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TIPOGRAFÍA
Es creencia muy generalizada, pero errónea, que en los primeros años del decenio de 1.450
un alemán de nombre Gutenberg creó los primeros tipos metálicos móviles. La verdad es
muy diferente. El trascendental invento tuvo lugar más de 200 años antes en Corea, donde
en la época en que se imprimió la famosa Biblia de Gutenberg se habían ya creado no menos
de seis fundiciones distintas de tipos metálicos.
Según Lee Kyo-bo, eminente letrado que fue también primer ministro del rey Kojong, de la
dinastía Koryo, el primer libro impreso con caracteres metálicos data de 1.234
aproximadamente. En uno de sus propios libros describe Lee como se fabricaron veintiocho
ejemplares de una obra confuciana titulada +IBw-Sang-jong-ye-mun+IB0- (texto detallado
para los ritos del pasado y del presente).
Ocurría esta gran innovación en un país donde el arte de imprimir tenía ya una larga historia.
Más de 700 años antes de Gutenberg y 500 años antes de la invención de los tipos metálicos
móviles, los artistas de la época de la dinastía Silla alcanzado un alto grado de perfección en
la impresión con planchas de madera, es decir, la xilografía.
Este tipo de impresión tuvo un alto nivel de desarrollo en numerosas zonas del Asia oriental,
pero las realizaciones de Corea en la materia son tan notables que vienen a confirmar la idea
de que los más brillantes logros nacen y se desarrollan a menudo en el marco de culturas
menores.
Los historiadores se muestran de acuerdo en que fueron los chinos quienes inventaron la
xilografía entre los años 719 y 756, en la época de la brillante cultura Tang. Por entonces la
dinastía dominante en Corea, la de Silla, mantenía estrechos contactos con China como
resultado de la alianza militar que unía a la dinastía Tang y que le había permitido unificar
políticamente la península coreana en el año 680. Puede pues darse por sentado que la
impresión a base de planchas de madera grabadas fue conocida en Corea poco tiempo
después de su invención.
El más antiguo impreso xilográfico que se haya conservado parece ser la Dharani-sutra de la
Pura Luz, un pequeño rollo budista descubierto en 1.966 en el templo de Pulguk-sa, en
Kiongyun. Los especialistas han llegado a la conclusión de que se publicó con el patrocinio de
la dinastía Silla hacia el año 751.
El rollo xilográfico chino más antiguo que ha llegado hasta nosotros es la Sutra del Diamante,
impreso en 868 bajo la dinastía Tang por Wang Chieh para poder rezar por las almas de sus
difuntos padres. De la comparación entre este rollo y la sutra coreana de Pul guk-sa se
deduce que, mostrando ambas obras la misma elevada calidad en su factura, la coreana
presenta inequívocamente rasgos de una mayor antig+APw-edad.
Utilizando esta técnica avanzada, los soberanos de la dinastía Silla produjeron también libros
de poesía y prosa que presentaban a los legados de la China de los Tang.
El arte de imprimir experimentó un nuevo desarrollo en los primeros años del periodo Koryo
(918-1.392). La Dharani-sutra del Sello de la Caja Preciosa, rollo publicado por el templo de
Chongji-sa en 1.007, es una obra de exquisita factura, sin duda la mejor de todas las
impresas en los comienzos de la dinastía Koryo.
La primera serie de planchas xilográficas, terminadas en 1.013, fue destruida dos siglos
después cuando los mongoles invadieron Corea en 1.231. Los invasores asolaron el país
entero, con excepción de la isla de Kanghwa, junto a la costa occidental, donde se refugiaron
el rey y su corte. Allí fue donde el gobierno exiliado emprendió la ingente tarea de restaurar
los destruidos libros budistas. Los trabajos duraron dieciséis años y su resultado fueron más
de 80.000 planchas grabadas que hoy se conservan en el templo de Haein-sa. La +IBw-
Tripitaka+IB0- constituye una valiosa fuente para el estudio del budismo y, como decimos,
puede quizá considerarse como el logro mayor de la dinastía Koryo en materia de arte.
