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Antecedentes Históricos de la Republica de Chile.

A la llegada de los españoles el territorio que conforma la actual Republica de Chile se


encontraba habitado por unos 500.000 indios. Entre ellos los más desarrollados
culturalmente eran los atacameños y diaguitas, tribus del norte en contacto con el
imperio inca. Al sur del rio Biobío se encontraban los araucanos, pueblo indómito que
resistió durante siglos la colonización y que aun hoy juega un rol importante en la
escena política chilena.
El primero en avistar las tierras chilenas fue Fernando de Magallanes, durante su viaje
alrededor del mundo en el año 1520. Diego de Almagro, colaborador de Francisco
Pizarro, el conquistador del Perú, obtuvo autorización del Rey Carlos V para dirigirse
hacia al sur, en la búsqueda de metales preciosos. El resultado negativo de esta
primera expedición al “Reyno de Chile” llevo al regreso de la misma. En 1540 Pedro de
Valdivia, con 150 españoles, inicio la colonización de la región. Tomo posesión y en ella
fundó en 1541 la ciudad de Santiago, que fue saqueada y reconstruida al año siguiente.
La obra de Valdivia continuó hacia el sur, creando fuertes, hasta que su avance se vio
frenado por la resistencia de los indios araucanos que, acaudillados por el cacique
Lautaro, capturaron y dieron muerte al conquistador. Se dice que su cuerpo fue
descuartizado y comido. Este periodo es conocido como la “Guerra del Arauco”. Se dice
que ninguna región del mundo americano costó a España una sangría mas profunda,
en dinero y hombres, que la conquista de Chile. Hacia fines del siglo XVI se logra
dominar a los indios, manteniéndolos más allá del Biobío, mediante la construcción de
fuertes con guarniciones permanentes. Esta zona paso a ser conocida como “La
Frontera”. Las formas de contener al araucano y asegurar la supremacía española
fueron desde la evangelización hasta la guerra más despiadada. La paz de Quillín, del
año 1640, se desvaneció prontamente con la Gran Rebelión de 1655, donde toda la
obra colonizadora española corrió el riesgo de desaparecer. Los españoles que
sobrevivieron se refugiaron en Concepción e intentaron abandonar al araucano la
región entre el rio Maule y el Biobío.
Quince años después se pacificaría el territorio y restablecería la autoridad española
nuevamente hasta la antigua Frontera. Hacia finales del siglo XVII Chile presentaba un
cuadro penoso. Dentro del Imperio era una colonia pobre, había sido devastada por
terremotos, sublevaciones de los aborígenes, no poseía recursos mineros y su comercio
era mínimo. La población vivía de la agricultura, pero las rentas públicas eran
insuficientes para sostener la administración, el ejército y las guarniciones de la
frontera.
En lo que refiere a su administración Chile formaba parte del Virreinato del Perú como
una Gobernación, es decir como un Gobierno subordinado a un virreinato, que tenía un
rango mayor. Su capital era Santiago, y abarcaba el territorio que iba desde el Valle del
Aconcagua, entre Santiago y Concepción, hasta el rio Biobío y al este la región de
Cuyo. El capitán general detentaba de poder absoluto sobre la población, si bien
también existía la Real Audiencia, la cual era un órgano consultivo y Tribunal de
apelaciones.
La estructura social de esta época se dividía claramente en clases, de acuerdo a una
división racial: en el plano superior, ocupando los puestos más importantes se hallaban
los españoles y criollos. Por debajo de ellos, fuertemente teñida de sangre aborigen, la
clase asalariada, integrada por mestizos trabajadores del campo y de las minas,
sirvientes domésticos, los indios sometidos, y los negros esclavos.
Chile también fue receptor de las reformas que el Rey Carlos III de Borbón y sus
colaboradores, inspirándose en los preceptos del despotismo ilustrado, iniciaron con el
fin de mejorar la hacienda y la economía, fomentar el desarrollo económico y cultural,
mejorar las condiciones de vida de las clases inferiores y la administración militar, pero
por sobre todo, asegurar la supremacía del poder real y revertir el estado de
decadencia en que hallaron al Imperio. Esto se expresó en las medidas llevadas a cabo
1
por los gobernadores en la segunda mitad del siglo XVIII, que fueron desde la expulsión
de los jesuitas en el año 1767, hasta la incorporación a la Corona de los servicios del
Correo y la acuñación de moneda.
La sanción del reglamento de libre comercio con la península fue la primera gran
reforma que contribuiría con el desarrollo económico. En el año 1776 se creó el
Virreinato del Rio de la Plata, que sustrajo a la jurisdicción de Chile toda la región de
Cuyo, y se estableció el régimen de Intendencias, dividiéndose el territorio de la
Gobernación en dos, la de Santiago y la de Concepción. El mas ilustre gobernador de
Chile fue Ambrosio de O’Higgins (1788 – 1796), padre de Bernardo, quien recorrió el
país, mejoró sus defensas y caminos, fundó pueblos, suprimió las encomiendas de
indios e hizo la paz con los caciques araucanos. Fruto de su labor fue nombrado Virrey
del Perú.
No pudieron pasar desapercibidos por algunos hombres ilustrados de Chile aquellos
acontecimientos de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX que contribuyeron a la
formación de cierta conciencia emancipadora. Entre estos sucesos destacaron la
independencia de las colonias inglesas de América del Norte y de Haití, la Revolución
Francesa y la debilidad de España, que se manifestó en la falta de respuesta frente a la
invasión británica del Rio de la Plata. A la vez los antecedentes americanos de la
rebelión del Alto Perú, encabezada por Túpac Amaru y de los comuneros del Virreinato
de Nueva Granada, demostraban un alto contenido político y social y habían revelado
la perspectiva de un cambio profundo en el estado de las cosas que hasta entonces
había prevalecido en el mundo colonial hispanoamericano.
La firma del Tratado de San Lorenzo entre Gran Bretaña y España, en 1790, que abrió a
los ingleses la navegación del Pacifico, terminó con la doctrina del mar cerrado y el mar
del sur recibió el comercio proveniente de barcos de banderas estadounidenses,
inglesas y francesas. Con ello aumento el contrabando de productos manufacturados y
el ingreso de ideas revolucionarias provenientes de Europa. En Chile, la agricultura y la
ganadería habían llegado a una etapa de desarrollo económico que satisfacía
ampliamente las necesidades del mercado interior y producía apreciables cantidades
de excedentes que eran dirigidos hacia el Perú. La minería del oro, la plata y el cobre,
para fines del siglo XVIII, también alcanzó cifras considerables, volviéndose una
actividad altamente atractiva.
Hacia fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX la economía chilena presentaba una
serie de características propias y suficientes elementos para estimular la producción.
Esto llevo a que muchos criollos y habitantes del territorio vinculados con las
actividades económica a anhelar poder manejar directamente las cuestiones que
regulaban a las mismas, sin la necesidad de obtener permiso desde España. Esta sería
uno de los tantos factores que gravitaría fuertemente en las aspiraciones a la
independencia política.
Tras la invasión de España por parte de las tropas napoleónicas, las abdicaciones de
Bayona y la coronación de José Bonaparte como Rey de España, se rompe el vínculo
jurídico que unía a las colonias con la monarquía española. Ante esto, en concordancia
con el fenómeno del juntismo que estaba tomando lugar tanto en España como en
América, en respuesta a la ausencia de un rey gobernante, los criollos aspiraron a
construir una autoridad propia, etapa durante la cual el Cabildo de Santiago jugó un
papel fundamental. El 18 de septiembre de 1810 el Gobernador Mateo de Toro y
Zambrano celebró un Cabildo Abierto, constituido por los representantes de los grupos
privilegiados, donde se formó la Primera Junta Gubernativa, con predominio del
elemento criollo.
Desde un primer momento el gobierno de Chile enfrentó dos presiones diferentes: una
que venia desde Buenos Aires, a favor de las ideas revolucionarias y de la autonomía
de gobierno, y la otra proveniente de Lima, fiel a la monarquía española. El 4 de julio
de 1811 se reunió un Congreso deliberante, donde predominaron tres tendencias, una
reformista; otra conciliadora que aspiraba a la organización de un gobierno no
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rupturista; y otra tradicionalista, decida a mantener el status previo a la Junta. De este
congreso surgen los primeros documentos del derecho público: la declaración de los
derechos del pueblo, el reglamento del ejercicio del poder ejecutivo, el propósito de
organizar el país de modo permanente a través de una constitución, el derecho
inalienable del pueblo de organizarse según su parecer, la expresión de solidaridad y
unidad con el resto de las ex colonias y el deseo de reunir a las mismas en un Congreso
General. Este periodo de la historia es conocido como la “Patria Vieja”. Los hombres de
ideas liberales proclamarían la libertad de comercio, la supresión de trabas para el
ingreso de los extranjeros y el fomento de la educación.
Este gobierno fue disuelto por un golpe a cargo de José Miguel Carrera, quien organizó
una Junta Gubernativa que él mismo pasó a presidir. Tendría lugar entonces, una
sangrienta lucha de facciones en torno a las personalidades de Bernardo O’Higgins y
Carrera, ambos representantes de los intereses oligárquicos. Se disputarían la
supremacía del mando hasta que una considerable fuerza militar enviada desde el
Perú, en el marco del intento de recuperación por parte de la Corona de sus antiguas
colonias, destruiría a las fuerzas patriotas en Rancagua (1814) originando así la
reconquista de Chile.
A principios del año 1815 el triunfo del absolutismo parecía asegurado, el único
gobierno americano que aun se sostenía era el de las Provincias Unidas del Rio de la
Plata. Allí seria donde se dirigirían muchos de los lideres independentistas chilenos,
como O’Higgins, quien brindaría su apoyo a José de San Martin. Este, como gobernador
de Cuyo había ideado un plan de liberación de América que se desarrollaría
atravesando los Andes, recuperando Chile y atacando por mar a Lima, el bastión de la
reacción absolutista. Muchos fueron los emigrados chilenos que se incorporaron a su
ejército.
En enero de 1817 el ejército cruzo los Andes, se reunió al pie del Aconcagua y venció,
el 12 de febrero, al ejército español en la batalla de Chacabuco. Dos días después
entraba triunfante en Santiago. Reunido en Cabildo Abierto los cabildantes eligieron
como gobernador a San Martin. Este se negó a aceptar dicho mando. Llamada una
nueva asamblea fue elegido Bernardo O’Higgins como Director Supremo. Este es el
periodo conocido como la “Patria Nueva”. Un año mas tarde, el 12 de febrero de 1818,
en el aniversario de Chacabuco y meses antes de la Batalla de Maipú, que sellaría la
independencia política de Chile y expulsaría para siempre a las fuerzas españolas del
territorio, se verifico la solemne proclamación y jura de la Independencia de Chile.
