urbano, éste sistema de toma de decisiones se ha
modificado y en otros casos ha desaparecido. No obstante, al enfrentar este nuevo desafío ante la
minería y otros conflictos, algunas organizaciones locales han reorganizado el sistema de autoridad
indígena (véase el caso de Comalapa en Chimaltenango) o las consultas a la población (en Sipacapa la
consulta del 18 de junio del 2005 fue organizada desde el COMUDE) utilizando o respaldándose en
la legislación internacional como el Convenio 169 y otros, para ratificar el rechazo de la comunidad
ante la minería. Estos hechos también tienen un valor importante en la revitalización cultural (tan
divulgada en los discursos culturalistas mayanistas que abogan por la recuperación de la identidad)
principalmente porque dicha reivindicación se produce en un proceso político fundamental para los
comunitarios.
Por otro lado, en la lucha por conservar sus territorios, en la mayoría de los casos los indígenas
invocan a los antepasados y los procesos de despojo de tierras que ellos sufrieron y registraron en
documentos y en la memoria de las comunidades y familias. Algunos comunitarios de ciertos
cantones de Totonicapán están dispuestos a defender sus derechos sobre la tierra de la montaña
María Tecún y Panquix, donde se tiene conocimiento del desarrollo de un proyecto minero.
Respaldándose en documentos coloniales e incluso en el Título de los Señores de Totonicapán6,
afirman que estas tierras les fueron despojadas en épocas pasadas pero que ellos, las habían
recuperado posteriormente mediante transacciones de compra-venta.7
De la misma forma, los discursos comunitarios que rechazan el establecimiento de la fábrica de
Cemento en San Juan Sacatepéquez, hacen relucir una conciencia indígena sobre el pasado y el

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presente de las localidades. El eslogan de este movimiento de protesta es “nuestros abuelos nos
dijeron que esta tierra es nuestra”. Al mismo tiempo afirman que las tierras que ocupan fueron
costeadas con la vida de mucha gente durante la Reforma Agraria de 1952. En este proceso los
sanjuaneros que dirigen la protesta también definen sus comunidades como de cultivadores de flores
(que es la actividad agrícola que realizan muchos de ellos) y en algunos documentos escritos que han
emitido, hablan de las Doce Comunidades de San Juan Sacatepéquez que están en resistencia. De
esta manera, usan sus identidades locales y étnicas para definir su lugar en la lucha.
Como se ha afirmado los reclamos de las comunidades indígenas frente al establecimiento de
las empresas mineras en diversas regiones de Guatemala establecen una masiva participación basada
en las ideas locales sobre la defensa del territorio, la autodeterminación local, el control de los
recursos principalmente del agua, la subsistencia y las posibilidades de desarrollo desde las mismas
comunidades. En este proceso se promueven alianzas con otras organizaciones8 o se establecen
nuevas líneas de lucha política. En Sipacapa por ejemplo, los comunitarios se alegran de que su
nuevo alcalde (2008-2012) haya sido electo por medio del Comité Cívico Sipakapense (una
organización política local sancionada por el Estado) y no por medio de un partido político, todos
ellos basados en sistemas clientelares. Para muchas personas, los alcaldes electos por medio de los
partidos fácilmente entran en componendas con el gobierno o las empresas para abrir el municipio a
los intereses de los extraños.
Este ejercicio y recuperación de las tradiciones locales en la lucha política, como se ha dicho,
son legitimados a partir de las leyes nacionales y convenios internacionales. Tanto el Convenio 169
de la OIT, el Código Municipal y el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas son
documentos legales que retoman –ahora- los miembros o líderes de las comunidades, con el fin de
respaldar los procedimientos de toma de decisiones o los reclamos sobre indemnización, protección
de la comunidad y el medio ambiente. De esta forma, la protesta comunitaria no se construye
solamente sobre las normas y la cultura local, sino también a partir de las que ofrecen el Estado y los
organismos internacionales.
Pero en este proceso, las comunidades tampoco actúan solas, ellas han establecido alianzas con
diversas organizaciones que apoyan las luchas que se generan desde las áreas rurales frente a la
minería. El recientemente creado Frente Nacional contra la Minería Química de Metales (FNCM),
por ejemplo, está integrada por comunidades afectadas, asociaciones comunitarias, organizaciones
indígenas y ecologistas.9 La iglesia Católica y la pastoral social en San Marcos han tenido una fuerza y
lugar importante en estos procesos, así como otras organizaciones no gubernamentales y
ambientalistas como CALAS. Las organizaciones mayanistas, campesinas, culturalistas o de mujeres
como CONAVIGUA, por su parte, también se han manifestado en contra de la explotación minera
y algunas han tratado de crear o han consolidado alianzas con las organizaciones locales. En este
proceso ellas reproducen un discurso mayanista que aboga por la protección de la madre tierra, los
derechos del pueblo maya y las comunidades. La identificación de estos vínculos entre agrupaciones
es importante, porque nos indican que la democracia como participación también se construye
mediante estas alianzas, en la cotidianidad y desde abajo.
La comunidad: autodeterminación y democratización
La comunidad maya local, reprimida brutalmente en la década de los ochentas, sigue jugando
un papel importante en la arena política del país. Los mayas continúan moldeando una fuerte
identidad política local entorno a asuntos específicos como el control de la tierra, el gobierno, el
bienestar de la comunidad y la modernización; a pesar de que en el pasado los indígenas
desarrollaron y utilizaron múltiples mecanismos, lógicas, conceptos comunitarios y liberales para
buscar la autodeterminación. En la actualidad la politización de la identidad local indígena se
distingue, ya no solamente en el marco de una lucha frente a ciertos sectores de ladinos o el Estado,
sino frente a nuevos procesos mundiales, en la defensa del lugar. Así, los indígenas vuelven a politizar

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su identidad local alrededor del neoliberalismo y el multiculturalismo, como procesos mundiales y
regionales que los retan o les ofrece mecanismos adecuados para posicionarse y mantener la voz en el
campo de lucha.
En este proceso la conformación de lo que podríamos denominar la ciudadanía local entendida
como participación política de individuos y grupos (es decir en la toma de decisiones) en la gestión
de la vida comunitaria, es fundamental. Esta ciudadanía local ha sido definida sobre bases sociales,
como el acceso al agua, a la tierra, a los bosques u otros bienes materiales. Pero también sobre
fundamentos políticos como la representación y la lucha por mantener el control sobre la población
y la autoridad. Finalmente, se establece sobre sistemas organizativos importantes como las alcaldías
auxiliares, los comités o por otro lado, sobre las filiales locales de los partidos políticos.
Junto a ello también hay que decir que la comunidad local indígena, tampoco es un espacio
apacible y sin contradicciones. Muchos de los procesos políticos locales pasan por un sistema
clientelar que subordina a los campesinos, a los jóvenes, a las mujeres y a los más pobres En la
mayoría de los casos, se asienta sobre un sistema patriarcal que deja poco espacio para la
participación de las mujeres campesinas, quienes son la mayoría en estas comunidades. No obstante,
las mujeres siempre han buscado y aprovechado los múltiples espacios abiertos para involucrarse en
la conducción de la comunidad o en el control de los recursos de ésta. Los problemas alrededor del
acceso al agua han sido factores importantes que han movilizado de una u otra forma a las mujeres
en muchas comunidades de Guatemala. En las protestas alrededor de la minería ellas también han
tenido una participación importante, pero no se podría desmentir que el sistema político local sigue
siendo dominado por los hombres. De esta manera, las luchas en contra de la minería también
muestran las probabilidades de la acción política de aquellas y posiblemente abre las puertas para que
éstas puedan usar dichas coyunturas comunales y nacionales para exigir una mayor participación.
Según el actual alcalde de Sipacapa, las mujeres de este municipio han tenido un mayor protagonismo
en los últimos cinco años y las luchas contra la minería les han servido para construir nuevas
organizaciones desde las cuales desarrollan otras formas de participación en la vida de la comunidad.
En las localidades también existe una fuerte estratificación de clase que divide a la población no
solamente en su economía, sino también en los procesos políticos, culturales y la consolidación de
estrategias, al enfrentarse ante entidades estatales o dominantes a nivel nacional. Frente a esta
situación ¿de qué forma estos nuevos procesos locales para enfrentar las políticas neoliberales
pueden ayudar a democratizar la comunidad y a Guatemala? Es decir, de tal manera que la
autodeterminación o la autonomía local que se busca no se limite o beneficie solamente a los
hombres, a los ricos o a las personas con mayores vínculos políticos a nivel local o con
organizaciones nacionales.
Los documentos nacionales (Ley de Consejos de Desarrollo) e internacionales (Convenio 169)
que promueven la consulta a los pueblos indígenas y la necesidad sentida por los hombres y mujeres
para darle fuerza a sus demandas, abren espacios a las luchas políticas de estas mismas y la de otros
sectores como la de los jóvenes a nivel local. El ejercicio de la ciudadanía local en este caso, puede
verse beneficiado por los mismos procesos de protesta, una vez que se cedan espacios a los grupos
más excluidos de la localidad. Es decir, la protesta actual podría tener la capacidad de abrir esferas
para la construcción de una democracia local, ciudadanía para todos y todas, así como para
transformar las relaciones clientelares, la subordinación de las mujeres y la “utilización” de los
jóvenes.
Todo ello, son nociones que surgen del examen de la situación actual de las comunidades y sus
formas de enfrentar la economía liberal y las políticas estatales. La democratización de Guatemala en
este sentido, como se ha dicho, puede venir y proviene también de los grupos subalternos, mediante
sus luchas por sus territorios y sus derechos políticos ante el Estado. Las posibilidades de la
transformación política y social de la comunidad (y de Guatemala) se encuentran en la capacidad y

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voluntad de sus líderes y población para observar las propias contradicciones de la localidad y no
solamente en la habilidad de buscar y encontrar mecanismos para enfrentar la dominación “externa”.
Democratización y retos para el Estado
Como se ha dicho, no hay que hablar de la democratización de Guatemala solamente desde los
términos convencionales sino también, en relación a los múltiples proyectos y posiciones políticas e
identidades indígenas (y de la demás población). Según se ha visto, la identidad local maya sigue
teniendo una gran fuerza y será el desafío de los grupos dominantes y el Estado ante sus nuevas
tendencias económicas, sociales y políticas (reto no para decidir la represión sino para contribuir a la
democratización). Un columnista maya de la prensa nacional ha dicho en este caso que Totonicapán
hace temblar al gobierno, refiriéndose a las protestas enérgicas de los indígenas de este municipio, en
2005 ante el proceso de aprobación de la Ley de Aguas y en 1998 ante un nuevo impuesto sobre la
propiedad.10
Hasta ahora las respuestas del Estado ante la minería y los procesos comunitarios se han
emitido desde los discursos sobre el multiculturalismo y el respeto al Estado de Derecho. Asimismo,
se habla sobre la preeminencia del desarrollo nacional, como factor ideológico que sustenta la política
neoliberal, antes que los derechos políticos de los pueblos indígenas. La “consulta de buena fe” es
decir, la ratificación mediante el voto, del rechazo a la minería en Sipacapa (basado en el Convenio
169), por ejemplo, fue considerada por la Corte de Constitucionalidad (el 8 de mayo de 2007) como
un ejercicio constitucional del derecho a la consulta. Sin embargo, se plantea que los resultados de
dicha consulta no son vinculantes debido a que, legalmente, el Estado tiene el derecho sobre el
subsuelo guatemalteco.
Así, los recursos legales y las decisiones comunitarias de los mayas en las áreas rurales,
fácilmente son deslegitimadas y puestas en el plano de la ilegalidad. Las protestas de los indígenas por
otro lado, también son reprimidas argumentando que los agitadores rompen el orden legal del país.
En junio de este año, por ejemplo, ante las protestas organizadas por los kaqchikel de San Juan
Sacatepéquez, el gobierno declaró el Estado de Prevención durante 15 días, restringiendo ciertas
libertades de las personas en dicho municipio. Los grupos pro-derechos humanos y las
organizaciones comunitarias consideran que el clima de violencia en el país, también es aprovechado
por los sectores dominantes para reprimir a personas y a líderes de estos movimientos locales.
Mamdani11 afirma que el Estado moderno no ha definido las identidades indígenas como
políticas sino como disidencias (otros intelectuales12, las han considerado como formas pre-políticas
de acción colectiva). En este sentido, lo que el Estado habría intentado en los tiempos pasados y en
la actualidad, sería despolitizar las identidades políticas de los mayas. Los procesos de
reconocimiento del pluralismo cultural por el Estado, definido aquí como multiculturalismo oficial, sería
la forma actual de los intentos por despolitizar nuevamente las luchas indígenas, que buscan construir
espacios de acción colectiva a nivel local o nacional. Las luchas de los mayanistas y de los indígenas a
nivel local, en cambio, buscan abrir las posibilidades para hacer escuchar al fin, las voces de aquellos
que han quedado subordinados en la formación estatal y nacional moderna por casi dos siglos ya.
Es evidente que los discursos sobre el multiculturalismo son cimentados y definidos desde
diferentes lugares. De esta manera, los pueblos indígenas y sus organizaciones pueden darle otro
significado y construir otras prácticas políticas a su alrededor. El discurso oficial sobre
multiculturalismo, sin embargo, puede concebirse como una forma de darle lugar a las identidades
indígenas dentro de un proyecto legal e ideológico dominante, como fue hecho con el indigenismo.13
Es aquí donde debe entenderse las brechas abiertas para los indígenas como la firma del AIDPI, la
ratificación del convenio 169, la introducción de artículos sobre población indígena en las leyes del
país, las oficinas sobre asuntos que atañen a los indígenas, así como la definición de la consulta como
un derecho de las mismas poblaciones indígenas. Estos logros se establecen dentro de un marco
multicultural dominante y no desde los conceptos indígenas sobre su vida social y política. Es decir,

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el otorgamiento de derechos a los indígenas siempre se establece dentro de un marco de tutela,
vigilancia y castigo. Por supuesto, los indígenas también usan estos espacios como recursos en sus
luchas políticas pero como sabemos, la aplicación de estos instrumentos o armas tienen sus propios
límites.
Ahora que las comunidades han empezado a utilizar las leyes estatales e internacionales para
legitimar ante el Estado las consultas a la población, los sectores dominantes en el Congreso han
principiado a hablar de una reforma a la Ley Electoral que incluye este aspecto. A través de esta
modificación, el Congreso intenta despojar a las comunidades de su facultad (como se ha dicho,
también basada en el derecho maya) de dirigir las consultas populares para dejarlas bajo la
responsabilidad del Tribunal Supremo Electoral. Los discursos sobre que las consultas en las
localidades son antidemocráticas y coercitivas, solamente pretenden restarle poder a las comunidades
indígenas, volviendo al argumento de que éstas son prácticas pre-políticas y atrasadas. El
cumplimiento del Convenio 169 y las leyes nacionales así, se ven truncadas y la población indígena y
sus derechos son restringidos, contradictoriamente, en nombre del orden, de la democracia y la
institucionalidad.14
Las oportunidades para la democratización del país, en cambio, debería pasar por entender la
complejidad de la vida social y política de la población indígena, la forma en que se construye la
ciudadanía local indígena, los sufrimientos de la gente y sus aspiraciones como sociedad,
transformando con ello, la centralidad política y cultural sobre la que se asienta Guatemala. Así pues,
cuando el Estado intenta presentar el multiculturalismo como un aliciente a los indígenas que hacen
demandas sobre sus derechos, se están obviando muchas otras voces, conceptos y puntos de vista
mayas. Desde este posicionamiento, se cierran los ojos ante las posibilidades y las consecuencias de
las protestas.
La complejidad de la relación entre Estado y comunidades podemos verla con mayor precisión
considerando dos ejemplos concreto: el desarrollo y la violencia. En la mayoría de las comunidades
indígenas siempre hay un afán colectivo e individual por buscar la transformación de la localidad, o
sea, casi siempre se persiguen mejores condiciones de trabajo, vida, salud, educación, que podría
definirse aquí, en términos generales, como desarrollo. Estas iniciativas, en buena medida, son
construidas como proyectos indígenas que no buscan el bienestar de una población indefinida política y
étnicamente sino, pretenden la destrucción de las visiones dominantes que tipifican a los indígenas
como sirvientes y raza inferior. El Estado en cambio, tiene otro discurso, intenta normalizar la idea
de que el desarrollo se construye de arriba hacia abajo. Así, toda acción indígena que busca
transformar la comunidad es representada como producto de la intervención del Estado o de las
instituciones modernas sobre comunidades y entidades atrasadas. De otra manera, estos mismos
proyectos indígenas son mostrados, como acciones que apuntalan a la nación y su futuro y no como
aspiraciones indígenas surgidas de la exclusión histórica o dentro de una nación que ha tratado a esta
población como mozos. El Estado y los grupos dominantes así, se arrogan el derecho de llevar o
conducir el desarrollo de la nación. En cambio, nosotros deberíamos entender que la nación se construye
desde múltiples lugares. Para los sectores dominantes por el contrario, el mercado constituye el
mecanismo de búsqueda de bienestar, restándole importancia a los intereses o la autodeterminación
por la que luchan muchas comunidades.
Por otro lado, las luchas indígenas y las respuestas de los grupos hegemónicos y el Estado
generan violencia. En este caso también es necesario entender el origen de esta violencia, de tal
manera que no sea universalizada como violencia común. No obstante, el Estado generalmente hace
esto último recurriendo a los discursos sobre el respeto y el cumplimiento del estado de derecho.
Más que beneficiar a la sociedad esta visión le da la espalda a la construcción de una Guatemala
democrática y de un estado de derecho para todos. La violencia que se genera en la lucha política hay
que conceptualizarla y enmarcarla en la historia y en la conformación excluyente de la sociedad y el

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Estado en Guatemala. Su tratamiento no debería estar relacionado exclusivamente con los conceptos
de castigo, sino también con el de democracia (en el sentido que lo he planteado anteriormente). En
este caso no estaríamos pensando en una forma de regular la violencia, sino de crear posibilidades de
convivencia; no estaríamos hablando de una revancha, sino de una solución a la desigualdad social.15
Si sucede lo contrario, el Estado seguirá legitimando la violencia que controla y ejecuta, sin mostrar
que ella también nace de los proyectos dominantes.
Mucha de la violencia que surge desde las localidades, alrededor de la minería, el robo y tráfico
de niños, del acceso al agua y los bosques, de la vigilancia del patrimonio local o del control de la
autoridad. Brota de los intereses de unas comunidades o la de algunos de sus miembros, por
defenderse ante la agresión de personas y organizaciones legales e ilegales. Esta situación social local,
no se remedia ni con la represión, con escamoteos, ni con la indiferencia, sino como se ha dicho, con
el otorgamiento de los derechos políticos que exigen las comunidades y del examen de los conceptos
de justicia y en la construcción de una democratización radical. La violencia que se genera desde la lucha
social o comunitaria no debería ser ignorada o disfrazada como violencia común sino debe recibir un
tratamiento analítico y político.
Al hablar de la violencia desde la lucha social no trato de considerar este fenómeno como
parte intrínseca de las luchas indígenas, sino intento descubrir las posibilidades de su análisis.
Algunos indígenas de Totonicapán afirman que defenderán sus tierras con su sangre. En este caso, la
sangre no solamente alude a la violencia, sino a una intima relación familiar, comunitaria, étnica y de
la construcción de la identidad política. Reconocer y darle un lugar a estas identidades o a los
proyectos de los grupos subalternos, mediante mecanismos adecuados, puede ayudar a generar
formas de ciudadanía local indígena, maya y guatemalteca consolidadas y democráticas.
Conclusión
En este artículo he tratado de discutir la acción política indígena como parte de un proceso
histórico y como un posicionamiento lleno de complejidades. He intentado argumentar que a través
del concepto de democratización radical podemos pensar la relación justa entre Estado y población
indígena. Es decir, buscando lógicas de representación, participación y relaciones políticas entre
pueblos y comunidades y no en el sentido de tratamiento de las minorías que impone el
multiculturalismo oficial. He intentado considerar que la definición de la democracia no se
conseguirá de manera unilineal, de arriba hacia abajo sino, por medio de un proceso de apertura,
negociación, lucha y argumentación entre diversos grupos que actúan en la arena política. Mientras
desde el Estado se impongan los argumentos y los intereses de sectores específicos mediante la
fuerza o en tanto ésta no tenga un tratamiento adecuado, nos veremos envueltos en ella. Una
violencia que se ejecuta y justifica de múltiples formas y surge desde muchos lugares y que
cotidianamente se va tornando en la principal forma de relación social y política en el país.16

* El artículo “Acción política indígena, neoliberalismo y democratización en Guatemala” fue publicado


como suplemento periodístico con el nombre de “Resistencia ante la minería y democratización en
Guatemala”, Reflexiones, Año 2, No. 5, Instituto de Estudios Interétnicos, Guatemala, Noviembre de 2008.
Edgar Esquit es Profesor Investigador del Instituto de Estudios Interétnicos, de la Universidad de San Carlos
de Guatemala. Su libro más reciente es La superación del Indígena, la política de la modernización entre las élites
indígenas de Comalapa, Siglo XX, 2010. Posee una Licenciatura en Historia, una maestría en Antropología y un
Doctorado en Ciencias Sociales.
Notas:

1 Velásquez, Irma Alicia, Pueblos Indígenas, estado y lucha por la tierra en Guatemala: Estrategias de sobrevivencia y negociación ante la
desigualdad globalizada, 2005 (Tesis doctoral). University of Texas, Austin.
2 Aquí uso mayas o maya como sinónimo de indígenas o indígena.

84
3 Decreto, 48-97 Ley de Minería.
4 Artículo 134 de la Constitución de Guatemala. Véase también, Código Municipal, Ley de Desarrollo Urbano y Rural.
5 La Cuerda, Abril de 2007. Véase también el portal: www.mem.gob.gt y el documento “producción minera metálica y no

metálica” en esta misma página.


6 Véase: Adrián Recinos, (Editor) Memorial de Sololá y Título de los Señores de Totonicapán.
7 Agradezco a Juan Diego González por proporcionarme esta información.
8 El gobierno o los grupos dominantes pueden llegar a definir a estos aliados como manipuladores de los indígenas ignorantes o

como izquierdistas trasnochados que viven de la cooperación internacional y de la fabricación de conflictos.


9 Véase: http://www.resistencia-mineria.org/espanol/?q=node/46
10 Enrique Sam Colop, Prensa libre 10 de enero de 2007.
11 Mamdani, Mahmood, “Darle sentido histórico a la violencia política en África poscolonial”, en Istor. Numero 14,

CIDE, México, 2003.


12 Según Charles Hale (Más que un indio, AVANCSO, 2008) muchos líderes de los movimientos insurgentes en Guatemala

habrían visto la acción política indígena de tal manera.


13 Mamdani, op. cit.
14 Agradezco a Claudia Dary sus comentarios sobre éste y otros puntos claves de este escrito.
15 Mamdani, op. cit.
16 Tanto en Sipacapa, como en San Juan Sacatepéquez y el Estor, donde se ejecutan proyectos mineros han muerto

personas en las protestas. Otros han sido ejecutados y tipificadas sus muertes como productos de la violencia común que
azota Guatemala. Muchos otros han sido encarcelados. En las calles también se escucha que algunas personas hablan de
la sangre que correrá en Guatemala a causa de los incitadores izquierdistas trasnochados.

85
PROBLEMAS PARA LA DEMOCRACIA

86
CLAROSCUROS DE LA DEMOCRACIA EN GUATEMALA
(Abril de 2010)

JULIETA ROSTICA

En 1983 fue relevado de la presidencia el pastor neopentecostal Efraín Ríos Montt. El ejército
consideraba cumplidos los primeros objetivos del Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo y se adentraba
ahora en la tarea de forjar la transición hacia la democracia -prevista en el mismo Plan y en el Estatuto
Fundamental de Gobierno de la dictadura- sin abandonar la guerra de contrainsurgencia. Levantó el
Estado de Sitio, disolvió los Tribunales de Fuero Especial y ordenó la Asamblea Nacional y la
elección de un presidente civil para 1984 y 1985 respectivamente. De esta manera el ejército preveía
continuar “la guerra” en el marco de una transición constitucional.1 No casualmente una de las
“ofensivas” más importantes del ejército hacia las poblaciones desplazadas de la región Ixil fue
implementada durante el primer gobierno democrático y con posterioridad a la firma del Acuerdo de
Esquipulas II.2
Los Acuerdos de Paz Centroamericanos3 y la convocatoria al Diálogo Nacional formalizado en
el Acuerdo Oslo4 de 1990 abrieron espacios dentro de un contexto represivo para la discusión
pública de asuntos acallados a lo largo de decenios. En este particular contexto, emergieron una serie
de organizaciones indígenas que se nuclearon en 1991 en la Coordinadora de Sectores Civiles para
presionar a la guerrilla y al gobierno su incorporación y participación en las negociaciones de paz.
En enero de 1994 y bajo una convocatoria de la Secretaría General de la ONU, el gobierno y la
URNG firmaron el Acuerdo Marco para la Reanudación del Proceso de Negociación.5 El mismo
promovía la creación de una Asamblea de la Sociedad Civil (ASC) la cual discutiría “la temática
sustantiva de la negociación bilateral (…) con miras a formular posiciones de consenso”, transmitiría
a las partes “recomendaciones u orientaciones formuladas como resultado de sus deliberaciones” las
cuales no serían vinculantes, y avalaría los acuerdos bilaterales concluidos por las partes “para darles
el carácter de compromisos nacionales”, aunque en caso de no hacerlo, los acuerdos mantendrían de
todos modos su vigencia. Esta participación indirecta de la sociedad civil en el proceso de paz creó
fuertes reticencias frente a las esperanzas que había generado el Acuerdo de Querétaro el cual había
otorgado preeminencia a la misma para el “fortalecimiento de la democracia funcional y
participativa.”6 Más allá de estas limitantes, la participación de la sociedad civil en el proceso de
negociación de la paz y profundización de la democracia fue un gesto y un hecho sobresaliente en la
larga historia de Guatemala, en la cual destacan la institución militar y las dictaduras.
En comparación con otras transiciones, el caso de Guatemala presentó una singularidad muy
especial. La Asamblea de la Sociedad Civil estuvo compuesta por grupos sectoriales como partidos
políticos, grupos religiosos, medios de comunicación, pero también por sindicatos y organizaciones
campesinas, grupos de derechos humanos y organizaciones Mayas. Las organizaciones populares
obreras y campesinas defendieron derechos económicos y sociales. Las organizaciones de derechos
humanos, a la luz de las experiencias en el Cono Sur, centraron sus reivindicaciones especialmente en
los derechos civiles y políticos. No obstante, en paralelo, las organizaciones mayas, que luego
formaron el «movimiento Maya», propusieron una nueva resignificación de los derechos humanos
individualmente considerados, al visibilizarse como sujeto colectivo de derechos a partir de
reivindicaciones de derechos específicos. Sus demandas centrales, núcleo de la acción y de la
organización, fueron de carácter étnico.
La Coordinadora de Organizaciones del Pueblo Maya de Guatemala (COPMAGUA) fue
creada en 1994 a instancias del proceso de paz. Ella tuvo una importancia sin igual para la

87
suscripción del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas7. Un Acuerdo que promovía,
entre otras cosas, la reforma constitucional para redefinir la nación guatemalteca como multiétnica,
pluricultural y multilingüe y reconocer el derecho consuetudinario junto a la propiedad comunal y
colectiva e incorporarlo a la legislación nacional. Esta negociación no consideró la demanda de
autonomía étnica, que se dirigía a descentralizar el Estado y a que asumiera una condición federal y
multinacional. Pese a las características moderadas de éste acuerdo de paz, que contrasta con la
Constitución del Estado Boliviano promulgada en 2009 y que no se distancia del modelo
multicultural revalorizado en las cartas constitucionales de muchos países de América Latina en la
década de los noventa, el mismo no se pudo implementar. El referéndum de 1999 que dirimiría la
aprobación de las reformas constitucionales para la implementación de éste y otros acuerdos de paz
dio por resultado al “NO”. Acababa en Guatemala el movimiento Maya y el sueño de reformar la
Constitución Nacional de 1985, pactada por las elites, prevista por el plan político-militar del ejército
y de fuerte contenido neoliberal.
Desde entonces, la democracia en Guatemala en términos institucionales funciona. Las
elecciones son libres, competitivas y no fraudulentas y se cuenta con dos instituciones destacables
como la Corte de Constitucionalidad y el Tribunal Supremo Electoral. Sin embargo, ¿tiene esta
democracia condiciones de posibilidad y de realización?
En 1999 ganó las elecciones el Frente Republicano Guatemalteco, partido fundado por el
mismo Efraín Ríos Montt. Estas elecciones consagraron a Alfonso Portillo como presidente de
Guatemala y a Ríos Montt como presidente del Congreso. Tal como previeron la mayoría de los
analistas, no iba a ser este gobierno el que diera cumplimiento a los acuerdos de paz. Los actos de
corrupción, la impunidad creciente, el aumento de las violaciones a los derechos humanos, la
rearticulación de los aparatos clandestinos y los cuerpos de seguridad ilegales y la no desarticulación
de Estado Mayor Presidencial, implicaron el sostenimiento del sector mas conservador y responsable
de las violaciones a los derechos humanos en la vida pública guatemalteca. Durante esta gestión,
reaparecieron las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) que formalmente habían sido disueltas. A
partir de junio de 2002 no dejaron de presionar al gobierno para el resarcimiento económico por sus
servicios prestados durante la década de 1980. Estas acciones fueron parte de la estrategia de
reclutamiento de votos del FRG para las próximas elecciones. Efraín Ríos Montt quería presentarse
como candidato a la presidencia en las elecciones de 2003, pero como la Constitución prohibía la
candidatura de ex- militares golpistas, presionó a la Corte de Constitucionalidad para que le otorgue
la posibilidad de inscribirse en el Tribunal Supremo Electoral. La modalidad que adoptó la presión
fue la del “jueves negro” donde legisladores del FRG, ex PAC, cuadros medios, miembros de
pandillas y del estado Mayor Presidencial, con palos y armas de fuego provocaron miedo y terror
entre la población. El 30 de julio logró su inscripción, y en noviembre perdió con el 19.21% de los
votos. Sin embargo, el FRG obtuvo la mayor cantidad de escaños en el Congreso y triunfó en la
mayoría de las alcaldías.8
Fue también en 1999 cuando la Comisión para el Esclarecimiento Histórico presentó el
informe Guatemala: Memoria del Silencio y expidió que miembros del Estado habían cometido actos de
genocidio entre otras violaciones a los derechos humanos. Con este dictamen y previamente a la
asunción del FRG a la presidencia, Rigoberta Menchú presentó ante la Audiencia Nacional de
España una denuncia por el delito de genocidio, tortura, terrorismo, asesinato y detención ilegal
conjunta e indistintamente dirigida a los tres ex –presidentes de Guatemala Gral. Ríos Montt, Gral.
Mejía Víctores, Gral. Romeo Lucas García; al ex Ministro de Defensa Gral. Guevara Rodríguez; al ex
Ministro de Gobernación Lic. Alvarez Ruiz; al ex Director de la Policía Nacional Coronel Chupina
Barahona; al ex Jefe del Comando 6 de la Policía Nacional Coronel García Arredondo y al ex Jefe del
Estado Mayor del Ejército Gral. Benedicto Lucas García.9

