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César Vallejo

 



Lo religioso es un hecho que aparece constantemente a lo largo de la historia, que está presente en todas las
culturas hasta tal punto que ha sido considerado como una dimensión más del ser humano. Del mismo modo
que, por ejemplo, hablamos de la dimensión social o ética, tendríamos que hablar paralelamente de la
dimensión religiosa como una más que se ha de tener en cuenta en el análisis comprensivo del hombre y de
todos cuanto le rodea. Sin embargo, como el hecho religioso se manifiesta bajo multitud de formas, resulta
tremendamente difícil precisar su significado al margen de la cultura concreta en la que surge. No ha sido
posible alcanzar una definición satisfactoria del fenómeno religioso que abarque todas sus manifestaciones.
En términos generales, parece responder al sentimiento que el hombre experimenta de sus limitaciones, de su
indefensión frente a todo cuanto le rodea. De ahí surgiría la idea de divinidad. Pero la función de lo religioso
parece ir más allá, hasta tal punto que su significado habría que ampliarlo hasta englobar la búsqueda de
sentido total de la vida humana.

El concepto de divinidad encuentra multitud de traducciones en las distintas culturas: va desde las relaciones
del hombre con un dios trascendente y personal hasta el sentimiento de solidaridad con todos los seres
humanos e incluso con todos los seres de la tierra.

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En cualquier caso, el fenómeno religioso asume y engloba todos los aspectos parciales de la vida humana,
confiriéndole orientación y valores peculiares. En la religión, el hombre busca, además de una explicación
total de la realidad, el sentido último de su existencia, su destino, problemas que, difícilmente encuentran
respuestas plenamente satisfactorias. Por otra parte, en nombre de la religión se han llevado a cabo los más
heroicos comportamiento y también los más altos desmanes: ³opio del pueblo´ para unos y ³exigencia
revolucionaria´ para otros; comprenderemos, pues que desde la filosofía sea criticada y con frecuencia
atacada en sus mismas raíces.


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Para Edward Tylor (1854- 1917), la forma más rudimentaria de religión sería el ANIMISMO, que consiste en
concebir los fenómenos como do9tados de vida, de ánima. El hombre constata en sí mismo la presencia de
acción diferente del cuerpo, que continúa actuando cuando el cuerpo está parado (sueños, muerte, etc) y lo
atribuye también a las realidades del mundo y a fenómenos naturales que se le imponen por su poder o rareza.

James George Frazer (1854-1941) encuentra el origen de la religión en la magia: cuando el hombre cae en la
cuenta de que no puede dominar las fuerzas superiores con la magia, recurre a la religión, paralelamente a
como hoy recurrimos a la ciencia.

Con Emile Durkheim (1858-1917) se produce un cierto cambio al afirmar que el origen de la religión es un
hecho social que tiene como forma elemental el totemismo. El tótem suele ser una especie de animal que se
constituye para el clan en la realidad sagrada por excelencia, debido a las fuerzas impersonales que
representa; adquiera así el carácter de símbolo del grupo.

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La existencia´ de Dios no pertenece ³necesariamente´ a la fe. A esta verdad puede acceder el hombre
mediante su razón. Esto no quita que también esta verdad esté revelada.
Las pruebas más tradicionales para demostrar la existencia de Dios son estas cinco vías expuestas de modo
magistral por Santo Tomás de Aquino (³Suma Teológica´, Prima pars, cuestión 2, artículo 3). Son éstas
pruebas propiamente metafísicas. Estas vías son cinco argumentos a posteriori (a partir de las cosas más
conocidas por el hombre) que demuestran la existencia de Dios; así, por ejemplo:
  
"La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los
sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro,
ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En
cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al
acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el
fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es
posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas
diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la
vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como
también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si
lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro. Mas no se
puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor
alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del
primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario
llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios."
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"La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un
orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues
en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar
indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la
primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una
causa, se suprime el efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la
última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de las causas eficientes, no habría causa eficiente
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primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por
consiguiente es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios".


"La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la
naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen,
y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de
tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no
fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si
esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más
que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa
alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los
seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario.
Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de
otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de
cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la
causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios."

 
"La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son
más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el
más y el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más
caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo,
nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima
es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género
existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice
Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de
todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios."

"La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento,
como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre,
obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a
su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un
fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego
existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios."

