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El ocaso del poder oligárquico: lucha política en la escena oficial

1968-1973.
HENRY PEASE GARCÍA

PROLOGO A LA CUARTA EDICION PERUANA

Esta investigación la realizamos entre 1974 y 1975, aunque se publicó un


poco después. Con más de diez años de distancia, y años intensos, podemos
tener ahora mejores elementos de reflexión para el examen de la experiencia
velasquista. Desde su primera edición en 1977, este libro ofreció un análisis
específico: la lucha política en la escena oficial entre 1968 y 1975, vista casi al
término del período. Para una visión de conjunto se cuenta hoy con estudios
muy importantes sobre las reformas(1) y políticas sectoriales, así como con
apreciaciones globales más recientes. Pensamos, sin embargo, que mantiene su
vigencia el análisis hecho, con las salvedades señaladas en el propio texto, no
sólo como un camino metodológico repetible en el análisis político sino como
una aproximación al estudio de esta experiencia que ya es parte de la historia
peruana y que ciertamente tocará a los historiadores profundizar(2)".

Los militares del 68 intentaron hacer una revolución "por decreto" y bajo
las reglas del verticalismo castrense. Aunque tal intención requiere precisiones,
y se hicieron en el texto, no negamos la voluntad que expresa la palabra
revolución o revolucionario por el simple recurso de ignorarla o cambiarla.
Podemos entonces ahora preguntarnos por aquello que se revolucionó y,
usando un recurso verbal de la época, podemos bien preguntarnos qué fue lo
irreversible.

Decididamente hubo una revolución política si por ella entendemos el


trastoque de algo más que el escenario; aquí fueron clases y fracciones de clase
las que salieron del poder en el 68, hubo cambios en el Estado que se
mantienen y le dan la capacidad intervencionista en la economía que ni la
política neoliberal de Belaúnde ha podido desmontar. En resumen, lo que
específicamente cambió se deriva de lo que definitivamente estaba inscrito en
la dirección esencial del gobierno del 68: su carácter cristalinamente
antioligárquico y su vocación nacionalista, aún cuando su política en este
campo esté orientada fundamentalmente a la erradicación de las formas
arcaicas de dominación imperialista y se hayan dado nuevas modalidades de
asociación con el capital financiero que no resultaron muy convenientes para el
país. Velasco ha pasado a la historia como el militar que termina con el Estado
Oligárquico, excluyendo del poder a las clases y fracciones que lo definan como

(1)
Sobre la reforma agraria es muy importante ver el trabajo de José Matas Mar y José Manuel Mejía, La Reforma Agraria
en el Perú. IEP, Lima, 1980.
(2)
Uno de los libros recientes con una visión global del proceso es The Peruvian Experiment Reconsidered editado por
Cynthia McClintock.y Abraham F. Lowenthal con trabajos de estos autores y Cotler, Thorp, Fitzgerald, Schydlowsky,
Wicht, Stallings, Guasti, Cleaves, Pease, North, Pásara, Eckstein y Sheahan. Princeton University Press, Princeton, New
Jersey, 1983. El Instituto de Estudios Peruanos lo ha editado recientemente en español.
Como fuentes documentales las entrevistas de María del Pilar Tello en ¿Golpe o Revolución? Hablan los militares del 68.
Ed. Sagsa, Lima, 1983.
Francisco Guerra García, Velasco: Del Estado Oligárquico al Capitalismo de Estado. CEDEP, Lima, 1983.
En la Historia del Perú de Juan Mejía Baca Ed. (Tomo XII), Luis Pásara ofrece una síntesis histórica bajo el título "El
Docenio Militar" (1980).
tal, con lo cual se cancela una larga etapa de la historia peruana y se apertura
otra que tiene desde un principio bases diferentes; Velasco intenta desde la
cúpula dictar los términos de la recomposición del nuevo Estado, proponiéndose
reformas que las fracciones burguesas más modernas rechazaron. Su intento
resultó en este aspecto claramente frustrado.

Por eso mismo y aunque esto escandaliza a cierta cucufatería seudo-


democrática, más liberal que demócrata, la experiencia velasquista siendo
vertical y dictatorial conduce a un efectivo impulso democratizador en la
sociedad peruana, al margen de los rasgos personales de sus dirigentes. Porque
el efecto de una reforma agraria que acaba con los terratenientes ven particular
con los gamonales, es democratizador además de ser un cambio en la tenencia
de la tierra. Porque lo mismo ocurrió con otras reformas, aún cuando fracasaran
en sus objetivos sectoriales y no implicaran significativo poder en manos
populares. Porque, al fin de cuentas, allí están los hechos de la segunda mitad
de la década del 70, mostrando el desarrollo del movimiento popular para
indicarnos el impacto de los cambios ocurridos en la Primera Fase aún cuando
muchos de sus dirigentes no pensaran en esto, pretendieran boicotearlo o
simplemente cooptarlo para ponerlo a su servicio(3).

Mirando a distancia la escena política de entonces, recordamos en toda su


magnitud la lucha dada en distintos momentos entre quienes intentaban
cambiar las cosas y quienes las mantenían o trataban de hacerlo. Resalta el
genio conductor de Velasco, líder intuitivo y autoritario, conductor militar
temido hasta por sus amigos, capaz de manejarse entre contradicciones per-
sistentes. La periodización que ofrecemos en el libro muestra contundentes
golpes de mano -aun sin recurrir a información divulgada luego por los actores-
al tiempo que un ordenado y enérgico manejo de esas contradicciones, que no
eran sólo de ministros militares. En esa misma periodización puede apreciarse
también cómo lo que Morales Bermúdez logra restaurar corresponde más que al
impulso antioligárquico inicial, a los esfuerzos desarrollados luego por enfrentar
algunas de las contradicciones propias de este capitalismo y de una burguesía
urbano-industrial que no estuvo a la altura de las concesiones que le ofrecieron
y no vio más lejos que la ganancia de corto plazo.

Quizá por eso lo que más fácilmente corrige el restaurador es lo que en la


escena fue visto como un "atentado contra el capitalismo": la propiedad social,
la comunidad industrial, reformas que por otra parte no partieron de una
demanda popular sino intentaron construirla. El restaurador no restauró la
cancelada vigencia oligárquica ni pudo devolver al capital transnacional las
empresas expropiadas. Morales Bermúdez frenó sí las reformas ya en curso,
empantanó aún más su ejecución desde antes tortuosa, y corrigió todo aquello
que en su avance enfrentó al gobierno con la burguesía industrial de la época.
Con todo, no logró articular alianzas ni pudo superar la profundidad de la crisis
económica en cuya administración no sólo consiguió agravar las cosas sino nos
hizo experimentar los extremos dictatoriales de un año de emergencia, con
suspensión de garantías, toque de queda y una sistemática persecusión a los
sectores populares. "Pagar la crisis y callar" parecía ser la consigna del

(3)
Ver Teresa Tovar: Velasquismo y movimiento popular. Otra historia prohibida. DESEO, Lima, 1985.
restaurador que tuvo que poner plazo a su gobierno tras la más histórica
protesta popular de este siglo en 1977, dirigiendo luego la transferencia del
gobierno a manos de la civilidad burguesa en 1980.

Pero es importante resaltar junto con los cambios estructurales efectivos


-particularmente la desaparición del latifundio y del latifundista-, el impacto
ideológico de este gobierno. Decididamente unos y otros, en las clases polares
de esta sociedad, sintieron que la tortilla podía voltearse. El aislamiento
internacional de la época oligárquica se quiebra al abrir relaciones con los
países socialistas e intentar tomar la iniciativa en algunos foros internacionales.
El solo hecho de oír a los generales hablando de pobreza, justicia social,
socialismo, recusación del capitalismo, antiimperialismo, etc. tenía que abrir
surcos en las cabezas más duras, ciertamente con doble dirección. Porque así
como es verdad que amplias masas hoy son efectivamente ciudadanas por
propia iniciativa y organización, y eso tiene relación con los cambios
estructurales, con la lucha contra los intentos corporativos del velasquismo y
con las luchas posteriores, tal proceso recibe el impacto del mensaje al que nos
referimos y, siendo así, también es cierto que en el otro extremo, la derecha
militante ha experimentado un odio de clase a su vez militante contra todo
intento de transformación real(4).

En otro nivel los diferentes estudios con los que hoy contamos pueden
mostrar, por ejemplo, los grandes límites de esta experiencia en cuanto a
distribución del ingreso (Web) o su escaso impacto en resolver los problemas de
desempleo y subempleo al tiempo que se agudizan las rigideces de una
economía que no cambió sino acentuó su estilo de desarrollo tardíamente
apoyado en los esquemas de sustitución de importaciones. Y habiendo
expropiado para el Estado parte muy significativa de la Banca y la gran minería,
todos los servicios públicos y las comunicaciones, en síntesis habiendo tomado
parte significativa del poder imperialista aquí instalado, cierto es que tras esta
experiencia será decisiva arma para disciplinar a nuestro país la deuda externa
contraída por los militares, al tiempo que el capitalismo internacional usa
mecanismos más sofisticados que la propiedad directa de empresas localizadas
en nuestros países. Respecto a la deuda cabe indicar que, sin embargo, está en
Morales Bermúdez la principal responsabilidad y no sólo -ni principalmente por
el hecho de haber sido el Ministro de Economía de la Primera Fase. Como
muestra en un trabajo inédito Oscar Ugarteche, la deuda contraída por Velasco
se dedicó en un 25% a inversiones productivas rentables y es pequeña su in-
versión en armas comparada no sólo con Morales Bermúdez sino incluso con el
segundo gobierno de Belaúnde. Sin embargo, también en la Primera Fase la
expectativa de desarrollar el país a partir de enormes proyectos hechos en
función de lo que la banca exterior estaba dispuesta a financiar, enlazó perfec-
tamente con las necesidades del capital extranjero y estranguló económica-
mente el proceso peruano(5).
(4)
Ibid
(5)
Como no ha sido publicado aún el trabajo de Oscar Ugarteche, al que hago referencia, cabe citar in extenso la parte
pertinente de la publicación hecha por la Municipalidad de Lima de su conferencia sobre la deuda externa en 1985: "Se
dice que el gran problema de endeudamiento del Perú fue durante el gobierno del General Velasco. En el estudio que he
terminado en el Instituto de Estudios Peruanos con datos de crédito público y la colaboración de la Universidad Católica,
lo que me ha salido de la investigación es que: la deuda del período 69-75 de mediano y largo plazo del sector público
se incrementó en dos mil doscientos cincuenta millones de dólares a mediano y largo plazo, de los cuales la cuarta
La experiencia militar del 68 se constituye en el tercer reformismo de este
siglo; es a la vez síntesis particular de los anteriores y la única que en corto
tiempo logra aplicarse desde el gobierno. No discutimos aquí el carácter
castrense del gobierno en todo el decenio, pero señalamos sí el hecho de que
las banderas que enarbola tienen la influencia de las banderas apristas de los
treinta y de las banderas del llamado reformismo democrático posterior al
ochenio del General Odría cuando el belaundismo, la democracia cristiana y el
social progresismo recogieron y reformularon en parte las banderas reformistas
que el partido aprista abandonaba momentáneamente al convertirse en aliado
de la propia oligarquía.

La reforma agraria, la reforma de la estructura del Estado, la reforma de la


educación, la reforma del crédito y la reforma de la empresa, junto con
variantes posiciones respecto al capital extranjero que van desde la formulación
antiimperialista de los treinta hasta la casuística de los sesenta que se limitaba
a la IPC o a la Cerro, todas estas banderas constituyeron la base del programa
reformista que ha quedado agotado tras la experiencia de la Primera Fase del
gobierno militar. Una a una tuvieron variaciones en el tiempo y sin embargo
constituyeron un paquete de reformas que carecían de un esquema económico
alternativo y apenas se planteaban en sí mismas las contradicciones del
capitalismo moderno en la periferia que integramos. Los militares del 68
intentan aplicar con hondo voluntarismo este programa, y tan lo aplican que al
retirarse deja de existir en tanto tal un planteamiento reformista específico en
este país.

Esta discusión viene muy al caso en el momento actual, al publicarse esta


cuarta edición en los primeros meses del gobierno de Alan García. Concluido el
tiempo de gracia, ampliada al máximo la expectativa que se cultivo en la etapa
electoral y en los primeros días del nuevo gobierno, asistimos a una innovación
importante en el estilo de hacer política, a un incesante conjunto de iniciativas
de coyuntura que en medio de un singular activismo pretenden cambiar lo que
aquí está pasando; pero, hasta hoy, no hemos conocido ni un programa ni una
estrategia, ni propuesta de reformas que al menos tuvieran la consistencia
sectorial indispensable para sustentarse. Y no es que hayan desaparecido los
técnicos; lo que planteamos no es un problema técnico, es un problema político
y de magnitud, porque hace referencia al orden de loe; objetivos sentidos, al
orden de la construcción que hace el político de tópicos viables que se
convierten en posibilidad de realización a mediano plazo en orden a fines de
mayor aliento. No puede ser la crisis y la respuesta anticrisis el único lenguaje
de un Estado que parece devenir en una enorme asistencia pública tras el
restaurador y el repuesto arquitecto.

parte fue a sectores productivos; doscientos ochenta y cinco millones de dólares, que es como el 12%. fue a defensa;
otra cuarta parte fue a la refinanciación de la deuda del período del gobierno de Belaúnde y la diferencia fue a
infraestructura y sectores sociales. En el período del general Morales, la participación de la deuda productiva bajó de la
cuarta a la quinta parte de la deuda. La deuda del período aumentó en dos mil quinientos doce a mediano y largo plazo.
La deuda por defensa de ese período es el 50% del endeudamiento, mil doscientos treintitrés millones de dólares; seis
veces la deuda por defensa del general Velasco. Y en este período, el endeudamiento por refinanciación disminuyó
porque hicieron pagos por adelantado, disminuyó en doscientos veinte millones de dólares. Finalmente, en el último
periodo es cuando hay más endeudamiento, es de tres mil veinticinco millones de dólares, es cuando la proporción es
menos productiva, el 10% de la deuda es productiva, trescientos sesenta millones. La mayor proporción es gastos de
infraestructura, setecientos once millones. Y en defensa setecientos catorce millones, tres veces mayor del
endeudamiento del periodo del general Velasco".
En efecto, esta década que ya nos separa del tiempo final del velasquismo
incluye dos gobiernos a la deriva, incapaces de responder siquiera a la
demanda de corto plazo del pueblo. No examinamos ni la habilidad ni la
honradez de ambos gobernantes como punto de partida, pues el primero
mostró habilidad al menos para caer parado y el segundo volvió a salir pobre de
Palacio. Lo importante es analizar qué han hecho de esta economía, de este
Estado. Y cualquier indicador de calidad de vida lo indica: estamos
pauperizados y aunque el restaurador y el restaurado nos indiquen a Velasco
como único responsable, tendremos que repetir que es imposible tal
simplificación, que con todos los errores y con todas las consecuencias fue ése,
como parece ser el actual, un tiempo de esperanza. Así lo vio el pueblo peruano
con pocos títulos universitarios, pero con experiencia suficiente para desbrozar
confusiones entre verdad y mentira, entre política y politiquería. Así lo ve cual-
quier observador que a distancia examine algunos indicadores de lo que podía
corregirse en 1975 o de lo que se hizo en el segundo belaundismo para
repartirnos entre las transnacionales y los lagartos locales.

La ausencia de norte que es visible hoy no es pues casual. Difícil es


concretar un programa reformista como el que ha caracterizado a la mayor
parte de este siglo. Lo que ocurre es que el encuadre internacional es ahora
más fluido, se han terminado las ilusiones desarrollistas, cepalinas o no, y el
imperio luce su rostro sin caretas con Reagan y su política actual. En este
contexto es difícil para el gobierno aprista tomar talla histórica. Puede
responder al problema de la deuda pero carece de un ramillete de medidas en
pos del ya lejano mensaje antiimperialista, porque tal como ha ocurrido en la
negociación petrolera con la Occidental el partido gobernante siempre
encuentra el lado bueno del imperialismo y a tal concepción e intereses se
adapta conciliadoramente.

Tras una verdadera década de depredación en el campo, carece el


gobierno de una alternativa propia para el agro y ni siquiera es buen ejecutor
del programa común propuesto por el CUNA. Parecemos acostumbrados a vivir
desde el fondo de la crisis y así oscilamos entre medidas inmediatas casi
asistencialistas y frases finalistas que para concretarse requieren de un poder
que no corresponde con este Estado ni con el momento actual. Y si eso ocurre
en el gobierno aprista y su entorno, en el viejo partido que por salto a la torera
de Alan García ha pasado de la senectud a la auroral infancia, los traumas son
ciertamente mayores y más definitivos.

Se frustró en la década del 70 un primer ensayo de proyecto nacional,


voluntarista, que ciertamente no partía de la concertación ni de condiciones de
diálogo democrático pero que en medio de nuestra historia republicana marca
un corte decisivo. No se manejará ya este país, tras lo vivido en la década del
'70, con simples dictaduras y "dictablandas" oligárquicas. Entre otras cosas, el
mismo restaurador pudo experimentar y hacernos experimentar que el
mantenimiento de un orden dictatorial llevaba directamente hacia el Cono Sur,
aunque poco después entre Sendero y Belaúnde nos mostraron que el Perú era
capaz de cometer bajo gobierno constitucional excesos similares a los de las
dictaduras del Cono Sur, es decir, atrocidades que más que excesos tipifican el
carácter de una política repudiable.

Tras el frustrado intento velasquista, sólo en 1985 aparece en el gobierno


una propuesta de cambio; más de uno vuelve a recordar los límites del
reformismo y algunos tenemos que insistir en que ninguna reforma se ha
emprendido para que demos inicio a tal debate. Lo que ocurre es que se hace
cada vez más urgente la discusión de las alternativas para el Perú del año 2,000
y éstas no saldrán de linderos de estrechez ni de moldes del pasado. Sólo
enfrentando la compleja y precaria situación que ha quedado, partiendo de una
burguesía incapaz de pensar el Perú como proyecto y siguiendo con muy
diferentes sectores que añoran encontrarla para dar viabilidad a su
interminable centrismo, sólo volviendo a los actores que surgieron de las
catacumbas antes y después de las reformas, en tiempos de cambio y en
tiempos de contra-reforma, es decir al pueblo concreto que insurge en
movimiento en los 70 y se defiende organizadamente en los 80, podremos
encontrar las fuentes de programas alternativos que no serán simple armazón
tecnocrática.

Lo que ha cambiado en el Perú desde entonces tiene sus raíces en la


práctica popular masivamente expresada desde las movilizaciones de 1977 y
1978, que con errores, discontinuidades y mil vueltas se expresa en la arena
política en los '80 y enfrenta la hambruna propiciada por los neoliberales con
estrategias de supervivencia que hoy son ejemplo incluso fuera del Perú. Es
poniendo allí el acento que los jóvenes de siempre, unidos a los de ayer y
mañana, revolucionarán este país hasta hacerlo propiedad de sus únicos
dueños: los peruanos, todos sin excepción y por tanto en una sociedad sin
clases, sin explotadores ni explotados.

Lima, Enero de 1986

HENRY PEASE GARCIA


INTRODUCCION

El proceso político iniciado con el movimiento del 3 de octubre de 1968


rompió muchos esquemas de análisis de la sociedad peruana. Para el
observador y el actor político los primeros días del nuevo Gobierno hicieron
pensar en el entonces reciente "Modelo Brasilero" o en el regreso a dictaduras
militares de viejo cuño. Incluso luego de la toma militar de la International
Petroleum Co., pocos observadores esperaban algo distinto a las intervenciones
militares de este siglo. Para los más optimistas, lo máximo que podía esperarse
era un rol transitorio, como el de la Junta Militar de 1962-63, que realizara
algunos ajustes y devolviera pronto el poder a los partidos tradicionales.

Este escepticismo podía fundarse en la constante presencia que la Fuerza


Armada ha tenido en el gobierno durante el Perú republicano. Los signos de
deterioro del régimen anterior brindaban una oportunidad, como otras tantas,
para el resurgimiento de la alternativa militar.

En torno a la permanencia y duración del gobierno comienzan a aflorar sus


primeras contradicciones. Poco trasciende, sin embargo, sobre la composición
del nuevo régimen y sus intenciones. Para el observador acostumbrado al
debate público, a la reciente pugna entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento o a
la intervención de los partidos y la prensa en niveles muy cercanos al poder, la
escena política se presenta confusa, con contradicciones y muy pocas ex-
plicaciones. Se producen hechos concretos, a veces macizos, pero contradicto-
rios entre sí; presentados sin previo debate, fueron cuidadosamente comenta-
dos por una prensa aparentemente temerosa o indecisa, que apenas encontra-
ba claridad en su opción. Los Militares se definían como gobierno institucional,
actuando aparentemente en bloque, anunciando una unidad monolítica que
pronto se vería cuestionada.

Los estudios y apreciaciones iniciales también se hicieron en bloque: se


trata de una dictadura militar tradicional, de un gobierno fascista, de una
mecánica expresión de los intereses de la burguesía industrial y del neo-
imperialismo. Estas y otras apreciaciones se repitieron por largo tiempo,
avaladas por algunos hechos y cuestionadas por otros. Las contradicciones del
gobierno reflejan, sin embargo, algo más que pugnas ocasionales.

Los trabajos producidos intentan, desde diferentes perspectivas,


caracterizar al nuevo régimen o analizar en otros casos aspectos sectoriales de
éste a partir del enjuiciamiento de las leyes y políticas explícitas. En las caracte-
rizaciones globales queda claro que el pueblo no está en el poder, pero es tam-
bién evidente que desde mucho antes hay pugna entre las clases dominantes y
que ante ellas los Militares no son ni convidados de piedra, ni simples y mecá-
nicos ejecutores. Algunos trabajos procuran encajar la realidad en esquemas
rígidos, que rápidamente son superados. Otros trabajos formulan proyecciones
y tendencias que partiendo del nivel de la estructura, llegan mecánicamente a
lo político o simplemente no lo logran analizar. También surgieron trabajos que
parecían intentar ofrecer una idea de lo que debe ser el gobierno y más
recientemente aparecieron libros-testimonio que evalúan lo ocurrido -y lo vivido
por los autores- desde ángulos también diferentes quedándose generalmente a
un nivel de explicación que se basa en el comportamiento y las intenciones de
los actores, sacados del contexto de las relaciones más objetivas que los
encuadran. Todo esto forma ya un enorme bagaje de publicaciones que tratan
de interpretar lo ocurrido en el Perú y que, aún con limitaciones, brindan
elementos para intentar un debate serio y más amplio sobre la realidad
peruana actual.

En este panorama la aparición de un nuevo libro puede llevar al lector a


buscar en él un análisis global que sería aún incompleto de nuestra parte. No
pretendemos eso. Este libro no es una evaluación del Gobierno Militar, ni un
análisis global del proceso político en el cual se inserta. Es solamente una
investigación preliminar de la escena política oficial. Queremos resaltar la
importancia de este campo específico para la comprensión de la realidad social
y lo hacemos como un primer paso para el estudio del Estado y la lucha política
en el Perú actual.

En la escena política se procesa la relación de cooperación y conflicto entre


las diferentes fuerzas sociales. Los intereses de clase, los distintos niveles de
conciencia, las alianzas objetivas se expresan en las acciones de los diferentes
grupos, partidos e instituciones. A primera vista aparece sólo la voluntad de los
actores, pero tras el escenario -y sin negarle campo y rol importante a la
voluntad política de éstos- están las complejas estructuras sociales que
condicionan los términos del actuar y del poder. En la escena amplia de una
sociedad dividida en clases, hay una diversidad de instituciones que canalizan
el conflicto básico y los conflictos secundarios, que encauzan enfrentamientos y
alianzas; que expresan la lucha por el poder, aún en dimensiones
aparentemente menos comprometidas en la acción política, tales como las
instituciones culturales y gremiales. Los partidos políticos resultan articuladores
aparentemente exclusivos de la lucha por el poder, o al menos se ubican en el
centro de ésta. En este plano de la sociedad civil la lucha política se identifica
con un "escenario amplio", cuyo estudio supone analizar las fuerzas sociales en
pugna y no sólo su expresión política.

En el caso peruano, esta sociedad civil es estrecha, con instituciones poco


desarrolladas y fáciles de desarticular. El Estado oligárquico que caracteriza la
forma de dominación vigente el 68, tiene como correlato una sociedad civil
débil en la que las instituciones se quiebran rápidamente y la represión
comienza impidiendo la organización de grandes fuerzas políticas. Ello da ma-
yor peso a un ángulo de la escena política, que es lo que conocemos como
"escena oficial". La lucha política se centra en pocos núcleos: Poderes del
Estado y cúpula de la Fuerza Armada; prensa, gremios de propietarios, cúpulas
de partidos y de centrales sindicales. El estudio de estos actores ofrece
elementos importantes de la escena política, pero no la cubre en su totalidad.
Permite apreciar las coyunturas principales pero no explica todo el conjunto y
por tanto limita la comprensión de las coyunturas mismas y su ubicación en
procesos más amplios.

En esta sociedad cerrada -por definición anti-democrática- la escena oficial


debe estudiarse con particular atención. Es posible hacerlo pues se expresa
mejor en la fuente documental. Sin embargo, para interpretarla es
imprescindible recurrir tanto a elementos de la escena amplia como al análisis
de la direccionalidad de las medidas y al significado de algunos hechos
centrales, más allá de los actores e incluso de su intencionalidad manifiesta.

En este trabajo centramos nuestra atención en el análisis de la lucha


política en la escena oficial. Ese es su límite y su utilidad. Necesariamente recu-
rrimos, en varias partes, a elementos de la escena política amplia (indicadores
de las luchas del movimiento popular, por ejemplo), porque sin ello es difícil
situar la escena oficial. No los desarrollamos, sin embargo, y ello es tarea ne-
cesaria para comprender tendencias de más largo alcance y para cualquier in-
tento de síntesis global del proceso político. Estudiamos así la cúpula del Es-
tado, la lucha que se da en el seno de la clase dominante -en crisis desde antes
del 68- y su vinculación con los principales hechos del proceso político de los
últimos años/precisando desde un principio los límites del ámbito que cubre el
estudio.

Lo que ofrece este libro es, así, una primera aproximación al estudio del
proceso político 1968-75 a partir de la observación sistemática de la escena
oficial, con muchas preguntas abiertas y con la intención de aportar al debate y
la investigación que clarifiquen las nuevas opciones y perspectivas. El libro no
ofrece testimonio de un actor político, ni pretende sólo calificar actores y
políticas. No es un "libro de batalla", ni coloca el dedo acusador o defensor
como objetivo central. Tampoco pretende la "objetividad" de la ciencia
burguesa que en estos términos es imposible y sólo constituye una envoltura de
la conformidad con el sistema. Se ha estudiado y escrito observando la escena,
pero sin ser ajeno a lo que en ella ocurre; compartiendo las frustraciones de las
mayorías explotadas y marginadas del poder.

En el primer capítulo -como síntesis introductoria- procuramos ubicar el


movimiento del 3 de octubre en el proceso político anterior. Señalamos algunos
rasgos de la crisis del Estado Oligárquico y su expresión en el gobierno de
Belaúnde, describiendo luego algunos elementos de la toma del poder por la
Fuerza Armada el 68 y proyectando su significado en perspectiva, a un nivel de
hipótesis cuyos elementos se retomarán más adelante en este y posteriores
trabajos.

El cuerpo central de este libro -los capítulos II, III y IV- intenta una
periodización de la escena política oficial en función de la lucha entre
tendencias presentes en el seno del gobierno y que se vinculan con las fuerzas
sociales en pugna en la sociedad peruana, en sucesivas coyunturas cuya
resultante fue definitoria del rumbo del Gobierno.

A partir de las iniciales contradicciones observadas en el régimen aparece


una primera constatación que marcará nuestra observación de la escena: la
lucha política atraviesa al gobierno desde 1968. No se trata de un gobierno
coherente que enfrenta una oposición; ni se trata, como en el período de
Belaúnde, de una lucha entre poderes del Estado. Es todo el gobierno el que es-
tá atravesado por la presencia no explícita de proyectos políticos alternativos
que buscan imponerse entre sí y hacerlo sobre el conjunto de la sociedad. En su
cúpula una cabeza pendular, el General Velasco, arbitra a la vez que opta en lo
concreto por una tendencia. Constatar estas características del nuevo régimen
no era suficiente. Aunque las contradicciones eran notorias, podían situarse en
distintos niveles. Simples ambiciones de actores políticos competitivos no se
dan en el mismo plano que contradicciones provenientes de puntos de
encuentro y representación de clases y fuerzas sociales en pugna. Es claro que
ambas cosas se daban y que además otros factores estaban presentes en la
dinámica del régimen y en su composición, influyendo en la configuración de un
cuadro político contradictorio.

La observación de la escena pudo ser sistematizada a partir de la


Cronología Política 1968-75, que elaboramos y publicamos en DESCO. Los dos
primeros tomos -1968-73- preparados entre 1973 y 1974 con Olga Verme
fueron el trabajo más restrospectivo que hubo de urgar en los primeros años de
este régimen para seleccionar y sistematizar sus principales hechos políticos. A
partir de ellos, y con una metodología que se ha ido perfeccionando, el trabajo
se amplió para 1974 y 1975 con Alfredo Filomeno y Julio Calderón. Al releer los
hechos vividos, comparar distintas interpretaciones y buscar la explicación de la
dinámica política, surgió en 1975 la necesidad de periodizar la escena, ubicar
los términos de las luchas políticas principales y la correlación de fuerzas en
cada coyuntura importante. Esa perspectiva origina el trabajo de los capítulos
que siguen, como un primer intento de explicar los términos de la lucha política
en la escena oficial.

La periodización parte de la ubicación de diferentes tendencias


contradictorias en el gobierno, construidas a partir de la observación de los
hechos políticos. Por "tendencias" no entendemos ni el equivalente de los
partidos, ni fracciones partidarias. Hay que recordar que se trata de un régimen
militar copando el gobierno y los aparatos del Estado e imponiendo sus reglas
en la actuación de los actores políticos. En la conformación de cada tendencia
tomamos en cuenta la opción de las fuerzas sociales y políticas, el efecto que
tiene lo que denominamos "ajedrez personal" e incluso la influencia de actuar
en un Estado cuyos aparatos se han sectorializado grandemente a partir de los
propios términos de actuación de este gobierno. Las tendencias presentes en la
escena se han construido en función de los hechos principales de la lucha
política, para facilitar su explicación y no para ser en tendidas en forma
mecánica o para ser concebidas como grupos cerrados o excluyentes dentro del
gobierno. La compleja dinámica de la cúpula, en donde se mezclan el poder civil
y el militar, así como sus normas y reglas de juego, no permite que un análisis
elemental logre agotar la comprensión de la dinámica política.

El seguimiento de tendencias -que denominamos con calificativos que


surgen de la escena misma para ubicar su transitoriedad y nivel-, nos lleva a
establecer una gruesa periodización en función de los cambios operados en la
composición del bloque en el poder, al cancelarse o salir fuerzas políticas y
proyectos significativos o también al producirse alteraciones importantes en la
correlación de fuerzas. Aunque las tendencias se presentan principalmente en
forma bipolar -y ello es una simplificación- dan cuenta de los términos centrales
de la lucha política, señalando incluso cómo se incuban nuevas contradicciones
que se expresarán luego en conflictos centrales. Los períodos no deben verse
en la exactitud de las fechas, pues en más de un caso demora en plasmar la
resultante luego del hecho definitorio. De allí la indicación gruesa de años
calendario.

En los capítulos mencionados se presenta cada período analizando las


opciones básicas y las tendencias, los hechos políticos que sirvieron de
indicadores y la resultante del mismo en términos de relaciones de fuerza. Cabe
señalar que en ningún momento se ha pensado en historiar los principales
hechos políticos: se seleccionan y analizan sólo en función de su relevancia
para la periodización, es decir para ejemplificar la lucha entre tendencias y el
sentido de la resultante.

Entendemos el trabajo como un aporte para comprender mejor las


opciones y los términos de la lucha política en este período y de ninguna
manera como una evaluación del mismo o un análisis final y exhaustivo de los
cambios ocurridos. Sirve a la comprensión del fenómeno político, imbricado con
las dimensiones de la estructura, condicionan te de los alcances y límites de los
proyectos que exhiben los actores políticos. Como señalamos, es claro que al
centrar la atención en la escena oficial se puede descuidar la observación de
hechos y luchas políticas provenientes de los sectores ajenos al poder e incluso
enfrentados a éste. Cabe, sin embargo, recordar que en el período hay una
sobre-presencia de la cúpula: la escena política es estrecha, hereda del Estado
oligárquico cierto elitismo de lo político concentrando de tal manera el poder
que las luchas más decisivas del corto plazo han de reflejarse muchas veces
sólo en la escena oficial. Ello no reemplaza la importancia fundamental del
seguimiento de las luchas populares -de impacto mayor en períodos más
amplios- y cuyo efecto en el presente político ha sido recogido -en parte sea en
notas, sea en la presentación del período mismo, sin reemplazar con ello un
necesario trabajo pendiente de investigación más ambicioso.

Los dos últimos capítulos - V y VI- recogen de manera preliminar algunas


notas sobre el Estado y el régimen político como aporte al debate y a la
investigación posterior. La observación de la escena política oficial indica
algunas resultantes que importa resaltar: la concentración de poder en el
Estado -distinguiéndose ya de la forma de Estado oligárquico y su liberal
ubicación en la economía-; los entrampamientos de una política económica
tradicional, incluso para el nivel de reformas emprendidas; el carácter burgués
de la resultante, en tanto que con reiteradas evidencias mantiene una
hegemonía antipopular en el Estado a la vez que moderniza la forma de
dominación capitalista; el agotamiento de los proyectos políticos incubados en
el régimen y el espacio político -abierto en un período y cerrado luego- para la
expresión de las mayorías populares; los límites que en todo el proceso se
encuentran para un verdadero ejercicio político de las mayorías; los rasgos y
mecanismos del régimen político en la cúpula, como formas de canalizar el
funcionamiento del gobierno. Estos son algunos de los elementos observados y
planteados como fruto inicial de la observación de la escena.

Debemos expresar nuestro reconocimiento a muchos compañeros de


DESCO y de la Universidad Católica que nos ayudaron con sus críticas y
observaciones, pero a la vez señalar que por el carácter del tema, la
responsabilidad es enteramente individual. De la larga lista de nombres y
sintiendo no enumerar a todos, va nuestro agradecimiento a Alberto
Bustamante, Rolando Ames, Laura Madalengoitia, Luis Peirano, Federico
Velarde, Annie Ordóñez, Alfredo Filomeno, Hugo Cabieses, Julio Calderón y
Carlos Otero. Con especial aprecio, nuestra gratitud a Eva Tokeshi y Ruth Curo
por mecanografiarlo a partir de verdaderos jeroglíficos.

Lima, Junio de 1977.

HENRY PEASE GARCIA


CAPITULO I
La Revolución del 68 en el Proceso
Político Peruano
Al concluir el Gobierno del Presidente Belaúnde, la escena política nos
ofrece un conjunto de cambios cualitativos que es preciso analizar y
dimensionar en perspectiva. Un largo proceso de crisis del Estado oligárquico,
visible desde los años 50, llega a su fin. Cabe así preguntarse, a partir de los he-
chos, si se trataba sólo de la caída de un gobierno más o de la cancelación de
una forma de dominación que luego de una larga crisis muestra su agotamien-
to. Los hechos parecen indicar lo segundo, sin que ello se pueda apreciar me-
cánicamente. Este capítulo, resumiendo en primer lugar algunos rasgos de la
crisis, aspira a presentar algunas características del movimiento del 3 de octu-
bre que ayudarán a comprender el funcionamiento del régimen político. A su
vez procura analizar el significado de 1968 en el proceso político peruano. Ello
nos permitirá examinar mejor los términos de la lucha política 1968-75 en la
periodización que presentamos en la segunda parte de este libro(1).

1. ANTECEDENTES: LA CRISIS DEL ESTADO OLlGARQUICO

1.1. LA COYUNTURA DE 1968: ¿UN GOBIERNO EN CRISIS O


LA CRISIS DE UNA FORMA DE DOMINACION?

La caída del Presidente Belaúnde se produce en uno de los momentos de


más profunda crisis de legitimidad que gobierno alguno haya tenido en los
últimos tiempos. En pocos meses saltan a la vista hechos que impactan
decisivamente en la sociedad. El arreglo de la cuestión de la International
Petroleum Company "en noventa días", prometido por el Presidente Belaúnde
cinco años atrás, culmina con el escándalo de la página 11. Muestra a un
gobierno débil, negociando con el poder imperialista en contra no sólo de los
intereses nacionales, sino incluso afectando las previsiones mínimas de la em-
presa estatal(2) y engañando a sus directivos con argucias propias del más
burdo tinterillaje. En efecto, lo central era el Acta de Talara como contrato
lesivo para los intereses del país; como caricatura de "nacionalización" que no
sólo no reivindicaba los antiguos intereses soberanos del Estado, sino que
concedía nuevas y más perfectas formas de ganancia al capital imperialista. Las
denuncias, en ese entonces, incluían la existencia de acuerdos complementa-
rios que habían de otorgar nuevas concesiones petroleras en la selva, agravan-
do el entreguismo del contrato referente a los yacimientos e instalaciones de La
Brea y Pariñas. Por si esto no fuera suficiente, la denuncia del renunciante
Presidente de la Empresa Petrolera Fiscal agregaba un elemento que ahondaba
la crisis moral, que no sólo hacía mayor el entreguismo, sino que mostraba en
los actores políticos tal falta de pudor -político y moral- que quitaba a sus actos
futuros el menor resquicio de credibilidad. Desaparecer una página de un
contrato porque contenía anotaciones sobre precios de venta de crudo
-fundamentales para la Empresa Petrolera Fiscal-, a fin de contentar a la em-
presa extranjera, era algo que tenía que impactar al más ponderado defensor

(1)
Inevitablemente la última parte de este capítulo adelanta elementos sobre el curso del proceso 1968-75. Ello es
necesario para situar el significado de 1968. Este trabajo, centrado en la observación de la escena política, no desarrolla
un análisis de cada una de las reformas, sus alcances y significación. Sólo un conjunto de apreciaciones globales están
presentes en los dos últimos capítulos. Queda allí un trabajo aún pendiente, para posteriores etapas de investigación,
que no se aspira agotar en este libro.
(2)
La Empresa Petrolera Fiscal, cuyo Presidente -el Ingeniero Loret de Mola- denuncia, al renunciar días después de
firmar el Acta de Talara que se ha perdido la última hoja del contrato, conteniendo notas sobre el precio de venta del
crudo (por la EPF a la IPC).
del régimen. No sólo era un contrato firmado bajo presión, "entre gallos y media
noche", lesivo en esencia a los intereses nacionales. Era, además, un contrato
que resultó mutilado en los más altos niveles del gobierno.

La denuncia convierte a este acontecimiento en el factor que desencadena


la crisis política. Esta, sin embargo, tenía bases más antiguas, que afectaban la
legitimidad del régimen y los gobernantes. Las denuncias de contrabando en
gran escala, ocupaban varios años en la escena. Señalaban la culpabilidad de
miembros del Parlamento y del Ejecutivo, incluido un ex-Ministro de la Fuerza
Armada. La devaluación de 1967 -producida horas después de que el Presidente
Belaúnde calificara de "traidor a la Patria" a quien la propiciara- pesaba sobre
las economías de los sectores medios y, populares, expresándose en el debate
político en mutuas recriminaciones entre los poderes del Estado. La frustración
de todas las promesas reformistas constituía el telón de fondo de esta crisis y el
acuerdo político entre el Partido Aprista y Acción Popular -dando origen al
“Gabinete Conversado”- terminaba por desautorizar moralmente lo que fue el
reformismo democrático.

Estos elementos apenas son un recuerdo de los términos del debate


político de entonces, configurando la ilegitimidad de un régimen que sólo podía
recurrir a la fuerza -de la ley o de las armas- para mantenerse. Era un gobierno
legal Y constitucional. Carecía, sin embargo, del mínimo de legitimidad para
mantenerse en pie. En 1965 recurrió a la Fuerza Armada para eliminar el brote
guerrillero, expresión de la larga lucha de un pueblo explotado. Cumplido su
objetivo, el gobierno mantuvo en pie formas de represión que dejaban escaso
margen a la expresión popular. Sin embargo, la fuerza no es suficiente para
mantenerse en el poder -sin legitimidad-, más aún si ésta comienza a ser
cuestionada en los mismos aparatos ejecutivos de esa fuerza.

Esta crisis, sin embargo, no se limita a un gobierno. Tiene en su base la


crisis de hegemonía en el bloque en el poder, visible en todo el Gobierno de
Belaúnde, pero presente desde la década del 50. Es toda una forma de
dominación la que está en crisis: la dominación oligárquica. Las movilizaciones
urbanas y rurales de los años 50 y 60 impactaron en el resquebrajamiento del
poder oligárquico a pesar de su falta de centralización y de las coyunturales
derrotas ante los aparatos de Estado. La lucha entre las fracciones oligárquicas
y la fracción industrial pasaron de un simple reacomodo coyuntural al
cuestionamiento de la hegemonía agroexportadora. La crisis fue asumiendo así
un carácter más profundo que se expresó en todo el conjunto de instituciones
políticas del sistema. El reformismo democrático que encarnó Belaúnde desde
principios de la década del 60 no logró resolverla. Enfrentado con el Parlamento
controlado por las fracciones oligárquicas, se negó a recurrir al apoyo popular
que inicialmente tuvo. Prefirió el pacto y la componenda, arriando las banderas
reformistas que, aunque vagas y genéricas, sostuvo en 1962 y 1963. El
proyecto Ulloa, último intento de conciliación de Belaúnde con el Apra y la
oligarquía, produjo en ese entonces un mayor aislamiento del Presidente y el
Gobierno. Se habían quebrado los propios partidos de la Alianza AP-DC y la
propia alianza al retirarse la Democracia Cristiana. Gradualmente, el gobierno
había perdido partidarios y legitimidad.
1.2. EL ESTADO OLlGÁRQUICO COMO FORMA DE DOMINACION

La crisis a la que nos referimos es ya larga en 1968. Casi dos décadas de


reacomodos en la cúpula y de cuestionamientos incluso violentos en la base de
la sociedad, indican que es una forma de dominación la que está en crisis. La
dominación oligárquica, que en la década del 30 tuvo que imponerse
recurriendo a la dictadura y a la exclusión del Apra, afronta en los años 50 y 60
de este siglo embates que cuestionan no sólo su legitimidad sino su estabilidad
como sistema expresado en el Estado.

En el caso peruano el poder de las clases dominantes se ha basado en una


estructura productiva diversificada, que tenía como polo hegemónico la
producción para exportación, implementada a partir de relaciones capitalistas
de producción (minería, azúcar, algodón, pesca...) pero que se complementaba
con la presencia del latifundio pre-capitalista y el poder regional de los
gamonales, principalmente ubicados en la sierra, que controlaban a la mayoría
campesina. En el transcurso de este siglo ha ido adquiriendo progresiva
importancia el polo urbano-industrial de la economía; a su vez se diversificaba
la inversión de grupos financieros y comerciales.

La diversificación de la economía primario-exportadora ha producido en el


caso peruano formas complejas de articulación con el capital imperialista. No
puede hablarse en este caso sólo de una economía de enclave, aunque los
enclaves mineros son significativos. Tampoco las clases dominantes controlan
el principal o básico sector productivo (como el latifundista argentino del siglo
pasado), sin que por ello dejen de tener una base material importante en las
modernas haciendas del norte, por ejemplo. En el Perú el Estado ha sido canal
fundamental para la relación con el capital extranjero, como en el caso de la
minería, el petróleo y el guano(3), dado que las clases dominantes no podían
explotarlos directamente y las concesiones tenían que darse a través del
Estado. Pero a la vez, la burguesía agroexportadora, y más adelante los grupos
industriales, pudieron trabar relación directa con la burguesía imperialista, sin
usar al Estado como canal y exigiéndole un comportamiento liberal de Estado
policía. Más aún, es esta relación directa y el desarrollo de su base material,
factor decisivo para alcanzar hegemonía sobre otras clases y fracciones del
bloque en el poder que, como la integrada por los gamonales, no lograron
establecer relación directa con el capital extranjero y ocuparon un rol
subordinado en el conjunto de las clases dominantes.

Esta diversificada estructura económica, hace que la composición del


poder en la sociedad peruana sea compleja desde su origen y se deba analizar
con cuidadosos pasos que escapan a este capítulo introductorio, pero que para
comprender el proceso político se requieran al menos algunas referencias
iniciales. Las clases dominantes han sido tradicionalmente conocidas en el Perú
como "la oligarquía", haciendo referencia esta noción a su carácter cerrado, a la
(3)
En la forma de explotar estas tres riquezas hay en común el hecho de que la burguesía nativa no podía, por sí misma,
dirigir y financiar su explotación. A partir de ello hay muchas diferencias. En el guano, la burguesía limeña logra ser
intermediaria y recibir parte del beneficio que traslada a los bancos y al agro de la costa. En la minería y el petróleo,
que demandan capital y tecnología en otras dimensiones, poco es lo que queda en manos nacionales. Se trata de
grandes enclaves de capital extranjero que no se asocian con inversionistas locales.
fuerte integración habida entre los distintos planos del poder, a los rasgos
aristocratizantes de su forma de dominación y a otros aspectos que configuran
un capitalismo retrasado con fuertes rasgos pre-burgueses en su forma de
dominación.

Pero esta noción, aunque agrega precisiones de rasgos propios del poder
en el Perú, es insuficiente y si se la utiliza sola puede llevar a imaginar una
clase dominante monolítica y sólo pre-burguesa con lo cual, entre otras cosas,
muchos hechos, alianzas y pugnas quedarían inexplicadas, sin salir del
anecdotario político. Por ello, la noción de bloque en el poder y el concepto de
hegemonía(4) que aplicamos en el trabajo, permiten ver la relación entre las
distintas clases y fracciones de clase que conforman el poder. Dicha relación es
unitaria a un nivel y contradictoria en otro ya que luchan por la hegemonía
expresada en el Estado(5).

Para explicarnos la forma de dominación expresada en el Estado debemos


preguntarnos por las clases y fracciones que lo controlaban, examinando sus
principales rasgos. El llamado Estado oligárquico se caracterizó por la
hegemonía de la burguesía agroexportadora(6), en estrecha vinculación con los
terratenientes gamonales, principalmente ubicados en la sierra. Los primeros se
asentaban en relaciones capitalistas de explotación, mientras que los segundos
se mantenían principalmente sobre la base de relaciones precapitalistas. Los
primeros tenían la hegemonía en el bloque en el poder, logrando que la política
del Estado se definiera prioritariamente en función de sus intereses
particulares; los segundos eran aliados indispensables para mantener
controlada a la población campesina, en condiciones máximas de explotación.
Los primeros realizaban en el mercado mundial su acumulación capitalista,
mostrando desinterés por el desarrollo de un mercado interno,
(4)
Para el desarrollo de estos conceptos, se hace referencia a ANTONIO GRAMSCI: ANTOLOGIA "Escritos Políticos". Ed.
Siglo XXI. México, 1970. También a N. POULANTZAS: PODER POLITICO y CLASES SOCIALES EN EL ESTADO CAPITALISTA.
Siglo XXI Editores, México 1969.
(5)
En efecto, al analizar el Estado en relación con las clases se observa que la clase que lo define y controla no es un
bloque monolítico. En el tipo de Estado capitalista se comprueba una relación específica entre las clases o fracciones de
clase a cuyos intereses políticos responde este Estado. Tanto por el juego que permiten las instituciones del Estado,
como por la pluralidad de clases dominantes en una formación social, (en la que coexisten varios modos de producción)
y aun en la misma conformación de la clase burguesa (en la que se puede distinguir fracciones comerciante, financiera
e industrial), está presente esta composición a la vez plural y contradictoria, pero siempre con un terreno común en el
interés por mantener un Estado que impone un tipo de dominación que les interesa en conjunto. El concepto de bloque
en el poder indica así la unidad contradictoria particular de las clases o fracciones de clase dominantes, en su relación
con una forma particular del Estado capitalista (POULANTZAS. Op. cit. págs. 295-317). En esta unidad contradictoria y
compleja se da la hegemonía de una clase o fracción. La lucha política busca esa hegemonía y se da dentro del marco
global de la lucha de clases, a partir de la existencia de intereses antagónicos en la sociedad y. de intereses
contradictorios dentro del bloque en el poder. La hegemonía supone capacidad de una clase o fracción de imponer sus
intereses como propios de todo el bloque en el poder, arrastrando tras su política y su ideología a otros grupos sociales,
medios e incluso populares ("interés general"). La crisis de hegemonía parte de las contradicciones existentes dentro y
fuera del bloque. El desarrollo de las contradicciones dentro de este bloque se vincula con procesos estructurales más
amplios: la evolución del sistema capitalista mundial y los diferentes intereses y prioridades que, en períodos sucesivos,
impone la dominación imperialista a las economías dependientes; el desarrollo de las fuerzas productivas y su desigual
expresión en la conformación regional de esta sociedad; el impacto de las luchas populares, que aunque en esencia se
dirigen contra el bloque en su conjunto, no necesariamente llevan a una respuesta homogénea dentro del bloque en el
poder (entre otras razones porque cada fracción tiene distintos márgenes de adaptación, que se vislumbran mejor
cuando surgen acciones reformistas, tolerables e incluso aprovechables por algunas de las fracciones, pero que para
otras, las más subordinadas, suponen una agresión real a intereses inmediatos). Situadas ya en la lucha política
concreta, las formulaciones ideológicas y la actuación de los intermediarios políticos, tienen también importancia final
en la resultante.
(6)
Esta fracción no es sólo terrateniente en este siglo. Su punto de partida es la propiedad de las tierras del norte, que
constituyen la base de la agroindustria. Controlan, en alianza con inversionistas extranjeros, la producción y
comercialización azucarera, principalmente. Es hegemónica sobre el conjunto del agro, liderando la SNA y las otras
fracciones de la clase dominante, definiendo en sus términos la política económica del Estado.
complementándose en sus intereses inmediatos. Ambos requerían de un Estado
liberal que poco interviniera en la economía: el gamonalismo hacía innecesaria
incluso la expansión de los aparatos de Estado hacia el interior, por el control
regional que ejercía sobre el mundo rural. El Estado oligárquico fue así un
Estado diseñado en función de estos intereses, aunque en su evolución las
demandas de nuevos grupos sociales, dentro y fuera del bloque, llevarían
progresivamente a su crisis como forma de Estado. Entre las fracciones
llamadas oligárquicas se puede distinguir también una fracción financiera que
controla los Bancos, los Seguros y todo el sistema financiero, incursionando
parcialmente en algunas industrias. Juega un rol importante en el siglo pasado y
se mantiene en este siglo con un rol de "bisagra". Dicho rol permite tender un
mayor puente hacia otras fracciones del bloque en el poder, como los grupos
industriales que participan del poder del Estado Oligárquico, pero en forma
subordinada y en progresiva contradicción con las fracciones oligárquicas.

En efecto, ya en el siglo XX el bloque en el poder no está compuesto sólo


por las clases y fracciones conocidas como oligárquicas (agroexportadores,
fracción financiera y terratenientes tradicionales o gamonales). A los grupos
industriales (que constituyen parte del bloque en el poder aunque subordinados
a la hegemonía agroexportadora), no se les puede calificar de "oligarcas", no
sólo por su distinta y más moderna base material, sino por la progresiva
diferenciación de intereses que los ha de enfrentar con la llamada oligarquía.
Sin embargo, cabe utilizar en este contexto la denominación "Estado
oligárquico" para referirse a la forma de Estado que existe en el Perú mientras
subsiste la hegemonía de las fracciones oligárquicas en el bloque en el poder (7).
La crisis del Estado oligárquico se expresa en una agudización de la lucha por la
hegemonía dada en la cúpula, como expresión de luchas más amplias en el
conjunto de la sociedad, entre este poder ya desgastado y las clases
mayoritarias.

El Estado oligárquico se impone en la sociedad peruana a través de


regímenes políticos cerrados y anti-democráticos. Es por definición "gobierno de
pocos" que excluye toda posibilidad de incorporación -incluso subordinada- de
intereses de las clases mayoritarias. Corresponde a un período de la historia en
que la mayor parte de la población esta ubicada en el campo, controlada por los
gamonales y desarticulada en el nivel nacional. A partir de los años 30 de este
siglo, el Estado oligárquico deberá recurrir a la dictadura para hacer frente a las
demandas de los sectores populares. Ello señalará el inicio de su crisis, aunque
ésta se vea más nítida con los procesos de cambio que se muestran en la
sociedad peruana en la década del 50(8).
(7)
El Estado oligárquico puede ser considerado como una forma de Estado semicolonial. Este concepto hace referencia a
la naturaleza del bloque en el poder y a su forma de dominación política al plantear el problema central de la
integración nacional (en lo político y lo económico) que es un aspecto esencial para el pleno desarrollo del tipo de
Estado capitalista. En el caso peruano, el Estado oligárquico apenas logra ser un estado-nación: se plantea a nivel
político la desintegración nacional y a nivel económico una economía de exportación que se despreocupa del desarrollo
del mercado interno, dado que la fracción hegemónica y los enclaves imperialistas realizan fuera del país su
acumulación capitalista. Por ello mismo requieren articular su dominación con grupos regionales precapitalistas, cuyas
formas de explotación dan rasgos retrasados y preburgueses al Estado. Esta tipificación no niega el carácter
hegemónico del modo de producción capitalista en la formación social peruana, pero tipifica formas particulares de este
capitalismo subordinado y semicolonial. La ruptura y cancelación del Estado oligárquico no supone la cancelación del
capitalismo como sistema hegemónico. Más aún, puede ser un paso necesario para el desarrollo capitalista en su fase
actual. Sin embargo, esto no debe verse mecánicamente, sino analizando el proceso histórico.
(8)
En el capítulo 6 se señalan algunos rasgos de los regímenes políticos del Estado oligárquico.
1.3. EL REFORMISMO DEMOCRATICO COMO ALTERNATIVA

En la coyuntura del 30 el Estado oligárquico pudo resistir el embate del


APRA, partido de masas que logra catalizar entonces la oposición anti-
oligárquica de los sectores medios y populares. Recurriendo a la dictadura
durante 15 años, el Estado oligárquico excluyó al APRA de la escena y tras un
breve paréntesis (1945-48), logró gobernar sin mayores concesiones ocho años
más (1948-56). Pero en la década del 50 se aprecian ya varios procesos de
cambio que ubicados en niveles estructurales tuvieron impacto decisivo en la
crisis del Estado oligárquico. Se acentúa desde la postguerra un proceso de
modernización económica que hace crecer progresivamente la industria (en
manufacturas, construcción, derivados del azúcar, la minería y la pesca), el
comercio y los servicios. Ello dinamizó la presencia en el poder y en la base de
sectores modernos que no articularon tan fácilmente con las fracciones
oligárquicas(9).
La década del 50 muestra también el deterioro del sector agrario
tradicional. Se quiebra el orden rural tradicional caracterizado por el aislamiento
del campesinado, la desinformación entre campo y ciudad y el absoluto control
político por parte del gamonal serrano. Un proceso de acelerada migración
surge como consecuencia del deterioro del campo y de esta ruptura del
aislamiento. La difusión de la radio hasta los más alejados rincones del país,
tuvo un efecto importante junto con los intentos de expansión del mercado para
productos urbanos y la ampliación de servicios estatales. La constante relación
de los migrantes con sus comunidades de origen y la acción política de partidos
reformistas y revolucionarios -dirigida a incorporar en sus luchas las demandas
de los campesinos- constituyen elementos importantes para la ruptura del
orden rural tradicional y se expresan en la dinamización del movimiento
campesino(10).
(9)
La industria manufacturera crece desde los años cuarenta. En textiles, alimentos, bebidas y cerveza, en insumos para
los exportadores azucareros y mineros; en industrias básicas derivadas de la caña de azúcar (papelera, cartonería,
licores) y en algunos derivados de la minería de cobre (cables, por ejemplo). En química y mecánica-metalúrgica se
combina una lenta pero efectiva expansión industrial ligada directamente al capital extranjero y que es canal de
diversificación de algunas fracciones oligárquicas.
La construcción se dinamiza con las obras públicas del gobierno de Odría, amparadas en la bonanza que para el sector
ex portador significaba la guerra de Corea y los contratos mineros del Ochenio. Ello impulsa la industria del cemento y
la actividad constructora e inmobiliaria que, al igual que la industria manufacturera, se incentiva también con el proceso
de urbanización y la lenta ampliación del mercado interno.
El sector exportador se diversifica con la producción de hierro (Marcona), con la ampliación de la producción de cobre
(Toquepala), pero principalmente con la aparición de un nuevo producto de gran demanda en el mercado mundial: la
harina y aceite de pescado. Si los dos primeros -por ser enclaves norteamericanos tienen como efecto significativo sólo
una mayor disponibilidad de divisas, la exportación de harina y aceite de pescado sI tuvo consecuencias importantes en
la economía y el poder de los diversos grupos sociales.
El nuevo producto de exportación no está totalmente en manos extranjeras. Empresarios nacionales controlan en parte
la producción (extracción) y procesamiento (industria), dando auge a su vez a industrias y servicios conexos (redes, bar-
cas,...) que fortalecen el sector moderno de la economía.
(10)
Tras estos cambios se ubica el progresivo debilitamiento del latifundio tradicional.
Productor para un mercado interno estrecho, el gamonal no se interesa por modernizar la tecnología y la organización
económica de sus tierras. Más allá de su incapacidad empresarial, está presente también el efecto de una política
económica adversa al campo tradicional, que sólo incentivó la producción para exportación (azúcar, algodón, lanas). El
gamonal no tiene poder para imponer cambios a la política global, que se define en función de los intereses
hegemónicos de los agroexportadores y del capital extranjero. De esta forma, en un largo proceso, el gamonal se
refugia en la sobreexplotación del campesino, que le permite el uso de todas las instancias del poder local, sin mejorar
las condiciones productivas de sus tierras. El cultivo extensivo, el aumento de las parcelas arrendadas y sub-arrendadas
a cambio de servicios personales, son signos de este sistema de explotación caduco pero necesario al Estado
oligárquico. Las acciones del movimiento campesino, dinamizadas desde fines de la década del 50, acentúan el
debilitamiento económico y político del latifundio.
Ubicado en un cuadro de quiebra del orden rural tradicional, el movimiento
campesino tiene en estas dos décadas una particular intensidad. No puede
hablarse de un movimiento único, ni menos de una dirección centralizada, pero
muchas luchas señalan que el aislamiento ya no es total, habiendo indicadores
de articulación con algunos conflictos urbanos y un mayor impacto en la escena
política. Conforme avanza la década del 60, las movilizaciones campesinas son
cada vez mayores. Los gobiernos no pueden ya ocultar la realidad, que
intermitentemente se hace presente en el debate parlamentario y en la prensa.

La naturaleza de las luchas campesinas va variando, principalmente en la


sierra. No se trata ya sólo de litigios entre un latifundio y una comunidad o del
reclamo de algunas mejoras en las condiciones de vida para una zona. La toma
de tierras y la resistencia armada es aspecto significativo de esta etapa; se
generaliza la sindicalización incluso en la sierra. Los planteamientos
reformistas, limitados por la presencia oligárquica en el poder, no logran
detener estas luchas.

El Estado oligárquico no puede, como lo hizo antes, responder a estas


luchas campesinas sólo con el aparato represivo. Surgen así los planteamientos
de Reforma Agraria que tendrán particular importancia en la lucha política que
marca la década de 1960 y que expresa la crisis de esta forma de dominación.

Un acelerado proceso de urbanización completa el conjunto de procesos


económico-sociales que producen la crisis del Estado oligárquico. Originada en
la sierra -cuyas condiciones de empleo y de vida expulsan a la población
excedente- la migración se produce en etapas, tanto en las grandes ciudades
del interior del país, como en Lima. Se forman los barrios marginales a partir de
invasiones que ocupan las zonas que rodean las grandes ciudades(11).

La presencia de las barriadas hace pensar mucho a la oligarquía y


principalmente a los sectores medios. Pueden ver con sus propios ojos una
miseria que contrasta con el lujo limeño tradicional y que los amenaza por más
acciones asistenciales que organicen. Los sectores industriales los recibieron,
sin embargo, como mercados potenciales de servicios, que podían abaratarse
con el esfuerzo comunal. Se generan múltiples proyectos de promoción y
desarrollo comunal, no desligados de estos intereses comerciales e
industriales(12).

A estos tres procesos se suma la expansión del Estado, que hace crecer
sus servicios "sociales" (salud, educación, obras públicas...), como una forma de
obtener legitimidad en un medio cada vez más urbano, que exige soluciones a

(11)
Lima pasa de una población de 533,645 habitantes en 1940, a una población de 2'245,067 habitantes en 1971. Otras
ciudades del interior tienen también importante crecimiento. Hay algunos casos realmente explosivos como Chimbote,
que de ser una caleta de pescadores que en 1940 tenía una población de 9,723 habitantes, pasa a ser una ciudad de
167,234 habitantes en 1971, por efecto del auge de la pesca de anchoveta (Censos Nacionales de Población y Vivienda-
Oficina Nacional de Estadísticas y Censos. Las cifras de Chimbote incluyen anexos y caseríos).
(12)
Sobre el significado de estos "proyectos" y su vinculación -con intereses de los grupos de poder puede verse: A.
RODRIGUEZ, G. RIOFRIO, E. WELSH: "De Invasores a Invadidos". LIMA, DESCO, 1973 - Serie Praxis No. 4.
sus problemas vitales tanto en el asentamiento poblacional como en el empleo,
siempre escaso(13).
Al concluir la dictadura del General Odría, nuevas fuerzas sociales se
expresaron en la escena política, indicando que estos y otros procesos de
cambio confluyen en opciones antioligárquicas que, con renovados bríos, se
expresarán en los partidos reformistas que aparecen en 1956. El APRA, el gran
catalizador antioligárquico de la coyuntura del 30, no cumplirá ya ese rol en la
nueva coyuntura. Ha optado por una alianza directa con las fracciones
oligárquicas para obtener la legalidad que le fuera negada por más de 20 años.
Con ello el panorama político será más complejo, pues este antiguo partido -con
la imagen de un pasado progresista- asumirá la opción oligárquica desde 1956
enfrentando al nuevo reformismo, lo que agudizará el enfrentamiento político,
incluso dentro del bloque en el poder.

Acción Popular, partido formado en 1956 y la Democracia Cristiana, que


nace también en esa coyuntura, constituyen el núcleo principal del reformismo
democrático, en el cual el liderazgo de Fernando Belaúnde le hace encabezar
esta opción muy por delante de las posibilidades de otros líderes de su partido o
de la Democracia Cristiana(14).

El contenido de las posiciones reformistas estuvo marcado por la demanda


de libertades democráticas que permitieran la apertura de un espacio político
en el que pudieran hacer valer las demandas de los grupos sociales que
representaban. Estas demandas se opusieron al carácter cerrado que habían
tenido los regímenes políticos del Estado Oligárquico. Los intereses que se
expresan en el reformismo democrático son, sin embargo, más complejos y
están influidos por los cambios estructurales producidos: el fortalecimiento del
polo urbano industrial de la economía, la quiebra del orden rural tradicional y el
crecimiento de las ciudades. La expansión de los servicios del Estado ha
acelerado este proceso y difícilmente puede detenerse por la presión que parte
de los sectores urbanos.

En efecto, es en primer término el mundo de lo urbano el que adquiere


mayor peso. Con su demanda acentúa el crecimiento de actividades como la
construcción, la industria manufacturera y el comercio grande y pequeño, este
último expandiendo ocupaciones parciales (subempleo) para los grandes
sectores inmigrantes. La demanda de servicios en estos sectores se contrapone
con la política de austeridad fiscal que la oligarquía propugna. Su situación de
extrema miseria, puesta a la luz pública por ubicarse en la capital y las ciu-
(13)
La expansión del Estado es una constante a partir de la década del 30, y se produce especialmente durante los
gobiernos militares de Benavides (1933-1939) y de Odría (1948-1956). No se trata de una expansión de las funciones
económicas, normativas y empresariales. Ello no lo permite la oligarquía, que demanda un Estado liberal. Es más bien la
expansión de servicios públicos de salud, seguridad social y educación pública, a la par que la construcción de
carreteras, edificios públicos, viviendas y servicios conexos. Esta expansión se sustenta en la necesidad del Estado
oligárquico de conseguir el mínimo de legitimidad necesario para no gobernar únicamente sobre la base de la represión.
Los servicios y obras públicas generan empleo para los crecientes sectores medios y son también una respuesta a las
presiones que el proceso de urbanización va generando sobre el sistema político. La expansión del Estado y la política
de obras públicas es tolerada por la oligarquía, aunque en más de una ocasión produjo tensiones de sus más poderosos
representantes, que veían en esa política un peligro para sus intereses inmediatos (por ejemplo, la reacción de Pedro
Beltrán -uno de los gestores del golpe de Odría-, renunciando a la presidencia del Banco Central en 1950, en
desacuerdo con la política de obras que implementa Odría, afectando el "equilibrio" necesario para las posiciones
liberales más ortodoxas).
(14)
Otros partidos, como el Movimiento Social Progresista, tuvieron importancia coyuntural y aportaron cuadros que
adquieren importancia individual después del 68, pero no significaron políticamente mucho en el período 63-68.
dades importantes, impulsa una mayor toma de conciencia de los sectores me-
dios, que a su vez comenzarán a jugar un rol político más decisivo.

La expansión de los sectores medios gira en torno al crecimiento del


Estado y de la empleocracia industrial y comercial que va unida a la expansión
de los servicios educativos, especialmente reclamada por estos sectores
medios. El "desarrollo económico" que ya en la época es un valor que se
impone, resulta identificado con mayores niveles de educación, aunque ello
resultara siendo una falacia si no se cambiaban las relaciones de poder(15).

Los grupos medios -profesionales y empleocracia-, encontraron también en


la oligarquía un serio límite para sus aspiraciones. Esta, como grupo cerrado
que mira hacia fuera y resulta impermeable a los cambios, no incentiva ni el
empleo, ni la ampliación de las oportunidades de ascenso social que los
sectores medios reclaman. Las periódicas devaluaciones y las medidas que
privilegian la tradicional economía de exportación, impactan de inmediato
restringiendo el consumo de los sectores medios. Durante el gobierno de Odría
este descontento llega a expresarse incluso en la Fuerza Armada. La percepción
de sus propios intereses como contrapuestos a la oligarquía, se presentará
tanto en profesionales y tecnócratas que gradualmente asumen posiciones
desarrollistas y se ligan a la burguesía industrial y al capital extranjero (en el
indispensable rol de ejecutivos, asesores jurídicos e intermediarios) como en
sectores medios que se radicalizan desde la Universidad y asumen las banderas
del movimiento popular, especialmente en lo que se refiere a la reforma agraria
y al impulso de organizaciones sindicales. La variedad de posiciones reformistas
y revolucionarias que se presenta en la década del 60 parte de esta
generalización de posiciones antiologárquicas.

Esta insurgencia de los sectores medios en la vida política se liga a la lucha


del movimiento campesino en la época, en tanto que los primeros asumen
-aunque fuera parcialmente- la bandera de la reforma agraria como
reivindicación.

La emergencia política de los sectores medios y del movimiento


campesino, se produce con parciales pero significativos apoyos de la burguesía
industrial. Esta se beneficia de la expansión urbana, de la política de obras
públicas, de la lenta pero significativa ampliación del mercado interno urbano.

Cada incentivo es arrancado de las fracciones oligárquicas con esfuerzo,


pero gradualmente su importancia y la capacidad de articular directamente con
el capital extranjero dará a los industriales una mayor capacidad de negociación
en el bloque en el poder. No puede hablarse, en la década de 1950, de una
decidida opción antioligárquica -en la burguesía industrial. Esta no es una
unidad y como conjunto parece preferir un doble juego: a la vez que incentiva y

(15)
El crecimiento de la educación secundaria es explosivo: en la década de 1950 la educación secundaria crece en
270% pasando de 72,526 alumnos en 1950 a 198,259 en 1960. En la década de 1960 este crecimiento explosivo se
traslada a la Universidad, aunque ésta no pueda recibir a toda la población que egresa de secundaria. El crecimiento de
los egresantes (postulantes potenciales) es de un 320%. La población universitaria pasa de 15,919 alumnos en 1950 a
30,983 en 1960 y a 92,402 en 1969. El número de Universidades que en 1960 era de 9, pasa en 1970 a 34.
(Información estadística publicada por el CONUP: Consejo Nacional de la Universidad Peruana).
apoya partidos y posiciones reformistas, concilia con la oligarquía aún en contra
de estas posiciones(16).
En la década de 1960, la opción de la burguesía industrial por Belaúnde
será más neta aunque también en ese período dejará de lado posiciones de
enfrentamiento, para pasar a articular conciliaciones con las fracciones
oligárquicas, que sirvan a sus intereses más inmediatos. De esta forma, la
burguesía industrial incentiva el reformismo democrático a partir de la
diferenciación de intereses con la oligarquía, pero en cada coyuntura juega un
rol mediatizador que en el nivel político expresa en forma poco clara sus
intereses. Su origen ligado a la diversificación de parte de la oligarquía, su
necesidad operativa inmediata de funcionar ligada a ésta en la medida en que
le controla el crédito, los incentivos estatales, etc., la dificultad que supone no
contar con un sistema' político abierto y estable -que la oligarquía aprovechó
mejor- determinan, entre otros factores, que la burguesía industrial crezca a
partir de un doble juego en las décadas del 50 y 60, incentivando el reformismo
a la vez que pactando con la oligarquía. En perspectiva, sin embargo, es claro
que sus intereses se contraponen, a pesar de las medidas que logra arrancar a
la fracción hegemónica: la ampliación del mercado interno supone y requiere
cambios, tanto en el agro como en la estructura de ingresos; la promoción de
una política efectivamente industrialista, se contradice con los intereses
agroexportadores, que reclaman del Estado políticas liberales que no incentivan
la protección industrial, que obtienen devaluaciones y se oponen a todo intento
racionalizador de la economía en vistas, por ejemplo, a una planificación
indicativa(17).

Los procesos electorales de 1962 y 1963, luego de seis años de


convivencia entre el Apra y el Presidente Prado (antiguo representante de las
fracciones oligárquicas) llevaron al Poder Ejecutivo al Presidente Belaúnde,
abanderado del reformismo democrático. Para ello hubo dos procesos
electorales que expresaron los reacomodos de las fracciones oligárquicas y no
oligárquicas en el bloque en el poder, representadas por el Apra y el Odriísmo,
las primeras, y por la Alianza AP-DC, las segundas. La intervención de la Fuerza
Armada en 1962, anulando el proceso electoral, indicó que la opción reformista
que movilizaba a los sectores medios incluía a los Militares, antiguos aliados del
bloque oligárquico que, al arbitrar en esta coyuntura, optaron claramente por el
reformismo democrático(18).
(16)
En la industria cabe distinguir sectores ligados a los exportadores, tanto azucareros como mineros, marcados por los
intereses del sector de origen y por su dinámica. (Producen insumos para los exportadores). Pero aparecen también -se
dinamizan progresivamente- sectores cuyo desarrollo depende del mercado interno. Sobre el particular -se puede
remitir el lector a un trabajo manuscrito de Anthony Ferner "La evolución de la burguesía Industrial en el Perú: intereses
y fracciones", traducido y publicado en la Universidad Católica como material de enseñanza. Este y otros trabajos abren
lugar a explicaciones de la actuación política de los industriales que en estas dos décadas es ambigua en su
enfrentamiento con las fracciones oligárquicas, hecho que posiblemente debilita al reformismo democrático como
opción.
(17)
Es importante distinguir el rol y los planteamientos de los representantes corporativos (SNI por ejemplo) y el de la
gran prensa que tiene un rol ordenador y articulador fundamental. Comparar esto con los planteamientos de los
partidos reformistas, expresados en las plataformas así como en el debate parlamentario desde 1956, es importante
para pasar de estas gruesas apreciaciones a niveles más refinados de análisis. Esta tarea, más allá del nivel de este
trabajo llevará a confirmar o reemplazar las observaciones y relaciones que aquí se formulan a modo de hipótesis.
(18)
Los resultados electorales de 1962 obligaban a una elección presidencial en el Congreso, para lo cual los
representantes debían elegir entre los tres candidatos que habían logrado mayor votación (Haya, Odría, Belaúnde). Ello
forzaba las alianzas. De hecho las fracciones oligárquicas propiciaron y obtuvieron el pacto entre Haya y Odría que
hubiera consagrado a este último como Presidente de la República, articulando nuevamente a las fracciones
agroexportadora, financiera y gamonal de la clase dominante (se recuerda que en la víspera del golpe, Odría anuncia el
Pacto y recibió, al empezar su exposición televisada, aviso de que la Fuerza Armada no acepta el pacto, transmitido por
1.4. EL GOBIERNO DE BELAUNDE: EXPRESION DE LA CRISIS DE
HEGEMONIA EN EL BLOQUE EN EL PODER

La coyuntura electoral de 1963 repitió básicamente la constante política


del año anterior, pero con un intermedio de doce meses que hizo madurar las
alianzas que se perfilaron entonces. En las elecciones, el APRA vuelve a lanzar a
su líder máximo Haya de la Torre, y el General Odría repite su candidatura,
procurando ambos no explicitar el pacto que a última hora frustraron los
militares en 1962. Acción Popular y la Democracia Cristiana forman la alianza
AP-DC para, sumando fuerzas, incrementar los votos de Belaúnde. Este último
gana por estrecho margen la Presidencia de la República, pero no logra mayoría
en el Parlamento. La inmediata formación de la Coalición APRA-UNO que,
sumando sus representantes, logra mayoría en ambas cámaras, anuncia un
período de álgida lucha política que reprodujo la pugna Parlamento-Ejecutivo
que se protagonizó en 1945-48(19).

El Gobierno de Belaúnde se inauguró en medio de gran expectativa y


entusiasmo. Las ofertas políticas de la Alianza AP-DC eran vagas e imprecisas,
pero su sola mención y la presencia de hombres nuevos en el Gobierno
alentaban las expectativas en sectores medios y populares. También la
burguesía industrial alentaba la esperanza de reforzar su poder económico con
el poder político recibido por los partidos reformistas, para así poder imponer su
hegemonía sobre las fracciones oligárquicas y lograr una política económica
que propiciara la industrialización, favoreciera la expansión de su base
productiva y la penetración del capital extranjero en la industria. No sólo estos
grupos sociales, sino también los sectores medios reformistas, esperan del
capital extranjero algo así como la varita mágica que les permitirá "el
desarrollo" sin mayor esfuerzo nacional. La ideología capitalista se presenta
entonces muy clara en sus versiones tecnocráticas, que se aceptan como
válidas sin mayor análisis(20).

un Oficial de la Aviación).
La Fuerza Armada se opuso a este pacto. Obviamente en su decisión intervino un fuerte rezago de antiaprismo, pero no
fue éste el factor principal del golpe. El antiaprismo de la Fuerza Armada no permitía que Haya fuera Presidente pero sí
podía aceptar otro período en que el APRA estuviera en el poder, compartiéndolo esta vez con Odría, General retirado y
viejo garante del pacto oligárquico-militar. En lo esencial, la Junta Militar de Gobierno opta por apoyar las posiciones
reformistas antioligárquicas, definiendo su misión como transitoria y poniendo su principal interés en la organización del
proceso electoral de 1963. La actuación de la Junta Militar de Gobierno se produce en medio de una importante
movilización campesina en La Convención y Lares, encabezada por Hugo Blanco. El gobierno de Prado no pudo ni
contenerla, ni eliminar sus efectos en la escena política. Ante ello, la Junta dictó la Ley de Bases de la Reforma Agraria y
una Ley particular complementaria que aplicó en La Convención y Lares, articulando un operativo que hizo intervenir
directamente a oficiales del Ejército en su ejecución. Entre ellos destacarán oficiales que como el entonces Comandante
Gallegos, jugarán roles importantes en el período posterior a 1968. Es la primera Ley de Reforma Agraria y se aplica en
respuesta a la movilización campesina.
Entre las medidas importantes de la Junta está la creación del Instituto Nacional de Planificación (propuesta que poco
años antes fuera vetada por los agroexportadores desde "La Prensa"), el establecimiento del presupuesto funcional por
programas y el inicio de medidas de descentralización administrativa en los ministerios "sociales" como Educación y
Salud. Estas medidas fortalecen la capacidad de acción del Estado y perfilan desde entonces una tendencia de los
militares a fortalecer el poder del Estado, que luego se retomará en 1968. La importancia política e ideológica de la
creación del lNP es en este caso la más significativa.
(19)
La Fuerza Armada deja el poder tal como lo ofreció en 1962 y vuelve prestigiada a sus cuarteles. En ella son
evidentes entonces las simpatías por el nuevo gobierno reformista. Belaúnde no supo aprovechar esta fuente de poder
y en el nuevo gobierno, tanto la Alianza AP-DC como la Coalición APRA-UNO, pugnarán por obtener la simpatía militar en
términos tradicionales de prebendas, discursos y declaraciones.
(20)
Esta perspectiva triunfalista está presente no sólo en el cuadro político nacional. Gran parte de América Latina pasa
por un período democrático y reformista cobijado al amparo del período Kennedy y del lanzamiento de la Alianza para el
Progreso. En 1963 Brasil aún experimenta un gobierno populista. Venezuela y Colombia tienen regímenes democráticos
que en años anteriores derrocaron a los dictadores Pérez Jiménez y Rojas Pinilla. Ecuador repetirá un gobierno populista
con Velasco Ibarra y Argentina buscará en Frondizi un intento desarrollista. Chile en 1964 verá el triunfo de la
El triunfalismo expresado por las posiciones reformistas se estrelló, sin
embargo, con la impermeabilidad política de una oligarquía que, ya en
decadencia, no aceptó "que algo cambie para que todo quede como está". Los
avances del movimiento popular impactaron a la vez en una radicalización de
los sectores medios y en una defensiva reacción de los terratenientes, tanto
agroexportadores como gamonales. Estos últimos eran uno de los mayores
lastres de la oligarquía. Agredidos en su base material por el movimiento
campesino, van a exigir la represión como única respuesta. Los planteamientos
de reforma agraria son inaceptables para ellos, incluso las propuestas más
conservadoras, pues suponen agredir al latifundio tradicional, sus relaciones
semifeudales de explotación y todo lo que constituye base del poder gamonal.
En las guerrillas de 1965 encuentran pretexto para lograr sus objetivos de
represión masiva.

a. LA OPCION OLIGÁRQUICA

La oligarquía se hace así más rígida. Tiene poder económico importante en


el agro y en la banca. Puede aliarse con sectores conexos tradicionales del
comercio y algunas industrias; encuentra en el APRA un aliado importante para
controlar el poder político directo, reemplazando su tradicional alianza con los
militares, que ahora por la evolución política e institucional de éstos se hace
más difícil. El APRA ofrece liderazgo y capacidad de articular una parte de los
sectores medios, a la par que muchos de los trabajadores rurales del norte y
parte importante del movimiento obrero. A pesar del viraje de sus dirigentes, el
APRA es el único partido de cuadros, con organización firme que cubre casi todo
el país(21).

El odriísmo, carta muy estimada por la oligarquía, había logrado impactar


en la población que rodeaba Lima y, al articular a las fracciones más
tradicionales de la oligarquía, se benefició también con electores en algunas
regiones deprimidas, controladas por caciques locales. Ello era el complemento
necesario para una alianza con el APRA pues le exigía mucho menos a la
oligarquía en la medida en que su clientela política sólo se satisfacía con obras
públicas.

Democracia Cristiana de Frei y su intento de “Revolución en Libertad”, tan parecido al reformismo de la Alianza AP-DC
(salvando distancias enormes del cuadro político en que se ubica cada Partido Demócrata Cristiano hay más que un
marco ideológico común). Todo este cuadro internacional se relaciona con la política de los Estados Unidos que expresa
su apoyo sólo a regímenes democráticamente elegidos, aunque esa política cambiará muy pronto ante los gobiernos
militares de Brasil y Argentina. Ya en 1962 esta política se había expresado ante la Junta Militar peruana. El gobierno
norteamericano vio con gran simpatía la candidatura de Haya de la Torre en 1962. Incluso su Embajador, señor Loeb,
tuvo el descuido de aparecer en una manifestación política, a lo que agregó diversas reuniones propiciando alianzas
que evitaran la intervención militar. Ello le valió que la nueva Junta pidiera su retiro al tomar el poder, pero el contexto
de esa coyuntura incluyó presiones de los EE.UU. para hacer transitorio el régimen. El reformismo de Belaúnde,
triunfante en 1963, era sin embargo adecuado a estos propósitos de la política exterior norteamericana, que desde la
Alianza para el Progreso propiciaba la Reforma Agraria para los sectores más tradicionales como una política que
además de favorecer la modernización y hegemonía del sistema capitalista en América latina prevenía concretamente
la agudización de conflictos sociales que pudieran hacer peligrar el sistema político.
(21)
Los seis años de la Convivencia con Prado le han dado además recursos y poder que se expresa en votos. En ese
período contaron con influencia decisiva en los Ministerios de Trabajo y Educación para fortalecer su presencia entre
obreros y maestros lograron recursos para obras regionales que prestigiaron a sus parlamentarios y pudieron así tener
en las elecciones de 1962 y 1963 un caudal de votos de casi un tercio del electorado, que les dio efectivo poder en el
Parlamento.
Se constituyó así la opción oligárquica en la escena política, con fuerzas
sociales lo suficientemente poderosas como para doblegar a su enemigo
inmediato en la coyuntura: el reformismo democrático.

Esta opción oligárquica representa a las tres fracciones tradicionalmente


conocidas como "la oligarquía", en lazadas con minoritarios sectores
industriales e inmobiliarios y en alianza con el APRA que le aporta la articulación
parcial de los trabajadores rurales del Norte, de parte del movimiento obrero y
de una pequeña burguesía provinciana nucleada por este partido desde los
años 30. El Odriísmo es representante político de las fracciones oligárquicas
más tradicionales (gamonales incluidos) que logra articular, con la imagen de
las obras y servicios del ochenio, a sectores urbanos en su mayor parte sub
empleados y despolitizados.

b. LA OPCION REFORMISTA

Frente a esta opción oligárquica se sitúa el reformismo que articula las


posiciones antioligárquicas de la mayoría de sectores medios, con el apoyo de
la burguesía industrial y otros sectores modernos, como la construcción, parte
del comercio, la pesca y los servicios. Con el liderazgo de Acción Popular y
Belaúnde, logra el apoyo de parte del campesinado y el proletariado.

En esta opción hay debilidades de base, tanto en la burguesía industrial


como en la pequeña burguesía. En cuanto a la primera, su opción no es
definida. Para fortalecer su base económica jugará a "dos bandos" en más de
una ocasión. Las reformas tienen valor sólo si aumentan su poder y producen
mejores condiciones de negociación con las fracciones oligárquicas en su lucha
por la hegemonía. Hay grupos económicos que buscan representantes en todos
los partidos, jugando sólo en la óptica inmediata de la mayor ganancia
económica. Tal es el caso de los pesqueros(22). Esta opción ambigua, o más bien
complementariamente alternativa, podía representar lo que es la necesidad
entonces sentida por la burguesía urbano industrial: recomponer el bloque en el
poder, subordinando, aunque no eliminando, a las fracciones oligárquicas.

La pequeña burguesía intelectual -profesional y política- que integra la


opción reformista o antioligárquica, tiene como característica una ambigüedad
y pobreza ideológica que fue muy significativa en el proceso 1963-68. Los
programas de la alianza AP-DC son ambiguos por necesidad. Frente a
problemas centrales como la nacionalización de la IPC o la Reforma Agraria, hay
posiciones contradictorias que van en el primer caso, desde la nacionalización
real hasta la empresa mixta., y en el segundo caso, desde la inclusión de los
complejos agroindustriales hasta la sola referencia a expropiaciones en las
haciendas más tradicionales. Esta ambigüedad ideológica y programática
permitió la presencia de profesionales y políticos, ligados claramente a grupos
de poder económico moderno, unido a una pequeña burguesía en proceso de

(22)
Se recuerda, por ejemplo, lo que se conoció como el "bloque parlamentario pesquero" que incluía diputados del
APRA, AP, DC y UNO; que al ser descubierto en "Olga" ocasionó la expulsión del diputado y Ministro Roberto Ramírez del
Villar del PDC y, acto seguido, la ruptura de este Partido con la formación del Partido Popular Cristiano liderado por el
Alcalde Bedoya.
radicalización. En el período 1963-68 se produjo un decantamiento que a su vez
hizo quebrar la Alianza AP-DC y los partidos que la integraban. Se produce allí lo
que denominamos más adelante como pugna entre un reformismo tecnocrático
y un reformismo social.

c. LA IZQUIERDA

Fuera de estas grandes opciones, el período 1963-68 vio engrosarse y


luego dividirse a la izquierda política. En ella, la fuerza principal fue el Partido
Comunista Peruano que, al lograr un mayor margen de juego desde el gobierno
de Prado, avanzó en su penetración dentro del movimiento sindical,
capitalizando la frustración de elementos apristas y reformistas según avanzaba
el período. Su principal objetivo fue convertirse en una fuerza sindical decisiva a
partir de su ruptura con la CTP aprista(23). A ello subordina la actuación de
coyuntura, en la que aparecen más bien reducidos grupos de pequeña
burguesía de izquierda que articularon con el Partido Comunista, tales como el
Frente de Liberación Nacional (FLN). Ya en estos años impacta la ruptura del
Partido Comunista, a partir de la pugna entre China y la Unión Soviética,
repercusión necesaria en un partido umbilicalmente ligado a las decisiones de
afuera, que en parte por ello nunca logró un planteamiento político adecuado a
la realidad nacional.

