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A BUEN JUEZ Los álamos de la Vega triste,

MEJOR TESTIGO parecen en la espesura no le aqueja su


de fantasmas apiñados amargura.
I medrosa y gigante Tan en calma y tan
turba; sombría
Entre pardos y alguna vez como la noche que
nubarrones desprendida enluta
pasando la blanca gotea pesada lluvia, la esquina en que
luna, que no despierta a desemboca
con resplandor quien duerme, una callejuela oculta,
fugitivo, ni a quien medita se ve de un hombre
la baja tierra no importuna. que guarda
alumbra. Yace Toledo en el la vigilante figura,
La brisa con frescas sueño y tan a la sombra vela
alas entre las sombras que entre las sombras
juguetona no confusa, se ofusca.
murmura, y el Tajo a sus pies Frente por frente a sus
y las veletas no giran pasando ojos
entre la cruz y la con pardas ondas lo un balcón a poca
cúpula. arrulla. altura
Tal vez un pálido rayo El monótono deja escapar por los
la opaca atmósfera murmullo vidrios
cruza, sonar perdido se la luz que dentro le
y unas en otras las escucha, alumbra;
sombras cual si por las hondas mas ni en el claro
confundidas se calles aposento,
dibujan. hirviera del mar la ni en la callejuela
Las almenas de las espuma. oscura
torres ¡Qué dulce es dormir el silencio de la noche
un momento se en calma rumor sospechoso
columbran, cuando a lo lejos turba.
como lanzas de susurran Pasó así tan largo
soldados los álamos que se tiempo,
apostados en la altura. mecen, que pudiera haberse
Reverberan los las aguas que se duda
cristales derrumban! de si es hombre, o
la trémula llama Se sueñan bellos solamente
turbia, fantasmas mentida ilusión
y un instante entre las que el sueño del triste nocturna;
rocas endulzan, pero es hombre, y bien
riela la fuente oculta. y en tanto que sueña el se ve,
porque con planta puerta, y el sol tocando su
segura, y con precaución ocaso
ganando el centro a la difusa apaga su luz gigante;
calle, salió una niña al se ve la imperial
resuelto y audaz balcón Toledo
pregunta: que llama interior dorada por los remates
"¿Quién va?", y a alumbra. como una ciudad de
corta distancia "¡Mi padre!", clamó grana
el igual compás se en voz baja, coronada de cristales.
escucha y el viejo en la El Tajo por entre rocas
de un caballo que cerradura sus anchos cimientos
sacude metió la llave lame,
las sonoras herraduras. pidiendo dibujando en las
"¿Quién va?", repite, y a sus gentes que le arenas
cercana acudan. las ondas con que las
otra voz menos Un negro por ambas bate.
robusta bridas, Y la ciudad se retrata
responde: "Un tomó la cabalgadura, en las ondas
hidalgo, ¡calle!" cerróse detrás la desiguales,
Y el paso el bulto puerta como en prendas de
apresura, y quedó la calle muda. que el río
"Téngase el hidalgo", En esto desde el tan afanoso la bañe.
el hombre balcón, A lo lejos en la Vega
replica, y la espada como quien tal tiende galán por sus
empuña. acostumbra, márgenes,
"Ved más bien si me un mancebo por las de sus álamos y
haréis calle, rejas huertos
repitieron con mesura, de la calle se asegura. el pintoresco ropaje;
que hasta hoy a nadie Asió el brazo al que y porque su altiva gala
se tuvo apostado más a los ojos
Iván de Vargas y hizo cara a Iván de halague,
Acuña." Acuña, la salpica con
"Pase el Acuña y y huyeron en el escombros
perdone", embozo de castillos y de
dijo el mozo en faz de velando la catadura. alcázares.
fuga, Un recuerdo en cada
pues, teniéndose el II piedra
embozo, que toda una historia
sopla un silbato y se Clara, apacible y vale,
oculta. serena cada colina un secreto
Paró el jinete a una pasa la siguiente tarde, de príncipes o galanes.