88
Su relevancia recae en que la imputación se asienta “en calidad de responsables directos, como
integrados en el aparato estatal, de las acciones militares y de las paramilitares cuyo objetivo, fuera de
lo propiamente bélico, era la comisión de los hechos denunciados, de finalidad genocida.”10 Tras una
serie de apelaciones, la justicia española resolvió no hacer lugar a la amnistía pues “tal pretendido
conflicto armado puede enmascarar el genocidio” e inferir
…con total claridad que los hechos pretendidamente ejecutados por los
denunciados se encaminaron al exterminio del pueblo maya en su realidad étnica, racial y
social, en su pretextada calidad de favorecedor o encubridor –y aún de originador- de la
insurgencia o revolución en Guatemala, así como a la eliminación de todo obstáculo
ideológico –encarnado en sujetos individuales o colectivos- que pudieren representar un
riesgo de fracaso de la prevalente finalidad genocida…11
El debate más extenso giró en torno a la jurisdicción del principio penal universal, que
finalmente fue reconocido por el Tribunal Constitucional Español. El 5 de octubre de 2005, éste
avaló la investigación de delitos de genocidio en Guatemala aún cuando las víctimas no fueran
españolas.12 El 12 de julio de 2006 el Juez Santiago Pedraz solicitó orden de captura internacional,
embargo de bienes y bloqueo de cuentas de los imputados.13
La Corte de Constitucionalidad guatemalteca el 12 de diciembre de 2007 dictó una resolución
que entendía que España no tenía competencia para la instrucción de los delitos anteriormente
citados, dejando sin efecto la solicitud de extradición de los imputados, ignorando la obligación
internacional cristalizada en el Derecho Internacional y en el Derecho Penal Internacional y violando
el Tratado de Cooperación judicial firmado entre España y Guatemala. Según el Juez Pedraz, el
Estado de Guatemala con ello se coloca entre “los países que violan sus obligaciones internacionales
y desprecian la defensa de los derechos humanos.” Frente a ello, el Juez Pedraz anuló todas y cada
una de las comisiones rogatorias libradas en Guatemala y difundió en todos los medios de
comunicación una nota solicitando información relevante a toda persona que pueda prestarla para el
desarrollo de la causa.14 En la actualidad numerosos testigos y peritos están declarando en la causa al
tiempo que Efraín Ríos Montt ocupa un escaño en el Congreso, estrategia que le otorgaría
inmunidad.
La violencia y la ausencia de justicia forman parte de los grandes problemas que aqueja al país.
Según datos de la Procuraduría de Derechos Humanos existen un millón de armas sin registrar;
ocurren un promedio de 17 asesinatos diarios; de los 190 mil delitos anuales se investiga solamente el
0,05%.15 En 2008 se cuentan 6292 víctimas de homicidio, de las cuales 640 son mujeres y 480 son
niños. Además, se hallaron 400 cadáveres con señales de tortura.16 De acuerdo al informe sobre
desarrollo humano 2009-2010 del PNUD, América Central es la región más violenta del mundo y
Guatemala ocupa el tercer lugar en el índice de homicidios tras El Salvador y Jamaica.17
En Guatemala, la justicia tampoco ha arbitrado medidas de reparación a las víctimas directas ni
a sus familiares. Durante la presidencia del empresario Óscar Berger, se legalizó el pago a las 500 mil
ex – PAC por haber colaborado con el ejército durante el conflicto armado, involucrando aún a los
que fueron señalados de cometer violaciones a los derechos humanos. No obstante, esto fue
prohibido por la Corte de Constitucionalidad. En su reemplazo se efectivizó el Programa Bosques y
Agua para la Concordia que consta de trabajos, por ejemplo, de reforestación como contraparte al
pago.18 Estas disposiciones no hubieran sido tan controvertidas si el Programa Nacional de Resarcimiento
hubiera actuado tan rápidamente con las víctimas del conflicto armado: “¿Si en dos meses hicieron el
listado de todos los ex patrulleros, por qué en cuatro años no está terminado el de víctimas?, cuestionó Miguel
Sanic.”19 Era ésta la primera iniciativa desde el Estado para crear un Registro Nacional de Víctimas.
Pese a los grandes inconvenientes que tuvo, logró registrar 35 mil casos, 40% de los cuales son
nuevos, no constan en los informes de las comisiones de verdad e incluyen desde masacres hasta
violaciones sexuales. El PNR ha compensado entre 2003 y 2008 a un total de 21 mil víctimas.20

89
Para las elecciones de 2007 se agregaron 4871 mesas de votación más que la pasada elección.
La participación, generalmente problemática en las zonas rurales, subió en 2,3%. Este dato contrasta
con el 52% de abstenciones respecto del total de los empadronados. El resultado de este contraste tal
vez explica una novedad: que fue la primera vez en la historia de Guatemala que un candidato
presidencial no gana las elecciones en base a una mayoría de votos en la Ciudad de Guatemala, donde
reside el 25% de los empadronados. El sistema de partidos siguió caracterizándose por una extrema
volatilidad, atomización, caudillismo. El resultado de las últimas elecciones expresó tendencias hacia
el centro del espectro político. En la primera vuelta quedaron fuera los partidos descendientes de la
guerrilla, la URNG y la Alianza Nueva Nación. Los escasísimos votos obtenidos probablemente
resulten de haber postulado a ex jefes guerrilleros de la década de los sesenta y a la división al interior
de los partidos. También quedó fuera Encuentro por Guatemala (2,7% de votos) la fórmula
Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, y Nineth Montenegro, histórica dirigente de la
organización de derechos humanos Grupo de Apoyo Mutuo y presidenta de la Comisión de la Mujer
en el Congreso de la República. En la segunda vuelta electoral, Álvaro Colom logró ganar la
presidencia al representante del Partido Patriota, el partido de la mano dura: Otto Pérez Molina había
sido el comandante “menos sanguinario” que solicitó el Instituto Lingüístico de Verano para el
puesto de Nebaj, área Ixil, como parte de la “Cruzada del Verbo” impulsada por el renacido Efraín
Ríos Montt durante 1982. Pese a compartir responsabilidades por las violaciones a los derechos
humanos durante la dictadura, representó al gobierno en las negociaciones de paz con la guerrilla de
1993 a 1996. Si bien se autodenomina el “general de la paz”, prometió combatir a las maras, destruir
la delincuencia organizada y frenar el narcotráfico reforzando la policía y el ejército y reinstaurando la
pena de muerte derogada en 2001.
El presidente Álvaro Colom ganó las elecciones esgrimiendo que la inseguridad y la violencia
se atacarían apuntando a las causas que las provocaban como la pobreza, el desempleo y la ausencia
de un verdadero proyecto de desarrollo rural. Era la tercera elección a la que se postulaba. En las
elecciones de 1999 participó como candidato de la URNG. En las de 2003 se postuló por su propio
partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y perdió en segunda vuelta. Se trata de un partido
que se define socialdemócrata y heredero de los gobiernos reformistas del período 1944-1954.
El oficialismo logró enfrentar la desestabilización del gobierno manteniendo el orden
constitucional. La misma fue producto del asesinato de Rosenberg en mayo de 2009, ampliamente
difundido en todo el mundo por medio de un video que él mismo había grabado para denunciar al
presidente de Guatemala en caso de que fuese asesinado. Gracias a la finalmente creada Comisión
Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), acuerdo firmado entre la ONU y el gobierno el
12 de diciembre de 2006, el caso Rosenberg estuvo en sus manos y permitió esclarecer los hechos. La
CICIG se encarga de determinar la existencia de cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad
y colaborar con el Estado en su desarticulación. Tras 8 meses de investigación la CICIG entregó su
hipótesis a un juzgado: el abogado Rodrigo Rosenberg habría planeado de forma detallada su muerte
disfrazándola de un crimen contra un extorsionista, y contrató a un grupo de sicarios por medio de
dos empresarios. Una hipótesis de difícil creencia aunque corroborada por cada una de las fases de
investigación detalladas por el jefe de la CICIG, el Dr. Castresana, en su presentación.21 Con esto se
exculpa del asesinato al presidente, a su esposa y al secretario privado de la presidencia. La mayoría
de las organizaciones sociales se sintieron profundamente sorprendidas, pero satisfechas.
Esta exculpación es muy importante para el mantenimiento del régimen democrático, ya caído
en el país vecino Honduras. Además, porque el asesinato de Rosenberg causó tanta conmoción que
cientos de personas salieron a las calles a denunciar la falta de seguridad y de justicia. Si no fuera
porque el gobierno de Álvaro Colom viene dando puntadas contra el neoliberalismo, difícilmente se
podría comprender la canalización de la crisis política de mayo de 2009 a favor de la Asociación Pro-
Reforma, asociación cívica no partidista. Esta busca una reforma constitucional que ha sido señalada

90
de oligárquica, porque restringe severamente los derechos políticos, y neoliberal, puesto que entiende
que el Estado de Derecho se alcanza respetando únicamente los derechos individuales, que serían
tres: la vida, la propiedad y la certeza contractual. Entre el 13 de julio y el 5 de octubre de 2009 se
desarrollaron audiencias públicas en las cuales más del 80% de las ponencias de los ciudadanos,
comunidades y organizaciones sociales asistentes al Congreso de la República expresaron su rechazo
a la Pro-Reforma. En febrero de este año la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales
emitió su dictamen desfavorable. Sin embargo, los diputados del Partido Patriota y del Partido
LIDER se niegan a firmar el dictamen con lo cual el Congreso de la República no puede aún
desecharlo.
Pese a las líneas anteriores, en una reciente encuesta el problema de la seguridad no es
considerado el principal a resolver para los guatemaltecos. Para la mayoría de la población el costo de
vida y la situación económica son los conflictos con los que se encuentran todos y cada uno de los
días. Según los estudios del PNUD, el 57% de los 13 millones de guatemaltecos sufre de pobreza y el
21% de pobreza extrema. Si bien el porcentaje se mantuvo estable en los últimos 10 años, el
crecimiento exponencial de la población hizo que existan casi dos millones de nuevos pobres. El
mapa de la pobreza coincide con los departamentos indígenas del altiplano, una expresión entre otras
de que el racismo ha sido configurador de las clases sociales en Guatemala. La expropiación de
tierras, las restricciones de la libertad para vender la fuerza de trabajo y la negación de los derechos
de ciudadanía a la población indígena durante la reforma liberal que se extendió hasta 1944, fueron
las políticas estatales fundacionales de la enorme desigualdad social hoy imperante. Siguen pendientes
la reforma agraria y la reforma fiscal, pero también una democratización en el acceso a la educación,
a la salud y a la justicia.

Notas:

1 Así afirmó el gral. Gramajo: “nosotros (…) hemos logrado nuestro objetivo de revertir al filósofo de la guerra, que es
Clausewitz, al decir que en Guatemala la política debe ser la continuación de la guerra. Y en eso estamos nosotros,
accionando para que de verdad llegue la paz a través de la actividad política y no a través de la imposición de la voluntad
al oponente por medio de la victoria militar.” Gramajo Morales, Gral. Héctor Alejandro (Ministro de Defensa Nacional),
“Conclusiones”, Consejo Empresarial de Guatemala, Foro Nacional “27 Años de Lucha por la Libertad”, 12 de agosto
de 1987, en Inforpress Centroamericana, Compendio del Proceso de Paz: análisis, cronologías, documentos, acuerdos, Guatemala
1986-1994, Tomo 1. Guatemala: Inforpress, 1995, pp. 328-329
2 Acuerdo de Esquipulas II, Procedimiento para Establecer la paz Firme y Duradera en Centroamérica, Guatemala, 7 de

agosto de 1987.
3 El más importante fue el Acuerdo de Esquipulas II, Procedimiento para Establecer la paz Firme y Duradera en

Centroamérica, Guatemala, 7 de agosto de 1987.


4 Acuerdo Oslo, Acuerdo básico para la búsqueda de la paz por medios políticos, Noruega, 29 de marzo de 1990.
5 Acuerdo Marco para la reanudación del proceso de negociación entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional

Guatemalteca, México, 10 de enero de 1994.


6 El Acuerdo de Querétaro es el Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios políticos, Querétaro,

México, 25 de julio de 1991.


7 Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, México D. F., 31 de marzo de 1995.
8 Seguimiento del caso en Prensa Libre durante los años 2002 y 2003.
9 Menchú Tum, Rigoberta, Querella al Juzgado Central de Instrucción de Guardia de la Audiencia Nacional, 2 de

diciembre de 1999.
10 Ruiz Polanco, Guillermo, Diligencias Previas 331/99, Auto con relación al Caso Guatemala por genocidio, Madrid,

Juzgado Central de Instrucción Nº 1, Audiencia Nacional, 27 de marzo de 2000.


11 Ibidem.
12 Tribunal Constitucional, Nota informativa Nº 61/2005 por la que se avala que España investigue el delito de genocidio

en Guatemala, aún cuando las víctimas no sean españolas, Madrid, 5 de octubre de 2005.
13 Pedraz, Santiago, Diligencias Previas 331/99, Auto por el que se decreta prisión provisional, detención y extradición a

militares guatemaltecos, Madrid, Juzgado Central de Instrucción Nº 1, Audiencia Nacional, 12 de julio de 2006.

91
14 Pedraz, Santiago, Diligencias Previas 331/99, Auto que responde al rechazo de la competencia española por parte de la

Corte Constitucional guatemalteca, Madrid, Juzgado Central de Instrucción Nº 1, Audiencia Nacional, 16 de enero de
2008.
15 Estos datos fueron suministrados por Sergio Morales, Procurador de Derechos Humanos de Guatemala, en una

entrevista publicada en la Revista Puentes, Año 5, Nº 16, Comisión por la Memoria, La Plata, diciembre 2005.
16 Los datos de 2008 corresponden al informe anual presentado en enero de 2009 por la Procuraduría al Congreso de la

República. Véase www.pdh.org.gt.


17 Centro de Estudios de Guatemala, Guatemala, Resumen de noticias del 20 al 26 de octubre de 2009.
18 Véase Prensa Libre, Guatemala: 21 de diciembre de 2005; 6 de marzo de 2006; 20 de marzo de 2006; 17 de junio de

2006; 27 de junio de 2006; 23 de julio de 2006; 5 de agosto de 2006; 15 de agosto de 2006; 4 de enero de 2007; 12 de
enero de 2007.
19 Prensa Libre, Guatemala, 26 de mayo de 2006.
20 Los datos sobre el Programa Nacional de Resarcimiento nos fueron proporcionados por la presidenta de la Comisión

Nacional de Resarcimiento, Rosalina Tuyuc, el 10 de octubre de 2007 en Casa de América, Madrid.


21 Para la investigación se contó con la participación de 300 funcionarios de once diferentes países entre ellos Canadá,

España y Francia entre otros; y el análisis de más de 10 mil documentos, 135 declaraciones y entrevistas, más de 14
teléfonos interceptados y el estudio de cien mil llamadas telefónicas, antes durante y después del crimen. Centro de Estudios
de Guatemala, Guatemala, Resumen de noticias del 13 de enero de 2010.

92
GUATEMALA ¿ES AÚN POSIBLE?
(Enero de 2010)
FLACSO, GUATEMALA *

La crisis mundial y el conflicto regional


La crisis económica y financiera mundial tuvo en 2009, posiblemente, su máxima expresión,
irradiando recesión, contracción y decrecimiento económico, con el cierre del crédito internacional,
de empresas medianas y pequeñas, y si bien la multimillonaria intervención estatal en los centros
económicos mundiales ha logrado aliviar en algo la debacle generada por las empresas financieras en
Estados Unidos, Europa y Asia, es aún prematuro predecir la finalización de esta crisis.
En Latinoamérica el crecimiento económico sólo tuvo lugar en diez países y, en todos los
casos, por debajo del 3%. En Guatemala, aunque aún no hay datos definitivos, el crecimiento estaría
ubicado entre el 0.4% y el 0.6% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, en concordancia
con la inequidad que caracteriza a América Latina, el impacto de la crisis se ha manifestado en el
incremento de población en situación de pobreza general y extrema, y en sectores de capas medias
que pasaron a esa condición y a engrosar las filas del desempleo.
Las inversiones Estatales de salvamento de las grandes economías mundiales se concentraron
en sus bancos, empresas y territorios, y las pequeñas muestras de crecimiento económico en América
Latina no se reflejan en los contingentes de población afectados por la crisis. Ante la desconfianza y
la incertidumbre, y por el resguardo de sus intereses, varios empresarios han cerrado sus negocios y
detenido las inversiones, enviando al desempleo a miles de trabajadores. Si bien es cierto que algunos
especialistas prevén, optimistamente, que en 2010 se tengan expresiones de crecimiento económico
más alto, los efectos de la crisis continuarán invariables más allá de ese horizonte, en la medida en
que la desigualdad continúe siendo el sello de esta región.
América Latina enfrenta aún la controversia entre las políticas neoliberales y el ensayo de
nuevas expresiones que persiguen alejarse de aquel fracasado paradigma que privilegió al mercado
sobre el Estado y al individuo sobre el interés social. En el panorama geopolítico esta controversia se
expresa en posicionamientos y polarizaciones.
El armamentismo asoma nuevamente como amenaza a la paz regional. Desde el despliegue de
bases militares estadounidenses en Colombia, la adquisición de aviones militares en Brasil y
Venezuela, hasta el golpe militar en Honduras y la solapada ocupación militar estadounidense en
Haití tras la catástrofe, refuerzan la imagen de contendientes, que se expresa también en las
variaciones político electorales en Panamá y Chile, por un lado, y en Uruguay y Bolivia por otro,
contiendas y cambios que no son de por sí ajenas al libre juego democrático, siempre y cuando no
estuviesen siendo enmarcadas por los poderes hegemónicos transnacionales en las disputas por las
fuentes energéticas, de recursos naturales y de las fuentes de agua.
El arribo al gobierno estadounidense de Barak Obama significó ciertamente un hito en la
historia de aquel país y, por su connotación, también para la historia contemporánea universal. Su
desempeño en la presidencia, sin embargo, ha evidenciado la distancia ineludible entre la política real
y el discurso electoral, como elocuentemente se notó en los entretelones del golpe de Estado en
Honduras.
El caso hondureño es, por su vecindad con Guatemala, el que más repercusión política tiene
actualmente para nuestro país y, como precedente histórico, es verdaderamente nefasto para la
región de Centro y Sudamérica. La bandera de los golpistas contra un presidente que supuestamente
excedió su mandato y violó la Constitución de República, quedó por los suelos con la designación

93
vitalicia al parlamento de quien presidió la administración de gobierno hasta la toma de posesión del
presidente electo, en un proceso anómalo y sin observación nacional e internacional representativa e
imparcial. El perdón a los militares golpistas y la permanencia del Jefe de las Fuerzas Armadas
auguran el tutelaje que tendrá el nuevo gobierno.
Desde otra perspectiva, la lección hondureña evidencia que fueron fuerzas internas
conservadoras, con apoyos cercanos y oportunos de fuerzas del mismo signo en Estados Unidos,
Guatemala y El Salvador, las que dieron el curso decisorio en el desenlace; no obstante, el desgaste
de la forma de gobierno y el crecimiento de una conciencia sociopolítica, plantean un desafío enorme
para la construcción de la democracia en ese país.
Sin embargo, es innegable el crecimiento y fortalecimiento que el movimiento popular alcanzó
durante la crisis, permitiendo imaginar que podrá ser un importante dique a las tendencias
autoritarias y absolutistas que militares y civiles conservadores puedan manifestar en el vecino país.
Al sur del continente la reelección de Evo Morales, con amplia mayoría en las votaciones
presidenciales y en el parlamento, le permitirá gobernar con más holgura, aunque no por ello ajeno a
los retos que las mismas expectativas creadas en sus electores le plantea, constituye un nuevo
paradigma sui géneris para los países latinoamericanos, en donde los pueblos indígenas son
mayoritarios, o constituyen la más importante minoría étnica, históricamente discriminados y
empobrecidos. El caso de Bolivia es especial además, porque lo que se intenta es una refundación del
Estado, un Estado multicultural, incluyente y nacionalista.
Los grandes retos regionales, con matices diversos en los países latinoamericanos, son las
acciones para el ensanchamiento de la democracia, pero especialmente, de una democracia que
además de régimen político satisfaga las expectativas de quienes participan electoralmente en la
búsqueda del bienestar de las grandes mayorías, el cual paradójicamente, no aparece en el horizonte
cercano. El que los regímenes democráticos latinoamericanos atiendan y resuelvan los graves rezagos
y problemáticas sociales, es quizás el principal valladar en la consolidación democrática en la región.
La agenda social en primera línea ante la crisis
En nuestro país, posiblemente la originalidad del gobierno de Álvaro Colom –si lo
comparamos con los anteriores, con la excepción quizás de la Democracia Cristiana (1986-1990)–
consiste en la prioridad que le otorga a las políticas sociales, a los programas y medidas dirigidas a
redistribuir la riqueza nacional y ampliar la ciudadanía social, en particular todas las acciones que se
realizan bajo el Programa de Cohesión Social.
Esta disposición de aliviar las condiciones de vida de muchos conciudadanos adquiere
particular relevancia en un país como Guatemala, en donde los niveles de desigualdad y exclusión
son muy altos, aún en un contexto del subcontinente latinoamericano. Debido a ello, estas políticas
reciben un alto apoyo nacional e internacional, pues atender los municipios y a las poblaciones con
altos niveles de pobreza es un imperativo ético que, además de realizar el principio de la justicia
social, podría garantizar en el futuro menos niveles de conflictividad social y demás calamidades;
entre otras, el crimen común y el organizado.
Las medidas redistributivas, como las transferencias condicionadas, no son exclusivas de
gobiernos de izquierda, pues Colombia y México con gobiernos conservadores se distinguen por su
aplicación eficiente y efectiva. Lo que distingue a un gobierno socialdemócrata es el alcance de estas
políticas, el número de personas beneficiadas y su sostenibilidad en el tiempo. En Guatemala, estas
políticas gubernamentales todavía son tímidas, bastante limitadas en cuanto a sus alcances, y con el
agravante de que se realizan en el marco de un Estado con serias limitaciones en las esferas de la
eficacia administrativa y, sobre todo, con insuficiencias en el área de la transparencia y la rendición de
cuentas.

94
Esta prioridad dada a las políticas sociales se enfrenta al desafío que afrontaron los acuerdos
de paz –en general todos los gobiernos que sucedieron al de Julio César Méndez Montenegro (1966-
1970)– la falta de recursos para tener un impacto profundo y sostenible para alcanzar los objetivos de
mayor equidad, para tener un enfoque integral que resuelva al mismo tiempo la calidad de la oferta
educativa y de salud.
La implementación de la política de gratuidad, mediante el Acuerdo Gubernativo No. 226-
2008, se constituyó en la medida de política educativa más impactante del año 2009, tanto por lo
positivo como por los aspectos negativos que se le señalaron a la misma. Al constituirse en la
práctica la supresión de todos los cobros que tradicionalmente se hacían en las escuelas públicas del
país y la asignación de recursos para cubrir sus gastos de funcionamiento, significó, por un lado, la
vigencia real de un derecho constitucional históricamente violentado y, por otro, un incremento
sustantivo de la cobertura en preprimaria y primaria.
Sin embargo, se han identificado aspectos negativos que hacen referencia a la falta de
planificación, tanto en lo relacionado con la previsión de los efectos que tendría un incremento
sustantivo de la matrícula (mayor demanda de docentes, aulas, escritorios, materiales, útiles, servicios,
etc.), como en lo que tiene que ver con el sustento a mediano y largo plazo de dicha política, con las
correspondientes medidas presupuestarias y fiscales que garanticen los recursos necesarios para ese
efecto.
Otro punto destacado en la crítica está vinculado a que el efecto positivo en el aumento de la
cobertura produjo, a su vez, un efecto negativo en la ya deteriorada calidad de la educación, debido al
hacinamiento en las aulas, la falta de edificios y de servicios y la irregularidad e insuficiencia de los
recursos asignados a los aspectos cubiertos por la gratuidad y a los servicios de apoyo como
alimentación, útiles y textos.
Es necesario destacar que, a pesar de la inestabilidad que han supuesto los frecuentes cambios
en la administración central del Ministerio de Educación (MINEDUC), no ha provocado
inestabilidad en el sistema, ya que las políticas han continuado su desarrollo. Esto si bien es cierto
puede ser positivo, reafirma la centralización de la toma de decisiones en el país. También debe
decirse que el más reciente cambio en el titular del mismo ha supuesto un mayor impulso a los
programas de cohesión social que le han sido asignados al MINEDUC.
Varios temas importantes siguen pendientes en la Agenda o muy poco atendidos. La
educación bilingüe y la interculturalidad siguen sin recibir la atención prioritaria que deberían tener en
una realidad multicultural como la de Guatemala. Las decisiones políticas, económicas y técnicas que
hace rato son urgentes de tomar siguen postergadas o no se implementan más allá del discurso. La
reforma de la formación inicial de los docentes sigue sin ser retomada sistemáticamente, a pesar del
innegable impacto que tendría en el mejoramiento de la calidad de la educación en el mediano plazo.
En este punto solamente se está comenzando a atender la formación en servicio, a través del
Programa Académico de Desarrollo Profesional Docente, en un histórico acuerdo entre el
MINEDUC, la Universidad de San Carlos (a través de la Escuela de Formación de Profesores de
Enseñanza Media, EFPEM) y el magisterio organizado en la Asamblea Nacional del Magisterio
(ANM).
La nueva realidad y los viejos problemas configuran un escenario en el que la necesidad de
impulsar concretar un gran Acuerdo Nacional por la Educación se hace más imperiosa. No es
posible para el futuro del país que se continúe con la misma situación año tras año. Los avances que
suponen la implementación de la gratuidad y de los programas de cohesión social y las necesidades
no atendidas que generan requieren de estabilidad política, técnica y financiera, en el mediano y en el
largo plazos.
Seguridad y justicia: la otra cara de la moneda

95
Si bien es cierto que hay reconocimiento al esfuerzo para enfrentar la problemática social, la
percepción respecto de los temas de seguridad y justicia, es que el Estado está rebasado por la
criminalidad. El gobierno actual muestra una gran discontinuidad, tanto en planes de seguridad que
van y vienen, así como por el cambiode funcionarios. Pareciera ser que el Estado es incapaz de
responder ante fenómenos criminales que se repiten con una impunidad que aterra, como el
asesinato de pilotos y ayudantes del servicio de transporte.
La falta de recursos y la cultura de violencia (un Estado represor y violento, la solución
violenta de conflictos, el negocio de la seguridad), pero fundamentalmente la debilidad histórica del
Estado, son parte de la complejidad de los problemas a enfrentar.
Sin embargo, hay luces que asoman para orientar la dinámica de gobierno y de la sociedad ante
el grave problema de la seguridad y la justicia. Una de ellas lo constituye el arribo al Acuerdo
Nacional sobre Seguridad y Justicia (ANASJ), signado por los presidentes de los tres poderes, que
tiene el acompañamiento de cuatro entes garantes: la Iglesia católica y la evangélica, la Universidad de
San Carlos y el Procurador de los Derechos Humanos. Otra, es la intervención de la Comisión de
Investigación de los Cuerpos Ilegales en Guatemala (CICIG), cuyos primeros hitos plantean la
perspectiva que sí es posible avanzar en la investigación y persecución penal y en la lucha contra la
impunidad. El rol de la CICIG ha sido crucial en la vigilancia de los procesos de elección de los
magistrados a la Corte Suprema de Justicia, así como en el desenlace de la investigación sobre el caso
Rosenberg, el cual ha significado una conmoción ante la historia de impunidad y oscuridad en que
suelen quedar muchos de los casos paradigmáticos en este país. En la misma dimensión la solicitud
de extradición y captura del ex presidente Alfonso Portillo, constituye una buena señal contra la
impunidad y anuncia la perspectiva de investigación sobre casos similares.
La aparición de un vídeo hecho público nacional e internacionalmente, en donde el abogado
Rodrigo Rosenberg acusó al Presidente, a la Primera Dama, al Secretario Privado de la Presidencia y
a financistas de la campaña electoral, de su asesinato, un día después de que efectivamente lo
asesinaran, nos exhibió ante el mundo como un país donde la barbarie se ha generalizado a todos los
niveles de la vida pública, como ya lo hicieran durante el gobierno de Oscar Berger los asesinatos de
los parlamentarios salvadoreños y de sus supuestos victimarios, miembros de la propia Policía
Nacional Civil.
Tras el asesinato de Rosenberg se desencadenó la llamada “crisis de mayo”, una crisis de
inestabilidad en la que se alzaron voces para pedir, sin fundamento, la renuncia del Presidente, tras
las cuales hubo acciones dirigidas a estimular la ingobernabilidad y la desestabilización.
Si el caso fue o no una conspiración todavía queda por establecerse, pero lo que sí debe llamar
la atención, es la capacidad de sectores conservadores para m o v i l i z a r una base social amplia,
como recurso de presión anti Estado, anti gobierno y anti políticas sociales. La “gente de blanco”,
como se la conoce en toda América Latina, es una clase media con fuertes intereses en la defensa del
statu quo, comprometida con el orden vigente.
El caso Rosenberg generó cambios en diversos entes señalados por el abogado en su vídeo. Se
dieron movimientos en la junta directiva de la Asociación Nacional del Café (ANACAFE), se
evidenciaron conflictos entre los cooperativistas y los grandes cafetaleros. En el Banco, Banrural,
también integrado por cooperativistas, surgieron señalamientos de corrupción y se generó el pánico
financiero que dio como resultado que grandes sumas de dinero fueran retiradas de sus depósitos. El
Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF)
pidió la realización de una auditoría forense y los Bancos Industrial (BI) y Agromercantil (BAM),
pretendieron la cartera del Banrural en caso se concretara la perspectiva de quiebra o intervención.
En Honduras, el golpe de Estado se consolidó con el apoyo de los sectores medios,
espantados por el vínculo del derrocado presidente Manuel Zelaya con el presidente venezolano

