Sie sind auf Seite 1von 27

Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009, p.

323-349

Ética y responsabilidad social de la


empresa: su concepción del hombre
Ricardo Cuevas Moreno*

Resumen: El presente trabajo explora la concepción del hombre sobre la


cual reposan la Ética de la Empresa (EE) y la Responsabilidad Social de la Empre-
sa (RSE). Según el resultado de esta investigación, dicha noción es una concep-
ción mixtificada del hombre la cual puede funcionar como ideología en el sentido
de Marx y Engels (1982). Así la vocación humanística de la EE, la RSE, está
confrontada a su carácter de útil de la administración bajo la égida del modo de
vida burgués. Esta contradicción se expresa en la práctica que busca el ejercicio de
la honestidad, la justicia y la responsabilidad por parte de los líderes de las empre-
sas privadas, frente a los objetivos económicos, morales y sociales de éstas. Así
por un lado, existe la aspiración universal y humanista (igualdad, fraternidad, se-
guridad, justicia y respeto al hombre y su medio ambiente) de la empresa; y por el
otro, el primado del trabajo alienado capitalista. Esta contradicción fundamental
origina del problema moral de la empresa y los negocios de nuestra época, el cual
aparece como irresoluble dentro del contexto del modo de vida capitalista.
Palabras clave: Ética de la Empresa (EE), Responsabilidad Social Empre-
sarial (RSE), hombre, individuo, actor, trabajador del conocimiento, ideología.

Ethics and social responsibility in the corporation:


its conception of men
Abstract: This paper explores the human conception in which corporate
social responsibility (RSE) and business ethics (EE) lay. According to the result of
this research, such notion is a fault conception of the human being that can function
as ideology in Marx and Engels (1982; 1846) sense. The human vocation in busi-
ness ethics, corporate social responsibility and its philosophy is confronted with
the useful sense of management under the businessman way of life. This
contradiction is seen in practice when the business men are trying to be honest, fair
and responsible and at the same time follow economic goals. In one side is the
universal and human side (equality, fraternity, security, justice and human right
and environment care) of the firm; and in the other side, the domain of the alienated
labor in capitalism. This fundamental contradiction originates the moral problem
of the enterprise and of businesses now a days, which seems that has no solution
within the capitalistic way of life.
Key words: Ethics on Corporations, Corporation’s Social Responsibility,
man, actor, intellectual (worker on the field of knowledge), ideology

Recibido: 28.03.2009 Aceptado: 10.06.2009

***

*
Universidad Autónoma de Tamaulipas, Tampico, México. E-mail: rcuevasfr@yahoo.fr

323
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

La administración moral de la empresa y su concepción


del hombre
“…el fin por excelencia de la conducta moral, es la
sociedad política o la patria, pero la patria concebida como una
encarnación parcial de la idea de humanidad.”
Durkheim (1992; 1902-1903: 68)

Introducción
La administración moderna ha dejado de ser un conjunto de útiles
aplicados en la privacidad de la empresa cuyo aprendizaje y práctica con-
ciernen sólo al especialista. El impacto económico, social y cultural de las
empresas para el destino de la humanidad suscita una de las preocupacio-
nes mayores del hombre moderno (Bouilloud y Lecuyer 1994: 28)1 .

Una triada es fundamental en la epistemología de las ciencias de la


administración: 1) la integración del conocimiento y el saber en un cuerpo
teórico unificado; 2) la pertinencia de las prácticas y su evolución; en fin 3)
la enseñanza y aprendizaje de las dos anteriores. Así la instrucción de la
administración representa una de los aspectos fundamentales tanto en la
creación de especialistas como en la generación del conocimiento nuevo2 .
Un problema epistemológico mayor de las ciencias sociales es que
la investigación comienza ex post, es decir una vez que los fenómenos se
han cristalizado en formas posibles de ser estudiadas. Hubo que esperar
que la Ética de la Empresa (EE)3 y la Responsabilidad Social de las Empre-

1
Una de las primeras acciones del nuevo presidente de Francia Nicolas Sarkozy es la
reunión del 21 de mayo 2007 en el seno de l’Alliance pour la Planète con ocho ONG’s a fin
de determinar las prioridades en materia de desarrollo sustentable. (http://novethic. fr/
novethic/site/article/index.jsp?id=109346: 23 de mayo 2007)
2
En 1881 el industrial y financiero Joseph Wharton dona 100 mil dólares para que la Universi-
dad de Pennsylvania fundara un departamento de enseñanza de la Administración. Así nació
Wharton School of Commerce and Finance (1881) (George y Álvarez: 2005:76) Algunos años
más tarde se fundan las primeras escuelas dedicadas cien por ciento a la enseñanza de la Admi-
nistración: American Association of Industrial Management (1889), Society for the Promotion
of the Science of Management (1911) que se cambia de nombre a Taylor Society; Harvard abre
la Harvard Business School (1908) quien tiene entre sus filas a los administradores más ilustres
de la época Taylor, Emerson, Morris, Cooke, Day et Going entre otros; a la par de este proceso
aparecen los consultantes especializados (Chandler 1988: 517-519).
3
Se decidió la traducción “Ética de la Empresa” del inglés “Business Ethics”. Este último
concepto toma a los negocios y la empresa en bloque como objeto de análisis. En lengua
francesa se usa indistintamente “l’éthique de l’entreprise” o “l’éthique des affaires” refi-
riéndose al mismo objeto de estudio que es la empresa y los negocios. Para evitar confusio-
nes en adelante se dice Ética de la Empresa más acorde con la lengua Española pero
teniendo en mente el espíritu del Business Ethics, pues en el presente estudio el objeto de

324
Ricardo Cuevas Moreno

sas (RSE) tomaran carta de naturalización en la Administración para poder


comprender su origen y pertinencia. La adopción de la EE y la RSE por
parte de las organizaciones conduce al estudio de los útiles de esa aplica-
ción así como al terreno de la ideología, la disciplina y el poder dentro de la
empresa (Cuevas 2005a; 2005b; 2006).

Existen dos ideas comúnmente aceptadas sobre la administración mo-


ral de la organización. La primera establece que la EE y la RSE son un útil para
mejor administrar la empresa bajo una perspectiva humanista y de cuidado del
medio ambiente. La segunda, que al ser un útil de la administración, la EE y la
RSE deben servir en la toma de decisiones morales y eficaces para las decisio-
nes operacionales y sobre todo las decisiones estratégicas (Hill y Jones 2000).
Además la EE y la RSE deben integrarse a la estrategia de la empresa convir-
tiéndose de esta forma en guía para la acción e imagen de la empresa.

No obstante, esas dos ideas centrales para la administración moral


de la empresa, su concepción del hombre se da por supuesta sin ser
explicitada ni explicada. Por tal razón es necesario preguntarse ¿sobre qué
concepción del hombre y la sociedad reposan la EE y la RSE? ¿Cuáles son
los principales momentos del proceso para que esas nociones tomen forma
en el discurso de la administración moral de la empresa? El objetivo del
presente trabajo es responder a estas cuestiones.
Para ese propósito la siguiente delimitación es necesaria. La noción
de Hombre e Individuo es el resultado de un proceso secular que arranca
durante el Renacimiento y se cristaliza en los siglos XVII y XVIII en Euro-
pa; esto ocurre en las ciencias de la naturaleza pero sobre todo con la Filo-
sofía Moral y la Economía Política. Dicho proceso toma forma acabada al
comienzo del siglo XIX (Foucault 2001; 1966). Por eso más que hacer una
genealogía de este proceso para la Administración -tarea que supera con mu-
cho este artículo- aquí se describen los principales momentos de asimilación y
transformación de la concepción del hombre por parte de la Economía y la
Administración; así como su adopción por parte de la EE y la RSE.

Esa finalidad se cumple estudiando en la primera parte la


institucionalización de la EE y la RSE; esto a través de su origen histórico, lo
cual conduce a la cultura de la empresa o ideología en donde el individuo es el
elemento crucial. Por eso en la segunda parte, se analiza la concepción del
hombre que subyace en la administración moral de la empresa a través de las
categorías de individuo, actor y trabajador de conocimiento.
En la presente investigación se usa el método de la dialéctica mate-
rialista, pues se trata de ver el movimiento de la realidad en sus distintas
facetas dentro de su especificidad histórica. En este sentido, la evolución

análisis es la empresa tanto en sus relaciones internas como externas. En estos momentos
existe la tendencia hablar simplemente de RSE pues esta siendo la adopción del Desarrollo
Sustentable por parte de las empresas contiene lo que se conoce como ética de la empresa.

325
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

histórica del capitalismo y la empresa es un supuesto bien que la exposi-


ción se centra en la expresión teórica del mismo.

La institucionalización de la administración moral


En esta parte se expone brevemente los factores que originan la
institucionalización de la EE y la RSE. De igual modo se muestra el origen
histórico de éstas así como sus objetos de estudio.