Aquí se bañó la quedo sedentarios
hermosa las palmas al se tornan con paso
por quien dejó un rey horadarle. grave,
culpable Allí está el circo calado el ancho
amor, fama, reino y romano, sombrero,
vida gran cifra de un abrochados los
en manos de pueblo grande, gabanes;
musulmanes. y aquí la antigua y los clérigos y
Allí recibió Galiana basílica monjes
a su receloso amante, de bizantinos pilares, y los prelados y
en esa cuesta que que oyó en el primer abades,
entonces concilio sacudiendo el leve
era un plantel de las palabras de los polvo
azahares. Padres de capelos y sayales.
Allá por aquella torre que velaron por la Quédase sólo un
que hicieron puerta los Iglesia mancebo
árabes, perseguida o de impetuosos
subió el Cid sobre vacilante. ademanes,
Babieca La sombra en este que se pasea
con su gente y su momento ocultando
estandarte. tiende sus turbios entre la capa el
Más lejos se ve el cendales semblante.
castillo por todas esas Los que pasan le
de San Servando, o memorias contemplan
Cervantes, de las pasadas edades; con decisión de
donde nada se hizo y del Cambrón y evitarle,
nunca Bisagra y él contempla a los
y nada al presente se los caminos que pasan
hace. desiguales, como si a alguien
A este lado está la camino a los toledanos aguardase
almena hacia las murallas Los tímidos aceleran
por do sacó vigilante abren. los pasos al divisarle,
el conde don Los labradores se cual temiendo de
Peranzules acercan seguro
al rey, que supo una al fuego de sus que les proponga un
tarde hogares, combate;
fingir tan tenaz cargados con sus y los valientes le
modorra, aperos, miran
que, político y cargados con sus cual si sintieran
constante, afanes. dejarle
tuvo siempre el brazo Los ricos y sin que libres sus
estoques con la suya me la lave; Flandes."
en riña sonora dancen. o dadme mano de "¡Voto a Dios! ¿Qué
Una mujer, también esposo, más pretendes?"
sola, o libre de vos "Que a los pies de
se viene el llano dejadme." aquella imagen
adelante, Miróla Diego lo jures como cristiano
la luz del rostro Martínez del Santo Cristo
escondida atentamente un delante."
en tocas y tafetanes. instante, Vaciló un punto
Mas en lo leve del y echando a su lado el Martínez.
paso embozo Mas porfiando que
y en lo flexible del repuso palabras tales: jurase,
talle "Dentro de un mes, llevóle Inés hacia el
puede a través de los Inés mía, templo
velos parto a la guerra de que en medio la Vega
una hermosa Flandes; yace.
adivinarse. al año estaré de vuelta Enclavado en un
Vase derecha al que y contigo en los madero,
aguarda, altares. en duro y postrero
y él al encuentro le Honra que yo te trance,
sale desluzca ceñida la sien de
diciendo…cuanto se con honra mía se lave, espinas,
dicen que por honra vuelven descolorido el
en las citas los honra semblante,
amantes. hidalgos que en honra víase allí un crucifijo
Mas ella, galanterías nacen." teñido de negra sangre
dejando severa aparte, "Júralo", exclama la a quien Toledo devota
así al mancebo niña. acude hoy en sus
interrumpe "Más que mi palabra azares.
en voz decidida y vale Ante sus plantas
grave: no te valdrá un divinas
"Abreviemos de juramento." llegaron ambos
razones, "Diego, la palabra es amantes,
Diego Martínez; mi aire." y haciendo Inés que
padre, "¡Vive Dios, que estás Martínez
que un hombre ha tenaz! los sagrados pies
entrado en su ausencia Dalo por jurado y tocase,
dentro mi aposento baste." preguntóle
sabe, "No me basta; que "Diego, ¿juras
y así quien mancha mi olvidar a tu vuelta
honra puedes la palabra en desposarme?
Contestó el mozo: esperar! el padre no respondía,
"¡Sí juro!", ¡Ay del triste que que la lengua le tenía
y ambos del templo se presume su propia deshonra
salen. que el duelo con que atada.