En este período la izquierda se diversifica con la presencia de tesis


rupturistas que, con influencia cubana y a partir de los problemas que ofrece el
Partido Comunista, forman diversos y pequeños partidos marxista-Ieninistas,
varios de los cuales optan en 1965 por la guerrilla rural, sin éxito(24).

En conjunto, esta izquierda, a la cual se agregan grupos desprendidos del


APRA y personas desilusionadas del reformismo, no juega un rol definitorio en la
coyuntura política del período. Su efecto se da indirectamente en la pugna
antioligárquica y en el trabajo que tiene el largo plazo como perspectiva.

El enfrentamiento de la oligarquía y el reformismo se produce en forma


intensa en los primeros años del régimen de Belaúnde. Este comienza con lo
que se conoció como los 100 primeros días del régimen, en los que se proyectó
todo el entusiasmo y la energía acumulados en el proceso electoral. En ese
corto plazo, que inauguró Belaúnde al anunciar que en 90 días resolvería el
problema de la IPC, se dio también la elaboración del proyecto de Ley del
Ejecutivo sobre reforma agraria, la nacionalización de la Caja de Depósitos y
Consignaciones -convertida en Banco de la Nación-, la creación del Programa de
Cooperación Popular y otras medidas importantes.

(23)
Durante este período trabajan en el Comité de Defensa y Unificación Sindical y recién en el gobierno siguiente logran
el reconocimiento oficial de la CGTP.
(24)
En este trabajo no desarrollamos un análisis del significado de las guerrillas del 65 sino en el nivel de su impacto
visto desde la cúpula. Tampoco estudiamos el desarrollo de diversos partidos a la izquierda del PC, con sucesivos
fraccionamientos y una actuación que se orienta principalmente al medio sindical y a la dirigencia estudiantil.
Organizaciones jóvenes de esta nueva izquierda actuaron en el escaso espacio político que dejó el Estado oligárquico y
quedaron marcadas por éste: incapaces en el período siguiente de llegar a las masas, superar el divisionismo y el dile-
tantismo con que marcó la Universidad a sus grupos de origen. El proceso 1968-75 dará oportunidades de maduración
pocas veces aprovechadas.
Pero el problema central estaba planteado: el Presidente no tenía mayoría
en el Parlamento. La coalición APRA-UNO lo controlaba y ello le daba poderes
muy concretos para impedir las reformas y desgastar la imagen del Gobierno.

Se vuelve a expresar en esta ocasión el conjunto de efectos que la


Constitución de 1933 produce al diseñar un híbrido de régimen presidencial y
parlamentario, que sólo ha funcionado cuando el Presidente contaba con una
dócil mayoría en el Parlamento, llevando al inmovilismo al régimen que no
lograra esa condición(25).

Todo el período 1963-68 produce el desgaste del régimen y sus


instituciones. La pugna Parlamento-Ejecutivo llega a producir hastío. Incluye
maniobras del primero para impedir que el segundo gobierne o administre, sin
excluir campo alguno: trabas presupuestales, censura de Ministros, comisiones
investigadoras, e incluso acciones concertadas con el Poder Judicial, como las
referentes a la reforma agraria. Los recursos públicos se manejaron en esta
pugna casi con la misma irresponsabilidad que caracterizaba a la discusión
verbal. Dos ejemplos son indicativos: los parlamentarios se asignaron un rubro
presupuestal llamado "iniciativas parlamentarias" para poder decidir obras
públicas en su región a su criterio, sin rastro de planificación o decisión
ordenada. No menos irresponsable fue la aprobación de la Ley de Educación
que categorizó y dio haberes más altos -y justos- al Magisterio sin preocuparse
de su financiación, con lo cual sólo el primer período de homologación pudo
cumplirse.

La lucha política entre Ejecutivo y Parlamento expresó, en la escena


política, la crisis de hegemonía en el bloque en el poder que progresivamente
se produjo desde los años 50, conforme la expansión del polo urbano-industrial
desafiaba la hegemonía de la burguesía agroexportadora y el carácter
oligárquico del bloque en el poder.

El Estado oligárquico en crisis llega por evolución al punto máximo de la


lucha política. De un verdadero monopolio del poder en manos de las fracciones
oligárquicas -visible en los años 30-, se pasa a una coyuntura en la que incluso
se dividen los aparatos institucionales del Estado. Las principales fuerzas
sociales en pugna, agrupadas en bloques de partidos, adquieren mecanismos
concretos de poder, siendo forzosa la conciliación o la ruptura del régimen
político.

Hay así en este período una situación de vacancia hegemónica, que da


como resultado un régimen cuyas políticas son contradictorias, sea por
conciliación o por triunfo de una de las partes en cada caso. Analizando la

(25)
Según la Constitución de 1933, el Presidente es Jefe del Estado Peruano, con efectivo poder ejecutivo. Elegido por
voto universal, nombra a su criterio al Presidente del Gabinete y con éste a los Ministros, pudiendo removerlos en
cualquier momento. A partir de ello, ejerce el poder administrador con todos los atributos del caso. Puede observar las
leyes, derecho que si bien difiere del veto obliga a una nueva discusión, con lo cual posterga el problema a una nueva
coyuntura política. Sin embargo, el Parlamento tiene también un poder que no se limita a legislar: tiene derecho a
iniciativa en el gasto presupuesta/, con lo cual puede alterar las previsiones del Ejecutivo, sin asignarle los ingresos
adecuados. Puede censurar al gabinete o a un Ministro en particular, con interpelación o sin ella; interviene en los
ascensos de coroneles, generales y sus equivalentes en la Armada, así como en la elección de los Vocales Supremos.
Tiene, en suma, poder suficiente para interferir a tal punto en la política del Poder Ejecutivo que su acción lleva o a una
paralización o a conciliaciones parciales o totales.
política económica puede afirmarse, sin embargo, que la oligarquía consiguió
mantener la mayor parte de las medidas que favorecían a su fracción más
importante: los agroexportadores. Sucedió así, porque en el reparto
institucional le favorecía el control legislativo, indispensable para asignar
nuevos tributos, implantar el control de cambios o tomar medidas que llevaran
eficazmente a la industrialización. La devaluación de 1967 beneficiará en este
sentido a la burguesía agroexportadora, como en anteriores ocasiones.

Debe señalarse, además, que en la burguesía industrial y en el reformismo


existió ambigüedad en los planteamientos de mediano plazo, para implantar
una política industrialista. Ello ocurrió no sólo por falta de mecanismos políticos,
sino también porque gran parte de la burguesía industrial mantuvo una posición
liberal tradicional que se opuso, por ejemplo a un rol dinamizador del Estado
como gestor de industrias básicas, control de recursos, etc., que resulta
necesario en un proyecto industrialista como medio de articulación de una
economía tan diversa y -un sector exportador poderoso que la burguesía
industrial no podía controlar sino a través del Estado.

Durante el mismo período, las distintas fracciones de la burguesía,


oligárquicas y antioligárquicas, necesitaron formas de conciliación que fueron
asumidas por sus representantes políticos, llevando a un proceso de
decantación del reformismo. Esta necesidad fue mayor ante el avance del movi-
miento popular que, fuera del control de los dos bloques y actuando contra
ellos, se expresaba en la movilización campesina, en las guerrillas de 1965 y en
el crecimiento del movimiento obrero. Los intentos de reacomodo de la clase
dominante, como conjunto, alcanzaron su máxima expresión en el "Gabinete
Conversado" que tuvo en Manuel Ulloa su Ministro más destacado.
1.5. EL FRACASO DEL REFORMISMO DEMOCRATICO

La frustración de la Reforma Agraria, así como la de otros planteamientos


del régimen de Belaúnde marcaron desde mediados de su período presidencial
la crisis del reformismo democrático. El poder oligárquico era tan fuerte que
podía impedir que en términos reales se afectaran sus intereses doblegando no
sólo a parte de los representantes políticos del reformismo, sino a la propia
burguesía industrial logrando nuevas fórmulas de conciliación.

a. SE QUIEBRAN LOS PARTIDOS

Desde- 1963, Belaúnde y la Alianza AP-DC tuvieron ante sí la disyuntiva de


aceptar la mediatización de las reformas o de recurrir al apoyo del movimiento
popular para enfrentar la Coalición oligárquica. Ello se planteó como alternativa
de los primeros años, expresándose en propuestas concretas de movilización
popular campesina o en el recurso al plebiscito, para zanjar conflictos entre
Ejecutivo y Parlamento en referencia a la Reforma Agraria. Belaúnde optó por la
mediatización y la resultante fue un cuadro complejo que lo condujo a perder la
iniciativa política en la coyuntura y a desarrollar políticas de viraje y conciliación
total.

Se produjo así un proceso de decantamiento del reformismo, que parecería


haber llevado a dos tendencias: una primera, asumida por una pequeña
burguesía tecnocrática, que procuró recomponer una alianza interbloques para
implantar medidas desarrollistas tradicionales. Esta tendencia se ubicaba
dentro del aparato burocrático estatal y privado, principalmente a nivel de
organismos económicos, empresas públicas, Banca privada, empresarios y
profesionales ligados a ellos. Su expresión política más conocida fue lo que se
llamó el "carlismo", en referencia a varios personajes muy cercanos al
Presidente Belaúnde que tenían como primer nombre el de Carlos(26).

En su evolución esta tendencia lleva a franquear un puente con el Apra y


generar el "Gabinete conversado". En ella se ubican dirigentes de Acción
Popular que, luego de la ruptura de este partido, quedaron en la rama
belaundista(27). En ella se ubican también democristianos que rompieron con ese
partido, formando el PPC (Partido Popular Cristiano). Por esta última optó
claramente el Presidente Belaúnde.

La otra tendencia partía de una óptica más social que económica,


ubicándose en ella elementos de la pequeña burguesía que asumiendo más en
serio los planteamientos reformistas -en sus valores de justicia social-
continuaron un proceso de radicalización. Dentro de ella se ubican el
Vicepresidente Edgardo Seoane y parte de los dirigentes de Acción Popular Que
rompieron con ese partido y formaron Acción Popular Socialista en 1968. Se
ubica también la Democracia Cristiana, liderada por el Senador Cornejo Chávez.
Este reformismo social se caracterizó por una percepción vertical de las

(26)
Tales como Carlos Ferreyros, Carlos Velarde Cabello, Carlos Muñoz.
(27)
Tales como J. M. de la Jara, J. Arias Stella, J. Alva Orlandini, Fernando Schwalb, etc.
reformas: se planteaba la necesidad de cambios estructurales, entendidos
como leyes o actos de poder, que no pasaban necesariamente por una política
de masas(28).

El desgaste del régimen se acentuó en 1966(29), a la par que se agudizaba


el decantamiento del reformismo. A fines de ese año, se quiebra el Partido
Demócrata Cristiano (integrante de la Alianza que encabezaba Belaúnde)
retirándose el sector más conservador, que mantendrá sus vínculos con
Belaúnde y el Carlismo, formando el Partido Popular Cristiano. Un año después
la Democracia Cristiana se retiró de la Alianza. Llevaba en su decisión la
frustración de la reforma agraria que pretendió conducir desde el Ministerio de
Agricultura, una de las dos carteras que le correspondían en el Gabinete, pero
que el sabotaje del Parlamento, y luego progresivamente del Ejecutivo, le
impidió implementar.

El partido Acción Popular mostrará ya en 1966 la división interna que llevó


a su ruptura en 1968. La línea que encabezaba el Vicepresidente Seoane
también estuvo marcada por el fracaso de la Reforma Agraria: fue uno de sus
decisivos impulsores y presidió la comisión que elaboró el proyecto de Ley del
Ejecutivo. Luego fue enviado a México, como Embajador, en aparente exilio
dorado y posteriormente regresó elegido Secretario General del Partido Acción
Popular, en línea claramente contraria a la de Belaúnde.

b. EL PROYECTO ULLOA

Bajo el impacto de la devaluación de 1967 se aceleraron los esfuerzos por


recorrer el puente roto entre el Ejecutivo y el Parlamento. El "Carlismo" es el
aparente intermediario entre Belaúnde y el Apra con miras a concretar un
acuerdo que permitiera concluir el gobierno iniciado en 1963, bajo las banderas
del reformismo democrático. Para entonces lo que más preocupaba al
Arquitecto Belaúnde eran las obras públicas que dejaran una buena imagen de
su Gobierno. Ni la reforma agraria, ni cooperación popular, ni la nacionalización
de la IPC, podían ser objetivos realistas si se buscaba conciliar con la coalición
parlamentaria que representaba las fracciones oligárquicas.

La expresión política de este acuerdo fue en 1968, el Gabinete Ministerial


presidido por el Dr. Oswaldo Hercelles -conocido como el "Gabinete
Conversado" - integrando varias figuras "independientes", ligadas a la Coalición
(28)
Comparándolo con el proyecto aprista de los años 30 es evidente esta verticalidad. Podría relacionarse con el hecho
de que buena parte de estos políticos no llegaron nunca a ser líderes de masas y su experiencia partió de la lucha
parlamentaria o de la actuación en el aparato burocrático. En esta tendencia, minoritaria en el poder Ejecutivo y
Legislativo, pueden verse rasgos que se expresan luego radical izados en el gobierno de la Fuerza Armada (1968-751,
del cual muchos de estos hombres resultan asesores o funcionarios. Con la evolución política del Presidente Belaúnde,
han de pasar progresivamente a ser opositores, primero dentro y luego fuera del gobierno.
(29)
En la opción de Belaúnde por la conciliación con la oligarquía y el pacto con el APRA, juega un rol central la posición
del Ejecutivo frente a las guerrillas de 1965. En sus inicios, la Alianza AP-DC procuró no reprimir al movimiento campe-
sino. Luego, sin embargo, el Ejecutivo aceptó la necesidad de represión presionado por el Parlamento. Lo hizo con
cuidado para no presentar públicamente una imagen represiva. Al aparecer las guerrillas, en probable acción dilatoria,
el Ministro de Gobierno y Policía, Capitán de Navío Miguel Rotalde, declaró que se trataba de abigeos. Ello le costó el
duro ataque de la Coalición y pronto ambos poderes, con el Ejército como ejecutor, se embarcaron en la lucha
antiguerrillera. Aunque el régimen político en su conjunto reacciona contra las guerrillas, la Coalición parlamentaria
oligárquica aprovechará, una vez más, la debilidad del Ejecutivo, para acusarlo de pro-comunismo, como lo había hecho
años antes para frenar "Cooperación Popular" y la reforma agraria. Con ello el gobierno de Belaúnde retrocedió aún más
en su originario intento reformista, pasando cada vez más a posiciones defensivas.
APRA-UNO y que tenía como figura principal a Manuel Ulloa Elías, Ministro de
Hacienda y Comercio, empresario vinculado al grupo DELTEC, a la cadena
Rockefeller y propietario de los diarios "Expreso" y "Extra". El Gabinete obtuvo
sin esfuerzo "poderes extraordinarios" otorgados por el Parlamento, que le
permitían legislar por decreto para afrontar la crisis económica. El acuerdo fue
cuidadosamente favorable al Apra, pues solucionaba el impase, derrotaba los
proyectos reformistas, tendía nexos para una recomposición política en vistas a
las elecciones de 1969 y, al mismo tiempo, ese partido descargaba sobre el
Ejecutivo la responsabilidad política de las medidas económicas, que con
seguridad serían antipopulares.

El Apra lograba, además, culminar una estrategia política iniciada en 1963


y destinada a destruir la confluencia coyuntural de fuerzas populares con la
Alianza AP-DC, impidiendo las reformas primero, agudizando la crisis económica
y cargándola sobre los hombros del Ejecutivo, luego, para finalizar con un pacto
oculto que concretaba la claudicación del reformismo democrático y el
aislamiento de sus representantes políticos que en todo el período fueron
incapaces de retomar la iniciativa política dada en los primeros cien días del
gobierno.

El reformismo moderado de Belaúnde -abandonando sus banderas de 1962


y 1963- hacía un último intento por recomponer el bloque en el poder.

Tratando de superar el empate que le impidió aplicar su programa,


aspiraba a concluir su gobierno con una mejor imagen y nuevos acuerdos
políticos que, a partir de las elecciones de 1969, colocaran en mejor pie a los
grupos industriales y al reformismo tecnocrático que representaba.

La tarea no era fácil, pues debía llevarse a cabo a la vez que se


encontraban soluciones para superar la crisis económica. El nuevo Gabinete
tenía en su favor las conexiones del Ministro Ulloa, que aportaba lazos directos
con la burguesía imperialista Y ofrecía a los sectores modernos -principalmente
industriales- la ocasión de reforzar su poder de negociación frente a las
fracciones oligárquicas; en ello la vinculación directa con el capital extranjero
fue siempre decisiva. Sin embargo, el problema relativo a la representación
política es más complejo, especialmente si se piensa en las elecciones de 1969.
El APRA, menos desgastada, se mantenía fiel a sus lazos con la burguesía agro-
exportadora. El pacto con Acción Popular no era público ni formal y se refería
por ahora sólo a la coyuntura de un gobierno cercano a concluir, que debía
dejar solucionada la crisis económica. La responsabilidad de las medidas que
tomara el gobierno caería sólo sobre el Ejecutivo, pues el Gabinete recibió
"poderes extraordinarios". Por su parte, los acciopopulistas de la línea
belaundista se encaminaban con esta política a ser representantes más
orgánicos de la burguesía industrial y esperaban de la gestión de Ulloa los
términos para quedar en mejor pie en 1969. La pugna política tenía así en este
nivel un camino aún largo por recorrer, aunque ya estuvieran esbozados en
este pacto elementos que podrían servir luego para la recomposición del bloque
en el poder(30).
(30)
En este nivel la lucha por el candidato presidencial sería dura entre el líder aprista y Ulloa como candidato presunto
de Acción Popular. Contaban ambos, sin embargo, con una hábil figura de transacción, con arrastre personal, pero sin
Con esta perspectiva el "gabinete conversado" emprendió la "recuperación
económica", aplicando un paquete de medidas que procuraban reforzar a los
sectores modernos y poner las condiciones necesarias para la venida del capital
extranjero en forma masiva. Encontró dos dificultades en el camino: los EE.UU
exigían la solución del problema de la IPC, con un arreglo definitivo, antes de
otorgar créditos o propiciar inversiones; la burguesía agroexportadora reaccionó
coléricamente (a través de "La Prensa") contra el "paquete" de medidas de
Ulloa que sólo limitadamente podía afectarla, vía tributos por ejemplo, más aún
cuando acababa de beneficiarse enormemente con la devaluación monetaria.

A su vez, hay un hecho significativo en la escena política: al hacerse


explícito el arreglo entre el APRA y Belaúnde, el General Odría decidió retirar a
su partido de la coalición APRA-UNO, quitándole con ello elementos vitales de la
mayoría parlamentaria al APRA. Ligado a los terratenientes tradicionales y
representante de los sectores más reaccionarios de la oligarquía, se sintió
desplazado en el acuerdo que reflejaba el deterioro sin remedio de la fracción
gamonal. El entendimiento APRA-Acción Popular parecía propiciar una relación
directa entre la fracción agroexportadora y la fracción industrial, que eran las
fracciones en pugna por la hegemonía. Queda de lado también la burguesía
financiera, en cuya base económica hay también deterioro por la presencia
directa del capital extranjero en la banca y los inicios de la crisis que
derrumbará al Imperio Prado.

La quiebra de la Coalición APRA-UNO produjo, a su vez, la ruptura del


Partido Odriísta. Encabezados por Julio de la Piedra, un buen número de los
parlamentarios odriístas se retiraron de ese partido y formaron el Partido Social
Demócrata Nacionalista que permaneció en la antigua Coalición ligada al APRA,
con lo cual este partido retuvo el control del Congreso, De la Piedra, uno de los
propietarios del Complejo Agroindustrial Pomalca, era uno de los representantes
políticos más notorios de los agroexportadores. A pesar de su antigua
vinculación con Odría, esta ruptura se hizo necesaria porque los intereses de
esta fracción se ligaban más al APRA, que a los antiguos terratenientes que se
retiraron con Odría(31).

Sin embargo, en el corto plazo la alternativa Ulloa no amenazaba a los


terratenientes tradicionales, pues la Reforma Agraria estaba paralizada y el
gobierno no tenía fondos para aplicarla. No obstante, en perspectiva, un arreglo
entre agroexportadores e industriales terminada por desplazar a las fracciones
más tradicionales, que en vez de aportar a la representación política se
convertían ahora en un problema, especialmente en el convulsionado medio
campesino.
un partido con fuerza propia: el Alcalde Bedoya Reyes, del Partido Popular Cristiano, quien tras larga pugna con el
Senador Cornejo Chávez abandonó la Democracia Cristiana en 1966 luego de la expulsión-del abogado Ramírez del
Villar, reclamada por la Juventud Demócrata Cristiana al verificarse sus vínculos con el magnate pesquero Luis
Banchero.
(31)
La acción de estos representantes directos de los agroexportadores indica que el APRA mantenía sus lazos con esta
fracción y que su pacto con Acción Popular no era una simple opción por los industriales, que a su vez no sólo se
expresaban a través de Acción Popular. Los representantes políticos no son mecánica expresión de las clases y
fracciones, más aún cuando como en este caso no son partidos orgánicos de una clase o fracción. Habría que estudiar la
hipótesis de un nuevo viraje del APRA (hacia el reformismo pro-industrial), pero es más factible que con este pacto el
acercamiento entre los partidos llevara a una política de conciliación y reacomodo entre estas fracciones, aun cuando
irritara a los representantes más ortodoxos de los agroexportadores como Pedro Beltrán.
En esta óptica, al concluir el gobierno de Belaúnde y bajo el supuesto de un
arreglo adecuado con la IPC, las perspectivas para las elecciones de 1969
permitían avizorar el inicio de una recomposición del bloque en el poder en la
perspectiva de una hegemonía de la burguesía industrial sobre la
agroexportadora, conciliando con ésta el mantenimiento de sus tasas de
acumulación, procurando su diversificación hacia el polo urbano industrial,
dentro de una definición político-económica que propiciara una industrialización
dependiente, con fuerte participación del capital extranjero. Esta hipótesis
podría haber sido factible si la gestión de Ulloa, con más tiempo, hubiera
logrado atraer más inversiones extranjeras al polo urbano-industrial, ofreciendo
condiciones muy liberales para interesarla.

En todo caso, parece claro que la hegemonía de la burguesía industrial


sobre los agroexportadores, en términos de un proyecto liberal de
industrialización dependiente, pasaba por la necesidad previa de obtener el
apoyo del capital imperialista produciendo mejores condiciones de negociación
interna. De allí la importancia inicial de refinanciar la deuda, obtener créditos e
inversiones y para ello solucionar el problema de la IPC. La negociación inter-
burguesa, reiniciada después de la devaluación de 1967, tenía en todo caso que
recorrer un lento camino, dado que los agroexportadores tenían poder
económico propio y también poder político a través del APRA.

El bloque así formado se hubiera enfrentado posiblemente a la Unidad de


Izquierda, que ya entonces estaba preparada procurando articular en una sola
candidatura al Partido Comunista, al Partido Demócrata Cristiano y a Acción
Popular Seoanista, agregándole personajes de la izquierda no organizada y
restos de lo que fue el Movimiento Social Progresista. En hipótesis esta unidad
también era posible y en 1968 ya se habían tendido algunos puentes, no sin
dificultad. Este bloque se hubiera enfrentado a candidatos con fuerte sustento
de la burguesía, unida posiblemente en una fórmula política y hubiera tenido
pocas posibilidades de triunfo, a pesar del descontento capitalizable. La falta de
recursos, que significativamente sólo la burguesía podía aportar, hubiera sido
sólo uno de los problemas. Enfrentar al APRA y Acción Popular, unidos y con
recursos, hubiera sido difícil, sobre todo teniendo éstos en su favor el aparato
del Estado y el siempre relativo respeto de las reglas de juego democráticas por
parte de la burguesía.

Con riesgo de especular, tiene sentido esbozar en hipótesis las


perspectivas anotadas, pues ello permite delinear mejor el significado de la
revolución de octubre y el comportamiento de los actores en los primeros años.

La crisis política de este período expresa una crisis más profunda de las
clases que controlan el poder. Las fracciones oligárquicas(32) perdieron toda
legitimidad frente a las mayorías al imponer sistemáticamente una forma
cerrada de dominación que recurrió a la dictadura y a la "dictablanda" en forma

(32)
Los gamonales, la fracción financiera y la fracción agroexportadora, con hegemonía de esta última y fuerte
interconexión entre sí, habían logrado mantener parte del poder del Estado a pesar de la crisis, aunque cada vez más a
la defensiva y en necesidad de "negociar" con las nuevas fracciones burguesas con cada vez mayor capacidad de
decisión.
casi sistemática para imponer un orden social cerrado que desde los años 30
fue cuestionado por las clases medias y populares. Pero también perdieron
progresivamente hegemonía frente a nuevas fracciones burguesas, como la
industrial y en parte la pesquera(33), que con más dinamismo acentuaban su
importancia económica a partir de los años 50 hasta resultar hegemónicos en el
curso de la acumulación. Estas nuevas fracciones burguesas, con capacidad de
conexión directa con el capital imperialista, pondrán a la defensiva a las
fracciones oligárquicas en el transcurso de estas dos décadas, aliándose para
ello con sectores medios y populares. Pero no podrán desplazarlas
directamente del poder y terminarán articulando nuevos pactos que conducirán
a un aislamiento del régimen.

De esta forma, al concluir el régimen de Belaúnde la crisis política es


profunda. Se empieza a superar la pugna entre Poderes del Estado, pero a costa
de la quiebra de los partidos y la claudicación de los gobernantes. Los rea-
comodos en la clase dominante no restituyen la hegemonía oligárquica,
progresivamente perdida, y aunque el gobierno recurra a la represión
sistemática -como lo hizo a partir de las guerrillas de 1965-, tiene que
reformular el cuadro político para ofrecer una alternativa coherente que alcance
legitimidad en las elecciones de 1969.

2. EL MOVIMIENTO DEL 3 DE OCTUBRE

La escena no permite visualizar en 1968 un cuadro de crisis revolucionaria,


pues la ilegitimidad del poder no tiene como correlato la organización masiva
de los dominados para hacerle frente, menos aún para constituirse en
alternativa. Ello es explicable en una sociedad donde el poder olgárquico
siempre fue capaz de desarticular y reprimir en forma sistemática al movi-
miento popular. Si la década del 60 muestra su expansión y organización, se-
ñala también las formas en que es reprimido a partir de la guerrilla de 1965,
obviamente sin limitarse a ésta. Es un momento de reflujo en el que hay mayor
conciencia pero una débil articulación organizativa. Esto daba un margen de
juego al proyecto belaundista que, con concesiones y obras a partir de la
esperada abundancia de capital extranjero, esperaba imponer los nuevos
términos de alianza dominante que representó el gabinete Ulloa. Estos actores
no contaron, al parecer, con la apreciación correcta de otro antiguo
componente del poder: la Fuerza Armada.

Los militares(34) pesaron efectivamente en el poder del Estado oligárquico.


Además del rol propio como aparato ejecutivo que monopoliza la violencia legal,
los militares fueron la alternativa a los partidos. Las fracciones oligárquicas no
formaron sus propios partidos. Hubo gobernantes civiles ligados a la oligarquía,

(33)
Los pesqueros tienen intereses en común con los agroexportadores y los grandes mineros, controlados directamente
por el capital imperialista, especialmente en la definición de la política económica. Tienen fricciones con la fracción
financiera en su primera expansión pero, al articularse directamente con el capital, imperialista, adquieren peso propio.
No son sólo sectores extractivos y al desarrollar la industria de harina de pescado con sus derivados y conexos, tienen
un carácter más moderno y diversificado que probablemente condiciona su actuar ambivalente en la pugna entre las
fracciones oligárquicas y las industriales.
(34)
Nos referimos a los militares, aunque en este siglo, y conforme avanza el proceso de institucionalización, es más
preciso hablar de Fuerza Armada por incluirse la participación de la Marina y la Aviación. Estas armas, sin embargo,
tienen menor grado de presencia política y actúan bajo el liderazgo del Ejército en el período.
políticos hábiles que no arrastraron masas ni menos aún las organizaron (35).
Estos tuvieron como alternativa eficaz y privilegiada a los militares,
especialmente cuando a partir de los años 30 de este siglo la oligarquía se
siente amenazada. Tuvieron así un doble rol de aparato ejecutivo y fuente de
cuadros políticos de recambio. Mantuvieron el poder de la oligarquía, a la vez
que al expresar sus propios intereses en la expansión del Estado contribuyeron
a la crisis de la dominación oligárquica.

En efecto, es importante recordar que gobiernos militares como los de


Benavides y Odría, acentúan la expansión de los servicios del Estado -en
Educación, Salud, Seguridad Social, Trabajo y Obras Públicas- del mismo modo
que la Junta Militar de 1962-63 amplía funciones de control y previsión, al crear
el Instituto Nacional de Planificación, adoptar el presupuesto funcional por
programas y emprender varias descentralizaciones de ministerios. En esto se
aprecia una constante que a partir de 1968 se profundizará decididamente: el
fortalecimiento del aparato estatal es propiciado por gobiernos militares. Ello es
realizado por actores políticos ligados a un aparato de Estado, fuente y origen
de su poder y responde, a su vez, a las demandas y presiones que vienen
principalmente de los sectores medios -en los que se ubica la mayoría de los
militares- que en la educación, la expansión de servicios y el crecimiento del
aparato estatal encuentran mejores ocasiones de ascenso social y
mejoramiento de niveles de empleo y consumo.

Los militares toman distancia de las fracciones oligárquicas desde la


dictadura del General Odría. Ello se expresa más nítidamente en 1962, cuando
su actuación significó un apoyo expreso al reformismo democrático que
encabezó el Arquitecto Belaúnde. Provenientes en su mayoría de los sectores
medios, fueron parte de la reacción antioligárquica de las décadas 50 y 60, sin
que ello eliminara de sus filas a elementos importantes dispuestos a cumplir un
rol de gendarme tradicional.

En la institución militar se han producido cambios que han de redefinir su


rol tradicional e incentivar una mayor preocupación por lo económico y lo
social. Si la defensa nacional era vista antes como acción bélica, ahora se
identificaba con el desarrollo económico, todavía en sus versiones más
tecnocráticas. El CAEM, formando a los futuros generales desde 1950,
incentivaba la preocupación por el desarrollo como elemento esencial de la
seguridad. Hombres formados ideológicamente en el culto de los valores
nacionales(36) llegarán a apreciar en grados diversos que la dominación
(35)
Ni necesitaban hacerlo por las características del poder oligárquico. Este, en efecto, fue cerrado incluso cuando más
apertura democrática mostraba formalmente. Las elecciones tuvieron siempre una reducida participación de la
población: no votaban ni analfabetos, ni menores de 21 años. Hasta la dictadura de Odría no votan las mujeres y se
excluía también, incluso luego, el voto de militares y del clero. En toda elección el poder de los caciques locales
resultaba decisivo en la definición de votos y votantes y en más de una ocasión, como las elecciones de Odría en 1950,
el poder definía la victoria de su candidato con el uso de todo tipo de argucias y fraudes.
(36)
Nos referimos al fuerte peso de los símbolos, -bandera, himno, etc.- en la formación militar, como parte de todo un
bagaje ideológico que parte de la afirmación de un Estado-nación, con su historia, su territorio y la preparación para su
defensa. Presentado ideol6gicamente como una unidad a la que se rinde culto, la vida militar permitirá a algunos
actores apreciar su incongruencia con la realidad concreta en las distintas regiones y partes del país que
necesariamente recorren. La experimentación vital de conflictos -que impactan en la clase media- y de experiencias
concretas que cuestionan esa unidad nacional -las guerrillas del 65, por ejemplo- pueden haber llevado a cuestionar en
parte de la oficialidad la "unidad nacional" tan fuertemente inculcada, a pesar de que en estos casos los anatemas
ideológicos se formulan de inmediato para presentar la insurgencia popular en términos "antinacionales". Todo esto es
complementario de otros elementos más amplios del cuadro social y económico que impacta sobre el conjunto de los
oligárquica impide que el Perú sea una Nación. A partir de esta misma óptica,
empezarán a comprender lo que significa la dominación imperialista por lo
menos en los casos visibles como el de la IPC. Obviamente esta evolución no es
homogénea, como tampoco lo es la composición de la Fuerza Armada. Hay
diferencias que provienen de las relaciones sociales que individuos y grupos
tienen más allá de la Fuerza Armada, así como grados de visión y perspectiva
que diferencian a quienes profundizan en el rol social que están desempeñando
de quienes se contentan con trepar en el escalafón, asumir mandos formales y
exhibir medallas que no ganaron en ninguna guerra.

Pero es la propia movilización social la que impactará en importantes


cuadros. Cuando la función que se les asigna no es ya sólo la guerra externa y
su preparación incluye un fuerte adoctrinamiento anticomunista y el
entrenamiento anti-subversivo, será inevitable que muchos oficiales se
pregunten por las causas de la subversión y por la naturaleza del orden social
que defienden. Esto parece haber ocurrido, por ejemplo, cuando es el Ejército el
encargado de reprimir la guerrilla en 1965.

Como estos elementos se producen no sólo en la Fuerza Armada peruana,


hay que preguntarse qué factores hicieron que aquí se evolucionara de un
modo distinto que en otros países, donde los militares tuvieron experiencias
similares. Probablemente haya relación entre la magnitud de la amenaza gue-
rrillera y la acción militar desarrollada, entre la extracción social de la ofi-
cialidad y el grado de conciencia adquirido. En el caso peruano, sin embargo,
hay un elemento al parecer decisivo: el que la opción de cambio viniera de la
cúpula militar y no de oficiales aislados. Ello es comprensible porque la es-
tructura militar aísla las partes de un modo tal que concentra el poder en sus
mandos, reafirmándolo con la ideologización de la disciplina y la obediencia.
Además, esa opción es factible en el 68 porque la ilegimitidad y descomposición
del régimen deja poco margen para que el mismo Ejército confíe en el sistema
político legal. El rol del General Velasco, como líder indiscutido y visionario,
aparece así agigantado y se explica en la coyuntura, más aún cuando es
evidente que su opción no fue de toda la Fuerza Armada, entendida como grupo
social(37).

Pero en la historia inmediatamente anterior a 1968 puede encontrarse


mayor abundancia de explicaciones al margen de autonomía que obtiene la
Fuerza Armada en la coyuntura. Era, en efecto, una de las instituciones menos
desgastadas dentro de un régimen decadente. Del Gobierno de 1962-63,
salieron prestigiados por cumplir la palabra empeñada e iniciar varias
reformas(38).
sectores medios predominantes en la composición de la Fuerza Armada. El estudio de estas hipótesis ayudará a una
comprensión más global y menos voluntarista de los cambios producidos, sin que ello niegue ni reduzca en el plano
político inmediato el valor de las opciones de los principales actores del proceso.
(37)
Sí lo fue como institución, dado que en su naturaleza juega un rol definitorio -de representación legítima- el
Comando.
(38)
Esta afirmación hay que precisarla. Se trata de una Institución menos desgastada en comparación con los partidos y
los Poderes del Estado en el período de Belaúnde, en tanto los reacomodos de éstos e incluso las quiebras y rupturas
suponían un cuestionamiento permanente de su rol y desempeño, que no tocaba por igual a las Instituciones Militares.
En las clases y grupos sociales que logran expresarse en la escena política la Fuerza Armada estaba prestigiada, aunque
su intervención en política causara recelos en los cuadros más politizados. En las mayorías populares es preciso hacer
muchas distinciones para evaluar la imagen que entonces tenía la Fuerza Armada. Depende de su grado de conciencia y
articulación política (la población de las barriadas que apoyaba a Odría en 1962 recordando su política de obras, y que
Su clara opción por Belaúnde no impidió que a lo largo de ese Gobierno los
partidos de la Alianza y la Coalición establecieran una especie de competencia
para halagarla y elogiarla. Esto llega a su cIímax cuando cumple rápidamente
con liquidar la guerrilla de 1965. Los propios actores políticos dejaron al margen
del desgaste del régimen a la única institución sólida del Estado de entonces.
No siguieron su evolución, ni las sugerencias de sus mandos, que desde el
Gobierno de Prado, aunque con altibajos, planteaban una solución nacionalista
al problema de la IPC(39).

El pronunciamiento del 3 de octubre, es una acción sorpresiva para la clase


dominante que de entrada otorga un mayor margen de juego a la Fuerza
Armada. Importa por ello precisar los alcances de la iniciativa en la toma del
poder y de la composición y características del nuevo régimen.

La toma del poder, el 3 de octubre, no puede entenderse como un "golpe


institucional", al menos si se toma como modelo de éste lo que fue la
intervención militar de 1962. En ese entonces el Presidente del Comando
Conjunto y los tres Comandantes Generales de Instituto tomaron el poder luego
de-un largo proceso de consultas que incluyó los mandos regionales e incluso
intermedios. Derribado el Presidente Prado, sin negociación posterior en los
mandos, en pocas horas se constituyó el Gobierno previamente designado por
el Comando Conjunto. En 1968 la situación fue distinta. Probablemente hubiera
sido imposible una acción así, tan voceada como la de 1962.

El 3 de octubre, la decisión es fruto de la acción de un General que


comandaba el Ejército y presidía, en adición a sus funciones, el Comando
Conjunto de la Fuerza Armada. No incluyó a sus pares de la Marina y la
Aviación, ni consultó a los mandos regionales del Ejército para tomar el poder.
De haberlo intentado otro podría haber sido el desenlace. La acción del General
Velasco, planeada y preparada con un equipo de oficiales que dependía di-
rectamente de él, fue concisa y contundente. Tomó el poder y luego de ello
negoció con los mandos militares, cuando ya el Presidente Belaúnde volaba
deportado a Buenos Aires(40).

El golpe es así expresión inmediata de la voluntad política de cambio(41) de


un grupo de oficiales y, ante el hecho consumado, esa posición logra ser
hegemónica en la Fuerza Armada. No es expresión institucional, aunque en su
recibía apoyo de infraestructura de servicios cívico-militares, podía tener mejor imagen que grupos sindical izados que
hubieran ya experimentado su impacto represivo). En esto incluso hay elementos que atenúan el impacto, como el
hecho de que el rol represivo, en primera instancia, corresponda a la policía.
Lo que es preciso señalar es que en el cuadro político de 1968 había condiciones para un APOYO PASIVO de distintos
grupos sociales, por el desgaste y quiebra de los partidos y el fracaso del reformismo democrático.
(39)
Cabe preguntarse por ejemplo, por qué no actuaron en 1962 frente a este asunto. Parece haber influido el carácter
transitorio que marcó entonces su actuación y el equilibrio consensual que requería la Junta en la institución. Esto
expresa, además, su heterogeneidad, en composición y línea, en todo el período.
(40)
A. ZIMMERMANN en su libro: "Objetivo: Revolución Peruana" relata detalles que parecen ser una versión oficial de
estos hechos y que gruesamente coinciden con las versiones de la época aquí recogidas. (El libro fue editado por la
empresa editora del diario oficial El Peruano en Lima. No indica fecha, pero salió a la venta en 1974).
(41)
Esta afirmación no implica negar que, más allá de la decisión de sus autores, el golpe se en marca en una opción
antioligárquica más amplia, ya explicada, que ha impactado fuertemente en los sectores medios. Velasco resulta
catalizando esta opción y no siendo actor ajeno a todo un encuadre político global. Resalta sin embargo -como en toda
historia inmediata- el rol de los actores, su decisión en el margen de juego que le ofrece su ubicación social y política,
incluido su rol institucional.
decisión Velasco y sus oficiales actuarán como catalizadores de una parte
significativa de la oficialidad, auscultando el sentir no expresable de los
subordinados(42). El manifiesto publicado ese mismo día expresará la voluntad
de cambio presente en este hecho político, redactado en términos bastante
generales pero indicativos de una voluntad nacionalista y antioligárquica.

Si el golpe(43) o toma del poder se realiza por acción de un líder y un grupo


de oficiales, resulta claro que el gobierno que surge de esta decisión sí es un
gobierno institucional. Largas negociaciones realizadas en el CIMP, desde la
madrugada del 3 de octubre, culminan cuando después de las 5.00 p.m. de ese
día jura el nuevo Gobierno. En su Estatuto y en la composición del gabinete
ministerial puede demostrarse no sólo esta presencia institucional, sino la
incorporación de los más importantes mandos regionales del Ejército de ese
momento al nuevo Gobierno. Según el Estatuto se constituye la Junta Revo-
lucionaria -que elige al Presidente de la República- integrada por el oficial
General más antiguo de cada Instituto Armado, el cual automáticamente pasa a
comandarlo y a ocupar el Ministerio respectivo, rigiéndose la renovación de la
Junta por la ley de situación militar que fija el tiempo de retiro. Ello señalará la
génesis castrense de la cúpula del Gobierno. Pero, además, el Gabinete se
integra por Ministros que pertenecen a la Fuerza Armada. De ellos todos los
Ministros Militares, salvo uno, provienen de los mandos regionales más
importantes en el momento del golpe. Así, el General Arrisueño, Ministro de
Educación, era Comandante General de la División Blindada de Lima; el General
Mercado Jarrín, Canciller, era Comandante General del CIMP; el General
Valdivia, Ministro de Hacienda, era Comandante General de la III Región -
Arequipa; el General Benavides, Ministro de Agricultura, era Comandante
General de la V Región - Iquitos; y el General Artola, Ministro de Gobierno,
comandaba una importante División en el Norte. Sólo uno de los Ministros
Militares venía de un cargo administrativo: el General Maldonado Yánez que
representaba al Comando Conjunto en el Directorio de la Empresa Petrolera
Fiscal, motivo probable de su nueva designación. Difícilmente podría
conformarse un gabinete más representativo de la Institución Militar.

El carácter institucional del gobierno -aún forzándose en algunas


coyunturas posteriores- lleva en sí la presencia de un equipo heterogéneo que
no tuvo la iniciativa del golpe y se amoldó a los hechos consumados. Ello se
evidencia desde las primeras declaraciones y da cuenta de la existencia de
tensiones y tendencias que se irán desarrollando y depurando a lo largo del pro-
ceso.

El golpe trae a la escena un nuevo régimen político. Este concentra los


poderes Ejecutivo y Legislativo en manos de un equipo que tiene su origen y su
legalidad en la Institución Armada. Los partidos políticos y los dirigentes de

(42)
Mucho se ha especulado y se seguirá haciéndolo, sobre la opinión política de los militares. En este campo es muy
difícil afirmar desde fuera un balance de opinión por las reglas y hábitos, castrenses. En todo caso, a lo largo del
proceso hay muchos niveles de participación de la Fuerza Armada que el General Velasco logra captar con su liderazgo,
hasta que se produce su deterioro gradual. La institucionalidad y sus reglas parecen haberse mantenido, primando
sobre la necesaria politización de un proceso político intenso que tiene la Fuerza Armada como centro. Esto tendrá
mayor importancia en el avance del proceso, fijando límites a la capacidad de cambio del mismo.
(43)
La palabra "golpe" se usa en nuestro medio con una connotación peyorativa, ajena a nuestra intención en el trabajo.
Es necesario usar el vocablo a pesar de esto en la redacción.
éstos, pasarán a un oscuro plano. Su debilidad orgánica hace innecesaria una
prohibición. El golpe se ha producido en el momento de su máximo deterioro.
En adelante la mayor parte de los partidos jugará un rol secundario, limitándose
a emitir ocasionales pronunciamientos de apoyo o ataque, cuya publicación
estará sujeta a la decisión de los diarios. Sólo el APRA y el Partido Comunista
mantendrán un trabajo estable hacia adentro, dirigido a sus propios cuadros y
organizaciones gremiales, pero distantes, la mayoría de ellos, de los hechos
centrales del momento político. Existen como partido, pero pierden su punto de
referencia tradicional, el espacio político que significa un Parlamento, un
Municipio elegido o una campaña electoral. Su espacio queda reducido al plano
gremial y allí no todos los partidos tenían cuadros.

En cambio, la prensa sí continuará jugando un rol significativo en el


régimen. Poderosos voceros de los grupos de poder tendrán cuidado de enfren-
tarse al principio al nuevo gobierno, temerosos de perder pronto su tribuna. Se
adaptarán y expresarán en el periodo, en forma cada vez más aguda, los in-
tereses de las clases dominantes, en proceso de reacomodo, hasta ser expro-
piados en 1974(44).

El nuevo régimen concentra así, progresivamente, una gran capacidad


operativa, que enrumbará en pasos tendientes a legitimar su presencia y
aumentar el poder estatal. Las fracciones oligárquicas y la moderna fracción
industrial deberán reiniciar el tradicional intento de rodear a los gobernantes
militares, buscando nuevos representantes políticos. Las contradicciones del
régimen les facilitarán el acceso a una parte de éste, aunque se enfrentarán,
período a período, a un núcleo con voluntad propia, que aspira a plasmarse en
un proyecto político aplicado desde el gobierno, para introducir cambios
significativos en la conformación del poder.

También elementos de la pequeña burguesía intelectual y política se


acercarán gradualmente al gobierno, compartirán sus objetivos y ocuparán
roles importantes en la administración pública o en niveles de asesoría. A partir
de 1968(45), hay así una progresiva confluencia de representantes políticos del
reformismo frustrado, con actores militares que partiendo de las reformas antes
planteadas, conducen a un proyecto político qué las supera, encuadrado
gruesamente en la opción antioligárquica presente en toda la década del 60.
Los militares, y Velasco en particular, serán muy precisos en retener todo el
nivel de decisión y aceptarán estos apoyos individuales sin concesión alguna a
los partidos o grupos de donde provienen estos elementos (46). El proceso, a su
vez, madurará estas articulaciones, generando cuadros civiles en torno a las
distintas tendencias en pugna.

(44)
"El Comercio", empeñado en larga campaña contra la IPC y probablemente conciente de la nueva ligazón entre el
APRA y Acción Popular, apoyará inicialmente al nuevo gobierno. En todo el siglo ha apoyado a los gobiernos militares y
éste, en su primer año, no le proporciona evidencias de la política que luego los enfrentará polarmente.
(45)
La adhesión de estos grupos al gobierno es un proceso gradual que comienza a partir de la nacionalización de la IPC
y se ensancha con la decisión de realizar una efectiva reforma agraria. Esto es válido especialmente para estos cuadros
que en los momentos del golpe velan con recelo a los militares en el poder.
(46)
Provenientes del PDC, de Acción Popular Seoanista, del Movimiento Social Progresista y en muy escasos miembros
del PC, aunque con renuncia desde años antes. También se encontrarán antiguos apristas de diversas épocas.
La actuación de las distintas fuerzas sociales y políticas se dará así dentro
del gobierno y de la cúpula de la Fuerza Armada, trasladando allí su lucha por el
poder. El General Velasco y la tendencia que encabeza, lograrán ser
hegemónicos en un largo período, reteniendo la iniciativa política en cada
coyuntura y haciendo frente al embate de sucesivas tendencias contradictorias.
La legitimidad de Velasco y del Gobierno en su conjunto será conquistada a
partir de la nacionalización del petróleo, hecho que consolida notoriamente al
nuevo régimen. A partir de entonces, la escena comenzará a ser bastante
diferente a la del período anterior: las coyunturas, los enfrentamientos y el
debate político se sucederán con un gobierno que intercala progresivamente,
una a una convertidas en hechos, las banderas levantadas por las posturas
reformistas y revolucionarias en los últimos veinte años, hasta agotar
rápidamente las primeras y ofrecer otras nuevas y casi impensadas en la
escena oficial anterior. Las posiciones pueden no coincidir; el autoritarismo
tradicional puede verse latente en los militares e incluso el escepticismo se
mantendrá por buen tiempo en muchos actores y observadores políticos. Pero
para todo observador será innegable que el gobierno retiene la iniciativa
política, enfrenta agresiones de fuera y dentro y señala un rumbo al proceso
social que rápidamente tendrá impacto movilizador en los sectores populares,
hasta preocupar a sus propios conductores. Tras esta imagen global, la lucha
política atravesará al gobierno, se traslucirá en la escena a pesar del
hermetismo militar y condicionará los resultados de cada período.

3. SIGNIFICADO DEL 68 EN EL PROCESO POLÍTICO PERUANO

El significado del proceso iniciado en 1968 es y será todavía objeto de


polémica, desde muy diversos ángulos. Su importancia en la comprensión del
actual curso histórico es tal que no puede evadirse la presentación de algunos
elementos que, como gran parte de los presentados en este trabajo, resultan
puntos de partida para una investigación más sistemática del Estado y la lucha
política en este período. El gobierno nacido en 1968 se definió a sí mismo como
Gobierno Revolucionario y mantiene hasta hoy esa denominación. Se le ha
cuestionado ese calificativo desde diversas posiciones políticas, dando cuenta
más del carácter valorativo del concepto que de una aplicación razonada de
esta noción. En todo caso, desde 1968 ha corrido mucha agua bajo los puentes
y es preciso realizar esta discusión en los distintos niveles, momentos y
orientaciones contradictorias del proceso político.

En perspectiva histórica es preciso abordar una primera aproximación. El


Gobierno del 68 hace un corte en el proceso histórico que cancela la vigencia
de una forma de dominación, en crisis desde la década del cincuenta. La
oligarquía sale del bloque en el poder y se intenta una redefinición de las
relaciones con el capital imperialista. Ello, aunque se realiza en un período que
cubre por lo menos el borde de 1970, es parte del hecho político iniciado con el
golpe del 68. A partir del 3 de octubre no hay un simple cambio de gobierno o
de representantes políticos; tampoco se trata sólo del cambio de instituciones.
Son clases y fuerzas sociales que luego de larga permanencia en el bloque en el
poder y luego de haber definido con su hegemonía todo un período histórico,
dejan el gobierno primero y el poder real luego. Este es un hecho revolucionario
que abre las puertas a otras clases, subordinadas y dominadas; es un hecho
movilizador por sí mismo que no parece dejar posibilidad de retorno. Es cierto
que no ha cambiado el carácter capitalista de la sociedad y del Estado, es cierto
que la burguesía industrial, siempre subordinada y luego en pugna con la
oligarquía, sale potenciada. Esa misma potenciación -que enmarca su ofensiva
en el período 1970-74, por ejemplo-, es ya consecuencia de una revolución
política(47).

A partir de este cambio histórico el curso del proceso es más complejo.


Proyectos políticos que enuncian la recusación del capitalismo se presentan en
el gobierno pero no logran cuajar y aplicarse como tales, siendo discutible su
viabilidad, su carácter cualitativamente distinto y su resultante actual de clara
regresión. Lo que ocurre es que, superada la era oligárquica, nuevas
contradicciones salen al frente. En ellas el nuevo gobierno se debate, sin
romper sus términos capitalistas ni plantearse alianzas directas con las clases y
grupos sociales populares que den sustento real a una revolución social.

En otro nivel, cabe también analizar lo concreto del hecho político de


octubre de 1968. Qué fuerzas detiene y elimina; a cuáles se enfrenta, ataja o
encausa. Decididamente, no se trata de un movimiento de contención popular.
La Fuerza Armada no toma el poder para frenar una movilización en aumento.
El movimiento popular, reprimido especialmente desde 1965.estaba en claro
reflujo. En la década del 60, sus movilizaciones urbanas y rurales fueron
importantes para definir el rumbo antioligárquico del proceso. El Estado
reprimió con facilidad los brotes guerrilleros y limitó el resultado de las luchas
urbanas. En 1968 no hay "auge de masas" y la centralización política es muy
débil en estas clases. En vistas a las elecciones del 69, se procuraba organizar
la llamada Unidad de Izquierda que, sin embargo, difícilmente alcanzaría parte
sustantiva del poder. Fuera de esta opción "legal" los intentos de la época
tampoco significaron alternativa de poder a corto plazo. Difícilmente en este
cuadro el movimiento del 3 de octubre "contenía" una amplia movilización o un
proyecto político concreto que la condujera, aunque fuera parcialmente.

Se frena, más bien, el intento de la fracción industrial de la burguesía


dependiente, por solucionar en sus términos la crisis del bloque en él poder,
favoreciendo aún más a sus aliados foráneos. Este freno de la coyuntura no
supone su eliminación por el carácter limitado de la acción antioligárquica. La
contradicción que supone el enfrentamiento al nivel político -al frustrar su
(47)
Entendemos que la intervención militar del 68 se presenta como una revolución política en tanto se cancela una
forma de dominación que enmarca todo un período histórico en la sociedad peruana. Con ella salen del bloque en el
poder clases y fracciones dominantes que lo definían. Se rompe definitivamente la hegemonía política de los
agroexportadores y éstos, al igual que la burguesía financiera y los gamonales, salen del bloque en el poder y pierden
su base material. Quedarán rezagos, grupos subordinados que de por sí no definirán los nuevos términos del poder. NO
ES UNA REVOLUCION SOCIAL en tanto que ésta supondría modificar las bases del poder de tal modo que las clases
social y económicamente dominadas hayan pasado a disponer de un mayor poder de decisión. Es claro que obreros y
campesinos no pasan a conformar el bloque en el poder, pero tampoco los efectos de la revolución del 68 quedan sólo
en el seno de éste. Las reformas constituyen situaciones movilizadoras y abren un espacio político a los sectores popu-
lares que se aprecia claramente en el período. Las cooperativas, las comunidades, el incremento de los sindicatos abren
márgenes claros a la acción de los sectores populares. Es necesario evaluar estos efectos sociales sin por ello confundir
los niveles y entender ya, de por sí, que estos sectores tengan poder para definir los términos de la política económica,
por ejemplo, que claramente los afecta. En la larga tarea pendiente de investigación, importa apreciar en cada período
las luchas populares dinamizadas en este cuadro político, las medidas propuestas por representantes políticos -ahora
militares- de las distintas tendencias, los intentos de conciliación con los intereses dominantes y la resultante obtenida
en las sucesivas etapas. Así en el curso de la escena política amplia se podrá apreciar qué articulaciones se producen
en la lucha política concreta que se da entre el poder y los dominados, a un nivel, entre parte del gobierno y la
burguesía -con antiguos y nuevos representantes políticos- y qué variaciones importantes hay en estos siete años.
proyecto- junto con la potenciación que en el nivel estructural significa para
esta burguesía la eliminación de la oligarquía y el mantenimiento del carácter
capitalista de la economía explicarán, en parte, los nuevos términos de la lucha
política que serán netos en el período 1970-74 y adquirirán mayor fuerza luego.
Viendo en perspectiva el proceso, se sucederán así nuevas contradicciones que
darán lugar a coyunturas en las que parte del gobierno se enfrentó a la
burguesía liberal -heredera global del proyecto Ulloa- aparentemente caída
dentro del gobierno entre 1974 y 1975, pero que luego en la Segunda Fase
logrará nuevamente asumir la ofensiva.

Si bien en su origen el gobierno no es un movimiento de contención


popular, es claro que asumirá tal carácter en coyunturas posteriores y
especialmente en la actualidad. Más aún, sus reformas iniciales y la naturaleza
de su discurso político, en busca de legitimar un nuevo proyecto, tendrán un
efecto movilizador muy amplio en la sociedad peruana. La Reforma Agraria y la
Comunidad Laboral tendrán ese efecto y ante él se intentarán primero
articulaciones políticas controlistas desde el propio Estado y se optará luego, en
la Segunda Fase, por la contención a partir del "estado de emergencia".(48)

Este complejo cuadro relativiza así los calificativos, invitando al


seguimiento de la escena política como camino para la comprensión de los
términos y límites de la lucha política. Es tarea que abordamos en los siguientes
capítulos de este trabajo.

Sin embargo, para comprender mejor el punto de partida, es preciso


resaltar el significado de lo que a partir del 68 configura una nueva situación
histórica. En un país escaso de memoria, en el que los mismos actores políticos
defenestrados el 68 asumen hoy el rol de jueces, es preciso incluso ser
reiterativo respecto de lo rescatable de un momento que a pesar de los cam-
bios actuales, parece constituir un corte en la historia.

La cancelación del Estado oligárquico es un hecho a partir del proceso


iniciado en 1968. El 3 de octubre la oligarquía perdió sus representantes
políticos en el gobierno, Intentó inicialmente rodearlo de manera tradicional, sin
conseguirlo. No volvió al seno del poder y poco después perdió su base
económica: los latifundios agroindustriales, el control del comercio exterior, la
Banca, etc. En años posteriores, el poder de grupos sociales subordinados a
dicha oligarquía se redujo aún más: grandes y medianos propietarios de la
costa, gamonales serranos y comercio regional que enfrentan el avance de
entes estatales(49). El poder, antes oligárquico, se concentra principalmente en
el Estado, el cual amplía también su margen de acción al redefinir relaciones
con el capital imperialista.

(48)
Que suprime en términos reales el derecho de huelga; permite la más amplia acción policial preventiva: detención de
dirigentes, juicio en tribunales militares, detención sin orden del juez; limita el derecho de reunión "a discreción" del
Gobierno, etc.
(49)
El estudio de los poderes regionales y la persistencia del gamonalismo a pesar de la expropiación de grandes
latifundios tradicionales debe ser abordado para entender su nuevo, aunque limitado, rol que parece tener mucho que
ver con la expansión regional de los entes del Estado. En un reciente libro de DESCO se señalan algunas hipótesis a
desarrollar (Ver: PEASE, GARCIA-SAYAN, EGUREN y RUBIO. ESTADO Y POLITICA AGRARIA. DESCO, Lima, 1977).
La nacionalización de la IPC, sin pago real alguno, es un hecho aislable
pero políticamente significativo que creará condiciones para la recuperación de
otros recursos naturales por medio de la expropiación (Cerro de Pasco,
Marcona, etc.), El control de la comercialización de los minerales y el petróleo,
el impulso de nuevas empresas estatales en éstos y otros campos, la
expropiación o recuperación de empresas que brindan servicios básicos como
electricidad, los teléfonos o los ferrocarriles (hasta entonces en manos
extranjeras) la adquisición de la mayor parte de la Banca, constituyen cambios
que configuran nuevas formas en el poder. Todo ello va señalando una nueva
forma de Estado, aún en redefinición, con poder económico efectivo, pero que
sin embargo, al no romper con el sistema capitalista no podrá dejar de ser
dependiente.

En efecto, es indesligable la salida de la oligarquía del bloque en el poder,


de la redefinición de relaciones con el capital imperialista. Ello no sólo se da en
un mismo proceso. Se trata de poderes que se refuerzan y que corresponden a
una forma de dominación que comienza a ser parte del pasado a partir del
conjunto de cambios dados fuera y dentro del país en las dos últimas
décadas(50).

Estos elementos son necesarios para comprender los términos de la lucha


posterior. Para ello es preciso comprender también lo que significó el 68 para la
burguesía industrial. Esta fracción pierde también sus representantes políticos
en 1968 e intenta rodear al Gobierno, al igual que la oligarquía, pero con más
éxito. Resulta potenciada en términos estructurales, porque las reformas
antioligárquicas hacen posible el desarrollo capitalista en sus términos más
modernos. Esta constatación a nivel estructural no es comprendida por sus
representantes gremiales, menos aún por sus representantes políticos civiles,
que se aferran a una ideología liberal tradicional, anti-estatista, que se enfrenta
a las reformas que propugna parte del Gobierno, aunque tiene representantes
militares dentro de éste que condicionan el largo enfrentamiento del período
1970-74. La lucha política en ese período ha de radicalizar a ambas posiciones
pero, al no plasmarse en cambios concretos de la estructura productiva y de la
política económica, mantendrá la ventaja estructural que las reglas de juego del
capitalismo otorgan a sus defensores más ortodoxos. Por ello, aunque el
gobierno adquiere parte de la Industria Básica, expropia la producción y
procesamiento de la harina de pescado, introduce la cogestión en la industria y
propone como meta la Propiedad Social hegemónica, los sectores industriales
acrecientan su poder económico y tienen capacidad de chantaje y
condicionamiento que influirá en los cambios en la correlación de fuerzas
producidos a partir de 1975. En el nivel político, hay coyunturas que muestran
la caída de la burguesía industrial y la recuperación de su iniciativa, vistas
aparentemente sólo como pugna entre líderes militares, pero condicionadas por
el funcionamiento real y concreto, en lo económico de corto plazo, del
capitalismo dependiente. Sin mecanicismos y con amplio lugar para la lucha de
las distintas opciones, el curso del proceso es influido a su vez por cambios en
la política imperialista para la región y por los efectos de la crisis económica
(50)
Nos referimos incluso a cambios en las formas de dominación imperialista y a sus posibilidades de asociación con
una nueva forma de Estado capitalista dependiente. La oligarquía no se adecuó a estos cambios desde años antes e
incluso sus representantes políticos vieron el problema de la IPC como caso aislado, concurriendo a felicitar al Gobierno.
mundial del capitalismo. Es, con todo, un distinto curso histórico aperturado con
los cambios ocurridos en 1968.

El conjunto de reformas tiene, a su vez, impacto en las clases populares.


Campesinos y trabajadores rurales reciben la tierra en formas asociativas.
Aunque el poder del Estado sobre estas empresas es enorme y la política
económica les es adversa, ello significa la posesión de instrumentos concretos
antes inaccesibles. El margen de juego y la conciencia política se potencian.
Obreros y empleados urbanos reciben la cogestión progresiva. Aunque la
Comunidad Laboral es menos concreta que la propiedad formal de la tierra, es
también instrumento de concientización y organización. Estas reformas y el
discurso político inherente producen una amplia movilización popular que se
enlaza desde la base con el crecimiento de las organizaciones sindicales y su
maduración. Ello es también un cambio significativo respecto del período
anterior, pero con efectos más limitados en tanto que el nuevo régimen hereda
del Estado oligárquico una amplia capacidad de desarticulación política que se
perfecciona y estimula cuando hace frente a un movimiento popular sin
dirección centralizada, joven e inmaduro por los sucesivos cortes represivos que
vienen de muy lejos. A pesar de todo, el estado de emergencia actual por
ejemplo, para imponer una política económica de efectos similares a las de
1958 o 1967 -que no requirieron de estas medidas de seguridad puede indicar
diferencias de magnitud e intensidad en la organización popular.

De esta forma, la escena política adquiere a partir de 1968 nuevos


términos que condicionarán la lucha de sus actores. La posibilidad de formular
un proyecto de Estado. Nacional, con la autonomía de decisión que supone, se
estrellará sucesivamente con los obstáculos de una formación social capitalista
dependiente, que en la era de los monopolios deja cada vez un margen menor a
las posiciones nacionalistas, mientras no se rompan las nuevas y más sutiles
formas de dominación burguesa. Ello ha de concluir, tras sucesivas batallas, en
la crisis del proyecto político de la Fuerza Armada, notoria meridianamente en
1975 y agudizada después. Con cierta terquedad cíclica, los actores políticos
volverán a recurrir al pragmatismo de Ulloa en 1967, o de Beltrán en 1958,
haciendo concesiones a la presión imperialista y arriando reformas propuestas
para esperar que, superada la crisis, el momento político vivido sea visto como
un paréntesis. Ello cuestionará -como entonces- la legitimidad del régimen,
aunque difícilmente repetirá la historia pues ni las condiciones son las mismas,
ni los marcos institucionales pueden forzarse más. Un cambio real, a partir del
nuevo. Estado, exige rupturas que requieren la presencia directa de las fuerzas
sociales que se beneficien con el cambio. Este, o es profundo y cuestiona el
sistema mismo, o mantendrá el poder y la ofensiva de las nuevas clases
dominantes, que en la coyuntura actual son potenciadas por la lógica misma del
sistema económico.
CAPITU LO II
1968-1970: ¿Criollización
o Radicalización?
1. LAS OPCIONES BASICAS

En los dos primeros años de gobierno se definen algunos rasgos básicos


que, aunque presentes en los documentos del 3 de octubre, no mostraban
entonces su hegemonía en el nuevo gobierno. La alternativa principal de esta
primera etapa puede bien calificarse, como lo hace Francois Bourricaud, de
criollización o radicalización(51) pues lo que en esencia se define en este período
es la ruptura con la fracción hegemónica de la oligarquía -los llamados
agroexportadores-, con lo cual el nuevo gobierno se distinguirá de todos los
golpes militares de este siglo. "Criollización", en este cuadro alude al fácil
acomodo en el poder, defendiendo los intereses tradicionalmente expresados
en el Estado oligárquico. Es un "acriollarse" que hace referencia a la política
menuda de los períodos anteriores de nuestra historia, en la que un caudillo
toma la iniciativa, sorprendiendo a los grupos de poder oligárquicos o
articulando con parte de ellos para luego, al margen de sus declaraciones
iniciales, (siempre grandilocuentes y referidas al "interés general" desatendido
por el antecesor) resultar defendiendo los mismos intereses que el gobierno
anterior, pero usufructuando directamente los goces, económicos y políticos,
del poder. "Radicalización", en cambio hace referencia a las posiciones
reformistas de la década del 60 que en su enfrentamiento con la oligarquía, han
ido radicalizando posiciones, desprendiéndose de los elementos más
conciliadores y llegando a coincidir con la izquierda en determinadas banderas
políticas. Aplicando este calificativo a los militares se hace referencia también al
hecho de que las circunstancias mismas de los primeros años -la reacción de la
oligarquía y del gobierno norteamericano- radicalizan las posiciones iniciales. Lo
esencial en estas opciones es la definición nacionalista y antioligárquica. Podría
haberse expresado así en el título, pero preferimos usar los términos
mencionados porque dan cuenta de la vaguedad inicial de las alternativas
vistas en la escena, de la escasa definición -pública y real- importante en la
confusión de los actores políticos del momento.

En todo caso, los hechos y declaraciones nos permitirán advertir la


existencia de tendencias y lucha política en la cúpula, más allá de la
información siempre especulativa sobre el significado de cada nombre al consti-
tuirse el gobierno. Borricaud utiliza la frase "huída hacia adelante" para
caracterizar la actitud de la tendencia radical y su necesidad de radicalización.
Es evidente que en la coyuntura su permanencia en el poder pasa por esta
necesidad de radicalización. No hay que olvidar, sin embargo, que la coyuntura
ofrecía también a los militares la alternativa de realizar pequeños cambios y
volver a los cuarteles en un plazo prudencial, optando por elecciones
tradicionales que consagraran a sus líderes en el poder del Estado.

Este período está marcado por la nacionalización de la International


Petroleum Company (lPC) medida que consolida al gobierno y legitima el golpe
militar. Frente a este tema la posición del gobierno aparece unitaria: el
nacionalismo militar no admite discusión interna; la soberanía nacional, como
valor reivindicado en este acto, hace difícil que un general o ministro asuma

(51)
FRANCOIS BOURRICAUD. "Los militares ¿por qué y para qué?" en APORTES Nro. 16 - París - Abril 1970.
una posición discordante. Más aún, otros actores políticos conservadores y
comprometidos en años anteriores con la política entreguista frente a la IPC, no
van a atreverse a defenderla en esta coyuntura. Tal es el caso del partido
Odriísta o del Movimiento Democrático Peruano -partido del expresidente
Prado- cuyos líderes concurren a Palacio a felicitar al gobierno por su actitud y
declaran su adhesión a la medida nacionalista(52).

Sin embargo, el cuadro de conflictos y chantajes que se produce a partir de


la toma de la Brea y Pariñas sí genera perspectivas distintas que muestran, en
segunda instancia, una actitud conciliadora presente en el gobierno frente a la
presión norteamericana. Ello podrá verse, por ejemplo, en la política económica
sostenida por el General Valdivia y en la autorización de salida de dólares que
éste emitiera en favor de la IPC.

Más allá del problema petrolero, es la reforma agraria la que ha de definir


la opción entre criollización y radicalización. En lo que a esta etapa se refiere,
se trata de definir alianza o enfrentamiento con los agroexportadores que
reunidos en torno a la Sociedad Nacional Agraria (SNA), impidieron quo la
reforma agraria del gobierno anterior afectara sus grandes latifundios. Los
militares se encuentran con una ley vigente que no puede operar si no se lo
asignan fondos; por ello fa discusión inicial es sobre el presupuesto para la
Reforma Agraria. Dos temas se abrirán de inmediato: la insuficiencia de la ley y
la necesidad de cambiarla, por un lado, y la política de precios que dada la
situación económica exige definiciones y tiene como precedente la oposición de
la Sociedad Nacional Agraria a todo control por parte del Estado, por el otro.

Al producirse el golpe de 1968, los agroexportadores pierden sus


representantes políticos pero retoman el antiguo camino de "rodear" al
gobierno, de expresarse a través de entes gremiales y presentarse como "las
fuerzas vivas" que apoyan al gobierno en su conjunto, critican a aquellas partes
que más so le oponen y estimulan a ministros "amigos" que terminan
representando sus Intereses. Este es un antiguo estilo que por mucho tiempo
ha sabido jugar la oligarquía(53).

Esta no ha salido a la palestra con partidos propios, sino que ha rodeado y


aconsejado, presionado y chantajeado a los intermediarios políticos de cada
(52)
Es posible que el pradismo en su acercamiento al gobierno esté indicando el rodeo de una fracción de la oligarquía,
la financiera, que ya en el perrada anterior estaba en segundo plano, que no miraba con buenos ojos el proyecto Ulloa y
afrontaba problemas con la presencia cada vez más fuerte del capital extranjero (entes financieros e inversionistas
representados por Ulloa) sin usarlos como canal intermediario. En la crisis del "Imperio Prado", a partir de los problemas
financieros del Banco Popular, se expresará este deterioro públicamente, aunque él existiera desde antes. Un apoyo del
Estado (que en la época del Presidente Prado usaba al Banco Popular para depositar los fondos de más lento
movimiento, por ejemplo), e incluso incentivar posturas nacionalistas para ofrecerse como alternativa peruana (frente al
avance de la Banca controlada por el extranjero, por ejemplo) podrían resultar muy útiles al poder de esta fracción en
decadencia. Los intentos de rodeo no se limitaron a esta adhesión de sus antiguos representantes políticos. Incluyeron
acciones de las "Fuerzas vivas" con presencia de Mariano Ignacio Prado H., Presidente del Banco Popular y cabeza del
llamado "Imperio Prado".
(53)
El nuevo cuadro político generado por la carda de Belaúnde parece dar esperanzas a las fracciones oligárquicas de
mejorar su posición en el poder -en proceso de reacomodo con un largo período de pugna por la hegemonía con las
fracciones modernas (industriales)-, pues con Belaúnde cae Ulloa y resulta envuelto en el escándalo del Acta de Talara.
Ese hecho -aunque situado en los representantes políticos- era un rudo golpe para el poder inmediato de la fracción
industrial, y las fracciones oligárquicas podrán aprovechar la situación para resultar en mejores términos de negociación
desde el poder. Ello explica la importancia del "rodeo", el cuidado de la prensa en atacar y los múltiples juegos iniciales
en torno a los militares. Los agroexportadores juegan sus cartas, al igual que las otras fracciones oligárquicas. En la
nota anterior nos referimos a éstas.
época -fueran militares o civiles- logrando convertirlos en sus representantes.
De esta forma cuando encontramos tendencias a la criollización en la cúpula,
podemos ver en ellas la presencia de fuerzas sociales oligárquicas tales como la
fracción agroexportadora, la fracción financiera e incluso representantes ligados
al gamonalismo y a grupos regionales tradicionales.

Por otra parte, influyendo en los militares radicales podremos apreciar a


elementos de la clase media radicalizada que, como los antiguos social-
progresistas, los populistas del sector encabezado por Edgardo Seoane o los
demócratas cristianos, procuran canalizar sus inquietudes progresistas
apoyando a los militares más afines. Estos sectores tienen en común su fracaso
y frustración durante el gobierno de Belaúnde, en el cual constituyeron parte de
un reformismo radicalizado a partir de la lucha política y de la internalización de
valores de justicia social que alentaban el reformismo propugnado por los
grupos medios. Su presencia en algunos cargos de la administración (INP,
Agricultura) o su prestigio profesional (abogados, políticos, profesores uni-
versitarios...) y en algunos casos la vinculación personal con líderes militares(54),
dio cabida a un rol de asesores o funcionarios que resultó muy importante en
los primeros años.

1.1. LA TENDENCIA A LA CRIOLLlZACIÓN

En esta primera tendencia se pueden encontrar posiciones conciliadoras


frente a los efectos de la toma de Talara y la reacción de los Estados Unidos. A
partir de la tradicional obsecuencia frente al centro imperialista se teme la
agresión de éste y se es más propicio a aceptar soluciones tibias y "prudentes"
que concilien y permitan olvidar el asunto, "salvando la cara"(55), sobre el
problema de soberanía.

La perspectiva de una pronta convocatoria a elecciones está claramente


presente en esta tendencia, animada por el temor a los efectos que en la
unidad de la Fuerza Armada podría tener el ejercicio del poder estatal. Pensar
en elecciones no impide plantear medidas concretas que pongan orden luego
de 5 años de lucha entre el ejecutivo y el Parlamento. Antes de que los militares
volvieran a sus cuarteles convenía garantizar que se hicieran reajustes en la
Constitución, a fin de superar el híbrido que hizo posible la pugna estéril entre
dos poderes del Estado. Un pronto regreso a los 'cuarteles permitiría a la clase
dominante contar con una Fuerza Armada prestigiada como carta de reserva
por si los partidos le resultaran poco fieles en el uso del poder. Criollización
supone así cumplir un rol similar al que en el Siglo XX ha tenido la Fuerza
(54)
Caso de Augusto Zimmermann, entonces periodista, miembro del Partido Demócrata-Cristiano, Jefe de Redacción de
"El Comercio" y amigo personal del General Velasco.
(55)
En general, toda alternativa negociada suponía "salvar la cara" del nuevo gobierno pues éste requería de la imagen
nacionalista para justificar la intervención de la Fuerza Armada. Hacerlo no es difícil en una situación política en la que
la participación ciudadana es escasa Y en la que el Estado y los grupos de poder tienen tantos medios para engañar con
su versión a mayorías que no tienen acceso a la información, ni cuentan con un debate político amplio y extenso.
Recuérdese, por ejemplo, la Ley de nacionalización de La Brea y Pariñas que hace aprobar el APRA en el Parlamento al
comenzar el gobierno de Belaúnde. Eran palabras probadas con "show completo", cantando incluso el Himno Nacional-
que no significaban siquiera fijar términos a la política del Poder Ejecutivo. No tenía mayor sentido. Recuérdese
igualmente el Acta de Talara, firmada en ceremonia pública y presentada en forma de nacionalización, aunque era todo
lo contrario. En esta óptica, más aún tratándose de un nuevo gobierno, no era difícil encontrar una fórmula similar y ello
lo expresamos con la frase "lavar la cara".
Armada: garante del orden oligárquico y constante alternativa de ejercicio del
poder. En un corto período de transición se podían realizar algunas reformas,
que luego la oligarquía se encargaría de readecuar. La Reforma Agraria también
podría incluirse en esta óptica, pero en términos tales que no afectara
sustantivamente el poder de la fracción agroexportadora(56).

La pronta vuelta "a los cuarteles" no suponía para esta tendencia renunciar
al poder. Hay antecedentes cercanos -en Odría- de que una consagración
constitucional permitía conciliar intereses y lograr un gobierno estable. Ello
suponía, necesariamente, pactar con las fracciones oligárquicas y convertirse
en su representante.

En esta primera tendencia parecen ubicarse el Premier, General Ernesto


Montagne (que a su vez es Ministro de Guerra y Comandante General del
Ejército) y los Ministros de Hacienda,. General Angel Valdivia; de Fomento y
Obras Públicas, General Alberto Maldonado; y de Agricultura, General José
Benavides. Este último resultó ser un hombre muy vinculado a la derecha
tradicional. Hijo de un Mariscal que gobernó dos veces en este siglo muy a
gusto de la oligarquía(57); propietario de tierras costeñas y de industrias, fue
promovido por "La Prensa" como -el "General simpático", útil en caso de
elecciones. Es probable que otros ministros se ubicaran en esta tendencia, pero
en roles aparentemente secundarios. Es coherente que el alto mando de las
tres armas -Generales y Almirantes con mando- se ubicaran políticamente en
esta óptica, más aún si en su mayoría no participaron en la iniciativa del golpe.
En todo caso, esta tendencia carece de un líder de la talla de Velasco y con
capacidad para hacerle frente; pero tiene a su favor un hecho coyuntural: el
forzoso pase al retiro del General Velasco el 10 de febrero de 1969, fecha en
que cumple 35 años de servicios como oficial, límite establecido por la ley para
acogerse forzosamente al retiro.

1.2. LA TENDENCIA RADICAL

Frente a la criollización está planteada la posibilidad de radicalización


desde el mismo 3 de octubre de 1968. Hay en los documentos del golpe una
efectiva voluntad de cambio que no parece ser una simple respuesta a la
coyuntura, también hay en el lenguaje de Velasco una explícita actitud de
enfrentamiento al orden tradicional, que trasluce una opción antioligárquica
presente en la escena política desde hace muchos años, pero hasta entonces
incapaz de imponerse. Es factible ver en esta radicalización una reacción de
actores políticos (ahora militares) que provienen de los sectores medios y que
sin mayor pulimento ideológico expresan las frustraciones y aspiraciones de
estos grupos sociales, sensibilizados por la oportunidad que el Ejército les
brinda de conocer el país y por el entreguismo y la claudicación que mostró el
(56)
Ya en la ruptura de la Coalición APRA-UNO, a principios de 1968, hay evidencias públicas del distanciamiento con los
gamonales, progresivamente dado en todo el período.
(57)
El Mariscal Oscar R. Benavides subió al poder en 1914, derrocando al Presidente Billinghurst en operación articulada
con el Congreso, impulsado por la oligarquía amenazada tibiamente por el populismo del Presidente Billinghurst. Luego,
en 1933, al morir el Presidente Sánchez Cerro, Benavides recibió encargo del Congreso de concluir su mandato y
gobernó hasta 1939.
régimen anterior, en aspectos tan cercanos a los valores de la institución
militar. Los discursos de los primeros años no tienen la coherencia
terminológica, ni la sofisticación que luego tratan de introducir los asesores
civiles, pero expresan de manera más radical y posiblemente más fiel la
voluntad de cambio, sin proyecto propio aún, de esta tendencia radical.

En esta tendencia debe resaltarse el valor de la iniciativa frente al coloso


imperialista. Es verdad que en la coyuntura del 68, ni los partidos más
reaccionarios se atreven a defender a la IPC. Pero ello es un hecho a partir de la
toma de Talara el 9 de octubre. Sólo días antes, el gobierno de Belaúnde se
defendía en la prensa y en la televisión del ataque de los sectores nacionalistas
y progresistas. El escándalo era un hecho coyuntural, centrado más en la
pérdida de una página del contrato que en el hecho mismo que supone una
solución negociada a un problema que sólo cabra resolver por un acto de
soberanía. Puede verse en esta tendencia radical una permanente voluntad de
no ceder a la presión de los Estados Unidos. Esta se canalizaba a través de los
más sutiles medios y chantajeaba con la refinanciación de la deuda externa y la
posibilidad de cortar créditos al gobierno. La opción radical significa -en la
coyuntura del 68- no ceder ante la IPC, cuestionar a fondo el régimen anterior y
su política planteando reformas radicales concretas tanto en lo que respecta al
agro como en la recuperación de los recursos naturales, Ello tiene que hacerse
y no decirse; el Gobierno tiene que utilizar el factor sorpresa porque se parte de
un Estado débil, de una coyuntura económica muy difícil y de una Fuerza
Armada que no es coherente social, ni políticamente(58). La opción radical en
estos primeros años no pasa por una vuelta a elecciones; más aún, no descansa
en un apoyo político civil, más allá de la contribución que a título personal
puedan dar algunos políticos reformistas radicalizados. Los dos partidos
mayoritarios que existen en 1968 se sitúan frente al gobierno: son el APRA y
Acción Popular. Ambos han dejado de lado sus banderas reformistas para
buscar un pacto explícito con la oligarquía o concilian con ella. Los partidos que
se oponen a ese pacto son más bien pequeños núcleos de cuadros
profesionales o dirigentes, sin posibilidad de arrastre de masas (59). Todo ello
hace necesaria la presencia y actuación de esta tendencia desde el poder
estatal y sin más intermediarios. No podrán negar, en sus declaraciones,
posibles salidas electorales, pero las colocarán desde ya en el mediano plazo.

El eje de esta tendencia resulta el propio General Velasco, líder del golpe
del 3 de octubre y conductor férreo del proceso desde el primer momento. No
es hombre cultivado sino audaz, inductivo, capaz de mandar y ser obedecido.
Desde el Comando del Ejército ha planeado el golpe con un grupo de coroneles
que sólo depende de él y a partir de un hecho consumado tiene capacidad para
negociar con los mandos regionales del Ejército, con la Marina y la Fuerza

(58)
La no coherencia proviene de su composición social heterogénea y de su propia función en el aparato del Estado. Por
lo general la politización ha sido de una cúpula militar o de elementos aislados.
(59)
Democracia Cristiana, Partido Comunista Peruano, restos del Movimiento Social Progresista y Acción Popular
Seoanista.
Aérea, administrando prebendas y posiciones, halagos e imposiciones(60) para ir
ganando posiciones en el nuevo poder constituido.

A partir del golpe, Velasco -convertido en Presidente- podía usar en su


favor la fabulosa concentración de poder que este cargo tiene en un Estado
centralizado como el peruano. Ello le aseguraba la base necesaria para
mantener a su favor la correlación de fuerzas a pesar de no contar con la mayo-
ría entre los Generales e incluso entre los Ministros.

Rodeando a Velasco son parte central de esta tendencia los Coroneles


"autores"(61) y otros jóvenes oficiales que se agrupan en torno al Comité de
Asesoramiento a la Presidencia de la República (COAP); desde allí ejercen
influencia sobre el Gobierno y luego sobre los ministerios. Coroneles como Jorge
Fernández Maldonado, Leonidas Rodríguez, José Graham o Aníbal Meza Cuadra,
son vistos entonces como representativos de la tendencia radical. Pero en
1968, ni son ministros, ni tienen mando de tropa: su poder les viene del acceso
a Velasco y de la capacidad de ser un equipo que actúa con éste.

A partir de ello ascenderán a Generales, mandarán las Divisiones claves (62)


y serán ministros.
Por la peculiar composición de esta tendencia -el líder y los Coroneles- el
pase al retiro de Velasco le hubiera eliminado de plano; ello hace de este hecho
un problema crucial de supervivencia.

Para comprender mejor el contenido político de cada una de estas


tendencias, es necesario analizar algunos hechos de la escena política. Lo hace-
mos a continuación, sin la pretensión de relatar una historia de lo ocurrido ni
menos aún de intentar enunciar todos los hechos. Se presentan algunos acon-
tecimientos que sirven para comprender y fundamentar la existencia de estas
tendencias, siendo elegidos en función de ello y tomando como base la cro-
nología política que elaboramos en DESCO, a partir de información de fuentes
periodísticas y documentales. Es obvio que no necesariamente serán los más
indicativos para quienes desde dentro, con información no pública, analicen los
hechos. Pero sí son los que se explicitaron en la escena política los que este
trabajo procura seguir.

2. HECHOS INDICATIVOS

(60)
Este es un rasgo propio de los regímenes del Estado Oligárquico y no exclusivo de este régimen, ya en transición
hacia otra forma del Estado. El ejercicio del poder se ha mantenido siempre utilizando el halago y la prebenda, la
imposición junto con la oportunidad de sacar ventajas. Esto último, que muchas veces llega al nivel delictivo, no supone
que la cabeza del gobierno participe de la ventaja o se enriquezca, pero si parece suponer que, al "hacerse la vista
gorda", se garantiza la incondicionalidad de quienes reciben del poder estas ventajas, económicas unas veces, de
prestigio otras, de colocación de familiares y amigos en puestos públicos, etc. En más de un caso, el "rabo de paja" ha
permitido un adecuado "llamado de atención" cuando se intenta enfrentar al poder.
El cargo de Presidente de la República concentra la mayor capacidad de otorgar estos privilegios. Por ello quizá se
mantuvo tanto tiempo la irracional disposición de hacerle firmar todo nombramiento, cese, condecoración, autorización
de viaje, etc., de funcionarios incluso subalternos. Pero ello no supone necesariamente que haya en la persona del
presidente enriquecimiento personal y actuación dolosa. Al respecto nada en este orden parece haberse probado sobre
los Presidentes Prado. Pérez Godoy, Lindley, Belaúnde o Velasco.
(61)
Se ha conocido con este nombre al grupo de oficiales cercano a Velasco que desde antes del golpe, prepararon con
él la toma del poder.
(62)
Nos referimos en particular al Centro de Instrucción Militar (Chorrillos) -CIMP y a la División Blindada, que parecen
tener importancia vital en ese tiempo.
UNO

Desde octubre de 1968, se comentaba en círculos políticos capitalinos la


existencia de un grupo de "Coroneles autores" del golpe, junto con el General
Velasco. El Semanario "Oiga"(63) recogía este rumor comentando, el 9 de
octubre, un posible desplazamiento del poder hacia esta tendencia.