El establecimiento de la Tercera Revolución Industrial, la de la in-


formática y las comunicaciones, en el mundo capitalista coincide con la
divulgación de la EE, Desarrollo Sustentable (DS) y RSE (Cuevas 2006).
En el lapso de veinte años esa triada que puede nombrarse como adminis-
tración moral de la empresa, se difunde y adopta en todo el mundo capi-
talista conocido por varios agentes o vehículos: en primer lugar, las empre-
sas estadounidenses, pasando por lo administradores, consejeros y profe-
sores quienes implantan, difunden y promueve la EE, el DS y la RSE. En
segundo lugar, un movimiento paralelo por parte de la Organización de la
Naciones Unidas (ONU) quien -a través de reuniones como la Conferencia
de Estocolmo sobre el ambiente humano (1972), Cumbre Planeta Tierra o
Cumbre de Río (1992), Cumbre Mundial para el Desarrollo Sustentable de
Johannesburgo (2002)- establece y difunde la doctrina del Desarrollo Sus-
tentable. Esta nueva concepción del desarrollo capitalista, conjuga las di-
mensiones económicas, sociales y cuidado del medio ambiente en un todo
que pretende terminar con la miseria, el hambre, la injusticia, la inequidad
y el desempleo en el mundo. La adopción del DS por parte de las empresas
deviene en la RSE de nuestros días.

En tercer lugar, las Universidades y las Escuelas de administración


ofrecen cursos y desarrollan investigación sobre ese tema. En cuarto lugar,
los centros especializados de carácter público y privado. En quinto lugar,
los organismos de acreditación internacional sobre la calidad de la ense-
ñanza, la investigación y desarrollo del business ethics: la Association to
Advance Collegiate Schools of Business (AACSB), European Quality
Improvement System (EQUIS), la American Mold Builders Association
(AMBA). Finalmente, la difusión mediante los medios de divulgación cien-
tífica (libros, revistas, periódicos y sitios Web). Estos seis agentes vienen a
constituir a la EE, el DS y la RSE como una doctrina dentro de las cien-
cias de la administración y su práctica.

El origen de la Ética en los Negocios


y la Responsabilidad Social de la Empresa.
Su objeto de estudio y acción
La EE, el DS y la RSE tienen por origen común las transformacio-
nes profundas de la sociedad y la empresa ocurridas durante el último ter-

326
Ricardo Cuevas Moreno

cio de siglo pasado. La degradación acelerada del medio ambiente y las


crisis económicas; con ello el desempleo y la miseria de la población. El
derrumbe del socialismo, el establecimiento del ejercicio de una nueva so-
beranía a nivel mundial (Hardt y Negri 2000), la Tercera Revolución In-
dustrial y el establecimiento de la sociedad en red (Castells 2001) o socie-
dad del conocimiento (Drucker 2000) pueden citarse como los hechos
más notables. Esos factores han puesto al capitalismo, la empresa y el ejer-
cicio del poder capitalista en un lugar hegemónico sin parangón alguno en
su historia. Las instituciones supranacionales Organización Mundial del
Comercio (OMC), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial
(BM) y Organización de las Naciones Unidas (ONU) junto con los Estados
del capitalismo desarrollado y las empresas trasnacionales constituyen ese
tejido que hace posible el ejercicio del bio-poder (Hardt et Negri, 2000) de
la sociedad disciplinaria usando la expresión de Foucault (1975).

En este sentido se podría decir que la EE y la RSE son un resultado


de esas transformaciones. Especialmente, la Tercera Revolución Industrial
cambia de manera radical el patrón de acumulación capitalista integrando
la informática y las comunicaciones en los procesos de producción y circu-
lación del capital. Es en esta revolución en la manera de producir, de cam-
biar y de consumir junto con la consecuente mutación en la estructura y
organización de las empresas, donde la EE y RSE tienen su origen material
(Cuevas 2006). Dicha transformación trae como consecuencia la necesidad
de administrar de una manera distinta a la empresa pero sobre todo al hombre.

Por otro lado, el poder creciente de las empresas a escala mundial,


provoca efectos importantes sobre la humanidad y el medio ambiente. Au-
nado a esto, la falta de un control supranacional sobre las empresas (Persais
2003), los casos de corrupción y la presión de las Organizaciones No Gu-
bernamentales (ONG’s) son otros tantos factores que impulsan el estableci-
miento de la EE, el DS y la RSE4 .

4
En referencia a esto cuatro hechos de segundo orden merecen ser citados como motivos
del surgimiento de la EN, DS y la RSE. El primero es el caso de la asignación discrecional
de los precios de la electricidad en EUA durante la década de 1960. El segundo es el
escándalo Watergate (17 junio 1972) después de los cuales el Business Ethics se integra
como disciplina en los cursos de MBA. El tercer hecho es relatado como sigue: “Esta res-
ponsabilidad social adquirió fuerza legal en 1970, cuando la Ley de Protección Ambiental
de Estados Unidos de América creó la Environmental Protection Agency (EPA), como
organismo autónomo encargado de administrar las leyes federales en materia de medio am-
biente.” (MacMahon 2001: 421 en Frederick 2001). Finalmente la aparición de la Federal
Sentencing Guidelines al comienzo de la década de 1990 y cuya finalidad es penalizar las
malas conductas en los negocios (Pesqueux y Biefnot 2002: 20-21). 5 Aubert, (en Bouilloud
y Lecuyer 1994:119) opone al management du corps le management des coeurs y affectif
para subrayar el cambio de registro de la Organización Científica del Trabajo al Movimien-
to de las Relaciones Humanas. Prolongando ese razonamiento la noción de subjetividad
abarcaría el mundo interior del individuo, del cual la intelectualidad, las emociones, la me-
moria y el aprendizaje son una parte. Esta noción (gestión de la subjetividad) acuñada por
Aubert destacaría una característica importante de la administración actual. Sin embargo,

327
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

En resumen, la EE y la RSE son una respuesta a la necesidad de


administrar las relaciones del modo de producción (en sentido amplio) y
las fuerzas productivas emanadas de la Revolución en la informática y las
comunicaciones. Dentro de ésta administración, la gestión de la fuerza de
trabajo es un factor clave; sobre todo en la gestión del aprendizaje y el
comportamiento moral de los individuos5 para el cumplimiento de ciclo del
capital a través de una mayor productividad, el consenso y la legitimación.
En este sentido, la EE y la RSE contienen además de su dimensión de útil
de la administración, una dimensión ideológica en el sentido de Marx y
Engels (1982) (Cuevas 2005a; 2005b, 2006).
La definición comúnmente aceptada de RSE estable que ésta es la
integración voluntaria de las preocupaciones sociales y ecológicas de las
empresas respecto a sus actividades y sus copartícipes. (C.C.E. 2001:7)6.
Así, para Pesqueux y Bienfnot (2002: XIV, 121, 137, 213-237) la RSE es
sobre todo una política de respuesta de las empresas a las demandas de sus
partícipes y de la sociedad en general.

Al asumir este compromiso las empresas asumen una mayor pre-


sión, pues, a la dimensión económica de la empresa se integra la del cuida-
do al medio ambiente y la social (triple bottom line). Dentro de esta última,
el cumplimiento de los derechos universales del hombre y la justicia social
ocupan el primer plano. En un segundo nivel se encuentra la educación, la
cultura y el deporte. La RSE en su implementación revela prácticas distin-
tas ligadas al DS: 1) etiquetas ecológicas, comercio justo y marketing ético
o responsable, 2) la Inversión Socialmente Responsable (ISR) y 3) la
evaluación de las políticas de RSE.

Así los autores franceses inclinados fundar sobre la definición de


conceptos y principios todo discurso, adoptan el concepto de responsabi-
lidad, aplicado al individuo o la empresa, como aquél que puede ser llama-

dicha noción se encuentra ya en Marx (1968; 1844 1965b; 1968) al estudiar el trabajo
enajenado y la atención que el proceso de la producción de la plusvalía demanda al elemen-
to subjetivo (fuerza de trabajo) de la producción social.
5
Aubert, (en Bouilloud y Lecuyer 1994:119) opone al management du corps le management
des coeurs y affectif para subrayar el cambio de registro de la Organización Científica del
Trabajo al Movimiento de las Relaciones Humanas. Prolongando ese razonamiento la no-
ción de subjetividad abarcaría el mundo interior del individuo, del cual la intelectualidad,
las emociones, la memoria y el aprendizaje son una parte. Esta noción (gestión de la subje-
tividad) acuñada por Aubert destacaría una característica importante de la administración
actual. Sin embargo, dicha noción se encuentra ya en Marx (1968; 1844 1965b; 1968) al
estudiar el trabajo enajenado y la atención que el proceso de la producción de la plusvalía
demanda al elemento subjetivo (fuerza de trabajo) de la producción social.
6
La definición del objeto de estudio de la EN y la RSE es retomada de Cuevas Moreno, R.
y Garza Arroyo, A. (2006): “La relación entre la Responsabilidad Social de la Empresa y la
Ética de los Negocios: Una solución a partir de la dialéctica materialista”, CLADEA 2006,
41st Annual Assembly, Latin America & European Union. Opportunities and Challenges,
Montpellier Francia, 10, 11, 12 y 13 de Septiembre.

328
Ricardo Cuevas Moreno

do para responder por sus actos o las consecuencias del mismo (Pesqueux
y Biefnot 2002; Chauveau y Rosé 2003; Laville 2005).

Esto tiene un fundamento filosófico de precisión del concep-


to. Así Lalande (2002: 926-928) durante la segunda década del si-
glo pasado, establece la responsabilidad moral sancionada o no
por la ley, a reparar el daño que uno ha causado a otro. Sin em-
bargo, entendido así esa noción encuentra la limitante que la RSE
es sobre todo una adhesión voluntaria en donde el castigo jurídico
por su incumplimiento se encuentra ausente, bien que en su lugar
puede existir la sanción moral por parte de los partícipes de la em-
presa (stakeholders).