96
Hugo Chávez. Este imaginario ronda también en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Como ha
quedado señalado, en Guatemala el caso Rosenberg le dio la oportunidad a la “gente de blanco” para
protestar contra un gobierno que ha iniciado tímidas medidas de redistribución, y que se siente
amenazada con la perspectiva de que pueda repetir en el gobierno a través de la hipotética
candidatura de la esposa del Presidente.
A pesar de los criterios y sentimientos contrarios al ejercicio del gobierno, que según las
encuestas de opinión lo ubican entre el 51% y el 57% de desaprobación, la defensa de la
institucionalidad debe formar parte del libre juego democrático. En su momento FLACSO-
Guatemala se expresó en ese sentido.1
Rezagos y vacíos en materia agroambiental
En materia agroambiental se tuvo pocos avances y significativos retrocesos. Uno de los
avances en la problemática del desarrollo rural, fue la aprobación de la Política de Desarrollo Rural
Integral que abre la posibilidad de atender las demandas de un fuerte sector de la población que se ha
visto históricamente excluida de los beneficios del desarrollo y de la participación en la toma de
decisiones.
Dicha política traía como telón de fondo, la aprobación de la Ley del Sistema Nacional de
Desarrollo Rural Integral (con el Número de Registro 4084), la cual fue consensuada entre el
gobierno y las organizaciones sociales aglutinadas en la Alianza para el Desarrollo Rural Integral
(ADRI). Dicha iniciativa venía siendo discutida desde el gobierno anterior, durante el cual no hubo
mayor interés por apoyar este proceso, no obstante la participación de la sociedad civil en las mesas
que para el efecto fueron constituidas.
Con el gobierno de Álvaro Colom y con la mesa de diálogo instalada para el efecto, llegó a
proponerse en el Congreso de la República, la citada propuesta de ley, la cual contó con el apoyo de
varios partidos de oposición; sin embargo, la misma no llegó a discutirse, relegándola a la comisión
respectiva para su discusión. Las movilizaciones campesinas tuvieron como saldo trágico un muerto,
en cuyo caso no se han dilucidado responsabilidades. A través de varios medios de comunicación fue
evidente la criminalización de la expresión popular, centrando la atención en la acción en sí y no en
las demandas promovidas por las organizaciones sociales.
Las hambrunas en el denominado corredor seco de Guatemala, que comprende varios
departamentos del oriente de su territorio, refleja cómo una problemática histórica de acceso a la
tierra, al trabajo y a los instrumentos económicos y financieros para el desarrollo, agravados con el
cambio climático, pone en juego la vida de la población rural más vulnerable.
La escasa relación interinstitucional y el desfinanciamiento del Estado provocan que las crisis
de hambruna sean potencialmente un factor de crisis social. En el tema ambiental, la mayor
preocupación de la población y de los medios de comunicación fue la aparición de la denominada
cianobacteria, que cubrió la mayor parte del Lago de Atitlán y que puso al descubierto la debilidad
crónica del Estado para atender este tipo de problemáticas, y la escasa visión de conjunto, que al
privilegiar mecanismos clientelistas, se produce en la construcción de infraestructura pública. Por
otra parte, los ataques a activistas ambientalistas siguen bajo el amparo de la impunidad, con éstos,
sectores de interés tratan de amedrentar las acciones que las organizaciones ambientales impulsan
para evitar la depredación del patrimonio natural público y conservar una biodiversidad estratégica
para el desarrollo del país.
Adicional a las hambrunas y a la contaminación del Lago de Atitlán hay que plantear la
importancia del cambio climático, ya que ello es un agravante en estos temas. Respecto de dicho
fenómeno tampoco se observaron avances significativos, únicamente se pueden mencionar los
siguientes: participación del Gobierno, por medio del vicepresidente y el ministro de Ambiente y
Recursos Naturales, en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones

97
Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en diciembre en Copenhague, cuyos resultados aún no
han sido divulgados para el caso de Guatemala; la conformación de la Comisión Interinstitucional de
Cambio Climático, que depende de la Presidencia (Acuerdo Gubernativo 253-2009); y la aprobación
de la Política Nacional de Cambio Climático (Acuerdo Gubernativo 329-2009), a instancias de la
Mesas Nacional de Cambio Climático.
Demandas sociales bajo la criminalización y sin respuestas
Durante 2009 las demandas sociales relevantes han continuado expresándose por parte de las
comunidades locales en los temas de oposición a la minería y a las hidroeléctricas, dos problemáticas
que afectan localidades del altiplano occidental, pero también de comunidades al norte y al nor
oriente de país. De forma más localizada continuaron las protestas contra la planta cementera en San
Juan Sacatepéquez, departamento de Guatemala, mientras que en el departamento de San Marcos
emergió la lucha contra las empresas generadoras de electricidad. El conflicto entre Unión Fenosa y
las comunidades del occidente del país se origina por la deficiencia en el servicio que dicha empresa
otorga y en los abusos traducidos en los cobros arbitrarios que impone al mismo.
Las consultas populares en el ámbito local y las constantes manifestaciones contra la minería,
la cementera, las hidroeléctricas y las empresas de distribución de energía, han sido reprimidas por la
Policía Nacional Civil, por agentes de empresas de seguridad particular y han sido criminalizadas en
los medios de comunicación. Por su parte, las mesas de diálogo son desventajosas para las
organizaciones comunitarias y sociales. En ambas dinámicas se evidencia la estrecha relación entre
autoridades y transnacionales. Ante las movilizaciones populares la respuesta estatal ha sido
desproporcionada al acudir frecuentemente al abuso de la fuerza.
El magisterio organizado ha constituido históricamente una fuerza social crítica a los distintos
gobiernos y en no pocas ocasiones ha sido la mayor fuerza de oposición y/o de movilización social.
Por esa razón, ha sido motivo de crítica de algunos sectores el relativo apoyo que le ha brindado el
movimiento magisterial a la actual administración pública. La firma del pacto colectivo de
condiciones de trabajo, el cierre del PRONADE y la regularización de la situación laboral de los
docentes que trabajaban en dicho programa, así como la de los docentes por contrato, la política de
gratuidad, la creación de institutos básicos y de diversificado en todos los municipios del país y el
impulso del Programa Académico de Desarrollo Profesional Docente (PADEP), constituyen los
argumentos que explican la buena relación que a ojos de algunos sectores de la opinión pública existe
entre el Gobierno y el magisterio.
El convencimiento de la dirigencia magisterial sobre la necesidad de que sean realizadas
reformas tributarias para obtener los recursos públicos que aseguren la continuidad y el
mejoramiento de las políticas que han considerado beneficiosas, así como para que se hagan
efectivos los compromisos de mejoramiento salarial contenidos en el pacto colectivo, la llevó a
impulsar movilizaciones y paros para presionar al Legislativo a tomar las decisiones
correspondientes. Cabe destacar el desgaste que en términos de credibilidad ha significado para la
dirigencia esta decisión, desgaste que incluso ha afectado al propio interior de las bases magisteriales,
ya que la intensidad de la campaña mediática en su contra como sus propias contradicciones internas
y sus dificultades de comunicación, generaron varios focos de rechazo interno, así como variadas
manifestaciones de oposición a las acciones magisteriales.
Un Estado débil y sin recursos : el sempiterno tema de los recursos fiscales
El Gobierno tiene que obtener los recursos fiscales necesarios para aplicar las políticas
públicas y lograr que Guatemala enfrente los históricos niveles de desigualdad y exclusión.
Esos recursos son cruciales si lo que se quiere es ampliar y sostener en el tiempo la principal
estrategia de gobierno. El promedio de tributación en relación con el PIB de 1954 a 1996, fue de 7%,
el más bajo del hemisferio occidental y con seguridad entre los más bajos del mundo. Ese fue el

98
legado de la contrarrevolución liberacionista, haber hecho a Guatemala un paraíso fiscal para los
grandes capitales nacionales y extranjeros.
Trece años después de la firma de los acuerdos de paz, el Estado guatemalteco no ha logrado
cumplir el compromiso contenido en dichos acuerdos de alcanzar el 12% de tributación del PIB
(actualmente en el 10.4%) y de hacerlo a través de una tributación progresiva. Ahora bien, el 12% de
tributación se encuentra aún muy por debajo de lo que se requiere para proporcionar los recursos
que hagan viables las políticas, programas y proyectos sociales que se requieren para responder ante
las necesidades actuales, pues, como lo sostuvo la Democracia Cristiana a finales de los años 80, se
debe pagar, además, la deuda social que este país tiene con la mayoría de la población, sobre todo
rural, en donde la desnutrición, el analfabetismo, la falta de vivienda y salud tienen desde hace
décadas niveles inaceptables, y han condenado a varias generaciones a la total marginación.
El presidente Álvaro Colom está enfrentándose con el mismo obstáculo que la mayoría de sus
antecesores encontraron cuando trataron de realizar alguna modalidad de reforma fiscal. El “ciclo de
hierro” siempre se repite:
…una nueva administración llega al poder con la idea de aumentar las capacidades del
Estado ante las necesidades sociales existentes, pero sus intentos chocan una y otra vez
contra el mismo muro. “La facción ´honorable´ del sector privado, representada por las
cámaras empresariales; otro sector dedicado a negocios no tan ‘honestos’ y un grupo de
diputados con intereses poco claros, se convierten en una barrera infranqueable para
cualquier modernización tributaria” (Inforpress).
En las actuales circunstancias, las consecuencias de no aprobar la reforma fiscal podrían
provocar problemas financieros muy serios, al estar desfinanciado el presupuesto actual, como el
aumento desmesurado del déficit fiscal y caer en una espiral inflacionaria sin control. Asimismo, en
un contexto de crisis y caída de la inversión pública y el gasto social, la mayoría empobrecida y
desempleada de la población podría ver su situación empeorar aún más, lo que provocaría un
escenario de agudización de la violencia, y acaso de ingobernabilidad.
La redistribución necesaria de la riqueza y la extensión de los derechos de la ciudadanía social
(servicios de salud, educación, vivienda para la mayoría de la población) requieren más recursos que
no pueden venir sino de una profunda reforma fiscal. Ésta se hace más necesaria ahora por la crisis
económica-financiera mundial y por sus efectos negativos sobre nuestra situación económica
(disminución drástica de las remesas, menos exportaciones hacia Estados Unidos y Centroamérica,
nuestros principales socios comerciales), lo que demanda medidas del Estado para reactivar la
economía por el lado de la demanda (políticas anti cíclicas), pero también para paliar los efectos de la
contracción económica en la población, tal como el desempleo.
Sin embargo, a estas alturas el actual gobierno, como sus antecesores, no ha tenido la fuerza ni
la habilidad política para aprobar su moderada propuesta de reforma fiscal en el seno del Congreso.
La historia parlamentaria en Guatemala se resume en un proceso que va de un Congreso
subordinado a los designios de los gobiernos militares, por la vía de la corrupción o la imposición, a
uno caracterizado por la oposición desleal y obstruccionista, por la corrupción y el clientelismo.
Haber promovido el voto cruzado para evitar las aplanadoras en el Congreso y promover la
transparencia, la negociación de los múltiples intereses que coexisten en Guatemala y que se expresan
en el Congreso, así como promover la rendición de cuentas, nos llevó a la configuración de una
oposición desleal, a la parálisis parlamentaria y, desafortunadamente, a más corrupción, más
clientelismo, y sobre todo menos transparencia.
Por suerte, hasta el día de hoy se ha conjurado el desenlace de la administración de Jorge
Serrano, es decir, de crisis e intento de ruptura institucional, y a marchas forzadas la vida
parlamentaria ha adquirido una dinámica de baja productividad legislativa, pero con algunos logros a

99
través de la negociación. Ha habido acuerdos a pesar del factor extraparlamentario; a saber: la
actuación de los poderes fácticos que actúan a través del control de algunos partidos, promoviendo la
parálisis, la riña y las dilaciones interminables, usando como recurso las interpelaciones con tal de
bloquear las leyes que afectan sus poderosos intereses.
Porque, a decir verdad, los actores en el Parlamento no son sólo los diputados, son los
partidos políticos y aquellos que controlan los partidos, aquellos que financian a los partidos y que
los controlan por medio de ese mecanismo que distorsiona la democracia: la corrupción. Dos
ejemplos de la ineficacia del Congreso saltan a la vista: la no aprobación del presupuesto para el 2010
y la incapacidad hasta ahora de aprobar la reforma fiscal.
La no aprobación del presupuesto se debió, entre otros factores, a la falta de acuerdo con
montos y financiamiento, a la resistencia de quienes se benefician con la vigencia del presupuesto del
año anterior, pero sobre todo por la obstinada oposición que percibe el fracaso del Gobierno como
una ventaja política para las próximas elecciones, sin importarle si con ello afecta los intereses
generales del país. Más allá de las especulaciones sobre quiénes en el gobierno querían y no querían la
aprobación del nuevo presupuesto, lo que queda claro es que tendremos un presupuesto
desfinanciado, lo que implica consecuencias negativas, si no logra el Gobierno la aprobación de la
“tímida” reforma fiscal. Pasado un mes del nuevo año se vislumbran en el horizonte nubarrones que
inquietan, y no es para menos, pues tendremos con mucha probabilidad un Estado con un abultado
déficit, o con falta de liquidez para sufragar los gastos básicos para que funcione aquello que
apretadamente todavía nos define como una sociedad moderna civilizada.

* Autorizada su reproducción. Documento de carácter institucional, aprobado por el Consejo


Académico de FLACSO – Guatemala, Guatemala ¿es aún posible?, Diálogo, Nº 9, Tercera Época. Guatemala:
FLACSO, enero de 2010.

Notas:

1 “Guatemala atraviesa de nuevo una crisis que pone en riesgo nuestro orden institucional y democrático”.

Pronunciamiento de FLACSO-Guatemala, publicado en elPeriódico, mayo de 2009.

100
LA ECONOMÍA NO OBSERVADA: UNA APROXIMACIÓN AL CASO
DE GUATEMALA
(2009)

PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO*

Presentación
El Informe Nacional de Desarrollo Humano 2007/2008 Guatemala: ¿una economía al servicio
del desarrollo humano? (INDH, 2008) es resultado de los esfuerzos que el PNUD ha realizado
durante diez años para proveer a la sociedad guatemalteca, informes nacionales reveladores de los
alcances y los retos pendientes en materia de desarrollo humano en el país. Este informe retoma el
postulado que el desarrollo debe ser entendido como la ampliación de las libertades reales que
disfrutan los individuos, de sus capacidades y de sus oportunidades. En otras palabras, plantea que el
propósito del desarrollo es crear condiciones para mejorar la vida humana ampliando el rango de
libertades de las personas para lo que puedan ser y hacer, tales como: vivir saludables y bien nutridas,
tener conocimientos y participar en los procesos de desarrollo de sus comunidades.
En este sentido, el éxito de una sociedad ha de evaluarse por la libertad que es capaz de
proporcionar a su ciudadanía, no solo por el tamaño del PIB. Esta concepción del desarrollo obliga a
releer el papel que desempeña la economía y la búsqueda del crecimiento económico y de mayores
niveles de ingresos de una sociedad. Se ha reconocido que es posible desatar una espiral virtuosa
cuando el crecimiento económico y el desarrollo humano se refuerzan mutuamente y cuando,
además, dicho crecimiento es producto de la creación de un espacio de generación y apropiación de
los bienes y servicios de forma legal, conforme al esfuerzo personal y colectivo incorporado en dicho
proceso, respetando el marco normativo y las relaciones sociales básicas existentes. Esto significa que
dicho círculo virtuoso se materializa al interrelacionar el desarrollo humano con una economía
formal; sin embargo, cuando se vinculan los esfuerzos de mejora del bienestar de la población con
una economía ilegal, oculta o “no observable”, se genera un retroceso social en materia de
ampliación de libertades reales.
Esta dimensión de una economía ilegal no considerada en las estimaciones de crecimiento
oficial debido a la falta de registros oportunos, es cada vez más estudiada por diversas naciones y
organismos internacionales. En 2001, la División de Estadística de la Comisión Económica (CEE)
para Europa llevó a cabo un estudio sobre las estimaciones de actividades de la economía informal y
oculta. Las estimaciones del estudio indican, por ejemplo, que estas actividades justificaron más del
35% del PIB de Armenia y más del 38% del PIB de la República de Kiribati. Dentro de los países
miembros de la CEE, se han elaborado estimaciones para las siguientes actividades ilegales: la
producción, importación, venta y consumo de drogas; la prostitución; el comercio de artículos de
audio y video producidos ilegalmente; el robo y contrabando. Once países (Canadá, la República
Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Macedonia, Polonia, Eslovaquia, El Reino Unido y EUA)
han hecho estimaciones de una o más de estas variables, aunque, principalmente, con una base
experimental.
La economía no observada; una aproximación al caso de Guatemala forma parte de la serie de
Cuadernos de Desarrollo Humano, vinculada al Informe Nacional de Desarrollo Humano
2007/2008. Constituye un documento pionero que aborda de forma preliminar la temática de la
economía “no observada” en Guatemala al proporcionar algunas estimaciones de la producción
ilícita en el país. La economía “no observada” del mercado guatemalteco genera importantes flujos

101
de recursos financieros de origen ilegal, que se mueven por medio de numerosos actores económicos
que producen, comercian y consumen actividades asociadas al crimen y al narcotráfico. Estos flujos
provocan distorsiones internas en las estadísticas formales de producción y empleo, en la medición
de los flujos monetarios y el tipo de cambio, en los precios domésticos, y en el mercado laboral
formal. Además del impacto adverso en los vínculos sociales y en el cambio de valores como el
respeto y la integridad.
Al realizar el lanzamiento de esta publicación, expresamos un agradecimiento especial a la
Embajada de Suecia quien brindó un apoyo invaluable para la elaboración del documento, que
esperamos sea una invitación a continuar con avances en la medición de estos flujos económicos no
observables y el análisis de sus impactos en el desarrollo humano de la sociedad guatemalteca.
Introducción
En el análisis de los procesos económicos de la mayoría de países existe una dimensión ilegal
denominada “economía no observada” asociada con el crimen organizado (secuestros, sobornos,
extorsiones, lavado de dinero, robo y tráfico de mercadería robada, entre otros), y con el
narcotráfico. El fenómeno ha sido objeto de un minucioso análisis económico como parte
importante de actividades de transacción no observadas que generan fuertes flujos de ingresos
nacionales e internacionales.
Diversos organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y CEPAL
abogan por la medición directa o indirecta de dichas actividades con el propósito de evidenciar la
segmentación del mercado en actividades “observables” (legales) y “no observables” (ilegales), que
tienen un fuerte impacto sobre el consumo y el ahorro agregados, sobre el sistema de precios y la
recaudación tributaria.
La economía “no observada ilegal” se caracteriza por la versatilidad y flexibilidad de su
organización, rasgos que le permiten eludir las regulaciones nacionales y posibilitar cambios en su
estructura al trasladar las bases de suministro, alterar las rutas de transporte y encontrar nuevos
lugares de residencia.
La interconexión es su forma de operación, tanto interna como en relación con otras
organizaciones. Las alianzas estratégicas entre redes ilegales se crean mediante una estricta lógica
empresarial, “se respetan mutuamente y encuentran puntos de convergencia a lo largo de las
fronteras nacionales y los territorios de cada una”1.
Estas particularidades hacen que la economía no observada sea sumamente difícil de estimar,
dado que los agentes que se dedican a actividades subterráneas evitan ser detectadas y no existen
registros públicos, por lo que las naciones que realizan valoraciones recurren a mediciones indirectas
o a imputaciones2. Sin embargo, cada vez más se considera importante realizar cálculos sobre estas
actividades por sus efectos económicos y sociales.
El presente documento responde en forma preliminar a esta inquietud, con algunas
estimaciones de la producción no observada para el caso de Guatemala, particularmente sobre
algunos flujos económicos que se derivan de la economía del crimen y del narcotráfico.
En el primer acápite, se desarrolla una conceptualización del tema y sus posibles impactos en
la economía; en el segundo apartado se comentan estimaciones sobre la economía del crimen y
algunos ejemplos; en el tercero, se abordan las estimaciones relativas al tráfico de drogas; y, al final,
se aportan algunas consideraciones.
1. Conceptualización
De acuerdo con el Sistema de Cuentas Nacionales (Naciones Unidas, 1993) la economía “no
observada” abarca el grupo de actividades ocultas, ilegales e informales realizadas para uso
intermedio (empresas) y final (hogares); así como las “observables” no registradas por deficiencias en

102
los sistemas estadísticos básicos que pueden ser superadas (sector informal, evasión y elusión, entre
otros casos). Sin embargo, para efectos de este documento, se hará énfasis, en una primera
aproximación, a la economía “no observada de actividades ilegales” (sin incluir las informales o las
no contabilizadas por deficiencia en los sistemas de información), conceptualizadas como actividades
económicas que generan o comercializan bienes y servicios prohibidos por la ley o que están fuera de la ley cuando se
llevan a cabo por productores no autorizados, y que además generan gastos adicionales a las empresas y hogares que
podrían haberse destinado a actividades productivas.
Estudios realizados por el Fondo Monetario Internacional revelan que el impacto económico y
social de estas actividades ilegales, se expresa al menos en tres ámbitos:
a. Una economía oculta próspera resta fiabilidad a las estadísticas oficiales sobre desempleo,
población económicamente activa, ingresos y consumo, entre otros. Las políticas y los programas
económicos y sociales diseñados en el marco de estadísticas no fiables pueden ser inadecuados y
contraproducentes para la satisfacción real de las demandas de la población vulnerable.
b. El crecimiento de una economía oculta puede precipitar un ciclo destructivo. Las
transacciones de la economía subterránea escapan al sistema tributario y, de esa manera, reducen el
nivel de recaudación de impuestos. Si la base imponible o el cumplimiento tributario sufren erosión,
los gobiernos pueden responder elevando las tasas impositivas, lo cual alienta una mayor fuga hacia
la economía clandestina y esto, a su vez, agrava las restricciones presupuestarias del sector público.
Además, limita la acción estatal en la atención de los servicios básicos a la población por una
recaudación limitada versus una demanda creciente.
c. La expansión de la economía oculta puede hacer que trabajadores locales y extranjeros se
sientan muy tentados a dejar la economía oficial. Esto crea distorsiones en el mercado laboral y
afecta las relaciones en el núcleo familiar.
En el caso guatemalteco, la economía “no observada” genera importantes flujos de recursos
financieros de origen ilegal, que se mueven en su interior a través de numerosos actores económicos
que producen, comercian y consumen drogas ilícitas. Vinculado a este tráfico hay una sociedad
violenta y una extendida inseguridad. La violencia tiene diversos orígenes y manifestaciones, pero se
incluye porque el crimen organizado es una actividad que produce ganancias que circulan en el
mercado de bienes y servicios formales. La sociedad experimenta desde hace dos décadas, una
escalada de acciones ilegales que se traducen en pérdidas para algunos sectores y ganancias para
otros. La economía nacional observable no es indiferente a la economía ilegal no observada ya que
inclusive algunos flujos se interrelacionan (ejemplo: el lavado de dinero incide en actividades
productivas observables en el sector construcción y el financiero).
El Banco Interamericano de Desarrollo estimó que el costo de la violencia y su prevención
representó en el 2000, el 6.74 del PIB3, que de acuerdo con las cifras en quetzales corrientes del
Banco de Guatemala para ese año, equivale a poco más de Q10,000 millones o US$1,278 millones de
dólares. A esta cifra habría que sumar el valor de las diversas actividades del narcotráfico, que
anualmente ascienden a US$100 millones de dólares según cálculos preliminares (Pérez Riera,
2007:3). Cinco años más tarde, otro estudio (PNUD, 2006:63) estimó que el costo de la violencia en
Guatemala ascendía, por lo menos, al equivalente de 7.3% del PIB de ese período, unos US$2,386
millones de dólares. Esto es más del doble del monto de los daños causados por la tormenta tropical
Stan acaecida ese año, así como más del doble de los recursos asignados a los Ministerios de Salud,
Educación y Agricultura en el 2006.
La economía ilegal, como parte no observable del sistema económico, es una forma poco
transparente de distribución de la riqueza, una modalidad adversa de movilidad social ascendente y
descendente; es, sin duda, un medio arbitrario de reclasificación social.

103
2. La economía informal
La actividad criminal es otra dimensión ilegal de la vida social que tiene un alto valor
económico difícil de calcular en sus diversas modalidades. Su importancia en Guatemala obedece al
desborde criminal que viene creciendo en la última década y que afecta el desarrollo económico y
político. La violencia tiene costos considerables para los hogares, la comunidad y para el Estado; es
difícil de combatir dado que los organismos de seguridad son escasos y poco eficientes. El costo
acumulado de los recursos que moviliza la violencia criminal se aproxima a un 7.3% del PIB, de
acuerdo con el BID (2000, óp. cit.).
La delincuencia tiene un costo negativo para todos los estratos de la población, aunque se
manifiesta de diversas maneras. Las familias de mayores recursos se resguardan de acciones
criminales destinando grandes cantidades al pago de seguridad personal: guardias, guardaespaldas,
carros blindados, armas y sistemas de alarmas entre otros., que alimentan toda una gama de servicios
de seguridad y de comercialización de armas (actividades económicas).
A continuación, se revisan las dimensiones de la inseguridad en sus aspectos operativos más
importantes y sus contradictorias relaciones con la economía nacional observada.
A. ROBO DE AUTOMÓVILES
Sin duda, el negocio criminal más rentable y mejor organizado. Se apoya en una base
jerárquica, una infraestructura extensa y la complicidad de algunos elementos de instituciones
oficiales. Un automóvil robado puede cambiar de color, número de registro y chasis y tener la
documentación oficial lista para ser vendido o sacado del país en cinco días. De acuerdo con los
registros de la Policía Nacional Civil, de 1998 a 2006 se reportaron 64,626 vehículos robados con un
costo unitario promedio de Q67,581.104, lo que equivale a un monto total de Q4.367,489.706, cifra
superior a cualquiera de los activos contabilizados por las más grandes empresas del país. Según
datos de la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros, en 2005, 14 aseguradoras pagaron
Q155.56 millones de quetzales en concepto de seguros de 2,0l6 vehículos robados; mientras que en
el 2006 el monto ascendió a Q130.45 millones, por 1,551 casos de unidades hurtadas5. Al sumar el
número de vehículos robados que no fueron cubiertos por las aseguradoras, la cantidad se
incrementa significativamente como se observa en la gráfica 1.

De 2001 a 2006, la Superintendencia de Bancos reportó una siniestralidad neta de Q2,190.5


millones. La gráfica 1 muestra que en 2003 se registró un máximo de 8,743 automóviles robados, lo
que revela la dimensión de la criminalidad existente: 25 robos diarios o bien un vehículo robado cada

104
hora; 30% son robos a mano armada y en más de 25 casos de ese mismo año, el asesinato acompañó
al robo.
El número tiende a disminuir, pero sigue siendo muy alto y los recursos financieros también,
constituyendo montos superiores al gasto público anual en el sector salud. Además, la economía
ilícita se ve acrecentada por otros actos ilegales, como los siguientes:
. ROBO DE FURGONES
Esta acción delictiva tiene profundos efectos en el comercio al por mayor y por menor por el
robo de la mercadería que contiene y su comercialización a precios inferiores de mercado, lo cual
introduce distorsiones al sistema de precios, a los márgenes de ganancias y a la recaudación tributaria
del IVA no pagado por las transacciones realizadas. Entre 2002 y marzo de 2007, fueron robados
2,066 camiones-furgones y 1,154 cabezales de furgón. El valor de lo apropiado varía mucho por la
diversa calidad de lo transportado. Como ejemplo ilustrativo, y conforme a registros de la PNC, en
octubre de 2006, en ruta hacia San Marcos un furgón robado llevaba Q90,000 en ropa; y en febrero
de 2007, en la ruta hacia El Petén el contenedor robado llevaba llantas, pintura, aceite, ropa, juguetes
y herramientas, todo valorado en Q500,000. Vea gráfica 2.
C. SECUESTROS
La evidente descomposición de valores de la sociedad nacional se expresa ampliamente en lo
que se conoce como “la industria del secuestro”. Este mecanismo tuvo un origen político en la época
del conflicto armado, cuando ocurrió la figura del desaparecido. Posteriormente, se convirtió en
negocio establecido por elementos diestros en operativos similares. En 1996, año en que se firmó la
paz, hubo 97 casos que representaron el 25% del total de secuestros; en esas fechas se sabía de la
existencia de 200 bandas, de las cuales 47 pertenecían al crimen organizado. Vea gráfica 3.