él se abrume Y ambos maldicen su
III al ausente ha de pesar! estrella,
La esperanza es de los callando el padre
Pasó un día y otro día cielos severo
un mes y otro mes preciosos y funesto y suspirando la bella,
pasó, don, porque nació altanero.
y un año pasado había, pues los amantes Dos años al fin
mas de Flandes no desvelos pasaron
volvía cambian la esperanza en esperar y gemir,
Diego, que a Flandes en celos y las guerras acabaron,
partió. que abrasan el y los de Flandes
Lloraba la bella Inés corazón. tornaron
oraba un mes y otro Si es cierto lo que se a sus tierras a vivir.
mes espera Pasó un día y otro día,
su vuelta aguardando es un consuelo en un mes y otro mes
en vano, verdad; pasó,
del crucifijo a los pies pero siendo una y el tercer año corría:
do puso el galán su quimera, Diego a Flandes se
mano. en tan frágil realidad partió,
Todas las tardes venía quien espera mas de Flandes no
después de traspuesto desespera. volvía.
el sol, Así Inés desesperaba Era una tarde serena,
y a Dios llorando sin acabar de esperar, doraba el sol de
pedía y su tez se marchitaba, Occidente
la vuelta del español, y su llanto se secaba del Tajo la Vega
y el español no volvía. para volver a brotar. amena,
Y siempre al En vano a su confesor y apoyada en una
anochecer, pidió remedio o almena
sin dueña y sin consejo miraba Inés la
escudero, para aliviar su dolor, corriente.
en un manto una que mal se cura el Iban las tranquilas
mujer amor olas
el campo salía a ver con las palabras de un las riberas azotando
al alto del Miradero. viejo. bajo las murallas
¡Ay del triste que En vano a Iván acudía, solas,
consume llorosa y musgo, espigas y
su existencia en desconsolada; amapolas
ligeramente doblando. A lo lejos, por el Vienen tras este jinete
Algún olmo que llano, sobre potros jerezanos
escondido en confuso remolino, de lanceros hasta siete,
creció entre la hierba vio de hombres tropel y en adarga y coselete
blanda lejano diez peones
sobre las aguas que en pardo polvo castellanos.
tendido liviano Asióse a su estribo
se reflejaba perdido dejan envuelto el Inés,
en su cristalina banda. camino. gritando: "¡Diego, eres
Y algún ruiseñor Bajó Inés del torreón, tú!"
colgado y llegando recelosa Y él viéndola de
entre su fresca a las puertas del través,
espesura Cambrón, dijo: "¡Voto a
daba al aire sintió latir zozobrosa Belcebú,
embalsamado más inquieto el que no me acuerdo
su cántico regalado corazón. quién es!"
desde la enramada Tan galán como Dio la triste un alarido
oscura. altanero tal respuesta al
Y algún pez con cien dejó ver la escasa luz escuchar,
colores, por bajo el arco y a poco perdió el
tornasolada la escama, primero sentido,
saltaba a besar las un hidalgo caballero sin que más voz ni
flores, en un caballo andaluz. gemido
que exhalan gratos Jubón negro volviera en tierra a
olores acuchillado, exhalar.
a las puntas de una banda azul, lazo en la Frunciendo ambas dos
rama. hombrera cejas
Y allá, en el trémulo y sin pluma al diestro encomendóla a su
fondo, lado, gente,
el torreón se dibuja el sombrero derribado diciendo: "Malditas
como el contorno tocando con la viejas,
redondo gorguera. que a las mozas
del hueco sombrío y Bombacho gris malamente
hondo guarnecido, enloquecen con
que habita nocturna bota de ante, espuela consejas!"
bruja. de oro, Y aplicando el capitán
Así la niña lloraba hierro al cinto a su potro las
el rigor de su fortuna, suspendido espuelas,
y así la tarde pasaba y a una cadena el rostro a Toledo dan,
y al horizonte trepaba prendido y a trote cruzando van
la consoladora luna. agudo cuchillo moro. las oscuras callejuelas.
cobrado el suelo.