De todos modos, lo que sí resulta indiscutible es que la invención de los tipos metálicos
móviles constituye la más eminente contribución de la citada dinastía a la ciencia y la
técnica. A principios del siglo XIII la posibilidad técnica de tal invento era ya manifiesta desde
el momento en que existían el papel y las tintas adecuados y que la metalistería estaba
suficientemente desarrollada. La necesidad de fabricar libros en cantidad se manifestó
claramente cuando en dos ocasiones (1.126 y 1.170) el fuego destruyó el palacio real de
Koryo, junto con decenas de millares de libros de su biblioteca. Por la misma época China,
gran exportadora de libros, se hallaba enzarzada en una serie de guerras, con la consiguiente
disminución en la producción de libros. Otros estímulos eran la creciente escasez de madera
apropiada para la impresión xilográfica, la abundancia de bronce y la perspectiva de reducir
los costes gracias ala utilización repetida de los tipos fundidos.
Y, sin embargo, los promotores de los tipos metálicos móviles hubieron de sufrir inicialmente
una decepción: su innovación no obtuvo la acogida favorable y general que esperaba. Para
los coreanos el libro era el mismo tiempo un depósito de conocimientos y una obra de arte;
en consecuencia, la incomparable belleza y finura de detalles obtenidas gracias a la xilografía
iban a relegar la nueva técnica al nivel de una rareza sin gran importancia durante los 170
años subsiguientes.
En efecto, no fue sino en 1.403 cuando Taejon, el segundo rey de la dinastía Yi, resucitó la
desdeñada técnica iniciando la fundición de tipos de bronce para imprimir los clásicos
confucianos y las obras históricas con miras a ayudar a los funcionarios a gobernar con
prudencia y sabiduría. Sus tipos fueron revisados por su hijo, el rey Sejong, el más venerado
de todos los soberanos coreanos. Desde entonces se fueron sucediendo una serie de
perfeccionamientos técnicos que a fines del siglo XV permitían imprimir libros tan bellos
como los producidos por la xilografía.
En Europa la xilografía también fue utilizada para la producción de libros, aunque la falta de
pruebas indica que no es dable suponer sino una conexión directa entre chinos y europeos
por medio de la que la xilografía haya sido introducida a Occidente. En el siglo XV, Alemania
y Holanda produjeron los primeros libros xilográficos, variando la técnica oriental al utilizar
una prensa manual o bien, una almohadilla dura de cuero rellena de crin. Destacan varias
obras compuestas mediante la xilografía y de carácter religioso, como la "Biblia Pauperum" y
el "Ars moriendi", entre otras.
Durante el Reino Celestial Taiping (1851-1864), fundado por Huang Xiuquan durante la
Revolución Taping, el mayor levantamiento campesino de la historia de China, las tropas
imperiales cercaron y prendieron fuego a la ciudad, de modo que casi todos los talleres
xilográficos, las planchas de madera y los grabados quedaron reducidos a cenizas.
En la primera mitad del siglo XX, las guerras entre los señores feudales y la turbulencia
social empujaron la producción de grabados de Año Nuevo al borde de la desaparición.
Según el calenario lunar chino, el primer día del año, marca el inicio de la Fiesta de la
Primavera, que cae aproximadamente en la primera mitad de Febrero del calendario solar,
puesto que según la cosmovisión china, por esta fecha, la primavera vuelve a la tierra y
todo se muestra lozano y alegre.