105
Desde hace dos décadas, el cobro del rescate se ha ido convirtiendo en una forma de ganancia
cuyos montos son sumamente difíciles de calcular. En la gráfica 3 se observa que para 2005 se
denunciaron 52 plagios (hay un porcentaje mas alto de secuestros que no son denunciados a las
autoridades, porque se negocian directamente) y se calcula un rescate promedio de Q50 mil. Ese
mismo año, los secuestros recaudaron aproximadamente Q2.6 millones. De acuerdo con el informe
sobre la violencia del PNUD (2006) se pagaron Q13.9 millones6 y el porcentaje de familias que pagó
el rescate se calcula en un 50%.
El secuestro por recompensa comenzó en estratos sociales altos para cambiar hacia sectores de
clase media como nuevas víctimas. En Guatemala, se ha vuelto un mal endémico. El Economist
Intelligence Unit señala que los secuestros “express” son la táctica favorita de esta organización
criminal: la víctima es secuestrada por una recompensa relativamente pequeña y es rápidamente
liberada.7
D. EXTORSIONES
Son otra modalidad de los actos delictivos y una de las fuentes más frecuentes para obtener
dinero. La economía del delito tiene aquí un negocio rentable. Generalmente la práctica la realizan
pandilleros juveniles, grupos criminales menos organizados y reos que actúan desde la prisión, entre
otros. Los responsables se apoyan en amenazas muy graves, pleno conocimiento sobre los ingresos y
rutinas de la víctima; la exigencia es hecha por una organización y no una persona.
Existen diversas clases de extorsiones: las que se hacen a pilotos de transporte público, a
pequeños negocios o a particulares, a las que llaman “cobro de impuestos” y se formulan desde las
cárceles.
Para el año 2005, las extorsiones a pilotos de buses ascendieron a 800 diarias con un monto
promedio de Q50.00 diarios. Anualizando estos datos se estima que por extorsiones de este tipo se
alcanzó una suma aproximada de Q14.6 millones. Por cobros a casas o negocios, Q52 millones,
extorsiones desde las cárceles Q219 millones y a empleados de maquila, Q10.6 millones. Estas
estimaciones buscan exhibir las pérdidas materiales que los ciudadanos sufren como resultado del
ambiente criminal de la sociedad en que viven.

106
E. ROBOS A VIVIENDAS Y COMERCIOS
El robo tiene mil caras, sin embargo, se considera este rubro como el más frecuente que golpea
a los particulares en sus hogares, casas o negocios.
El robo a residencias es un delito tradicional, en el sentido que siempre existió, pero su
aumento fue visible después de 1990, a pesar de tratarse de un delito que generalmente se oculta; los
pequeños robos o los así considerados no se denuncian nunca. De hecho, un alto porcentaje de
robos a residencias entra en lo que en el lenguaje policial se conoce como
“cifra negra”, es decir, se silencian. En 1998, hubo 1,448 denuncias; al año siguiente, 2.055; y
en el 2000, 2,193. Para 2005, la PNC informó de 830 denuncias, agregando que un 74% de los casos
no es reportado8.
No obstante, sea una u otra la causa en los últimos años, llama la atención que el número
absoluto haya venido disminuyendo, probablemente por la magnitud de las medidas de
“autoprotección ciudadana”: formación de comités de seguridad, construcción de garitas,
contratación de agentes de seguridad privados y, especialmente, a través del uso de sistemas
sofisticados de defensa electrónica. Según los datos de ENCOVI 2000, el 3.45 por mil casas es
visitado por los delincuentes y se calcula un total de 2.2 millones de hogares; la pérdida promedio en
robo a viviendas es de Q10.000, lo que produce una pérdida de Q759.2 millones. Los sistemas de
robo varían en barrios pobres, marginales o en sitios altamente protegidos. Se han producido robos
acompañados de asesinatos o con formas de extrema violencia personal.

F. ROBO A COMERCIOS Y OTROS


Esta modalidad delictiva se manifiesta a través de varias expresiones, motivos y modos de
operar. Algunas veces se trata de una persona que asalta un comercio para obtener dinero, bebidas

107
alcohólicas, comida u otros bienes; puede ser, en consecuencia, un ladrón improvisado o tratarse de
un profesional que planifica su accionar. Hay asaltos que suponen una organización criminal y que
no se producen como una acción aislada.
Según estadísticas de la Policía Nacional Civil, en el año 2000 hubo 2,033 denuncias de robos,
cifra que con menores variaciones se mantiene hasta hoy, alcanzando un promedio de 1,300 casos
anuales. Los datos del Ministerio Público sitúan el promedio en 2,500 robos anuales denunciados. La
extrema variedad de formas de operar desemboca en una “cifra negra” (casos no denunciados) muy
alta, pues las víctimas tienen miedo a futuras represalias. El robo tiende a confundirse con la
extorsión por la manera cómo opera, ya que puede también tratarse de lo que las maras califican
como cobro de impuestos.
Las pérdidas ocasionadas no han podido ser calculadas porque los robos denunciados son un
porcentaje menor de lo que realmente ocurre; sin embargo, pueden afectar el 5% del consumo
promedio de los hogares. El robo como extorsión a hogares y pequeños negocios se ha calculado de
forma mínima en Q52 millones como promedio anual, para el 2005 (PNUD, 2006:99).
Existen otras manifestaciones de violencia económica, tales como el robo a turistas, las
extorsiones a empleados de la maquila, asalto a bancos y otros. El cuadro 2 muestra un resumen
preliminar de los montos a que éstos ascienden.
Es importante señalar otro tipo de gastos que se derivan de la delincuencia como una
externalidad negativa. Tal es el caso de los gastos en salud para personas afectadas por la violencia y
la ilegalidad. No se han considerado los costos que apareja la atención médica y hospitalaria en los
casos de homicidios, lesiones, violaciones, así como los costos de oportunidad de una vida pérdida.
Es difícil calcular el valor del “daño emergente” y del “lucro cesante”, es decir de los costos
sicológicos o emocionales que la persona sufre, así como lo que deja de percibir como salario o
ganancia por el efecto de la agresión sufrida.
Otra dimensión importante y que tiene un conjunto de efectos en la economía nacional es el
referido al valor monetario de la seguridad de la empresa, cuya vulnerabilidad es múltiple en un
medio como el guatemalteco en donde las técnicas criminales se han modernizado más rápidamente
que los instrumentos policiales. Se entiende por gastos de seguridad empresarial, lo que se paga a los
negocios privados que la brindan.

El gasto privado en seguridad no sólo se mide por los gastos de atención médico-hospitalaria
sino por las inversiones preventivas o en las medidas de seguridad que se contratan.

108
Hacia finales de 2006, había en Guatemala 127 empresas de seguridad, 31 de ellas ilegales,
operando con 106,700 agentes, que representan más de cinco veces los miembros de la PNC. Estos
guardias privados incluyen a los guardaespaldas o personal dedicado a cuidar a personas susceptibles
de secuestro, extorsión o muerte y que se calculan en unos 20,000 entrenados.

Un sector particularmente sensible como objetivo criminal es el de las empresas, en tanto las
posibilidades son redituables para el robo sistemático, los secuestros, las extorsiones y otros actos
ilegales. La protección de la empresa y de sus funcionarios ha sido objeto de atención desde hace
algún tiempo, por intermedio de los más diversos dispositivos. El cuadro siguiente describe los
costos de la protección contratada en forma privada para las empresas.

En resumen, el impacto macroeconómico de los efectos de la violencia no ha sido medido con


exactitud; sin embargo, las estimaciones presentadas en este documento dan una idea aproximada del
fenómeno: hay desvío de recursos, disminución del ahorro, desinversión industrial, retracción
comercial y pérdida de ingresos fiscales no percibidos. Las cifras presentadas sobre los costos de la
violencia son tres veces más de lo presupuestado para educación y salud para 2005. En este año, el
presupuesto de gastos e ingresos de la nación fue ligeramente superior al 50% de lo invertido en
seguridad y costos de la criminalidad.
El peso del gasto de los hogares y especialmente de los empresarios constituye un elevado
costo de oportunidad, y un factor negativo en la competencia. El Estado ha mostrado poca

109
capacidad para dar seguridad al mercado y enfrentar a un ejército de guardias privados con cobertura
creciente.
La agenda de seguridad forma parte de la modernización y desarrollo socioeconómico y
político del país. El tema de la seguridad es un aspecto funcional constitutivo del Estado. La
protección al mercado de la amenaza del crimen es parte de una revitalización de lo público, a la
cabeza de lo cual aparece el Estado.
3. El Narcotráfico
El tráfico de drogas ilegales, con todos sus derivados, se ha convertido en un componente de
la actividad económica no observada de la sociedad guatemalteca. El funcionamiento de la sociedad,
en consecuencia, no se completa sin comprender hasta donde sea posible el funcionamiento del
subsistema de las drogas ilegales, básicamente, cocaína, heroína y drogas químicas. Su importancia no
es reciente, aunque es tardía la conciencia de su significación en la política, la salud, la vida social y la
economía.
Al analizar los temas que genéricamente se conocen en el medio local como narcotráfico, el
sentido común apunta a las dimensiones que no por ser las más visibles son las más importantes: el
consumo, la violencia y el enriquecimiento súbito. Se oculta tras la acción del Estado, una estructura de
producción, tráfico, generación de recursos financieros, acciones de compraventa, inversiones,
consumo, que conforma la “economía del narcotráfico”.
Las estimaciones se consideran de carácter preliminar debido a que no se dispone de
información suficiente, confiable y actualizada. La complejidad y las limitaciones señaladas hacen
difícil dibujar un retrato completo del fenómeno.

A. GUATEMALA COMO CORREDOR DEL ISTMO


Muchas veces se cuestiona porque Guatemala es seleccionado como paso de estas
transacciones si varios países del istmo centroamericano, muy semejantes entre sí, también podrían
cumplir con esas funciones de corredor ilegal; de hecho, hace dos décadas, la importancia de Costa
Rica en el tema era relativamente mayor. Es probable que el peso funcional del Estado sea un factor
disuasivo o favorable. No es convincente la relación entre el desarrollo de los negocios ilegales y la
pobreza, las desigualdades o una eventual crisis económica.
Hay una sociología de la criminalidad que argumenta que una cierta estructura social y política
es más favorable al estímulo de conductas delictuosas, genéricamente articuladas a una tradición de
ilegalidad o a una cultura de la violencia.
Sin duda, algunas condiciones históricas de Guatemala cambiaron en el último tiempo a raíz
del largo período del conflicto armado. El movimiento armado actuó en la ilegalidad y la forma de
combatirla también revistió un carácter informal, con el uso de violencia ilegítima como recurso

110
inmediato del Estado frente a los alzados. Por la naturaleza de los factores mencionados, se produjo
la parálisis del sistema de justicia estatal, no hay delitos sino hechos de guerra, luego no hay culpables.
Tal como ocurrió en este país, la justicia dejó de ser institucional, se hizo personal, creció la “cultura
de la justicia por mano propia”, la venganza del agraviado y el resultado final fue la impunidad
tolerada.
Aunque durante las décadas del conflicto no floreció el narco-negocio, en sus años finales se
iniciaron operativos de tráfico y eran comunes las operaciones criminales de militares y otros
funcionarios del Estado, debido a la ausencia de controles institucionales. La historia demostró que
hubo por parte de éstos una derivación posterior hacia el negocio de las drogas ilegales en la época
inmediata al post-conflicto.
En general, los actos al margen de la ley (tráfico y consumo de drogas ilegales) es mas fácil que
ocurran en Estados que han vivido guerras internas y están en procesos de reestructuración, en
comunidades fragmentadas, o donde ocurrió lo que se llama destrucción “del tejido social”,
entendido como una alteración negativa de las relaciones sociales de cooperación y solidaridad. La
extrema concentración de poder, sin control legal, produjo lo que se ha calificado como una
derivación criminal de los poderes formales.
En perspectiva histórica, se pueden distinguir tres momentos en la actividad del tráfico de
drogas en Guatemala. Un primer período en los años ochenta, casi exclusivamente orientado al
tráfico de la droga y otras actividades menores dedicadas especialmente al tránsito y almacenaje de la
misma.
Un segundo momento, se distingue por el aumento en todos los aspectos del negocio y la
dirección fue ampliándose socialmente, incluyendo en posiciones de mando a civiles conocidos. Se
consolidan grupos criminales, se determinan territorios y jurisdicciones, las rivalidades internas
aumentan y con ello numerosos ajustes sangrientos de cuentas, de lo que las autoridades nacionales
no han podido sino clasificar como criminalidad común.
Un tercer momento a partir de 2000-2003, con el crecimiento cualitativo de las acciones del
tráfico hay un desborde humano y financiero importante, pero difícil de cuantificar. Se incorporan
nuevos sectores sociales, algunos de estratos medios, comerciales, inmobiliarios y financieros,
capaces de sostener las estructuras del lavado de dólares y complejas operaciones bancarias que
participan en inversiones productivas.
Los dos primeros momentos correspondieron con procesos políticos ocurridos casi
paralelamente; los militares contrainsurgentes gobernaron hasta 1985, que fue el período en que
Guatemala empezó a construirse como un punto estratégico del narcotráfico. La democracia política,
después de esa fecha, no se tradujo en una desmilitarización inmediata, sino hasta después de 1996.
Mientras tanto hubo una fuerte presencia, control y tutelaje que favorecía las actividades
ilegales. El Estado no ha estado presente en muchas zonas del país, donde ha privado la ausencia de
leyes y autoridades, operan grupos contrabandistas y en general ha habido una reestructuración
criminal bajo la dirección de civiles y militares.9

111
B. LA IMPORTANCIA DEL NARCO NEGOCIO EN GUATEMALA
Tomando en consideración las varias dimensiones que comprende esta actividad, partir de un
análisis económico puede ayudar a la comprensión del fenómeno, pero no lo agota: deja importantes
dimensiones sin considerar. El tema del narcotráfico obliga en un futuro a adoptar un enfoque
multidisciplinario, ya que se tocan aspectos de política interna e internacional, análisis de
instituciones, de las desigualdades y pobreza, del Estado y su burocracia, de la corrupción que genera,
de temas relacionados con empleo, ingreso y hasta aspectos que tocan la dimensión moral.

El cuadro 6 muestra la relevancia de la demanda de cocaína en varios países. Esto conlleva a


un cuestionamiento: ¿Por qué hay sitios que aparentemente son ideales para la producción de drogas
y no son tomados en cuenta? La respuesta es decididamente difícil. Si el mercado de consumo mayor
está en los Estados Unidos, la producción podría ubicarse allí mismo o en el país vecino. No ha sido
así, pero tampoco se trata de una simple división internacional del trabajo en la industria de las
drogas o de decisiones arbitrarias, se estima que lo económico es determinante.
¿Por qué ha llegado a ser un rasgo estructural de la vida social en Guatemala? La respuesta es
compleja. El país está situado en el corredor económico comercial que conecta las zonas productoras
(Colombia, Perú y Bolivia) con el más grande mercado de consumo (Estados Unidos). Según el
National Drug Intelligence Center, por la ruta Centroamérica/México hacia los Estados Unidos se
transportó en 2006 una cifra que ha llegado a ser hasta el 80% del total. Júzguese la importancia de

112
Guatemala por donde pasan anualmente entre 330 y 350 toneladas, lo que significa como “valor de
tránsito” entre 700 y 1,000 millones de dólares.10

La importancia se traduce también en otras manifestaciones directamente vinculadas con el


narco negocio, pues el país no sólo cumple con la función de ser un lugar de tránsito sino también
con otras cinco que integran la llamada industria de las drogas ilegales: a) sirve de espacio de tránsito
de tales drogas; b) como consecuencia de ello, es un sitio de depósito y de redireccionamieno de los
destinos de la mercancía; c) a su vez, y como derivación de las tareas anteriores, es un mercado de
consumo; d) por la magnitud de las funciones descritas y el clima de conveniencia que ellas suponen,
es un mercado financiero, de lavado de dólares y de inversión; y d) finalmente, el país se ha venido
convirtiendo en productor de heroína, de manera indirecta por que se cosechan flores de amapola,
que se trasladan de inmediato al mercado mexicano.
C. LA GEOGRAFÍA DEL NARCO NEGOCIO
El transporte terrestre y aéreo se hace preferentemente por Petén, donde funcionan dos
grandes corredores, uno que arranca en Sayaxché y llega a Palenque y el otro de La Libertad hasta
Tenosique. El primero ha tenido una importancia creciente por sus pistas y su articulación con el río
Usumacinta. En estos sitios, lo que vale es la geografía, que protege, oculta y defiende. Así como se
pueden identificar grupos sociales afines a las actividades ilícitas, también hay una geografía de las
drogas ilegales.

113
Las sociedades de base agraria son desiguales en su desarrollo, en su continuidad social y
cultural, además tienen regiones muy desiguales entre sí, por ejemplo, en donde existe más el culto a
la violencia, hay ausencia de respeto al género, hay caudillos locales, una cierta militarización de la
vida civil y un fuerte racismo.
El oriente de Guatemala es distinto al resto del país por su población blanco-mestiza; fue una
región de emigrantes españoles pobres que se diferencian sobre todo del occidente del país. Es por
ello que no constituye un dato casual que cinco de los siete grupos criminales y narcotraficantes más
importantes (2004) se encuentren en los departamentos de Izabal, Zacapa y Chiquimula y más
recientemente en Jutiapa. En el caso de El Petén, se calcula que al menos 37 comunidades colaboran
a cambio de pagos que oscilan entre Q5,000 y Q20,000 mensuales.
Un tercer punto es el área del Pacífico, por las playas de Escuintla, Retalhuleu y Suchitepéquez
y el control de Puerto Quetzal. El tráfico marítimo ha tenido momentos de gran actividad, como
medio alternativo eficiente. Finalmente, la frontera baja con México, en San Marcos. Es poco
conocida la otra actividad, la siembra de amapolas
y el tráfico de heroína, como lo muestra el volumen de incautaciones; en efecto, el país es
productor de amapola en cantidades crecientes que se entregan a grupos mexicanos que operan
directamente del otro lado de la frontera. En 2006, las autoridades destruyeron 27 millones de
plantas, lo que indica que el cultivo recuperó sus niveles del año 2000 en que había 2.000 hectáreas
cultivadas.
La ciudad de Guatemala, y en general la región metropolitana, es un espacio particularmente
importante en el narconegocio, porque varias dimensiones del mismo se ejecutan aquí. Es el mayor
mercado de consumo y, sin duda, del lavado de dólares.
D. EL MERCADO DEL NARCOTRÁFICO
Se entiende por economía del narcotráfico el valor de los activos financieros que constituyen
una suma estimada de los diversos componentes monetarios de lo que internamente se trafica o se
consume, lo que se invierte, se deposita o se “lava”. Esto daría un total relativamente próximo a la
importancia económica de la narco actividad en el ámbito de la economía nacional. Resulta imposible
trazar un cuadro completo de las diversas actividades del negocio ilegal de las drogas. Se exponen
algunas situaciones, datos y referencias que permiten una aproximación a la importancia del mercado
durante 2004-2006.
Por ejemplo, las estructura antinarcóticos en El Petén, en el aeropuerto La aurora, en la
infraestructura aeroportuaria de la costa sur y en el control de las zonas fronterizas han sido
utilizadas para asegurar el tránsito y el cargamento de drogas. En la primera época, cuyo punto de
inflexión fue en 1994, se estima que ingresaban al país unas 70 toneladas anuales de cocaína. La
operación Cadencia, que fue un intento por terminar con el método aéreo del trasiego ilegal, bajó el
número de vuelos detectados de 84 (1992) a 25 (1993)11 , que junto a otras medidas intentaron
disminuir el flujo criminal; sin embargo, la operación no dio los resultados esperados.
Hacia mediados de 2002, se descubrió el robo de 3 mil kilos de cocaína almacenados en el
DOAN, oficina especializada en la lucha antidrogas, después de dos años de robos; más de 30
policías, incluyendo jefes, fueron acusados. Se estimó todo en unos Q160 millones de quetzales. Se
menciona este dato, ejemplo particular de muchos parecidos porque revela la amplitud de la
corrupción, la magnitud de los alijos de droga y la forma en que ese dinero promovió socialmente a
sus autores.

114
El número de pistas de aterrizaje en todo el país, pero de preferencia en El Petén, aumentaron
y, por lo consiguiente el monto que se paga por ese servicio. Se calcula que se pagan entre US$25,000
y $US50,000 por cada aterrizaje y desembarque de drogas. Se especula que permanentemente
operaban unas 100 pistas que han perdido importancia relativa por los cambios en el método de
tráfico, donde la vía marítima-costera adquiere relevancia. Por otro lado, el país es un productor
potencial de 1.4 toneladas métricas de heroína, que es una cifra menor en el mercado mundial, donde
Colombia tiene 3.8 toneladas.12
La inserción de una élite empresarial emergente significó una ampliación del mercado por los
acuerdos políticos y económicos alcanzados con sectores de las élites del centro. Es posible que la
actividad haya aumentado porque las autoridades del gobierno redujeron sus acciones después del
año 2000. El número de incautaciones practicadas por el gobierno disminuyeron al punto que, en
diciembre de 2002, Guatemala fue certificada como país poco comprometido en la lucha antidroga.
Sin embargo, para 2003 se dio un giro pasando del decomiso de 2,400 kilos en todo un año
(2002) a 2,558 kilos en tres semanas. Por estas fechas, se recogieron Q112 millones en varios
operativos. En mayo de 2003, se encontraron más de US$14 millones en efectivo, más otros valores
que son sólo un ejemplo de la cuantía de los recursos que se mueven. También ha habido compra de
tierras; la cual se calcula en 887 caballerías (2.4 millones de manzanas) adquiridas e inscritas; así como
421 kilómetros cuadrados de tierra apropiados ilegalmente. En ambos casos se han construido pistas
de aterrizaje y otras instalaciones.
El gobierno norteamericano insistió en la existencia de una estructura criminal con cinco
oficiales militares a la cabeza y la complicidad de la policía y otros cuerpos de seguridad. Toda la
preocupación por la certificación de Guatemala condujo a la firma de un Acuerdo Marítimo y Aéreo
el 21 de agosto de 2003, que autoriza el ingreso de naves, aeronaves y fuerzas de seguridad
norteamericanas para el combate al narcotráfico (también llamado Plan Maya-Jaguar).
Los dos cuadros siguientes exhiben información importante que da una idea cuantitativa del
volumen de coca y heroína que intentó cruzar por los territorios de estos países. No hay una relación
permanente entre el total de la droga que se produce y el porcentaje de lo que se incauta y aun
menos, entre el total de la droga que se intenta pasar por el cielo, la tierra o el mar de estos países y el
porcentaje que las autoridades nacionales son capaces de capturar. No obstante, la información

115
permite hacer algunas inferencias relativas al mercado interno, considerado como lugar de tránsito y
consumo, inversión y lavado.
En efecto, las cantidades incautadas son altas lo que refleja que lo que transita es significativo y
tiene relativa estabilidad. La comparación con los otros países de la región permite otro par de
consideraciones: en todos ellos el narcotráfico está presente, pero las diferencias de lo incautado no
necesariamente se traduce como un mayor o menor control de las instituciones responsables.

La economía nacional está siendo impactada por actividades ilegales no observables que
generan recursos financieros o transacciones de venta ilegal, cuyos resultados entran en el flujo
monetario, aunque no se contabilicen. Una aproximación preliminar señala que la cifra del
movimiento de cocaína establecida se ubicó entre el 1.2% y el 1.75% del PIB de Guatemala en el año
2000 (Pérez Riera, 2007:47). La importancia en el sistema económico corresponde a US$ 618
millones. Este movimiento ha aumentado y para 2006 la cantidad de coca que ha pasado equivale
entre el 1.9% y 2.8% del PIB, según cifras del Banco Mundial.13 Esto representa más de US$ 900
millones.
La referencia más importante para el cálculo del movimiento de dólares en el mercado
guatemalteco es utilizar la prima de intermediación, que se considera como base de poder de los
grupos más consolidados. Ello tiene los siguientes valores: precio de ingreso a Guatemala: US$5,000
por kilo14; precio de venta al por mayor en México, US$7,880 y Prima de intermediación: US$2,000 a
US$2, POLSEC/2005, Tabla 5, en Economías ilícitas estima un movimiento anual dentro de
Guatemala, solo en cocaína, de US$700 a US$ 1,000 millones de dólares al año. No se incluye aquí el
escaso valor de la producción de amapola.
Todo esto conduce a la siguiente conclusión sobre la economía ilegal: el país no es
principalmente un espacio de consumo, no es importante por la cuantía de ventas internas; por el

116
contrario, crece en importancia el papel que desempeña el trasiego a mercados más rentables y el
interés por alcanzar fases de comercialización más redituables.
Finalmente, un aspecto socioeconómico a destacar es que la economía del narcotráfico tiene
efectos visibles en la movilidad social de quienes la ejercen. El cambio de estatus ocurre en pocos
años, sobre todo por la utilización de símbolos y consumos que imitan a las clases altas. Este
fenómeno ha ocurrido en todas partes donde el dinero fácil y abundante induce al ascenso social, de
manera particularmente ostensible en comunidades pequeñas o en sociedades que como Guatemala
tienen fuertes desigualdades sociales. La movilidad ascendente puede beneficiar a algunos, pero tiene
una debilidad interior; como fenómeno socialmente condicionado por la cultura imperante, tiene
límites: ser narcotraficante puede dar poder y dinero, pero desprestigia, aunque sea disuasivo de
cualquier juicio de orden moral.
La economía de las drogas ilegales ha profundizado las grandes desigualdades que cruzan la
sociedad guatemalteca y, por su naturaleza, no contribuye al desarrollo debido a que genera
externalidades negativas, una de las cuales es que opera como factor que contradice la dinámica
regional o local del desarrollo, la relaja o condiciona negativamente.
E. EL LAVADO DE DINERO
Es una actividad complementaria al narcotráfico. El tráfico de drogas produce millones de
dólares de ganancia en billetes de baja denominación; tiene que ser invertido para limpiarse y así
poder entrar legalmente al mercado financiero formal. El lavado de activos es un dato nuevo en la
región. Alcanza en América Latina una magnitud entre el 2.5% y el 6.3% del PIB anual, según datos
del BID. No sólo es un fenómeno nuevo de contabilizar, sino que el público aún no asocia este
hecho con situaciones que puedan afectar en términos concretos la actividad nacional.
Puede perturbar la economía por la posibilidad de generar distorsiones a nivel
macroeconómico (agregado) que alteren los equilibrios entre inversión y producción, vitales para el
desarrollo económico y que tienen efectos de largo plazo. Por ejemplo, no les interesa si están
vendiendo un producto por debajo del precio de costo o “matando” a la competencia con sus
precios no de mercado y con ello provocando la quiebra de empresarios que sí tienen negocios
legales. También pueden generar crisis financieras y bancarias, ya sea al ingresar o retirar grandes
cantidades de dinero al sistema bancario (lo que distorsiona el precio de la moneda nacional y los
niveles de inflación).
A nivel macroeconómico, el efecto se expresa en precios distorsionados respecto de los que
habría en una economía sin restricciones operadas por las medidas antilavado.15 Así, estos recursos
pueden ir a empresas de baja productividad y sostenerse con pérdidas que empresas talvez más
modernas no pueden soportar. La experiencia es cada vez distinta, por su volumen el lavado se
vuelve incontrolable; con estimaciones para América Latina desde 6.3% hasta 2.5% del PIB.

117
La experiencia de otros países muestra que una condición para el lavado de dinero “efectivo”
es la existencia de mercados volátiles, poco supervisados, sin barreras de entrada o salida de oferentes
y con numerosos participantes. También ayuda la economía informal y limitados grados de
institucionalización. Algunos expertos sugieren analizar los flujos de remesas familiares, ya que el
monto de envíos va en aumento, pero el número de los que expatriaron asciende a más de 32,000
guatemaltecos en el 2007.
El modelo clásico (Osorio, 2007:6)16 de lavado consta de 3 etapas: dispersión o
fraccionamiento del monto que se espera blanquear, en cifras menores que no llamen la atención;
transacción o utilización de los montos diversificados, en operaciones comerciales varias veces para
anular la posibilidad de rastreo; y la integración o unificación de los montos transados varias veces y
por ello, ya limpios. Se ejecuta aquí la operación ‘costo-beneficio’, al punto que si los controles son
muchos y los riesgos también, el beneficio puede bajar o desaparecer; de ahí la audacia de muchos
narco negociantes.
En Guatemala operan, sin duda, varios grupos especializados en el blanqueo de dinero;
diversas medidas se han tomado para combatirlo, incluyendo una legislación preliminar para
identificar movimientos anormales de recursos bancarios.
La gráfica 8 presenta que Guatemala se encuentra en la posición número ocho de países donde
el lavado de dinero opera, y por arriba del promedio latinoamericano. La gráfi ca 9 ilustra las
opiniones de empresarios entrevistados sobre sus percepciones de los problemas que enfrentan en su
negocio. No debe llamar la atención el obsesivo rechazo que tienen los empresarios guatemaltecos
sobre el tema de los impuestos: 57% comparado con 35% de Nicaragua. Los problemas del desborde
criminal son los más importantes, y de nuevo Guatemala aparece en primer lugar, con un 80% de
importancia. En rigor, comparados con los otros dos países de desarrollo muy similar, los
empresarios guatemaltecos son los que tienen las más altas tasas de quejas.