O’Higgins debió afianzar la independencia de la nación, para lo cual fue necesario
terminar con los pequeños focos realistas que todavía quedaban, crear una fuerza
naval para proteger al país y asegurar las nuevas instituciones y la organización
política de la nación. En ese sentido promulgo dos constituciones (1818 y 1822) que
fueron la consagración legal de su poder personal, puesto que concentraba la autoridad
en su persona, prescindía del control de otro poder, mientras que las libertades
publicas y civiles ocupaban un lugar secundario.
Fueron diversos los factores sociales y políticos que separaron a las clases
conservadoras del gobierno de O’Higgins, y en ese sentido fue que se convoco a una
asamblea legislativa que creo una Carta constitucional que no hacia mas que volver a
sancionar el poder personal del Director Supremo. Finalmente en 1823, O’Higgins
abdica de su puesto, debido al descontento de la oligarquía con su gobierno de
carácter autocrático.
El periodo que se abre a la caída del director supremo será uno de ensayos de
organización política, que irá desde la republica federal a la unitaria y se materializará
en la existencia de 30 gobiernos en siete años.
Ramón Freire será quien suceda a O’Higgins. La carta constitucional de 1823 de
tendencia centralizadora, pero que organizaba un ejecutivo débil con un senado de
raigambre aristocrática, produjo confusas disposiciones que pronto hicieron surgir
dificultades entre el ejecutivo y el legislativo, produciendo la ruptura entre Freire y los
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conservadores (denominados “pelucones”, casta reaccionaria, integrada por
terratenientes y tradicionalistas). En 1824 esta constitución fue declarada nula por el
Congreso, el cual se disolvió por cuenta propia, sancionando antes una ley de
garantías.
Para este momento predominaban en Chile dos corrientes: una reformista y otra, la
más fuerte, conservadora. Estos conservadores eran la parte mas rica e influyente de
la sociedad y tenían la idea de que el gobierno era una función limitada a una clase, y,
como en la economía agrícola de Chile, ellos eran los propietarios de la tierra, pues a
ellos debería corresponderle este gobierno, nominalmente republicano, pero cerrado,
patriarcal, severo y progresista.
En 1829 se realizaron las elecciones para el Congreso Constituyente en las que el
partido liberal obtuvo una mayoría abrumadora. Los conservadores comenzaron a
sostener que se les cerraban todas las vías legales y la idea revolucionaria comenzó a
ganar lugar. La guerra civil de los años 1829 – 1830 será expresión de ello, y daría por
resultado la desaparición del partido liberal, y el inicio de la reacción pelucona. Detrás
de todo esto estaría Diego Portales 1, quien ejercería el poder de hecho y quien se
esforzaría por restaurar la autoridad del gobierno y afianzar la supremacía del poder
civil, terminando con el caudillismo militar. Los poderes que se le atribuyeron al
presidente eran los de un verdadero monarca, puesto que tenía en sus manos el hacer
la paz o la guerra, la hacienda pública, la magistratura y el poder legislativo y no
respondía ante ningún otro poder.
El mariscal Andrés Santa Cruz organizó en el año 1836 la Confederación Peruano
Boliviana, entidad en la que el ministro Portales vio una mortal amenaza para la
soberanía chilena y para la supremacía en la costa del Pacifico. Según su visión esta
era la resurrección del Virreinato del Perú, y debido a su extensión y recursos
abrumaba extensamente al país chileno. Portales no ahorraría esfuerzos en lograr se
declare la guerra a dicho ente. Se tomaron diversas medidas tendientes a lograr que la
Confederación declare la guerra a Chile, ninguna dio resultado hasta que se insto a la
disolución de la misma. Ante la negativa a hacerlo, se declaro la guerra, el 26 de
diciembre de 1836. Este fue el momento culminante del poder personal de Portales.
La guerra se desarrolló en dos etapas. En la primera, el Gral. Manuel Blanco Encalada
firma una tregua que fue rechazada por el Gobierno Chileno, puesto que el Ejército
había regresado sin combatir y la Confederación seguía en pie. La segunda etapa
consistió en una segunda expedición militar al mando de Manuel Bulnes, que logro
ocupar Lima y derrotar a la escuadra naval de la Confederación. La acción decisiva
tendría lugar en Yungay, el 20 de enero de 1839, y su resultado seria la victoria chilena
y la consiguiente disolución y recuperación de la independencia política de Bolivia y
Perú, el fin de la amenaza hacia el Estado de Chile. Sentimientos de cohesión y fuerza
surgirían dentro del pueblo chileno, a la vez que aumentaría el prestigio del gobierno
nacional.
Chile ofrecía un panorama singular: mientras que en la mayoría de las repúblicas
americanas prevalecía como forma de gobierno el caudillismo militar y las sucesiones
se resolvían mediante luchas, en Chile se habían echado las bases de un régimen
jurídico, existía la libertad de prensa, había tribunales de justicia, funcionaba un
Congreso y existía cierta tolerancia religiosa. Los gobiernos de este periodo dedicaron
sus esfuerzos a mejorar la situación económica, y sobre todo a sanear las finanzas,
exhaustas tras los años de guerra. La primera medida para aumentar los recursos fue
abrir Chile al comercio internacional. La buena coyuntura favoreció la expansión
económica que se plasmo en la exportación de cereales a las zonas auríferas de
California y Australia, y en el aumento de la producción de plata y cobre, que era
absorbida por Europa.

1
Diego Portales nunca fue presidente, sin embargo fue la figura destacada de la época,
ocupando solo cargos ministeriales.
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La estabilidad política y prosperidad económica permitieron comenzar la modernización
del país, impulsada por la construcción de ferrocarriles y la fundación de universidades.
Sin embargo el progreso fue acompañado de una autentica desnacionalización de las
riquezas. Tanto el control del comercio como la explotación de las minas pasaron a
manos extranjeras, debido al escaso interés que mostro la oligarquía chilena por toda
actividad económica que no fuera la compra de tierras. Surgirá a su vez un nuevo
sector, consecuencia del desarrollo económico, la burguesía. Su intento de participar
en la vida política sumado a la negativa de la oligarquía a compartir su poder,
empujara a esta clase a recurrir a la vía insurreccional. Las esperanzas por llegar a una
reforma de las instituciones, incluso de la constitución, comenzaron a tomar cuerpo.
Se formaron clubes políticos, como el denominado de la Reforma y la “Sociedad de la
Igualdad”, destinados a interesar a la clase trabajadora en la competencia política y a
apelar a la agitación popular, lo cual provocó las mayores alarmas en los círculos
gubernativos, y produjo la reacción conservadora que culminó con la consagración
oficial de la candidatura presidencial de Manuel Montt. Su nominación, más que calmar
las pasiones, las exalto aún más. Fueron saqueadas las oficinas de la Sociedad de la
Igualdad y se declaró el estado de sitio en las provincias de Santiago y Aconcagua.
Todo anunciaba una nueva guerra civil.
Se realizaron las elecciones, y en ellas el triunfo del candidato oficial fue abrumador. La
oposición denunció el fraude e hizo un llamado a la rebeldía. Finalmente esta estalló en
las ciudades de Concepción y la Serena y tuvo su punto álgido en la batalla del rio
Loncomilla, donde murieron más de 2000 personas. Se afianzo así el peluconismo en el
poder.
Al contrario de lo que sería de esperar, el gobierno de Montt no incurrió en una política
conciliatoria, sino por el contrario, siguió haciendo uso de facultades extraordinarias,
las que eran el símbolo más odioso de la represión y del poder presidencial. La
oposición aspiraba a la libertad de sufragio, a limitar las facultades del ejecutivo, la
secularización de las instituciones y el fin de la preponderancia aristocrática en la
sociedad.
Aun así durante este gobierno se sanciono la ley que reglamentaba el procedimiento a
que se debían sujetar los bienes amayorazgados, reforma que fue un golpe de muerte
para la aristocracia colonial, puesto que quebrantó su influencia, y a la vez reconocía
finalmente la igualdad ante la ley y el fin de una clase privilegiada. Se produjo la
ruptura entre el peluconismo y el Presidente, por varias causas, como la recién
mencionada, pero también se debió a la actitud del gobierno respecto de la Iglesia,
más que nada la llamada “cuestión del sacristán” que tuvo como resultado la fusión
liberal conservadora y el nacimiento del Partido Nacional o Montt-Varista.
Luego de Montt sería elegido Presidente por el Partido Nacional José Joaquín Pérez, en
un contexto que seria distinto puesto que el desarrollo económico, la enseñanza
pública y la decadencia de la influencia de la iglesia y la aristocracia colonial, unidas a
la actividad intelectual, hicieron aparecer aspiraciones destinadas a terminar con el
poder supremo del presidente, a la ampliación de la arena política, a lograr la
secularización y el fomento de la educación pública, todo como medio para llegar a una
verdadera democratización. Este fue el programa que enarbolo la nueva
administración, que se conoce por ser la primera que corresponde a los gobiernos
liberales.
La influencia de partido Montt-varista se vería cortada en las elecciones de 1864,
donde el gobierno obtuvo una influencia aplastante y el camino hacia las reformas
constitucionales se vio abierto. Es el comienzo de la historia del gobierno presidencial
de los partidos, en el cual el anhelo de reformas institucionales y de leyes
fundamentales se vería pronto satisfecho. Se consagró la libertad de cultos, se
plantearon modificaciones al sistema electoral, se prohibió la reelección del presidente
para el periodo inmediatamente siguiente, etc.

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Durante el gobierno de Federico Errázuriz tuvieron lugar las llamadas cuestiones
doctrinarias y teológicas, que fueron la supresión del fuero eclesiástico, la laicización
de los cementerios, el matrimonio civil y la separación de la Iglesia y el Estado. Todo
esto fue fuertemente impulsado por el Partido Liberal, mientras el Partido Conservador
tomo un cariz mas clerical, oponiéndose a ellas. A la vez se ampliarían las facultades
del Congreso y se realizaron reformas sociales como la nacionalización de extranjeros,
se aseguraron los derechos de reunión, asociación y libertad de enseñanza. Se reformo
el Senado, convirtiéndolo, de un cuerpo oligárquico cerrado en una corporación
representativa, mediante la reforma de su medio de elección, el cual paso a ser la
votación directa, y no indirecta como antes.
Una de las reformas más importantes por su significación en el pasado fue la relativa a
las facultades extraordinarias. Por la misma se le quitaba al Congreso la atribución de
conceder al Presidente el uso de estas, y se las reemplazo por el dictado de leyes de
excepción. También se llevó a cabo una reforma electoral.