Por todo lo anterior, la puesta en práctica de la RSE aseguraría el


bienestar general de la humanidad y su futuro. Sin embargo, la experiencia
dicta que bajo el modo de producción capitalista ambos finalidades son
difícilmente compatibles, al punto de excluirse. La miseria a escala mun-
dial y la persistente destrucción de los ecosistemas son la prueba palmaria
de dicha contradicción7 .
Por su parte la Ética de la Empresa (EE) puede definirse como la
disciplina que discierne lo que es bueno, recomendable, correcto en la ad-
ministración de las empresas capitalistas, desde un punto de vista ético y
moral. Por su naturaleza ella debe ser una herramienta de la administración
de la empresa. A partir de este punto de vista una definición como la de Hill
y Jones (2000:57) inspirada en el pensamiento anglosajón, resulta limitada.
Para estos autores el propósito de la EE es suministrar herramientas para
tratar la complejidad moral de las decisiones estratégicas más que prescri-
bir lo que es bueno o malo.

No obstante la EE, el DS tienden a constituir un objeto de estudio


único en la práctica a través de la RSE8 . La certitud de esa aseveración es
posible sustentarla tomando en cuenta dos aspectos. Primero, obsérvese
los temas tocados por la EN, el DS y la RSE:

7
En efecto, una declinación acelerada de los ecosistemas en el mundo: 50% de los
bosques de la Tierra son explotados, 30% de los bosques ancianos están convertidos en
campos agrícolas y 9% de las especies de árboles están en proceso de extinción. 2/3 de
las tierras agrícolas experimentan un grado de erosión desde los últimos 50 años. 25 mil
toneladas de tierra arable desaparecen anualmente. La sobre explotación de la pesca
afecta a un 70% de las especies marinas. 60% de los grandes ríos ven afectado su fun-
cionamiento a causa de la canalización, las presas y represas artificiales. En cuanto a la
biodiversidad, cada año se extingue entre 20 000 y 100 000 especies. En fin, la crecien-
te contaminación de las aguas, el aire y la tierra provoca el calentamiento climático.
Guide to the World Resources 2000-2001/People and Ecosystems- The Fraying Web of
Life. Rapport ONU et le World Resources Institute, 2000 (www.wri.org). Citado por
Laville (2006: 65-67).
8
“La ética de los negocios se convirtió en negocios y sociedad o responsabilidad social
de la empresas” (MacMahon 2001: 418-420 en Frederick 2001).

329
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

ÉTICA DE DESARROLLO RESPONSABILIDAD


LA EMPRESA SUSTENTABLE SOCIAL DE
(1985) (1972-2008) LA EMPRESA
(1970-2008)

Comportamiento Cuidado del Eficiencia Económica


Moral del Medio Ambiente Empleo
administrador
Eficiencia Económica Derechos del hombre
Recursos Humanos
Empleo Cuidado del
Recursos Medio Ambiente
Justicia Social
Relaciones con Relaciones con
los stakeholders Derechos del Hombre los stakeholders

Lucha contra Salud


la corrupción
Cultura
Salud

Fuente: Elaboración propia

Segundo, la adopción de la EE, el DS y la RSE es posible gracias a


la implementación de una serie de útiles como los son las Cartas y Códi-
gos éticos, los Índices de RSE o DS (IRSE), las auditorias éticas, las
certificaciones SA 8000, AA 1000, ISO 9000, ISO 18000- y el Informe de
RSE o DS (stakeholder report). Así, hacia el 2009 la RSE contiene una
dimensión de útil de la administración heredada de la EE y los aportes del
DS –Iniciativas, Recomendaciones, Principios de la ONU, la OIT, OCDE y
BIT- y una dimensión ideológica y doctrinaria.

Esas tres dimensiones se encuentran en la implementación de la RSE


por parte de las empresas. Más allá del cuidado al medio ambiente, la efica-
cia económica, la justicia social y el respeto de los derechos del hombre, la
RSE responde a la necesidad de administrar a los individuos dentro de la
organización haciendo énfasis en su comportamiento moral mediante el
aprendizaje y la práctica de los valores morales.

La expresión teórica diversa de una misma problemática


Por su naturaleza doctrinaria la EE y la RSE han suscitado un núme-
ro importante de acercamientos teóricos9 . En este sentido, la administra-

9
Estos enfoques han producido una serie de corrientes ligadas a los nombres de ciertos
autores y filósofos. Una corriente inspirada en la teoría de Kant (1994) (Farcy 1969) (Moussé
1989, 1993) (Etchegoyen 1990, 1991) (Landier 1991) (Faber 1992). Otro acercamiento que

330
Ricardo Cuevas Moreno

ción moral de la empresa acusa una característica propia de una disciplina


como la Administración que es un cuerpo teórico heterogéneo de conoci-
miento y prácticas.

Así los especialistas basan su estudios en alguno(s) de esos


acercamientos produciendo aportaciones, al mismo tiempo que creando una
serie de discursos dispares entre ellos (Donalson y Dunfee 1994). Por ejem-
plo Frederick (2001) en una obra compendiosa, muestra la cantidad prolija
de temas y acercamientos dentro del Business Ethics en el mundo anglo-
sajón. En un intento para superar el impasse en el Business Ethics ha caído
por su propia lógica, Donalson y Dunfee (1994: 252-254) establecen una
división metodológica al parecer pertinente. Por un lado, se encuentran los
partidarios del acercamiento empírico preocupados por la solución de
problemas tales como la dirección, las decisiones, la motivación, el com-
portamiento ético y el performance financiero, el marketing, estructura de
la organización y problemas de adaptación entre otros. Por otro lado, se
encuentran los partidarios del acercamiento normativo. Éstos establecen
ideas sobre la dimensión moral de los negocios y las prácticas de la admi-
nistración que no necesariamente existen en la vida cotidiana de las empre-
sas y los negocios (Donalson y Dunfee 1994: 25310 ).

Así pues, existe una ausencia de acuerdo desde el punto de vista


teórico y práctico sobre el objeto de estudio de la RSE. Bien que existen
una serie de útiles para la adopción de la RSE, es difícil aún aislar los
factores/criterios que la constituyen por ser una categoría cualitativa. En cuan-
to a su evaluación, las metodologías, los resultados, datos y series estadísticas
están lejos de tener un consenso por lo que su uso para la comprobación de
hipótesis resulta difícil para los investigadores. Así una investigación impor-
tante, como es la relación entre RSE y rendimiento financiero, hasta hoy carece
de una resultado categórico (ORSE 2003; Crifo y Ponssard 2008).

La concepción explicita del hombre se encuentra también ausente


dentro de la Administración, el DS, la EE y la RSE. Esta noción se filtra a
través del respeto a los derechos universales del hombre propuestos por el
DS. Tal vez por ello esa concepción se da por supuesta sin cuestionamiento
alguno. Esto resulta paradójico pues la administración moral de la empresa
al poner en el corazón del análisis a los valores morales pone en primer
plano al hombre11 . No obstante, es posible deducir el contenido de ese
concepto a través de las categorías de individuo, actor y trabajador del

10
Frente a este cúmulo abigarrado de obras no existe un acuerdo sobre los objetos de estu-
dio de EE y la RSE. Por tal razón, en los párrafos precedentes se propone una definición de
EE y RSE a partir de las categorías totalidad y praxis comprendiendo a la empresa como
una totalidad de relaciones económicas, sociales, políticas, culturales, ideológicas y simbó-
licas (Cuevas y Arroyo 2006).
11
Los valores que aparecen con más frecuencia en la literatura de la EE son los siguientes:
Autonomía, Honestidad, Responsabilidad, Confianza, Innovación, Valor, Dignidad, Orgu-
llo, Fe, Humildad, Justicia, Libertad, Lealtad, Modestia, Prudencia, Respeto, Solidaridad,
Transparencia, Temperancia, Tolerancia. son extraídos de los libros de de Blanchard y Peale

331
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

conocimiento, por lo que su estudio es la etapa siguiente.

La administración moral y la concepción del hombre


En esta parte se analiza cómo la EE y la RSE adoptan una concep-
ción del hombre que proviene de la Economía y de la Administración. Esto
conduce a una contradicción importante. Por un lado, nuevos paradigmas
como la filosofía económica (Leroux, 1995), (Leroux y Marciano 1999) y la
ética económica (Kolm 1996), (Marciano 1999), (Sen, 1986; 1999),
(Hirischman 1997), (Mahieu, F-R 2001) ponen al individuo o a la persona12 con
sus cualidades sociales, morales e ideológicas en el corazón del proceso eco-
nómico y la empresa. Esto tiende a establecer una concepción de hombre más
completa que la heredada por la teoría Neoclásica de la Economía.
En la base del Business Ethics y sus adaptaciones en el mundo capi-
talista subyace a priori una concepción de la sociedad y del hombre. Esas
nociones son un supuesto de los especialistas. Sin embargo, la ciencia debe
someter a crítica los supuestos y los resultados de los fenómenos. Al tomar
esa actitud con la EE se descubre por ejemplo, que en su construcción, el
gran olvido es el trabajador de base. Éste es sustituido por las figuras del
“hombre en abstracto”, del individuo o del actor (Cuevas 2003: 290-292).
En todas las doctrinas económicas y las ideologías existe una concepción
de la sociedad y del hombre como supuesto ontológico (Leroux 1995)
(Marciano 1999). Pero en el caso de la RSE y la EE dichas concepciones al
ser la suposición y razón de ser, se pierden de vista dentro de la construc-
ción de la teoría que sustentan.