118
Se dispone de una estrategia de combate por parte de los Estados Unidos, orientada sobre
todo a castigar la producción y el traslado, es decir, a debilitar la oferta. Hay en estas políticas la
decisión de forzar a los gobiernos a abatir el conjunto de actividades que forman el narcotráfico. Hay
ayuda militar y policial, cuyos montos aparecen en los cuadros 10 y 11.
Las políticas norteamericanas incluyen ayuda económica y social a los gobiernos
comprometidos. Como puede verse, Panamá ocupa el primer lugar, en tanto ha constituido un
“paraíso” para el tráfico de las drogas ilegales y un espacio ideal para el uso de los recursos
financieros tan cuantiosos: la noción de lavado de dinero no señala con certeza los resultados del
manejo del dinero sucio. Con el dólar como moneda nacional, los activos del narcotráfico se
invierten en enormes construcciones como edificios de oficinas, hoteles, mercados colectivos. Los
efectos de la cocaína se convierten en rascacielos de lujo.
Guatemala es el segundo país en percibir asistencia financiera para programas antidrogas, lo
cual es una señal de alerta para encauzar esfuerzos en reducir la dinámica de estas actividades
económicas no observadas que alteran el funcionamiento de la economía nacional formal y las
condiciones sociales de la población.

119
4. Consideraciones finales
La economía “no observada” del mercado guatemalteco genera importantes flujos de recursos
financieros de origen ilegal, que se mueven en su interior a través de numerosos actores económicos
que producen, comercian y consumen en actividades asociadas al crimen y al tráfico de drogas
ilícitas. Estos flujos generan distorsiones internas en las estadísticas formales de producción y
empleo, en la medición de los flujos monetarios y el tipo de cambio, en los precios domésticos, y en
el mercado laboral formal. Además tienen impacto adverso en los vínculos sociales y el cambio de
valores como el respeto y la integridad.
De acuerdo con estudios realizados por el BID y el Banco Mundial sobre la economía de
Guatemala, se estimaron impactos económicos del siguiente orden:

Las actividades económicas asociadas a estas transacciones ilegales representaron el 10.1% del
PIB total, generando flujos equivalentes a US$3,286 millones, los cuales incidieron en un aumento
del consumo sin contraparte de producción y empleo, un desestímulo al crecimiento del PIB formal
y una “renuncia tributaria17” forzosa al dejar de recaudar fuertes montos de impuestos directos e
indirectos.

120
Es oportuno señalar que esta primera aproximación fue elaborada como contribución a la
discusión del tema sobre la economía “no observada”, que reviste importancia para la economía
guatemalteca con amplias brechas sociales y económicas sin solventar, y que advierte fuertes
limitaciones presupuestarias para el desarrollo de una política social equitativa que mejore los niveles
de desarrollo humano de la población.

Referencias bibliográficas
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Susan C. Peacock y Adriana Beltrán (2006). Hidden powers in post-conflict Guatemala. WOLA.
World Bank, Guatemala Data Profile (www.worldbank.org).

* Autorizada su reproducción. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, La economía no


observada: una aproximación al caso de Guatemala, Cuadernos de desarrollo humano 2007/2008. Guatemala:
PNUD, 2009. ISBN: 978-99939-964-6-1

121
Notas:

1 Montañez, V. Economía ilegal y narcotráfico en América Latina. Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas.
Nicaragua.
2 Operación consistente en asignar o atribuir determinados valores a un producto o a una estructura de productos,

cualquiera que sea el criterio o clave de distribución que se utilice.


3 BID, Asalto al desarrollo: violencia en América Latina, Washington, DC 2000.
4 PNUD, El costo de la violencia en Guatemala, Guatemala (2006: 98, Tabla 14).
5 La información policial tomada de R. Pérez Riera, La economía ilícita en Guatemala, documento de consultoría, PNUD

(2007:5).
6 PNUD, El costo económico, op. cit. cuadro 14, p. 90, punto 5.9
7 Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito, “Crimen y desarrollo en Centroamérica. Atrapados en una

encrucijada“, Eslovakia (2007: 75)


8 La información policial tomada de O. Pérez Riera, La economía ilícita en Guatemala, documento de consultoría, PNUD

2007.
9 Argumentos para establecer esta reestructuración se pueden observar en: Frank Smyth, “The untouchable narco-state“ en

The Texas Observer, 18 de noviembre 2005; Susan C. Peacock y Adriana Beltrán “Hidden powers in post-confl ict Guatemala“
WOLA, 4 de diciembre 2006; versión en español:”Poderes ocultos: grupos ilegales armados en la Guatemala post confl
icto y las fuerzas detrás de ellos” WOLA; David Keen, “Demobilising Guatemala”, LSE, Crisis State Programme, Working
Paper No.37, 2003.
10 Rolando Pérez Riera, “Guatemala y la economía ilegal de las drogas: situación y perspectivas”, PNUD, Documento de

consultoría, Guatemala, octubre 2007, p. 3. Salvo mención en contrario, los datos que aparecen en este apartado del
tráfico de drogas son tomados de este trabajo.
11 GAO, Drug Control: US Counterdrug Activities in CA, Statement of Benjamín F. Nelson, International Affairs Issues,

2 de agosto, 1994
12 Véase Naciones Unidas, Oficina contra la droga y el delito, crimen organizado en Centroamérica, Nueva York

(2007:14).
13 World Bank, Guatemala Data Profi le (www.worldbank.org)
14 Drug Intelligence Brief, abril, 2003, en Pérez Riera (2007: 54)
15 Héctor Osorio Gómez, Alertas tempranas para la prevención del lavado de dinero, REPRI, revista electrónica de la UFM, 2007:

3 y siguientes).
16 La información de esta sección es tomada de este estudio.
17 La renuncia tributaria es aquella recaudación que el fisco deja de percibir como producto de la aplicación de franquicias

o regímenes impositivos especiales cuya finalidad es favorecer o estimular determinados sectores, actividades, regiones o
agentes económicos. En este caso de la economía no observada, la renuncia tributaria es forzosa y no es el resultado de
una política fiscal explícita.

122
CENTROAMÉRICA: ESTADO, CRIMEN Y CIUDADANÍA
(Abril de 2010)

MARTÍN RODRÍGUEZ PELLECER*

Centroamérica se enfrenta a una crisis por niveles de inseguridad y crimen organizado que
amenazan la viabilidad de los Estados y las sociedades, y por la tarea incompleta de una transición en
seguridad desde Estados autoritarios contrainsurgentes hacia Estados que protejan a sus ciudadanos
en democracia. La amenaza del narcotráfico, los factores indispensables para su asentamiento en el
Estado y la sociedad, la relación con las pandillas, el lavado de dinero y las respuestas desde la
ciudadanía fueron el hilo conductor del Seminario organizado por FLACSO-Guatemala y FRIDE –
think tank europeo con sede en Madrid- el 18 y 19 de febrero recién pasados.
La actividad reunió a 30 expertos continentales –en especial guatemaltecos- para discutir sobre
estos temas bajo la regla de Chatham House, con la que toda la información presentada puede ser
utilizada pero sin ser revelada la fuente ni la filiación institucional de la persona.1 Es por esto que el
documento recoge las presentaciones y los debates, pero sin citar a los autores, que aparecen
alfabéticamente en listas de ponentes y participantes. FLACSO no se hace responsable ni comparte
necesariamente todas las opiniones presentadas durante el Seminario y reproducidas a continuación.
Narcotráfico en perspectiva
La “guerra contra las drogas” lleva 40 años en América, desde que el presidente
estadounidense Richard Nixon (1969-1974) la declaró en medio del escándalo del Watergate. Hoy
existe un consenso de que esta guerra es, cuando menos, no exitosa, y cuando más, una política
fracasada. En lo que no hay un consenso todavía es en las causas del narcotráfico. No hay un modelo
económico que lo explique, porque de ser tan sencillo, por ejemplo, Colombia tendría más
competencia en la producción mundial de cocaína que en la de café.
Se sabe que hay causas que contribuyen, como la pobreza, la desigualdad y la corrupción; y
aunque no hay un solo factor necesario, uno de los más influyentes es la gran brecha entre la ley y la
norma aceptada socialmente. Hay grupos en la sociedad que consideran que está bien violar la ley. Y
esta brecha entre la ley y la norma pesa más en sociedades vulnerables, frágiles.
Las políticas públicas de la “guerra contra las drogas” atacan algunos de los factores y logran
bajar la rentabilidad en alguna medida con sanciones o extradiciones. Buscan resolver el problema
con muchos garrotes –y el desarrollo alternativo como única zanahoria-, pero no hay ninguna política
para resolver el problema fundamental del conflicto entre normas.
Un ejemplo de estos garrotes es la política de erradicación y castigo a los campesinos por los
cultivos de amapola, que no toma en cuenta que estos cultivos son resultado de la demanda de los
narcotraficantes, no de opciones espontáneas de mercado.
En la discusión sobre los garrotes contra el narcotráfico, se lanzó una pregunta paralela al aire.
En la historia, si el crimen organizado casi no ha generado violencia en el mundo, ¿por qué ahora sí y
por qué en nuestros países latinoamericanos? Esto lleva a otro de los problemas. En muchos países
latinoamericanos, como Guatemala, durante los últimos 50 años no se prestó atención al crimen
porque no generaba violencia, y por esto no era de “interés nacional”.

123
De regreso en la pregunta principal, se reconoció que para acabar con la criminalidad y el
narcotráfico, la legalización elimina el factor necesario de la demanda ilegal y lo que ésta conlleva,
pero eso no va a pasar en el corto plazo. El prohibicionismo va desde Estados Unidos hasta Rusia y
la China; y es interesante que los únicos dos países latinoamericanos que se opusieron en la ONU a
que se fomente la política de reducción de daños (tratar a los consumidores de drogas como
enfermos y no como delincuentes) fueron Colombia y Cuba, los gobiernos que en lo ideológico se
sitúan más a la derecha (Uribe) y más a la izquierda (Castro) del continente, respectivamente.
Una política pública que no se ha llevado a cabo y puede aportar en gran parte a la solución de
ese factor necesario es la armonización de la ley, la cultura y la moral (como promovió Antanas Mockus
durante sus administraciones como alcalde de Bogotá durante la década de los 90). Esto es cerrar esa
brecha entre ley y normas de comportamiento social. Para Mockus, es clave transformar la cultura
ciudadana, que se encuentra en tres sistemas reguladores del comportamiento de los individuos: la ley,
la cultura y la moral. Cuando hay discrepancia entre la regulación jurídica (legal), la regulación cultural
(colectiva) y la regulación moral (individual), se genera una cultura ciudadana débil que se evidencia en
la aceptación cultural y moral de comportamientos ilegales o en la no aceptación cultural o moral de
obligaciones legales. Este divorcio entre ley, cultura y moral elimina la autorregulación y hace
traumática la convivencia.
Si en vez de esto se deja la responsabilidad en el otro (en este caso en el demandante de droga,
EEUU), la situación no mejorará. La solución es resolver los problemas internos, crear sociedades
razonables en América Latina.
Una de estas brechas entre ley y normas de comportamiento legal está en el secuestro. En
Colombia –como en otros países de América Latina-, la propiedad no es legítima sino corrupta; un
privilegio. Entonces en Colombia –como en otros países latinoamericanos- un secuestro se ve como
una transferencia de rentas porque la propiedad es considerada un privilegio. “Si no tengo ese
privilegio, entonces me paso a la ilegalidad”.
Colombia –que hace 30 años se consideraba a la mitad del camino entre la producción de
amapola en Perú y Bolivia y el consumidor de EEUU- paga los platos rotos de lo que no invirtió en
mucho tiempo en su sociedad. América Latina no tiene un contrato social; las constituciones dicen el
ideal pero no lo viable y todavía no se acepta que el diferente es tan digno como el parecido. Se
necesita un debate sobre qué sociedad queremos para buscar soluciones.
Fenómeno más biológico que newtoniano
Durante décadas, se ha pensado que el narcotráfico –como todos los problemas sociales- es
parecido a las leyes de la física newtoniana, en los que el factor “x” lleva al resultado “y”. No
obstante, el fenómeno se asemeja más a la biología y parece ser de naturaleza evolutiva. El
narcotráfico, pues, se asienta en cuerpos débiles, con defensas bajas. Esto explicaría (además del
factor geográfico) por qué prefiere asentarse en Guatemala que en Costa Rica, donde hay una
ciudadanía más plena.
Desde esta perspectiva, entonces, una de las soluciones contra el narcotráfico es aumentar las
defensas de la sociedad y por esto se debe construir no sólo Estado, sino una sociedad de ciudadanos.
El fenómeno surge por sociedades laxas, que tienen grupos sociales en los que se acepta que las
actividades ilegales son válidas, son una opción.
Esta idea de la construcción de Estado y sociedades de ciudadanos se enlazó con otra idea
presentada en la mesa. Los vientos de reducción del Estado por las ideas neoliberales durante los años
noventa hicieron que el Estado no pudiera tener capacidades para responder a las amenazas que
vendrían una década más tarde.

124
A esto se suma la pérdida del sentido de lo público. Esto pensando en lo público como
contraposición a lo privado, como una esfera más amplia que sólo el Estado, como la construcción
del bien común. La lógica perversa que dice reducir el Estado termina reduciendo lo público y las
posibilidades de construir el bien común, y –con esta construcción del bien común- revertir las
décadas en las que las instituciones se han utilizado para construir el bien grupal o personal. En
Medellín, la recuperación de la confianza en lo público por medio de transparencia y mediciones de
resultados fue clave durante la última década.
¿La desconfianza provoca participación?
En este diálogo entre los problemas de seguridad y de ciudadanía, se exploraron casos andinos
(Ecuador y Bolivia), que tienen muchas similitudes a los mesoamericanos (México, Centroamérica y
Colombia). La inseguridad ciudadana moviliza –a diferencia de otras partes del mundo- más incluso
que el desempleo. Las marchas blancas en demanda del fin de la violencia son algo común en
América Latina en los últimos años, así como su visibilización mediática. A esta respuesta ciudadana
de movilizaciones se suma otra, de iniciativas microlocales de sistemas de alarmas comunitarias,
privatización de la seguridad y justicia con mano propia.
Estas dos respuestas tienen una caja de resonancia en la opinión pública, que tiene un discurso
securitario y pauta cómo se debe actuar, con respuestas poco civiles y efectos en la recomposición del
espacio público. Así, hay una desconfianza que produce dinámicas de organización ciudadana en
sustitución del Estado y genera un tejido social en los espacios urbanos.
Esto sabiendo que se parte de una desconfianza generalizada que puede dividirse en una
desconfianza en las policías y las instituciones y otra es una desconfianza interpersonal, que reduce la
confianza al núcleo familiar. Hay una desafección política y una baja participación. Hay una pérdida
de las virtudes cívicas y en las tendencias asociativas; merma el interés por lo público, hay menos
sindicatos, menos asociaciones urbanas, menos juntas y la única excepción de mayor afiliación en
aumento son las iglesias neopentecostales. Esto es preocupante porque esa nueva afiliación no es
deliberativa sino que le dice a sus miembros cómo pensar.
No obstante, este punto de partida de desconfianza y desafiliación encuentra un nuevo
fenómeno. La desconfianza política propicia la necesidad de mayor control sobre las instituciones,
con veedurías (observatorios) y con más controles ciudadanos. Las instituciones que surgen en medio
de la descomposición de la desconfianza política son para aumentar el control popular. ¿La
desconfianza genera más o menos participación? Ésta puede abrir un margen para la legitimidad. Hay
una relación entre desconfianza y participación.
Legitimidad por medio de participación
Las instituciones de las transiciones democráticas en América Latina (década de 1980) fueron
hechas para funcionar sin ciudadanos o con ciudadanos idiotas (en el sentido griego, que se aplicaba a
los ciudadanos que vivían para sí mismos sin intervenir en los foros públicos). No obstante esto, hay
una dinámica de recuperación institucional; de revertir la tendencia de desinvolucramiento. Se busca una
participación por derecho, por principio constitucional.
Hay una reconstrucción de la legitimidad política democrática como eje de coordinación social.
Se tiene que volver a politizar a la sociedad –y participar se aprende participando-. Para esto se
necesitan espacios de deliberación pública entre el Estado y la sociedad; en especial en los roles del
Estado de redistribuir y decidir. El Estado tiene que propagar las virtudes cívicas y entre éstas, dos
claves son la participación y la toma de decisiones.
Se deben reconstruir los espacios públicos de intercambio y deliberación para recuperar la
legitimidad. Hay una crisis de legitimidad en las instituciones que tiene el mayor riesgo en la pérdida
de interés por parte de la ciudadanía. Se debe operar en contra de la desafiliación a la democracia, que

125
es un espacio deliberativo, en el que hay diálogo público. Deben crearse foros híbridos entre Estado y
sociedad, pero en los que los ciudadanos mantengan su autonomía.
El cambio de roles en México
Desde 1920 hasta 1985, en México los traficantes estaban supeditados a la policía y la
Dirección General de Seguridad durante el régimen del partido-Estado del PRI. En 1960 empiezan
las bandas que trafican droga y en 1975, la corrupta Operación Cóndor mexicana para erradicación
de cultivos. En 1985 hay un quiebre de seguridad con el Caso Camarena, en el que la policía federal
consciente la tortura y asesinato de un agente antidrogas estadounidense de apellido Camarena
después de que éste lograra decomisar dinero y droga al principal capo del Cártel de Guadalajara.
En este momento es el inicio del fin de la contención del partido-Estado del PRI sobre el
tráfico de drogas. La alternancia en 2000 llegó con una organización del tráfico con paramilitares,
estrategias mafiosas y populismo. Durante el período del presidente Fox, se instaló el Operativo
México Seguro, de captura de capos –entre los cuales se fugó el Chapo Guzmán después de comprar
a toda una cárcel. Para 2010 la relación de fuerzas ya no es de supeditación, sino de competencia entre
el Estado y el poder criminal.
Desde 2007, el presidente Felipe Calderón firmó junto al estadounidense George Bush el Plan
Mérida, una versión mexicana del Plan Colombia de 2000, que pone el énfasis en el combate militar a
los cárteles y la erradicación de cultivos para maximizar los costos para los cárteles. La utilización de
los militares contra la droga no es nueva. El ex presidente Ernesto Zedillo colocó a generales en la
Procuraduría General de la República hasta que descubrió que protegían a un cártel. Su sucesor,
Vicente Fox, los mantuvo y Calderón, después de consultarlo con gobernadores, diputados y partidos
políticos, amplió el papel de las fuerzas armadas.
Cuatro alternativas fueron consideradas para un futuro próximo para destrabar la situación de
violencia entre cárteles y Estado. Una sería la modificación radical de la política de drogas mundial, la
cual es impensable ahora por la reacción de EEUU y la ONU; otra sería una política de laissez faire
(dejar hacer) a los narcotraficantes y arriesgarse a supeditar la política a las drogas, impensable; una
tercera sería una pax mafiosa en la que se dé reconocimiento político a los narcotraficantes, no
aconsejable; y la última, más viable, sería la de crear una política de seguridad de Estado consensuada
(en la que las fuerzas políticas cedan), para fortalecer las instituciones democráticas y se despenalicen
progresivamente las drogas. En México, por ejemplo, ya no es ilegal portar cualquier tipo de droga en
dosis para el consumo; después de que el Congreso aprobara una reforma legal.
La política punitiva no dará resultados, sino que debe pensarse en un plan integral contra los
narcotraficantes y la cultura de ilegalidad. Tiene que haber un Plan Mérida versión 2.0., con un
componente socioeconómico de microempresas muy importante.
El Plan Mérida centroamericano
Cuando EEUU y México elaboran el Plan Mérida, parecían haberse olvidado de Centroamérica
–esto porque tanto en Washington como en México D.F. hay muy pocos tomadores de decisión que
están conscientes de la dinámica Mesoamericana (mexicano-centroamericana) del asunto y cómo la
presión contra los cárteles hace se trasladen en el Istmo.
La falta de atención desde ambas capitales de Norteamérica se da pese a que las evidencias que
los traficantes mexicanos utilizan como bodega y centro de abastecimiento a Centroamérica –en
especial Guatemala- y han desplazado a los narcos locales. Los grupos nacionales han optado por
ceder territorio y poder en un negocio de quizás 300 toneladas métricas de cocaína que pasan por el
país, de las que se incautan 11 toneladas. El valor de esa droga en Nueva York es mayor que el
presupuesto de Guatemala. Por si la parte económica para enfrentarlo fuera poca, la infraestructura
jurídica nunca ha sido demasiado fuerte contra el crimen organizado y los fiscales están intimidados y
mal equipados. Ésta es una de las áreas de trabajo de la Comisión Internacional Contra la Impunidad

126
en Guatemala (CICIG), para que los fiscales, jueces y testigos puedan tener mecanismos de justicia sin
tener que arriesgar su vida.
No obstante, de los US$1.6 mil millones del Plan Mérida para Mesoamérica se destinaron US$400
millones para Centroamérica, República Dominicana y Haití y el resto para México. El enfoque inicial
para Centroamérica, además, ha sido combatir las pandillas centroamericanas y fortalecer el poder
judicial. Esto a pesar de que Centroamérica es la mayor afectada por el Plan Colombia y el Plan
Mérida en materia de narcoactividad. La lógica de Washington es que necesitan asegurarse de tener
socios fiables en las instituciones centroamericanas para desembolsar más dinero, como sucede en
Colombia. Entre los apoyos asegurados está el de la Comisión para la Reforma de la Policía Nacional
Civil, que necesita no sólo de un liderazgo adecuado, sino consensos políticos y apoyo presidencial.
La parte centroamericana de la iniciativa Mérida evolucionará hacia el Central America Regional
Security Iniciative (CARSI). Ésta tiene la tesis de que el crimen organizado amenaza al futuro de las
democracias, pero mantiene la duda sobre hasta qué medida los gobiernos regionales pueden ser
socios en esta lucha contra el crimen, entre falta de voluntad o falta de capacidad. Hay desconfianza
grande en las instituciones y sospechas de que no se quiere combatir por los niveles de corrupción.
Los cambios son pequeños pero perceptibles. En Washington ya se reconoce la responsabilidad
estadounidense por el consumo y la demanda y entre los programas se dedican más fondos a temas
sociales y económicos que a militares. Es una respuesta a la es por la crítica a que se utilice una parte
mayor del presupuesto para combatir a los malos ciudadanos que para incentivar a los buenos; los que no
son mafiosos. En donde todavía quedan tareas pendientes esfuerzos son en evitar que las armas
estadounidense lleguen a los cárteles mesoamericanos y en combatir el lavado de dinero.
La Unión Europea, en tanto, apoya el esfuerzo por medio de la CICIG y buscará que se amplíe
el énfasis de la lucha contra el crimen organizado no sólo al narcotráfico, sino a la trata de personas, y
que se involucre a los partidos políticos. Este debate sobre otras formas del crimen organizado es uno
de los pendientes de las agendas nacionales, pues uno de los riesgos mayores es que el tráfico de
drogas da cada vez menos beneficios a los involucrados y entonces están migrando hacia otros
crímenes, como el robo de carros o recursos naturales y, mucho más grave, el tráfico de personas.

“Las maras no son crimen organizado”


A pesar de que el Plan Mérida para Centroamérica incluye el combate a las pandillas como una
de sus prioridades, durante todo el seminario fue reiterada la necesidad de acabar con el mito de que
las pandillas son parte del crimen organizado o del narcotráfico.
Estudios en El Salvador dan cuenta que no existe relación directa entre ambos. Los pandilleros
pueden llegar a hacer reparto de droga, pero no es un vínculo que los convierta parte orgánica del
crimen organizado. En Centroamérica, en áreas donde el narcotráfico opera con fuerza no operan
maras; lo hacen en lugares distintos.
Las pandillas en Centroamérica son delincuentes comunes, aunque, como en el caso de Brasil,
pueden llegar a sofisticarse y convertirse en grupos paramilitares. Los jóvenes en las favelas
(asentamientos humanos) brasileñas se involucran en las pandillas para lograr favores, seguridad,
alimentación y dinero. Está, además, el interés por la masculinidad, pues un arma da poder y el poder,
bienes de consumo, drogas y alcohol. Como se encontró que las muchachas se sentían atraídas por
este tipo de jóvenes, se hizo una campaña con futbolistas estrella y supermodelos y acuerdos con las
productoras de telenovelas para deslegitimarlos en campañas y en las mismas novelas. Se necesita
también concienciar a la policía sobre por qué los jóvenes ingresan a las pandillas.

127
En Medellín, como en otras ciudades latinoamericanas, sucede lo mismo para el ingreso de los
jóvenes a las pandillas. No se les influyen en las redes sociales tradicionales, no sienten propia la
justicia cuando se hace y buscan la legitimación del poder del narcotráfico. Por esto le dieron un giro
a la policía para dividirla entre policía de investigaciones criminales y policía comunitaria, que tiene
más capacidades académicas y sociales para atender a la población.
Uno de los mayores desafíos para rescatar a los jóvenes de las pandillas, tanto en Brasil como
en Centroamérica, es detener el flujo de armas de las industrias nacionales que llegan a parar éstas y al
crimen organizado. En Guatemala, se trata de armas del ejército las que terminan en manos de
narcotraficantes y delincuentes comunes.
Los jóvenes trabajan 24 horas al día en este negocio. Se necesita atender a los jóvenes, con
prevención primaria, acceso a servicios básicos y capacitaciones para otros trabajos. Además,
promocionar una cultura de paz en contraposición a la cultura de ilegalidad, recuperar espacios
públicos y construir ciudadanía.
El factor necesario: lavado de dinero
Gaetano Mosca decía que para acabar con las estructuras de la criminalidad, la única forma es
acabar con el factor necesario. En la narcoactividad hay etapas que generan un proceso estructural,
entre las que es indispensable la legalización. Para que el negocio de la economía ilegal sea viable,
necesita convertir ese dinero a la legalidad, que se hace por medio del lavado de dinero. El crimen
organizado funciona como una empresa, con tareas distribuidas, círculos y jerarquías. En Costa Rica,
por ejemplo, tienen ciclos que incluyen proveeduría, producción, transporte, distribución, seguridad,
la parte financiera, la relación con el Estado y de nuevo la proveeduría. El lavado de dinero es la
transformación de dinero obtenido ilegalmente en dinero legal, por medio de cuentas bancarias o
inversiones en infraestructura.
En Guatemala, hay un casamiento casi institucional con el lavado de dinero, “en nombre la
protección de capitales”. El origen del secreto bancario era la evasión fiscal, pero hoy lo utiliza la
actividad criminal. “Casi todos los bancos tienen una lavandería y esto es el sustento para la evasión y
la legalización de capitales ilegales”. A diferencia de EEUU, en donde lo que se puede lavar
representa a penas 1 hora de transacciones en la bolsa de Nueva York, mientras más pequeño sea el
país es más fácil identificar la lavandería, pero también es más peligroso el lavado, porque para hacerlo,
se necesita dar sobornos a políticos.
El caso de Guatemala
Los participantes reconocieron los avances que ha logrado Guatemala desde la firma de los
Acuerdos de Paz, en la construcción de instituciones democráticas que garanticen que no haya
fraudes electorales o en una visión crítica sobre la seguridad y la justicia. A pesar de la construcción de
una estructura legal del Sistema Nacional de Seguridad que incluye una evolución hasta la Comisión
Internacional Contra la Impunidad, coincidieron en que hay una transición pendiente en la materia.
No se la logrado pasar de la lógica del Estado contrainsurgente y autoritario que busca combatir una
amenaza externa (comunista) a un Estado que se organice para proteger a la ciudadanía. Esta lógica es
precisamente el primer artículo de la Constitución Política de 1985. “El Estado de Guatemala se
organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común”.
Esta transición pendiente en materia de seguridad es una herencia de no haber
descontrainsurgentizado la seguridad, sino que la contrainsurgencia se privatizó. Salió del Estado para
pasar a lo privado. Las mafias crecen ajenas al Estado y retoman el Estado cuando lo necesitan.
¿Existe algún diseño institucional para crear estas mafias?
Hay una perversidad, pues se parte de la institucionalidad en la que la base es la perversa, la
corrupta, que tiene intereses de criminalidad organizada. Hay que construir institucionalidad sobre
instituciones ejercidas desde el poder paralelo. Esta perversidad es la que impide que se logren

128
políticas y no se ha logrado en el posconflicto. Desde la firma de la paz, se han colocado a militares o
ex militares en puestos clave de dirección en la Policía Nacional Civil (PNC). Esta práctica ocurrió
con más gravedad en el gobierno de Alfonso Portillo (2000-2004), con varios ex militares que llegaron
a ser ministros de Gobernación y un aumento del poder del ejército y las mafias vinculadas a éste. Es
por esto que la CICIG está dando una lección al país, con capturas y juicios a ex generales y al mismo
Portillo. La misma CICIG hizo público tres semanas después del Seminario que “las instituciones de
seguridad y justicia en Guatemala están construidas sobre las estructuras criminales”.
Durante 42 años (1954-1996), la estructura del poder militar llegó a ser la estructura del poder
criminal. Llegó a tener conocimiento del último centímetro del país. No es que tuvieran vínculos con
el crimen organizado; ellos eran el crimen organizado. Tras la paz, hubo una metamorfosis de
autonomía relativa. No son el Estado, pero sí son capaces de manejar espacios para cuando quieran
usarlo. No se tiene un Estado contaminado-descontaminable. Ése es el Estado. El factor necesario en
Guatemala para el crimen organizado es la estructura de poder criminal.
El papel del contrabando en Guatemala y en Centroamérica es clave. En Honduras, uno de los
mayores capos era el mayor contrabandistas de queso. En Guatemala, el crimen organizado ha
utilizado desde la última década de los años noventa las estructuras del contrabando de las décadas
de los setenta y ochenta. De hecho, la historia de las naciones centroamericanas es que se fundan
como repúblicas a partir del contrabando y el tráfico de personas. “No hemos sido nunca niños de primera
comunión”. Las estructuras criminales internacionales que se asentaron sobre las de los contrabandos
nacionales, mutan de una actividad a otra. Hoy trafican drogas, pero mañana pueden ser armas,
personas o la riqueza natural. Mutan para sobrevivir y necesitan infiltrar la estructura económica.
Éste no es el único problema entre los actores de poder en el país. La CICIG y el caso
Rosenberg demostraron que hay un entorno empresarial vinculado con estructuras de sicariato y
militares. Por el caso Rosenberg y una docena de casos más, la CICIG logró que la lucha contra la
impunidad sea parte central de la agenda nacional y logró que se crea que es factible ganarla. Se ve
una luz en el horizonte. Y para hacer sostenibles los logros de la CICIG, se hizo una propuesta
circular, que puede empezar en fortalecer las instituciones con base en pactos nacionales; depurar las
instituciones; recuperar el sentido de lo público; aumentar los controles ciudadanos; y transparentar
las acciones públicas –pues mientras más transparente sea, habrá más condiciones de seguridad.
Entre las preguntas que quedaron sobre la mesa, resaltan tres. Una es ¿cuánto Estado hemos
perdido y cuánto Estado hemos construido en Guatemala y en Centroamérica a pesar del crimen?
Otra es ¿cuál es la relación entre la seguridad, la ruralidad y los pueblos indígenas? El 70% de los
municipios de frontera entre Guatemala y México tiene más del 80% de población indígena que no
habla español. Una tercera pregunta es ¿cuánto y de qué manera la ciudadanía construida por medio
del fortalecimiento de la sociedad civil organizada y de la ciudadanía en general desde la firma de los
Acuerdos de Paz puede servir como defensa ante el narcotráfico, pensando a éste como el fenómeno
biológico que se asienta en cuerpos débiles?
Ideas de acciones
Con este panorama de más oscuros que claros, durante el Seminario se presentaron políticas
públicas exitosas e ideas de acciones para contrarrestar ambos fenómenos –que son separados- el del
crimen organizado y el de la inseguridad ciudadana. Para el primero, dos primeras medidas pueden ser
romper con el secreto bancario, que es la vía por la que se legalizan los activos ilegales, y es evitar que
se generen posibilidades de una amenaza militar interna. Deben identificarse los factores necesarios
por país o región, así como en el de Guatemala es la herencia contrainsurgente.
Contra la narcoactividad, la solución más lógica sería la legalización, aunque no es políticamente
viable en un corto plazo. Los expertos han apuntado hacia reducir la brecha entre la ley y la moral de
la sociedad. Hacer un nuevo pacto social que considere digno al diferente y construya ciudadanos

129
fuertes, que puedan hacer frente a la tentación del narcotráfico; hacer que la propiedad no sea un
privilegio. Rescatar a los jóvenes y asegurar el Derecho a la Ciudad.
En toda América Latina, en especial en Brasil, las ciudades y las áreas marginales no dialogan.
Viva Río ha planteado el Derecho a la Ciudad. En éste, se busca recuperar el derecho a usar y vivir la
ciudad, recuperar el carisma urbano y la cotidianeidad; convertir las favelas en ciudad. No es normal
que las calles estén prohibidas o que los jóvenes prefieran ser narcos que policías.
Deben cambiarse varias políticas. Para los adictos, tiene que haber una política de drogas
enfocada en la salud y no en considerarlos delincuentes. Tiene que haber una política de armas
enfocada en la seguridad y su recolección. Y tiene que haber una mejor política para jóvenes, para que
puedan ejercer su derecho a la ciudadanía, a la educación, a la recreación y al trabajo.