IV conocimiento, Mas todo empeño era
la amorosa Inés de inútil,
Así por sus altos fines Vargas, porque el capitán don
dispone y permite el que vive por él Diego
cielo muriendo. no ha de ser Diego
que puedan mudar al Mas él, que olvidando Martínez,
hombre todo como lo era en otro
fortuna, poder y olvidó su nombre tiempo.
tiempo. mesmo, Y así, llamando a su
A Flandes partió puesto que Diego gente,
Martínez Martínez de amor y piedad
de soldado aventurero, es el capitán don ajeno,
y por su suerte y Diego, mandóles que a Inés
hazañas ni se ablanda a sus llevaran
allí capitán le hicieron. caricias de grado o de
Según alzaba en ni cura de sus valimiento.
honores lamentos, Mas ella, antes que la
alzábase en diciendo que son asieran,
pensamientos, locuras cesando un punto en
y tanto ayudó en la de gente de poco seso: su duelo,
guerra que ni él prometió así habló, el rostro
con su valor y altos casarse lloroso
hechos, ni pensó jamás en ello. hacia Martínez
que el mismo rey a su ¡Tanto mudan a los volviendo:
vuelta hombres "Contigo se fue mi
le armó en Madrid fortuna, poder y honra,
caballero, tiempo! conmigo tu juramento;
tomándole a su En vano porfía Inés pues buenas prendas
servicio con amenazas y son ambas,
por capitán de ruegos; en buen fiel las
lanceros. cuanto más ella pesaremos."
Y otro no fue que importuna Y la faz descolorida
Martínez está Martínez severo. en la mantilla
quien ha poco entró en Abrazada a sus envolviendo,
Toledo, rodillas, a pasos desatentados
tan orgulloso y ufano enmarañado el salióse del aposento.
cual salió humilde y cabello,
pequeño. la hermosa niña V
Ni es otro a quien se lloraba
dirige, prosternada por el
Era entonces de guiñan en un corredor, "¿Qué prenda?"
Toledo y abajo, en Zocodober "Mi corazón."
por el rey, gobernador, gritan en discorde son, "¿Tú lo diste?"
el justiciero y valiente los que en el mercado "Lo presté."
don Pedro Ruiz de venden, "¿Y no te le han
Alarcón. lo vendido y el valor. vuelto?"
Muchos años por su Una mujer en tal "No."
patria punto, "¿Tienes testigos?"
el buen viejo peleó; en faz de grande "Ninguno."
cercenado tiene un aflicción, "¿Y promesa?"
brazo, rojos de llorar los "¡Sí, por Dios!
mas entero el corazón. ojos, Que al partirse de
La mesa tiene delante, ronca de gemir la voz, Toledo
los jueces en derredor, suelto el caballo y el un juramento
los corchetes a la manto, empeñó."
puerta tomó plaza en el salón "¿Quién es él?"
y en la derecha el diciendo a gritos: "Diego Martínez."
bastón. "¡Justicia, "¿Noble?"
Está, como presidente jueces, justicia, "Y capitán, señor."
del tribunal superior, señor!" "Presentadme al
entre un dosel y una Y a los pies se arroja capitán,
alfombra, humilde que cumplirá si juró."
reclinado en un sillón, de don Pedro de Quedó en silencio la
escuchando con Alarcón, sala,
paciencia en tanto que los y a poco en el
la casi asmática voz curiosos corredor
con que un tétrico se agitan alrededor. se oyó de botas y
escribano Alzóla cortés don espuelas
solfea una apelación. Pedro, el acompasado son.
Los asistentes calmando la confusión Un portero,
bostezan y el tumultuoso levantando
al murmullo murmullo el tapiz, en alta voz
arrullador; que esta escena dijo: "El capitán don
los jueces, medio ocasionó, Diego."
dormidos, diciendo: Y entró luego en el
hacen pliegues al "Mujer, ¿qué quieres? salón
ropón; "Quiero justicia, Diego Martínez, los
los escribanos repasan señor." ojos
sus pergaminos al sol, "¿De qué?" llenos de orgullo y
los corchetes a una "De una prenda furor.
moza hurtada." "¿Sois el capitán don
Diego resuelta y firme gritó: silencio
--díjole don Pedro-- "Llamadle, tengo un de sorpresa y de
vos?" testigo; pavor,
Contestó altivo y llamadle otra vez, y Diego bajó los ojos
sereno señor." de vergüenza y
Diego Martínez: Volvió el capitán don confusión.