Tras la expansión hecha desde mediados del siglo XX por los mineros de Copiapó al
desierto de Atacama y la promulgación de la ley de octubre de 1842, por la cual se
declaro de propiedad del Estado los guanos situados al sur del paralelo 23, la Republica
de Bolivia realizo el reclamo de que dicha explotación estaba haciéndose en territorio
que correspondía a su jurisdicción política. Esto llevo a importantes negociaciones
entre ambos países que concluyeron con el tratado de 1866 por el cual se estableció el
sistema de medianería para la zona comprendida entre los paralelos 23 y 25, y que
consistía en la percepción igual de todos los impuestos que se obtuviesen del guano y
los metales.
Aun así, Bolivia firmo con el Perú un acuerdo secreto en 1873, llamado Alianza
Defensiva, que habría de tener gran influencia en la declaración posterior de guerra.
Para esta época se calculaba que el 95% de la población del litoral era chilena,
mientras que la totalidad del capital invertido en puertos, en empresas mineras y
salitreras era exclusivamente chileno.
Las causas de la guerra del Pacifico pueden clasificarse como políticas, económicas y
psicológicas. Políticamente se disputaba la supremacía del Pacifico. Económicamente
se trataba del control del monopolio del salitre y el guano, explotación que Chile trato
de colocar bajo el ala del Estado, y que había vuelto a la zona en cuestión,
anteriormente olvidada, en una importante región estratégica por sus recursos
económicos. Psicológicamente se debería hablar de la hostilidad que sufrieron los
trabajadores del ferrocarril chilenos por parte de sus contratantes peruanos.
El detonante del conflicto fue un decreto peruano que gravo con un impuesto de 10
centavos el quintal de salitre que exportaba la Compañía de Salitre y Ferrocarriles de
Antofagasta. Como era de esperar, dicha compañía se negó a pagar, amparándose en
el gobierno de Chile. El arbitraje no dio resultado y el 1 de febrero de 1879 el
presidente de Bolivia, Hilarión Daza, rescinde el contrato del gobierno con la
mencionada compañía, suspendiendo los efectos de la ley del 14 de febrero de 1878, y
decide reivindicar las salitreras ocupadas por la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de
Antofagasta y rematar estas últimas, para cobrar los impuestos impagos desde febrero
de 1878. Ante esto, el gobierno chileno resuelve impedir el remate mediante la
ocupación militar de Antofagasta, el 14 de febrero. Ante esto se originó una gran
agitación en el Perú, que a la vez se declaro neutral en la cuestión. La revelación por
parte del presidente de ese país, Mariano Ignacio Prado, al agente diplomático chileno
en Lima, de la existencia del tratado secreto produjo que el Congreso chileno
autorizara al presidente a declarar la guerra a Perú y Bolivia, el 2 de abril de 1879.
Las primeras acciones se redujeron a la ocupación de la Antofagasta y Calama, el 14 de
febrero y 23 de marzo de 1879 respectivamente, donde se encontró poca resistencia
boliviana. Luego seguirían combates navales entre las escuadras peruanas y chilenas,
la primera tratando de evitar la invasión chilena. Tendría éxito hasta que en los

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combates de Iquique y Mejillones seria destruido su poder marítimo, logrando así abrir
el paso a las fuerzas terrestres chilenas.
La primera etapa de la campaña terrestre abarca desde el desembarco en Pisagua el 2
de noviembre de 1879 hasta la ocupación de Tarapacá y la toma de Tacna. Mediante
esta ocupación se resolvió el problema económico, puesto que el gobierno reanudó la
actividad salitrera imponiéndole un impuesto que permitiría obtener ingresos para la
guerra. Políticamente se produjeron las caídas de los presidentes del Perú y Bolivia, los
cuales fueron reemplazados por Nicolás de Piérola en el Perú y por Narciso Campero en
Bolivia.
La segunda etapa incluyó la campaña a Tacna, y fue uno de los episodios más
sangrientos de la guerra. Luego de la Batalla de los Campos de la Alianza, el 26 de
mayo de 1880, Bolivia abandona su participación en la guerra. Tras la captura de la
plaza de Arica quedó abierto el camino hacia Lima.
La expedición a Lima, resistida por el gobierno, pero impulsada por el Congreso, la
prensa y la opinión publica, se llevo a cabo en noviembre y diciembre de 1880.
Anteriormente una mediación de los Estados Unidos había fracasado ante las
exigencias territoriales chilenas. Se llevo a cabo el desembarco en Pisco y Lima había
sido fortificada y armada con artillería. Las acciones decisivas tuvieron lugar en las
vecindades cercanas a la capital, Chorrillos y Miraflores, en enero de 1881, donde los
chilenos obtuvieron el triunfo a un alto costo, pues las bajas serian numerosas en
ambos bandos. Así, tras negociar la ocupación pacifica de Lima, con el fin de evitar su
destrucción, penetro el ejército chileno en formación, el 17 de enero de 1881. El
ejército pasaría casi tres años ocupando al país vencido. El vicealmirante Patricio Lynch
fue nombrado la autoridad suprema militar y cerca de 13500 hombres compondrían la
ocupación chilena, repartidos entre el norte y centro del país, y que cada tanto se
trabarían en combates con las montoneras peruanas.
Ante el estado de decadencia económica en que quedaría el Perú tras la guerra y frente
a la ausencia de un gobierno efectivo y legitimo, el Gral. Manuel Iglesias se
autoproclama en 1882 Presidente y comienza las negociaciones con el gobierno de
Chile, llamando a una asamblea en Cajamarca, que se pronuncio a favor de una paz
inmediata que termine con la ocupación. Cabe destacar que el logro de esa paz
dependía en grado máximo de la disposición del gobierno peruano a ceder territorios a
Chile.
Las negociaciones se iniciaron en marzo y abril de 1883, y el tratado que se suscribió
en Lima el 20 de octubre se denomino de Ancón. Por medio de este Perú cedió a Chile,
de manera perpetua e incondicionalmente, el territorio de la provincia de Tarapacá. Los
territorios de las provincias de Tacna y Arica continuarían en poder de Chile por diez
años, luego de los cuales se determinaría su soberanía definitiva por medio de un
plebiscito. El plebiscito nunca se realizó, transcurrieron cuarenta años más antes de
que se optara por llegar a una solución directa que terminó dividiendo las provincias
disputadas: Tacna para el Perú y Arica para Chile. El Tratado de 1929 señala en su
primer artículo: “Queda definitivamente resuelta la controversia originada por el art. 3°
del Tratado de Paz y Amistad de 20 de octubre de 1883, que era la única dificultad
pendiente entre los Gobiernos signatarios”. La solución que estableció fue dividir el
territorio en conflicto: Tacna para el Perú y Arica para Chile.
La frontera fijada corre desde un punto llamado “Concordia”, ubicado 10 kilómetros al
norte del puente del río Lluta, hacia el oriente, siguiendo de modo paralelo la línea de
la sección chilena del ferrocarril Arica- La Paz, conservando 10 kilómetros de distancia
hacia el norte.
El 4 de abril de 1884 se firmo un pacto de tregua con Bolivia, en virtud del cual
quedaba indefinidamente bajo soberanía chilena todo el litoral boliviano. El tratado de
paz tardaría 20 años en firmarse, en el 1904.
Económicamente, la conquista del salitre revitalizaría la economía chilena, pero
acentuaría su hipertrofia al volverla dependiente de un solo producto en función de su
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colocación en el mercado internacional, Durante el largo periodo de dominio del salitre,
todas las actividades quedarían supeditadas a él, ello impediría la diversificación
económica e implicaría la total vulnerabilidad y dependencia de los mercados
internacionales. Esto, sumado a la quiebra de la agricultura, la consolidación del
latifundio, y la irrupción del capital extranjero, le impondrá a la economía chilena su
condición de retraso y deterioro creciente.
Tras la Guerra del Pacifico asumió la presidencia en Chile, José Manuel Balmaceda
(1886 – 1891), el cual se encontró con una situación de prosperidad económica como
consecuencia del aumento de la exportación del salitre (recordemos que este mineral
se utilizaba en la fabricación de explosivos) lo que le permitió encarar obras que
contribuirían fuertemente al desarrollo de la economía, las comunicaciones y la cultura.
Igualmente Balmaceda representara el intento de algunos sectores por encauzar al
país por el camino de la industrialización y la diversificación económica. Frente al
dominio de la producción salitrera por el capital inglés, Balmaceda presentara una
política que se puede sintetizar así:
• Romper el monopolio de los capitales ingleses en Tarapacá, para que aquella
región no se transforme en mera factoría extranjera
• Estimular la formación de compañías salitreras nacionales cuyas acciones fueran
intransferibles a industrias o empresas extranjeras.
• Impedir el mayor desarrollo de empresas extranjeras, sin obstaculizar las
actividades que ya realizaban.2
Como se ve no se buscaba expropiar las empresas extranjeras, sino ponerle un freno a
la inversión extranjera a favor de la nacional. A ello se le sumaban los programas de
obras públicas y política financiera, industrial, la planificación y descentralización de la
economía. Mientras tanto la estructura agraria, verdadera base del predominio político
de la oligarquía, que se oponía a cualquier intento dinamizador, permanecerá por fuera
de cualquier intento de reforma.
El Congreso, reducto de la clase dominante, impediría la sanción de las medidas
necesarias para aplicar este programa. Es necesario mencionar, que Balmaceda se
había ganado la violenta oposición de los latifundistas y exportadores y del capital
extranjero, al proponer la nacionalización del salitre. Esto son los verdaderos motivos
de la reacción contra Balmaceda. Si bien la oligarquía quiso justificarse defendiendo el
régimen parlamentario frente a las excesivas atribuciones y personalismo del ejecutivo,
reduciéndolo solo a una cuestión de principios republicanos, ello queda, en parte,
desmentido, si uno observa la composición del grupo que se opone a Balmaceda:
familias de grandes terratenientes, banqueros (entre ellos figuran los Edwards,
propietarios del diario El Mercurio), grandes empresarios, comerciantes, mineros del
norte y extranjeros. Frente a esta oposición Balmaceda solo lograra el apoyo del
proletariado, todavía no organizado del todo, y de una débil clase media, por lo tanto,
quedara prácticamente solo.
