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Capilla de música

Una capilla de música era una estructura organizativa que permitía que hubiera música en una
determinada institución, ya fuera vinculada a la nobleza, la realeza, o bien a la iglesia, ya fuera una
catedral o un monasterio o convento. En su faceta más visible era un grupo de cantantes o
cantores y un grupo de instrumentistas, dirigidos todos por el maestro de capilla.

Antecedentes

Los antecedentes de las capillas de música los encontramos en las escuelas de canto existentes en
los principales monasterios y catedrales durante la Edad Media y las principales capillas se
encuentran ya plenamente formadas y estructuradas durante el Renacimiento.

El maestro de capilla

El principal responsable de la capilla de música era el maestro de capilla. En función del tipo de
música que tuviera que hacer en aquella capilla -lo que podía venir determinado tanto por el estilo
predominante en el momento como por el hecho de si predominaba la práctica de la música
religiosa o de la música profana- se buscaba que la persona que ostentara este cargo tuviera unas
determinadas capacidades y aptitudes. En general el maestro de capilla era el responsable último
del buen funcionamiento de la capilla: responsable de determinar el repertorio que interpretaría, de
componer en la mayoría de casos, de obtener copias de repertorio proveniente de otros centros
cuando fuera deseable, de ensayar este repertorio, de enseñar canto y música en general a los
niños o adolescentes que cantaban las voces superiores en la polifonía (y en muchos casos también
era responsable de otros elementos referidos a estos niños como por ejemplo su aprendizaje de un
instrumento, su instrucción o formación general y hasta de su manutención), de dirigir el grupo en
sus interpretaciones, y de representar los músicos ante los responsables de la institución a la que
pertenecía la capilla.

Durante siglos, y hasta el fin del Antiguo Régimen, el cargo de maestro de capilla representó el
máximo escalafón al que podía llegar un profesional de la música de manera que muchos de los
compositores de los siglos XV en el XVIII ejercieron de maestros de capilla. Por eso era frecuente
que, además de sus obligaciones al servicio de la capilla, fueran requeridos para otras tareas, como
exámenes, oposiciones, etc.

Los cantores y los instrumentistas

El número y tipología de los cantores e instrumentistas varió, también, en función de los estilos y los
tipos de institución a los que servían, atendiendo a si era de tipo secular o religioso, y a los gastos
que esta institución les dedicaba.
En todos los casos y contextos en los que la interpretación de música religiosa estuvo vetada al
sexo femenino, las capillas de música contaron siempre con niños y adolescentes que cantaban las
voces de tiple y contralto en la polifonía . Completaban el coro un número también variable de
hombres adultos que cantaban las partes de tenor y de bajo, en las capillas vinculadas a las
catedrales, estas voces graves solían estar en cargo de personas del estamento eclesiástico, en los
conventos y monasterios, ésta era la norma. En algunos casos también hubo hombres adultos que
cantaron como falsetistas o como castratos. La composición de los grupos instrumentales de las
capillas fue variando desde una composición casi centrada en instrumentos de viento en
el Renacimiento, hacia una más diversificada hacia el siglo XVII en el tiempo del Barroco hasta
encajar fuerza con la plantilla orquestal a finales del siglo XVIII en el periodo del Clasicismo. Durante
el siglo XVIII, en las capillas musicales de los templos de Cataluña tenía un papel especialmente
destacado el organista que no sólo se encargaba de tocar el órgano en la liturgia, componer música
para tocarla él mismo, improvisar en muchos momentos y enseñar a tocar estos instrumentos a
los monaguillos, sino que debía sustituir al maestro de capilla cuando fuera necesario, por lo que
acababa convirtiéndose en una especie de subdirector, el segundo responsable de la institución.

Funciones de las capillas de música

De este modo las capillas de música se convirtieron no sólo estructuras de interpretación musical,
sino también centro de composición, de copia y difusión de música, y las principales escuelas de
música de este largo período. Las familias que descubrían unas aptitudes musicales en sus hijos y
los querían dar una educación musical de calidad con frecuencia los enviaban a las capillas de más
renombre, que en Cataluña durante un largo periodo de tiempo fueron el Escolanía de Montserrat y
la Catedral de Barcelona.

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