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Los modelos de la detención penal marcan los primeros puntos posibles de esta
transición, más que innovaciones o puntos de partida. La prisión, pieza esencial en
el arsenal punitivo, marca seguramente un momento importante en la historia de la
justicia penal: su acceso a la "humanidad". Pero también un momento importante
en la historia de esos mecanismos disciplinarios que el nuevo poder de clase
estaba desarrollando: aquel en que colonizan la institución judicial.
Una justicia que se dice igual, un aparato judicial que se pretende autónomo, pero
que padece las asimetrías de las sujeciones disciplinarias, tal es la conjunción de
nacimiento de la prisión, "pena de las sociedades civilizadas.
Esta evidencia de la prisión de la que nos separamos tan mal se funda, en primer
lugar, sobre la forma simple de la privación de libertad.
Al infligir la ley unas penas más graves las unas que las otras, no puede permitir
que el individuo condenado a unas penas ligeras se encuentre encerrado en el
mismo local que el criminal condenado a penas más graves; si la pena infligida por
la ley tiene por fin principal la reparación del crimen, persigue asimismo la
enmienda del culpable."
La reforma de la prisión es casi contemporánea de la prisión misma. Es como su
programa. La prisión se ha encontrado desde el comienzo inserta en una serie de
mecanismos de acompañamiento, que deben en apariencia corregirla, pero que
parecen formar parte de su funcionamiento mismo; tan ligados han estado a su
existencia a lo largo de toda su historia. Ha habido, inmediatamente, una
tecnología charlatana de la prisión.
No hay que ver la prisión como una institución inerte que unos movimientos de
reforma sacudieran por intervalos. La teoría de la prisión ha sido su modo de
empleo constante más que su crítica incidente una de sus condiciones de
funcionamiento. La prisión ha formado siempre parte de un campo activo en el que
han abundado los proyectos, las reorganizaciones, las experiencias, los discursos
teóricos, los testimonios, las investigaciones.
Este vasto dispositivo establece una gradación lenta, continua, imperceptible, que
permite pasar como de una manera natural del desorden a la infracción y en
sentido inverso de la trasgresión de la ley a la desviación respecto de una regla,
de una media, de una exigencia, de una norma.