La diferencia de énfasis en las declaraciones de los nuevos gobernantes va


a indicar, ya entonces, que por lo menos hay diversidad de opiniones. En
octubre de 1968, las declaraciones del Premier Montagne indicaban que se
convocaría a un referendum para decidir si las elecciones se harían con la
actual Constitución o con una nueva, señalando que en este caso se formaría
una comisión de "ancha base"(64). Casi al mismo tiempo, Velasco, ante una
pregunta, contesta al periodista que entregarán el poder a quien el pueblo elija,
pero precisa: "antes hay que sacar a flote el país"(65).

En esta diferencia de matices podría estarse expresando por parte de


Montagne la disposición a una vuelta a elecciones que, aún requiriendo de un
plazo e incluso de algunas medidas, supone básicamente tener en cuenta la
clase política existente, es decir: los partidos, el sistema electoral, o sea todos
aquellos que podrían integrar una comisión de "ancha base". Velasco, en
cambio, va distanciándose cada vez más de todos los cuadros políticos del
momento, comienza a atacar directamente a la "oligarquía interna y externa";
incorpora en su crítica no sólo al gobierno de Belaúnde, sino a todos los actores
políticos con poder en la época; plantea la necesidad de una democracia "a la
peruana", señalando que para ello deben primero "brindarle a la Patria
independencia, soberanía, autoridad y dignidad". Anuncia para ello una
revolución indetenible, basada en el binomio Pueblo-Fuerza Armada"(66).

DOS

La coyuntura del 68 tenía en el problema petrolero su centro vertebrador.


Pero no debe olvidarse que sólo un año antes se había producido una
importante devaluación y que el golpe se produce cuando el Ministro Ulloa
intentaba refinanciar la deuda externa y plantear términos adecuados para la
esperada venida de capital extranjero. Entre tanto las grandes empresas
exigían concesiones petroleras y mineras; facilidades de inversión y una política
liberal y prudente que, equilibrando ingresos y gastos, no cargara más presión
tributaria sobre el sector privado, aun a costa de reducir el gasto público en
sectores claves. Las mismas exigencias encontrará el nuevo Ministro de Ha-
(63)
En varios hechos de éste y los siguientes capítulos, hacemos referencia a artículos y comentarios del semanario
OIGA que han sido sistematizados en la Cronología Política. El rol de OIGA es muy importante tanto en el gobierno de
Belaúnde como en los primeros años de este régimen. En ella se expresaron posiciones progresistas contrarias a la
claudicación de Belaúnde; en ella se batalló entre 1968 y 1970 defendiendo a los sectores progresistas del gobierno
militar y expresando a veces en términos públicos hechos de la lucha interna. Hubieron luego roces y discrepancias
entre OIGA y el gobierno, especialmente a partir de las leyes de prensa.
(64)
PEASE Henry, VERME Olga, PERU 68.73: CRONOLOGIA POLITICA. DESCO Lima, 1974. Tomo I, hecho 124. Los Tomos
III y IV siguen correlativamente los hechos. En el Tomo III (1974) se incorporan al equipo JULIO CALDERON y ALFREDO
FILOMENO, retirándose alga Verme, quien viaja becada a Francia. El Tomo IV (1975) se trabaja con ALFREDO FILOMENO.
En el resto del trabajo toda referencia a esta obra indicará simplemente CRONOLOGIA POLÍTICA, con el número del
hecho y la página.
(65)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 132, p. 31.
(66)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 172 y 201. pp. 37 y 43.
cienda, General Valdivia y -según parece- se adaptará a ellas presionando al
resto del gobierno para aceptarlas.

El Ministro Valdivia reconoce públicamente que los Bancos y el Fondo


Monetario Internacional supeditan los créditos a que se solucione el problema
de la IPC según los intereses de los Estados Unidos (67). Intenta refinanciar la
deuda en Europa y luego anuncia éxitos en este intento. No se conocen las
condiciones específicas, pero sí se hizo público que se introdujeron importantes
recortes presupuestales y se propiciaron las concesiones petroleras. En fin de
cuentas la política económica que representó Valdivia en nada se diferenció de
la de su antecesor, salvo en el problema de la IPC que escapaba a su control. En
los hechos políticos de fines de 1968 se registran ataques al Ministro por la
reducción de fondos para las universidades y para la Reforma Agraria(68) aunque
en esto último se ve obligado a rectificar la decisión. Se comenta también -en
"Oiga" - una protesta del General Jorge Fernández Maldonado contra el Ministro
de Fomento, General Maldonado Yáñez, por repartir concesiones petroleras en
el zócalo continental(69). El semanario "Oiga" concentra sus críticas en el
Ministro Valdivia por sostener una política basada en el presupuesto equilibrado
y la refinanciación(70).

La caída de los Ministros Angel Valdivia (Hacienda) y Alberto Maldonado


(Fomento) será un hecho indicador no sólo de la lucha en la cúpula sino de la
orientación de la tendencia que llamamos "Criollización", orientación que
concilia con el régimen pre-existente y con la oligarquía que le dio origen. La
actuación de ambos, en 1968, los ubica claramente en esta tendencia. La causa
formal de su renuncia lo confirma: fueron involucrados con responsabilidad en
la investigación sobre venta de dólares a la IPC. Cualquiera que fuera el
problema legal o administrativo de este complejo asunto, es obvio que la
participación de los Ministros suponía por lo menos una actitud conciliadora y
hasta cordial con la IPC(71).

La renuncia de estos dos ministros se produce el 10 de marzo de 1969. Su


cambio tiene un peso significativo en el fortalecimiento de la tendencia radical.
Aunque en los hechos y declaraciones públicas no es posible probarlo, en
círculos políticos se vinculó la caída de estos ministros con la posición asumida
por ellos poco antes, con respecto al retiro del General Velasco. Se ha señalado
ya lo vital que esta decisión era para la tendencia radical. La decisión parece
haberse tomado en el mes de enero(72), aunque el 14 de diciembre el Premier
Montagne anunciaba que el General Velasco no dejaría la presidencia por

(67)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 216. p. 45.
(68)
CRONOLOGIA POLÍTICA. Hechos Nos. 299 y 251. pp. 65 y 53.
(69)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 305. Pág. 67
(70)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 254. Pág. 54.
(71)
"El 14 de febrero se hizo público que el Banco Central de Reserva dio en 3 meses 5 millones de dólares a la IPC.
Luego se eleva esta cifra a 17 millones. El Gobierno nombra una Comisión Investigadora presidida por el Presidente del
Comando Conjunto de la Fuerza Armada, la que encuentra responsabilidad en los Ministros Valdivia y Maldonado
Yañez". CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nos. 281, 287 y 291. pp. 61 y 63.
(72)
Esta aparente contradicción parece aclarada en el libro de A. Zimmermann "Camino al Socialismo", Imprenta
Humboldt Lima, 1976, pp. 23 a 42, al señalar que luego de anunciar el 14 de diciembre que Velasco se queda, el
Premier Montagne intenta reemplazarlo y la situación se define el 23 de enero de 1969. En dicho relato se confirman las
posiciones de los Generales Valdivia y Maldonado Yañez. Sin avalar detalles que requieren mayor investigación, los
hechos públicos señalan ya el conflicto de tendencias y personas.
motivo de su pase al retiro. Al respecto el hermetismo militar no permite
conocer la posición de los Generales Valdivia y Maldonado, pero de su actuación
política puede deducirse su posición. En todo caso, al renunciar no obtienen
mando alguno en el Ejército y poco después pasan al retiro. Ello constituye una
victoria evidente de la tendencia radical.

TRES

La Reforma Agraria es, sin duda, el hecho político más importante y


definitorio de este período. El cambio de gobierno significó una nueva política
pues entre las primeras medidas tomadas estuvo la expropiación de las tierras
de la Cerro de Pasco, en la sierra central, que el gobierno de Belaúnde
paralizara en sus últimos meses para no dañar sus relaciones con los Estados
Unidos. Sin embargo, lo definitorio no estaba en el enfrentamiento con
intereses extranjeros marginales como los de la Cerro de Pasco, empresa
minera que tenía estas tierras como actividad de segundo orden. Lo esencial
era, en la reforma agraria, el enfrentamiento con la oligarquía y, dentro de ésta,
con la fracción agroexportadora que tenía el rol hegemónico desde principios de
siglo. Esa oligarquía, que ponía y quitaba gobiernos, era capaz de crear serios
problemas al nuevo régimen. Controlaba la poderosa Sociedad Nacional Agraria
(SNA) y articulaba los intereses de otras fracciones de la clase dominante.
Esperaba controlar a este régimen en forma indirecta, tal como lo hizo en otras
ocasiones. Para ello debía expresarse a través de algunos miembros del
Gobierno y así parece haber ocurrido dado que los primeros meses muestran
contradicciones en varios niveles.

La revista "Oiga" -en noviembre de 1968- comenta la existencia de


contradicciones, particularmente en el caso de la reforma agraria y se refiere a
la campaña de "La Prensa" y "El Mundo" en busca de "un General simpático"(73).
Se refiere a la promoción que estos órganos de prensa hacen del Ministro de
Agricultura, General José Benavides. "La Prensa" es el diario que desde tiempo
atrás lleva una campaña en pro de la "revolución verde", confundiendo adrede
reforma agraria con proyectos de colonización en la Selva o de mejoramiento
de productividad en otras regiones. No es nuevo este planteamiento que
confunde lo esencial de una reforma agraria -cambio de la tenencia de la tierra-
con otros aspectos del problema agrícola que no resultan en conflicto con los
intereses de los terratenientes.

En abril de 1969, el General Benavides se reúne con la Sociedad Nacional


Agraria (SNA) y su exposición parece orientarse en forma tradicional,
refiriéndose sólo al problema de la productividad y haciendo sólo referencia
tangencial a la reforma agraria. Ello hace pensar en un "estancamiento de la
revolución"(74). Para entonces, sin embargo, ya en el COAP se preparaba la
nueva ley. Poco antes se había criticado la reducción de fondos para la reforma
agraria y el gobierno, corrigiendo su política, había otorgado una partida de 300
millones de soles, casi 3 meses después de iniciado el presupuesto anual(75).

(73)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 180, pp. 38 y 39.
(74)
CRONOLOGIA POLlTlCA. Hecho No. 388, p. 83.
(75)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 331, p. 71.
El Ministro Benavides dialogaba, sin embargo, con la SNA y no sólo en los
diálogos formales y públicos. En Arequipa, la filial de la SNA le ofrecía 5,000
campesinos en "pie de guerra" al tiempo que él anunciaba que "las tierras no.
trabajadas por sus dueños serán afectadas por la reforma agraria"(76). Esta
forma de plantear la reforma agraria es complementaria de la llamada
"revolución verde' y no era mal recibida entonces por los grandes agricultores.
Estas declaraciones se dan en el mes de mayo, poco antes de un Decreto Ley
que marca la ruptura inicial con la SNA: el control de precios para alimentos
básicos. Este hecho ocasiona que los mismos agricultores de Arequipa se
pronuncien en contra, el 7 de junio, sólo 20 días después de aplaudir al General
Benavides(77).

A partir de esto los hechos se precipitan. El 12 de junio el Ministro


Benavides renuncia al cargo y se reintegra al Ejército, pero no vuelve a asumir
ningún mando .importante. Se retira luego sin ascender a General de División.
Doce días después se promulga el Decreto Ley 17716, nueva Ley de Reforma
Agraria, que afecta en el día al sector hegemónico de la oligarquía quitándole
su base material: los ricos complejos agroindustriales que fueron exceptuados
de la reforma agraria por el Parlamento apro-odriísta en 1965. Los "barones del
azúcar"(78) desaparecen de la escena política como tales, aunque por la
diversificación de sus intereses económicos y financieros pueden verse algunas
de esas personas en otros sectores de la economía. La fracción hegemónica de
la clase dominante oligárquica pierde así, no sólo su representación en el
Estado, sino su base material. Ello abre campo para una recomposición del
bloque en el poder. La Ley de Reforma Agraria permite también afectar a los
antiguos gamonales: para ellos el proceso será más lento porque en 1969 la
prioridad política de la reforma 'agraria la tiene la Costa, y dentro de ésta, los
Complejos Agroindustriales. Esta parte moderna y más rentable del agro era la
que podía amenazar al régimen y recuperar terreno. En esa perspectiva, la
prioridad acordada era indispensable para el proceso de reforma agraria.

La Sociedad Nacional Agraria se readecua rápidamente. Toman el poder


hacendados medianos de la Costa y la Sierra, que antes ocuparon lugar
subordinado. Se aprestan a una nueva y larga batalla que empieza de
inmediato(79).

La Ley de Reforma Agraria es seguida, al día siguiente, por la expropiación


y toma de los complejos agroindustriales del Norte y por la progresiva
declaración de zonas de Reforma Agraria en todo el país. Se convierte en el
centro de la dinámica política gubernativa. Los partidos conservadores, Acción
Popular belaundista, el Partido Popular Cristiano y el minúsculo Partido Social
Demócrata Nacionalista, reclaman volver a la Constitución; el Partido
Comunista y la Democracia Cristiana se van orientando hacia el "apoyo crítico”;
el APRA -que tiene en los complejos agroindustriales una poderosa base
(76)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 402, p. 86.
(77)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 431, p. 89.
(78)
Término con el cual el partido aprista, desde los años 30, califica a quienes después serían sus aliados: el núcleo
central de la burguesa agroexportadora.
(79)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No 474, p. 100.
política- anuncia su estrategia de adaptación, reclamando del gobierno la
permanencia de la actividad sindical en las tierras expropiadas y su ad-
judicación a los trabajadores(80).

El 10 de agosto, en este clima de mayor legitimidad, el Presidente Velasco


declara a la prensa que la Fuerza Armada seguirá en el gobierno hasta 1975(81).
Es el inicio del "proyecto propio" marcado por el triunfo de la tendencia radical.

3. LA RESULTANTE

La resultante de este primer período es así una clara victoria de la


tendencia radical. Velasco ha logrado permanecer en la Presidencia, a pesar de
su retiro de las filas activas del Ejército(82). No se ha cedido frente a la IPC y se
ha emprendido una reforma agraria que, de entrada, quitó la base material al
más poderoso sector de la oligarquía. El gobierno viene sorteando el chantaje
de los Estados Unidos y se consolida su presencia en el plano interno, dejando
en segundo lugar la presión por una constituyente y elecciones.

En el gobierno Velasco ya no está sólo. Han salido tres ministros


conservadores y han ingresado dos de los Coroneles del COAP -los ya Generales
Fernández Maldonado y Meza Cuadra-, y un General que empuja decididamente
la reforma agraria en vez de conciliar con la SNA: el Ministro Barandiarán
Pagador. En la Jefatura del COAP, el General José Graham, recién nombrado,
integra con voz el Consejo de Ministros. También en ese período Velasco logra
un objetivo importante: el control directo de los mandos claves del Ejército, no
en la cúpula, sino en las Divisiones con más poder militar, sea por magnitud
(caso de la Comandancia del CIMP), o sea por poder de fuego (caso de la
División Blindada). En el CIMP se sucederán en el Comando el General José
Graham -además Jefe del COAP- y luego los Generales, Miguel Angel de la Flor,
Eduardo Segura y Ramón Miranda. En la División Blindada, los Generales Juan
Abad, Leonidas Rodríguez, Enrique Gallegos, Rafael Hoyos y Teobaldo Castro. El
control de estos mandos asegura a Velasco, y a la tendencia radical, que el
Ejército les será fiel, aun estando formalmente comandado por el General
Montagne y otros oficiales conservadores.

En la resultante, es preciso ver algo más que la victoria de una tendencia.


Es el régimen mismo el que cobra su carácter antioligárquico, que consolidará
en el segundo período. Si bien en octubre de 1968 este carácter era sólo un
anuncio, al finalizar 1969 es un hecho contundente. No se ha conciliado con las
fracciones oligárquicas. El proyecto político encara su liquidación, habiéndole
quitado una base sustancial de poder. La lucha política, intensa dentro del
(80)
Evidentemente esta síntesis no incluye sino referencias a la lucha dentro del gobierno. En forma más amplia y con
indicadores de los principales comunicados en debate se trata el punto en PEASE, Henry, "La Reforma Agraria peruana
en la crisis del Estado oligárquico" En: ESTADO Y POLITICA AGRARIA, DESCO, Lima, 1977.
(81)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 475, pág. 103.
(82)
En el Estatuto del nuevo gobierno, aprobado el 3 de octubre, se había previsto esta situación al señalar que el
Presidente de la República será un miembro de la Fuerza Armada, designado por los 3 Comandantes que integran la
Junta Revolucionaria. Al no hacer más especificaciones, ello permite que el cargo sea ejercido por cualquier miembro de
la Fuerza Armada, es decir, de cualquier grado o situación militar. La condici6n de miembro de la Fuerza Armada no se
pierde legalmente al pasar a las situaciones de disponibilidad o retiro. A pesar de esta previsión legal, el hecho de pasar
al retiro cuestionaba la permanencia en el poder en un gobierno que representa a la Fuerza Armada, por lo cual se
requería por lo menos una ratificación de la Junta. A su vez, el Estatuto exigía unanimidad para decidir la designación y
se Interpreto que el mismo requisito existía para remover del cargo al Presidente.
propio gobierno, llevará a nuevos y complementarios enfrentamientos. Se ha
emprendido una vía que hace difícil el retorno. Podrá discutirse su
direccionalidad, pero la gran burguesía agraria -los barones del azúcar- no
regresarán al bloque en el poder, al menos como tales.

En la resultante de 1969 la tendencia radical impone así todos sus


términos. Con ello y con la consolidación de Velasco en el poder, se aleja la
posibilidad de una vuelta a elecciones con los partidos e instituciones
tradicionales. Se emprende así el camino del proyecto propio.

CAPITULO III
La Burguesía Liberal Frente al
Velasquismo (1970-74)
Superada la definición inicial, el curso del gobierno se define por la
construcción de un proyecto político, diseñado por los militares desde el
gobierno. Este período cubre la consolidación del gobierno en torno a las
reformas que inicia, las cuales le otorgan una base de legitimidad a la vez que
aumentan los mecanismos de poder económico bajo su control directo.

El uso del término "burguesía liberal" requiere algunas precisiones como


punto de partida, aunque en las páginas siguientes se procura describir a los
grupos sociales que se articulan en esta tendencia. El término que usamos,
además de partir de los calificativos usados en el debate político de entonces,
pretende enfatizar algunos elementos en primer lugar el carácter más
netamente burgués de los intereses defendidos por esta tendencia, en
contraposición a los rasgos oligárquicos aún presentes en el período anterior.
Esta tendencia asume como hecho dado la liquidación de las fracciones
oligárquicas, burguesas y preburguesas. No las defiende y más bien pretende
recuperar en su favor el curso del proceso. Tanto en la burguesía agraria -antes
parte subordinada a la fracción agroexportadora- como en la burguesía
industrial -también subordinada, pero en pugna por alcanzar la hegemonía
política-; esta tendencia encontrará su base principal. El calificativo de liberal
tiene relación con el proyecto político que parece aglutinar a estas fracciones
de la burguesía. Supone comprender que la burguesía podía optar también por
un proyecto diferente, a partir de una articulación adecuada con el
Velasquismo, que incubaba tendencias a un capitalismo de Estado, como en
efecto parece ocurrir al final de este período.

Sin embargo, no es este el proyecto que parece nuclear a las fracciones


mencionadas: su lucha política ataca todo avance del poder empresarial del
Estado que vaya más allá de un simple rol promotor. También lo liberal se
refiere al nivel político propiamente dicho, en el constante reclamo de una
vuelta al régimen electoral, en la defensa de la libertad de prensa (entendida
como libertad de empresa) en la oposición a los proyectos del gobierno para
articular una base política propia(83).

Desde el gobierno se construye paso a paso el proyecto político militar. Sus


objetivos sólo se conocerán con posterioridad, cuando el Presidente Velasco
anuncie el PLAN INCA en 1974. El proceso no parece, sin embargo, ser fruto de
un plan pre-concebido tan detallado como el que mencionamos. Su acción y sus
(83)
"En la víspera del golpe militar, sin embargo, el papel del Estado se concebía primordialmente como el de un simple
protector y promotor de la débil e indefensa industria nacional contra las acometidas de los bienes de consumo
importados y la integración regional. Tendencias institucionales posteriores, en especial aquélla que surgiera liderada
por Raymundo Duharte en la SNI, se inclinan a indicar que el escollo más urgente para los sectores nacionales de la
burguesía derivan del problema de la movilización de la clase trabajadora, antes que de posibles conflictos con el
capital extranjero: (Ferner A. "La evolución de la burguesía Industrial en el Perú: Intereses y fracciones". Ensayo
manuscrito, traducido y publicado como material de enseñanza en la Universidad Católica. Lima, 1977).
En este campo queda pendiente mucha materia por investigar: la falta de una actuación predominante y orgánica de
partidos, sobrevalora el rol que juegan los gremios de propietarios (SNI, SNP, Construcción...) por un lado, y la prensa
por otro, y hace más difícil el trabajo de distinguir matices. A su vez, las diferentes estrategias de la burguesía en su
conjunto y de cada fracción en particular, requieren de investigaciones específicas, pues en la escena muchas veces
aparece sólo lo exterior. Precisar, por ejemplo, proyectos alternativos en la fracción industrial (proyecto liberal y
proyecto de capitalismo de estado) o ver si sólo se trata de estrategias complementarias articuladas: enfrentamiento a
un nivel y entrismo para controlar todo el proyecto militar, es tarea aún por dilucidar que no puede estudiarse, por otra
parte, sin ver las políticas específicas del capital imperialista del cual son tributarios en gran medida los industriales
nativos. La sola observación de la escena, límite de este trabajo en su fase actual, es insuficiente para conocer este
campo más complejo. Tómese por ello la denominación de esta tendencia en todo su sentido instrumental y provisional,
destinado a mostrar los términos en que se produjo la lucha política vista desde la escena oficial.
formulaciones tienen contradicciones y rasgos de oportunidad que indican más
bien que cada reforma o paso importante es la resultante de la lucha política
interna. En todo caso, es bastante discutible que en 1968 se incubaran y
aceptaran ideas como la Comunidad Laboral o la Propiedad Social en los
términos en que aparecen años después en la escena. No es improbable que el
Plan Inca existiera, como plan operativo de la toma del poder, con indicación de
las metas más generales, pero es difícil que fuera de otra manera. Este plan
podía recoger las principales reformas entonces planteadas: la Reforma Agraria
o la nacionalización de la International Petroleum Company (lPC), por ejemplo,
pero difícilmente incluir la Comunidad Laboral o la Propiedad Social.

El período se presenta intenso y largo. Cubre más de cuatro años, en la


medida en que la resultante global de la lucha política en la coyuntura no llega
a definirse hasta la salida del Almirante Vargas Caballero en mayo de 1974. En
esa ocasión la lucha política se define con la eliminación momentánea de una
de las tendencias en el seno del gobierno. Para facilitar el análisis de los
hechos, distinguimos al interior del período una primera etapa de tres años en
que se formula, paso a paso, el proyecto político (1970-72) y una segunda, de
año y medio, en que se da la crisis y definición (1973-74).

Este período es intenso en luchas políticas. Se diseñan y emprenden casi


todas las reformas estructurales del gobierno. Este llega al punto máximo de su
dinamismo. En la escena puede verse que es la reforma agraria la que avanza
con pasos más contundentes. Pero aparecen también la reforma industrial -Ley
de Industrias y Comunidad Industrial-, las comunidades laborales en la minería,
la pesca y las telecomunicaciones; la estatización progresiva de los servicios
públicos, la Banca y los recursos naturales; el proyecto de Propiedad Social y la
reforma de la prensa.

Es también un período intenso en luchas populares. La reforma agraria


dinamiza el movimiento campesino y sus cuadros dirigentes lo encauzan tanto
en apoyo al gobierno y a la reforma, como en la incipiente centralización de la
izquierda opositora al gobierno. La Comunidad Industrial y la acción que a partir
de ella desarrollan los empresarios y el gobierno, contribuyen también a
dinamizar el movimiento obrero. Ello ocurre en un cuadro de expansión y
fortalecimiento sindical bajo el liderazgo del Partido Comunista Peruano y de
otras agrupaciones de izquierda. Mientras que el primero subordina muchas
veces las demandas de sus bases al apoyo que brinda al gobierno, la izquierda
opositora enfrenta en bloque a éste en movilizaciones como las' de los
maestros y los mineros o en frentes como los que se organizaron con otras
fuerzas en el Sur a fines de 1973. Reciben del gobierno respuestas distintas y
complementarias: en el primer caso, el gobierno usa el apoyo del Partido
Comunista sin por ello hacerle concesiones significativas. En el segundo caso, el
gobierno enfrenta en bloque sus movilizaciones y logra aislarlas en la
coyuntura.

Con todo, la lucha central en la escena política se da entre el gobierno y los


gremios corporativos de la burguesía en este período. Estos se enfrentan
decididamente a la política del gobierno en la reforma agraria y en la reforma
industrial. Pero también en la reforma educativa y en los conflictos con la
prensa, el enfrentamiento será directo. Los gremios actúan junto con
intermediarios políticos ligados anteriormente a las fracciones oligárquicas y
también, en algunos casos, a la fracción industrial. De esta forma el proyecto
liberal de la burguesía, que presentamos como tendencia, actúa con diferentes
grupos articulados en el período. Así, la burguesía agraria desarrolla una larga
lucha contra la cooperativización de la Costa. La burguesía industrial se
enfrenta decididamente a la nueva Ley de Industrias que impone la Comunidad
Laboral y reserva la industria básica para el Estado. También habrá conflictos
importantes entre el Gobierno y los diarios, en tanto éstos constituyen el
principal canal de expresión de los grupos de poder más tradicionales. El
Colegio de Abogados de Lima saldrá a denunciar la "inseguridad jurídica" y,
aunándose al reclamo global de la burguesía, diversas instituciones apoyadas
por la prensa, emplazarán al gobierno atacando la reforma educativa.

Pocas veces la escena oficial se ha visto tan cargada de conflicto político.


Este, sin embargo, tiene una cierta artificialidad porque el poder real de los
grupos e instituciones que reaccionan contra el gobierno ya no es el omnímodo
poder que tuvieron en el Estado oligárquico. Un solo editorial de "El Comercio" o
una declaración frontal de las "fuerzas vivas" (SNA, SNI...) era antes suficiente
para hacer tambalear a un ministro e incluso a todo el gobierno. Esto ya no
ocurre al sustentarse el gobierno en la Fuerza Armada, sin un Parlamento o un
referente directo e inmediato a los grupos de poder en el plano político. El
fortalecimiento económico del Estado proporcionará mecanismos para dar
mayor solidez a la posición del gobierno pero, en el mediano plazo, podrá
apreciarse que la denuncia sistemática de la burguesía liberal logra impactar en
la Fuerza Armada y potenciar a sus representantes en el gobierno mismo.

Su lucha política no impide a la burguesía preservar sus ganancias de corto


plazo, más aún si obtiene apoyos y representación dentro del gobierno. Ello se
produce principalmente en la industria: la burla sistemática de la comunidad
industrial y la oscilante política del Ministerio de Trabajo lo muestran. Sucede
que la lucha política atraviesa el gobierno, aunque en apariencia se esté dando
un conflicto frontal entre éste y la burguesía liberal. Así, aunque en apariencia
el Gobierno como conjunto aparezca enfrentado a la burguesía liberal, el
enfrentamiento es sólo con una parte de éste y se reproduce en su interior
intensamente.

También en este período el gobierno se decide a competir en la lucha


política con otras fuerzas, generando organizaciones que, bajo su control,
respondan políticamente a la oposición de derecha e izquierda y superen a las
fuerzas políticas que le han dado su apoyo, aunque manteniendo su propio
juego. A esta necesidad sentida parece responder la creación del SINAMOS, así
como el operativo que crea la CTRP y otras medidas que se encuentran
embrionarias en esta etapa, pero que se desarrollarán en la siguiente. Esta
política, como el resto del proyecto, se construye desde el gobierno, ligando
aparatos de Estado a estos nuevos roles generalmente ejercido más allá de
éste. Como hecho político la acción del gobierno en este campo no se da
aislada de las estrategias y acciones producidas por los partidos y
organizaciones populares.
1. LAS OPCIONES BASICAS

Al señalar que la burguesía liberal se enfrenta al Velasquismo,


presentamos las opciones básicas que aparecen en la escena política, con toda
la imprecisión que sus componentes mostraron. En el desarrollo de este trabajo
buscaremos algunos rasgos que más allá de la escena precisan su composición.
Estas dos tendencias se dan dentro y fuera del gobierno. No son las únicas en la
escena, pero sí resultan las definitorias en la coyuntura. Entre ellas se da la
lucha frontal de corto plazo que encuadra al resto de fuerzas políticas, cuya
acción tiene efectos en una u otra según el caso(84).

Se parte en este período de un hecho consumado, válido para las dos


tendencias: la Fuerza Armada permanece en el poder y debe realizar las
reformas planteadas en el período anterior. Ello se produce a partir de la
definición nacionalista y antioligárquica que ha tomado el gobierno entre 1968
y 1969. Lo primero le ha dado un alto grado de legitimidad pero supone un
decidido conflicto con la política imperialista de los Estados Unidos, que
afectará los márgenes de su actuación en lo económico. Lo segundo tiene, en
perspectiva, un mayor impacto, pues supone una sucesión de golpes que van
destruyendo el poder oligárquico y exigen un replanteamiento de la acción
política de los diversos grupos de poder.

Con este punto de partida, una burguesía liberal, que fue parte del bloque
en el poder pero con actuación subordinada a las fracciones oligárquicas,
asume gradualmente el liderazgo dé la reacción conservadora y se enfrenta
decididamente al proyecto político que, paso a paso, intentan construir los
militares que representa el General Velasco desde el gobierno. En esta
tendencia, la fracción industrial parece asumir la hegemonía. Demandó un
Estado promotor en su pugna con las fracciones oligárquicas que mantenían un
Estado débil y no intervencionista, pero no está dispuesta a admitir el Estado
empresario, gestor y controlista que propone el Velasquismo, ni menos el poder
de articulación directa que cada vez más claramente tiene este Estado con el
capital extranjero, a partir de sus intentos de redefinición. En forma gradual
estos grupos sociales comprenden que el proyecto Velasquista afecta o
contradice su propio proyecto político.. Pasan entonces a la ofensiva contra el
gobierno en su conjunto, a la vez que articulan acciones con una parte de éste
a fin de quebrar la correlación de fuerzas internas al gobierno y derrocarlo en
sus propios términos: por acto de la Fuerza Armada y no por acción de partidos
de masas.

Esta burguesía liberal no asume expresamente la defensa de la oligarquía;


más aún procura distinguirse de ella y presentarse como una alternativa
distinta, democrática y reformista. Su reformismo moderado no está muy
distante de lo que Belaúnde representara en el proyecto Ulloa y aún antes(85).
(84)
Aparte de los obvios efectos de largo plazo.
(85)
Este reformismo moderado se expresa en la aceptación dé la Reforma Agraria contra los gamonal es -respecto de los
agroexportadores es más la aceptación de un hecho consumado- a la vez que se procura fortalecer y dar incentivos a la
burguesía agraria costeña. Se expresa también en la búsqueda de un Estado promotor de la industrialización, planteada
ésta en términos liberales y bajo el total control del sector privado, sin trabas ni condiciones al capital extranjero. Se
reclama del Estado protección arancelaria, política monetaria ad hoc, incentivos tributarios, pero se rechaza su
intervención como gestor directo y controlador. Los pronunciamientos de la SNA después del D.L. 17716 y de la SNI al
Su argumentación pone énfasis en una concepción liberal del Estado,
aceptando las reformas en su dirección antioligárquica, pero sólo en ella, Por lo
cual llegan a presentarse varias veces como los naturales beneficiarios del
cambio operado.

En la burguesía agraria que asume el control de la SNA(86), encontramos


una clara versión de parte de este conjunto. Se trata de propietarios de grandes
y medianos fundos de la Costa dedicados al cultivo de productos de exportación
(algodón) menos significativos que el azúcar, o productores de insumos para la
industria y de alimentos (maíz, frutales, etc.).

Se trata de fundos modernos, de tamaño no muy grande, con relaciones


salariales y alta rentabilidad(87). Integraban la SNA como fracción subordinada a
los azucareros, que pocas veces les permitió asumir la defensa directa y pública
de sus intereses. Al expropiarse los complejos agroindustriales esta burguesía
toma el comando de la SNA reemplazando a los expropiados. Desde allí reforma
el Estatuto de su gremio (que era una de las mejores expresiones del control
cerrado de la oligarquía) y amplía la base de sustento de la SNA, procurando
integrar en ella a los pequeños propietarios. Esos son muchos mayores en
número y al integrarlos la burguesía amplía su cobertura, lucha por la defensa
de la pequeña y mediana propiedad y se recubre así con la imagen de los
pequeños propietarios. Con esta cobertura, muchos terratenientes procuran
burlar la nueva ley a través de parcelaciones privadas hechas casi "en familia" y
otros mecanismos similares. La SNA emprende así una de las más decididas
luchas contra la reforma agraria, encubierta bajo la defensa de pequeños
propietarios que en realidad más que ser objeto de la reforma, estaban al
margen de ella. El conflicto con el gobierno y el enfrentamiento agudizado
dentro de éste por quienes asumen la representación de esta burguesía, ha de
marcar todo el período 1970-74. Incluso después de la desaparición de la SNA la
articulación de los "pequeños y medianos propietarios" ha de prevalecer e
imponer cambios -con poco resultado- en la política del gobierno.

En la burguesía liberal que actúa en este período tiene un rol central al


lado de la fracción agraria moderna, una fracción industrial que viene
desarrollándose en las dos últimas décadas, pugnando por la hegemonía dentro
del bloque en el poder sin haberlo conseguido. Fueron parte de este bloque
subordinados al poder oligárquico. Desde los años 50 y 60 tuvieron progresivos
conflictos con la oligarquía que no llevaron a un rompimiento. Apoyaron a los
partidos reformistas, sin por ello romper lazos con la oligarquía a la que estaban
unidos no sólo en la necesidad de mantener el sistema capitalista en su
conjunto, sino en su base material, dado que la diversificación que ésta alcanzó
llegó incluso a cruzar intereses concretos en el naciente sector industrial. No
logra imponerse a la oligarquía por sus propios medios y la intervención militar
de 1968 corta el proyecto político que partiendo de una conciliación
encaminaba a esta fracción a obtener la hegemonía en el mediano pililo con
apoyo expreso de sus nuevas vinculaciones con el imperialismo. En el
darse la Ley de Industrias pueden ejemplificar estas posiciones.
(86)
SNA: Sociedad Nacional Agraria.
(87)
En términos relativos al resto del campo peruano.
reformismo liberal de Ulloa y el gabinete "conversado", en 1968, se plasma el
proyecto político de esta fracción de la burguesía.

El gobierno militar no agrede a los industriales en sus dos primeros años.


Más aún, hace esfuerzos por explicarles que la reforma agraria los favorece al
ampliar el mercado interno. El mismo Presidente Velasco los distingue
públicamente de la oligarquía y los llama a colaborar con el proceso. Sin
embargo, los industriales no aceptan los términos de la política del gobierno
expresada en 1970 en la nueva Ley de Industrias y en la Comunidad Industrial.
Emprenden una lucha frontal con el gobierno, pero al no conseguir su objetivo
de cambiar esta legislación, optarán luego por mantener el conflicto latente, a
la vez que consiguen conciliaciones en la política concreta del Ministerio de
Industria y contribuyen -con sus relaciones al interior del gobierno- a realizar los
cambios de política global en el momento adecuado. Articulados por la
Sociedad Nacional de Industrias (SNI) los industriales son eje central del
enfrentamiento entre la burguesía liberal y el gobierno.

Hacia fines de este período, a la vez que se agudiza el enfrentamiento


entre la burguesía industrial y el gobierno, podrá notarse la presencia de
algunos industriales que se adaptan mejor a la política del gobierno y se
disponen a establecer mejores vínculos con él. Al igual que las grandes
empresas transnacionales -y probablemente por su relación con ellas-
comprenden que se puede compatibilizar grandes ganancias de corto plazo con
la Comunidad Industrial y la Ley de Industrias. Ello es más factible si, teniendo
"un amigo en el Ministerio",(88) pueden obtenerse algunos correctivos o incen-
tivos especiales.

Esta burguesía liberal -agricultores e industriales- no actúa sola en el


período. Tiene importantes lazos en los grupos dedicados a la construcción y a
la especulación de tierras urbanas, incentivados y ligados a la política del nuevo
Ministerio de Vivienda. A su vez, actúa ligada a los mismos representantes
políticos de la oligarquía y el reformismo democrático (APRA, APB, PPC), a la
prensa diaria que estuvo tan vinculada a éstos y a grupos de poder que aún
tienen presencia en este período, aunque son gradualmente expropiados: la
banca, el comercio de exportación, la pesca de anchoveta... En conjunto se liga
progresivamente a grupos medios "atemorizados", a las instituciones que
rechazaron la reforma educativa o al Colegio de Abogados de Lima.

La burguesía liberal podía aceptar un proyecto reformista que eliminara a


la antigua fracción dominante, siempre que los dejara a ellos en el poder. Su
proyecto político difícilmente podía conciliarse con un Estado poderoso
económicamente o con un régimen político distinto de la democracia formal que
les entregara el control directo de los resortes estatales. En esta óptica jugaban
un rol central los grandes diarios, antiguos articuladores políticos con gran
margen de poder y con un rol significativo en el plano ideológico. De orientación
muy tradicional, les costaba adaptarse a los cambios ocurridos. Desde 1969
tendrán un enfrentamiento frontal con el gobierno por las intervenciones de
éste en el control de la prensa: cierre de "Caretas" y Estatuto de la Libertad de

(88)
Referencia al Ministro Jiménez de Lucio en la revista "Caretas", que más adelante se cita en este mismo trabajo.
Prensa. Este aspecto será fuente alimentadora del conflicto con el conjunto -de
las fuerzas de derecha logrando realizar verdaderas "guerrillas" de papel que
poco tienen que ver con el poder real de sus representados o con las luchas
dadas en la base. En conjunto, con el aporte propio de los dueños de la prensa y
algunas entidades profesionales, se va a ideologizar notablemente la lucha
política, haciendo de la defensa de la propiedad privada la lucha por un derecho
casi divino, aun cuando la propia Jerarquía Eclesiástica, en posición claramente
progresista, apoya las reformas.

1.1. LA BURGUESIA LIBERAL EN EL GOBIERNO:


Reformismo liberal

En este cuadro, dentro del gobierno, el rol conservador es jugado por una
tendencia que identificamos como representante eje la burguesía liberal por su
coincidencia con estos grupos de poder antes mencionados y el carácter de sus
planteas. Esta tendencia parte del hecho consumado de la presencia de la
Fuerza Armada en el poder y de la necesidad de hacer reformas antes de
regresar a sus cuarteles. Siendo expresión continuada de la tendencia
anteriormente derrotada(89) recuerda constantemente la preocupación por una
perspectiva institucionalista de la Fuerza Armada y el temor a una politización
de la misma a partir del ejercicio del poder. Procura no romper lazos con el
sistema de partidos para volver al sistema constitucional a mediano plazo.

En cierto modo esta tendencia es reformista a la fuerza, por obra de las


circunstancias. Definido el carácter antioligárquico del gobierno -en el primer
período- estos militares y ministros han de representar en el gobierno los
intereses de la burguesía liberal antes descrita. No han sido actores definitorios
en los dos primeros años; más aún, algunos fueron derrotados entonces. Pero
ahora, progresivamente, pasarán a la ofensiva en este período. La burguesía
liberal también se adapta ante los hechos consumados y lucha por ser la
beneficiaria de los cambios iniciados. Para ello necesita un desarrollo mínimo de
las reformas: en el agro, en el crédito y la banca, en incentivos para la industria
y en rubros similares que no se obtenían fácilmente de la oligarquía. Las
reformas deben respetar su proyecto de economía liberal, con un Estado
promotor pero no gestor. Su proyecto liberal deja un margen estrecho de
coincidencia con las reformas planteadas por la tendencia velasquista, pero
tiene poder en la cúpula y forzará a la conciliación limitando el desarrollo de los
planteamientos más avanzados del Velasquismo.

Frente a las reformas estructurales esta tendencia adopta una posición de


freno, siendo muy sensible a la presión de la burguesía liberal y a las
acusaciones de comunismo con que ésta responde a las reformas, atacando
principalmente a los ministros y asesores más radicales. Se acepta así la
reforma agraria, pero sólo priorizando y defendiendo la mediana propiedad,
encubierta en la pequeña. Se acepta la cogestión, pero aislando la Comunidad
Laboral, procurando que los comuneros no constituyan centro de poder,
percibiendo sólo los elementos de conciliación que esta reforma conlleva y
permitiendo que se empleen subterfugios legales para mermar los derechos de
(89)
En el sentido de que capta a actores militares que quedaron en el gobierno una vez superada la tendencia que
compartieron.
los trabajadores. Se aceptan las estatizaciones en servicios y actividades
accesorias o no rentables, pero no así en sectores importantes como la pesca
de anchoveta. Se frena todo intento de organización popular y se ataca el
intento del gobierno de formar SINAMOS(90). Se acepta finalmente la existencia
de la Propiedad Social de los medios de producción, pero se logra enclavarla en
un esquema de pluralismo económico que es fácil de manejar en direcciones
contradictorias hasta el punto de volver inocua la propiedad social, ubicándola
en espacios no competitivos con la empresa privada. En el fondo, esta
tendencia representa una modernización capitalista, con énfasis en su visión
liberal y tradicional del Estado, que concluya a fin de cuentas en elecciones y
compromiso con los partidos tradicionales.

El límite del gobierno se ubica para esta tendencia en las primeras


reformas, compartiéndose la idea de una vuelta a la constitucionalidad,
elemento por lo menos latente en las alianzas establecidas durante la crisis de
1973-74. Por ello, en esta perspectiva resulta inconcebible y terminante el
problema de la prensa o las actitudes del Velasquismo frente a los partidos
tradicionales. Por ello, también, el proyecto que representa el SINAMOS resulta
inaceptable ideológicamente.

En mucho los militares de esta tendencia se definen por oposición al


Velasquismo, entendido por ella como posición a la vez personalista y estatista.
El primer rasgo será adjudicado dado el carácter y el tipo de liderazgo que
ejerce Velasco, frente al cual esta tendencia juega con canales institucionales
castrenses. El segundo rasgo proviene más bien de la influencia de grupos de
poder como los industriales que ven en el poder del Estado una de las mayores
objeciones al proyecto político que encabeza Velasco.

La composición de esta tendencia en la cúpula es compleja en el período.


Destaca, como figura principal, el Vice-Almirante Luis Vargas Caballero, Ministro
de Justicia en 1968-69; Ministro de Vivienda en 1969-72 y de Marina 1972-74.
Podría ubicarse en ella al Primer Ministro y Ministro de Guerra, General Ernesto
Montagne que juega un rol opaco desde la coyuntura de 1969 en la que resulta
perdedor. Aunque concentra tres cargos claves hasta el 10 de febrero de
1973(91) su poder parece disminuido, sin por ello dejar de jugar un rol
importante en esta tendencia.

Parecen jugar un rol significativo en esta tendencia algunos mandos


militares cuya actuación no es fácil de describir por no haber sido pública. Los
Servicios de Inteligencia, la Jefatura del Comando Conjunto, las Jefaturas de
Estado Mayor de cada arma, suponen un nivel de acceso al poder que hace que,
en no pocas ocasiones, elementos de la burguesía canalicen sus presiones por
allí. A ello se agrega un elemento de carácter ideológico: el impacto de los
mensajes de la prensa que bombardean constantemente a la oficialidad y al
gobierno, generando consensos que a veces no tienen mucha base racional,
pero que logran impacto y son repetidos mecánicamente. Así ocurre, por
(90)
Puede observarse en algunos actores militares de esta tendencia una actitud distante y despectiva frente al pueblo y
sus posibilidades de organización y participación política o sindical. Herencia del orden oligárquico, esta actitud deviene
en paternalismo cuando se aceptan algunas reformas y se participa en su implementación.
(91)
Primer Ministro, Ministro de Guerra y Comandante General del Ejército.
ejemplo, con el calificativo de "conflictivo" que se pone a algunos asesores o
funcionarios. No tiene nada que ver con un estudio de su carácter o
personalidad. Resulta simplemente que al sostener planteamientos de reforma
real se agreden intereses y se generan conflictos. Otro ejemplo, de mucho
impacto dada la formación militar, es el calificativo de comunista. En el Perú,
durante mucho tiempo se calificó de aprista a todo personaje progresista. En
esta época el calificativo que se usa es el de comunista y en ambos casos no
tienen nada que ver con la pertenencia al partido aprista o a cualquiera de los
partidos comunistas. Se aplica este calificativo al funcionario que implementa la
Reforma Agraria sin conciliar con los muchas veces autodenominados
"medianos propietarios", al promotor de SINAMOS que ejecuta su función contra
los grupos de poder local, al periodista que formula críticas desde la izquierda o
que defiende intereses objetivos de los trabajadores, al funcionario que agrede
los intereses de cualquier grupo de poder.

La derecha ha sido hábil en utilizar este tipo de factores y presionar a


través de canales estrictamente castrenses, preocupados por la línea y
evolución del gobierno. Así, en más de una ocasión se generaron comisiones in-
vestigadoras o evaluadoras; en otros casos, a través de una gestión se canaliza-
ron demandas de los sectores en pugna; tal es, por ejemplo, la entrevista con el
Presidente Velasco de los pequeños y medianos agricultores en 1973, acom-
pañados por el Presidente del Comando Conjunto de la Fuerza Armada, General
Cavero Calixto.

1.2. EL VELASQUISMO

La tendencia radical que surge victoriosa del período anterior desemboca


en el velasquismo. Esta denominación pretende enfatizar no sólo el rol de
Velasco, sino el carácter personal que tiene que asumir en la lucha final de este
período para así, con todo el peso de su liderazgo, derrotar al reformismo liberal
que desafió su autoridad y la del Gobierno. Velasco no sólo es líder de esta
tendencia, sino cabeza pendular del gobierno en su conjunto, que negocia y
concilia en la cúpula. Pero juega este rol favoreciendo a esta tendencia que
indiscutiblemente encabeza.

El personalismo que luego se agudizará en el período siguiente, no es sólo


un rasgo de la persona de Velasco. Es una característica casi necesaria del
régimen político por su composición y articulación. A ello empujan no sólo los
términos de la lucha política, sino la forma en que se concentra poder concreto
en el cargo de Presidente de la República en el Perú(92) y la forma en que los
militares conciben el Comando y trasladan su imagen del campo castrense al
gobierno. Si todo ello se ubica en un contexto político agudamente conflictivo y
en la debilidad ideológica de actores y tendencias, se podrá tener una
explicación más política y menos moralista de lo que hoy se llama
personalismo, como si fuera un rasgo recién descubierto.

(92)
Nos referimos a las funciones constitucionales del Presidente, a la concentración de funciones administrativas que se
daba desde períodos anteriores, a lo que se agrega en este caso el Ejercicio del Poder Legislativo y la Jefatura de un
Gobierno Militar.
Esta tendencia va en busca de la definición de un proyecto político propio,
alternativo al capitalismo y al comunismo. Definida así, con la debilidad de la
sola negación y el peligro de la equidistancia, realiza en este Período un
esfuerzo paralelo de realización de reformas y de elaboración de un proyecto
teórico. En lo primero está desde el período anterior, afrontando
pragmáticamente sucesivas coyunturas que le exigen más definiciones. Su
opción supone cancelar toda posibilidad de retorno a la constitucionalidad
tradicional, a las elecciones y al régimen de partidos. Ligada a elementos
radicalizados de clase media -derivados de filas apristas, acciopopulistas,
democristianas e incluso marxistas- busca definir un proyecto teóricamente
orgánico de socialismo humanista, libertario y cristiano. Aspira a construir una
base popular propia, alternativa a los partidos existentes y articulada desde
organizaciones populares surgidas por acción del propio gobierno. Con ellas es-
pera obtener el poder necesario para alcanzar hegemonía dentro del gobierno
mismo, en el cual obtiene sucesivas victorias pero no posee la totalidad del
poder(93).

En esta tendencia se ve una voluntad política de enfrentar y derrotar todo


rezago de la antigua oligarquía. Hay intentos de relación con industriales
modernos, sin mucho éxito; pero decidido enfrentamiento con los industriales
tradicionales, la Sociedad Nacional Agraria y los gamonales. Esto, como
conjunto resultante de sus actos, más que como negación de conciliaciones
ocasionales o tácticas. La percepción del enfrentamiento es más política que
ideológica. Es la conciencia de ser un proyecto político alternativo a la
oligarquía y a la burguesía liberal, más que un refinado análisis del modelo que
se propone, confuso en todo el período.

El Velasquismo no es una tendencia homogénea en el período; más aún,


desde 1972 pueden percibirse signos de contradicción que luego se enfrentarán
directamente en 1974. Hay, en torno al intento de obtener una base de apoyo
popular propia, diferencias no sólo tácticas sino estratégicas que van a ir
mostrando luego que, más allá de las palabras comúnmente afirmadas, hay
diferencias a nivel ideológico y político dentro de la tendencia velasquista. A
pesar de estos hechos, que analizamos en el capítulo siguiente, en este período
están unidos en torno a Velasco para derrotar al reformismo liberal.

La composición de esta tendencia explica en parte su división posterior. Se


origina en los llamados "Coroneles autores", grupo que engrosado en el período
anterior, triunfa con Velasco. A ellos se han de agregar ministros cuya única
característica política es la lealtada absoluta a Velasco. Tal es el caso del
(93)
En las opciones que propone y realiza esta tendencia se encuentran varios rasgos del cuadro político precedente.
Hasta la coyuntura del 68, para buena parte de las fuerzas civiles que confluyen en el Velasquismo, revolución es casi
sinónimo de expropiación y el aumento de la inversión estatal -y del poder económico del Estado- es casi sinónimo de
socialismo. Obviamente, usamos la caricatura para señalar una tendencia global que debe ser estudiada. Pero es obvio
que por más que se expropie -en una economía dependiente y en la fase monopólica del capitalismo- hay mecanismos
para mantener en términos capitalistas la acumulación de excedentes. Por ello mismo, la expropiación no es igual en
cualquier sector -hegemónico o deprimido- de la estructura productiva y es ésta, en el fondo, la que cabe cuestionar. Lo
mismo puede decirse cuando se observa la política de incremento de la inversión pública: el problema es dónde y cómo
se incrementa. Estos límites del cuadro político anterior se mantienen en el Velasquismo, a pesar de que hay en este
algunos esfuerzos por superarlo. Es el largo tiempo de contención -y frustración el que se canaliza en una de las pocas
ocasiones de cambio de las últimas décadas. Reconocemos obviamente que estas críticas son fáciles a distancia, con
más tiempo. Para ver los problemas actuales de la Reforma Agraria, por ejemplo, era preciso que previamente el
terrateniente saliera de la escena. Pero en los procesos sociales y políticos se requiere de un liderazgo con mayor visión
que lo que la clase política de estos tiempos ha ofrecido.
General FAP Gilardi, Ministro de Aeronáutica. En esta tendencia se ubican con
rol propio los Generales Tantaleán y Sala Orosco, que actuarán juntos en el
período siguiente. Continúan en rol preponderante los Generales Graham,
Fernández Maldonado y Leonidas Rodríguez. Se incorpora con rol público
significativo el General Raúl Meneses, Ministro de Transportes y
Comunicaciones.

Es posible que otros ministros se ubiquen en esta tendencia, pero en roles


menos públicos; también en los Comandos de la Fuerza Armada habrá
elementos ligados a esta óptica. Lo importante no es, sin embargo, una
minuciosa relación de nombres, más aún si hablamos de tendencias sólo a
partir del análisis de hechos y no entendiéndolas como fracciones semi-
partidarias.

La dinámica política de este período confiere a esta tendencia sucesivas


victorias que le hacen acumular poder en el gobierno y en el Comando de la
Fuerza Armada. El enfrentamiento parece darse, en cada coyuntura, pero no
adquiere rasgos de confrontación central hasta 1973. Es la capacidad de
articulación de Velasco, unida a la falta de percepción de conjunto del
enfrentamiento básico y a la sectorialización del gobierno, lo que permite
amortiguar conflictos y generar resultantes que hacen avanzar las reformas
empezadas, generando nuevas coyunturas y necesidades.

La enfermedad de Velasco será punto culminante que precipita


enfrentamientos y acelera la lógica de este período hacia la derrota de la
tendencia liberal. Esta discute el liderazgo de Velasco e incluso intenta
sustituirlo, aprovechando de la particular actuación del Premier Mercado Jarrín.
A partir de entonces la personalización de la tendencia velasquista es
indetenible; es en parte necesidad del proceso y en parte consecuencia del cua-
dro político. Por los términos del enfrentamiento con el Ministro de Marina,
aparecerá toda un arma enfrentada a la tendencia velasquista y a su líder.
Como se verá mejor en el período siguiente, este proceso no se limita a una ins-
titución y condicionará el deterioro global de la figura de Velasco y del régimen.

2. HECHOS INDICATIVOS DE LA LUCHA POLÍTICA

En este caso, para analizar los hechos políticos que llevan a la construcción
anterior, vamos a subdividir el período y presentar dos etapas: la primera es
una etapa de construcción del proyecto que cubre los años 1970, 1971 y 1972.
Durante ellos hay enfrentamientos, pero no hay una resultante final que elimine
una de las tendencias y dé lugar a un nuevo cuadro político. La segunda etapa
abarca el año 1973 y los primeros 5 meses de 1974. Es la crisis y definición que
elimina del gobierno a los militares que representaban a la burguesía liberal,
cancelando este período.

En ambas etapas analizaremos hechos que indican la pugna entre


tendencias y su relación con las clases y fracciones que ellas representan.

2.1. LA CONSTRUCCION DE L PROYECTO PROPIO: 1970 1972


UNO

El año 1970 resulta altamente conflictivo en la escena política peruana. La


lucha de las fracciones oligárquicas y de la burguesía industrial con el gobierno,
y en particular con la tendencia velasquista, adquiere la mayor agresividad. La
prensa diaria tiene en este enfrentamiento un rol articulador de particular
importancia. Su influencia sobre los sectores medios -sobre la llamada "opinión
pública"- agiganta el poder de una "oligarquía" que va perdiendo su base
material y que ha perdido su representación política en el gobierno; esa misma
prensa canalizará a partir de este año las voces de protesta de los industriales
contra la Ley de Industrias y la Comunidad Laboral. El impacto de esta prensa
es grande en el gobierno porque influye en algunos Ministros, Generales y
Almirantes que, a su vez, pueden hacerse eco de "consensos" u opiniones
generadas en la Fuerza Armada por "El Comercio", "La Prensa" y otros diarios y
revistas que defienden los intereses de la burguesía en su conjunto,
orquestando los intereses específicos de sus partes.

Estos diarios(94) han tomado diferentes actitudes desde el 3 de octubre de


1968. Unos, como "el Comercio", han apoyado al gobierno desde un principio,
aunque haciendo su propio juego. Otros, como" La Prensa", han sido opositores
cuidadosos. En conjunto, su estrategia en el primer período (1968-70) no ha
sido la oposición frontal, sino una combinación de apoyo genérico, o apoyo a
medidas conservadoras, combinado con ataques y sobre todo campañas
preventivas en aquellos aspectos en los que avanzaban las reformas. A fines de
1969, sin embargo, hay una medida que unifica el ataque: el Estatuto de la
Libertad de Prensa, expedido el 30 de diciembre de 1969. Este Decreto Ley
reglamenta las condiciones de ejercicio y funcionamiento de la prensa,
detallando reglamentariamente el procedimiento a seguir en los casos de
aclaración y rectificación, estableciendo sanciones por infracciones y delitos
cometidos en el ejercicio de la función periodística. El estatuto obliga a su vez a
los propietarios, extranjeros o peruanos residentes en el exterior, a transferir
sus acciones a personas naturales o jurídicas residentes en el país. Esta medida
ocasiona que la prensa y los partidos de derecha se unan contra el gobierno en
un ataque frontal. Los primeros meses de 1970 muestran el ataque orquestado
en los diarios, la Federación de Periodistas del Perú, la Asociación Nacional de
Periodistas, el Colegio de Abogados de Lima, el Movimiento Democrático
(94)
La prensa de circulación nacional estaba vinculada a las fracciones más tradicionales del bloque en el poder.
Defendió sus intereses logrando gran influencia política durante los muchos años que cada diario tenía. Ante los
cambios ocurridos al principio del nuevo régimen, cuidó el ataque hasta verse en capacidad de articular campañas de
mayor impacto, cosa factible en este período por la posibilidad de coordinar mejor sus pasos, incluso dentro de la
cúpula militar. De alguna manera el avance de las reformas hizo que los intereses que defendía directamente estuvie-
ran ya superados. Confluyó entonces en torno a la tendencia que defendía el proyecto liberal de la burguesía. Cabe, sin
embargo, recordar sus antecedentes: "La Prensa" fue vocero principal de la fracción agroexportadora. "La Crónica" (pro-
piedad del "Imperio Prado") fue vocero de la fracción financiera más tradicional. "Correo" y su complemento "Ojo",
pertenecían al grupo Banchero, siendo voceros de los intereses pesqueros. "Expreso" y su vespertino "Extra", propiedad
del ex-Ministro Ulloa, ejecutivo vinculado al grupo Deltec (Rockefeller), puede ubicarse como vocero de la fracción
industrial más ligada a los intereses monopólicos transnacionales. "El Comercio", el diario decano que acompaña casi
todo el período republicano de nuestra historia, no tiene vínculo directo con una fracción particular del antiguo bloque
en el poder, pero resulta vinculado a las fracciones oligárquicas como conjunto. Conducido por una familia, con la férrea
dirección de don Luis Miró Quesada, es uno de los principales aglutinadores de las fracciones oligárquicas desde los
años 30 en que encabeza la lucha contra el APRA. Guiado por este antiaprismo defiende todas las dictaduras de este
siglo: Sánchez Cerro, Benavides y Odría. Enarbola a su vez las banderas de un nacionalismo tradicional que lo convierte
en el diario que más influye en los militares. Dentro de esta perspectiva tiene un rol protagónico en la campaña contra
la IPC -que mantiene en alto con gran energía y que lo hace apoyar al gobierno militar en sus primeros momentos-, En
este período se convertirá en el más decidido opositor del Velasquismo, articulando en 1974 sus posiciones con el
Ministro Vargas Caballero.
Peruano (antiguo partido pradista), la Unión Nacional Odriísta, el veterano
Partido Socialista e incluso la rama seoanista del partido Acción Popular (que
venía apoyando al gobierno desde su instalación). En apoyo del Estatuto sale
decididamente la Democracia Cristiana, mientras que el Partido Comunista
formula un apoyo con reservas a varios artículos que califica de "francamente
antidemocráticos".

De esta forma, el debate sobre la libertad de prensa se inicia en 1970,


condicionando el ambiente político y dándole un nivel de tensión mayor que el
real. Este debate se agudiza luego con la expropiación de dos diarios, "Expreso"
y "Extra". "El Comercio", en un editorial del 11 de marzo que en otras épocas
hubiera hecho tambalear al gobierno se pregunta: "¿Hacia dónde lleva el
gobierno al país?", haciendo alusión al cambio de la Corte Suprema, al Estatuto
de la Libertad de Prensa a la expropiación de los diarios "Expreso" y "Extra". La
defensa de una propiedad privada que se presenta como derecho divino, la
defensa de una irrestricta libertad de prensa que permite que ésta sea
monopolio de la burguesía, la defensa de la constitucionalidad -que antes nunca
preocupó a "El Comercio"-, la invocación del manto protector de la "Civilización
occidental y cristiana" y la insinuación de que todo cuanto salga de estos
parámetros es marxismo totalitario; todas estas ideas juntas se repiten en un
solo editorial que además califica al gobierno de dictadura, término que sale
fuera de todo lo normal en el lenguaje de "El Comercio". El mensaje de este
editorial se repetirá constantemente en toda la prensa opositora a partir de
1970. Será asumido unas veces por los industriales, otras por los medianos
agricultores, otras por colegios profesionales y también por los propios diarios y
revistas. En el interior del gobierno impactará en lo que llamamos la tendencia
reformista liberal, a un punto tal que aparecerá repitiendo estos calificativos
ideológicos que, en el contexto de 1970, no resisten un análisis riguroso. Cabe
recordar al respecto una afirmación de la revista "Oiga", solitaria defensora del
gobierno en sus primeros años, que en enero de 1970 decía: "este país es
contradictorio. La batalla en defensa de la Libertad de Prensa se está dando
dentro de la más absoluta Libertad de Prensa"(95).

Este cuadro político va a agudizar el enfrentamiento entre tendencias. La


expropiación del diario "Expreso" permitió romper el monopolio opositor de los
diarios, pero en el interior del gobierno tuvo siempre enemigos decididos que
no ocultaban su descontento con la línea popular (96) de este diario que, al
margen de errores políticos, llevó a primera plana opiniones e intereses de los
trabajadores que siempre habían sido silenciados por los diarios. "Expreso",
vocero del gobierno, tuvo así dentro de éste amigos y enemigos acérrimos.
Entre los primeros enemigos de este diario estuvo el Almirante Vargas
Caballero, entonces Ministro de Vivienda. En este Ministerio se trazó una
política liberal que sólo buscaba proteger la inversión privada en el sector

(95)
CRONOLOGIA-POLITICA. Hecho No. 623, pág. 138.
(96)
Queremos enfatizar con este calificativo, el rol que cumple "Expreso" desde su expropiación, planteando intereses y
posiciones de las clases populares que nunca antes llegaron a la "gran prensa". Era vocero del gobierno en tanto se
encuadraba dentro de sus límites y atacaba decididamente tanto a la derecha como a la izquierda opositora. Forzando
esos límites, con permanente iniciativa, no puede decirse sin embargo que su posición fuese equidistante de ambos
polos. Más aún, su espacio fue concedido -aunque fuese en avisos- a las organizaciones laborales incluso cuando eran
controladas por la oposición de izquierda, cosa poco común en una prensa acostumbrada a utilizar el silenciamiento
como principal arma política.
Vivienda, sin siquiera frenar la expansión urbana, la especulación con el precio
de terrenos o el lucro especulativo de las urbanizadoras. Para el Ministro la
Reforma Urbana era algo así como el "enemigo público número uno" y cada vez
que podía declaraba enfáticamente la negativa del gobierno a hacer una
reforma urbana. En realidad, la política francamente reaccionaria de este
Ministerio era contradictoria a todas luces con el resto de la política del
gobierno. Es por ello que sirvió de refugio a propietarios de tierras agrícolas que
burlaron la Reforma Agraria urbanizando sus propiedades. En estos años se
urbanizaron muchas tierras cultivables. Esto, al mismo tiempo que el Estado
gastaba miles de millones para irrigar tierras desérticas. "Expreso" tuvo una de
sus primeras campañas sobre este tema, denunciando la especulación con los
terrenos, la burla de la Reforma Agraria y problemas similares. Acogió en sus
páginas las demandas de trabajadores rurales de "una que veían desaparecer
su fuente de trabajo. Todo ello lo enfrentó con este Ministro que en varias
ocasiones va a referirse a "Expreso", acusándolo de "creer" en la lucha de
clases(97).

El impacto de los ataques al gobierno, a partir del Estatuto de Prensa, debe


haber hecho mella en su unidad interna. El 20 de marzo se produce una
manifestación militar de adhesión al gobierno que moviliza a todos los altos
mandos de la Fuerza Armada, encabezados por el Presidente del Comando
Conjunto, General FAP Montera Rojas. Estos actos no son individualmente
voluntarios y se dan sólo en momentos difíciles. Sirven para unificar, siempre y
cuando haya poder suficiente para hacerla, al margen de la reunión misma.
Sirven también para alertar al enemigo que con su ataque -pasando los límites-
ha logrado dar al régimen un elemento de aglutinación interna. Posiblemente
por ello la revista "Oiga" interpreta el hecho señalando que la reunión puede
significar "una advertencia final a los posibles sectores militares convencidos
por la derecha"(98). Parece obvio que si las aguas estuvieran quietas en el
interior del gobierno y la Fuerza Armada, la reunión como tal no tendría sentido.

DOS

El año 1970 trae un conjunto de medidas que van definiendo el proyecto


político del gobierno, a la vez que aumentan en concreto el poder del Estado y
su capacidad de actuar sobre el conjunto del sistema económico y político. Se
estatiza el comercio de la harina y aceite de pescado; se dicta la Ley General de
Minería y el control de cambios; se compran los Bancos Continental, Popular e
Internacional y se acelera la Reforma Agraria. Se publica el informe general que
inicia la Reforma de la Educación y se promulga la Ley de Industrias, creando la
Comunidad Industrial. En conjunto, estas medidas agreden en cada caso a la
(97)
Para el Almirante parece que el problema de la lucha de clases es un problema de "fe" y no un fenómeno social,
constatable al margen de la voluntad de cada uno.
Frente a este hecho social puede cada uno optar ideológicamente: puede elegir, fomentar la "unión" o el antagonismo;
pero al margen de esa opción, el fenómeno social existe y tiene su propia lógica que hace fracasar muchas veces los
intentos de unión artificial o los intentos de agitación que se desfasen de los términos reales del conflicto. Pero lo que la
burguesía hace es ocultar la realidad, negar la existencia real de las clases sociales y del conflicto entre ellas, que lleva
a la lucha de clases porque hay intereses antagónicos en pugna. Con este mecanismo ideológico -negar lo visible-, cree
solucionar el problema. Por ello al producirse los conflictos -una huelga, por ejemplo- busca la causa en los agitadores,
que parecieran poseer una varita mágica para movilizar al pueblo. No analizan los intereses en pugna, los derechos
conculcados, los salarios de hambre, etc. Ello lleva al confusionismo ideológico y político, siendo fuente de muchos
prejuicios. Las declaraciones citadas pueden verse en: CRONOLOGIA POLÍTICA. Hecho No. 2467. Pág. 775.
(98)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 693. Pág. 154.
oligarquía y a la burguesía industrial, produciendo un mayor enfrentamiento
con el gobierno y un mayor debate en éste.

En este período la reforma agraria avanza principalmente en la Costa,


luego de haber anulado a fines de 1969 la posibilidad de hacer nuevas
parcelaciones por iniciativa privada. Este dispositivo permitió que muchos
hacendados burlaran la ley, parcelando sus fundas entre familiares y allegados
para generar fundos medianos que mantuvieran bajo su control el conjunto
económico previo. Aceptar las parcelaciones suponía reducir al mínimo los
beneficiarios de la reforma agraria. En esta óptica, el campo costeño se hubiera
convertido en un amplio damero de medianas propiedades que consolidarían a
la burguesía agraria y marginarían al campesinado y al trabajador agrícola. Este
último -extendido en la Costa- vería además destruido su sindicato al parcelarse
el fundo, constituyéndose empresas legalmente diferentes, que incluso podían
tener un número de trabajadores estables inferior al mínimo legal para
constituir un sindicato. Así, en este período -frente a las parcelaciones y otras
formas de evasión-, por un mediano propietario que ganaba la batalla, eran
muchos los campesinos que quedaban al margen de todo beneficio y más aún
resultaban afectados. El gobierno -y la tendencia velasquista en particular
parece haber percibido esta situación y define por ello su política, no tanto en la
norma legal (que es ambigua) sino en los hechos: la reforma agraria prioriza
decididamente las formas asociativas y utiliza todos los resortes de la ley para
afectar el máximo de fundos y dar la tierra al que la trabaja.

En este contexto, el Decreto Ley 18003 que sustituye íntegramente el


título IX de la Ley de Reforma Agraria referente a las parcelaciones privadas, es
un paso decisivo para definir el curso de la reforma. Sin embargo, cuando se
expide a fines de 1969 ya se han adelantado expedientes y con extraña rapidez
-rara en nuestra burocracia- importantes hacendados de Lima, Cañete, Huaral,
Ica y otros valles de la Costa burlarían la reforma agraria. La ley no tenía efecto
retroactivo para los expedientes registrados y concluidos; por otro lado, el
efecto de las nuevas parcelaciones se podría haber sumado a un proceso más
largo, en el mismo sentido, que generó en las últimas décadas fundos pequeños
y medianos, fácilmente controlables por la burguesía agraria.

La situación creada dio origen en 1970 y 1971, a una amplia movilización


campesina para lograr la anulación de cada parcelación privada. La lucha más
conocida fue la de los campesinos de Huando que duró desde principios de
1970 hasta febrero de 1971. Luego de diversas movilizaciones, realizaron una
huelga de más de 100 días hasta conseguir la nulidad de la parcelación. Fue
visible entonces la coincidencia y apoyo obtenido de la tendencia velasquista a
partir de estas movilizaciones. En Huando, por ser un caso cerrado, al lograrse
la anulación administrativa se hizo retroceder lo actuado por el Estado,
corrigiéndose así una política que constituía ya, para este fundo, asunto
concluido. La nulidad administrativa se obtiene también en otros fundos aunque
Huando se convirtió en caso simbólico. Se impuso la lucha de los trabajadores
en alianza con la voluntad política del velasquismo. Las otras luchas tuvieron
comO efecto impedir que esos fundos fueran adjudicados a sus antiguos
dueños, allegados o familiares, o simplemente a sujetos no calificables como
beneficiarios.
Los términos de la lucha política parten así de dos opciones básicas. La
política del gobierno(99) -opción de la tendencia velasquista- se define
priorizando la creación de empresas cooperativas en base a las haciendas
costeñas e incluso a la integración de fundos medianos. Ello supone el avance
progresivo de las afectaciones hasta el límite de inafectabilidad (150 Has. en la
Costa) e incluso más allá de éste. No se sigue una lógica que va de los fundos
más grandes a los medianos y pequeños: la prioridad de afectación depende de
distintos factores tales como el nivel regional de decisión, el grado de conflicto
y movilización campesina, el tipo de causales de ley que se pueden utilizar, etc.
Pero juega un rol importante el conflicto generado por la resistencia de los
propietarios y su capacidad de constituir amenaza para el gobierno. El
pragmatismo político de las decisiones de la cúpula, el enojo o la reacción ante
los ataques de la burguesía agraria y la necesidad política de desarticularla, son
también decisivos. En 1970 y 1971 ya hay conciencia en la tendencia
velasquista y en los organismos de reforma agraria de que es preciso afectar
las medianas propiedades e incluso reducir el límite de inafectabilidad. Si ello
no se hace, los campesinos beneficiados por la reforma serán muy pocos. Ello
no sólo atenta contra el objetivo central de la reforma agraria ("la tierra para el
que la trabaja") sino que constituye una amenaza política para el régimen, pues
los medianos propietarios se articularán más fácilmente con la burguesía liberal
en contra de un gobierno en el que sólo encuentran una representación parcial
de sus intereses. De esta forma la cooperativización se impone en la Costa,
utilizando primero los mecanismos amplios de afectación que la ley permite y
planteando luego, años después, la reducción del límite de inafectabilidad.

Por otra parte, frente a esta opción de cooperativización la burguesía


agraria se juega en defensa de su base económica, utilizando todos los
instrumentos que la ley permite: parcelaciones por iniciativa privada, defensa
de la "pequeña y mediana propiedad" dilaciones y apelaciones administrativas,
etc. Ello se combina con el ataque a funcionarios y un discurso ideológico
tendiente a fortalecer las tendencias más conservadoras del gobierno y a
presentar sus intereses como "el interés general" del país y de una amplia
gama de pequeños propietarios. La burguesía agraria aspira a impedir que se
expropien sus tierras, procurando desplazar la reforma hacia la Sierra y
encapsularla en los complejos agroindustriales. Más aún, en su lucha
organizada por la Sociedad Nacional Agraria (SNA), esta burguesía se reclama
intérprete y beneficiaria de la reforma agraria, procurando con sus argumentos
fortalecer la tendencia que la representa en el gobierno. A partir de la caída de
los "barones del azúcar" y de la reorganización para "adecuarse a los tiempos",
esta organización amplía su base de sustento, procurando representar a una
dispersa gama de pequeños propietarios -incluso minifundistas- que en esta
etapa no eran afectados por la reforma, aunque si resultaban marginados del
apoyo estatal. La SNA habla a nombre de los pequeños propietarios aunque
éstos juegan al principio un rol pasivo, que sólo se activará en 1973 y 1974,
cuando ya la SNA ha desaparecido(100).

(99)
Es política, del gobierno en tanto que la asume el Ministerio de Agricultura y la conducción del Presidente Velasco se
impone en este período con la tendencia que encabeza. Pero no es opción de todo el gobierno, pues parte significativa
de éste asume la defensa de los intereses de la burguesía agraria.
De esta forma, entre 1970 y 1972 la lucha entre dos opciones
contradictorias de aplicación de la reforma agraria se da dentro y fuera del
gobierno. La SNA asume la defensa de la pequeña y mediana propiedad,
protesta por la nulidad de las parcelaciones privadas, ataca a los funcionarios
ejecutores y orquesta una bien montada campaña en la prensa y otros medios
de comunicación(101), a la vez que influye en la tendencia reformista liberal que
asume dentro del gobierno la representación de sus intereses. Sus demandas
son acogidas por parte del gobierno que defiende esa pequeña y mediana
propiedad, priorizándola sobre una reforma que beneficie al campesino que
trabaja directamente la tierra. Una limitación central de esta tendencia fue no
controlar el Ministerio de Agricultura. Con todo presionaron, interrogaron y
cuestionaron a los funcionarios, influyeron en el nivel local e incluso llegaron a
acoger juicios contra funcionarios de reforma agraria y del SINAMOS por
"ataque a la reforma agraria".

Este curioso precedente en el que ejecutores de la política oficial se


convierten en acusados del propio gobierno se da, por ejemplo, en el juicio
originado en la denuncia de Luis Gamarra Otero, ex-Presidente de la SNA. El
juicio es acogido por el Juzgado Naval de turno, luego de haber sido rechazado
por el Juzgado Militar.

De esta forma, la lucha entre estas dos opciones se agudiza en el período


1970-72. El movimiento campesino actúa dinamizándola con sus luchas
regionales, articuladas o no con la tendencia velasquista(102), pero
decididamente enfrentadas a la burguesía agraria.

TRES

1972 va a ser un año definitivo en esta lucha, pues el Gobierno decide


liquidar la Sociedad Nacional Agraria. Al hacerlo no ha de cancelar la
confrontación pues quedan aún -a lo largo y ancho del país- medianos
propietarios que lograrán luego arrastrar con sus planteamientos a pequeños
agricultores, descuidados por la reforma agraria, más no necesariamente
agredidos por ella. En su última etapa, la SNA se enfrenta al SINAMOS, lo acusa
de introducir agitadores(103) de distorsionar la reforma agraria y recibe una ro-
tunda respuesta de este organismo recién creado y ya en el centro del conflicto,
tanto interno como externo al gobierno.

(100)
Al avanzar la reforma, los pequeños propietarios se sienten primero marginados y luego amenazados. No hubo en
los primeros años una política coherente que los integrara al proceso de la reforma, los apoyara con servicios básicos
que sí les ofrecía la SNA y diferenciara sus intereses de los de la burguesía agraria. En esta situación hay que
comprender también la complejidad de relaciones sociales en el campo, donde la importancia de la extensión de tierra
varía de lugar a lugar y de cultivo a cultivo, combinándose con el poder conferido por otras actividades (representación
comercial, servicios agrícolas, profesionales y técnicos, autoridades locales, relaciones de parentesco...) que aumentan
el poder de pequeños y medianos propietarios. Así, un pequeño propietario de 15 Has. puede resultar potenciado y
ligado al poder local por otras actividades.
(101)
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 785, 788, 789, 855, 942, 1015, 1018, 1024, 1034, 1207 y 1212. Págs. 180,
201, 221, 240, 242, 244, 277 y 278.
(102)
Hay casos de articulación: Huando y Cañete en lucha contra las parcelaciones privadas; Piura en la toma de la liga
de agricultores -base de la SNA-. Pero también hay movimientos con distinto carácter que, sin embargo en este período
coinciden en el objetivo común de enfrentarse a la burguesía agraria y a los gamonales. Se puede ampliar esta visión en
PEASE, Henry "La Reforma Agraria Peruana en la crisis del Estado Oligárquico", en ESTADO y POLITICA AGRARIA,
DESCO-LlMA, 1977.
(103)
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 1643, 1649, 1652, 1660, 1663 y 1674. Págs. 388, 390, 391, 393, 394 y 396.
En efecto, desde antes de nacer el SINAMOS está "en el ojo de la
tormenta", como todo lo que en este gobierno se ha iniciado con relación a los
sectores populares. En adición al conflicto de tendencias y a la confusión
ideológica de gran parte de los gobernantes, hay aquí un problema central en la
base del gobierno mismo. Su relación con el pueblo ha fracasado cada vez por
efecto de un pretendido choque con el carácter institucional del gobierno, por
una percepción vertical, paternalista y casi mesiánica de la relación con el
pueblo y porque, como escuchara alguna vez de un lúcido funcionario: "en este
proceso todos los civiles somos infiltrados". En efecto, el temor a la infiltración y
a la competencia política hace que los gobernantes sean particularmente
sensibles, a tal punto que frustren los proyectos políticos diseñados y
aprobados por el propio gobierno. En este cuadro es fácil para los sectores
afectados -en este caso la burguesía industrial, las fracciones agrarias y la
prensa como articulador y vocero ideológico- quebrar el frente interno, acusar
de infiltración comunista a todo proyecto y llegar a paralizarlo o a crearle tal
nivel de conflictos o limitaciones, que resulte ineficaz.

Como antecedente del SINAMOS en intentos de movilización popular se


tiene la formación de los Comités de Defensa de la Revolución en 1970,
promovidos por la Dirección de Difusión de la Reforma Agraria, satanizados por
la prensa y otros voceros de la burguesía como canales de infiltración
comunista, defendidos en su primer momento por el gobierno y liquidados
luego por éste, cuando se concluyó -en base a presiones e informes cuyas prue-
bas nunca se divulgaron- que resultaban "peligrosos"(104). El peligro, en todo
caso, se ligaba al hecho de que los sectores populares expresaran a través de
esos comités sus demandas concretas, pudiendo salirse de los límites de lo que
entonces se veía como "proyecto" del gobierno en reforma agraria.

SINAMOS fue un proyecto atacado desde su anuncio y es obvio que el


debate se dio también dentro del gobierno y dentro de la Fuerza Armada. Ello
ocurre incluso antes de su operación como tal y más aún desde que se conoce
la conformación de un equipo político civil para conducirlo. Muestra de este
hecho es la decisión de que los cargos de Director Regional -es decir los reales
ejecutores del nuevo organismo- fueran confiados a los Comandantes de Región
o División Militar, según el caso. De esta forma, con excepción de Lima y
Ancash(105), quien realmente decide el nombramiento del Director de SINAMOS
es el Ministro del Arma (la Aviación en Piura, la Marina en Iquitos y el Ejército en
el resto del país), pues es un cargo "en adición a funciones castrenses". Parece
haber habido desconfianza inicial y en ello obviamente influyó la presión que
desde los sectores más conservadores hubo en contra del proyecto inicial del
SINAMOS.

CUATRO

Si hay un enfrentamiento "ruidoso" en este período es el desatado a partir


de la Ley "General de Industrias en 1970 y que cubre todo el período estudiado,
(104)
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 672, 720, 724, 751, 838. Págs. 150, 162, 164, 169, 171 y 195.
(105)
En Lima se hacen dos regiones, una para pueblos jóvenes que la toma el Jefe de la Región Militar y otra para el
resto, confiada a un civil. En Ancash se pone a un civil de Director, pero este cargo es coordinado por un militar, el Jefe
de ORDEZA.
hasta expresarse en la coyuntura de 1973-74. Si la ley misma, al fijar
prioridades y darle un rol preponderante al Estado, no coincidía con la postura
liberal de la burguesía industrial peruana, la creación de la Comunidad
Industrial, a partir de dicha Ley, era algo inaceptable para ésta. No hay
explicación que le satisfaga: se enfrenta decididamente al gobierno en defensa
de una propiedad privada que entiende como sagrada(106).

Hay en la actuación del gobierno frente a la Comunidad Industrial


diferencias y contradicciones que bien pueden atribuirse al choque de
tendencias en torno a la Comunidad Industrial. Sin afirmar que a ella se
opongan totalmente los actores que en el gobierno representan a la burguesía
liberal, puede sí encontrarse una voluntad de conciliación ante las presiones de
los industriales.

Los primeros días posteriores a la ley dieron lugar por lo menos a una
presentación confusa del Ministro Dellepiane, que hizo pensar a la Asociación
de Relaciones Industriales y al Semanario "Oiga" que los trabajadores podían
llegar al 100% de las acciones, es decir a la propiedad total de la empresa(107).
Los alcances de la ley fueron precisados por el propio Presidente Velasco y ante
ello "Oiga" habla de un "Golpe de Timón". A partir de entonces el problema
queda planteado en términos de cogestión y el Ministro Dellepiane asume con
empeño la aplicación de la ley.

Pueden encontrarse diferencias de línea entre la gestión del Ministro


Dellepiane y la de su sucesor(108). El primero imprimió ritmo y apoyó la
implementación de la Ley de Comunidades Industriales; enfrentó cara a cara el
ataque de los industriales y al renunciar, era centro del ataque de éstos. No se
conocen las causas de su caída, pero se supo que hubo presiones de su propia
arma. De hecho este Almirante no continuó en la Armada, solicitando su retiro
luego de renunciar al cargo de Ministro. Poco antes de su caída, "La Prensa"
consiguió -con una adecuada campaña- que se cancelara un curso a Comuneros
y se subrogara a dos asesores directos de Dellepiane que en sus charlas se
refirieron a la pasada relación del Ejército con la oligarquía y orientaron el
seminario, no a los aspectos conciliadores de la ley, sino a su carácter de
instrumento para que los trabajadores mejoren su situación y tengan más
poder(109). Se desató el ataque acusándolos de propiciar la lucha de clases; el
propio Presidente Velasco zanjó la discusión, a partir de lo cual se precipita la
caída, primero de los asesores y luego del ministro.

Este debate es indicador de la diferencia de ópticas y el confusionismo que


se crea con la Comunidad Industrial, incluso en los propios gobernantes.
Nuevamente se entiende la lucha de clases no como un hecho social producto
de las relaciones capitalistas de producción, sino sólo como un acto de
voluntad. Se sostiene que la Comunidad Industrial cancela la lucha de clases,

(106)
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 809, 813, 818, 820, 821, 822, 833, 840 y 843. Págs. 187, 188, 190, 191, 192,
194, 195y 196.
(107)
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 819 y 820. Pág. 191.
(108)
Sobre todo en los primeros años, pues el Almirante Jiménez de Lucio parece alinearse con la tendencia velasquista
durante la crisis final de 1974 y es importante miembro de "la Misión" luego, en claro enfrentamiento con su arma.
(109)
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 1040, 1043, 1062. Págs. 245, 247, 250.
cosa que no es cierto porque permanecen los intereses antagónicos presentes.
Se confunde la voluntad de unificar con la capacidad de hacerlo.
Objetivamente, en este período la Comunidad Industrial no produce reacciones
de conciliación, sino a la inversa, de conflicto y no sólo de parte de los obreros,
sino principalmente de parte de los industriales. Estos se sienten afectados y lu-
chan contra el gobierno para impedir que la Comunidad avance. Esta lucha los
enfrenta decididamente a los trabajadores, que aspiran a que la Comunidad les
brinde beneficios concretos y en el corto plazo. Se da así esta lucha no sólo en
el ataque verbal y periodístico al gobierno, sino en la burla de la ley: dividiendo
empresas, impidiendo la participación real de los delegados comuneros en el
directorio, etc.

Los obreros reciben a su vez acceso a la información de la empresa y


experimentan de manera más palpable la agresión de muchos empresarios. Ello
agudiza el conflicto que, sin embargo, será visto por la prensa burguesa y gran
parte del gobierno, sólo como obra de los trabajadores y los "agitadores
políticos" que actúan con ellos.

Lo que es claro en este cuadro es cómo en el nivel ideológico se deforma la


realidad y se presenta al obrero -y no al industrial- como impulsor de la lucha
de clases (y ésta siempre tiene dos polos), aprovechándose el voluntarismo
militar para acusar a los implementadores de la ley de fomentar (ellos
voluntaristamente y no la ley dada en una realidad social antagónica) la lucha
de clases. Con ello consiguen eliminar asesores y funcionarios que molestan. El
nuevo Ministro, Contralmirante Jiménez de Lucio, hará singulares esfuerzos por
asumir la Comunidad Industrial matizada, impedir la organización de los
comuneros y tolerar de hecho la burla de la ley por parte de los industriales.

Con el cambio de ministro hay un cambio de política. El Almirante Jiménez


de Lucio quiere conciliar con los industriales. No en vano éstos lo reciben con
los brazos abiertos y afirman que sólo por el cambio de ministro ha habido un
importante incremento de inversiones privadas en el mes de mayo de 1971. La
revista "Caretas", al analizar una de las primeras intervenciones del Ministro
Jiménez de Lucio, señalará que fue "ni altisonante, ni ambigua, a fin de inducir a
los industriales que tienen en la silla ministerial un amigo"(110).