Políticamente crecerá la anarquía de los partidos políticos que provocaran una rotativa
ministerial importante en los gabinetes que afectara profundamente la autoridad
presidencial. Las principales causas de este nuevo periodo en que se entra, se la han
atribuido a la influencia cada vez mayor de la opinión publica, a las antiguas
aspiraciones de un régimen con equilibrio de poderes y al anhelo de que el Congreso
refleje la mayoría de la voluntad de la opinión publica. Quebrantar la omnipotencia
presidencial y lograr la libertad electoral fueron las banderas de guerra de la oligarquía
que se levantó en contra de los programas de desarrollo nacional impulsados por el
presidente. Acusando al gobierno de ser una dictadura personal, lo que se logro fue
dividir hondamente a la sociedad chilena. La sublevación ocurriría el 6 de enero de

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Schwarzstein Dora, “Alessandri, Oligarquía y Clase Media en Chile” en Historia de América en
el Siglo XX. Centro Editor de América Latina, Año 1971.

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1891 y tendría lugar en el norte, en Iquique, capital de la reciente provincia de
Tarapacá, donde se organizó una Junta de gobierno formada por los presidentes del
Senado y de la Cámara de Diputados, y con el importante apoyo de la Marina entre
otros. Una vez que esta obtuvo el control de la región septentrional del país, se dirigió
hacia el centro del mismo, donde derroto a las fuerzas “dictatoriales”, provocando la
caída del gobierno. Balmaceda se suicidaría luego, en la embajada argentina.
La revolución de 1891 provocará la vuelta al poder de la oligarquía, iniciando el
periodo del Régimen Parlamentario. La estabilidad político institucional será nula desde
el punto de vista de la dinámica social, puesto que el sector más estable será la
oligarquía, ya que en su seno no se darán mayores transformaciones y canalizará su
acción a través de los partidos políticos que dominaran el Congreso, mediante el
mecanismo de alianzas. La acción de esta oligarquía estará estrechamente vinculada a
los intereses del capital extranjero, permitiendo su ingreso descontrolado.
Una Junta Gubernativa procedió a la elección del nuevo presidente. La inauguración un
nuevo tipo de régimen, el Parlamentario, no se debió a una reforma constitucional, ya
que las disposiciones fundamentales para la implementación del mismo ya existían en
la carta constitucional. Los medios que utilizaron los partidos políticos para asegurarse
el predominio del Congreso y la superioridad sobre el Ejecutivo fueron, la interpelación
y censura a ministros del gabinete, la postergación de leyes constitucionales y la
obstrucción de proyectos provenientes del ejecutivo, alterando el normal
funcionamiento de la administración pública y la eficacia del gobierno. En este periodo
se alternaron en el poder los gabinetes de la Alianza Liberal y de la Coalición, que no
ofrecían programas de gobierno distintos. Las fluctuaciones obedecían a circunstancias
del momento. Todos los presidentes se sucedieron de acuerdo a las vías
constitucionales dentro del plazo que a cada uno le correspondió, hasta el gobierno de
Arturo Alessandri (1920 – 1924). Pero a la sombra de este régimen creció la corrupción
administrativa, de la que no escapaban hasta los mismos congresistas. Eso, sumado a
la inestabilidad ministerial, a la quiebra del patrón oro en 1889, a la intensidad que
adquirieron las cuestiones sociales y a la deficiencia del ejecutivo no hicieron más que
levantar críticas hacia este tipo de régimen.
Junto con el desarrollo económico del norte y sur del país, se formaron elementos que
pronto tendrían su entrada en la escena política. Aparecieron así en el centro
administrativo del país representantes de los intereses regionales. No poseían
conciencia de clase y provenientes de la burguesía provincia “se lanzaron a la lucha
resueltos a disputar el campo de la actividad a sus tradicionales usufructuarios, en la
administración publica, en los negocios, en las profesiones liberales y finalmente en la
vida política”3.
Esta es la conquista del poder político por la clase media, su inclusión en las agencias
más importantes del Estado, como la administración publica, la judicatura, el ejército y
el profesorado. Como resultado de este proceso, el poder político también fue
alcanzado y reflejo de esto fue el Congreso de 1912, el cual estuvo compuesto en su
gran mayoría por diputados cuyo origen estaba en la clase media y en las provincias.
Aun así, aunque la oligarquía delegue parte del ejercicio del poder político, seguirá
controlado los resortes del país a través del régimen parlamentario. Cederá ante el
empuje de las fuerzas sociales, pero simplemente para seguir gobernando a través de
ellas. “Así se convertirá a la clase media en un vehículo del poder político y económico
de la oligarquía que, aunque desplazada del ejercicio directo de la función de gobierno,
sigue controlando los aspectos fundamentales de la vida del país4”.
Pero paralelo a esto comenzaría a gravitar fuertemente en Chile la cuestión social, la
del trabajador relegado y preso de malas condiciones de vida. Fue en las provincias del
norte donde se registraron las primeras situaciones preocupantes. Ello se debió a las
3
Donoso Ricardo, “Breve historia de Chile”, Eudeba, 1970.
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Schwarzstein Dora, “Alessandri, Oligarquía y Clase Media en Chile” en Historia de América en
el Siglo XX. Centro Editor de América Latina. Año 1971.
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deplorables condiciones en que se trabajaba y vivía en las oficinas salitreras y al
malestar que eso originaba. La situación social existente llamaba rápidamente a hacer
frente a los problemas más urgentes: el mejoramiento del agua potable, construcción
de obras sanitarias, obras que elevasen el estándar de vida de la población. No habría
paz social, en tanto estas hondas diferencias de clase continuasen sin ser atendidas.
Desgraciadamente, las penosas condiciones de los trabajadores en las ciudades,
salitreras y campos no hicieron más que dar lugar a disturbios que fueron severamente
reprimidos por el gobierno y autoridades, originando miles de muertos. El más
sangriento fue el que aconteció en Iquique en el año 1907. A la vez comenzaron a
organizarse las clases trabajadoras y así nacieron los partidos Socialista y Comunista,
defensores de los trabajadores.
El triunfo de Alessandri fue el primer intento de tomar el poder mediante la elaboración
de un programa socio económico que genere la movilización popular. La clase obrera, a
pesar de su apoyo al mismo, debería ponerse a la cola de la clase media o pequeña
burguesía. Y, aunque esta haya pasado a la ofensiva, seguía enfrentándose a una
oligarquía capaz de oponer resistencia, principalmente en el Congreso.
El gobierno de Alessandri se caracterizo por no cumplir con lo prometido. No soluciono
los problemas del pueblo (salarios y reglamentación del trabajo) y continúo con su
programa de agitación social contra la oligarquía, sin llevar a cabo medidas que
afecten su situación de privilegio. La gran propiedad quedo intacta, por lo cual no se
vulnero ninguno de los privilegios de la clase dominante. A la vez, desde el parlamento
se boicotearía todo intento de sanción de leyes sociales que pudiesen mejorar la
situación del pueblo. Así, el gobierno debió marchar inevitablemente a un conflicto, por
la presión de los trabajadores y por la oposición de la oligarquía.
La pésima situación financiera, la política de movilización por un lado y la influencia del
comunismo que elevó la conciencia de las clases inferiores en cuanto al peso de su
propia fuerza para actuar en la escena política, sumado a la inoperancia de los
gobiernos por dar solución a los problemas sociales, los escándalos de las dietas
parlamentarias y de la intervención presidencial en las elecciones de 1924, todo ello
produjo que el descontento de las fuerzas armadas derive en una situación
insurreccional. Luego de presentarse en el Congreso con el pedido de que se sancione
un Código de Trabajo, que dé solución a los problemas del movimiento obrero, se
constituyo una Junta de Gobierno militar y se clausuro el Congreso. Las diferencias que
surgieron en el seno de la institución hicieron que Alessandri regrese al poder, el 20 de
marzo de 1925.
El regreso de Alessandri estuvo condicionado a un programa revolucionario: la
reordenación institucional del país mediante una Asamblea Constituyente. Si bien el
presidente lo condiciono al sometimiento de las FFA al Ejecutivo, estas continuarían
ejerciendo su influencia. La nueva constitución de 1925 fue de carácter
presidencialista, en contra del parlamentarismo que había llevado a la ineficacia del
gobierno. Otorgo al presidente amplios poderes para intervenir en el terreno político,
social y económico.
Luego de la Alessandri vendría un periodo de crisis e inestabilidad, producto de la
actividad dislocadora del Coronel Ibáñez del Campo. Este finalmente obtendría la
primera magistratura en abril de 1927. Representante de un militarismo progresista de
aspiraciones modernizantes, seria mantenido en el poder por la fuerza de las armas. La
prosperidad de los años 1925 – 1929 permitió acudir al crédito externo y aumentar el
gasto público en un intento por llevar al país hacia la industrialización. Se desarrollo así
dentro del país un sector industrial interesado en la protección arancelaria. Sin
embargo no se logro crear un desarrollo económico basado en lo industrial, el país
continúo siendo dependiente de la producción de materias primas, subordinado a
economía norteamericana (dado el gran número de empréstitos e inversiones de ese
país). La crisis del 29 pondría de manifiesto esta total dependencia del mercado
exterior, a la vez que, al cortarse los prestamos, produciría el colapso total de la
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economía y el régimen. La crisis trae como consecuencia la caída de los precios de las
materias primas y un elevamiento de los precios de los productos manufacturados. Es
así que caen tanto el volumen como el valor de las exportaciones, deteriorándose los
términos de intercambio y cortándose los créditos extranjeros. Se busco contrarrestar
la crisis mediante el proteccionismo a la producción primaria, que opero a la vez como
proteccionismo industrial. Se pudo lograr cierta diversificación productiva, produciendo
así un considerable desarrollo industrial y de la burguesía nacional.
Todo este proceso de regresión económica tendrá su repercusión política en la caída
del régimen de Ibáñez, el cual se había vuelto cuasi dictatorial, con la persecución de
dirigentes políticos, la reducción de los partidos políticos, ataques a las libertades
publicas e impidiendo todo intento de organización independiente de la clase obrera. A
su caída, en julio de 1931, le siguió la presidencia de Juan Montero, quien tampoco
logro frenar un nuevo levantamiento militar. Toda esta situación y el descontento de
las masas dieron como resultado el triunfo de un movimiento encabezado por el Cnel.
Marmaduque Grove, quien lleva a cabo el experimento de la Republica Socialista, que
no dura más de 14 días.
Las elecciones de 1932 cohesiona a la oligarquía y a todos los sectores tradicionales y
reaccionarios en torno a la candidatura de Arturo Alessandri, recibiendo el apoyo de los
partidos Demócrata Liberal, Radical y Conservador. En lo económico este nuevo
gobierno de Alessandri será favorable a los intereses de los terratenientes y al capital
extranjero. La inflación produciría un aumento del 100% en el costo de vida, cuestión
que afecta a las clases más humildes. En lo político el gobierno persiguió a los
dirigentes de la clase obrera y se dictaron leyes regresivas. La clase media se
fraccionaria, siendo los sectores de ideas mas avanzadas los que acompañarían al
movimiento obrero, mientras que otra parte seguiría apoyando a Alessandri y a los
grupos conservadores.