Existen cuatro momentos importantes en la construcción de la con-


cepción del hombre subyacente en la administración moral de la empresa y
los negocios.

Primer momento: la herencia de Smith


Smith padre de la economía política inglesa, desarrolla una concep-
ción del hombre y la sociedad a partir de la cual estudia la creación de
riqueza en el capitalismo. Smith (1999; 1759) formula una teoría ética en

(1988); Le Tourneau (2000), Gélinier (1991), Even-Granboulan (1988), Daigne (1991),


Claude (1998), Falise (1992) y Etchegoyen (1990,1991) bien que uno los encuentra citados
dondequiera por especialistas en EE y la RSE. Su orden no implica ninguna jerarquía ni la
lista pretende ser exhaustiva.
12
En Francia el Personalismo (1930-1950) pretende ser una tercera vía (humanista y espi-
ritual) entre el liberalismo capitalista y el socialismo. Por eso esta doctrina filosófica
opone al individuo a la persona. El primero es considerado como un residuo de la sociedad
liberal alienante y en crisis. La persona al contrario, goza de todas las potencialidades espi-
rituales. Una versión reciente de esta doctrina aplicada a la Economía y la Administración
se encuentra en (Leroux 1995), Leroux et Marciano (1999) y Marciano (1999).

332
Ricardo Cuevas Moreno

donde explica el origen de la moral y el mecanismo de simpatía mediante


la cual los hombres crean las normas morales y adquieren juicios morales;
al hacerlo, Smith concibe una sociedad a-histórica, libre de contradiccio-
nes y en donde el optimismo y la armonía se imponen a pesar de los senti-
mientos de interés y egoísmo de los individuos.

Smith en su Teoría de los sentimientos morales dice que el gusto por


la belleza y la virtud impulsa a los individuos a crear la industria movidos
por una mano invisible sin quererlo y sin saberlo sirven a los intereses
de la sociedad y dan los medios de la multiplicación de la especie. (Smith
1999; 1759: 422, 256-257, 327, 324). El hombre no es meramente intere-
sado o egoísta, éste sacrifica su interés individual por el bienestar de su
sociedad. De esta forma, al igual que los filósofos escoceses de su época
como Hume (1751), Smith (1999; 1759) postula la idea del hombre como
un ser dotado de pasiones, de virtudes, de defectos y de razón. En el inte-
rior del hombre se libra ese encuentro de pasiones naturales que junto con
la razón originan la moral y la sociedad.

En desmedro de la idea comúnmente aceptada, es esta concepción


de la sociedad y del hombre establecida en la Teoría de los sentimientos
morales (Smith 1999; 1759) uno de los fundamentos sobre los cuales repo-
sa la célebre Riqueza de las Naciones (Smith 1991; 1776) (Sen 1986, 1999).
Dentro de esas obras se encuentran los valores morales de la libertad, la
armonía y la justicia virtudes máximas de su pensamiento.

Segundo momento: el Homo oeconomicus


y la Administración
Pero la teoría Marginalista de la economía retoma una concepción
parcial del hombre de la Riqueza de las Naciones (Smith 1991; 1776). Según
Kosik (1970: 61-66) la Economía Política clásica se transforma “en cien-
cia” a partir de la noción de sistema natural. Es a partir de la noción de un
sistema que funciona de manera libre y autónoma, como es posible cono-
cer las leyes de la economía. Desde esta idea y este concepto, la Economía
Política clásica puede interrogarse sobre las leyes del sistema y sobre las
cualidades necesarias del hombre para funcionar dentro del orden econó-
mico. Para Smith (1999; 1759) (1991; 1776) el hombre tiene las cualidades
de interés, egoísmo, humanidad, beneficencia, bondad, libertad, autonomía
e independencia. Continuando con el razonamiento de Smith, sería a partir
de ese juego contradictorio de pasiones como surge la moral que funda el
sistema económico. Sin embargo, Smith (1991; 1776: 358-361) clasifica a
la fuerza de trabajo como un elemento más del capital. Esta cosificación de
las relaciones de producción analizada por (Marx 1965; 1867: 604-619) y
Rubine (1978) se encuentra al origen de la concepción del hombre en la
teoría Neoclásica de la Economía. Ésta reduce la concepción del hombre
de Smith a las cualidades del interés, del egoísmo y del cálculo; despojadas
de ese gusto por la belleza y el lujo que impulsa a los hombres a desarrollar

333
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

la industria y que tanto llama la atención de Smith en sus dos obras. En


suma, la idea de sistema natural a-histórico, en armonía y una concepción
parcial del hombre retomados de Smith son los dos pilares sobre los cuales
la categoría de homo oeconomicus es postulada.
L’homme economique entidad racional, calculadora, despojada de
toda concepción moral y donde su comportamiento es medido con el rigor
de las matemáticas, encuentra así, su expresión más refinada con “la revo-
lución marginalista de la economía” de Walras (1834-1910), Jevons (1835-
1882), Menger (1840-1921) y Pareto (1848-1923)13 . El homo oeconomicus
es un individuo racional que ante sus necesidades y los bienes para satisfa-
cerlas, puede establecer un orden de preferencias con la finalidad de
maximizar su utilidad y así tomar la decisión óptima.
Algunas críticas sobre la categoría de homo oeconomicus son suce-
sivamente las de Menger para quien el economista está imposibilitado de
dictaminar si los individuos son racionales, locos o morales cuando eli-
gen sus bienes. Por lo tanto, el economista debe constatar el hecho que
el individuo que elige sabe que los bienes le darán satisfacción. Otra
crítica es la de Veblen (1908) Keynes (1936) y Simon y March (1999;
1958) para quienes el homo oeconomicus está imposibilitado física e
intelectualmente para tener toda la información en la toma de decisio-
nes (Demeulenaere 2003; 1996).

No obstante esas críticas, la noción de homo oeconomicus (indivi-


duo) es la concepción del hombre que la Administración y la teoría esta-
dística moderna de la decisión adoptan (March y Simon: 1999:135). Di-
cha noción del hombre se encuentra en las obras de los fundadores de la
administración moderna Taylor (1986; 1911)14 y Fayol (1981; 1916). En
efecto, las obras de Taylor y Fayol se ocupan de elevar la productividad y
la eficiencia en la empresa, pero lo hacen modificando involuntariamente
la concepción del hombre heredada por la teoría Neoclásica o Marginalismo.
Ambos consideran ciertas cualidades sociales y morales en los individuos
que deben aprender la tarea o dirigir la empresa.
Aunque los enfoques de Taylor y Fayol difieren, ambos buscan ha-
cer de la administración un quehacer racional y metódico. Al hacerlo conti-
núan la ruptura con el hommo oeconomicus que podemos encontrar en el

13
“Con la utilización de la teoría de la utilidad marginal, la investigación sobre el interés
personal fue poco a poco puesta a la maximización de un orden de preferencias coherente
bajo la hipótesis de un futuro cierto e información completa” (Blaug, 1982:237).
14
Ribeill (en Bouilloud y Lecuyer, 1994: 31-50) dedica un artículo sobre la vida y obra
de Jean-Gustave Courcelle-Seneuil (1813-1892) quien edita Traité théorique et pratique
des entreprise industrielles, commerciales et agricoles, ou Manuel des affaires, Paris
Guillaumin, 1855 y que es una obra dedicada a la gestión de las empresas en el sentido
moderno. Sin embargo, en la historia convencional de la administración este fundador
se encuentra ausente.

334
Ricardo Cuevas Moreno

“humanismo” y “la bonificación por tarea” de Gantt (1901) y en los fun-


dadores de la psicología industrial Munsterberg (1913) y Scott (1910-1911)15

Fayol (1981; 1916: 190, 193) por su parte, establece una serie de
valores morales que el administrador debe tener para la administración de
la empresa y su éxito. Al propio tiempo indica dieciséis responsabilidades
para éste entre las cuales encontramos los valores morales de responsabi-
lidad, armonía y justicia.

Taylor (1986; 1911) a todo lo largo de su obra principal observa los


aspectos sociales, de actitud y de motivación así como las relaciones entre
los administradores y los obreros. Para este autor la esencia del management
científico consiste en una cierta filosofía derivada de los cuatro principios
básicos de la administración16 .

La ruptura con la concepción limitada del homo oeconomicus conti-


nua con algunos autores nombrados por George y Álvarez (2005) como los
filósofos de la administración: Sheldon (1923), Mayo (1933), Follett
(1930), Mooney (1931), Chester (1938), Burnham (1941). Bien que estos
creadores hacen entrar en la administración los valores, los juicios de va-
lor, la importancia del trabajo en equipo, la responsabilidad social del ad-
ministrador y de la administración; de entre ellos Mayo (1933), con su obra
The Human Problems of an Industrializad Civilization, funda un nueva
corriente del pensamiento administrativo.