En efecto, el nuevo ministro se esfuerza por conciliar con los industriales,


aún a costa de la tarea que le corresponde a su ministerio en la promoción de
las primeras comunidades. De hecho se produce en 1972 una pugna entre este
Ministerio y el SINAMOS, pues la forma en que se concibe la promoción de
comunidades y el ánimo con que se realiza, es distinto. El ministerio tolera la
violación de la ley en sus más variadas formas: desde el desdoblamiento de
empresas hasta las sesiones de directorio "en inglés" para que el Director
Comunero no entienda. En toda una primera etapa se niega incluso apoyo de
auditoria a los comuneros que la requieren para impedir que la ley y el Fisco
resulten burlados por los artificios ideados por los gerentes(111).
(110)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1146. Pág. 266.
(111)
Sobre el punto ver J. Santistevan: EL CONFLICTO EN LAS COMUNIDADES INDUSTRIALES – DESCO-LlMA. 1974. Ver
también: DINAMICA DE LA COMUNIDAD INDUSTRIAL. Pásara, Santistevan, Bustamante y García-Sayán. DESCO LlMA,
1974.
El Área Laboral de SINAMOS trabaja claramente en otra óptica que
corresponde a la tendencia que representa el General Leonidas Rodríguez, Jefe
del SINAMOS. Las acciones de capacitación buscan que los trabajadores co-
nozcan sus nuevos derechos y los ejerzan, en vez de enfatizar la prédica anti-
sindical que a todas luces brota del Ministerio de Industria. En la promoción de
CONACI(112) sucede lo mismo y a tal extremo llegan a percibir los trabajadores
esta política del Ministerio que el Primer Congreso organizado en 1973 censura
al Director de Comunidades Laborales. Expresión de la pugna aquí descrita es el
Decreto Supremo No. 021-IC-DS que reserva la Capacitación de las
Comunidades Laborales a los Ministerios sectoriales, excluyendo al
SINAMOS(113).

Sin embargo, los intentos de conciliación del Ministro no darán los


resultados esperados, aunque obviamente fueron efectivos para impedir una rá-
pida formación de las Comunidades Industriales. La Sociedad Nacional de
Industrias no está dispuesta a transigir, aunque el Ministro haya cambiado y el
Ministerio concilie y se haga la "vista gorda" ante tan repetidas violaciones de la
ley. La Sociedad Nacional de Industrias reclama el cambio de la ley, no una
adaptación flexible. Ve además con preocupación otros actos del gobierno, en
especial la liquidación de la Sociedad Nacional Agraria en 1972. Se moviliza en
cuanto conoce que la SNA ha sido disuelta y el Ministro Jiménez de Lucio intenta
tranquilizarla, declarando que "en el sector industrial no existe ninguna
posibilidad de crear una entidad representativa que reemplace a la Sociedad
Nacional de Industrias(114). Poco después, sin embargo, se expide el Decreto
Supremo No. 018-72-IC/OS que otorga representación a las Comunidades
Industriales en la Asociación Nacional de Empresas Industriales que la ley
prevé. La Sociedad Nacional de Industrias deberá adaptarse a la ley,
incorporando comuneros en proporción al avance de la Comunidad Industrial.
En julio de 1972, se expide una Resolución Ministerial que reconoce a la
Sociedad Nacional de Industrias como representante de las empresas
industriales del país y, finalmente, el 10 de diciembre de ese año se le quita el
reconocimiento oficial por no haber adecuado sus estatutos al no incluir
representantes de las Comunidades Industriales(115). Con ello la Sociedad
Nacional de Industrias pierde la "N", es decir, el derecho a llamarse "Nacional" y
se agudiza el enfrentamiento con el gobierno. El recorrido de estos hechos
muestra presiones y negociaciones sin éxito que terminan enfrentando a este
ministro con los industriales de la Sociedad Nacional de Industrias. Luego de
jugar un rol clave en la tendencia que llamamos reformismo liberal por su
esfuerzo de conciliación con los intereses de la burguesía liberal, el Almirante
Jiménez tendrá un rol distinto, particular y contradictorio, pero altamente
explicable. Evolucionará hacia el Velasquismo y será uno de los integrantes de
"la Misión"(116). Ello será particularmente difícil por pertenecer a la Marina, lo

(112)
CONACI: Confederación Nacional de Comunidades Industriales.
(113)
CRONOLOGIA POLITICA: Hecho No. 1689. Pág. 398.
(114)
CRONOLOGIA POLITICA: Hechos Nros. 1751 y 1913. Págs. 406 y 457.
(115)
CRONOLOGIA POLITICA: Hechos Nros. 1751 y 1913. Págs. 406 y 457.
(116)
Explicable al ver como "la Misión" se liga a los intereses industriales más lúcidos de esa coyuntura.
que le hace blanco singular de presiones en el momento de la caída del
Almirante Vargas Caballero(117).

CINCO

Las dos tendencias se han expresado y configurado así en torno a los


temas centrales de la lucha política en el período de construcción del proyecto
propio. Es probable que su expresión fuera más allá de los ejemplos
mencionados, sin que se trasluzca al observador externo. El período 1970-72
ofrece un importante conjunto de medidas en cada una de las cuales deben
haberse definido posiciones, aunque no siempre con la claridad que imagina el
observador académico. Durante este período se ha profundizado y avanzado la
reforma agraria, iniciado la reforma industrial, iniciado el proyecto SINAMOS,
asumido el control de la Banca y de importantes yacimientos mineros; se ha
iniciado la reforma educativa, ocasionando un largo y complejo debate en el
que intervinieron decididamente las fuerzas conservadoras; se ha tomado el
control de la televisión; y se ha iniciado la explotación petrolera en la selva con
los contratos "modelo peruano" La política exterior ha tenido avances hacia el
Tercer Mundo y se han reabierto relaciones con Cuba, lo cual también debe
haber supuesto debates y definiciones. Lo visible es que al final de 1972 se van
radicalizando posiciones y enfrentamientos. Las dos tendencias parecen tomar
conciencia de que su presencia en el poder supone la eliminación del contrario.
Esto se da en un complejo marco que personaliza los problemas y a la vez los
recubre de una carga ideológica cada vez mayor hasta desfigurarlos. Se lucha
contra el fantasma del comunismo agigantando sus dimensiones y cayendo así
en la trampa ideológica planteada por la burguesía y sus periódicos. En los
conflictos y huelgas, por ejemplo, se ve primero la agitación de la izquierda y
sólo tangencialmente las causas reales.

Los discursos oficiales de fines de 1972 son claros en la prioridad que dan
a su ataque al comunismo. A la vez el SINAMOS cumple un rol catalizador. Es
atacado por el Partido Comunista y el Partido Demócrata Cristiano, así como por
los demás partidos de izquierda y derecha, porque es visto como proyecto
alternativo en especial en el medio sindical. Se denuncia el operativo militar-
civil que da origen a la CTRP y se identifica a ésta con el SINAMOS, aunque
después se sabrá que es el primer fruto de la incipiente "Misión". En este año, el
14 de noviembre, aparece la Central de Trabajadores de la Revolución Peruana
(CTRP). Se habla ya, porque actúa, del Movimiento laboral Revolucionario (MlR)
impulsado desde el Ministerio de Pesquería. Todo esto confirma el intento de un
proyecto propio que compita políticamente con las fuerzas que confiere un
aparato de Estado. Ello es comprendido, no sólo por el Partido Comunista (PC) y
el Partido Demócrata Cristiano (PDCI, sino por los otros grupos y partidos de la
izquierda opositora al gobierno, que coincidirán en el ataque frontal que la
(117)
En esa ocasión no renuncia como sus colegas de arma y permanece en el cargo hasta la caída de Velasco. La
política del Ministerio frente a la Comunidad Industrial variará sólo en el sentido de que éstas son ya un hecho
consumado y frente a ellas no cabe cerrar los ojos. La necesidad de controlarlas para que respondan a las necesidades
políticas del proyecto de "la Misión", lo hará patrocinar la CRCONACI que será analizada más adelante. También
incursionará en el terreno ideológico, sin mucho éxito en la coyuntura aUnque con efectos años después: en julio de
1972, cuando las precisiones conceptuales del Presidente Velasco reiteraban la inspiración socialista del proyecto
político del gobierno, en dubitativo esfuerzo por darle definición a nivel teórico, el Ministro Jiménez de Lucio introduce la
concepción del gradualismo para definir el proceso. Esta idea de efecto claramente conservador en esa coyuntura, será
retomada por el Presidente Morales Bermúdez en 1976 e incorporada a las redefiniciones teóricas de la Segunda Fase.
derecha hace al SINAMOS desde fuera y desde dentro del gobierno. La
respuesta del SINAMOS parece expresarse en los discursos del Presidente -el 3
de octubre, por ejemplo-, pero salta fácilmente de la respuesta específica al
Partido Comunista y a los otros partidos, a fomentar o alimentar un anti-comu-
nismo genérico que -aunque explícitamente recusado en la teoría- terminará
por encuadrar toda crítica de izquierda dentro del calificativo, casi moral, de
comunista.

En este cuadro hay sectores conservadores que comienzan a ver con más
lucidez el margen de juego que les ofrece la lucha de tendencias y los límites de
todo el complejo cuadro político. El diario "La Prensa" expresa públicamente
esta percepción, que empezará a darse en empresarios de la industria y el
comercio, al parecer comenzando a distinguirse de la dirigencia de la Sociedad
Nacional de Industrias. "La Prensa" tiene un viraje decidido en el mes de agosto
de 1972. Propone un cambio de actitud frente al gobierno a pesar de sus
discrepancias porque, según expresa, el proyecto promete solucionar
problemas como la lucha de clases, las huelgas, la guerrilla (118). Propugna, a
partir de ello, una "alianza económica al margen de toda discrepancia política".
Con audacia, su tesis parte de afirmar que ya el gobierno ha alejado al país del
molde capitalista; tal perspectiva se verá en el proyecto de "la Misión" que se
expresa años después en 1974-75.

El viraje de "La Prensa" es importante porque indica la capacidad de


recuperación que la burguesía posee y que no va a ser comprendida por los
restos de las fracciones oligárquicas, ni por los industriales de la Sociedad
Nacional de Industrias. Sin embargo, influirá en el período inmediatamente
posterior, incluso dentro del velasquismo, tendencia que a partir de 1972
comienza a mostrar diferentes caminos que se expresarán plenamente dos
años después. El viraje de "La Prensa" es tardío para detener el frontal choque
que sostendrán la tendencia velasquista y el reformismo liberal. Esta última
tendencia radicaliza posiciones a partir y en coincidencia con la ofensiva que en
1973 inician los industriales de la Sociedad Nacional de Industrias, los medianos
agricultores, los diarios y los gremios profesionales; es decir, lo que grue-
samente hemos denominado burguesía liberal.

Concluye el período con el frustrado intento de conciliación con los


industriales llamado "Frente contra el Sub-Desarrollo", cuya cabeza visible fue
el Premier Montagne y que no obtuvo resultado.

2.2. CRISIS Y DEFINICIONES (1973 - 1974)

2.2.1. EL MARCO GLOBAL.

(118)
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1722. Págs. 413 y 414.
La etapa de construcción del proyecto propio desemboca en 1973 planteando
definiciones a partir de una objetiva agudización de la lucha de tendencias. El-
hermetismo militar se rompe y salen a la luz pública contradicciones y
enfrentamientos entre ministros. Un conjunto de reformas en plena ejecución
exige, ya en 1973, más definiciones y mayores precisiones; más aún si éstas se
han producido afectando intereses de las fracciones oligárquicas y enfrentando
al gobierno con la burguesía industrial, aunque dejando a ambas elementos de
poder como. para articular una oposición en la prensa y otros campos.
En los años 1970-72 el Estado ha acrecentado notablemente su poder. Ha
expropiado su base material a las fracciones oligárquicas y mantiene control
directo sobre el poder expropiado. Incluso los industriales -cuya base
económica permanece totalmente bajo su control- perciben que el Estado es
ahora interlocutor definitorio y en ello radica la médula de su oposición.
La lucha política en estos tres años se ha expresado ante las medidas
concretas, ante el planteo de cada reforma y su implementación. Se ha podido
controlar con relativo éxito dada la sectorialización del Estado. Ello ha dado a su
vez al Presidente Velasco los elementos y mecanismos para controlar el
conflicto y definir su resultante, conciliando en unos casos con la tendencia
reformista liberal y definiendo en otros la decisión según su propia opción. Esta
pugna y la necesaria conciliación se ha reflejado en la ambigüedad de algunas
políticas y en acciones contradictorias del Estado. Ello ha marcado también
algunas leyes e impedido que otras lleguen a plasmarse. Esto ha sido percibido
incluso por el aparato técnico-administrativo del Estado que, en varios casos,
adecuó sus iniciativas a las posibilidades ofrecidas por las tendencias en pugna
dentro de cada coyuntura1.
Puede afirmarse que al empezar 1973 el Velasquismo ha consolidado fuerzas, a
pesar de la necesidad de hacer concesiones. Desde 1969 esta tendencia -y su
antecesora, la tendencia radical- se beneficia particularmente con los ascensos,
mientras que su opositora -actual y anterior- es afectada por los retiros
militares de acuerdo a ley. Ocurre, en su composición, que es más joven y que
cuenta además con el apoyo de Velasco en el momento de definir los ascensos.
En 1973, los Coroneles de la tendencia radical (1968-69) -incluidos los que
participan en el golpe- comienzan a llegar al más alto grado militar -General de
División- ya tomarse en cuenta para el desempeño de mandos claves y para el
orden de sucesión en la Comandancia General del
Ejército, cargo desempeñado por el General de División más antiguo y que
conlleva el cargo de Ministro de Guerra y Primer Ministro. A este grado llegan
en 1973, con el tiempo mínimo, los Generales Meza Cuadra, Graham Hurtado y
Fernández Maldonado, participantes de la línea radical en 1968 como Coro-
neles. Un año antes habían alcanzado el mismo grado los Generales Morales
Bermúdez y Valdez Angulo, que gruesamente pueden ser ubicados dentro de la
tendencia velasquista, aunque el primero tendrá características propias que lo
definen de modo singular en el período siguiente.
En efecto, desde el Ministerio de Economía, el General Morales Bermúdez
aparece como el técnico del Gobierno, ordenador de la economía, por encima
de la lucha entre tendencias, aunque lazos promociónales lo liguen más
personalmente a hombres como Fernández Maldonado. En el período 1970-72
1
Esto hará que se perciba como pleito entre sectores o ministerios lo que no es sino resultado de la lucha entre
tendencias y la ubicación de los Ministros en ellas.
aparece como el responsable de la política económica, que gestiona y obtiene
una estrecha refinanciación de la deuda externa, pero a costa de un diseño
conservador de acuerdo a las exigencias de los organismos económicos
internacionales. En algunas coyunturas, como a fines de 1969, es fuertemente
atacado desde los sectores progresistas. "Oiga" se enfrenta directamente a este
ministro comparando su gestión con la de Ulloa en el gobierno de Belaúnde2:
Luego, sin embargo, reconocerá en el contrato de Cuajones elementos
positivos3. También habrá de reconocer después diferencias sustantivas
respecto de la política bancaria: a principios de 1970 era visto como indeciso
ante "las dos posiciones que existen frente a la coyuntura económica:
profundizar los cambios estructurales (posición de los sectores nacionalistas) y
medidas promocionales dentro de la econom ía liberal’’ 4. Meses después se
verá que la nacionalización y control de la Banca por el Estado es un hecho.
Evidenciándose que el gobierno optó por afrontar el problema, no a través de
una ley sino de acciones concretas, paso a paso, en la adquisición de cada
banco5. Sin embargo, desde entonces se criticará ya el monetarismo ortodoxo
del gobierno 6 Y a fines de 1970 habrá un fuerte debate sobre la compra del
Banco Continental, que no centrará su ataque en el ministro, sino en la
Comisión Negociadora encabezada por el Presidente del Banco de La Nación.
Con estos antecedentes políticos, el General 'Morales Bermúdez regresará al
ejército en 1974. Primero como Jefe del Estado Mayor y luego como
Comandante General, teniendo un rol definitorio en el siguiente período y
siendo identificado entonces como cabeza de una posible tendencia institu-
cionalista hasta ser la figura que logra ser el punto de unidad de la Fuerza
Armada para derrocar al Presidente Velasco en 1975. En el período 1970-74
cabría ubicarlo -con las reservas hechas- en el velasquismo, sólo en tanto no
cuestiona su liderazgo, cosa que sí hace la otra tendencia. Si se siQue la política
económica por él diseñada, es más visible su cercanía al proyecto liberal7.
2
"El Semanario Oiga" critica fuertemente al Ministro de Economía, General Morales Bermúdez, principal defensor de
Cuajone; compara su política con la del exMinistro Ulloa diciendo: "Muchos observadores encuentran gran similitud
entre 105 propósitos y la polltica económica de Manuel Ulloa con la que está tratando de imponer el Ministro Morales
Bermúdez al gobierno revolucionario". En su ataque, el Semanario "Oiga" se refiere a la política del Ministro, basada en
las exigencias del FMI, señalando que busca:
a) "Lograr una refinanclación conveniente (la misma que sin duda habda podido alcanzar Ulloa después del Acta de
Talara).
b) Atraer inversiones extranjeras, especialmente las de Southern para Cuajone.
c) Equilibrar el presupuesto manteniendo las mismas leyes impositlvas de Ulloa, utilizando 105 mismos mecanismos
modernizadores de la recaudación y reduciendo 105 gastos administrativos.
d) Garantizar el dominio privado del sistema bancario bajo el manto de una más rígida y severa peruanización y la
exclusión de la banca estatal del mercado de depósitos y créditos (105 mismos términos usados por Ulloa y Valdlvia que
permitieron "acomodarse" a la banca extranjera con el traspaso de acciones en favor de testaferros como Luis Banchero
considerado como el mayor deudor de uno de los bancos)".
3
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 552, Págs. 119-120.
"Se firma el contrato de Cuajone. El Ministro Fernández Maldonado declara que reactivará la economía. La mina
operará 6 años. La Southern pagará el 47.50/0 de la renta. La Confederación de Trabajadores del Perú (CTP) aplaude el
contrato. semanario "7 días" señala que crea confianza y desarrollo. El semanario "Oiga" comenta: "Suscitó el repudio y
la protesta general de la Izquierda y de la Inteligencia nacional, atónitos ante un paso que se juzgó calco del Acta de
Talara y que luego se observó con más cautela hasta llegar a despertar cierto entusiasmo ante la esperanza de que sea
el Estado el que se encargue de la refinanclación y comerciallzación del cobre peruano, hecho que variará sustancial
mente el significado de, Cuajone".
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 590. Pág. 127.
4
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 644. Pág. 144.
5
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 844. Pág. 196.
6
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 722. Pág. 163.
7
Este es un punto clave a precisar en función de más prolijas investigaciones, por
que cabe preguntarse hasta qué punto la poi ítica económica trazada por el General Morales Bermúdez es sólo opción
de una tendencia o terreno común a ambas. En esta materia hay mucho margen por la falta de alternativas concretas a
una poilítica ortodoxa a partir de la poca formación económica de los actores poi íticos y la sectorialiliazación de la
También puede verse al concluir 1971, un mayor fortalecimiento del
velasquismo en el Gabinete y una resultante a su favor én el conjunto de
reformas. En efecto, la Reforma Agraria avanza a costa de los medianos pro-
pietarios y priorizando cooperativas y SAIS. Se ha dado la nacionalización de
importantes bancos; se ha avanzado en el control del comercio exterior y el
SINAMOS, entre ataques, va en busca de una base popular alternativa a los
partidos. Se ha conciliado en la aplicación de la Comunidad Industrial, ningún
cambio real se ha dado en Vivienda o Salud -ministerios controlados totalmente
por el reformismo liberal-, pero ello no compensa los avances en los otros
sectores y más aún, dada la pugna, se perciben cambios de posición al menos
en el Ministerio de Industria. Hay así en el balance una mayor concentración de
poder en manos de la tendencia velasquista. Pero ello se da en un cuadro de
agudización del enfrentamiento con los diarios y los antiguos representantes
poi íticos que, impactará en la Fuerza Armada, radical izará posiciones y llevará
a un período intenso de crisis,' agravado por la enfermedad del Presidente
Velasco.
En 1973 Y 1974 los actores parecen ser más conscientes de que las jugadas son
definitorias. Sus posiciones asumen una alta carga ideológica y los diarios
juegan en ello un papel central. La primera tendencia, el reformismo liberal,
asume la defensa de la "Sociedad Occidental y Cristiana" 8, vaga idea que, al
margen de un serio análisis histórico, es utilizada para defender el sistema
capitalista, no sólo en el Perú, sino en América Latina. El Ministro Vargas
Caballero y "EI Comercio" son los adalides de esta lucha ideológica que se
combina con la anatematización del comunismo y la acusación de que éste se
encuentra infiltrado en el velasquismo. Hay sincronización entre la defensa de
la civilización occidental y cristiana, entre la acción externa de ataque frontal y
la acción interna m.ás sutil -en la Fuerza Armada- que ataca y desprestigia al
velasquismo. Mientras que los diarios vinculados a esta opción levantan y
promocionan a los ministros de la tendencia liberal -particularmente a Vargas
Caballero- atacan a los ministros velasquistas -caso de los Generales Rodríguez
y Meneses- insinuando directamente que asumen posiciones pro-comunistas.
En la primera tendencia haya su vez coincidencia de términos,lenguaje y
planteamientos con la Sociedad Nacional de Industrias y el Colegio de Abogados
de Lima que para entonces se movilizan en su ataque al gobierno, que
recrudece ante la estatización de la pesca y que da origen a nuevas acu-
saciones de estatismo. Todo esto hace crisis al plantearse el problema de la

cúpula. Hay que precisar también si en el cuadro de lucha entre tendencias era posible definir expl ícitamente una
pOlítica económica distinta a la tradicional. Al ver, por ejemplo, cómo la estatización de la mayor parte de la Banca se
hace caso por caso, aprovechando coyunturas límite, y no por una ley general aprobada en gabinete, se sugiere esta
posibilidad. En todo caso, la resultante es clara en los límites del régimen y también resulta obvio que el General
Morales Bermúdez es el que diseña la política económica, identificándose con el proyecto global que supone. Esta
política demostró habilidad para administrar la coyuntura en un ciclo de expansión, a la vez que las reformas y
nacionalizaciones afectaban la ortodoxia y generaban rechazo en los empresarios. En perspectiva, no parece ir más allá
y aquí se puede ver el origen de los entrampamientos del proyecto del gobierno militar en los últimos períodos.
8
El Cristianismo no es occidental, ni hay una sociedad "cristiana", salvo en la Edad Media. Pero la guerra fría divide
Europa en dos y la parte occidental es capitalista mientras que el Oriente es comunista. Se acuña la frase para
anatematizar al contrario. En la estructura de esta frase hay algo impl (cito: todo alejamiento del capitalismo es salirse
de la cultura occidental y cristiana, es romper con el cristianismo, es dictadura, es comunismo. Con esta idea, se
combate como anticristiano todo lo que recuse al capitalismo o se salga de su ortodoxia.
La falacia de esta óptica puede contrastarse con el pleno apoyo que la Iglesia da a las posiciones que intentan superar
el capitalismo -incluyendo el respaldo a la Propiedad Social de los medios de producción como sector prioritario- y la
opción por formas nuevas de socialismo que se expresan en los documentos de este per(odo. (Ver, por ejemplo. el
documento "La Justicia en el Mundo" aprobado por la Asamblea Episcopal en 1971).
prensa, tanto en la coyuntura de 1973, como en la definitoria coyuntura de
1974.
En la tendencia velasquista hay en este período una radicalización propia de la
lucha poi ítica que la hace consciente de la capacidad que tiene el enemigo
-dentro y fuera del gobierno- para minarle su única base real de poder: la
Fuerza Armada. En efecto, por su composición social, ya está repercutiendo en
ella – como en el resto de sectores medios - la campaña que los diarios y los
sectores de derecha hacen contra el gobierno, acusándolo de' comunista. En
esto tiene importancia la crítica a la creciente Reforma de la Educación ante la
cual los sectores medios son bastante sensibles.
Tiene importancia también la "expropiación de ilusiones" que para los sectores
medios significaron las restricciones al turismo y gastos en el exterior o las
medidas que afectan a una clase dominante que siempre les fue presentada
como modelo. No puede hablarse de medidas que hayan afectado en lo
económico a los sectores medios en este período, menos aún cuando aparecían
día a día nuevos restaurantes, urbanizaciones y boutiques para sectores
medios, siempre llenos y concurridos, lo que supone capacidad de consumo en
estos sectores sociales. Sin embargo, la lucha ideológica, el bombardeo
constante de amenazas y peligros a través de fantásticas descripciones macar-
tistas hechas en la prensa y la indecisión e incapacidad poi ítica del gobierno
para debatir con la oposición y movilizar en su favor al pueblo, van a ser ele-
mentos que aumentan el temor y el recelo, cuando no el ataque y la oposición
de los sectores medios. Una hábil utilización del Colegio de Abogados de Lima,
luchando contra la "inseguridad jurídica", contra el Consejo Nacional de Justicia
y por el retorno a la Constitucionalidad impactará, así. Fácilmente en los
sectores medios. .
El posible impacto en la Fuerza Armada de esta acción desde fuera y dentro del
Gobierno, obliga al velasquismo a afrontar prioritariamente el problema de la
prensa y la eliminación del reformismo liberal de su propia cúpula. Ello se da a
la vez que se comienzan a percibir contradicciones dentro del velasquismo en lo
que se refiere a la relación con el movimiento popular. En este aspecto, desde
1972 se implementa el proyecto del SINAMOS, que tiene enfrentamientos
propios 'con los grupos y partidos de la izquierda opositora, así como con el
Partido Comunista y la Democracia Cristiana. Pero a la vez va surgiendo ya en
1972 y más aún en 1973, el MLR (Movimiento Laboral Revolucionario) con
apoyo del Ministerio de Pesquería y del mismo modo que la CTRP, montada en
un operativo que terminó por marginar al SINAMOS. En una compleja red de
enfrentamientos se mezcla la lucha de las dos tendencias centrales con el inicio
de la práctica poi ítica que corresponde a la tesis del "no partido" y el
enfrentamiento entre esta posición y la línea que luego representarán "la
Misión" y el MLR. Ello, sin embargo, no estalla en 1974, justamente a lá espera
de una definición en la lucha principal.

2.2.2. HECHOS PRINCIPALES DE LA CRISIS 1973-74

UNO

En la lucha política del período, un hecho fortuito desempeña papel central: la


grave enfermedad del Presidente Velasco que en febrero de 1973 sorprendió al
agitado cuadro poi ítico. El rol central que ocupa Velasco en la escena poi ítica
desde 1968, el liderazgo efectivo que ejerce sobre el gobierno y el Ejército, el
papel definitorio que sigue teniendo en la tendencia que representa -:-más allá
de su rol de cabeza del conjunto – asi como la ausencia de una sucesión
preestablecida y aceptada por todos los que conforman el gobierno y la cúpula
castrense, hacen de este hecho una situación particularmente 'crítica. Para el
reformismo liberal era una ocasión singular. Ya desde antes cuestionaba "soto
vocee" el liderazgo de Velasco. Ahora ten ía elementos para hacerlo
abiertamente. Para los que se identifican con el velasquismo, la coyuntura es
grave. El poder se les aleja en lo inmediato, salvo que el mismo Velasco supere
la crisis y transfiera luego el rol conductor. Recuérdese, sin embargo, que en
esta tendencia había desde el inicio diferencias y pugnas que luego se han de
desarrollar.
Una primera crisis política parece presentarse el 10 de marzo a raíz de la
tercera operación a la que es sometido el General Velasco, esta vez para am-
putarle una pierna. Queda planteado el problema de la sucesión como hecho
poi ítico y se va a especular sobre la actuación del Primer Ministro, General
Mercado Jarrín, ubicado en la coyuntura como reemplazante. Este General no
tiene una ubicación clara en la lucha política interna del período. Cumple un rol
destacado como Canciller entre 1968 y 1972, pero posiblemente por el carácter
especializado y poco conectado con los otros sectores del Estado que tiene la
Cancillería, tiene poca necesidad de definiciones internas. Sale prestigiado de la
Cancillería pues su gestión abre nuevas perspectivas, nunca vistas en Torre
Tagle, comenzando relaciones con el mundo socialista y afrontando a la vez el
conflicto con los Estados Unidos, para desembocar progresivamente en una poi
ítica tercermundista. Luego de un año en la Jefatura del Estado Mayor asume la
Comandancia General del Ejército y el premierato en el mismo mes que se
produce la enfermedad de Velasco. Parece ser que ante la enfermedad del
PresidÉmte y la posibilidad de reemplazarlo, el Premier Mercado se dispone a
desplazar al Ifder, lo que lo coloca objetivamente en alianza con el reformismo
liberal. Esta es una afirmación difícil de confirmar, pero tiene posibilidades de
ser cierta si se observan hechos tales como el forcejeado interinato de marzo
de 1973. En efecto, poco después de la amputación de su pierna derecha (el 12
de mayo) un comunicado de la Junta Revolucionaria anuncia que mientras se
repone el Presidente, el Premier firmará todos los actos legislativos y
administrativos y recibirá a los agentes diplomáticos. Este acuerdo unánime de
la Junta Revolucionaria, reunida sin Velasco, no indica fecha de término,
señalando sólo que ocurrirá "mientras subsista la situación transitoria anotada"9
El acuerdo mencionado da al Premier todas las atribuciones del Presidente.
Parece haber generado preocupación inmediata pues rápidamente "Expreso"
convoca a "una gran marcha de solidaridad con Velasco" y ese mismo dfa (el
14) al aparecer el Decreto Ley No. 19443, con los mismos considerandos del
Comunicado de la Junta Revolucionaria, su texto tiene diferencias importantes,
indicadoras del forcejeo interno. Agrega a los considerandos la voluntad
expresa del Presidente Velasco, no sólo reflejada en la presencia de su firma,
sino al decir: "estando a lo dispuesto por el Presidente de la República y lo
acordado por la Junta Militar" 10. Ello significa que es Velasco quien delega y que
la Junta está bajo él; presidida por el Presidente y no sobre él (se ubica en

9
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2020. Pág. 488.
10
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 2022 y 2023. Pág. 488.
segundo lugar incluso). Ello, a su vez, da una situación de permanencia al
Presidente. Pero, además, hay diferencias en las atribuciones que se
transmiten: no se incluye la facultad de recibir agentes diplomáticos y hay un
plazo fijo hasta el 31 de marzo.
Comentando estas diferencias el semanario "7 dias" – del diario "La Prensa"-
dirá poco después 11 que el comunicado de la Junta Revolucionaria fue
entregado a los diarios por el ayudante del Premier y que la Oficina Nacional de
Información a cargo de un hombre de Velasco -Augusto Zimmermann-,
desconocfa su existencia. Comenta, además, la eliminación de la atribución de
recibir agentes diplomáticos, señalando que según la Constitución ello sólo es
atribución del Presidente de la Repúbiica.
Sobre los entretelones de estos dfas se puede especular mucho y sólo sus
actores podrán revelarlo, pero el hecho polftico se produce aun sin ello: ha
habido conflicto en la cúpula y forcejeo por varios dfas. Este conflicto incluso ha
motivado un significativo mitin de apoyo a Velasco que, sin ser definitivo -pues
el poder está en la Fuerza Armada-, fue la única forma de participación civil en
los hechos. Como corolario, cabe señalar que el Premier Mercado, a pesar de la
concentración formal de cargos, no volvió a jugar un rol decisivo y fue visto con
desconfianza por Velasco. Figuró en muchos hechos importantes pero con un
rol opaco, no compensado por la fuerte publicidad dada a sus actos y al
retirarse (en 1975) quedó silenciado hasta la c~nclusión de la primera fase, el
29 de agosto.
Surge un elemento importante como consecuencia de la enfermedad de
Velasco: queda planteado el problema de la sucesión vello va a ser hábilmente
usado por la tendencia liberal. También, a partir de ello V de la titánica lucha
por superar su enfermedad, se encontrará a un Velasco que se aisla en Palacio
cada vez más, que procura no aparecer en público con muletas, que sólo es
visto por el pueblo de vez en cuando, pero que dirige férreamente -V según se
asegura, con cada vez más agresividad V personalismo- el equipo gobernante.

DOS

Casi coincidiendo con la enfermedad de Velasco, el Ministro de Marina, Vice-


Almirante Vargas Caballero, empieza su defensa de "la civilización occidental V
cristiana". Lo hace el 23 de marzo en un discurso ante el Premier Mercado, a
quien incorporaba a la Asociación Nacional pro-Marina 12. Lo reitera "7 Días"
después V, a partir de ello, "El Comercio", "La Prensa" V "Correo" comienzan
una campaña resaltando estas declaraciones. "Expreso", en cambio, pone al
descubierto cómo se están utilizando las palabras. del ministro para defender el
sistema capitalista V cuestionar al gobierno. El mismo ministro convierte lo
cristiano V lo occidental en una defensa de la empresa privada: "EI país no
puede moverse sin la actividad privada, sin el trabajo privado; sin la inversión
privada, no hay país eficiente" 13. Esto lo hace el ministro a la vez que contesta
V ataca a "Expreso", vocero -oficioso en este caso- de las posiciones del
velasquismo.
La pugna de tendencias aflora ahora públicamente. Un ministro responde a
otro. A Vargas Caballero le salen al frente los Generales Meneses Arata V
11
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2024. Pág. 489.
12
CRONOLOGIA,POLITICA. Hechos Nros. 2028, 2029 Y 2032. Págs. 491 y 492.
13
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 2084. Pág. 514.
Fernández Maldonado. El primero, directa e incisivamente V el segundo, en un
cuidadoso discurso que reitera los términos planteados por Velasco para el
provecto poi ítico nacional que hace prioritaria la Propiedad Social, reforma la
empresa privada con la Comunidad Laboral V propone un fuerte sector estatal.
El Ministro Meneses luce un estilo directo V duro que lo hará'blanco del ataque
de la derecha. Esta, en esos momentos, ensalza con Vargas Caballero a la
empresa privada V acusa al gobierno de favorecer el estatismo -que sólo
concibe ligado al comunismo -, término que en la lucha ideológica se identifica
como categoría moral anatematizadora V no sólo como una posición ideológica
o poilítica 14.

TRES

Esta polémica se produce en medio de una nueva medida del gobierno que
exacerbó los ánimos, no ya sólo de las fracciones oligárquicas debilitadas, sino
de la burguesía industrial. Se trata de la estatización de la industria de harina y
aceite de pescado a través de los Decretos Leyes 20000 y 20001. Este
importante sector productivo tuvo gran auge en el pasado, pero se encuentra
en crisis. Las empresas tienen un endeudamiento de SI. 9,000 millones de soles
con el Estado, ascendiendo el patrimonio de éstas sólo a 4,800 millones de
soles.
La reacción de la burguesía liberal es violenta y cuenta con el apoyo de la gran
prensa. La Sociedad Nacional de Pesquería, la Sociedad de Industrias, la
Sociedad Nacional de Minería y Petróleo, la Federación de Cámaras de Co-
mercio del Perú, instituciones representativas de los propietarios de esos sec-
tores económicos, se pronuncian de inmediato exigiendo "respeto por las regias
del juego ya dictadas", reclamando el pluralismo económico y señalando que la
medida crea inseguridad y contrae la inversión del sector privado15. Los diarios
"El Comercio", "La Prensa" y "Correo" inician de inmediato una campaña
acusando de estatista al Gobierno y reclamando el cumplimiénto del pluralismo
económico ofrecido por éste. La campaña tiene impacto, no sólo por el peso
que le dan los diarios, sino también porque se, aferra a una interpretación
interesada de una declaración ambigua del gobierno: el llamado pluralismo
económico.
En la reacción de la burguesía liberal -dentro y fuera del gobiernocontra la
estatización de la pesca, se está usando el pluralismo económico como regla de
juego fundamental, no ya ante la prioridad de la propiedad so. cial, sino ante
una estatización que se explica por las características peculiares, estructurales
y coyunturales, del sector pesquero.
El debate sobre este tema se da dentro y fuera del gobierno, trascendiendo la
oposición del Ministro Vargas Caballero y del arma que representaba. Ante lá
campaña de la prensa varios ministros se ven 'obligados a reiterar que el
gobierno no busca el estatismo. Como en otros casos, sin embargo, es éste un
diálogo de sordos porque se trata de una reacción contra una medida que
afecta intereses muy concretos, cuya defensa asumen casi mecánicamente
aquéllos que al intervenir en poi ítica tienen como misión y razón de ser la
defensa de la propiedad privada como sistema y del capitalismo como tipo de

14
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2091. Pág. 516.
15
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2062. Pág. 506.
sociedad que se quiere mantener a toda costa, pues todo lo que se salga de sus
Iímites -aún siendo caso aislado y coyuntural – está anatematizado
ideológicamente.
El pluralismo económico es un tema que está presente a partir del mensaje
presidencial del 28 de julio de 1972 y, progresivamente, es presentado cada
vez que se hace referencia al sector de Propiedad Social. No lo estuvo en las
primeras declaraciones en torno a este sector. En el discurso presidencial del 28
de julio de 1971 se habla de propiedad social como la característica definitoria
del proyecto político, sin hablar de pluralismo económico16. El 3 de octubre de
1971 ocurre lo mismo, más aún, se señala expl ícitamente que: "La economía
de esa futura sociedad no será, en consecuencia, ni la empresa privada, ni la
dominación burocrática local del Estado sobre el aparato productivo. Esa
economía se basará por el contrario en empresas de Propiedad Social dirigidas
por quienes en ellas crean la riqueza de todos los peruanos”17.
En estas dos ocasiones no se define lo que ocurrirá con el sector privado y el
estatal: sólo se señala que no serán, como tales, los que definan el modelo. Ya
en el discurso del 28 de julio de 1972 se habla de "una economía-pluralista que
prioritariamente descanse en la propiedad social de los medios de producción...
" 18. Más adelante se expresa que este sector no se desarrollará "a expensas",
es decir expropiando, al sector privado reformado, sino compitiendo con éste y
el Estado. Luego, el pluralismo 'La a ser precisado oficialmente hablando de
cuatro sectores -se le agrega el de pequeña empresa privada-, pero siempre se
hará hincapie en la preponderancia, prioridad o hegemonía de la Propiedad
Social.
Sin embargo, tanto el sector privado como algunos miembros del gobierno
entenderán el pluralismo como la manera de defender el mantenimiento de la
vigencia y hegemonía actual de la propiedad privada. En efecto, el Perú sigue
siendo capitalista: predomina la propiedad privada y el crecimiento del sector
estatal no ha cambiado ni sus reglas de juego, ni su forma de acumulación,
siéndole mas bien compfementaria la producción estatal en sectores como la
industria básica. Un sector de propiedad social que no se plantee como
hegemónico no resulta peligroso para quienes defienden el capitalismo 19(137):
puede cumplir el mismo rol que las cooperativas o ser confinado a un ámbito
donde la acumulación sea más lenta. La competencia no puede darse, por otra
parte, si para el Estado no es sector hegemónico pues las reglas de juego del
mercado –mas ún con la presencia actual y potencial del monopolio extranjero
lo reducirán al mínimo. Además, teniendo en cuenta el modelo de sociedad
planteado por el gobierno en su conjunto, cuestionar la hegemonía de la
propiedad social por defender la empresa privada supone cuestionar o falsear el
enunciado que recusa el capital ismo como sistema y, por supuesto, las
afirmaciones ulteriores de que el gobierno propone un camino hacia una forma
propia y nacional de socialismo. En este nivel, más de una vez el gobierno ha
mostrado tales contradicciones en sus miembros, que sólo pueden explicarse
16
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1277. Pág. 289.
17
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1767. Pág. 408.
18
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1767. Págs. 408, 409 y 410.
19
El capitalismo no se supera sólo cambiando formas de propiedad. Supone replan
tear la lógica del sistema, construido con un criterio de rentabilidad basado en el lucro. Supone diseñar la estructura
productiva y hacerla operar en función de las necesidades sociales de la mayor(a y no de las demandas del mercado
interno o externo. En este perrodo se centra la discusión sólo en los términos de la propiedad.
como explicitación de la lucha de tendencias o como constatación -no
necesariamente alternativa- de que varios de los actores poilticos no saben de
qué están hablando20. "
Esto es bien comprendido por los industriales y por la prensa. Por ello, a la vez
que se intenta confundir el proyecto del gobierno con los modelos ruso o
yugoslavo 21se apoya el pluralismo económico como la regla fundamental del
modelo propuesto y se habla de pluralismo económico sin referencia a' la
prioridad de Propiedad Social que el gobierno señala como definitoria. Hay
miembros del gobierno que coinciden en esta perspectiva -lo definitorio es el
pluralismo- mientras que hay en el Presidente Velasco y otros ministros el
planteamiento original constantemente reiterado, afirmando que la prioridad
del sector de Propiedad Social es lo que define el proyecto, siendo el plurali~mo
un encuadre complementario que sólo se explica con la prioridad de uno de los
sectores de propiedad, el social.

CUATRO

En el contexto de este debate surge un nuevo actor que liga la crítica y los
anuncios catastróficos con la demanda de un retorno a la constitucionalidad: el
Colegio de Abogados de Lima, que d~sde la elección del doctor Juan Vicente
Ugar"te del Pino como Decano, se ha convertido en activo y permanente
opositor del gobierno, no ya frente a algunos hechos importantes, sino como
campaña permanente que se articula con la acción de la prensa y de los
sectores industriales.
En esta coyuntura los medianos agricultores tienen también algo que hacer y
decir. Ellos han perdido la Sociedad Nacional Agraria como elemento articulador
y representativo. En el campo no están ya los barones del azúcar que eran
fracción hegemónica de la clase dominante. También ha sido afectada lo que
podríamos llamar la burguesía agraria, formada por grandes
y medianos propietarios de tierras agrícolas (no agroindustriales) de la costa: Si
bien subsisten propietarios de este grupo social, su cantidad e importancia ha
disminuido notoriamente por el avance de la Reforma Ayraria, creando
cooperativas agrarias en fundos grandes e incluso medianos y por la anulación
de la mayor parte de las parcelaciones privadas en la costa. Queda ahora un
sector de medianos propietarios -principalmente entre 50 y 150 Has en la costa-
que, unido a lo que resta de la burguesía agraria, se expresa en 1973, logrando
ampliar su base de sustento con la incorporación de pequeños agricultores que
se sentían inseguros por la falta de apoyo del Estado y en especial por la
lentitud en concederles el certificado de inafectabilidad 22.
Esta burguesía agraria se logra articular con los pequeños agricultores;
presenta los intereses de éstos como su oandera principal, aunque reclama en

20
No pretendemos en esta parte discutir como tal el_proyecto de Propiedad Social y su capacidad para convertirse en
"modelo" alternativo al capitalismo. Estas líneas tan sólo pretenden situar los términos de la discusión de entonces. El
lector puede remitirse a varios trabajos hechos a partir del anteproyecto de ley de propiedad social en el libro
PROPIEDAD SOCIAL: POLEMICA, DESeO-LIMA 1975, en particular al análisis del anteproyecto de ley que all í se incluye y
que elaboramos cuando estuvo en debate el ante-proyecto publicándolo en diciembre de 1973.
21
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2034. Pág. 493.
22
Parece ser que algunos casos en que pequeños propietarios resultaron afectados por la Reforma Agraria, sirvieron de
elemento alertador. Habría que analizar en concreto qué significaban en el lugar esos "pequeños" pues, en muchos
casos, otras actividades complementan su base económica, haciéndolos parte de los grupos de poder local.
, la práctica su propia defensa. Logra reunir una asamblea de pequeños y me-
dianos propietarios, en una de cuyas reuniones (celebrada en San Pedro de
Lloc) exige del gobierno la suspensión de la aplicación de la reforma agraria.
Mientras esto sucede en el norte del Perú, el 13 de junio, en la misma región
pero en la ciudad de Piura 5,000 colonos de la irrigación San Lorenzo hacen una
marcha de protesta por las calles y en Arequipa, al sur del Perú, 10,000
agricultores hacen un mitin en contra del SINAMOS. Días después ocurrirá lo
mismo cerca de Lima, en Huaral. Continuará luego la guerrilla de papel:
comunicados y editoriales en la prensa diaria.
A estas presiones externas parecen corresponder presiones internas que se
analizaron ya en la parte referente a la construcción del proyecto propio y que
se expresarán en el Decreto Ley No. 20120 -el 21 de agosto- que deslinda
campos entre pequeños y medianos agricultores, señalando más obligaciones
laborales para los segundos e invirtiendo el procedimiento para la calificación 23:
antes eran las oficinas de reforma agraria las que tenían que comprobar y
verificar los requisitos de los "conductores directos", para calificarlos o
descalificarlos. Ahora son ellos los que deben probar que cumplen los
requisitos. Luego, el 6 de setiembre, el Decreto Ley No. 20136 complementa
estas normas. La resultante de estos decretos parece ser una masiva
calificación de los pequeños propietarios, separando sus intereses de los me-
dianos. Pero hay también una dismfnución de las afectaciones a este sector de
propietarios en los períodos inmediatamente siguientes y no por ello dejan de
expresarse políticamente, incluso coordinando con otros sectores opositores
como la Sociedad Nacional de Industrias.

CINCO

Punto culminante de la coyuntura de 1973 será el mes de julio en el cual se


juntan y superponen diversos hechos poi íticos. Por un lado se produce el
homenaje al Presidente de la Sociedad de Industrias, Raymundo Duharte,
articulado con una sistemática campaña de los grandes diarios contra el
gobierno (atacándolo de estatista, levantando las banderas anticomunistas e
insinuando que el gobierno está infiltrado de comunistas, reclamando volver a
la constitucionalidad). A su vez, en medio de la respuesta del gobierno a los
ataques, se produce la larga huelga de los trabajadores de "El Comercio" y en
torno a este hecho se produce un sordo debate en el cual dos ministros de
Estado actúan en posiciones enfrentadas, mostrando al público la pugna entre
tendencias.
El homenaje a Duharte, el 19 de julio, reúne a industriales, agricultores,
Federación de Periodistas y Colegio de Abogados de Lima 24 pronunciando un
discurso cada uno, junto con dos elementos marginales: un estudiante de
derecho y una "representante" de trabajadores industriales 25. La coordinación
de fuerzas es el hecho más significativo, reconocido además explfcitamente por
Duharte: "Quizás nuestro error ha sido no coordinar esta actuación desde
mucho antes. . . “(142).
23
Es decir, para definir su título de propiedad, declarándolo inafectable.

24
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2157. Pág. 548.
25
No representan a ningún gremio conocido.
Pero el hecho brinda, además, una clara imagen de los asistentes, como fuerza
social y poi ítica, y a su vez una buena definición de la tendencia' reformista
liberal que, desde dentro del gobierno, articula y concilia con este sector de la
vida nacional. Son palabras del Sr. Duharte;
“…la adhesión de un numeroso y destacado grupo de personas
representantes de sectores determinantes en la vida del país, a principios
que constituyen la esencia y el sentir profundo de los que creemos en la libre
expresión, la libre iniciativa, la propiedad privada, en fin, en todos aquellos
postulados, dentro de los cuales hemos nacido y nos hemos formado y que
son los mismos que queremos dejar como norma de conducta y de vida a
nuestros hijos". 26.
Es decir, que lo que los une es la común fe en la propiedad privada, la libre
iniciativa y la libertad de expresión, entendida como parte de este con
S junto. Son, pues, defensores del capitalismo en el Perú; pueden aceptar re-
formas, pero sólo hasta ese límite. Tienen así una contradicción clara con el
proyecto político anunciado por el velasquismo que enuncia, al menos en su
meta final, la recusación del capitalismo y del comunismo. En el gobierno, la
representación poi ítica de esta tendencia, o sea el reformismo liberal, agudiza
así sus contradicciones con el velasquismo. No comparte sus postulados, a
pesar de que éstos se expresan como voz mayoritaria del gobierno. Gradual-
mente ha sido obligada a aceptar medidas que afectan su propio proyecto li-
beral y capitalista, "occidental y cristiano". Con su presencia dentro del go-
bierno ha logrado a su vezconciliacione's que luego utilizará en su favor -como
el pluralismo económico-, algunas disposiciones en el agro y sobre todo con la
utilización de un dato de la realidad: la debilidad ideológica en actores del
gobierno y la Fuerza Arma~a que, habiendo internalizado y compartido valores
propios del capitalismo, resultan fácil presa de las campañas de la gran prensa.
De all í que el valor anticomunismo, la anatematización de las huelgas
-responsabilizando al obrero de la situación económica de la que él es más
víctima que causante, o la identificación de libertad de expresión con la libertad
de empresa- son planteamientos que hacen'mella dentro del gobierno y muchos
de los discursos oficiales parecieran dirigidos a responder al efecto que esta
campaña produce en la Fuerza Armada.
Pocos días después de este homenaje, el 21 de junio, la Confederación de
Trabajadores del Perú -controlada por el APRA- demanda el retorno al sistema
democrático y a la constitucionalidad; a su vez" La Prensa", el 25, insistirá sobre
este tema demandando que los militares "se limiten a sus funciones de defensa
de la Nación" 27 utilizando para ello un discurso del abogado Luis F. Villarán. El
gobierno reacciona. Contestan el Premier Mercado y los ministros Fernández
Maldonado 28 y Meneses Arata en el discurso de este último se ve ya entonces
que la ruptura incluye a los diarios "grandes" 29. Ello lleva a otra movilización de
los mandos de la Fuerza Armada para expresar al gobierno su apoyo; esta vez

26
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2157. Pág. 548.
27
CRONOLOGIA POLlTICA. Hecho No. 2168. Pág. 557.
28
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 2164, 2169, 2170, 2172. Págs. 557-559,
29
"Esta voluntad Indeclinable de cambio hay que recordá'rsela hoy muy claramente a los dueños de los diarios
conservadores llamados "grandes", aunque 5610 tienen de grande su vocación de promover la cucufatería poi rtica
diseminando en todas las formas un temor medioeval por el comunismo. Y hay que recordársela también a los
gruPúsculQS de ultra-derecha que promueven agasajos para que un sujeto más o menos audaz vocifere lo que ellos no
tienen el coraje de decir en alta voz".
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 2164. Pág. 555.
la preside el General Cavero Calixto, Presidente del Comando Conjunto de la
Fuerza Armada. Contesta también a estos ataques el Presidente Velasco en su
mens..aje del 28 de julio 30. Pero ese mismo día se inicia un acontecimiento
central en esta coyuntura que hará enfrentar incluso públicamente a dos
ministros: la huelga de los trabajadores de "El Comercio" que dura hasta el 23
de agosto, produce en este lapso los más duros ataques de la familia Miró
Quesada al gobierno y enfrenta públicamente a los ministros de Marina,
Almirante Vargas Caballero y de Transportes y Comunicaciones, General
Meneses Arata.

SEIS

El Ministro de Marina había recibido desde mucho antes apoyo de "El


Comercio". Sus declaraciones eran motivo de editoriales en los que, en el fondo,
se atacaba el proyecto poi ítico del gobierno sustentado por el velasquismo31.
Sin problemas, este ministro declaraba el 11 de junio - en plena campaña de los
diarios contra el gobierno- que las discrepancias son saludables, tanto en el
gobierno como entre diarios y que "La Prensa" y "El Comercio" no eran
reaccionarios sino buenos diarios. Ello, a su vez, originaba nuevos editoriales y
ataqués a los ministros que habían contestado en ocasiones inmediatamente
anteriores a los ataques de la prensa 32(150).
En un discurso ante funcionarios de su ministerio, el General Meneses Arata
hizo una alusión a los aspectos laborales de la huelga del diario "El Comercio", a
la vez que contestaba a algunos de los ataques que los directivos de ese y otros
diarios hacían al gobierno por tolerar la huelga:

"Hay empresarios que burlan permanentemente a sus trabajadores elevándose


desmedidamente sus sueldos y los de sus familiares o allegados; cargando a
"gastos generales" los rubros más increíbles y usando otras formas de
desfinanciación de la empresa, y estos empresarios tienen todavía el cuajo de
alarmarse porque aquellos recurren a la huelga e impiden que los "caracoles"
hagan ineficaz esta medida de fuerza que ellos mismos provocaron".
"Además tienen la insolencia de decir que el gobierno no cumple con su deber,
simulando ignorar que éste es un gobierno que defiende los derechos de los
trabajadores y no ampara las bribonerías de algunos empresarios, bribonerías a
las que ellos estaban acostumbrados".
"Pero para colmo aún mayor pretenden sembrar la desconfianza, insinuando
que si este supuesto "delito" no se reprime se repetirá en otras empresas y el
país se sumirá en el caos. Estas mentalidades antidiluvianas deberían saber
que tal situación no se presentará, porque en el Perú hay muchos empresarios
honestos; pero que cada vez que algún empresario pícaro burle las expec-
tativas dé los trabajadores o les robe lo que les pertenece, se repetirán las
medidas de fuerza, y aunque ésto no se respete en pocos o muchos casos, el
resultado no será el caos sino la justicia" 33.

30
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2172. Pág, 559.
31
En varias partes de este período identificamos el proyecto poi ítico del gobierno con el Velasquismo, en tanto esta
tendencia parece ser la hegemónica, aunque deba conciliar con el reformismo liberal.
32
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 2172. Pág. 559.
33
CRONOLOGIA POLITICA.Hecho No 2195. Pag. 576
A este discurso responde con aviso pagado el Director de "El Comercio", doctor
Luis Miró Quesada, rechazando la alusión, llamando la atención sobre la
intervención de un ministro que no es de Trabajo en este problema laboral y
quejándose por lo que califica de "lenguaje que no está a la altura del elevado
cargo que ejerce”34.
El mismo día, el Ministro Vargas Caballero defiende a "El Comercio", ataca a los
trabajadores e indirectamente contesta al Ministro Meneses Arata reiterando,
como lo hiciera el Director de "El Comercio", que es un problema estrictamente
laboral y que no se debe mezclar la poi ítica. Dice textualmente:

"Sí, lo he defendido y lo seguiré defendiendo toda la vida. Es un buen diario.


Tiene buenas informaciones y a través de su larga trayectoria ha batallado
incansablemente contra la Intemational Petroleum Company, en lo referente a
la Brea y.Pariñas".
"Los periódicos pueden opinar con toda libertad y la libertad comienza con la
libertad de opinión, así como yo opino en este momento, porque sabemos que
estamos en un país libre y democrático".

Luego agrega respecto a los trabajadores:

"Lo que sí me causa indignación son las actitudes matonescas, como en este
caso, el muñeco ahorcado que han colgado en la fachada del diario, porque con
esto demuestran la falta de civilización".

"Este problema laboral se debe solucionar por intermedio del Ministro de


Trabajo y no se debe mezclar con la política, como se pretende hacer conocer a
la opinión pública, porque sería aceptar un ejemplo funesto en el país". 35.

Dos días después el Ministro Meneses Arata contesta las declaraciones del
Director de "El Comercio" y del Almirante Vargas Caballero:

P. "¿Puede decimos algo sobre la declaración de don Luis Miró Quesada en el


sentido de que su intervención politiza el problema de "EI Comercio',?".

R. "Eso sería aceptar que cuando el ministro llama pan al pan y vino al vino,
está usando un lenguaje impropio para su jerarquía. Probablemente ese señor
desearía que yo diga que su periódico es informativo, bueno y nacionalista,
para aprobar mi lenguaje. Fatalmente por un mínimo de respeto a la
inteligencia de los peruanos, yo no puedo decir que es informativo un periódico
que publica defunciones, avisos económicos y boticas de turno, pero
simultáneamente calla, oculta, distorsioná y engaña a sus lectores en la infor-
mación política, económica, social y aún cultural. Y por .otro lado, Como
Ministro de este Gobierno Revolucionario, yo no podría decir que es bueno y
nacionalista un periódico que todos los días sistemáticamente, ataca con
métodos oscurantistas y canallescos las medidas que se adoptan en favor del
pueblo peruano".

34
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2200. Pág. 578.
35
CRONOLOGIA POLlTlCA. Hecho No. 2201. Pág. 579
"En cuanto a que mis declaraciones politizan el problema de "EI Comercio", eso
sería una apreciación interesada. Porque es interesado decir que se politiza un
problema laboral cuando un ministro, que no es el de Trabajo, opina que se
debe defender los derechos de los trabajadores pero no decir que se politiza
cuando hay otro ministro, que tampoco es el de Trabajo, opina que los
empresarios son '/os buenos y defendibles y que los trabajadores son los bandi-
dos de la película".
"Por lo demás, la mejor prueba de que el gobierno está tratando el problema
como laboral y no pol/tico es que sigue todos los pasos previos de un pliego de
reclamos y de la ocupación de un local. Sería tratamiento político si el gobierno
cerrara de un solo golpe ese periódico, que dicho sea de paso, a la fecha ha
hecho más méritos para ello que en la época de Piérola”36.
Lúego habrá una intervención del Ministro Jorge Fernández Maldonado,
planteando el problema general de la prensa 37 y, cerrado el caso, el Presidente
de la República declarará que si algún ministro no está de acuerdo con el
pensamiento de los hombres del Gobierno tiene el derecho a renunciar
38
.

Este conflicto fue un primer aviso de que el problema de la prensa sería


afrontado; más aún, ya en 1973 hubo indicios de que el gobierno alentaba la
huelga o la usaría para tomar “El Comercio”, principal orquestador del
enfrentamiento con el proyecto velasquista, pero no ocurrió asf. No trascen-
dieron los elementos de la pugna interna que llevaron a esta conclusión. Lo que
sí queda claro es que dos tendencias se enfrentaron -incluso en públi-, co- y ello
da cuenta del impacto que al interior del gobierno causaba la coyuntura en
particular y el enfrentamiento de tendencias. También fue evidente en esta
coyuntura, como lo fue en 1974, que la actuación del Almirante Vargas
Caballero salía más allá de los límites tolerables por un gobierno; que las
contradicciones internas obligaban a una definición por alguna de las ten-
dencias o el gobierno estallaría. La relación de este Ministro con "El Comercio"
va más allá de la simple simpatía o de la coincidencia parcial: es una perfecta
articulacióñ poi ítica que se liga con los grupos sociales que más fuertemente se
oponen al gobierno, desestabilizándolo.
Lo que 'también se hace evidente en la coyuntuta de 1973, es que el Gobierno
tiene en la gran prensa su principal articulador de oposición. La oligarqu ía ha
perdido gran parte de su base económica de sustentación. La burguesía

36
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2203. Pág. 580.
37
"La prensa no es un negocio ni una tribuna para la opinión Individual, de familia o de grupos al servicio de mlnorlas
privilegiadas. Por lo menos no puede serio asi en un régimen revolucionario. La prensa es un derecho del pueblo a ser
verazmente Informado, y ante todo un servicio fundamental para la colectividad, a la que se debe".
"La libertad de prensa, empero, ni siquiera es un único derecho de los Informantes a Informar. Es igualmente, un
derecho del pueblo a ser verazmente Informado. Como derecho. La exigencia es en doble sentldo~ Pero igualmente, la
responsablll. dad es por entero del periodismo. De ah I lo dificil que es hacer uso de una auténtica libertad de prensa.
En el ejercicio diario de ella nos encontramos todos cara a cara con la dura realidad. Estamos aprendiendo a construir
los cimientos de una real Libertad de Prensa, y abandonando la escala de valores que, en el capitalismo hizo posible
confundir libertad de Informar y opinar con libertad de empresa.
Quienes no entienden el nuevo rol revolucionario de la prensa jamás hablarán ni entenderán el lenguaje de la Libertad
de Prensa asumida como un servicio social abierto, noble y concientlzador ante un pueblo que durante muchos años
estuvo reclamando y exigiendo su derecho a la verdadera Información que le fuera sistemáticamente negada en el
pasado. El pueblo quiere que se le diga a través de órganos de información que sienta suyos, aquellas grandes
verdades que viene intuyendo desde siempre, pero que muy pocas veces las ha visto escritas en blanco y negro"
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho. No. 2209. Pág. 582.
38
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2231. Pág. 589.
industrial es débil e inexperta, especialmente las fracciones representadas por
la Sociedad de Industrias. Ya por esta época, puede verse la presencia de muy
contados industriales que dan su apoyo al gobierno, al reconocer qf1e éste es
fuerte y que su política puede conciliarse con sus intereses específicos. En vez
de enfrentarlo empiezan a hacer el intento, más eficaz, de rodearlo. Tanto los
restos de las fracciones oligárquicas como los industriales han quedado con una
representación poi ítica recortada al cambiar el régimen: no hay parlamento; los
ministros son militares; su representación directa puede lograrse sólo
asesorando y rodeando a algunos ministros. La prensa, por lo tanto, resulta
fundamental: los diarios articulan lo que a los empresarios no les es posible
hacer directamente; manejan bien la presión sobre el gobierno; influyen a nivel
ideológico en un sector mucho más amplio: la clase media. Generan mitos y
enemigos míticos. Son capaces de agigantar de tal manera a éstos, que
pareciera que el Perú está lleno de comunistas; que la Unión Soviética no queda
en el otro extremo del mundo sino a la vuelta y que nuestra economía, la
actual, no fuera ya dependiente del mundo capitalista -cuyo centro hegemónico
está en los Estados Unidos- sino parte de la órbita soviética. Realmente la
capacidad de hacer "guerrillas de papel" ha llegado a tal punto que se viven
situaciones de tensión poi ítica total, en evidente desproporción con el poder
real de los grupos sociales que la prensa representa. El peligro está entonces en
que, dados los rasgos del propio gobierno (que se apoya en la Fuerza Armada,
que tiene tendencias o líneas que la prensa puede acrecentar; que no logra aún
el apoyo popular organizado que busca), la prensa logre potenciar el poder de
los grupos opositores y acentuar la lucha poi ítica al interior del gobierno.
Resulta así que ha llegado la hora en que para el gobierno el enemigo
inmediato está en la prensa y su reforma pasa por la necesidad de resolver la
lucha poi ítica entre tendencias. En efecto, en los primeros meses de 1974 se
hará evidente la necesidad de afrontar ambos problemas.
La actuación del Ministro Vargas Caballero hace que la lucha de tendencias al
interior del gobierno sea el primer problema a resolver. En efecto, el Ministro
continúa haciendo declaraciones que sirven para que la gran prensa ataque al
gobierno veladamente o le reclame definiciones que, más allá ::le su
contenido ,semántico, tienen una intencionalidad coyuntural dirigida a de-
bilitarlo. Así al comenzar febrero de 1974, un discurso del Ministro en' el que
veladamente ataca al diario "Expreso" -principal y casi solitario defensor del
gobierno- acusándolo de defender la lucha de clases, ocasiona una campaña de
"El Comercio" señalando que la posición del Ministro -claramente macartista-
refleja la "angustia del país" y que "para evitarlo hay que defender al régimen
de libertades"; hay que fortalecer el concepto de propiedad privada y de
empresa privada 39
Una vez más, hay sincronía y complementariedad entre el Ministro y "El
Comercio". El mensaje del Ministro 40 acusa a los que defienden al gobierno,
ataca al comunismo con un énfasis tal que parece ser el enemigo inmediato
-aquí y ahora- del gobierno. "El Comercio" lo apoya y eleva su declaración a ser
39
"No creemos de ninguna manera, en esas tan pregonadas luchas de clases, de las que se lee en algunos periódicos
que siempre parece que defendieran ésto, sin darse cuenta del enorme daño que hacen al pa(s".
"El gobierno no cree en estas luchas de clases... Nosotros creemos en la unión de todos los peruanos, no en la división,
en la separación. Creemos en la unión y concordia de todos los peruanos".
CRONOLOGIA POLlTICA. Hecho No. 2467. Págs. 775 y 776.
40
Quien nuevamente presenta como un problema de fe o creencia la existencia de la lucha de clases, cosa que no sólo
es erróneo científicamente, sino falso y sesagado políticamente.
reflejo de la angustia del país, o sea al interés general y mayoritario. Ello sirve
de base para criticar y demandar al gobierno: si el comunismo es el "enemigo
principal", si es tan importante que angustia al país, ¿por qué el gobierno no
toma medidas? ¿Por qué no lo reprime? Esta estrategia no es nueva. Se ha
usado en el pasado, y más aún hoy, como cortina de humo para desviar la
atención de los problemas en discusión e inducir al gobierno a reprimir al
movimiento popular, que siempre será calificable de comunista por estos
órganos, como todo aquello que amenace el orden establecido.
Pero allí no se queda "EI Comercio". Aunque el Ministro ha dicho que el gobierno
no es capitalista, el diario decano reclama como única forma de no caer en el
comunismo el fortalecimiento de la propiedad privada. Ello justamente cuando
el gobierno ha declarado que su opción se define en la prioridad de la Propiedad
Social de los medios de producción. Ocurre que para "EI Comercio", como para
los defensores del capitalismo, fuera de este sistema sólo existe el comunismo
-entendido en la definición ideológica burguesa- presentado a partir de las
formas en que se ha dado históricamente, resaltando sólo los rasgos negativos
de – estas experiencias históricas y comparándolas con un capitalismo aséptico
en el que sólo se le ven rasgos positivos, esta vez al margen dé su historia41.
Cabe señalar que la coyuntura de 1974 se produce en un cuadro político que
tiene un elemento nuevo. En Chile ha caído el Presidente Allende y las
relaciones con el Perú se han deteriorado. Al Perú se le ataca ahora desde la
prensa chilena, acusándolo de tener bases militares soviéticas, y de ser cabeza
de puente para la propagación del marxismo en América Latina. El gobierno
tiene que actuar no sólo en un frente interno movido por la derecha sino en un
frente externo caracterizado por un progresivo aislamiento dado que los países
del continente giran a una derecha cada vez más reaccionaria y represiva. Ello
tendrá notoria influencia en el cuadro poi ítico interno, sobre todo por la
sensibilidad de la Fuerza Armada ante los problemas limítrofes.
Los conflictos del gobierno con "EI Comercio" continúan siendo constantes: la
expropiación de las industrias básicas -anunciada desde 1970 y ejecutada
ahora al vencer el plazo- ocasiona un nuevo enfrentamiento con el Ministro
Meneses 42: la firma del Convenio Green-Mercado, ocasiona un nuevo ataque de
"EI Comercio" al que responde en duros términos el Ministro Fernández
Maldonado. Los conflictos alcanzan también al diario "La Prensa". Así, en abril
de 1974, este diario es acusado de tergiversar nada menos que unas
declaraciones del Presidente Velasco, reproducidas por "EI Mercurio" de Chile,
en torno a las deterioradas relaciones bilaterales. La distorsión había sido en el
sentido de acusar al comunismo internacional de ser el responsable de la
campaña que presenta enfrentados a los dos estados, identificando de ese
modo la posición de Velasco con la del canciller chileno. La respuesta enérgica
del gobierno ocasiona una retirada cuidadosa de este diario43.
Se llega así al mes de mayo de 1974 en el que se define el enfrentamiento de
estas dos tendencias en la persona del Ministro Vargas Caballero. La ocasion se
produce por sus declaraciones en medio de una polémica surgida entre los
grandes diarios de derecha y los dos periódicos que apoy.an al gobierno:
41
En esta parte seguimos el curso del debate en los términos en que se daba. Salen a la luz contradicciones de la
propia formulación ideológica del gobierno que no cabe analizar para los fines dE esta parte pero sí merecen adecuado
estudio para comprender el curso del proceso.
42
CRONOLOGIA POUTICA. Hecho No. 2566. Pág. 820.
43
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2566. Pág. 820...
"Expreso" y "La Nueva Crónica". Estos últimos denunciaron como reunión
subversiva y contrarrevolucionaria a un almuerzo de los directores de los
grandes diarios, organizado por la fracción de la Federación de Periodistas afín
a ellos 44 y publicitado en los diarios. Ello ocurrió el 17 de mayo. Pocos días
después, el 24, unas declaraciones del dirigente de Acción Popular, doctor
Javier Arias Stella, reclaman nuevamente elecciones, planteamiento que el líder
aprista Haya de la Torre había reiterado a principios del mes 45(163).
Arias Stella afirma además que no es conveniente que la Fuerza Armada
permanezca en el poder porque ello puede afectar a su entrenamiento conti-
nuado. Anuncia un congreso partidario para fines de mayo para el cual, afirma,
vendrá el ex-Presidente Belaúnde que se encuentra deportado en los Estados
Unidos de América. Al día siguiente de sus declaraciones, Arias Stella fue
deportado por el gobierno rumbo a Buenos Aires, desde donde viajó a Brasil,
reuniéndose con otro dirigente populista deportado, Manuel Ulloa, quien al
recibirlo declara que hay sectores en la Fuerza Armada que tienen
desavenencias con el régimen personalista de Velasco, el cual podría ser de-
rrocado a fin de año46.

Todos estos hechos resaltados por el debate en la prensa, hacen aumentar la


tensión, sin que se conozcan las causas o sucesos internos al gobierno. En
medio de ellos, al día siguiente de lo sucedido cpn Arias Stella, el Ministro
Vargas Caballero toma partido nuevamente aliado de "El Comercio" y la prensa
de derecha defendiendo implícitamente a los grupos que asistieron al almuerzo
de los periodistas conservadores, al señalar que el hecho de criticar al gobierno
no hace que alguien sea contrarrevolucionario 47; defiende genéricamente la
libertad de expresión, señalando, como crítica implícita a los diarios que apoyan
al gobierno, que lo que hay que fomentar es la unión y concordia de todos los
peruanos 48.
En base a estas declaraciones "El Comercio" editorial iza sobre "el derecho y el
deber de discrepar" calificando, como siempre, de comunistas a los que lo
atacaban y señalando que el comunismo "no va a dictar a los periódicos y a la
Fuerza Armada las normas de conducta”49. La campaña de "El Comercio"
continúa con otro editorial sobre "la campaña comunista en el Perú" y se le
une" La Prensa" en el mismo sentido, mientras "Expreso" critica al Ministro de
Marina y señala que sus declaraciones suponen una crítica al gobierno, por
producirse inmediatamente después de la deportación de Arias Stella.
Se derra este capítulo con la conferencia de prensa del Presidente Velasco, el
28 de mayo, en la que reitera su ataque a la oposición y le contesta que "aquí
no hay coincidencias ni casualidades". Sostiene que hay un plan
contrarrevolucionario y a la vez plantea que el Almirante Vargas Caballero debe
renunciar por haber hecho declaraciones contra lo expresamente acordado por

44
Presidida por el periodista Arturo Salazar Larrian.
45
CRONOL.OGIA POL.ITICA. Hecho No. 2594. Pág. 836.
46
CRONOL.OGIA POL.ITICA. Hecho No. 2611. Pág. 843.
47
Con esto se refiere al calificativo de contrarrevolucionarios que les pusieron "Expreso" y "u Crónica" a esos
periodistas.
48
CRONOL.OGIA POL.ITICA. Hecho No. 2613. Pág. 845.
49
Lo que en el caso de "La Crónica" resulta aún más absurdo pues ya entonces era marcadamente anticomunista.
el Consejo de Ministros 50(168). Esto produce, al día siguiente, un comunicado
de la Junta de Almirantes de la Armada que se solidariza con su Ministro y
señala que él, como miembro de la Junta Revolucionaria, sí puede hacer
declaraciones y no debe renunciar. Este comunicado coincide -el mismo día-
con uno del. Partido Acción Popular que apoya al Almirante Vargas Caballero y
reclama el regreso de Arias Stella, Belaúnde y de la Jara.
El 30 pide su pase al retiro el Vice-Almirante Vargas Caballero; lo siguen el
Ministro de Vivienda, Contralmirante Arróspide y el Jefe de la ONIT, con rango
de ministro y voz en el Gabinete, Vice-Almirante Indacochea. Concluye así este
episodio que a su vez cancela la lucha entre dos tendencias del gobierno,
producida a lo largo del período 1970-74 y que tiene en estos ministros un
exponente rezagado, dado que otros, como el, General Montagne, se han
retirado antes. Vargas Caballero deja la escena entre el aplauso de una derecha
preocupada y la crítica de los diarios que apoyan al Gobierno.

3. RESULTANTE DEL PERIODO

Por la forma en que se da el enfrentamiento final entre la tendencia liberal y el


velasquismo, va a tener repercusiones importantes en la Fuerza Armada, que se
expresarán luego, en 1975, con la caída del Ministro Faura y, más adelante, del
Presidente Velasco. La Marina hizo cuerpo con su Ministro. Lo apoyó y, ante la
derrota, endureció sus posiciones frente al régimen. El problema se plantea ya
no sólo como un problema de líneas o tendencias, sino como un problema de
instituciones dentro de la Fuerza Armada y del gobierno. En el período siguiente
este conflicto no, será resuelto por el gobierno y los ministros que sucedieron al
Almirante Vargas Caballero. Se mantendrá latente agudizando la polarización.
Cabe recordar que Velasco tiene que recurrir en esta ocasión a todo el peso de
su liderazgo parp enfrentar la coyuntura. En la misma conferencia de prensa del
28 de mayo declaró que él era el principal responsable de la revolución porque
la había iniciado con un pequeño grupo de oficiales. En esa misma ocasión,
mostró el original del Plan Inca, declarando que les había servido de guía.
Este recurso, nunca antes utilizado, da cuenta de la difícil coyuntura que
significa la eliminación pública y forzada de un Ministro y miembro de la Junta
Revolucionaria. Velasco tiene que personalizar para arrastrar tras sí el apoyo
civil y militar.
La caída de Vargas Caballero, complementada con la expropiación de los diarios
el 27 de julio siguiente, cancela una etapa y ratifica la voluntad de la tendencia
velasquista de realizar su propio proyecto polftico desde el poder y sin recurrir a
elecciones, alianzas partidarias, Constituyente o cualquiera de las figuras poi
ítico-institucionales del régimen poi ítico tradicional. Esta voluntad poi ítica se
consolida al dejar de estar presentes los grandes diarios como articuladores de
la oposición de derecha que reclamaba ese curso poi ítico tradicional. La
burguesía liberal ha perdido con ello representación política en el gobierno, al
menos por el período siguiente.
Sin embargo, el velasquismo no es una unidad, ni siquiera por un día. Estuvo
unido frente a la tendencia liberal y lo que representaba, pero no frente a un
50
CRONOLOGIA POLITiCA. Hecho No. 2616. Pág. 847.El acuerdo del Consejo de Ministros se refiere a que s610 el
Presidente y el Premier pueden hacer declaraciones poi íticas, debiendo los otros Ministros declarar s610 sobre los
asuntos de su sector. El Presidente indica que el acuerdo establece que el Ministro que lo incumpla debe renunciar.
problema medular: la política de movilización popular; tema a partir del cual se
desarrollarán abiertas contradicciones en lo que resta de 1974 y en 1975. El
mismo 31 de mayo, cuando se hace pública la caída de Vargas Caballero, se
producirá la quiebra de CONACI por un sector del velasquismo que forma una
Comisión Reorganizadora. Comienza una nueva etapa, dura y definitiva para el
proceso político que analizamos.

CAPITULO IV

“la Misión” vs.


Los Militares Progresistas (1974-75)

ELEMENTOS PARA UBICAR LA ESCENA POLlTICA

Crisis Institucional

El pase al retiro del Almirante Vargas Caballero, en mayo de 1974, significa la


eliminación en la cúpula del gobierno de una tendencia conservadora que en
todo el pedodo anterior marcó el enfrentamiento principal con la tendencia
encabezada por el Presidente Velasco. La burguesía liberal encontróen esta
tendencia sus adecuados representantes poi íticos para defender dentro del
gobierno a la llamada "pequeña y mediana propiedad agdcola", a los in-
dustriales afectados por la Comunidad Laboral, a los empresarios temerosos del
aumento del poder económico del Estado o a los diarios que defendiendo los
intereses de la burguesía liberal veían ya con temor la posibilidad de ser
afectados. En la coyuntura de 1974 no es sólo un actor político el que resulta
derrotado: lo que él representa, el proyecto poi ítico de la burguesía liberal, lo
es también en forma notoria. Pocas veces en este proceso ha habi.do una
articulación tan pública y clara entre un miembro del gobierno y los partidos,
gremios y representantes orgánicos de la burguesía.
La derrota del reformismo liberal es, sin embargo, sólo algo transitorio; quedará
fuera del gobierno hasta que concluya el nuevo p.eríodo, en agosto de 1975.
Pero ello no significa que quede suprimida; está presente en la escena poi ítica
y tiene representantes convencidos en parte de la Fuerza Armada. Esto, sin
embargo, parece no haber sido tomado en cuenta por los actores políticos de
1974 y 1975, especialmente el gobierno.
En esta coyuntura puede observarse un elemento importante que quedará
latente en el gobierno desde la caída del Almirante Vargas Caballero: la Marina
hace cuerpo con su jefe y se enfrenta al gobierno. El retiro del Ministro de
Marina es un acto impuesto que la institución naval asume como agresión a sí
misma. Si desde varios años antes era visible que gran parte de los marinos no
estaban de acuerdo con el rumbo del gobierno, lo que ahora se desarrolla es un
fuerte espíritu de cuerpo que reacciona contra una imposición del rp.gimen y de
las otras armas, hasta presentar a la Marina en férrea oposición al gobierno y al
General Velasco en particular 51(169).
51
La renuncia del Ministro de Marina, Almirante Faura, en Junio de 1975, parece ser expresión máxima de la crisis en la
institución naval.
"Se comentó en medios políticos el hecho de que poco antes -según numerosos observadores- la Escuadra abandonó la
Rada del Callao, lo que se Interpretaba como una medida de presión".
Al respecto, el Ministro del Interior, General Ritcher, declaró el 27 de Junio que el Almirante Faura "renunció por un
motivo estrictamente institucional y en modo alguno político".
Durante el período anterior, los distintos actores del reformismo liberal parecen
haber usado el cuestionamiento al liderazgo de Velasco como arma básica
dentro de su actuar institucional. Esto parece agudizarse más con la
enfermedad que gradualmente aisla al Presidente y en particular con la forma
en que se produce la crisis con la Marina.
Todo esto hace que el nuevo período se caracterice por una crisis institucional
dentro de la Fuerza Armada que, por más declaraciones de unidad que se
hagan, seguirá latente. En todo medio político se especularácon versiones sobre
la crisis y posiciones de altos oficiales de cada arma. Si bien el centro de la
oposición se ubica en la Marina, es claro que hay ramificaciones latentes en las
otras armas, donde al llegar la coyuntura adecuada puede combinarse bien el
"ajedrez personal" 52(170), la nueva lucha de tendencias y esta ya profunda
división institucional. Así se habla en 1974 y 1975 de la existencia de un sector
"institucionalista", formado por militares que no ocupan cargos de gobierno, y
que se oponen a los rasgos autoritarios que ven acentuarse en el presidente. En
el período parece madurar el institucionalismo que luego catalizará el General
Morales Bermúdez en agosto de 1975.
Al llegar al sexto año de gobierno, es el carácter institucional de éste el que se
encuentra en crisis. Es difícil esta situación pues la base social y poi ítica del
gobierno es heterogénea y necesariamente contradictoria. Los importantes
cambios realizados suponen opciones poi íticas que chocan con la
institucionalidad castrense, que poco ha cambiado internamente con el pro-
ceso. La burguesía ha sabido capitalizar bien esta situación y alimenta el
conflicto interno con la exacerbación del anticomunismo. Si bien la ruptura con
el reformismo liberal era una necesidad evidente para el avance y pro-
fundización del proceso de cambios iniciado, es claro que el gobierno requeria
ampliar su base de sustento: ello no se hizo. Justamente en torno a los
problemas de movilización popular se dará la nueva lucha de tendencias en el
seno del gobierno.

Decantamiento de la burguesía o nuevo "entrismo" en el proyecto militar

En la coyuntura de 1974 pueden observarse elementos que tras la escena


oficial indican el necesario reacomodo de las fuerzas sociales en pugna. Se
produce desde 1973 un progresivo decantamiento de la burguesía que ha de
aislar momentáneamente a los sectores más tradicionales, que encabezan lo
que llamamos burguesía liberal. Esta, al enfrentarse en bloque al gobierno, ha
ido quemando a sus representantes gremiales y políticos (SNI, diarios, partidos,
incluso militares) quedando sin claras cartas de reemplazo. A estas alturas su
discurso ideológico apenas puede distinguirse de lo que la antigua oligarquía
expresaba: el mismo antiestatismo, la total negativa a aceptar las reformas, el
reclamo de elecciones y vuelta a la constitucionalidad, el irracional macartismo,
etc. Esta línea política los va a dejar progresivamente en segundo plano, con
menos posibilidades de intentar nuevos "rodeos" en la cúpula del gobierno a
partir de 1974. Pero para entonces pueden ya distinguirse por lo menos algunos
grupos de empresarios que, sin hacer públicos deslindes con la burguesía

Cronologla Política. Hecho No. 3605. Pág; 1470.


52
Con esto se hace referencia a las previsiones, alianzas y enfrentamientos, de cada oficial por llegar -en condiciones de
competencia- a los puestos claves, ahora no sólo militares sino políticos
liberal, manifiestan una actitud distinta frente al gobierno y hacen posible que
se den nuevas e importantes articulaciones.
Esta actuación resulta imprecisa por no utilizar canales institucionales del
actuar político (partidos, parlamento. . .) o de la representación gremial (SNI)
pero se puede encontrar en las reuniones de empresarios (CADE~PAE). en las
formas de conciliación del hábil Ministro Jiménez de Lucio en las demandas
concretas y en el actuar de una cada vez más amplia tecnocracia estatal que
está en gran parte ligada a estos intereses y concepciones. Para el capitalismo
moderno, en particular para las empresas ligadas a los grandes monopolios, la
comunidad laboral puede adaptarse salvo que venga acompañada de una
amplia movilización política. El poder del Estado en la industria básica y en el
control de los recursos naturales tampoco afecta a la gran empresa moderna:
más aún, puede asegurarse que ello la beneficia, como ocurre en muchos
países capitalistas avanzados. Estos grupos sociales se encuentran ahora frente
a un Estado fuerte y con recursos, que puede garantizarles el desarrollo de un
capitalismo moderno, a la vez que controla todo embate del movimiento
popular. En términos pragmáticos, para estos sectores más lúcidos es
importante rodear al gobierno y no enfrentarlo, conseguir concesiones
concretas y dejar que los sectores ya superados, como la burguesía liberal, se
desgasten en una lucha desigual 53(171).

(-Sin embargo, no se trata sólo de grupos privados, por lo demás poco visibles
públicamente. Es a partir del propio Estado que comienza a cobrar importancia
una tecnocracia oficial, con altos niveles de ingreso, cuyo futuro está ligado al
desarrollo empresarial del Estado y cuyo poder es mayor en tanto que el
gobierno no tiene una opción popular en su seno. En sus estilos de actuación,
en su formación, en sus edificios y hasta en sus sueldos emulan al
empresariado capitalista moderno, ofreciendo una imagen contradictoria del
gobierno.
Estos grupos sociales rodean al gobierno en este nuevo período, prodi. ves a
aceptar pasivamente un capitalismo de Estado que parece implementar el
régimen militar. Pero esta burguesía no juega todas sus cartas y deja la puerta
abierta para regresar sobre sus antecedentes liberales en el momento
adecuado, especialmente si se resquebraja el gobierno. Encuentra particular
"eco'" en "la Misión" que, con su proyecto de control absoluto de las organi-
zaciones populares, garantiza a esta burguesía mejores condiciones de ac-
tuación y ganancia.

Este deslinde con la burguesía liberal tiene antecedentes en el viraje del diario
"La Prensa" (1972), cuando este diario planteaba apoyar al gobierno, pero se
produce ahora sin mayor estridencia. La burguesía liperal ha sido reducida a su
mínima expresión al perder los diarios en julio de 1974 y sólo ello ya' dá pie
para que actúen libremente los nuevos grupos empresariales.
Este decantamiento de la burguesía es sutil y no supone un rompimiento con
las fracciónes más tradiciona.les, ni menos aún su desaparición. Podría ser más
bien el juego paralelo de los sectores más lúcidos mientras comprueban que el
53
Este es un punto a investigar aún. Hay que precisar el sentido y alcances de esta opción. Ver si se trata de una
estrategia distinta de la seguida hasta entonces por la burguesra liberal o de una táctica de penetración para quebrar
desde dentro, paralela a la anterior. Es preciso ver también que siempre, en toda estrategia, hay que diferenciar la
gestión cbncreta, pragmáticamente buscada en función de cada empresa, de la actuación poi rtica, incluso a nivel
gremial.
gobierno es demasiado fuerte para enfrentarlo en bloque. Cuando éste se
desgaste y resquebraje cobrarán impulso renovado los sectores más
tradicionales reclamando la vuelta a un proyecto liberal. Todo ello supondrá en
1975 nuevos reacomodos.
Esta situación es comprendida por la burguesía con preocupación. Ocasiona la
oposición radical de los sectores más tradicionales, que ven frustrados sus
intentos de alterar la poi ítica del gobierno. Sin embargo en los empresarios
más modernos y en la tecnocracia se comienza a impulsar positivamente un
proyecto poi ítico compatible con el fuerte poder concentrado por el Es. tado.
En esta perspectiva se propicia la participación del capital extranjero asociado
con el Estado y se obtienen concesiones para grandes y medianas industrias
que bien pueden soportar las reglas de juego propuestas por el gobierno.
Lo que se aprecia en la coyuntura de 1974 es no sólo un cambio en la cúpula,
sino el propio reacomodo de la burguesía. Ello tiene mucho que ver con el
conjunto de cambios operados en la sociedad peruana desde 1968. Es
necesario referirse a éstos para comprender los términos de la lucha poi ítica en
este período.
En 1974 es claro que el Estado peruano concentra un fuerte poder económico y
político. En seis años de gobierno la Fuerza Armada ha reducido a su mínima
expresión el poder oligárquico, ha tomado gran parte de los recursos naturales
que estaban en manos del capital extranjero y ha reestructurado, el aparato
ejecutivo del Estado dándole un poder normativo, interventor y gestor en todos
los sectores de la economía y la administración. Las fracciones oligárquicas han
perdido definitivamente el poder que da la tierra, el comercio de exportación y
la banca. Las, grandes minas de la Cerro de Pasco, buena parte del petróleo, los
ferrocarriles, los servicios eléctricos Y telefónicos han pasado a manos del
Estado. La pesca de anchoveta y su industria de primer procesamiento es
también e'statal. Y al amparo de la Ley de Industrias poco a poco se engrosa el
sector estatal de industria básica con la transferencia de las empresas de
cemento, papel, etc. Un conjunto cada vez mayor de Empresas Públicas cubren
todos los sectores de la economía: Petro Perú, Minero Perú, Electro Perú, Entel
Perú (Telecomunicaciones). Pesca Perú (anchoveta). EPCHAP (comercialización
de harina de pescado y de algodón). EPPA PERU (Artesanías), INDU PERU
(industrias básicas). SIDEAPERU (siderurgia). SIMA PERU (construcción naval).
EPSA (comercialización de productos agrícolas). CENTROMIN PERU (antigua
Cerro de Paseo); son algunos de los entes empresariales de un Estado que es
ahora gestor y nO mero espectador de la economía.
El poder expropiado por el gobierno ha sido efectivamente retenido por los
aparatos de Estado. La transferencia de poder a los campesinos y obreros es
parte del proyecto poi ítico enunciado por el gobierno, pero pertenece a un
lejano largo plazo. La importante capacidad de intervención estatal en las
cooperativas y el embrionario y mediatizado rol de las Comunidades Laborales,
no permiten afirmar otra cosa en 1974.