En 1933 se crea el partido Socialista, nucleando agrupaciones anteriores. A raíz de el
impulso de los “frentes populares”, que llamaba a trabajar con la “burguesía
progresista” en la perspectiva de la revolución democrático burguesa, es que el Partido
Comunista Chileno, fundado en 1912, abandona su política de aislamiento a favor de
un acercamiento a radicales y socialistas, llegando a la formación de un Bloque de
Izquierdas en 1935 integrado por los partidos Socialista, Comunista, Democrático y un
sector del Radical. En 1936 finalmente se organiza dicho frente con la incorporación del
Partido Radical ya que “la nueva problemática política, de tono predominantemente
social, originaba a la vez que la alianza entre los viejos adversarios liberales y
conservadores, la reubicación del partido de burócratas, maestros y pequeña clase
media que era el radicalismo, dispuesto a acercarse ahora a los partidos obreros”5.
Dicha alianza se explica en el hecho de que el partido Radical vio la posibilidad de
ponerse a la cabeza de un movimiento de masas que lo llevaría al poder.
Frente a esto la derecha se organizara en un bloque único. Su posición se sintetizaba
en la protección del derecho de propiedad, la limitación a la intervención del Estado, la
defensa del capitalismo, la condena a toda perturbación del orden social y de la
producción, la condena a todo socialismo y comunismo, así como desconfianza al
sindicalismo.
En las elecciones presidenciales de 1938 se impone en el candidato radical del Bloque
de Izquierda, Pedro Aguirre Cerda, derrotando a Gustavo Ross Santa María, candidato
de la derecha. Se abre el periodo de los gobiernos radicales.
La alianza frente populista representaba, en el contexto de una economía periférica, a
la alianza social que respaldó, en toda Latinoamérica, los planes desarrollistas. Estas
alianzas sociales e ideologías desarrollistas, se convirtieron en los proyectos nacionales
dominantes en todos los países de la región, recibiendo genéricamente el nombre de
“populismo”. Esta alianza social, que tenia como eje a una burguesía industrial, aliada
5
Halperin Donghi, Tulio, “Historia Contemporánea de América Latina”. Alianza Editorial, Madrid
1969, pág. 176.
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con la elite estatal, que subordinaba a los elementos populares y urbanos, tuvo la
particularidad en Chile de expresarse ideológica y políticamente en una alianza de
partidos políticos: socialista, comunista y radical.
Entre 1938 y 1946 gobernaran el país Cerda y Juan Antonio Ríos, quienes llevaron a
cabo importantes políticas de industrialización por sustitución de importaciones, la
creación de la banca de desarrollo, establecimiento de barreras arancelarias
proteccionistas, y la subordinación del movimiento obrero organizado en torno a las
“metas nacionales” del desarrollo. Los mandatos de estos dos radicales se beneficiaron
de la coyuntura económica de la segunda guerra mundial, que permitió multiplicar las
exportaciones puesto que el salitre era esencial para la fabricación de explosivos, lo
mismo que el cobre para la fabricación de munición de guerra.
La estabilidad de la alianza de izquierda comenzó a resquebrajarse seriamente durante
el gobierno de Ríos. Las crisis entre el presidente y socialistas, los comunistas y la
derecha llevaron a que Ríos exigirá la salida de todos los radicales de su gabinete.
Luego de Ríos seguirá en la presidencia el radical Gabriel González Videla, el cual llego
al poder mediante una alianza del Partido Radical y el Comunista. Durante su gobierno
se incrementó la penetración estadounidense en la economía chilena, volviéndose la
mayor proveedora del país; también se incremento la población urbana, alcanzando un
62%.
Sin embargo desde 1948 la coyuntura internacional de la guerra fría llevo a González a
romper su compromiso con los comunistas y a aliarse con los conservadores y
liberales. Le “ley maldita” sancionada por el Congreso, proscribió al Partido Comunista
y organizaciones afines en 1948. Esto benefició a la derecha, que recuperó parte de su
fuerza electoral. Se le planteaba a Chile, dos alternativas posibles: “la mantención del
sistema político centrado en el sistema de partidos o su “normalización”, en términos
latinoamericanos, reemplazando a la alianza de partidos que expresaba política e
ideológicamente a la alianza social desarrollista por un “movimiento” semejante a los
existentes en Argentina y Brasil. Esta alternativa es lo que representaba el ibañismo de
1952”6
En las elecciones presidenciales de 1952 la decepción de la clase media con los
radicales, producto del no crecimiento de su influencia política debido al
empobrecimiento de las clases populares y a la creciente dependencia de los Estados
Unidos, llevaron a que triunfe el antiguo dictador Carlos Ibáñez del Campo. Encarnó un
nuevo tipo de político, el “populista”, el cual le permitió obtener gran adhesión
ciudadana y acercarse a la izquierda. Sin embargo, hacia 1955 su situación comienza a
desmejorar debido a la situación económica y al poco apoyo partidario con el que
contaba. Ante la adopción de nuevas políticas económicas de tinte liberal, el
descontento de la población y la creciente impopularidad del presidente, ocurre la
caída del régimen, con la elección del independiente de derecha Jorge Alessandri como
presidente en las elecciones presidenciales de 1958. Igual es importante señalar que el
electo presidente solo tuvo una diferencia de 33.000 votos con su seguidor, el
candidato del Frente de Acción Popular (FRAP), Salvador Allende.
Los resultados electorales de 1958 permitieron observar lo que serian los próximos
enfrentamientos estratégicos dentro del sistema político, es decir las elecciones de
1964 y 1970. Se configuro lo que seria llamado los “tres bloques”, formados por la
Derecha (Alessandri), la Izquierda (Allende) y la Democracia Cristiana (Eduardo Frei).
También se daría el definitivo reemplazo del Partido Radical por la Democracia
Cristiana, como la más importante fuerza de centro del sistema de partidos.
El gobierno de Alessandri fue representante del gran capital industrial y financiero, su
gestión se caracterizó por beneficiar la estructura tradicional y las clases dominantes.
Su política económica estuvo orientada hacia el reforzamiento de las grandes empresas
relacionadas con la exportación. Para ello implementó un “Plan estabilizador”, que en
6
Yocelevsky, Ricardo, “Chile: partidos políticos, democracia y dictadura 1970 – 1990”, Ed. FCE,
2002.
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la practica solo produjo el aumento del costo de vida, el déficit de la balanza de pagos,
y si bien se logro un aumento de las inversiones, estas no mejoraron los problemas de
la desocupación obrera, llegando la misma, por ejemplo en el sector minero, al 33%.
En el contexto internacional en 1959 ocurría la Revolución Cubana, hecho que tendría
grandes repercusiones en Latinoamérica. La reacción de Estados Unidos frente a la
misma, y la prioridad que le daba a los países de la región se plasmarían en la “Alianza
para el Progreso”, un fondo del gobierno destinado a promover el desarrollo de los
países latinoamericanos de acuerdo a las postulados de “reformas estructurales”
propuestas por la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas
(CEPAL), cuyo eje era la industrialización por sustitución de las importaciones. Al mismo
tiempo las fuerzas armadas de todos los países eran reorganizadas estratégicamente
en función de la hipótesis de “guerra interna”, de contrainsurgencia.
Para las elecciones de 1964 la izquierda, organizada en el Frente de Acción Popular
(FRAP), compuesta por el Partido Comunista y Socialista y otros partidos menores,
presentaría como candidato a Allende. La Democracia Cristiana, repitiendo su
candidato de 1958 presenta a Eduardo Frei. La derecha, la cual se encontraba en el
gobierno, brinda su apoyo a Julio Duran, perteneciente al partido Radical. Ante la
amenaza del triunfo de la izquierda los partidos de la derecha, llevaron a cabo una
verdadera “campaña de miedo”, aduciendo que a un posible triunfo de Allende le
seguiría la instauración de una dictadura marxista. Cuestión que la obligo a dar su
apoyo incondicional a Frei, transformándose en un elemento negativo, puesto que su
único objetivo pasó a ser evitar que la izquierda gane los comicios.
Tanto Frei, como la izquierda, presentaban un plan de desarrollo económico basado en
las ideas de la CEPAL. Se le atribuye el error a la izquierda de haber actuado
defensivamente frente a la campaña que se levantó en su contra. Aun así se puede ver
que las tendencias del sistema de partidos se desplazan hacia la izquierda. Este actuar
de una izquierda a la defensiva, y un partido de centro, la DC, que proponía la
“revolución en libertad”, permitieron el triunfo de Frei.
Tres fueron las medidas más importantes llevadas a cabo por el gobierno de la DC: la
chilenización del cobre, la sindicalización campesina y la reforma agraria. Esto se debía
a que la DC quería convertirse en el partido de gobierno que realizase dentro de si la
alianza social a la que ya hemos hecho mención. Por chilenizacion del cobre se
entendía la adquisición por parte del Estado del 51% de las acciones de las compañías
y sociedades mineras. Se buscaba aumentar la producción y elevar la producción de
cobre refinado.
Las reformas no alcanzaron ni las metas especificas propuestas ni redituaron el efecto
político esperado. La chilenizacion del cobre, si bien logro un incremento de la
producción, hizo que disminuyeran los ingresos para el Estado. La relación de
dependencia del capital extranjero se acentuó. La sindicalización en el campo fue uno
de los aspectos que lograron un mejor resultado. Esta sindicalización y la parcial
reforma agraria que se logro (solo alcanzo al 4% del total de los campesinos sin tierra)
eliminaron definitivamente la influencia electoral de la que disponía la oligarquía
terrateniente. La izquierda se vio favorecida por la movilización social y política en el
sector rural, así como también por la movilización en el sector urbano, puesto que
contribuyo a crear una base popular con ideología de clase. También para esta época
se forma el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que se volvería el grupo de
izquierda más importante por fuera del sistema de partidos, planteando la lucha
armada como vía de acceso al poder.
Una polarización ideológica en la izquierda y la derecha, producto de la influencia que
ejercían en los partidos los sectores organizados por fuera del sistema, sumado a la
creciente movilización social, llevaron al partido gobernante, la DC, a optar entre una
radicalización de su programa de reformas o la moderación que le permitiese ganarse a
sectores de la derecha y centro. Finalmente optaría por la segunda opción, incluso
llegaría a hacer uso de la represión contra las movilizaciones de los trabajadores.