El movimiento de las relaciones humanas surge como reacción a


la práctica parcial del pensamiento de Taylor. Los experimentos de
Hawthorne perteneciente a la Western Electric en EUA (1924-1933) hacen
pensar a los investigadores de aquellos días que dichas “…experiencias
demuestran de manera espectacular y definitiva la importancia de las
actitudes y los sentimientos de los empleados en el aumento de la pro-
ductividad.” (Roethlisberger, 1941 citado por Bouilloud y Lecuyer, 1994:
106). Una investigación reciente defiende la idea que entre los resulta-
dos de las experiencias de Hawthorne y la interpretación de los mismos
existe una marcada diferencia. Pues, en realidad el aumento a la pro-
ductividad se debió a medidas “taylorianas”: pausas, incentivos finan-
cieros, disciplina y cambios coyunturales. (Bouilloud y Lecuyer, 1994:
93, 108 116-117).

15
Por ejemplo, Gantt (1901) piensa que la preocupación por el obrero y su moral junto con
el elemento humano es uno de los aspectos más importantes de la administración (George y
Álvarez, 2005:91-95). Por su parte, Munsterberg (1913) y Scott (1910-1911) consideran la
importancia de la mente humana, las condiciones psicológicas y la motivación para la efi-
ciencia industrial. El primero enfocando su análisis sobre las actividades y el segundo sobre
el administrador.
16
“Primero, el desarrollo de una verdadera ciencia. Segundo, la selección científica de
los trabajadores. Tercero, su formación y adiestramiento científicos. Cuarto, coopera-
ción estrecha y cordial entre el management y los trabajadores.” (Taylor 1911: 117)

335
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

Empero, esos esfuerzos de ruptura con el homo oeconomicus no


trastocan directamente la categoría clave de la concepción del hombre del
Marginalismo que es la racionalidad. La obra de March y Simon (1958;
1999) representa un enorme esfuerzo de síntesis de las dos principales co-
rrientes del pensamiento administrativo (el taylorismo y el movimiento de
las relaciones humanas). Al propio tiempo Organizations (March y Simon,
1958; 1999) constituye, a partir de la crítica del homo oeconomicus, una
nueva teoría de empresa y las decisiones a partir de una crítica a la racio-
nalidad del individuo.

Tercer momento: la racionalidad limitada del individuo,


el actor y el trabajador del conocimiento
Organizations (March y Simon 1999; 1958: VIII; 21) pretende com-
pletar y superar los límites de la teoría nacida de la administración científi-
ca (Taylor, 1911), la teoría de “la departamentalización” de Gulick y
Urwick (1937), Haldane (1923), Fayol (1930), Mooney y Reiley (1939),
Urwick (1943) y del movimiento de las relaciones humanas. Este último,
encabezado por Mayo (1933), desarrolla un acercamiento psico-sociológi-
co mientras que la primera profesa un acercamiento racionalista.
La realidad es demasiado compleja para ser tratada en detalle, por
lo que se hace necesaria una teoría que sintetice los principales avances de
las teorías arriba mencionadas (March y Simon 1999; 1958: 147). En este
quehacer existe la necesidad de articular de una forma nueva la concepción
del hombre heredada de la teoría Marginalista. Para March y Simon (1999;
1958:12-33) los partidarios de Taylor ven al hombre como una entidad
fisiológica capaz de ser disciplinada y adiestrada para realizar la tarea con
eficiencia y sólo de manera secundaria admite las cuestiones psicológicas y
morales. Al contrario, la escuela de las relaciones humanas, centra su aten-
ción en las motivaciones y el trabajo en equipo dejando de lado la otra
dimensión.
En el corazón de la solución propuesta por March y Simon (1999;
1958: XI, 138, 185, 197) se encuentra el célebre principio de racionali-
dad limitada el cual nace de integrar la racionalidad-cognitiva y las ap-
titudes a la concepción del individuo del marginalismo. Este principio se
puede enunciar diciendo que: dada la complejidad de la realidad y el hecho
que el hombre es incapaz de aprehender racionalmente (cognitivamente) y
en aptitudes toda la información generada por ésta, éste no actúa buscando
“la optimalidad” sino que una vez alcanzando “la solución satisfaciente”
su búsqueda se detiene.

Así el proceso de toma de decisiones y de innovación se lleva a cabo


a través de esquemas de acción. Éstos están constituidos por el conoci-
miento y la experiencia. Los esquemas forman programas de acción, és-
tos a su vez constituyen repertorios, los cuales se ponen en acción a partir

336
Ricardo Cuevas Moreno

de estímulos recibidos por la empresa para resolver problemas y tomar


decisiones.

Organisations (March y Simon, 1999; 1958) representa otro paso


mayor en la concepción del hombre para la Administración. Éste debe ser
comprendido como una ser fisiológico, con motivaciones, aptitudes y una
capacidad racional limitada (cognitividad limitada). A partir de esta últi-
ma categoría March y Simon crean una nueva explicación del origen de la
organización (su estructura y su funcionamiento) y una nueva teoría de la
toma de decisiones.
En este sentido March y Simon (1999; 1958) realizan un desplaza-
miento de gran alcance dentro de la teoría de la empresa. Después de
Organisations (March y Simon, 1999; 1958) son la racionalidad y aptitu-
des limitadas, las motivaciones, la capacidad cognitiva, el saber y la expe-
riencia, el centro de análisis del hombre en la empresa.
La teoría de la acción retoma el concepto de racionalidad limitada
para explicar la dialéctica entre l’acteur et le système (Crozier y Friedberg,
1977). Es el actor provisto de estrategias individuales y el mecanismo
integrador del juego los que hacen posible el equilibrio entre la libertad
individual y las presiones en las empresas. En su accionar el actor busca
satisfacerse con el mejor provecho eligiendo las estrategias adecuadas; al
hacerlo éste reproduce el sistema del cual forma parte. La Empresa del
tercer tipo (Archier y Sérieyx, 1984) retoma la noción de “actor” pero
además concebido con sus cualidades de inteligencia y capacidades
creativas.

La emergencia de la economía de la informatización y las comu-


nicaciones, pondrá nuevamente en el centro del análisis al individuo pero
como trabajador del saber (Drucker, 2002). El cambio fundamental de
esta época no se encuentra en la innovación tecnológica o el cambio
organizacional, sino en la manera de concebir y aplicar el conocimiento al
trabajo. La producción depende del trabajador del conocimiento más que
de la tecnología y la organización aunque aquélla las supone17 .

17
Drucker (2002) al remarcar con justeza este cambio crucial provocado por la Tercera
Revolución industrial, confunde la serie de capacidades intelectuales y físicas que definen a
la fuerza de trabajo con los medios de producción (Marx 1965b). Para Drucker esas capa-
cidades son “los medios de producción” del trabajador del conocimiento “su propiedad” o
“su capital”. Para Drucker (2002: 78-80) el trabajador del conocimiento por antonomasia
es el hombre culto. Otro trabajador del conocimiento relevante para Drucker es el gerente o
ejecutivo. Pero él olvida que el trabajador de conocimiento debe enajenar sus medios de
producción al capital que lo emplea como antes lo hacia el trabajador manual del siglo
XIX. Drucker al establecer la diferencia en el uso del conocimiento y el saber deja de lado la
naturaleza del modo de producción capitalista cuya relación básica es la compra-venta de
fuerza de trabajo, bien que la capacidad que a la empresa capitalista le interese sea la mani-
pulación virtual de símbolos por parte del empleado.

337
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

Ahora se está en condiciones de explicar cómo esa concepción del


hombre (individuo) que nace de una ruptura -a veces voluntaria y otras
involuntaria- con el paradigma neoclásico de la economía, subyace en la
EE y la RSE.

Cuarto momento: adopción de la concepción renovada


del hombre por parte de la EE y la RSE
Es evidente que por sus alcances la EE y la RSE requieren una con-
cepción del hombre distinta a la heredada por el paradigma neoclásico de
la economía. Un individuo racional que posee la información completa en
la toma de decisiones –si existiera- jamás se confrontaría a un dilema moral
ni le interesaría necesariamente la dimensión social de las acciones econó-
micas y administrativas. Al contrario, un individuo poseyendo una raciona-
lidad limitada admitiría la dimensión moral y social de sus acciones dentro
de la empresa.

La categoría de racionalidad limitada pude servir para comprender


cómo la EE y la RSE logran esta adaptación en su lógica interna. En efecto,
para la EE una de las aportaciones centrales de las teorías de la organiza-
ción en su construcción (Cuevas, 2005:103) es la teoría de los Costos de
Transacción de O.E. Williamson (1979, 1994). El concepto de racionali-
dad limitada es uno de los supuestos epistemológicos fundamentales de
esa teoría (Koening, 1999:147). Es por esa limitación racional-cognitiva
que los contratos son incompletos y específicos; su práctica hace posible
la coordinación de la producción y su continuación en un medio económico
inestable e incierto.

O.E. Williamson (1979; 1994) define la empresa como una red cen-
tralizada y regulada de contratos específicos. Esta concepción adoptada
por la EE hace entrar al propio tiempo la noción de racionalidad limitada
y de individuo acuñada por March y Simon (1999; 1958). En consecuen-
cia, la aplicación de la EE permitiría ser una guía y una salvaguarda de las
deficiencias de la condición racional-cognitiva limitada del hombre en su
comportamiento moral en la empresa18 .
Por su parte, la RSE toma como marco teórico la teoría de los par-
ticipantes de la empresa (stakeholder theory). Esta teoría tiende a impo-
nerse en los hechos y los discursos mediante el mimetismo de las políticas
de RSE, al punto de tomar aspectos de una ideología (Pesqueux y Bienfnot
2002: 160). Sin embargo, dicho predominio reposa sobre una falta de acuer-
do sobre las categorías básicas de esa teoría (Ibid) (D’Humières et. al. 2005).