Notas

1 Los ponentes fueron: Arnson, Cynthia, Directora del Instituto Latinoamericano, Woodrow Wilson Center,
Washington; Astorga, Luis, Investigador Titular, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, Ciudad de México; Dal
Borgo, Antonio, Delegación de la Comisión Europea en Guatemala; Gutiérrez, Aníbal, Asesor, CICIG; Hernández,
Iduvina, Directora, SEDEM, Guatemala; Jaramillo, Lukas, Director del Sistema de Información de Seguridad y
Convivencia, Alcaldía de Medellín; Jiménez, Francisco, Secretario Técnico de Seguridad, Presidencia de Guatemala;
López Restrepo, Andrés, Profesor-Investigador, IEPRI, Universidad Nacional, Bogotá; Loria, Max, Coordinador del
Grupo de Trabajo sobre Seguridad en Centroamérica, Fundación Friedrich Ebert, Costa Rica; Mack, Helen, Directora
Fundación Mack y Precomisionada para la Reforma de la PNC; Pérez, Rebecca, Coordinadora del proyecto Niños y
Jóvenes en Violencia Armada Organizada, Comunidade Segura/Viva Río, Río de Janeiro; Ramírez, Franklin,
Investigador/Profesor, FLACSO-Ecuador; Rosada, Héctor, Presidente Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad
para Centroamérica, Guatemala; Táger, Ana Glenda, Directora Regional, Oficina Regional de Interpeace para América
Latina; Thoumi, Francisco, Profesor Tinker de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Texas en Austin. Los
Participantes fueron: Álvarez, Enrique, Incidencia Democrática; Álvarez, Virgilio, Director, FLACSO-Guatemala;
Cajuste, Pierre Richard, CARH, Haití; De León, Carmen Rosa, IEPADES; Gaitán, César, Universidad de San Carlos;
Godínez, Ariel, Fundación DESC; Kappeler, Robert, Embajada de Alemania en México ; Michón, Xavier,
Representante adjunto del PNUD en Guatemala; Monterroso, Javier, Instituto de Estudios Comparados en Ciencias
Penales de Guatemala ; Pop, Álvaro, Director, Organismo Naleb’; Rodríguez Pellecer, Martín, Investigador asociado,
FLACSO-Guatemala, ICEFI; Sáenz, Ricardo, Investigador, FLACSO-Guatemala; Schünemann, Julia, Coordinadora del
Foro Europa-América Latina e Investigadora, FRIDE, Madrid; Urrutia, Edmundo, Director del Posgrado FLACSO-
Guatemala; Zapata, Juan Carlos, Director FUNDESA, Guatemala.

130
RESILENTE CONTRA LA IMPUNIDAD
(Junio de 2010)

MARTÍN RODRÍGUEZ PELLECER*

Guatemala, como el resto de países, no tiene una dinámica unidireccional. Y, en una


profundidad mayor que el resto de América Latina, tiene la capacidad de producir los extremos
políticos. Entre 1954-1984 construyó el sistema represivo más cruel del continente1; entre 1990-1996
negoció los acuerdos de paz más ambiciosos que ha auspiciado la ONU; entre 2000-2004 entregó (o
devolvió) las instituciones de seguridad y justicia a las mafias herederas de la contrainsurgencia y a las
nuevas mafias que llegaron con el narcotráfico y triplicaron la violencia2; y desde 2002 empezó a
diseñar y construir una herramienta que posiblemente sea la más innovadora y efectiva para combatir
la impunidad en un país, la CICIG.
Así, Guatemala es compleja, contradictoria, diversa, posible. Por eso, en 2002, por un lado el
gobierno de Alfonso Portillo (presidente) y Efraín Ríos Montt (ex dictador acusado de genocidio y
presidente del Congreso) volvía a colocar en el centro del poder del Estado a ex militares y militares
en activo relacionados con las mafias, y por el otro, desde la sociedad civil y algunos actores estatales
como la PDH y la cancillería, se diseñaba una comisión internacional de Naciones Unidas que
investigara y desmantelara aparatos clandestinos de seguridad involucrados en ataques a activistas de
derechos humanos.
Cinco años después, tras superar las barreras puestas por la Corte de Constitucionalidad,
cambiar de gobierno a uno de centro-derecha y cambiar de impulsores para ampliarla a una comisión
que depurara las instituciones de seguridad y justicia (Ministerio de Gobernación, Fiscalía y Cortes),
nació en agosto de 2007 la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), con
un mandato reducido a dos años, tras una ardua batalla del Ejecutivo, la opinión pública, la sociedad
civil y la comunidad internacional contra las fuerzas de la extrema derecha, las mafias y los caciques
en el Congreso.
Tras 28 meses de trabajo, es una institución de 250 miembros entre investigadores y personal
de seguridad; la mayoría es guatemalteca y el resto es de América Latina, Europa, en especial España,
y Estados Unidos. Estos últimos dos son los principales financistas. Lleva 20 casos paradigmáticos
que van desde tráfico de niños hasta mafias enquistadas en las fuerzas de seguridad y de justicia y un
asesinato político. Con estas investigaciones y juicios en marcha –la CICIG tiene como mandato
hacer investigaciones y denuncias penales junto a la fiscalía y la policía guatemaltecas-, ha logrado
meter presos a un ex presidente, a un ex ministro de la Defensa, a empresarios de la élite, a un ex
fiscal estrella y una banda de sicarios, entre otros. Además, promueve una agenda legislativa de
reformas del sistema de seguridad y justicia y ha logrado un objetivo trascendental: Cambiar el
imaginario de los ciudadanos para que se den cuenta que sí es posible derrotar a las fuerzas y las
estructuras que procuran la impunidad en el país –que alcanza 96 por ciento de los asesinatos-.
La CICIG está construyendo un microcosmos de seguridad con una fiscalía especial de
investigadores nuevos o sin vínculos con las mafias; una fuerza especial de la policía; garantizar
tribunales de alto impacto; y una cárcel de máxima seguridad. El mayor obstáculo es que tiene que
construir este microcosmos sobre estructuras de seguridad heredadas de la contrainsurgencia y
diseñadas para que la policía pudiera matar ciudadanos y la fiscalía y las cortes aseguraran que esos
crímenes quedaran en la impunidad.

131
A la CICIG le quedan dos años de mandato para depurar las cortes, la fiscalía, la policía y,
quizás, el ejército. Todas éstas están infiltradas hasta el tuétano por las mafias. Y a 17 meses de que
termine su mandato, empieza a reconocerse que no es suficiente, ni el tiempo ni los campos de
acción. La CICIG necesita permanecer en el país hasta 2016 para asegurar que sus resultados sean
irreversibles. Y necesita ampliar su mandato. Es prácticamente imposible depurar las estructuras de
seguridad y justicia si no se depuran los dos pilares del sistema: la política y la economía. Es por esto
que el mandato necesita ampliarse a combatir la corrupción y la evasión fiscal.
Así, se atajará la dinámica perversa de financiación de campañas políticas durante el año
electoral y cobro de deudas y favores durante los siguientes tres, y de utilización de la puerta para
evadir al fisco no sólo por finqueros y empresarios sino por parte de traficantes (de drogas, de niños,
de armas y de contrabando) que quieren lavar dinero. Esto permitirá que los ciudadanos
guatemaltecos puedan construir un nuevo Estado y una nueva economía, o al menos que puedan
competir para alcanzar este cometido desde plataformas más equitativas contra los mafiosos y las
élites económicas que tienen capturado al Estado de manera casi ininterrumpida desde que se formó
en 1821.
Ciudadanía resilente
La CICIG, a mi modo de ver, es una muestra de la resilencia de los guatemaltecos contra los
embates de la inseguridad y la impunidad. Fueron los ciudadanos guatemaltecos los que en 2002
inventaron esta figura internacional que no es ni una misión de paz ni una comisión de conciencia
para esclarecer crímenes del pasado, es más bien un ornitorrinco. Con financiamiento internacional,
pero investigación con instituciones nacionales y demandas en juzgados nacionales.
Muestra que, si bien queda mucho camino por recorrer para que Guatemala sea un país viable,
con instituciones políticas democráticas y una economía transparentes, en el mar de malas noticias
hay un barco ideado por guatemaltecos, compuesto por guatemaltecos y apoyado por guatemaltecos
que está depurando el Estado desde dentro, tarea por demás difícil y en apariencia imposible para
cualquier país sin los extremos de Guatemala.

1 200 mil muertos y 50 mil desaparecidos, según la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH).
2 De 2 mil asesinatos por año a finales de los noventas, la tragedia subió a 6 mil asesinatos diez años después.

132
EL ORNITORRINCO DE LA CICIG
(20 junio de 2010)

MARTÍN RODRÍGUEZ PELLECER*

La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) ha llegado en el


centro de su mandato de sacar a luz pública las caras de las mafias en Guatemala y meterlas presas.
Las caras de esos intocables son de políticos, militares, empresarios, periodistas, los que mueven el
poder tras bambalinas y son la herencia de la contrainsurgencia del conflicto armado interno (1960-
1996).
La CICIG, inventada por la sociedad civil guatemalteca en 2002, ratificada por el Congreso de
Guatemala en 2007 y financiada por Naciones Unidas y la comunidad internacional desde 2008, es
un ornitorrinco diplomático –no es misión de paz ni de verificación ni de relatoría moral, sino una
comisión para exigir, sin diplomacias, que un Estado combata la impunidad-, un ornitorrinco, único
en su especie, que es exitoso y puede estar en peligro de extinción.
El ornitorrinco tiene limitaciones desde su fundación. Tiene que hacer todas las acusaciones en
tribunales guatemaltecos junto al Ministerio Público. Y sólo puede investigar casos paradigmáticos
(unos quince) de mafias enquistadas en el sistema de seguridad y justicia. Tiene un presupuesto de
US$13 millones anuales, un mandato de 2007 a septiembre de 2011 –el mes de las elecciones a
presidente y a diputados- y un equipo de 200 personas, de las que más de la mitad es guatemalteca.
Ha tenido dos investigaciones principales. Una ha sido perseguir al principal grupo mafioso, o
al más emblemático, la Cofradía. Éste, formado por ex militares y políticos, estuvo en el centro del
gobierno de Alfonso Portillo (2000-2004) y el partido Frente Republicano Guatemalteco del ex
dictador Efraín Ríos Montt, y logró saquear cientos de millones de quetzales y limpiar otros tantos en
el sistema bancario y gubernamental guatemalteco. Por este caso, la CICIG tiene presos al ex
presidente Portillo, ex ministros y ex militares.
Ha sido su caso estrella y ha preferido investigar a este grupo mafioso aunque haya dejado de
investigar a otros grupos mafiosos.
El segundo caso más importante no fue escogido por la CICIG sino que demandó de la
CICIG. El caso Rosenberg. Es el caso peliculesco de un abogado de la élite que dice en un video que
el presidente Colom lo había mandado a matar y a los dos días es asesinado. Es peliculesco, además,
porque la CICIG demostró después de una investigación profesional de 9 meses que Rosenberg
planificó su muerte, contrató por medio de sus primos –los Valdéz Paiz, empresarios de élite- a unos
sicarios y esperó sentado a que lo fueran a matar.
Es clave este caso, además, porque, sin saberlo, está conectado con otras estructuras paralelas,
sacadas a luz por la CICIG en junio y tuvieron que ver con la renuncia del comisionado Carlos
Castresana este mes.
La renuncia, la campaña, la red
El 7 de junio, Castresana dejó helado al país. De manera sorpresiva para casi toda la opinión
pública, anunció su renuncia porque ya no podía dar más a Guatemala, porque había una campaña de
desprestigio en su contra que debilitaba la Comisión y porque el jefe del Ministerio Público, Conrado
Reyes, nombrado por el presidente Colom, era un mafioso que en quince días había desarticulado la
Fiscalía Especial de la CICIG y le había entregado la institución a mafias relacionadas con ex

133
militares y con Carlos Quintanilla, otrora todopoderoso en la administración Colom para el tema de
seguridad, pero destituido después de un escándalo de espionaje al propio Presidente.
La renuncia provocó que la Corte de Constitucionalidad diera trámite a un recurso de amparo
y anulara la elección del fiscal general y ordenara repetir todo el proceso. Provocó, además, una ola
de pesimismo porque se trataba de una victoria de las mafias contra la CICIG por hacer renunciar a
Castresana tras inventarle amoríos con una asistente que le llevaría a un divorcio.
En realidad, la renuncia de Castresana no significa una victoria de las mafias ni de las campañas
negras. En primer lugar, Castresana se va en la cúspide de su popularidad en el mundo diplomático,
porque legítimamente está cansado tras dos años de enfrentar mafiosos en Guatemala y le apetece,
probablemente, un trabajo menos estresante y de mayor caché en Europa.
En segundo lugar, significa también una señal de la indecisión de la comunidad internacional
sobre el futuro de la CICIG. Los países donantes (Europa y Estados Unidos) y los que aportan la
mayor parte de investigadores (Latinoamérica) no están seguros si quieren continuar con la CICIG
después de 2011, como aconseja la prudencia si se toma en cuenta los éxitos contra las mafias y la
cantidad de tareas pendientes que quizás los guatemaltecos no puedan llevar a cabo sin el apoyo de
una CICIG.
La comunidad internacional, más interesada en las apariencias, está dudando si debe cerrar la
CICIG en 2011, ahora que es exitosa, a pesar de que dejaría a Guatemala con la batalla a medias, sin
garantía aún de que los avances en la depuración de la Fiscalía y de la Policía Nacional Civil son
irreversibles.
Y en tercer lugar, no significa una victoria de las campañas negras orquestadas por los
profesionales relacionados a las mafias, sino una persecución de estas. La CICIG ha sacado a luz el
14 de junio una red de profesionales para desprestigiar a la CICIG por el caso Rosenberg –financiada
por los primos de Rosenberg, prófugos de la justicia tras ser acusados de contratar a la banda de
sicarios- y para colocar al frente del Ministerio Público a un fiscal manipulable por ellos, Conrado
Reyes.
En el centro de esta red están Diego Moreno Botrán –empresario de la élite-; su hermano –ex
director de Aeronáutica Civil durante el gobierno de Óscar Berger-; Rodolfo Ibarra –ex subsecretario
de comunicación del gobierno de Berger, vocero del candidato presidencial Otto Pérez Molina
(general retirado), vocero de la asociación de armeros, neoliberal activista y conocido como
sobornador de periodistas-; Francisco Beltranena –catedrático de la universidad de élite, miembro del
comité ejecutivo del partido de Pérez Molina e intelectual orgánico de la élite-; y Federico Pineda,
magistrado suplente de la Corte de Constitucionalidad.
Esta red habría conspirado para desprestigiar a Castresana y la CICIG y colocar a un mafioso
en el Ministerio Público. Y demuestra, además, los vínculos entre empresarios de élite, periodistas,
neoliberales y mafiosos.
Así, la historia de la CICIG y los éxitos de Guatemala en la lucha contra las redes que
promueven la impunidad sólo está comenzando. Guatemala debería pedir a la ONU renovar el
mandato de la CICIG hasta 2016 y ampliarlo no sólo en calidades –investigar corrupción y evasión
fiscal para limpiar todo el sistema político, empresarial y de seguridad y justicia- sino también
ampliarla a la región. El Salvador y Honduras, otros países con herencias de violencia e impunidad de
los regímenes militares, no podrán limpiar sus Estados sin ayuda internacional. Eso sí, Guatemala
está demostrándoles que es posible.

134
* Martín Rodríguez Pellecer es guatemalteco. Master en Estudios Latinoamericanos por la Universidad
Autónoma de Madrid. Fue periodista de política y de investigaciones de corrupción para el diario Prensa Libre
durante 7 años. Ahora es columnista en el mismo diario desde 2007, analista político del Instituto
Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) e investigador asociado de FLACSO-Guatemala.
martinpellecer@gmail.com

135
MARAS Y MEDIOS. UNA DECONSTRUCCIÓN DE DISCURSOS
SOBRE “LAS MARAS” EN GUATEMALA
(25 de junio de 2010)

LAURA SALA, MIGUEL LEONE Y VALERIA SAPONARA SPINETTA *

La sociología señaló las relaciones entre sentido


y poderío, entre los bienes simbólicos y las
estructuras de dominación. Las investigaciones
sobre la propaganda han mostrado los medios
técnicos y científicos de los que disponen las
sociedades contemporáneas para fabricar y
manipular los imaginarios colectivos; por
consiguiente, los poderes que se aseguran el
control, cuando no el monopolio, de estos
medios, se apoderan de un arma tan temible
como sofisticada.1

Las “maras” ocupan un lugar central en las preocupaciones en torno a la seguridad ciudadana
en Guatemala. En la actualidad, las maras Salvatrucha y 18, fuertemente enfrentadas, constituyen las
dos pandillas más importantes del país.
Si bien la presencia de las llamadas maras es un fenómeno que se observa desde los años del
posconflicto, sus características cambian fuertemente a partir de la década de 1990 con la
deportación masiva al país de pandilleros radicados en la ciudad de Los Ángeles (EEUU). El regreso
de estos jóvenes a su país de origen permitió a las pandillas juveniles adoptar el modelo de
organización, objetivos, expresiones y métodos de acción de las pandillas de la costa oeste
estadounidense. Por esta razón las deportaciones desempeñaron un papel importante en los orígenes
de este tipo de pandillas. Sin embargo, tanto la aparición como la reproducción de las maras no
pueden pensarse sin tener en cuenta la violencia, el autoritarismo, la fuerte presencia de prácticas
ilegales, el racismo y la exclusión que caracterizan a la sociedad Guatemalteca.
En este contexto, las maras fueron adquiriendo características peculiares: son grupos que
sobrepasan las fronteras del territorio pero que mantienen la estructura a través de las llamadas
“clicas” que en cada barrio reproducen los códigos y las normas de la pandilla; se mueven dentro de
un sistema cultural propio que tiende a expresarse en la vestimenta, el lenguaje y el uso de tatuajes; al
tiempo que poseen un alto nivel de identidad, solidaridad y compromiso entre los miembros. En la
dinámica de acción propia de estos grupos se destacan los “delitos”2 como hurto, extorsión,
secuestros, venta ilegal de armas y drogas.
Lagrée afirma: “las bandas o pandillas juveniles no son otra cosa que una forma de
sociabilidad juvenil anclada en una cultura y en un universo social específico: un micro-medio"3. Las
maras son pandillas, pero no todas las pandillas son maras ni se autoidentifican como tales. Esta
aclaración de perogrullo cobra sentido al momento de analizar los discursos de Prensa Libre (PL) ya
que en ellos es recurrente la identificación entre ambos términos. Al respecto, creemos que la
importancia del problema hace necesaria una distinción conceptual clara de los mismos. Si bien es
cierto que muchas pandillas urbanas de Guatemala recurren a lo que la sociedad define como delito y
violencia, no es menos cierto que el grado de violencia utilizado por las maras es marcadamente
diferente al resto de las pandillas. Asimismo, otra gran diferencia entre maras y pandillas es la
transnacionalización de los miembros de las primeras.

136
Las maras constituyen la organización juvenil más relacionada con actividades delictivas en el
país, a las cuales las autoridades policiales y estatales tienden a atribuirles la responsabilidad por la
mayoría de los hechos de violencia registrados en el país. Sin embargo, no existe certeza si todos los
delitos que se les endosan efectivamente son ejecutados por ellas. La estigmatización y el
señalamiento, junto con el conteo semanal de decenas de muertes “presuntamente” asociadas a las
maras, aumentan la percepción de inseguridad y el miedo a los “mareros” en el conjunto de la
sociedad justificando la adopción, ante una opinión pública atemorizada, de políticas de cero
tolerancia ante este grupo de jóvenes.
Gran parte del problema tiende a magnificarse por la cobertura que realiza la prensa de este
fenómeno. Al respecto, en la recopilación del seminario Pandillas Juveniles y Gobernabilidad
Democrática en América Latina y el Caribe organizado por Flacso en 2007 se afirma: “Partiendo del
hecho de que el metamensaje de la prensa es la insatisfacción, las pandillas juveniles son utilizadas
para filtrar este mensaje en la sociedad y generar una sensación de inseguridad que inclusive ha
rendido réditos electorales. (…)Las maras tienen mucha más prensa que los otros problemas de los
jóvenes en América Latina (…).”4 Según algunos expertos participantes en el seminario, la promesa
de “cero tolerancia” frente a la inseguridad y la delincuencia juvenil ha sido una respuesta directa a
fenómenos surgidos en las salas de redacción de los medios de comunicación. En este sentido,
González-Placencia insiste en que “la cobertura que hacen los medios resulta fundamental, pues su
capacidad para la difusión de discursos juega un papel esencial en la configuración de un imaginario
colectivo en torno al crimen y, en modo particularmente delicado, frente a las medidas que deben
tomarse para enfrentarlo”5.
El objetivo de este ensayo es analizar el modo en que se construye el problema de las “maras”
en el periódico Prensa Libre. Éste representa el medio de comunicación escrita de mayor importancia
y difusión en Guatemala. Fue fundado en 1951 por Pedro Julio García, Álvaro Contreras Vélez,
Salvador Girón Collier, Mario Sandoval Figueroa e Isidoro Zarco Alfasa. En poco más de medio
siglo, se ha convertido en el diario de referencia de Guatemala, con una edición matutina diaria de
130.000 ejemplares. Prensa Libre se queda con más del 50% de la recaudación publicitaria del país.
En Guatemala existen siete diarios impresos: el gubernamental Diario de Centro América,
Nuestro Diario, Prensa Libre, Al Día, El Periódico, Siglo XXI, y el vespertino, La Hora. Sin
embargo, todo el mercado de la prensa escrita se reparte entre dos grupos económicos que a su vez
pertenecen a un limitado número de familias. Unos de ellos es el grupo económico Prensa Libre S.A.,
que a través de la edición de los periódicos Prensa Libre y Nuestro Diario, absorbe el 80% de la
circulación diaria. El grupo, tiene, además, intereses en diarios de provincia y en los últimos años se
ha expandido hacia un nuevo sector con el cada vez más influyente canal de televisión Guatevisión.
Su mayor competencia está representada por el diario Siglo XXI propiedad de un grupo integrado
por Edgar Contreras Molina, Jorge Springhmul Samayoa y Gonzalo Marroquín Godoy. Este último,
paradójicamente, es el actual director editorial de PL.6
Para realizar este trabajo se analizaron de manera sistemática los artículos de la versión
electrónica de PL (www.prensalibre.com) emitidos entre el 1 de abril y el 10 de junio de 2010 en las
secciones: noticias (nacionales, política y justicia), internacionales y opinión7. Se seleccionaron todos
aquellos artículos en los que se hace referencia a la problemática de las maras. A partir de esa
selección se contó con 38 artículos repartidos entre las distintas secciones. Debido a la estructura de
la versión electrónica de PL nos fue imposible establecer qué porcentaje de noticias hacían referencia
a esta problemática en el período abarcado. Dato que sería de relevancia. Sin embargo, es posible
estimar que representa un número importante, en tanto que en un período de 70 días aparecen 38
noticias, lo que equivale a más de una noticia cada dos días.
Vale aclarar que nos hemos propuesto analizar el periódico en tanto forma discursiva. El
periódico, en su materialidad funciona como una instancia discursiva plausible de ser intelegida (al

137
menos sobre esa hipótesis nos paramos). En este sentido, lo que en él aparece, sus enunciados, sus
reglas de formación y de dispersión, todo ello contribuye a la construcción de un cuerpo
comunicativo con cierto –relativo- grado de coherencia (sin por ello alcanzar, claro está, una unidad
substancial última). De tal forma que las voces de periodistas, reportados y citaciones, todo ello
contribuye a dar forma a algo, algo que es necesario deconstruir, en este caso, a fin de dar cuenta de
las formas en que el objeto “maras” es construido en este preciso objeto discursivo.
Maras, pandillas y crimen organizado en las noticias de Prensa Libre
En el relato que PL construye acerca de las maras se destaca, en primer lugar una
asociación entre los términos “maras”, “pandillas” y “crimen organizado”. Así, en un artículo
publicado el 14 de abril de 2010 sobre el asesinato de tres personas en la sección nacionales, se
afirma: “El cadáver fue encontrado con una soga en el cuello, por lo que el Ministerio Público
investigaba anoche si se trató de suicidio o en el hecho participaron pandilleros, ya que en ese
sector hay 324 integrantes de maras”. En otro artículo, de la sección internacionales del 16 de
abril, se destaca: “Quijano hizo alusión a la violencia que generan las maras (pandillas) y agregó
que la población está sometida al pago de una "renta mensual" por extorsiones o a cambiar de
domicilio a causa de las amenazas”. Un titular de la sección justicia del 18 de abril, destaca: “Las
autoridades de Guatemala y de El Salvador coinciden en que los pandilleros son el brazo armado
del crimen organizado…”.
Entendemos que la tendencia de PL a identificar estos términos tiene consecuencias en la
conformación de cierto imaginario colectivo en relación a estos grupos.
En primer lugar, al usar indistintamente el término maras y pandillas se pierde de vista la
especificad de las primeras y da lugar a un diagnóstico en el que todo joven que forme parte de una
pandilla sea visto en los términos negativos con los que se considera a las maras. Este uso
indiscriminado de los términos, (que ya hemos diferenciado más arriba), confluye en un relato en el
que el problema de la violencia e inseguridad es relacionado con un grupo etario (los jóvenes)
pertenecientes a pandillas o maras. Así la estigmatización de los jóvenes se constituye en un camino
posible.
Por otra parte, si bien es un hecho que muchos de los integrantes de las maras mantienen
relación con el crimen organizado (como muchas otras personas-sean jóvenes o no- que no las
integran), especialmente en lo que concierne al narcomenudeo, ha de señalarse, sin embargo, que esta
participación en una escala operativa de bajo nivel no puede utilizarse como medio para aplicar la
categoría de “crimen organizado” a las maras. A diferencia de otros tipos de organizaciones, éstas no
se caracterizan ni se articulan en función de la obtención del lucro. Más bien se articulan en torno a
conceptos como el territorio, la identidad, el honor grupal y la reivindicación del poder como valor.
Maras, violencia y delincuencia. Una tríada sinonímica
A lo dicho hay que agregar también que aparece como una constante la adscripción de las
maras a la delincuencia y a la violencia: en un artículo del 25 de mayo de la sección política se relata
que, “sobre las ‘maras’, bandas de delincuentes juveniles, el presidente dijo que son resultado de
factores sociales, ‘es una consecuencia de la droga’”. Y en otro de la sección nacionales del día 8 de
abril, sobre las afirmaciones del presidente Colom, se destaca: “Insistió en la falta de oportunidades, y
en concreto hizo referencia a las bandas de delincuentes o "maras" que aquejan a Centroamérica,
que, en su opinión, prosperan porque los jóvenes no hallan un espacio en las redes productivas”. Por
otro lado, el 11 de mayo, en la sección internacionales: “Mulino aseguró que es necesario aplicar
estrategias para ‘evitar convertir en ídolos a narcotraficantes y asesinos’, por lo que se dará a conocer
a la prensa el prontuario de los pandilleros para que se sepa quiénes son”. Lo que así emerge en el
discurso es una construcción de “los pandilleros” que se caracterizan y distinguen sólo a partir de su