Aparte de la xilografía de los Cien niños, que simboliza la armonía familiar, el grabado más
representativo de Taohuawu es el titulado "Dioses", que mide un metro de altura; en un
primer plano se muestran las figuras de Sakyamuni, Confucio y Laozi, fundadores,
respectivamente, del budismo, el confucionismo y el taoísmo; en un segundo plano
aparecen Avalokitesvara y los emperadores Yan y Huang, antepasados de la nación china;
en un tercer plano figuran el Emperador de Jade (divinidad soberana del taoísmo) y sus
servidores; en un cuarto plano aparecen el dios de la guerra Guan Yu y otras divinidades; y
en el quinto y último plano se puede observar a los oficiales encargados de otorgar la
felicidad, el decreto de las amnistías y liberar al pueblo de los desastres naturales.
Todos estos personajes, terrenales y celestiales, reales y ficticios, han sido y siguen siendo
muy conocidos entre los chinos. A los ojos de los pintores populares de antaño, estos
personajes, con encarnaciones de lo verdadero, lo bueno y lo hermoso, tenían la facultad de
proteger los bienes del pueblo, por lo que éste depositaba en ellos sus anhelos de justicia,
sus esperanzas y sus deseos de un espléndido porvenir.
Actividad
Puedes hacer sellos de barro o de papa como los antiguos tipos móviles chinos y hacer tus
impresiones. Te sugerimos que inventes un símbolo que designe a tu equipo o escuela y nos
lo describas en el Foro. Recuerda que tienes que hacer los trazos al revés para que al
imprimirlo aparezca correctamente, ¡inténtalo!
Elige alguno de los siguientes temas e investiga un poco sobre él. Después coméntanos en el
foro tus resultados:
Los orígenes de la escritura china habría que buscarlas en las ruinas de la cultura neolítica de
Yangshao (5.000-3.000 años a.C). En sus objetos de alfarería, descubiertos en los años 50 del
siglo XX en Banbo (cerca de la actual ciudad de Xi’an), aparecen grabados 27 signos que se
caracterizan por la simplicidad de sus trazos y su sentido abstracto. Para muchos eruditos e
historiadores chinos se trata de los signos ideográficos más antiguos que han llegado hasta
nuestros días. Es posible que marquen el inicio de la formación de los caracteres chinos, por
lo que se deduciría que la escritura china tiene 6.000 años de antigüedad.
Hace 4.000 años, durante la dinastía Xia (siglos XXI - XVI a.C.), los chinos inventaron la
técnica de fundición del bronce. En campanas y objetos fabricados con esta aleación
aparecen frases y textos breves, que fueron ganando en extensión a lo largo de la dinastía
Zhou (siglos XI-III a.C.), con textos relativos a sacrificios, méritos militares, nombramientos y
acuerdos entre principados.
Los “jiance”
Los jiance son tiras o tablillas de bambú o madera, ordenadas y dispuestas en forma de libro,
sobre las que se escribían textos utilizando pinceles chinos empapados de tinta. Cada tira de
bambú o de madera se llama jian y el conjunto de ellas forman un jiance, cuya proliferación
llegó a su apogeo en las dinastías Qin (221–206 a.C.) y Han (206 a.C.–220 d.C).
Para preparar las tablillas de bambú se cortaba el tronco en trozos que se rajaban, pulían y
secaban al fuego. La madera se cortaba en tablas o tablillas, las cuales después de pulidas se
secaban al sol o a la sombra. Las tablillas de las dinastías Qin y Han tenían diferentes
dimensiones: las largas se utilizaban para copiar textos legales y obras clásicas; las cortas se
usaban para escribir biografías y ensayos, entre otras cosas.
Cada tablilla contenía de una a varias decenas de caracteres distribuidos en una o más
líneas. Los mapas se reproducían en tablillas de madera y las cartas se escribían
generalmente en tablillas cuadradas, sobre las que se colocaba una más fina para ocultar el
mensaje y escribir en ella el nombre del destinatario y el del remitente. Después de sellar las
tiras escritas y atarlas con cuerdas, la carta podía enviarse a larga distancia, por medio de un
mensajero privado.