18
Otro nexo posible de la EN y la RSE con las teorías contractuales de la firma y que
además acepta la categoría de racionalidad limitada es la teoría de las convenciones. Al
contrario, la teoría de los recursos niega la racionalidad limitada pero establece un nexo
entre la RSE como carta mayor de la estrategia (Ver, Persais 2002).

338
Ricardo Cuevas Moreno

Así por ejemplo, después de la primera formulación de esta teoría de puño


del filósofo norteamericano Freeman (1984) una pléyade de trabajos en
lengua inglesa se han avocado a definir qué se debe entender por
stakeholders, qué tipología de éstos sería pertinente y cuál es la naturaleza
de las relaciones participantes-empresa (Chauveau y Rosé 2003:285)19 .

Al contrario, existe un acuerdo tácito sobre los supuestos de la teo-


ría. 1) La empresa tiene relaciones con distintos grupos al interior y exte-
rior quienes son afectados por sus decisiones; 2) la teoría trata de compren-
der la naturaleza de esas relaciones en términos de procesos y resultados;
3) los intereses de los stakeholders tienen un valor intrínseco; 4) la teoría
se interesa por la toma de decisiones (Pesqueux y Bienfnot 2002: 183).

A la luz de la evolución de la teoría de los participantes es de notar


que la intención de Freedman (1999 citado por Chauveau y Rosé 2003:283)
es la de proporcionar a los administradores políticas cuya eficacia pueda
ser evaluada frente a las estrategias de los participantes de la empresa. Al
propio tiempo existe una intención ética y social pues existe un aumento de
las exigencias éticas que pesan sobre la organización y el individuo junto
con el aumento de la concurrencia. De esta forma la teoría de los partici-
pantes de la empresa se desarrolla en una vertiente empírica y otra norma-
tiva con una tendencia a integrar una sola teoría convergente (Jones y Wicks
1999).

Según el autor de estas líneas, la teoría de los participantes de la


empresa resulta pertinente para la RSE por las siguientes razones: 1) A
través de los “participantes” se toman en cuenta el juego de relaciones in-
ternas y externas de la empresa –en sus dimensiones económica, social y de
desarrollo sustentable-, su naturaleza y consecuencias. 2) Al contener un
fundamento empírico, normativo y ético, permite el establecimiento de
políticas posibles de ser puestas en práctica y ser evaluadas (i.e. D’Humières
et. al. 2005: 303-317; La Ville 2006). 3) Por tanto, tomando en cuenta la
racionalidad limitada de los participantes de la empresa, resulta un útil
para las decisiones estratégicas del individuo, el actor o el trabajador del
conocimiento.

Ideología y razón: una insuperable contradicción


en la administración moral o Business Ethics
La evolución del pensamiento económico, administrativo, de la EE
y de la RSE pone en el corazón de la gestión de la empresa y el proceso

19
Entre los trabajos más citados en la constitución de la stakeholder theory, se encuentran
a Freeman (1984); (Donalson y Preston 1995); (Jones y Wicks 1999); (Jones 1995) (Mercier
1999) bien que March y Simon desde 1958 (1999: 88-92) “establecen cinco grupos mayo-
res” como participantes de la empresa: empleados, accionarios, proveedores, distribuidores
y consumidores.

339
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

económico una concepción ampliada del hombre. Sin embargo, la EE y la


RSE son temas dirigidos a la gerencia. La administración moral de la em-
presa al ser un útil para mejor conducir a las empresas debe dedicarse prin-
cipalmente al gerente o al administrador. Por eso el punto clave del análisis
para la EE y la RSE no es “el hombre” sino “el individuo” o “el actor”
(Cuevas 2003: 290-292), pues éste debe ponerse en acción y tomar decisio-
nes de acuerdo a los objetivos económicos, sociales y morales impuestos
por la gerencia.

Este proceso puede ser interpretado de dos maneras distintas. La


primera consideraría que a partir de las aportaciones de “los filósofos de la
administración”, el movimiento de las relaciones humanas, pero sobre todo,
la contribución de March y Simon (1999; 1958), avanza hacia una concep-
ción del hombre total. Al contrario, la segunda interpretación diría que en
la teoría de las relaciones humanas y la administración científica aún
se distingue en filigrana al hombre (individuo) como sujeto de las relacio-
nes sociales de la producción base de toda empresa capitalista y de la eco-
nomía; pero con Organisations (March y Simon 1999; 1958) esa perspec-
tiva de análisis es sacrificada en beneficio de la dimensión cognitiva, las
motivaciones, el saber, la experiencia y una racionalidad más próxima a la
realidad concreta. Esa tendencia se reproduce con las categorías de actor y
trabajador del conocimiento. Todos esos conceptos conciben en el fondo al
individuo con racionalidad limitada siendo éste o el equipo la unidad de
análisis. Al contrario, el análisis por la vía de las relaciones sociales de
producción al tener como fundamento las relaciones de propiedad, (Marx
y Engels 1982; 1846: 1056-1057; 1085-1090) lleva ineludiblemente al pro-
blema del poder, la autoridad, la disciplina y la ideología en la empresa en
donde el hombre es el personaje principal.
Justamente para comprender la función económica, social y moral
de la EE ha sido necesario someter a crítica sus supuestos, su problemática
y sus consecuencias prácticas. Un resultado importante de ese programa de
investigación –y que concierne también a la RSE- es que la aplicación de
una EE conduce necesariamente a la autoridad, la disciplina y al poder en
la empresa. Al seguir ese camino se llega indefectiblemente al terreno de la
ideología20 y la doctrina. Más allá de ser un útil de la administración la EE
contiene una dimensión ideológica cuya función es la reproducción de la
condiciones económicas, sociales, políticas y simbólicas dentro de la em-
presa (Cuevas 2005a, 2005b, 2006, 2007).

20
De acuerdo con Marx y Engels (1982; 1846) se entiende por ideología la forma (repre-
sentación) que adquieren las relaciones sociales de propiedad, de producción y de poder en
la sociedad dividida en clases. La ideología toma la apariencia de ciencia y se presenta
como común a todos. Al ocultar las relaciones que la fundamentan la ideología es una falsa
conciencia con apariencia de verdad que perpetua las relaciones económicas y sociales de
explotación y dominio de una clase sobre otra. En la práctica la ideología impone las ideas
y los valores de la clase que domina económicamente e intelectualmente mediante las dis-
tintas formas de conciencia social como lo son el Derecho, La Política, La Ética o la Reli-
gión. (Cuevas 2005b:100).

340
Ricardo Cuevas Moreno

En efecto, en el contenido de la EN y la RSE existe una dimensión


ideológica y doctrinaria. Ésta es la conciencia y la imagen que el capitalis-
mo y la empresa tienen de sí mismos. La vocación humanista de la adminis-
tración moral de la empresa se ve confrontada al ejercicio del poder, la
autoridad y la disciplina para cumplir los objetivos de la empresa. Ahí no es
el individuo en abstracto con racionalidad limitada, el actor o el traba-
jador del saber sin distinción de rango, quien ejerce el poder y quien eje-
cuta las ordenes. Al contrario, los trabajadores y empleados en actividad
son siempre quienes ejercen y/o son objeto del poder y la autoridad ema-
nada del capital.
En la práctica, el trabajo se desarrolla en el contexto del modo de
vida capitalista en donde se reduce al hombre a una actividad circunscrita;
es decir la teoría postula una noción hacia un “hombre total” mientras que
el trabajo alienado lo circunscribe una actividad delimitada a ciertas fun-
ciones y cuyo resultado no le pertenece (Marx 1968; 1844). Por eso esa
concepción que pretende ser completa del hombre puede perpetuar las
relaciones de propiedad y poder y funcionar, por lo tanto, como una ideolo-
gía en el sentido de Marx y Engels (1982; 1846).
Marx (1965a; 1857: 235-236) señala con fuerza el carácter imagi-
nario y alejado de la realidad del “cazador”, del “pescador” o Robinson
Crusoe (Defoe, 1719) individuo aislado y autosuficiente que aparece en la
Economía Política clásica (Smith, 1776; Ricardo, 1821). Para Marx ese
individuo es una ficción, un reificación (cosificación) del hombre concre-
to. Según este autor, esa noción olvida que el punto de partida es el hombre
que vive y produce en sociedad; que el hombre sólo puede individualizarse
en la sociedad; y que además, el “individuo” es un resultado histórico pro-
pio del capitalismo. Kosik (1970:62) deriva las consecuencias de esta críti-
ca de Marx pues “…El homo oeconomicus implica la idea de sistema. Él
es hombre en tanto parte del sistema y elemento de su funcionamiento,
y a ese titulo él debe tener las propiedades indispensables para el
funcionamiento del sistema.”

La serie de características de comportamiento del homo oeconomicus


son las cualidades que el sistema le solicita para su funcionamiento. Si el
hombre económico es racional, egoísta y calculador, es porque existe un
sistema donde esas cualidades son necesarias y válidas. Fuera de ese siste-
ma la noción de homo oeconomicus es una abstracción carente de sentido.
Pero no es la teoría la que reduce ex nihilo al hombre creando un individuo
con una serie de cualidades a priori, es el modo de vida mismo quien efec-
túa esa reducción.