"Yo soy." Diego, Un instante con los
"¿Conocéis a esta sentóse Ruiz de jueces
muchacha?" Alarcón, don Pedro en secreto
"Ha tres años, salvo la multitud aquietóse habló,
error." y la de Vargas siguió: y levantóse diciendo
"¿Hicísteisla "Tengo un testigo a con respetuosa voz:
juramento quien nunca "La ley es ley para
de ser su marido? faltó verdad ni razón." todos;
"No." "¿Quién?" tu testigo es el mejor,
"¿Juráis no haberlo "Un hombre que de mas para tales testigos
jurado?" lejos no hay más tribunal
"Sí, juro." nuestras palabras oyó, que Dios.
"Pues id con Dios." mirándonos desde Haremos….. lo que
"¡Miente!", calmó arriba." sepamos.
Inés llorando "¿Estaba en algún Escribano, al caer el
de despecho y de balcón?" sol
rubor. "No, que estaba en un al Cristo que está en la
"Mujer, ¡piensa lo que suplicio Vega
dices……!" donde ha tiempo que tomaréis declaración."
"Digo que miente, expiró."
juró." "¿Luego es muerto?" VI
"¿Tienes testigos?" "No, que vive,"
"Ninguno." "Estáis loca, ¡vive Es una tarde serena,
"Capitán, idos con Dios! cuya luz tornasolada
Dios, ¿Quién fue?" del purpurino
y dispensad que "El Cristo de la Vega, horizonte
acusado a cuya faz perjuró." blandamente se
dudara de vuestro Pusiéronse en pie los derrama.
honor." jueces Plácido aroma de
Tornó Martínez la al nombre del flores
espalda, Redentor, sus hojas plegando
con brusca escuchando con exhalan,
satisfacción, asombro y el céfiro entre
e Inés, que le vio tan excelsa apelación. perfumes
partirse; Reinó un profundo mece las trémulas
alas. bigote a la borgoñesa, rostro
Brillan abajo en el melena desmelenada, al pecho santo llegaba.
valle el sombrero A un lado tiene a
con suave rumor las guarnecido Martínez,
aguas, con cuatro lazos de a otro lado a Inés de
y las aves en la orilla plata, Vargas,
despidiendo al día un pie delante del detrás al gobernador
cantan. otro, con sus jueces y sus
Allá por el Miradero y el puño en el de la guardias.
por el Cambrón y espada. Después de leer dos
Bisagra, Los plebeyos, de veces
confuso tropel de reojo, la acusación
gente le miran de entre las entablada,
del Tajo a la Vega capas, el notario a Jesucristo,
baja. los chicos al uniforme así demandó en voz
Vienen delante don y las mozas a la cara. alta:
Pedro Llegado el gobernador Jesús, Hijo de María,
de Alarcón, Iván de y gente que le ante nos esta mañana,
Vargas, acompaña, citado como testigo
su hija Inés, los entraron todos al por boca de Inés de
escribanos, claustro Vargas,
los corchetes y los que iglesia y patio ¿juráis ser cierto que
guardias; separa. un día
y detrás, monjes, Encendieron ante el a vuestras divinas
hidalgos, Cristo plantas
mozas, chicos y cuatro cirios y una juró a Inés Diego
canalla. lámpara Martínez
Otra turba de curiosos y de hinojos un por su mujer
en la Vega les momento desposarla?
aguarda, le rezaron en voz baja. Asida a un brazo
cada cual Está el Cristo de la desnudo
comentariando Vega una mano atarazada
el caso según le la cruz en tierra vino a posar en los
cuadra. posada, autos
Entre ellos está los pies alzados del la seca y hendida
Martínez suelo palma,
en apostura bizarra, poco menos de una y allá en los aires:
calzadas espuelas de vara; "¡Sí, juro!"
oro, hacia la severa imagen clamó una voz más
valona de encaje un notario se adelanta que humana.
blanca, de modo que con el Alzó la turba medrosa
la vista a la imagen
santa…….
Los labios tenía
abiertos
y una mano
desclavada.

Conclusión

Las vanidades del


mundo
renunció allí mismo
Inés,
y espantado de sí
propio
Diego Martínez
también.
Los escribanos,
temblando
dieron de esta escena
fe,
firmando como
testigos
cuantos hubieron
poder.
Fundóse un
aniversario
y una capilla con él,
y don Pedro de
Alarcón
el altar ordenó hacer,
donde hasta el tiempo
que corre,
y en cada año una vez,
con la mano
desclavada
el crucifijo se ve.

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