La ortodoxa política económica y sus entrampamientos

En 1974 la perspectiva de una seria crisis económica se hace presente. A ella se


llega como resultado de la poi ítica económica seguida. En efecto, el gobierno
no ha logrado en el período una política económica coherente con las reformas
planteadas. Estas, a su vez, introdujeron serias contradicciones al modelo
tradicional, sin avanzar hacia un replante"o total de la estructura productiva y
la poi ítica financiera. Las reformas se dirigieron a la propiedad y al poder
interventor del Estado. Pero éste siguió esperando de la inversión privada y del
crédito extranjero la financiación del crecimiento económico.
Para obtenerlo, estableció mecanismos dirigidos a captar al máximo el ahorro
interno -v ía el sistema I;>ancario- a la vez que endeudaba al pa ís en forma
creciente con el exterior, para financiar proyectos de largo plazo en los cuales
la banca internacional impone más fácilmente sus condiciones en tecnología e
intereses, estos últimos cada vez más rígidos.
Los términos de la poi ítica económica, así planteados, continúan en lo esencial
descansando en la rentabilidad de la inversión privada. Esta es la única que
tiene capacidad real de contribuir al ahorro nacional que el sistema bancario
controlado por el "Estado trata de captar. La opción de las empresas, sin
embargo, no se dirige a aumentar sustantivamente el ahorro nacional, aunque
reclaman y obtienen medidas que aumentan su rentabilidad; en nombre de este
objetivo 54(172). La fuga de capitales impide que los estímulos dados por el
gobierno aumenten sustantivamente el ahorro de las empresas, que es aqu í el
núcleo básico del ahorro nacional. De esta forma, aunque este ahorro aumenta,
no lo hace en la proporción esperada por el gobierno, que creía poder captar
más ahorro y orientarlo a financiar la inversión estatal. Pero las empresas
tienen diversos mecanismos para que sus mayores ingresos no se conviertan
en utilidades. Así un informe del Ministerio de Industria y Turismo señala en
1975:

"Se estima que las importaciones globales entre 1973-75 hayan crecido en
1400/0 (de 1,029 millot7es a 2,460 millones de dólares), en tanto que los
volúmenes reales no parecen exceder al 200(0 de incremento para el período;
tampoco informes de orgamsmos internacionales aceptan Ut7 aumento en el
período mayor del 350/0 en el Comercio Exterior".
"Se observa pues una brecha inexplicable que sólo puede explicarse por una
fuerte salida de divisaS (básicamente a través de so
bre-facturación) por razones especulativas”55.
El problema así planteado sirve a los empresarios privados para exigir en este y
el siguiente período más y mejores condiciones, alegando que no hay
Inversiones privadas porque el gobierno no las alienta. Sin embargo, la
comprensión real de este problema no puede darse al margen de lo que
significa hoy el capitalismo monopólico Y los recursos que emplea. Por ello
situaciones similares pueden observarse en muchos países de. América Latina
que, aun otorgando medidas más generosas, no obtienen mejores resultados.
Ello puede verse particularmente en el caso de la industria farmacéutica donde

54
COMPOSICION DEL AHORRO NACIONAL

AIQOEMPRESASPERSONASGOBIERNOEXTERNOTOTAL 196899.00-0.02-2.903.92100.00 196979.0010.1115.21-


4.32100.00 197092.0619.8914.68-26.63100.00 197186.1110.593.090.21100.00 197291.194.153.710.95100.00
197385.514.46-1.8411.87100.00 197462.090.602.8034.51100.00
FUENTE: Banco Central de Reserva ELABORACION: GEPE. DESCO
Estas cifras muestran que la enorme mayorfa y en algunos años casi la totalidad del ahorro nacional consiste en las
ganancias empresariales, las cuales se concentran en las pocas grandes empresas de cada rama industrial. A manera
de ejemplo, en 1972, 153 establecimientos industriales controlaban el 62°10 del ahorro empresarial neto del sector,
mientras que 2,900 establecimientos controlaban el 38°10 restante de la industria registrada.
55
ministerio de Industria y Turismo. Informe econórTliCO-social 1975; Oficina Sectorial de Planificación. Mimeo pág. 6.
una investigación realizada por una entidad póblica demuestra que mien tras
que las utilidades declaradas eran del 14°/0, las utilidades ocultadas al país y
extraídas subrepticiamente eran del 47.30/0, es decir, casi tres veces las
declaradas legalmente56. Esto quiere decir que los precios a los que se
Importan las materias primas para las medicinas son superiores a los del mer-
cado internacional en los porcentajes señalados y como estas materias primas
son vendidas por las casas matrices, las ganancias aparecen en la contabilidad
de la empresa vendedora en el extranjero. De esta forma, según un estimado
relativamente conservador, la fuga de fondos financieros en divisas sería en
1975 de 250'millones de dólares, cifra casi igual al total de la importación de
alimentos durante ese año 57 .
La poilítica económica se aprecia en este aspecto no sólo discutible sino irreal,
influida por la mitología ideológica del capitalismo que propugna una ortodoxia
económica inaplicable en la época de los grandes monopolios58. El gobierno se
esfuerza desde 1968 por aumentar la inversión estatal 59177 - elemento central
de su proyecto- tratando de sustituir la retracción parcial de la inversión privada
que se basa al parecer en un sobreestocamiento que proviene de la crisis de
1967 - 68 60. Para financiar esta inversión el Estado recurrirá cada vez más al
endeudamiento externo. Había intentado primero utilizar el ahorro nacional con
mecanismos que hicieron que en 1971-72 la deuda interna financiara más del
56
El porcentaje de sobreprecio de las importaciones .de .22 empresas representativas en la industria farmacéutica para
el año 1971 es el Siguiente:
/Nro. de EmpresasNro. de Empresasextranjeras quePorcentaje de 50-nacionales queten lan tal sobre-brefacturaclonten
lan tal sobre"facturacionfacturacion30-204520 - 501250 - 10012100 - 20012200 - 300O1300- másOFuente: VAITSOS,
Constantino: COMERCIALIZ,ACION DE TECNOLOGIA EN EL PACTO ANDINO- Instituto de Estudios Peruanos; LirTla, 1973.
Pág. 67.
57
BRUNDENIUS C.: LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES EN LA ECONOMIA PERUANA. 1968-1975."Ed. J. M. Arguedas. Lima,
1977. Pág. 17.
58
Nos referimos a la ciega creencia en el mercado como gran ordenador de entes de igual tamaño en competencia
perfecta, sosteniendo que con simples estímulos reorientará una gestión empresarial cuyas decisiones y márgenes de
juego trascienden totalmente las fronteras nacionales. Hechos como éste demuestran no sólo las grandes limitaciones
de la Ley de Industrias de 1970, sino también de la decisión 24 del Acuerdo de Cartagena (Pacto Andino). Con todo, la
campaña contra estas normas será significativa pues en otros aspectos, como el traslado de acciones a nacionales a
largo plazo, les afecta. También hay en esta campaña obvias previsiones políticas sobre los acuerdos de la subregión
59

INVERSIONES BRUTA FIJA 1968 – 1974


(En miles de millones de soles corrientes y en tasa de crecimiento)
1968196919701971197219731974Tasa de crecicimientoInv. Privada
- Inv. Publica3.0
- 24.95.0
- 21.46.1
37.7- 15.7
- 24.5- 5.8
- 8.7- 2.6
- 18.0- 10.6
- 57.0Estructura porcentualInv. Privada
Inv. Publica76.4
23.671.9
28.167.5
36.561.7
38.361.1
38.956.5
43.547.7
52.3FUENTE: Elaborado según cifras del B.C.R.
60
En algunos actores lo esencial del cambio está en el aumento de la inversión estatal, para lo cual importa poco en qué
se invierta. Se busca aprovechar la coyuntura presentada por la retracción privada con inversiones de largo aliento que
crearán problemas luego. La retracción privada parece deberse al sobreestocamiento de 1967 y 68, pero en la escena
política se presenta siempre como "falta de confianza" o "Inseguridad" a fin de obtener mayores estímulos a la
rentabilidad de las empresas. Por ello, en 1974 -justo cuando el Estado demanda más ahorro- se agudizarán los
problemas, pues allí las empresas también comienzan a invertir e importar más. No han variado las condiciones de
confianza sino se trata nuevamente, al parecer, de la necesidad de renovar y ampliar los stocks.
450/0 de la inversión. Ese fue su límite máximo por lo cual, en 1974, el
endeudamiento interno apenas financió el 130/0 de la inversión pública. Ese
momento coincide con un enorme incremento del gasto público, incluyendo
inversiones no reproductivas, previsiblemente de Defensa61. La política trazada,
protegiendo la rentabilidad de la empresa privada, tampoco recurrió al aumento
de la presión impositiva a las utilidades de las empresas. Más aún, ésta
disminuyó por las distintas exoneraciones obtenidas por las empresas62.
En conjunto, puede apreciarse que en todo el período 1968-75 la poI ítica
económica se mantiene en los parámetros tradicionales -es decir, basada en el
estímulo al capital privado - 63 a pesar de las reformas en la prOpiedad, del
crecimiento de la inversión pública y del poder controlista del Estado. Hay un
hábil manejo de la coyuntura en ciclo de expansión, sin capacidad de prever un
salto cualitativo en el diseño de la política global del régimen, ni siquiera al
avisorarse la presencia de la crisis económica. Embrionarios intentos de
programación de importaciones e intervención estatal en éstas, parecen
suspendidos al caer el Ministro Marcó del Pont en 1974 64 y son nuevamente
presentados como alternativa en plena crisis, en 1975, sin llegar a salir del
plano de los discursos 65 - Hay problemas estructurales que se aprecian y
discuten en 1974, criticando esta poi ítica económica y observando crudamente
sus efectos. La estructura productiva de la economía peruana no es
replanteada: la poi ítica gubernamental sigue incentivando -con poco éxito- una
industrialización que no produce bienes que estén al alcance de las grandes
mayorías nacionales y es la rentabilidad del capital la que conduce y norma una
economía en la que los intentos de reforma y redistribución no sólo no

61
En 1974 se crea un serio problema de liquidez, pues tanto el gasto público como la inversión privada presionan sobre
las divisas, recurriéndose desmesuradamente al endeudamiento externo
62

PRESION TRIBUTARIA 1968-1974

AÑOPRESION TRIBUTARIA 1968 - 19741968


1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
197614.4
14.1
13.9
13.4
13.3
13.1
13.3
14.2
13.0FUENTE: Instituto Nacional de Planificación.
63
El Estado estimula la rentabilidad de las. empresas al no aumentarles los impuestos, al dar exoneraciones tributarias
y otras medidas como subsidios dirigidos a aumentar el margen de ganancia. Sin embargo, amplios se<;tores
empresariales cegados por la significativa expansión del Estado y el significado de la Comunidad Laboral, sostienen que
no hay confianza para invertir cuando en realidad la no inversión encuentra explicación en las pol(ticas a las que nos
referimos, por ejemplo, en la nota 178.
64
La corta.gestión del General Marcó del Pont dio ocasión para que con su equipo, formado en el Instituto Nacional de
Planificación, se plantearan medidas que en perspectiva parecían apuntar a trazar en riuevos términos la poi ítica
financiera y asegurar una programación estatal que al parecer le daría al Estado, al menos, un
margen más amplio de juego. No se conocen públicamente las causas de la renuncia de este Ministro y en su momento
se vincularon a una negativa a comprar armamento. Pero en todo caso su sucesor liquidó el intento de programación
financiera, que por entonces era muy atacado por posibles fallas técnicas, aunque esta crítica pudiera encubrir otros
intereses
65
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3881. Pág. 1643
cambiaron su lógica sino que a partir de ella misma condujeron a una de las
crisis económicas más profundas vividas por la sociedad peruana.
A la inversa de lo que hoy proclaman los voceros tradicionales de la burguesía,
la crisis no es causada por las reformas sino por la insuficiencia de éstas, por la
dificultad del régimen en dar un salto revolucionario -es decir cualitativo y
creador- frente al sistema económico imperante. En la crisis se puede percibir la
responsabilidad del gobierno, que no es mayor que la de empresarios que
utilizaron todo recurso para impedir cada intento de cambio real que afectara
sus intereses económicos, a veces vistos con tanta estrechez e inmediatismo.
Pero en el fondo, más allá de los actores poi íticos y económicos, es el sistema
capitalista como tal -al igual qu~ en todo el continenteque se muestra incapaz
de ofrecer alternativas de desarrollo a las mayorías de sus pueblos. Es la
naturaleza misma de las condiciones de explotación que impone -y agudiza en
sus crisis cíclicas- lo que puede observarse con nitidez en 1974 y 1975. Al
avisorar la crisis en 1974 -agudizada por los factores internacionales - 66 el
gobierno se niega a reconocerla públicamente. La lucha de tendencias se
agudiza en sO interior por la opción "realista" de "'a Misión", que entiende la
necesidad de controlar la movilización popular como única forma de aplicar
medidas económicas de corte tradicional, mientras que en la tendencia
alternativa se procura defender el proyecto poi ítico del gobierno, apoyándose
en la recusación teórica del capitalismo, sin lograr materializarla en una poi ítica
económica aplicable al corto plazo. El rol del Presidente Velasco, en pleno
descenso de su liderazgo, pareciera concretarse en una defensa casi intuitiva
de la economía popular impidiendo el corte de subsidios a los productos que
simbólicamente representan la dinamización de los efectos del ciclo
inflacionista: el pan, la gasolina, etc. De esta forma, las opciones poi íticas que
se observan en la escena se han de radicalizar en un período en el qué el
gobierno pierde la iniciativa poi ítica é¡lnte una crisis económica que, por una
parte, no logra controlar y corroe el apoyo popular pasivo y no cabalmente
articulado; a la vez que, por otra, agudiza la lucha interna dentro del
velasquismo presentando opciones cada vez más enfrentadas.

El movimiento Popular se dinamiza

La observación de la escena oficial es obviamente insuficiente para explicar la


crisis, la lucha poi ítica y su resultante. El movimiento popular -con
articulaciones parciales intentadas por el gobierno, el APRA y loslJartidos de

66
to Nacional de Planificación sostiene lo siguiente:"Tradicionalmente se ha dicho que el problema esencial del
incremento del déficit comercial -y por lo tanto de la Balanza de pagos- (nota nuestra) es el deterioro de los términos de
intercambio. En el caso peruano, a partir de 1968 se puede apreciar que esto no se da y que el problema del déficit
comercial está vinculado al incremento del volumen de importaciones. . - Los términos de Intercambio mejoran entre
1968 y 1970, se deterioran entre 1971 y 1972 Y mejoran sustantlvamente en 1973 y 1974, relniclándose el deterioro en
1975". Instituto Nacional de Planificación - OIC: EL CASO DE LA DEUDA PUBLICA PERUANA: 1968.1975: Mayo de 1977.
Del mencionado estudio hemos tomado el siguiente cuadro que demuestra lo afirmado:

BALANZA COMERCIAL Y TERMINOS DE INTERCAMBIO 1968-75

BALANZAINDICE DE VALOR UNITARIO COMERCIALTERMINOS DE AI'óIOS(Millones


deImportacionesExportacionesINTERCAMBIO US $)(*) 196816792.382.389.2 196922194.490.095.3 1970335100.0100.0.
100.0 1971159103.991.287.8 1972133113.889.478.6 197379118.0135.6114.9 1974-403156.9195.6124.7 1975-
1113198.6182.892.0
FUENTE: Instituto Nacional rle Planificación - OIC (*) Indice de Importaciones. Indice de Exportaciones
izquierda- ha de expresarse cada vez más directamente en la escena poI ítica,
tanto con el recurso a la huelga, como con la lucha interna que en cada gremio
importante produce el intento decidido de "la Misión" por controlar las
organizaciones populares en sus términos. Este intento se enfrenta direc-
tamente con la acción de su tendencia alternativa dentro del gobierno, a la vez
que una y otra -articuladas o no- se enfrentan en bloque a las acciones de la
izquierda opositora, cuyo juego en gran parte no distingue entre tendencias del
gobierno en sus estrategias y tácticas, salvo embrionarias excepciones al fin del
período67.
Las reformas han tenido un efecto movilizador, al margen de las intenciones de
las tendencias más conservadoras del gobierno y más allá de los proyectos que
procuran implementar las tendencias que hemos denominado radical y
velasquista en los períodos anteriores. El impacto de las reformas es
movilizador en el sentido estricto de la palabra. Tanto el movimiento campesino
como el movimiento obrero son impactados por la reforma agraria, el primero, y
por la comunidad laboral, el segundo. Podrá reiterarse muchas veces que la
comunidad laboral busca fortalecer la empresa y lograr la armonía entre
propietarios y trabajadores, pero ello no ocurre así: los empresarios han de
inventar diversos mecanismos para burlar la comunidad; los obreros, al tener
información sobre la empresa, fortalecerán sus sindicatos y lucharán
decididamente no sólo por el aumento salarial, sinQ por el avance porcentual
de su comunidad y por impedir las ,distintas formas en que el empresario in-
tenta burlarla. Esta lucha, que tiene dos polos, aunque por lo general la ideo-
logía burguesa ve sólo uno, no se debe simplemente a la presencia de "agita-
dores políticos que desnatllralizan la comunidad". Proviene de la naturaleza de
las relaciones sociales en la empresa, hecho que sí puede ser utilizado por
cuadros poi íticos de distinto signo, pero que no por ello los convierte en factor
causal del conflicto social. Este está en la base misma de la sociedad capi-
talista. Es obvio que la comunidad laboral sólo reforma la empresa capitalista 68
y no hace desaparecer la existencia de intereses antagónicos en la empresa y
en la sociedad69.
Desde 1973 se siente claramente el alza de precios en la economía po' pular.
Ello está en la base del incremento sustantivo de las huelgas que se observa en
este período 70 Y que a su vez refuerza los" operativos" propugnados por "la
67
Nos referimos al caso de Vanguardia Revolucionaria, aunque ello está en la base de su propia división. El Partido
Comunista actúa básicamente conteniendo al máximo toda movilización, sin aliarse con las tendencias en pugna
aunque negocie con autoridades del gobierno, cada vez con menos margen de juego.
68
El mismo gobierno lo reconoce al denominar "empresa privada reformada" a la empresa con comunidad laboral y,
más expresamente, al señalar que la comunidad laboral no constituye ni define el modelo no capitalista, inspirado en
los valores humanistas, socialistas, libertarios y cristianos que ofrece como modelo de socie. dad a partir de los distintos
discursos oficiales, sobre todo desde 1971.
69
Mucho se ha escrito y hablado sobre los trabajadores como polo del conflicto. Poco sobre los empresarios como-
dinamizadores de tal conflicto al desdoblar empresas, al transferir utilidades a empresas comerciales que no tienen
comunidad, al sobrefacturar para retener fondos en el exterior y mostrar menores utilidades; al inflar gastos y sueldos
de altos ejecutivos como forma de presentar menores utilidades, pagar menos impuestos y aportar menos a la
comunidad industrial. En la base del conflicto está también la acción conciliadora del Ministerio de Industria y Turismo,
su negativa inicial a facilitar auditorlas solicitadas por los comuneros y su falta de reacción ante la comprobada
violación de la ley en distintas y conocidas empresas. Puede remitirse el lector a dos trabajos: PASARA, SANTISTEV AN,
BUSTAMANTE, GARCIA-SAYAN: DINAMICA DE LA COMUNIDAD INDUSTRIAL. DESCO-LlMA, 1974 y CABIESES, Hugo:
COMUNIDAD LABORAL Y CAPITALISMO. DESCO 1977.

70
En el siguiente cuadro se puede observar la evolución de las huelgas desde 1968. Los años 1973 y 1975 son los que
mayores huelgas tienen. Obsérvese una baja sustancial el año 1976, influida por el Estado de Emergencia.
TrabajadoresHoras. Hombre Número decomprendidosperdi das AÑOSHuelgas(en miles)(en millares) 19674141428.0
19683641083.4 1969372923.9 19703451115.8 197137716110.9 19724091316.3 197378841615.7 197456234812.1
Misión". Ocurre la crisis luego de un período que ha dinamizado ampliamente
las expectativas y la capacidad de organización del pueblo. En el medio urbano
la comunidad laboral, el reconocimiento de la CGTP, el discurso ideológico del
gobierFlo y la acogida que la prensa reformada da a los reclamos populares,
son sólo algunos de los elementos movilizadores -a los cuales se agrega la
acción poi ática de los distintos grupos y partidos- capaces de movilizar aunque
incapaces aún de articular orgánicamente el movimiento gremial y popular por
la primacía de la lucha entre fracciones y grupos, elemento explicable por la
juventud política de muchos de ellos frente a la capacidad desarticuladora
heredada del Estado oligárquico.
En el campo, el gobierno tiene una base más amplia de apoyo por ser la
reforma agraria la que más ha avanzado. Pero en este período la reforma se
enfrenta con un largo camino aún por recorrer71 , a la vez que muestra su
incapacidad de acelerar su avance en la Sierra y la omnipresencia del aparato
estatal en las nuevas empresas, generando un nuevo tipo de conflictos. Esta
reforma muestra en 1974 que una amplia cantidad de campesinos pobres que-
dan al margen de las nuevas empresas campesinas pero que a su vez, es el
campo en su conjunto el que se pauperiza 72 en todo este período. La política
económica, privilegiando lo urbano-industrial, contribuyó a pauperizar el
campo. Los precios de los productos alimenticios se mantuvieron bajos, a veces
por debajo de los costos de producción; la descapitalización del campo se
acentuó con el alza de los ¡nsumos agrícolas y con casos de verdadera
depredación hecha por propietarios afectados antes de entregar la tierra 73. A
esto puede agregarse la ineficacia de diversos comités especiales de
adjudicación y el efecto de diseños inadecuados a la realidad rural, sobre todo
serrana74.
En 1974 y en 1975 se agudizan las invasiones de tierras, como forma
campesina de acelerar la reforma y adecuarla a sus propios términos. El es-
fuerzo del gobierno por formar la CNA desde las propias bases confluye en
competencia con el" esfuerzo de la central opositora (CCPI, expresándose en
ambas -en forma y grado distinto- la demanda campesina que es por la tierra,
pero aún más, por las condiciones económicas concretas de vida y desarrollo75.

Desde 1969 hasta 1973 el gobierno tiene en su favor el logro de un incremento


constante del ingreso real de los trabajadores. Este se incrementóen 34010
197577961720.3 19764402586.8 (EVOLUCION DE LAS HUELGAS 1968 - 1976
FUENTE: Ministerio de Trabajo.
71
31.12.74 la reforma agraria había adjudicado 5'102,117 Has. a un total de 215,928 familias. Estas cifras fueron
obtenidas de CENCIRA. Al respecto, Fernando Eguren afirma: "Los datos del Censo de Población y Vivienda de 1972
señalan que la población económicamente activa (PEA) de 15 años y más dedicada a la agricultura, selvlcultura y caza
fue de 1'488,390 trabajadores (41.70/0 del total de la PEA). Por otro lado, el número de familias que según las metas
oficiales, serán beneficiarias de la reforma agraria es alrededor de 400,000. Suponiendo que por cada familia hay un
trabajador, el número total de éstos aicanzaría a casi el 27°/0 del total de la PEA agrícola. Esto supone que las metas
oficialmente fijadas sean cumplidas. Lo cual no parece ser el caso, pues hasta el 31 de julio de 1976 el número total de
familias adjudlcatorias era de 279,595. Es decir el 700/0 de las metas oficiales y el 190/0 de la PEA". "Política Agraria y
Estructura A9raria". En: ESTADO Y POLITlCA AGRARIA. DESeO-LIMA, 1977, pág. 223.
72
Excepción hecha de los modernos complejos agroindustriales.
73
Nos referimos aquí a ventas apresuradas de ganado y maquinaria, transferencias aotra persona jurídica y descuido de
los cultivos; hechos que se observaron en los períodos previos a la toma de fundos, cuando éstas no fueron sorprcsivas.

74
Problema que no está al margen del carácter vertical de la conducción de la reforma.
75
El lector puede ampliar esta perspectiva en el reciente libro ESTADO Y POLITICA AGRARIA. DESeO-LIMA, 1977.
hasta 1973. Ya en 1974 el efecto de los precios hace decrecer el ingreso real.
En 1976, un obrero de Lima ganaba 9010 menos que en 1968 y 40010 menos
que en 1973. Ello explica la movilización de los trabajadores para defender su
consumo elemental. Las huelgas constituyen así una medida defensiva para
impedir que continúe bajando el salario real de los trabajadores. Las cifras del
cuadro que citamos son indicativas de esta situación, a pesar de que t~o
promedio es limitado en su expresión de la realidad de los ingresos más bajos.

EVOLUCION DE LOS SALARIOS EN LIMA METROPOLITANA 1968-1976

Salario Salario I ndice


I ndice de
Prom. Prom. del
Nomin.Men Real
AÑOS Precios al Salario
sual Mensual
Consumid
(Soles) (Soles) Real
or
1968 2,751 2,751 100 100
1969 3,011 2,834 106 103
1970 3,113 2,790 112 101
1971 3,695 3,101 119 112
1972 4,308 3,373 128 123
1973 5,150 3,682 140 134
1974 5,670 3,468 164 126
1975 6,070 3,052 230 111
1976 7,877 2,503 315 91

Elaboración: GEPE-DESCO.

La respuesta del gobierno al movimiento popular es contradictoria y parte de la


propia pugna de tendencias que tiene en su seno.

Las huelgas y los sucesos del 5 de febrero de 1975 influyen en la crisis interna
del gobierno, en la radicalización de las opciones en pugna, aunque como tales
no lleguen a constituirse en alternativas de poder, resolviéndose la pugna de
tendencias en términos básicamente castrenses.

La incapacidad de obtener apoyo popular: los límites de la participación política


Frente al movimiento popular, parece haber un problema ideológico, antiguo en
la formación militar y en la burocracia. Se percibe al pueblo a partir de una
postura vertical; aún en los casos en que se pretende hacerlo participar (el
hombre de pueblo, el obrero, el campesino, parece ser visto como el
equivalente del soldado en la jerarqufa militar. Se entiende la promoción social
como dádiva que se otorga, más que como ú'n derecho que sólo espera la
oportunidad de ser ejercido. En el fondo se teme al movimiento popular y
aunque en teorfa se acepte su participación en el poder, en la práctica se la
relega a un futuro lejano o se la convierte sólo en un acompañamiento formal y
pasivo, a punta de normas complejas que impiden la iniciativa real y la
autonomfa necesaria de los líderes populares. No negamos que hubo militares y
civiles que superaron estos rasgos ideológicos. Pero fueron los menos76.
Es notoria a lo largo de todo el proceso la presencia de un marcado mesianismo
en los Ifderes militares. Ello se agudiza con los triunfos logrados en los primeros
años. Este mesianismo parece ser un rasgo común a diferentes sectores
medios. Pero aquf se presenta agudizado por el fuerte procesamiento ideológico
propio de la formación militar y por la seguridad que proporciona a los I fderes
del gobierno el haber superado coyunturas tan adversas como las de la IPC en
1968 y 1969.

Partiendo de este mesianismo, diffcilmente se ha de comprender y aceptar el


rol de un pueblo en la construcción de un proyecto poi ftico, más aún, si se
propone una revolución. Se le prescribe un rol pasivo, sin conceder fácilmente
derecho a la iniciativa y aun el derecho a cometer errores en la coyuntura. Con
esta óptica el movimiento popular es visto con desconfianza y resulta siempre
anatematizado pues la burguesfa se encarga, en diversos casos, de dar
contenido de clase a esta situación77. El problema no es sólo ideológico. Los
militares -parte de los amplios y complejos sectores medios- están procurando
realizar un proyecto propio, sin alianzas directas con organizaciones de las
clases populares. Fijan sus términos, dentro de una continua lucha política
interna que va haciendo optar a unos más claramente por la burgues(a,

76
Aquí encontramos un importante aspecto que merece ser estudiado. Es la ideología burguesa dominante -que
penetra en distintos sectores sociales- y se junta con la verticalidad propia de estos aparatos de Estado (la disciplina y
jerarquización castrense donde -por escalafón- no caben dos posiciones iguales pues incluso dentro del mismo grado
prevalece la antigüedad; esta jerarquización que es casi estamental cuando diferencia entre personal superior y
subalterno, tiene diferentes desarrollos en cada arma y se proyecta también a la burocracia civil, bastante jerarqu
izada).Estos rasgos contribuyen a anudar más la posibilidad de una democratización real del poder, que siempre ha sido
cerrado en esta sociedad, sin que por ello neguemos, y valoremos, los esfuerzos. hechos por cambiar. La tolerancia de
un movimiento popular en auge -a pesar de tantas intervenciones represivas en casos I ímite- es signo de este esfuerzo
incompleto y frustrado, más aún si se compara con la imposibilidad de expresión y movilización impuesta hoy.
77
Es obvio que la ideología dominante penetra en los distintos grupos sociales, aun cuando se haya ido tomando
conciencia de la necesidad de introducir cambios en el sistema socio-económico. Ello incluye por supuesto a los actores
polfticos y militares, parte de los sectores medios formados en esa manera de ver el orden social y poco acostumbrados
a la crítica ideológica y al cuestionamiento científico de la realidad social. Pero lo que en esta frase queremos subrayar
es el rol que cumplen los voceros de la clase dominante con su constante campaña macartista que ante toda huelga o
acción del movimiento popular reclaman represión, anatematizan los hechos, sin buscar sus causas, y exageran los
supuestos o reales daños "a la produccl6n", culpando siempre a los "agitadores comunistas" de las situaciones
generadas. La lectura de "El Comercio" o "La Prensa" exime de mayores explicaciones. Siempre lo popular es
anatematizado. Pareciera que hay en su acción sólo una finalidad destructiva y explfcitamente se acusa a todo dirigente
de fomentar el "odio" y la violencia. Se oculta con ello la violencia del orden establecido, las lacerantes necesidades
humanas que se ubican tras la demanda de los trabajadores: Se fomenta la aplicación de un principio de autoridad que
sancione drásticamente todo intento popular por cambiar las condiciones de vida, progresivamente deterioradas en
estos años. Se apela incluso a los valores cristianos, que en esta distorsionada visión parecieran obl igar a ser
pacientes, comprensivos y pacíficos sólo a los pobres y explotados. Todo esto es una forma de utilizar la ideología para
fortalecer a la clase dominante, a los que tienen poder económico y no aceptar siqu iera concesiones reformistas.
mientras que otros, más radical izados, aspiran a realizar un proyecto "para" las
clases populares, pero deben realizarlo sin alianzas explfcitas con sus orga-
nizaciones – antiguas y nuevas -, enmarcados en los Ifmites de la instituciona-
lidad militar.

El temor a la manipulación partidaria juega además un rol importante. El


gobierno ha satanizado a los partidos sin ofrecer alternativa práctica de par-
ticipación. En teoría abre el camino, pero cada organización gremial o sectarial
que genera le hace pensar que puede ser copada por los partidos y de
inmediato se tuerce la promoción, deviniendo en manipulación. Se prefiere
apoyar dirigentes con poca o nula capacidad de liderazgo a dialogar con
cuadros que tengan algún v ínculo partidario o capacidad de asumir iniciativas
políticas propias78.

Es un hecho que todas las organizaciones gremiales están atravesadas por la


lucha partidaria. Es cierto también que pocos grupos partidarios son algo más
que pequeñas cúpulas de dirigentes, la mayoria incapaces de mirar a largo
plazo y de unir esfuerzos contra el enemigo principal, en vez de luchar o
competir con el grupo vecino. Ello tiene que ver también con el espacio politico
limitado que tienen para actuar, tanto en el período oligárquico como en el
posterior. Pero hay que recordar también que los líderes no se improvi' san, que
los cuadros no se pueden construir sino con participación y lucha, es decir, que
hay que asumir el riesgo que ella implica. Por no hacerlo, mucho de la política
de movilización se ha juzgado como manipulación para obtener el apoyo
silencioso o el aplauso incondicional. Si se analizan los comunicados y
pronunciamientos del período, en las organizaciones surgidas con apoyo del
gobierno, se podrán confirmar estas afirmaciones. Sería miope, sin embargo, no
ver diferencias que no son simples matices pero que, dados los rasgos !lel
período, no varían la resultante: siete años después de asumir el poder el régi-
men carece de apoyo popular y, más aún, parece hacer todo lo posible por
distanciarse del movimiento popular y aferrarse sólo al sustento que le ofrece la
Fuerza Armada 79.
Pareciera que en más de una ocasión se ha contrapuesto el carácter ins-
titucional del gobierno -como representante de la Fuerza Armada- con la
posibilidad de propiciar una real autonomía del movimiento popular, fortale-
ciendo su presencia con nuevos canales de expresión poi ítica, incluso más
alláde los gremios y organizaciones sectoriales. Esto se puede ver claramente
en los días posteriores al 5 de febrero de 1975 cuando se forma un Comité
Coordinador de Organizaciones Populares, primero, y se llama luego a la
organización de un movimiento político. En ambos casos, se condena la
iniciativa y sólo se acepta formular una organización poi ítica desde el gobierno,
por decisión imperativa del Estado, fundamentada en el hecho de que la Fuerza
Armada es la que conduce el proceso. En la práctica, ello quiere decir que siete
años después de asumir el gobierno no se acepta que nadie -grupo, organiza-
78
Hecho que se ~grega a la falta de cuadros dirigentes bien formados en todos los campos de las organizaciones
laborales. La dirigencia bien formada es escasa. Pero lo será más cuanta mayor exquisitez se ponga en su selección, por
actuar en competencia con casi todos los grupos polfticos que existen en un período. El problema es así de formación
de cuadros; pero también de la opción tomada.
79
Obviamente este no es un problema aislado del conjunto del proyecto político del velasquismo, que ahora se bifurca
en nuevas tendencias alternativas, pero todas sujetas a la institucionalidad del régimen que ha afianzado sus formas y
reglas de juego en seis años de gobierno.
ción o persona- pueda tener iniciativa política dentro del proceso80. Ello, al
margen de los errores que pudiera haber en el ejemplo mencionado, resulta
castrante poilíticamente y muestra los estrechos límites que en la mentalidad
gobernante tenía la participación política.

La escena poilítica termina así invadida por la Fuerza Armada que sólo admite
como actores civiles de primera línea, a los opositores. En el frente del gobierno
los cuadros civiles deben renunciar a la iniciativa poi ítica y ocupar el rol de
asesores, el limitado campo de los funcionarios o, luego, el difícil oficio del
periodista en los diarios expropiados; lugar desde el cual más de una vez se ha
desfigurado la realidad, sea por la presencia de utopías o por la deformación
que en el primer año de la prensa reformada supuso la lucha de tendencias en
el gobierno, reflejada en la prensa. Es obvio que frente a la derecha ésto le
resta fuerzas y coherencia. Confiere a la oposición de izquierda razón y
fundamentos para su distanciamiento, pero ante el movimiento popular -no
ajeno a la presencia de partidos- ello colóca al gobierno en una situación cada
vez más distante hasta el punto de anular su propia capacidad de articulación y
competencia. Los escasos márgenes de juego de las organizaciones promovidas
por el gobierno, tales como la CNA, la CTRP o el SERP, no provienen sólo de sus
dirigentes sino de esta característica vertical, centralizada y exclusivamente
militar de la conducción poi ítica del proceso.
Es justamente en este período que el gobierno comienza a reclamar "militancia"
en vez de adhesión. Varios discursos del Presidente Velasco precisan la
necesidad de militancia y establecen la línea divisoria entre los militares y los
que simplemente apoyan. Hay aquí una peculiar definición de militancia: es
adhesión a un proceso y a unas bases ideológicas, pero en ningún caso tiene un
canal operante para expresarse políticamente, para qebatir con su conducción
política o para decidir cambios en ella. En este contexto la militancia es
"cuadrarse", aceptar y callar; es decir, la adhesión total, sin contar siquiera con
mecanismos de información que permitan esclarecer en cada coyuntura cuál es
el objetivo principal y qué orientación debe darse al actuar.
Pensar en militancia al margen de una organización poi ítica resulta imposible y
proponerlo, sin conceder participación en la definición de la conducción poi
ítica, es propio de los partidos y regímenes más autoritarios recusados por la
propia ideología del gobierno.
Quizás sea por ésto que el tan usado término de militancia resulta utilizado
básicamente por asesores, funcionarios, periodistas y dirigentes de or-
ganizaciones promovidas por el gobierno. En ello se confunden los canales de
comunicación y de influencia que esas ocupaciones confieren con los canales
propios de una militancia real. Por ello quizás, hayan resultado tan maltratados
-y sin defensa poi ítica real- militantes que, al margen de posibles errores en
sus funciones o de limitaciones ideológicas, se jugaron enteros por el gobierno y
el proyecto político que éste representaba. De militantes hal3 pasado -en 1975
y 1976- a ocupar la categoría de infiltrados, en el lenguaje del gobierno.

80
Es posible que estos actos no fueran totalmente autónomos de la lucha de tendencias pero, al menos en el primero,
hay mayor margen de acción en las organizaciones. En el MRP (Movimiento de la Revolución Peruana) es cierto que casi
todos eran funcionarios pero parece ser también reflejo de que el gobierno que los requería exigiéndoles "militancla" no
les dejaba margen de iniciativa política propia
Plantear así la militancia en 1974-75 tuvo efectos endurecedores para el cuadro
poi ítico, con un gobierno que ahora exigía adhesiones totales, justo en
momentos en que el debate poi ítico hubiera resultado esclarecedor.

La campaña macartista y su impacto en los sectores medios

A estos factores que configuran una escena en la que el espacio poi ítico se
estrecha progresivamente, debe agregarse el efecto que la expropiación de los
diarios tiene en la burguesía, en los sectores medios urbanos y en el propio
gobierno. Para la primera es señal de alarma y golpe final a sus sectores más
tradicionales. A la vez quita poder de expresión a éstos en la escena, pero
unifica los restos de distintas fracciones y le permite agudizar la lucha
ideológica y poi ítica captando sectores medios más amplios. En éstos -difusos y
poco politizados- en muchos casos se exacerbarán posiciones liberales y
antitotalitarias profundamente arraigadas. El debate de los diarios va más lejos
que la capacidad de estos sectores de visualizar cambios sociales reales
alternativos y fácilmente – aunque no sólo sea por este factor- se aumentará la
amenaza fantasmal del comunismo, visto como mezcla de miedo a la
movilización popular y expresión aparentemente única de las formas totalitarias
de ejercicio del poder. En este contexto la nueva dirección de los diarios
expresará toda la variedad de tendencias que el gobierno tiene en su seno,
haciendo público el enfrentamiento de posiciones.
De esta forma es que las fuerzas conservadoras logran impactar siste-
máticamente en los sectores medios, con la prensa o sin ella. El anticomunismo
en su versión más radical prende fuerte en los sectores profesionales,
empleados o militares. Ello no es raro como simplificación del debate politico.
Para el capitalista a ultranza, es comunista todo aquel que rechace, no sólo el
capitalismo como sistema, sino la forma particular de capitalismo que existe en
el Perú. Es así, al igual que desde los años 30, en que el Perú se dividía en
apristas y antiapristas. El comunismo no indica así un proyecto politico más o la
pertenencia a un partido: es el calificativo que señala a todos los que luchan por
un cambio real en la coyuntura; es usado también como un adjetivo, un
anatema que califica negativamente al sujeto.

El gobierno en este período procura, en varias ocasiones, precisar campos,


explicar que no es anticomunista y expresar a la vez que no tiene nada de
comunista. Su práctica política y el énfasis de sus discursos no avalan lo
primero y a la vez, para quienes todo el que busca algún cambio social es
comunista, el gobierno resulta siendo la expresión del más temible y brutal
comunismo.

Esta polarización ideológica va a influir mucho en el gobierno, particularmente


en algunos ministros que sienten la necesidad de demostrar que no son
comunistas pues se ven agredidos en su propio medio social. En efecto, ya en
1974 hay sectores medios muy radicales izados en su oposición al go: bierno.
En ellos ha impactado la expropiación de los diarios y Jé! defensa de la
civilización "occidental y cristiana" hecha por al Almirante Vargas Caballero. Las
reacciones en Miraflores 81 a la expropiación de los diarios son un signo. El peso
81
Que incluyeron pequeñas escaramuzas, incendio de autos y quema de una bandera por personas de clase acomodada
y de sectores medios, muchas de ellas jóvenes, de este barrio residencial
de este sentimiento en la coyuntura impactará especialmente en "la Misión".
Teñirá la actuación de la CTRP y el MLR que parecen definir que su enemigo
inmediato es el comunismo, aquí y ahora. Influirá también en elementos de la
tendencia progresista que, acusados de comunistas, parecen necesitar
demostrar que no lo son82.

Es preciso señalar que esta forma de utilizar el anatema llega a desfigurar la


escena poilítica. Leyendo algunos órganos de prensa y escuchando algunos
discursos, pareciera deducirse que el comunismo es una fuerza alternativa al
actual régimen, con capacidad de reemplazarlo y con todo tipo de recursos poi
íticos. Parece convertirse en el enemigo inmediato. No se hace un análisis más
profundo83, ni se ve el poder imperialista y el capitalismo hegemónico en la
economía peruana. Parece haberse hecho una trasposición de realidades a un
punto tal que se lucha contra molinos de viento al estilo de El Quijote.
Para las fuerzas conservadoras, incluyendo en ellas elementos militares, este
enemigo se agiganta más porque definen cada medida del régimen como
comunista. Es comunismo estatizar la pesca de anchoveta, expropiar la tierra o
adquirir los bancos. Es comunismo hablar de Propiedad Social o defender la
Comunidad Industrial. Con esta prédica insistente se busca generar consensos
contrarios al gobierno para obtener cambios en éste.
En medio de esta polarización ideológica resulta casi imposible pesar el
conjunto de movilizaciones populares en las cuales están presentes, tanto el
Partido Comunista como una amplia gama de pequeños partidos definidos como
marxistas-Ieninistas. El gobierno, que compite con ellos a partir de la for-
mulación de su propio proyecto, queda envuelto en un cuadro global de po-
siciones que endurecen su actitud frente al movimiento popular en su conjunto
y que limitan sus posibilidades ya reducidas de entendimiento en la coyuntura.

El aislamiento y la campaíla internacional

A estos factores cabe agregar desde 1973 un hecho particularmente im-


portante: la caída del régimen de Allende en Chile y el brusco cambio que ello
significa en el panorama continental. El chileno no es el primer régimen
totalitario de derecha que se instaura en el continente, pero sí es el que más
impacto causará a la posición peruana, dada la antigua predisposición al con-
flicto que viene desde la Guerra del Pacífico, en el siglo pasado. Este hecho no
sólo significa un enfriamiento en las relaciones bilaterales, sino una verdadera
campaña en la prensa internacional para dejar al Perú aislado y en actitud de
aparente agresividad bélica hacia Chile.

82
Intencional mente o no, esto significa la existencia de una direccionalidad poilítica que, recubierta ideológicamente,
sirve bien a los intereses de las clases dominantes.
83
Obviamente, lo ideológico no va separado de las opciones concretas. "La Misión" parece optar claramente por un
proyecto de Capitalismo de Estado que, en la crisis, la obliga a reprimir al pueblo. En esa perspectiva le sirve el
anticomunismo como bandera, aunque todos los actores no lo sientan así. Es normal ver cuestiones "de principio" en
vez de hacer un análisis del significado real de cada fuerza y proyecto social.
La referencia a la influencia que esta ideologización tiene incluso en la tendencia progresista, se relaciona con su
"situación. concreta", con su pertenencia a una institución donde el anticomunismo se ha inculcado masivamente sin
que un serio proceso de politización haga, que las opciones sean más "concientes". Con esta base -que "la Misión" y sus
cuadros militares aprovechan para arrinconar e!l el mundo militar a la tendencia progresista- la situación concreta los
pone a la defensiva. Esto puede ligarse a la imprecisión de esta tendencia progresista en lo que al proyecto alternativo
a nivel económico, de corto plazo, se refiere; hecho a su vez influido por no controlar el sector economía y finanzas.
El período es muy intenso en estos problemas. Coinciden la ca:l1paña de la
prensa continental contra la expropiación de los diarios, con la campaña
específica que acusa al Perú de querer invadir Chile, de comprar armamento
soviético y recibir asistencia de ese país, a un punto tal que llegan a afirmar
que se instalan bases soviéticas en territorio peruano.
Es obvio que no se trata sólo de una campaña de prensa. El Perú es puesto en
una situación difícil por acción de los gobiernos que sirven intereses
imperialistas. Queda aislado respecto a sus vecinos -casi todos son gobiernos
totalitarios de derecha-; se agudiza la posibilidad de un conflicto bélico a la vez
que se niega la venta de armas norteamericanas y se le presenta como país
agresor, cabeza de playa del comunismo en América Latina. Es difícil conocer el
impacto de la compra de armas en la crisis económica, pero es un hecho que al
manifestarse ésta en la escena, el hecho coincide con un cuadro internacional
que a cualquier gobierno haría reforzar su defensa, más aún a un régimen
militar.
Sabían bien los autores de esta estrategia que esta presión impactaría en los
medios castrenses que detentaban el poder y, más aún, que debilitaría las
posibilidades de continuar con las reformas. En este sentido, cabe anotar que el
gobierno acusó el golpe, pasó a la defensiva y en el largo período el efecto fue
conseguido.
Cabe aquí preguntarse por la estrategia imperialista de los Estados Unidos
frente al régimen. Se ha pasado del enfrentamiento radical de 1968 a un cuadro
de relaciones que, a partir de la aceptación de las iniciales reglas de juego,
puede llegar a acuerdos significativos como el convenio Green-Mercado en
1974. Lo que más podía impactar al imperialismo es el efecto de demostración
en América Latina del régimen peruano, por su in icial ruptura con la IPC.
Lentamente logra neutralizar este efecto a través de la prensa internacional. La
presión sobre el gobierno en materia crediticia le permitirá, luego de tensas y
lentas negociaciones, conseguir acuerdos para pagar las expropiaciones que
siguieron a la IPC.
Si recorremos la historia peruana veremos que nunca un régimen ha tenido tal
capacidad de negociación frente a los Estados Unidos. Pero, a su vez, la
resultante no elimina la situación real de dependencia que parte de la base
económica productiva y del modelo de industrialización que se continúa apli-
cando. Ello obliga a negociar y favorece a su vez la penetración de intereses
imperialistas que refuerzan el poder de las fracciones más modernas de la
burguesía. La nacionalización de la Marcona Mining Co. -al final del período de
Velasco- sin llegar a un acuerdo tras largas negociaciones, será ocasión de
nuevos chantajes y presiones, decisivas en un cuadro de crisis económica.
Estos elementos, presentes en la escena poi ítica del período, resultan
necesarios como previa presentación de las tendencias .que se expresan en el
gobierno, su articulación con las distintas fuerzas sociales y su expresión en
hechos políticos que se analizan durante el período 1974-75, para concluir con
la destitución del General Velasco.

2. LAS OPCIONES BASICAS

En la resultante de mayo de 1974, la caída del Ministro de Marina parece


consolidar la perspectiva del proyecto propio, de largo plazo, que encabeza
Velasco. Esta tendencia sin embargo, no es homogénea. Unificó contra la
tendencia liberal, como enemigo común, a actores militares que ya desde 1972
ten ían antecedentes de enfrentamientos concretos entr"e sí, básicamente en
torno a los operativos e intentos de articular organizaciones populares.
Superada en la cúpula la coyuntura anterior, se expresará de inmediato la pug-
na entre dos tendencias que gruesamente pueden distinguirse dentro de lo que
en el período anterior llamamos velasquismo. Los comités directivos de los
diarios expropiados serán integrados por personas que de una forma u otra
expresarán la amplia gama de opiniones presentes en el gobierno. Por ello se
reprodujo en éstos, públicamente, la lucha de las tendencias básicas, aunque
con un espectro más amplio de posiciones.

Utilizamos para denominar estas tendencias términos que se usaron en el


medio político. "La Misión" y "los militares progresistas" fueron los más usados.
Estas denominaciones son siempre incompletas e impre~isas, pero se usan
como instrumento para hacer más clara la pugna principal dentro del gobierno.
No deben entenderse sino dentro estos límites.
Las opciones de estos actores de la escena oficial se ligan y articulan con las
fuerzas sociales en pugna, aunque de manera incompleta, a veces difusa y
otras más claramente visibles para el observador poi ítico. Ello parece deberse
a la forma de régimen poi ítico vigente y a la necesaria intervenciór. de reglas
de juego castrenses en su interior.

2.1. "LA MISION"

En los círculos periodísticos y poi íticos se habla, en 1974, de la existencia de


"la Misión". Algo así como un núcleo de ministros con caracteres de cierta
homogeneidad política 84 que implementan los "operativos" más verticales y
manipulatorios, apoyan al ya famoso MLR y tienen en común un acentuado
anticomunismo a partir del cual -confundiendo temores con realidades- lo
erigen en el enemigo principal de la coyuntura.

El punto más nítido de esta opción se puede encontrar en relación al


movimiento popular. A partir de la aceptación de un proyecto propio desde el
gobierno parecen ver la necesidad de obtener apoyo popular, pero éste se
entiende en términos distantes y casi decorativos a la cúpula del poder. Se
necesita una comparsa disciplinada que salga a las calles y aplauda, que grite
"Hatary" cuando aparezca Velasco, que confiera ilusión de poder al pueblo, sin
ser amenaza para sus actuales detentadores. Pero ello supone controlar todo
proyecto competitivo y callar el descontento que ya, con el alza del costo de
vida, está generalizándose. Por ello, además de las acciones de masas, se
recurre a lo que alguien denominó "Odriísmo de izquierda", recordando la
utilización de cuadros de matones -en algunos casos abiertamente gansters,
con probados antecedentes penales- para con ello romper sindicatos, quebrar
huelgas, armar operativos, etc. Su forma de competir en política es ésa y su
enemigo principal es el comunismo, calificando así, como siempre, a todo el
84
En su origen el término "la Misión" parece hacer referencia a una Comisión PoHtica interna del Consejo de Ministros. a
la cual se ligaron los operativos mencionados. Es posible que a partir de ello surgiera esta identidad, hacia fuera,
aunque es más la coincidencia objetiva de polfticas y actitudes entre sus miembros lo qoe la define. Luego en 1975 a
esta Comisión se agrega a los Generales Graham y Fernández Maldonado para organizar la OPRP y se hace pública
'como Comisión encargada de definir ese proyecto. Obviamente nos referimos a su composición inicial, pues estos dos
generales pertenecen a la tendencia contraria.
que se le oponga desde opciones progresistas, cualquiera sea su posición
poilítica.
Esta opción, abiertamente manipuladora, se expresa en toda una I ínea de
decisiones que tiene antecedentes en 1972. Conforme avanza el año 1974 y la
crisis económica se hace más visible, "la Misión" será algo más que una
tendencia. Llegará a tener una progresiva hegemonía hasta lograr que Velasco
opte por ella, distanciándose de sus compañeros del 3 de octubre85. En este
período es posible ver más rasgos claves en esta opción. Ante la crisis, no sólo
se buscará una alternativa vertical y manipuladora de organizaciones
populares. Habrá también una opción más global que podría bien ser definida
con una antigua idea de "La Prensa" antes de su expropiación:

"Un proceso revolucionario no puede continuar indefinidamente, reformando


todo, malo o bueno, y tener éxito si no cuida e incentiva -la producción del país,
no sóio para contrarrestar la disminución productiva que siempre'acompaña a
las reformas bruscas". 86.
Es un "basta" a las reformas y un énfasis en "más producción", que de hecho el
gobierno implementa a partir.de 1974, con la sola y aislada excepción de la
nacionalización de Marcona87.
Para "la Misión" la revolución está en gran parte lograda 88. Más aún, no serán
estos ministros los que se caractericen por priorizar la recusación del
capitalismo ni menos en profundizar sobre qué significa, aquí y ahora, esa
afirmación.
Más bien puede ubicarse en esta tendencia la parte del gobierno más abierta a
la negociación con el capital extranjero y el empresario nativo ligado a éste. No
concede al sector privado lugar en la lucha política, pero muy bien puede
aliarse como interlocutor económico, lo que significa cerrarse a cualquier
posibilidad de afrontar la crisis en términos no ortodoxamente capitalistas. La
tensión política con la tendencia que se le oponía llevó, sin embargo, a la fácil
poi ítica de cerrar los ojos y esperar.

85
Ver explicación que damos en la resultante, en este mismo capítulo. Más allá de lazos personales "la Misión"
pareciera ofrecer a Velasco mayor "eficacia" en relación con el movimiento popular, en una coyuntura de crisis.
86
CRONOLOGIA POLlTlCA. Hecho No. 1847. Pág. 434-35.

87
La Prensa" en 1972 expresaba bien un planteamiento de la burguesía que poco a poco será asumido por el gobierno,
siendo una de las banderas de "la Misión" primero y expresándose más plenamente en la Segunda Fase. Es obvio que a
este lema nadie se puede oponer a primera vista. Es una necesidad. Pero cuando se convierte en lema, cuando se
declara "A;\o de la Producción", cuando en nombre de ello se ataca y reprime a todo sindicato que va a la huelga y
cuando incluso las reformas emprendidas se paralizan o desmantelan, entonces es evidente que hay que formular otras
preguntas. Ellas se hicieron desde entonces: Más producción ¿de qué? y ¿para quién?, dado que nuestra industria
produce para sectores de medios y altos ingresos, produce muchos bienes secundarios y no lo que el pueblo necesita
para alimentarse y vestirse. En lo que se produce para exportación cabe también esta pregunta porque se justifica sólo
porque trae divisas, la mayor parte de las cuales se convierte en más insumos para una industria que no sirve a las
mayorías o para proyectos de muy largo plazo. Lo que estas y otras preguntas plantean es en el fondo la direccionalidad
del esfuerzo que se pide al país. Para la burguesía "más produc,ción" equivale a incentivos para mayor ganancia. Y no
tienen problema, incluso, en que se oculte esa ganancia y se quede fuera. Así visto el problema de la producción no es
simplemente un problema cuantitativo: es obvia la necesidad de replantear toda la estructura productiva y ponerla al
servicio de las necesidades básicas de las mayorías. Esta formulación ideológica, acogida por el gobierno, ha sido muy
oportuna. Ha logrado confundir a algunos actores poilíticos -en la prensa por ejemplo- y ha sido hasta hoy bandera
principal para justificar la represión que se dirige selectivamente a los trabajadores.
88
Aunque el General Mercado Jarrín no es un típico dirigente de "la Misión" en sus declaraciones al Semanario "7 Días",
al pasar al retiro, se encuentra un triunfalismo que refuerza esta posición que ve lograda la revolución. Este triunfalismp
llega a ser rasgo característico de casi toda declaración del gobierno en esta época, aunque no sea compartido ni
expresado por los militares progresistas, que aún en distintos niveles preguntan y cuestionan, limitándose en público a
ser los que reiteran sistemáticamente las metas ideológicas del gobierno (hegemonía de la propiedad social, por
ejemplo).
Esta opción es compartida y apoyada por un sector aún difuso y difícil de
precisar, que va surgiendo a partir de las grandes empresas públicas y la Banca
Estatal y Asociada. Son ejecutivos y directivos cuyos ingresos superan de lejos
el sueldo de un ministro de Estado. Son tecnócratas que hacen poi ítica de alto
nivel, sin que haya un aparato poi ítico que los encuadre. Son presidentes
ejecutivos y gerentes de empresas estatales y bancos estatales o asociados.
Son altos funcionarios de algunos ministerios. Juegan un rol subordinado, pero
ya significativo. Su receta es también, ante la crisis, "basta de reformas",
austeridad en los salarios del pueblo, incentivos al sector privado y aumento de
la producción89.
Hacia fines de 1974 "la Misión" no sólo es hegemónica en el gobierno sino que
se le señala una nueva posibilidad de juego propio: el APRA, ese viejo coloso de
la poilítica peruana al que se teme, se combate o se- admira. El pacto de "la
Misión" con el APRA es insinuado entre Iineas por la propia prensa del gobierno.
En todo caso, el APRA puede hacer doble juego, al igual que lo ha hecho en 40
años de experiencia poi ítica: agita en la base -sean maestros, mineros, otros
trabajadores o en disturbios casi espontáneos como el 5 de febrero-, pero
siempre habrá un puente para negociar y ofrecer por lo bajo la salida con apoyo
aprista90.
Las mayores especulaciones sobre el rol del AP RA parten de la figura del
General Javier Tantaleán Vanini, Ministro de Pesquería, de conocida familia
aprista y que acogió en su ministerio a muchos apristas y ex-apristas. Este
ministro es sin duda el más representativo de "la Misión". Aparece como
principal protector del M LR, articula de hecho la Federación de Pescadores que
fue su principal canal hacia las bases; pero parece ser su amistad con Velasco
lo que, junto con algo de sagacidad poi ítica, le dieron lugar preponderante.
Con Tantaleán, integran "la Misión" el ahora velasquista Contralmirante Jiménez
de Lucio, Ministro de IndUlstria; el Ministro de Trabajo, General FAP Sala Orozco
91
el Jefe del SINAMOS, General Rudecindo Zavaleta, que desde enero de 1974
reemplazó al General Rodríguez, como quien trae la tarea de destruir todo
rastro de su antecesor en dicho organismo. Al Ministro del Interior, General
Richter Prada, se le ubica en este grupo aunque se comentaba el escaso
margen de juego que el estilo conductor de Velasco dejaba a quien ocupara esa
cartera. En todo caso este actor poi ítico es más difícil de precisar. El General
Segura, Jefe del SINADI, poderoso sistema de información, se alineó también
hasta el final en esta tendencia. Lle'gan así a controlar todos los cargos poi
íticos, en especial los ministerios que más tienen que ver con el movimiento
89
Analizando el caso Brasilero, F. H. Cardoso habla de burguesía de Estado para referirse a un grupo similar de
ejecutivos en Brasil. Habría que discutir semejanzas y diferencias, articulaciones con el sector privado y el gran capital.
Pero, en todo caso, no observamos aqu í total homogeneidad y es más clara su subordinación a los militares, que
incluso en varios casos presiden las principales empresas.
En el estudio de esta tecnocracia hay que distinguir posiciones vinculadas en gran parte al origen y antecedentes de sus
cuadros. Los hay más ligados a la empresa privada, los hay militares en retiro y tiene imQortancia un equipo
originalmente formado en el Instituto Nacional de Planificación que, a partir de éste y fundamentalmente en el período
del Ministro Marcó del Pont, pasa a dirigir empresas y entes de importancia con una actitud mucho más progresista que,
sin embargo, no llega a destacar en el conjunto. Hay aqu í amplio campo a investigar aún.

90
Hay la hipótesis de un experimentado observador de la coyuntura, que al analizar la estrategia seguida por el APRA en
gremios donde tuvo decisiva influencia (caso maestros y en menor grado mineros) observa que difícilmente puede
desaparecer y dejar homogéneo control a la izquierda opositora al gobierno. Este observador encuentra allí un
reacomodo del APRA que manteniendo cuadros adictos estimula el conflicto de.esta izquierda con el gobierno, genera
coyunturas de crisis, no aparece y no es así reprimida pero logra efectos concretos. Aunque bastante "maquiavéllca"
cabe estudiar la hipótesis.
91
Nombrado Jefe del SINAMOS a principios de 1975, luego de haber pasado al retiro.
popular (Trabajo, SINAMOS, Industria, Interior, Pesquería92. lo cual les dará
absoluta vigencia, incluso en 1975 cuando numéricamente la tendenciá
progresista es mayor en el Gabinete.
En la coyuntura, sin embargo, no sólo estos ministros parecen ser los que optan
por la poi ítica global de "la Misión". El Premier Mercado Jarrín es visto muy en
esta línea, aunque su poder real aparece disminuido por su dudosa actuación
durante la primera crisis de la enfermedad de Velasco. Ministros como el de
Economía y Finanzas, General Vargas Gavilano, por su tradicional subordinación
al presidente, parecen seguir el rumbo de los más fuertes. El espectro es así
más amplio en favor de "la Misión" y de su proyecto pro-capitalista y
abiertamente autoritario y antipopular.
"La Misión" aparece ligada a las distintas fracciones de la burguesía que
entonces, luego de la derrota de la tendencia liberal y de la toma de los diarios,
casi no se expresan directamente en el debate poi ítico. Varios ministros tienen
eficientes relaciones con la burguesía más moderna y se rodean de empresarios
que se distancian, al menos en apariencia, del proyecto liberal de la burguesía.
Todo esto debe aún ser estudiado. En t9do caso; lo que sí queda claro es que la
poi ítica que defiende "la Misión" es adecuada a las exigencias de las grandes
empresas privadas, especialmente industriales. El control de las organizaciones
populares -rígido y sistemático- le es funcional, como lo es el estrechamiento
del espacio político cuando la crisis económica es mayor y se siente en el
pueblo. En la actuación del MLR se hacen evidentes articulaciones eficaces con
los empresarios que confirman esta ligazón difusa a nivel de los actores y la
escena oficial, aunque no a nivel de los intereses defendidos y las poi íticas
implementadas.
Es claro que el gobierno en su conjunto no se desliga de estos intereses
empresariales, aunque tiene aún margen de autonomía, en este tercer período.
¿Se debe a la hegemonía evidente de la Misión? ¿O más bien a conciliación
entre las partes, influida por la división sectorializada del Poder Ejecutivo? En
todo caso, hay también amplio margen de error y limitaciones que provienen de
los actores y del tipo de régimen. Lo que sí es claro es que "la Misión" lleva la
iniciativa poi ítica en todo el período y que la tendencia alternativa está a la
defensiva por sus propios caracteres y su falta de una expl ícita alternativa
económica. Retomará la iniciativa en términos militares al derrocar a Velasco.
Pero no estará sola y en un cuadro más complejo, que analizamos en la
resultante, aparecerá triunfador. . . por muy poco tiempo.

2.2. LOS MILITARES PROGRESISTAS

En este período el enfrentamiento básico encuentra una tendencia progresista


sin Velasco al frente. En ella se aprecia la actuación de los coroneles de 1968,
convertidos ahora en generales, con gr'andes posibilidades de mandar el
Ejército. A diferencia de la mayor parte de "la Misión", los Generales Fernández
Maldonado, Leonidas Rodríguez, Enrique Gallegos, Miguel Angel de la Flor y
Raúl Meneses, sí tienen posibilidades de ascender a los altos mandos de la
Fuerza Armada. Ello y su ubicación promocional, más jóvenes que "la Misión",
les permite jugar en política con un criterio de mediano plazo, considerando
necesario el cuidado de su carrera institucional militar. Con rápidos ascensos,
92
Pesquería e Industria son Ministerios de la Producción pero con poder efectivo sobre sectores obrero.s muy
importantes.
vienen ocupando cargos claves en el COAP, el gabinete o el Ejército desde hace
más de 6 años y constituyen la avanzada progresista del gobierno en el que,
luego de tener rol preponderante en las etapas anteriores, procuran construir
un proyecto coherente. Aunque estos oficiales son los que aparecen más
identificados con el p~nsamiento oficial del gobierno, resulta difícil identificar
su actuación, a partir del discurso poi ítico aún impreciso y ambivalente. La
lucha poi ítica es, sin embargo, elemento que define y por ello en este período
la tendencia progresista es definida en función de su contrario, más que en
base a un ideario explicitado como alternativo.
El enfrentamiento principal con "la Misión' parece darse en lo que se refiere a
las relaciones del gobierno con el movimiento popular y en el proyecto propio
destinado a vertebrar a éste con el gobierno. Ante las organizaciones populares,
se caracterizaron siempre por un menor endurecimiento y una mejor
disposición al diálogo, aún al tratarse de acciones vertebradas por la izquierda
opositora al gobierno. En cuanto al proyecto propio, fueron claramente
opuestos a los operativos y su aproximación intentaba hacer realidad el
participacionismo de las declaraciones oficiales, a pesar de las obvias
limitaciones que ofrecía en el cuadro de lucha política interna y externa al go-
bierno, que es característica del período.
La acción del SI NAMOS es parcial reflejo de la tendencia progresista, tanto en
el período del General Rodríguez como en algunas acciones que continuaron
luego hombres identificados con él, Em abierto enfrentamiento con el General
Zavaleta.
Frente al marcado anti-comunismo de "la Misión", esta tendencia no parece
caer en la trampa ideológica de entender que el comunismo es su enemigo
principal, aqu í y ahora. En efecto, aunque distingue claramente posiciones
respecto a las opciones comunistas, su actuación no crea ese gigantesco
enemigo que "la Misión" ve por todas partes. Como en muchas partes de
América Latina se utiliza en el Perú de 1974 el anticomunismo como forma de
quebrar todo intento progresista y recuperar poder en favor de las posiciones
más reaccionarias. Aqu í, la lucha poi ítica había alcanzado su máxima
intensidad en la expropiación de los diarios. Con ella la derecha quedó silen-
ciada en julio de 1974. Pero no dejó de actuar sino aprovechó incluso su silencio
aparente para orquestar una acción más decidida en el gobierno y la Fuerza
Armada, utilizando bien los temores, las dudas e incluso la con'fusión ideológica
presente en muchos de los actores. Encontró en el anticomunismo su arma
principal. El discurso lógico partía de analizar experiencias muy distantes –
histórica y geográficamente- pretendiendo compararlas con medidas como la
expropiación de los diarios, la Reforma Agraria o la Propiedad Social. Pero no
quedaba all í el trabajo. Había que presentar como comunista toda acción
opositora del movimiento popular, e incluso todo conflicto originado en
posiciones progresistas. Había que calificar de comunista toda crítica de
izquierda e incluso encontrar comunistas entre los propio obispos de la Iglesia
Católica. Había que exagerar hasta la paranoia la fuerza que entonces pudieran
tener las distintas y enfrentadas posiciones comunistas 93(211). Se aplica así, a
93
En este macartismo de Ula Misl6nU hay un claro intento de arrinconar a los militares progresistas dentro de un
ejército con ciar!: preparación anticomunista desde la década del 50. En los términos de su praxis poi (tica no se
discute, se acusa por lo bajo, y fieles a la más pura tradición de los Servicios de Inteligencia, no se debate ni se prueba.
Todo progresista es as( sospechoso primero e infiltrado después. El mismo Velasco parece actuar as(, según propias
declaraciones, calificando como comunistas a integrantes de la uaplanadora" del SINAMOS que estuvo muy marcada
por el antícomunismo de Carlos Delgado. Parece haber relación entre el anticomunismo de Ula Misión" y el
la perfección, una regla básica de la propaganda política: la regla de "la
simplificación y el enemigo único" 94(212) que sirve para ocultar la opción
alternativa, en este caso, los intereses de la propia burguesía defensora del
capitalismo dependiente y amenazada por todo intento de cambio social. "La
Misión" ve comunismo por todas partes, incluso en la tendencia progresista. No
habrá crítica ni intento de actuación autónoma -incluso en la nueva prensa –
que no resulte desfigurada al analizarse en función del miedo al comunismo, al
margen de todo análisis serio de la realidad; Esto, sin embargo, no puede
entenderse como mero error poi ítico. Es la asunción de la ideología burguesa
en todos sus términos, de la misma forma en que fueron asumidos sus
intereses en otros aspectos de la poi ítica propuesta y realizada.
La tendencia progresista no cae en este juego. Percibe que el enemigo principal
es "de casa" y que tiene- en la burguesía y en los restos de la antigua oligarquía
actores que necesitan reinterpretar en su favór las reformas emprendidas por el
gobierno para anular sus efectos. Esa burguesía actúa con una fuerza que le
viene de su umbilical relación con los intereses imperialistas, que en este
período utiliza sagazmente la acción interna y externa, mostrando la imagen de
un país aislado dentro de un continente que camina al fascismo casi
irremediablemente. La peculiar coyuntura internacional impactará
decisivamente en hombres formados para la defensa nacional y entrenada en
los estrechos marcos de la geopol ítica. "La Misión" tendrá así doble arma de
chantaje contra los militares progresistas: son acusados de comunistas y
presentados como una amenaza ante "el crítico cuadro internacional",
culpándolos de un aislamiento continental que podría devenir en derrota ante
Chile.
La tendencia progresista tiene así un cuadro peligroso al frente. Ello quizás
explique una actuación dubitativa en el período, particularmente al perder
audiencia ante el Presidente Velasco.
Resulta difícil hacer más precisiones de nivel ideológico por e'l carácter de este
trabajo, centrado en el análisis del juego poi ítico práctico, básicamente de la
escena oficial. Pero puede observarse en los militares progresistas
inconformidad con los logros alcanzados, frente al forzado triunfalismo de "la
Misión". Se ve en los primeros que, al menos intuitivamente, se constata que
ésta sigue siendo una sociedad capitalista y que se requieren cambios más
audaces para superarla. La ideología generada por el gobierno se toma en serio
y por tanto se rechaza la poi ítica vertical y manipulatoria de "la Misión",
aunque sin poder generar un proyecto alternativo de movilización popular, en
parte por las limitaciones que resultan del carácter institucional del régimen y
pOr el chantaje que ejerce "la Misión". En el plano económico, tampoco llega a
plasmarse una alternativa a la poi ítica global que para entonces muestra el
gobierno. Esta, sin embargo, es vista sin el triunfalismo y la defensa que "la
Misión" realiza. Más aún, se recogen algunas de las críticas centrales que el
diseño económico muestra, como la poi ítica industrial tradicional o la
explotación de la ciudad sobre el campo. No existe, sin embargo, un planteo
alternativo en materia de poi ítica económica: y all í se estájugando el futuro
del régimen. Por la distribución sectorial del poder no se le exige esta definición

anticomunismo aprista que viene desde los años 30. No hay que olvidar que en la década del 60 ubicaban a Belaúnde
como procomunista. He aqu( un punto de encuentro más que cabe investigar.
94
Ver en J.M. DOMENACH, LA PROPAGANDA POLITICA. Eudeba, Buenos Aires, 1966. Pág. 52.
en 1974, pero luego, en la segunda' fase, será uno de los elementos centrales
de su debil idad poi ítica.
Es también difícil articular en este análisis la ligazón de esta tendencia con el
movimiento popular, tanto por las características, del régimen como por la
distinta gama de posiciones que hay en éste. Una primera observación la
distingue de "la Misión". En,la formación de la Confederación Nacional Agraria y
en las posiciones que apoya en CONACI, hay mayor apertura y mejor
disposición a generar condiciones de expresión y participación popular. Pero
siendo acciones conducidas desde un aparato de estado, que está sometido a la
conducción del conjunto y dándose además en plena lucha interna entre
tendencias, su resultante es siempre limitada, con amplio margen a la mani-
pulación.
En lo que se refiere a las fuerzas populares independientes del gobierno, se
puede percibir mayor apertura; mayor disposición a conciliar y defenderlas ante
diversos intentos de un autoritarismo que propugna sanciones y quiebras
totales. Pero todo ello se da en un claro marco de competencia polftica -en más
de un caso inoportuna en lo coyuntural- y marcada por la lógica de una poi ítica
económica que cada vez más enfrenta al gobierno con estas organizaciones en
conjunto, siendo esta tendencia progresista parte representativa del régimen.
Dentro de ésta se distinguen pugnas que se explicitarán mejor en la Segunda
Fase, especialmente a partir de la pugna entre Carlos Delgado y parte del
equipo de SINAMOS y otros actores que, desde el diario "Expreso" o diversos
aparatos de Estado, se oponían a la tesis del no partido ya lo que se calificaba
de "visceral anti – PC” 95.
Los militares progresistas se enfrentan así al proyecto de "la Misión",
asumiendo lo más propio del pensamiento oficial del gobierno, pero sin al-
ternativas concretas en positivo, sin un proyecto propio de poi rtica económica
y sin una decisión viable de articulación con el movimiento popular, luego del
fracaso de los intentos anteriores, SINAMOS incluido. La lucha política se
polariza en todos los planos, a partir de las coyunturas que ofrece un año y
medio muy intenso. En su transcurrir, ~I rol pendular del Presidente Velasco se
ha de inclinar por "la Misión" cuyo proyecto poi ítico es más concreto y viable,
aunque signifique arriar en la práctica las banderas de cambio real enarboladas
a partir del 3 de octubre y expresadas aún en proyecto más que en realidades.

3. HECHOS INDICATIVOS

UNO

95
Esta pugna entre "Expreso" y Carlos Delgado es antigua. Los primeros parecen defender una pol(tica "de frente" con
el Partido Comunista Peruano que controla la CGTP. De hecho este partido apoya al gobierno, pero éste no lo acepta
como aliado. Delgado, ex-militante aprista, parece tener una profunda posición anti-PC que a veces se parece a algunas
actitudes de ex-militantes PC que actúan en la izquierda opositora al gobierno. Aunque esta posición se diferencia del
macartismo a ultranza -tan presente en estos años- los efectos no parecen haber sido muy distintos, dada la influencia
de Delgado en la cúpula y se sostiene la hipótesis de que con ello incentivó el macartismo tradicional, que no hace
distingos. En los discursos oficiales donde parec(a aportar Delgado, aunque se hacen disquisiciones teóncas rechazando
el anticomunismo, el macartismo va en aumento refiriéndose no sólo al PC ya la izquierda opositora, sino acuñando
luego términos tan vagos y cuestionables como pro-comunista e infiltrado, que permiten englobar en el anatema a todo
opositor -no sólo del régimen sino de las peculiares posiciones al interior del gobierno. El conflicto parece haber tenido
altibajos, con momentos de alta tensión. En la I(nea de "Expreso" se ve discrepancia con SINAMOS y en Delgado se
comentan intentos de elimitar al equipo de "Expreso" que lo enfrentaron incluso con el Gral. Rodrlguez y que no obtuvo
el apoyo de Velasco en el momento. La pugna se hará pública en fa segunda fase pero.está latente desde antes y en la
interpretación actual, de Delgado sobre la caida de Velasco (Ver Caretas No. 516 de 5 de abril de 1977) hay una
relación de continuidad en su pensamiento.
La lucha poi ítica entre "la Misión" y los militares progresistas tuvo en CONACI el
más nítido ejemplo público, sólo comparable a lo que significó luego la
diferencia de líneas entre los diarios expropiados. En 1974 estaba avanzado el
trabajo de promoción de Comunidades Industriales hecho por el SINAMOS que
encabezó el General Rodríguez en 1972 y 1973. El Congreso Nacional realizado
en ese año, significó una clara victoria del SINAMOS sobre la poi ítica del
Ministerio de Industria y Turismo, sector que desde la caída del Ministro
Dellepiane desincentivó la promoción de Comunidades, no les brindó el apoyo
necesario para enfrentar las distintas formas de burlar la Ley y apoyó a las
posiciones menos combativas para dar una imagen conciliadora ante las
empresas. Más aún, el propio Director General de Comunidades Industriales de
este Ministerio fue censurado por los trabajadores en el congreso, lo que indicó
la claridad con que esta poilítica fue percibida.
"La Misión", más cuajada en 1974, se apresta a recuperar terreno en el campo
de las Comunidades Industriales. Para ello cuenta con el nuevo Jefe de
SINAMOS, General Zavaleta, que si bien retiene aun al equipo del General
Rodríguez en SINAMOS, secunda fácilmente los dictados de "La Misión". Esta no
puede elegir momento más oportuno: en plena crisis de enfrentamiento con la
Marina. El día en que se publica la renuncia del Almirante Vargas Caballero, se
anuncia el nacimiento de la Comisión Reorganizadora de-CONACI, intento de
división de esta confederación nacional montado desde el Ministerio de
Industria y Turismo. En la información proporcionada por los diarios se indica
que la constitución de la Comisión Reorganizadora de CONACI se hizo en
presencia de los Ministros Sala Orozco (Trabajo), General Pedro Richter Prada
(Interior), Contralmirante Jiménez de Lucio (Industria y Turismo) y del nuevo
Jefe del SINAMOS, General Zavaleta: significativos exponentes de lo que se ha
conocido como "la Misión" 96.
La lucha entre las dos fracciones de CONACI fue intensa en este período y se
expresó en diferentes desajustes que llevaron a recomponer el propio equipo
conductor del SINAMOS. Para los comuneros, lo que estaba en juego era la
posibilidad de organizarse con un mínimo margen de autonomía. Para la línea
de los militares progresistas esto significaba parte esencial de la lucha -ya sólo
defensiva- por hacer realidad su propio proyecto de movilización popular, por
entonces bastante mellado.
La lucha entre CONACI y la Comisión Reorganizadora es tenaz y sostenida,
desigual en tanto que CONACI pierde gradualmente todo apoyo oficial, mientras
que la Comisión Reorganizadora obtiene amplios recursos. Se 'produce
articulada con la acción del MLR y la CTRP en el movimiento sindical, siendo
una de las principales expresiones de la lucha de tendencias en el período. A
través de los diarios se hace pública la lucha y sus términos. El apoyo del SI
NAMOS a la Comisión Reorganizadora queda reconocido formalmente cuando la
comisión hace público su reconocimiento al General Zavaleta por el "apoyo
incondicional" que les brindó durante el año en que ocu. pó la Jefatura del
SINAMOS 97. Más nítida y estable será la actuación del Ministerio 'de Industria y
Turismo, que incluso participa en reuniones para quebrar CONACI, separándole

96
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2626. Pág. 856.
97
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3057. Pág. 1154.
federaciones – como bes el caso de Iquitos 98 contando'aparentemente para tal
fin con acciones y presencia de funcionarios. Este apoyo continuará en forma
sostenida hasta el término de este período...en agosto de 1975, a pesar de la
necesidad que tiene la Comisión Reorganizadora de dialogar con CONACI y
aceptar que sin ella difícilmente pueda unificar a los comuneros industriales.

DOS

Los hechos que indican la lucha poi ítica entre "la Misión" y los "pro" gresistas"
se remontan al período anterior, por lo menos en lo que se refiere a las distintas
opciones de movilización popular. En la formación de la CTRP, durante el año
1972, puede encontrarse uno de los antecedentes concretos. En efecto, el
gobierno decide constituir esta central y su organización es trazada a partir del
aparato estatal, en forma reservada. Un operativo al estilo militar, que incluye
funcionarios y oficiales de los Servicios de Inteligencia, actúa reclutando
personal de antiguas y torcidas experiencias.sindicales.
Los métodos empleados ocasionaron pronto, en setiembre de 1972, protestas
de la CGTP, controlada por el Partido Comunista. Luego se sumaría la
Democracia Cristiana a esas críticas99.
Las discrepancias habidas desde un principio parecen referirse no tanto a la
alternativa entre central única o centrales "ideológicas" paralelas, dentro de lo
cual cabía plantear una nueva organización propiciada por el gobierno. En ello
parece haber acuerdo, aunque con posibles diferencias en el sentido del mismo.
Lo que parece más claro es que tras el proyecto de nueva central, competitiva
con las existentes, hay concepciones distintas. El equipo de 51NAMOS aspira a
formar una central tomando más en serio los planteamientos participacionistas
del discurso poi ítico. A ella se llegará por acción de los aparatos de Estado,
pero con intentos, incluso iniciales, de brindar un margen de autonomía a la
nueva organización y un carácter representativo a su dirigencia. Para otra parte
del gobierno -oficiales de servicios de Inteligencia, Ministerio del Interior y la
futura "Misión"- el problema es más simple: se trata de un aparato que apoye y
aplauda. Hay que conseguirlo utilizando básicamente los resortes del Estado en
vez de la adhesión de las bases, la satisfacción aunque sea parcial de sus
demandas y el liderazgo de sus dirigentes representativos. Por ello entenderán
que, sus objetivos se obtienen rentando dirigentes, haciendo eficiente la
"coordinación" de aparatos del Ministerio de Trabajo (para que reconozcan
sindicatos paralelos, pedidos que muestran las ventajas del poder, etc.) y del
Ministerio del Interior, para dosificar la represión. De allí a la quiebra violenta de
sindicatos, a la agresión física de dirigentes y a otros métodos similares que
tipifican la acción del MLR y del antiguo amarillaje sindical, hay pocos pasos.
Cuando a fines de 1972 aparece la declaración de principios de la CTRP 100 para
casi todos los actores políticos se tratará del primer fruto del 51NAMOS. Poco
después se podrá apreciar que la CTRP no coordina con el 51NAMOS y depende
políticamente del Ministerio del Interior. Aunque fun cionarios del SINAMOS
parecen haber integrado inicialmente el operativo, los conflictos entre
tendencias -aqu í expresadas entre "la Misión" y los progresistas- ocasionan un
98
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3058, Págs. 1154 y 1155.

99
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1812. Pág. 422.
100
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1894. Págs. 447 y 448.
retiro del SINAMOS del operativo CTRP. Sobre esto se ha escrito poco, aunque la
revista Caretas recoge el hecho en un comentario hecho en abril de 1974 101.
Al retirarse el Area Laboral del SINAMOS de este operativo, parece indicar no
sólo la discrepancia de sus miembros sino la expresión de líneas distintas en el
seno del gobierno. En efecto, no se trata de un simple acto de funcionarios.
Para producirse requería del apoyo de su jefe, el General Leonidas Rodrígu,ez,
integrante del Consejo de Ministros. Cuando la lucha de tendencias se agudiza
en 1974 -con el General Zavaleta al frente del SINAMOS- el Area Laboral será
reorganizada y sus miembros dispersados, renunciantes o cesados.
La CTRP organizada con una concepción vertical y manipulatoria, actúa
políticamente enfrentada al SINAMOS y a los diarios que siguen la línea de los
militares progresistas. Ha reclutado sus cuadros de los sectoreS más
corrompidos de la dirigencia sindical, recordando estilos e incluso personajes de
la dictadura de Odría. La absoluta sumisión poi ítica de esta dirigencia es
compensada con el apoyo del aparato estatal para su activismo que se centra
en la formación de sindicatos y federaciones paralelas, haciéndolos reconocer
por el Ministerio de Trabajo y procurando con pequeños logros pragmáticos,
obtener el apoyo de los trabajadores. En s~ trabajo para "crear" bases,
integrará con más éxito sindicatos de sectores no industriales y marginales,
afectando a la Central Democristiana (CNT) al reclutar ladrilleros y pesqueros
(no anchoveteros). De su actuación política pública, no se recuerdan demandas,
ni movilizaciones de los trabajadores que dicen representar. En el período
estudiado sólo se encuentran comunicados de apoyo al gobierno, informaciones
aparatosamente falaces 102 y un 'estilo burocrático de actuación que incluye las
"condecoraciones" tan ligadas a las costumbres militares y tan ajenas al actuar
del mundo laboral.
La formación del Sindicato de Educadores de la Revolución Peruana (SERP) en
1974, sigue los mismos cánones de la CTRP. Juntos, estos dos organismos
gremiales se caracterizan por la ausencia de base popular significativa, la
absoluta dependencia política del gobierno, la conducción burocrática de sus
cuadros y el alto costo de su funcionamiento, expresado en la cantidad de
cuadros rentados y recursos visibles, dado que difícilmente se conocerán sus
presupuestos y partidas103. Este es el modelo de ligazón con el movimiento
popular que ofrece lila Misión". Se complementa con el MLR como aparato poi
ítico partidario al que llega a afiliarse la CTRP, como institución, en 1975104.

101
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 2581. Pág. 828.