Lo anterior se repite con las nociones de individuo, actor o traba-


jador del conocimiento. Ellas alternativamente tratan de completar –se ha
visto- la noción lapidaría heredada de las teorías clásica y marginalista de
la economía con las motivaciones, las aptitudes, las necesidades, la psique,
la moral y el conocimiento. Pero es siempre el individuo o el actor quien
debe actuar con una serie de cualidades (autonomía, independencia, cono-

341
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

cimiento experiencia, saber, capacidades, valores morales) para poder obrar


dentro de la empresa y el sistema; es siempre el actor o trabajador del cono-
cimiento como administrador o asalariado quien debe obrar como homo
faber al servicio del capital.
Así los conceptos devienen en una reificación (cosificación) del
hombre real y sus relaciones. Al hacerlo se cree que se estudia al hombre
concreto cuando en realidad se analiza una abstracción. Luego, las nocio-
nes como individuo, actor y trabajador del conocimiento adquieren la cua-
lidad de ser el parangón de la realidad objetiva consumando el proceso de
cosificación. En seguida, al servir para ejercer el poder y modelar el com-
portamiento moral de los hombres en la empresa, esas nociones pueden
funcionar como ideología para mejor administrar la empresa.
Lo anterior se debe a una doble razón: primero, porque sus capaci-
dades físicas y psicológicas son enajenadas en la producción del bien o
servicio. Segundo, porque su trabajo se realiza siguiendo los objetivos de
la empresa y la ideología impuesta por la gerencia. Así el administrador y el
trabajador son “libres” y “autónomos” para identificar su proyecto de vida
con el de la empresa. Tercero, porque el resultado de esa enajenación no les
pertenece (Marx 1965; 1867).

La investigación sobre las relaciones de autoridad y de poder que la


empresa tiene sobre los hombres son sustituidas por los nexos tal como la
RSE, la EE y las distintas formas de administración participativa las
entienden; es decir, libres de contradicciones, sin especificidad históri-
ca y en armonía. Y cuando los conflictos son admitidos, éstos son des-
pojados de todo su contenido de clase; desplazados y mediatizados ha-
cia los grupos de individuos o participantes de la empresa
(stakeholders) con el mismo valor intrínseco, con iguales derechos sin
distinción entre ellos.
No obstante son estos conceptos y estas teorías las que son el objeto
del proceso de enseñanza-aprendizaje en las escuelas de Administración y
se cree además, que son el supuesto para la toma de decisiones de los admi-
nistradores en las organizaciones. Por un lado, se pretende que el adminis-
trador aprenda el bagaje teórico y las herramientas técnicas con la finalidad
que éste actúe con eficacia y moral en tanto que individuo total. Pero por
el otro lado, el administrador –al igual que el trabajador asalariado- debe
hacerlo dentro de una empresa y un modo de vida que lo alinean y lo redu-
cen a una actividad parcial.

Lo anterior tiene una implicación empírica importante. Pues has-


ta la fecha las empresas capitalistas no han podido resolver de manera
práctica la contradicción entre trabajo alienado y florecimiento perso-
nal; como tampoco han podido resolver la contradicción entre trabajo
alienado por un lado y bienestar social y respeto al medio ambiente por
otro. Esta contradicción es impuesta por el modo de vida burgués. La
expresión teórica expresa la necesidad de considerar la existencia del

342
Ricardo Cuevas Moreno

hombre en todas sus dimensiones mientras que su praxis se desarrolla


bajo la égida del capital. Lo anterior es el verdadero problema moral de
la EE y la RSE.

De lo anterior se deduce que, sin saberlo, el desarrollo de las teorías


de la administración y el Business Ethics han puesto en el centro del análi-
sis dos categorías fundamentales para la teoría del conocimiento de Marx
(1965a ; 1857; 1968; 1844) totalidad y hombre. Totalidad, pues no se
puede estudiar ni conducir a la empresa sin tomar en cuenta el juego de
relaciones económicas, sociales, políticas, ideológicas, culturales y simbó-
licas. El continuum del pensamiento administrativo y la realidad de las
empresas demuestran la imperiosa necesidad de aprehender la empresa como
una totalidad. El hombre, porque la empresa del nuevo milenio requiere
todas sus capacidades objetivas y subjetivas en acción, pero como hombre
alienado del capital.

Y aún más, las categorías de totalidad y hombre como categorías


epistemológicas para el estudio de la EE y la RSE ponen en evidencia que
la Ética y la Moral no son cualidades incluidas del exterior para los nego-
cios y la empresa. Al contrario, la dimensión moral se encuentra
orgánicamente unida a los negocios, pero se expresa de una manera negati-
va debido que éstos se basan en el modo de vida capitalista en donde el
interés, el egoísmo y la autoridad de unos hombres sobre otros prima
sobre los valores de seguridad, justicia y respeto al medio ambiente. Es
de esta forma contradictoria que el destino del hombre y lo humano se
expresan en la administración moral. Esta tensión profunda de la EE y la
RSE proviene del modo de vida y al parecer es irresoluble dentro de ese
contexto.

Conclusiones
1. En este trabajo se explora la concepción del hombre que subyace
en la EE y la RSE. Esa noción es herencia del pensamiento económico y
administrativo. Su entrada por parte de la EE y la RSE ocurre mediante la
adopción de la Teoría de los Costos de Transacción y la Teoría de los Par-
ticipantes de la Empresa como marco de referencia en su construcción.

2. La noción actual del hombre en EE y RSE proviene también de


una ruptura con la categoría de homo oeconomicus. La concepción actual
de hombre para la administración moral se cristaliza en las categorías de
individuo, actor y trabajador del conocimiento. Todos esos conceptos
conservan en su fundamento la noción de racionalidad limitada.

3. La concepción del individuo ha evolucionado hasta acercarse al


concepto de hombre total; es decir, concebido en todas sus dimensiones y
relaciones múltiples. Pero los conceptos de individuo, actor y trabajador
del conocimiento al convertirse en parangón de la realidad cosifican al
hombre y sus relaciones concretas en la empresa.

343
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

4. En consecuencia, esos conceptos podrían funcionar como ideolo-


gía en el sentido de Marx y Engels (1982; 1846) funcionando de dos mane-
ras: a) ocultando las relaciones de producción y de propiedad privada entre
los hombres, por tanto de explotación; b) contribuyendo a reproducir la
autoridad, disciplina y poder en la empresa y el modo de vida.

5. Pese a la ruptura con la categoría de homo oeconomicus los con-


ceptos individuo, actor y trabajador del conocimiento siguen cristali-
zando la reducción que el modo de producción (sistema) hace del hombre
real. Pues el modo de vida dicta una serie de cualidades (intelectuales y
morales) para que el hombre pueda funcionar en el sistema económico y la
empresa en la actualidad.

6. Esta contradicción proviene del modo de vida capitalista fundado


en la alineación individual privada de los productos del hombre. Por tal
razón persiste el hecho que el trabajo alienado (la ganancia) entra en con-
tradicción con “el florecimiento personal”, los derechos del hombre, el bien-
estar social y el respeto al medio ambiente. Este es el verdadero problema
moral de la empresa y los negocios.
7. En consecuencia, se abre la posibilidad de un programa de inves-
tigación de una mayor profundidad y amplitud a fin de apreciar en detalle,
la construcción de la concepción del hombre que subyace en la administra-
ción moral de la empresa y los negocios. Esto es de capital importancia,
pues la empresa determina en gran medida el destino del hombre moderno.

344
Ricardo Cuevas Moreno

Bibliografía
Archier, G. et Sérieyx, H. (1984), L’entreprise du 3e type, Editions Seuil,
Paris.

Bouilloud, J-P et Lecuyer, B-P. (1994), L’invention de la gestion. Histoire


et pratiques, Harmattan, Paris.

CNUED Déclaraction de Rio Sur l’Environnement et le Développement.


Rio de Janeiro, Brasil, 3-14 juin 1992, ONU, Obtenido de : http://
www.un.org/french/events/rio92/aconf15126vol1f.htm

Idem (1992), La Action 21, Nations Unies. Développement Durable, Cum-


bre de Río Obtenido de : http://www.un.org/french/ga/special/sids/agen-
da21/action0.htm

Chauveau y Rosé, (2003), L’Entreprise responsable : Responsabilité sociale


– Ethique, Édtions d’Organisation, Paris.

Claude, J-F. (1998), L’éthique au service du management, Les Éditions


LIAISONS, Paris.

Cuevas, Moreno, R. (2003), L’éthique de l’entreprise capitaliste: Essai


sur “L’éthique de l’entreprise” en France et la idéologie, Université de
Corse Pascal Paoli, Institut d’Administration des Entreprises (IAE), Thèse
de Docteur en Sciences de Gestion, France, 8 avril 2003.

Idem (2005a), “La construction de l’éthique de l’entreprise. Première Partie.


Les formes à partir de l’adoption de l’éthique”, Revista de Contaduría y
Administración. Nueva Época arbitrada, Núm. 216, UNAM.

Idem (2005b), “La construction de l’éthique de l’entreprise. Seconde Partie.


Les formes à partir de l’adoption de l’économie par l’éthique de
l’entreprise”, Revista de Contaduría y Administración. Nueva Época arbi-
trada, Núm. 217, UNAM, México.