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Los partidos de izquierda se unirían en un frente único llamado la Unión Popular, que
nucleaba a los dos partidos que poseían base de masas y un profundo enraizamiento
en la clase obrera, el Partido Socialista y Comunista. Juntos proclamarían la candidatura
de Allende y presentarían un Programa Básico de Gobierno de la UP.
Las elecciones del año 1970 demuestran que aunque tanto en la derecha como en la
izquierda estaban surgiendo fuerzas centrifugas, estas pudieron ser, si no introducidas
al sistema, por lo menos neutralizadas. En las elecciones del 4 de septiembre, ganaría
Salvador Allende. Aun así el Congreso debería decidir la elección, dada la poca
diferencia de votos entre Allende y Jorge Alessandri. En el lapso entre la decisión del
congreso y las elecciones, la UP y la DC acordaron un “pacto de garantías
democráticas”, que le brindo a la izquierda el apoyo de los congresistas de la DC.
Ocurrió también el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, el Gral. Schneider, en
un intento de lograr la intervención de las fuerzas armadas. Finalmente el 24 de
octubre el Congreso consagro a Allende como Presidente.
El programa de la UP planteaba la “vía chilena” al socialismo, considerándola como una
posibilidad de transito al socialismo sin ruptura violenta del marco institucional, y por
eso mismo, a través de la transformación paulatina de ese marco, en la medida en que
la fuerza social se expresara como apoyo al gobierno7. El problema es que frente a esta
estrategia se planteaba otra, considerada rupturista o revolucionaria, según la cual el
proceso se daría a través un quiebre violento que daría paso a la dictadura del
proletariado. Ambas visiones convivían dentro de la alianza de gobierno, aunque la
primera subordinaba a la segunda. Desde el primer punto de vista el gobierno debía
legitimarse en tres niveles: el respeto a la legalidad, el desarrollo económico y la
satisfacción de las demandas populares. Cumplidos esos tres niveles, estos deberían
traducirse en apoyo electoral y en movilización social, que dentro del marco legal,
tuviesen la capacidad de desactivar a la oposición. Esto no era compartido por el sector
rupturista, para el cual la política debería tener como único eje la movilización popular
y las reivindicaciones inmediatas. La coexistencia de estas posiciones fue lo que
determino en parte las ambigüedades en la acción del gobierno y de las fuerzas que lo
apoyaban.
En lo económico el desarrollo se vinculaba con la distribución del ingreso y la
redefinición de la estrategia de crecimiento. Se buscaba lograr estos objetivos a través
de la definición de tres áreas de propiedad en la economía: la social, la mixta y el área
privada. El área de propiedad social le darían al gobierno la capacidad de dirigir
estratégicamente el desarrollo del país, en tanto las áreas mixtas y privada se
sujetarían a esa estrategia mediante la aplicación de otros instrumentos de la política
económica. Se puede observar que estas medidas también buscaban ampliar la base
de apoyo mediante la cooptación de la clase media. Todo era necesario para poder
lograr el respaldo social y político que permita neutralizar a la oposición.
La política económica fue el campo preferente de la confrontación entre el gobierno y
la oposición, y también, en el punto de concentración de las demandas impulsadas
entre los sectores populares por los adherentes a la posición rupturista. Esas
demandas, por su contenido, se transformarían en un problema para el gobierno, que
lo llevaría a replantear su política económica de corto plazo.
Dadas las primeras medidas económicas, el aumento de los salarios y la congelación
de los precios, se vio una mejora en las condiciones de los trabajadores y un aumento
de la producción interna. La UP logra así un aumento de su apoyo popular en las
elecciones municipales y legislativas de 1971 y 1972. Se nacionaliza el cobre, lo cual
recibió el apoyo de amplios sectores políticos del país. Mediante la modificación del
articulo 10 de la Constitución, sancionada el 15 de julio de 1971, se justificaba que por
el interés nacional y por el ejercicio del interés soberano de disponer libremente de las
7
Yocelevsky, Ricardo, “Chile: partidos políticos, democracia y dictadura 1970 – 1990”, Ed. FCE,
2002.

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riquezas y recursos naturales, el Estado se haría propietario de todas las empresas
extractoras de cobre, que recibirían indemnizaciones, restándoseles las “utilidades
excesivas” producto de los bajos impuestos que pagaban. En 1971 se creaba la
Corporación Nacional del Cobre de Chile, CODELCO, que asumía la administración de
los yacimientos nacionalizados, en una sola empresa, minera, industrial y comercial,
con personalidad jurídica y patrimonio propio, de duración indefinida, que se
relacionaba con el Gobierno a través del Ministerio de Minería.
Sin embargo a partir del 2do año de la presidencia, comienza a aflorar el problema de
la violencia. Los líderes de la posición rupturista buscaban mejorar su posición dentro
del sistema institucional mediante la adopción de ese discurso extremo, lo cual era
ambiguo respecto de su posición. La estrategia de la oposición, sin embargo, también
implicaba dos posiciones similares, una a favor de la ruptura del sistema político para
poder detener el programa de gobierno, y otra que buscaba hacerlo institucionalmente.
Sin embargo, a diferencia de la izquierda, en la derecha fue la posición rupturista la
que termino ganando, subordinando a todos los elementos a su estrategia. Sin
embargo, si bien en la izquierda había consenso entre las facciones, en torno a un
modelo de sociedad definido por el socialismo, en la derecha no existía ese campo
común.
Los intentos de boicot al gobierno se iniciaron con los primeros atentados terroristas de
grupos de derecha, las conspiraciones con el sector militar, y el apoyo activo de los
Estados Unidos a estas acciones. La unión de la DC y el Partido Nacional fue el intento,
desde dentro del sistema, para evitar el programa de la izquierda. La oposición ataco al
gobierno mediante el argumento según el cual con la mayoría relativa que había
obtenido la UP en las elecciones, esta no podía llevar a cabo las transformaciones de su
programa de gobierno, puesto que ello no seria legitimo. Además busco desde un
primer momento separar a las fuerzas armadas del gobierno, alentando la visión de
que el gobierno estaba dominado por una tendencia rupturista, ilegal y comunista. Para
ello proyectó de si misma una imagen restauradora, presentando a la amenaza como
proveniente del gobierno y las fuerzas que lo apoyaban.
En el terreno económico-político aparecen los primeros síntomas adversos. El
empeoramiento de la economía debido tanto a las nacionalizaciones como a un
boicoteo del capital extranjero, sobretodo estadounidense, junto a la aparición de una
fuerte inflación y el estancamiento de la producción llevaron al reagrupamiento de las
fuerzas contrarias al gobierno socialista. El paro de los gremios patronales en
noviembre de 1972 demuestra un rechazo al proyecto del gobierno que se apoyaba en
el poder económico del sector privado, pero que también movilizaba a pequeños y
medianos empresarios.
El gobierno, ante la situación recurre a las fuerzas armadas para neutralizarlas. Las
suma a su gabinete. Esta medida tuvo efectos positivos en lo inmediato puesto que
estabilizo provisoriamente el sistema, desactivando acciones de la derecha hacia las
FFAA.
El resultado de las elecciones parlamentarias de 1973 da un 43% para la UP, y un 54%
para la Confederación Democrática. La oposición no logra así la mayoría necesaria
como para destituir al presidente, por lo que la estrategia rupturista se vuelve el
método a seguir. Se agudizan los conflictos entre los poderes del Estado y la DC se
subordina a la derecha, que buscara en las fuerzas armadas su instrumento. Lo que se
debe resaltar es que esta unión es puramente negativa, puesto que se basa solo en
terminar con el modelo de la izquierda y no en establecer otro específicamente. Ante el
incremento de la violencia, tanto de la derechista Patria y Libertad como del MIR, la
intransigencia del Partido Socialista y sus dirigentes, la derecha se vuelca a cooptar a
las FFAA, como manera de producir un golpe que termine con la izquierda.
El 22 de agosto de 1972 la Cámara de Diputados aprueba un texto en el que se señala
el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la Republica, en el que se
acusaba al gobierno de incurrir en diversas violaciones como gobernar de hecho, no
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aplicar las medidas que habían sido sancionadas por el Parlamento, lo acusaban de
aplicar medidas infringiendo la Constitución y las leyes, de dirigir una campaña de
difamación contra la Corte Suprema, de no respetar las FFAA, a las cuales involucra en
el llamado al orden. Ante esto Allende, que aun contaba con el apoyo del PC, el MAPU y
el Partido Radical, analiza la posibilidad de llamar a un plebiscito para reafirmar su
posición. Sin embargo ello no llego a ocurrir, dado que el golpe militar se desencadeno
el día 11 de septiembre y conto con el apoyo de toda la Comandancia de las FFAA.
Estas se constituirían en gobierno, mediante la formación de una Junta Militar.
Se puede explicar la intervención de las fuerzas armadas desde su posición, como
columna vertebral del Estado. A la vez la composición social de la oficialidad,
predominantemente de la clase media, los puso en contacto con los sectores que se
encontraban en el proceso de formación de esa nueva derecha que era enemiga del
sistema político vigente. La ideología anticomunista era parte de su doctrina de
formación profesional, lo mismo que su interés corporativo de modernización
tecnológica los acercaba más a los Estados Unidos. Además la oposición había logrado
que actuasen como aparato de Estado independiente, legitimando e incitando su
intervención. Así las fuerzas armadas asumieron la “misión” de reordenar a la
sociedad, la cual se había apartado de su cauce sano y normal, por la acción de la
política y los políticos.
Hay que señalar también que al legitimar el golpe, la oposición, excepto los
democratacristianos, aceptó la eliminación de la actividad política como tal. Y en eso se
explica el carácter que asumió la represión, que busco redefinir las relaciones de clase,
la represión fue política, pero el verdadero terror fue social, puesto que buscó re
subordinar a las clases populares y eliminar las conquistas sociales de los últimos 40
años.
De acuerdo al Decreto Ley Nº 1, del 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet,
comandante en jefe del ejército, asumía como presidente de la Junta de Gobierno. Este
cargo, que un comienzo seria rotativo, se volvió permanente, al asumir el 17 de junio
de 1974 el cargo de “Jefe Supremo de la Nación”, cargo que seria reemplazado por el
de Presidente de la Republica en diciembre de ese mismo año. En tanto la Junta asume
las funciones constituyentes y legislativas, en reemplazo del Congreso, que fue
clausurado el 21 de septiembre de 1973, dejando así a los partidos sin ámbito de
acción. Todos los partidos políticos, incluso aquellos que habían apoyado al golpe
fueron declarados “en receso”, condición reglamentada en enero de 1974 y finalmente
disueltos por decreto el 11 de marzo de 1977. Los partidos de izquierda tuvieron que
pasar a la acción clandestina, producto de la persecución y represión desatada en su
contra. La “Declaración de principios del Gobierno de Chile”, de marzo del 74, decía
que no se fijaba un plazo a la gestión de las FFAA, dado que la magnitud de la tarea
(“la reconstrucción moral, institucional y material del país”) requería de una acción
profunda y prolongada.