Existen otras vías a las que mejor corresponde llamar ³argumentos complementarios´. Estas son:
1) La demostración por el consentimiento universal del género humano: todos los pueblos, cultos o bárbaros,
en todas las zonas y en todos los tiempos, han admitido la existencia de un Ser supremo. Ahora bien, como es
imposible que todos se hayan equivocado acerca de una verdad tan importante y tan contraria a las pasiones.

2)  !"#$%# #&'($#')() # : consta con toda certeza que el corazón humano apetece la
plena y perfecta felicidad con un deseo natural e innato; consta también con certeza que un deseo propiamente
natural e innato no puede ser vano, o sea, no puede recaer sobre un objetivo o finalidad inexistente o de
imposible adquisición; y consta, finalmente, que el corazón humano no puede encontrar su perfecta felicidad
más que en la posesión de un Bien Infinito. Por tanto, existe el Bien Infinito al que llamamos Dios.

3)  # *)!$"()#  # + ,#: existe una ley moral, absoluta, universal, inmutable, que prescribe el
bien, prohíbe el mal y domina en la conciencia de todos los hombres. Ahora bien, no puede haber ley sin
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legislador, como no puede haber efecto sin causa. Este legislador ha de ser, al igual que esa ley, absoluto,
universal, inmutable, bueno y enemigo del mal. Esto es lo que denominamos Dios.

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"La religión es comparable con la neurosis infantil".

³No, nuestra ciencia no es una ilusión. Pero sí sería una ilusión suponer que lo que la ciencia no puede
darnos lo podemos encontrar en otro lugar".

³Los sentimientos de 'amor y temor de dios' no tienen su origen en dios, si no en los seres humanos. Son
sentimientos de frustración dirigidos por el hombre a un ser imaginario que pretende sea su padre..."
³Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea.´

³Ni los demonios ni los dioses existen, son todos productos de las actividades síquicas del hombre´.

³Sería muy simpático que existiera dios, que hubiese creado el mundo y fuese una benevolente providencia;
que existieran un orden moral en el universo y una vida futura; pero es un hecho muy sorprendente el que
todo esto sea exactamente lo que nosotros nos sentimos obligados a desear que exista´.

³Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos´.

$*$

La religión primitiva es el totemismo, el culto a los animales. El clan se considera emparentado (tótem:
parentesco) con un determinado tótem, un animal, planta o fenómeno natural. El animal totémico protege al
grupo y no debe ser dañado ni matado; a los pertenecientes al grupo totémico les están prohibidas las
relaciones sexuales entre sí (exogamia). De esta manera, como consecuencia del totemismo, aparecen los
primeros preceptos éticos: la prohibición del asesinato y del incesto. Una vez al año, sin embargo, el animal
totémico es ritualmente matado y comido por completo, con el fin de que renueve la fuerza del clan o de la
tribu. De este banquete totémico, en cierto modo sacramental, habría nacido después tanto el culto a los
seres divinos (al principio en forma de animales) como la inmolación de víctimas.

(«) Por tanto, en el estadio del animismo o totemismo, el culto no es otra cosa que magia: acciones y, sobre
todo, palabras dotadas de una eficacia en cierto modo automática que permitiría influir de forma inexorable
sobre las fuerzas de la naturaleza. Solo con el progresivo descubrimiento de la ineficacia de la magia (frente
a la muerte sobre todo) habría surgido luego la fe en los espíritus y dioses y, con ello, la religión destinada a
aplacar las fuerzas de la naturaleza. Y por último, mucho más tarde, por sucesivas correcciones, el
pensamiento racional y científico, la ciencia.

(«) los hombres vivían en hordas: todas las hembras se hallaban bajo el dominio de un macho fuerte,
violento y celoso. El padre de la horda primitiva, cual déspota absoluto, reclamó para sí a todas las mujeres y
mató y ahuyentó a los hijos como rivales peligrosos. Pero un día estos hijos se unieron y, juntos, vencieron,
mataron y comieron al padre, que había sido su enemigo pero también su ideal. Tras hacer esto, no fueron
capaces de recoger su herencia, pues se estorbaban unos a otros. A consecuencia del fracaso y movidos por
el arrepentimiento, aprendieron a llevarse bien unos con otros, se agruparon en un clan de hermanos
mediante los estatutos del totemismo, que excluían la repetición de una acción semejante, y, todos juntos,
renunciaron a la posesión de las mujeres por cuya causa habían matado al padre. En adelante tenían que
conformarse con las mujeres extrañas; tal es el origen de la exogamia, estrechamente relacionada con el
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totemismo. La comida totémica conmemoraba la horrible acción, de la cual no sólo surgió la conciencia de
culpa de la humanidad (el pecado original), sino que también arrancan la organización social, la religión y
las restricciones morales´. Es decir, la religión como tal se basa en el complejo de Edipo de la humanidad
entera.
Freud considera que esto basta para explicar psicológicamente el origen de la religión. La génesis de la
religión está cimentada en el complejo del padre y su ambivalencia: ³una vez que se abandonó la sustitución
del padre por el animal totémico, el temido y odiado, venerado y envidiado padre primitivo se convirtió en el
modelo de Dios. El despecho del hijo y su añoranza del padre lucharon entre sí estableciendo siempre
nuevos compromisos, a través de los cuales había, por una parte, que expiar el acto de asesinato del padre y,
por otra, que afianzar y asegurar sus ventajas. Esta concepción de la religión proyecta especial claridad sobre
la estructura psicológica del cristianismo, en el que la ceremonia de la comida totémica todavía pervive,
poco modificada, como comunión´.