Idem (2006), “La ética de los negocios y la economía de la informatización”,


Revista de Contaduría y Administración. Nueva Época arbitrada, Núm.
219 UNAM, México.

Idem (2007), “Las formas de la ética de los negocios: la síntesis o las for-
mas propiamente dichas. La doctrina social de la iglesia cristiana”, Revista
de Contaduría y Administración. Nueva Época arbitrada, Núm. 221
UNAM, México.

Cuevas Moreno, R. y Garza Arroyo, A. (2006), “La relación entre la Res-


ponsabilidad Social de la Empresa y la Ética de los Negocios: Una solu-
ción a partir de la dialéctica materialista”, CLADEA, 41st Annual Assembly,
Latin America & European Union. Opportunities and Challenges,

345
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

Montpellier Francia, 10, 11, 12 y 13 de Septiembre.

De la Bruslerie, H (coordonnateur) (1992) Éthique, Déontologie et Gestion


de l’Entreprise, ECONOMICA collection Gestion, Paris.

D’Humières, P. (2005), Le développement durable, Éditions d’Organisation,


Paris.

Demeulenaere, P. (2003; 1996), Homo oeconomicus, Presses Universitaires


de France, collection Quadrige, Paris.

Donalson y Dunfee, “Toward a unified conception of business ethics:


Integrative Social Contracts Theory”, Academy of Management Review,
Vol. 19 No. 2 1994, pp, 252-284.

Commission des Communautés Européennes (C.C.E.) (2001), Livre Vert.


Promouvoir un cadre européen pour la responsabilité sociale des
enterprises, Bruxelles.

Drucker, P. (2002), Escritos fundamentales, T. 1. El Individuo, Editorial


Sudamericana, Argentina.

Durkheim, E. (1992 ; 1902-1903), L’éducation morale, PUF, Paris.

Etchegoyen, A. (1991), La valse des Ethiques, Editions François Boudin, Paris.

Idem (1990), Les entreprises ont-elles une âme ? Editions François Bourin,
Pairs.

Even-Granboulan, G. (1988), Ethique et Economie. Quelle morale pour


l’entreprise et le monde des affaires ? L’Harmattan, Paris.

Faber, E. (1992), Main basse sur la Cité. Ethique et entreprise, éditeur


Hachette, France.

Farcy, H (présentateur) (1969) Vers une morale des affaires ? L’Ethique


du Responsable commercial, Institut catholique de Paris. Bibliothèque de
la Action populaire. Bibliothèque de la Recherche Sociale. SPES.

Fayol, H. (1981), Administración industrial y general, Argentina, Librería


“El Ateneo” Editorial, Traducción del francés de Dr. Dimitru, C. Paris.

Foucault, M. (1975) Surveiller et punir. Naissance de la prison, Éditions


Gallimard, France.

Idem. (2001 ; 1966), Les Mots et les Choses. Une archéologie des sciences
humaines. Editions Gallimard, France.

Frederick, R.E. (2001) La ética en los negocios. Aplicación a problemas

346
Ricardo Cuevas Moreno

específicos en las organizaciones de negocios, OXFORD, University Press,


Traducción del inglés Carril Villarreal, M. del Pilar. México.

George, C. S. y Álvarez, L. (2005), Historia del pensamiento administra-


tivo, Pearson, Prentice Hall, Traducido del inglés, México.

Gélinier, O. (1991), L’éthique des affaires. Halte à la dérive, Editions du


Seuil, Paris.

Habermas, J ; Morale et communication (1986), Flammarion, Traduction


et Introduction, par Bouchindhomme, C. Paris.

Hardt, M et Negri, A. (2000), Empire, Exils Editeur, traduit de l’américain


par Canal, D-A. Paris.

Hirschman, A. (1997), La morale secrète de l’économiste, Editeur Les Belles


Lettres, , Entretiens avec Donzelle, C ; Petrusewicz, M et Rusconi, C ;
Traduit de l’italien par Dauzat, P-E . Paris.

Hill, C. y Jones, G. (2000), Administración estratégica un enfoque inte-


grado, McGraw-Hill, Colombia.

Kant, E. (1994), Métaphysique des mœurs, GF, Flammarion, Paris.

Kolm, S-C. (1996), Philosophie de l’Économie, Éditions du SEUIL, Paris.

Kosik, K. (1970) La dialectique du concret, Traduit de l’allemand par


Dangeville, R. Maspero, Paris.

Landier, H. (1991), Vers l’entreprise intelligente. Dynamique du


changement et mutation du changement, Editions Calmann-Lévy, Paris.

Lalande, A. (1991), Vocabulaire technique et Critique de la Philosophie,


PUF, 1991 17e édition, Paris.

Laville; E. (2006), L’entreprise verte, Village Mundial, France.

Leroux, A. (1995) Retour à l’idéologie. Pour un humanisme de la personne,


PUF, Paris.

Leroux, A et Marciano, A (sous la direction) (1999), Traité de philosophie


économique, BALISES, Paris.

Marciano, A. (1999), Ethiques de l’économie. Introduction à l’étude des


idées économiques, BALISES, Paris.

March, J-G. et Simon, H.-A. (1999), Les Organisations. Problèmes


psychosocilogiques, Dunod, Traduit para Rouchy J.-C. et Pruier, G. 2èm
édition, Paris.

347
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009

Marx, K. (1968 ; 1844) Manuscrits parisiens, Œuvres III Philosophie, NRF


Gallimard, Paris.

Idem 1965a; 1857), Introduction générale à la critique de l’économie


politique, Œuvres I Economie, NRF Gallimard, Paris.

Idem (1965b, 1867), Le Capital, livres I, II et III, Œuvres I Economie,


NRF Gallimard, Paris.

Idem (1982a ; 1845), De l’a abolition de l’État à la constitution de la société


humaine. Ad. Feuerbach (Thèse sur Feuerbach), Œuvres III Philosophie,
NRF Gallimard, Paris.

Marx, K et Engels, F. (1982b ; 1846), L’Idéologie allemande, Œuvres III


Philosophie, NRF Gallimard, Paris.

Mahieu, F-R. (2001), Ethique Economique. Fondements anthropologiques,


L’Harmattan, Paris.

Mercier, S. (1999), L’éthique dans les entreprises, La Découverte, Paris.

Mintzberg, H. (2001 ; 1989), Le management, voyage au centre des


organisations, Editions d’Organisation, traduit par Behar, J-M, quatrième
édition, Paris.

Morris, T. (2005) Si Aristóteles dirigiera General Motors. Las enseñanzas


clásicas para sobrevivir en un mundo competitivo, Editorial Planeta, Es-
paña.

Moussé, J. (1993) Éthique et entreprises, éditeur Vuibert, Paris.

Idem (1989), Fondements d’une éthique professionnelle, Les Editons


D’Organisation, Paris.

Novethic. Fr. Le gouvernement lance le grenelle de l’environnement,


France, 23 de mayo 2007 Obtenido de : http://www.novethic.fr/

ONU. (2002), Rapport du Sommet mondial pour le développement dura-


ble Johannesburg, Afrique du Sud, 26 août-4 septembre 2002. Obtenido
de: http://www.sommetjohannesburg.org/

Idem (1992), Rapport de la Conférence des Nations Unies sur


l’environnement et le développement, Rio de Janeiro, 3-14 juin 1992
(publication des Nations Unies, numéro de vente : F.93.I.8 et rectificatifs).
Obtenido de : http://www.un.org/french/events/wssd/pages/cnued.html

Persais E. (2003), “Le rapport de développement durable (ou stakeholders’


report) : un outil pour une gouvernance sociétale de l’entreprise ? ”, Journée
AIMS Développement durable et entreprise, 15 mai, Angers, 2003.

348
Ricardo Cuevas Moreno

Pesqueux, Y. et Biefnot, Y. (2002) L’éthique des affaires. Management par


les valeurs et responsabilité sociale, Éditions d’Organisation, Paris.

Rubine, I.I. (1978) Essais sur la théorie de la valeur de Marx, Maspero,


Paris.

Sen, A. (1986), Ethique et économie, et autres essais, PUF, traduit de


l’anglais par Marnat, S. Paris.

Idem (1999, L’économie est une science morale, Paris, Editeur, La


Découverte.

Smith, A. (1999), Théorie des sentiments moraux, Traduction par Biziou,


M, Gautier, C, Pradeau, J. PUF, Paris.

Idem (1991), Recherche sur la nature et les causes de la richesse des


nations, Traduction de Garnier, G. GF. Flammarion, Paris.

Solomon, R.C. (2000), Nuevas reflexiones acerca de las organizaciones


de negocios. El éxito basado en la integridad de las personas, Oxford
University Press, Traducido del inglés por María del Pilar Carril Villarreal,
México.

Koening, G. (coordinateur) (1999), De nouvelles théories pour gérer


l’entreprise du XXI siècle, ECONOMICA, Paris.

Taylor, W. F. (1986; 1911), Los principios del management científico, Edi-


ciones Orbis, S.A. Traducción Alicia Arrufat, quinta édition, España.

Williamson, O.E. “Transaction Cost Economics: The Governance of Con-


tractual Relations”, Jounal of Law and Ecomomicx (No. 2, 1979).

Williamson, O.E. (1994), Les institutions de l’économie, InterEditions,


Paris.

349

Das könnte Ihnen auch gefallen