138
perfil violento, asesino, y su propensión a consumir drogas y delinquir. Los pandilleros, entonces,
son delincuentes y son violentos.
En efecto, una de las preocupaciones centrales en las notas analizadas radica en identificar si el
delito fue cometido por un “pandillero”, si el presunto culpable pertenece o no a una mara. Así, en
un titular de la sección justicia del 16 de mayo puede leerse: “Capturan a taxista que recibía arma de
presunto pandillero.” O en otra, del 11 de mayo, se afirma: “En las últimas semanas han sido
hallados tres cadáveres descuartizados, que se atribuyen a luchas entre pandillas locales implicadas en
robos de droga”.
El titular de una noticia del 10 de junio de la sección política dice: “Gobierno atribuye crímenes
macabros a descontento de reos por restricciones en cárceles”, luego en el transcurso de la noticia,
esos “reos” se convierten en miembros de las maras 18 y Salvatrucha: “Menocal declaró que desde
que ocurrieron las revueltas en las prisiones por parte de la mara 18 y la Salvatrucha,
aproximadamente hace un mes y medio, se decidió restringir las visitas ordinarias y conyugales a los
pandilleros, debido a que ingresaban armas, droga, chips para celulares, entre otras cosas a las
cárceles, y ahora eso no está permitido, afirmó el funcionario”.
Como afirma Marroquín, para un lector poco acostumbrado a revisar las implicaciones
gramaticales de estos relatos, las diferencias entre ser culpable y sólo suponer culpabilidad se diluyen8.
Así el pandillero o marero parece estar detrás de cada acto violento, de cada asesinato, robo o
extorsión. En este sentido, las maras actúan como un “chivo expiatorio” de gran parte de los
problemas y las formas de violencia que la sociedad guatemalteca tiene. Al respecto, es clarificador
un artículo del 23 de abril de la sección justicia acerca de un encuentro sobre la violencia a la mujer
organizado por las ministras y responsables de los servicios de la mujer de los países del Sistema de la
Integración Centroamericana (SICA), cuyo título afirma: “Pandillas centroamericanas usan a mujeres
para cometer crímenes”. El título parece indicar la centralidad de las pandillas en lo que respecta a la
violencia contra la mujer. Sin embargo en el texto de la noticia se aclara: “(…) la violencia ejercida
por la pareja o ex pareja sigue siendo la principal causa de las muertes violentas de mujeres en el
istmo, debido principalmente a factores culturales como el machismo, según las funcionarias”. Aún
así, la noticia no versa sobre el “machismo” y la misoginia de una sociedad como la guatemalteca,
sino que se concentra, a partir de su título, en la violencia que “las maras” ejercen sobre el género
femenino.
Como puede notarse, las noticias analizadas se caracterizan por destacar hechos puntuales,
versiones limitadas de esos hechos y por el uso mayoritario de fuentes oficiales, ya sean discursos de
la institución policial o de fuentes gubernamentales. Estas características pueden responder a
cuestiones propias de la versión electrónica del diario, (resumen de noticias, resaltado de las
cuestiones más importantes, etc.), o bien a la necesidad de rapidez de la información propia del
mundo actual y, en ese sentido, las fuentes oficiales son las más inmediatas. Pero lo importante, más
allá de los factores que hacen que las noticias asuman estas características, radica en que este tipo de
discursos no contribuye a generar visiones integrales sobre el fenómeno de “las maras” entre la
población, limitan la visión sobre el problema y no propician un debate público, con la complejidad
que la temática requiere. Al respecto, podríamos citar precisamente al ex jefe editor del diario La
Prensa Gráfica, de El Salvador, Hector Silva Ávalos quien afirma que “hay que huir del lenguaje
estatal no porque sea malo de entrada, sino porque es el lenguaje de un actor protagonista, que no
necesariamente es el mejor lenguaje. (…) es un lenguaje de institución que tiene fines represivos,
pero no es correcto para un medio de comunicación. Hay que huir de la unilateralidad de la versión
que escuchamos”9.
En definitiva, las maras son nombradas en cada acto delictivo relatado por PL (sea por medio
de su ratificada participación en ellos, o sea por medio de su supuesta implicancia), construyendo así

139
un relato que, en su globalidad, convierte a las nociones de “pandilla”, “maras” y “mareros” en
fuentes y origen de todo acto delictivo y criminal.
Luego, esta criminalización de las pandillas urbanas juveniles hace de ellas un recurso
disponible para atribuir allí el rol de otredad culpable y amenazadora de su también construida
contraparte, “la sociedad”. Así, esta nueva otredad negativa de “joven pandillero” generalmente
masculino, violento, delincuente, identificable por sus gestos, sus tatuajes y su vestimenta, se presenta
como el otro sobre el cual deben recaer todas las medidas de control.

Los artículos de opinión de PL. Visiones plurales, convergencias peligrosas, soluciones


deficientes
Los artículos de la sección opinión reflejan un intento por parte del diario de representar una
pluralidad ideológica (aunque sólo se note en esta sección), en tanto es posible leer opiniones de
periodistas y políticos de diversa adscripción ideológica, actores sociales de relevancia, miembros de
grupos de derechos humanos, etc. Sin embargo, y a pesar de estas diferencias y del esfuerzo de
muchos de los redactores en complejizar el fenómeno de las maras, aparecen ciertos rasgos
compartidos en estos diferentes discursos que conforman una visión parcial y naturalizada del
fenómeno, confluyendo en un diagnóstico que despolitiza la realidad histórica. Resaltamos algunos
de ellos, enunciados por personas de diversos ámbitos para dar cuenta de lo aquí planteado.
La columnista Brenda Sanchinelli Izeppi, en su artículo del 7 de mayo afirma: “La tradicional
familia, hoy en día, va siendo cada vez menos el modelo al que estábamos acostumbrados; las
estadísticas dicen que seis de cada 10 niños viven únicamente con su madre, siendo familias
monoparentales por diversas razones, tales como el divorcio, viudez (…)En nuestro país observamos
muchos problemas sociales derivados de la ausencia de la madre en el hogar, por motivos de trabajo,
y cuando hay suerte, es la abuelita quien se ocupa de los pequeños; de otra manera, será una
empleada quien se haga cargo del cuidado de los hijos. Estos niños se terminan criando
prácticamente solos, con la televisión como madre y el Internet como papá, ¿Imagine usted qué
valores se forjan en estas mentes infantiles? De ahí las maras, los jóvenes sicarios, etcétera.” La falta
de valores, la destrucción del modelo tradicional de familia serían las causas de la aparición de las
maras. Una fuerte moralización del discurso hace de las maras un grupo de jóvenes sin valores,
amorales y peligrosos para la sociedad.
Por otra parte, un artículo de la periodista Rita María Boesch, dice: “Tengo muy presente la
foto de un reportaje de prensa, que fue publicado a finales del año pasado, y que muestra a una niña
de 12 años y a sus dos hermanitos menores tomados de la mano con una expresión de angustia
inconmensurable en sus ojos. (…) Esos niños se quedaron huérfanos por la violencia. Su madre
había fallecido por enfermedad hacía algunos años, pero su padre, que trabajaba como piloto de bus
y de acuerdo con los vecinos era muy responsable con sus hijos, murió acribillado por un joven
pandillero que le disparó a quemarropa”. Y más adelante concluye: “Esos niños se quedaron a la
deriva como seguramente se han quedado miles de niños y adolescentes en todos los rincones del
país. Lo peor de todo es que ni la sociedad ni el Estado han asumido un papel protagónico para
atender con calidez y responsabilidad a éstos jóvenes víctimas de esta guerra sucia. La niñez huérfana
por la violencia como también quienes han padecido maltrato y abuso sexual en sus hogares son
presa fácil y caen irremediablemente en las garras de las redes de prostitución infantil, adopciones
ilegales y maras”. En esta supuesta “guerra sucia” las pandillas aparecen como uno de los principales
enemigos; un enemigo que deja a los niños sin padres, abandonados y tristes y procede a cooptarlos
“entre sus garras”. Al final del artículo la periodista se pregunta: “¿en qué nos hemos convertido? En
lo que va de este año ya murieron asesinados 130 menores. ¿Cuántos homicidios de niños y jóvenes
tendrán que ocurrir para que hagamos algo?”

140
Mario Sandoval, uno de los dueños del grupo Prensa Libre S.A. en un artículo del 21 de abril
comenta: “(…) no sólo los problemas continúan, sino en muchos casos han aumentado. Es el caso
de la violencia, de las precarias condiciones sociales y económicas, afianzadas por la superpoblación y
el detrimento del medio ambiente; es el caso además de los desacuerdos sobre los objetivos de los
países, lo cual desemboca en colectividad social representada por las maras, por ejemplo. La
problemática ístmica debe comenzar ahora a ser motivo de nuevos estudios, sobre criterios distintos
(…) La educación en el campo de la política es un factor de primer orden para el afianzamiento de la
democracia. El analfabetismo político actual de la zona es la razón principal del atraso de hoy.” Con
lo cual, según estos otros diagnósticos, el principal problema es la falta de capacidad de los políticos,
que dificulta el acuerdo “entre los objetivos de los países”. La tan mentada y recurrida “educación”,
como fuente de solución de los problemas del país aparece aquí también, pero esta vez bajo la forma
de instrucción dirigida a los políticos.
Otra serie de soluciones al problema de las maras aparece en las palabras de Norma Cruz,
directora de la Fundación Sobrevivientes, una institución dedicada a la lucha contra la violencia hacia
la mujer y la niñez. En su artículo del 14 de marzo, sostiene: “En el país, a diario se reporta gran
cantidad de denuncias por amenazas de muerte, ya sea por extorsiones o por el simple hecho de
sembrar el terror en la comunidad(…) Hoy, es una práctica empleada también por los grupos de
crimen organizado como narcotráfico, trata de personas, maras y otros(…) Depende de nosotras
frenarlos con nuestra denuncia, y a las instituciones responsables de la investigación y persecución
penal, dar con el paradero y ponerlos ante la justicia, porque existen los mecanismos para dar con
ellos, y no hay excusas que valgan. Lo que se requiere es voluntad de las autoridades y la
colaboración de la ciudadanía”.
Otro artículo de la editorial del diario del día 19 de abril, comenta: “Tuca asesinó a su primera
víctima cuando tenía 10 años, es decir la edad de un niño de cuarto año de primaria. Ahora tiene 13.
Se debe repensar en la importancia de tomar en cuenta los derechos humanos de las víctimas y sus
familiares, quienes resultan afectados por el resto de su vida, para evitar la tendencia a echar la culpa
a la sociedad, ciertamente un factor pero no el único. Se debe repensar también en los derechos
humanos de la totalidad de ciudadanos, posibles víctimas de que alguien ofrezca cien quetzales para
eliminarlos como parte de la ceremonia de iniciación para el ingreso de alguna de las maras que
asolan nuestras ciudades. Se debe repensar en maneras efectivas de liberar a la sociedad de estos
individuos, cuyo número en Guatemala va en aumento, así como de cuándo y en qué circunstancias
se pierde la calidad de reintegrable en la sociedad.”
Más allá de las diferencias, que son muchas, entre todos los fragmentos citados, es posible
encontrar ciertas lógicas compartidas; cierta perspectiva epistémica común. En primer lugar, existe
una fuerte moralización del discurso. En efecto, los orígenes de las maras se entienden a partir de la
desmembración de la familia tradicional, la ruptura de los modelos de familia “a los que estábamos
acostumbrados”; la falta de valores y la consecuente falta de educación. Asimismo, se apela
recurrentemente al sentimiento y se interpela al lector a partir de preguntas sin respuesta que
direccionan la interpretación en virtud de su contexto.
De esta forma, “las maras” son pensadas como negación de los modelos de normalización10
impartidos por la familia tradicional o la escuela; y los mareros como sujetos que no adscriben a las
normas de la sociedad.
La moralización del discurso sobre las causas y efectos del objeto “maras”, se articula,
fundamentándose, con una perspectiva que entiende a las pandillas juveniles como aquella parte no
integrada al sistema de valores de la sociedad, por ende externa a esta. Es por ello que los discursos
analizados entienden que “las maras” consiguen aumentar su número de miembros a partir de la
noción de “cooptación”; o a partir de la idea de las “garras” que, cuando encuentran la oportunidad,

141
arrebataran a la sociedad (de un zarpazo) un nuevo miembro para pasarlo del otro bando. Nociones
ambas que imposibilitan entender los procesos de socialización existentes en toda integración grupal.
Este ejercicio discursivo de externalización se encuentra muchas veces amparado por la idea
bastante aceptada de la extranjerización de estos grupos, de su calidad de “importados” de EE.UU.
Sin embargo, la externalidad otorgada a “las maras” brinda réditos quizás no esperados ni buscados
por sus divulgadores pero que explican la persistencia de tal perspectiva. Pensar a las maras como
algo externo a la sociedad y a sus integrantes, como otros negativos, habilita caminos argumentativos
en donde se vuelve inviable el cuestionamiento a la sociedad en su conjunto. Por el contrario, en
tanto es un problema exógeno, las soluciones no deben comprometer a la generalidad de la sociedad;
sería ilógico bajo esta perspectiva, que las soluciones comprometiesen su estructura socioeconómica,
sus patrones de distribución y apropiación de excedentes, sus lógicas de intercambio, sus lógicas de
dominación, su misoginia, su racismo. Y podemos seguir.
De esta forma, una vez externalizadas “las maras” y moralizado el discursos sobre sus causas y
razones, las soluciones que aparecen como posibilidades lógicas son la reinserción moral y educativa,
y la justicia como eufemismo, esto es, la justicia en su puro papel punitivo de “persecución penal” y
la conocida política de “mano dura”.
Finalmente, esta externalidad respecto de la sociedad unida a la fuerte criminalización de estos
grupos (las maras son pensadas como parte del crimen organizado y como actores asociados a cada
delito o acto de violencia del país) hacen viable la pregunta, planteada por el citado editorial del día
16 de abril de 2010, acerca de la medida en que los derechos en general y los derechos humanos en
particular son válidos para determinados sujetos que habitan el territorio guatemalteco.
Así, los discursos sobre las maras analizados, funcionan como uno más de los ejercicios
discursivos que en la actualidad minan las concepciones universalistas de ciudadanía y derechos a
partir de las cuales las sociedades occidentales modernas han sabido pensarse desde los tiempos de
Estado Social11.
En definitiva, la moralización y el carácter de exterioridad de las maras en los relatos de Prensa
Libre, actúan despolitizando la realidad histórica y vuelven imposible la pregunta fundamental en
torno a las condiciones de posibilidad de su existencia y reproducción en la sociedad.

* Laura Sala es Licenciada en Sociología (UBA) y estudiante de la Maestría en Estudios


Latinoamericanos (UNSAM); Miguel Leone es estudiante de Sociología (UBA) y Valeria Saponara Spinetta es
Licenciada en Sociología (UBA). Los tres analistas forman parte del Grupo de Estudios sobre Centroamérica,
México y el Caribe del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires.

Notas

1 Baczko, Bronislaw, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, p. 26.
2 El uso de las comillas, como podrá adivinarse, responde al hecho de que el delito es una construcción social e histórica.
Es cierto que ciertas prácticas a las que las maras y pandillas recurren son consideradas por la sociedad como delitos, pero
también es cierto que la consideración de delito y sus probabilidades de punición cambian según cambian los agentes
implicados y las relaciones de poder.
3 Jean-Charles Lagrée, “Marginalités Juvéniles », en L'Exclusion l'état des savoirs. Sous la direction de Serge Paugam. Paris:

Éditions la Découverte/textes à l'appui, 1996, p. 322. Citado en Sandoval M., Mario, Jóvenes y exclusión (una difícil y
compleja relación), Publicación: Investigaciones CEJU, CEJU, Centro de Estudios en Juventud UCSH, Octubre 2005.
[Citado: 16/6/2010]. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/chile/ceju/jovenes.doc

142
4 Solis Rivera, Luis Guillermo (coord.), Pandillas Juveniles y Gobernabilidad democrática en América Latina y el Caribe,
Memoria del Seminario, Madrid, 16 y 17 de abril de 2007, p. 25. Disponible en
http://www.flacso.org/uploads/media/SeminarioPandillasJuveniles.pdf
5 Citado en Marroquín, Amparo, Indiferencias y espantos. Relatos de jóvenes y pandillas en la prensa escrita de Guatemala, El Salvador

y Honduras, El Salvador: Centro de Competencia en Comunicación para América Latina, 2007, p. 60. Disponible en
http://www.c3fes.net/docs/c3seguridadcentroamerica.pdf.
6 Estos datos fueron extraídos de la publicación de Mastrini, Guillermo y Becerra Martín, Los monopolios de la verdad.

Descifrando la estructura y la concentración de los medios en Centroamérica y República Dominicana, Buenos Aires: Prometeo, 2009.
7 No dejaron de considerarse los artículos publicados desde el 1 de enero de 2010 como complemento al análisis

sistemático del periodo señalado.


8 Marroquín, Amparo, op. cit.
9 Citado en Marroquín, Amparo, op. cit., p. 68.
10 Foucault, Michel, Los anormales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008
11 Castel, Robert, La Metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado. Buenos Aires: Editorial Paidos, 1997.

143
ALGUNOS ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA PROPUESTA DE
REFORMA CONSTITUCIONAL DE LA ASOCIACIÓN
PROREFORMA, PRESENTADA AL HONORABLE CONGRESO DE
LA REPÚBLICA DE GUATEMALA
(17 de agosto de 2009)

ASOCIACIÓN PARA EL AVANCE DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN GUATEMALA


(AVANCSO) *

Presentación
Consideramos que todo instrumento político, en este caso la Constitución, puede ser
perfeccionado. En este sentido, no nos oponemos a que se puedan introducir las reformas que sean
necesarias para ampliar la democracia y garantizar el goce de los derechos individuales y colectivos.
Sin embargo en el caso de la propuesta del grupo Pro Reforma nos oponemos rotundamente,
porque consideramos que atenta contra las bases democráticas que definen una sociedad
contemporánea, como son la representatividad, el derecho a elegir y ser electo, la participación y el
equilibrio de poderes; en síntesis, el ejercicio pleno de la ciudadanía.
A continuación presentaremos tres líneas argumentativas desde las cuales fundamentamos
nuestra oposición a la propuesta del grupo Pro Reforma:
I. Argumentos éticos
II. Argumentos políticos y filosóficos
III. Algunas contradicciones identificadas

I. Argumentos éticos
Sobre su estrategia de propaganda. Entendemos como propaganda cualquier estrategia de
difusión masiva tendiente a alcanzar determinados objetivos. En este caso, identificamos que la
estrategia de difusión mediática (anuncios, sitio web, boletín, columnas de prensa, presentaciones,
entre otros) implementada por Pro Reforma ha sido montada con base a la manipulación ideológica,
a partir de necesidades y temores de los guatemaltecos, utilizando verdades parcialmente presentadas.
En tal sentido encontramos los siguientes ejemplos:
Primero: Ni en los documentos elaborados por Pro Reforma, ni en su sitio web son
enlistados los grupos que la conforman. Figuras como “una decena de ciudadanos”1, “un grupo”, y
los “45 fundadores”, intentan llevar el proyecto a un plano puramente individual, como si estos
“individuos” y “ciudadanos” no tuviesen historia individual ni colectiva o filiación política. Sin
embargo, es fácilmente identificable su procedencia común de entidades como el extinto partido
MLN, la Liga Pro Patria, la Universidad Francisco Marroquín (UFM), el Centro de Estudios
Económicos y Sociales (CEES) y el Grupo Pléyades.
Segundo: Pro Reforma se define como una asociación “cívica porque está integrada por
ciudadanos preocupados por la situación de inseguridad y pobreza que impera en nuestro país” (...)
En su propaganda subyace la idea de que quienes se oponen a su propuesta no están preocupados o
no quieren que la violencia y la pobreza desparezcan del país. Con este argumento polarizan la
realidad social entre quienes están a favor de la pobreza y la violencia, y quienes están en contra,

144
siendo los primeros aquellos que se oponen a su propuesta. Todos sabemos que para erradicar estos
males se necesita mucho más que reformar o eliminar algunos artículos de la Constitución. De esta
cuenta vemos que es una manipulación oponer a la ciudadanía con polaridades de esta naturaleza.
Tercero: Igualmente se considera como una agrupación “política” porque busca un cambio al
sistema político actual, pero no es partidista porque no pretenden el poder. Asumir que no son
partidistas porque “no proponen candidatos para Presidente de la República ni para diputados”
evade y oculta el tema de las filiaciones partidistas individuales de sus miembros. En cuanto a la
afirmación de que no buscan el poder, argumentamos que los sectores que representan la propuesta
de Pro Reforma, de hecho detentan el poder económico en el país, así que no tendría sentido
“pretenderlo”. También podríamos preguntarnos, ¿“Cambios en el texto de la Constitución” es lo
mismo que “cambios en el sistema político”? ¿Por qué centrar los cambios solamente en el sistema
político? ¿Acaso nuestro sistema económico no necesita reformas?
Cuarto: La Asociación se identifica como “independiente pues no responde a los intereses de
algún grupo de poder económico o político”. Esta afirmación no se sostiene, ya que basta un simple
vistazo a las agrupaciones que componen o apoyan el proyecto en cuestión para corroborar que se
trata de grupos de intelectuales orgánicos de los sectores económicamente poderosos del país.
Quinto: Frecuentemente se menciona en su propaganda que la propuesta está sustentada por
73,193 ciudadanos, para otorgarle representatividad, planteando que ésta viene “del pueblo”. Incluso
en la exposición de motivos se afirma que la propuesta es entregada al Congreso por “los setenta y
tres mil ciento noventa y tres ciudadanos abajo firmantes”. Sobre esas firmas se han hecho varios
cuestionamientos, entre los que sobresalen que no todas las firmas corresponden a ciudadanos
guatemaltecos empadronados, lo que requeriría un re-conteo; así como que en el proceso de
recolección de firmas se recurría a preguntas demasiado vagas y generales con las que cualquiera
puede estar de acuerdo (“¿quiere que se reduzca el número de diputados?”, “quiere que se terminen
la pobreza, la violencia y la corrupción?”), pero sin abundar en la supuestas soluciones aportadas por
Pro Reforma a los mencionados problemas.
Sexto: En sus documentos Pro Reforma dice que va más allá de cualquier ideología “pues lo
único que pretendemos es que impere el Derecho y la igualdad ante la ley para que todos los
guatemaltecos, gobernantes y gobernados, con mismos derechos y obligaciones, vivamos en un país
donde impere la paz, la justicia y la prosperidad”. Sin embargo, en cada uno de estos planteamientos
es evidente el trasfondo de la ideología neoliberal, asumiéndola como la única verdad posible en el
espectro de posiciones políticas. Lo anterior se evidencia cuando sus promotores responden a los
comentarios críticos descalificando cualquier contrapropuesta por ser supuestamente “ideológica” o
“falaz”.
II. Argumentos Políticos y Filosóficos
Sobre sus conceptos de ciudadanía y gobierno. Sentimos una honda preocupación ante la
iniciativa promovida por el grupo Pro Reforma, debido a su fundamentación filosófico política. Sus
promotores han afirmado en declaraciones a los medios masivos de comunicación que el modelo de
Constitución que están promoviendo nace específicamente de la doctrina del Estado y el análisis de
la política de Aristóteles.
No necesitamos presentar a este pensador de la antigüedad, pero sus fundamentos filosóficos
sí deben ser aclarados. Por ello, en este punto particular de la audiencia, trataremos de explicar por
qué el modelo aristotélico es un modelo político antidemocrático. Éste modelo de hecho ha
funcionado prácticamente durante toda la historia guatemalteca (por lo menos hasta la constitución
de 1985) para justificar las más grandes injusticias raciales y económicas, así como los genocidios y
tantos otros males que han asolado a la mayoría de la población del país.

145
Iniciemos entonces analizando y criticando la noción de ciudadanía y gobierno implícita en la
propuesta de Constitución de Pro Reforma. Para Aristóteles el concepto de ciudadanía se restringía
solamente al derecho de unos pocos, ya que las mujeres, los jóvenes, los bárbaros, los esclavos, los
campesinos, etc., no podían ser ciudadanos. Este pensador planteaba que para ser ciudadano era
preciso tomar parte en la administración de la justicia y participar en la asamblea que legisla y
gobierna la ciudad.
En el caso guatemalteco, ya durante el régimen colonial las leyes generales establecían que
todos los indígenas eran súbditos del rey, lo que en teoría implicaba encontrarse bajo su protección
directa. Sin embargo, en la práctica se instauró el llamado “sistema de las dos repúblicas” (la de
españoles y la de indios) señalando a cada una espacios físicos concretos pero, sobre todo, diferentes
atribuciones y funciones dentro de la sociedad política. La población indígena quedó relegada a un
segundo plano y no tenía ninguna ingerencia en el gobierno político general. Más bien, se le
consideraba como “menor de edad”, por lo que no tenía la posibilidad de trascender su espacio local
en términos de acción y participación política.
Fue hasta la Declaración de Derechos del Hombre proclamada luego de la Revolución
Francesa (que es el modelo filosófico-político más importante para la organización de las
constituciones de las democracias modernas), que se logró contrarrestar esos privilegios exclusivistas
y excluyentes de los modelos políticos de la antigüedad, gracias a la progresiva universalización del
concepto de ciudadanía.
En el caso de Guatemala y a partir de la proclamación de independencia, así como con el
inicio de la tradición republicana, se introdujo el concepto de “ciudadanía” como nueva forma de
organizar las relaciones entre el Estado y los habitantes del territorio. Si bien en las diversas
constituciones que van desde 1824 hasta 1945 se hace una enunciación general en cuanto a que todos
los habitantes del territorio son ciudadanos, en la realidad se estableció una distinción pragmática
entre “ciudadanos activos” y “ciudadanos pasivos”.2 Tal distinción tuvo efectos operativos en
términos del espectro de posibilidades que se planteaban a quienes quedaban bajo una u otra
categoría.
Entre los primeros quedaba incluida la población masculina, mayor de edad, alfabeta, con una
ocupación o profesión productiva y que dispusiera de bienes y propiedades a partir de determinados
rangos monetarios. Entre los segundos se incluía a las mujeres, a las personas en condición de
servidumbre y, mediante una serie de disposiciones legales, a la población indígena. En todas esas
Constituciones se consideraba como ciudadanos a los primeros y como guatemaltecos a éstos y a los
pasivos. Es decir, la universalidad del espíritu ciudadano fue paulatinamente restringiéndose por
razones de riqueza, de etnia, de cultura y de civilización.
Sobre democracia y representatividad. Si analizamos detenidamente el documento de Pro
Reforma bajo la misma premisa política, vemos que se retoma ese espíritu excluyente y
discriminatorio, ya que los verdaderos ciudadanos serán únicamente las personas que tengan 50 años,
en la medida en que sólo ellas tendrán el privilegio de elegir y ser electas como senadores.3
Únicamente ellas podrán cumplir, no sólo con las obligaciones, sino gozar de los derechos
ciudadanos fundamentales, que en el actual orden constitucional nos son brindados a todos.
Una de las partes constitutivas del contrato político al cual nos encontramos adheridos todos
los guatemaltecos y guatemaltecas tras el conflicto armado interno y el genocidio de los años
ochenta, consiste en defender el principio de dejarse gobernar si y solo si, la persona que es
gobernada goza igualmente del derecho a gobernar. Por ello, con la Constitución de 1985, después
de casi doscientos años de un republicanismo caracterizado en la práctica por la exclusión política y
los golpes de Estado, hemos logrado alcanzar un modelo de ciudadanía basado en ese principio
universal.

