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MORFOLOGIAWAINHAUS
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GILLO DORFLES
MORFOLOGÍAWAINHAUS | LECTURAS
GILLO DORFLES
1. EL OBJETO CREADO POR EL HOMBRE queremos llevar a cabo un análisis de nuestra civili-
Y EL OBJETO NATURAL zación, de nuestra sociedad, de nuestro arte, lo po-
demos hacer sólo a condición de tener en cuenta es-
Quizás entre los primerísimos impulsos que el te universo objetual y artificial del que ya no pode-
hombre se siente inclinado a satisfacer está el de mos desvincularnos pero del que –y es esto lo que
crear objetos. Por este término entiendo (se tratará nos importa– podemos y debemos ser finalmente
de una definición provisional y aproximativa, des- conscientes.
de luego): «cosas materiales debidas a una manipu- Muchos de los estudios dedicados en estos últi-
lación directa de cualquier sustancia presente a mos años al arte, a la crítica, a la historia reciente,
nuestro alrededor que conduzca a la formación de han rozado este tema. Se ha hablado de «glorifica-
algo distinto de lo que existía con anterioridad». ción del objeto» por parte de los surrealistas, se ha
Como puede verse, una definición un poco caótica, hablado de «objeto inventado» a propósito de Da-
incompleta quizás y en parte redundante, pero que dá, se ha hablado de «pintura-objeto» y de «abstrac-
espero nos permita englobar todos o buena parte de ción objetual», en los últimos años, pero pocas ve-
los casos previstos y previsibles. De todos modos, ces se ha planteado la cuestión de cómo, precisa-
espero precisar mejor en el curso de este capítulo el mente hoy, la obra de arte (y como veremos no só-
exacto significado que me propongo atribuir a este lo ella) ha desarrollado agudamente sus característi-
término.1 Por de pronto, quiero precisar de inme- cas objetuales en detrimento quizá de las imaginífi-
diato que no intento referir me aquí a «objeto» en cas, alegóricas, representativas. Pero la importancia
el sentido de «objeto de una experiencia», o como del objeto así entendido no es por cierto sólo de
«objeto» contrapuesto a «sujeto», sino al objeto en nuestros días: creo posible afirmar fácilmente que el
la acepción de Gegenstand, y por ende no en la de objeto creado por el hombre constituye, desde los
Objekt. tiempos más remotos, casi una suerte de prolonga-
Además, en referencia a la situación que este ción, de extrinsecación de la propia constitución fí-
vocablo puede revestir en estética, hablando de la sico-psíquica humana.
importancia asumida hoy por los «objetos», no
quiero referirme al «objeto estético» –que podrá ser
incluso algo totalmente distinto de un objeto só1i- 2. VALOR ESTÉTICO DEL OBJETO
do y material–, sino a la vasta categoría de «cosas
materiales» que nos rodean y que existen por el so- Tanto el utensilio primitivo (sílex aguzado, fle-
lo hecho de haber sido producidas –directa o indi- cha de obsidiana, hacha, cuchillo) como el más re-
rectamente– por la intervención del hombre. En finado instrumento de precisión de nuestros días
efecto, éste es el verdadero centro del problema que (compás, transistor, microscopio) poseen una doble
aquí nos interesa: llamar la atención del lector so- característica que les es común: la de estar investi-
bre el hecho de que hoy como nunca vivimos en un dos de una específica «función» (herir, cortar, atar,
mundo donde la importancia asumida por los ob- realizar operaciones mecánicas), y la de «envolver»,
jetos que nos rodean se ha vuelto casi tan grande englobar, encapsular dicha función mediante un
como la de la naturaleza que nos ha creado y de la particular aspecto externo que debe asumir caracte-
que está constituido nuestro planeta. Esto es, que si rísticas más o menos constantes; que, en una pala-
bra, debe resultar «estético». Nos encontramos qui- Otra peculiaridad del objeto industrial es su rá-
zás en el verdadero origen de un primitivo y aún su pida obsolescencia, el precoz desgaste de su forma,
mamente remoto principio de funcionalidad artís- debido más que a razones técnicas a razones de
tica, quizá más primordial aún que el que condujo mercado.