102
Al nacer presenta como "victoria" propia la derogatoria del artículo 46 del DS006-71 TR, que fijaba un plazo m(nimo
de dos años para la vigencia de los convenios colectivos. Esta gestión habla sido demandada por diferentes
organizaciones sindicales desde un año antes. Sin embargo, la adecuada "coordinación" entre funcionarios (promotores
de la CTRP, Ministerio de' Trabajo...) hace que esta demanda popular se conceda coincidiendo con la apariciQn de la
central y a raíz de su primer pedido público (exactamente al día siguiente de este pedido). De esta forma se consiguen
varios efectos: al obrero despolitizado y al dirigente oportunista se le señala que afiliándose a la nueva central "tendrán
audiencia". A las bases ya captadas por la CTRP se les estimula, a los funcionarios se les indica el camino a seguir y a
las dirigencias competitivas se les alerta. Es obvio que cualquier dirigente lúcido puede percatarse del "montaje" pero
para ello se requiere no s610 conciencia política, sino la experiencia que a partir de la práctica sindical se tiene sobre
los alcances y límites de este tipo de organizaciones dependientes en términos reales del Estado.
Los hechos y reacciones se pueden ampliar en la CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 1894, 1914, 1915. Págs. 447,
457 Y 458.
103
En el informe sobre Pesca Perú del Ingeniero Carlos Malpica se indicarán algunas cifras referentes a ese sector, que
amplían lo aquí señalado.
104
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3125. Págs. 1191 y 1194.
La CTRP se presenta así como un proyecto distinto, si no alternativo, al tipo de
movilización popular que con grandes limitaciones, por el c.uadro político del
que depende, propuso el equipo inicial del SINAMOS. Este, impedido de actuar
libremente en el campo sindical, concentrará su acción en la promoción de
Comunidades Laborales y en la formación de la Confederación Nacional Agraria
(CNA). En ambos podrá apreciarse un margen mayor de libertad y operación en
los cuadros dirigentes, así como métodos que -en la mayoría de los casos- no
son calificables de "gansteriles" como los del MLR o la CTRP.
Es difícil, sin embargo, afirmar que este proyecto carezca de manipulación, tal
como lo dicen sus defensores y dirigentes. Más aún, si así hubiera sido, esas
organizaciones h'abrían sido inmediatamente controladas por alguno de los
partidos o grupos poi íticos en pugna. No puede imaginarse el movimiento
sindical poi íticamente puro. Hay manipulación tanto en el asesor perteneciente
a un partido poilítico como en el promotor enviado por el gobierno, y debe
reconocerse a su vez que, en este último caso, nunca va sólo la persona o el
apoyo económico aislado, sino que se confiere una particular ventaja por estar
ligado al nivel de decisión estatal que generalmente se muestra como neutral y
por encima de las organizaciones en pugna. En las organizaciones gremiales -de
campo y ciudad- hay pues y habrá lo que normalmente se entiende por
manipulación y que en la práctica política cada cual sólo reconoce en el
enemigo o en el competidor. Lo deseable es que exista una capaciClad real de
propiciar un nivel de lo gremial que confiera -a través de actuaciones unitarias-
poder a los trabajadores obreros y campesinos, haciéndole un espacio a la
lucha poi ítica interna, tal como ocurre en gremios de otros países. Lo gremial
difícilmente se produce al margen de lo poi ítico, pues es en la arena poi ítica
donde se resuelven las demandas gremiales. El escaso espacio poi ítico que
caracteriza al Estado oligárquico y que se mantiene en este régimen, hace que
la mayoría de los partidos encuentren sólo en el nivel gremial posibilidades de
actuación y se dé así una casi identificación de estos dos planos de acción
-siempre relacionados y no autónomos, pero en esta sociedad forzosamente
fusionados-o La atomización del movimiento sindical -cuatro centrales y una
formada en la práctica - 105, y del movimiento campesino, sólo sirve para
debilitar más a estas clases mayoritarias y retener el poder en sus actuales
detentadores. A ello ha contribuido la promoción de gremios,"de la Revolución
Peruana", al margen de si ello fue la intención de las dos tendencias que
pugnaron en el seno del gobierrio106. A ello contribuye también la actuación de
una izquierda atomizada y el estilo de actuación sindical impuesto por el APRA y
el Partido Comunista107. Sólo en la formación de la Confederación de
105
El Comité de Coordinación y Unificación Sindical Clasista (CCUSC) no organizado como Central, actúa en la práctica
como una quinta Central a partir de Federaciones y Sindicatos que rompen con el PCP y mantienen una poilítica de
presencia, unos dentro y otros fuera de la CGTP.
106
Conociendo opiniones y personas que participaron dentro de estas opciones, particularmente desde el Area Laboral
del SINAMOS, podríamos señalar que en su opción por crear una central más, en vez de promover la central única,
parece estar presente la conciencia de que dadas las características del régimen y sus rasgos autoritarios, este
proyecto hubiera significado el desconocimiento de las otras cenfrales é incluso su posible represión por la lógica de las
reacciones. Al optarse por la competencia hubo, sin embargo, riesgos que rebasaron a estos actores y que sólo eran
previsibles con un análisis de conjunto, del régimen y del espacio poi ítico que permitía, fácil de hacer "a posteriori"
pero no hecho entonces. Estos riesgos tienen que ver con las posibilidades dejadas por la lucha interna en el gobierno,
con el confusionismo ideológico existente, con el tipo de partidos y sindicatos que competían y con la posibilidad real de
forjar una opción popular a partir del gobierno existente, de su composición e intereses.
107
En ello cabe recordar que la violencia sindical no es monopolio del M LR. Aún en su período más democrático el APRA
impuso estos términos en la lucha estudiantil y el Partido Comunista lo continuó. En los últimos años destaca, sin
embargo, la actuación del M LR que al combinarse con la capacidad represiva de los aparatos de Estado sobrepasó
incluso los límites anteriores.
Trabajadores del Perú (CTP) en los años 40 -y por poco tiempo- actuaron dentro
de una misma central dos partidos opositores como el APRA y el Partido
Comunista, para luego constituir centrales distintas.
A pesar de las limitaciones de este cuadro poi ítico, la actuación del SINAMOS
en CONACI y la CNA significó en la coyuntura una alternativa más cercana a los
intereses populares, en tanto que permitía márgenes significativos de
organización y entrenamiento a los trabajadores 108. Ello se puede probar con la
simple observación de las diferentes líneas, tendencias y matices que están
presentes en los cuadros dirigentes de estas organizaciones, frente a la vertical,
dogmática y casi militar homogeneidad de las organizaciones promovidas por
"la Misión". Además, CONACI y CNA significan un trabajo sobre bases populares
reales y concretas y no sobre bases casi imaginarias, como en el caso del SERP
o en muchos sindicatos de la CTRP. Tanto por las caractedsticas del sector en
que actúan como por el estilo y eficacia del trabajo entre los comuneros
industriales y los campesinos, estas organizaciones (CONACI y CNA) son más
reales orgánicamente que la CTRP en el movimiento sindical o el SERP en el
magisterio.
La lucha poi ítica entre "la Misión" y los militares progresistas tuvo ásí, desde la
formación de la CTRP, una expresión primero oculta tras las principales
opciones en pugna, pero luego explícita y cada vez más aguda en 1974 y 1975.
En este período se expresa corno aspecto central de las contradicciones del
gobierno, en un momento en que la escena poi ítica muestra una cada vez
mayor movilización del movimiento obrero, de la dirigencia de las comunidades
laborales e incluso de los medios barriales.

TRES

La conducción de la CTRP en 1974, intenta avanzar en el medio sindical,


definiendo el comunismo como su enemigo inmediato. Aunque muchas de sus
bases se ubican en sectores poco significativos -servicios o industrias
pequeñas- la competencia con la CGTP se define como primera opción. La
formación de sindicatos paralelos y a partir de ello el hostigamiento a los sin-
drcatos competitivos, se da al mismo tiempo que muchas empresas endurecen
su política laboral ante la crisis económica, agudizando los conflictos. En más de
una oportunidad ello ha llevado a alianzas reales entre las empresas y la di-
rigencia "fácil" de la CTRP, al ten.er como enemigo común a los gremios com-
petitivos controlados por el Partido Comunista u otras agrupaciones de iz-
quierda109. Poco tienen que hacer la nueva central y su paralela magisterial
(SERP) en los grandes conflictos: maestros, mineros o metalúrgicos, e incluso
en las movilizaciones tipo frente, ocurridas en 1973 al sur del país, algunas
bases salieron de su control110. Pero la lucha se agudiza en todos los frentes y la

108
En el IIaso de CONACI, esta Institución se independiza totalmente del SINAMOS – luego de la creaci6n de la CR-
CONACI y el cambio de I (nea del SINAMOS- logrando sobrevivir y mantener su vigencia sin apoyo oficial. En ello se ve la
diferencia de proyectos de promoci6n: si el SERP, la CTRP o la CR-CONACI hubieran perdido el apoyo oficial (que incluye
sueldos de dirigentes y funcionarios) simplemente hubieran desaparecido.

109
En 1974 es notorio el caso de la empresa Pilsen Callao. AIIi la mayoría de los trabajadores, sin cuestionar siquiera la
pertenencia de su Sindicato a la CTRP, denuncian el entendimiento de los dirigentes sindicales con la empresa, en
momentos en que leonardo Caballero, Secretario General del Sindicato, era Secretario General de la CTRP.
110
En la ciudad de Arequipa, cuando diversos gremios realizaron una huelga general en noviembre de 1973 -que oblig6
incluso a declarar la zona de emergencia y a implantar el toque de queda- fue particularmente notoria la participación
de los diversos Sindicatos de Transportes, afiliadas a la CTRP.
CTRP intenta crecer en función de los recursos del Estado - económicos,
normativos y burocráticos – en vez de pretender representar las aspiraciones
obreras. Definiendo en la CGTP su enemigo principal no encuentra en esta
central una respuesta frontal sino, a la inversa, intentos de diálogo y
coordinación, aunque ello resulte contradictorio. Esta poi hica de la' CGTP se
debe a que esta central es controlada por el Partido Comunista Peruano, que
opta por apoyar al gobierno como perspectiva básica, a pesar de no conseguir
en todo el período status de aliado.
La CTRP, en 1974 y 1975, no expresa ni muestra bases significativas, salvo la
Federación de Pescadores que se incorpora rápidamente a ella. Se producirá así
una progresiva identificación de esta central con el Movimiento Laboral
Revolucionario (MLR) que partiendo tambi~n de los pescadores, va
organizándose desde 1972, primero en forma semiclandestina y luego en
abierta lucha política. El M LR contará con apoyo y recursos del Ministerio de
Pesquería cuyo titular, el General Tantaleán, resulta cabeza visible de "la
Misión". Es un intento propio de movilización en apoyo del gobierno que se va
forjando en 1972 y 1973 para irrumpir en la escena en 1974 y constituirse en el
polo central de la lucha de tendencias. Poseído de un desmesurado macartismo,
actúa con metodos violentos contra todo competidor, trayendo el recuerdo de
los movimientos fascistas dados en otro contexto. Si bien su acción se limita al
medio laboral y al debate periodístico, parece ser claro exponente de la opción
global de "la Misión" en el período; de su opción por la represión de todo
movimiento popular independiente del gobierno y competitivo con éste. A la
vez, se ofrece a los sectores populares uha alternativa de cooptación que no
amenace los ejes de una poi ítica económica, que ante la crisis hace decrecer el
ingreso real de los trabajadores.
La CTRP y el MLR actuaron plenamente articulados en 1974 y 1975. Las
denuncias, aisladas en un primer momento, tomaron cuerpo a fines de 1974
expresándose con gran intensidad en diversos planos de la escena política. Si
es obvio que la lucha en la cúpula y en el aparato burocrático viene de antes,
los meses de noviembre y diciembre de 1974 y el mes de enero de 1975
expresan la más alta tensión pública de esta lucha poilítica.
Para entonces no es ya lucha secundaria en el seno del gobierno, sino la lucha
principal al interior de éste, donde se definen los términos de la correlación de
fuerzas que obviamente conlleva un contenido ideológico y poI ítico que
constituye para cada tendencia, un proyecto alternativo e incompatible. La
lucha poilítica así planteada condiciona muy diversas decisiones: influye en los
sucesos del 5 de febrero, en la formación del Comité de Coordinación de'
organizaciones populares, en el lanzamiento del MRP y en la agudización de la
pugna expresada en los diarios. Tiene especial impacto en la escena poi ítica,
agudizando la tensión y la represión. El ambiente poi ítico se estrecha aún más
y para muchos actores de la escena, incluso del propio gobierno, se percibe en
concreto y muy cerca la presencia de una alternativa poI ítica cal ificable
gruesamente de fascismo.
Las acciones del MLR y la CTRP se expresan particularmente en la quiebra de
sindicatos. Un amplio debate periodístico se produce en torno a la quiebra del
sindicato minero de Marcona, acción en la que evidentemente participaron
organismos del Estado aliado del MLR y que concluye con la afiliación del nuevo
sindicato a la CTRP, previa desafiliación de la CGTP. Puede no ser la única
acci.ón de este tipo, pero sí la que alcanza mayor resonancia 111(229). Se
produce cuando ya el debate sobre el MLR ocupaba lugar prioritario en la
prensa reformada. Para entonces la identificación de la CTRP y el MLR, negada
primero, se hace obvio. Ello se expresa en preguntas sobre la CTRP y sobre la
financiación, apoyo y conducción del MLR 112. en reclamos para que la CTRP se
defina113 en agresivas respue'Stas del M L R acusando de comunista a todo
opositor y en amplios editoriales de casi todos los diarios. Para el M LR los
ataques que recibe son los mismos que recibe la CTRP y sólo pueden darse por
quienes apoyan a la CGTP y por tanto, son definidos como procomunistas. El
ácido comentario de un periodista de "La Prensa" refleja los términos de esta
discusión:
"De tunantescos y demoníacos cripto ayayeros calificó el Comunicado del
Movimiento Laboral Revolucionario (aparecido en eso ta semana) a quienes han
osado cuestionar los métodos y el significado de esta entidad. Tras esta
andanada ideozoológica, se ha reiterado el manido argumento de que detrás de
los ataques al MLR, se oculta la conspiración de un determinado partido polí-
tico. La semana pasada presentamos una síntesis de las principales
organizaciones que venían recusanao la acción del MLR. De una no profunda
observación de las mismas no es difícil darse cuenta que se encuentran
inspiradas por diversas ideologías y posiciones frente al proceso revolucionario.
Insistir nuevamente en el manido argumento de la gran conspiración resulta,
pues muy poco original. Sí; resulta alarmante la pretensión de este Movimiento
de erigirse en guardián y censor del "falseamiento y la distorsión" de la línea
liberadora del Proceso Revoluciona rio" 114
En enero de 1975 varios diarios editorializan contra el M L R. "Contra la
violencia sindical" titulará Correo115, que se enfrenta decididamente al MLR,
junto con Expreso y La Prensa, en acción necesariamente articulada con una
dilas tendencias en el gobierno. En apoyo del MLR se expresará rápidafTIente
"Ia Misión", a través del nuevo Jefe del SINAMOS, General FAP Pedro Sala
Orosco116. La CTRP poco después alentada por estas declaraciones y otros
111
"Los diarios Informan sobre la captura del local sindical de Marcona, por parte de miembros del APRA y del MLR, que
habrían sido apoyados por la dotaci6n de la Guardia Civil de la zona. Los días 30 y 31, hay informaci6n en el mismo
sentido, lo que motiva que algunos diarios env íen corresponsales a la zona, para tener una información más clara".
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 3038, 3051, 3068,3072. Págs. 1093, 1151, 1163, 1165.
112
En Expreso, Guillermo Sheen Lazo, titula su columna ("8 horas") "EL MLR REPRESENTA AL FASCISMO" Y señala: "Los
dirigentes del MLR -no Expreso- siguen afirmando descaradamente que de all í nacl6 la CTRP, y que por tal razón es el
brazo político armado, no solamente de esa central, sino del proceso revolucionario, inclusive.
La dirlgencia del MLR está conformada por dirigentes de la Federación de Pescadores y por un señor Riega, que se dice
Asesor Laboral del Ministerio de Pesquería. ¿Quién los organizó y con qué dinero operan?, nadie lo sabe. pero lo cierto
es, que este grupo tiene gran capacidad de movllizaci6n y se desplaza por todo el territorio". CRONOLOGIA POLITICA.
Hecho No. 3030. Pág. 1090.
113
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3033. Pág. 1091.
114
CRONOL.OGIA POL.ITICA. Hecho No. 3083. Págs. 1171 y 1172.
115
CRONOL.OGIA POL.ITICA. Hecho No. 3049. Págs. 1148, 1149 Y 1150.
116
"(Luego de firmar un convenio multlsectorlal"eI Jefe del SINAMOS, Teniente General (r) Pedro Sala Orosco, al ser
preguntado por un periodista de Ultima Hora declara que el Gobierno ve con slmpaHa al ML.R y que tiene. . .obllgaclón
de apoyar a todo movimiento que signifique Identificación con el Gobierno Revolucionario), y que sabe positivamente
que el MLR se identifica con el Gobierno. Señala también que los ataques al MLR significan que ese movimiento está
creciendo.
Al dia siguiente, Carlos Delgado -Director de SINAMOS- al salir de dictar una conferencia declara a "L.a Prensa" que no
es posible dar una opinión sobre el MLR en pocas palabras y afirma no haber leido las opiniones de Sala Orosco
publicadas ese mismo dfa; al serie mostradas dijo: No SIl 51 serán ciertas. Dio a entender que el caso del MLR es
complejo y que una opinión debe ser amplia y documentada.
El mismo dfa informa Correo que en una reu'nión de CONACI, el Presidente de la Comunidad Industrial de SETRO,
despedido por la empresa, señala que los trabajadores de su empresa habfan acordado repudiar al ML.R; al diario
Ultima Hora. . . y rechazar las declaraciones de apoyo del Jefe de SINAMOS al MLR. En la misma reunión Joel Méndez,
representante de Plásticos Hartinger dice que . . . rechazamos la manifestación pública de Pedro Sala Orosco porque se
hechos, hará pública su adhesión al MLR 117 que para entonces parece
presentarse como el posible partido del Gobierno. En efecto, para entonces "Ia
Misión" tiene claramente la iniciativa polftica en sus manos. A lo largo de 1974
la ha ido asumiendo y parece jugar todas sus cartas en enero de 1975, días
antes que el General Morales Bermúdez asuma el mando del Ejército y el
Premierato. La ofensiva de "la Misión" se facilita por el hecho de controlar
directamente los ministerios "políticos" y algunos ministerios "productivos"
claves en la relación con los trabajadores (SINAMOS, Trabajo, Interior, OCI,
Industria, Pesqueria), a la vez que con clara habilidad aprovecha una coyuntura
favorable a la poilitica represiva que propicia: la crisis económica que se
avecina, la mayor consistencia del movimiento popular impactado por el alza
del costo de vida y la presión empresarial por reducir costos.
En la coyuntura de enero de 1975 los militares progresistas parecen jugar todas
sus cartas al rol que esperan del nuevo premier que asumirá el cargo el 1o de
febrero. Se trata de una pugna en distintos planos, uno de cuyos elementos es
la definición del Presidente Velasco. Este optará claramente por "la Misión" en
la conferencia de prensa del 29 de enero, brindando un "ierto respaldo al MLR,
a la vez que hace declaraciones que propician la competencia política dentro de
los militantes del proceso. La versión oficial señala que el Presidente, a la vez
que declaraba que el MLR "no es ni será el partido de la revolución" afirmó; "no
tenemos derecho a rechazar a una o más agrupaciones de cualquier indole, que
quieran apoyar al gobierno". Esta versión de la conferencia de prensa, si bien
mantiene el minimo equilibrio necesario entre ambas tendencias -propio de
quien es cabeza pendular que debe conciliar hasta el momento en que se
define la eliminación de una de las tendencias- expresa una opción del
Presidente en medio de uno de los debates más tensos dentro del gobierno,
pues los términos eran entonces decisivamente excluyentes. Parece ser,
además, que esta versión resultó fruto de negociaciones y filtros posteriores. Se
habló entonces de claras diferencias enJas versiones grabadas por los
periodistas y la revista Caretas recogió una que resulta mucho más favorable al
MLR:

"¿EI MLR? Lo que nosotros hemos dicho es que esta revolución es para todos
los peruanos. . . nosotros no necesitamos construir un partido político, porque
partido significa parte y esto no es para una parte sino para todos. . . y si
construimos un partido ¿qué va a pasar? como a la antigua los que rodean a los
miembros del gobierno 'Salen nuevos líderes, líderes de.medio pelo que abusan

ha parciaIIzado con el ML.R, con la burguesfa y con el capitalismo. . . Otros comuneros, según la misma fuente,
coinciden en los ataques al MLR.
El mismo dla el Comando Nacional del MLR celebra una asamblea, considerada como el inico de la etapa de
consolidación de la Infraestructura polftlca de los trabajadores de la Revolución Peruana. Participan representantes de
diversos gremios y manifiestan respaldo a Ultima Hora y a su Director Ismael Fr{as. En la reunión se dice que el MLR
combatirá a los oportunistas, sectarios, arribistas y falsos apoyadores del proceso. El d{a 22, el Jefe ,de SINAMOS recibe
al Comando Nacional del MLR y manifiesta que su Despacho y el Gobierno Revolucionario, apoyan a los organismos que
-como el M LR- se identifican con el proceso peruano. Un dirigente señala que. . . ésta es gente con mística
revolucionaria, que viene aquí no a pedir, sino a dar cuanto tiene)". '
CRONOL.OGIA POL.ITICA. Hecho No. 3103. Págs. 1180y 1181.
117
El dia 28, Ultima Hora Informa que en Asamblea especial la dlrlgencla de la CTRP, se Incorporó al Comando PoHtlco
Nacional del MLR, declarando SU plena coincidencia e Identificación de propósitos con esa agrupación. Concurren el
Secretario General Antonio Tello Cuya y los dirigentes Leonardo Caballero, Isidro Lurlta, Teodoro Nieto y Samuel Salas,
pasando a con.tltulr el Secretariado Nacional Sindical del MLR. Tello Cuya declara que han e.perado el momento
propicio y e.t'n con el MLR y .u.lucha Mayor información en CRONOLOGIA POLITI.
CA. Hecho No. 3125. Pág. 1193.
y nosotros no queremos eso, queremos que todo el mundo participe de todo,
Ese, es un principio de la Revolución: que todo el mundo participe.
Pero de otro lado, qué derecho tiene el gobierno para rechazar a un individuo o
grupo de individuos que vienen a abrazamos y quieren damos su apoyo más
cercano. . . Qué derecho tendría el gobierno para decir/es: uNo, señor, no,
ustedes no, no aceptamos? . . . El Movimiento Laboral no es de ahora. Es
antiguo. En Chimbote había un cierto modo de vivir extraño. La gente se criaba
sin finezas de señoritos. Son hombres rudos y sus problemas los resolvían a
palos, a balazos, a chavetazos, o a puñetazos, porque así se han criado. Esa
gente resuelve sus problemas como hombres a punta de puñetes o a punta de
palos. En cambio, hay otros, que por haber'nacido en plumas o ser medio fifís
pueden discutir, pueden mentarse la madre y sin embargo resuelven sus
problemas a pañuelazos. Este Movimiento Laboral Revolucionario, desea
prestar su apoyo más cercano a la Revolución, como anteriormente se, ha
formado el grupo de Trabajadores de la Revolución Peruana. Nosotros no
podemos rechazarlos. ¿Con qué derecho? Cómo les decimos uno, porque
ustedes son unos criminales, unos fascistas? y quién dice a quién? Hay un
sector que los acusa, pero con qué pedigree, con qué base un grupo califica a
otro. Si la revolución intentara rechazar al MLR, también debe rechazar al otro
grupo. Pero si hemos rechazado al comunismo por qué quiere el comunismo
rechazar al MLR. Por qué no conviven, por qué no hacen suya la revolución
ciento por ciento y se vuelven todos participantes?
La versión oficial modera notablemente la simpatía hacia el MLR, que muestra
la versión de Caretas”118.
En el transcurso de 1975 la lucha de tendencias se agudizará en la cúpula,
aunque el enfrentamiento en los diarios no tenga la intensidad de enero y se
diversifique respecto del tema CTRP - MLR119. Es todo el panorama poI ítico el
que resulta impactado, haciéndose más violento y ligándose claramente a la
crisis económica y la poi ítica que frente a ésta se sigue. Así, I.a CGTP
denunciará diferentes atropellos y la violencia patronal 120 ligada al MLR; a la
vez aumentará el despido de dirigentes 121 e incluso las agresiones de violencia
118
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3134. Págs. 1198, 1199 Y 1200.
119
Parece que desde fines de diciembre de 1974 la Oficina Central de Información, toma cartas en el asunto y luego de
poner diversas'trabas -que incluyen presiones para despidos- corrige la I (nea de "La Crónica" (La Página Laboral en
adelante deberá hacerse en la OCI), y presiona también a La Prensa afectando la columna laboral del periodista J. M.
Salcedo. El Jefe del SINADI, cabeza de la OCI, es el Gral. Segura, muy ligado a "la Misión".
120
Señala la CGTP que parecería constatarse un grave retroceso en la política laboral del gobierno, producido por el
hecho que numerosos funcionarios mantienen aún viejas concepciones antlobreras y patronales, que los llevan a cerrar
las puertas del Ministerio a los sindicatos clasistas y particularmente a los dirigentes de la CGTP"; indica que
funcionarios como el Director Superior de Trabajo, Coronel Hardy Montoya: se han referido en diversas ocasiones de
manera lesiva a la CGTP y a los sindicatos en lucha, abriendo una peligrosa fisura que favorece realmente a la
contrarrevolución" y que estas orientaciones no tienen nada encomún con la Iinea general del ¡;oblerno Revolucionario
por lo que pide la intervención directa del Ministro de Trabajo".
C RONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3238. Pág. 1268.
121
En la Prensa, columna "La Semana Laboral" el Jefe de la Página Laboral, José MarCa Salcedo, comenta: "Coincidiendo
con el inicio de discusión de pliegos de reclamos, dirigentes sindicales de la Industria metal-mecánica son detenidos o
despedidos de su centro de labores - En algún caso, la detención se origina en denuncia empresarial (ejemplo: el caso
Glbbons, en Chrysler, acusado, de manera Infundada, de apropiación IlIclta de lo que, por convenio sancionado,
corresponde a su Sindicato). En otros (ejemplo: Enríquez, trabajador de Moraveco), la detención es por Seguridad del
Estado, sin que se dé pÚblica cuenta de los cargos formulados. Esta semana laboral, ha sido rica en pronunciamientos
de sindicatos y comunidades Industriales con respecto a estos casos... En la circunstancia de la suspensión nacional de
las garanUas constitucionales, resulta alarmante la repetición de estas denuncias. No se ha conocido por otro lado, de la
detención de ningún capitalista que haya sido, por ejemplo, acusado de apropiación 11 ¡cita de utilidades
correspondientes a la comunidad laboral o de incumplimientos reiterados de las leyes laborales. Y, sin embargo, si hay
denuncias (cédase, por ejemplo, la palabra a los comuneros de Fundición Callao o a los mineros de Cata Cañete). En
ciertas circunstancias, las coincidencias stjelen desarrollarse. ¿Podremos, cinematográficamente, hablar de meras
coincidencias?".
física122. En este contexto, uno de los dirigentes despedidos, que alcanza
notoriedad por la prolongada lucha que dio para su reposición, resulta agredido
y golpeado por "cuatro desconocidos”123. Se trata de Julián Sierra, dirigente que
simbolizó la lucha por la estabilidad laboral y que hoy, en nuevo contexto,
quizás por ese carácter simbólico frente al cual la burguesía reclama venganza,
se encuentra deportado.
El debate periodístico y gran parte de los círculos políticos y sindicales podían
identificar el desarrollo de esta política de "la Misión" con intereses y planteos
del Partido Aprista, que una vez más en nuestra historia parece mostrar "una
estrategia y dos tácticas" frente al gobierno. "La Prensa" comenta entonces
sobre "la existencia de una línea dura y otra contemporizadora frente al
gobierno, al interior del APRA. La segunda sería la cristalización de una posición
abierta a la colaboración con el MLR con miras a una futura "apertura
democrática" del gobierno. . .”124. Esta opinión se expresará en 1 975 a distintos
niveles. Se denunciará la existencia de una poi ítica pro-aprista en el Ministerio
de Trabajó125, se señalará al M L R como canal de infiltración aprista en el
gobierno 126 (lo que además será reconocido por autoridades del gobierno 127 y
se vinculará esta poi ftica laboral a la defensa del capitalismo ante la crisis 128.
En junio de 1975, cuando en el ambiente polftico se trasluce más esta
perspectiva, un discurso del General Jorge Fernández Maldonado sintetizará los
términos de la tendencia que conforma, en uno de los más duros ataques a la
alternativa APRA-MLR-Misión. Dice textualmente en la ciudad de Ayabaca, luego
de atacar a "un sector de Vanguardia Revolucionaria que ha estado actuando a
espaldas de nuestra realidad y que pretende confundir a nuestros hermanos
campesinos. . ."
"Pero hay otro enemigo, sagaz, sumamente peligroso, con gran poder de
infiltración y que pretende introducir en nuestro pafs la farsa de la "izquierda
democrática". Ese enemigo es la dirigencia y sectores verdaderamente
enloquecidos y febriles del Partido Aprista Peruano".
". . . quienes ataquen con el rumor, la calumnia y el activismo fascista a la
Fuerza Armada en nuestro país, están atacando directamente al pueblo del
Perú en revolución. Todos quienes están enquistados en el aparato estatal y
actúan en contra de nuestra causa tienen que tener por seguro que el ojo
vigilante de la Fuerza Armada y del pueblo jamás permitirá que sus fines anti-
peruanos y contrarevolucionarios tengan el éxito que ellos se imaginan".
"Cualquier forma de fascismo o neofascismo que se esconde tras el brazo y la
zarpa del aprismo o neoaprismo son, por esencia también enemigos

CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3304. Pág. 1306.


122
CRONOLOGIA POLlTICA. Hecho No. 3323. Pág. 1317
123
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3283. Pág. 1296.
124
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3503. Pág. 1419.
125
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3354. Págs. 1338, 1339y 1340.
126
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3447. Pág. 1389. Y Hecho No. 3532. Pág. 1433.
127
"El Jefe del Sistema de Asesoramiento y Fiscalización de las Cooperativas Agrarias de Producción (SAF-CAP) de La
Libertad, Coronel Rulz Lombardl, rectlflc,a una Información de Ultima Hora, señalando que no es cierto que se apoye la
acción dftl MLR, sino todo lo contrario porque ese movimiento "camufla a un conocido partido polltlco". Al dia siguiente,
el General Velarde Bozano, Jefe Nacional del SAF.CAP, en conferencia de Prensa, dice que los funcionarios no apoyan ni
las acciones ni la polltlca del MLR.
Posteriormente, la revista Marka sostiene que el Coronel Rulz Lombardl se ha referido al Partido Aprlsta".
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3560. Pág. 1445.
128
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3483. Págs: 1411 y 1412.
irreconciliables de la causa del Perú, de su pueblo, de su Fuerza Armada y de su
Revolución”129.

CUATRO

Este largo debate en la prensa es apenas visión parcial de la lucha poIftica dada
en 1974-75 entre las dos tendencias centrales en pugna. El debate de los
diarios no es ajeno a ella, pues se da articulado y a cargo de polfticos que optan
gruesamente entre una u otra. En el medio sindical la lucha es más dura: se
produce en medio de la violencia de los métodos del MLR, de la propia violencia
del gobierno y de la poi ítica agresiva de las empresas. A partir de la pugna con
el MLR y de la CTRP, comienza la división de la propia CTRP con el rechazo de
su filial de Ancash al MLR y el proceso de quiebra en Lima que se expresa
meses después en lo que se conoció como "las cien bases de la CTRP".
Durante 1974 la lucha política se hace más explícita y pública a partir de la
expropiación de los diarios de circulación nacional. En efecto, en esta medida se
expresa también la composición de la cúpula poi ítica, dado que los diarios han
de alinearse con una u otra de las tendencias en pugna. Durante el primer año
de la nueva prensa los diarios Expreso, La Crónica y Correo parecen agruparse
en función de la tendencia progresista, mientras q u e el diario Ultima Hora se
encuadra decididamente con los planteamientos de "la Misión". La Prensa se
ubica en posición algo ambigua, más cerca de la tendencia progresista
-especialmente en su página laboral-, y El Comercio -copado por personal
demo-cristiano - sigue la línea bastante personalista de su director que, sin
ubicarse expresamente en una de las dos tendencias en pugna, tiene
coincidencias y puntos de encuentro con "la Misión".
La lucha poilítica se expresa en los diarios, especialmente en lo que se refiere al
movimiento popular, particularmente cuando se trata de las organizaciones
promovidas por el gobierno. Por ello, se traduce claramente en la prensa la
lucha entre las dos fracciones de CONACI, la defensa y el ataque al MLR,
diferentes formas de tratamiento a la CTRP y distinto énfasis en el apoyo a la
CNA. Sin embargo, en los diarios se traducen mejor los significados de fondo de
estas tendencias. Se puede así analizar el profundo y sistemático macartismo
expresado, en "Ultima Hora" con el estilo de Ismael Frías y en "El Comercio",
con el estilo de Cornejo Chávez. El primero fue el más decidido defensor del
MLR, la CTRP y la CR-CONACI, claramente articulado con "la Misión" y atacando
directamente a los civiles defensores de la línea progresista, dado que por las
reglas del juego existentes no cabía el ataque a los líderes militares. El segundo
resultó un eficiente continuador de la familia Miró Quesada, en la parte formal y
conservadora de ese diario, aunque partiendo de un apoyo permanente al
gobierno. El silencio que don Luis dedicaba a sus principales opositores fue
también usado por su sucesor democristiano en diversos asuntos. Con su
silencio en temas como el MLR y su apoyo a ministros más conservadores,
puede bien ubicarse gruesamente en la opción de "la Misión", aunque con juego
propio.
En ambos casos, de la misma forma que en la actuación de "la Misión", se
agiganta el fantasma del comunismo para defender alternativas rígidas y
129
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3601. Págs. 1466 Y 1467. El subrayado es nuestro.
verticales de relación con el movimiento popular y, en el fondo, apoyar alter
nativas más ligadas a la nueva burguesía130. En el caso de Cornejo Chávez, su
defensa del "sector cooperativo" y el modelo de empresa comunitaria
Demócrata-Cristiana que coincide más con las cooperativas que con el proyeclo
de sector de Propiedad Social, es un punto de encuentro adicional que Ismael
Fridas, desde Ultima Hora, sabrá aprovechar.
Distinta será esta perspectiva de la de Expreso que, alineado tras los miIltluos
progresistas, viene defendiendo -desde antes de este per(odo- una IlIIrspectiva
más abierta de relación con el Partido Comunista y las organizaciones populares
no'generadas por el gobierno. Este diario expresa una alter""tlva más amplia
hacia la izquierda que no por ello deja de ser claramente dura con aquellas
organizaciones que, como el SUTEP, se enfrentan decididaIIIente al gobierno.
Es simplista, sin embargo, calificar de comunista la linea de Expreso,
hltlntificándola con la posición del Partido Comunista. Es claro que este diario
sostiene una politica amplia, de frente, que incluye al Partido Comunista. Pero
tenia que ser consciente de que la opción del gobierno no era esa, aunquo en
los términos del proceso no resultaba antagónica. Expreso fue claro defensor
del régimen, atacó a la oligarqufa ya la pujante burguesía tanto dentro como
fuera del gobierno. No se salió, sin embargo, de los parámetros de este y en su
seno hubo periodistas de posiciones distintas a la del Partido Comunista. Lo que
si es claro en su opción, es el rechazo de toda posición terrorista y de muchos
confusionismos antiPartido comunista, interpretablescomo nueva forma de anti-
comunismo131. Esto, en medio de una lucha por radical izar el proceso (que
algunos juzgaron imprudente en varias coyunturas) le granjeó incluso la
enemistad de parte del sector progresista llevando, al principio de la segunda

130
Una nota es necesaria a estas alturas del trabajo. Analizamos un período en el cual, desde distintos planos, la
campaña macartista sirvió para ocultar aspectos importantes de la realidad, deformarla hasta la paranoia y lograr ganar
posiciones en la politica del gobierno. En este trabajo ponemos en evidencia el uso de distintas herramientas
ideologicas para lograr objetivos muy concretos en el mantenimiento tlol orden establecido. Hacerlos no supone asumir
o compartir posiciones ideologicas, y politicas del Partido Comunista Peruano o de otros partidos marxistas - Ieninistas
supone sí respetar su derecho de peruanos comprometidos con las clases '' populares, derecho a discutir, polemizar y
participar en el sistema politico para cambiarlo. Hace tiempo que la maniquea posicion que sostiene la derecha (todo
abandono del capitalismo es comunismo... y no el utopico, sino el ocurrido historicamente en tal o cual país) ha sido
desautorizada por la historia. Hace tiempo '.r"bltln que han quedado en evidencia los tercerismos lal mejor estilo
democris...no del Dr. Cornejo Chávez) como incapaces de hacer algo más que remozar el capitalismo dependiente.
Como bien dijo Josá Carlos Mariátegui, el Socialismo peruano será' creaci6n heroica de su pueblo; frase que encierra no
solo la crudeza del proceso social que lo lleve a cabo, sino la exigencia de superar dogmatismos, sectarismos,
anatemas, calcos y copias.
historia reciente de América Latina es dolorosamente rica en los resultados de macartismo que usa la clase dominante
pera mantener sus privilegios. Se ha llegado a decir que los derechos humenos no tienen que respetarse cuando se
trata de comunistas. Se ha llegado a sostener que la violencia de derecha no merece atencion ni represion del Estado
porque es solo la reaccion defensiva (anticuerpos) del cuerpo social contra él virus o microbio que significa lá violencia
de izquierda quien afirmó esta barbaridad es hoy convalesciente víctima de la violencia que alimento con su sectarismo
reaccionario: el ex-Canciller Argentino Almirante Guzzetti.
En los últimos años, a la violencia instalada que significa la explotación capitalista de la mayoría de los peruanos en
condiciones de opresión y miseria, se agrega la violencia -verbal primero y represiva luego- que se encubre con el
macartismo que denunciamos. Sin analizar la realidad y los rasgos de las mayorías populares, los gobiernos les temen
¿instinto de conservación de clase?) y endurecen la represi6n cuando se trata de dirigentes populares, agregando con
ello más y más elementos capaces de lIevarnos a una espiral de violencia como la que atraviesa todo el continente. En
el fondo de todo ello está la defensa de un orden social decadente que se intenta remozar sin éxito.
131
En la izquierda peruana, desde antes de 1968, se desarrolla una diversa gama de posiciones contrarias al Partido
Comunista Peruano que se expresan en los partidos de la izquierda opositora -definidos como marxistas-Ieninistas-,
pero no solo en ellos. Estas posiciones parten muchas veces de ex-militantes de ese partido, lo que en muchos casos
deriva en "antis" que traen toda la carga subjetiva de las experiencias personales frustrantes y se proyectan a veces
mecánicamente, cruzándose con el anticomunismo tradicional del APRA y las posiciones burguesas. A su vez el Partido
Comunista Peruano, en claro maniqueísmo, califica de trostkistas o apristas todos estos "antis". Puede verse así un
campo más complejo y variado de posiciones – más allá de la lucha de actores que se presentan siempre como los
dueños de la verdad- que influyen en la escena y deben estudiarse, tanto para clarificar las opciones como para
entender como el confusionismo que generan púede ser fácilmente aprovechado por las tendencias más reaccionarias.
fase, a agrias polémicas con parte del equipo del SINAMOS que, vistas en
perspectiva, resultaron contraproducentes para la tendencia en que
gruesamente se ubicaban.
Expreso, por su particular situación de solitario defensor del gobierno antes de
la expropiación de los demás diarios y por el rol que tuvo entonces, al llevar a la
gran prensa las opiniones y comunicados de amplios sectores- laborales (antes
siempre silenciados) se llegó a convertir en símbolo maldito para la burguesía,
para los representantes de ésta en el gobierno, e incluso para muchos sectores
indefinidos o más propensos a la confusión. Pasará' largo tiempo para que esta
evaluación pueda hacerse en forma objetiva, sopesando méritos y deméritos,
éxitos y fracasos.
Correo fue, en 1974, vocero de sectores progresistas ligados al equipo del
General Rodríguez en SINAMOS. Combatió enérgicamente al MLR y sostuvo en
1975, arduas polémicas con Expreso sobre la organización poi ítica. La Crónica
resultó a veces vacilante por su dependencia de la OCI, aunque se jugó
claramente con la tendencia progresista en diversos momentos. La Prensa,
aunque con contradicciones, tuvo en su página laboral una línea más cercana a
Expreso y Correo. Juntos, estos tres diarios y La Crónica pueden ubicarse
gruesamente tras la tendencia de los militares progresistas.
De esta forma los diarios de circulación nacional se alinean con las tendencias
en pugna, pero agregando en cada caso sus propios matices. Esto sucede a la
vez que en conjunto mantienen coherencia sobre aspectos vitales para el
gobierno, tales como la crisis económica, la política exterior, etc. El panorama
se ha de complicar en 1975, conforme se agudiza la lucha politica en la cúpula.
Diciembre de 1974 y enero de 1975 son meses de intensa denuncia del M L R
por parte de la tendencia progresista. Pero ya en esa época podrán advertirse
matices que se desarrollarán luego en la Segunda Fase entre quienes apoyan a
los militares progresistas. Signos de rivalidad y diferencias de óptica en la
coyuntura pueden observarse entre periodistas de Expreso o La Crónica y
periodistas de Correo, o luego (en la Segunda Fase) de Ultima Hora o El
Comercio en 1975 y 1976.
Correo defendió la tesis del no partido y de una OPRP 132 basada en las
organizaciones sociales creadas por el gobierno (CNA, CTRP. . .). Expreso
reclamó primero la formación de un partido y luego, en el contexto del anuncio
gubernamental creando la OPRP, demandó aceptar la militancia individual. Sin
embargo, gruesamente ambos fueron -en este período- parte de la tendencia
progresista y tanto ellos como parte de los periodistas de La Prensa y La
Crónica fueron calificados de pro-comunistas; primero por Ultima Hora (bajo la
dirección de Frías), el MLR, la CTRP y otros actores de "la Mis!ón", y luego por el
gobierno en conjunto 133.
En efecto, ya en el mensaje del 28 de julio de 1975. 134, se aprecia
lapreocupación del gobierno y del Presidente Velasco ante el "procomunismo".
Este mensaje se sitúa luego del cl ímax de la discusión sobre el MLR y en pleno
debate sobre la presencia de infiltración aprista. El gobierno, aunque teó-
ricamente no acepta el anticomunismo, deja de utilizar la simple distinción de
no comunista para referirse directamente al pro-comunismo. Este calificativo,
132
Organización Política de la Revolución Peruana.
133
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3683. Págs. 1513, 1514, 1515, 1516, 1517 y 1518.
134
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3268. Págs. 1289, 1290; 3326, pago 1318; 3361, pags.1342, 1343; 3483,
págs.1411 y 1412.
tan usado hoy, es aún más ambiguo y se aplica a cualquier persona o posición,
sin que medie racionalidad alguna más allá de la opción dada en el espectro
poilítico dentro y fuera del régimen. Pro-comunista -y su aleatorio "tonto útil" -
es algo que no se discute y se aplica a un periodista, a un general o a un obispo
sin mayor precisión. Esto pesa en un régimel'! agobiado por la tensión interna,
la crisis económica y el temor a la movilización de las clases populares, cada
día más claramente afectadas por el alza del costo de vida. En ese contexto, los
periodistas que participan en la lucha anti-MLR y quienes más han apoyado
dentro del régimen al movimiento popular (identificado en la matriz ideológica
con el comunismo) reciben el anatema de infiltrados pro-comunistas,
calificativo que se adjudica también – pero en voz baja- a los militares
progresistas que se enfrentaron a "la Misión" y al MLR, aunque a ellos no los
afeétará decisivamente hasta la Segunda Fase. La postergación de la
transferencia de los diarios y la autorización para despedir "infiltrados", en este
contexto, será expresión de un cuadro poi (tico en el que se da la hegemonia de
"Ia Misión". Los nuevos directores 135 sin embargo, reflejarán la politica que
también representa la OPRP: es decir, la presencia de todas las tendencias que
actúan en el gobjerno. En perspectiva, con este cambio de directores, El
Comercio136. La Prensa y La Crónica quedarán alineados gruesamente con "Ia
Misión", mientras Expreso no cambiará de manos y Correo, junto con Ultima
Hora, quedarán en manos de directores que pertenecieron al equipo del
SINAMOS. El cambio de Ultima Hora tendrá mucha importancia por la capacidad
de articulación que tenCa Ismael Frias137.
Es evidente que la lucha poi Ctica se centró en este periodo en torno a las
relaciones entre el gobierno y el movimiento popular. Aunque los ejemplos
sintetizados antes se refieren a las organizaciones generadas por el propio
gobierno, esa realidad incluye a su vez, necesariamente, la relación con orga-
nizaciones independientes de éste. Las dos tendencias reaccionan en conjunto
ante los embates frontales de parte de la izquierda opositora (SUTEP, mineros,
por ejemplo), pero incluso en estos casos -salvados los momentos criticos- se
encuentra un distinto énfasis en cada tendencia que lleva a actitudes más
dialogantes y menos represivas en los militares progresistas, contrastando con
el endurecimiento de "la Misión" dentro de la cual se encuentran, al igual que
en tendencias conservadoras de años anteriores, actitudes despectivas y
distantes de todo lo que aparezca como "popular", viejo rezago del Estado
oligárquico.

CINCO

Aunque la lucha poilitica que analizamos se expresa básicamente en las


relaciones gobierno-movimiento popular, es claro que atraviesa 'Casi todas las

135
Se ratifica a Cornejo Chávez en el Comercio y a Neyra en Correo. Luis Gonzales Posada. cuñado del Presidente, va a
La Crónica reemplazando, a Guillermo Thorndike. Francisco Guerra Garc(a reemplaza a Ismael Fr(as en Ultima Hora;
Leopoldo Chiappo reemplaza a Alberto Ruiz Eldredge en Expreso y Gilberto Escudero, Director de El Peruano reemplaza
a Walter Peñaloza en La Prensa. Luego de la carda de Velasco, Cornejo Chávez renuncia y es reemplazado por Helan
Jaworski. A Gonzales Posada lo reemplaza Luis Silva Santistevan.
136
Con las precisiones antes hechas.
137
El cambio del Director de Ultima Hora tendrá especial importancia por la reconocida capacidad de este polrtico. "La
Misión" pierde un importante articulador, dificilmente reemplazable por nombramientos como los de La Prensa y La
Crónica. Sin embargo, en una prensa en la que silenciar y PURGAR de infiltrados es lo decisivo, "la Misión" no es la
principal afectada. LO IMPORTANTE ES QUE YA ENTONCES VELASCO VE CON DESCONFIANZA A LOS QUE "la Millón"
CALIFICA DE PRO-COMUNISTAS O TONTOS UTILES, incluyendo a los militares que lo acompañaron el 3 de octubre.
dimensiones del régimen en tanto que es un enfrentamiento directo de dos
Iineas, una de las cuales tendrá que ser eliminada. Serán los actores del go-
bierno los que puedan precisar los alcances de la tensión en la cúpula, tema
constante del rumor, expresado particularmente en la etapa previa a que el
General Morales Bermúdezasumiera el premierató. En este trabajo es obvio que
son los hechos que trascendieron en la prensa los que sirven de base para
articular un análisis mayor. En este sentido, es preciso referirse a otros hechos
que se observan en la escena oficial, siendo expresiones de la lucha entre ten-
dencias y a la vez fruto de las conciliaciones resultantes.
Así, los sucesos del 5 de febrero dan ocasión para que las dos tendencias
actúen en función de sí mismas, tanto en la interpretación de los hechos como
en las alternativas de acción que dichos hechos ofrecen. Para la tendencia que
definimos como progresista fue evidente que el Partido Aprista estuvo detrás de
los acontecimientos. Así lo expresaron los diarios en claro debate con última
Hora, alineada con "la Misión”138. Este hecho se produce en un momento de alta
tensión en la lucha poi ítica, cuando el MLR pareda cobrar influencia decisiva
con apoyo, aunque apareciera distante, del propio Presidente Velasco. Desde
antes, la vinculación aprista del General Tantaleán -visto como mentor del MLR-
era comentada en medios políticos y lo's métodos bufalescos 139 del MLR, así
como su mensaje ideológico apoyado en el macartismo, hacen recordar
conocidos métodos apristas del pasado. Por todo ello, más allá de los editoriales
periodísticos, en la coyuntura, las acusaciones al APRA cobran un significado
interno propio para ambas tendencias. La posibilidad de una relación con el
APRA,.a partir de "la Misión", confirmaba para la otra tendencia la presencia de
un proyecto capitalista de nuevo cuño, populista en su relación con las masas
y .freno definitivo de toda alternativa de cambio real. "La Misión", a su vez,
vería un fantasmagórico comunismo por todas partes y entendería que el
ataque al APRA era simple táctica de la tendencia opositora. El Presidente
Velasco, aún en su rol pendular pero optando por "la Misión", acusará al Apra en
su mensaje 140 presionado por las evidencias y relaciones lógicas que le ofrece
una de las tendencias (incluyendo fotografías tomadas por varios diarios), Sin
embargo, ninguna medida represiva, ni investigación a fondo se implementa
entonces, quedando gradualmente relegada la inicial evidencia 141.

138
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 3179, 3190. Págs. 1226 y 1235.
139
"Búfalo" Barreto fue un conocido matón aprista. Desde entonces se identificabúfalo y bufalesco con la intervención
violenta (cadenas, manoplas, agresión física de distinto tipo) características de toda una época del APRA en el
movimiento obrero y en la Universidad.
140
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3203. Pág. 1240.
141
Hay demasiadas coincidencias en este hecho: el origen es la huelga de la Policía.
En esta institución se asegura una antigua influencia aprista, anterior a este régimen. En los desmanes participan
estudiantes apristas -e~peciaJmente de la Universidad F. V illarreal que controlan los apristas hace muchos años- y las
fotografías tomadas por los diarios permiten reconocer por lo menos a un importante agitador aprista en rol central. A
su vez ninguno de los diarios cercanos a "la Misión" (Ultima Hora, El Comercio) es agredido a pesar de'estar sus locales
en medio de los disturbios. Es claro, sin embargo, que en este hecho hay otros actores que no están bajo control del
APRA, a partir de la situación misma. No se ha seña.lado la presencia de otras fuerzas, pero se ha hablado de "Iumpen",
de expresión genérica y espontánea del pueblo golpeado por el alza de precios. Todo esto es cierto pero, sin el APRA,
resulta una explicación bastante inocente. Hace poco el General Velasco (Caretas No. 512 de 3 de febrero de 1977)
agregó un nuevo elemento: la acusación directa al Comando Militar (Generales Vargas Prieto y Rodriguez Figueroa) de
demorar la salida estrictamente militar -tanques y policía militar-, motivada por supuestas intenciones gol pistas. Es
indudable que desde entonces la pregunta central está en cómo pudo dejarse una ciudad de más de tres millones de
habitantes sin protección policial durante por lo menos dos dias. También parece improbable que ya entonces estuviera
en definición el golpe contra Velasco, a pesar de que era notoria su opción por "la Misión". Sólo siete dias antes habia
apoyado al MLR, pero aceptando concesiones en la versión oficial. Parece demasiado pronto para que sus compañeros
de 7 años se enfrentaran decididamente a él, como se comprueba al realizarse su destitución sólo seis meses después.
Las desconfianzas si parecen ir en aumento, pero van a concretarse entre febrero y agosto.
SEIS

En torno al 5 de febrero queda planteado directamente el problema de la


organización política. Ya antes el temor a que el MLR fuera la opción partidaria
del régimen estaba presente. Aunque Velasco declara el 29 de enero que no es
ni será el partido de la revolución, en la coyuntura es clara la posibilidad de que
lo sea bajo otro nombre o cobertura brindada por el gobierno y "la Misión". Por
ello todo el debate y las decisiones seguirán marcadas por esta pugna. El
rechazo total al Comité Coordinador de Organizaciones Populares y el
lanzamiento del Movimiento de la Revolución Peruana (MRP) 142 parecen estar
marcados por esta situación, aunque en el rechazo que el gobierno hace a estas
dos iniciativas hay otros factores presentes. En efecto, en el primer caso se
trata de una iniciativa que reúne, no sólo a los cuadros generados por el
proceso (CNA, CTRP, CONACI, CR-CONACI, COCOMI. . .) sino a las centrales de
trabajadores que apoyan al gobierno pero son controladas por el Partido
Comunista y el Partido Demócrata Cristiano (CGTPCNT) además de otras
organizaciones de barrios, estudiantes, etc. Si bien se trata de una organización
de coyuntura, que sólo se fijó metas de apoyo en la emergencia143, podía ser el
germen de una organización de mayor alcance, justamente por el valor de
haber tomado la iniciativa. El rechazo del gobierno expresa una opción
inalterada a lo largo de todo el proceso: no aceptar más iniciativa política que la
oficial en todos los que apoyan al gobierno 144. Esto es contradictorio con
declaraciones expresas del propio presidente el 29 de enero145. En esa
coyuntura significa que retiene la iniciativa el MLR, única agrupación generada
sin acuerdo global del gobierno, pero que se mantiene con apoyo de una de las
tendencias y al parecer del propio Velasco. Si en el rechazo de este comité
puede estar presente el temor a la infiltración de partidos poi íticos, en el
rechazo al Movimiento de la Revolución Peruana (MRP) el problema es más
nítido. Se trata de una declaración hecha casi exclusivamente por funcionarios
del gobierno (hay un sólo dirigente sindical)146, siendo todos "militantes de la
revolución peruana". El gobierno responde que "la conducción política del
proceso sólo puede radicar "en el gobierno de la revolución", señalando
nuevamente los peligros de infiltración. En esta respuesta se expresa, no sólo la
obvia necesidad de retener en el gobierno la conducción del proceso, 'sino una
forma particular de conducción que no deja a sus cuadros civiles mayor espacio
poi ítico que el rol de funcionario, asesor, periodista o promotor. Por ello, para
formar la OPRP se constituye una Comisión de Ministros147, y luego ésta, por

142
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3188. Págs. 1231, 1232, 1233,1234 y 1235
143
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3182. Págs. 1228'y 1229.
144
Ya hemos hecho referencia antes a este rasgo castrense de todo el proceso, según el cual los civiles y las
organizaciones de base que apoyan deben someterse a una conducción poi ítica total, sin margen de iniciativa propia.
Casos similares se dan en la formación de los Comités de Defensa de la Revolución, en el propiO SINAMOS y en esta
coyuntura. En este caso, es la cúpula del gobierno la que se reserva la iniciativa. En ella hay tendencias, pero para
adquirir legitimidad se debe llegar a decidir, es decir a un acuerdo. El devenir del proceso deja menos margen a estos
acuerdos y de hecho "la Misión" toma la iniciativa fuera de los márgenes formales (el MLR no sale como decisión de la
cúpula, es parte de una poi ítica de hechos consumados). Ello es avalado por Velasco en lo que es un indicio de su
opción, casi al mismo tiempo que niega aval a las otras iniciativas.
145
Que en su versión oficial abre las puertas a la actuación de partidos dentro del proceso, tema que es levantado por
los diarios que se enfrentaban a "la Misión", para compensar el respaldo recibido por el M LR.
146
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3188. Págs. 1231, 1232, 1233, 1234 y 1235
147
La Comisión está integrada por los Generales Sala Orosco, Graham, Fernández Maldonado, Tantaleán, Ritcher y el
Contralmirante Jiménez de Lucio. Salvo Graham y Fernández Maldonado todos se identifican con "la Misión".
designación148, conforma un Comité Provisional que incorpora civiles de todas
las tendencias -desde el MLR hasta Expreso – que existen dentro del gobierno.
Un verdadero "Ring de Box" se presenta como organización poi ítica, ratificando
que la conducción se reserva a la cúpula, la cual reproduce esta composición.
Todo este período está marcado por la pugna entre tendencias y el agotamiento
no sólo económico sino poilítico del régimen. Se explicitan más claramente las
limitaciones de la política económica y el llamado modelo de desarrollo, a la vez
que se expresan antiguas limitaciones políticas que hacen incapaz al régimen
de una apertura que articule una base real de apoyo popular. Sin duda era ya
un mal momento para buscarlo – por el impacto de la crisis-, pero ni eso pudo
intentarse. El ya irracional temor a la infiltración, junto con no pocos rasgos de
conducción vertical, son elementos que muy n ítidamente configuran las
limitaciones politicas del régimen.

SIETE

Es en este contexto que el espacio 'poi ítico se estrecha aún más ya que el
gobierno sólo puede responder con palabras o con represión a sus' opositores
poi íticos. Esta oposición se ensancha por el desgaste del gobierno, los efectos
de su política frente al movimiento popular (ejemplificada en los extremos que
representan el MLR o la Comisión Reorganizadora de CONACI) y el impacto del
alza del costo de vida, cada vez más notorio en la economía de los sectores
medios y populares. En este cuadro la burguesía se siente fuera de juego por
falta de representantes poi íticos propios, pero sus elementos más lúcidos
pueden observar desde el balcón el desgaste del gobierno, a la vez que
incentivan con sus voceros – personales y prensa semanal- el anticomunismo
del régimen, su lucha interna y el auge de "la Misión". Los lazos con ésta no se
limitan al posible rol del APRA: se dan directamente con los sectores
empresariales que reclaman más medidas de protección y defienden resquicios
que permiten la sobrefacturación para declarar menos ganancias, lo gran una
menor carga tributaria sobre las utilidades de las empresas y otros beneficios
que se expresan en la política económica. Más nítida puede verse esta acción
en la notoria articulación que existe entre el MLR, los empresarios en conflicto y
el Ministerio de Trabajo.
El conjunto, así, muestra deterioro y estrechamiento – de márgenes. La
respuesta es cada vez más la represiqn directa. Ello se incentiva con acciones
inmaduras de parte de la oposición de izquierda, que llevan a romper las nego-
ciaciones en el caso del SUTEP o a utilizar el asalto a la ESAL -hecho por el
grupo armado Vanguardia Revolucionaria Poi ítico Militar-, como arma contra la
izquierda en su conjunto, sin hacer distingos 149. La represión, selectiva y
ambivalente 150 se agudiza, así, aunque no alcance punto de comparación con el
resto de América Latina de entonces. El espacio poi ítico se cierra aún más
dejando al gobierno como actor casi monopólico, aunque esta característica no
sea tan notoria como la habida entre julio y diciembre de 1976.

148
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3693. Págs. 1527 y 1528.
149
El Comunicado del Ministerio del Interior culpa al partido Vanguardia Revolucionaria de una acción que realizó un
grupo antes separado de él: VR-PM. Más alládel caso, estos hechos se utilizan contra la izquierda en su conjunto.
CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3584. Pág. 1450.
150
La represión cubre siempre la oposición de izquierda y la oposición de derecha, distinta de la aplicada en la Segunda
Fase, que sólo reprime a la primera.
En este contexto político cobrará particular relieve la declaración de los Obispos
de la Iglesia Católica respondiendo a las preguntas que el gobierno formulara
sobre la participación popular. La meridiana claridad de ese documento debió
llamar la atención de los gobernantes que tanto usaron del macartismo como
elemento encubridor y que proclamaron su inspiración en el Cristianismo para
la realización de su proyecto poilítico.
"El temor y la oscuridad del momento presente encierra la tentación de
medidas fáciles y totalitarias que serían la negación de la libertad y dignidad
humana. Se suele identificar totalitarismo con ateísmo. Conviene hacer las
necesarias distinciones, pues han existido y existen regímenes políticos de
carácter totalitario que legitiman su existencia con motivos religiosos y
etiquetas cristianas. Por el contrario, hay regfmenes de libertad y democracia
que no se confiesan cristianos.
La iglesia ha denunciado la violación del derecho de libertad religiosa por ver
en este derecho el ejemplo cualificado de todas las libertades humanas. Ha
condenado los totalitarismos que pretenden invadir hasta la intimidad sagrada
de la conciencia. Pero el derecho de libertad religiosa se sitúa dentro del
conjunto vasto de todos los derechos del hombre. Por extensión, la denuncia de
la iglesia se refiere no sólo a la violación de los derechos religiosos sino de
todos los derechos del hombre, y señala a quienes violan estos derechos
aunque digan justificar con el cristianismo tal violación.
La característica fundamental del estado totalitario no es el atefsmo, sino la
violación de los derechos del hombre en general. Esta violación se debe al
hecho de que un grupo social se arroga la totalidad del poder polrtico como
auténtico y legitimo representante del interés del pueblo sin permitir ninguna
confrontación, real y abierta de su gestión poI ftica con el pueblo que dice
representar.
Pues bien, sería intolerable que la actual coyuntura del pafs condujera hacia un
estado totalitario cuya justificación aparente fuera prevenir la manipulación
popular por grupos o partidos a los que se califica de ateos y se suprime por
ello, la garantía de los derechos humanos más elementales. Por fidelidad al
hombre, a todo hombre, por fidelidad a los pobres y marginados de nuestra
sociedad, por fidelidad al Evangelio anunciado por el Señor Jesús, no podemos
permitir que el nombre.de lo cristiano sea usado para legitimar la violencia o
represión"151.
Esta declaración sobre el candente tema de la participación popular fija el nivel
principista del documento episcopal:
"La iglesia ha señalado los Iimites en los que debe ser entendida su
contribución al problema de la participación popular. El carácter netamente
polftico de este tema demanda también una respuesta muy concreta que no es
competencia de la iglesia. Pero la situación presente, en la que el tema está
siendo debatido, obliga a la iglesia a una toma de posición”152.
El documento, sin proponer modelos, señalará con precisión los problemas
centrales de lo que supone una opción popular -es decir con y por el pueblo- en
contraste con la simple manipulación de este pueblo. Su texto resulta
meridianamente claro en la lucha dada entre tendencias del gobierno en esta
etapa:

151
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3478. Págs. 1409 Y 1410. Los subrayados son nuestros
152
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3478. Pág. 1410.
"No deseamos que se acuse a la iglesia de ser utópica y no tener sentido de
realismo político. Quizá lo más característico del momento presente es el
temor, en los conductores del proceso, del vacío de poder que podría darse en
la transferencia de la conducción del proceso desde la Fuerza Armada hacia el
Pueblo".
"Pero por muy fundamentado que pueda ser el temor no puede ser éste el que
influya en la decisión de medidas a tomarse. El temor impide ver con claridad
los actores del proceso; lleva a confundir al pueblo con los manipuladores de
éste, a reprimir indiscriminadamente tanto las justas reinvindicaciones
populares como las maniobras de grupos interesados en manipular al pueblo.
Más que nunca es necesario un sereno discernimiento de la situación poI ítica y
de sus principales autores"153 .
Pero los obispos, en su análisis, van más allá de señalar los peligros del
presente. Recuerdan al gobierno que la iglesia "no bendice modelos" ni se
identifica con el capitalismo, limitándose a defender los valores y derechos de
los hombres, particularmente de los pobres. Le señalan, además, que éste es el
patrón de medida y el sentido de todo cambio real:
"La iglesia ha denunciado el carácter antihumano del capitalismo por buscar el
provecho y la utilidad individual sin responsabilidades sociales. Ha señalado
también la posibilidad de modelos socialistas si se respetan valores
fundamentales como los de "Libertad, de responsabilidad y de apertura a lo
espiritual que garantizan el desarrollo integral del hombre". (Octogésima
Adveniens, 31). Nada podemos objetar pues a aquellas transformaciones que
permiten a los trabajadores el acceso real a la decisión y propiedad de la tierra
en la que trabajan; a los medios de comunicación e instituciones educativas la
contribución en crear valores para una sociedad diferente". 154.

Este documento se hizo público bastante después, a fines de 1975; pero el


gobierno lo analizó entonces155. Refleja aspectos medulares de lo que estaba en
juego. La lucha poi ítica expresa en todo este período el desgaste de un
régimen que habiendo cambiado mucho de la sociedad que encontró no es
capaz de cambiar él mismo, de alterar su carácter aunque sea en parte
sustantiva, siendo así que el mismo avance del proceso señala como alternativa
un salto cualitativo o un lento y definitivo retroceso y deterioro. La alternativa
puede no haber sido factible por el proceso institucional y el carácter del
gobierno, pero se dio y en ese entonces hubo actores que lo vieron claro junto
con otros que no lo percibieron y muchos, y fuertes, que optaron por políticas
para no cambiar.

4. LA RESULTANTE

La lucha, política entre "la Misión" y los militares progresistas concluye con el
golpe institucional del 29 de agosto de 1975 que derroca al Presidente Velasco
y elimina del gobierno a los ministros conocidos como "la Misión" 156. Este
153
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3478. Págs. 1403 a 1410.
154
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3478. Pág. 1406.
155
CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3478. Págs. 1403, 1404, 1407, 1408,1409 y 1410. 1405, 1406,
156
El General Tantaleán es invitado al retiro; el Almirante Jiménez de Lucio se retira a su solicitud. El General Sala
Orosco, ya en retiro, renuncia al SINAMOS. Los Generales Segura yZavaleta regresan al Ejército a ocupar oscuros cargos
administrativos.
cambio es, sin duda, mucho más definitivo que las resultantes de períodos
anteriores; tendrá efectos decisivos en el régimen poi ítico, en los intereses que
asume como propios y las políticas que implementa.
La coyuntura poilítica anterior al golpe del 29 de agosto presenta una imagen
realmente sombría. La hegemonía de "la Misión" ofrece en perspectiva un
gobierno que se torna cada vez más totalitario y fascistizante. Debe afrontar
una seria crisis económica y un cuadro de aislamiento internacional. Su
alternativa económica ante la crisis tiene una relación de continuidad con la
ortodoxa poilítica económica de todo el proceso. Pero al estrecharse los
márgenes, debe recurrir al pragmatismo tradicional con medidas que reduzcan
aún más el consumo popular e incentiven la inversión privada; afrontando la
protesta popular con decididos intentos corporativos que, en la dinámica de los
hechos, agudizaban la poi ítica totalitaria y represiva, a la vez que alentaban las
acciones de corte fascista que representaba el MLR. Las reformas pasan así a
un necesario segundo plano.

Esta realidad es visualizada por muy diferentes actores del proceso poIítico.
Está presente en la preocupación de las revistas y elementos lúcidos de la
izquierda; está presente en los militares progresistas que lo afirman expresa-
mente en palabras del General Fernández Maldonado desde fines de junio157;
está presente también en la preocupación de los Obispos de la Iglesia Católica
que hemos citado extensamente. La deportación de 29 personas el 5 de agosto
– pertenecientes a casi todas las tendencias poi fticas- simboliza bien el clima
político del momento, al que se ha llegado, paso a paso, a lo largo de todo el
periodo158.
Tras esta escena de crisis hay varios elementos explicativos en la coyuntura. Se
ha llevado la lucha de tendencias hasta un límite de ruptura. La crisis
institucional de la Fuerza Armada se expresa en ella y el gobierno. La situación
económica y el cuadro internacional reducen el margen de juego politico. El
aislamiento del gobierno es total frente a una población golpeada e
incomunicada que lucha por impedir un mayor, deterioro de su nivel de vida.
Examinaremos brevemente algunos de estos elementos.
La lucha política entre "la Misión" y los militares progresistas ha llegado a su
Iimite. Se ha roto la relación entre el Presidente Velasco y los militares que
desde el 3 de octubre lo acompañaron en todo el proceso. La ruptura se
produce a partir de la opción de Velasco por "Ia Misión". Este hecho se da
gradualmente y no se visual iza hasta el final de este período, pups el
presidente cumple un rol pendular de equilibrio que confunde al observador159.
Es evidente que esta relación había dado estabilidad al presidente, a pesar de
la lucha poi hica habida en el gobierno durante todo el proceso. La constatación
de esta ruptura empuja a los militares progresistas a una alianza con otros
militares para eliminar a "Ia Misión". En ella ven la negación del proyecto poi

157
Ver páginas 173 y 174, de este capitulo.
158
En recientes declaraciones, el'General Velasco dijo al respecto: que dichas deportaciones se llevaron a cabo a pedido
de los comandantes generales de las tres armas. (Ver Caretas No. 512. Lima 3 de febrero de 1977).
159
Algunos observadores políticos discrepan de esta afirmación y niegan que Velasco optara por "la M1116n"
confundiendo las concesiones que correspondían a su rol de cabeza pendular, con la opción que asume personalmente.
Parece haber suficientes elementos en los hechos y declaraciones como para afirmar que optó por "la Mision",
encontrando incluso semejanzas con la actuación de Velasco en períodos anteriores respecto a las tendencias que logró
derrotar, mientras no llegaba el momento adecuado para dar el paso decisivo
ítico que aspiran a implementar e incluso, ya en el corto plazo, encuentran la
posibilidad de ser reemplazados en los mandos militares que controlan.
Este cambio, si bien no se deduce directamente de la lucha poi ítica descrita en
la escena, viene condicionado por ella y sólo así logra explicar algunos
elementos del curso anterior. Es el dinamismo que alcanza "Ia Misión" con
apoyo del Presidente Velasco el que hace visualizar a otros factores, como
problema inmediato, una alternativa totalitaria y fascistizante. El avance de "la
Misión" fuerza nuevas alianzas que hacen posible el golpe del 29 de agosto; en
esa acción están presentes los militares progresistas junto con una amplia
gama de oficiales "institucionalistas" que parece representar en términos más o
menos gruesos el General Morales Bermúdez. Sin conocer la iniciativa -en los
progresistas o los institucionalistas – es claro que los segundos tendrán
hegemonía. Es claro también que el golpe hace reingresar en un primer piano a
la Marina, desplazada en el período anterior e institucionalmente enfrentada
con Velasco y toda alternativa progresista. El nuevo contexto coloca asía los
militares progresistas en desventaja que no lograrán superar en la segunda
fase. . "La Misión" había quedado aislada en este período, al igual que el Pre-
sidente Velasco. El aislamiento de la Fuerza Armada es explicable por la en-
fermedad del presidente y la poca vinculación de "la Misión" con los mandos
militares. Este aislamiento es mayor respecto del pueblo, incluidas las organi-
zaciones creadas por el gobierno y sus cuadros "militantes". El desgaste de la
lucha polftica interna es notorio y a pesar de que "la Misión" retuvo la iniciativa
por más de un año no logró articular apoyo masivo alguno en tanto que sus
organizaciones, verdaderas entelequias, descansaban totalmente en el apoyo
oficial y resultaban incapaces de atraer a sectores populares reales. De alguna
manera una tendencia anula a la otra en la relación con el movimiento popular
y dejan en el período la sensación de una poi ítica global de manipulación y
opresión que aisla al gobierno en su conjunto.
En el golpe del 29 de agosto insurge lo que desde un tiempo atrás se
denominaba como "militares institucionalistas". Su ubicación en funciones
castrenses hace más difícil que pueda analizarse este sector como se hizo con
las tenqencias de cada período. Parecen ser expresión de la crisis institucional a
la que se ha hecho referencia en varias partes de este capítulo. Incluyen como
reclamo prioritario la demanda de una conducción más institucional del
gobierno, la preocupación por lo que significa el aislamiento internacional y los
problemas de la defensa nacional; recogen una suma de pequeños y grandes
resentimientos por lo que en años recientes ha significado para la
institucionalidad castrense la lucha de tendencias160; está obviamente influida
por los términos de la lucha ideológica y la campaña macartista de los últimos
años. En "la Misión" y el llamado personalismo de Velasco parecen simbolizar el
núcleo de toda esta oposición silenciosa pero actuante dentro de la Fuerza
Armada. Hay, sin embargo, elementos más profundos que luego se verán más
claros: es la opción poi ítica misma, las contradicciones de clase visibles en los
sectores medios, el temor a lo popular y una enorme variedad de posiciones poi
íticas conformistas con el statu quo, lo que irá saliendo a la luz en momentos en
que la conducción poi ítica y económica del país es realmente difícil.

160
Nos referimos a problemas derivados de retrasos en ascensos, tipo de cargos públicos o militares asignados, retiros
forzados, etc., pero también a problemas más globales como el enfrentamiento con la Marina por la caída del Almirante
Vargas Caballero, por la estatización de la pesca y otros hechos posteriores.
El liderazgo de los "institucionalistas" está representado en el Comandante
General del Ejército, General Morales Bermúdez. Oficial prestigiado en la Fuerza
Armada, ha trazado la poi ítica económica del gobierno militar, dejando el cargo
antes de que la crisis se haga evidente. Desde el 10 de febrero de 1975, al
asumir el cargo de Primer Ministro, ha conducido personalmente la coordinación
de los "Ministros de la producción", exponiendo en julio de ese año el primer
paquete de medidas para asumir la crisis económica, antes negada. De
trayectoria moderada, no avalaba, al parecer, la actuación poi ítica de "la
Misión" y ello parece constituir la base de la alianza con los militares
progresistas161. Caben muchas preguntas sobre los términos de esa alianza
-dada en términos castrenses- y sobre el margen de juego que quedaba a los
militares progresistas.
Con el golpe del 29 de agosto parece haber un cambio central en la cúpula del
régimen político. En todo el período anterior la Junta Revolucionaria que
integran los tres Comandantes Generales del Ejército, la Marina y la Aviación,
prácticamente no sesionaba al margen del gabinete, como organismo colegiado
de gobierno. En la segunda fase, el Genera1 Morales Bermúdez será un
Presidente de Junta, que conduce el gobierno compartiendo con los
comandantes el nivel máximo de decisión. Ello limitará, de entrada, el poder de
los militares progresistas, que no tienen acceso a la junta. Ello significará,
además, que desde el 29 de agosto, la Marina – desplazada y enfrentada al
velasquismo – reingresa al primer plano del poder, planteando con coherencia
su opción conservadora.
Esta resultante política cambia así las fuerzas que se debaten en el poder. El
solo hecho de tener que recurrir a un nuevo golpe, hará que el gobierno recurra
a la diferenciación con la Primera Fase para legitimarse. Si la coyuntura anterior
se caracterizó por una fuerte represión, se iniciará ahora una "primavera
política" que reabre las revistas clausuradas, permite el regreso de deportados
y desmonta poco a poco la maquinaria de "la Misión" en las organizaciones
populares. En los primeros meses de la Segunda Fase el gobierno procurará
convencer a la izquierda de que la revolución continúa: a ello lleva no sólo la
permanencia de los militares progresistas en cargos importantes, sino los
discursos del presidente162 la convocatoria al Frente de Defensa de la
Revolución 163 Y algunas medidas referentes a la Reforma Agraria y la Propiedad

161
Su trayectoria austera lo hacía representar también la posibilidad de un rol moralizador en el gobierno, donde ya
entonces se señalaban discutibles manejos atribuidos a personajes influyentes. En el caso EPSA y en acusaciones
referidas al Ministerio de Pesquería se comentaban este tipo de manejos. Parece ser éste otro punto de coincidencia con
los militares progresistas. '
162
El Presidente Morales Bermúdez califica de "so¿lallsmo peruano" al proyecto que aspira a real'izar la Fuerza Armada
desde el poder, cosa que nunca antes el Presidente Velasco había hecho, limitándose a hablar de inspiración en valores
humanistas, socialistas, libertaríos y cristianos. Así lo hace en CADE 75, el 16 de octubre de ese año donde además de
criticar la poi ítica de industrialización seguida y la total dependencia del capital extranjero que tiene nuestra industria
sostiene:
Se trata de construir paulatinamente una nueva economía. con un sustento auténtlcamente socialista, sin dañar la
exigua base económica sobre la' que hasta hoy se asienta el país, pero al mismo tiempo, despoJándola de sus
opresiones e Injustas connotaciones Inherentes a su esencia capitalista" (Ref. CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 3881.
Pág. 1643). Más explfcitamente aún lo reitera en Puno el 3 de noviembre, al decir: "Hemos escogido la ruta del
socialismo, pero de un socialismo peruano producto de nuestra propia realidad, producto del sentir
profundo de nuestro pueblo anhelante de justicia social..." (Ref. CRONOLOGIA POLITlCA. Hecho No. 3921. Pág. 1665).
Este último discurso se produce días después del retiro de los Generales José Graham y Leonidas Rodríguez. junto con lo
cual se anuncia que asumirá el premie rato y la Jefatura del Ejército el General Fernández Maldonado. Meses después, el
Presidente explicará que deja de usar la palabra socialismo porque se presta a inconvenientes interpretaciones.
163
Esta convocatoria parece en un principio como algo más amplio y autónomo que la OPRP. aunque luego se precisan
sus límites y finalmente se desincentiva hasta desaparecerla en la práctica. Así se interpretó en la prensa de entonces.
Social 164. Sin embargo, lo más nítido, conforme avanzan los meses, será la
iniciativa política retomada por los representantes políticos tradicionales de la
burguesía, en muy diversos frentes; desde la prensa, las organizaciones
gremiales y el gobierno mismo irán señalando el rumbo que debe seguir la
Segunda Fase. En perfecta orquestación, reclamarán como solución a la crisis
económica y como condición para aumentar la producción: la reforma de la
Comunidad Laboral, la supresión de la estabilidad laboral, nuevos incentivos a
la empresa privada, la represión del movimiento popular – al que
responsabilizan de la crisis económica-, la purga de infiltrados en el gobierno y
la prensa reformada y, finalmente, la defenestración de los militares pro-
gresistas165.
Esta ofensiva de la burguesía que cambia la correlación de fuerzas en el
gobierno, no puede entenderse sólo como un hecho coyuntural, ni sólo como
suma de errores de los actores poi íticos. Es consecuencia de la confluencia de
factores estructurales que tienen larga presencia en el proceso poi ítico y con-
dicionan la crisis del proyecto poilítico militar. Por ello, aunque se ha dado un
cambio político que elimina a "Ia Misión", el freno a las reformas que ella
simbolizaba se mantiene y la poi ítica económica se endurece aún más, confor-
me avanza la Segunda Fase. En ello tiene importancia la opción poi ítica que
representan los militares que encabeza el Presidente Morales Bermúdez, pero
se pueden ver también los límites del proceso de cambios realizado, al no en-
frentar aspectos realmente estructurales de la economía y de la relación con las
mayorías populares, aspectos en que la conciliación resulta imposible, más aún
en situaciones de crisis.
En efecto, la desventaja de los militares progresistas no proviene sólo del juego
de posiciones o de elementos del régimen poi ítico. El aislamiento del gobierno
en general y de "Ia Misión" en particular no es sólo fruto de su poi ítica
represiva y autoritaria. En ambos casos la crisis económica que el gobierno
negó por mucho tiempo y que luego admitió, exagerando los factores
internacionales, acentúa él deterioro del proyecto poi ítico de la Fuerza Armada
en el poder. Afrontarla en términos coherentes con su discurso ideológico
hubiera implicado un replanteo tal de la poi ítica económica que afectara a la
burguesía moderna, industrial y urbana, en el corto plazo y no sólo en la utopía.
Programar las importaciones industriales, racionalizándolas en función de las
necesidades populares: impedir la fuga de divisas por sobrefacturación y otros
tantos recursos; declarar la moratoria unilateral de la deuda externa 166; hacer
164
Específicamente el D.L. No. 21333 que reduce el mínimo de inafectabilidad a 50 Hás. en la costa, el D.L. No. 21304
que crea el Sistema de Propiedad Social (SINADEPS) incorporando con voz en el Gabinete al Jefe de ese organismo y el
D.L. No. 21317 que permite convertirse en Empresa de Propiedad Social a las empresas agrarias que lo aprueban por
mayoría.
165
CRONOLOGIA POLITICA. Hechos Nros. 3216 (Pág. 1595); 3912 (Pág. 1689) Y3914 (Pág. 1660).
166
En varias ocasiones se ha criticado este planteamiento como descabellado y se ha usado cierto chauvinismo
nacionalista para señalar que el Perú es "buen pagador". Es fácil decir eso cuando se paga con el hambre del pueblo y
no con la austeridad real de los que tienen más. No formulamos aqui un planteo económico alternativo, sino nos
limitamos a reproducir los elementos surgidos en la escena politica, con todos sus límites. Pero si es preciso señalar que
la moratoria no es una medida aislada y supone el replanteo de toda la politica seguida. No es una medida ideal o
deseable, sino una decisión limite cuando se ha endeudado tanto al pais y en plazos apremiantes que no corresponden
con la posibilidad de tener fuentes inmediatas de divisas. Tomar una medida asi supone que la politica económica no
puede esperar nuevos préstamos e incluso debe prever la posibilidad de trabas y embargos. Ello, a su vez, supone
problemas a la polltica industrial - que hoy obliga a importar más y más insumos y maquinarias para bienes no
esenciales para la mayoria de la población - Por tanto, exige también en este rubro planificación real, reubicación de
trabajadores, reconversión de capacidad instalada y otros pasos que afectan las ganancias de las empresas. Todas
estas observaciones y muchas más que requerirán de largo estudio y debate, apuntan a un hecho rea.l: la moratoria no
impide la crisis. Es sólo parte de una distinta politica para afrontarla, que supone comprender que la alternativa de
desarrollo real no está fuera del pais ni coincide con los intereses imperialistas. Supone un nivel de autarquia, parcial
avanzar las Comunidades Laborales y las Empresas de Propiedad Social sin
trabas, replantear toda la poilítica agraria: eran medidas discutidas ya en ese
entonces aunque no ampliamente. Probablemente, en la coyuntura no hubieran
evitado una crisis porque habría que repensar las grandes y costosas
inversiones hechas, así como replantear la poi ítica de industrializacion, que
continúa bajo el esquema caduco de la sustitución de importaciones en
términos que han fracasado ya en otros países del continente. Pero un proyecto
poilítico distinto que no se sustente en simples caricaturas de participación y
que parta de algunas medidas, por lo menos, dirigidas a aliviar la situación
concreta – actual y no futura- de los sectores populares, podría haber sido la
alternativa. No se dió. Suponía un salto cualitativo en el gobierno y también en
la Fuerza Armada. Chocaba evidentemente con la institucionalidad militar a la
que el gobierno se aferraba como única base de sustento real y enfrentaba de
plano al gobierno con los intereses actuales de la burguesía nativa y del
imperialismo. Estas no son entelequias teóricas: ni frases "clissé" a las que se
recurre cuando no hay explicación167. Son intereses concretos que lucran
incluso con la crisis, que defienbenefician sus intereses como soluciones
"técnicas" y "objetivas" que son "las únicas" que pueden hacer salir de una
crisis. El gobierno en los períodos estudiados definió reformas estructurales
vitales, pero no replanteó en su base la polftica económica. Descansó en el
crédito externo, los incentivos a la inversión privada y el reclamo de inversión
extranjera, también inferior y más cara que la esperada. Su intento de hacer
compatible lo antagónico funciona mientras un ciclo de expansión permite
márgenes de juego en la coyuntura y produce crisis cuando el mismo desarrollo
de las polfticas implementadas, además de las coyunturas de precios
internacionales, crean las llamadas brechas. La crisis, en ese sentido,
reclamaba una nueva polftica económica o la aceptación de las soluciones
ortodoxas liberales, o sea los incentivos que la burguesía requiere para invertir
más donde quiere y como quiere -y aumentar su rentabilidad-. Frente a esta
opción, presente en todo el período, el gobierno no se define plenamente,
posterga y agudiza los efectos – por ejemplo con los subsidios
- y no sale de los términos clásicos de politica económica, salvo en el discurso.
Es en la Segunda Fase, con la crisis en sus expresiones más crudas y directas,
que la opción ortodoxa y liberal será tomada ante la impotencia de los militares
progresistas que no llegan a ofrecer alternativas claras en materia económica.
Como todo en poi ítica es dinámico y procesal, ellos mismos serán arrastrados
del poder como condición, al menos simbólica, de la opción definida en materia
económica.
Ya en el período 1974-75 se planteaba un "alto" a las reformas para "aumentar
la producción", como si la crisis fuera simplemente un problema de "quantum".
Ese cuadro estructural favorecfa a "la Misión" en la correlación de fuerzas,
posiblemente, rigido en cuidar lo que importa y basado en los recursos humanos y materiales propios. Exige sacrificios
a amplios sectores medios acos: tumbrados a consumir productos con alta proporción de insumos y tecnologia
importada. Son sacrificios reales y costosos pero con sentido. No son sacrificios
sin esperanza de salida, ni son medidas para incentivar más ganancias al gran capital -mayoritariamente extranjero-, a
costa de un pueblo que se pauperiza cada vez más. Lo que está presente en esta afirmación es así el cuestionamiento
de la direccionalidad del Estado y su politica económica, aunque no sea éste un trabajo especializado en la materia.
Entre las muchas preguntas que se formulan al proyecto está el sustento social mismo del Régimen, donde se expresan
sectores medios ubicados en los aparatos de Estado (burocracia, tecnocracia, Fuerza Armada) y donde la burguesía
logra una cada vez más coherente representación politica.
167
Aquí recordamos un tema muy difícil de tratar por desinformación, pero obviamente presente: los problemas
geopolíticos y las amenazas de conflicto militar hacia un país aislado en un continente que en esta época reúne la
mayor concentración de dictaduras profascistas de todo el siglo.
presentando como utópica a la tendencia contraria. Es que sólo con represión
del movimiento popular podía imponerse una poi ítica económica que baja
sustantivamente el ingreso real de los trabajadores, sin alternativa. No cabe la
"competencia" en un cuadro tan agudo que afecta a las mayorías populares en
forma concreta, sin siquiera poder demostrar que los grupos de poder se
afectan igual.
Con este cuadro, a partir de marzo de 1976 se observará cómo las de-
claraciones del gobierno – cuya iniciativa se reduce cada vez más – acogen las
demandas más duras de la burguesía y, en sucesivos pasos, implementan las
medidas poilíticas, económicas y militares que ese cuadro demanda. Concluye
la "primavera" inicial y el "Estado de Emergencia" permite controlar toda
protesta popular. El retroceso en las reformas es incluso mayor que lo que "la
Misión" pudo plantear. La represión es "selectiva" y "preventiva", mostrando la
capacidad del Estado de desarticular en el corto plazo toda protesta popular. No
todo es coherencia y sería erróneo ver en perspectiva que luego de julio de
1976 no hay fricciones y reacomodos en el poder. Aun los reclamos de la
burguesía no son plenamente satisfechos, y es mucho más difícil seguir la
escena oficial en el nuevo cuadro. Deberá hacerse con el rigor y la seriedad del
caso.

