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CONFLICTO
Por otra parte, existen también una serie de obligaciones internacionales que
Colombia asumió. Estás se encuentran suscritas en los Tratados Internacionales,
entre ellos se encuentra el Pacto de San José inscrito en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, aprobado por el Congreso mediante la Ley 16 de 1972, de
forma complementaria está la Ley 74 de 1968 que establece que los reclusos tienen el
derecho a ser tratados de forma digna y que el objeto de la pena es la resocialización.
Como podemos observar la ley es clara para definir los derechos que deben ser
conservados dentro de los centros penitenciarios y el fin de la reclusión. Sin embargo,
afirmar que en la práctica se están llevando a cabo es imposible ya que existen una
serie de dificultades que con el paso del tiempo han hecho que la situación interna de
los presos sea peor, aparte de que estas personas como lo afirma la Defensoría del
Pueblo: deben pagar sus culpas con privación a la libertad, también deben enfrentar la
violación constante de sus derechos humanos dentro del penal. Esto es así, debido a
que internamente se están sobrepoblando las cárceles generando principalmente
hacinamiento que es la causante de otros problemas como: fallas de salubridad,
degradación, tratos inhumanos, corrupción y violencia.
El hacinamiento es uno de los principales problemas que a lo largo del tiempo han
tenido que afrontar los diferentes gobiernos del país. Desde la década de los 90ª se ha
observado como el número de reclusos es mayor a la capacidad que tienen las
cárceles en Colombia. Sin embargo, la situación ha empeorado sobretodo desde 1996,
ya que es precisamente en este año cuando empieza a observarse un incremento
fuerte en el sobrecupo carcelario debido a la puesta en práctica de la Ley 228 de 1995
conocida como el Estatuto de Seguridad Ciudadana, mediante esta ley se
establecieron penas privativas a la libertad por delitos menores sin tener en cuenta la
crisis de cupos en las cárceles. Según cifras establecidas por la Defensoría del Pueblo
la capacidad carcelaria para 1996 era de 28.332 cupos, sin embargo el total de
reclusos fue de 39.676.
Para el 2001 la situación empezó a ser aun más crítica, ya que se había pasado por
un proceso de reducción de establecimientos carcelarios, de 178 se pasaron a 165, de
los cuales 10 era reclusiones de mujeres. Durante ese año el hacinamiento llegó a un
37% superando a otros países de Latinoamerica, las cifras demostraban que la
capacidad era de 42.575 cupos, sin embargo, la población recluida era 49.302
personas con un déficit de 6.727 cupos.
Concluye el INPEC en este informe que como medidas para disminuir el alto grado de
hacinamiento debe implantarse medidas alternas que tengan una política criminal
coherente y racional que se oriente hacia la prevención del delito y la racionalización
del uso de la privación de la libertad.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la reflexión que se hace es que en los últimos
años la política a seguir para el manejo de hacinamiento en las cárceles del país ha
sido la creación de nuevos establecimientos penales y el cierre de aquellos centros de
reclusión que tienen una baja capacidad y se encuentran distantes de la
administración central, teniendo como justificación que se requiere racionalizar los
gastos a nivel nacional. Sin embargo, no se tiene en cuenta que la solución no se
encuentra únicamente en la inversión en infraestructura si no se maneja de forma
paralela una política carcelaria efectiva con una eficiente administración en los
procesos de los sindicados, ya que ha sido una constante que en nuestro país muchos
casos terminen extendiéndose en el tiempo sin resolverse la situación jurídica de estas
personas.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que si a nivel interno como estos organismos
lo afirman el hacinamiento esta causando graves dificultades para que la
administración de servicios de salud y alimentación sea efectiva y que además esta
generando internamente violencia y violación de derechos humanos. No hay claridad
de cómo se pueden implantar las alternativas que en general plantea cada uno de
estos organismos. Se afirma que deben establecerse mecanismos alternos a la
reclusión para el pago de deudas con la justicia, sin embargo no se establece como se
podrían ejecutar y como sería su direccionamiento.
En conclusión, lo único que queda claro hasta el momento es que hay una alarma
general de diferentes organismos del Estado y anexos a éste, por la situación interna
de las cárceles y que es muy posible que de no establecerse medidas eficaces para
enfrentar el problema se verá en grave riesgo el control de estos centros penales, ya
que a medida que aumenta la violación de derechos humanos en estos lugares es
más difícil el manejo eficiente de la administración interna, el mantenimiento de la
seguridad de todos los internos y la rehabilitación de los reclusos para la
resocialización.
BIBLIOGRAFIA:
Ver: Ministeriodejusticia.gov.co/jurisprudencia/corteconstitucional/2000/Tutela/T-256-00.htm