a los hombres a ejecutar sus dibujos en las paredes La rapidez del consumo, y por ende la inestabi-
de las cavernas paleolíticas. lidad formal propia del objeto industrial, se debe
No cabe duda, creo, de que cierto grado de más a razones de moda que de verdadero estilo; de
«placer estético» entró en juego ya en los más anti- modo que las transformaciones, incluso notables,
guos objetos (descubiertos por la arqueología) que en su forma pueden ser totalmente gratuitas y debi-
el hombre utilizó desde los comienzos de su cami- das a factores de competencia, de mercado, de pu-
no sobre la tierra. Del mismo modo, no hay duda blicidad.
de que aún hoy el hombre tiende siempre a inves-
tir con un cociente estético el objeto que común-
mente utiliza (veremos mejor en el capítulo dedica- 3. DEL OBJETO ARTIFICIAL
do a las relaciones entre el diseño industrial y las ar- A SU «NATURALIZACIÓN»
tes algunos de los problemas específicos de dicho
proceso). Del sector que estamos tratando forman Volviendo a considerar el objeto creado por el
parte, evidentemente, tanto el objeto artesanal co- hombre, como tal, prescindiendo de toda distin-
mo el industrial, pero ahora sólo quiero mencionar- ción en relación a la producción y elaboración del
lo de paso porque en otra ocasión me he ocupado mismo, podemos constatar que, en una primera fa-
de la cuestión con mayor amplitud.2 se, puede ser entendido como un instrumento ca-
La diferencia sustancial que existe entre las dos paz de potenciar y prolongar en cierto sentido las
«clases» de objetos consiste sobre todo en el hecho facultades operativas del individuo. En una segun-
de que el objeto manual, artesanal, posee caracteris- da fase, el objeto deberá ser concebido como for-
ticas estéticas que se revelan sólo en el acto de rea- mando parte ya –en un sentido autónomo– de
lización del mismo y que incluso pueden serle agre- nuestro background ambiental, de nuestro entoura -
gadas en el último momento por el particular y sen- ge, de nuestro environment.
sible «toque» del artesano; mientras que en el obje- En otros términos: las justificaciones que pue-
to industrial toda cualidad artística está, y debe es- den tener valor para un estudio antropológico de
tar, implícita en el diseño original, o al menos en el una determinada época cultural, que pueden tener
modelo ejecutivo, que constituye la matriz de todas en cuenta el surgimiento de los objetos reproduci-
las sucesivas formas de la serie. Este hecho –la pre- dos por el hombre «como si antes no hubisen exis-
sencia de una producción en serie, esto es, de ejem- tido jamás», deben, por el contrario, ceder lugar
plares totalmente idénticos entre sí– es algo parti- –en un estudio que considere el estado actual de las
cularísimo de nuestra civilización, algo práctica- cosas– a una valoración de los objetos como cons-
mente desconocido en todas las épocas que prece- titutivos de una «clase» autónoma con la que el
dieron a la nuestra, y nunca se precisará bastante hombre mantiene una relación muy particular, que
cómo de este hecho han derivado muchas de las podrá ser la integrativa que mencioné anteriormen-
transformaciones sufridas por el concepto mismo te (el objeto como instrumento y prolongación de
de arte, de unicum artístico, de originalidad, de ob- su misma persona), pero que también podrá ser la
solescencia. contrapositiva. el objeto como «cuerpo extraño», co-
En efecto, todo producto artesanal, aunque sea mo elemento del que es necesario adueñarse o que
ejecutado mediante la intervención directa de una hay que descartar. Es esta segunda eventualidad la
máquina (como en el caso de numerosos objetos de que nos interesa sobre todo, porque tiene una refe-
la antiguedad producidos en el torno), tiene siem- rencia más estrecha con la importancia asumida se-
pre un límíte de acabado y un margen de azar que gún veremos por el objeto, en la creación y formu-
no son concebibles para el objeto industrial. Y es lación de algunas obras de arte de nuestros días. En
ésta una de las diferencias más sensibles entre las efecto, en determinado momento el objeto creado
dos categorías de objetos. por el hombre se torna análogo al que podríamos