CAPITULO V
Notas sobre el Estado a partir de 1968

Los tres capltulos anteriores ofrecieron un seguimiento de la lucha politica en la


escena oficial, con referencias que la ubican tentativamente en la escena
polltica más amplia, sin que aún se haya desarrollado esta última. Este capItulo
presenta notas preliminares para estudiar los cambios producidos on la forma
de Estado. El "ocaso del poder oligárquico" y "la redefinición coyuntural de
relaciones con el capital imperialista", ofrecen hipótesis sobre los cambios
producidos en el bloque en el poder. "Los beneficiarios del poder expropiado" y
"¿una nueva forma de dominación?", formulan preguntas sobro las
caracterlsticas actuales del Estado en su relación con la clase dominante y sus
posibles alianzas. Lo aqul expuesto sirve de punto de partida para postariores
trabajos de investigación.

1. EL OCASO DEL PODER OLlGARQUICO

1.1. CRISIS DE HEGEMONIA E INTENTOS DE RECOMPOSICION EN 1968

La revolución viene a interceptar el último intento de las fracciones modernas


de la burguesla 168 por superar la crisis de hegemon ía que se da en el bloque
de clases y fracciones en el poder. Todo el régimen de Belaúnde expresa en la

168
Nos referimos principalmente a la fracción industrial, pero hay en las finanzas, el comercio, en parte del grupo
pesquero diversificado y en la llamada industria de la construcción, elementos modernos que se distancian de las
fracciones oligárquicas.
escena poi ítica esa crisis. Primero con el enfrentamiento de poderes: Ejecutivo
y Parlamento -expresión de la lucha entre la opción oligárquica y el reformismo
antioligárquico- y luego, con los intentos de reacomodo que se pruducen desde
1967, trayendo a la escena la quiebra del reformismo y la ruptura de la
Coalición APRA-UNO.
El primer capítulo plantea algunas líneas de explicación para este proceso
politico que se produce marcado por la modernización del capitalismo evidente
desde la postguerra. Se trata de un proceso más amplio, que incluye a toda
América Latina, a partir del predominio de los conglomerados y los monopolios
transnacionales que necesitan establecer en cada país condiciones adecuadas a
sus intereses de acumulación. No se ve, sin embargo, entre estas tendencias
global y regional, una relación mecánica. La formación social peruana tiene
rasgos propios que parten de su particular matriz estructural, sin ser por ello un
proceso aislado. Desde la década del 50 y en un proceso que comienza con la
coyuntura de los años 30, aunque entonces la represión fue eficaz, diversas
luchas poIiticas y sociales expresan en su postura antioligárquica que las
mayorlas cuestionan el poder oligárquico.
La crisis del Estado oligárquico se hace evidente con la modernización
económica y social, en la década del 50, cuando la fracción industrial de la
burguesía adquiere un peso mayor en la economía, con capacidad propia de
ligarse a la inversión imperialista. Su lucha por la hegemon ía poi ítica, expresa-
da en el reformismo democrático, se agudiza en el período de Belaúnde in-
fluyendo claramente en la escena. Los primeros años de ese gobierno están
marcados por el enfrentamiento entre dos poderes del Estado; uno controlado
por las fracciones oligárquicas aliadas con el Apra y otro controlado por el
reformismo de los sectores medios, especialmente profesionales, en alianza
parcial con la fracción industrial. Esta pugna llega a su clímax en 1967, pero ya
para entonces había conexiones entre el APRA y Acción Popular, que son vistas
como correlato de la necesidad que 'tienen las clases dominantes de superar el
impase169.
En efecto, incluso los intereses concretos de corto plazo de la burgues ía,
estaban afectados por la lucha poi ítica de estos cuatro años. La reciente
experiencia guerrillera obligaba a pensar, además, en el peligro de una crisis de
hegemonía ya larga, que podía amenazar al sistema como conjunto. Las clases
dominantes reaccionan aqu í lentamente, con unidad de clase frente a la
amenaza. Ante esta situación, los representantes políticos más lúcidos de la
fracción industrial (ubicados en el belaundismo) y de los agroexportadores
(ubicados en el aprismo) buscaron arreglos, aunque fueran provisionales, sin
negar fricciones y dobles juegos que se percibieron también en ese arreglo.
(Fracciones más retrasadas, como los terratenientes tradicionales, resultan
fuera de juego). Entre ambas existieron contradicciones claras: la primera
requería de una poi ítica que impulsara el capital y el crédito hacia la industria y
a la vez protegiera sus intereses específicos de acumulación, incentivando el
sector industrial. Necesitaba la ampliación del mercado interno. La segunda
trato de mantener una poi ítica económica favorable a la exportación tradicional
que aumentara su tasa de ganancia. No le interesó el desarrollo del mercado

169
Entre 1963 y 1967 la pugna Ejecutivo-Parlamento es cada vez más aguda. La instalación de la legislatura ordinaria
de 1967 resultó demorada al no hacerse presentes los representantes de AP y DC en punto que expresaba un visible
momento de tensión, aunque ya entonces se negociaba y conciliaba entre los dos bloques.
interno, ni estaba dispuesta a permitir cambios que disminuyeran su capacidad
especulativa.
Así, la articulación resulta difícil. La devaluación de 1967 había favorecido a los
agroexportadores, más no a los industriales. La presencia de los primeros con
resortes claves de poder hizo comprender a los industriales la necesidad de una
estrategia de mediano plazo, que en la coyuntura pasaba por negociaciones
con su rival en la lucha por la hegemonía. En el camino fue primera prioridad
para los industriales la venida de capital extranjero y el control del gobierno.
Sefortalecerfa así su capacidad de negociación frente a la burguesía
agroexportadora. Hubo clara lucidez en el proyecto del Ministro Ulloa para
posibilitar este tránsito hacia la hegemonía de las fracciones más modernas de
la burguesía. Se construyó lentamente en la última etapa de Belaúnde,
aprovechando las experiencias de sus primeros años.
Entre 1964 Y 1968 esta pugna se dió junto con la necesidad de redefinir los
términos de la inversión imperialista. Esta es variada en el Perú, pues ya
entonces estaba presente en el agro moderno, en la minería y petróleo, en la
banca y en la industria. Las luchas antioligárquicas cuestionaban las formas
más visibles de dominación imperialista, particularmente en los enclaves
minero-petroleros. El caso de la IPC era símbolo de este cuestionamiento que el
gobierno de entonces, como parte de un Estado débil frente al poder im-
perialista que lo atravesaba, no podía resolver. El anuncio de la decisión de
solucionar en 90 días el caso de la IPC crearía las condiciones para un chantaje
sistemático que se mantuvo durante todo el gobierno de Belaúnde, en el cual la
inversión extranjera se detuvo prinCipalmente en el sector exportador, a la
espera de definiciones. Durante el período, el chantaje fue en aumento,
restringiendo los créditos y la inversión incluso en otros sectores, hasta que el
gobierno cediera a las presiones y otorgara el Acta de Talara170.
En este proceso de tensa negociación entre las clases dominantes, se produjo la
quiebra de los partidos reformistas y la marginación de los representantes
políticos de la fracción terrateniente. Ambos son hechos importantes para el
análisis y se basan en el re acomodo que intentaron las clases y fracciones en
el poder.
El reformismo se quebró al predominar posiciones decididas a pactar con la
oligarqu ía, arriando para ello sus banderas de reforma agraria y nacionalismo
que, además, no podían ejecutar por el poder de las fracciones oligárquicas en
el Parlamento. Asumieron más orgánicamente los intereses de la fracción
industrial para disputar la hegemonía a partir de una conciliación en el corto
plazo. Industriales y tecnócratas vieron principalmente en el proyecto Ulloa la
satisfacción de los intereses inmediatos ya descritos. Este decantamiento del
reformismo dejó fuera del poder a una pequeña burguesía intelectual y poi ítica
que se enfrentó al proyecto Ulloa, negándose a conciliar con la oligarquía y el
Apra. Por tendencia obvia, caminaba hacia una alianza con la "Unidad de

170
Belaúnde concedió sin negociar más allá del problema petrolero. El chantaje funcionó porque las grandes empresas
mineras retuvieron las concesiones de grandes minas que no explotaron, en espera de la decisión del gobierno. Sólo
cuando después del 68 el gobierno militar -en nueva dinámica que partla de la toma de la IPC- amenazó con revertir las
concesiones al Estado y fijó un calendario, se decidieron por invertir en Cuajone y perder otras concesiones. Es
necesario estudiar otros elementos que expliquen esta larga retracción de inversiones en la mineria, que muestre
conexiones, por ejemplo, con prioridad de inversión en otras regiones o con la evolución del proceso del cobre. Pero
también es preciso investigar sobre términos más globales de los intereses imperialistas en la región y en el Perú como
parte de ella para ver, por ejemplo, prioridades en la inversión para sectores industriales que parecedan preferir paises
con un mercado interno más amplio, y un mayor avance industrial que permitiera tomar empresas "de punta", más ren-
tables.
Izquierda" y el Partido Comunista en un nuevo frente antioligárquico, con
buenas posibilidades de arraigo en sectores medios de bajos ingresos y en las
clases populares, pero pocas oportunidades de tomar el gobierno. La ruptura
llevaba implícita una progresiva radicalización.
Pero fue también significativa la marginación de los terratenientes tra-
dicionales. Expresada en la quiebra de la Coalición Apra-Uno y aclarada con la
renuncia de los representantes poi íticos de los agroexportadores al partido odri
ísta, este proceso indicaba, en perspectiva, que la orientación del nuevo pacto
en el poder tocaría al debilitado poder gamonal, necesidad evidente para
mantener el sistema después de las guerrillas.
Las fuerzas sociales y su expresión poi ítica se encontraban en pleno
reacomodo en 1968171. En la escena, al momento del golpe, no sólo era visible
el escándalo de la solución dada al problema de la IPC o el desgaste del
régimen en su conjunto. Se puede apreciar que el reacomodo de fuerzas
apuntaba más a las elecciones de 1969 que a una solución inmediata dentro del
gobierno de Belaúnde. No hay que olvidar al respecto que diversos actores poi
íticos actuaron en función de los nuevos bloques de fuerzas: por un lado,
Bedoya Reyes jugaba a apoyar el proyecto Ulloa, cuidándose como carta de
transacción entre los dos partidos grandes. Por otro lado, se organizaba la
Unidad de Izquierda a partir del Partido Comunista y se tendían lazos hacia la
Democracia Cristiana y el sector seoanista de Acción Popular. Cornejo Chávez,
el líder demócrata cristiano, en pre-campaña electoral, no negó conversaciones
con la "unidad de izquierda", mientras procuraba mejorar sus condiciones para
negociar.
Al intervenir los militares en la escena, todo este cuadro se trastoca. Tanto las
fracciones oligárquicas como la fracción industrial pierden sus representantes
poi íticos tradicionales. La izquierda, en intento de articulación, pierde canales
de acción abiertos en la perspectiva de las elecciones de 1969. Era preciso,
pues, un reacomodo y en la confusión inicial todas las fuerzas buscaban
representantes políticos dentro de la cúpula del nuevo gobierno. Ello fue posible
dada la composición heterogénea de la Fuerza Armada y su gobierno. Es obvio
que lo logran, como puede apreciarse en las tendencias descritas en el período
1968-70. Pero es claro también que el gobierno militar tenía, de entrada, un
margen de autonomía mayor y que impondría sus términos – o los de una
tendencia, más bien- a las distintas fuerzas sociales expresables en el poder.

1.2. LAS REFORMAS EN LA PROPIEDAD: LAS CLASES Y FRACCIONES AFECTADAS

Con el cambio del régimen poi ítico las clases dominantes perdieron sus
representantes en el gobierno, más no su poder real, ni su base económica. A
partir de 1969, en proceso continuo, las reformas en la propiedad, .afectaron en
distintos grados a las clases y fracciones que conformaban el bloque en el
poder. Son las fracciones oligárquicas las que resultaron afectadas estructural
mente, aunque la fracción industrial se vió en problemas de IlIocomodo. Esto se
produjo a lo largo de un proceso complejo en el cual.' .las clases rodearon al

171
Este reacomodo fue dificil y se estaba iniciando. En el capftulo I se han señalado algunas de las dificultades
simbolizadas en la oposición de "La Prensa" de Pedro Beltrán y en la necesidad previa de conciliar con la IPC para lograr
la venida del capital extranjero.
gobierno y obtuvieron nuevos representantes políticos que luch.aron dentro de
éste.

a. LOS "BARONES EL AZUCAR"

La primera fracción de la burguesía afectada fue la agro-exportadora 172: perdió


su base material en junio de 1969, al tomarse los complejos agroindustriales
para formar cooperativas con sus trabajadores. Los agro- exportadores habían
sido la fracción hegemónica desde el siglo pasado.
Tuvieron poder para quitar y poner gobernantes y constituían en el período de
Belaúnde el eje articulador de la opción oligárquica. Si bien su hegemonía era
cuestionada desde años antes y en el período de Belaúnde se llega a un
verdadero empate poi ítico, controlaban entonces suficientes resortes del poder
como para definir en su favor la política económica del régimen. Beneficiarios
directos de la devaluación de 1967, se opusieron a las reformas planteadas por
Belaúnde y atacaron, con menos énfasis las medidas de Ulloa a través de "La
Prensa", en claro juego de negociación inter-burguesa.
Los militares fueron claros en apreciar el poder de esta fracción y enfrentarla
con prioridad. Ella controlaba la Sociedad Nacional Agraria, tenía su vocero en
el diario "La Prensa" y aprovechada el menor descuido del gobierno para
articular un frente opositor. En 1968-69 buscó hábilmente dentro del gobierno
nuevos representantes polfticos y tuvo defensores: Montagne, Benavides y los
ministros que configuraban la tendencia a la "criolIización". Pregonaban una
"eficiencia" en la conducción de sus propiedades que asustaba y retraía a los
propulsores de la reforma agraria desde el régimen anterior. Este gobierno, con
la hegemonía de la tendencia de Velasco, asumió el reto y quebró el centro del
poder oligárquico.
Al perder su base material, esta fracción salió del bloque de clases en el poder.
Permaneció un tiempo más en la escena, por diversificación de sus contactos y
su expresión en la prensa, pero perdió fisonomía propia. Como clase
agroexportadora no permaneció en la escena.

b. LA BURGUESIA AGRARIA COSTEfJA

172
Desde fines del siglo pasado, la modernización del latifundio costeño y la demanda internacional producen un nuevo
campo de productos de exportación: azúcar y algodón. Pero a la inversa de lo que ocurre con la gran minería y el
petróleo, en este sector será decisiva en el inicio, luego importante, la presencia del propietario nacional. Se forma la
burguesía agroexportadora -los llamados "barones del azúcar"- que desde el siglo pasado adquieren hegemonía dentro
del bloque en el poder, en forma prácticamente ininterrumpida hasta la década de 1960.
Los agroexportadores controlan directamente un producto de exportación, que aunque no es el principal dentro de la
economía peruana sí es el más importante en cuanto al porcentaje de participación nacional. Establecen vinculación
directa con el capital extranjero, no requiriendo significativamente de la participación intermediaria del Estado. En el
devenir de este siglo aumenta la participación extranjera en los complejos agroindustriales, a la vez que se diversifica
su producción complementando la actividad exportadora de azúcar con industrias que procesan sus derivados tales
como la producción de papel y cartonería o la producción de licores.
El poder de los agroexportadores aparece omnímodo hasta la coyuntura del 30, en que es cuestionado por las fuerzas
del Apra. que tienen su base en el proletariado agrícola del norte y los sectores medios desplazados. Esta fracción logra
unificar a la oligarqu ía y aislar al Apra, enfrentándola al Ejército. Mantiene así su hegemonía, volviendo a ser
cuestionada a partir de la década de 1950.
El ejercicio de su hegemonía tiene muchos ejemplos en la escena poi ítica de este siglo. La poi ítica económica del
Estado oligárquico se diseña y ajusta en función de sus intereses. Controla la Sociedad Nacional Agraria, que en nombre
del campo reclama devaluaciones, medidas de protección e incentivos tributarios. Los agroexportadores imponen sin
problema sus términos a las otras fracciones oligárquicas utilizando tanto su propia presencia diversificada en la
economía como su decisivo control del Estado. Las fricciones con los sectores modernos partirán justamente de su
impermeabilidad al cambio y de su contradicción de intereses en lo que a una p'ol ítica de promoción industrial se
refiere.
La Sociedad Nacional Agraria (SNA) cambia rápidamente de manos.
Desaparecida la gran burguesía agraria (los barones del azúcar que la contro-
laron y condujeron desde muchos años) la SNA pasa a defender los intereses de
una burguesía agraria que, en todo el período anterior, aparece subordinada a
los agroexportadores173. La lucha de la SNA se da en los términos de la nueva
Ley de Reforma Agraria que permite la parcelación de tierras y proclama la
defensa de la pequeña y mediana propiedad agrícola. La SNA trata de evitar el
choque frontal con el gobierno y luego de un "saludo a la bandera" en defensa
de la propiedad privada de los expropiados, se dedica a rodear al gobierno, a
buscar representantes poilíticos en su cúpula y a proclamar que sus
representados se encuadran en los límites establecidos por esta ley.
El gobierno ha definido su prioridad en los complejos agroindustriales y ampl ía
el ámbito de ésta a la costa como conjunto. La acción de esta burguesía agraria
ágil y moderna, rápida en convencer funcionarios y articular poderes, parece
forzar esta prioridad en el momento. Una tendencia del gobierno, el
velasquismo, se jugó por la poliítica de cooperativización que poco a poco
eliminó a esta burguesía agraria, la venció en la lucha por las parcelaciones
privadas y en la aplicación de causales de la reforma agraria. Aunque esta
burguesía agraria tuvo en el reformismo liberal decididos defensores, la
correlación de fuerzas en la cúpula le fue desfavorable, perdiendo también su
base económica. Desaparece la SNA cuando asumía la defensa de la "pequeña
y mediana propiedad". Esta defensa será asumida luego por otras formas de
articulación, representando a una burguesra agraria media que también',
resulta afectada en 1973-75, pero que intenta regional mente recomponerse y
articularse con el comercio y los servicios rurales. Diffcilmente puede afirmarse
que, sin recuperar sus tierras, propietarios de menos de 100 Has en la costa
alcanzarán el significado anterior de esta burguesía agraria. Es más bien un
conjunto de actividades complementarias (granjas, servicios y comercio) las
que les darfan un poder económico y político cuyo desarrollo dependerá del
curso del gobierno actual.

c. LA FRACCION FINANCIERA

Los terratenientes costeños han sido reducidos así a una mínima expresión, lo
que, en cuanto a clase expresable en el poder, significa su desaparición. Esta
parte de la llamada oligarquía se articulaba con otras fracciones. Siendo fuerza
social propia, no lo era en .forma aislada. En los últimos años de su predominio
en la escena habíá diversificado inversiones mientras articulaba con la fracción

173
Son propietarios de grandes fundos arroceros y algo.doneros -algunos parcelados en medianos, pero controlados.
como conjunto- productores de frutales, ma(z y productos de pan llevar, as( como azucareros sin ingenio.
financiera174, se expresaba en parte de la industria, en el control del comercio
de exportación y tenía en la prensa diaria canales de expresión propios.
En la medida que el gobierno avanza en la definición de un proyecto propio,
otras fracciones de la llamada oligarquía resultaron afectadas. La progresiva
definición de un marco legal que acentúa el poder normativo e intervencionista
del Estado ha de ser un elemento importante para quebrar a la burguesía
financiera. El control de los Bancos: Popular, Continental, Internacional, etc.,
adquiridos por el Estado, combinando coyunturas de crisis con los efectos de
sus propias normas reguladoras, (del capital bancario extranjero, por ejemplo)
ha de quitar buena parte de la base económica a la burguesía financiera
tradicional. Esta fracción se presenta muy articulada con los agroexportadores,
pero también con parte de la construcción y la industria. Puede decirse que su
rol de bisagra fue en este siglo claramente cumplido. Esto se ve en la
composición de directorios y en su actuación poi ítica. Ello es más claro cuando
la compra de algunos bancos da al Estado el control accionario de diversas
industrias, e incluso de un diario (La Crónica). La caída del "Imperio Prado" es
un hecho muy sign.ificativo, no sólo por mostrar la actuación dolosa de la
oligarquía en su decadencia, sino porque permite ver las redes de contacto de
distintas partes de la clase dominante.
Si en el caso de la burguesía agroexportadora el golpe fue definitivo y ésta
desaparece como clase, en el caso de los grupos financieros la quiebra no es
total. Existe banca privada, constituida por los sectores más modernos de la
fracción financiera, aunque la capacidad normativa e interventora del - Estado
haga incomparable su poder actual con el que tuvo la fracción financiera en
décadas pasadas. El Banco de Crédito es el más importante y procura ar-
ticularse con grupos cercanos al gobierno, a la par que sirve de enlace a la
burguesía constructora e industrial. Podría preverse que la fracción financiera
devenga en apéndice subordinado de la burguesía industrial, dado que buena
parte de su poder se traslada al Estado.

d. LOS GAMONALES DE LA SIERRA

La fracción terrateniente tradicional se vio aún más quebrada. Era la fracción


más débil de la llamada oligarqu ía, afectada ya desde décadas anteriores por
la quiebra del orden rural tradicional. Su poder, centrado en la dimensión
regional, se mantuvo aprovechando la crisis de hegemonía dentro del bloque en
el poder. En el período de Belaúnde logró impedir la afectación de sus
latifundios; no en la ley, pero sí en la práctica. El control de resortes en el

174
A partir del auge del guano, que comienza en los años 40 del siglo pasado, y particularmente utilizando la llamada
"consolidación de la deuda externa" que hiciera el Gobierno del General Echenique, se conforma esta fracción comercial
y financiera que tiene su máxima expresión polltica en el civilismo, constituyendo el primer partido poi ítico significativo
de la historia peruana.
Su base material es difusa. Se construye a partir del negocio de las consignaciones guaneras y se diversifica en la
formación de los primeros bancos en la década de 1860. Incursiona luego en el comercio externo e interno y, en este
siglo, se diversifica hacia la industria, pero manteniendo siempre en la banca privada su centro de poder. El llamado
Imperio Prado -a partir del Banco Popular- es quizás el grupo más conocido y con poder económico y poi itico más
significativo en este siglo. Esta fracción cumple un rol de "bisagra" en la clase dominante, articulando a nivel económico
y polltico los intereses de las otras fracciones. En el siglo XIX lo hace a través del crédito hipotecario, que permite la
formación de la bu rguesía agroexp.ortadora, con la modernización y concentración de tierras. En el siglo XX se
diversifica hacia el sector industrial, aunque con menos éxitos que en el caso anterior.
Su hegemonía comienza a reducirse después de la Guerra con Chile al crecer el poder de los agroexportadores, quienes
establecen vínculos directos con el capital extranjero. Muy ligada a los exportadores y a la naciente industria, logra en
este siglo mantener su poder económico y tener en dos períodos un presidente, directo representante de la fracción
(Manuel Prado: 1939-45 y 1956-62).
Parlamento – con el odriísmo – y en el Poder Judicial, lo hizo posible. Sin
embargo, la lucha del movimiento campesino la iba arrinconando irremedia-
blemente.
En la actual reforma agraria los gamonales 175 tuvieron, sin embargo, varios
elementos que postergaron su desaparición o la mitigaron. Es clara la prioridad
que el gobierno concede a la costa. Desde la escena poi ítica, lo anterior, más
que una decisión política explícita, parece ser efecto del poder de
terratenientes costeños que, al ser mayor amenaza para el gobierno, adqui-
rieron prioridad. Si la prioridad del gobierno no se hubiere centrado en la
fracción terrateniente con más poder, ésta hubiera tenido recursos para voltear
los términos de la lucha poi ítica o inclusive, como antes, para derrocar el
gobierno o retomar el poder. Esa capacidad no la poseía el terrateniente tra-
dicional o gamonal. Atacarlo era, pues, segunda prioridad; y el ritmo de la
reforma agraria quedó más bien definido por la agudización de la lucha cam-
pesina.
Con todo, en 1975 puede verse que la reforma agraria ha avanzado sobre
buena parte del latifundio serrano. Pero ha sido incapaz de romper las cadenas
intermediarias en el comercio y el poder político local que completaban el poder
de esta fracción y de modernizar el agro, superando las formas precapitalistas
de producción176. En ello se pueden ver también las dificultades de un equipo de
reforma agraria preparado desde épocas anteriores para la costa y el efecto de
la asignación de prioridades dentro de esta reforma.
Algunos estudiosos, valorando el efecto movilizador que hubiera tenido la
reforma en el minufundio y las comunidades, hipotetizan que hubo temor a los
efectos de una movilización incontrolable en la sierra. Nos parece improbable
tanta racionalidad política predictiva y parece más claro que la reforma agraria
estuvo marcada por los términos de la lucha global, donde los sectores
costeños tuvieron un papel protagónico y constituyeron amenaza poilítica177.

175
Se originan en el período colonial y tienen presencia"en la escena política hasta 1968. Su base material es el
latifundio tradicional que cubre primero gran parte del país. pero que luego queda ubicado principalmente en la sierra.
Trabajan la tierra directamente o a través de mayordomos, sobre la base de relaciones precapitalistas de produccion
que suponen distintas formas de arrendamiento de parcelas como correlato a la prestacion gratuita de servicios
personales.
El gamonal es en su region un señor que nos recuerda indefectiblemente al señorío feudal. Su poder no proviene solo
del latifundio. Esa es su base economica, pero no la única. Controla el poder político regional en todas sus instancias y
tiene efectivo control y participacion -cuando no monopolio- sobre el comercio y los servicios de la zona.
El centralismo limeño ha sido una de las mayores garantías para este poder regional de los gamonales, que ha
subsistido a pesar del deterioro de su base econ6mica y de la pérdida de hegemonía a nivel nacional. En efecto, solo
puede hablarse de un rol hegemonico de esta fraccion en los primeros 20 años de la república y aún durante ese
período la parte limeña, dependiente indirecta de rentas de tierra similares, logra preponderancia. La aparici6n del
guano y la generaci6n de la fraccion financiera primero y agroexportadora luego, han de marginar gradualmente al
gamonal, que se afinca en la sierra y algunos latifundios tradicionales de la costa, conservando un poder político
regional inalterado hasta la reforma agrari a actual.
En estas regiones, los gamonales garantizaron al Estado y a la fraccion hegemonica, un fácil control de la masa
indígena, mayoritaria en la poblaci6n. En cada gobierno negociaron su apoyo manteniendo las senadurías y
diputaciones del lugar bajo su control. Reclamaron para sí la decisi6n final sobre el nombramiento de autoridades
locales (prefecto, subprefecto, alcaldes, gobernadores), de la magistratura, la policía, e incluso empleos en servicios
tales como educaci6n, salud o administracion local. Al colocar allí a hombres de su confianza, acrecentaba el gamonal
su autoridad definitiva sobre la region. Se presentaba como "el benefactor", obteniendo del Parlamento o de los
ministerios partidas para obras públicas deseadas por el pueblo y ligándose incluso en parentesco con éste a través del
padrinazgo.
Esta fraccion no logro nunca articulacion significativa con el capital extranjero. Productora para el consumo interno, no
modernizo su explotacion agrícola ni reinvirtio significativamente en ella, procurando diversificar su inversion en otros
sectores aunque sin gran significaci6n global.
176
Habría que ver, sin embargo, qué significa para éste el funcionamiento de nuevas empresas estatales como ENCI
(Comercializaci6n de insumos) o EPSA (Comercializaci6n de productos agropecuarios).
177
Puede ampliarse en PEASE, Henry: "La Reforma Agraria peruana en la crisis del Estado Oligárquico" en Estado y
poHtlca Agraria. DESeO, Lima, 1977.
Tanto los gamonales como la burguesía agraria pudieron aprovechar el carácter
progresivo y avisado de la reforma agraria, procediendo a una descapitalización
de sus fundos que alcanzó ejemplos de verdadera depredación. Las cifras que
indican una disminución brutal de cabezas de ganado son expresión de esta
política en muchos fundos, que la burguesía presenta hoy como ejemplo de la
incapacidad de los campesinos. Esto se dió también en el desm$lntelamiento
de servicios e instalaciones productivas.
Estos recursos permitieron, tanto a los gamonales como a la burguesía agraria,
incursionar con más éxito en el comercio y otras actividades intermediarias,
muchas veces de la misma región. Para el gamonal éste parece ser un proceso
más antiguo, producido por la baja rentabilidad y la sub-división de tierras.
Esta fracción gamonal parece retener, así, elementos regionales de poder,
aunque muy mermados y sin relación a su base terrateniente perdida en gran
parte. En la escena poi ítica nacional su expresión es muy débil y fraccionaria,
con pocas posibilidades de recuperación y sin capacidad de definir la política
global del Estado.
Hasta aquí, en perspectiva, puede hacerse una apreciación sobre la re-
composición del bloque en el poder: es el ocaso del poder oligárquico. Las
fracciones que se definían en lo que se llamó oligarquía, han sido quebradas en
su base económica. Si en el período de Belaúnde tenían poder de empate frente
al reformismo propugnado por la fracción industrial, ahora no hay ni restos de
ese poder en la cúpula y han perdido sus propiedades. En este sentido puede
afirmarse que las fracciones oligárquicas desaparecen de la escena política y
ello supone nuevos términos en la composición del bloque en el poder. En tanto
que su base económica ha sido quebrada, puede hablarse de un proceso
irreversible. El golpe final ha sido dado por la revolución de la Fuerza Armada
del 68, pero esta no es independiente del proceso de modernización que desde
la década del 50 la fue arrinconando económica y socialmente, con importante
rol del movimiento campesino en esa etapa.
La permanencia de rezagos de las fracciones oligárquicas ya anotadas es parte
de un nuevo cuadro poi ítico social, en el que ya no tienen posibilidades de
hegemonía ni de empate, sino a lo más por algún tiempo, y sólo en algunos
casos, posibilidad de articulación subordinada con la burguesía industrial. En
perspectiva, pueden permanecer personas, peJo desaparece como forma de
dominación. Esto es visible en lo que denominamos burguesía agraria media,
cuya base de poder no es tanto la tierra como otras actividades económicas
rurales. También hay visibles rezagos en la banca privada - limitada por el
poder estatal normativo y operativo – y en los restos del poder regional de los
gamonal es, muy disminuido y marginado, aunque tenga en su favor la
permanencia de un mundo rural no modernizado en la sierra.

e. LA FRACCION INDUSTRIAL DE LA BURGUESIA

Esta redefinición del "bloque en el poder" supone como correlato la hegemonía


de la burguesía industrial, que viene en ascenso desde la década del 50. Por
eliminación del contrario, resulta hegemónica. Sin embargo, se introducen
desde 1969 alteraciones y conflictos' sustantivos a nivel político y económico
que dentro de un proceso contradictorio, marcado por la lucha de tendencias en
el gobierno, alteran los proyectos politicos de la fracción industrial vigentes en
la década de 1960. Este proceso no ha concluido.
En efecto, los militares no han sido meros representantes poi ¡ticos de la
burguesía industrial, como sostuvieron iniciales observadores y, más aún, sus
acciones han producido un decantamiento de esa burguesía y una aguda lucha
politica, visible en el período 1970-74. Las diferencias pueden avisorarse a
partir de lo que fue el proyecto poi ¡tico del reformismo democrático hasta 1968
y su comparación con la política del gobierno militar en su primera fase.
La diferencia principal parece radicar en el rol del Estado. Frente a un proyecto
liberal de la burguesía industrial -muy marcado por lo que fue el proyecto Ulloa-
en el gobierno logran imponerse tendencias estatistas que contradicen el
reformismo liberal. El control estatal del comercio de exportación, la Ley de
Industrias – con la reserva para el Estado de la industria básica- el ritmo de la
inversión pública, la estatización de la pesca de anchoveta, el surgimiento de
empresas públicas importantes -incluso más allá de lo que la ley reserva para el
Estado-, la progresiva importancia estatal en el control de los recursos naturales
y el intervencionaismo normativo que da importante poder en cada sector al
ministerio respectivo, son indicadores de un proyecto político que difiere mucho
de lo que la burguesfa industrial aspiraba a implementar desde la década
pasada178 .
La lucha politica en los últimos años ha estado muy influenciada por esta
situación. A ello se han agregado otros elementos definidos por el gobierno
desde 1970, que agudizaron la lucha política significativamente por resultar
inconcebibles a los ojos de la mayor parte de los empresarios. La comunidad
industrial y el proyecto de propiedad social significan, en el contexto anterior,
ingredientes básicos de la lucha política. Ninguno de ellos significó una agresión
de raíz que cambiara en lo inmediato la base económica de la burguesía
industrial. Su avance gradual, sujeto al actuar de los empresarios -por
reinversión y/o burla de los dispositivos legales -, en el primer caso ya la
capacidad de inversión del Estado, en el segundo, daba un amplio margen de
juego a la burguesía industrial.
El gobierno en ese período (1970-74) tuvo en su seno representantes políticos
del proyecto liberal de esta burguesía, que enfrentaron al Velasquismo,
tendencia que inclu ía posiciones estatistas, e incluso rupturistas, respecto de
los intereses de la burguesía industrial. Aunque en ese período la burguesía
liberal no logra imponer sus términos, condiciona la lentitud del avance de la
Comunidad Industrial e influye en la definición ortodoxa de la política
económica y financiera, que pone sus expectativas en el ahorro de las
empresas – para lo cual debe incentivarse la rentabilidad capitalista de éstas-,
en el crecimiento tradicional del sector construcción y en un endeudamiento
externo que a la larga reduce los márgenes de juego del gobierno frente a las
recetas ortodoxas de la banca mundial. Así, más allá de la lucha de tendencias,
la resultante del período es pro-burguesa, lo que refuerza la iniciativa y
reacomodo en las etapas subsiguientes.

178
Hay que distinguir entre representantes econ6micos y representantes polfticos de la burgues(a, pero en la década
pasada, y aun en la presente, ha habido aparente identidad en cuanto al rechazo de una opci6n de Estado interventor y
empresario. Cabe estudiar las nuevas opciones de los años más recientes y ver en perspectiva el curso actual aún no
definido. Puede observarse en el año 1974 signos indicadores de la existencia de vinculas – expresados en las
posiciones de "la Misión"- que bien podrfan articular un proyecto de capitalismo de Estado, aceptado por parte de la
burguesla industrial. Es insuficiente nuestro estudio a ese nivel. Hay que ver también si se trata de estrategias
paralelas.
El período 1974-75 (derrotados coyunturalmente los representantes poIíticos de
la burguesía liberal en la cúpula) no supone una agudización de Ia lucha con los
industriales, al no cambiar la política económica y ser hegemónica en la cúpula
"la Misión", con una opción estatista, claramente capitalista y antipopular. La
lucha de tendencias se da, así, más en el nivel ideológicopolítico que en el nivel
de cambios concretos que afecten el poder de la burguesía. En 1975, incluso,
nuevos factores políticos y geopolíticos reforzarán el arrinconamiento
progresivo de las tendencias que enuncian -al menos verbalmente – la ruptura
con un modelo capitalista de desarrollo. Por ello el proyecto de propiedad social
-centro del debate verba l- no sólo afronta dificultades de viabilidad, sino que es
combatido desde dentro del gobierno. Por ello también el llamado pluralismo
económico, definido originalmente bajo la hegemonía de la Propiedad Social,
rápidamente se reinterpreta en sentido inverso. La lucha poi ítica es en esta
etapa cada vez más super estructural, dándose en un tiempo en que la
correlación de fuerzas favorece cada vez más a la burguesía industrial. Esta
agitó eficazmente el mito anticomunista y el temor a la movilización popular. Se
sirvió de las posiciones autoritarias en el gobierno, viendo el peligro que podía
significar la alianza de éste o parte de éste con los trabajadores y sus
organizaciones.

1.3. RECOMPOSICION DEL "BLOQUE EN EL PODER"

El bloque en el poder se presenta así, en 1975, recompuesto y modernizado.


Con una burguesía industrial reforzada y en redefinición, con las fracciones
oligárquicas prácticamente anuladas o reabsorbidas y con la presencia de un
aparato de Estado – la Fuerza Armada- que ha concentrado poder como nunca
antes y que controla el gobierno en nuevos términos, fijando límites y marcos
de acción al actuar político de las clases y fracciones dominantes179 . En efecto,
no es un gobierno económicamente débil. Controla el agro, la industria básica y
la pesca, gran parte de la banca y de la producción minero-petrolera. Controla
el comercio de exportación, antes en manos de la oligarquía o de los enclaves
mineros, y conduce una política en la que la expanslOn económica se proyecta
en términos de fortalecer aún más su poder.
La lucha política en este nuevo cuadro pugna por consol idar nuevas formas de
dominación, superando el Estado oligárquico. Sus términos no son gobierno
militar vs burguesía industrial. El gobierno militar asume en buena medida la
representación de sus intereses, en tanto que es la fracción hegemónica del
bloque, pero con fricciones en el rol que corresponde al Estado y dando poder
particular hoya la Fuerza Armada. La realidad es más compleja, porque hay
otros actores de importancia (opciones alternativas del imperialismo y un
movimiento popular en ascenso) y porque la Fuerza Armada, como aparato de
Estado, no sólo tiene opciones contradictorias en su seno, sino que las proyecta
en el gobierno mismo.

2. LA REDEFINICION COYUNTURAL DE RELACIONES CON EL CAPITAL


IMPERIALISTA

2.1. LA INTERNATIONAL PETROLEUM COMPANY: SIMBOLO y CASO UNICO


179
Se ha generado también una importante tecnocracia que maneja las empresas públicas y administra parte
importante del poder. A ella nos referimos en el siguiente capítulo.
La coyuntura de 1968, en torno a la expropiación de la International Petroleum
Company (lPC) y el enfrentamiento con los Estados Unidos, es quizás la
confrontación más directa y radical producida en la historia peruana, tan llena
de claudicaciones frente a la dominación imperialista. Esta coyuntura expresa
en su máxima pureza el nacionalismo militar que gran parte de los sectores
medios y populares apoyaron y compartieron desde fines de la década del 50180.
La IPC, más allá de su significado económico, era un símbolo viviente del
imperialismo; símbolo que escondía formas más sutiles y modernas de
penetración en la economía, la conducción polftica y la ideología dominante.
La diversificación de la economía peruana, incluso del sector exportador
tradicional, dió como resultado desde el siglo pasado un complejo cuadro de
relaciones entre las clases dominantes y el imperialismo. Estas clases fueron
intermediarias, pero no directamente en todos los casos. En el Perú
subsistieron, a la vez, relaciones de intermediación vía el Estado -para los
enclaves minero-petroleros – y vía la articulación directa en la propiedad de los
agroexportadores y la burguesía industrial. Como resultado de ello, el margen
de juego del capital imperialista fue mucho mayor. Su expresión a través de
agentes políticos – embajadas y misiones consejeras en lo económico, edu-
cativo y militar – alcanzó niveles que, vistos hoy, aparecen increíbles.
En 1968, el capital extranjero controlaba toda la producción minera y petrolera,
su comercialización y la escasa refinación o procesamiento posterior. Al amparo
del generoso Código de Minería dictado por Odría, ampliaba n su inversión y sus
utilidades dejando "a cuenta gotas" sus impuestos, llegando a hacer
deducciones incluso por "factor agotamiento", cuando lo que se agotaba era un
recurso natural del Perú. La Cerro de Pasco, la Southern Peru Copper Co., la
Marcona, la IPC, controlaban no sólo los ricos yacimientos de cobre, hierro,
petróleo y otros minerales que estaban en producción, sino que, por denuncio
previo, retenían el control de yacimientos de probada calidad como Cuajone,
Quellaveco o Cerro Verde. De igual modo, negociaron con Belaúnde la
explotación de los ricos yacimientos petrol íferos de la selva, que para entonces
sólo la IPC estudiaba para el futuro. Estas empresas definían, por lo tanto, el
monto y la dimensión de la inversión a realizar, quedando el Estado como mero
solicitante de esa inversión. El capital imperialista controlaba también parte del
sector agroexportador y del sector industrial en los que tenían inversiones
directas muy importantes. Lo mismo ocurría con parte de la pesca de
anchoveta, las telecomunicaciones e incluso servicios claves como la luz o los
ferrocarriles. La industria básica, el papel y el cemento por ejemplo, estaban
también en sus manos en buena parte.
No se puede, en estas condiciones semicoloniales, hablar de "bloque en el
poder" dejando de lado el poder imperialista. Este juega .en la lucha politica,
con articulaciones diversas que potencian o traban la acción de las clases y
fracciones en pugna. A su vez y a distancia, el imperialismo actúa con varias
opciones dentro de la lucha política interna y en función de sus posibilidades de
hegemonía. Cabe aquí señalar la diferenciación de intereses imperialistas, que
incluyen desde inversiones antiguas y más tradicionales – como la Cerro de
Pasco -, hasta inversiones modernas de los grandes monopolios en la industria
y el comercio. La polftica imperialista de los Estados Unidos en América Latina

180
Y que tiene antecedentes no militares desde muchos años antes, por lo menos desde los años 30.
viene en apoyo de los inversionistas, introduce préstamos y "ayudas", fija
términos a la politica exterior de los gobiernos semicoloniales e introduce a su
vez variantes que potencian sus intereses, según la coyuntura politica
internacional.
Se han señalado ya las distintas articulaciones que las diferentes fracciones de
la clase dominante, tenían con el capital imperialista. En la coyuntura del 68 es
notoria entre ellas fa necesidad que la burguesía industrial tenía de recurrir al
apoyo y la inversión imperialista para conseguir su hegemonía sobre los
agroexportadores en el mediano plazo. Por ello cobraba particular importancia
al chantaje que el imperialismo hacía con el.problema de la IPC al gobierno de
Belaúnde, exigiéndole una solución en función de los intereses de esta empresa
como condición para refinanciar la deuda externa, para ampliar sus inversiones
o para otorgar préstamos.
En esta coyuntura de 1968 la toma militar de los yacimientos de la IPC y la
negativa posterior a toda transacción y pago produce un vuelco de la situación,
que legitima al nuevo gobierno en el plano interno y libre las puertas para una
poi ítica externa agresiva que, por primera vez, caracteriza a la Cancillería. En
América y Europa, el Perú expone el caso de la IPC y acusa al imperialismo
norteamericano, que anuncia sanciones económicas y traba los créditos
externos, especialmente preocupado por el "efecto de demostración" que
puede cundir en otros países.
En el problema de la IPC se produce una victoria coyuntural contra el gigante
norteamericano. No hay manera de que éste haga pagar .al Perú y, a pesar de
las presiones internas de los monopolios, la situación de los Estados Unidos no
permite a su gobierno agredir públicamente al Perú. Afectado por la guerra en
el sudeste asiático, encuentra en América Latina un cuadro desfavorable en los
procesos locales. Torrijos en Panamá levanta la bandera del Canal; surge Torres
en Bolivia, tras el gobierno de Ovando que tuvo también problemas con la Gulf
Co. Poco después triunfa Allende en Chile, mientras en la Argentina el
peronismo no da tregua a la dictadura militar progresivamente debilitada. En
este cuadro, los Estados Unidos prefieren esperar, aplicar en la práctica algunas
sanciones -obstaculizando créditos – y preparar en el mediano plazo acciones
más precisas en función de las propias debilidades que el nuevo gobierno
peruano demuestre.

2.2. NACIONALIZACIONES Y POLITICA EXTERIOR

La tensión con los Estados Unidos no se limita al problema de la IPC. La tesis de


las 200 millas de Mar Territorial será una bandera que no solo se defiende en
citas internacionales hasta convertirla en tesis dominante. Ocasiona choques
concretos con las naves pesqueras de bandera norteamericana, que son el
pretexto para el corte de la ayuda militar por parte de los Estados Unidos y la
expulsión de las misiones militares de ese país, como respuesta inmediata del
Perú, en el punto más alto de tensión. La política exterior peruana,
condicionada por este impulso inicial, se abre campo hacia el no alineamiento y
el tercermundismo. Establece relaciones con los países socialistas y, para el
caso cubano, encabeza un proceso de discusión en la OEA que termina
cuestionando el sistema interamericano. Todo esto hace que el Perú sea visto
en un cuadro político muy distinto al pasado, causando preocupación al
Departamento de Estado 181 por el efecto de demostración que puede tener en
el resto de América Latina, Sin embargo, para entonces ya había un objetivo
previo para el Departamento de Estado: el Presidente Allende que, con la
Unidad Popular en Chile, ganó las elecciones autodefiniéndose marxista. Ya al
frente del gobierno, resultaba un enemigo más peligroso. .
Lás reformas del gobierno afectan y redefinen las relaciones con el capital
imperialista a partir de esta coyuntura de ofensiva que dió un mayor margen de
juego. La reforma agraria afecta sus.intereses en el norte; la Ley de Industrias
de 1970 obliga a transferir la industria básica al Estado (con lo cual la industria
papelera, así como el cemento, pasan a propiedad del Estado en 197-5). A su
vez, se dictan dispositivos que hacen revertir al Estado importantes yacimientos
mineros que estaban en manos de empresas norteamericanas. La fijación de
normas con calendario obliga a estas empresas a elegir entre invertir o perder a
corto plazo las concesiones mineras. En esa coyuntura, el gobierno concede, sin
embargo, la explotación de Cuajone a la Soutltern Peru Copper Co., al amparo
del antiguo Código de Minería. Esta empresa comienza a invertir y alivia con
ello los problemas financieros producidos por el corte de créditos
internacionales, pero es un contrato tradicional en el que el gobierno cedió. Le
politica normativa e intervencionista del Estado definida en esa coyuntura, va a
afectar particularmente la inversión extranjera en recursos naturales,
ampliando la capacidad de negociación del Estado en los contratos petroleros
que la Empresa estatal PETROPERU implementa desde 1971.
Diferentes servicios públicos pasan también a manos del Estado mientras que
en la banca se limita al mínimo la participación del capital extranjero y se
impide la expansión de la cadena Rockefeller con la intervención del Banco
Popular y la compra del Banco Continental. Posteriormente la estatización de la
pesca cortará también la inversión norteamericana en ese sector. El comercio
de exportación es también controlado por el Estado, quitando con ello otro
antiguo campo al capital extranjero.
Todas estas medidas expresan la voluntad del gobierno de redefinir los
términos de la inversión imperialista; limitando su presencia en el sector ex-
tractivo, en la banca y en la industria básicea, que se reserva para el Estado;
dejando siempre abierta la posibilidad de empresas mixtas o de contratos de
explotación, pero en términos sujetos a la política estatal, claramente distintos
de la situación anterior.
Las nuevas normas afectan también la inversión extranjera en la industria –
aplicando la decisión 24 sobre el trato común al capital extranjero y di-
señandola comunidad laboral -, pero en este caso se manifiesta la voluntad del

181
Esta preocupación es visible en la siguiente declaración del Secretario de Estado norteamericano: "Actualmente es
muy fácil predecir qúe, si Allende gana, existe la posibilidad de que se establezca, durante un periodo, algún tipo de
gobierno comunista. En tal caso, no estaríamos frente a una Isla fuera de la Costa y que no tiene una relación
tradicional y un Impacto en Latlnoamérlca, sino a un Importante país latinoamericano que tendría un gobierno
comunista, aliado de, por ejemplo, Argentina, que ya se encuentra profundamente dividida (a lo largo de una extensa
frontera); AL LADO DEL PERU, QUE YA SE HA ESTADO ORIENTANDO EN DIRECCIONES QUE HAN SIDO DIFICILES DE
TRATAR; y al lado de Bolivia, que también ha marchado hacia una dirección antlnorteamerlcana más Izquierdista, aun-
que sin ninguno de estos desarrollos. (. . .) SE TRATA DE UNA DE ESAS SI. TUACIONES QUE NO ES MUY FELIZ PARA LOS
INTERESES NORTEAMERICANOS".
KISSINGER, Henry . .. Texto de una conferencia de prensa realizada el 16 de setiembre de .1970, reproducido por
"Corporaciones Multinacionales y Política Exterior Norteamericana", Audiencias ante el Sub-Comité de Corporaciones
Multinacionales del Comité de Relaciones Exteriores del Senado Norteamericano, 39avo. Congreso, Washington: GPO,
1973, Parte 2, pp. 542-543.
Citado por FAGEN, Richard. . ." "Estados Unidos y Chile: "raices y ramas" En: FOREIGN AFFAIRS, Enero 1975, Vol. 53, No.
2, p. 297. (Los subrayados son nuestros).
gobierno de atraer la inversión extranjera hacia la industria, aún haciendo
excepción de los términos de la comunidad. Puede verse en esta poi ítica una
relación de continuidad con lo planteado en la política de Ulloa y las necesi-
dades de la burguesía industrial en 1968. Pero los términos militares son dis-
tintos en tanto que aplican normas restrictivas y parten de un intervencionismo
estatal y una posición nacionalista, que ni soñaban en aplicar los políticos de la
década anterior. No se quiere decir con ello que estas normas eliminen la
dependencia del imperialismo ni hagan imposible que la inversión extranjera
venga a la industria. Es la política económica de conjunto (que depende de
préstamos extranjeros, que importa en función de una industria que produce
para muy pocos, pero demanda cada vez más divisas para insumos) la que
reproduce y mantiene relaciones de producción hegemónicamente capitalistas,
la que sostiene la situación de dependencia y lleva a coyunturas críticas donde
se perderá el margen coyuntural de maniobra que el gobierno ha adquirido.
Pero hecha esta salvedad, es claro que las restricciones -aún sin negarle un
amplio margen de ganancia- afectan la inversión extranjera. Al menos los
resultados no parecen mostrar éxito en la ampliación de la inversión extranjera
industrial.
En estos términos, se busca hacer más factible la inversión extranjera directa o
asociada con el estado en el sector industrial. Ello es parte de una redefinición
que se origina en la coyuntura del 68 y evoluciona al compás de coyunturas
sucesivas, más desfavorables al margen de juego del gobierno, hasta 1975. En
perspectiva, esta poi ítica puede ser juzgada conservadora y de hecho es pro-
burguesa, en tanto que en la práctica económica no se abandona la vía
capitalista de desarrollo, que es la primera fuente estructural de subdesarrollo
en América Latina. Pero cabe apreciar en perspectiva histórica lo distinto que es
este cuadro de relaciones con el capital imperialista, del que se observaba
hasta 1968. El margen de juego del gobierno es en ese período inmensamente
mayor y su nacionalismo inicial, en la coyuntura del 68, lo ha hecho posible.
Pero es a la vez un margen coyuntural, ganado con claridad táctica, que
mostrará su debilidad cuando el cuadro internacional, los resultados de la poi
ítica econóinica y el desgaste propio del régimen, lleven a coyunturas
sucesivamente peores que arrinconañ al gobierno y lo obligan a variar la poi
ítica en sucesivas concesiones.
Ya a principios de 1974 un viejo anhelo popular, la estatización de la Cerro de
Paseo, se producirá dentro dé un arreglo global que sirve para saldar viejas
negociaciones sobre expropiaciones anteriores 182 y permite a los Estados
Unidos mostrar el arreglo como contraparte del crítico momento dé la IPC, en su
preocupación fundamental por no impulsar nacionalismos en la región. Al
gobierno peruano, el arreglo Green-Mercado le permite solucionar problemas
pendientes en una coyuntura internacional desfavorable, a partir de la caída de
Allende y el inicio de las tensiones chileno-peruanas. En un piano político -de la
solución negociada y la preocupación peruana ante la nueva coyuntura- más
que en el económico, hay que analizar este convenio que va indicando la
presencia de márgenes más estrechos para el gobierno militar.
En lo económico, ambas partes han cedido. Los montos no son exagerados (76
millones de dólares por la Cerro de Paseo, Sociedad Paramonga, Compañía
Papelera TrujiIIo, Cartavio S.A., varias pesqueras, Refinería Conchán Chevron y

182
Grupo Grace, pesqueras norteamericanas, petroleras menores. . .
otras empresas) y el arreglo no afecta la coyuntura económica, en tanto incluye
un préstamo de la Banca de Nueva York por 80 millones de dólares para
efectuar el pago al Gobierno de los Estados Unidos 183.
En el análisis global del proceso, esta coyuntura es importante indicador de que
los márgenes se estrechan. Vendrán luego, desde ese mismo año, coyunturas
complejas que reducirán aún más el margen de juego delgobierno. La crisis
económica tardíamente enfrentada, el problema de la compra de armamento
-que ante las restricciones de los Estados Unidos buscó en los países socialistas
diversificar sus mercados, evadiendo momentáneamente uno de los más serios
eslabones de la dependencia- y el problema geopolitico, agudizado con la
política del gobierno chileno: son elementos de la nueva coyuntura que afronta
el gobierno militar. En este contexto la expropiación de Marcona, en 1975,
representa la voluntad política de no ceder más posiciones ante la coyuntura
adversa. El General Velasco personaliza y representa esta poi ítica audaz y
posiblemente calificable de irreal en la nueva coyuntura. En un análisis
comparado, habría que ver si esa audacia no podía recibir el mismo calificativo
en 1968, ante el caso de la International Petroleum Company. Lo que sí será
distinto es el cuadro político interno: con un gobierno desgastado y
progresivamente aislado, debiendo enfrentar una crisis económica muy aguda y
en plena tensión política interna.

2.3. CARACTER COYUNTURAL DE LA REDEFINICION

A lo largo de este proceso hay una redefinición de las reglas de juego para el
capital imperialista, que es reversible en tanto se apoya en coyunturas
favorables, sin romper la dependencia estructural que el carácter capitalista de
la econom ía peruana actual impone. Es posible prever algunos rasgos que
parecen destacar en el nuevo cuadro. Se ha reforzado el rol del Estado como
intermediario en toda negociación con el capital imperialista, no sólo en los
sectores minero y petrolero, sino incluso en el sector industrial. Se ha ampliado
en forma muy significativa la presencia del Estado en sectores productivos
como la minería, la pesca, el petróleo y la industria básica, antes controlados
principalmente por el capital extranjero. En estos campos -la minería y el
petróleo- quedan inversiones extranjeras grandes, aunque con menos margen
de juego que en 1968.
La burguesía industrial tiene en este cuadro capacidad directa de articulación
con el capital imperialista y cumple el rol de intermediario alternativo 184, que
según el curso del proceso obtendrá márgenes mayores o menores de juego. La
poi ítica económica del gobierno – que espera solucionar la crisis con nuevos
créditos y con inversión extranjera asociada al Estado o directa, asociada a la
burguesía nativa – es en la coyuntura "el punto límite de este conjunto de
cambios. Muestra, en su devenir, cómo en la sociedad peruana el vasto
conjunto de cambios producidos desde 1968 hace aflorar ahora, con claridad
meridiana, que un proyecto de Estado nacional, independiente y soberano es
inviable dentro del capitalismo dependiente. Mientras esa ruptura no se pro-
duzca, los cambios y reformas más audaces tienen como límite la estructura

183
El carácter coyuntural, sucesivamente desfavorable, puede apreciarse al estudiar el contrato referente a Marcona en
1976, comparando cantidades pagadas y valor de las empresas expropiadas.
184
En el sentido de que la inversión asociada con el Estado es también opción posible.
dependiente y articulada del capitalismo monopólico, que combinará sus me-
canismos internos y externos en coyunturas adecuadas para utilizarlas en fun-
ción de su propia lógica. .

3. LOS BENEFICIARIOS DEL PODER EXPROPIADO

En el período 1968-75 los cambios en el bloque en el poder no sólo suponen la


caída de las fracciones oligárquicas o el dificultoso proceso de redefinición y
refuerzo de la burguesía industrial. Hay poder expropiado a las fracciones
oligárquicas y a los enclaves imperialistas, y es preciso ver su destinatario. Nos
preguntamos así por los beneficiarios del poder expropiado y la respuesta no se
encuentra al nivel de las intenciones de los actores poi íticos sino en el análisis
de los resultados objetivos a nivel poi ítico y económico global.
Esta última precisión es necesaria porque en la arena política es común, y a
veces necesario, simplificar y plantear los procesos ubicándolos en la in-
tencionalidad de los actores políticos, sin llegar a un análisis que permita ver las
condicionantes estructurales de ese actuar. Es innegable que en parte de los
actores del gobierno se ha percibido una voluntad de cambio real, con valores
de justicia social asumidos más allá del temor a los cambios o de la simple
amenaza al sistema. Más aún, este voluntarismo político es muy propio de los
sectores medios y va acompañado de una buena dosis de mesianismo que ha
impedido comprender la necesidad de un rol activo del movimiento popular, es
decir, de los sujetos de ese cambio estructural que se proclama. En el complejo
cuadro de la lucha política, al interior del propio gobierno, esta voluntad de
cambio se ha visto mezclada con actores que en vez de tener esa voluntad de
cambio, participaron en el gobierno para defender intereses expresos de la
burguesía, se identificaron con sus mitos y temores, bloqueando en cada
coyuntura el acercamiento directo a los sectores populares y reemplazándolo
con diferentes intentos de manipulación. En conjunto, la conducción
institucional del gobierno ha recubierto el miedo o la duda para dar un salto
cualitativo que le permitiera representar directamente los intereses populares y
para ello, por tanto, aliarse con ellos.
Más allá de este trabajo y de la intención de algunos actores, es necesario
investigar si lo sucedido era lo posible en las condiciones reales de la lucha poi
ítica, de las clases, de la organización del poder y de los límites del régimen,
basado en una institución y con necesidad de conciliación interna. Todo ello
debe llevar a la discusión del proyecto expresado en cada tendencia, del
llamado modelo peruano de desarrollo, con todas las contradicciones de la
composición del gobierno y de los parámetros entre los que se produce el
proceso político.
El principal beneficiario del poder expropiado es, sin duda, el Estado y este
poder es utilizado ahora por uno de sus aparatos, la Fuerza Armada, que
conduce el proceso, en dubitativa recomposición que sólo tiene interlocutores
validos en la burguesía. Sea reteniendo el gobierno en manos de la Fuerza
Armada o buscando su institucionalización con un proceso electoral, el ejercicio
pleno del poder pasa a manos de una burguesía homogeneizada en la que
predomina la fracción industrial, en alianza con restos subordinados de la
burguesía tradicional y representantes políticos capaces de articular, subordi-
nadamente, a los expandidos sectores medios ya las partes menos politizadas
del movimiento popular185 .
El Estado concentra hoy un decidido poder en el agro. La reforma agraria ha
entregado las tierras a los campesinos, pero a la vez ha dado facultades de
intervención muy precisas al Estado en la producción, comercialización,
procesamiento, crédito, fijación de salarios e incluso en la intervención de
empresas campesinas. Estos mecanismos no son negativos en sí, sobre todo si
se tiene en cuenta la indispensable planificación del desarrollo rural, en función
de las necesidades del conjunto de la sociedad (principio que se aplica con esta
lógica a todo sector de la economía pero que, en este caso, se limita al sector
agrario); pero hay que tener en cuenta el tipo de intereses que el Estado
representa y la posibilidad real del campesino de intervenir en esa planificación
y en esas decisiones. Si la poi ítica económica fija precios bajos a los productos
campesinos, acentúa la descapitalización del campo con mecanismos
tributarios y no rediseña la política global para hacer posible el desarrollo rural;
la relación ciudad-campo sigue pauperizando a éste último. Entonces no se
puede hablar de un campesinado beneficiario del poder expropiado a la
oligarquía. .
Esta apreciación no niega el significado concreto que para el campesino tiene la
tierra entregada. Ello aumenta sus posibilidades de negociación y puede incluso
darle mejores ocasiones para ampliar su conciencia y acción poi ítica a partir de
las experiencias que el proceso de reforma agraria y su antigua lucha por la
tierra le van brindando.
El Estado es el beneficiario inmediato del poder expropiado a la burguesía
financiera en la banca; del poder expropiado al capital extranjero en la minería,
el petróleo, el comercio exterior y los servicios públicos. Es beneficiario del
poder expropiado en la pesca de anchoveta y la industria básica. En el período
estudiado, la Reforma de la Administración Pública ha acentuado notoriamente
el poder normativo y la intervención del Estado en todos los ámbitos de la
economía y la sociedad, controlando la prensa, la radio y la televisión, inclusive.
El problema es ahora: ¿A qué clase sirve ese Estado con tantos recursos?
La apreciación que hacemos de este poder concentrado, va en función de su
direccionalidad. No se trata de la protesta que hace la burguesía tradicional
(liberal) porque el Estado le quita instrumentos de poder. Ocurre que si el
Estado concentra poder para usarlo en servicio de la burguesía – nativa y
extranjera – o de los sectores medios, las condiciones de explotación de los
sectores mayoritarios no cambian en esencia y pueden incluso agudizarse.
La recomposición del bloque de clases en el poder, antes vista, hace necesario
el estudio de los grupos sociales que actúan a partir del Estado, en alianza
necesaria con la burguesía, pero con intereses propios que llevan a posiciones y
reacomodos.
Hay también en el período medidas como la Comunidad Industrial que, sin
expropiar poder a la burguesía en el presente, han otorgado a los trabajadores
un mayor margen de juego al darles acceso a la información de la empresa -lo
que se utiliza tanto para demandar contra las burlas a la ley, como para
reforzar la presión sindical - .La posibilidad de un beneficio económico
185
No se debe confundir esta homogenización con la supresión de todo conflicto interburgués, sino con el cambio de sus
términos en relación al Estado oligárquico. En perspectiva, la política económica actual genera conflictos importantes al
interior de la propia burguesía, aún no plenamente expresados.
inmediato y potencial es, a su vez, un elemento que dinamiza la organización
de los trabajadores en torno a su comunidad. Pero es quizás la lucha política en
torno a la comunidad, con participación contradictoria del gobierno, la que ha
dado más elementos de conciencia poi ítica lúcida a muchos trabajadores. La
comunidad industrial no transfiere poder inmediato, pero abre puertas a
beneficios potenciales (en la gestión y en las utilidades) que el movimiento
popular ha utilizado en muchos casos como herramientas en su dinámica de
lucha.
No es raro en este contexto, que la burguesía asumiera con la mayor
agresividad la lucha contra la Comunidad Industrial y se lanzara no sólo al
ataque verbal, sino en concreto -con quiebras fraudulentas, desdoblamiento de
empresas, etc.-, impidiendo el avance porcentual de la comunidad. Más aún, en
esa lucha tomó la iniciativa desde el momento mismo en que se dió la ley. En
su lucha encontró aliados eficientes en el gobierno que jugaron un doble rol,
aceptando esos mecanismos por un lado y convenciendo al gobierno en su
conjunto de que la comunidad no había sido comprendida por los trabajadores,
de que los agitadores la habían convertido en instrumento de lucha de clases y
que había que quebrar el movimiento comunero (proyecto de "la Misión" en
1974) o cambiar la ley (proyecto recientemente logrado).
Diversos actores del gobierno -de ambas tendencias- han reiterado
permanentemente la voluntad de conciliación y la incomprensión que los
trabajadores y sus agitadores tenían de la Comunidad Industrial. Haciendo una
observación de conjunto, se debe precisar lo que esto significa. Efectivamente,
el gobierno ha tenido una voluntad de conciliaci6n de clases que se expresa en
esa ley186. Pero ello no es suficiente para superar los antagonismos básicos que
hay tras la lucha de clases de una sociedad. Este es un fenómeno social, efecto
del conjunto de estructuras y no un simple acto de voluntad de unos cuantos
agitadores. Por ello es que al darse la ley, la actuación de obreros y
empresarios es contradictoria entre sí, salvo casos aislados. No es que ambos
no comprendieran la comunidad: es que el beneficio de unos supone pérdidas
para los otros. Por eso las empresas buscan mecanismos para burlar la ley y lo
consiguen en gran parte; por eso es que los empresarios protestan, amenazan y
presionan; por eso también los trabajadores se unen y se enfrentan a los
empresarios; por eso ven en la suma de comunidad y sindicato una mejor
posibilidad de enfrentar la coyuntura. Sin duda, hay detrás de los obreros
actores políticos que aprovechan la coyuntura, como los hay también detrás de
los empresarios, especialmente entre loslantiguos y desplazados represen-
tantes políticos de la burguesía. Pero el gobierno generalmente sólo acusa a los
trabajadores y en concreto el Ministerio de Industria y Turismo propició
operativos en su contra, articulando Comunidades Industriales de empresas
pequeñas con menos nivel de organización propia. El conflicto asume entonces
otra dimensión. Progresivamente se ve al gobierno acusando a los trabajadores
de instrumentar la comunidad, en términos de lucha de clases, como si ésta
tuviera un sólo polo y la burguesía fuera víctima de la agresión de los que no
tienen poder. Ello expresa la poi ítica real seguida por el gobierno en este
campo, más allá del intento reformista de la ley y de la lucha desarrollada porla
tendencia progresista.

186
Y esa voluntad de conciliación no era la misma en todo el gobierno, dado que para parte de éste la comunidad
laboral no era ni el modelo final ni el definitivo, sino lo posible en la coyuntura. .
No cabe analizar beneficiarios en el proyecto de Propiedad Social. Se trata de
un proyecto redefinido antes de su implementación real y por tanto más útil en
un análisis de nivel ideológico; el impacto de este debate en la lucha poi ítica
fue importante, pero no se traduce directamente en otros niveles.
Usufructuando el poder expropiado, los aparatos de Estado – la Fuerza Armada
y la burocracia – aumentan su margen de acción y ofrecen oportunidades
amplias a grupos sociales medios que pueden fácilmente ser eficaces
articuladores de los intereses de la burguesía, pero que desarrollan también
intereses propios que dan a la discusión sobre el poder del Estado en la econo-
mía una particular importancia política.
En el período estudiado surge una significativa tecnocracia alrededor de las
empresas públicas, muy vinculada en su origen al empresariado privado, sus
necesidades, usos e intereses. No hay que confundirla con la burocracia
normativa, planificadora o administrativa. Se sitúa en empresas que funcional-
mente se articulan con el sector privado. Es este un objeto de estudio impor-
tante en perspectiva.
Aunque en la actualidad, en un cuadro de crisis y a la defensiva, el gobierno
conceda cada vez más a defensores del proyecto liberal de la burguesía, en su
crítica a este pretendido estatismo, es previsible que estos grupos sociales
ligados al Estado defiendan su base de sustento político. En este campo parece
haber amplio terreno de luchas interburguesas aún pendientes de definición.

4. ¿UNA NUEVA FORMA DE DOMINACION?

El Estado oligárquico como forma de dominación parece así cancelado. Ha


cambiado la composición y características de la clase dominante, eliminándose
o reduciéndose a su mínima expresión el poder de las fracciones oligárquicas
que primero lo definieron y luego -en decadencia, durante la larga.crisis 1956-
68- impidieron, por empate, la hegemonía de la fracción industrial moderna y
con proyección al mercado interno. Ha cambiado también la base de relación de
lo económico y lo político: este no es un Estado gendarme, sin poder de
intervención en la economía. Tampoco es el Estado promotor pero aún liberal,
que propugnaba la fracción industrial en la década del 60. Es un Estado
interventor, gestor directo, empresario y controlista, con peso definitorio en la
economía y grupos sociales aparentemente dispuestos a defender el poder que
les confiere la gestión de ese poder económico.
A su vez, al cambiar ese Estado oligárquico -por definición antidemocrático,
gobierno de pocos- generó un proceso de movilización que si bien no
democratizó directamente lo político – y recurrió persistentemente a rasgos de
dictadura- sí abrió un mayor espacio poi ítico para las clases subalternas por un
período. Campesinos y obreros, habitantes de barrios y sectores medios bajos
se movilizaron – aún desarticuladamente-, adquirieron mecanismos de presión,
parcelas de actuación, mayores niveles de conciencia. Este es, sin embargo, el
campo más frágil del proceso por las características del régimen poi ítico,
porque al retener el gobierno mecanismos desarticuladores que vienen desde el
Estado oligárquico, los aplica a la contención de toda movilización cuando la
lucha poi ítica llega a crisis significativas. La democratización de lo político, no
alcanzada, deviene así esencial en un Estado que tiene alto poder concentrado
para reprimir toda movilización opositora. Esa democratización poi ítica
contradice en esencia las necesidades de la burguesía dependiente, que sólo
aspira a lograr caricaturas que aseguren mejor su control del poder estatal.
Estudiar los rasgos del régimen político – que recurre más a la dictadura que a
la hegemonía, al igual que en el Estado oligárquico- resulta así importante para
la comprensión de este Estado de transición que opera a partir de la
cancelación del Estado oligárquico y que hoy parece estar aún en proceso de
definición.

CAPITULO VI

Notas sobre el Régimen Político


LOS REGIMENES POLÍTlCOS EN EL ESTADO OLIGÁRQUICO

Desde fines del siglo pasado hasta la segunda postguerra de este siglo, el
Estado peruano asume la forma conocida gruesamente como Estado oli-
gárquico. Los años 50 muestran ya en la escena política la crisis del Estado
oligárquico, que corresponde a una particular estructura de dominación, a una
determinada composición del bloque en el poder y a una relación liberal entre
lo económico y lo político.

El Estado oligárquico no posee capacidad directa de intervención y ges-


tión en la economía. Su administración cubre la defensa nacional, la policía,
reducidos entes administrativos y luego, progresivamente, servicios sociales
como la educación y la salud pública. El Estado tenía escasa intervención en la
Banca: el Banco Central, aunque presidido por un representante del gobierno,
era dirigido en mayoría por un directorio en el que predominaban los
representantes de la banca privada. Para el cobro de sus impuestos y para los
adelantos a cuenta que dieran liquidez al gobierno- éste recurría a la "Caja de
Depósitos y Consignaciones", también controlada por el sector privado hasta el
gobierno de Belaúnde, en que se crea un Banco de la Nación, aunque con poco
peso en el sistema financiero.

Este Estado liberal fue controlado directamente por una oligarquía


cerrada donde los agroexportadores tenían hegemonía. Impusieron sus
términos de realización foránea (187) hasta los años 30, sin discusión.
Cuestionados luego por fuerzas sociales emergentes -articuladas por el APRA
entre 1930 y 1945 recurrieron a la represión sistemática de toda oposición
popular. No obstante, no lograron impedir que la evolución económica y social
introdujera fisuras en el propio poder dominante.

Los regímenes políticos que canalizan el funcionamiento del Estado


oligárquico tienen, para este siglo, su diseño y base legal en la Constitución de
1933. Pero más allá del orden jurídico -cumplido sólo en parte- se recurre a la
alternativa militar y al estado de excepción como forma de controlar la
emergencia popular. El funcionamiento de las instituciones y los dispositivos
constitucionales se da así en un conjunto de relaciones de poder y en un cuadro
más amplio de situaciones que requieren un estudio sistemático para
comprender su dinámica. El espacio político y las reglas de juego fijadas en la
carta constitucional son más amplias que lo que se dió en la realidad.

El Estado oligárquico es por definición una forma de dominación cerrada,


estrecha e imperativa. Recurre más a la dictadura que a la hegemonía, aunque
en la misma dictadura haya que distinguir como hace Bourricaud entre
dictadura y "dictablanda" (188). Lo oligárquico califica una determinada
composición de las clases dominantes, que incluye una particular concentración
del poder; un gobierno de pocos. Esta forma de dominación desarrolla muy
187
Nos referimos al hecho de que los agroexportadores definen sus términos de ganancia en función del mercado
internacional, desincentivando el desarrollo del mercado interno respecto del cual sus demandas presionan
básicamente por medidas que disminuyan sus costos de producción en el país.

188
Bourricaud Francois: "Poder y Sociedad en el Perú contemporáneo". Buenos Aires, Ed. Sur, 1967,.pp, 290-310,
poco las formas democráticas de representación política, aún en su nivel
formal. Basta ver lo limitado del número de electores, a partir de la marginación
de los analfabetos y del aislamiento campesino (189). En la ley y en la práctica
política se expresa este carácter cerrado del poder, incluso contradiciendo los
valores y planteos propios de la democracia burguesa. La desarticulación
política y organizativa de las grandes mayorías es así un hecho clave, ya que
esta forma de dominación descansa en mayorías aisladas orgánica y
geográficamente. Incomunicación, sindicalismo embrionario primero y dividido
luego, partidos de cúpula y no de masas, son correlato del Estado oligárquico,
situados en la base de su capacidad de maniobra. Ello marcará los regímenes
políticos que se desarrollan en este siglo donde deberá recurrirse a la dictadura
para desmantelar y desarticular, quebrar o ilegalizar, las organizaciones
sociales y políticas que aparecen para enfrentar el poder cerrado de las clases
dominantes.

En efecto, parece haber en los regímenes políticos, rasgos que llevan


recurrentemente a la alternativa dictatorial como forma de desarticular en lo
concreto la demanda de las mayorías. Generalmente, los regímenes parecen
adoptar formas más duras y dictatoriales, cerrando todo espacio político incluso
a los sectores medios (Benavides, Odría) y formas tímidamente abiertas a un
mayor espacio y margen de juego, que se apoyan más coherentemente en la
Carta Constitucional (Prado, Belaúnde). La alternatividad de estas dos formas
de régimen parece estar en función de la lucha popular y de la propia crisis que
se presenta en el bloque de clases dominantes. Deben estudiarse y precisarse
estos rasgos que, desde la década del 50, marcan opciones más abiertas,
configurando un espacio político que da lugar a la expresión de las opciones
antioligárquicas. El régimen político que opera en los períodos de los generales
Sánchez. Cerro, Benavides y Odría, parece expresar más claramente la opción
dictatorial más cerrada, en momentos en que todo recurso vale para callar y
aislar la demanda popular. El régimen político en los períodos de Bustamante,
Prado y Belaúnde, amplía el espacio político y el juego de fuerzas. Estos
regímenes coinciden con momentos de crisis en la cúpula y se alternan con
regímenes dictatoriales desgastados. Este nivel, de las formas de régimen,
constituye un tema importante de estudio para precisar los rasgos del Estado
oligárquico como forma de dominación. Las investigaciones en esta materia
importan para precisar los elementos que han cambiado como la composición
del bloque de clases en el poder o el rol del Estado en la economía y ubicar los
rasgos que se mantienen en el período que, como transición, sucede al Estado
oligárquico. Estudiar las formas de exclusión y cooperación resulta así muy
importante.

1.1. PODER FORMAL Y PODER REAL

En el Estado oligárquico se hace evidente el contraste de una sociedad


civil débil y desarticulada con un Estado fuerte que impone fácilmente sI,

189
En las elecciones de 1962 los tres principales candidatos alcanzaron 1'582,469 votos. Pocos 'más
recogieron los otros candidatos y las cifras de ausentismo, votos viciados y en blanco no fueron significativas. De una
población de más de 10 millones de personas, esta votación resulta indicativa del estrecho sistema electoral que
margina a los jóvenes (de 18 a 21 años) y a los analfabetos.
¡ dominación. Las instituciones son débiles: gremios profesionales, sindicatos,
partidos, entidades culturales y representativas de la comunidad. El espacio
jurídico y real, para la actuación de éstas es estrecho. El Estado aparece así con
gran capacidad de control y desarticulación. Pero a la vez, esta apariencia
encubre la debilidad del régimen político y sus aparatos, frente a los gremios de
propietarios, entidades de la sociedad civil que en el Estado oligárquico
concentran fuerte poder y son capaces de enfrentar con éxito al gobierno. Las
fracciones oligárquicas combinaron eficientemente la acción dentro y sobre el
gobierno de turno, con la articulación de estas instituciones representativas de
las "fuerzas vivas", eficaces en la elaboración de estrategias y en la presión
sobre los gobernantes (190). El desarrollo de la crisis del Estado oligárquico y de
instituciones representativas de las "fuerzas vivas" no oligárquicas como la
Sociedad Nacional de Industrias permitirá apreciar Ia pugna y la crisis también
dentro de ellas y clarificará -si se investiga su actuación el rol que lograron
jugar y su presencia real en las políticas resultantes del Estado.

El régimen político se diseña como un gobierno republicano con un Poder


Ejecutivo fuerte, controlado por un Congreso igualmente fuerte. Híbrido de
régimen Presidencial y Parlamentario, en esta relación de poderes se originan,
al nivel formal, varias situaciones de crisis. Los dos poderes restantes, Judicial y
Electoral, son claramente subordinados a los primeros.

A partir del diseño constitucional, la práctica mostrará un régimen fuerte,


centrado en el Ejecutivo, que no tiene mayores límites ni fricciones cuando éste
controla la mayoría del Congreso o se basa en el poder militar.

El gobierno cuenta con dos aparatos de Estado fundamentales: Burocracia


y Fuerza Armada. El primero es de ínfimo desarrollo y clara subordinación. El
segundo, en plena consolidación durante el siglo, tiene un gran poder y es la
alternativa real a los partidos para gobernar, sobre todo en períodos de auge de
masas (191).

La burocracia tiene un tímido aunque sostenido crecimiento. En su origen,


el Estado oligárquico no requiere de su expansión para gobernar al país, pues
cuenta con los gamonales y el poder regional, en quienes se sustenta para el
control de la masa campesina. También se apoya en una imagen patriarcal de
la empresa tradicional y en el celoso control interno del enclave imperialista.
Quienes recuerden que la IPC en Talara controlaba hasta parte de la vida de la
ciudad o quienes estudien las relaciones dentro de un complejo agroindustrial,
pueden ver cómo esta forma de régimen político no requería de una amplia
administración, pues se apoyaba en los mecanismos tradicionales de los
propios grupos de poder que lo sustentaban. Poco a poco, en este siglo, la
190
En la estructuraci6n interna de estos gremios de propietarios (SNA, SNI, etc.) "ve también el cerrado control que
ejerce una minoría sobre el conjunto. Ello e, particularmente visible en la SNA, controlada por los agroexportadores y
reestructurada luego del Decreto Ley 17716 en 1969 para ampliar su base de sustento con la más amplia burguesía
agraria. La SNA y la SNI llegaron a cruzar su directiva, De 1941 a 1943 el Vice-Presidente de la SNI era a la vez
Presidente de la SN4 Luego se producen diferenciaciones.
191
Las fracciones oligárquicas no forman grandes partidos conservadores o liberales como en otros países del
Continente. Salvo el corto intento del civilismo, se limitan a alternar Iíderes civiles (incluso caudillos como Piérola y
dictadores como Leguía) con caudillos militares. Si se forman partidos, no sobreviven a un Líder ya veces a un proceso
electoral; la oligarquía presiona a través de sus gremios y ejerce el poder detrás del trono.
modernización de la economía y el incremento de las ciudades alterará estas
bases y propiciará el crecimiento de la burocracia.

La Fuerza Armada es la alternativa de la oligarquía ante toda amenaza a


su dominación. Además de ser aparato ejecutivo de Estado, es casi una
institución paralela al orden jurídico, parte fundamental de este régimen
político. La oligarquía recurre a los militares cada vez que se siente amenazada.
Los convierte en sus representantes políticos en vez de recurrir a la formación
de partidos (192). Su presencia en el gobierno se recubre fácilmente del
formalismo constitucional de la elección, que generalmente resulta discutible
en su veracidad. (General Sánchez Cerro 1931-33 y General Odría 1950-56).

Los regímenes militares se encuadrarán gruesamente en el marco cons-


titucional, con elecciones que legitiman un golpe previo o con la elección por el
Congreso, aunque el espacio que dejan para la acción de las fuerzas políticas es
por lo general más estrecho que el ya limitado espacio legal.

De esta forma, en el rol de los aparatos de Estado hay significaciones distintas


de la ley o norma de origen. A la burocracia se le presentó como alternativa el
poder región la de los gamonales, la autonomía local de la empresa patriarcal y
el enclave. Y la Fuerza Armada fue, más que un aparato ejecutor, la alternativa
a los partidos y mecanismos electorales del régimen legal. El desarrollo de la
crisis del Estado oligárquico modificará lo primero, consolidando lentamente a
-la burocracia mientras que, con un paréntesis de apertura, del espacio político
a los partidos (1956-1968), dará un mayor margen de juego a la Fuerza Armada

1.2. INSTITUCIONES Y ESPACIO POLITICO

El espacio para la acción de las fuerzas políticas tiene su centro formal en


el funcionamiento de los principales poderes: Ejecutivo y Parlamento. Los
partidos políticos, las sociedades nacionales de propietarios, la gran prensa e,
incluso las instituciones representativas de sectores medios (gremios
profesionales) y populares (sindicatos) actuarán dirigiendo sus demandas al
sistema político que estos dos poderes encabezan. El peso de estas institu-
ciones y el margen de juego que logran obtener dentro del sistema político en
el que actúan es variable según se trate de gobiernos civiles o militares, de pe-

192
En este rol, durante el siglo pesan rasgos de caudillismo sobre elementos institucionales, hasta la década del 50.
Sánchez Cerro, Benavides y Odría son jefes militares que representan a la oligarquía en el gobierno y ejercen en la
Fuerza Armada un liderazgo que les permite imponerse como articuladores. Pero a partir de la Mitad de este siglo se
puede apreciar una evolución que tiene su origen en el proceso de institucionalización de la Fuerza Armada que se
acentúa desde las primeras décadas del siglo. La creación de la Escuela Militar y el forzoso paso por ella de toda la
oficialidad, la creación de las Escuelas Superiores de Guerra y luego del CAEM, la influencia de las misiones militares y
navales (francesa y norteamericana); son matrices de este proceso de institucionalización que se complementa con
diversas normas legales que estabilizan la carrera militar, le dan seguridad y orden, dejando menos margen al
caudillismo del siglo pasado, incluso en sus efectos internos.
Los oficiales, de diversos orígenes mayoritariamente provenientes de sectores medios e incluso populares, adquieren en
sucesivas escuelas de formación los valores institucionales junto con lo que gruesamente podría llamarse conciencia de
clase media, con todas las contradicciones que ello implica. La formación técnica deja un amplio lugar para la
geopolítica, para el estudio de la realidad nacional y, en las últimas décadas, para el estudio de los problemas del
desarrollo y su vinculación con la preparación para la defensa antisubversiva, diseñada a nivel continental por los
Estados Un idos en plena guerra fría.
A partir de los años 50 se acentúa la fortaleza orgánica de la Fuerza Armada como institución -con estructura sólida y
articulada- tornando más difícil el caudillismo de períodos anteriores.
ríodos en que el Ejecutivo controla al Parlamento o de épocas de
enfrentamiento entre ambos poderes (1945-48 y 1963-68). El espacio se amplía
o estrecha con los diferentes regímenes dados dentro del Estado oligárquico,
pero existe, como tal, fundamentalmente para las fuerzas que forman parte o
se adaptan a la dominación oligárquica. En caso contrario -el APRA antes de su
viraje, por ejemplo- se les elimina de ese espacio político cada vez que alcanzan
peso significativo y amenazan el orden oligárquico. Para ello es preciso declarar
"fuera de la ley", en unos casos (193) o sólo se requiere un golpe contundente de
los aparatos represivos, en otros.

En este régimen político el Parlamento permite articular a distintas


fracciones del bloque en el poder que, sin embargo, no lo utilizan como único
canal. Las dos cámaras incorporan representantes de los grupos de poder
regional (tanto terratenientes tradicionales como agroexportadores) que desde
allí demandan al Ejecutivo las políticas adecuadas a sus intereses. Por lo
general, el Poder Ejecutivo representa la fracción hegemónica, que si bien en
muchos casos no aparece directamente en la escena, se ubica en los órganos
consultivos de particular importancia, como la Comisión Consultiva de
Hacienda, la Presidencia del Banco Central, etc.

El control del aparato estatal resulta de vital importancia, no sólo para


garantizar políticas económicas favorables, sino para usufructuar de las rentas
que provienen de las empresas extranjeras, articulando directamente con ellas.
Este elemento resulta clave para reforzar el poder de la fracción hegemónica,
pero a su vez -por venir de una relación directa con el Estado- es una de las
armas básicas del poder de los representantes políticos civiles y militares que
controlan el Ejecutivo.

La burocracia crece progresivamente durante este siglo. Tiene muy poco


poder económico, por ubicarse en un Estado liberal. Pero la política de obras, el
progresivo crecimiento de los sectores administrativos y sociales (salud,
educación, trabajo), le confieren un mayor poder. El centralismo de Lima
aumenta este poder. Ha sido la burocracia uno de los medios tradicionales para
la cooptación subordinada de los sectores medios, ofreciendo empleo a los
partidarios del gobierno de turno.

Las fracciones oligárquicas y la naciente burguesía industrial recurren


constantemente a los gremios de propietarios para representar sus intereses.
Las "fuerzas vivas" (SNA, SNI, SNMP) son elementos articuladores -a veces
mejores que el Parlamento- y tendrán importancia particular cuando éste no
funciona o cuando el Ejecutivo se "dispara" con obras y medidas que pueden
descomponer el equilibrio económico que éstas reclaman. Una manifestación
de las "fuerzas vivas" en Palacio consolida a un gobierno, mientras que una
campaña sistemática de éstas contra un gobierno o contra una política, tiene
siempre efectos contundentes. El poder de estos gremios sobrepasa muchas
veces el de los partidos políticos.