Según Yocelevzky tres son los elementos fundamentales para la comprensión del
periodo histórico que constituyo los 16 años de dictadura militar: el cambio del modelo
económico de desarrollo del país, el nuevo sistema político establecido por la
Constitución de 1980 y el tercero, que condiciona y define todo el proceso, la
participación de las fuerzas armadas como aparato8 de Estado en la restauración,
reordenamiento y estabilización de la dominación social. Tanto la Constitución como el
nuevo modelo de desarrollo económico no podrían haber sido llevado en las
condiciones que precedieron al golpe, no solo porque la UP estaba en el gobierno, sino
porque existían un consenso común en el sistema de partidos en torno a los modelos
desarrollistas. El hecho de que hayan podido ser llevado a cabo se debió a la
desaparición de los partidos, a la represión llevada a cabo por la dictadura militar.
8
Por aparato de Estado entiende su papel de garantes de las relaciones de dominación que son
constitutivas de la sociedad chilena, mientras ese papel explica su actuación como fuerza
represiva, y su responsabilidad institucional frente a la misma.
16
Fueron reemplazados como eje estratégico los intereses de los capitales industriales
por los intereses del capital financiero, los cuales fueron representados por tecnócratas
aliados con cuadros políticos de derecha. Esto se reflejo en la renovación de gabinete
de 1975 donde Pinochet entrega el conjunto de los mandos de la economía a estos
grupos, los llamados “Chicago Boys”, economistas con posgrados en la Universidad de
Chicago que implantan medidas neoliberales, las “políticas de choque”. Estas
consistieron en la reducción del gasto público en un 20%, el despido del 30% de los
empleados públicos, el aumento del Impuesto al Valor Agregado, la privatización de
empresas del Estado (no el cobre, cuya actividad minera fue incluida en manos del
Estado por la Constitución de 1980), la liquidación del Sistema Nacional de Ahorro y
Préstamo de Vivienda. Los gobiernos pasados es que habían intervenido en la
economía, produciendo inflación, reducción de la competencia y el aumento de los
salarios. Lo que debería hacerse, era dejar que el mercado se regule solo, logrando
eficiencia y equidad mediante la competencia. Como era de esperar, la economía se
derrumbó. El Producto Bruto Interno cayó en un 12% y el valor de las exportaciones
cayo en un 40%. La tasa de desempleo creció hasta un 16%. Este periodo es recordado
por las carencias, por la fuga de personal calificado, por la quiebra de las pequeñas y
medianas empresas ante la competencia extranjera y la falta de protección, por los
grandes despidos y los bajos salarios, por el aumento de la indigencia, por el abuso
empresarial. Quienes sufrieron más estas medidas fueron las clases humildes y la clase
media, desprotegidas ante la proscripción de sus partidos y de los sindicatos. Sin
embargo estas medidas comenzarían a tener éxito a partir de 1977, constituyendo lo
que se llamo el “primer milagro económico chileno”. Se obtuvieron cifras positivas en
todos los ámbitos, excepto en la tasa de desempleo, que continuo alta. Este boom se
mantendría hasta la crisis del 82.
La dictadura había organizado un cronograma por etapas de lo que seria el paso hacia
un nuevo sistema de gobierno, concebido en tres etapas, la de “recuperación”, que
duraría hasta el 31 de diciembre de 1980 y se completaría con una nueva constitución,
donde el poder político seria ejercido por las Fuerzas Armadas; una segunda etapa de
“transición”, donde el poder constituyente de la Junta se pasaría a un Cámara
legislativa mixta; y una tercera etapa, la de “normalidad o consolidación” donde el
poder volvería a los civiles, en 1985, donde tendría vigencia la nueva constitución.
En octubre de 1978 el Consejo de Estado, recibe un anteproyecto de Constitución
redactado por la Comisión de Estudio de la Nueva Constitución (Comisión Ortuzar). El 8
de junio de 1980, este Consejo entrega a la Junta de Gobierno el proyecto con las
correcciones. El 10 de agosto Pinochet informa que la Junta ha aprobado una nueva
constitución y que será sometida a un plebiscito. El propósito central del nuevo
proyecto era uno: evitar a toda costa la posibilidad de que se repita una
experiencia similar al gobierno de la Unión Popular. Se buscaba establecer un
nuevo orden político donde se excluya ideológicamente a la izquierda y se garantice la
estabilidad de la dominación de la nueva elite que surgiese de la dictadura militar. Lo
que se buscaba mas ampliamente en realidad era evitar la penetración de los partidos
políticos en la sociedad, es decir, la restricción de la representatividad ideológica y
social, que se plasmó en el articulo octavo, y también la prohibición de que las
organizaciones sindicales, y sus dirigentes, intervengan en política, para mantener así
la independencia sindical (articulo 19). Entre las criticas mas importantes que se
alzaron contra el proyecto se pueden mencionar la subordinación del principio de
soberanía del pueblo al superior control de las fuerzas armadas, las atribuciones dadas
al poder presidencial, el establecimiento del delito de opinión, el no reconocimiento de
personería jurídica a los partidos políticos y el no otorgamiento de autonomía a los
mismos para organizarse, y además que pretendía imposibilitar el cambio del modelo
económico9. Y lo que es mas no se facilitaron los medios como para debatir
9
Yocelevsky, Ricardo, “Chile: partidos políticos, democracia y dictadura 1970 – 1990”, Ed. FCE,
2002.
17
públicamente el proyecto. Así, el plebiscito realizado el 11 de septiembre de 1980, a
siete años del golpe de Estado, aprobó la Constitución y marcó el punto culminante de
la victoria de la dictadura y de la derrota de los partidos políticos. Cabe mencionar, que
las condiciones económicas, favorecían en ese momento a los militares.
En el plano internacional, los Estados Unidos, que durante la administración de Nixon,
había sido uno de los principales apoyos del régimen, incluso habían colaborado con la
instauración del mismo y con el boicot al gobierno de la UP, se volverá uno de sus
principales detractores al asumir la presidencia Jimmy Carter, que con su política de
derechos humanos, exigirá en Chile mayores libertades civiles, libertad de prensa y
que termine la represión de la oposición.
En relación a la política exterior hacia Bolivia, ocurre veto de Perú al Acuerdo de
Charaña, por el Protocolo Adicional del Tratado de Ancón La importancia de este
acuerdo fue el restablecimiento de las relaciones diplomáticas boliviano-chilenas,
dando origen a algunas negociaciones con el objeto de poner fin a la mediterraneidad
de Bolivia. En dicho acuerdo, Augusto Pinochet ofreció a Bolivia un acceso al océano
Pacífico por el norte de Arica, al sur de la frontera chileno-peruana. Perú (que debía ser
consultado según las condiciones del Tratado de Lima de 1929) objetó esa fórmula,
proponiendo un estatuto trinacional para los territorios ofrecidos por Chile, algo que
Chile no aceptó. Finalmente, el presidente boliviano Hugo Banzer rompió relaciones
diplomáticas con Chile el 17 de marzo de 1978. Con Argentina sucede conflicto por el
Beagle que requiere la mediación del Papa Juan Pablo II.
Tras el triunfo en el plebiscito de 1980 dos cuestiones se volvieron las mas
importantes, por un lado, el papel de los civiles en un gobierno, y por otro, la aplicación
de los artículos transitorios de la nueva constitución que normaban la entrada en
vigencia y regulación del nuevo orden político. Estos eran importantes dado que de
acuerdo a los planes de la dictadura, esta buscaba perpetuarse por dos periodos
presidenciales mas, el primero comenzando en el 81, con Pinochet como presidente y
el segundo, en el 88, donde se presentaría un candidato que debería ser ratificado por
plebiscito. Los partidos políticos habían sido disueltos, por lo cual se habían buscado
nuevas formas de organización como canales de actividad ideológica y formación de
cuadros. También se exploraba la posibilidad de lucha armada y organización militar
clandestina (el MIR y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez).
Lo que realmente disparo un proceso de realineamiento de las fuerzas políticas fue la
crisis económica mundial, que desatada en México, repercutió en un Chile abierto al
mercado internacional a partir de 1982, y que hizo vacilar al gobierno y reactivo a la
oposición en un nivel que no era esperado. Lo que sucedió fueron las protestas
nacionales de 1983. La economía era la base del triunfalismo del régimen, pero la crisis
que se había desatado desde la crisis del petróleo por la OPEP, encontró al sector
industrial chileno desamparado frente a la apertura comercial, por lo cual los bajos
precios, el tipo de cambio fijo, llevaron a la quiebra a empresas y bancos. Finalmente
en 1982 se abandona el tipo de cambio fijo y se devalúa la moneda. El costo de la crisis
cayó en los más débiles, mientras el Estado se preocupo por rescatar al sector
financiero. Los trabajadores del cobre llamaron a una “jornada de protesta nacional” el
11 de mayo de 1983, que puso en la encrucijada el proceso político. Las jornadas de
protesta se sucedieron con periodicidad, alterando las relaciones de fuerzas sociales y
políticas. Una segunda gran jornada tuvo lugar en junio y la tercera marcaria la
reactivación plena de la elite política, a partir del eje constituido por la DC. La cuarta
protesta fue el comienzo de la transición hacia la aplicación de la nueva constitución.
La derecha sintiendo amenazada la estabilidad de la dictadura se reactivo en defensa
de la misma, rechazando las manifestaciones de protesta, pero también lo hizo ante la
posibilidad de poder construir un eventual reemplazo. Aparecen así los dos partidos
que serian los ejes principales del reagrupamiento de la derecha: la Unión Democrática
Independiente (UDI) y la Unión Nacional (MUN), que confluirán luego en la Renovación
Nacional (1987), de la que la UDI se separaría en 1988. Los principios de la Renovación
18
Nacional reafirmaban la adhesión al golpe de Estado de 1973, a la legitimidad de la
Constitución de 1980, y al modelo económico liberal. También estos partidos tendrán
como metas inmediatas resolver la integración de sus cuadros al gobierno de la
dictadura y resolver que papel jugarían en el nuevo sistema político de la constitución
del 80.