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Una exigencia de la razón pura práctica está fundada en un deber: el de tomar algo (el supremo bien) como
objeto de mi voluntad para intentar realizarlo con todas mis fuerzas: en este caso estoy obligado a
presuponer la posibilidad de este objeto, por tanto, también las condiciones necesarias para esta posibilidad,
es decir, Dios, la libertad y la inmortalidad, porque yo no puedo demostrarlas por mi razón especulativa,
aunque tampoco pueda refutarlas. Este deber se funda en una ley enteramente independiente de estas últimas
presuposiciones, apodícticamente cierta por sí misma, es decir, sobre la ley moral, y no necesita de ningún
apoyo procedente de fuera, de la opinión teórica sobre la naturaleza en sí de las cosas, el fin secreto del
orden del mundo o un soberano que lo gobierne, para obligarnos lo más completamente posible a unas
acciones incondicionalmente conformes a esta ley. Pero el efecto subjetivo de esta ley, es decir, la intención
conforme a esta ley y necesaria por ella, de trabajar en realizar el supremo bien prácticamente posible,
supone al menos que este último es posible, si no sería prácticamente imposible esforzarse hacia el objeto de
un concepto que fuera vano y sin objeto.

(«)

Así pues, es ésta una exigencia absolutamente necesaria, y presuponerla es justificado, no sólo como una
hipótesis permitida, sino como un postulado en sentido práctico. Y admitiendo que la ley moral pura obliga
inflexiblemente a cada cual como un mandato (no como una regla de prudencia), el hombre honrado puede
decir: yo quiero que exista un Dios, que mi existencia en este mundo sea también una existencia en un
mundo puramente inteligible exterior al enlace de la naturaleza, en fin, que mi duración sea infinita: me
adhiero firmemente a ello y no me dejo arrebatar estas creencias, pues es el único caso en que mi interés,
que yo no puedo abandonar en nada, determina inevitablemente mi juicio sin tener en cuenta sutilezas,
aunque no estoy en situación de responder a ellas u oponerles otras más especiosas. Inmanuel Kant, Crítica
de la razón práctica

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La aportación que Buber ha legado a las futuras generaciones de hombres y mujeres es la concepción
dialógica de la realidad pero sobre todo del hombre. Diálogo que el hombre establece en dos dimensiones
distintas, la relación Yo-Tú que es inmediata y se caracteriza por tener lugar como presencia de ser a ser es
decir, de persona a persona.

³En el diálogo auténtico uno se vuelve hacia su interlocutor y se dirige a él de verdad: es, pues, un
movimiento del ser hacia él. Cada uno de los que hablan ven aquí en su interlocutor a quien se dirige a su ser
persona... Pero el que habla no sólo percibe a la persona que le es así presente, sino que también la acepta
como interlocutor, es decir, confirma, en la medida, que le es posible, al otro en su ser.´

La palabra presente tiene un significado de permanencia y no de ³ahora´ en el sentido del instante


matemático. Sin embargo en la relación Yo-ello no cabe el presente, pues los objetos que el individuo
³conoce´ y utiliza están en el tiempo que pasa.

El ser humano es un ser para relacionarse que se afirma y crece en una triple relación: con los demás
hombres (yo-tú), con el mundo (yo-ello) y con Dios (yo-Tú).