193
Caso de la CGTP en los años 30 y del APRA en 1948.
En el Estado oligárquico la prensa escrita tendrá particular importancia.
Hay un verdadero monopolio de ésta en manos cercanas a la oligarquía; tiene
capacidad de generar opinión y mitos ideológicos, pudiendo incluso destruir a
un candidato, a un ministro o a un funcionario. Los grandes diarios actúan como
órganos de dirección política, con más capacidad de articular fuerzas que los
partidos políticos. Esta prensa tiene matices diferentes. De los dos grandes
diarios, "La Prensa" se pone al servicio directo de los agroexportadores. La
opción de "El Comercio" es más compleja. Con muchos vínculos con las clases
dominantes, defiende al bloque oligárquico en su conjunto. Su rasgo más
saltante es el antiaprismo y así, desde los años 30, todo el que pacte con el
Apra será objeto de su sistemática oposición, aún cuando represente a la
oligarquía (como en el caso del Presidente Prado en 1956-62). Asume un
nacionalismo tradicional, defendiendo la nacionalización de la IPC en forma muy
combativa durante la crisis del Estado oligárquico, especialmente a partir de
1956

El sindicalismo y el movimiento campesino son débiles frente al Estado


oligárquico que, por definición, impide su expansión y consolidación. Desde la
coyuntura del 30, en que se expresa en la escena política su mayor repunte, el
movimiento popular y todo grupo medio que se identifique con sus luchas, es
sistemáticamente reprimido y desarticulado (1930-56). Pero, a la vez, los
gobiernos necesitan popularidad para obtener legitimidad. Ello les hace recurrir
en unos casos a políticas de obras públicas (Benavides - Odría) o a intentos
parciales de pacto y vertebración subordinada de sectores del movimiento
popular (Prado con el Partido Comunista, en 1939; Odría con la, Federación de
Chóferes y Juan P. Luna, por ejemplo).
Los partidos son débiles en el Estado oligárquico; salvo el Apra -único
partido de cuadros y masas orgánicamente expresadas- no pasan de ser pe-
queñas cúpulas, organizadas en función de una coyuntura electoral, que la
mayoría de las veces no sobreviven a ésta (194).

La lucha central, desde 1930 hasta el gobierno de Odda (1948-56), se da


en términos de Apra y anti-Apra. Es la oligarquía, amenazada en los años 30, la
que responde como un bloque a toda demanda de cambio social. En forma
gradual y ante el viraje del Apra, no sólo grupos medios sino parte de la
burguesía urbana en formación, comienzan a variar su articulación de fuerzas
hasta expresarse en la crisis del Estado oligárquico formando nuevos partidos
(AP y DC). Con todo, el espacio de acción para los partidos es muy limitado. Se
cierra periódicamente al aparecer dictaduras y se abre con elecciones que
194
La fortaleza y el poder de los militares en el Estado oligárquico, no puede comprenderse sin analizar como correlato
la debilidad de la estructura de partidos. Vimos ya cómo éstos no fueron la opción de la oligarquía, sino a lo más
respuestas esporádicas de algunas fracciones de ésta. Si bien ha habido gobernantes civiles, entre éstos los que más
destacaron fueron caudillos como Piérola o Leguía que actuaron sobre los partidos, generando a lo más estructuras de
apoyo poco duraderas. En este siglo, gobernantes como Prado o Belaúnde, se apoyan en alianzas -el primero- o en
partidos de coyuntura que giran en base a un líder carismático -el segundo.
Si se estudian las características de los partidos políticos peruanos, sólo podrá encontrarse en el APRA una verdadera y
eficaz estructura partidaria de masas y una ideología capaz de atraerlas en la coyuntura. El APRA será, sin embargo, y
quizás por esto el gran perseguido por el Estado oligárquico, hasta que se asegura su viraje en la década del 50. Antes
del APRA encontramos, más que partidos, cenáculos donde una élite decide el candidato y negocia con el poder
económico las bases de su plataforma. No hay una elaboración ideológica consistente, ni formación de cuadros, ni
menos una estructura orgánica de masas. Son élites y caudillos que "preparan motores" para conquistar a los
intermediarios regionales que aportan votos o mecanismos que en el viciado sistema electoral aparezcan como tales.
Son alianzas de parlamentarios que procuran articular con representantes en el Congreso como tarea central. De estos
ha habido más de 80 partidos en el Perú republicano, la mayoría de duración efímera y con poco poder real.
apenas dejan lugar a algunos escaños para quienes se opongan a la oligarquía.
La lucha contra el AP RA recurre al anatema y a su exclusión del sistema
político. Sólo en el período de Bustamante -donde ya se anuncia la crisis
interburguesa- el Apra participa legalmente en la lucha política y por poco
tiempo. Para Benavides, Prado y Odría, el Apra estará "fuera de la ley"; será
presentada como partido subversivo e internacional, identificada con "el
comunismo" a pesar de sus antiguas diferencias con este partido; será
calificado de aprista todo aquél que critique o ataque significativamente al
régimen, desde la izquierda. Sin embargo, todos estos gobernantes negocian
con el Apra entre bambalinas, en varios momentos de su gobierno o al buscar la
reelección (195).
A partir de los años 50, la crisis del Estado oligárquico comienza a
vislumbrarse gradualmente. Se ha de romper la cohesión de la clase dominante
ante la aparición de nuevas fuerzas sociales que cuestionan el poder absoluto
de la oligarquía. La ascendente fracción industrial y los sectores medios,
ampliados a partir de la expansión burocrática, educativa y en general urbana,
significan una progresiva demanda de cambios que concluye dividiendo la
escena en las opciones oligárquica y antioligárquica. Ello, si bien no producirá
cambios en la forma de Estado durante el período 1950-68, sí alterará el régi-
men político. La insurgencia de los grupos reformistas descansa en la
dinamización de otras fuerzas sociales (como el movimiento campesino) y en
tendencias estructurales de modernización de la economía; pero no serán
suficientes los cambios en el régimen político y así, tras largo empate, la crisis
se resolverá con una nueva intervención de la Fuerza Armada.

Aparecen después del cincuenta los partidos reformistas (Acción Popular,


Democracia Cristiana, Social Progresista) a la vez que la izquierda, expresada
en el Partido Comunista y en otras fuerzas, acentúa su presencia "legal" en la
escena, aunque sin liderar masas. El Apra, a su vez, cambia de situación,
dejando de ser excluida del sistema político y dejando de ser también un
enemigo de la oligarquía para intentar representarla y, con ello, asumir el
gobierno.

Con Prado, en 1956, el APRA entra legalmente en la escena oficial. Su


pacto con la oligarquía le permite superar parcialmente el veto oligárquico y
tener parte del poder. A su vez, la oligarquía encuentra así representantes
políticos que reemplazan a los militares, desgastados por el ejercicio del poder
y en pleno proceso de institucionalización.

195
El APRA presenta en los años 30 una plataforma radical, avanzada para su época e inaceptable para la oligarquía
dominante. Logra un efectivo liderazgo en su jefe, Haya de la Torre que, sin embargo, a pesar de su carisma caudillista,
no impide la generación de un cuadro amplio de dirigentes de alto nivel político, estructurando una base organizativa
sólida, férreamente probada en la clandestinidad. El APRA logra articular sectores populares como los trabajadores
rurales del Norte, grupos medios e incipientes sectores urbanos. Es un partido de masas que enfrenta en los años 30 el
formidable poder de la coalición oligárquico militar y logra polarizar la escena política peruana en función de su
alternativa. Indudablemente, la fuerza de la oligarquía y los militares ha de ser tan decisiva que se impedirá al APRA
llegar al poder. Al escoger este partido la vía de la insurrección y aplicarla en forma vacilante y contradictoria, facilitará
el triunfo de la oligarquía y los militares. El cambio de estrategia que pone en práctica con la evolución de la década del
40, permitirá al APRA llegar parcialmente al poder (1945-48, 1956-62, 1963-68), a cambio de arriar sus banderas
reformistas y pactar con la oligarquía, al igual que con sus más conspicuos enemigos políticos (Benavides, Prado y
Odría). El APRA pasará a ser desde 1956 el Partido que necesitan las fracciones oligárquicas para mantener su
hegemonía con ropaje democrático. Pactarán sus líderes con la esperanza de obtener así legalidad y llegar al poder. Sin
embargo, la estructura partidaria será suficientemente fuerte para mantener el apoyo de masas a pesar de sus
continuos virajes y la claudicación en sus planteamientos reformistas. .
La Fuerza Armada pasa de ser alternativa permanente de gobierno, a un
rol de árbitro que ejercerá claramente en 1962, en plena crisis. Es necesario
estudiar aquí el significado del proceso de institucionalización de la Fuerza
Armada en este siglo. No es ya tan fácil recurrir a un caudillo y que éste, por sí
solo, asuma la representación institucional con su liderazgo. Los militares
parecen ser ahora interlocutores más difíciles de la oligarquía, porque mayores
niveles de institucionalización los hacen pesar como cuerpo, progresivamente
deliberante y cada vez menos .instrumento de un caudillo (196). La mitología que
se apoya en el antiaprismo es ya insuficiente elemento aglutinador en una
institución con "conciencia" de clase media predominante, que se va alejando
de la oligarquía. A su vez, en el Parlamento una minoría reformista cuestionará
permanentemente al gobierno y a su direccionalidad pro-oligárquica, poniendo
en debate temas claves como la IPC y la Reforma Agraria.
En la crisis del Estado oligárquico, particularmente entre 1956 y 1968, los
partidos políticos adquieren una importancia mucho mayor que en el período
anterior, pues las distintas fuerzas sociales en pugna procuran expresar
se a través de ellos. En el período anterior, el régimen político recurría más a
las "fuerzas vivas". Los partidos eran simples articulaciones para una coyuntura
electoral, en torno a un caudillo. El único partido de masas era el APRA,
generalmente declarado ilegal. Pero a partir del inicio de la crisis, la opción
democrático formal de la oligarquía tiene como correlato la aparición de par-
tidos políticos reformistas que se enfrentan al APRA ya la oligarquía,
organizándose principalmente con grupos medios y recibiendo impulso y apoyo
de parte de la burguesía industrial. Hasta la intervención de la Fuerza Armada
en 1968, estos partidos tendrán plena vigencia.

Pero es en la pugna Ejecutivo vs. Parlamento donde se expresa en forma


más neta la lucha política derivada de la crisis oligárquica. En momentos tiene
un efecto paralizante que cuestiona la eficacia del régimen político. Los con-
flictos entre Ejecutivo y Parlamento no han sido significativos cuando el Pre-
sidente de la República, con amplias facultades constitucionales, contaba con
mayoría en el Parlamento. En esos regímenes servía como canal de expresión y
articulación de intereses de las fracciones del bloque en el poder y sólo ten ía
ocasionales roces con el Ejecutivo (197). Pero al agudizarse la crisis del Estado
oligárquico resultará siendo el canal que la hace expresarse en la escena y se
convierte así el Parlamento en el escenario de la lucha política. En el gobierno
de Belaúnde el conflicto de poderes concretiza la lucha entre las opciones
oligárquica y reformista, llevando paso a paso al deterioro del gobierno, de las
instituciones políticas del régimen (Parlamento, partidos, democracia formal)
hasta el punto de ruptura que permite a los militares tomar el poder el 3 de
octubre de 1968.

La lucha política en períodos anteriores se centraba entre el gobierno y la


oposición (siempre limitada), pero en el período de Belaúnde se traduce en el
enfrentamiento entre dos poderes del Estado. Como bloques centrales ubican
196
Aunque el General Velasco tenga importantes rasgos de caudillo, su gobierno se

197
La oposici6n real quedaba excluida del Parlamento, caso de los representantes apristas en la constituyente, ausencia
que se produce, luego, en los Parlamentos de Benavides y Odría, por ejemplo.
tras de sí a otros actores menores. Responden, por lo general, en la misma
dirección a las acciones de lucha política que intentan romper el sistema
(guerrillas), aunque también les dejan un espacio político limitado dentro del
cual, encapsulados, encuentran un canal de desfogue (universidades).
Belaúnde, en este contexto, pierde progresivamente la iniciativa política que
conquistó en los primeros 100 días de su gobierno y conforme se hace visible
primero la conciliación y luego el pacto con el APRA la quiebra del reformismo
genera una minoría parlamentaria que cumple un rol de denuncia similar al que
había jugado en el período de Prado (1956-62).

De esta forma, el régimen político diseñado por y para el Estado oli-


gárquico llega al punto máximo de la crisis. Expresa, en el deterioro de sus
instituciones, no sólo la lucha interburguesa sino la incapacidad de incorporar a
fuerzas sociales en ascenso -surgidas en sectores medios y populares que
aunque alcancen a expresarse parcialmente en las instituciones del régimen, no
logran sus objetivos reformistas porque el empate hegemónico tiende a
mantener las cosas como están. Cuando con tardía y ambigua percepción, la
burguesía industrial y sus aliados tecnócratas emprenden el camino del pacto
con el APRA y sus representados oligarcas, el deterioro del régimen llegará a su
límite y se reflejará en la ruptura de los partidos reformistas y la reagrupación
de fuerzas.

El proceso político hará evidente el carácter formal de la democracia


existente en la sociedad peruana, que este régimen político representa. Su
carácter formal, en servicio de la clase dominante y en particular de las
fracciones oligárquicas que la componen, se expresa no sólo por la marginación
de gran parte de la población a la hora del voto (analfabetos), sino por la in-
capacidad de quienes aspiran a cambiar las condiciones de dominación oli-
gárquica, incluso en términos reformistas ligados a la burguesía industrial.

El reformismo democrático fracasa así al intentar vencer a la oligarquía en


su propio terreno y a partir de sus propias instituciones. Al dividirse, en el
período de Belaúnde, una parte del reformismo se hace representante más
orgánico de la fracción industrial para facilitar el reacomodo del bloque de
clases en el poder y encontrar una forma de ubicarse entre ellas para lograr, a
mediano plazo, su hegemonía sobre los agroexportadores.

El espacio político que permite esta forma de Estado es muy estrecho


para los sectores medios y populares. Las instituciones son débiles (partidos,
gremios), con corta e interrumpida trayectoria, pues se reprime periódicamente
su actuación. Ello influye en su madurez y en sus cuadros dirigentes. El espacio
real se da "tras bastidores" y a él acceden los componentes del poder y sus
aliados militares o burócratas en forma subordinada.

Los aparatos de Estado, en esta forma de dominación, adquieren gran


capacidad para desarticular al pueblo. Por su naturaleza "esta forma de Estado
se apoya casi exclusivamente en la dictadura, es decir en la fuerza y no en el
consenso. Con grados diversos de explicitación ideológica, el régimen excluye
la participación popular real. Se admite sólo si no es capaz de amenazar con
alcanzar el poder. Se le quiebra con acciones "políticas" de fuerza de choque o
dirigentes "amarillos". Se recurre a la represión directa (prisión, deportación,
etc.) si el cuadro es crítico o el gobernante impaciente. En este caso se recurre
al anatema ideológico que "justifica" incluso la violación de elementales
derechos humanos: aprista se decía hasta el 50; comunista se repite luego.
Ambos son anatemas que poco tienen que ver con una seria discusión
ideológica. Se identifican con subversivo, con violencia y delincuencia, por obra
de un constante discurso político que el Senador Mac Carthy envidiaría.

En el análisis de un Estado y sus regímenes es importante ubicar lo


permitido, protegido y excluido. Este Estado tuvo todos los mecanismos para
excluir a las mayorías y proteger en grados distintos, en primer lugar a la
oligarquía y luego al resto de la burguesía y a los grupos medios que éstos re-
quieren tener al lado para ser eficaces. En un amplio proceso de modernización,
aún para estos sectores, resultó estrecho el espacio ofrecido por los regímenes
políticos de esta forma de Estado.

Estas notas sobre los regímenes políticos del Estado oligárquico no


eximen de una exhaustiva investigación. Sirven más bien para plantear pregun-
tas que permitan tipificar las formas de régimen que se dan en el Estado oli-
gárquico y compararlas con los períodos siguientes, viendo qué rasgos se
mantienen y qué aspectos cambian. Pero estas notas y sus preguntas
implícitas, dan ya algunos elementos de comparación. En ello continuamos,
siempre al nivel introductorio de este trabajo.

EL REGIMEN POLlTICO DE LA "PRIMERA FASE" (1968 - 75)

Al tomar el poder la Fuerza Armada, en octubre de 1968, el régimen


político sufre una variación sustancial. A partir de ello, como se vió en el
capítulo anterior, hay elementos para pensar que cambia la forma de Estado y
se inicia un periodo de transición que parte de la cancelación del Estado oli-
gárquico. Nos detendremos ahora en el nivel del régimen político.

Aunque la Constitución de 1933 sigue vigente "en todo lo que no se


oponga a las necesidades de la revolución" -según lo expresado en el "Estatuto
revolucionario"-, hay variaciones fundamentales en el régimen político. Los
poderes fundamentales de éste se concentran en la cúpula del gobierno que
encabezan el presidente y los tres comandantes generales de los institutos
armados. Si bien los partidos políticos no fueron clausurados ni suprimidos,
perdieron los canales políticos que posibilitaban su acceso a la cúpula del poder
y vieron reducido su espacio de acción.

Desaparecido el conflicto entre poderes, sin acceso al Gabinete y con la


sola y eventual presencia en los diarios, los partidos tuvieron poco que hacer.
Desgastados en su siempre escasa capacidad de articulación política, pocos
habían realizado una acción orgánica en el pueblo. Quedando pocas pers-
pectivas electorales, desapareciendo el Parlamento y los municipios elegidos,
la actividad partidaria devino en ocasional pronunciamiento de dirigentes des-
gastados y superados por los acontecimientos.
Sólo el APRA y el Partido Comunista mantienen un trabajo de cuadros. El
primero, por ser el único partido con una organización estable, tanto a nivel
territorial como a nivel funcional o gremial; organización mantenida por largos
años en la clandestinidad y mitificada -al igual que sus dirigentes por la
represión de su etapa antioligárquica. El segundo, por su actuación prioritaria
en el movimiento sindical, donde era notoria su influencia desde la etapa final
de Belaúnde. Controlaba sectores claves por la decadencia aprista y por la
incapacidad orgánica de los partidos reformistas.

Las nuevas agrupaciones de la izquierda marxista canalizaron su acción,


básicamente, en las organizaciones gremiales de campo y ciudad. Ello
-indicador de la restricción del espacio político- conducirá a sucesivas quiebras
de organizaciones, hacia gremios paralelos que el nuevo régimen incentivará
con facilidad.

Los gremios de propietarios y la gran prensa adquirirán al principio del


nuevo régimen un rol principal en la escena, con mayor capacidad de articular
la protesta, las demandas y las iniciativas de rodeo de la clase dominante en su
conjunto. Los diarios jugarán un rol principal por su capacidad de influir en
amplios sectores medios, incluyendo a la propia Fuerza Armada. Sus campañas,
los mitos y anatemas que levantan, son asumidos por miembros del gobierno,
agudizando la lucha al interior de éste.
Para llegar a comprender al nuevo régimen es necesario ver por una parte
sus mecanismos de funcionamiento, institucional izados a partir del estatuto
inicial y la praxis política posterior; por otra, recoger algunos rasgos de la lucha
política que permitan explicitar la dinámica del proceso político. El problema de
la legitimidad y representatividad del gobierno, debe verse en relación a estos
aspectos, como punto de partida hacia un análisis más profundo.

INSTITUCIONES Y MECANISMOS DEL NUEVO REGIMEN POLlTICO

Al asumir el poder, el gobierno reúne los poderes Ejecutivo y Legislativo


en una sola mano. Poco después somete al Poder Judicial, que aunque
formalmente es autónomo, nunca ha tenido autonomía real frente a los otros
poderes, sea por la designación de magistrados o sea por el control presupues-
tal y administrativo (198316).
. Tomado el poder, los cuadros militares asumen de inmediato todos los cargos
principales. La Junta Revolucionaria, integrada por Velasco y los 3 Comandantes
Generales de Instituto (a su vez Ministros de Guerra, Marina y Aeronáutica). era
la cúpula del poder formal. Sin embargo, este órgano poco sesionó sin el
Gabinete, dentro del cual los comandantes pesaban como un ministro más.
Velasco supo conducir -eñtre difíciles negociaciones- el rumbo del gobierno,
teniendo por lo general a dos miembros de la junta en contra. Sin embargo, no
puede decirse que el poder de éstos fuera sólo formal: el comando del arma
constituye un poder efectivo de influencia para ascensos y

198
Recuérdese, por ejemplo, la dependencia respecto de las directivas del odriísmo, que tuvieron los Vocales Supremos
y el rol que jugaron frente a la Reforma Agraria de Belaúnde. El Poder Judicial ha concentrado a los más tradicionales
defensores del orden establecido en todos sus niveles; el nombramiento de sus miembros desde Ejecutivo y Parlamento
V la dependencia económica así lo aseguraban.
-remoción de oficiales de todos los grados, incluidos los ministros de Estado, en
tanto eran generales o almirantes en actividad y los ministerios estaban re-
partidos por arma. Los miembros de la junta tenían así un margen importante
de juego, ejercido según la capacidad y audacia de cada uno para hacer frente
al presidente. Asumían además la representatividad del arma ante el presidente
en importantes decisiones.
Los ministros de Estado fueron en todo momento generales o almirantes
activos. Cabezas de su sector, votaban en Gabinete las leyes y decisiones más
importantes y conducían la implementación de esas decisiones y políticas, en
relación individual y sectorizada con el presidente. Si bien en el régimen
constitucional el Gabinete y cada ministro era débil al depender del presidente
y el Parlamento, en este régimen se fortalece notoriamente su poder, no sólo
por la capacidad legislativa del presidente, sino por la autonomía que en su
operación especializada consigue cada sector. Por lo general, en el período, la
tendencia en que se ubica el ministro ha determinado mucho la política
aplicada por el sector. Más allá de la Ley de Comunidades Industriales, la
política del gobierno varía de un ministro a otro. Lo mismo ocurre en
Agricultura, en SINAMOS o en cualquiera de los ministerios, resultando por ello
clave la designación o salida de un ministro.

Este margen de autonomía es funcional a los términos de la lucha política


interna al gobierno y posibilita la presencia de políticas contradictorias en
campos que se cruzan: por ejemplo, la política de Reforma Agraria y la política
del Ministerio de Vivienda, en lo que se refiere a la expansión urbana. Lo mismo
ocurrirá entre el Ministerio de Industria y Turismo y SINAMOS en 1972-73, en lo
que a comunidades industriales se refiere.

El Gabinete, con el presidente a la cabeza, constituye la cúpula del poder.


Sus miembros adquieren rol decisivo en el ámbito de su sector, aunque su
poder en los aspectos generales y comunes -definitorios en política- es reducido
por la concepción militar del comando. En efecto, ésta es muy precisa en la
división sectorial de campos y en el papel articulador y decisorio de la cabeza.
Ese fue el amplio campo que el Presidente Velasco supo manejar con habilidad.
La cabeza, pendular entre las partes, tiene capacidad real de conducción- Ello,
en un proceso que agudiza la lucha de tendencias entre miembros del
Gabinete, es vital para comprender la toma de decisiones en el período. El
presidente tenía conducción efectiva, pero debía cumplir el indispensable rol
pendular y arbitral del comando, con toda la formalidad del jefe militar y con el
indispensable cuidado de ser catalizador de las opiniones en pugna, tanto en el
seno del gobierno, como en la Fuerza Armada.
La creación del Comité de Asesoramiento de la Presidencia de la República
(COAP) será uno de los hechos más comentados del nuevo régimen. Integrado
por coroneles y capitanes de navío, al mando de un general con voz en el
Consejo de Ministros, reunirá desde el primer momento el equipo más cercano
al Presidente Velasco. Desde él actúan los coroneles "autores" en el primer
período. A él se integran coroneles que luego serán importantes ministros. Es a
la vez equipo de asesoramiento y mecanismo de captación de cuadros para la
tendencia más progresista en cada período.
Las funciones del COAP son de asesoramiento y elaboración de
decisiones. De ser un equipo inicialmente político, deriva progresivamente a un
rol equivalente al de las comisiones parlamentarias de un régimen constitu-
cional. Los ministerios remiten allí sus proyectos de ley, se coordinan
sectorialmente, se consultan y formulan alternativas y, luego de un adecuado
procesamiento político y administrativo, se presentan al Consejo de Ministros.
Ello le dará gradualmente un poder real significativo, aunque complejo por la
presencia de un exagerado legalismo en los militares, que en ocasiones
parecen entender que todo cambio comienza y termina con una ley, en
desmedro del trazado de políticas.

En cada ministerio..! se constituyen equipos de oficiales que forman un


comité de asesoramiento del ministro, aunque en distintos casos asumen cargo
de directores de alto nivel. Estos equipos conforman una cúpula cuya im-
portancia política es grande en buena parte de los ministerios. Progresiva-
mente, importantes cargos de la administración y de las poderosas empresas
públicas serán asumidos por oficiales en actividad o en retiro.

Este complejo aparato de gobierno se ubica por encima del nivel


administrativo. A la cabeza está el Presidente Velasco, como enérgico
conductor del gobierno militar. Velasco tiene los rasgos de un típico líder
castrense -autoritario y campechano, seguro de su jerarquía-que lo sitúa en un
piano superior al equipo; conocedor de sus hombres y de sus debilidades,
astuto y audaz, con rasgos muy criollos en su comportamiento. Ejerce el
comando como podría haberlo hecho cuando mandaba el Ejército. Hombre
intuitivo, percibe la dirección que aspira a dar al gobierno y el paso que es
posible dar en cada ocasión, aunque no comprenda totalmente los análisis
teóricos y los informes técnicos. Intuye también los sentimientos de la
oficialidad castrense y sabe cómo llegar directamente a los escalones
intermedios y bajos. En el ejercicio del poder adquiere gradualmente gran
facilidad para comunicarse con el pueblo, sea en la visita sorpresiva o
aprovechando una ocasión inesperada que se le presenta (199).

Las funciones del Presidente de la República -incluso en el régimen


constitucional- son vastas y suponen una efectiva concentración de poder
ejecutivo. El despacho con cada ministro -firmando incluso los nombramientos
de nivel intermedio- (200), le aseguraba una fuerte dosis de poder personal. El
contacto directo con diferentes niveles de la población -en audiencias o en
visitas- y la costumbre de dirigir toda gestión a la cabeza del régimen, han dado

199
Una anciana se le arrodilla en la pampa de Anta -durante una ceremonia masiva para pedirle algo. Antigua
costumbre de una poblaci6n condenada al servilismo. Al no aceptar ésta levantarse es el Presidente Velasco el que se
arrodilla ante ella y la abraza, emocionando a los asistentes con el gesto oportuno. Una foto instantánea nos recuerda el
hecho.
200
Hacia fines del gobierno de Belaúnde el Presidente ten fa que rubricar el nombramiento de cualquier funcionario
desde la categoría de Oficial 6to., con un haber básico interior a los 5,000 soles. Ello suponía que la designación de una
Secretaría Ejecutiva o de un empleado sin responsabilidad política decisiva, ocupaba tiempo del Presidente. En el
pasado esto se usó para garantizar el clientelismo político en torno a la figura del Primer Mandatario, en quien se
centraban presiones y pedidos para nombrar, remover, trasladar y ascender funcionarios. Durante el régimen militar
ello fue variado lentamente, dado el recargo de funciones, pero hasta la enfermedad del presidente en 1973 no se
recuerdan variaciones legales fundamentales que desconcentraran esta función administrativa
siempre al presidente elementos para imponerse a sus ministros, incluso en
asuntos rutinarios.

Velasco supo aprovechar estos poderes, agigantados por la capacidad de


legislar y el control militar de la administración. El ejercicio de estos meca-
nismos fue combinado con el rol pendular que le correspondía como cabeza de
un gobierno de composición heterogénea, en el que la lucha política interna era
una característica central. En distintas coyunturas se le ha visto inclinar la
balanza según la correlación de fuerzas, con rol de árbitro que, sin embargo,
suponía siempre una direccionalidad en el mediano plazo. Conciliaba -sea en
decisiones centrales, sea en ascensos o nombramientos- guardando el mínimo
de equilibrio necesario para que un gobierno quebrado internamente no
estallara. En tal rol utilizaba, además, los mecanismos institucionales
castrenses que le permitían prever y superar momentos de crisis.

El régimen, a partir de este diseño, pareciera trasladar a la cúpula política


distintos rasgos de la estructura de decisión militar, con un comando que ejerce
el poder y se asesora de un estado mayor sectorializado y un conjunto de
comandos subordinados sectoriales y regionales. Hay debate en los términos
que fija el comando y hasta el momento en que este decide. A partir de ello hay
implementación de lo acordado, con márgenes de reinterpretación. Pero en el
proceso de toma de decisión no se trata de una suma de iguales, con cabeza
que coordina, sino que los grados, jerarquías y sectores -por una parte-, y el rol
final de la cabeza -por otra-, marcan límites a la misma decisión.

Evidentemente, esto se procesa de distinta forma en el plano político,


más aún cuando la lucha es aguda e intensa. Ello da mayor valor al trabajo
previo, tras bastidores, por obtener la aceptación del líder. A su vez -y en
función de distintos caracteres- cohibe el debate frontal rodeándolo de gran
formalidad, tendiendo a encasillar a cada quien en su sector (201).

Estas características de la cúpula del régimen encuadran los nuevos


términos de la lucha política en la cúpula. Las fuerzas sociales y políticas -así
como la ambición de los actores- se mueven dentro de estos marcos, pasando
por los distintos niveles: Presidente, Junta, Gabinete, COAP, cúpulas militares de
cada ministerio. La burocracia y las empresas públicas, que desarrollan una alta
tecnocracia, complementarán este conjunto de mecanismos del régimen, poco
institucionalizado inicialmente, aunque progresivamente formalizado en las
nuevas leyes de ministerios y organismos públicos.

LEGITIMIDAD Y REPRESENTATIVlDAD INSTITUCIONAL

El problema de la representatividad institucional de la Fuerza Armada es


un aspecto esencial en el régimen político que analizamos. Se trata de un
aparato de Estado ocupando el gobierno. Y este gobierno, desde un principio, se
201
Esta concentración del poder en el Presidente se acentúa en el proceso y hace crisis a partir de la enfermedad de
Velasco en 1973. Se agudiza allí su autoritarismo y su aislamiento. No es correcto, sin embargo usando las
características de conjunto del régimen y de los militares, reducir todo el problema al personalismo de un hombre que
ha actuado en un conjunto de estructuras institucionales y políticas que concentraban fuertemente el poder en sus
manos. En ello no están ausentes, tampoco, las debilidades personales de los actores que lo rodeaban.
presenta como representante de un aparato que por definición no es homo-
géneo, ni social ni políticamente, ni se organiza Internamente en forma
democrática. Si por representatividad se entiende la elección formal del
gobierno o la consulta de las decisiones a los distintos escalones de la Fuerza
Armada, este gobierno no lo es, pues no cabe en esta institución militar ni la
elección de sus comandos, ni la toma de decisiones por votación entre un
conjunto jerarquizado de hombres.

Pero si se deja de lado esta visión restrictiva de representatividad y se


analiza más sociológicamente el conjunto, en función de la composición social,
de las normas y valores institucionalmente aceptadas e internalizados, por lo
menos debe concluirse que -en conjunto- el gobierno representa a la oficialidad
de la Fuerza Armada.

El gobierno se conforma con los comandos de cada instituto y con un


grupo, cada vez más grande, de oficiales generales y superiores. La Junta y el
Gabinete, ad como el COAP, se conforman exclusivamente por generales y
coroneles de las tres armas, con claro predominio del Ejército (202). Las cúpulas
de cada ministerio, las direcciones e incluso las principales empresas públicas
están mayoritariamente dirigidas por oficiales de grado similar. Inclusive en el
marco regional se percibe la preeminencia de los Comandantes de Región
Militar sobre el aparato de estado regional, pasando claramente los prefectos y
alcaldes a un plano subordinado.

Más aún, los propios organismos castrenses intervienen como elementos


de consulta y presión en muy diversas coyunturas. Los Estados Mayores opinan
sobre medidas importantes. Los Servicios de Inteligencia adquieren un rol
decisivo al procesar la información con la que se toman decisiones políticas
(203).

El Comando Conjunto de la Fuerza Armada opina y expresa plantea-


mientos y, en general, la cúpula militar es canal de presión sobre la adminis-
tración y el gobierno. Más aún, además de lo señalado para los mandos mili-
tares de región sus comandantes asumen formalmente la presidencia de los
comités regionales de desarrollo y la mayoría de Direcciones Regionales del
SINAMOS.

La participación de un significativo número de oficiales de los rangos más


altos y la presencia formal e informal de los altos comandos en el proce-
samiento de decisiones y en las decisiones mismas, configura una situación en
la que puede afirmarse con claridad que participan del gobierno la mayor parte
de las que legítimamente -según sus normas de grada y antigüedad comandan
202
Que corresponde a su tradicional preponderancia dentro del conjunto de la Fuerza Armada en la historia.

203
Estos servicios parecen tener un rol esencial en la "caza de brujas" que tanto ha marcado algunas épocas del
gobierno. Su información tiene particulares condiciones de "prueba" para sus hipótesis y afirmaciones. Con técnicas
difundidas por el ejército norteamericano en la guerra fría, encuentran comunista todo lo "popular". Incluso clérigos y
Obispos reciben este calificativo que, por otra parte, no distingue entre la variedad de posiciones comunistas. Aunque
se supone que el proceso mismo debe haber influido en ampliar perspectivas 'de análisis, muchos "operativos" frente a
organizaciones populares y algunas "comisiones Investigadoras!' tuvieron esta influencia de aparatos diseñados para la
guerra y que hoy en América Latina, dirigen y condicionan las relaciones entre el gobierno y los ciudadanos.
la Fuerza Armada a san parte de su alta jerarquía (generales y coroneles). Si las
que alcanzan ese nivel san legítimas comandas de la institución castrense y la
representan, según sus normas de jerarquía y no. de elección, al estar en el
gobierna mantienen esa representatividad.

Si el análisis se hace a partir de la heterogeneidad político social de la


Fuerza Armada, puede concluirse también que esa composición caracteriza al
gobierna y hace pasible la lucha de tendencias en su sena.

Como punto de partida, hay en el gobierna una representatividad


institucional, adecuada a la institución que le da origen. Ella no. deja, sin
embarga, de representar algunas problemas en el devenir del periodo. Si bien
el gobierno se compone de representantes de la Fuerza Armada y refleja la
heterogeneidad de su composición social y política, el ejercicio del poder
politiza (204) inevitablemente esa representación y traslada sus efectos a la
Fuerza Armada. Progresivamente, incluso, las decisiones castrenses (ascensos,
nombramientos, retiras forzosos, cargas públicas) resultan influenciadas -al
menas parcialmente- par las términos de la lucha política, en la medida que
cama tales san decisivas en la definición de la política del régimen. Puede
afirmarse, sin embarga, que un gran esfuerza se hizo para conciliar la óptica
institucional can la necesidad política. Más aún, las ascensos siempre cubrieran
una gama heterogénea, solucionando aparentemente con la ampliación de
vacantes la necesidad de conciliar intereses.

Así, la heterogeneidad que el gobierna tiene en su sena no. puede ser la


norma que regule la conducción. Gobernar significa optar y, aunque haya en el
larga plaza una base común o resultante que fija los Imites a la direccionalidad
del gobierna, en las sucesivas coyunturas del periodo hay ganadores y
perdedores, hay la progresiva hegemonía de una tendencia en cada etapa. Ella,
trasladada al nivel institucional, supone que haya secta res que se sientan
desplazadas a no. representadas par el gobierna, la que se suma al rechaza
-explicada en términos politicas- par parte de aquéllos que no. han ascendida,
no. han llegada a posiciones públicas, etc.

En esta medida la legitimidad del gobierna respecta de la Fuerza Armada


ha de ir variando conforme avanza el procesa, más aún daño que el ejercicio de
la función pública limita el contacto directo con la oficialidad de aquéllos que
ocupan los altos cargos del gobierno.

204
En varios momentos del periodo los sectores más conservadores han demandado la salida de los militares,
recordando que un periodo largo politiza la Fuerza Armada y hace peligrar la institución. Cabe preguntarse si en algún
momento de la historia su opción no ha sido política. En la respuesta resulta evidente que el rol cumplido -de alternativa
política a los partidos- la hizo siempre una institución politizada. Pero aquí hablamos en un sentido más estricto: es
corriente desempeñar roles políticos con alto nivel de inconciencia. En muchos casos la ideología oculta ese rol,
generando enemigos que se sitúan aparentemente más allá de la simple contingencia de los partidos y que
mecánicamente "merecen" rechazo de los organismos de defensa nacional (el antiaprismo de antes o el anticomunismo
de ahora). La politización a la que nos referimos en este párrafo se refiere así a opciones y alternativas, a partir del
ejercicio del poder en términos más institucionales (la cantidad de oficiales en cargos públicos, por ejemplo) y que tal
como preverán los sectores conservadores, podrá romper cauces, inutilizar "mitos" y hacer consciente a la oficialidad
del rol político que oculta bajo múltiples encubrimientos la función de aparato de Estado castrense modelada por el
Estado oligárquico. Este proceso parece darse, parcial e incompleto, sin que' la cúpula lograra implementar en la
oficialidad un sistemático trabajo de esclarecimiento político e ideológico en su favor. De allí las múltiples y confusas
opciones que se vislumbran a partir del desarrollo del proceso político.
Si a esto se agrega el fuerte proceso de ideológización que caracteriza la
lucha política a partir .de 1970 y la campaña sistemática que la burguesía
dirigió hacia la Fuerza Armada (205) puede 'comprenderse mejor la crisis que
caracteriza los últimos años. No dejarán de pesar en ello errores del gobierno
(como el trato dado a la Marina a partir de la caída de Vargas Caballero o la ley
de situación militar que facilita las invitaciones al retiro en distintos grados, a
voluntad del comando) en sus últimos años.
El gobierno basa su legitimidad exclusivamente en la Fuerza Armada. No hay
una evolución en el período articulando alianzas que hagan factible el apoyo
popular. El gobierno no acepta aliados sino "apoyadores". El binomio Pueblo-
Fuerza Armada es un aparente deseo que en la práctica no deja al pueblo sino
un rol pasivo, de espectador o de "aplaudidor". Esto, como resultante, más allá
del análisis de lo propuesto por las diferentes tendencias al respecto.
Puede decirse, respecto a las tendencias estudiadas, que ninguna logra más
que articulaciones ocasionales con el movimiento popular en apoyo a su lucha
interna. Los intentos son muy ocasionales porque se antepone la ins-
titucionalidad castrense del gobierno y ello lleva a preferir solucionar los pro-
blemas dentro de éste y con mecanismos de su institución.
En otro plano, sin embargo, sí puede hablarse de una legitimidad consensual,
válida tanto para la Fuerza Armada, como para distintas' fuerzas sociales. En
ese mínimo de legitimidad indispensable para gobernar, tiene rol central la
ideología que genera todo régimen político. Es claro que en medianos plazos no
basta la fuerza para gobernar. Es preciso un consenso mínimo que apoye y
justifique al gobierno. El régimen militar lo logra a partir de la coyuntura de
1968.

Se adquiere la legitimidad actuando en la coyuntura precisa en el mo-


mento de mayor desgaste del régimen anterior y sus instituciones. Se adquiere
realizando en ese momento la nacionalización de la IPC y luego la Reforma
Agraria; generando a través de los discursos una ideología nacionalista, una
crítica radical al orden oligárquico y un planteo de cambios estructurales
decisivos; es decir, justo aquellos cambios que a través de un largo proceso de
frustraciones, reclamaba a medias el reformismo antecesor de este gobierno.

Esta legitimidad inicial se mantiene, por lo menos hasta 1974, con suce-
sivas medidas, que son relativamente sorpresivas y dan la imagen de un go-
bierno que va buscando cambios reales, aunque se hagan notar errores y haya
discrepancias concretas. Esa legitimidad puede no proveer de militancia o apo-
yo decidido pero deja un amplio margen de tolerancia.

El gobierno, sin embargo, no avanza más allá de esta perspectiva: ni


alianzas, ni una política propuesta, de corto plazo, articulada directamente con
las fuerzas sociales y políticas. Parece, a veces, un solitario luchador que a la
vez enfrenta a distintos enemigos, pero sólo a partir de su propia fuerza, sin
205
"El Comercio" habla especialmente para los militares entre 1968 y 1974. No es el único diario que lo hace. Las
revistas y los actores políticos hablan, en público y en privado, tomando a los militares como variable central. Los
empresarios buscan interlocutores militares, aunque sea con la intermediación de oficiales retirados que ocupan, para
este fin, cargos directivos en las, empresas. Como grupo social es incluido así, en un medio social sectores os y medios
y en sus propias filas institucionales castrenses.
intentar buscar articulaciones ni apoyo para no perder su identidad. En más de
un momento parecen autodefinirse como los únicos actores políticos legítimos.
Los demás son agitadores o manipuladores, de derecha o izquierda. Con el
avance del proceso esto no puede mantenerse: el avance del movimiento
popular lleva al gobierno a decidir la construcción de organizaciones propias
que compitan con las que controlan tanto opositores' como "apoyadores". Pero
al poner en práctica esta decisión, la lucha de tendencias la atraviesa y genera
una resultante que, a todas luces, le quita legitimidad al gobierno, interviniendo
en ello también otros factores como la crisis económica y la política que se
asume para resolverla.

De esta forma, a partir de una legitimidad inicial conseguida con hechos


concretos en las primeras reformas, el gobierno se va aislando al buscar
legitimidad sólo en la institucionalidad militar, hasta perderla en la coyuntura
de sus últimos años. La "Segunda Fase" buscará recuperar esta legitimidad con
el discurso político y algunos hechos contradictorios en sus primeros meses,
para luego optar por conseguirla sólo en el ámbito de la Fuerza Armada, en la
clase media asustada y a la burguesía beneficiaria de su política económica.

2.3. ALGUNOS RASGOS DE LA LUCHA POLlTICA y DE LA RELACION DEL


GOBIERNO CON LAS FUERZAS EN PUGNA

Para estudiar el régimen político es importante ver algunos rasgos de la


lucha política que caracterizan y enmarcan el espacio político que existe en el
período. Los dos primeros rasgos descritos más adelante dan la imagen de un
gobierno copando la escena; es por ello muy importante su estudio en este
trabajo que se sitúa en la observación de la escena oficial.

a. EL GOBIERNO MONOPOLIZA LA INICIA TI VA POLlTICA EN LA ESCENA

El nuevo gobierno mostrará, a partir del 9 de octubre de 1968, que toma


la iniciativa política y en la práctica llegará a monopolizarla hasta 1974. Este
primer rasgo será significativo en la escena política. Empezando con la
nacionalización de la IPC, el gobierno emprende una serie de actos en los que
se polarizará a la opinión pública y a los actores políticos, en favor o en contra.
En cada caso retendrá la iniciativa, tanto por la ausencia de canales políticos,
como por la dinámica que impone el gobierno a partir de los resortes del poder
que controla y del escaso margen de juego de 'otras instituciones de la
sociedad. El factor sorpresa, tan caro a la formación militar, será usado en
sucesivas ocasiones como poderosa arma política.

El gobierno toma la iniciativa en Talara, dejando desconcertados a todos


los actores políticos. Ni siquiera representantes de la más tradicional oligarquía
-como el partido odriísta o el partido pradista- se atreven a discrepar. Todos los
actores aplauden, formulando, a lo más y en segundo lugar, preocupaciones o
dudas. A partir de este consenso legitimador, la iniciativa del gobierno quedará
intacta en las principales medidas del régimen. La Ley de Reforma Agraria en
1969, el Estatuto de la Libertad de Prensa y la caída de la Corte Suprema al
empezar 1970, la Ley de Industrias y la Comunidad Industrial en ese mismo año
y medidas posteriores de mayor y menor importancia, aparecen en la escena
como actos de gobierno. Suscitan adhesiones y rechazos de los distintos
actores políticos, pero siempre en función de la acción trazada por el gobierno.
En ocasiones, los partidos y dirigentes aparecen claramente como incapaces de
tomar la iniciativa, generándose coyunturas que llevan la lucha política al
terreno del gobierno.

No debe entenderse esto como ausencia real de lucha política. Esta


existe; pero las fuerzas sociales en pugna -en su mayoría- concentran sus
esfuerzos en rodear y contestar al gobierno y cuando intentan tomar la ini-
ciativa reciben una respuesta ágil, agresiva y tajante de éste, en un estilo que
caracteriza a su conducción. Estos intentos implantados desde los partidos o la
prensa, son utilizados por el Presidente Velasco para unificar al gobierno y
avanzar en su proyecto político. Así, por ejemplo, más de una campaña pe-
riodística ha servido para convencer de nuevas medidas, tanto en cuanto a la
represión del ataque como al avance de las reformas.

Este rasgo de la lucha política, variable a lo largo del proceso, devendrá


hacia 1974 en un reforzamiento del autoritarismo que coincide con la pérdida
de iniciativa en los planteos de reformas, ante la inminencia de una crisis
económica que acelera la llegada a la situación límite, de salto cualitativo o
retroceso.

Sin embargo, a pesar de este rasgo en la cúpula -que sirve para arrinco-
nar en una larga etapa a las fracciones burguesas- hay en la escena hechos
parciales o sectoriales del movimiento popular que tienen efectos en la política
global, sin ir más allá de su campo específico. Estos se producen, tanto en
articulación con una parte del gobierno (Huando, por ejemplo) como en posición
frontal mente contraria (movimientos magisterial y minero, por ejemplo). En la
evolución de la lucha política sus efectos, sin embargo, no serán centrales ni
alterarán el monopolio de la iniciativa del gobierno.

b. LA LUCHA POLlTlCA A TRA VIESA EL GOBIERNO

Junto con este rasgo, la observación de la escena permite concluir que la


lucha política atraviesa el gobierno. De apariencia monolítica, desde un
principio muestra la presencia de posiciones contradictorias en la Junta y el
Gabinete, que las fuerzas sociales en pugna -en su origen oligárquicas y
antioligárquicas- saben aprovechar. Al concentrar sus esfuerzos en influir sobre
diversos actores del gobierno, acentúan las diferencias entre estos hasta
convertirlos en sus representantes políticos. Los sucesivos reacomodos de la
burguesía influyen en la lucha de tendencias, agudizándola y dándole
contenido.

A través de esta lucha política interna, el gobierno se va a definir desde


sus primeros pasos. Sus reglas de juego dejan margen de actuación a los dis-
tintos actores en el proceso de elaboración de las principales decisiones, así
como en su implementación. A ello ayudará la estructura sectorial izada del
Estado, que los militares acentúan notablemente. En coyunturas de crisis esta
lucha entre tendencias saldrá a la luz pública en declaraciones a los diarios,
claramente contradictorias; pero ello no será la constante. Tiene más bien un
carácter interno al gobierno, que éste no puede reconocer explícitamente.

La lucha de tendencias se produce siguiendo las reglas institucionales del


gobierno y priorizando los canales internos; pero también recurre a la
incentivación de acciones articuladas con parte del movimiento popular o de las
fuerzas sociales conservadoras, para fortalecer posiciones y ganar adeptos
dentro de la cúpula del 'gobierno. La burocracia será incorporada a la lucha
dependencias, apareciendo varias veces en conflicto como la lucha entre
organismos o incluso ministerios que cruzan funciones.

La mayor parte de las decisiones del gobierno está marcada por esta
lucha política interna. Se expresa en la ambigüedad de algunas leyes -que
abren la puerta a la definición de las políticas en el momento de su aplicación- o
en la conciliación que se establece en muchas decisiones políticas, incluyendo
las medidas represivas que, al producirse, tratan -en la mayor parte de los
casos- de compensar los polos del espectro político.

Sería un error ver a estas tendencias como minipartidos o como


fracciones partidarias. Tanto por la naturaleza de sus actores militares como por
las reglas de juego -con predominio castrense y por el tipo de liderazgo en el
período una apreciación de este tipo conduciría a una rigidez en el análisis que
llevaría a error, sobrevalorando algunos rasgos. La actuación- contradictoria de
los actores y la presencia de políticas contradictorias entre sí, nos hace optar
por un análisis que aprecie las tendencias! en cada coyuntura y combine los
elementos obtenidos con el estudio de la resultante-. Para procesos más largos,
este análisis es insuficiente y debe recurrir a otros elementos.

La lucha política que atraviesa el gobierno en su primer período (1968-70)


es la misma que se presenta en el período anterior -a partir de las opciones
oligárquicas o antioligárquicas- pero a partir de nuevos términos impuestos por
los militares, que refuerzan claramente el poder del gobierno. El devenir del
proceso incorpora nuevas luchas, tanto en el plano del movimiento popular
dinamizado, como en las opciones de una pequeña burguesía radical izada que
se expresa también en el gobierno. El mismo proceso dinamiza estas fuerzas
sociales y perfila opciones más claras en la burguesía industrial (decantada de
su tibia opción antioligárquica y agredida en su opción reformista liberal por los
actos del gobierno).

Es por ello importante revisar el devenir de la lucha política y apreciar el


actuar de las fuerzas sociales ante un nuevo y moderno interlocutor. En 1968
puede apreciarse el desconcierto inicial en todas las fuerzas sociales. La
oligarquía y la burguesía industrial pierden sus representantes políticos y
demoran en reaccionar y reacomodarse. Los partidos entran en crisis porque,
en eI nuevo cuadro, dejan de ser los representantes políticos válidos.

Las sociedades nacionales toman nueva importancia. El comportamiento


que asume la Sociedad Nacional Agraria el) 1969 ha de ser repetido por otrl1s
fracciones de la burguesía en sucesivas ocasiones. Tras un ataque frontal, se
I1sumen los términos globales de la ley, se aprovechan sus ambigüedades o
vacíos y, ubicándose dentro del "espíritu de la reforma", se procura lIevarla a su
propio terreno, atacando como desviacionistas a aquellos actores del gobierno
que no concilian con sus intereses. Esta actuación pública complementa la
presión ejercida sobre sus representantes políticos dentro del gobierno para
agudizar la lucha interna y obtener pasos en su favor. La Sociedad Nacional
Agraria, por ejemplo, se convierte en defensora de los propietarios, grandes y
medianos que, con el régimen de parcelaciones por iniciativa privada, procuran
mantener intactas sus relaciones de poder regional. Luego, ante la derrota de
esta perspectiva, asume la defensa de los "pequeños y medianos propietarios",
lucha bajo la cual se cobija una amplia gama de la burguesía agraria, en espera
de no ser afectada y aspirando a ser "beneficiaria" de esta reforma agraria.

El comportamiento de la burguesía agraria se explica por la propia lucha


política dentro del gobierno. Este no está en capacidad de definir
explícitamente en 1969 una política de cooperativización, que en la práctica
aplica paso a paso, utilizando las causales de afectación que la ley señala,
forzadas hasta el punto límite. Varias son las ocasiones en que el mismo
Gabinete "interpela" a los ejecutores de la reforma agraria. Pero, en la
coyuntura, la correlación de fuerzas es favorable a las posiciones radicales y
para ello se aprovechará incluso la agresividad de algunas reacciones de la
Sociedad Nacional Agraria.

En general, la clase dominante procura utilizar estos términos de lucha


política. Les agrega un elemento ideológico fundamental: la acusación de pro-
comunismo puesta en cabeza de los funcionarios y técnicos que no concilian
con sus intereses o, más adelante, extendiendo el calificativo a los mismos jefes
militares (206). Pero hasta bien avanzado el proceso, en 1972-73, no habrá una
eficiente actuación de la burguesía (207) pues ésta se mueve en función de
intereses particulares, muy específicos y guarda aún rezagos de la antigua
lucha interburguesa por eliminar la hegemonía de las fracciones oligárquicas.
Así, por ejemplo, la Sociedad Nacional de Industrias guarda silencio en casi todo
el período 1969-70, durante el cual son agredidos los intereses agrarios grandes
y medianos. Tenía razones para aceptar una reforma agraria que ampliara el
mercado interno y, de paso, calmara la agresividad del movimiento campesino.
A la vez, en la gestión coyuntural de sus intereses, su experiencia le podía
hacer confiar en una cercanía entre el gobierno y su proyecto social.
Posteriormente, no parece aceptar la proyección que para sus propios intereses
suponía la cooperativización y el fortalecimiento del poder del Estado apreciable
en el agro, actuando entonces aliada con la burguesía agraria.

El actuar de la burguesía se hace más coherente poi íticamente con el avance


de las primeras reformas. La Ley de Industrias y la Comunidad Industrial
provocan un enfrentamiento decidido de la Sociedad Nacional de Indus~rias,
logrando aglutinar a los industriales, los agrarios que quedan y a gremios

206
Como "El Comercio", cuando ataca directamente al Jefe del SINAMOS, General Rodríguez.
207
Eficiente en cuanto a cuajar un proyecto político con los militares, pues hubo capacidad de expresarse en parte de
ellos en las políticas concretas- para luego obtener un curso favorable. Esto parece, sin embargo, más una resultante de
tendencias estructurales del sistema -que no se cambia con conciliaciones- que una calculada maquinaci6n de los
representantes gremiales de la burguesía.
profesionales -como el Colegio de Abogados- que les son mayoritariamente
cercanos. No por ello se abandonan los intentos de influir en el gobierno. En esa
misma coyuntura, el rol de algunos empresarios de la ADEX se percibe
conciliador y a veces más cercano al gobierno, constituyendo el posible punto
de partida de una articulación más orgánica.

El rol de los grandes diarios es fundamental, tanto en el enfrentamiento


como en el rodeo y la conciliación. La posición del diario "La Prensa", que
realiza un viraje aparente en 1972, es muy significativa pues para entonces los
diarios se han convertido en los más importantes representantes públicos de los
intereses de la burguesía.

c. EL PROYECTO POLlTlCO SE CONSTRUYE PASO A PASO

Otra característica observable en la lucha política del período 68-75 es el


hecho de que las tendencias que participan del gobierno, y como resultante el
gobierno mismo, construyen su proyecto político en el camino, en medio de la
lucha política. Si bien este rasgo caracteriza al gobierno, más que a la lucha
política exclusivamente, importa anotarlo aquí porque influye en los términos
del espacio político, agregando no poca dosis de confusión por desconocerse el
rumbo del principal actor político.

Esta apreciación contradice expresamente la existencia del Plan Inca en


1968, tal como fue presentado al público en 1974. La observación de la escena
presenta más bien un proceso que se construye paso a paso, en función de la
coyuntura y de la correlación de fuerzas. Hay una aproximación pragmática a la
coyuntura, a partir de una indiscutible voluntad de transformar la realidad
social y política, característica de la tendencia que personifica el General
Velasco.

Es posible que en 1968 los militares tuvieran una idea clara de lo que
buscaban en términos generales, del tipo de solución que debían dar al proble-
ma de la IPC o al ya largamente discutido proceso de reforma agraria. Ninguna
de las fuerzas sociales presentes en la escena política oficial iba más lejos en
sus alternativas y soluciones concretas. La observación directa de los pasos del
gobierno muestra, en el camino, un actuar basado en lo que es posible obtener
de la correlación de fuerzas en cada coyuntura. La firme conducción del
Presidente Velasco -en doble rol de cabeza pendular e impulsor de su propia
tendencia- señala este camino pragmático que se construye paso a paso. Ello lo
obliga a conciliar cuando los efectos de la coyuntura pueden afectar el apoyo de
la Fuerza Armada; ello también lo hará recurrir a recursos imprevisibles,
producto de errores del enemigo externo e interno, para avanzar a partir de
ellos. La utilización de las amenazas norteamericanas, radicalizando
definiciones en el momento en que se cuestionaba la permanencia de Velasco;
la utilización de coyunturas en que la prensa, la Sociedad Nacional Agraria o la
Sociedad Nacional de Industrias llegaban al máximo de su ataque al gobierno,
para tomar medidas en su contra –aprovechando la reacción del gobierno en
conjunto ante estos ataques- y otros hechos similares, indican la forma en que
se ha ido construyendo el proyecto del gobierno.
Las distintas tendencias definen, con mayor o menor claridad, el proyecto
político que buscan o apoyan. La misma formulación ideológica que el
Presidente Velasco hace oficialmente a nombre del gobierno, es procesada por
el juego de tendencias tanto' en su formulación -que mide lo que se puede decir
en cada momento- como en su interpretación posterior, tomando del discurso la
parte que se adapta mejor a sus intereses.
Este proceso, abierto en un principio a los términos de lucha de fuerzas
va, sin embargo, dejando una resultante presente en lo que efectivamente ha
hecho el gobierno -no tanto en su discurso como en la aplicación, no en la ley
sino en su ejecución. Todo ello hace difícil de digerir la idea de un Plan Inca,
anunciado recién en 1974, que tan precisamente corresponde a la resultante de
seis años de intensa y compleja lucha política. Entender así el período 1968-75,
no niega sino reconoce la voluntad política de una parte del gobierno e incluso
la existencia de un plan global, hecho en el 68, en términos adecuados a lo que
entonces era posible preveer.

d. GOBIERNO SIN ALIANZAS: LA RELACION DEL GOBIERNO CON LAS FUERZAS


QUE LO APOYAN

En el período tendrá particular importancia la actuación de una pequeña


burguesía intelectual y profesional, en proceso de radicalización desde la
década del 60, ante las dificultades reales del reformismo. Muchos de estos
actores fueron parte del reformismo social, frustrado en el período de Belaúnde
y marginado del poder a partir de la ruptura de la Democracia Cristiana con
Acción Popular y, posteriormente, a partir de la ruptura de ese partido,
encabezada por el Ing. Seoane. Otros actores se originan en el Movimiento
Social Progresista que participa en las elecciones de 1962 y luego se
desarticula. Profesionales y periodistas de actuación aislada, integrantes de la
Unidad de Izquierda y ex-militantes del Partido Comunista o de otras
agrupaciones de izquierda, están también presentes, coincidiendo con la
tendencia más radical de los militares, en la lucha por profundizar las reformas
y llegar a un proyecto propio (208). .

Por lo general, esta pequeña burguesía intelectual carece de fuerza


política propia, pero aporta al gobierno militar experiencia política y técnica que
se expresa, tanto en roles de asesoría como en altos cargos burocráticos y en el
periodismo. La lógica del proceso los lleva a ser blanco de acusaciones de la
burguesía y ello puede explicar, en parte del período, su actuación en segundo
plano. En el devenir del proceso aparecen actuando en diversos frentes,
sobrepasando el oculto rol inicial de asesores. Desde el diario Expreso, desde la
cúpula del SINAMOS, desde la prensa reformada y también desde altos cargos
de los ministerios, actuarán en el período ubicados en las distintas tendencias
que dentro del gobierno se van desarrollando.

El margen de juego que los militares conceden a estos "militantes del


proceso" no será muy amplio pues, tanto el carácter institucional como la
agudización de la lucha de tendencias, lo entorpecen. Los esfuerzos que se

208
También actuarán en el periodo, dentro de estos cuadros del gobierno, ex-apristas de distintas épocas y posiciones.
realizan por constituir una organización política en 1975, indican esta relación
difícil en la que muchos se jugaron enteros.

En efecto, los militares tienen conciencia de ser ellos el gobierno; por


origen, condición social e ideas políticas parecen coincidir con estos grupos
sociales que buscan implementar un proyecto conjunto e interpretan los in-
tereses del movimiento popular, puestos en sus términos. Pero esta identifi-
cación pasa por la lucha de tendencias. Enfrenta a buena parte de estos civiles
con los militares más cercanos a la burguesía y ante ello, a cada intento de
iniciativa política autónoma, el gobierno responderá recurriendo a la ins-
titucionalidad militar que caracteriza al gobierno. Tal parece ser el caso de la
anunciada formación del Movimiento de la Revolución Peruana poco después
del 5 de febrero de 1975, al cual el gobierno responde con la Comisión
Organizadora de la OPRP en la que hace participar, en verdadero ring de box, a
todas las tendencias que se expresan en el gobierno para entonces.

En efecto, ya en el período 1974-75 la actuación de esta pequeña


burguesía intelectual -convergente en 1968- se divide en varias tendencias que,
aunque generalmente se agrupan en función de las tendencias de la cúpula (la
Misión y los Militares Progresistas), muestran matices aún mayores. Ello
debilitará, al final del período, su influencia en la cúpula dentro del marco global
del deterioro del régimen.

La posición del Partido Comunista en el período ha de tener rasgos pro-


pios que lo distinguen. Reacciona .con fuerte crítica ante el golpe, señalando
que éste guarda relación con la reciente conferencia de comandantes de los
ejércitos americanos, articulada por los Estados Unidos. Sorprendido por la
toma de la IPC, permanece a la expectativa hasta la Ley de Reforma Agraria
en 1969, fecha a partir de la cual da su apoyo decidido al gobierno. Junto con
este apoyo, que no restringe en ningún momento (209), reclama medidas
concretas para el movimiento sindical, que sólo parcialmente obtiene; ataca
enérgicamente a las fuerzas de derecha y a la izquierda opositora y no vacila en
quebrar huelgas -como la de los maestros en 1971- cuando el gobierno llega al
límite de su tolerancia.

El apoyo del Partido Comunista tiene así características particulares. Es


quizás el único apoyo organizado realmente externo al régimen; que se ofrece
en vistas a una estrategia de largo plazo, por concentrar su actuar en el
movimiento obrero. El gobierno se niega sistemáticamente a reconocer ese
apoyo, y más aún, a considerarlo como aliado. En ocasiones agudiza, no sólo los
distingos con la ideología comunista sino los ataques al comunismo, sin
distinguir al Partido Comunista del resto de partidos comunistas que actúan
desde las posiciones de izquierda. Ni siquiera en la política laboral es coherente
con el apoyo que recibe del Partido Comunista. Ello se explica, en parte, por el
anticomunismo profundo inculcado en la formación militar y por la persistente
acusación de pro-comunismo que la burguesía utiliza como arma dentro y fuera
de la Fuerza Armada. Pero, a su vez, esta política -que no se limita al Partido
Comunista- expresa la voluntad de Ios militares de conducir solos el proceso
209
En la "segunda fase" continúa este apoyo.
político, de apoyarse casi exclusivamente en la Fuerza Armada y de aceptar el
concurso de otras fuerzas sociales y política, sólo en roles subordinados (210).

Aún en estos términos, el Partido Comunista será blanco del ataque


sistemático de la burguesía y los militares progresistas serán anatematizados
como comunistas, dentro y fuera del ejército. Ello demuestra la capacidad que
la burguesía retuvo en el período, con indudable participación militar, de utilizar
el anatema ideológico contra todo cambio que atentara contra sus intereses.

El movimiento popular se dinamiza en este amplio contexto de posiciones


y acciones transformadoras del rígido orden oligárquico. Haya partir del 68 una
apertura de espacio político en los niveles gremiales y sectoriales, que se
estrecha y cierra luego. Tanto el gobierno como la pequeña burguesía
radicalizada y el PC, integran parte de sus cuadros en la ciudad y en menos
proporción en el campo. Pero desde los años 60 se ve el surgimiento de
distintos partidos marxistas de pequeño caudal, que en este proceso se carac-
terizarán por su decidida oposición al régimen militar, juzgándole con esquemas
bastante rígidos y poco realistas aunque en los últimos años del gobierno se
aprecien matices más centrados en una comprensión de las tendencias en
juego. Su actuación política se concentra en el frente sindical y campesino.
Hacia ella derivan diferentes grupos políticos originados en buena parte en la
dirigencia estudiantil. Aprovechan en la coyuntura las contradicciones del
régimen y la política que éste implementa frente al movimiento popular. Hay en
el período importantes movilizaciones populares sectoriales, básicamente
centradas en la lucha económica, dentro de las cuales destacan las acciones de
los sindicatos de los mineros y maestros.

Pueden verse grandes dificultades para lograr una necesaria centrali-


zación sindical. El movimiento sindical, atravesado por las distintas corrientes
políticas, se presenta dividido en cuatro centrales nacionales y una
prácticamente en formación, El APRA, la Democracia Cristiana, el Partido Comu-
nista, el gobierno y la izquierda opositora a éste, disputan el control del mo-
vimiento obrero con organizaciones paralelas que restan poder a la clase obrera
en la escena política.

En el movimiento campesino se aprecia, en el período, el impacto di-


namizador del proceso de Reforma Agraria. Destacan: la movilización aprista
para democratizar las iniciales cooperativas azucareras; la movilización de
Huando y la lucha del campesino norteño contra las parcelaciones privadas,
movimiento que estuvo vinculado con una de las tendencias del gobierno; las
movilizaciones campesinas de Piura, Cajamarca y Andahuaylas, enfrentadas al
gobierno; así como otras acciones regionales reclamando primero la tierra y
luchando contra las condiciones de pauperización que se mantienen en el agro.

210
La. Democracia Cristiana y Acción Popular Socialista tienen frente al gobierno una posición muy similar a la del
Partido Comunista Peruano, pero no la analizamos específicamente por la escasa importancia de esos partidos en tanto
estructuras orgánicas, -en cuanto a bases y cuadros-o Aportaron personas a los cargos públicos, tratados por el
gobierno como individuos y no como representantes partidarios. Quizás el caso más explícito de actuación partidaria a
partir de una designación personal y ello fue aceptado así por el gobierno) sea el caso del Dr. Cornejo Chávez, en la
Dirección de "El Comercio".
El gobierno optó por organizar su propia central campesina en el mismo
año en que se reestructura la CCP (Confederación Campesina del Perú) por
acción de grupos de la izquierda opositora al gobierno. En trabajos más para-
lelos que enfrentados -dada la amplitud del campo- se producen estos intentos
de centralización con direcciones políticas divergentes, compitiendo en algunas
regiones.

En general, la política del gobierno frente al movimiento popular optó por


promover organizaciones nuevas que, bajo su dirección, enfrentarán a las
organizaciones populares vertebradas por el AP RA, el Partido Comunista o la
izquierda opositora. Pero, más allá de este punto de partida, se aprecia una
política contradictoria, vertebrada por la lucha entre las tendencias del
gobierno. Pueden así apreciarse desde los más verticales intentos de
manipulación de corte fascista (MLR, acción con el grupo de pescadores y otras
articuladas por "la Misión") hasta esforzados intentos de promover una
organización popular paralela, ubicándola en la política del gobierno, pero
abriendo un margen de acción propio y previsiblemente mayor con el tiempo
(CNA en parte, CONACI). No se trata sólo de matices secundarios si se tiene en
cuenta el cuadro político global y el hecho objetivo de que toda organización
popular es vertebrada por las fuerzas políticas en lucha. Son, sin embargo,
proyectos muy marcados por su punto de partida vinculado al mismo aparato
estatal. La resultante es contradictoria y negativa al haberse realizado en un
cuadro político que progresivamente arrinconaba al movimiento popular a partir
de la crisis económica y la política adoptada por el gobierno, que ya en 1974
reducía grandemente el margen de acción.

2.4. BUROCRACIA Y EMPRESAS PÚBLICAS

Con un proceso que parece cambiar la forma de Estado anterior, fortaleciendo


su rol en la economía y con un régimen en manos de uno de los aparatos de
Estado -la Fuerza Armada-, es evidente que se afectará otro aparato de Estado
clave: la burocracia. En tanto que es el Estado beneficiario inmediato del poder
expropiado a la oligarquía y al capital extranjero, la burocracia ha de adquirir
mayor poder y complejidad. Su dimensión fue creciendo ron casi todos los
gobiernos del siglo. Pero ahora es su poder de intervención en distintos
aspectos de la vida económica y social, el que se acrecienta.

En este gobierno se crean nuevos ministerios: Vivienda, Transportes y


Comunicaciones, Industria y Comercio (luego Industria y Turismo), Comercio,
Pesquería, Alimentación e Integración. Se crean oficinas con rango y atri-
buciones de ministro en sus jefaturas: SINAMOS, ORDEZA, CECOMBA, SINADJ y
SINADEPS (211). A partir de abril, de 1969 en que se da la ley que inicia la
Reforma de la Administración Pública, se sucederán gradualmente las leyes
orgánicas de cada ministerio, en las que se darán sustantivos cambios
211
INP: Instituto Nacional de Planificaci6n; SINAMOS: Sistema Nacional de Apoyo a la Movilizaci6n Social; ORDEZA:
Organismo de Desarrollo de la Zona Afectada por el Sismo; CECOMBA: Complejo Bay6var; SINADI: Sistema Nacional de
Información; SINADEPS: Sistema Nacional de Propiedad Social. EIINP (Instituto Nacional de Planificación) existía desde
antes pero una nueva ley incrementa sus funciones. Los jefes de estos organismos tienen voz en el Consejo de
Ministros.
fortaleciendo la capacidad de intervención de cada ministerio sobre el sector
respectivo. Se legisla estableciendo una divi~ión de la actividad nacional en
sectores -que no se limitan a la actividad pública, sino a la privada-o El ministro
es jefe del sector -público y privado- y el ministerio deja de normar o intervenir
única o fundamentalmente en la acción de los organismos públicos del sector.
Ya no es Ministerio de Salud Pública o de Educación Pública, sino Ministerio de
Salud o de Educación, en general. Las funciones incrementadas se refuerzan en
el período, con un complejo desarrollo de la burocracia central. . .

La nueva organización de los ministerios incluye también algunos que


provienen de la organización militar, como el peso particular que se otorga a la
Inspección General, la distinción entre organismos técnicos normativos (Estado
Mayor, ligados al Comando Central), organismos de ejecución (Regionales). y de
apoyo (Administración. . .). Pero más que estos rasgos -también presentes en
modernas tesis sobre organización y burocracia-, la presencia directa de
oficiales de la Fuerza Armada en importantes cargos de la alta burocracia va a
superponer estilos de conducci6n de estos dos aparatos de Estado, en normas,
procedimientos y canales de ejercicio del poder. No sólo está presente el hecho
de una administración subordinada al gobierno militar. Se incorporan a la
Administración Pública procedimientos oficiales y estilos que hacen muy
complejo el actuar de este aparato. El actuar de la burocracia se torna así
inseguro y muy rígido en algunos sectores, a la vez que se la intenta
modernizar y tecnificar para que pueda asumir funciones cada vez más amplias
y complejas.
El aparato burocrático ha crecido notablemente en función de una significativa
ampliación de sus fronteras de intervención. Se han descentralizado
administrativamente la mayor parte de los ministerios, sin por ello trasladarse
niveles de decisión vital a las regiones fuera de Lima. Se han incorporado
cuadros técnicos y profesionales en buena proporción, sin lograr transformar el
comportamiento de una burocracia tradicional ineficiente e insegura.

El comportamiento político de la burocracia no ha variado sustancial-


mente, aunque en ella haya impactado mucho el lenguaje radical de los gober-
nantes. Hablar de revolución y de participación es lo común, a la vez que se
conservan actitudes políticas tradicionales, comportamientos autoritarios y
centralistas. Como el régimen canaliza por vía de los aparatos de Estado todos
sus cuadros de apoyo y operación, la administración misma ha sido canal de
acción política de cuadros que en otros regímenes tendrían funciones par-
tidarias. Así, los promotores reemplazan, con respecto al trabajo en organiza-
ciones populares, lo que antes hubieran sido actores de una estructura parti-
daria. Pero en este caso se han de cruzar y confundir con funciones de
autoridad, de fiscalización o de apoyo, entrando en conflicto con otros cuadros
más propiamente administrativos. La lucha política entre tendencias del
régimen se expresará también en esta dimensión.
El surgimiento de un poderoso sector de empresas públicas complementa
este conjunto de cambios en la administración. En ellas se concentra la ac-
tividad empresarial del Estado, pasando en el corto plazo de 7 años, de una
economía liberal -en la que el Estado sólo tenía escasas y marginales empresas-
a una economía en la que el Estado concentra gran parte de la producción,
refinación y comercialización de la minería (Minero-Perú, Centromín, Hierro-
Perú); en la extracción, refinación y procesamiento del petróleo (Petro-Perú), la
extracción, transformación y comercialización de la pesca de anchoveta (Pesca-
Perú y EPCHAP); industrias básicas en el cemento, papel, construcción naval,
siderúrgica, etc. (lnduperú, SIMA, Siderperú, etc.); servicios de luz, teléfono,
transportes, etc. (Electroperú, Entelperú, Compañía Peruana de Vapores,
Aeroperú, etc.); a la par que el control de la Banca Estatal y la Banca Asociada y
la comercialización de productos agrícolas y de insumos (EPSA, ENCI). Estas y
otras empresas públicas, adquieren en el período un rol fundamental en la
economía y la sociedad, generando una tecnocracia diversa y muy bien
remunerada que proviene tanto del sector privado como de la universidad y la
burocracia (212).

Esta tecnocracia adquiere un rol político importante en el período, cla-


ramente pero subordinado a la cúpula militar. Como grupo social -con intereses
específicos- está en vías de desarrollarse paulatinamente, pero no tiene aún el
peso y el margen de autonomía que parece tener en otros países. Cuando
Fernando H. Cardoso (213) aplica el concepto de burguesía de Estado al caso
brasileño, parece señalar algunos rasgos que también podrían aplicarse a esta
tecnocracia, pero con grupos sociales que en esa sociedad parecen tener mayor
capacidad para cumplir un rol más independiente de la cúpula militar y
burocrática que en el caso peruano. Es importante en este caso, sin embargo,
apreciar lo que puede ser una tendencia e investigar al respecto para seguir su
actual evolución.

3. NOTAS FINALES

Se han señalado algunos rasgos del régimen político, estrechamente li-


gados a los cambios producidos en la forma de Estado oligárquico que existía
en 1968. No se trata de un planteamiento exhaustivo, ajeno a los objetivos de
este trabajo, sino de la presentación de algunas características que se evi-
dencian a partir de la observación de la escena política. Merecen ser investiga-
das sistemáticamente, para así llegar a conclusiones que permitan procesar el
régimen político y la forma de Estado que se está creando en el Perú. A un nivel
de hipótesis planteamos, sin embargo, que los cambios ocurridos en el régimen
político no sólo lo diferencian del régimen anterior sino dan lugar a un régimen
de transición, aún no completamente definido. Es más, al haberse producido
cambios sustantivos en el bloque en el poder y en la relación de lo económico y
lo político, la forma de Estado oligárquico -abstencionista en lo económico-
cambia también hacia una forma de Estado de transición que, a partir de la
modernización capitalista producida, se adecué a las necesidades del nuevo
bloque.

Antes que calificar ya los términos de este nuevo Estado se requiere


investigar mejor los componentes del nuevo bloque: la burguesía industrial
212
No mencionamos exhaustivamente todas las empresas. Incluimos algunas que existían antes de este gobierno pero
que han sido sustantivamente incrementadas en su capacidad de producción (CPV. SIMA, Sider Perú...).
213
CARDOSO. Fernando Henrique. ESTADO y SOCIEDAD EN AME RICA LATINA. Buenos Aires Ediciones Nueva Visión
1973.
predominante, las distintas formas de presencia del capital imperialista en ella
y en relación al Estado y los grupos sociales aliados que provienen tanto de los
hoy reforzados aparatos de Estado (Burocracia, Tecnocracia y Fuerza Armada)
como de posibles ordenadores políticos de la pequeña burguesía. La
característica hasta ahora más saltante parece ser el significativo poder del Es-
tado, que potencia el margen de juego de aquellos actores políticos que ad-
quieren poder a través de los aparatos de Estado (militares, burocracia,
tecnocracia).

Pensamos que la transición no ha concluido; no sólo a nivel de la relación


Estado-economía, sino en el nivel propiamente político. Las variaciones
producidas en los términos de la lucha política -que han potenciado y puesto en
ofensiva en 1976 a actores políticos del 68- no sólo han conseguido del
gobierno una política económica más coherente con los intereses de la
burguesía, sino que han logrado eliminar virtualmente a los grupos militares
que en el gobierno representaban las posiciones radicales y progresistas más
ligadas a un proyecto político de la Fuerza Armada que se definió como al-
ternativo al proyecto liberal de la burguesía. Hoy, se hacen presentes en la
escena cuestionamientos y tensiones que reclaman volver a los términos
políticos que planteaba el reformismo liberal en 1970-74, a la vez que el gobier-
no militar llama a un empresario privado -conocido como cuestionador del
proyecto velasquista- como Ministro de Economía (214). La tecnocracia y en
parte los mismos militares no parecen, sin embargo, muy dispuestos a dismi-
nuir el poder económico del Estado y en medio de estas tensiones se intenta
afrontar la crisis económica.

Los políticos defenestrados el 68 reclaman elecciones como convicción


previa, levantando el dedo acusador contra "la Primera Fase", a la que niegan
toda legitimidad unos, mientras que otros callan prudentemente para no agre-
dir a la institución castrense que aún está en el poder. La burguesía tiene, sin
embargo, varias alternativas. No parece apoyar en bloque a los políticos que
piden elecciones inmediatas. Necesita que este gobierno -con capacidad de
reprimir la protesta popular contra la política económica- solucione primero la
crisis en términos que aumenten la rentabilidad de sus empresas. Sin embargo,
en perspectiva, los efectos de esta política son diferentes en la gran empresa y

214
El Ing. Walter Piazza -Ministro de Economía y Finanzas- sustentó su posición doctrinaria y política ante el Presidente
Velasco en CADE 1972. Dijo Piazza que al hombre. . . "hay que definirlo tal como es: un 88r por natura egoísta qua
busca su felicidad, pero que solo alcanza su calidad verdaderamente humano cuando su espíritu se proyecta sobre la
sociedad". De allí dedujo que "l. sana amblcl6n del hombre y de su LEGITIMO EGOISMO, en la medida que no
perjudiquen al conjunto social, han sido, son y serán vigorosas fuerzas motoras de progreso". A partir de esta
formulaci6n doctrinal defendi6 el pluralismo económico en los términos en que convenía a la empresa privada, es decir
sin siquiera la menci6n a la prioridad de la propiedad social, tal como ahora lo ha reformulado la Segunda Fase. A partir
de ello formuló también la forma en que los empresarios privados podían aceptar la comunidad laboral: participaci6n sí
pero no compartir la autoridad.
El Presidente Velasco respondió señalando "reparos y discrepancias significativas" sosteniendo que desde el punto de
vista del gobierno hay un fundamentable error INSUBSANABLE en sostener un enfoque de los problemas sociales, eco-
nómicos y políticos basados en el Individualismo o en una reduccl6n de la compleja naturaleza de lo humano a la sola
dimensión del egoísmo en el Individuo o finalmente en aceptar que la ambición y el egoísmo siempre y por siempre
serán vigorosas fuerzas motoras del progreso.....
Sostuvo el Presidente Velasco al rechazar ese planteamiento capitalista liberal que el gobierno rechazaba también el
comunismo estatista y el capitalismo con planificaci6n estatal que en este discurso lo identifico con los tercerismos.
Señalo finalmente que "la participación es participación en la toma de decisiones o no es nada" y que en síntesis el
planteo del gobierno frente a la empresa privada reformada esa propiedad compartida, dirección o autoridad
compartida Ver CRONOLOGIA POLITICA. Hecho No. 1898 pp. 449 a 452.
en las medianas y pequeñas. A su vez la definición del rol del Estado en la
economía es vista de manera diferente por diversos sectores de la burguesía,
unos más ubicables en el proyecto liberal anterior y otros más dispuestos a
compartir con la nueva tecnocracia un desarrollo capitalista en el cual el Estado
juegue un rol decisivo. Los proyectos políticos están, así, en plena reformulación
dentro de una burguesía homogeneizada -respecto a la anterior etapa histórica-
pero con composición heterogénea a nivel de sus intereses específicos. En
estos proyectos políticos de la burguesía es posible reconocer la búsqueda de
una "democratización" que mantenga lejos del poder a las mayorías. Pero será
cada vez más difícil si hay lucidez en los actores políticos populares y se usa el
espacio que cada proyecto político abre en alguna medida, unificando las
fuerzas progresistas con criterio amplio y aprovechando las lecciones y
experiencias de este intenso período histórico.

Quedan muchos rasgos por investigar, a la par que se desarrollan y cues-


tionan las hipótesis aquí planteadas. El análisis político, comparando el Estado
oligárquico -como sistema global de dominación- con el Estado de transición
actual, analizando los rasgos de los distintos regímenes políticos que hacen
operar ese Estado y el actual, resulta importante para ver el curso del proceso
político y sus posibilidades para las grandes mayorías. En esta óptica, hay que
ver también qué rasgos se mantienen, reforzando el poder del régimen para
dictar el curso de las mayorías, al margen de la voluntad de éstas. La limitación
real de toda participación política del pueblo hoy es correlato de un régimen
que concentra todo el poder del Estado, heredando y manteniendo rasgos
desarticuladores propios del Estado oligárquico. Este era gobierno de pocos
para los intereses de clases dominantes tradicionales. Hoy, el gobierno sigue en
manos de muy pocos y su política sirve en esencia a las clases dominantes
modernizadas. He aquí otros rasgos a investigar. La permanencia del carácter
antidemocrático propio del Estado oligárquico, a pesar de que entre 1968 y
1975 las reformas abrieron canales reales de participación social (215), en claro
contraste con los períodos anteriores. Esa participación -llamada social- por
partir de la base empresarial, es fácil de comprimir e incluso de anular cuando
no se expresa en una democratización política real y cuando los intereses de las
mayorías no pueden ser expresados por ellas mismas, sin tutela de otras clases,
en la arena política.
POST SCRIPTUM

Algunos hechos ocurridos durante la impresión de este libro incitan a


incluir unas líneas de referencia. El paro general del 19 de Julio es uno de los
hechos políticos más importantes de los últimos años, por lo que expresa en
perspectiva. Se produce, a su vez, rodeado de hechos significativos para el
régimen que continúa en el poder, gobernando en nombre de la Fuerza
Armada.

El paro del 19 es fruto de una situación objetiva -la golpeada economía


popular- y de una unión de voluntades -la coordinación de sindicatos y fuerzas
políticas-, no sólo competitivas sino enfrentadas en los últimos años. Esta

215
Incremento notable de sindicatos, cooperativas, comunidades laborales, ate.
confluencia se produce en uno de los momentos en que el gobierno se en-
cuentra más aislado. Después de poner en práctica las medidas económicas
antipopulares de los Ministros Barúa y Piazza, después de modificar la Ley de
Comunidad Laboral y manejar al país con las garantías constitucionales sus-
pendidas por más de un año, el gobierno carece del más elemental apoyo de
las mayorías populares, que cada vez ven más reducido su nivel de vida y más
limitadas sus posibilidades de organización y expresión. En efecto, el paro se da
precedido de. protestas en distintas ciudades del país y de una condenatoria
declaración de los Obispos del Sur Andino que cuestiona la política económica y
social del gobierno, evidenciando una confluencia que da cuenta de la situación
objetiva que vive la mayoría del país.

El paro fue convocado por un Comando Unitario que sentó en la misma


mesa a la CGTP, la CNT y la CTRP-Lima, junto con 18 Federaciones no adheridas
a ninguna Central. En el espectro político, esta confluencia unificó al
Partido Comunista Peruano, a un sector ligado al Partido Demócrata Cristiano,
al Partido Socialista Revolucionario, a Vanguardia Revolucionaria, al Partido
Comunista Revolucionario, a otros grupos menores de izquierda y a diversos
sectores sin definición partidaria. El hecho de que se pusieran de acuerdo es de
por sí significativo; aunque es preciso recordar que no se integraron sectores
mineros y magisteriales pertenecientes al Partido Comunista del Perú -Patria
Roja-, decretando una paralización posterior en el sector minero. El paro se
hace efectivo sin la adhesión del Partido Aprista que controla la antigua
Confederación de Trabajadores del Perú, entidad que se automargina de esta
movilización que sólo puede compararse a las jornadas de principios del
presente siglo.

En otros países, con una trayectoria sindical poderosa, puede no ser sig-
nificativo un paro general, efectivamente nacional, como éste. En el Perú,
sociedad desarticulada políticamente, con fuertes y propiciadas divisiones en
los gremios, con un "estado de emergencia" que cumplió más de un año de
duración desarticulando todo intento de movilización, este hecho es significa-
tivo. Lima quedó completamente paralizada, con el transporte reducido, a pesar
de que las organizaciones gremiales de transportistas no se habían adherido al
paro. Las zonas de mayor concentración industrial estuvieron totalmente
paralizadas. Aunque los noticieros, diarios y revistas -sujetos a censura previa
desde esa fecha- afirmen en más de un caso que el paro fue parcial, indican
paralizaciones en Tacna, 110, Arequipa, Puno, Cuzco, Ayacucho, Huancayo,
Huánuco, Pucallpa, Cajamarca, Trujillo, Piura, Chiclayo. Es decir que, en buena
cuenta, por más recortes que se introduzcan, el paro fue efectivamente
nacional.

Este hecho debe ser adecuadamente evaluado, teniendo en cuenta las


circunstancias en que se dio. La caída del Ministro Piazza -previa al paro luego,
de discrepancias con el resto del gobierno que sólo se han reflejado en algunos
paliativos a la dura política económica, y el discurso presidencial del 28 de Julio,
anunciando que habrá elecciones para una Asamblea Constituyente en 1978 y
que la Fuerza Armada transferirá decididamente el poder en 1980, indican la
existencia de tensiones en la cúpula, en un momento en que ésta pareciera
contar sólo con el apoyo de la Fuerza Armada.
El anuncio del retorno al sistema electoral se produce a la vez que miles
de obreros y dirigentes sindicales son despedidos al amparo del D.S. 10-77-TR,
que otorga a los empresarios la capacidad de despedir a los "organizadores" del
paro.

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