146
Proponer una forma particular de gobierno, en donde sólo un grupo reducido detenta el
poder, más que suscribirse a la noción moderna de democracia, se corresponde con el concepto
aristotélico de oligarquía que literalmente promueve el gobierno de unos pocos sobre el resto.
Por ello, la propuesta de Pro Reforma, al excluir a la mayoría de ciudadanos como potenciales
gobernantes, es decir a todos aquellos que no tengan entre 50 y 65 años, promueve la
institucionalización política de un régimen oligárquico que en la práctica ha sido una de las
constantes del ejercicio del poder en Guatemala. En ese sentido, consideramos que la propuesta en
referencia es un retroceso a ese modelo exclusivista y excluyente de gobierno.
¿Hasta qué punto esta propuesta implica una ampliación o una restricción del concepto de
democracia? La propuesta de Pro Reforma implica una restricción del concepto de democracia, ya
que tal y como la conocemos hoy, la ciudadanía es el único y auténtico correlato político del gobierno
democrático, desde el momento en que se articula como un principio universal aplicable a todos los
individuos nacidos en una sociedad política determinada.
En los contratos políticos promovidos desde el siglo XVIII en Estados mucho más sólidos
que Guatemala en el ejercicio de la democracia, el derecho universal a la ciudadanía es considerado
parte inalienable del ser humano; es decir, forma parte del derecho natural de todos los hombres y
mujeres.
La característica fundamental del derecho natural radica en la consecución de fines
determinados por encima de los procedimientos, a diferencia del derecho positivo, que se concentra
en el cumplimiento de los procedimientos por encima de los fines. En los regímenes democráticos
modernos, el derecho positivo predomina en base a ciertos principios universales que provienen del
derecho natural y que no pueden ser modificados bajo ninguna circunstancia. Uno de esos principios
es la ciudadanía, considerado como derecho natural de todos y cada uno de los individuos
pertenecientes a una comunidad política.
Por ello, regirse bajo un gobierno en el que solamente unos pocos, que pertenezcan a un
grupo determinado, tengan derecho a elegir y ser electos, contradice los fundamentos mismos de
cualquier noción moderna de democracia. En consecuencia, Pro Reforma con su propuesta va en
contra no sólo de los principios político-filosóficos modernos más elementales, sino también en
contra de la historia de la humanidad misma, ya que plantea un retroceso de más de 2000 años en la
organización política de la sociedad.
Para Aristóteles tanto la democracia, como la oligarquía eran constituciones políticas
ilegítimas; más no así, la monarquía, a la que consideraba como la mejor forma de gobierno. Sin
embargo, la monarquía dependía de un hombre excepcional, al igual que la aristocracia, que
requeriría igualmente de un grupo de hombres excepcionales. Ante la imposibilidad de encontrar
dichos hombres excepcionales, consideraba que el régimen más viable era la politeia, que articulaba
una vía media entre la oligarquía y la democracia. Sin embargo, la democracia por sí sola, era para
Aristóteles un régimen político aborrecible, ya que consideraba imposible que todos pudieran gozar
de los mismos derechos, y la vinculaba específicamente con un gobierno que favorecería solamente a
los pobres.
La propuesta de Constitución de Pro Reforma se articula perfectamente con la politeia
aristotélica, ya que acude a la idea de personas notables al mismo tiempo que anuncia que “la
democracia no basta para gobernar a Guatemala” y limita el ejercicio pleno de deberes y derechos
ciudadanos a un grupo exclusivo de personas, que gobernarán paralelamente a las instituciones
democráticas que tenemos en el presente.
Vemos, en este mismo orden de ideas, la contradicción central del mismo texto constitucional
que es propuesto por Pro Reforma, ya que en el artículo 173, inciso 5 entre otros, se establece que

147
“en ningún caso el Senado o la Cámara de Diputados emitirán Ley o decretos arbitrarios o
discriminatorios, en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o
beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo”.
En la teoría del régimen aristotélico de la politeia, eran ciudadanos solamente aquellos que no se
encontraban en la pobreza; es decir, quienes gozaban del bienestar suficiente para poder servir
públicamente. Vemos que, concordando con esto, la propuesta de Pro Reforma favorece solamente a
una minoría que tendría suficiente capacidad económica para promocionarse política y
electoralmente.
Sobre todo, porque las representaciones en el Senado se han de postular a nivel nacional y no
local, dejando con esto fuera de la contienda a todos aquellos que no puedan financiar una campaña
política de esa naturaleza. En otras palabras, esta propuesta favorece la representatividad de un muy
reducido sector de la población, tomando en cuenta que la mayoría de los guatemaltecos son jóvenes,
pobres, y que entre los más pobres se encuentra la mayoría de la población indígena.
Sobre democracia y equilibrio de poderes. Otro de los aspectos en los que esta propuesta
atenta contra la noción de democracia tiene que ver con el principio del equilibrio de poderes, que es,
además, una parte constitutiva de la política moderna. Es importante preguntarse: ¿cómo un Senado
oligárquico, en el sentido anteriormente definido, y económicamente acomodado, que representa por
tanto intereses particulares, se relaciona con el resto de poderes? En el artículo 175 de la propuesta,
se enumera en orden descendente, la siguiente jerarquía de las normas:
“(…)
1) La constitución Política de la República;
2) Los tratados y convenciones sobre Derechos Humanos, celebrados, aprobados y ratificados
por los organismos correspondientes del Estado de Guatemala;
3) Las leyes emitidas por la Asamblea Nacional Constituyente;
4) Las leyes decretadas por el Senado;
5) Los tratados no incluidos en el numeral 2 de este artículo;
6) Los decretos legislativos emitidos por la Cámara de Diputados;
7) Las disposiciones gubernamentales y reglamentarias.
Las normas o disposiciones inferiores serán nulas ipso iure cuando violen, restrinjan o
tergiversen cualquier norma de jerarquía superior.”
A partir de esta cita queda claro que el modelo de politeia que implica la propuesta de Pro
Reforma, conlleva igualmente la desregulación del equilibrio de poderes. Todos los aquí presentes
sabemos que uno de los principios fundamentales de nuestro régimen político es la separación de los
poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Cuando el Proyecto de Pro Reforma plantea que las normas propuestas por el Senado se
encuentran por encima de los decretos legislativos emitidos por la cámara de diputados, y ambas
sobre las disposiciones gubernamentales, observamos que el poder del senado queda peligrosamente
desproporcionado, lo que nos conduce a temer la institucionalización de una dictadura parlamentaria.
La pregunta que genera este planteamiento es la siguiente: Si el Senado controla la Cámara de
Diputados e igualmente al Ejecutivo ¿Quién controla el poder del senado? Un poder sobre el resto
de poderes va en contra del equilibrio de pesos y contra pesos que debe caracterizar a todas las
formas democráticas de gobierno.

148
En esa misma línea de argumentación, es importante preguntarse cuál será el destino de todos
aquellos acuerdos y convenios de carácter internacional que tienen que ver con los derechos de los
pueblos indígenas, de las mujeres, al igual que los relacionados con la legislación laboral, si las
decisiones en última instancia estarían siendo tomadas por este pequeño grupo de guatemaltecos que
representan los intereses de sectores económicamente poderosos. Sobre todo si, precisamente, esos
acuerdos y convenios fueron adoptados para equilibrar las relaciones desventajosas que median entre
los sectores históricamente excluidos y los beneficiados por esas relaciones de exclusión.

III Contradicciones identificadas


Este nivel de argumentación no pretende ser un estudio jurídico, sino mostrar algunas
contradicciones de la propuesta de Pro Reforma con el sistema de gobierno republicano,
democrático y representativo.
El argumento central de Pro Reforma es la prevalencia del derecho individual sobre los
derechos económicos, sociales y políticos. Critican el texto constitucional actual porque otorga
primacía al interés social sobre el interés particular4. Afirman que eso no significa que prevalezca
sobre el derecho individual, porque “es de interés social que los derechos de los ciudadanos estén
sobre los intereses de cualquiera”. Esta interpretación nos plantea la siguientes interrogante ¿Es el
interés social solamente la suma de los intereses individuales? Consideramos que su entendimiento
sobre interés general contiene una visión muy cerrada del mismo.
Es posible encontrar otras contradicciones de forma y de fondo en la propuesta, mismas que
atentan contra la democracia, carecen de coherencia con la realidad del país y dejan sin resolver
cuestiones de mucha importancia.
En la actual Constitución de la República de Guatemala (Artículo 140) se establece que
“Guatemala es un Estado libre, independiente y soberano, organizado para garantizar a sus
habitantes el goce de sus derechos y de sus libertades. Su sistema de gobierno es republicano,
democrático y representativo. En el Artículo 136 inciso b) se hace referencia al derecho de elegir y
ser electo. La propuesta de Pro Reforma contradice ambos artículos al establecer procesos
antidemocráticos cuando plantean que “El Senado se integra de cuarenta y cinco senadores, tres por
cada una de las generaciones de ciudadanos cuya edad se encuentre entre los cincuenta y sesenta y
cinco años, y serán elegidos el mismo año que cumplan los cincuenta años por los ciudadanos de su
propia generación…”5
Esta propuesta contradice, igualmente, el artículo 141 de la Constitución que indica que “La
soberanía radica en el pueblo quien la delega, para su ejercicio, en los organismos legislativos,
ejecutivo y judicial. La subordinación entre los mismos es prohibida”. Pro Reforma asigna un poder
superior al Senado sobre los tres poderes del Estado. Por ejemplo, en su propuesta para el artículo
165 le otorga potestad para destituir al presidente y vicepresidente de la República. En su propuesta
para el artículo 174 se concentra la facultad de proponer leyes en el Senado, eliminando a los
diputados, el Organismo Ejecutivo, la Universidad de San Carlos de Guatemala y el Tribunal
Supremo Electoral.
Igualmente, en el artículo 175 de la propuesta, se establece una jerarquía de normas que
implica que el senado tiene un poder superior sobre la cámara de diputados, así como sobre el
ejecutivo, contradiciendo nuevamente al artículo 141 de la actual constitución.
En la reforma propuesta al artículo 182 se mantiene que el Presidente de la República es el Jefe
del Estado de Guatemala y Preside el Organismo Ejecutivo, pero elimina la frase que éste ejerce sus
funciones “por mandato del pueblo”, contrariando nuevamente la definición actual de soberanía,
establecida en el actual artículo 141 actual.

149
En el Artículo 204 de la propuesta se establece que en materia de administración de justicia
“En toda resolución o sentencia que dicten los jueces y magistrados, observarán obligatoriamente el
principio de que la Constitución de la República prevalece sobre la ley, sobre los decretos legislativos
y sobre cualquier tratado, los cuales no podrán aplicarlos si son incompatibles con ella. (…) No se
podrá interpretar artículo de esta Constitución en forma tal que se transgredan las normas contenidas
en el capítulo I del título II de la misma. En caso de duda, prevalecerán estas últimas”. En ese
sentido, los magistrados y jueces tendrán que privilegiar, en todos los casos, los derechos individuales
sobre los derechos colectivos al momento de emitir las sentencias, lo que contradice el artículo 46 de
la actual Constitución, en que se establece la preeminencia del derecho internacional humanitario
sobre la Constitución y las leyes nacionales.
En ese sentido, pero en otro nivel de argumentación, es importante destacar que al invertir la
actual jerarquía de las normas, se ponen en peligro las conquistas sociales logradas por
organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos civiles (mujeres, indígenas, discapacitados,
población migrante).
En cuanto al Organismo Judicial también preocupa la manera cómo éste queda conformado
en cuanto a sus atribuciones, dado que se le confiere la potestad de ordenar a las autoridades de
cualquier fuero y a la fuerza pública a realizar las acciones que considere necesarias (artículo 203 Pro
Reforma). Hay que tener presente que las máximas autoridades de este organismo, según las
reformas propuestas, serían elegidas por el Senado y tendrían cargos vitalicios6, lo que hace aún más
peligrosa la idea de otorgarle esta potestad, lo que resulta nocivo para el desarrollo de las
instituciones, y en este caso de la carrera Judicial.
Resulta difícil comprender cómo funcionará la independencia del Organismo Judicial si lo
subordinan al Senado. En lugar de existir independencia entre los poderes, el Ejecutivo y el Judicial
quedan supeditados al Legislativo mediante el Senado. Aunque estamos de acuerdo en que la actual
administración de justicia presenta serios problemas en nuestro país, no queda claro cómo los cargos
vitalicios y el aumento de edad para los magistrados eliminarán los problemas del sistema.
Por otro lado, los artículos 176 y 177 de la propuesta establecen que los diputados deben
valorar las repercusiones jurídicas y económicas (pero no sociales o ambientales, por ejemplo) de la
legislación, mientras que los senadores no tendrían esa obligación ¿En base a qué razones? ¿Por qué
el Senado no debe rendir cuentas de sus acciones a nadie?
En base a los argumentos éticos, político filosóficos y legales expuestos, consideramos
y recomendamos que el Honorable Congreso debe desestimar la propuesta de reformas
constitucionales planteadas por la Asociación Pro Reforma.

* Gentileza de Danilo Rivera de AVANCSO, quien gestionó la autorización para su reproducción.


Documento presentado ante la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales del Honorable
Congreso de la República. AVANCSO es un centro de investigación guatemalteco en Ciencias Sociales que
inició sus actividades en enero de 1986. informacion@avancso.org.gt

Notas:

1 Ésta y todas las citas de esta sección provienen de www.proreforma.org.gt.


2 Taracena, Arturo, Etnicidad, estado y nación en Guatemala 1808-1944. Antigua Guatemala, 2002, pp. 142 y ss.
3 El argumento que se viene desarrollando no puede aplicarse al mandato constitucional actual que estipula, por ejemplo,

que el presidente debe ser mayor de cuarenta años, ya que en ese caso, a diferencia de la propuesta de ProReforma, todos
los ciudadanos tienen el derecho a elegir al gobernante.

150
4 “Exposición de motivos” de la propuesta de Reforma Constitucional del Grupo ProReforma Número de registro 4028,

p. 4.
5 Artículo 171 Pro Reforma
6 Artículo 208 Pro Reforma

151
RECORDATORIO

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“LEVANTAR A LOS POBRES…ESO ES COMUNISMO”: MARÍA
VILANOVA DE ARBENZ (1915-2009)
(Junio de 2010)
ROBERTO GARCÍA FERREIRA *

I.- A los 93 años de edad, el pasado 5 de enero falleció la salvadoreña María Vilanova de
Arbenz, viuda del ex presidente de Guatemala Jacobo Arbenz. Tres décadas atrás se había instalado
definitivamente en San José de Costa Rica, último país del largo y doloroso destierro que se había
iniciado forzosamente 55 años antes, cuando su esposo fuera derribado del poder por un golpe
militar inspirado, diseñado y financiado por Estados Unidos a través de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA).
En palabras de un suspicaz funcionario estadounidense de la época, el problema era que el
exitoso ejemplo arbencista –cuya piedra angular fue la Reforma Agraria- pudiera expandirse:
“Guatemala se ha convertido en una amenaza creciente para la estabilidad de Honduras y El
Salvador. Su reforma agraria es una poderosa arma propagandística; su amplio programa social de
ayuda a los trabajadores y a los campesinos en una lucha victoriosa contra las clases altas y las
grandes empresas extranjeras tiene un fuerte atractivo para las poblaciones de los vecinos
centroamericanos, donde imperan condiciones similares”.
En medio de las tensiones propias de la guerra fría, aquella osadía de repartir tierras a indígenas
y campesinos rápidamente fue asociada a la intervención del “comunismo internacional”. Como se
recordará, a la acción encubierta de la CIA se sumó la vehemente presión internacional del
Departamento de Estado que aisló a Guatemala. Fue entonces que sobrevino el golpe militar que
culminó con la renuncia del presidente en la tarde del 27 de junio de 1954. La Primavera
Democrática había llegado a su fin.
Este evento decisivo de la guerra fría latinoamericana fue insistentemente debatido por los
estudiosos. Sin embargo, sus consecuencias no han recibido igual atención de los investigadores.
Entre ellas, una nada menor ha sido la de desentrañar las principales peripecias del exilio de la familia
Arbenz-Vilanova, cuyas penurias, en palabras de la propia doña María, no tuvieron comparación.
Tal es el tema de mi tesis, cuyo objetivo central es demostrar el estricto control que la CIA
mantuvo sobre el ex presidente y su familia desde que partieran al exilio y hasta 1971 en que Jacobo
falleció.
En el afán de encontrar las fuentes con las que complementar esta investigación pude tener el
casi exclusivo privilegio de conocer, entrevistar y trabajar junto a doña María Vilanova hurgando en
su pasado. Esencialmente basado en las conversaciones que mantuve con ella –marzo de 2007; julio y
diciembre de 2008-, y de los varios materiales que conforman su archivo personal –correspondencia
privada; el manuscrito original de sus memorias; cartas familiares; artículos éditos e inéditos; recortes
de prensa; información de la secretaría de la presidencia que incluye su actuación como primera
dama; su biblioteca particular, etc.-; este obituario pretende recordar y homenajear la memoria de
quien fuera una protagonista sobresaliente de uno de los procesos políticos más importantes de la
región.
II.- María nació en El Salvador en abril de 1915, hija mayor de un matrimonio que en ese
momento tenía una “sólida posición económica y social”. Su padre, José Antonio Vilanova Kreitz,
salvadoreño, se dedicaba al cultivo de café y algodón; mientras que su madre, María Dolores Castro,
era guatemalteca de nacimiento. Ella y sus hermanas crecieron en la finca San Francisco, una

153
“hermosa residencia de estilo antiguo” que fue volada en un enfrentamiento entre la guerrilla y el
Ejército en 1985 durante la guerra civil.
Según expresó la propia doña María en el manuscrito original de sus memorias –que contiene
varias informaciones no incluidas en la versión finalmente publicada-, cursó estudios primarios en
San Salvador y dos años de secundaria en el Colegio La Asunción luego de lo cual ella y su hermana
Carmen fueron enviadas a un colegio de monjas en Estados Unidos. Allí las sorprendió la crisis del
29, que “angustió mucho a mi padre”, decidiendo que ambas regresaran a El Salvador aunque no
habían completado el bachillerato. En ese contexto, su padre también comunicó que les
proporcionaría casa, comida y que el resto de sus gastos debía ser costeado con su propio trabajo.
Por esa razón ambas se hicieron cargo de atender la oficina que administraba las fincas, llevando la
caja chica, manejando la correspondencia y elaborando alguna que otra planilla. Sin embargo, de las
tareas asignadas, una habría de incentivar tempranamente la “sensibilidad social” de María: “preparar
los envíos para la tienda que había en una de las fincas en la que se expendía básicamente alimentos
de consumo popular”. En ella, escribía Vilanova, “los clientes eran los mismos trabajadores de las
fincas, a quienes en un no muy lejano pasado se les pagaba con monedas acuñadas por los
propietarios de las tierras”. Como me expresó el pasado año durante una de las entrevistas que
mantuvimos, “mi familia era netamente anticomunista” y “yo me crié” observando como “el rico era
dueño y el pobre no tenía nada…eso veía yo en mi familia”. “Yo no estaba conforme” con ese
“trabajo” proseguía, “y entonces me ponía a meditar” pues se trataba de una situación que “no era
justa”.
Como sabemos, el impacto de la crisis fue particularmente violento en El Salvador y sus
efectos se dejaron sentir con nitidez no sólo en el plano económico. También la esfera política se
convulsionó y los recordados sucesos de la “Matanza” -a inicios del 32- habrían de pervivir para
siempre en la sociedad salvadoreña. María y su familia no fueron ajenos a dichos sucesos. Cuando la
rebelión ella tenía 16 años, y en el manuscrito al que hicimos referencia consignó que recordaba
“haber visto una mujer con su cabellera trenzada sobre su espalda bañada en sangre en esa época”.
Su padre –que era muy respetado por sus amigos que le decían “El Patrón”- participó activamente de
la represión pues fue llamado por el gobierno a integrarse a las “brigadas civiles” que castigaron a los
insurrectos. “Recuerdo haber visto a mi padre salir a hacer rondas con sus amigos, calzando botas y
con traje de campaña” expresaba doña María.
III.- Para una joven inteligente, inquieta, rebelde y sobre todo, sensible a la pobreza, aquel
ambiente no le era por demás propicio para desarrollarse. Tenía una “evidente inclinación artística e
intelectual” y al “vacío emocional” de sus progenitores se sumó el hecho de que nadie “hubiera
pensado en perfeccionar” aquella vocación que tanto sentía. Su entusiasmo era tal que junto a su
hermana pagaron “de nuestro pobre sueldo clases [particulares] de química”. Sin embargo, su deseo
de realizar una carrera universitaria se vería frustrado siendo siempre vivido con una “amargura muy
grande”. Empero, cultivó el deporte, concurriendo al campo de Marte a jugar al tenis. Allí María
conoció a un deportista mexicano del que se enamoró. Su familia se disgustó por la relación y esa fue
la razón por la cual su madre decidió llevarla de viaje a Guatemala. Por todo ello, “mi casa [paterna]
era muy triste” resumió en un escrito inédito donde trazó su “vida a grandes rasgos”.
IV.- Cuando viajó a Guatemala, ella estaba ansiosa por desarrollarse: “yo quería
independizarme y salir de mi rutina de mujer que no se había realizado”. Como se sabe, aquel viaje
habría de marcarla para el resto de su vida pues estando en Guatemala conoció a un cadete recién
egresado de la Escuela Politécnica a quien apodaban “el suizo” y cuyo nombre era Jacobo Arbenz.
Desde ese momento, según sus recuerdos, el “flechazo” fue mutuo: “me impactó cuando lo ví…de
cuerpo varonil” aunque “no con músculos excesivos, nada de tonterías”. De retorno a su país a
finales de 1938, María pintó “de memoria” y “a grandes rasgos un retrato de Jacobo”. El difícil
entorno familiar “me apresuró [para] que yo me quisiera casar fuera de El Salvador” pues si bien “mi

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mamá expresó cariño hacia nosotros” no así “mi papá [que] era firme, seco” y no aprobó la relación
con aquel joven militar.
De todas formas, el amor por Jacobo era intenso: “nos quisimos mucho…éramos la misma
cosa…era muy bonito…elegante, hermoso…un ser humano como él…era extraordinariamente
agradable…consentible”. Guiados de esos sentimientos, contrajeron matrimonio en marzo de 1939
comenzando la vida en común. Jacobo era subteniente y ganaba escasos 68 dólares por mes. Él
“quería darme todo lo que no pedía yo”. Sin embargo, “vivíamos muy económicamente. Yo tomaba
un bus de tres centavos en vez de tomar el de 5”. Aunque ello difería notoriamente de lo que habían
sido sus orígenes, cuya holgada posición económica no le había supuesto privación alguna, María
recordaba que “los cinco años de pobreza, con los mismos vestidos que llevé cuando me casé, no
fueron los más tristes de mi vida por la pobreza”.
El carácter de ambos era bien diferente. Él “era muy perfeccionista, muy introvertido, no le
gustaba alternar con la gente” ni “transigir”. Aunque “conmigo llegó a exteriorizarse bastante”, “mi
esposo era muy tímido y retraído”. Mientras, “yo era valiente y rebelde, además de haberse
despertado en mí el sentido de la justicia ante la miseria de los indígenas…obligados a trabajar sin
sueldo en los caminos del gobierno”.
Distantes en aquel aspecto, compartían una fuerte “afinidad política y social”. Ya entrados los
años 40, Guatemala atravesaba una situación “muy crítica” que se veía agravada por la “guerra
mundial”. “Todos los sectores estaban descontentos con la dictadura” encabezada por Jorge Ubico
que a mediados de 1944 decidió dar un paso al costado. Su sucesor, Federico Ponce Vaides,
presentaba un anacrónico continuismo y sobre el mes de agosto de ese año Jacobo se enteró de que
estaba en una “lista secreta de oficiales” a los que Ponce pretendía fusilar por conspiradores. Estaban
en lo cierto ya que, poco más tarde, encabezados por él, un conjunto de militares y civiles inició un
exitoso movimiento revolucionario que sobre el mes de octubre ocupó el poder llamando a
elecciones.
Tras el primer acto eleccionario en la historia del país fue electo Juan José Arévalo, quien le
ofreció a Arbenz la cartera de Defensa. Su actuación y cerrada defensa del orden democrático le
valieron la candidatura a la presidencia, que obtuvo por una amplia mayoría de votos a finales de
1950. “Políticamente lo apoyé e impulsé siempre” recuerda doña María. Para ese entonces el
matrimonio había evolucionado en su sensibilidad social: “¿porqué un pobre no puede abandonar su
situación y ver la bondad y la belleza?” se preguntaban ambos. Jacobo deseaba ser un “reformador” y
Guatemala necesitaba reformas. Entre ellas, la más apremiante tenía que ver con la tenencia de la
tierra. Luego de experimentar en su propia finca y haber estudiado a fondo el tema, impulsó la
recordada Reforma Agraria. Aquel experimento amenazaba la hegemonía terrateniente y fue muy
bien percibido en sus efectos: de haber proseguido el país se encaminaba hacia una reforma
estructural. Hasta que el golpe detuvo tan significativo proceso parecía un sueño hecho realidad: sin
embargo, es “que cuando se quiere levantar a los pobres eso es comunismo… tristemente”
recordaba María. Acerca de ello interesa recordar sus últimas palabras al respecto, “Jacobo y yo
vimos el comunismo como una cosa más…parecía el avance…el crecimiento de la humanidad y de
los pobres” pero eso de que éramos comunistas “me daba risa”.
V.- Expulsados del gobierno y del país, llegaron los días difíciles: además de afrontar la derrota
había que sacar adelante a la familia. “Cuando cayó el gobierno…mi esposo no había previsto el
exilio”, “los errores se los achacaron únicamente a él” y por eso “se desmoralizó desde 1954”.
Breves vacaciones en México, luego Suiza, Checoslovaquia y Francia, pero siempre, la extrema
frialdad con que eran recibidos hacía incómoda la vida familiar. La CIA los controló de cerca de
través de sus colegas en los servicios secretos de varios países; además de ello influenció
decisivamente a los más importantes medios de prensa latinoamericanos y europeos, que difundieron

155
una oficiosa y ostensible “propaganda negra” contra “Jacobo el Rojo”; el Departamento de Estado
presionó y protestó diplomáticamente intentando cercenar al máximo sus derechos como refugiados
políticos; la cancillería guatemalteca lo controló con especial cuidado vigilando siempre que fuera
posible las actividades de Arbenz y su familia; y otro tanto hicieron, desde su propio entorno
político, algunos supuestos “amigos” que en realidad trabajaban como informantes del espionaje
norteamericano.
En ese sentido, una relativa estabilidad consiguieron en 1957 cuando arribaron como asilados
al Uruguay, permaneciendo hasta 1960, cuando la familia partió rumbo a Cuba, que parecía prometer
una vida con mayor libertad. Allí tampoco hubo comodidad: para los victoriosos cubanos Arbenz
ejemplificaba al “derrotado” por el “imperialismo”. En 1965 sobrevino otro drama familiar: la hija
mayor del matrimonio, con una promisoria carrera de actriz, se suicidó. Seis años más tarde y en
solitario, murió Jacobo. Vivía muy humildemente en México. Le habían diagnosticado una
enfermedad que nunca quiso atender. La noticia sorprendió a la propia doña María que no quería
creerlo: “muy límpidamente bien nos amamos” recordaba, “yo había llegado a la etapa de pensar que
no había hombre bueno” pero “con Jacobo nada de vueltas…”, “él me quería de verdad y yo
también a él…fuimos muy sinceros el uno con el otro” prosigue.
VI.- Pese a que nunca dejó de echarlo de menos, siguió adelante con sus negocios,
estableciéndose definitivamente en San José durante 1979. Participó de la repatriación a Guatemala
de los restos de su marido en 1995 publicando poco después un libro de memorias. Hasta que sus
fuerzas le alcanzaron, se mantuvo activa, sobre todo leyendo. Su poesía inédita es altamente
ilustrativa de cuán doloroso fue el exilio: “Mundo de afrentas. Mundo de rencores. Injusticia
humana, Qué duro golpeas! Si auxilias a alguno, otros se molestan. Y entre tus ‘amigos’ muchos te
desprecian. Unos te traicionan, y otros que se quejan porque no les haces una reverencia”; “es que ya
va cumpliéndose mi vida” y “ya he vivido exilios y desiertos, y todos los disfraces de la muerte”.
Lamentablemente, el destierro sólo terminó con su muerte. Con una región nuevamente
acicateada por las desagradables consecuencias de un golpe militar, este rápido repaso descriptivo del
altísimo precio que Jacobo y María debieron pagar por “meterse a revolucionarios” renueva su
especial interés y en esa dirección se dirigen estos breves recuerdos.

* Este texto es una versión modificada por el autor para la presente compilación del artículo titulado
“La última entrevista de María Vilanova de Arbenz (1915-2009)”, El Faro Académico, 22 de julio de 2009.
Disponible en línea en: http://www.elfaro.net/secciones/academico/20090720/academico1.asp. Roberto
García Ferreira es uruguayo, Licenciado en Ciencias Históricas, Investigador del Departamento de Historia
Americana, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Udelar), y profesor de Historia Americana
IV en el Instituto de Profesores Artigas. Es candidato a Doctor por la Universidad de Buenos Aires y su
proyecto de tesis se refiere al exilio político del ex Presidente de Guatemala Jacobo Arbenz. Su campo de
estudio se inscribe dentro de la temática referida a la guerra fría en América Latina. Junto a Fernando Aparicio
y Mercedes Terra integra el proyecto de investigación colectivo titulado “Espionaje y política”, financiado por
la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Udelar. Entre otras publicaciones es autor de: La CIA y
el caso Arbenz (Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala, 2009); Bajo vigilancia: La CIA, la policía
secreta uruguaya y el exilio de Jacobo Arbenz en Uruguay, 1957-60 [En prensa, Universidad de San Carlos de
Guatemala]; “The CIA and Jacobo Arbenz: History of a Desinformation Campaign?”, en Journal of Third World
Studies, XXV: 2, Fall 2008, págs. 59-81.

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