³ Tres son las esferas en las que se alcanza el mundo de la relación. La primera: la vida con la naturaleza.
Allí la relación oscila en la oscuridad y por debajo del nivel lingüístico. Las criaturas se mueven ante
nosotros, y nuestro decirles -Tú se queda en el umbral del lenguaje. La segunda: la vida con el ser humano.
Allí la relación es clara y lingüística. Podemos dar y aceptar al Tú. La tercera: La vida con los seres
espirituales. Allí la relación está envuelta en nubes pero manifestándose, sin lenguaje aunque generando
lenguaje. No percibimos ningún Tú, y sin embargo nos sentimos interpelados y respondemos imaginando,
pensando, actuando. Decimos con nuestro ser la palabra básica sin poder decir Tú con nuestros labios. Pero
¿Cómo podríamos nosotros integrar lo extralingüístico en el mundo de la palabra básica?.

En cada una de las esferas avistamos la orla del tú eterno gracias a todo lo que se nos va haciendo presente,
en todo ello percibimos un soplo que llega de Él, en cada Tú dirigimos la palabra a lo eterno, en cada esfera
a su manera.´

La relación con el mundo es sólo una relación con el ³ello´; el yo se afirma como sujeto que conoce y
quiere frente al objeto que tiene delante. ³En fin, con toda la seriedad de la verdad, escucha esto: sin el Ello
no puede vivir el ser humano. Pero quien vive solamente con el ello no es ser humano´.

La relación con los demás hombres es mucho más; el yo encuentra un tú; El encuentro personal es el que
verdaderamente abra todas las dimensiones espirituales y nos constituye como personas. El hombre puede
decir yo en un sentido personal, cuando tiene delante un tú ³Quién dice un tú se sitúa en la relación´. El yo
no se da sólo se da siempre ante tú. Y el tú fundamental de todos los hombres es Dios.

Aquí es donde aparece la última de las relaciones del yo, cuando el yo intuye que su relación con otro tú
como él limitado y finito, hay una nostalgia de Dios (Tú) ³en cada tú, nos dirigimos al Tú eterno´; ³El
sentido del tú. No pude saciarse hasta que encuentra al Tú infinito´. En cada tú hay anhelo de plenitud que
sólo el Tú eterno puede colmar. Por eso Tú es el nombre adecuado de Dios.

³A los sentimientos se les ³tiene´; el amor ocurre. Los sentimientos habitan en el ser humano; pero el ser
humano habita en su amor. Esto no es una metáfora, sino la realidad: El amor no se adhiere al Yo como si
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tuviese al Tú como ³contenido´, como objeto, sino que está entre tú y yo. Quien no sepa esto, quien no lo
sepa con todo su ser, no conoce el amor, aunque atribuya al amor los sentimientos que vive, experimenta,
que goza y exterioriza. El amor es una acción cósmica. A quien habita en el amor, a quien contempla en el
amor, a ése los seres humanos se le aparecen fuera de su enmarañamiento en el engranaje; buenos y malos,
sabios y necios, bellos y feos, uno tras otro, se le aparecen realmente y como un Tú, es decir, con existencia
individualizada, autónoma, única y erguida; de vez en cuando surge maravillosamente una realidad
exclusiva, y entonces la persona puede actuar, puede ayudar, sanar, educar, elevar, liberar. El amor es
responsabilidad de un yo por un tú: en esto consiste la igualdad (y no ningún tipo de sentimiento) de todos
lo que se aman, desde el más pequeño hasta el más grande, y desde el anímicamente guarecido, aquel cuya
vida se halla incluida en la de un ser amado, hasta el de por vida escarnecido en la cruz del mundo, aquel
que pide y aventura lo tremendo: amar a los seres humanos´. Buber, M. Yo y Tú, Caparrós editores, Madrid
1993, pp17-18

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La religión, como estructura de sentido, ofrece al hombre un ideal por el que vivir; en correspondencia,
exige que el hombre religioso, mediante el ejercicio de su libertad, realice una serie de obras encaminadas a
conseguirlo. El hombre busca en la religión la plenitud de su realización individual y colectiva, lo que
supone que se experimenta ±tanto en lo personal como en lo colectivo- como esencialmente abierto, como
proyecto ±en principio nunca acabable- que pretende su autorrealización, aquí y ahora, en el eterno presente,
como diría Nietzsche.

Desde cualquier perspectiva que se adopte, la realización del hombre es solidaria con la historia, personal y
colectiva. Sus tareas deben proyectar y legitimar lo que el hombre quiere ser. El significado y la aceptación
de la religión exigen, pues, para que ésta sea auténtica, su interiorización como tarea hermenéutica,
reinterpretativa de todos sus símbolos de manera permanentemente. La fe es más que tradición, es apuesta
desde una Presencia.  

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