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González Andrade Gustavo Yair 604 07-04-11

La historia como recreación de la experiencia pasada


El pasado nunca es un hecho dado que podamos aprender empíricamente mediante la
percepción; el historiador no es un testigo de los hechos que desea conocer sabe muy bien que su
único conocimiento posible del pasado es mediato o inferencia o indirecto, nunca empírico. El
historiador no conoce el pasado por simple creencia en lo que dice un testigo que vio los hechos
en cuestión y que ha dejado un registro de su prueba.

El historiador tiene que recrear el pasado en su propia mente. Cuando un hombre piensa
históricamente, tiene ante si ciertos documentos o reliquias del pasado. Su tarea es descubrir que
pasado fue ese que dejo tras si estas reliquias. Esto significa descubrir el pensamiento que quiso
expresar con ellas. Para descubrir cual fue ese pensamiento el historiador tiene que pensarlo por sí
mismo.

Con el simple hecho de leer las palabras y traducirlas no significa conocer su significación histórica.
El historiador tiene que conocer el lenguaje en un sentido filológico además de interpretarlo; pero
al hacerlo todavía no ha comprendido el pasaje como tiene que comprenderlo un historiador de la
filosofía.
Recrear una experiencia o repensar un pensamiento, podría alegar él, puede significar cualquiera
de dos cosas. Significa llevar a cabo una experiencia o ejecutar un acto de pensamiento
literalmente idéntico al primero.
El acto de pensamiento es un acto sostenido durante cinco segundos, y si nuestro impugnador
gusta, puede admitirlo diciendo que tal identidad es un acto sostenido de pensamiento es la
identidad de un continuante. La pretensión de que un acto no puede ocurrir dos veces por que el
flujo de la conciencia lo arrastra es falsa. Su falsedad surge de una ignoratio elenchi.

Si la mera conciencia es una sucesión de estados, el pensamiento es una actividad mediante la cual
se detiene en cierto modo esa sucesión de manera que pueda aprendérsela en su estructura
general. Es cierto que los actos de pensamientos ocurren en momentos definidos; el pensamiento
no puede ser jamás un mero objeto. Conocer la actividad de pensar de otro es posible solo en el
supuesto de que esta misma actividad pueda recrearla uno en su propia mente. Es imposible
excepto desde la posición de que conocer el acto de pensamiento de otro supone repetirlo uno
por su cuenta. Si una persona que rechace esta posición se ve empujada, en consecuencia, a esta
especie de solipsismo.
Un acto de pensamiento no solo puede llevarse a cabo en un instante sino que es posible
mantenerlo durante cierto lapso; y no solo es posible sostenerlo, sino revivirlo; no solo revivirlo en
la experiencia, de la misma mente sino recrearlo en la de otro.
Tenemos que ser capaces no solo de recrear el pensamiento de otro sino también saber que el
pensamiento que recreamos es de nosotros. Pero en la medida en que lo recreamos se convierte
en nuestro.
González Andrade Gustavo Yair 604 07-04-11

Oakeshott en su doctrina dice que el historiador no hace más que disponer sub specie
praeteritorum. La mera recreación de los pensamientos de otro hace no hace conocimiento
histórico, sino que tenemos que saber también que lo recreamos. El conocimiento de que estamos
recreando un pensamiento pasado es, por la naturaleza del caso, imposible, puesto que el
pensamiento en cuanto recreado es ahora nuestro, y nuestro conocimiento de él está limitado por
nuestra presente conciencia de él como elemento dentro de nuestra propia experiencia.

El pensar histórico es una actividad que es una función de la autoconciencia, una forma de
pensamiento posible solo para una mente que sabe pensando de esa manera. La recreación del
pensamiento pasado no es una precondición del conocimiento histórico, sino un elemento integral
de él. Un acto de pensamiento, al volverse subjetivo deja de ser objetivo y de esta suerte, al
volverse presente deja de ser pasado.

El termino reparar se emplea como nombre para la autoconciencia, también se emplea en vez de
percepción y e mejor empleo que nuestra lengua podría sugerir es su restricción al segundo
significado, reservando sentimiento para el primero y percepción para el tercero.
Decir que un acto de pensamiento no puede ser objetivo, es decir que no se le puede conocer;
pero tratando de afirmar su pretensión de conocimiento de dichos actos. El acto de pensar no es
pues solamente subjetivo sino también objetivo. No solo es un pensar, sino que es algo acerca de
lo cual pueda pensarse. Pero como nunca es meramente objetivo, requiere que se le piense de
manera peculiar, de manera apropiada solo a él mismo.

El acto de pensamiento tiene que estudiarse tal como existe actualmente, es decir, como un acto;
si el pensamiento estudia la actividad misma de pensar, es igualmente capaz de estudiar actos
pasados de pensamiento y compararlos con el acto presente; el acto de pensar solo se puede
estudiar como un acto.

Una mente que no pudiera recordar no podría tener conocimiento histórico. Pero la memoria en
cuanto tal no pasa de ser el pensamiento presente de la experiencia pasada en cuanto tal, sea cual
fuera esa experiencia; el conocimiento histórico es el caso especial de memoria donde el objeto de
pensamiento presente es pensamiento pasado, salvándose el abismo entre presente y pasado no
solo mediante el poder del pensamiento pasado para re despertar en el presente.

La subjetividad no significa para él la subjetividad del pensamiento, sino solo la subjetividad del
sentimiento o experiencia inmediata. Aun la experiencia inmediata tiene un objeto. Por qué en
todo sentir hay algo que se siente y en toda sensación algo sentido. La subjetividad de la
experiencia inmediata es de esta suerte una pura o mera subjetividad, nunca es objetiva para sí
misma: el experimentar nunca se experimenta como experimentar. Es posible reconstruir la
historia de la mente propia, por una extensión del acto general de memoria hasta el caso especial
en que lo que se recuerda es un acto de pensamiento.

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