En la primera de las tablillas de un libro figuraban el título de la obra y el del primer capítulo,
que solían también escribirse en el dorso de las primeras dos tablillas, puesto que cuando se
enrollaban todas por detrás, su dorso aparecía como cubierta. Si era un libro valioso, el autor
lo envolvía con seda o con tela.
Los primeros libros de seda se descubrieron en 1972 cerca de Changsha (capital de Hunan),
en la tumba de la esposa del marqués de Dai, de la dinastía Han, que data del siglo II a.C.; al
año siguiente también se hallaron libros de seda en la tumba del marqués y en la de su hijo,
ambas del año 168 a.C. Esos escritos y objetos son testimonios de inmenso valor, que
reflejan la situación económica, política y militar, así como el desarrollo de la filosofía, la
historia y las ciencias naturales en los primeros años de dicha dinastía.
Además de 512 tablillas de bambú escritas, se hallaron veintitantos libros que contienen
120.000 caracteres en total. Los arqueólogos hallaron un mapa de despliegue militar, un
plano de un distrito de la provincia de Hunan y un mapa topográfico de ocho distritos,
reproducido en una tela de seda cuadrada de 96 centímetros y cuya escala es de 180.000:1,
en el que aparecen los principales ríos, montañas y ciudades. Estos tres mapas son los más
antiguos no sólo de China, sino también del mundo.
Tras la fundación de la dinastía Qin, el Primer Emperador viajó por el país y en siete lugares
hizo grabar sobre piedra breves textos referentes a sus inspecciones, con el propósito de dar
a conocer su autoridad e influencia. Esa tradición se desarrolló bastante en la dinastía Han.
Cuando moría una persona pudiente, se le erigía una estela funeraria con inscripciones. Los
vencedores de una batalla inscribían sus hazañas en lápidas para colocarlas en los lugares
más concurridos.
Con la invención del papel en China se creó un importantísimo soporte para la escritura.
Posibilitó la aparición y el desarrollo de la industria editorial, lo que a su vez contribuyó a la
difusión de la cultura. Los hallazgos arqueológicos demuestran que a fines de la primera
mitad de la dinastía Han del Oeste (siglo I a.C.), ya se producía un tipo de papel con fibras
vegetales. Pero debido a su mala calidad, no servía para escribir. El eunuco Cai Long,
encargado de la fabricación de los objetos que usaba el emperador, perfeccionó las técnicas
tradicionales y utilizando fibras vegetales elaboró un papel idóneo para escribir y pintar. No
mucho después de su aparición, circulaban libros enteros escritos en papel, pero
desempeñaban una función secundaria en los organismos gubernamentales, cuyos
documentos y correspondencia oficiales se redactaban mayoritariamente en seda o en
bambú.
La copia de libros a mano alcanzó un auge sin precedentes en la época comprendida entre
las dinastías Sui y Tang, es decir, entre los siglos VI al X, a pesar de que la invención de la
imprenta se produjo en tiempos de esta última.
Pero la encuadernación en rollo dificultaba hojear el libro. Si se quería leer la última parte del
libro había que abrirlo desde el principio y cuando se trataba de gruesos libros de consulta
los inconvenientes eran aun mayores. Se idearon entonces nuevos procedimientos, plegando
el conjunto de papeles y colocando como cubiertas una hoja en el comienzo y otra en el final.
Esta innovación supuso un importante paso en la evolución de la encuadernación hacia su
forma actual.
A fin de evitar que en el momento de abrir el libro las hojas dobladas se soltaran, la primera y
la última página se pegaban en un papel grande, de suerte que el libro pudiera hojearse
tanto por delante como por detrás. El inconveniente de este nuevo tipo de encuadernación
era que los pliegues de las páginas se rompían fácilmente. La encuadernación de hojas de
pequeño tamaño había aparecido en el siglo X junto con la xilografía. El nuevo método
consistía en doblar las hojas por la página escrita y aglutinar los pliegues en la mitad de un
papel grande.