Dentro de la oposición en marzo de 1983 se crea la “Alianza Democrática”, que
representaba el embrión de la Concertación que luego será el eje de reorganización de
los partidos de centro y centroizquierda, agrupando a la Democracia Cristiana, al
partido Socialista, al partido Liberal y al partido Republicano. Los partidos políticos
reactivados firman el “Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia”, en
agosto de 1985, al cual también se adhieren partidos de la nueva derecha que
buscaban distanciarse del régimen.
El gobierno no dialogó con la oposición y su estrategia se mantuvo firme en el
cumplimiento del itinerario de transición que había trazado anteriormente, que
contemplaba un plebiscito en 1988 con un candidato único elegido por los
comandantes en jefe de las FFAA, y que solo en caso de derrota daría paso a la
elección directa por el pueblo del presidente. Así, el gobierno se concentro en la
definición de las “leyes políticas”, es decir las futuras normas de existencia y
funcionamiento del sistema político
Los partidos buscaron la desmovilización social por considerarla ineficiente y peligrosa,
esto en realidad fue un logro de la dictadura, que respondía a la condena que se hacia
en un mismo paquete de la violencia callejera y de la lucha armada. Y esto solo se
debió a la inversión de la situación hacia 1986, donde la situación económica comenzó
a demostrar señales de recuperación, produciendo el “segundo milagro chileno”. Se
produce entonces por parte de la oposición el acatamiento del itinerario de transición
democrática impuesto por la dictadura, y el rechazo de los métodos “extremistas”.
Esto es en parte paradójico, puesto que la reactivación de la elite política y
de los partidos es producto de la protesta social, protesta que después
intentara ser desmovilizada por la dirigencia partidaria, por considerarla
peligrosa ante los ojos de la dictadura, y que aceptando de hecho las reglas y
condicionamientos de la dictadura, terminara legitimándolas y
defendiéndolas de la movilización social.
Pinochet se hizo elegir candidato propuesto por los comandantes de las FFAA y se
presento al plebiscito el día 5 de octubre de 1988. Anteriormente había habido una
gran campaña televisiva, dispuesta por el gobierno, con espacio gratuito para ambas
representaciones. La consigna del plebiscito era la ratificación del candidato
presidencial elegido por la Junta de los Comandantes de las FFAA. El triunfo fue por
el “NO”. El gobierno reconoció su derrota en las urnas y, conforme a la nueva
Constitución, prorrogó el periodo presidencial de Pinochet por un año más para los
efectos de la convocatoria a elecciones democráticas, de presidente y parlamentarios,
al año siguiente.
Tras el triunfo del «No» en el plebiscito, la “Concertación de Partidos por el NO”,
propició una reforma constitucional, que permitiera una "transición consensual a la
democracia" y superar el debate sobre la legitimidad de la Constitución, realizándola
conforme al mecanismo contenido en ella, que implicaba, dentro de dicho periodo
transitorio, ser ratificada en un plebiscito. En definitiva, tras un acuerdo entre gobierno
y oposición, se realizó una reforma sometida a plebiscito, que se llevó a cabo el 30 de
julio de 1989, cuyo resultado más importante fue la eliminación del artículo que
contenía la proscripción por razones ideológicas y el reemplazo del procedimiento de
reforma de la Constitución y la disminución del periodo presidencial de 8 a 6 años;
aunque las disposiciones que separaban a los partidos de los movimientos sociales se
conservaron. Además la dictadura agrego a la “Ley Orgánica Constitucional sobre
Votaciones Populares y Escrutinios”, el artículo 109 bis, que fija el famoso sistema
“binominal” de asignación de asientos parlamentarios.
19
En diciembre del mismo año se realizaron las elecciones presidenciales y
parlamentarias, donde fue electo como Presidente de la República Patricio Aylwin,
candidato de la coalición “Concertación de partidos por la Democracia”, que nucleaba
como partidos mas importantes a la DC y al Partido Socialista, junto a otros grupos
menores, y que representaba el triunfo del proyecto político de la DC, en la
subordinación de los socialistas y en la practica expulsión del sistema de los
comunistas. Uno de los cambios más importantes en este nuevo gobierno de la DC,
será la aceptación del modelo de desarrollo económico impuesto por la dictadura en un
grupo de partidos que antiguamente habían sido los mejores representantes del
pensamiento desarrollista latinoamericano. Comienza así el periodo conocido como la
“transición democrática”.
La presidencia de Aylwin se encontró ante la difícil situación de trabajar sobre un
sistema que requería de reformas constitucionales, pero que sin embargo no podía
alterar los vestigios que habían quedado de la dictadura militar, dadas las condiciones
que la dictadura había creado durante su gobierno. Estas condiciones, “las huellas que
dejó en el cuerpo de la nación la experiencia de la dictadura militar” son consideradas
“enclaves autoritarios”10. Los amarres institucionales a los que la presidencia de Aylwin
debió enfrentar fueron entre otros, la presencia de los senadores vitalicios y
designados, las rígidas normas estipuladas para la reforma de la Constitución Nacional,
que exigía quórums elevados, y el sistema electoral binominal, que no reflejaba
correctamente las fuerzas políticas. También debió enfrentar al alto grado de
contestación que tuvieron las FFAA en esta primera presidencia democrática en las
relaciones cívico-militares, y ellas se asentaban por ejemplo en la imposibilidad de
nombrar al Comandante en Jefe de las FFAA (donde se mantuvo a Pinochet, hasta el
año 1997), en la imposibilidad de remover a los Comandantes, excepto con la anuencia
del Consejo de Seguridad Nacional, y a la autonomía presupuestaria de la que disponen
las FFAA.
Siendo así, Aylwin gobernó el país, de manera cautelosa, tratando de generar el marco
necesario para que Chile transitase su camino a la democracia de manera precavida,
como un proceso que no terminaría con su presidencia, si no que seria largo y arduo.
Se reconocía la existencia de ciertas restricciones e incluso deformaciones del régimen
democrático, pero las mismas habían sido condiciones esenciales de la transición. En
ese marco es que se entiende el fuero parlamentario del que gozaría Pinochet, hasta el
año 2000. Pero también da la idea de que existió un acuerdo implícito entre la
dictadura y la sociedad para dar paso al proceso de transición democrática.
Políticamente se debió reacomodar la nueva estructura político social, reincorporando
al marco democrático a aquellos grupos que habían quedado fuera del sistema durante
el largo periodo del régimen. Estos grupos correspondían principalmente a los sectores
sociales y políticos del centro y la izquierda, que habían sido sistemáticamente
ignorados o perseguidos, restringiéndoles acceso y participación en la convivencia
social, cultural, política y económica del país, incluso por medio del exilio y la violación
de los derechos humanos.
En ese contexto se constituyo la “Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación”
(“Comisión Rettig”) destinada a investigar las violaciones a los derechos humanos
durante los años de la dictadura. El informe de esta comisión fue dado a conocer en
marzo de 1991, por el Presidente de la Nación, a través de la TV, quien pidió perdón en
nombre del Estado a las victimas de la represión.
En lo que refiere a política económica, se busco compatibilizar la política de derechos
humanos, con la necesidad de combatir la pobreza y mejorar la redistribución del
ingreso en pos de la equidad, mediante el aumento del gasto fiscal, lo cual era posible
debido a los buenos desempeños de la economía chilena respecto de las exportaciones
de cobre y productos agrícolas. Se redujo la pobreza de un 38.75% a un 27.5% y se
10
Concepto de Manuel Garretón tomado de “Política exterior de Chile: ¿excepcionalidad o
continuidad?” de M. Colacrai y M.E. Lorenzini, Revista CONfines, ½ agosto – diciembre 2005.
20
creo el Fondo de Solidaridad e Inversión Social para el fomento de las políticas sociales.
En la inserción internacional, las nuevas autoridades continúan con la senda aperturista
y neoliberal iniciada por el régimen militar, por ello los esfuerzos se orientan a la
búsqueda de nuevos mercados y consolidación de los existentes, así como la
integración con otros bloques económicos. Así se termina legitimando el modelo
económico de la dictadura, en su momento impuesto y rechazado por el resto de los
partidos políticos de ideas desarrollistas. Se firman acuerdos, convenios, orientados
hacia Asia y la cuenca del Pacifico, a América Latina y los Estados Unidos, incluso con
la Unión Europea.
En el año 1993 gana las elecciones Eduardo Frei Ruiz Tagle, hijo del antiguo
mandatario y también democratacristiano. En su elección logró el 58% de los votos, el
mayor numero de votos a un candidato en elecciones libres en la historia de Chile.
Asume en 1994, y económicamente el país se hallaba en un buen momento, con un
crecimiento sostenido que permitió la negociación de acuerdos de libre comercio e
integración con la Asociación de Libre Comercio de América del Norte, así como el
ingreso al MERCOSUR como miembro asociado. Se resuelven también para esta época
los litigios fronterizos con Argentina, de Laguna del Desierto y se firma el Tratado de
Hielos Continentales. Sin embargo ocurre la crisis financiera asiática
En las elecciones de 1999 se enfrentan Ricardo Lagos, candidato socialista de la
Concertación, quien había sido anteriormente precandidato en las otras dos
presidencias; y Joaquín Lavín, una figura relativamente nueva en el ambiente político
de la derecha. En las elecciones de 1999 Lagos obtiene el 47.96% de los votos, solo
30.000 votos mas que Lavín, que obtuvo el 47.5%. Dada la segunda vuelta, el
candidato electo seria Lagos, con 51.3% de los votos.
Lagos asume en marzo del 2000 y su gobierno se caracterizo en un comienzo por tener
que hacer frente a el problema de la crisis financiera asiática, dificultaba su despegue
exitoso de la economía, y en la cuestión de Pinochet, su juicio, y con ello la cuestión de
las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura militar. Sin embargo la
situación comienza a cambiar a partir del año 2003, donde se ve un repunte de las
cifras macroeconómicas, recuperando el país su capacidad exportadora y el
crecimiento de la década anterior, aunque seguían vigentes los problemas de
desocupación y desigual distribución del ingreso. Los aspectos más recientes de la
historia chilena los abordaremos a lo largo del trabajo.

Conclusión Parcial.

Desde los inicios de la historia chilena podemos observar la presencia de un poderoso


sector conservador, cualidad que puede extenderse a la casi totalidad de
Latinoamérica con sus correspondientes particularidades. Este conservadorismo o,
como se lo llamo popularmente, peluconismo, se caracterizaría por ser reaccionario al
cambio, ya sea desde sus comienzos en el proceso de independencia como la oposición
que articula mediante el Congreso, como se puede ver en el periodo llamado
“parlamentario”, o a distintos procesos de “nacionalización”, ya sea del salitre durante
los gobiernos de Balmaceda, o al cobre.

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